Imaginario social y formas de hacer política en

 el interior bonaerense. Un periódico socialista iluminando

 la noche política de Benito Juárez

 

Silvana Gómez

(UNCPBA / CIEP-UNCPBA / UNLP; sagkalle@gmail.com)

 

 

Introducción

Intentar reflexionar en torno al imaginario social y las formas de hacer política en el interior bonaerense supone adentrarse tanto en las profundas transformaciones acaecidas en los albores del siglo XX como en las múltiples permanencias. La praxis política en diversos espacios locales resultó situada en la encrucijada de sostener prácticas ya conocidas en un contexto de innovaciones. Por momentos, la cuestión pareció dirimirse en favor de cierta adecuación de los modos a los nuevos preceptos normativos. En otros, los participantes de la vida política local entendieron su contexto como un escenario altamente conflictivo, consecuencia de las contradicciones establecidas entre lo que se esperaba de un nuevo mundo político y la persistencia de la “vieja política criolla”. El imaginario social, en este sentido, dio cuenta del ímpetu con que los actores vivenciaron estos años.

En este trabajo, analizamos la vida política de Benito Juárez en las primeras décadas del siglo XX, perfilada alrededor de un liderazgo sostenido por más de treinta años, los entramados clientelares que lo hicieron posible y las resistencias de algunos miembros de la sociedad a esa preminencia. En nuestro abordaje, analizamos el periódico “Claridad”, órgano oficial del Centro Socialista local. Consideramos que esta publicación se nos presenta como una fuente extraordinaria en el estudio del clientelismo, la personalización de la política, las actuaciones partidarias, la politización de los periódicos y la construcción de un singular imaginario. Constituye un indicio insoslayable si se quiere reflexionar acerca del mundo político bonaerense analizando, no sólo los significativos cambios que acontecieron a comienzos de siglo, sino y sobre todo, las continuidades en las formas en que los actores pensaron, percibieron y practicaron la política. Representa, además, una documentación que permite interrogarnos acerca de la construcción de las imágenes socialmente imaginadas como representaciones de las percepciones de los actores que pusieron en marcha los engranajes de las maquinarias electorales, quiénes se resistieron a estas antiguas/novedosas formas de control electoral y las estrategias utilizadas por diversos miembros de la población en contextos donde el clientelismo dotaba de sentido y orientaba las formas de hacer política.

 

I.

 

El universo político de Benito Juárez giró durante el primer tercio del siglo XX en torno a Pedro Díaz Pumará. El líder nació en el barrio porteño de Belgrano en 1875 y tras estudiar en la Universidad Nacional de La Plata las carreras de Ingeniería Agrónoma y Ciencias Veterinarias, se trasladó a Benito Juárez en 1898, convirtiéndose rápidamente en el principal referente político de esa localidad del sudeste bonaerense. Había llegado al pueblo -al parecer recomendado por el Coronel Falcón- para organizar una nueva cabaña dentro de la estancia “Dos Marías”, propiedad de un destacado político, Cecilio López. Benito Juárez por aquellos días se presentaba como una comunidad que no superaba los 18.000 habitantes, fuertemente ligada a las actividades agrarias.

Hacia 1902, en un contexto de acefalía municipal, Díaz Pumará se hizo cargo de la intendencia por disposición del gobierno provincial. Desde entonces y por más de tres décadas, se posicionó como la figura política sobresaliente en el nivel local. El 1º de octubre de 1905 resultó electo Intendente. Durante este mandato, instaló el alumbrado público a alcohol carburado, la usina de agua corriente y fundó el periódico “El Nacional”, una publicación visiblemente oficialista. En 1907, se transformó en Presidente del Concejo Deliberante, cargo que ocupó hasta 1908. En 1909 fue elegido nuevamente Intendente hasta 1914. En paralelo a las funciones locales, entre 1908 y 1912 ocupó un cargo de Diputado en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires. En 1915 formó parte del Concejo Deliberante y su iniciativa llevó a que se funde la Escuela Normal Popular, que dependía de las autoridades escolares de la Provincia y expedía el título de Maestro Normal Infantil. En 1916 fue presidente del Concejo Deliberante hasta 1917, cuando nuevamente fue elegido Intendente, cargo que ocupó hasta 1918. Entre 1921 y 1923 volvió a desempeñarse en la intendencia. En 1932 fue Intendente hasta 1935, cuando falleció estando en el cargo. En los años previos a su muerte fue nombrado Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires.

El poderío de Díaz Pumará se mantuvo merced a una amplia red clientelar que incluía personas provenientes de diversos sectores sociales. Entendemos por relaciones clientelares “[…] un intercambio personalizado de favores, bienes y servicios por apoyo político y votos entre masas y élites”. Estas relaciones constituyen un tipo específico de lazo social que oscila entre un carácter dominante en algunas circunstancias o marginal en otras; además, estas vinculaciones admiten la existencia de redes sociales particularmente dinámicas donde interactúan clientes y patrones (o mediadores). A partir de las reflexiones de Bourdieu, afirmamos que tanto el intercambio como los aspectos subjetivos que lo posibilitan son sumamente importantes para entender la “lógica práctica”. En este sentido, el intervalo de tiempo que separa al don del contra-don permite el “autoengaño colectivo”, al entender una relación obligada e interesada como todo lo contrario.

