Imaginario social y formas de hacer
política en
el interior bonaerense. Un
periódico socialista iluminando
la noche política de Benito Juárez
(UNCPBA / CIEP-UNCPBA / UNLP;
sagkalle@gmail.com)
Introducción
Intentar reflexionar en torno al imaginario social y
las formas de hacer política en el interior bonaerense supone adentrarse tanto
en las profundas transformaciones acaecidas en los albores del siglo XX como en
las múltiples permanencias. La praxis política en
diversos espacios locales resultó situada en la encrucijada de sostener
prácticas ya conocidas en un contexto de innovaciones. Por momentos, la
cuestión pareció dirimirse en favor de cierta adecuación de los modos a los
nuevos preceptos normativos. En otros, los participantes de la vida política
local entendieron su contexto como un escenario altamente conflictivo,
consecuencia de las contradicciones establecidas entre lo que se esperaba de un
nuevo mundo político y la persistencia de la “vieja política criolla”. El
imaginario social, en este sentido, dio cuenta del ímpetu con que los actores
vivenciaron estos años.
En este trabajo, analizamos la vida política de Benito
Juárez en las primeras décadas del siglo XX, perfilada alrededor de un
liderazgo sostenido por más de treinta años, los entramados clientelares que lo
hicieron posible y las resistencias de algunos miembros de la sociedad a esa
preminencia. En nuestro abordaje, analizamos el periódico “Claridad”, órgano
oficial del Centro Socialista local. Consideramos que esta publicación se nos
presenta como una fuente extraordinaria en el estudio del clientelismo, la
personalización de la política, las actuaciones partidarias, la politización de
los periódicos y la construcción de un singular imaginario. Constituye un
indicio insoslayable si se quiere reflexionar acerca del mundo político
bonaerense analizando, no sólo los significativos cambios que acontecieron a
comienzos de siglo, sino y sobre todo, las continuidades en las formas en que
los actores pensaron, percibieron y practicaron la política. Representa,
además, una documentación que permite interrogarnos acerca de la construcción
de las imágenes socialmente imaginadas como representaciones de las percepciones
de los actores que pusieron en marcha los engranajes de las maquinarias
electorales, quiénes se resistieron a estas antiguas/novedosas formas de
control electoral y las estrategias utilizadas por diversos miembros de la
población en contextos donde el clientelismo dotaba de sentido y orientaba las
formas de hacer política.
I.
El universo político de Benito Juárez giró durante el
primer tercio del siglo XX en torno a Pedro Díaz Pumará. El líder nació en el
barrio porteño de Belgrano en 1875 y tras estudiar en
Hacia 1902, en un contexto de acefalía municipal, Díaz Pumará se hizo cargo de la intendencia por
disposición del gobierno provincial. Desde entonces y por más de tres décadas,
se posicionó como la figura política sobresaliente en el nivel local. El 1º de
octubre de 1905 resultó electo Intendente. Durante este mandato, instaló el
alumbrado público a alcohol carburado, la usina de agua corriente y fundó el
periódico “El Nacional”, una publicación visiblemente oficialista. En 1907, se
transformó en Presidente del Concejo Deliberante, cargo que ocupó hasta 1908.
En 1909 fue elegido nuevamente Intendente hasta 1914. En paralelo a las
funciones locales, entre 1908 y 1912 ocupó un cargo de Diputado en
El poderío de Díaz Pumará se mantuvo merced a una
amplia red clientelar que incluía personas provenientes de diversos sectores
sociales. Entendemos por relaciones clientelares “[…] un intercambio
personalizado de favores, bienes y servicios por apoyo político y votos entre
masas y élites”. Estas relaciones constituyen un
tipo específico de lazo social que oscila entre un carácter dominante en
algunas circunstancias o marginal en otras; además, estas vinculaciones admiten
la existencia de redes sociales particularmente dinámicas donde interactúan
clientes y patrones (o mediadores). A partir de las reflexiones de Bourdieu,
afirmamos que tanto el intercambio como los aspectos subjetivos que lo
posibilitan son sumamente importantes para entender la “lógica práctica”. En
este sentido, el intervalo de tiempo que separa al don del contra-don permite
el “autoengaño colectivo”, al entender una relación obligada e interesada como
todo lo contrario.
Aunque en los primeros años de su trayectoria Don
Pedro encontró dificultades para consolidar su poder, para la década de 1920
contaba con una sólida base de apoyo. Un sector de hombres cercanos dominaron
algunos puestos claves en el Poder Legislativo y ejecutivo local, mientras Díaz
Pumará pudo reservarse para sí, las funciones judiciales. En estos años,
Intentar dar cuenta de “Claridad”, entonces, implica
repensar una trama sociopolítica particular donde las lógicas clientelares y
las arbitrariedades de un jefe político imperaron. Sólo contextualizando,
podremos entrever los cometidos, las finalidades y las dificultades que
atravesó el proyecto político socialista, plasmado creemos, en la edición de su
propio periódico y de una línea editorial fuertemente opositora.
