Melina Yuln(*), Andrea Vicher(**),
Stefano Bettini Cirella(***) y Carolina Herrera(****)
ARK CAICYT: https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/oqy3ibcgo
Resumen
Durante la década de 1870 Argentina importaba harina de trigo debido a la insuficiencia de la producción local. Sin embargo, para 1890, esta situación había cambiado: en la región Noroeste de la provincia de Buenos Aires (NOBA), cada municipio contaba con al menos un molino a vapor o de tracción a sangre y una manufactura relacionada. Este trabajo de investigación se centra en la historia del molino Tassara (Junín, BA), fundado a finales del siglo XIX y aún en funcionamiento, como parte de un proyecto que busca la preservación histórica del patrimonio cultural y la revalorización de los recursos territoriales en la región NOBA. Se adopta un enfoque interdisciplinario y una metodología cualitativa, que incluye análisis documental, revisión bibliográfica, entrevistas y trabajo de campo. El estudio abarca la relación urbano-rural del molino y su conexión con el ferrocarril, la historia y arquitectura del conjunto edilicio, así como los procesos industriales y sus adaptaciones tecnológicas.
Palabras clave: Patrimonio industrial; Desarrollo regional; Preservación histórica; Noroeste de Buenos Aires.
Industrial Heritage and Regional Development: The Legacy of Molino Tassara in Junín, (Buenos Aires)
Abstract
During the 1870s, Argentina imported wheat flour due to insufficient local production. However, by 1890, this situation had changed: in the Northwestern region of Buenos Aires province (NOBA), each municipality had at least one steam mill or treadmill, and a related manufacturing facility. This research focuses on the Tassara mill (Junín, BA), founded in the late 19th century and still in operation, as part of a project aimed at preserving historical heritage and revaluing territorial resources in the NOBA region. An interdisciplinary approach and a qualitative methodology are adopted, including document analysis, literature review, interviews, and fieldwork. The study covers the urban-rural relationship of the mill and its connection to the railway, the history and architecture of the building complex, as well as the industrial processes and their technological adaptations.
Key words: Industrial heritage; Regional development; Historical preservation; Northwestern of Buenos Aires.
Patrimonio industrial y desarrollo regional: el legado del Molino Tassara en Junín (Buenos Aires, Argentina)
Introducción
A finales del siglo XIX, las industrias en Argentina se limitaban principalmente a aquellas relacionadas con la producción agropecuaria, como los saladeros de carne y los molinos harineros, los cuales apenas podían abastecer el mercado interno. Durante la década de 1870, se importaba harina de trigo debido a la insuficiencia de la producción local. Sin embargo, para 1890, esta situación había cambiado (Martirén y Rayes, 2016). En la región Noroeste de Buenos Aires (NOBA), cada municipio contaba al menos con un molino y una manufactura relacionada, ya fuera una panadería o una fábrica de fideos (Yuln, 2021, p. 258).
En la cultura española, los molinos harineros habían alcanzado un alto nivel de desarrollo durante el siglo XVI. Los españoles empleaban cuatro variantes principales: el molino de viento, el molino de sangre (tahona), el molino de agua con rueda vertical y engranajes (aceña), y el molino de agua con rueda horizontal (rodezno). Estas técnicas fueron introducidas en España durante la conquista romana y se consolidaron en la Edad Media con las contribuciones de los ingenieros árabes. A partir de estos legados, los españoles desarrollaron una notable habilidad para adaptar la construcción de molinos a las particularidades geográficas de cada territorio. Al llegar a América, la industria molinera se extendió junto con la fundación de ciudades. En México, por ejemplo, se construyeron principalmente molinos de rodezno, junto con algunas tahonas, utilizadas especialmente para garantizar el suministro de molienda durante las temporadas de sequía. De manera similar, en América Central, Colombia, Perú y Chile predominaban los molinos hidráulicos de rodezno, así como en las regiones centro y oeste de la actual Argentina (Lacoste, 2018). La tecnología hidráulica no se consolidó en el ámbito bonaerense, y el molino por excelencia -durante todo el periodo colonial y ya entrado el siglo XIX- fue el de tahonas. Desde lo tipológico, en América del sur se distinguieron tres áreas tecnológicas diferenciadas: en el Alto Perú y Chile predominaban los molinos hidráulicos; en Buenos Aires y Santa Fe, las tahonas; y en Córdoba convivieron ambos sistemas (Salas et. al, 2022).
