REVISTA
DE LIBROS
LOBATO, Mirta; Historia de las trabajadoras en
La historiadora Mirta Lobato
emprende una deuda historiográfica para con un sujeto escondido entre las
nervaduras de la historia. Se trata de las mujeres trabajadoras de Argentina. A
través de un estudio dotado de erudición y calidad empírica, comienza a
destapar algunos escondites que ocultaban la presencia de las mujeres en el
espacio extradoméstico. El estudio abarca casi un siglo que va desde el primer
registro poblacional del país en 1869 hasta el censo de 1960. El trabajo inicia
una búsqueda de los rasgos que predominan en la larga duración y los
reconstruye deteniéndose en el análisis de conflictos puntuales en el corto tiempo.
De esta manera propone rastrear continuidades y rupturas en la experiencia
laboral femenina contemplando principalmente las representaciones acerca del
trabajo femenino y el aspecto gremial. Se enfoca prioritariamente en trabajos
asalariados: trabajadoras rurales, mujeres que realizan trabajos en el
domicilio, obreras fabriles, empleadas de comercios o servicios. Pero además
refiere de manera innovadora a las campesinas y amas de casa. El abordaje
intenta salir de la perspectiva capitalina, planteando un estudio integral del
país que abarca los centros industriales de Rosario, Córdoba y Buenos Aires
tanto como las zonas rurales de otras provincias. De esta manera esgrime que
las mujeres acceden a trabajos asalariados en la medida en que va creciendo el
consumo y la demanda. En principio se hace un rastreo de los espacios en los
cuales las mujeres de Argentina aparecen tanto como protagonistas
así como actrices de reparto en la esfera productiva o en tareas
extradomésticas. El acceso de mano de obra femenina en la esfera laboral,
aunque con algunas fluctuaciones, aparece de manera ascendente y variada, en
consonancia con el crecimiento del país durante las primeras décadas del siglo
veinte. La prensa y los datos censales ponen de manifiesto esta escala. A diferencia
de esto último, los trabajos rurales aparecen como una pieza perdida, de
dificultosa percepción. De manera comparativa, y por medio de una
decodificación estadística, en la cual incorpora también registros del
Departamento Nacional del Trabajo, va configurando un panorama que abarca
varias décadas en donde se pueden divisar los trabajos en los que se empleaban
las mujeres. Fruto de su incisiva búsqueda revela la participación femenina en
trabajos pertenecientes a las ramas de la construcción y la metalúrgica a
principios de siglo. Por medio de fuentes periodísticas y fotográficas
complementa los datos omitidos por las fuentes estadísticas.
En relación a la “acción colectiva”, Lobato parte de la alusión a la
“huelga como repertorio de confrontación que comienza a gestarse a principios
del siglo XX”. Partiendo de esta apreciación da comienzo a una abrumadora
descripción de huelgas y conflictos en los cuales participaron mujeres que
dominaban la esfera laboral o que compartían el espacio de trabajo con hombres.