II.
Aunque hallamos indicios de la existencia de
actividades socialistas en Benito Juárez en los albores del siglo XX, se
considera como fecha fundacional del Centro Socialista el año 1915. Las actas que actualmente se conservan corresponden al período
abierto en ese momento y en ellas, se hace referencia a una refundación que se
llevó a cabo el 29 de agosto de 1915.
El Centro se conformó con un Secretario General, un
Secretario de Acta, un Tesorero, cinco Vocales y dos Revisores de Cuentas. Las
reuniones partidarias eran mensuales. En estas reuniones, se organizaba la
agenda en el plano local. Se resolvía si se presentarían listas en las
elecciones de la comuna; en el caso de decidir la participación, se elegían por
votación los miembros del Centro que conformarían esas listas y se discutían y
redactaban las plataformas electorales. Muchas de estas elecciones, terminaban
–según se expresa en las actas- en agitados debates.
Desde el Centro, también se organizaban las conferencias que se realizaban en
el pueblo.
¿Cuáles fueron los desafíos que enfrentó el socialismo
en Juárez? ¿Pudo superar los obstáculos que el pumarismo le impuso? Creemos que
hubo dos dificultades íntimamente relacionadas: la insuficiencia de fondos y la
problemática inserción de una figura política en el ámbito local.
En los primeros años, dicha insuficiencia fue un
importante problema. En variadas oportunidades, se resolvió desde el Centro no
asistir a un Congreso del Partido ni participar de algunas actividades debido a
la escasez de recursos. En el año 1915, se decidió fundar el periódico “El
Tribuno”, pero el problema de los fondos impidió su concreción. Similares
dificultades se encontraron cuando se quiso organizar la biblioteca
“Sarmiento”.
Los fondos provenían de los aportes de los miembros.
De hecho, la Comisión Directiva era intransigente respecto al pago de la
contribución y en diversas oportunidades, varios afiliados fueron dados de baja
por su condición de morosos. Aunque la incorporación de
un número mayor de personas hubiera significado mayores ingresos para el
Centro, la solicitud de afiliación no significaba el acceso directo al
socialismo local y existieron casos donde se negaba dicha incorporación, aunque
por el momento no sabemos las causas.
Un segundo problema se vinculó a la inserción del
Centro en la escena política. Los socialistas intentaron proyectar en el medio
local a dos de sus grandes hombres: los hermanos Ángel y Ramón Sebastián.
Aunque al primero lo encontramos como miembro del partido ya en 1915, su
hermano Ramón recién llegó a incorporarse el 26 de septiembre de 1919. Ángel
fue la proyección política municipal, una figura que se forjaba para ocupar
cargos en la administración. Ramón, por su parte, llevó adelante las tareas del
Centro y estuvo al frente de “Claridad”.
Más allá de estas complicaciones iniciales, las
cuales se registran en las Actas del Centro, en el plano discursivo los
socialistas de Benito Juárez creían que las dificultades que encontraron en la
inserción política local se debían a la falta de comicios limpios. En este
sentido desde “Claridad”, se insistió en que el fraude radicaba en “(…) la
peste del pumarismo como un castigo a la inercia popular y como una modalidad
del atrazado medio ambiente político argentino (…)”.
A través de “Claridad” cuestionaron
sistemáticamente el manejo que declaraban inescrupuloso de empleos y fondos
municipales como retribución del apoyo en elecciones o la simple pero siempre
efectiva estrategia de fraguar los padrones –sobre todo el de extranjeros-.
Según ellos, este intercambio de favores por apoyo fue posibilitado por la
ausencia de ciudadanos “conscientes” ya que –en opinión
de los socialistas- Díaz Pumará se topaba con una base social carente de
dignidad, que actuó en concomitancia con lo que el jefe proclamaba. Se atendió constantemente a la formación de maquinarias
electorales pumaristas y se denunció la constitución de cuadrillas electorales.
¿Por qué el socialismo encontró estas dificultades
para insertarse exitosamente en la política local? ¿Por qué no pudo
contrarrestar el predominio pumarista? La mirada municipal que aporta Paredes al explorar el caso de la ciudad de Campana entre 1910 y
1930 permite sugerir algunas respuestas a estos interrogantes. Paredes afirma
que -a excepción de los socialistas- radicales y conservadores tuvieron jefes
políticos y ello se debió a la inserción social y las redes que determinadas
personas construían aún antes de movilizar sus recursos en pro de una
agrupación. Los socialistas se insertaron tardíamente en un escenario donde ya
estas redes estaban constituidas y por ende, no supieron contar con estos
patrones políticos. Tal vez esta experiencia en Campana permite entrever una
serie de dificultades que fueron propias del socialismo en el interior.
