Villber: a 25 años de un final anunciado. Historia de una empresa en el sudeste santafesino y de sus complejas relaciones obreros-patronales

 

Marcelo L. Adriani(*)

(ISP N° 3; pipoadriani@hotmail.com)

 

Introducción

 

En el año 1986 cerró definitivamente sus puertas la empresa Villber S.A.C.I. en medio de uno de los tantos y prolongados conflictos entre los trabajadores y la patronal El cierre de un establecimiento industrial en Argentina no debiera sorprender a nadie, máxime si hablamos que ello se produjo hace 25 años, etapa en la cual claramente ese fenómeno ya era bastante frecuente y palpable, desde por lo menos 1976.

Villber S.A.C.I. fue una empresa líder en el país en el rubro de la industria del frío y su planta más importante se hallaba situada en la localidad de Pavón, 45 km al sur de Rosario, sobre la actual ruta provincial 21. Sin embargo, su origen se remonta a los años 50´ en Rosario, donde funcionó en distintos sitios de esa ciudad, con estructura y cantidad de personal variable y en forma complementaria a la planta principal de Pavón, cuando ésta se iniciara en el año 1967. Su instalación en esa jurisdicción, la etapa de apogeo, la crisis y posterior quiebra, abarca un período de tiempo que va desde 1967 a 1986. En esos casi veinte años de vida, la fábrica albergó en esta planta a un promedio de 250 trabajadores y personal en general, del que el 30% eran mujeres.

Fue por lejos la empresa más importante de esa localidad, que nunca volvió a tener siquiera un emprendimiento semejante, además de las consecuencias sociales y económicas para un gran número de personas, que directa e indirectamente estaban vinculadas a Villber y que se vieron perjudicadas por la quiebra.

El presente trabajo pretende introducirse en la historia de la fábrica Villber, con la deliberada intención de escapar a un recorrido meramente cronológico y enunciativo de fechas, anécdotas y cuestiones de menor relevancia, para, por el contrario, hurgar en esa historia, a los fines de encontrar las causas que expliquen y desmenucen la vida, el cierre de la empresa y el relacionamiento que pueda establecerse entre esos veinte años de vida y el contexto local nacional e internacional, en el cambiante marco del desarrollo capitalista del período en cuestión. Será también importante indagar en la organización interna de la empresa y en cómo eran las relaciones sociales de producción en la misma, dado que hemos enunciado que el cierre se produjo en medio de un prolongado conflicto obrero-patronal. Para poder demostrar el liderazgo de Villber en el rubro de la industria del frío, será imprescindible conocer el nivel de incidencia de esta empresa en ese aspecto de la producción industrial nacional, así como también del panorama general de la industria nativa, en un período histórico que atraviesa desde la política económica implementada por Adalbert Krieger Vasena en la dictadura de Juan Carlos Onganía y sus sucesores, al traumático retorno a la democracia de 1973, pasando por la dictadura militar de 1976-1983 (plan económico de José Martínez de Hoz incluido), para concluir en la reinstauración de la democracia a partir de diciembre de 1983.

El emplazamiento de Villber en el cordón industrial del sur de la provincia de Santa Fe, más precisamente en Pavón, la vincula geográfica, pero también política y socialmente con importantísimos acontecimientos de los años 70. Nos estamos refiriendo al surgimiento del sindicalismo combativo y antiburocrático en Villa Constitución, proceso que desemboca en el Villazo de 1974, y en la feroz represión estatal y paraestatal desatada al año siguiente, verdadero antecedente macabro del terrorismo de estado de la dictadura militar de 1976. Trataremos entonces de establecer las conexiones entre aquellos acontecimientos y el desenvolvimiento cotidiano de Villber y de sus trabajadores con el proceso mencionado, con el objetivo de apreciar el grado de interacción entre los sucesos de Acindar, Metcon, Marathon, más el resto de las empresas y talleres metalúrgicos con nuestro objeto de estudio.

En tanto una parte de la producción de Villber estaba vinculada al mercado externo; serán analizadas también las estrategias de inserción en el mercado internacional y particularmente sus ventas a Cuba, a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre ese país y la Argentina en 1973. Del mismo modo, efectuaremos un pormenorizado seguimiento del desarrollo integral de Villber en el territorio nacional y de cómo se llevó adelante la política de conquista de mercados, cubriendo las demandas de las diferentes regiones geográficas y productivas del país, ya que la industria de la refrigeración está obligada a dar respuesta a ellas. La conservación de alimentos y otros procesos de frío, incluso en la industria medicinal y en varias otras, requieren de un desarrollo tecnológico importante y un exhaustivo estudio de mercado. Eso también hacía de Villber una empresa líder en su rubro.

Por otra parte, el trabajo expondrá cuales fueron las estrategias obreras de lucha a lo largo de esos veinte años de vida de la empresa, sin perder de vista la alternancia de gobiernos civiles y militares que iba a influir directamente en ellas, considerando también que en dicho período existieron conducciones gremiales elegidas por los trabajadores e intervenciones designadas por gobiernos de facto o también civiles (1973-1974) (1983-1984) y desde ya, qué mecanismos de lucha llevaron adelante los trabajadores ante la inminencia y posterior cierre de la planta.

El desarrollo de todos estos temas, que constituyen el centro de la investigación, son verdaderos generadoras, a su vez, de numerosas problemáticas a las cuales el presente trabajo aspira a dar respuestas, o al menos brindar elementos de análisis para arribar a algunas conclusiones.

Las problemáticas a abordar serán: ¿cuáles fueron las causas que provocaron la quiebra de una empresa que fue vanguardia en el mercado nacional y con marcada inserción internacional?, ¿qué tipo de relaciones encontramos entre la patronal y los trabajadores de la misma?, ¿qué clase de conflictos laborales existían en la empresa y porqué se daban éstos con tanta frecuencia?, ¿qué grado de incidencia tuvieron las sucesivas políticas económicas del período que va desde 1967 a 1986, etapa en la cual funcionó la planta de Pavón?, ¿qué tipo de burguesía representa Israel Berestán, propietario de la firma? y en base a ello, ¿cuáles fueron las estrategias empresariales llevadas adelante por él y la gerencia, ante los conflictos laborales o las dificultades económico-financieras?, ¿qué papel le cupo a la representación sindical de la seccional Villa Constitución de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) en todo este proceso y qué grado de influencia tuvieron los sucesos acaecidos en 1974, conocidos como el Villazo y la normalización de la seccional desde 1984?, ¿cuál era la situación económico-financiera de la empresa al momento del cierre?, ¿la quiebra fue una más en el proceso de desindustrialización iniciado en 1976, o se trató de una maniobra empresarial de carácter especulativo?, ¿la dinámica del conflicto entre los trabajadores y la empresa supuso la “inevitabilidad” de la quiebra?, ¿porqué fracasaron los intentos por reactivar la empresa en manos de los trabajadores?

Para tratar entonces de responder a estos interrogantes, por una parte, efectuamos un recorrido bibliográfico, que va desde el único libro que sobre la historia de esta empresa y de la familia Berestán se ha escrito[1], hasta textos que han estudiado el proceso económico del país entre los años 60´ y los años 80´, libros y trabajos sobre la industria nacional y sobre el desarrollo industrial en nuestra región. Por otra parte, consultamos censos, revistas y el archivo de organismos nacionales, provinciales y municipales, también relevamos diarios de circulación local y regional y hemos accedido a parte importante del archivo documental de la empresa.

Además, la cercanía temporal y geográfica de los hechos estudiados nos ha a permitir recurrir a entrevistas con personajes protagónicos de esta historia. Así, hemos recogido el testimonio del ex propietario y Presidente del Directorio de Villber, de los directivos de la Seccional Villa Constitución de la Unión Obrera Metalúrgica, de delegados gremiales, de miembros de comisiones internas, de trabajadores, de personal jerárquico y de una de las representantes legales de los trabajadores. Al respecto, las herramientas de las que dispone la Historia oral nos resultaron de fundamental importancia en el trabajo. Las entrevistas constituyeron un aporte central y un recurso insustituible para la historia oral, “sus pautas distintivas tienen que ver sobre todo con el hecho de que a través de la oralidad se trata de disparar la memoria para lograr una forma más completa de comprensión del proceso social”.[2] Finalmente el entrecruzamiento de las fuentes escritas y las entrevistas nos ha a permitido acceder a la información necesaria para la concreción de la investigación.

Muchos de nosotros tenemos a alguien conocido que trabajó en Villber, el recuerdo de la empresa vive en miles de personas de nuestra región. Está instalada la idea de “lo inexplicable” del cierre de esta fábrica, de la oportunidad perdida, de que era posible la continuidad de la empresa. En este sentido, pretendemos, como ya hemos dicho, que esta investigación contribuya a develar, en base al análisis de las fuentes consultadas y a un permanente ejercicio de preguntas hacia ellas y sobre ellas, las causas que provocaron el cierre de Villber, la fábrica más importante en la historia de Pavón y la que fuera una empresa de capital nacional líder en su rubro. Esperamos, entonces, que el presente trabajo constituya un aporte a la historia local y regional[3], un paso más en el proceso de construcción cotidiana de nuestra historia.

 

I. La etapa fundacional

 

Remontarse al nacimiento de Villber implica introducirse en la historia de una familia, los Berestán; oriundos de Ucrania y aquejados por el hambre y los pogroms en los tiempos finales del zarismo, parten hacia la Argentina. Padre e hijo mayor y posteriormente, esposa e hija, se afincaron en la provincia de La Pampa, desarrollando el oficio de herreros que traían de su tierra natal.

Lo duro de la vida en La Pampa y la imposibilidad de concretar materialmente las aspiraciones traídas desde Europa oriental, llevan a parte de la familia a instalarse en la ciudad de Rosario.

En los años 40´, Israel Berestán va desempeñando tareas en talleres de matricería, donde va conociendo el oficio hasta independizarse, incorporando algunas maquinarias y montando un galpón, lo que da muestra de su crecimiento económico. El servicio militar lo pone en contacto con un profesional en la industria del frío que le enseña las primeras nociones en el armado de refrigeradores. Berestán intuye que encontró lo que buscaba.

Se instala en su taller de la calle Júpiter 1666 en 1946 y luego en Marcos Paz 4258 en 1949 y más tarde en Ovidio Lagos 4758. Rodeado de sus iniciales colaboradores, comienza a producir las primeras heladeras eléctricas y a reparar compresores de refrigeración marinos. Libros llegados de Europa van aportando los saberes teóricos; la pericia y el esfuerzo refuerzan la práctica. Berestán va configurando un equipo de trabajo que incluye a operarios, ingenieros, técnicos y a personas dedicadas al estudio del mercado, con la intención de que la producción de la empresa se expanda a la mayor cantidad de provincias, para lo cual era necesario crear una red de comercialización y análisis de la producción de las diferentes regiones geográficas y productivas del país.

La falta de desarrollo de una verdadera industria del frío en Argentina conspiraba incluso, contra el bolsillo de los consumidores, quienes debían pagar precios cada vez más altos a medida que aumentaba la distancia entre los centros de producción y los de consumo. Se observa también, que no es sólo un problema de falta de “logística” en ese rubro de la industria, sino que además, las materias primas sin el debido proceso de frío, van perdiendo sus cualidades proteicas y naturales.