Aunque en los primeros años de su trayectoria Don Pedro encontró dificultades para consolidar su poder, para la década de 1920 contaba con una sólida base de apoyo. Un sector de hombres cercanos dominaron algunos puestos claves en el Poder Legislativo y ejecutivo local, mientras Díaz Pumará pudo reservarse para sí, las funciones judiciales. En estos años, la Defensa Comunal –el partido pumarista que deberíamos entender como la institucionalización de la voluntad del jefe político- dominó la vida política local. Socialistas y radicales intentaron, sin embargo, contrarrestar este predominio a partir de las denuncias, acusaciones y el llamado a la reflexión de la comunidad. Los periódicos, en este sentido, jugaron un rol fundamental. Pero fue particularmente “Claridad” el que se planteó abiertamente la lucha contra el avance pumarista.

Intentar dar cuenta de “Claridad”, entonces, implica repensar una trama sociopolítica particular donde las lógicas clientelares y las arbitrariedades de un jefe político imperaron. Sólo contextualizando, podremos entrever los cometidos, las finalidades y las dificultades que atravesó el proyecto político socialista, plasmado creemos, en la edición de su propio periódico y de una línea editorial fuertemente opositora.

 

II.

Aunque hallamos indicios de la existencia de actividades socialistas en Benito Juárez en los albores del siglo XX, se considera como fecha fundacional del Centro Socialista el año 1915. Las actas que actualmente se conservan corresponden al período abierto en ese momento y en ellas, se hace referencia a una refundación que se llevó a cabo el 29 de agosto de 1915.

El Centro se conformó con un Secretario General, un Secretario de Acta, un Tesorero, cinco Vocales y dos Revisores de Cuentas. Las reuniones partidarias eran mensuales. En estas reuniones, se organizaba la agenda en el plano local. Se resolvía si se presentarían listas en las elecciones de la comuna; en el caso de decidir la participación, se elegían por votación los miembros del Centro que conformarían esas listas y se discutían y redactaban las plataformas electorales. Muchas de estas elecciones, terminaban –según se expresa en las actas- en agitados debates. Desde el Centro, también se organizaban las conferencias que se realizaban en el pueblo.

¿Cuáles fueron los desafíos que enfrentó el socialismo en Juárez? ¿Pudo superar los obstáculos que el pumarismo le impuso? Creemos que hubo dos dificultades íntimamente relacionadas: la insuficiencia de fondos y la problemática inserción de una figura política en el ámbito local.

En los primeros años, dicha insuficiencia fue un importante problema. En variadas oportunidades, se resolvió desde el Centro no asistir a un Congreso del Partido ni participar de algunas actividades debido a la escasez de recursos. En el año 1915, se decidió fundar el periódico “El Tribuno”, pero el problema de los fondos impidió su concreción. Similares dificultades se encontraron cuando se quiso organizar la biblioteca “Sarmiento”.

Los fondos provenían de los aportes de los miembros. De hecho, la Comisión Directiva era intransigente respecto al pago de la contribución y en diversas oportunidades, varios afiliados fueron dados de baja por su condición de morosos. Aunque la incorporación de un número mayor de personas hubiera significado mayores ingresos para el Centro, la solicitud de afiliación no significaba el acceso directo al socialismo local y existieron casos donde se negaba dicha incorporación, aunque por el momento no sabemos las causas.

Un segundo problema se vinculó a la inserción del Centro en la escena política. Los socialistas intentaron proyectar en el medio local a dos de sus grandes hombres: los hermanos Ángel y Ramón Sebastián. Aunque al primero lo encontramos como miembro del partido ya en 1915, su hermano Ramón recién llegó a incorporarse el 26 de septiembre de 1919. Ángel fue la proyección política municipal, una figura que se forjaba para ocupar cargos en la administración. Ramón, por su parte, llevó adelante las tareas del Centro y estuvo al frente de “Claridad”.

Más allá de estas complicaciones iniciales, las cuales se registran en las Actas del Centro, en el plano discursivo los socialistas de Benito Juárez creían que las dificultades que encontraron en la inserción política local se debían a la falta de comicios limpios. En este sentido desde “Claridad”, se insistió en que el fraude radicaba en “(…) la peste del pumarismo como un castigo a la inercia popular y como una modalidad del atrazado medio ambiente político argentino (…)”.

A través de “Claridad” cuestionaron sistemáticamente el manejo que declaraban inescrupuloso de empleos y fondos municipales como retribución del apoyo en elecciones o la simple pero siempre efectiva estrategia de fraguar los padrones –sobre todo el de extranjeros-. Según ellos, este intercambio de favores por apoyo fue posibilitado por la ausencia de ciudadanos “conscientes” ya que –en opinión de los socialistas- Díaz Pumará se topaba con una base social carente de dignidad, que actuó en concomitancia con lo que el jefe proclamaba. Se atendió constantemente a la formación de maquinarias electorales pumaristas y se denunció la constitución de cuadrillas electorales.

¿Por qué el socialismo encontró estas dificultades para insertarse exitosamente en la política local? ¿Por qué no pudo contrarrestar el predominio pumarista? La mirada municipal que aporta Paredes al explorar el caso de la ciudad de Campana entre 1910 y 1930 permite sugerir algunas respuestas a estos interrogantes. Paredes afirma que -a excepción de los socialistas- radicales y conservadores tuvieron jefes políticos y ello se debió a la inserción social y las redes que determinadas personas construían aún antes de movilizar sus recursos en pro de una agrupación. Los socialistas se insertaron tardíamente en un escenario donde ya estas redes estaban constituidas y por ende, no supieron contar con estos patrones políticos. Tal vez esta experiencia en Campana permite entrever una serie de dificultades que fueron propias del socialismo en el interior.

 

III.