III.
En un examen de la historiografía reciente de la
gestación, auge y crisis del orden oligárquico en
En la década de 1920 surgió también, como ya
adelantáramos, “Claridad”. Fundado en 1923, se constituyó como un periódico
bisemanal que aparecía los días martes y viernes. La publicación tuvo entre
seis y ocho páginas. Compartió con el periódico “Tribuna” la denuncia a la
forma de ejercer el poder político de Díaz Pumará. No obstante, se diferenció
de la publicación radicalista en dos rasgos distintivos: por un lado, la
referencia permanente a Díaz Pumará y su base social de apoyo; por otro, el
intento sistemático por generar en los lectores la sensación de verdad.
En lo que respecta al primer rasgo distintivo, cabe
destacar que “Claridad” dedicó casi la totalidad de sus páginas al pumarismo.
La ubicuidad de la temática se vio reflejada en que no existe un número de Claridad
donde no se nombre, denuncie o se intente reflexionar sobre el líder o su base
de apoyo, las malversaciones realizadas y los fraudes. Aunque el periódico se
definió como el “órgano del Centro Socialista” en
Benito Juárez, su cometido político fue la crítica al pumarismo. Si bien desde
el noticioso se informaba sobre las propuestas de gobierno así como las listas
de candidatos en cada elección, “Claridad” se refirió mucho más al gobierno
pumarista que a los proyectos socialistas para la comunidad. Según sus propios
dichos, la situación de la comuna –en manos del partido pumarista “Defensa
Comunal”- había marcado la trayectoria del periódico:
“Desde nuestra aparición a la lid
periodística, nos hemos visto en la obligación, gracias a la impudicia y
desverguenza de nuestros hombres de desgobiernos, de los sirvientes del
caudillo conjuntamente con éste, a ocuparnos casi exclusivamente a poner de
relieve; a marcar a fuego; a descubrir ante la opinión pública los pilletes que
nos ha tocado en suerte en el gobierno comunal. Y hoy, a más de dos años de
lucha tenaz y despiadada con el servilismo e inmoralidad de esta gente, no
solamente tenemos que seguir con lo mismo: denunciando con valentía sus malos y
viejos procedimientos, sino que con la sangre fría del cirujano que hunde su
bisturí para extraer la pústula maloliente, tenemos que descubrir nuevas
inmoralidades de nuestros señores del gobierno descomunal”.
Los cuestionamientos no sólo se dirigieron al líder sino
también a los miembros de su base de apoyo. Particularmente, dentro de esta
base la figura del párroco Santiago Trelles es de especial relevancia. El
carácter polémico de Trelles tuvo su máxima expresión
en “El Ideal”, periódico católico del que era propietario y que defendió a
ultranza al pumarismo. De hecho Trelles fue un importante apoyo del líder, ya
fuera desde el púlpito o con su presencia en las manifestaciones pumaristas.
Los socialistas mantuvieron varios conflictos con el
párroco. En la mayor parte de los casos y por tratarse de difamaciones,
injurias y calumnias que Trelles perpetró contra algún miembro de ese centro,
los problemas tuvieron que dirimirse en juicios, muchos ganados por los
socialistas y donde el párroco, aludiendo a su condición eclesial y exhibiendo
que carecía de bienes, se negó a pagar los costos del proceso judicial, tal
como correspondía a quien perdía el litigio.
Pero en el contexto local, no solamente “Claridad”
denunciaba, criticaba y llamaba a la reflexión de los habitantes por lo que se
entendía como un gobierno corrupto. El periódico radical “Tribuna” se
diferenciaba de la publicación socialista en que invertía menos esfuerzos
pretendiendo colmar sus páginas con artículos que hicieran referencia al
pumarismo. A pesar del equilibrio que “Tribuna” supo encontrar entre el
comentario de algunas noticias y las críticas al pumarismo –equilibrio que no
existió en “Claridad”- luego de 1928 y como consecuencia de la vinculación de
Díaz Pumará al antipersonalismo local- el periódico realizó fuertes críticas.
