Villber: a 25 años de un final anunciado. Historia de una empresa en el
sudeste santafesino y de sus complejas relaciones obreros-patronales
Marcelo L. Adriani(*)
(ISP N° 3;
pipoadriani@hotmail.com)
Introducción
En el año 1986 cerró definitivamente sus puertas la empresa Villber S.A.C.I. en medio de uno de los tantos y
prolongados conflictos entre los trabajadores y la patronal El cierre de un
establecimiento industrial en Argentina no debiera sorprender a nadie, máxime
si hablamos que ello se produjo hace 25 años, etapa en la cual claramente ese
fenómeno ya era bastante frecuente y palpable, desde por lo menos 1976.
Villber S.A.C.I. fue una empresa líder en el país en el rubro de la industria
del frío y su planta más importante se hallaba situada en la localidad de
Pavón,
Fue por lejos la empresa más importante de esa localidad, que nunca
volvió a tener siquiera un emprendimiento semejante, además de las consecuencias
sociales y económicas para un gran número de personas, que directa e
indirectamente estaban vinculadas a Villber y que se
vieron perjudicadas por la quiebra.
El presente trabajo pretende introducirse en la historia de la fábrica
Villber, con la deliberada intención de escapar a un
recorrido meramente cronológico y enunciativo de fechas, anécdotas y cuestiones
de menor relevancia, para, por el contrario, hurgar en esa historia, a los
fines de encontrar las causas que expliquen y desmenucen la vida, el cierre de
la empresa y el relacionamiento que pueda establecerse entre esos veinte años
de vida y el contexto local nacional e internacional, en el cambiante marco del
desarrollo capitalista del período en cuestión. Será también importante indagar
en la organización interna de la empresa y en cómo eran las relaciones sociales
de producción en la misma, dado que hemos enunciado que el cierre se produjo en
medio de un prolongado conflicto obrero-patronal. Para poder demostrar el
liderazgo de Villber en el rubro de la industria del
frío, será imprescindible conocer el nivel de incidencia de esta empresa en ese
aspecto de la producción industrial nacional, así como también del panorama
general de la industria nativa, en un período histórico que atraviesa desde la
política económica implementada por Adalbert Krieger
Vasena en la dictadura de Juan Carlos Onganía y sus sucesores, al traumático
retorno a la democracia de 1973, pasando por la dictadura militar de 1976-1983
(plan económico de José Martínez de Hoz incluido), para concluir en la
reinstauración de la democracia a partir de diciembre de 1983.
El emplazamiento de Villber en el cordón
industrial del sur de la provincia de Santa Fe, más precisamente en Pavón, la
vincula geográfica, pero también política y socialmente con importantísimos
acontecimientos de los años 70. Nos estamos refiriendo al surgimiento del
sindicalismo combativo y antiburocrático en Villa Constitución, proceso que
desemboca en el Villazo de 1974, y en la feroz
represión estatal y paraestatal desatada al año siguiente, verdadero
antecedente macabro del terrorismo de estado de la dictadura militar de 1976.
Trataremos entonces de establecer las conexiones entre aquellos acontecimientos
y el desenvolvimiento cotidiano de Villber y de sus
trabajadores con el proceso mencionado, con el objetivo de apreciar el grado de
interacción entre los sucesos de Acindar, Metcon, Marathon, más el resto de las empresas y talleres
metalúrgicos con nuestro objeto de estudio.
En tanto una parte de la producción de Villber
estaba vinculada al mercado externo; serán analizadas también las estrategias
de inserción en el mercado internacional y particularmente sus ventas a Cuba, a
partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre
ese país y
Por otra parte, el trabajo expondrá cuales fueron las estrategias
obreras de lucha a lo largo de esos veinte años de vida de la empresa, sin
perder de vista la alternancia de gobiernos civiles y militares que iba a
influir directamente en ellas, considerando también que en dicho período
existieron conducciones gremiales elegidas por los trabajadores e
intervenciones designadas por gobiernos de facto o también civiles (1973-1974)
(1983-1984) y desde ya, qué mecanismos de lucha llevaron adelante los
trabajadores ante la inminencia y posterior cierre de la planta.
El desarrollo de todos estos temas, que constituyen el centro de la
investigación, son verdaderos generadoras, a su vez, de numerosas problemáticas
a las cuales el presente trabajo aspira a dar respuestas, o al menos brindar
elementos de análisis para arribar a algunas conclusiones.
Las problemáticas a abordar serán: ¿cuáles fueron las causas que
provocaron la quiebra de una empresa que fue vanguardia en el mercado nacional
y con marcada inserción internacional?, ¿qué tipo de relaciones encontramos
entre la patronal y los trabajadores de la misma?, ¿qué clase de conflictos
laborales existían en la empresa y porqué se daban éstos con tanta frecuencia?,
¿qué grado de incidencia tuvieron las sucesivas políticas económicas del
período que va desde
Para tratar entonces de responder a estos interrogantes, por una
parte, efectuamos un recorrido bibliográfico, que va desde el único libro que
sobre la historia de esta empresa y de la familia Berestán
se ha escrito[1],
hasta textos que han estudiado el proceso económico del país entre los años 60´
y los años 80´, libros y trabajos sobre la industria nacional y sobre el
desarrollo industrial en nuestra región. Por otra parte, consultamos censos,
revistas y el archivo de organismos nacionales, provinciales y municipales,
también relevamos diarios de circulación local y regional y hemos accedido a
parte importante del archivo documental de la empresa.
Además, la cercanía temporal y geográfica de los hechos estudiados nos
ha a permitir recurrir a entrevistas con personajes protagónicos de esta
historia. Así, hemos recogido el testimonio del ex propietario y Presidente del
Directorio de Villber, de los directivos de
Muchos de nosotros tenemos a alguien conocido que trabajó en Villber, el recuerdo de la empresa vive en miles de
personas de nuestra región. Está instalada la idea de “lo inexplicable” del
cierre de esta fábrica, de la oportunidad perdida, de que era posible la
continuidad de la empresa. En este sentido, pretendemos, como ya hemos dicho,
que esta investigación contribuya a develar, en base al análisis de las fuentes
consultadas y a un permanente ejercicio de preguntas hacia ellas y sobre ellas,
las causas que provocaron el cierre de Villber, la
fábrica más importante en la historia de Pavón y la que fuera una empresa de
capital nacional líder en su rubro. Esperamos, entonces, que el presente
trabajo constituya un aporte a la historia local y regional[3], un
paso más en el proceso de construcción cotidiana de nuestra historia.
I. La etapa fundacional
Remontarse al nacimiento de Villber implica
introducirse en la historia de una familia, los Berestán;
oriundos de Ucrania y aquejados por el hambre y los pogroms en los tiempos finales
del zarismo, parten hacia la Argentina. Padre e hijo mayor y posteriormente,
esposa e hija, se afincaron en la provincia de La Pampa, desarrollando el
oficio de herreros que traían de su tierra natal.
Lo duro de la vida en La Pampa y la imposibilidad de concretar
materialmente las aspiraciones traídas desde Europa oriental, llevan a parte de
la familia a instalarse en la ciudad de Rosario.
En los años 40´, Israel Berestán va
desempeñando tareas en talleres de matricería, donde va conociendo el oficio
hasta independizarse, incorporando algunas maquinarias y montando un galpón, lo
que da muestra de su crecimiento económico. El servicio militar lo pone en
contacto con un profesional en la industria del frío que le enseña las primeras
nociones en el armado de refrigeradores. Berestán
intuye que encontró lo que buscaba.
Se instala en su taller de la calle Júpiter 1666 en 1946 y luego en
Marcos Paz 4258 en 1949 y más tarde en Ovidio Lagos 4758. Rodeado de sus
iniciales colaboradores, comienza a producir las primeras heladeras eléctricas
y a reparar compresores de refrigeración marinos. Libros llegados de Europa van
aportando los saberes teóricos; la pericia y el esfuerzo refuerzan la práctica.
Berestán va configurando un equipo de trabajo que
incluye a operarios, ingenieros, técnicos y a personas dedicadas al estudio del
mercado, con la intención de que la producción de la empresa se expanda a la
mayor cantidad de provincias, para lo cual era necesario crear una red de
comercialización y análisis de la producción de las diferentes regiones
geográficas y productivas del país.
La falta de desarrollo de una verdadera industria del frío en
Argentina conspiraba incluso, contra el bolsillo de los consumidores, quienes
debían pagar precios cada vez más altos a medida que aumentaba la distancia
entre los centros de producción y los de consumo. Se observa también, que no es
sólo un problema de falta de “logística” en ese rubro de la industria, sino que además, las materias primas sin el debido proceso de
frío, van perdiendo sus cualidades proteicas y naturales.
En síntesis, la fábrica va creciendo, el mercado interno demanda sus
productos, una política que apuntaba al pleno empleo y se orientaba al consumo
masivo de los sectores populares y de clase media aseguran el crecimiento de la
empresa.
El gobierno peronista (1946-1955) beneficia a la empresa a través del
IAPI (Instituto Argentino para la Promoción y el Intercambio), ya que puede
adquirir insumos (principalmente chapa) a menores costos, lo cual optimiza el
margen de ganancias. Berestán dirá: “el IAPI era un
buen instrumento para la industria, lástima que uno tenía que dejar prebendas
para la Fundación Eva Perón y así se fomentaba la corrupción y se perdía
competitividad”.[4]
Así, la industria manufacturera rosarina alcanzó niveles de
crecimiento que superaban los promedios nacionales.[5]
Existían en la ciudad de Rosario “un pequeño grupo de grandes establecimientos
(medido el tamaño por la cantidad de obreros ocupados) coexistiendo con un gran
número de establecimientos muy pequeños”.[6]
A principios de la década del 50´, entabla relación con la Cámara de
Industriales Metalúrgicos de Rosario y a raíz de ello logra conocer al
presidente Juan Perón y a José Ber Gelbard, impulsor
de la Confederación General Económica (CGE), agrupamiento empresarial que se
opone a la poderosa Unión Industrial Argentina (UIA). No será la única
oportunidad en la que Berestán y Gelbard se vean las
caras. De hecho, con el tiempo, Gelbard será el representante de Villber en Catamarca, provincia de la que es oriundo,
constituyendo un vínculo que perdurará por mucho tiempo y que excede el marco
estrictamente comercial.