La ciudad de Córdoba fue pionera en la instalación de un molino hidráulico a finales del siglo XVI, y posteriormente esa tecnología se difundió en las haciendas cordobesas, integrándose con la modalidad de molienda por tahonas. Sin embargo, en Buenos Aires prevalecieron los molinos de viento y de sangre. Aunque los molinos de viento fueron introducidos en el siglo XVI, su funcionamiento fue deficiente, y empezaron a desaparecer a partir de la década de 1610. Más tarde, reaparecieron en las haciendas jesuitas, pero en cantidades limitadas. Por su parte, las tahonas se difundieron rápidamente, y la mayoría de las haciendas y chacras bonaerenses contaba con un molino de sangre (Lacoste, 2018).
En el ámbito pampeano-rioplatense los molinos harineros se desarrollaron en función de la producción primaria y el mercado exportador. Durante el período colonial, la siembra de trigo y la producción de harina eran suficientes solo para un consumo limitado. Los molinos impulsados por fuerza hidráulica o vapor y las tahonas, movidas por tracción a sangre, estaban dispersos por el país debido a las precarias vías de comunicación, lo que implicaba que la producción se realizara prácticamente en el mismo lugar de consumo. Aunque durante parte del siglo XVII se exportaba trigo y harina a Brasil, y en el siglo XVIII la provincia de Buenos Aires exportaba parte de su producción a las regiones circundantes, el crecimiento progresivo de la población, sumado a la llegada de inmigrantes en el siglo XIX, no se tradujo en un crecimiento proporcional de la industria molinera (Martirén y Rayes, 2016).
De este modo, Argentina se vio obligada a importar harinas de Chile, California y Australia. Hasta 1876, continuó importando harina de Brasil, Uruguay, Francia e Inglaterra. Fue en 1878, una vez que la producción local pudo satisfacer la demanda interna, cuando se inició la primera gran exportación de harina y trigo. Para 1895, se podían distinguir diversas tipologías de molinos, ya fueran a vapor, hidráulicos o tahonas. En 1888, en la provincia de Buenos Aires, se incorporaron 62 nuevos molinos, entre vapor y tahonas, representando aproximadamente un tercio adicional. En cuanto a la calidad de la molienda, hasta 1880, la elaboración local de harina se llevaba a cabo mediante el sistema de molienda con piedras, una técnica rudimentaria en comparación con el sistema de cilindros, que se introdujo a partir de esa fecha en los nuevos molinos. Así, la calidad de la harina producida se equiparó a los estándares internacionales.[1]
El Molino Tassara, fundado en 1896, es una industria arraigada en el corazón agro productivo del Noroeste de Buenos Aires (NOBA) y sigue operando como parte de un conglomerado económico vinculado a los agronegocios. Ubicado en Junín, una ciudad bonaerense intermedia con aproximadamente 100.000 habitantes, el molino se sitúa en un predio cercano a dos históricos ramales ferroviarios. Uno de estos ramales fue desactivado a finales de la década de 1930, aunque aún se conserva un desvío específico a los silos y galpones, actualmente inactivo.
Imagen 1. Localización y vista aérea del molino. Década de 1970
Fuente: Molino Tassara
Desde su origen como molino a vapor, la empresa se ha convertido en una de las principales industrias de la región, contribuyendo significativamente al desarrollo de Junín y sus alrededores. Su ubicación, ahora en un entorno urbanizado, combina estructuras históricas con tecnología y maquinaria modernas, incluyendo silos, galpones, áreas de producción, administración y puntos de venta al público. En cuanto a su proceso industrial, el molino clasifica el cereal entrante según su calidad panificable, estableciendo una base de trigo que garantiza una calidad uniforme a lo largo del año y permite la producción de diversas variedades de harina. Actualmente, la empresa genera alrededor de 60.000 toneladas de harina anuales, que se distribuyen a panaderías, industrias y mercados de exportación.