El 31 de marzo de 1928 los radicales se hicieron eco de un rumor que con el
correr de los meses sería confirmado: “Por ahí dicen que Díaz Pumará ha sido
incluido en la lista antipersonalista de candidatos a electores de presidente
(OTRA VEZ CANDIDATO) qué escasez de hombres debe tener la citada agrupación”
Por otra parte, y en referencia a la segunda
característica que distinguió a “Claridad”, destacamos que las denuncias
efectuadas por el periódico socialista siempre estuvieron acompañadas por
“pruebas” que eran publicadas junto a los artículos. Utilizaron varios recursos
para crear en los lectores la sensación de veracidad. Uno muy frecuente
consistió en referirse a una crónica de la comunidad transcribiendo para ello
lo que un periódico de una localidad vecina había publicado. Ejemplo de esta
situación es la publicación de un artículo originalmente presentado en “La Voz
del Pueblo”, de Tres Arroyos, donde se describía la situación del Hospital
Alsina (Benito Juárez). Allí se informaba acerca de las condiciones precarias
del nosocomio como consecuencia de que la comisión de damas que lo presidía
había sido destituida y en su lugar lo administraba Díaz Pumará. Se insistía en
las condiciones paupérrimas del mismo relatando la historia de una joven
hospitalizada a causa de algunas quemaduras que finalmente había muerto
agusanada por la falta de higiene del lugar.
Otra técnica para intentar generar la sensación de
verdad fue la publicación de los telegramas oficiales producidos en medio de un
conflicto municipal. Tras el intento de exonerar de sus funciones a dos
maestros –que se manifestaban públicamente como opositores- durante los años
`20, el periódico publicó toda la documentación enviada desde Benito Juárez a
las autoridades provinciales, y las repuestas originadas en
IV.
Sobre tres aristas se construyó el aporte del
socialismo al imaginario político local: la bestialización de la política, el
recurso de denostar sistemáticamente al adversario político y la utilización
frecuente de arcaísmos.
En primer lugar, cabe destacar que gran parte del
imaginario político del espacio local aquí analizado se construyó a partir de
la analogía de ciertos personajes, partidos o agrupaciones políticas a seres
del mundo animal. Una muestra de ello es el sobrenombre impuesto por los
socialistas al jefe político durante la década de 1920. El apellido Díaz Pumará
dio paso al calificativo “puma”, que además contiene en sí una carga
discursiva: se lo semeja a uno de los ejemplares más feroces del reino animal.
En la mayoría de los números de “Claridad” se refleja esta
asociación. Los radicales, por su parte, reutilizaron el término socialista en
el mismo sentido. No obstante, desde “Claridad”, el concepto puma se amplió
para llamar así a los hombres más cercanos a Díaz Pumará:“(…) ¡Y después los
escribas y lenguaraces pumas dicen que son patriotas y honestas personas los de
Los miembros de la base social de apoyo del líder
fueron identificados como canes: “(…) un tejido de estupideces dignas de un
todo del cacique que agasapado en la zombra lanza a su jauria de perros
hambrientos e hidrófobos contra todo lo de honesto y honrado tiene el pueblo
que lo desprecia (…)”; “(…) el caudillo y su turba de
canes famélicos (…)” ; “(…) por miedo unos y por hambre
canina otros siguen como el perro a su amo”.
Aunque “Claridad” constituye el prototipo en la
utilización del recurso, la bestialización de la política en el nivel local no
era propia del socialismo Los radicales desde las páginas de “Tribuna”
insistieron en el señalamiento de Pumará bajo otras formas animales, tales como
cochino o camaleón, esta última en particular cuando el jefe político, luego de
una larga trayectoria en el conservadurismo local, pasó a dirigir las filas del
radicalismo antipersonalista en Benito Juárez.
Un segundo componente del imaginario fue la práctica
de denostar a algunas personas, instituciones o periódicos. Radicales y
socialistas desde sus publicaciones apelaron a esta práctica, aunque nuevamente
en este sentido fue “Claridad” quien potenció su utilización. En 1927, el
periódico incorporó a su léxico el término “pumarear” como sinónimo de
hurto y defraudaciones. Un episodio que por aquel momento conmocionó a la
población juarense y fue denominado por los sectores opositores como “El
affaire de la usina” – y que básicamente consistió en la denuncia de una
malversación de fondos- fue llamado en la prensa “La Pumareada en
“Tribuna” reutilizaba el concepto socialista.
Hacia finales de la década de 1920, en un artículo titulado “Pumará Pumareado”,
los radicales afirmaron:
“En la comisaría local Pumará ha hecho
una denuncia por la cual se dice víctima (?) del robo de dos potros que valúa
en trescientos pesos.
Como puede verse Pumará ha sido pumareado
y si se lograra la detención del autor, estaría eximido de pena, por cuanto el
juez no tendría más que aplicar el rigorismo que dice: “Ladrón que roba a
ladrón tiene cien años de perdón”… (…)”
El tercer y último elemento que compone a nuestro
juicio el aporte del socialismo al imaginario político de la comunidad es la
utilización de arcaísmos. Una de las denominaciones más habituales fue la de
“Caudillo”. “Claridad” optaba por publicar titulares que daban cuenta de ello:
“Otro zarpazo del caudillo prepotente y bárbaro contra la educación común”; “(…) el funesto desgobierno comunal del caudillo
Pumará”.