En setiembre de 1955, en el mismo momento en que el gobierno de Perón
es derrocado por un golpe cívico-militar, Israel Berestán
y Carlos Octavio Gómez Villafañe, por entonces socios, registran la firma Villber con las iniciales de ambos apellidos y lanzan al
mercado la línea de heladeras familiares. Los socios, a su vez, forman parte de
la dirección del Banco Comercial Israelita de la ciudad de Rosario. La firma
crece rápidamente, importantes empresas internacionales como Philips, de
Holanda; Philco, de Estados Unidos y Agar Cross, de Inglaterra, suscriben sus
primeros contratos con la Villber por aproximadamente
cinco mil unidades mensuales, a lo que debe sumarse las más de tres mil
unidades del mercado local.
La llegada de Arturo Frondizi a la presidencia en 1958 viene
acompañada de una etapa de continuo crecimiento de la empresa. Por esos
tiempos, Berestán participa activamente de la
actividad gremial y asiste a la creación del Comité Argentino de Industriales
Exportadores. Por intermedio de Luis Carballo, amigo personal e intendente de
Rosario y Carlos Sylvestre Begnis,
Gobernador de la provincia de Santa Fe, Berestán se
entrevista con el Presidente de la República, quien se muestra sumamente
interesado en el desarrollo de la industria del frío. “Los políticos del
desarrollismo fueron los más inteligentes que he conocido en mi vida” repetirá Berestán en varias oportunidades.[7]
En 1960 se lleva adelante el Primer Plenario del Comité de
Industriales Exportadores en la ciudad de Rosario.[8] El
encuentro se vio coronado con la presencia del Ministro del Interior, Dr.
Alfredo Vítolo. Berestán
fue uno de los impulsores y coordinadores del evento.[9]
Por esos años, los hábitos culturales de los argentinos se van
modificando conforme la difusión masiva en los grandes medios de comunicación
de campañas publicitarias y de costumbres traídas del extranjero, que obligan a
las empresas a adaptarse rápidamente al mercado. Así, mas empresas de bienes
perecederos, como La Campagnola, Sancor,
La Serenísima, La Vascongada, Milkaut, Laponia, La
Montevideana y Frigor, entre otras, necesitan de
equipamientos de última generación. También surgen los primeros supermercados
en el país y ello implica una demanda adicional a las de las firmas ya
mencionadas.
Una de las empresas que competía con Villber
era SIAM. “Esta empresa en la década del 20´ proveía a YPF de surtidores, hasta
que la crisis de 1929, el golpe de estado contra Yrigoyen en 1930 y el
posterior desplazamiento del Gral. Enrique Mosconi de
YPF, pusieron a SIAM al borde de la quiebra. Es en ese momento que su creador,
Torcuato Di Tella, decide dedicarse a la producción de heladeras comerciales y
familiares, salvando a la empresa y preparándola para nuevos desafíos futuros,
como lo serán la producción de motos y automóviles”.[10]
A nivel local, en 1960 aparece la publicidad de otra empresa del rubro
refrigeración.[11]
Se trata de ASTER S.A.C.I., especializada en la refrigeración mecánica para el
transporte de productos perecederos y que además tenía licencia exclusiva para
varios países de América Latina de Thermo King Corp.
de Estados Unidos. ASTER figura en el mismo aviso con una dirección de
radicación en Buenos Aires y otra en Ovidio Lagos 4758 de Rosario. Se trata de
la misma dirección de Villber. Consultado al
respecto, Berestán afirmó: “ASTER era una empresa
fundada por mí, jurídicamente separada de Villber por
motivos estratégicos. Vendía a Holanda, Estados Unidos e Inglaterra”.[12]
A inicios de la década, como otra parte de su estrategia empresarial, Villber comenzó a publicar un boletín del que participaban como
columnistas, profesionales del rubro, quienes transmiten conocimientos amplios
en la materia. También se informaba sobre la incorporación de nuevos
concesionarios a lo largo y ancho del país.[13] El
boletín parece haber tenido cierta difusión local, además de internacional al
ser entregado a través del Ministerio de Relaciones Exteriores a todas las
embajadas argentinas, así como también a las distintas universidades del país.
La producción del tomate en la provincia de Salta, la avícola en Entre
Ríos, la de la manzana en Río Negro, la del pescado de la costa atlántica, o la
industria cárnica desde el lugar de asiento de los animales hasta los centros
de distribución, son frecuentemente mencionadas como ejemplos de cuán
importante es el desarrollo de la industria de la refrigeración. La difusión de
estas ideas permitía además, aumentar las ventas de
cámaras para transporte frigorífico.
Puede observarse en estas publicaciones, a través de sus
editorialistas, un optimismo ilimitado en el modelo desarrollista, lo que pone
de manifiesto (más allá de la probable conveniencia en este tipo de
declaraciones simpáticas a los oídos oficiales), una enorme expansión en la
industria de la refrigeración.[14]
Seguramente que esta creencia tenía basamentos sólidos; basta con señalar
que la industria mencionada no se limita únicamente a la producción de
heladeras comerciales, domiciliarias, de cámaras frigoríficas o transporte; “se
realizó un liofilizador[15] de
córnea, con la participación de ingenieros de YPF que desarrollaron un aceite
capaz de soportar 60 grados bajo cero, se hizo una conservadora de cepas por
congelamiento para la sección virología de la Facultad de Ciencias Médicas de
la UNL, se concretó un banco de huesos para el Sanatorio del Dr. Benetti Aprosio”.[16]
Aquella reunión de Industriales Exportadores realizada en Rosario
rindió sus frutos. El apoyo y estímulo del gobierno permitieron realizar ventas
a países como Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia; Perú, Brasil y México y formar
parte de las primeras misiones comerciales a África. El horizonte productivo y
comercial era sumamente próspero.
II. La necesidad de ampliarse
La característica más distintiva de la etapa desarrollista en el país
fue la aplicación de políticas que promovieron el ingreso de inversiones
extranjeras, principalmente en el rubro automotriz, además de la radicación de
empresas químicas y petroquímicas, la mayoría de ellas en la región del Gran
Rosario. En ese contexto, el Gobernador de Santa Fe, Sylvestre
Begnis, anunciaba en el inicio de sesiones de la
Legislatura de la provincia que: “desde
Aquella fábrica de apertura inminente en Empalme Villa Constitución,
efectivamente inició las tareas de montaje de una planta industrial de
En 1967 se inaugura la que será la planta más importante en la
historia de Villber. Según cuenta Berestán,
la operación le salió “prácticamente gratis, por cuanto vendí la planta de
calle Jujuy en Rosario y adquirí la planta de Pavón con todos los motores HANSA
que quedaban en la Aduana, que luego fueron utilizados por mí en la fábrica y
con eso pagué la operación”.[20]
Además de las amplias instalaciones con la que contaba el predio, fue necesario
construir un comedor para 300 personas, diagramar el sistema de traslado de
personal desde la ciudad de Rosario hasta Pavón, dado que cerca de cien
operarios provenían de esa ciudad. Otros colectivos llegaban con personal desde
Villa Constitución y Empalme Villa Constitución. Quedan en la planta de Rosario
trabajando alrededor de 50 personas, haciendo estanterías y muebles,
trasladando a Pavón todo lo más pesado e importante. “Se instalaron: tren de
planchado y normalizado; línea de pintura, con
Por esas fechas, el ministerio de economía de la nación es ocupado por
un auténtico representante de las corporaciones financieras internacionales y
ex funcionario de la dictadura militar de 1955, Adalbert
Krieger Vasena, un verdadero dignatario de lo que Juan Carlos Portantiero
definirá como “tecnoburocracia modernizante”.[22] La
implantación de un ambicioso programa económico, era parte principal de un
diseño estratégico de largo plazo, del cual, el tiempo económico era el primer
objetivo a llevar a cabo; luego vendría el tiempo social y en un horizonte
temporal indefinido, el tiempo político.
El plan económico de la “Revolución argentina” se basaba en el
protagonismo de las grandes empresas multinacionales y la gran burguesía
nacional. El estado necesitaba hacerse “eficiente” y ello incluyó el despido de
más de 200.000 trabajadores, se aplicaron retenciones a las exportaciones para
compensar el efecto devaluatorio y se puso en marcha un programa de apoyo a la
industria. Efectivamente, el sector industrial creció casi un 20 % en dos años.
No obstante, este panorama condice también con lo expuesto por Silvia Simonassi, al referirse a un tipo de industria que sigue
expandiéndose en localidades del interior provincial, sustentada en la gestión
de sus antiguos dueños.[23]
Éste es el contexto en el que Villber se
radica en Pavón. Poco después, la llegada al país de la empresa multinacional
de supermercados origen norteamericano, Minimax de Dacsa S.A., trajo aparejada la importación de equipos de
refrigeración para la instalación de sus comercios. A los fines de proveerse en
el país de maquinarias, equipos de frío, cámaras refrigeradoras, vitrinas y
góndolas, Richard Boogard, alto directivo de la
firma, se contacta con los ejecutivos de Villber, a
los efectos de adquirir esos equipos en Argentina. Luego de varias reuniones y
discusiones contractuales, Villber se aseguraba un
negocio importantísimo, el más grande desde su nacimiento.