En un examen de la historiografía reciente de la gestación, auge y crisis del orden oligárquico en la Argentina, Eduardo Míguez -proponiendo el ejemplo de “El Eco de Tandil” para el interior bonaerense- destaca que algunos periódicos del interior tuvieron una lógica mucho menos partidaria, pero no por eso menos politizada, que la prensa de las grandes ciudades. Esta afirmación puede relativizarse con el estudio de la prensa en Benito Juárez. La historia de los periódicos parece encontrar su primer gran publicación en “La liga del Sur” (1887). Bajo la dirección de Alberto Bravo, era la expresión de la agrupación política surgida con el mismo nombre. A partir del 1 de agosto de 1889, el periódico pasó a llamarse “El Fénix”, tras la refundación encabezada por Urbano García. El 4 de febrero de 1902, hizo su aparición “El Independiente”. Exponente de la política conservadora, bajo la dirección de Gabino Gallo, se transformó rápidamente en uno de los bastiones fundamentales de la política pumarista. Sólo dos años después, “El Nacional” se embanderaba en la defensa de Díaz Pumará. En 1928, otro diario pumarista hizo su aparición “El Sud”, aunque rápidamente –para 1930- dejó de circular. El periódico “Tribuna” apareció el 17 de diciembre de 1927 y apuntó a ser defensa del radicalismo en Benito Juárez; posteriormente, apareció “El Ideal”, el único que no se presentaba como explícitamente partidario.

En la década de 1920 surgió también, como ya adelantáramos, “Claridad”. Fundado en 1923, se constituyó como un periódico bisemanal que aparecía los días martes y viernes. La publicación tuvo entre seis y ocho páginas. Compartió con el periódico “Tribuna” la denuncia a la forma de ejercer el poder político de Díaz Pumará. No obstante, se diferenció de la publicación radicalista en dos rasgos distintivos: por un lado, la referencia permanente a Díaz Pumará y su base social de apoyo; por otro, el intento sistemático por generar en los lectores la sensación de verdad.

En lo que respecta al primer rasgo distintivo, cabe destacar que “Claridad” dedicó casi la totalidad de sus páginas al pumarismo. La ubicuidad de la temática se vio reflejada en que no existe un número de Claridad donde no se nombre, denuncie o se intente reflexionar sobre el líder o su base de apoyo, las malversaciones realizadas y los fraudes. Aunque el periódico se definió como el “órgano del Centro Socialista” en Benito Juárez, su cometido político fue la crítica al pumarismo. Si bien desde el noticioso se informaba sobre las propuestas de gobierno así como las listas de candidatos en cada elección, “Claridad” se refirió mucho más al gobierno pumarista que a los proyectos socialistas para la comunidad. Según sus propios dichos, la situación de la comuna –en manos del partido pumarista “Defensa Comunal”- había marcado la trayectoria del periódico:

 

“Desde nuestra aparición a la lid periodística, nos hemos visto en la obligación, gracias a la impudicia y desverguenza de nuestros hombres de desgobiernos, de los sirvientes del caudillo conjuntamente con éste, a ocuparnos casi exclusivamente a poner de relieve; a marcar a fuego; a descubrir ante la opinión pública los pilletes que nos ha tocado en suerte en el gobierno comunal. Y hoy, a más de dos años de lucha tenaz y despiadada con el servilismo e inmoralidad de esta gente, no solamente tenemos que seguir con lo mismo: denunciando con valentía sus malos y viejos procedimientos, sino que con la sangre fría del cirujano que hunde su bisturí para extraer la pústula maloliente, tenemos que descubrir nuevas inmoralidades de nuestros señores del gobierno descomunal”.

 

Los cuestionamientos no sólo se dirigieron al líder sino también a los miembros de su base de apoyo. Particularmente, dentro de esta base la figura del párroco Santiago Trelles es de especial relevancia. El carácter polémico de Trelles tuvo su máxima expresión en “El Ideal”, periódico católico del que era propietario y que defendió a ultranza al pumarismo. De hecho Trelles fue un importante apoyo del líder, ya fuera desde el púlpito o con su presencia en las manifestaciones pumaristas.

Los socialistas mantuvieron varios conflictos con el párroco. En la mayor parte de los casos y por tratarse de difamaciones, injurias y calumnias que Trelles perpetró contra algún miembro de ese centro, los problemas tuvieron que dirimirse en juicios, muchos ganados por los socialistas y donde el párroco, aludiendo a su condición eclesial y exhibiendo que carecía de bienes, se negó a pagar los costos del proceso judicial, tal como correspondía a quien perdía el litigio.

Pero en el contexto local, no solamente “Claridad” denunciaba, criticaba y llamaba a la reflexión de los habitantes por lo que se entendía como un gobierno corrupto. El periódico radical “Tribuna” se diferenciaba de la publicación socialista en que invertía menos esfuerzos pretendiendo colmar sus páginas con artículos que hicieran referencia al pumarismo. A pesar del equilibrio que “Tribuna” supo encontrar entre el comentario de algunas noticias y las críticas al pumarismo –equilibrio que no existió en “Claridad”- luego de 1928 y como consecuencia de la vinculación de Díaz Pumará al antipersonalismo local- el periódico realizó fuertes críticas. El 31 de marzo de 1928 los radicales se hicieron eco de un rumor que con el correr de los meses sería confirmado: “Por ahí dicen que Díaz Pumará ha sido incluido en la lista antipersonalista de candidatos a electores de presidente (OTRA VEZ CANDIDATO) qué escasez de hombres debe tener la citada agrupación”