Hay varios artículos donde se destaca que el uso del
concepto caudillo daba cuenta de la realidad decimonónica. Ejemplo de ello es
la comparación entre la denominación de “Puma” que recibió Díaz Pumará con la
del “El Tigre de los llanos”, mote de Facundo Quiroga, y que se tituló: “La
prensa que educa, molesta al caudillaje rapaz, brutal e ignorante”.
La utilización de cacique y caudillo como sinónimos es
notoria: “(...) todos los comités del caudillo están manchados por sangre y
los que los capitanean, empezando por el cacique, son asesinos (…)”.
A juicio de los socialistas, el caudillismo era un
fenómeno del siglo XIX que en localidades como Benito Juárez, donde la
educación ciudadana era prácticamente inexistente, encontraba un terreno
propicio para desarrollarse. Por esa razón, desde el periódico se dio cuenta de
este fenómeno: “El caudillismo es el cáncer que corroe el organismo político
argentino. La ignorancia y el servilismo de los elementos inconcientes
favorecen su desarrollo, que adquiere, en no pocos casos, caracteres alarmantes
(…)”
La idea de que la política criolla es la que imperaba,
dominó los escritos socialistas: “(…) cuanto asco nos da este político
criollo y sus empleaditos municipales (…)”. En
estrecha relación, también solían aparecer menciones al jefe político como “Gaucho”
que dirigía milicias o bajo la denominación de “Patrón de estancia”:
“(…) la falta absoluta de escrúpulos que caracteriza a ese gaucho que
capitanea a una recua de infelices y que hace como si la comuna fuera su
estancia. (…)”.
Todavía hacia mediados de siglo, las repercusiones del
accionar pumarista estuvieron presentes en la memoria de aquella localidad.
Ángel Sebastián recordaba desde el periódico “Patria Nuestra” el predominio
político de Díaz Pumará entre 1902/1903 y 1941 -lo que supone que para este
político el pumarismo trascendió la muerte de su mentor y figura principal-.
Según él, esta hegemonía retrasó la evolución político-social del lugar. En su
opinión, el régimen personalista impuesto, de mediocre capacidad, anuló todas
las iniciativas de progreso: “(…) el pueblo era una estanzuela que se
manejaba muy a la antigua, al igual que esas en las que los cardos tapan
puertas y ventanas y las ovejas pierden la lana por acción de la sarna que no
se cura”.
Estos conceptos intentaron denotar prácticas de
realidades pasadas; el liderazgo de Díaz Pumará, en este sentido, se entendía
dentro del imaginario como una suerte de anacronismo en la “evolución” política
local. La utilización del término “Feudo” da cuenta de ello: “(…) Díaz
Pumará, que ha hecho de Juárez su feudo”; “(…) En
nuestro feudo del latrocinio pumófilo (…)”, donde
además los integrantes del círculo íntimo del jefe político fueron
identificados como los “sirvientes del caudillo”.
La mayoría de las veces, el término “Feudo” apareció combinado con la
idea de caudillismo, lo que nos hace notar la necesidad de los opositores por
condenar ciertas políticas como extemporáneas: “(…) en el feudo del caudillo
ladrón”; “El feudo del caudillo Pumará, ultimo
resavio de incultura cívica en el país (…)” o en
referencias en que varias elementos del imaginario político se conjugaron: “Aquí
en Juárez, feudo del caudillo ladrón don Pedro y campo profucio donde
fructifica el servilismo y la incapacidad política que siembra a manos llenas
el caudillo (…)”
Diferenciándose en los estilos impartidos desde sus
páginas, “Tribuna” y “Claridad” coincidían en repudiar la política criolla,
aunque sin estar exentos de polémicas entre ellos mismos.
Ambos se mantuvieron lapidarios en sus ataques al líder político y sus hombres
más cercanos, como era el párroco Trelles, y al contrarrestar las prácticas de
la mayoría en el gobierno, cada uno de los sectores opositores supo formular un
discurso propio. Sobre todo, la vinculación del líder en 1928 al
antipersonalismo radical dio un vuelco en el discurso de Tribuna –que se
mantuvo fiel al liderazgo de Yrigoyen– volviéndose mucho más agudo en sus
críticas, en el contexto de un conflicto partidario.