Abunda en descripciones que refieren a las resoluciones del conflicto y las
vinculaciones con organizaciones obreras mixtas y femeninas. Resultaría
pertinente ahondar en datos que refieran a las reivindicaciones particulares de
cada conflicto y profundizar sobre qué participación concreta tenían las
mujeres en cada gremio partiendo del interrogante sobre si la participación
gremial de las mujeres fue proporcional a su predominio en la esfera
productiva. Por otra parte resultaría esclarecedor
realizar una comparación de los salarios entre la mano de obra femenina y
masculina para visualizar de manera crítica la desvalorización del salario de
la mujeres y de su rol en la división sexual del trabajo. Este abordaje
serviría para desarrollar la noción de “complementariedad” que expone la
autora. En el último apartado, comienza a problematizar las descripciones. Allí
concluye en que la “acción colectiva” estuvo marcada por rupturas y
disoluciones. Esgrime que las mujeres encontraban limitaciones al pretender
separar el ámbito doméstico del extradoméstico. Pero sobre todo arguye como
limitación en el plano gremial el hecho de que las mujeres no ocupaban un rol
irremplazable en el modelo agroexportador. Esta hipótesis pone de manifiesto
los obstáculos que entorpecieron los reclamos de género. Sin embargo
pienso que es necesario rescatar casos particulares en los cuales las victorias
gremiales fueron protagonizadas por mujeres obreras, fundamentalmente cuando
las mismas eran pieza clave en la producción o en su lugar de trabajo. El caso
de la huelga de las obreras del pescado de Mar del Plata en 1942, que es
mencionado por la autora pero sin desarrollar, expresa
un ejemplo exitoso de organización de obreras mujeres que lograron paralizar la
producción y acceder a sus demandas. Para el período abordado, presenta una
imagen efectiva pero dificultosa y parcializada sobre la participación femenina
en la vida gremial. En las representaciones acerca de la mujer en el mundo del
trabajo, se destaca la visión que hace referencia a los límites de las mujeres
para afrontar el espacio extradoméstico, poniendo de relieve la tensión
existente al combinar la vida productiva con la reproductiva. Alude a la
perspectiva comparada de las diversas corrientes de pensamiento, sobre todo a
las que incidían en el ámbito de representación gremial. Las relaciones que se
establecían entre las diversas corrientes políticas que dirigían los gremios
con las obreras a las que representaban aparecen de forma fragmentada. Si bien
la autora esgrime el juego recurrente entre la larga y la corta duración, este
abordaje dificulta el hilvanado de conclusiones al respecto. En relación a las
desigualdades salariales y los malos tratos que operaban en detrimento de las
mujeres, corrientes como el anarquismo, el comunismo, el socialismo y el
sindicalismo planteaban diferentes posturas. Desde la necesidad de instrucción
social postulada por el anarquismo hasta la importancia de una legislación que
reglamente el trabajo femenino e infantil que postulaban los socialistas.
Durante el predominio del peronismo se planteaba un discurso contradictorio,
por un lado se incitaba la acción gremial y política,
por otro se reforzaba el discurso de la mujer en el hogar. Sin embargo no se profundiza el análisis sobre el vínculo y las
representaciones entre gremio y obreras. Sobre la relación género y clase
Lobato considera que si bien en los conflictos
particulares se visualizan intereses tanto de clase como de género, sin embargo
a largo plazo la cuestión de clase subsumió la de género, considerando la
problemática de las mujeres de manera disgregada de la cuestión de clase. Sin embargo es necesario analizar cada demanda para confirmar si
los reclamos de clase y género eran indefectiblemente contradictorios y si en
todos los casos culminaron en la subordinación del género femenino. Se expone
como rasgo perdurable la subordinación y la discriminación de las mujeres por
encima del acceso de las mismas al mundo del trabajo asalariado y a la
evolución en cuanto a su organización gremial. No se encuentra en este trabajo
una imagen de trabajadora que confronta y protagoniza activamente la lucha por
sus demandas.
Este valioso trabajo empírico aparece desbalanceado en relación a la
parte analítica y problematizadora, lo que conlleva a que los fundamentos de
las hipótesis no tengan un sustento fuerte en relación a las argumentaciones.
Sin embargo, este libro es una referencia ineludible en cuanto a erudición
censal y un gran aporte para la historiografía de género, dado que abre muchos interrogantes
para profundizar. Ofrece una imagen innovadora de los espacios que las mujeres
ocuparon en el ámbito laboral y su participación en diversos procesos de
organización en defensa de sus derechos laborales.