Por otra parte, y en referencia a la segunda característica que distinguió a “Claridad”, destacamos que las denuncias efectuadas por el periódico socialista siempre estuvieron acompañadas por “pruebas” que eran publicadas junto a los artículos. Utilizaron varios recursos para crear en los lectores la sensación de veracidad. Uno muy frecuente consistió en referirse a una crónica de la comunidad transcribiendo para ello lo que un periódico de una localidad vecina había publicado. Ejemplo de esta situación es la publicación de un artículo originalmente presentado en “La Voz del Pueblo”, de Tres Arroyos, donde se describía la situación del Hospital Alsina (Benito Juárez). Allí se informaba acerca de las condiciones precarias del nosocomio como consecuencia de que la comisión de damas que lo presidía había sido destituida y en su lugar lo administraba Díaz Pumará. Se insistía en las condiciones paupérrimas del mismo relatando la historia de una joven hospitalizada a causa de algunas quemaduras que finalmente había muerto agusanada por la falta de higiene del lugar.

Otra técnica para intentar generar la sensación de verdad fue la publicación de los telegramas oficiales producidos en medio de un conflicto municipal. Tras el intento de exonerar de sus funciones a dos maestros –que se manifestaban públicamente como opositores- durante los años `20, el periódico publicó toda la documentación enviada desde Benito Juárez a las autoridades provinciales, y las repuestas originadas en La Plata. Otra muestra de esta actitud lo constituye la trascripción del telegrama enviado por Ángel Sebastián a la gobernación de la provincia de Buenos Aires en 1925, donde se denunciaba las irregularidades en el sorteo de autoridades de mesa cuyo corolario era que todos los que resultaron electos eran pumaristas.

 

IV.

Sobre tres aristas se construyó el aporte del socialismo al imaginario político local: la bestialización de la política, el recurso de denostar sistemáticamente al adversario político y la utilización frecuente de arcaísmos.

En primer lugar, cabe destacar que gran parte del imaginario político del espacio local aquí analizado se construyó a partir de la analogía de ciertos personajes, partidos o agrupaciones políticas a seres del mundo animal. Una muestra de ello es el sobrenombre impuesto por los socialistas al jefe político durante la década de 1920. El apellido Díaz Pumará dio paso al calificativo “puma”, que además contiene en sí una carga discursiva: se lo semeja a uno de los ejemplares más feroces del reino animal. En la mayoría de los números de “Claridad” se refleja esta asociación. Los radicales, por su parte, reutilizaron el término socialista en el mismo sentido. No obstante, desde “Claridad”, el concepto puma se amplió para llamar así a los hombres más cercanos a Díaz Pumará:“(…) ¡Y después los escribas y lenguaraces pumas dicen que son patriotas y honestas personas los de la Defensa Comunal! (…)” y un periódico oficialista, “El Independiente”, fue llamado “El dependiente puma”.

Los miembros de la base social de apoyo del líder fueron identificados como canes: “(…) un tejido de estupideces dignas de un todo del cacique que agasapado en la zombra lanza a su jauria de perros hambrientos e hidrófobos contra todo lo de honesto y honrado tiene el pueblo que lo desprecia (…)”; “(…) el caudillo y su turba de canes famélicos (…)” ; “(…) por miedo unos y por hambre canina otros siguen como el perro a su amo”.

Aunque “Claridad” constituye el prototipo en la utilización del recurso, la bestialización de la política en el nivel local no era propia del socialismo Los radicales desde las páginas de “Tribuna” insistieron en el señalamiento de Pumará bajo otras formas animales, tales como cochino o camaleón, esta última en particular cuando el jefe político, luego de una larga trayectoria en el conservadurismo local, pasó a dirigir las filas del radicalismo antipersonalista en Benito Juárez.

Un segundo componente del imaginario fue la práctica de denostar a algunas personas, instituciones o periódicos. Radicales y socialistas desde sus publicaciones apelaron a esta práctica, aunque nuevamente en este sentido fue “Claridad” quien potenció su utilización. En 1927, el periódico incorporó a su léxico el término “pumarear” como sinónimo de hurto y defraudaciones. Un episodio que por aquel momento conmocionó a la población juarense y fue denominado por los sectores opositores como “El affaire de la usina” – y que básicamente consistió en la denuncia de una malversación de fondos- fue llamado en la prensa “La Pumareada en la Usina eléctrica local”. Las denuncias de robo en estancias –al parecer bastante frecuentes en la época- fueron presentadas por los socialistas en estos mismos términos.

“Tribuna” reutilizaba el concepto socialista. Hacia finales de la década de 1920, en un artículo titulado “Pumará Pumareado”, los radicales afirmaron:

 

“En la comisaría local Pumará ha hecho una denuncia por la cual se dice víctima (?) del robo de dos potros que valúa en trescientos pesos.

Como puede verse Pumará ha sido pumareado y si se lograra la detención del autor, estaría eximido de pena, por cuanto el juez no tendría más que aplicar el rigorismo que dice: “Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”… (…)”

 

El tercer y último elemento que compone a nuestro juicio el aporte del socialismo al imaginario político de la comunidad es la utilización de arcaísmos. Una de las denominaciones más habituales fue la de “Caudillo”. “Claridad” optaba por publicar titulares que daban cuenta de ello: “Otro zarpazo del caudillo prepotente y bárbaro contra la educación común”; “(…) el funesto desgobierno comunal del caudillo Pumará”.

Hay varios artículos donde se destaca que el uso del concepto caudillo daba cuenta de la realidad decimonónica. Ejemplo de ello es la comparación entre la denominación de “Puma” que recibió Díaz Pumará con la del “El Tigre de los llanos”, mote de Facundo Quiroga, y que se tituló: “La prensa que educa, molesta al caudillaje rapaz, brutal e ignorante”.