Consideraciones finales
Dar cuenta de la vida política del interior bonaerense
implica considerar, en primer lugar, a qué fuentes recurrimos cuando intentamos
reflexionar en torno a las transformaciones y a las continuidades, en especial,
si queremos reposicionar en nuestro análisis, las percepciones construidas,
sostenidas y retroalimentadas por actores diversos entre sí y con distintas
expectativas. En este sentido, se vuelve perentorio analizar publicaciones
periódicas de-construyendo desde “qué lugar” fueron elaborados algunos
discursos; pues, en suma, no deberíamos interpretar estas fuentes cómo
información de “lo que realmente sucedió”. Se trata, en todo caso, de indicios
acerca de las maneras en qué ciertos protagonistas de historias locales
vivenciaron su mundo e intentaron mantener algunas formas de la praxis política
o trastocarlas.
A lo largo de este trabajo, y como elección
metodológica, intentamos estudiar el complejo entramado sociopolítico de una
pequeña comunidad bonaerense: Benito Juárez, durante las primeras décadas del
siglo XX. Para hacerlo, analizamos un periódico socialista situándolo en un
contexto particular. El propósito del socialismo local, superadas algunas
complicaciones iniciales, pudo concretarse con la edición de su propio
periódico, definido como el órgano oficial. “Claridad”, entonces, representó la
materialización del esfuerzo por introducirse en la vida política local.
En un marco de manifiesto personalismo, la estrategia
socialista en Benito Juárez consistió en criticar duramente al liderazgo de Pedro
Díaz Pumará y las prácticas políticas que sustentaron esa preeminencia. El
periódico intentó demostrar la transparencia de sus acciones, a diferencia del
pumarismo, y para ello publicó “pruebas” que respaldaran las acusaciones que
realizaban.
El aporte al imaginario social en torno a la política
pretendió poner en evidencia la falta de escrúpulos de las acciones emprendidas
por el líder y su base; sobre todo, se buscó mostrar que se trataba de
prácticas extemporáneas, inmersas aún en la lógica de la “vieja política
criolla”.
Un siglo después, cuando recorremos las páginas de
“Claridad”, asistimos al proyecto socialista en un contexto de encrucijada: de
lo que daban cuenta, y en buena medida también los radicales desde la
publicación “Tribuna”, se trata más bien de un conjunto de prácticas que
consideraron anacrónicas, dado que las modificaciones en la normativa electoral
no había podido transformarlas. La falta de ciudadanos conscientes, y en su
lugar la construcción y sostenimiento de una base social de apoyo a un líder
que perpetuaba su poder, es el diagnóstico de los socialistas de Benito Juárez
de la sociedad en la que se encontraban; constituye además, para “Claridad”,
las causas de sus falencias en la inserción política local. Al manifestar ciertos
rasgos de esta sociedad (exacerbando algunos, desmereciendo otros) nos permite
entrever un panorama político complejo y denso, donde el imaginario social no
es sólo la forma de entender el universo político del que formaban parte: es,
por sobre todo, construirlo. Se trata, en suma, de los modos en que estos
actores percibieron su propia realidad y fueron forjando, un horizonte de
expectativas futuras.
El nombre del periódico puede entenderse en esta
clave: los socialistas intentaron iluminar el camino político oscuro que
recorría en los albores del siglo XX la localidad bajo el liderazgo del puma
que había hecho de Juárez su feudo.
RESUMEN
Imaginario social y formas de hacer
política en el interior bonaerense. Un periódico socialista iluminando la noche
política de Benito Juárez
En este trabajo, intentaremos dar cuenta del mundo
político de Benito Juárez, interior de la provincia de Buenos Aires, durante
los años ´20 del siglo pasado por medio del estudio del periódico Claridad, el
órgano oficial del Centro Socialista de esa localidad. En el primer tercio del
siglo XX, la vida política de este partido del sudeste bonaerense, tuvo como
principal figura a Pedro Díaz Pumará. Su liderazgo se mantuvo merced a una
amplia red clientelar que incluyó a personas provenientes de diversos sectores
sociales. “Claridad”, fundado en 1923, tuvo como objetivo repudiar las
arbitrariedades que, según los socialistas, formaban parte del savoir faire
político en este microcosmos.
Palabras clave: prácticas políticas –
liderazgo – interior bonaerense- discurso socialista
ABSTRACT
Social imaginary and ways of
doing politics in the Buenos Aires inside. A socialist newspaper
illuminating the political night of Benito Juárez
In this paper, we will try to account
for the political world of Benito Juárez, within the province of Buenos Aires,
during the 20s of the last century through the study of “Claridad” newspaper,
the official organ of the Socialist Center of the town.
In the first third of the
twentieth century, the political life of this party southeast of Buenos Aires,
had as main figure Pumara Pedro Diaz. His leadership was maintained thanks to a
wide network of clients that included people from various social sectors. In
the period analyzed here, the preeminence of this leader seemed to find limits.
“Claridad”, founded in 1923, was to repudiate the arbitrary, as socialists,
were part of the political savoir faire in this microcosm.