Los acuerdos hicieron que Berestán deba
viajar a Estados Unidos en 1970, allí obtuvo además, la licencia de fabricación
con la firma Hussmann Refrigerator,
la más importante en la industria del frío en ese país y por ende, una de las
más grandes del mundo. La fenomenal perspectiva de negocios que se vislumbra
torna imprescindible el traslado de la planta a un espacio de mayores
dimensiones, con el correspondiente ingreso de personal para adecuar la firma a
las nuevas necesidades y requerimientos.
Sin embargo, el cambio de autoridades y de política de la firma Hussmann, la que había otorgado licencia a Villber, implicó la decisión e intención de conseguir a
precios irrisorios las empresas de los asociados que poseían licencias de Hussmann en Argentina, Canadá, México y Chile. La fábrica
estaba a punto de cambiar de manos.
Tras arduas negociaciones y previo pago de una importante suma de
dinero, facilitada, según el testimonio de Berestán,
por la venta de bienes familiares y la ayuda de empresarios amigos, Villber quedó a resguardo de cualquier posibilidad de
pérdida de las acciones y de la propiedad de la firma. Se trató de una especie
de “nacionalización” de la empresa.[24]
III. Industria del frío, relaciones laborales
calientes. El
traumático vínculo entre los trabajadores y la
patronal
La implantación de la dictadura militar de Onganía en su primera
etapa, supuso entre otras cuestiones, todo tipo de restricciones a la libertad
gremial en el país, ello tuvo como consecuencia que en Villber
no existió prácticamente ninguna actividad de tipo sindical durante sus
primeros años.
Los movimientos sociales de protesta de fines de los años 60´ y
principios de los 70´, conocidos como “Cordobazo”, “Rosariazo”, o “Mendozazo”, que provocaron la renuncia del Gral. Onganía,
no tuvieron correlato alguno en Villber. La fábrica
siguió con su actividad normal.
Es más, en oportunidad de la huelga metalúrgica de ACINDAR en 1970, no
aparecen registros acerca de la participación, ni en carácter de solidaridad,
ni en ninguna otra modalidad, de los trabajadores de Villber.[25]
Entre los testimonios recogidos, citaremos al de José, operario, quien
ingresó a Villber en
Esta ausencia de representación sindical era aprovechada por la
patronal para establecer un determinado tipo de relación para con los
trabajadores, en la que los dueños poseen la potestad de imponer condiciones
sin ninguna resistencia.
Sigue diciendo José: “No teníamos permiso para tomar un mate cocido en
la mañana, yo me llevaba un paquete de masitas, me las ponía en el bolsillo de
la camisa, iba sacando de a una y me las comía. A las 7,30 tocaba el timbre y
había que estar al lado de la máquina hasta que se paraba a comer. No teníamos
botines ni otros elementos de seguridad, si los queríamos, los teníamos que
comprar nosotros”.[27]
En contraste, Berestán tenía como hábito,
invitar a su casa quinta de Arroyo Seco, a un buen número de trabajadores de la
planta de Pavón, con los cuales pasaba el día, comían asado, pescaban y jugaban
al fútbol. Establecía de este modo, o intentaba hacerlo, una relación de tipo
“paternalista”, entendida como el patrón que impone las reglas de manera
rígida, pero a su vez, el que es capaz de compartir la intimidad de su casa con
los obreros.
Una primera aproximación a la relación entre Berestán
y sus trabajadores debiera considerar la distinción entre la planta de Rosario
y la de Pavón. Consultado Berestán sobre la relación
que mantenía con los representantes gremiales en la ciudad de Rosario reconoció
que: “nunca tuve ningún tipo de problemas, ellos venían una vez al mes, se
llevaban un sobre con dinero y se trabajaba tranquilo”.[28]
No ocurría lo mismo en Villa Constitución, según Berestán.
La seccional Villa Constitución de la UOM estaba en manos del Interventor
designado por la UOM nacional, Osvaldo Trejo, quien “acusado por una corriente
interna adversa, que le cuestionaba inoperancia y servilismo a los intereses de
ACINDAR, trataba de encontrar en Villber motivos para
mostrar todo su celo y su bravura”.[29] Lo
mismo iba a ocurrir en el período de los delegados normalizadores de la UOM
Villa Constitución, Jorge Fernández y Lorenzo Oddone.
Pero, el triunfo electoral de la Lista Marrón, encabezada por Alberto Piccinini, va a significar un cambio sustancial en la vida
de los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución y la zona. El Villazo se convirtió en uno de los pronunciamientos
antiburocráticos más importantes de la historia obrera contemporánea. El masivo
acompañamiento de los ciudadanos de Villa Constitución a lo largo de tantos
días de lucha, hizo de este movimiento una verdadera bisagra histórica.[30]
Precisamente, uno de los legados más trascendentes de aquel hito, fue que los
representantes sindicales surgidos de elecciones limpias y transparentes, se
pusieron del lado del obrero y ejercieron su defensa de manera irrestricta.
Además y de manera novedosa, se incluyeron en la plataforma electoral de la
Lista Marrón, una serie de demandas que priorizaban la salud, los servicios
sociales y la seguridad laboral.
La elección de delegados y comisión interna en Villber
representó un cambio total en las relaciones entre los trabajadores y la
patronal. A solicitud del sindicato, la patronal comenzó a cumplir con las
medidas de seguridad, tales como la entrega de ropa de trabajo, uso de cascos y
botines; en la media mañana se permitiría un refrigerio consistente en un mate
cocido y la entrega de un litro de leche por operario.
Por otra parte, los sucesos de ACINDAR, derivados del “Villazo”, repercutieron fuertemente en la planta de Pavón.
Los trabajadores de Villber, a partir de una
inusitada actividad de los delegados y la Comisión Interna, se sumaron solidariamente
a la lucha de los obreros de ACINDAR realizando medidas de fuerza, algunas,
incluso, por tiempo indeterminado. En este sentido, son coincidentes los
testimonios de obreros, dirigentes sindicales y la patronal, acerca de que Villber se había constituido en la fábrica con más
activismo político en la región. A ello contribuía la casi total falta de
controles en los ingresos de personal, pasando por encima al celoso Jefe de
Personal, de apellido Zinn.
José manifestó al respecto que “en 1973 y 1974 entraron a la fábrica
un montón de compañeros pertenecientes a distintos partidos políticos de
izquierda y organizaciones armadas. PRT, Montoneros, Poder Obrero, PC,
Vanguardia comunista, etc.”[31]
En el mismo sentido se manifiesta Victorio Paulón,
quien ingresa a Villber en agosto de 1974: “Villber era por aquellos tiempos la fábrica de más fácil
ingreso y ello permitía que muchos activistas y militantes de izquierda,
principalmente llegados de Rosario, entraran a la planta de Pavón y allí
desarrollaran su actividad política”.[32]
En noviembre de 1974 triunfa la Lista Marrón y se constituyó la CGT
regional con el dirigente comunista Tito Martín como secretario general. En
esos pocos meses la situación política, social y económica del país se
complicaba cada vez más. A la muerte de Perón le sucede en la presidencia su
esposa Isabel Martínez y los atentados parapoliciales, que ya existían desde
1973, se agudizan con el libre accionar del grupo llamado Triple A, cuyo
principal instigador era el Ministro de Bienestar Social, José López Rega.
El 20 de marzo de 1975, el gobierno nacional, a través de sus fuerzas
de seguridad, policías provinciales, la SIDE y grupos parapoliciales, lanzaron
el operativo “serpiente roja del Paraná”. Alrededor de 4000 efectivos en varias
ciudades, pero especialmente en Villa Constitución, detuvieron a la totalidad
de la comisión directiva de la UOM, con la excepción del Ángel Segovia (quien
será el encargado de encabezar el comité de lucha), centenares de obreros y
delegados de fábrica, “entregados” por ACINDAR, presidida por José Alfredo
Martínez de Hoz. El argumento utilizado era el de abortar un supuesto complot
subversivo que iba a paralizar la actividad siderúrgica de la zona.
En respuesta a estos hechos, los trabajadores tomaron la planta de
ACINDAR y rápidamente se plegaron las otras empresas metalúrgicas, pero esta
vez, el gobierno nacional actuaría eficazmente. El comité de lucha creado por
los trabajadores, estaba compuesto por dos delegados por fábrica. Por Villber participaban Victorio Paulón
y Galarza, el primero, peronista de la “tendencia”, quien había ingresado en
agosto del 1974 y el segundo de OCPO (Organización Comunista Poder Obrero).
Luego de abandonar la toma de la fábrica, proseguir con la huelga, replegarse a
los barrios y ser duramente reprimidos en abril de 1975, el movimiento de lucha
perdió la batalla tras casi dos meses de resistencia.
Villber, al igual que otras muchas empresas en el país, sufría en aquella
época, el problema de la disminución en la productividad. Por un lado, la
sanción de la nueva ley de contratos de trabajo, que aseguraba estabilidad para
los trabajadores y por otro, la convulsionada situación derivada de las luchas
obreras de todo el año 1974 y continuadas en 1975, provocaron la pérdida de
numerosas jornadas de trabajo, a la par de haber aumentado significativamente
el ausentismo.[33]
Toda esta situación varía completamente tras la represión del 20 de
marzo de 1975. Las patronales aprovechan la ocasión para despedir numerosos
trabajadores. En el caso de Villber, 16 fueron
cesanteados. En ese contexto, se produce el secuestro de Rubén Berestán, sobrino del propietario de la fábrica. En la nota
que recibe Berestán no aparece un pedido de rescate
en dinero, sino una serie de demandas que iban desde la reincorporación
inmediata de los cesanteados, un pedido de aumento salarial, una publicación en
diarios de tirada nacional retractándose de la decisión adoptada por la empresa
y otros pedidos menores.[34] Sin
embargo, en una de nuestras entrevistas mantenidas para este trabajo, Berestán dice haber pagado dos millones de dólares, “al
parecer a Luis Segovia, ya que éste en más de una ocasión me dijo –cumpla y
tenga memoria porque no debe olvidarse de lo que le pasó a su sobrino”.[35]
Todos los trabajadores despedidos fueron reincorporados.