La utilización de cacique y caudillo como sinónimos es notoria: “(...) todos los comités del caudillo están manchados por sangre y los que los capitanean, empezando por el cacique, son asesinos (…)”.

A juicio de los socialistas, el caudillismo era un fenómeno del siglo XIX que en localidades como Benito Juárez, donde la educación ciudadana era prácticamente inexistente, encontraba un terreno propicio para desarrollarse. Por esa razón, desde el periódico se dio cuenta de este fenómeno: “El caudillismo es el cáncer que corroe el organismo político argentino. La ignorancia y el servilismo de los elementos inconcientes favorecen su desarrollo, que adquiere, en no pocos casos, caracteres alarmantes (…)”

La idea de que la política criolla es la que imperaba, dominó los escritos socialistas: “(…) cuanto asco nos da este político criollo y sus empleaditos municipales (…)”. En estrecha relación, también solían aparecer menciones al jefe político como “Gaucho” que dirigía milicias o bajo la denominación de “Patrón de estancia”: “(…) la falta absoluta de escrúpulos que caracteriza a ese gaucho que capitanea a una recua de infelices y que hace como si la comuna fuera su estancia. (…)”.

Todavía hacia mediados de siglo, las repercusiones del accionar pumarista estuvieron presentes en la memoria de aquella localidad. Ángel Sebastián recordaba desde el periódico “Patria Nuestra” el predominio político de Díaz Pumará entre 1902/1903 y 1941 -lo que supone que para este político el pumarismo trascendió la muerte de su mentor y figura principal-. Según él, esta hegemonía retrasó la evolución político-social del lugar. En su opinión, el régimen personalista impuesto, de mediocre capacidad, anuló todas las iniciativas de progreso: “(…) el pueblo era una estanzuela que se manejaba muy a la antigua, al igual que esas en las que los cardos tapan puertas y ventanas y las ovejas pierden la lana por acción de la sarna que no se cura”.

Estos conceptos intentaron denotar prácticas de realidades pasadas; el liderazgo de Díaz Pumará, en este sentido, se entendía dentro del imaginario como una suerte de anacronismo en la “evolución” política local. La utilización del término “Feudo” da cuenta de ello: “(…) Díaz Pumará, que ha hecho de Juárez su feudo; “(…) En nuestro feudo del latrocinio pumófilo (…)”, donde además los integrantes del círculo íntimo del jefe político fueron identificados como los “sirvientes del caudillo”. La mayoría de las veces, el término “Feudo” apareció combinado con la idea de caudillismo, lo que nos hace notar la necesidad de los opositores por condenar ciertas políticas como extemporáneas: “(…) en el feudo del caudillo ladrón”;El feudo del caudillo Pumará, ultimo resavio de incultura cívica en el país (…)” o en referencias en que varias elementos del imaginario político se conjugaron: “Aquí en Juárez, feudo del caudillo ladrón don Pedro y campo profucio donde fructifica el servilismo y la incapacidad política que siembra a manos llenas el caudillo (…)”

Diferenciándose en los estilos impartidos desde sus páginas, “Tribuna” y “Claridad” coincidían en repudiar la política criolla, aunque sin estar exentos de polémicas entre ellos mismos. Ambos se mantuvieron lapidarios en sus ataques al líder político y sus hombres más cercanos, como era el párroco Trelles, y al contrarrestar las prácticas de la mayoría en el gobierno, cada uno de los sectores opositores supo formular un discurso propio. Sobre todo, la vinculación del líder en 1928 al antipersonalismo radical dio un vuelco en el discurso de Tribuna –que se mantuvo fiel al liderazgo de Yrigoyen– volviéndose mucho más agudo en sus críticas, en el contexto de un conflicto partidario.

 

Consideraciones finales

Dar cuenta de la vida política del interior bonaerense implica considerar, en primer lugar, a qué fuentes recurrimos cuando intentamos reflexionar en torno a las transformaciones y a las continuidades, en especial, si queremos reposicionar en nuestro análisis, las percepciones construidas, sostenidas y retroalimentadas por actores diversos entre sí y con distintas expectativas. En este sentido, se vuelve perentorio analizar publicaciones periódicas de-construyendo desde “qué lugar” fueron elaborados algunos discursos; pues, en suma, no deberíamos interpretar estas fuentes cómo información de “lo que realmente sucedió”. Se trata, en todo caso, de indicios acerca de las maneras en qué ciertos protagonistas de historias locales vivenciaron su mundo e intentaron mantener algunas formas de la praxis política o trastocarlas.

A lo largo de este trabajo, y como elección metodológica, intentamos estudiar el complejo entramado sociopolítico de una pequeña comunidad bonaerense: Benito Juárez, durante las primeras décadas del siglo XX. Para hacerlo, analizamos un periódico socialista situándolo en un contexto particular. El propósito del socialismo local, superadas algunas complicaciones iniciales, pudo concretarse con la edición de su propio periódico, definido como el órgano oficial. “Claridad”, entonces, representó la materialización del esfuerzo por introducirse en la vida política local.

En un marco de manifiesto personalismo, la estrategia socialista en Benito Juárez consistió en criticar duramente al liderazgo de Pedro Díaz Pumará y las prácticas políticas que sustentaron esa preeminencia. El periódico intentó demostrar la transparencia de sus acciones, a diferencia del pumarismo, y para ello publicó “pruebas” que respaldaran las acusaciones que realizaban.