Key words: political
practices- leadership- inside Buenos Aires- socialist discourse
Recibido: 30/03/2014
Evaluado: 27/06/2014
Version final: 01/09/2014
Notas
Profesora y Licenciada en Historia
(UNCPBA). Miembro del Centro Interdisciplinario de Estudios Políticos, Sociales
y Jurídicos (CIEP-UNCPBA). Becaria CONICET. Docente en nivel superior.
Actualmente, realiza el Doctorado en Historia (UNLP).
Aunque la vida política en las primeras
décadas del siglo XX en nuestro país estuvo caracterizada por diversas
transformaciones –entre las que se destaca la sanción de la ley Sáenz Peña de
1912- desde hace unas dos décadas varios estudios intentan dar cuenta no sólo
de los cambios sino de las continuidades en las formas políticas de aquellos
años. En este sentido, el trabajo de Sábato –que desmitificó la ampliación
gradual de la ciudadanía- y los de Devoto y Ferrari, Melón y Pastoriza, Karush,
Miguez, Ferrari, entre otros, apuntan a develar que el savoir faire político
comprendía prácticas similares a las de la vieja política criolla. Véase
SÁBATO, Hilda La política en las calles. Entre el voto y la movilización.
Buenos Aires, 1862-1880. Sudamericana, Bs. As., 1998, 294 p.;
DEVOTO, Fernando y FERRARI, Marcela La construcción de las democracias
rioplatenses: proyectos institucionales y prácticas políticas, 1900-1930.
Biblos, Bs. As., 1994, 268 p.; MELÓN, Julio y PASTORIZA, Elisa: Los
caminos de la democracia. Alternativa y prácticas políticas, 1900-1943 Biblos,
Bs. As., 1996, 268 p.; KARUSH, Matthew: “Workers, Citizens and the Argentine
Nation: Party politics and the working class in Rosario, 1912-
El vínculo de Díaz Pumará con Falcón
aparece documentado en algunos periódicos de la localidad. Véase Periódico
Patria Nuestra. Suplemento Especial Centenario 1867-1967, Benito Juárez, 31
de octubre de 1967, p. 52.
Cecilio López fue electo para desempeñarse
como diputado nacional por el distrito electoral de la provincia de Bs. As. en
el período 1906-1910. No obstante su impacto nacional, López fue en primera
instancia un personaje destacado en el espacio local. Estación López -poblado
que surge a finales del siglo XIX y que en la actualidad sigue perteneciendo al
Partido de Benito Juárez- lleva ese nombre porque fue López quién gestionó la
llegada del ferrocarril a sus tierras. En ese paraje, fundó una escuela que
costeó durante dieciocho años (hasta que fue donada al Consejo Nacional de
Educación) y que estaba dirigida a los niños que vivían en la estancia y sus
alrededores.
Según censos nacionales, a finales del
siglo XIX la población alcanzaba los 1414 habitantes (Censo Nacional de 1895),
aumentando de manera significativa muy rápidamente, llegando a tener en 1914
(Tercer Censo Nacional) unos 18000 habitantes, cifra que se mantendría en los
próximos 20 años. Este aumento se debe al impacto que la inmigración tuvo en la
zona. Estos inmigrantes, como los que ya estaban en el pueblo desde su
fundación en 1867 encontraron sustento en las actividades agrarias que se
desarrollaban en la zona.
La cuestión de la acefalía es confusa. Los
medios locales afirman que se produjo una renuncia masiva (la del intendente
Miguel Lasota y siete concejales) y que la municipalidad quedó en acefalía,
debido a que continuaron ejerciendo funciones sólo cinco miembros. Sin embargo,
en
AUYERO, Javier “Clientelismo político en
Argentina: doble vida y negación colectiva” en Perfiles Latinoamericanos
N° 20, Junio 2002. p. 44.
En Benito Juárez, no existe un archivo
constituido. La documentación se encuentra en manos de particulares,
organizaciones tradicionalistas y bibliotecas públicas. Para el caso particular
que aquí nos ocupa, contamos con el Archivo del Centro Socialista de Benito
Juárez. Hemos consultado las Actas del Centro para el período1915-1921. Se conserva
también el periódico Claridad sólo desde junio de 1924 (no hemos podido
rastrear los ejemplares correspondientes al primer año de circulación de esta
publicación). Actualmente, el Centro Socialista en la localidad concibe al año
1915 como fecha fundacional, aunque conocen de la existencia de un período
anterior, el cual no pueden datar. Entrevista realizada a Néstor Arango,
Presidente del Centro Socialista, Benito Juárez, año 2011.
Al parecer, esa refundación se produjo
debido a la exclusión que había sufrido Alfredo Palacios del Partido Socialista
en el nivel nacional.