Finalmente debemos mencionar que Israel Berestán
tiene una particular interpretación del surgimiento y ascenso de la Lista
Marrón. Considera que Acindar había iniciado en
1973/1974 un proceso de reestructuración luego de la crisis del petróleo, que
implicaba, entre otras cosas, la necesidad de dejar a 1000 obreros en la calle.
José Martínez de Hoz, presidente del Directorio de Acindar,
le propone a Lorenzo Miguel, recientemente designado Secretario General de la
UOM, luego del asesinato de José Rucci, un “arreglo”
por 7 millones de dólares, para que el sindicato no ofrezca resistencia a las
medidas de ajuste. Siempre según los dichos de Berestán,
ante la negativa de Miguel, Acindar decidió organizar
y propiciar la creación de una seccional local de la UOM que se oponga a la
conducción nacional. Piccinini fue el hombre elegido
para encabezar ese proyecto, teniendo en cuenta su casi nula participación
político-sindical hasta ese momento. “Lo que finalmente ocurrió es que a Acindar, Piccinini se les fue de
las manos”.[36]
Ante nuestro planteo acerca de cuáles son los argumentos que sostienen
esta idea, Berestán sugiere que los balances
presentados por Acindar luego de finalizados los
conflictos en 1975, “muestran con claridad el éxito de su estrategia, ya que
había aumentado sus ganancias, reducido personal y aumentado stock”.[37]
IV. El acuerdo comercial con Cuba: un hito en la
historia de la
empresa
En mayo de 1973, el Dr. Héctor J. Cámpora
asume la Presidencia de la Nación, poniendo fin a siete años de dictadura
militar. En lo referente a su política exterior, designó como Canciller al Dr.
Juan Carlos Puig, un hombre de pensamiento más proclive a constituir alianzas
regionales, sin la rigidez del esquema pleno de la Guerra Fría. Es el momento
de la llamada dètente, período de distensión
entre la URSS y los Estados Unidos. Se salía de este modo, del alineamiento
automático con EEUU, política que llevaron adelante todos los gobiernos desde
Esta política tenía en el ministro de economía, José Ber Gelbard, a su aliado más importante. Éste, de
reconocida militancia y trayectoria en el Partido Comunista y en consonancia con
Perón, impulsaba las exportaciones industriales y la diversificación de los
mercados. Así se lleva adelante la apertura comercial con Cuba y los países
socialistas del Este.
Gelbard se mantuvo al frente del Ministerio de Economía desde mayo de
El gran paso se iba a concretar en junio de 1974. Argentina firmó un
amplio convenio comercial con Cuba, que incluía la venta de automóviles,
camiones pesados, tractores, material ferroviario, máquinas-herramientas y
bienes de capital.
Un párrafo aparte merecen las complicadas negociaciones de la
cancillería y el Ministerio de Economía con el Departamento de Estado norteamericano
por la venta de automóviles, dado que se trataba de firmas estadounidenses
radicadas en Argentina, que iban a venderle al país que Estados Unidos tenía
bloqueado desde hacía más de una década.
Finalmente y por la importante presión llevada adelante por los
sindicatos de Detroit, Chrysler, Ford, General Motors ingresaron en la isla,
luego se sumaron Citroën, Fiat y Peugeot, constituyéndose ésta en la operación
económicamente más importante en cuanto a volumen y trascendencia.
El acuerdo contemplaba un préstamo de parte de Argentina de 1.200
millones de dólares, de los cuales nuestro país desembolsó la primera de seis
cuotas de 200 millones. Esos fondos estarían destinados al pago de las
exportaciones argentinas.
En ese marco, Gelbard convocó a Berestán
para que ubique sus productos en la isla y lo puso en contacto con la firma
estatal Cubapesca, pero con un detalle, lo hizo antes
de mayo de 1973, es decir, previo al triunfo electoral del Frente
Justicialista.[38]
Ante las dudas planteadas por Berestán a Gelbard
acerca de la factibilidad de los acuerdos comerciales, dice sugestivamente el
dueño de Villber que Gelbard expresó: “mirá querido, hay que jugársela, no estaremos solos, no me hagás decir lo que no puedo decir”[39], a
lo que Berestán contestó: “entiendo tu optimismo,
pero el brazo armado que apoyaría estos proyectos no son confiables, en Villa
Constitución son tan peligrosos y nocivos como la burocracia sindical que dicen
combatir”.[40]
El convenio consistía en la provisión de 200 unidades para instalar negocios
de pescadería en Cuba (construcciones prefabricadas en estructura resistente),
3000 cámaras frigoríficas (1500 para productos enfriados y 1500 para
congelados); 2250 neveras exhibidoras, 1500 neveras exhibidoras para productos
enfriados, 1500 mostradores para operación y despacho de mercadería; 1500
estanterías metálicas modulares y 1500 mostradores porta-caja registradoras. En
total eran 11450 artículos por un valor de 15 millones de dólares americanos, a
entregarse en 15 meses.[41]
La firma del acuerdo comercial se llevó a cabo en la sede de gobierno
de la ciudad de Rosario, presidida por el Gobernador de Santa Fe, Dr. Sylvestre Begnis, el Intendente
de Rosario, Prof. Ruggeri, autoridades del gobierno
cubano y autoridades nacionales y provinciales.
Para dar cumplimiento a semejante demanda, Villber
amplió su planta de Pavón, incorporó tecnología y a 80 nuevos operarios.
Además, firmó un importante convenio con la Universidad Tecnológica Nacional, a
los fines de que la Facultad Regional efectúe el control de calidad de los
productos que Villber vendería a Cuba. Esto
constituye una novedosa experiencia para una empresa argentina que participaba
del comercio exterior.[42]
Unos días antes, representantes de 240 empresas argentinas, 87 de
ellas santafesinas, llevaron adelante una muestra en
El personal que manejaba la política comunicacional y de propaganda de
Villber, había preparado cuadernillos que aunaban la
difusión de los productos de la empresa y las características económicas,
sociales y de hábitos alimentarios de un determinado país. Las estadísticas
eran tomadas de
El negocio con Cuba requería de una prefinanciación, que serviría para
adecuar la planta con inversiones a los fines de cumplimentar el acuerdo.
Desechadas las ofertas del Banco Provincial de Santa Fe y del Banco de
Intercambio Regional que presidía José Trozzo, las
negociaciones se encaminaron hacia el Banco Comercial de
Todo este panorama permite suponer que Villber
fue un engranaje más de una compleja red de vinculaciones de tipo política,
económica, e incluso militar en
De las 80 personas que ingresaron a Villber
con posterioridad al acuerdo con Cuba, por lo menos 60 eran de Rosario, en su
gran mayoría, militantes y activistas políticos de organizaciones políticas de
ideología marxista y práctica revolucionaria. Berestán
solía aparecer en las asambleas de los trabajadores; y en una de ellas, parece
hacerse adaptado a las circunstancias, así dirigió la palabra a sus obreros y
los exhortó a trabajar solidariamente y sin desmayo, porque el acuerdo con Cuba
así lo requería y argumentando que Villber era una
gran familia. Nos cuenta Wilfredo, ex obrero de la empresa, que ante esta
intervención de Berestán, él sostuvo: “no se
confunda, nosotros somos solidarios con el gobierno y el pueblo cubano, pero tenemos
bien en claro que Ud. no pertenece a nuestra clase. Al cabo de unos días, Berestán se acerca a mi puesto de trabajo y me dice -Ud.
nunca será despedido de esta fábrica por razones políticas, el trabajo es otra
cosa, pero nunca por su forma de pensar-. Al tiempo, me despidió dos veces y
por razones políticas ambas.”[49]
Cronológicamente estos hechos se ubican en el período que va desde el Villazo de marzo de 1974, al proceso eleccionario en la
seccional Villa Constitución de la UOM en noviembre de ese año. El testimonio
de un ex trabajador de Villber es muy elocuente
acerca del momento político de la época y de la fábrica: “¿vos sabés lo que era escuchar a Victorio Paulón
o al Negro Segovia subido a un tanque de combustible en el medio de una
asamblea?, te daban ganas de incendiar la fábrica”.[50]
Durante todo el año 1974 la tensión en torno al problema de la
representación sindical en la UOM de Villa Constitución fue en constante
aumento y las medidas de fuerza llevadas adelante fueron coincidentes con las
fechas de los primeros embarques hacia la isla, con lo cual se fue haciendo
imposible dar cumplimiento al convenio comercial firmado. El dueño de la
fábrica debió viajar en más de una ocasión a Cuba para brindar las
explicaciones del caso y solicitar postergaciones en los plazos de entrega.
Ocurría que a nivel empresarial, el conflicto de Acindar
en 1974 fue también determinante para la vida económica de Villber.
El movimiento de solidaridad con los obreros de Villa fue muy grande y la
paralización de actividades en Villber produjo un
importante perjuicio para la empresa, toda vez que se estaba concentrando su
producción para la exportación a Cuba.
V. La etapa de “reconstrucción”, la Villber en tiempos de la
dictadura
La dictadura militar de 1976 instauró el régimen de terror más feroz
de todo el continente americano, como una forma de asegurar la implementación
de un programa económico de corte neoliberal de profundas y nefastas
transformaciones en el país.