En síntesis, la fábrica va creciendo, el mercado interno demanda sus productos, una política que apuntaba al pleno empleo y se orientaba al consumo masivo de los sectores populares y de clase media aseguran el crecimiento de la empresa.

El gobierno peronista (1946-1955) beneficia a la empresa a través del IAPI (Instituto Argentino para la Promoción y el Intercambio), ya que puede adquirir insumos (principalmente chapa) a menores costos, lo cual optimiza el margen de ganancias. Berestán dirá: “el IAPI era un buen instrumento para la industria, lástima que uno tenía que dejar prebendas para la Fundación Eva Perón y así se fomentaba la corrupción y se perdía competitividad”.[4]

Así, la industria manufacturera rosarina alcanzó niveles de crecimiento que superaban los promedios nacionales.[5] Existían en la ciudad de Rosario “un pequeño grupo de grandes establecimientos (medido el tamaño por la cantidad de obreros ocupados) coexistiendo con un gran número de establecimientos muy pequeños”.[6]

A principios de la década del 50´, entabla relación con la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Rosario y a raíz de ello logra conocer al presidente Juan Perón y a José Ber Gelbard, impulsor de la Confederación General Económica (CGE), agrupamiento empresarial que se opone a la poderosa Unión Industrial Argentina (UIA). No será la única oportunidad en la que Berestán y Gelbard se vean las caras. De hecho, con el tiempo, Gelbard será el representante de Villber en Catamarca, provincia de la que es oriundo, constituyendo un vínculo que perdurará por mucho tiempo y que excede el marco estrictamente comercial.

En setiembre de 1955, en el mismo momento en que el gobierno de Perón es derrocado por un golpe cívico-militar, Israel Berestán y Carlos Octavio Gómez Villafañe, por entonces socios, registran la firma Villber con las iniciales de ambos apellidos y lanzan al mercado la línea de heladeras familiares. Los socios, a su vez, forman parte de la dirección del Banco Comercial Israelita de la ciudad de Rosario. La firma crece rápidamente, importantes empresas internacionales como Philips, de Holanda; Philco, de Estados Unidos y Agar Cross, de Inglaterra, suscriben sus primeros contratos con la Villber por aproximadamente cinco mil unidades mensuales, a lo que debe sumarse las más de tres mil unidades del mercado local.

La llegada de Arturo Frondizi a la presidencia en 1958 viene acompañada de una etapa de continuo crecimiento de la empresa. Por esos tiempos, Berestán participa activamente de la actividad gremial y asiste a la creación del Comité Argentino de Industriales Exportadores. Por intermedio de Luis Carballo, amigo personal e intendente de Rosario y Carlos Sylvestre Begnis, Gobernador de la provincia de Santa Fe, Berestán se entrevista con el Presidente de la República, quien se muestra sumamente interesado en el desarrollo de la industria del frío. “Los políticos del desarrollismo fueron los más inteligentes que he conocido en mi vida” repetirá Berestán en varias oportunidades.[7]

En 1960 se lleva adelante el Primer Plenario del Comité de Industriales Exportadores en la ciudad de Rosario.[8] El encuentro se vio coronado con la presencia del Ministro del Interior, Dr. Alfredo Vítolo. Berestán fue uno de los impulsores y coordinadores del evento.[9]

Por esos años, los hábitos culturales de los argentinos se van modificando conforme la difusión masiva en los grandes medios de comunicación de campañas publicitarias y de costumbres traídas del extranjero, que obligan a las empresas a adaptarse rápidamente al mercado. Así, mas empresas de bienes perecederos, como La Campagnola, Sancor, La Serenísima, La Vascongada, Milkaut, Laponia, La Montevideana y Frigor, entre otras, necesitan de equipamientos de última generación. También surgen los primeros supermercados en el país y ello implica una demanda adicional a las de las firmas ya mencionadas.

Una de las empresas que competía con Villber era SIAM. “Esta empresa en la década del 20´ proveía a YPF de surtidores, hasta que la crisis de 1929, el golpe de estado contra Yrigoyen en 1930 y el posterior desplazamiento del Gral. Enrique Mosconi de YPF, pusieron a SIAM al borde de la quiebra. Es en ese momento que su creador, Torcuato Di Tella, decide dedicarse a la producción de heladeras comerciales y familiares, salvando a la empresa y preparándola para nuevos desafíos futuros, como lo serán la producción de motos y automóviles”.[10]

A nivel local, en 1960 aparece la publicidad de otra empresa del rubro refrigeración.[11] Se trata de ASTER S.A.C.I., especializada en la refrigeración mecánica para el transporte de productos perecederos y que además tenía licencia exclusiva para varios países de América Latina de Thermo King Corp. de Estados Unidos. ASTER figura en el mismo aviso con una dirección de radicación en Buenos Aires y otra en Ovidio Lagos 4758 de Rosario. Se trata de la misma dirección de Villber. Consultado al respecto, Berestán afirmó: “ASTER era una empresa fundada por mí, jurídicamente separada de Villber por motivos estratégicos. Vendía a Holanda, Estados Unidos e Inglaterra”.[12]

A inicios de la década, como otra parte de su estrategia empresarial, Villber comenzó a publicar un boletín del que participaban como columnistas, profesionales del rubro, quienes transmiten conocimientos amplios en la materia. También se informaba sobre la incorporación de nuevos concesionarios a lo largo y ancho del país.[13] El boletín parece haber tenido cierta difusión local, además de internacional al ser entregado a través del Ministerio de Relaciones Exteriores a todas las embajadas argentinas, así como también a las distintas universidades del país.

La producción del tomate en la provincia de Salta, la avícola en Entre Ríos, la de la manzana en Río Negro, la del pescado de la costa atlántica, o la industria cárnica desde el lugar de asiento de los animales hasta los centros de distribución, son frecuentemente mencionadas como ejemplos de cuán importante es el desarrollo de la industria de la refrigeración. La difusión de estas ideas permitía además, aumentar las ventas de cámaras para transporte frigorífico.

Puede observarse en estas publicaciones, a través de sus editorialistas, un optimismo ilimitado en el modelo desarrollista, lo que pone de manifiesto (más allá de la probable conveniencia en este tipo de declaraciones simpáticas a los oídos oficiales), una enorme expansión en la industria de la refrigeración.[14]

Seguramente que esta creencia tenía basamentos sólidos; basta con señalar que la industria mencionada no se limita únicamente a la producción de heladeras comerciales, domiciliarias, de cámaras frigoríficas o transporte; “se realizó un liofilizador[15] de córnea, con la participación de ingenieros de YPF que desarrollaron un aceite capaz de soportar 60 grados bajo cero, se hizo una conservadora de cepas por congelamiento para la sección virología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNL, se concretó un banco de huesos para el Sanatorio del Dr. Benetti Aprosio”.[16]

Aquella reunión de Industriales Exportadores realizada en Rosario rindió sus frutos. El apoyo y estímulo del gobierno permitieron realizar ventas a países como Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia; Perú, Brasil y México y formar parte de las primeras misiones comerciales a África. El horizonte productivo y comercial era sumamente próspero.

 

II. La necesidad de ampliarse

 

La característica más distintiva de la etapa desarrollista en el país fue la aplicación de políticas que promovieron el ingreso de inversiones extranjeras, principalmente en el rubro automotriz, además de la radicación de empresas químicas y petroquímicas, la mayoría de ellas en la región del Gran Rosario. En ese contexto, el Gobernador de Santa Fe, Sylvestre Begnis, anunciaba en el inicio de sesiones de la Legislatura de la provincia que: “desde 1958 a 1960 se radicaron 240 empresas en la provincia de Santa Fe”.[17] En el mismo artículo se hace mención a la inminente instalación de una nueva fábrica de automóviles, “tal el caso de Goliath Hansa que fabricará automóviles en Empalme Villa Constitución”.[18]

Aquella fábrica de apertura inminente en Empalme Villa Constitución, efectivamente inició las tareas de montaje de una planta industrial de 19.000 m2 para el armado, más que la fabricación, de un automóvil de origen alemán que surgió de la fusión de las firmas Goliath y Hansa. Se esperaba construir cinco mil coches en 1962, pero en 1961 la empresa comenzó a tener dificultades económico-financieras y solamente llegó a fabricar 804 automóviles. El gobierno le retiró la licencia por incumplimiento del decreto 3693, que regulaba la instalación de automotrices en el país. En 1962 cerró sus puertas la fábrica Hansa y serán esas las instalaciones donde se afincará Villber.[19]

En 1967 se inaugura la que será la planta más importante en la historia de Villber. Según cuenta Berestán, la operación le salió “prácticamente gratis, por cuanto vendí la planta de calle Jujuy en Rosario y adquirí la planta de Pavón con todos los motores HANSA que quedaban en la Aduana, que luego fueron utilizados por mí en la fábrica y con eso pagué la operación”.[20] Además de las amplias instalaciones con la que contaba el predio, fue necesario construir un comedor para 300 personas, diagramar el sistema de traslado de personal desde la ciudad de Rosario hasta Pavón, dado que cerca de cien operarios provenían de esa ciudad. Otros colectivos llegaban con personal desde Villa Constitución y Empalme Villa Constitución. Quedan en la planta de Rosario trabajando alrededor de 50 personas, haciendo estanterías y muebles, trasladando a Pavón todo lo más pesado e importante. “Se instalaron: tren de planchado y normalizado; línea de pintura, con 300 metros de recorrido con estaciones robotizadas de tratamiento de superficie; fosfatizado, pasivado, plastificado, horneado y acabado final; amplio y moderno laboratorio químico; sala de ensayos con Tester Room; carrusel de inyectado de cámaras; modernas inyectoras de poliuretano con preespumado marca Viking, de procedencia inglesa; plegadoras, guillotinas, balancines, cepillos, fresadoras y un completo y moderno plantel de maquinarias que ubicaron la fábrica a la vanguardia”.[21] En cuanto a la organización laboral, la planta funcionaría en dos turnos de nueve horas.

Por esas fechas, el ministerio de economía de la nación es ocupado por un auténtico representante de las corporaciones financieras internacionales y ex funcionario de la dictadura militar de 1955, Adalbert Krieger Vasena, un verdadero dignatario de lo que Juan Carlos Portantiero definirá como “tecnoburocracia modernizante”.[22] La implantación de un ambicioso programa económico, era parte principal de un diseño estratégico de largo plazo, del cual, el tiempo económico era el primer objetivo a llevar a cabo; luego vendría el tiempo social y en un horizonte temporal indefinido, el tiempo político.

El plan económico de la “Revolución argentina” se basaba en el protagonismo de las grandes empresas multinacionales y la gran burguesía nacional. El estado necesitaba hacerse “eficiente” y ello incluyó el despido de más de 200.000 trabajadores, se aplicaron retenciones a las exportaciones para compensar el efecto devaluatorio y se puso en marcha un programa de apoyo a la industria. Efectivamente, el sector industrial creció casi un 20 % en dos años. No obstante, este panorama condice también con lo expuesto por Silvia Simonassi, al referirse a un tipo de industria que sigue expandiéndose en localidades del interior provincial, sustentada en la gestión de sus antiguos dueños.[23]

Éste es el contexto en el que Villber se radica en Pavón. Poco después, la llegada al país de la empresa multinacional de supermercados origen norteamericano, Minimax de Dacsa S.A., trajo aparejada la importación de equipos de refrigeración para la instalación de sus comercios. A los fines de proveerse en el país de maquinarias, equipos de frío, cámaras refrigeradoras, vitrinas y góndolas, Richard Boogard, alto directivo de la firma, se contacta con los ejecutivos de Villber, a los efectos de adquirir esos equipos en Argentina. Luego de varias reuniones y discusiones contractuales, Villber se aseguraba un negocio importantísimo, el más grande desde su nacimiento.