Ejemplo de ello fue la discusión que se
produjo en noviembre de 1915, con motivo de la elección de los candidatos
municipales y al Consejo Escolar. El Acta versa: “Después de un agitado debate,
se levanta la sesión”. Ver Actas del Centro Socialista de Benito Juárez,
noviembre de 1915.
Estas características no eran particulares
del funcionamiento del Centro Socialista en Benito Juárez. Luciano Barandiarán
al abordar el caso del socialismo tandilense, da cuenta de similares
comportamientos en la lógica partidaria en esa localidad vecina. Las comisiones
administrativas se conformaban por elecciones internas. Cada Centro tenía su
propia biblioteca y un medio de prensa identificado como el “órgano oficial”
del socialismo local. 1915 también significó un punto de inflexión en el Centro
de Tandil, ya que numerosos afiliados renunciaron debido a la expulsión de
Alfredo Palacios del Partido en el nivel nacional. Véase BARANDIARÁN, Luciano. Un
socialista del interior: Juan Nigro en Tandil: 1928-1946. Municipio
de Tandil, Tandil, 2009, 99 p.
El proyecto debe haber atravesado varias
dificultades, ya que en las Actas del Centro se nombran a tres diferentes
bibliotecarios que, en reemplazo de la antigua comisión de la biblioteca,
tampoco pudieron llevar a cabo el cometido.
Los artículos de Claridad hicieron
referencia a la falta de esta actitud “consciente” de los electores juarenses: ¡A
las Urnas Ciudadanos! HAY QUE VOTAR CON CONCIENCIA. (…) El pueblo de Juárez
tiene pues el deber cívico que cumplir y es de esperar que lo cumpla bien y a conciencia.
[Mayúscula en original] “¡A las Urnas Ciudadanos!” Periódico Claridad,
29 de marzo de 1930.
PAREDES, Rogelio: "Modernización
y clientelismo conservador. Radicales, socialistas y populares en Campana,
1910-
MÍGUEZ, Eduardo “Gestación, auge y crisis
del orden político oligárquico en
Trelles fue un personaje controvertido en
la comunidad. Los radicales, desde las páginas del periódico Tribuna, le
imputaron un gusto desmedido por el alcohol y le atribuyeron relaciones amorosas
con mujeres del pueblo. Los socialistas, por su parte, lo acusaron de ser una
persona violenta que resolvió sus conflictos en peleas callejeras. Hacia 1930,
cuando se produjo el incendio de la Iglesia de Benito Juárez, fue denunciado
por la oposición como el responsable del siniestro.
Existen referencias a los comportamientos del párroco
en variadas fuentes. En una obra de Rodolfo Walsh, quien vivió parte de su
niñez en Benito Juárez, el nombre del párroco, y algunas de sus
características, aparecen como protagonistas en el cuento “Cartas” (que aborda
la realidad en una estancia del interior bonaerense en la década de 1930).
Véase WALSH, Rodolfo. Un quilo de oro. Editorial de la
Flor, Bs. As., 2008 (1967) 112 p. Por su parte, Helvio Botana –hijo de Natalio
Botana, fundador del periódico Crítica- dedico algunas páginas al clérigo en
sus memorias. En 1948, el autor de la biografía sufrió una suerte de crisis
espiritual –a su decir- y con 33 años, conoce a Trelles: “Por única vez en mi
vida sentí la angustia de la urgencia. Precisaba un cura a mi medida y así fue
cómo una madrugada llamé al pueblo de Juárez, al cura Santiago Trelles,
jugador, borracho y pendendiero; pero santo”. Botana recupera una serie de
anécdotas que vinculan al párroco a peleas con puños (una en Bs. As. con
Alfredo Palacios), tiroteos y respuestas inapropiadas a la jerarquía
eclesiástica, entro otras. Véase BOTANA, Helvio I. Memorias. Tras los
Dientes del Perro. Bs. As., Peña Lillo Editor S.A, 1977.p. 326.
Recientemente, el periodista oriundo de Benito Juárez Julio César Carril ha
publicado un libro donde episodios de similares características son comentados.
Véase CARRIL, Julio César. Pbro. Santiago Trelles. El fraile que no tuvo
cura. JCC Editor, La Plata, 2012, 141 p.
En 1926, el concejal y reconocido
socialista local Ángel Sebastián elevó una queja a
“Otro zarpazo del caudillo prepotente y
bárbaro contra la educación común” Periódico Claridad, 18
de marzo de 1926.
“La prensa que educa, molesta al
caudillaje rapaz, brutal e ignorante” Periódico Claridad, 9
de septiembre de 1926.
Ejemplo de ello es la polémica
desarrollada entre ambos periódicos tras las denuncias de malversaciones de
fondo en