La apertura económica, la política cambiaria y el predominio del
capital financiero, fueron las características más salientes de la etapa, que
trajeron como consecuencia el aumento desmesurado de la deuda externa, la
desindustrialización, el deterioro social para amplios sectores de la población
y la decisión de desarticular el histórico peso del movimiento obrero.[51]
La industria nacional se vio severamente afectada por el programa
económico de Martínez de Hoz, especialmente en el caso de los pequeños y
medianos empresarios. El modelo beneficiaba al sector financiero, a los grandes
industriales, a la especulación económica y a la Sociedad Rural, principales
apoyos del golpe de estado de 1976.
No obstante el panorama descripto, Villber
se mantuvo produciendo en buena forma y no solo eso, sino que incrementó su
participación en el mercado interno y siguió actuando en el mercado
internacional. Era el momento propicio para una verdadera reconstrucción de la
empresa; para ello realizó importantes transformaciones en lo referente a la
incorporación de tecnología y de recursos humanos.
Un ex jefe de la planta de Pavón sostuvo que un hecho decisivo fue la
obtención de un crédito por 5 millones de dólares, con el cual se produjo la
compra de importantes maquinarias. “Al retirarse General Motors del país en
1978, pudimos comprar de la planta de San Martín, un horno en perfecto estado
que estaba destinado a desguace. Con 20 mil dólares, un ingeniero de apellido
González hizo figurar que el horno fue desguazado, cuando en realidad fue a
parar a Villber”[52].
También se adquirió una inyectadora de poliuretano, importada de
Alemania, única en el país, que permitía soportar temperaturas más bajas e
impedía que la chapa se pudriera. En lugar de comprar la chapa fraccionada,
pasa a comprar bobinas completas y comienzan a fabricarse los primeros freezer,
llamados en aquella época “pozos de frío”. Además por esos años se instalan en
el país más cadenas de supermercados, que utilizaban en aquella época equipos
de frío individuales, situación que en el futuro se modificaría, a partir de la
inclusión de equipos de fríos exteriores. Así por ejemplo, Carrefour fue
abastecida por Villber desde su llegada al país. En
la planta de Pavón, también se preparaban las bielas para los equipos de
transporte de frío, que posteriormente eran montados en la planta dos.
La planta tenía las siguientes secciones: taller de mantenimiento,
taller de matricería, taller de bobinado de chapas, corte y plegado de chapa,
pintura, línea de producción y línea blanca. Una de las particularidades era
que cerca de 50 mujeres trabajaban en la línea de producción. También, fueron
incorporados técnicos e ingenieros de gran experiencia e idoneidad, Leo Varazzi o el ingeniero francés Berlanger
eran muestras de ello; matricero de altísimo nivel uno y un maestro del diseño y
la inventiva el otro.[53]
En cuanto a los trabajadores, la llegada del gobierno militar permitió
una “depuración” en el personal de la planta. En este sentido ya habían sido
despedidos aquellos trabajadores con pasado de activismo gremial y político,
otros habían decidido retirarse y otros estaban encarcelados.
La actividad gremial prácticamente no existía en los primeros tiempos
de la dictadura. Sin embargo, la relación entre Berestán
y la mayoría de los trabajadores distaba de ser armónica.
El dueño de la fábrica recorría las secciones y frecuentemente llamaba
la atención a algunos obreros por cuestiones menores, que tranquilamente podían
ser resueltas por los jefes o los encargados de las secciones. El testimonio de
un ex personal jerárquico pone luz sobre esta cuestión con un ejemplo: “En una
de las habituales recorridas que Berestán hacía por
las secciones, encuentra a un obrero tomando del sachet de leche que se
entregaba habitualmente, e inmediatamente se lo quitó de las manos y le dio una
patada al envase. Luego de ese acontecimiento, en persona le pedí que por favor
no recorriera más las secciones porque esa no era la actitud que debía tener el
dueño de una fábrica”.[54]
Atilio, otro ex empleado de Villber, que
trabajó en la empresa entre 1978 y 1984, también recalca el autoritarismo de Berestán, agrega que el sueldo era el del convenio de los
metalúrgicos sin ningún tipo de adicional, salvo las horas extras, “un obrero
de Villber ganaba mucho menos que uno de Acindar”.[55]
Resulta casi graciosa una anécdota que podría graficar la relación
entre los trabajadores y Berestán y que involucra a
dos de nuestros entrevistados. Cuenta Atilio que ante un pedido de aumento
salarial, Berestán saca sus bolsillos del pantalón
hacia afuera y les dice ¿Qué les voy a dar si no tengo un centavo?[56] Y al
día siguiente se aparece con un BMW. El ex jefe consultado, sin saber la
versión de Atilio, nos cuenta que se esforzaban por convencer a Berestán de comprarse un buen auto, ya que seguía viniendo
a la fábrica en su Ford Fairlane, finalmente lo
lograron y Berestán se compró un BMW.[57] Este
tipo de actitudes por parte del titular de la empresa aumentaba el malestar de
los obreros para con él.
VI. La etapa final. Viejos problemas, en un nuevo
contexto
El estrepitoso fracaso en la guerra de Malvinas puso un límite
temporal a la dictadura y aceleró el retorno de la democracia. La puesta en
marcha de
A mediados de 1982, comienza en Villber un
lento pero constante movimiento de la actividad gremial. Pronto habrá
elecciones de delegados y el paulatino retorno a la libertad sindical va
tomando forma. Recobran la libertad algunos sindicalistas representativos de
El proceso de reconstitución de lo que volverá a ser
En tanto, en plena campaña electoral para las presidenciales del 30 de
octubre de 1983, el Dr. Alfonsín, candidato de la Unión Cívica Radical prometía
ir acompañado de los gerentes de los bancos a levantar las persianas de las
fábricas y que en su presidencia las chimeneas de las fábricas volverían a
echar humo.
En ese contexto, los hijos de Israel Berestán,
exhiben simpatías políticas por
En los últimos tiempos, Villber se ha visto
atacada, desde el punto de vista de la competencia económica por fábricas
brasileñas que utilizan como estrategia el “dumping” y perjudican así la
producción nacional. Esta es una de las prácticas habituales de la apertura
económica que fuera bandera de la dictadura militar. Dice Berestán
que Alfonsín le prometió ayuda ni bien alcanzara la presidencia.[58]
En términos laborales, desde 1982 en adelante, en la empresa se
sucedieron incontables conflictos de pequeña densidad, quites de colaboración,
paros parciales de 15 minutos por turno, etc.. Los reclamos fueron aumentando
hasta que en octubre de 1983, coincidentemente con el tramo final de la campaña
electoral, la empresa despide a 170 trabajadores, luego de lo cual la fábrica
es tomada por los obreros. El pedido de los trabajadores era por el pago de la
jornada completa de 8 horas en lugar de las 7 horas y media que pagaba la
empresa, descontándosele al obrero la media hora de descanso que marca la ley;
la regularización de los premios por productividad; el aumento de salarios, el
pago en tiempo y forma de los aportes patronales y el pago de los 400 $a que
otorgó por decreto el gobierno nacional y que debió pagarse el día 10 de
octubre eran las principales demandas no resueltas, según los representantes
gremiales.[59]
Los delegados que encabezaban la lucha eran Antonio García, Luis Ratti y Martín Pereyra. La empresa no se presentó a la
audiencia de conciliación dictada por el Ministerio de Trabajo y en cambio
propuso la reincorporación de 120 de los 170 trabajadores despedidos.[60]
La campaña solidaria de vecinos, trabajadores, organizaciones sociales
y sindicales, permitía que los obreros permanecieran en la fábrica. Colectas de
fondos, alimentos y ropa constituían la ayuda de todos los que se involucraban
en el conflicto del lado de los trabajadores.[61]
Finalmente, en las oficinas del Ministerio de Trabajo de
Las consecuencias de este prolongado conflicto se sentirían durante
los años que le quedaban de vida a la empresa. Se generó una desconfianza mutua
y salvo muy breves etapas de “paz y convivencia”, el nivel de confrontación fue
en permanente ascenso. No obstante, las relaciones entre la patronal y la
dirigencia guardaron ambigüedades, normalmente provenientes de la arena
política. En este sentido, relata Berestán que en una
visita a su domicilio, el Dr. Raúl Borrás, estrecho
colaborador del Dr. Alfonsín, le propuso una etapa de superación de los
conflictos, que el gobierno de Alfonsín sería una especie de garante de esa
nueva etapa y que ellos se comprometían a limar las asperezas que venían de
años con los representantes de
Ya en junio de 1985, el Presidente Alfonsín, por presiones del Fondo
Monetario Internacional, dispone el relevo del ministro de economía, Bernardo Grinspun y su reemplazo por Juan Vital Sourrouille.
Así, se elimina el peso argentino y se crea el Austral. El plan es en realidad,
un paquete de medidas antiinflacionarias, en un marco de preocupantes señales
de caída de la actividad económica y suba descontrolada de la inflación. El
presidente hablará de “economía de guerra”, para hacer saber que se trata de
una etapa de austeridad, denominación elegante, preferible a “plan de ajuste”.