Los acuerdos hicieron que Berestán deba viajar a Estados Unidos en 1970, allí obtuvo además, la licencia de fabricación con la firma Hussmann Refrigerator, la más importante en la industria del frío en ese país y por ende, una de las más grandes del mundo. La fenomenal perspectiva de negocios que se vislumbra torna imprescindible el traslado de la planta a un espacio de mayores dimensiones, con el correspondiente ingreso de personal para adecuar la firma a las nuevas necesidades y requerimientos.

Sin embargo, el cambio de autoridades y de política de la firma Hussmann, la que había otorgado licencia a Villber, implicó la decisión e intención de conseguir a precios irrisorios las empresas de los asociados que poseían licencias de Hussmann en Argentina, Canadá, México y Chile. La fábrica estaba a punto de cambiar de manos.

Tras arduas negociaciones y previo pago de una importante suma de dinero, facilitada, según el testimonio de Berestán, por la venta de bienes familiares y la ayuda de empresarios amigos, Villber quedó a resguardo de cualquier posibilidad de pérdida de las acciones y de la propiedad de la firma. Se trató de una especie de “nacionalización” de la empresa.[24]

 

III. Industria del frío, relaciones laborales calientes. El

traumático vínculo entre los trabajadores y la patronal

 

La implantación de la dictadura militar de Onganía en su primera etapa, supuso entre otras cuestiones, todo tipo de restricciones a la libertad gremial en el país, ello tuvo como consecuencia que en Villber no existió prácticamente ninguna actividad de tipo sindical durante sus primeros años.

Los movimientos sociales de protesta de fines de los años 60´ y principios de los 70´, conocidos como “Cordobazo”, “Rosariazo”, o “Mendozazo”, que provocaron la renuncia del Gral. Onganía, no tuvieron correlato alguno en Villber. La fábrica siguió con su actividad normal.

Es más, en oportunidad de la huelga metalúrgica de ACINDAR en 1970, no aparecen registros acerca de la participación, ni en carácter de solidaridad, ni en ninguna otra modalidad, de los trabajadores de Villber.[25]

Entre los testimonios recogidos, citaremos al de José, operario, quien ingresó a Villber en 1972 a los 18 años: “Pude ingresar a Villber gracias a un contacto establecido por una pariente y quien me recibió, un tal Clavero, que era Jefe de Personal, lo primero que me dijo era que iba a cobrar con dos quincenas de retraso, cosa que yo acepté de inmediato porque mi prioridad era entrar a trabajar”.[26]

Esta ausencia de representación sindical era aprovechada por la patronal para establecer un determinado tipo de relación para con los trabajadores, en la que los dueños poseen la potestad de imponer condiciones sin ninguna resistencia.

Sigue diciendo José: “No teníamos permiso para tomar un mate cocido en la mañana, yo me llevaba un paquete de masitas, me las ponía en el bolsillo de la camisa, iba sacando de a una y me las comía. A las 7,30 tocaba el timbre y había que estar al lado de la máquina hasta que se paraba a comer. No teníamos botines ni otros elementos de seguridad, si los queríamos, los teníamos que comprar nosotros”.[27]

En contraste, Berestán tenía como hábito, invitar a su casa quinta de Arroyo Seco, a un buen número de trabajadores de la planta de Pavón, con los cuales pasaba el día, comían asado, pescaban y jugaban al fútbol. Establecía de este modo, o intentaba hacerlo, una relación de tipo “paternalista”, entendida como el patrón que impone las reglas de manera rígida, pero a su vez, el que es capaz de compartir la intimidad de su casa con los obreros.

Una primera aproximación a la relación entre Berestán y sus trabajadores debiera considerar la distinción entre la planta de Rosario y la de Pavón. Consultado Berestán sobre la relación que mantenía con los representantes gremiales en la ciudad de Rosario reconoció que: “nunca tuve ningún tipo de problemas, ellos venían una vez al mes, se llevaban un sobre con dinero y se trabajaba tranquilo”.[28]

No ocurría lo mismo en Villa Constitución, según Berestán. La seccional Villa Constitución de la UOM estaba en manos del Interventor designado por la UOM nacional, Osvaldo Trejo, quien “acusado por una corriente interna adversa, que le cuestionaba inoperancia y servilismo a los intereses de ACINDAR, trataba de encontrar en Villber motivos para mostrar todo su celo y su bravura”.[29] Lo mismo iba a ocurrir en el período de los delegados normalizadores de la UOM Villa Constitución, Jorge Fernández y Lorenzo Oddone.

Pero, el triunfo electoral de la Lista Marrón, encabezada por Alberto Piccinini, va a significar un cambio sustancial en la vida de los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución y la zona. El Villazo se convirtió en uno de los pronunciamientos antiburocráticos más importantes de la historia obrera contemporánea. El masivo acompañamiento de los ciudadanos de Villa Constitución a lo largo de tantos días de lucha, hizo de este movimiento una verdadera bisagra histórica.[30] Precisamente, uno de los legados más trascendentes de aquel hito, fue que los representantes sindicales surgidos de elecciones limpias y transparentes, se pusieron del lado del obrero y ejercieron su defensa de manera irrestricta. Además y de manera novedosa, se incluyeron en la plataforma electoral de la Lista Marrón, una serie de demandas que priorizaban la salud, los servicios sociales y la seguridad laboral.

La elección de delegados y comisión interna en Villber representó un cambio total en las relaciones entre los trabajadores y la patronal. A solicitud del sindicato, la patronal comenzó a cumplir con las medidas de seguridad, tales como la entrega de ropa de trabajo, uso de cascos y botines; en la media mañana se permitiría un refrigerio consistente en un mate cocido y la entrega de un litro de leche por operario.

Por otra parte, los sucesos de ACINDAR, derivados del “Villazo”, repercutieron fuertemente en la planta de Pavón. Los trabajadores de Villber, a partir de una inusitada actividad de los delegados y la Comisión Interna, se sumaron solidariamente a la lucha de los obreros de ACINDAR realizando medidas de fuerza, algunas, incluso, por tiempo indeterminado. En este sentido, son coincidentes los testimonios de obreros, dirigentes sindicales y la patronal, acerca de que Villber se había constituido en la fábrica con más activismo político en la región. A ello contribuía la casi total falta de controles en los ingresos de personal, pasando por encima al celoso Jefe de Personal, de apellido Zinn.

José manifestó al respecto que “en 1973 y 1974 entraron a la fábrica un montón de compañeros pertenecientes a distintos partidos políticos de izquierda y organizaciones armadas. PRT, Montoneros, Poder Obrero, PC, Vanguardia comunista, etc.”[31]

En el mismo sentido se manifiesta Victorio Paulón, quien ingresa a Villber en agosto de 1974: “Villber era por aquellos tiempos la fábrica de más fácil ingreso y ello permitía que muchos activistas y militantes de izquierda, principalmente llegados de Rosario, entraran a la planta de Pavón y allí desarrollaran su actividad política”.[32]

En noviembre de 1974 triunfa la Lista Marrón y se constituyó la CGT regional con el dirigente comunista Tito Martín como secretario general. En esos pocos meses la situación política, social y económica del país se complicaba cada vez más. A la muerte de Perón le sucede en la presidencia su esposa Isabel Martínez y los atentados parapoliciales, que ya existían desde 1973, se agudizan con el libre accionar del grupo llamado Triple A, cuyo principal instigador era el Ministro de Bienestar Social, José López Rega.

El 20 de marzo de 1975, el gobierno nacional, a través de sus fuerzas de seguridad, policías provinciales, la SIDE y grupos parapoliciales, lanzaron el operativo “serpiente roja del Paraná”. Alrededor de 4000 efectivos en varias ciudades, pero especialmente en Villa Constitución, detuvieron a la totalidad de la comisión directiva de la UOM, con la excepción del Ángel Segovia (quien será el encargado de encabezar el comité de lucha), centenares de obreros y delegados de fábrica, “entregados” por ACINDAR, presidida por José Alfredo Martínez de Hoz. El argumento utilizado era el de abortar un supuesto complot subversivo que iba a paralizar la actividad siderúrgica de la zona.

En respuesta a estos hechos, los trabajadores tomaron la planta de ACINDAR y rápidamente se plegaron las otras empresas metalúrgicas, pero esta vez, el gobierno nacional actuaría eficazmente. El comité de lucha creado por los trabajadores, estaba compuesto por dos delegados por fábrica. Por Villber participaban Victorio Paulón y Galarza, el primero, peronista de la “tendencia”, quien había ingresado en agosto del 1974 y el segundo de OCPO (Organización Comunista Poder Obrero). Luego de abandonar la toma de la fábrica, proseguir con la huelga, replegarse a los barrios y ser duramente reprimidos en abril de 1975, el movimiento de lucha perdió la batalla tras casi dos meses de resistencia.

Villber, al igual que otras muchas empresas en el país, sufría en aquella época, el problema de la disminución en la productividad. Por un lado, la sanción de la nueva ley de contratos de trabajo, que aseguraba estabilidad para los trabajadores y por otro, la convulsionada situación derivada de las luchas obreras de todo el año 1974 y continuadas en 1975, provocaron la pérdida de numerosas jornadas de trabajo, a la par de haber aumentado significativamente el ausentismo.[33]

Toda esta situación varía completamente tras la represión del 20 de marzo de 1975. Las patronales aprovechan la ocasión para despedir numerosos trabajadores. En el caso de Villber, 16 fueron cesanteados. En ese contexto, se produce el secuestro de Rubén Berestán, sobrino del propietario de la fábrica. En la nota que recibe Berestán no aparece un pedido de rescate en dinero, sino una serie de demandas que iban desde la reincorporación inmediata de los cesanteados, un pedido de aumento salarial, una publicación en diarios de tirada nacional retractándose de la decisión adoptada por la empresa y otros pedidos menores.[34] Sin embargo, en una de nuestras entrevistas mantenidas para este trabajo, Berestán dice haber pagado dos millones de dólares, “al parecer a Luis Segovia, ya que éste en más de una ocasión me dijo –cumpla y tenga memoria porque no debe olvidarse de lo que le pasó a su sobrino”.[35] Todos los trabajadores despedidos fueron reincorporados.