El aporte al imaginario social en torno a la política pretendió poner en evidencia la falta de escrúpulos de las acciones emprendidas por el líder y su base; sobre todo, se buscó mostrar que se trataba de prácticas extemporáneas, inmersas aún en la lógica de la “vieja política criolla”.

Un siglo después, cuando recorremos las páginas de “Claridad”, asistimos al proyecto socialista en un contexto de encrucijada: de lo que daban cuenta, y en buena medida también los radicales desde la publicación “Tribuna”, se trata más bien de un conjunto de prácticas que consideraron anacrónicas, dado que las modificaciones en la normativa electoral no había podido transformarlas. La falta de ciudadanos conscientes, y en su lugar la construcción y sostenimiento de una base social de apoyo a un líder que perpetuaba su poder, es el diagnóstico de los socialistas de Benito Juárez de la sociedad en la que se encontraban; constituye además, para “Claridad”, las causas de sus falencias en la inserción política local. Al manifestar ciertos rasgos de esta sociedad (exacerbando algunos, desmereciendo otros) nos permite entrever un panorama político complejo y denso, donde el imaginario social no es sólo la forma de entender el universo político del que formaban parte: es, por sobre todo, construirlo. Se trata, en suma, de los modos en que estos actores percibieron su propia realidad y fueron forjando, un horizonte de expectativas futuras.

El nombre del periódico puede entenderse en esta clave: los socialistas intentaron iluminar el camino político oscuro que recorría en los albores del siglo XX la localidad bajo el liderazgo del puma que había hecho de Juárez su feudo.

 

 

RESUMEN

Imaginario social y formas de hacer política en el interior bonaerense. Un periódico socialista iluminando la noche política de Benito Juárez

En este trabajo, intentaremos dar cuenta del mundo político de Benito Juárez, interior de la provincia de Buenos Aires, durante los años ´20 del siglo pasado por medio del estudio del periódico Claridad, el órgano oficial del Centro Socialista de esa localidad. En el primer tercio del siglo XX, la vida política de este partido del sudeste bonaerense, tuvo como principal figura a Pedro Díaz Pumará. Su liderazgo se mantuvo merced a una amplia red clientelar que incluyó a personas provenientes de diversos sectores sociales. “Claridad”, fundado en 1923, tuvo como objetivo repudiar las arbitrariedades que, según los socialistas, formaban parte del savoir faire político en este microcosmos.

Palabras clave: prácticas políticas – liderazgo – interior bonaerense- discurso socialista

 

ABSTRACT

Social imaginary and ways of doing politics in the Buenos Aires inside. A socialist newspaper illuminating the political night of Benito Juárez

In this paper, we will try to account for the political world of Benito Juárez, within the province of Buenos Aires, during the 20s of the last century through the study of “Claridad” newspaper, the official organ of the Socialist Center of the town.

In the first third of the twentieth century, the political life of this party southeast of Buenos Aires, had as main figure Pumara Pedro Diaz. His leadership was maintained thanks to a wide network of clients that included people from various social sectors. In the period analyzed here, the preeminence of this leader seemed to find limits. “Claridad”, founded in 1923, was to repudiate the arbitrary, as socialists, were part of the political savoir faire in this microcosm.

Key words: political practices- leadership- inside Buenos Aires- socialist discourse

 

 

Recibido: 30/03/2014

Evaluado: 27/06/2014

Version final: 01/09/2014

 

 

Notas

Profesora y Licenciada en Historia (UNCPBA). Miembro del Centro Interdisciplinario de Estudios Políticos, Sociales y Jurídicos (CIEP-UNCPBA). Becaria CONICET. Docente en nivel superior. Actualmente, realiza el Doctorado en Historia (UNLP).

Aunque la vida política en las primeras décadas del siglo XX en nuestro país estuvo caracterizada por diversas transformaciones –entre las que se destaca la sanción de la ley Sáenz Peña de 1912- desde hace unas dos décadas varios estudios intentan dar cuenta no sólo de los cambios sino de las continuidades en las formas políticas de aquellos años. En este sentido, el trabajo de Sábato –que desmitificó la ampliación gradual de la ciudadanía- y los de Devoto y Ferrari, Melón y Pastoriza, Karush, Miguez, Ferrari, entre otros, apuntan a develar que el savoir faire político comprendía prácticas similares a las de la vieja política criolla. Véase SÁBATO, Hilda La política en las calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862-1880. Sudamericana, Bs. As., 1998, 294 p.; DEVOTO, Fernando y FERRARI, Marcela La construcción de las democracias rioplatenses: proyectos institucionales y prácticas políticas, 1900-1930. Biblos, Bs. As., 1994, 268 p.; MELÓN, Julio y PASTORIZA, Elisa: Los caminos de la democracia. Alternativa y prácticas políticas, 1900-1943 Biblos, Bs. As., 1996, 268 p.; KARUSH, Matthew: “Workers, Citizens and the Argentine Nation: Party politics and the working class in Rosario, 1912-3” en Journal of Latin American Studies, V. 31, 1999, p.589-616; MIGUEZ, Eduardo: “El sistema político argentino en la década de 1890” en Desarrollo Económico, Bs. As., 2003, vol. 42, nº 168, pp. 667-671; FERRARI, Marcela. Los políticos en la república radical. Prácticas políticas y construcción de poder (1916-1930). Siglo XXI, Bs. As., 2008, 316 p. Particularmente, Ansaldi ha destacado que el periodo 1912-1930, denominado por el autor como los años de transición de la dominación oligárquica a la democrática, muestra “(…) la permanencia y el despliegue de viejos y estructurales componentes y prácticas de la cultura política argentina: caudillismo, clientelismo, intolerancia, intransigencia, fraude electoral” ANSALDI, Waldo: “La trunca transición del régimen político oligárquico al régimen democrático” en FALCÓN, Ricardo Nueva Historia Argentina, Tomo 6, Bs. As., Sudamericana, 2000. p. 24.