En nuestra región, los conflictos se suceden uno tras otro y a los
crónicos problemas de Villber, se suman los de Acindar y Metcon, y de empresas
más pequeñas como Novobra y Linser
S.A., que despiden decenas de trabajadores. Esta situación es denunciada en un
comunicado de
En otro parte de prensa de
En el mes de noviembre de 1985, ante el panorama que presenta la
economía de la región, afectada principalmente por la crisis en la industria
(suspensiones en Metcon y Acindar,
problemas en Villber), se lleva a cabo una
multitudinaria asamblea en la plaza principal de Villa Constitución, con más de
3500 asistentes, en la que todos los sectores representativos de la ciudad se
movilizan en pos de la defensa de las fuentes laborales y critican fuertemente
la política económica oficial. A una semana de este acontecimiento, se creó una
Comisión Multipartidaria a los fines de definir estrategias de acción, entablar
contacto con funcionarios provinciales y nacionales, e informar debidamente a
la población.[67]
Villber se encuentra nuevamente en otra de sus frecuentes crisis, sin saber,
quizás, que se estaba tratando de una de las últimas. En el interior de la
fábrica persistían los conflictos por múltiples motivos, “era necesario
arreglar la plegadora grande, ordeno que vayan los mejores operarios a
repararla dada la importancia de la máquina; Fabiani,
Metz, Maurice y Finocchio; cuando se enteró el
delegado Ratti, paró la planta con el argumento de
que si se necesitaban mecánicos debían convocar a horas extras y no mover de
sus puestos de trabajo a otros trabajadores”. También como resultado del clima
de malestar en el que estaba inmersa la empresa, “era frecuente que echaran
aserrín en la inyectadora”.
Por otra parte, las características del propietario de la fábrica
contribuían al clima de conflicto: “También Berestán
estaba empacado, el litro de leche que se le entregaba a los obreros, él quería
que lo tomaran en la fábrica en lugar de llevárselo a sus casas, llegó a
prohibir la entrega de leche y el gremio le metió un paro. A mí me parece que
incluso, la demora en el pago de las quincenas era una especie de venganza de Berestán para con los obreros por esa situación de tensión,
parecía un ojo por ojo, diente por diente”.[68]
Para enero de 1986, la UOM denuncia la demora en el pago del medio
aguinaldo.[69]
Pocos días después, el sindicato denuncia el no pago del medio aguinaldo, la
primera quincena de enero y que tras el corte de energía eléctrica no tienen
agua ni para la limpieza.[70]
La situación interna de la fábrica era muy complicada, para peor, los
productos de la competencia importados de Brasil, aunque de menor calidad,
comenzaron a penetrar en el mercado argentino y la producción de Villber dejó de tener el nivel que tenía anteriormente, con
la intención de poder seguir compitiendo en un mercado cada vez más reducido.
Hacia fines de enero y principios de febrero, la producción quedó
paralizada. Dirigentes de la UOM se reunieron con el Vicegobernador de la
provincia, Carlos A. Martínez, y los presidentes comunales de Pavón y de
Empalme Villa Constitución, más el Intendente de Villa Constitución.[71]
En una reunión conciliatoria y luego de abonar el medio aguinaldo del
año anterior, Berestán les propone a los obreros
normalizar la producción, pero éstos se niegan hasta no tener la certeza de que
se abonaría el resto de la deuda.[72] A
mediados de marzo se abonaron parte de los salarios adeudados y en la
delegación Rosario del Ministerio de Trabajo se firma un acta acuerdo,
comprometiéndose la empresa a saldar la totalidad de los sueldos y los
trabajadores a reanudar las tareas. Comienza a tomar fuerza la idea de obtener
financiamiento a través del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE).[73] No
obstante todas las dificultades mencionadas, la empresa tenía que cumplir con
numerosos pedidos, lo cual significa que existían posibilidades ciertas de
seguir funcionando con éxito.
El Presidente del BANADE, Manuel Cywin,
pretende involucrar a Villber en el programa de
Finalmente la empresa entra formalmente en su crisis final, en el
Juzgado N° 11 de la ciudad de Rosario, a cargo del doctor Gutiérrez, se lleva
adelante la convocatoria de acreedores y se designa al CPN Juan Carlos Lamberti, de Arroyo Seco, como síndico de la convocatoria. Berestán sostiene que la continuidad era posible, pero que Lamberti, presionado por funcionarios políticos y
sindicalistas que pretendían gestionar la prosecución de la empresa, no la veía
factible.
En ese contexto, la posibilidad de seguir funcionando a través de la
conformación de una cooperativa fue fogoneada por los sindicalistas, la
denominaron “Cooperativa de Trabajo Metalúrgica Libertad”. Incluso Israel Berestán firma en conformidad.[76] La
Dra. Dal Dosso, representante legal de
El testimonio que nos diera el ex jefe de Villber
en la entrevista que mantuvimos, da cuenta que los comentarios sobre la
posibilidad de la gestión obrera ya existían cuando la fábrica estaba
funcionando. Esto significaría (según su opinión) que “pareciera ser que
existía un plan para quedarse con la empresa, a varios les dije: ustedes están
locos si piensan que están preparados para gestionar una empresa como ésta”.[78]
El Juez tuvo un criterio idéntico a éste y negó esa posibilidad de
reapertura en manos de los trabajadores. El gobierno nacional ponía a
disposición de los obreros una suma cercana a los 200.000 australes para
reiniciar las tareas. Pero dos obstáculos se presentaban para que esta salida
fuera posible; una, que a mediados de la década del 80 no estaba
suficientemente desarrollada en el país la modalidad de empresas recuperadas
por los trabajadores, como ocurriría años mas tarde y la otra, que el tipo de
empresa que era Villber, su nivel tecnológico y la
inserción en el mercado nacional e internacional obtenido a través de los años,
requería de un plantel de trabajadores, pero también de personal jerárquico y
de profesionales, que hacía rato que habían dejado la empresa.
A fines de agosto de 1986, el personal de seguridad niega el ingreso a
la planta de los trabajadores y en septiembre el Juez decreta la quiebra de la
empresa.
Entre la planta de Pavón y la de Rosario, más de 200 trabajadores
perdieron su fuente de trabajo. Otra empresa de capitales nacionales dejaba de
existir. Villa Constitución protestaba contra la Ley de Promoción industrial[80]
sancionada por el gobierno radical y temía por el virtual traslado de ACINDAR y
de otras industrias a la provincia de San Luis.
Victorio Paulón dice convencido que el
cierre se trató de una maniobra especulativa de Berestán,
que “se quedó con el dinero del préstamo del BANADE (300.000 u$a), no pagó los salarios adeudados y cerró la planta,
además que sus hijos ya participaban de la conducción de la fábrica de
heladeras Miralles de la ciudad de Rosario”.[81] La
conclusión a la que arriba Berestán es que fueron el
activismo sindical y los intereses políticos los que provocaron el cierre de Villber. Los trabajadores en general, sostienen que la
continuidad era totalmente posible y que fue el capricho de Berestán
el que impidió que ello sucediera.
Los últimos intentos por procurar la reapertura se dieron en 1987. Ya
era demasiado tarde, Villber había dejado de existir.
Consideraciones finales
En principio vamos a decir que la historia de Villber
y su caída, constituye un caso bastante peculiar en la industria argentina y en
particular, de nuestra región. Esa peculiaridad viene dada porque confluyen una
serie de circunstancias que ponen de manifiesto, en primer lugar, que aparecía
como factible la continuidad de la empresa.
Entre las razones que intentan explicar las causas del cierre de Villber figura como excluyente, la permanente situación de
tensión entre la patronal y los trabajadores. Esa situación adopta una forma
crítica en la etapa en la que la seccional de la UOM de Villa Constitución es
conducida por la Lista Marrón, en la etapa de su surgimiento en 1973/74 y con
la normalización sindical en 1984, cuando los dirigentes pertenecientes a esa
agrupación retornan a la conducción del gremio a través del voto de los
afiliados. Esto muestra nítidamente que ante la actitud de defensa de los
intereses de los trabajadores por parte de una dirigencia con fuerte presencia
al lado del obrero, la postura de la patronal fue más proclive al choque que a
la negociación. A lo largo del trabajo ha quedado expuesto que en toda la
historia de Villber, la actitud de su propietario fue
siempre la de demostrar molestia por la actividad sindical en general y
catalogaba a la dirigencia gremial como corrupta, tanto en los casos en los que
había que “arreglar” para trabajar con tranquilidad, o porque estaban ligadas a
otros intereses, que perjudicaban la actividad y por ende, al trabajo y al
desarrollo de la industria. Hay una clara propensión del propietario a imponer
las condiciones laborales y salariales sin considerar demasiado la opinión de
los obreros. Intenta cumplir con lo mínimo indispensable (convenio salarial del
sector metalúrgico), sin preocuparse demasiado por la puntualidad en los pagos
o la cuestión de la seguridad laboral, situaciones éstas, siempre reclamadas
por los trabajadores.
La frecuencia y reiteración de los conflictos en los casi 20 años de Villber en Pavón, permite suponer que no ha existido de
parte de los protagonistas, una predisposición a la solución de los mismos; por
el contrario, en diferentes momentos de esa historia, la situación parece
entrar en una especie de espiral de confrontación en la que a cada movida o
acción del “contendiente”, le sucede una nueva respuesta que siempre tiende a
prolongar el problema en lugar de repararlo. La responsabilidad social y
sectorial de los actores debe medirse de acuerdo al nivel de cumplimiento de
las obligaciones. El sentido común indica que para poder exigir es
indispensable cumplir primero con la ley y en este sentido, le cabe mayor
responsabilidad a la patronal.
Es cierto que el contexto político, económico y social de los años
1973-1975, requiere de una comprensión que permita ubicar muchos de los
conflictos que se han mencionado. El empresariado en general ve con temor que
su antagonista social, la clase obrera, tenga una representación de tipo
combativa y antiburocrática. Pero también hay que dejar claramente establecido
que fue en Villber donde más nivel de activismo
político y gremial de fuerzas de izquierda existió por aquellos años, como así
también debieran dilucidarse las causas por las cuales ello sucedió. Los
protagonistas de esta historia no han sabido o no han querido esclarecer al
respecto, aunque queda muy expuesto que ello ocurrió con posterioridad a la
firma de los acuerdos comerciales con Cuba en 1974. Resulta inverosímil que el
propietario de la empresa pudiera estar ajeno a esta situación, cuando fue él
mismo quien se encargó de destacar su vínculo con el entonces ministro de
economía José Ber Gelbard. Pero una cosa es haber
relajado los sistemas de control en el ingreso de personal y otra muy distinta,
haber pensado que eso sería fácil de manejar.