Finalmente debemos mencionar que Israel Berestán tiene una particular interpretación del surgimiento y ascenso de la Lista Marrón. Considera que Acindar había iniciado en 1973/1974 un proceso de reestructuración luego de la crisis del petróleo, que implicaba, entre otras cosas, la necesidad de dejar a 1000 obreros en la calle. José Martínez de Hoz, presidente del Directorio de Acindar, le propone a Lorenzo Miguel, recientemente designado Secretario General de la UOM, luego del asesinato de José Rucci, un “arreglo” por 7 millones de dólares, para que el sindicato no ofrezca resistencia a las medidas de ajuste. Siempre según los dichos de Berestán, ante la negativa de Miguel, Acindar decidió organizar y propiciar la creación de una seccional local de la UOM que se oponga a la conducción nacional. Piccinini fue el hombre elegido para encabezar ese proyecto, teniendo en cuenta su casi nula participación político-sindical hasta ese momento. “Lo que finalmente ocurrió es que a Acindar, Piccinini se les fue de las manos”.[36]

Ante nuestro planteo acerca de cuáles son los argumentos que sostienen esta idea, Berestán sugiere que los balances presentados por Acindar luego de finalizados los conflictos en 1975, “muestran con claridad el éxito de su estrategia, ya que había aumentado sus ganancias, reducido personal y aumentado stock”.[37]

 

IV. El acuerdo comercial con Cuba: un hito en la historia de la

empresa

 

En mayo de 1973, el Dr. Héctor J. Cámpora asume la Presidencia de la Nación, poniendo fin a siete años de dictadura militar. En lo referente a su política exterior, designó como Canciller al Dr. Juan Carlos Puig, un hombre de pensamiento más proclive a constituir alianzas regionales, sin la rigidez del esquema pleno de la Guerra Fría. Es el momento de la llamada dètente, período de distensión entre la URSS y los Estados Unidos. Se salía de este modo, del alineamiento automático con EEUU, política que llevaron adelante todos los gobiernos desde 1955 a 1973, priorizando cuestiones como la Doctrina de la seguridad nacional, la “ayuda” financiera internacional o ambas cosas.

Esta política tenía en el ministro de economía, José Ber Gelbard, a su aliado más importante. Éste, de reconocida militancia y trayectoria en el Partido Comunista y en consonancia con Perón, impulsaba las exportaciones industriales y la diversificación de los mercados. Así se lleva adelante la apertura comercial con Cuba y los países socialistas del Este.

Gelbard se mantuvo al frente del Ministerio de Economía desde mayo de 1973 a octubre de 1974, es decir, en las administraciones de Héctor Cámpora, Raúl Lastiri, Juan Perón e Isabel Perón, pero sus contactos e influencia ya se dejaban notar en las presidencias de los dictadores Levingston y Lanusse; períodos en los cuales Argentina restableció relaciones diplomáticas con China Popular y acercó posiciones con los gobiernos de Allende en Chile y Velazco Alvarado en Perú.

El gran paso se iba a concretar en junio de 1974. Argentina firmó un amplio convenio comercial con Cuba, que incluía la venta de automóviles, camiones pesados, tractores, material ferroviario, máquinas-herramientas y bienes de capital.

Un párrafo aparte merecen las complicadas negociaciones de la cancillería y el Ministerio de Economía con el Departamento de Estado norteamericano por la venta de automóviles, dado que se trataba de firmas estadounidenses radicadas en Argentina, que iban a venderle al país que Estados Unidos tenía bloqueado desde hacía más de una década.

Finalmente y por la importante presión llevada adelante por los sindicatos de Detroit, Chrysler, Ford, General Motors ingresaron en la isla, luego se sumaron Citroën, Fiat y Peugeot, constituyéndose ésta en la operación económicamente más importante en cuanto a volumen y trascendencia.

El acuerdo contemplaba un préstamo de parte de Argentina de 1.200 millones de dólares, de los cuales nuestro país desembolsó la primera de seis cuotas de 200 millones. Esos fondos estarían destinados al pago de las exportaciones argentinas.

En ese marco, Gelbard convocó a Berestán para que ubique sus productos en la isla y lo puso en contacto con la firma estatal Cubapesca, pero con un detalle, lo hizo antes de mayo de 1973, es decir, previo al triunfo electoral del Frente Justicialista.[38]

Ante las dudas planteadas por Berestán a Gelbard acerca de la factibilidad de los acuerdos comerciales, dice sugestivamente el dueño de Villber que Gelbard expresó: “mirá querido, hay que jugársela, no estaremos solos, no me hagás decir lo que no puedo decir”[39], a lo que Berestán contestó: “entiendo tu optimismo, pero el brazo armado que apoyaría estos proyectos no son confiables, en Villa Constitución son tan peligrosos y nocivos como la burocracia sindical que dicen combatir”.[40]

El convenio consistía en la provisión de 200 unidades para instalar negocios de pescadería en Cuba (construcciones prefabricadas en estructura resistente), 3000 cámaras frigoríficas (1500 para productos enfriados y 1500 para congelados); 2250 neveras exhibidoras, 1500 neveras exhibidoras para productos enfriados, 1500 mostradores para operación y despacho de mercadería; 1500 estanterías metálicas modulares y 1500 mostradores porta-caja registradoras. En total eran 11450 artículos por un valor de 15 millones de dólares americanos, a entregarse en 15 meses.[41]

La firma del acuerdo comercial se llevó a cabo en la sede de gobierno de la ciudad de Rosario, presidida por el Gobernador de Santa Fe, Dr. Sylvestre Begnis, el Intendente de Rosario, Prof. Ruggeri, autoridades del gobierno cubano y autoridades nacionales y provinciales.

Para dar cumplimiento a semejante demanda, Villber amplió su planta de Pavón, incorporó tecnología y a 80 nuevos operarios. Además, firmó un importante convenio con la Universidad Tecnológica Nacional, a los fines de que la Facultad Regional efectúe el control de calidad de los productos que Villber vendería a Cuba. Esto constituye una novedosa experiencia para una empresa argentina que participaba del comercio exterior.[42]

Unos días antes, representantes de 240 empresas argentinas, 87 de ellas santafesinas, llevaron adelante una muestra en La Habana con la activa participación del Banco Provincial de Santa Fe.[43] Para la misma época, otra empresa de capital nacional, Arce Refrigeración, ubicada en la ciudad de Buenos Aires, comienza a exportar con licencia de Tyler, de los Estados Unidos. El 40 % de su producción se destinaba al extranjero, Uruguay, Chile, Curaçao, Ecuador, Paraguay y Bolivia. Sus ventas al extranjero superaban el millón de dólares anuales.[44]

El personal que manejaba la política comunicacional y de propaganda de Villber, había preparado cuadernillos que aunaban la difusión de los productos de la empresa y las características económicas, sociales y de hábitos alimentarios de un determinado país. Las estadísticas eran tomadas de la FAO, la OEA, la ONU, y a veces, hasta los organismos estadísticos de cada uno de esos países. Esos cuadernillos eran distribuidos por la Secretaría de Comercio Exterior y la Cancillería argentina a cada una de sus embajadas.[45]

El negocio con Cuba requería de una prefinanciación, que serviría para adecuar la planta con inversiones a los fines de cumplimentar el acuerdo. Desechadas las ofertas del Banco Provincial de Santa Fe y del Banco de Intercambio Regional que presidía José Trozzo, las negociaciones se encaminaron hacia el Banco Comercial de la Plata, propiedad de David Graiver. El gerente de la sucursal Buenos Aires, Carmelo Stancatto, daba las garantías suficientes de concreción del crédito y de la viabilidad del proyecto ante la eventualidad de cualquier conflicto derivado de la situación política en la zona.[46]

Todo este panorama permite suponer que Villber fue un engranaje más de una compleja red de vinculaciones de tipo política, económica, e incluso militar en la Argentina de los años 70. A nadie escapa que David Graiver era considerado como “el banquero de los montoneros”[47], ya que se sabe que fue quien manejó una parte de los fondos obtenidos por la organización Montoneros, en concepto de pago de rescate por el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born en septiembre de 1974. A ello debe sumarse la probada vinculación entre el ministro de economía José Ber Gelbard con el banquero mencionado, desde por lo menos 1971, para finalmente cerrar el círculo con la estrechísima relación entre Gelbard y Berestán, nacida a principios de la década de 1950.[48]

De las 80 personas que ingresaron a Villber con posterioridad al acuerdo con Cuba, por lo menos 60 eran de Rosario, en su gran mayoría, militantes y activistas políticos de organizaciones políticas de ideología marxista y práctica revolucionaria. Berestán solía aparecer en las asambleas de los trabajadores; y en una de ellas, parece hacerse adaptado a las circunstancias, así dirigió la palabra a sus obreros y los exhortó a trabajar solidariamente y sin desmayo, porque el acuerdo con Cuba así lo requería y argumentando que Villber era una gran familia. Nos cuenta Wilfredo, ex obrero de la empresa, que ante esta intervención de Berestán, él sostuvo: “no se confunda, nosotros somos solidarios con el gobierno y el pueblo cubano, pero tenemos bien en claro que Ud. no pertenece a nuestra clase. Al cabo de unos días, Berestán se acerca a mi puesto de trabajo y me dice -Ud. nunca será despedido de esta fábrica por razones políticas, el trabajo es otra cosa, pero nunca por su forma de pensar-. Al tiempo, me despidió dos veces y por razones políticas ambas.”[49]

Cronológicamente estos hechos se ubican en el período que va desde el Villazo de marzo de 1974, al proceso eleccionario en la seccional Villa Constitución de la UOM en noviembre de ese año. El testimonio de un ex trabajador de Villber es muy elocuente acerca del momento político de la época y de la fábrica: “¿vos sabés lo que era escuchar a Victorio Paulón o al Negro Segovia subido a un tanque de combustible en el medio de una asamblea?, te daban ganas de incendiar la fábrica”.[50]

Durante todo el año 1974 la tensión en torno al problema de la representación sindical en la UOM de Villa Constitución fue en constante aumento y las medidas de fuerza llevadas adelante fueron coincidentes con las fechas de los primeros embarques hacia la isla, con lo cual se fue haciendo imposible dar cumplimiento al convenio comercial firmado. El dueño de la fábrica debió viajar en más de una ocasión a Cuba para brindar las explicaciones del caso y solicitar postergaciones en los plazos de entrega. Ocurría que a nivel empresarial, el conflicto de Acindar en 1974 fue también determinante para la vida económica de Villber. El movimiento de solidaridad con los obreros de Villa fue muy grande y la paralización de actividades en Villber produjo un importante perjuicio para la empresa, toda vez que se estaba concentrando su producción para la exportación a Cuba.

 

V. La etapa de “reconstrucción”, la Villber en tiempos de la

dictadura

 

La dictadura militar de 1976 instauró el régimen de terror más feroz de todo el continente americano, como una forma de asegurar la implementación de un programa económico de corte neoliberal de profundas y nefastas transformaciones en el país.

La apertura económica, la política cambiaria y el predominio del capital financiero, fueron las características más salientes de la etapa, que trajeron como consecuencia el aumento desmesurado de la deuda externa, la desindustrialización, el deterioro social para amplios sectores de la población y la decisión de desarticular el histórico peso del movimiento obrero.[51]

La industria nacional se vio severamente afectada por el programa económico de Martínez de Hoz, especialmente en el caso de los pequeños y medianos empresarios. El modelo beneficiaba al sector financiero, a los grandes industriales, a la especulación económica y a la Sociedad Rural, principales apoyos del golpe de estado de 1976.