El vínculo de Díaz Pumará con Falcón aparece documentado en algunos periódicos de la localidad. Véase Periódico Patria Nuestra. Suplemento Especial Centenario 1867-1967, Benito Juárez, 31 de octubre de 1967, p. 52.

Cecilio López fue electo para desempeñarse como diputado nacional por el distrito electoral de la provincia de Bs. As. en el período 1906-1910. No obstante su impacto nacional, López fue en primera instancia un personaje destacado en el espacio local. Estación López -poblado que surge a finales del siglo XIX y que en la actualidad sigue perteneciendo al Partido de Benito Juárez- lleva ese nombre porque fue López quién gestionó la llegada del ferrocarril a sus tierras. En ese paraje, fundó una escuela que costeó durante dieciocho años (hasta que fue donada al Consejo Nacional de Educación) y que estaba dirigida a los niños que vivían en la estancia y sus alrededores.

Según censos nacionales, a finales del siglo XIX la población alcanzaba los 1414 habitantes (Censo Nacional de 1895), aumentando de manera significativa muy rápidamente, llegando a tener en 1914 (Tercer Censo Nacional) unos 18000 habitantes, cifra que se mantendría en los próximos 20 años. Este aumento se debe al impacto que la inmigración tuvo en la zona. Estos inmigrantes, como los que ya estaban en el pueblo desde su fundación en 1867 encontraron sustento en las actividades agrarias que se desarrollaban en la zona.

La cuestión de la acefalía es confusa. Los medios locales afirman que se produjo una renuncia masiva (la del intendente Miguel Lasota y siete concejales) y que la municipalidad quedó en acefalía, debido a que continuaron ejerciendo funciones sólo cinco miembros. Sin embargo, en la Cámara de Diputados de la Provincia de Bs. As., se denunció que la acefalía no era tal y que se trataba de una estrategia política para posicionar a una figura vinculada al poder provincial, aunque no hubo tratamiento sobre tablas. Ver Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Provincia de Bs. As., 22 de agosto de 1902.

AUYERO, Javier “Clientelismo político en Argentina: doble vida y negación colectiva” en Perfiles Latinoamericanos N° 20, Junio 2002. p. 44.

BOURDIEU, Pierre El sentido Práctico. Siglo XXI, Bs. As., 2010 (1980), 453 p.

En Benito Juárez, no existe un archivo constituido. La documentación se encuentra en manos de particulares, organizaciones tradicionalistas y bibliotecas públicas. Para el caso particular que aquí nos ocupa, contamos con el Archivo del Centro Socialista de Benito Juárez. Hemos consultado las Actas del Centro para el período1915-1921. Se conserva también el periódico Claridad sólo desde junio de 1924 (no hemos podido rastrear los ejemplares correspondientes al primer año de circulación de esta publicación). Actualmente, el Centro Socialista en la localidad concibe al año 1915 como fecha fundacional, aunque conocen de la existencia de un período anterior, el cual no pueden datar. Entrevista realizada a Néstor Arango, Presidente del Centro Socialista, Benito Juárez, año 2011.

Al parecer, esa refundación se produjo debido a la exclusión que había sufrido Alfredo Palacios del Partido Socialista en el nivel nacional.

Ejemplo de ello fue la discusión que se produjo en noviembre de 1915, con motivo de la elección de los candidatos municipales y al Consejo Escolar. El Acta versa: “Después de un agitado debate, se levanta la sesión”. Ver Actas del Centro Socialista de Benito Juárez, noviembre de 1915.

Estas características no eran particulares del funcionamiento del Centro Socialista en Benito Juárez. Luciano Barandiarán al abordar el caso del socialismo tandilense, da cuenta de similares comportamientos en la lógica partidaria en esa localidad vecina. Las comisiones administrativas se conformaban por elecciones internas. Cada Centro tenía su propia biblioteca y un medio de prensa identificado como el “órgano oficial” del socialismo local. 1915 también significó un punto de inflexión en el Centro de Tandil, ya que numerosos afiliados renunciaron debido a la expulsión de Alfredo Palacios del Partido en el nivel nacional. Véase BARANDIARÁN, Luciano. Un socialista del interior: Juan Nigro en Tandil: 1928-1946. Municipio de Tandil, Tandil, 2009, 99 p.

El proyecto debe haber atravesado varias dificultades, ya que en las Actas del Centro se nombran a tres diferentes bibliotecarios que, en reemplazo de la antigua comisión de la biblioteca, tampoco pudieron llevar a cabo el cometido.

Véase por ejemplo Acta del Centro Socialista del 18 de junio de 1916.

“Nuestra biografía de un ladrón de cueros”, Periódico Claridad, 31 de diciembre de 1925.

Los artículos de Claridad hicieron referencia a la falta de esta actitud “consciente” de los electores juarenses: ¡A las Urnas Ciudadanos! HAY QUE VOTAR CON CONCIENCIA. (…) El pueblo de Juárez tiene pues el deber cívico que cumplir y es de esperar que lo cumpla bien y a conciencia. [Mayúscula en original] “¡A las Urnas Ciudadanos!” Periódico Claridad, 29 de marzo de 1930.