El segundo momento más álgido en la confrontación
patronal-trabajadores se dio desde 1983 en adelante, es decir, en la etapa en
la que la libertad sindical volvía al país luego de la larga noche de la
dictadura. Pero el contexto era muy diferente al de diez años atrás. La
represión del gobierno peronista en 1975 y la posterior de la dictadura,
implicaron una fuerte derrota del movimiento obrero de Villa Constitución. Sin
embargo, a pesar del paso del tiempo y de las cuestiones mencionadas y más allá
que los postulantes a la conducción de
Por otra parte, debe indicarse también la percepción de los
trabajadores, en este sentido, hemos recogido testimonios de trabajadores de
ambas etapas de la fábrica que reconocen un exceso en la metodología de la
lucha gremial y una tendencia bastante marcada orientada casi siempre para el
lado de la confrontación. Evidentemente, a ese juicio se llega con la
perspectiva que da la distancia temporal, sin el apasionamiento de aquellos
tumultuosos días, con la certeza que da el conocimiento posterior de los hechos
y en un presente donde la reivindicación de tales prácticas no encuentra un
consenso social tan extendido.
Israel Berestán es un personaje central en
esta historia, su origen dista de ser el de un individuo perteneciente a una
clase social alta o siquiera propietaria. Su fábrica se expandía más allá de
las peripecias políticas, institucionales y económicas del país. Su
relacionamiento con los gobiernos de turno encuentra picos altos en la etapa
desarrollista (1958-1962) y en 1973-74 con Gelbard al frente del ministerio de
economía. Su discurso en estas circunstancias guarda relación con los
postulados de la CGE, a los que adhiere y promueve desde la época del primer
peronismo.
Berestán hace alarde que el tipo de emprendimiento que conducía no dependía
demasiado de los gobiernos de turno, lo cual no significa que pensara que eran
todos lo mismo, ya sea en cuanto al fomento de la industria nacional, las
políticas cambiarias, o el mercado interno. Villber
producía para el país y exportaba más de un 50% de su producción. Su estrategia
de conducción la mantenía al margen, incluso, de las recurrentes crisis
inflacionarias en el país.
Berestán aparece como un empresario audaz, decidido a concretar negocios en
pos de un objetivo claro, como fue la compra de la planta de Pavón, la
incorporación de tecnología, la creación, fusión y desaparición de empresas, o
el manejo de licencias internacionales.
Por otra parte, se mostró particularmente interesado en las
entrevistas mantenidas en desmentir su pertenencia al Partido Comunista. Esto
no tendría relevancia alguna si no fuera porque existen varios testimonios que
indican lo contrario, o porque es notoria y evidente su relación con Gelbard y
el mundo comunista (Cuba, desde 1974, o un aliado como Nicaragua post
revolución sandinista); o más aún, porque los acuerdos con el gobierno de Fidel
Castro significaron un cambio notable en la planta de personal de la empresa, a
través del ingreso masivo y sin ningún tipo de control, de activistas y
militantes de izquierda como ya quedó expresado con anterioridad.
En el terreno estrictamente personal, puede concluirse en que se
trataba de un individuo muy poco proclive al diálogo, extremadamente culto,
conocedor del mundo y las relaciones comerciales y políticas internacionales.
Varios testimonios lo muestran como inflexible y obcecado y son muchos los que
creen que es en esa conducta donde hay que buscar la decisión de cerrar la
fábrica.
Hay un mérito innegable en Berestán y es
haber conformado una verdadera escuela y un laboratorio, como todavía se jacta.
El liderazgo en el rubro de la industria del frío, mantenido por años, tiene
que ver con esa estrategia. Numerosos técnicos y profesionales, nacionales y
extranjeros, más el aporte insustituible de los trabajadores, pudieron alcanzar
un alto desarrollo tecnológico diseminado en el país y puesto a competir en el
exterior.
Puede afirmarse con contundencia que el cierre de Villber
no está directamente relacionado con el proceso de desindustrialización
impuesto por la dictadura militar en 1976, sin que eso signifique que no se
viera afectado, especialmente sobre el final, por la crisis económica del
gobierno radical del Dr. Alfonsín, en parte heredada de la dictadura y no
resuelta por este gobierno.
El argumento esgrimido por Victorio Paulón,
hombre perteneciente a la Comisión Directiva de la UOM Villa Constitución al
momento del cierre de la empresa, en cuanto a que el final se trató de una
maniobra de carácter especulativo por parte de Berestán
no convence demasiado, por cuanto el valor de ese préstamo (u$a
300 mil) y algunos sueldos atrasados, constituían una suma mucho menor al
capital de la empresa o al potencial que ella tenía. Es decir, que
aparentemente, lo que estaba en juego era mucho más importante que el beneficio
que podía redituar esa aludida “maniobra”. Ello no significa que a la hora de
evaluar la decisión final esa posibilidad no se hubiese tenido en cuenta, pero
resulta difícil pensarla como argumento excluyente.
Hemos dicho con respecto a la frustrada posibilidad de funcionamiento
de Villber en manos de los trabajadores, que ello se
debió a dos cuestiones fundamentales, el contexto económico y político poco
propicio para ese tipo de iniciativas y lo complejo del rubro de la industria
del frío, lo que hacía necesaria la presencia de personal de alta calificación,
a la vez que de gente que supiera producir, administrar, gestionar y
comercializar en el país y en el extranjero.
La situación económica y financiera de Villber
no era más grave o complicada que muchas otras para el período que estamos
analizando. Villber fue una empresa líder en el país
durante años y estaban dadas las condiciones para seguir luchando en ese
terreno, más allá del ingreso de competencia extranjera, o incluso, la
situación interna de la fábrica.
La decisión de Israel Berestán de terminar con
la empresa que él mismo creara, fue una manera de poner fin a una disputa sin
fin. El hartazgo, la porfía en la disputa, lo inútil del esfuerzo, la
catalogada “corrupción sindical y política” fueron los argumentos esbozados por
lo que sería la representación patronal para justificar la decisión de la
clausura.
Del lado de los trabajadores, como suele ocurrir con frecuencia, quedó
la desocupación, la lucha en la calle, el peregrinar por pasillos judiciales y
antesalas de despachos oficiales. Los discursos de la mayoría que intentaron
explicar lo que pasó, cargan las tintas en la desmesurada ambición y
prepotencia de Berestán, en su caprichoso carácter y
en el aprovechamiento que le dio a una oportunidad económica favorable.
Quizás, el único punto de coincidencia, en un contexto de tanta
discordancia, es que tanto desde el lado de la patronal, como del lado de los
trabajadores, quedó latente la idea de que Villber
podía y debía seguir funcionando. Demasiado poco, para una decisión final que
el tiempo mostró irreversible.
RESUMEN
Villber: a 25 años de un final anunciado. Historia de una empresa en el
sudeste santafesino y de sus complejas relaciones obreros-patronales
Este trabajo pretende hacer conocer la historia de la empresa Villber desde su nacimiento, en la ciudad de Rosario en la
década de los 50´, hasta su cierre definitivo en la Planta N° 1 en la localidad
de Pavón; aunque se dará particular relevancia a las causas que originaron la
quiebra de una empresa de capitales nacionales líder en la industria del frío
en la Argentina. En este sentido, cobra fuerza el análisis de los permanentes
conflictos entre la patronal y los trabajadores, especialmente en la etapa del
“Villazo” en 1974 y desde el final de la dictadura
militar en 1983, hasta la quiebra en 1986. Por otra parte, los acuerdos
comerciales con Cuba de 1974 son estudiados minuciosamente, toda vez que ellos
revelan una serie de vinculaciones de carácter político y económico con el
poder central
Palabras clave: Villber - conflicto obrero - industria del
frío – sudeste santafesino
ABSTRACT
Villber: 25 years since an announced end. The history of a company in the
southeast of
The purpose of this paper is to report on the history of Villber since its foundation in Rosario in the 1950s until
its shutdown in Plant Nº
Key words: Villber
– workers dispute – refrigeration industry - southeast of
Recibido: 29/02/2012
Aprobado: 29/05/2012
Versión final: 07/07/12
Notas
(*) Profesor de Historia. Docente del EDI: Seminario de Historia Regional en el ISP N° 3; E-mail: pipoadriani@hotmail.com
[1] BERESTAN, Israel: Industria Nacional. Su origen, desarrollo y destrucción; Bitácora, Bs. As. 2002.
[2] POZZI, Pablo: Historias del PRT-ERP II. Entrevistas con Humberto Tumini; Imago Mundi, Buenos Aires. 2008. p. 7.
[3] Concordamos
entonces de las palabras de Sandra Fernández respecto que “
[5] Entre 1935 y 1953, en el Departamento Rosario, el
valor agregado creció un 274%, mientras que el promedio nacional no superó el
84%. Ver QUINTAR, Aída y CASTAGNA, Alicia, “Historia de las pequeñas y medianas
empresas metalmecánicas de Rosario”, en: Cuaderno de
[6] RAPOSO, Isabel y PELLEGRINI, José Luis; “Industria y ciudad. Cuatro períodos en la historia de Rosario”. En: Cuaderno del Instituto de Investigaciones económicas, Nº 9. Fac. de Ciencias Económicas UNR, Rosario, 1992.