No obstante el panorama descripto, Villber se mantuvo produciendo en buena forma y no solo eso, sino que incrementó su participación en el mercado interno y siguió actuando en el mercado internacional. Era el momento propicio para una verdadera reconstrucción de la empresa; para ello realizó importantes transformaciones en lo referente a la incorporación de tecnología y de recursos humanos.

Un ex jefe de la planta de Pavón sostuvo que un hecho decisivo fue la obtención de un crédito por 5 millones de dólares, con el cual se produjo la compra de importantes maquinarias. “Al retirarse General Motors del país en 1978, pudimos comprar de la planta de San Martín, un horno en perfecto estado que estaba destinado a desguace. Con 20 mil dólares, un ingeniero de apellido González hizo figurar que el horno fue desguazado, cuando en realidad fue a parar a Villber[52].

También se adquirió una inyectadora de poliuretano, importada de Alemania, única en el país, que permitía soportar temperaturas más bajas e impedía que la chapa se pudriera. En lugar de comprar la chapa fraccionada, pasa a comprar bobinas completas y comienzan a fabricarse los primeros freezer, llamados en aquella época “pozos de frío”. Además por esos años se instalan en el país más cadenas de supermercados, que utilizaban en aquella época equipos de frío individuales, situación que en el futuro se modificaría, a partir de la inclusión de equipos de fríos exteriores. Así por ejemplo, Carrefour fue abastecida por Villber desde su llegada al país. En la planta de Pavón, también se preparaban las bielas para los equipos de transporte de frío, que posteriormente eran montados en la planta dos.

La planta tenía las siguientes secciones: taller de mantenimiento, taller de matricería, taller de bobinado de chapas, corte y plegado de chapa, pintura, línea de producción y línea blanca. Una de las particularidades era que cerca de 50 mujeres trabajaban en la línea de producción. También, fueron incorporados técnicos e ingenieros de gran experiencia e idoneidad, Leo Varazzi o el ingeniero francés Berlanger eran muestras de ello; matricero de altísimo nivel uno y un maestro del diseño y la inventiva el otro.[53]

En cuanto a los trabajadores, la llegada del gobierno militar permitió una “depuración” en el personal de la planta. En este sentido ya habían sido despedidos aquellos trabajadores con pasado de activismo gremial y político, otros habían decidido retirarse y otros estaban encarcelados.

La actividad gremial prácticamente no existía en los primeros tiempos de la dictadura. Sin embargo, la relación entre Berestán y la mayoría de los trabajadores distaba de ser armónica.

El dueño de la fábrica recorría las secciones y frecuentemente llamaba la atención a algunos obreros por cuestiones menores, que tranquilamente podían ser resueltas por los jefes o los encargados de las secciones. El testimonio de un ex personal jerárquico pone luz sobre esta cuestión con un ejemplo: “En una de las habituales recorridas que Berestán hacía por las secciones, encuentra a un obrero tomando del sachet de leche que se entregaba habitualmente, e inmediatamente se lo quitó de las manos y le dio una patada al envase. Luego de ese acontecimiento, en persona le pedí que por favor no recorriera más las secciones porque esa no era la actitud que debía tener el dueño de una fábrica”.[54]

Atilio, otro ex empleado de Villber, que trabajó en la empresa entre 1978 y 1984, también recalca el autoritarismo de Berestán, agrega que el sueldo era el del convenio de los metalúrgicos sin ningún tipo de adicional, salvo las horas extras, “un obrero de Villber ganaba mucho menos que uno de Acindar”.[55]

Resulta casi graciosa una anécdota que podría graficar la relación entre los trabajadores y Berestán y que involucra a dos de nuestros entrevistados. Cuenta Atilio que ante un pedido de aumento salarial, Berestán saca sus bolsillos del pantalón hacia afuera y les dice ¿Qué les voy a dar si no tengo un centavo?[56] Y al día siguiente se aparece con un BMW. El ex jefe consultado, sin saber la versión de Atilio, nos cuenta que se esforzaban por convencer a Berestán de comprarse un buen auto, ya que seguía viniendo a la fábrica en su Ford Fairlane, finalmente lo lograron y Berestán se compró un BMW.[57] Este tipo de actitudes por parte del titular de la empresa aumentaba el malestar de los obreros para con él.

 

VI. La etapa final. Viejos problemas, en un nuevo contexto

 

El estrepitoso fracaso en la guerra de Malvinas puso un límite temporal a la dictadura y aceleró el retorno de la democracia. La puesta en marcha de la Multipartidaria, la reafiliación a los partidos políticos, las movilizaciones sociales, estudiantiles y políticas y la normalización de la vida sindical, eran algunas de las postales del final del gobierno genocida.

A mediados de 1982, comienza en Villber un lento pero constante movimiento de la actividad gremial. Pronto habrá elecciones de delegados y el paulatino retorno a la libertad sindical va tomando forma. Recobran la libertad algunos sindicalistas representativos de la UOM Villa Constitución y preparan su retorno al país otros luchadores sociales que habían sido condenados al exilio. Ante la inminencia de la salida democrática se exacerbaron algunas actitudes confrontativas luego de años de silencio autoritario.

El proceso de reconstitución de lo que volverá a ser la Lista Marrón también involucra a Villber. La fábrica es visitada por dirigentes que comienzan campañas de concientización acerca de la necesidad de organizarse para la etapa que se viene y además, a interiorizarse sobre las problemáticas de los trabajadores de la empresa.

En tanto, en plena campaña electoral para las presidenciales del 30 de octubre de 1983, el Dr. Alfonsín, candidato de la Unión Cívica Radical prometía ir acompañado de los gerentes de los bancos a levantar las persianas de las fábricas y que en su presidencia las chimeneas de las fábricas volverían a echar humo.

En ese contexto, los hijos de Israel Berestán, exhiben simpatías políticas por la UCR y el sector interno denominado Junta Coordinadora Nacional. En tanto, Berestán a través de su amigo Raimundo Cassinerio, conocido supermercadista de Rosario y recaudador de la campaña electoral de Horacio Usandizaga para la intendencia de Rosario, se reunía en la sede de la emisora radial LT3 de esta ciudad, con el Dr. Alfonsín, con Aníbal Reynaldo (candidato a gobernador de Santa Fe por la UCR) y con el propio Usandizaga. En dicha reunión les plantea la situación por la que atraviesa la empresa y sus planes futuros.

En los últimos tiempos, Villber se ha visto atacada, desde el punto de vista de la competencia económica por fábricas brasileñas que utilizan como estrategia el “dumping” y perjudican así la producción nacional. Esta es una de las prácticas habituales de la apertura económica que fuera bandera de la dictadura militar. Dice Berestán que Alfonsín le prometió ayuda ni bien alcanzara la presidencia.[58]

En términos laborales, desde 1982 en adelante, en la empresa se sucedieron incontables conflictos de pequeña densidad, quites de colaboración, paros parciales de 15 minutos por turno, etc.. Los reclamos fueron aumentando hasta que en octubre de 1983, coincidentemente con el tramo final de la campaña electoral, la empresa despide a 170 trabajadores, luego de lo cual la fábrica es tomada por los obreros. El pedido de los trabajadores era por el pago de la jornada completa de 8 horas en lugar de las 7 horas y media que pagaba la empresa, descontándosele al obrero la media hora de descanso que marca la ley; la regularización de los premios por productividad; el aumento de salarios, el pago en tiempo y forma de los aportes patronales y el pago de los 400 $a que otorgó por decreto el gobierno nacional y que debió pagarse el día 10 de octubre eran las principales demandas no resueltas, según los representantes gremiales.[59]

Los delegados que encabezaban la lucha eran Antonio García, Luis Ratti y Martín Pereyra. La empresa no se presentó a la audiencia de conciliación dictada por el Ministerio de Trabajo y en cambio propuso la reincorporación de 120 de los 170 trabajadores despedidos.[60]

La campaña solidaria de vecinos, trabajadores, organizaciones sociales y sindicales, permitía que los obreros permanecieran en la fábrica. Colectas de fondos, alimentos y ropa constituían la ayuda de todos los que se involucraban en el conflicto del lado de los trabajadores.[61] Finalmente, en las oficinas del Ministerio de Trabajo de la Nación, en la Capital Federal y tras casi un mes de conflicto, se arribó a un acuerdo que implicó la reapertura de la fábrica y la reincorporación de todos los despedidos.

Las consecuencias de este prolongado conflicto se sentirían durante los años que le quedaban de vida a la empresa. Se generó una desconfianza mutua y salvo muy breves etapas de “paz y convivencia”, el nivel de confrontación fue en permanente ascenso. No obstante, las relaciones entre la patronal y la dirigencia guardaron ambigüedades, normalmente provenientes de la arena política. En este sentido, relata Berestán que en una visita a su domicilio, el Dr. Raúl Borrás, estrecho colaborador del Dr. Alfonsín, le propuso una etapa de superación de los conflictos, que el gobierno de Alfonsín sería una especie de garante de esa nueva etapa y que ellos se comprometían a limar las asperezas que venían de años con los representantes de la Lista Marrón de la UOM Villa Constitución. Le pedía también que Villber incorporara a Victorio Paulón, a Benito Ojeda y a Cátulo Bogado, los tres con activa militancia gremial; el primero, ex trabajador de la empresa en los setenta y Bogado, ex comisión interna de Acindar y recientemente liberado tras 7 años de prisión en la dictadura militar.[62] Al respecto, Bogado señala que rápidamente fue elegido delegado, lo cual contravenía las normas, por cuanto no se había cumplido el plazo de tiempo necesario para aspirar a ese cargo, situación reclamada por la empresa. Los trabajadores convocaron a un paro y se terminó imponiendo su postulación.[63]

Ya en junio de 1985, el Presidente Alfonsín, por presiones del Fondo Monetario Internacional, dispone el relevo del ministro de economía, Bernardo Grinspun y su reemplazo por Juan Vital Sourrouille. Así, se elimina el peso argentino y se crea el Austral. El plan es en realidad, un paquete de medidas antiinflacionarias, en un marco de preocupantes señales de caída de la actividad económica y suba descontrolada de la inflación. El presidente hablará de “economía de guerra”, para hacer saber que se trata de una etapa de austeridad, denominación elegante, preferible a “plan de ajuste”.

En nuestra región, los conflictos se suceden uno tras otro y a los crónicos problemas de Villber, se suman los de Acindar y Metcon, y de empresas más pequeñas como Novobra y Linser S.A., que despiden decenas de trabajadores. Esta situación es denunciada en un comunicado de la UOM Villa Constitución.[64]

En otro parte de prensa de la UOM, firmado por Victorio Paulón, advierte sobre el retraso en el pago de quincenas en Villber y por primera vez da a entender que se trata de una maniobra de carácter especulativo de parte de la empresa.[65] A los pocos días, Edgardo Izaguirre, Director de Relaciones Laborales de Villber, contesta diciendo que no ha sido Villber la empresa que ha despedido personal y que el principal capital de la empresa son sus trabajadores, a pesar de la crítica situación que atraviesa y afirma que la UOM debiera colaborar con la empresa.[66]

En el mes de noviembre de 1985, ante el panorama que presenta la economía de la región, afectada principalmente por la crisis en la industria (suspensiones en Metcon y Acindar, problemas en Villber), se lleva a cabo una multitudinaria asamblea en la plaza principal de Villa Constitución, con más de 3500 asistentes, en la que todos los sectores representativos de la ciudad se movilizan en pos de la defensa de las fuentes laborales y critican fuertemente la política económica oficial. A una semana de este acontecimiento, se creó una Comisión Multipartidaria a los fines de definir estrategias de acción, entablar contacto con funcionarios provinciales y nacionales, e informar debidamente a la población.[67]

Villber se encuentra nuevamente en otra de sus frecuentes crisis, sin saber, quizás, que se estaba tratando de una de las últimas. En el interior de la fábrica persistían los conflictos por múltiples motivos, “era necesario arreglar la plegadora grande, ordeno que vayan los mejores operarios a repararla dada la importancia de la máquina; Fabiani, Metz, Maurice y Finocchio; cuando se enteró el delegado Ratti, paró la planta con el argumento de que si se necesitaban mecánicos debían convocar a horas extras y no mover de sus puestos de trabajo a otros trabajadores”. También como resultado del clima de malestar en el que estaba inmersa la empresa, “era frecuente que echaran aserrín en la inyectadora”.