“En el sobre cerrado”, Periódico Claridad, 26 de noviembre de 1925.

PAREDES, Rogelio: "Modernización y clientelismo conservador. Radicales, socialistas y populares en Campana, 1910-1930” en MELÓN, Julio y PASTORIZA, Elisa. Los caminos de la democracia. Alternativas y prácticas políticas, 1900-1943. Universidad Nacional de Mar del Plata, Biblos, 1996, 268 p.

MÍGUEZ, Eduardo “Gestación, auge y crisis del orden político oligárquico en la Argentina. Balance de la historiografía reciente” en Revista Polhis, Año 5, N° 9, Primer Semestre de 2012, pp. 38-68.

Claridad presentaba bajo su nombre en la primera plana la leyenda “Órgano del Centro Socialista”.

“La comandita municipal en acción” Periódico Claridad, 22 de septiembre de 1925.

Trelles fue un personaje controvertido en la comunidad. Los radicales, desde las páginas del periódico Tribuna, le imputaron un gusto desmedido por el alcohol y le atribuyeron relaciones amorosas con mujeres del pueblo. Los socialistas, por su parte, lo acusaron de ser una persona violenta que resolvió sus conflictos en peleas callejeras. Hacia 1930, cuando se produjo el incendio de la Iglesia de Benito Juárez, fue denunciado por la oposición como el responsable del siniestro.

Existen referencias a los comportamientos del párroco en variadas fuentes. En una obra de Rodolfo Walsh, quien vivió parte de su niñez en Benito Juárez, el nombre del párroco, y algunas de sus características, aparecen como protagonistas en el cuento “Cartas” (que aborda la realidad en una estancia del interior bonaerense en la década de 1930). Véase WALSH, Rodolfo. Un quilo de oro. Editorial de la Flor, Bs. As., 2008 (1967) 112 p. Por su parte, Helvio Botana –hijo de Natalio Botana, fundador del periódico Crítica- dedico algunas páginas al clérigo en sus memorias. En 1948, el autor de la biografía sufrió una suerte de crisis espiritual –a su decir- y con 33 años, conoce a Trelles: “Por única vez en mi vida sentí la angustia de la urgencia. Precisaba un cura a mi medida y así fue cómo una madrugada llamé al pueblo de Juárez, al cura Santiago Trelles, jugador, borracho y pendendiero; pero santo”. Botana recupera una serie de anécdotas que vinculan al párroco a peleas con puños (una en Bs. As. con Alfredo Palacios), tiroteos y respuestas inapropiadas a la jerarquía eclesiástica, entro otras. Véase BOTANA, Helvio I. Memorias. Tras los Dientes del Perro. Bs. As., Peña Lillo Editor S.A, 1977.p. 326. Recientemente, el periodista oriundo de Benito Juárez Julio César Carril ha publicado un libro donde episodios de similares características son comentados. Véase CARRIL, Julio César. Pbro. Santiago Trelles. El fraile que no tuvo cura. JCC Editor, La Plata, 2012, 141 p.

En 1926, el concejal y reconocido socialista local Ángel Sebastián elevó una queja a la Provincia por eximir del pago de costas a Santiago Trelles. El juicio disputado entre el socialista y el párroco se había resuelto cuando encontraron culpable a Trelles de injurias perjuradas contra Sebastián. Ver Periódico Claridad, 18 de febrero de 1926. Esta situación ya se había producido entre estos mismos protagonistas unos meses antes. Ver Periódico Claridad, 19 de noviembre de 1925.

“Otra vez candidato” Periódico Tribuna, 31 de marzo de 1928. Mayúscula en original.

Periódico Claridad, 24 de julio de 1924.

Periódico Claridad, 31 de diciembre de 1925.

“Etiqueta Intendentil Pumareana” Periódico Claridad, Martes 2 de octubre de 1928.

Periódico Claridad, 15 de octubre de 1925.

Periódico Claridad, 26 de noviembre de 1925.

Periódico Claridad, 3 de diciembre de 1925.

“Pumará Pumareado” Tribuna, 8 de agosto de 1930.

“Otro zarpazo del caudillo prepotente y bárbaro contra la educación común” Periódico Claridad, 18 de marzo de 1926.

Periódico Claridad, 18 de febrero de 1926.

“La prensa que educa, molesta al caudillaje rapaz, brutal e ignorante” Periódico Claridad, 9 de septiembre de 1926.

“La mentira Pumófila” Periódico Claridad, 26 de enero de 1926.

Periódico Claridad, 26 de enero de 1926.

Periódico Claridad, 18 de febrero de 1926.

Periódico Claridad, 26 de octubre de 1928.

Artículo redactado para el Periódico Patria Nuestra. Edición especial. Benito Juárez, 1952.

Periódico Claridad, 7 de agosto de 1927.

Periódico Claridad 4 de febrero de 1926.

Ibíd.

Periódico Claridad, 31 de diciembre de 1925.

Periódico Claridad, 26 de noviembre de 1925.

Periódico Claridad, 18 de febrero de 1926.

Ejemplo de ello es la polémica desarrollada entre ambos periódicos tras las denuncias de malversaciones de fondo en la Usina Eléctrica de Benito Juárez. Según los socialistas, si el liderazgo de Díaz Pumará se había extendido por casi treinta años, ello se debía a que partidos como la UCR no tenían ningún político audaz capaz de desplazar al pumarismo. Ante estas acusaciones, los radicales respondieron con firmeza poseer todas aquellas cualidades que hacían a un buen político. Ver periódico Claridad, enero de 1928 y Tribuna, enero de 1928.