Por Laura Ruocco
(UNMdP - Becaria CONICET. E-mail:
lauraruocco@hotmail.com)
BIDUT, Vilma; Pueblo chico, infierno grande. Afectos,
conflictos y violencia en la campaña santafesina. 1820-1850 Fundación
Esta obra fue editada por
La particularidad del
trabajo tiene como eje principal la vida cotidiana en una pequeña villa y su
campaña, en una región del sur santafesino, donde aparecen justamente los
afectos, conflictos y la violencia: “…una
forma de abordar cuestiones del mundo de la experiencia ordinaria- en el
sentido de mostrar el comportamiento o los valores de una sociedad- centrando
el foco de atención en el proceso de interacción entre los acontecimientos y
tendencias político institucionales, por un lado, y las formas de la vida
cotidiana, por el otro, donde los seres humanos socialmente subalternos fueron
capaces de constituir un mundo por sí mismos, fueron actores que crearon
historia”.
El estudio de las diferentes
realidades históricas de los miembros de las clases inferiores, hace énfasis en
el análisis de la categoría de género, con una mirada interdisciplinaria para
mostrar los comportamientos de las relaciones sociales. Se concentra entre los
años 1820 y 1850; etapa de gran conmoción política en todo el país desde la
desintegración con el vínculo colonial hasta que las provincias fueron
autónomas. En el caso de Santa Fe desde el inicio la administración general
estuvo a cargo del Brigadier General Estanislao López como caudillo.
Para controlar el orden
social el Estado autónomo provincial implementó una política represiva sobre
los comportamientos ilegales. La figura del Gobernador, líder absoluto por esos
tiempos tuvo a la par que las atribuciones ejecutivas, las judiciales para
mantener un código moral en la sociedad.
Todos los conflictos
familiares, de violencia doméstica, de desavenencias económicas, de cuestiones
de honor fueron como dice la autora: “realidades
cotidianas de esta sociedad santafesina…no se trataba de varones y mujeres en
actitudes pasivas ante sus conflictos. Por lo tanto no era raro ver a las
mujeres presentándose ante las autoridades para exigir el cumplimiento de las
responsabilidades por parte de sus maridos dentro de una concepción tradicional
de los roles familiares, especialmente ante la falta de asistencia económica”…
El capítulo 1º analiza la
construcción de la autonomía y del orden, con cabecera en
El capítulo 2 se refiere al
ámbito doméstico, lugar de trabajo, afectos y discordia.
Marca la diferencia de los
posibles destinos de las mujeres según su situación económico-social y su
procedencia étnica, pero siempre dependiendo de las decisiones de los varones,
el padre o la iglesia circunscriptas todas al ámbito doméstico.
Sobre ellas influían las
decisiones y los condicionamientos familiares, económicos y sociales. Sus
funciones eran: el mantenimiento del orden en el hogar, la crianza de los
hijos, cuidar a los enfermos, confeccionar la vestimenta o los alimentos en el
campo según el lugar dónde vivieran. Algunas señoras de la elite tenían para
sus tareas a numerosos criados, no nos olvidemos que la esclavitud recién se
deroga en un período posterior a este estudio con
“A grandes rasgos esta sociedad desde las primeras décadas del siglo XIX
-durante el proceso abierto por
Da cuenta de las funciones
de las autoridades como el Alcalde de
A la vez las mujeres eran
cuidadas para que su moral no afecte las buenas costumbres, especialmente en
los sectores acomodados. Muestra ejemplos de casos de mujeres que no aceptaban
esas normas, que fueron sancionadas y tratadas como rebeldes. Además
siguen ejemplos de violencia doméstica.
El capítulo 3 “Nidos de
amor, redes de odios. Unidos en matrimonio”, comienza con la descripción de las
razones por la que un matrimonio debe estar aprobado por la familia que es la
que aporta la dote de la novia y el papel que juega
El capítulo 4 aborda las
relaciones entre los vecinos, sus conflictos y la armonía en que viven. Se da
muestra de las acusaciones para mantener el honor de las mujeres. Numerosos
casos de afrentas, entre los parroquianos que violan el honor de la familia o
de la mujer son denunciados, salvaguardando una conducta honorable. Muchas
veces estos casos denunciados asocian el honor con conceptos de masculinidad y
reputación. También las afrentas al honor militar, a veces no resueltos
fácilmente.