Por otra parte, las características del propietario de la fábrica contribuían al clima de conflicto: “También Berestán estaba empacado, el litro de leche que se le entregaba a los obreros, él quería que lo tomaran en la fábrica en lugar de llevárselo a sus casas, llegó a prohibir la entrega de leche y el gremio le metió un paro. A mí me parece que incluso, la demora en el pago de las quincenas era una especie de venganza de Berestán para con los obreros por esa situación de tensión, parecía un ojo por ojo, diente por diente”.[68]

Para enero de 1986, la UOM denuncia la demora en el pago del medio aguinaldo.[69] Pocos días después, el sindicato denuncia el no pago del medio aguinaldo, la primera quincena de enero y que tras el corte de energía eléctrica no tienen agua ni para la limpieza.[70]

La situación interna de la fábrica era muy complicada, para peor, los productos de la competencia importados de Brasil, aunque de menor calidad, comenzaron a penetrar en el mercado argentino y la producción de Villber dejó de tener el nivel que tenía anteriormente, con la intención de poder seguir compitiendo en un mercado cada vez más reducido.

Hacia fines de enero y principios de febrero, la producción quedó paralizada. Dirigentes de la UOM se reunieron con el Vicegobernador de la provincia, Carlos A. Martínez, y los presidentes comunales de Pavón y de Empalme Villa Constitución, más el Intendente de Villa Constitución.[71]

En una reunión conciliatoria y luego de abonar el medio aguinaldo del año anterior, Berestán les propone a los obreros normalizar la producción, pero éstos se niegan hasta no tener la certeza de que se abonaría el resto de la deuda.[72] A mediados de marzo se abonaron parte de los salarios adeudados y en la delegación Rosario del Ministerio de Trabajo se firma un acta acuerdo, comprometiéndose la empresa a saldar la totalidad de los sueldos y los trabajadores a reanudar las tareas. Comienza a tomar fuerza la idea de obtener financiamiento a través del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE).[73] No obstante todas las dificultades mencionadas, la empresa tenía que cumplir con numerosos pedidos, lo cual significa que existían posibilidades ciertas de seguir funcionando con éxito.

El Presidente del BANADE, Manuel Cywin, pretende involucrar a Villber en el programa de la Distribuidora Argentina De Alimentos (DADA), ligado al Programa Alimentario Nacional (PAN)[74], como parte del salvataje de la empresa. La versión de Berestán consiste en que Cywin le propone un crédito inmediato para saldar las deudas salariales y le solicita que active el plan que tenía diseñado años atrás para la distribución de alimentos en Perú, pero adaptado a la realidad argentina actual. Berestán dice que el proyecto sería de aproximadamente 40 millones de dólares y Cywin le pide que presupueste 80 millones de la moneda estadounidense, además de encargar una auditoría interna, a cargo del CPN Genoud y así pasar a controlar la empresa. Berestán se niega terminantemente y su grupo de asesores decide rechazar terminantemente la propuesta.[75]

Finalmente la empresa entra formalmente en su crisis final, en el Juzgado N° 11 de la ciudad de Rosario, a cargo del doctor Gutiérrez, se lleva adelante la convocatoria de acreedores y se designa al CPN Juan Carlos Lamberti, de Arroyo Seco, como síndico de la convocatoria. Berestán sostiene que la continuidad era posible, pero que Lamberti, presionado por funcionarios políticos y sindicalistas que pretendían gestionar la prosecución de la empresa, no la veía factible.

En ese contexto, la posibilidad de seguir funcionando a través de la conformación de una cooperativa fue fogoneada por los sindicalistas, la denominaron “Cooperativa de Trabajo Metalúrgica Libertad”. Incluso Israel Berestán firma en conformidad.[76] La Dra. Dal Dosso, representante legal de la UOM Villa Constitución y de los trabajadores de Villber en la quiebra, participó en numerosas reuniones en el período crítico de las relaciones entre Berestán y los representantes obreros. Nos deja un claro perfil del personaje cuando afirma que “Berestán tenía una enorme inteligencia y astucia, les decía a los obreros que cómo le paraban la planta si él estaba vendiendo para el gobierno y el pueblo revolucionario de Cuba, pero ese discurso en los hechos se contradecía con la actitud que tenía para con los obreros. Era un hombre muy obcecado, que no admitía ningún margen de negociación. A mí me confesó que era comunista, pero yo creo que era una definición que le convenía”.[77]

 

El testimonio que nos diera el ex jefe de Villber en la entrevista que mantuvimos, da cuenta que los comentarios sobre la posibilidad de la gestión obrera ya existían cuando la fábrica estaba funcionando. Esto significaría (según su opinión) que “pareciera ser que existía un plan para quedarse con la empresa, a varios les dije: ustedes están locos si piensan que están preparados para gestionar una empresa como ésta”.[78]

El Juez tuvo un criterio idéntico a éste y negó esa posibilidad de reapertura en manos de los trabajadores. El gobierno nacional ponía a disposición de los obreros una suma cercana a los 200.000 australes para reiniciar las tareas. Pero dos obstáculos se presentaban para que esta salida fuera posible; una, que a mediados de la década del 80 no estaba suficientemente desarrollada en el país la modalidad de empresas recuperadas por los trabajadores, como ocurriría años mas tarde y la otra, que el tipo de empresa que era Villber, su nivel tecnológico y la inserción en el mercado nacional e internacional obtenido a través de los años, requería de un plantel de trabajadores, pero también de personal jerárquico y de profesionales, que hacía rato que habían dejado la empresa.

A fines de agosto de 1986, el personal de seguridad niega el ingreso a la planta de los trabajadores y en septiembre el Juez decreta la quiebra de la empresa. La UOM hablará de “quiebra fraudulenta y vaciamiento de la empresa”.[79] Marchas, manifestaciones, solidaridad de vecinos y compañeros de clase, gestiones ante el poder político; todo se intentó, todo fue en vano.

Entre la planta de Pavón y la de Rosario, más de 200 trabajadores perdieron su fuente de trabajo. Otra empresa de capitales nacionales dejaba de existir. Villa Constitución protestaba contra la Ley de Promoción industrial[80] sancionada por el gobierno radical y temía por el virtual traslado de ACINDAR y de otras industrias a la provincia de San Luis.

Victorio Paulón dice convencido que el cierre se trató de una maniobra especulativa de Berestán, que “se quedó con el dinero del préstamo del BANADE (300.000 u$a), no pagó los salarios adeudados y cerró la planta, además que sus hijos ya participaban de la conducción de la fábrica de heladeras Miralles de la ciudad de Rosario”.[81] La conclusión a la que arriba Berestán es que fueron el activismo sindical y los intereses políticos los que provocaron el cierre de Villber. Los trabajadores en general, sostienen que la continuidad era totalmente posible y que fue el capricho de Berestán el que impidió que ello sucediera. La Dra. Dal Dosso realiza una interesante observación, que apunta a Berestán, en cuanto a que este pagó todos sus créditos bancarios, algo poco habitual en las quiebras de empresas en general, donde no se le paga a nadie y todo queda en manos de la quiebra.[82]

Los últimos intentos por procurar la reapertura se dieron en 1987. Ya era demasiado tarde, Villber había dejado de existir.

 

Consideraciones finales

 

En principio vamos a decir que la historia de Villber y su caída, constituye un caso bastante peculiar en la industria argentina y en particular, de nuestra región. Esa peculiaridad viene dada porque confluyen una serie de circunstancias que ponen de manifiesto, en primer lugar, que aparecía como factible la continuidad de la empresa.

Entre las razones que intentan explicar las causas del cierre de Villber figura como excluyente, la permanente situación de tensión entre la patronal y los trabajadores. Esa situación adopta una forma crítica en la etapa en la que la seccional de la UOM de Villa Constitución es conducida por la Lista Marrón, en la etapa de su surgimiento en 1973/74 y con la normalización sindical en 1984, cuando los dirigentes pertenecientes a esa agrupación retornan a la conducción del gremio a través del voto de los afiliados. Esto muestra nítidamente que ante la actitud de defensa de los intereses de los trabajadores por parte de una dirigencia con fuerte presencia al lado del obrero, la postura de la patronal fue más proclive al choque que a la negociación. A lo largo del trabajo ha quedado expuesto que en toda la historia de Villber, la actitud de su propietario fue siempre la de demostrar molestia por la actividad sindical en general y catalogaba a la dirigencia gremial como corrupta, tanto en los casos en los que había que “arreglar” para trabajar con tranquilidad, o porque estaban ligadas a otros intereses, que perjudicaban la actividad y por ende, al trabajo y al desarrollo de la industria. Hay una clara propensión del propietario a imponer las condiciones laborales y salariales sin considerar demasiado la opinión de los obreros. Intenta cumplir con lo mínimo indispensable (convenio salarial del sector metalúrgico), sin preocuparse demasiado por la puntualidad en los pagos o la cuestión de la seguridad laboral, situaciones éstas, siempre reclamadas por los trabajadores.

La frecuencia y reiteración de los conflictos en los casi 20 años de Villber en Pavón, permite suponer que no ha existido de parte de los protagonistas, una predisposición a la solución de los mismos; por el contrario, en diferentes momentos de esa historia, la situación parece entrar en una especie de espiral de confrontación en la que a cada movida o acción del “contendiente”, le sucede una nueva respuesta que siempre tiende a prolongar el problema en lugar de repararlo. La responsabilidad social y sectorial de los actores debe medirse de acuerdo al nivel de cumplimiento de las obligaciones. El sentido común indica que para poder exigir es indispensable cumplir primero con la ley y en este sentido, le cabe mayor responsabilidad a la patronal.

Es cierto que el contexto político, económico y social de los años 1973-1975, requiere de una comprensión que permita ubicar muchos de los conflictos que se han mencionado. El empresariado en general ve con temor que su antagonista social, la clase obrera, tenga una representación de tipo combativa y antiburocrática. Pero también hay que dejar claramente establecido que fue en Villber donde más nivel de activismo político y gremial de fuerzas de izquierda existió por aquellos años, como así también debieran dilucidarse las causas por las cuales ello sucedió. Los protagonistas de esta historia no han sabido o no han querido esclarecer al respecto, aunque queda muy expuesto que ello ocurrió con posterioridad a la firma de los acuerdos comerciales con Cuba en 1974. Resulta inverosímil que el propietario de la empresa pudiera estar ajeno a esta situación, cuando fue él mismo quien se encargó de destacar su vínculo con el entonces ministro de economía José Ber Gelbard. Pero una cosa es haber relajado los sistemas de control en el ingreso de personal y otra muy distinta, haber pensado que eso sería fácil de manejar.