[7] Entrevista con Israel Berestán. Rosario, octubre de 2011.
[8] Boletín del Plenario Nacional de Industriales Exportadores. Archivo personal de Israel Berestán, Rosario, Junio 18/20/1960.
[9] “El Dr. Vítolo habló en el plenario de industriales” Diario
[10] Reportaje a Jorge Schvarzer, Diario Clarín, Suplemento Económico, 29/10/2006.
[11] Diario
[12] Entrevista con Israel Berestán Rosario, octubre de 2011.
[13] Villber Pregón científico económico de la salud y el confort. Rosario, Año I, Nº 1, Abril 1960 (Archivo personal de Israel Berestán).
[14] “Nuestro país atraviesa una revolución histórica industrial en el que se asienta el porvenir inmediato y mediato del país” Villber, Pregón científico económico de la salud y el confort. Rosario. Año I, Nº 2, Julio 1960, p. 17.
[15] La liofilización es una forma de desecado en frío que sirve para conservar sin daño los más diversos materiales biológicos
[16] BERESTÁN, Israel; op. cit., p. 86.
[17] “Doscientas cuarenta empresas nuevas “ASTARSA S.A. Astilleros
establecidos en Arroyo Seco, John Deere Argentina
S.A. que funciona en Rosario y que constrye otra
planta en Granadero Baigorria; Atlas Canning, frigorífico de Carcarañá;
Industria Automotriz Santa Fe S.A., fabricante de los automóviles Unión D.K.W.
que funciona en la ciudad de Santa Fe; Nestlé Argentina S.A.F.A. que funciona
en Firmat; y Duperial
Argentina S.A. fábrica de productos químicos en San Lorenzo”. Diario
[18] Ibídem.
[19] Es necesario destacar que por aquél entonces, ese
lugar, propiedad de Hansa, pertenecía al distrito de Empalme Villa
Constitución. Ello fue así hasta 1975, cuando lo que era “Empalme
[20] Entrevista con Israel Berestán, noviembre de 2011.
[21] BERESTAN, Israel; op. cit., p. 118.
[22] PORTANTIERO, Juan Carlos “Economía y política en la crisis argentina (1958-1973), El empate argentino”; en: Revista Mexicana de Sociología, Vol. 39 N° 2, Abril-Junio 1977.
[23] “Al mismo tiempo subsistía sin grandes conmociones (y
se expandía) un tipo de industrias (concentradas en Rosario, pero también
característica de otras localidades del interior provincial) de gestión más
tradicional, en empresas de menor tamaño y de capitales nacionales que, aunque
partícipes del desarrollo industrial, continuaban gestionadas por sus antiguos
dueños, los padres fundadores”. SIMONASSI, Silvia, “Perfil industrial y
dinámica social en la provincia de Santa Fe (1943-1976)”, en: AGUILA Gabriela (comp): De los cordones industriales a la
integración del eje Mercosur (1940-2005), Tomo 11 de BARRIERA, Darío (dir) Nueva Historia de Sante Fe,
[24] BERESTAN, I.; op. cit., pp. 122-123.
[25] Para ampliar acerca de la huelga metalúrgica de ACINDAR
en 1970 ver RODRÍGUEZ, Ernesto; “Entre la combatividad proletaria, el
oportunismo de la patronal y las maniobras de la burocracia. La huelga de los
obreros de ACINDAR de
[26] Entrevista con José, ex empleado de VILLBER, Septiembre de 2011.
[27] Ibídem.
[28] Entrevista con Israel Berestán, octubre 2011.
[29] BERESTAN, I.; op. cit., p. 119.
[30] Entre la numerosa bibliografía acerca del Villazo sugerimos: VIDELA, Oscar y RODRIGUEZ, Ernesto
(Comp.). El Villazo. La experiencia de una ciudad
y su movimiento obrero. Tomo I. Villa Constitución. Revista de
Historia regional-Libros, 1999; SCHULMAN, José. Tito Martín. El Villazo y la verdadera historia de Acindar.
Villa Constitución, HG Producciones, 1996; SANTELLA, Agustín y ANDÚJAR, Andrea;
El Perón de la fábrica éramos nosotros. Las luchas metalúrgicas de Villa
Constitución (1970-1976), Desde el subte, Bs. As., 2007; SANTELLA, Agustín.
“Las guerras obreras en
[31] Entrevista con José, septiembre de 2011.
[32] Entrevista a Victorio Paulón, noviembre 2011.
[33] Para ampliar sobre la cuestión de la productividad en
1974, ver: SIMONASSI, Silvia; ““A trabajar y muzzarella”.
Prácticas y políticas de disciplinamiento laboral en
la industria metalúrgica de Rosario, 1974-
[34] BERESTAN, I., op. cit., pp. 156-157.
[35] Entrevista con Berestán, noviembre de 2011.
[36] Entrevista con Israel Berestán, noviembre de 2011.
[37] Entrevista con Israel Berestán, noviembre de 2011.
[38] BERESTAN, I., op. cit., p. 125.
[39] Ibidem.
[40] Ibidem, p. 126.
[41] Diario Crónica, Rosario, 15/07/1974, p. 3; “Contrato con Cuba por quince millones de dólares”; Noticias frescas gracias a Villber, Año 1, N°1, Rosario, agosto de 1974; (archivo personal de Israel Berestán).
[42] Diario Crónica, Rosario, 26/8/74 “Control de
[43] Diario Crónica, Rosario, 6/8/74 p.2 “Positiva participación en una muestra realizada en Cuba”.
[44] “Información
económica de
[45] Hemos podido acceder a los cuadernillos de difusión para Costa Rica Perú y Haití. Archivo personal de Israel Berestán realizados por Soy publicidad.
[46] “Stancatto tenía solución para todo. El problema de Villa Constitución se arreglaba de un plumazo, ya que Graiver, el presidente del banco, tenía los vínculos adecuados para dominar la situación; que la guerrilla del ERP pronto se dejaría de joder cuando se instalara una verdadera democracia sindical; entonces podrían laburar tranquilos”. BERESTAN, I., op. cit., p. 129.
[47] Para consultar el vínculo entre Graiver y la organización montoneros ver GILLESPIE, Richard; Soldados de Perón, Historia crítica sobre los montoneros. Sudamericana, Bs. As., 2008. P. 382; GASPARINI, Juan; David Graiver: el banquero de los montoneros, Norma, Bs. As.; 1990; AMORÍN, José, Montoneros la buena historia, Estrategia, Rosario, 2006.
[48] Consultado sobre su relación con Gelbard, Berestán dirá que “la amistad no fue por ser paisanos, con el tiempo, Gelbard terminó siendo el representante de Villber en Catamarca”. Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.
[49] Entrevista con Wilfredo, ex obrero de Villber entre 1974 y 1975, Santiago de Chile, enero de 2011.
[50] Entrevista con José, ex trabajador de Villber, Villa Constitución, setiembre de 2011.
[51] “para ello se
suspendió el derecho de huelga (ley 21261) y de toda medida de acción directa
(ley 21400); la intervención de
[52] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011. La obtención del crédito no fue reconocida por Berestán. Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.
[53] Todos los entrevistados coincidieron en destacar los conocimientos de ambos profesionales.
[54] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011.
[55] Entrevista con Atilio, ex trabajador de Villber, Empalme V. Constitución, noviembre de 2011.
[56] Entrevista con Atilio, ex trabajador de Villber, Empalme V. Constitución, noviembre de 2011.
[57] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011.
[58] Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.
[59] Diario Rosario, Rosario, 14/10/1983, pp. 1, 3 y 48.
[60] Diario Rosario, Rosario, 27/10/1983, p. 39.
[61] Diario Democracia, Rosario, 18/10/1983, pp. 1 y 24.
[62] Entrevista con Israel Berestán, Rosario, noviembre de 2011.
[63] Entrevista con Cátulo Bogado, Villa Constitución, noviembre de 2011.
[64] Diario El Pulso, Villa Constitución, 8/2/1985, p. 4.
[65] Comunicado de
Prensa de
[66] Comunicado de Prensa “Réplica de Villber”; Diario El Pulso, Villa Constitución, 26/7/1985.
[67] Diario El Pulso, Villa Constitución, 22/11/1985, pp. 1 y 3 y 29/11/1985, p. 6.
[68] Entrevista con un ex jefe de Villber, noviembre de 2011.
[69] “Problemas en Villber”; Diario El Pulso, Villa Constitución, 17/1/1986.
[70] “Alerta a la población”. Diario El Pulso, Villa Constitución, 31/1/1986.
[71] Diario El Pulso, Villa Constitución, 14/2/1986.
[72] Diario El Pulso, Villa Constitución, 21/2/1986.
[73] Diario El Pulso, Villa Constitución, 14/3/1986.
[74] Programa del gobierno radical consistente en una canasta de alimentos que se entregaba mensualmente a los hogares mas humildes.
[75] BERESTÁN, I., op.
cit., pp.
[76] Facsímil de la presentación judicial de
[77] Entrevista con
[78] Entrevista con un ex jefe de Villber, octubre de 2011.
[79] “Posible quiebra de Villber”, en Diario El Pulso, Villa Constitución, 12/9/1986.
[80] En los últimos 70 años se aplicaron varias leyes de promoción industrial. En general, perseguían el propósito de disminuir las diferencias entre las provincias industrializadas y las que eran predominantemente rurales o carentes de desarrollo industrial. Los beneficios para las empresas eran importantes exenciones impositivas y en muchos casos fracasaron porque los industriales priorizaron esas ventajas impositivas por sobre la radicación de industrias y la generación de empleo.
[81] Entrevista con Victorio Paulón, Rosario, noviembre de 2011.
[82] Entrevista con