En relatos de la vida
cotidiana se observan rencillas, golpes, maltratos en una compleja red de
relaciones sociales, tanto en la vida rural como en la urbana.
El último capítulo sobre
conflictos, desacuerdos y disputas en el reparto del patrimonio familiar, ubica
a la familia como el “centro de los afectos pero también de un sinnúmero de conflictos”. Toma
el concepto de la familia patriarcal del S. XIX para toda la región y el Estado
Provincial sin separarlo de las redes de parentesco, de residencia, del hogar y
de la colaboración en el trabajo. De tal modo que las mujeres fueron el pilar
fundamental de la familia, con su papel de esposas, madres, reproductoras y
encargadas de las tareas domésticas, tanto en el orden social como jurídico.
Por lo tanto los conflictos en la familia aparecen a
la muerte de algún miembro del matrimonio, cuando tratan de repartirse los
bienes. Describe el problema de la tutela de los hijos e hijas, con abundantes
ejemplos de la zona y también casos de restitución de bienes de familia. Todo
el libro está atravesado por el análisis de la perspectiva de género, “mostrando las estrategias empleadas por las
mujeres para posicionarse en una sociedad signada por parámetros masculinos”.
Por Alejandra Leporini
(ISP Nº 3. E-mail: aleporini@hotmail.es)
GOICOECHEA, José Hugo (coord);
Aquí mismo. Tomo I:
En el centro
del conflicto.
Puerto de Piedras primero. Luego, Villa de
Espacio de frontera geográfica y política entre los
proyectos unitarios y federales, el destino de
Con el aporte de un investigador e historiador del
Instituto Superior de Profesorado Nº 3 “Eduardo Lafferriere”, José Hugo
Goicoechea, guiones de Max Aguirre, lápices de Marcos Vergara, tintas de
Federico Baert y grises de Caio Di Lorenzo, Aquí Mismo parece
constituirse en una apuesta a un modo distinto de narrar la historia. Un modo
que no reniega plenamente de los manuales y que se resiste a simplificar todo
en la mera anécdota, pero que a la vez aspira a convertir lo histórico en una
serie de aguafuertes regionales y personales, y a hacer de lo narrativo un
vehículo para la comprensión de movimientos mucho más vastos que la simple
épica personal.
El resultado es llamativo: un libro que integra y
alterna artículos cortos (una página) que abundan en citas bibliográficas y
textuales de documentos de la época, con pincelazos historietísticos: páginas
que narran no sólo momentos históricos, sino postales mismas del modo de vivir
de una época. Eso que en los manuales del secundario aparece sólo como una
enumeración, aquí está dibujado y contextualizado por el equipo gráfico del
colectivo Aquelarre, de San Nicolás (que, además, es una ciudad clave en la
historia de la época).
La vocación pedagógica de la obra es indudable. Habrá
que ver luego, en las aulas, cuán útil resulta sobre el terreno. Las ventajas
del estilo gráfico son indudables: el dibujo tiene lo justo como para atraer y
resultar amable al ojo, y está muy bien narrado. Cada pequeño relato cierra
sobre sí mismo muy bien.
Los artículos merecen párrafo aparte
independientemente de su entidad académica. Queda clara su rigurosidad al ver
las notas al pie de página y las abundantes citas a escritos de época. Pero su
redacción es en un punto farragosa, con una construcción gramatical
anti-intuitiva que quizás dificulte el acceso a los estudiantes, y además hace
dudar sobre la franja etárea a la que se destina el libro: ¿son adolescentes de
la escuela secundaria? ¿De la primaria? ¿Estudiantes universitarios?
Además, los artículos son exigentes con el lector.
Tienden a pedirle al lector una serie de conocimientos previos que hace suponer
que Aquí Mismo debe ser leído con un manual básico -o al menos
una buena línea temporal- al lado, o mejor, con la atenta guía de un docente.
Más allá de esto, en el conjunto Aquí Mismo
es una publicación interesante y valiosa. Que además haya sido declarada de
interés por