El segundo momento más álgido en la confrontación patronal-trabajadores se dio desde 1983 en adelante, es decir, en la etapa en la que la libertad sindical volvía al país luego de la larga noche de la dictadura. Pero el contexto era muy diferente al de diez años atrás. La represión del gobierno peronista en 1975 y la posterior de la dictadura, implicaron una fuerte derrota del movimiento obrero de Villa Constitución. Sin embargo, a pesar del paso del tiempo y de las cuestiones mencionadas y más allá que los postulantes a la conducción de la UOM no eran los mismos de principios de los 70¨, lo que no había variado era la situación de demanda de los trabajadores ante ciertos incumplimientos de parte de la patronal.

Por otra parte, debe indicarse también la percepción de los trabajadores, en este sentido, hemos recogido testimonios de trabajadores de ambas etapas de la fábrica que reconocen un exceso en la metodología de la lucha gremial y una tendencia bastante marcada orientada casi siempre para el lado de la confrontación. Evidentemente, a ese juicio se llega con la perspectiva que da la distancia temporal, sin el apasionamiento de aquellos tumultuosos días, con la certeza que da el conocimiento posterior de los hechos y en un presente donde la reivindicación de tales prácticas no encuentra un consenso social tan extendido.

Israel Berestán es un personaje central en esta historia, su origen dista de ser el de un individuo perteneciente a una clase social alta o siquiera propietaria. Su fábrica se expandía más allá de las peripecias políticas, institucionales y económicas del país. Su relacionamiento con los gobiernos de turno encuentra picos altos en la etapa desarrollista (1958-1962) y en 1973-74 con Gelbard al frente del ministerio de economía. Su discurso en estas circunstancias guarda relación con los postulados de la CGE, a los que adhiere y promueve desde la época del primer peronismo.

Berestán hace alarde que el tipo de emprendimiento que conducía no dependía demasiado de los gobiernos de turno, lo cual no significa que pensara que eran todos lo mismo, ya sea en cuanto al fomento de la industria nacional, las políticas cambiarias, o el mercado interno. Villber producía para el país y exportaba más de un 50% de su producción. Su estrategia de conducción la mantenía al margen, incluso, de las recurrentes crisis inflacionarias en el país.

Berestán aparece como un empresario audaz, decidido a concretar negocios en pos de un objetivo claro, como fue la compra de la planta de Pavón, la incorporación de tecnología, la creación, fusión y desaparición de empresas, o el manejo de licencias internacionales.

Por otra parte, se mostró particularmente interesado en las entrevistas mantenidas en desmentir su pertenencia al Partido Comunista. Esto no tendría relevancia alguna si no fuera porque existen varios testimonios que indican lo contrario, o porque es notoria y evidente su relación con Gelbard y el mundo comunista (Cuba, desde 1974, o un aliado como Nicaragua post revolución sandinista); o más aún, porque los acuerdos con el gobierno de Fidel Castro significaron un cambio notable en la planta de personal de la empresa, a través del ingreso masivo y sin ningún tipo de control, de activistas y militantes de izquierda como ya quedó expresado con anterioridad.

En el terreno estrictamente personal, puede concluirse en que se trataba de un individuo muy poco proclive al diálogo, extremadamente culto, conocedor del mundo y las relaciones comerciales y políticas internacionales. Varios testimonios lo muestran como inflexible y obcecado y son muchos los que creen que es en esa conducta donde hay que buscar la decisión de cerrar la fábrica.

Hay un mérito innegable en Berestán y es haber conformado una verdadera escuela y un laboratorio, como todavía se jacta. El liderazgo en el rubro de la industria del frío, mantenido por años, tiene que ver con esa estrategia. Numerosos técnicos y profesionales, nacionales y extranjeros, más el aporte insustituible de los trabajadores, pudieron alcanzar un alto desarrollo tecnológico diseminado en el país y puesto a competir en el exterior.

Puede afirmarse con contundencia que el cierre de Villber no está directamente relacionado con el proceso de desindustrialización impuesto por la dictadura militar en 1976, sin que eso signifique que no se viera afectado, especialmente sobre el final, por la crisis económica del gobierno radical del Dr. Alfonsín, en parte heredada de la dictadura y no resuelta por este gobierno.

El argumento esgrimido por Victorio Paulón, hombre perteneciente a la Comisión Directiva de la UOM Villa Constitución al momento del cierre de la empresa, en cuanto a que el final se trató de una maniobra de carácter especulativo por parte de Berestán no convence demasiado, por cuanto el valor de ese préstamo (u$a 300 mil) y algunos sueldos atrasados, constituían una suma mucho menor al capital de la empresa o al potencial que ella tenía. Es decir, que aparentemente, lo que estaba en juego era mucho más importante que el beneficio que podía redituar esa aludida “maniobra”. Ello no significa que a la hora de evaluar la decisión final esa posibilidad no se hubiese tenido en cuenta, pero resulta difícil pensarla como argumento excluyente.

Hemos dicho con respecto a la frustrada posibilidad de funcionamiento de Villber en manos de los trabajadores, que ello se debió a dos cuestiones fundamentales, el contexto económico y político poco propicio para ese tipo de iniciativas y lo complejo del rubro de la industria del frío, lo que hacía necesaria la presencia de personal de alta calificación, a la vez que de gente que supiera producir, administrar, gestionar y comercializar en el país y en el extranjero.

La situación económica y financiera de Villber no era más grave o complicada que muchas otras para el período que estamos analizando. Villber fue una empresa líder en el país durante años y estaban dadas las condiciones para seguir luchando en ese terreno, más allá del ingreso de competencia extranjera, o incluso, la situación interna de la fábrica.

La decisión de Israel Berestán de terminar con la empresa que él mismo creara, fue una manera de poner fin a una disputa sin fin. El hartazgo, la porfía en la disputa, lo inútil del esfuerzo, la catalogada “corrupción sindical y política” fueron los argumentos esbozados por lo que sería la representación patronal para justificar la decisión de la clausura.

Del lado de los trabajadores, como suele ocurrir con frecuencia, quedó la desocupación, la lucha en la calle, el peregrinar por pasillos judiciales y antesalas de despachos oficiales. Los discursos de la mayoría que intentaron explicar lo que pasó, cargan las tintas en la desmesurada ambición y prepotencia de Berestán, en su caprichoso carácter y en el aprovechamiento que le dio a una oportunidad económica favorable.

Quizás, el único punto de coincidencia, en un contexto de tanta discordancia, es que tanto desde el lado de la patronal, como del lado de los trabajadores, quedó latente la idea de que Villber podía y debía seguir funcionando. Demasiado poco, para una decisión final que el tiempo mostró irreversible.

 

 

RESUMEN

 

Villber: a 25 años de un final anunciado. Historia de una empresa en el sudeste santafesino y de sus complejas relaciones obreros-patronales

 

Este trabajo pretende hacer conocer la historia de la empresa Villber desde su nacimiento, en la ciudad de Rosario en la década de los 50´, hasta su cierre definitivo en la Planta N° 1 en la localidad de Pavón; aunque se dará particular relevancia a las causas que originaron la quiebra de una empresa de capitales nacionales líder en la industria del frío en la Argentina. En este sentido, cobra fuerza el análisis de los permanentes conflictos entre la patronal y los trabajadores, especialmente en la etapa del “Villazo” en 1974 y desde el final de la dictadura militar en 1983, hasta la quiebra en 1986. Por otra parte, los acuerdos comerciales con Cuba de 1974 son estudiados minuciosamente, toda vez que ellos revelan una serie de vinculaciones de carácter político y económico con el poder central

 

Palabras clave: Villber - conflicto obrero - industria del frío – sudeste santafesino

 

 

ABSTRACT

 

Villber: 25 years since an announced end. The history of a company in the southeast of Santa Fe and its complex relationships between workers and the employers associations

 

The purpose of this paper is to report on the history of Villber since its foundation in Rosario in the 1950s until its shutdown in Plant Nº 1 in Pavón. Particularly important are the causes which led to the bankruptcy of a domestic capital company, leader in the refrigeration industry. In this respect, the analysis of the continuing conflicts between the employers and the workers gains strength, especially during the Villazo in 1974 and since the end of the military dictatorship in 1983 to the bankruptcy of Villber in 1986. 1974 commercial agreements with Cuba are studied in detail every time they reveal a series of connections of political and economic nature with central government.

 

Key words: Villber – workers dispute – refrigeration industry - southeast of Santa Fe

 

 

Recibido: 29/02/2012

Aprobado: 29/05/2012

Versión final: 07/07/12

 

 

Notas



(*) Profesor de Historia. Docente del EDI: Seminario de Historia Regional en el ISP N° 3; E-mail: pipoadriani@hotmail.com

[1] BERESTAN, Israel: Industria Nacional. Su origen, desarrollo y destrucción; Bitácora, Bs. As. 2002.

[2] POZZI, Pablo: Historias del PRT-ERP II. Entrevistas con Humberto Tumini; Imago Mundi, Buenos Aires. 2008. p. 7.

[3] Concordamos entonces de las palabras de Sandra Fernández respecto que La Historia regional es una de las distintas líneas de aproximación al estudio histórico desde la Historia Social” y que su abordaje nos permite, además, relacionar la dinámica de las problemáticas regionales con el desarrollo de la historia nacional y más aún, de contextos espaciales más amplios. FERNÁNDEZ, Sandra; “Las escalas de la historia comparada”, en: BANDIERI, Susana, BLANCO, Graciela y BLANCO, Mónica. Empresas y empresarios. La cuestión regional. Tomo II. Miño y Dávila, Bs. As., 2008.

4 Entrevista con Israel Berestán, Rosario, octubre de 2011.

[5] Entre 1935 y 1953, en el Departamento Rosario, el valor agregado creció un 274%, mientras que el promedio nacional no superó el 84%. Ver QUINTAR, Aída y CASTAGNA, Alicia, “Historia de las pequeñas y medianas empresas metalmecánicas de Rosario”, en: Cuaderno de la Escuela de Economía, Nº 10, Fac. de Ciencias Económicas y Estadística, UNR, Rosario. 1992.

[6] RAPOSO, Isabel y PELLEGRINI, José Luis; “Industria y ciudad. Cuatro períodos en la historia de Rosario”. En: Cuaderno del Instituto de Investigaciones económicas, Nº 9. Fac. de Ciencias Económicas UNR, Rosario, 1992.

[7] Entrevista con Israel Berestán. Rosario, octubre de 2011.

[8] Boletín del Plenario Nacional de Industriales Exportadores. Archivo personal de Israel Berestán, Rosario, Junio 18/20/1960.

[9] “El Dr. Vítolo habló en el plenario de industriales” Diario La Capital, Rosario, 21 de junio de 1960.

[10] Reportaje a Jorge Schvarzer, Diario Clarín, Suplemento Económico, 29/10/2006.

[11] Diario La Capital, Rosario; 22/5/1960, p. 22.

[12] Entrevista con Israel Berestán Rosario, octubre de 2011.

[13] Villber Pregón científico económico de la salud y el confort. Rosario, Año I, Nº 1, Abril 1960 (Archivo personal de Israel Berestán).

[14] “Nuestro país atraviesa una revolución histórica industrial en el que se asienta el porvenir inmediato y mediato del país” Villber, Pregón científico económico de la salud y el confort. Rosario. Año I, Nº 2, Julio 1960, p. 17.

[15] La liofilización es una forma de desecado en frío que sirve para conservar sin daño los más diversos materiales biológicos

[16] BERESTÁN, Israel; op. cit., p. 86.

[17] “Doscientas cuarenta empresas nuevas “ASTARSA S.A. Astilleros establecidos en Arroyo Seco, John Deere Argentina S.A. que funciona en Rosario y que constrye otra planta en Granadero Baigorria; Atlas Canning, frigorífico de Carcarañá; Industria Automotriz Santa Fe S.A., fabricante de los automóviles Unión D.K.W. que funciona en la ciudad de Santa Fe; Nestlé Argentina S.A.F.A. que funciona en Firmat; y Duperial Argentina S.A. fábrica de productos químicos en San Lorenzo”. Diario La Capital, Rosario, 2/3/1960.

[18] Ibídem.

[19] Es necesario destacar que por aquél entonces, ese lugar, propiedad de Hansa, pertenecía al distrito de Empalme Villa Constitución. Ello fue así hasta 1975, cuando lo que era “Empalme 9”, pasó a pertenecer a la jurisdicción de Pavón, por una gestión del entonces Delegado del Poder Ejecutivo, Rodolfo Ezeiza, (no existía la figura del Presidente Comunal en esa localidad) y la aprobación de la Legislatura santafesina. Para ampliar la cuestión de límites jurisdiccionales en Pavón: Ver ADRIANI, Marcelo “La toma de la Comuna de Pavón, una pueblada poco conocida”; en: Historia Regional, N° 18, Sección Historia. ISP N° 3, Villa Constitución, 2000.

[20] Entrevista con Israel Berestán, noviembre de 2011.

[21] BERESTAN, Israel; op. cit., p. 118.

[22] PORTANTIERO, Juan Carlos “Economía y política en la crisis argentina (1958-1973), El empate argentino”; en: Revista Mexicana de Sociología, Vol. 39 N° 2, Abril-Junio 1977.

[23] “Al mismo tiempo subsistía sin grandes conmociones (y se expandía) un tipo de industrias (concentradas en Rosario, pero también característica de otras localidades del interior provincial) de gestión más tradicional, en empresas de menor tamaño y de capitales nacionales que, aunque partícipes del desarrollo industrial, continuaban gestionadas por sus antiguos dueños, los padres fundadores”. SIMONASSI, Silvia, “Perfil industrial y dinámica social en la provincia de Santa Fe (1943-1976)”, en: AGUILA Gabriela (comp): De los cordones industriales a la integración del eje Mercosur (1940-2005), Tomo 11 de BARRIERA, Darío (dir) Nueva Historia de Sante Fe, La Capital & Ediciones Prohistoria, Rosario, 2006. p. 38.

[24] BERESTAN, I.; op. cit., pp. 122-123.

[25] Para ampliar acerca de la huelga metalúrgica de ACINDAR en 1970 ver RODRÍGUEZ, Ernesto; “Entre la combatividad proletaria, el oportunismo de la patronal y las maniobras de la burocracia. La huelga de los obreros de ACINDAR de 1970”, en: Historia Regional, Nº 21, Sección Historia. ISP Nº 3, Villa Constitución, 2003, pp. 49 a 62.

[26] Entrevista con José, ex empleado de VILLBER, Septiembre de 2011.

[27] Ibídem.

[28] Entrevista con Israel Berestán, octubre 2011.

[29] BERESTAN, I.; op. cit., p. 119.

[30] Entre la numerosa bibliografía acerca del Villazo sugerimos: VIDELA, Oscar y RODRIGUEZ, Ernesto (Comp.). El Villazo. La experiencia de una ciudad y su movimiento obrero. Tomo I. Villa Constitución. Revista de Historia regional-Libros, 1999; SCHULMAN, José. Tito Martín. El Villazo y la verdadera historia de Acindar. Villa Constitución, HG Producciones, 1996; SANTELLA, Agustín y ANDÚJAR, Andrea; El Perón de la fábrica éramos nosotros. Las luchas metalúrgicas de Villa Constitución (1970-1976), Desde el subte, Bs. As., 2007; SANTELLA, Agustín. “Las guerras obreras en la Argentina. Villa Constitución en 1973-1975” en: IZAGUIRRE, Inés y colaboradores, Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina. 1976-1983. Antecedentes. Desarrollo. Complicidades, Eudeba, Bs. As., 2009. pp. 283-308.

[31] Entrevista con José, septiembre de 2011.

[32] Entrevista a Victorio Paulón, noviembre 2011.

[33] Para ampliar sobre la cuestión de la productividad en 1974, ver: SIMONASSI, Silvia; ““A trabajar y muzzarella”. Prácticas y políticas de disciplinamiento laboral en la industria metalúrgica de Rosario, 1974-1983”, en: Historia Regional, N° 25, Sección Historia. ISP Nº 3, Villa Constitución, 2007, pp. 64-65.

[34] BERESTAN, I., op. cit., pp. 156-157.

[35] Entrevista con Berestán, noviembre de 2011.

[36] Entrevista con Israel Berestán, noviembre de 2011.

[37] Entrevista con Israel Berestán, noviembre de 2011.

[38] BERESTAN, I., op. cit., p. 125.

[39] Ibidem.

[40] Ibidem, p. 126.

[41] Diario Crónica, Rosario, 15/07/1974, p. 3; “Contrato con Cuba por quince millones de dólares”; Noticias frescas gracias a Villber, Año 1, N°1, Rosario, agosto de 1974; (archivo personal de Israel Berestán).

[42] Diario Crónica, Rosario, 26/8/74 “Control de la UTN a productos que exportará Villber”.

[43] Diario Crónica, Rosario, 6/8/74 p.2 “Positiva participación en una muestra realizada en Cuba”.

[44] “Información económica de la Argentina”, Revista del Ministerio de Economía, N° 69, Bs. As., Febrero de 1977, p. 42.

[45] Hemos podido acceder a los cuadernillos de difusión para Costa Rica Perú y Haití. Archivo personal de Israel Berestán realizados por Soy publicidad.

[46]Stancatto tenía solución para todo. El problema de Villa Constitución se arreglaba de un plumazo, ya que Graiver, el presidente del banco, tenía los vínculos adecuados para dominar la situación; que la guerrilla del ERP pronto se dejaría de joder cuando se instalara una verdadera democracia sindical; entonces podrían laburar tranquilos”. BERESTAN, I., op. cit., p. 129.

[47] Para consultar el vínculo entre Graiver y la organización montoneros ver GILLESPIE, Richard; Soldados de Perón, Historia crítica sobre los montoneros. Sudamericana, Bs. As., 2008. P. 382; GASPARINI, Juan; David Graiver: el banquero de los montoneros, Norma, Bs. As.; 1990; AMORÍN, José, Montoneros la buena historia, Estrategia, Rosario, 2006.

[48] Consultado sobre su relación con Gelbard, Berestán dirá que “la amistad no fue por ser paisanos, con el tiempo, Gelbard terminó siendo el representante de Villber en Catamarca”. Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.

[49] Entrevista con Wilfredo, ex obrero de Villber entre 1974 y 1975, Santiago de Chile, enero de 2011.

[50] Entrevista con José, ex trabajador de Villber, Villa Constitución, setiembre de 2011.

[51] “para ello se suspendió el derecho de huelga (ley 21261) y de toda medida de acción directa (ley 21400); la intervención de la CGT y una ley de prescindibilidad en la administración pública (21476)” en: CARMINATTI, Andrés; “Conflictividad obrera durante la última dictadura militar en Rosario y el “cordón Norte del Gran Rosario”. El otoño caliente de junio de 1977”: en DICÓSIMO, Daniel y SIMONASSI, Silvia (comp.) Trabajadores y empresarios en la Argentina del siglo XX: indagaciones desde la historia social. Prohistoria, Rosario, 2011, p. 124.

[52] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011. La obtención del crédito no fue reconocida por Berestán. Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.

[53] Todos los entrevistados coincidieron en destacar los conocimientos de ambos profesionales.

[54] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011.

[55] Entrevista con Atilio, ex trabajador de Villber, Empalme V. Constitución, noviembre de 2011.

[56] Entrevista con Atilio, ex trabajador de Villber, Empalme V. Constitución, noviembre de 2011.

[57] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011.

[58] Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.

[59] Diario Rosario, Rosario, 14/10/1983, pp. 1, 3 y 48.

[60] Diario Rosario, Rosario, 27/10/1983, p. 39.

[61] Diario Democracia, Rosario, 18/10/1983, pp. 1 y 24.

[62] Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.

[63] Entrevista con Cátulo Bogado, Villa Constitución, noviembre de 2011.

[64] Diario El Pulso, Villa Constitución, 8/2/1985, p. 4.

[65] Comunicado de Prensa de la UOM, ¿Otra vez Villber?; Diario El Pulso, Villa Constitución, 5/7/1985.

[66] Comunicado de Prensa “Réplica de Villber”; Diario El Pulso, Villa Constitución, 26/7/1985.

[67] Diario El Pulso, Villa Constitución, 22/11/1985, pp. 1 y 3 y 29/11/1985, p. 6.

[68] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011.

[69] “Problemas en Villber”; Diario El Pulso, Villa Constitución, 17/1/1986.

[70] “Alerta a la población”. Diario El Pulso, Villa Constitución, 31/1/1986.

[71] Diario El Pulso, Villa Constitución, 14/2/1986.

[72] Diario El Pulso, Villa Constitución, 21/2/1986.

[73] Diario El Pulso, Villa Constitución, 14/3/1986.

[74] Programa del gobierno radical consistente en una canasta de alimentos que se entregaba mensualmente a los hogares mas humildes.

[75] BERESTÁN, I., op. cit., pp. 187 a 193.

[76] Facsímil de la presentación judicial de la Cooperativa Libertad, en BERESTÁN, I., op. cit., pp. 198/199.

[77] Entrevista con la Dra. Dal Dosso, Rosario, noviembre de 2011.

[78] Entrevista con un ex jefe de Villber, octubre de 2011.

[79] “Posible quiebra de Villber”, en Diario El Pulso, Villa Constitución, 12/9/1986.

[80] En los últimos 70 años se aplicaron varias leyes de promoción industrial. En general, perseguían el propósito de disminuir las diferencias entre las provincias industrializadas y las que eran predominantemente rurales o carentes de desarrollo industrial. Los beneficios para las empresas eran importantes exenciones impositivas y en muchos casos fracasaron porque los industriales priorizaron esas ventajas impositivas por sobre la radicación de industrias y la generación de empleo.

[81] Entrevista con Victorio Paulón, Rosario, noviembre de 2011.

[82] Entrevista con la Dra. Dal Dosso, Rosario, noviembre de 2011.