El molino Tassara está incluido en el “Listado de bienes con valor patrimonial”, realizado por el municipio de Junín. Se trata de un conjunto de inmuebles, predios y/o espacios protegidos, que corresponden a la etapa “Listado” del procedimiento de catalogación. Es decir, que se encuentran en la parte inicial del proceso que concluirá con la conformación de un catálogo, el cual determinará los criterios de valoración, los niveles de protección y el grado de intervención de cada uno de los bienes. Para el molino no hay actualmente un relevamiento especifico que determine estas especificaciones, salvo la protección morfológica de los edificios exteriores y silos, de acuerdo con su zonificación urbana.
Este trabajo se inserta en el marco de un proyecto orientado a la preservación histórica del patrimonio cultural, y a la conservación del limitado material histórico que se rescató tras un incendio en 2010, el cual afectó el museo-archivo de la empresa y el sector más antiguo del complejo edilicio. El equipo de investigación combina diversas disciplinas, como la arquitectura, la antropología y la ingeniería industrial. La elección del caso de estudio busca aprovechar las capacidades integradas de los miembros del equipo. Además, este tema se alinea con investigaciones previas sobre el patrimonio y la identidad regional. La necesidad de estudios sistemáticos y específicos justifica la ampliación de investigaciones en este campo, ya que su exploración requiere detenimiento, profundidad y continuidad, especialmente ante los desafíos que presenta el siglo XXI.
El objetivo de este trabajo es el estudio del patrimonio industrial en la región NOBA, tomando como referente material el molino Tassara. Particularmente aquí nos interesa el molino harinero de trigo y su relación con el ámbito urbano, a través de la exploración de aspectos territoriales, históricos, arquitectónicos y procesos industriales. El texto se organiza en tres partes principales: 1) breve marco teórico y metodología; 2) resultados y 3) análisis y discusión, donde se presentan las primeras observaciones sobre la relación entre el ferrocarril y la urbanización, la historia y la arquitectura del molino, y los procesos industriales y adaptaciones tecnológicas. Finalmente, se ensayan consideraciones finales, así como la continuidad de la investigación.
Breve marco teórico
El patrimonio industrial, como parte integrante del patrimonio cultural, se entrelaza con la historia y la memoria. Tanto en su manifestación inmaterial como material, los hitos industriales, enmarcados en entornos siempre cambiantes, contribuyen a la construcción de identidades urbanas y territoriales. Este tipo de elementos merece una evaluación que considere los significados históricos atribuidos, ya sea como puntos destacados en el tejido urbano, por su valor estético, o por su importancia para el lenguaje de la arquitectura moderna (Collado, 2017). La conservación del patrimonio industrial no solo representa una celebración del pasado, sino que también se posiciona como un componente esencial para dar forma al futuro, impulsando la revitalización comunitaria y la significación del "lugar" (Loures, 2008).
En este contexto, la noción de "lugar" se relaciona con percepciones cambiantes y entornos sujetos a variaciones constantes. En la era de las sociedades globalizadas y urbanizadas del siglo XXI, donde los lugares son construidos deliberadamente, se podría adoptar una visión más artificial o inauténtica, que afecte la percepción ambiental de la sociedad. Sin embargo, se puede abogar por una comprensión matizada de estos lugares "inventados", destacando su autenticidad y contribuciones potenciales a las experiencias urbanas contemporáneas (Castello, 2016).
Explorar el concepto de "lugar" en el entorno construido enfatiza su relevancia para la identidad humana, la cultura y la autoafirmación. La noción de "localidad", por su parte, proporciona un sentido de pertenencia, identidad y seguridad, evitando la alienación y el descuido del medio ambiente. La localidad, al igual que la ciudad y el territorio, es dinámica y está en constante evolución, requiriendo enfoques multidisciplinarios para una comprensión integral (Wang y Prominski, 2020).
En este sentido, es válido explorar los "lugares-patrimonio" desde una perspectiva sociocultural y con una metodología centrada en los usos sociales de los lugares históricos. Estos lugares se configuran socialmente a través de una carga valorativa compuesta por significados, representaciones, vivencias y experiencias individuales en relación con su entorno cotidiano (Pinassi, 2020). La interrelación entre el concepto de "lugar-patrimonio", identidad, memoria y comunidad permite investigar las construcciones patrimoniales comunitarias desde una perspectiva territorial (Pinassi y Bertoncello, 2023). Todo esto apunta a proporcionar una visión que supere la dicotomía tangible/intangible, explorando el modo en que los aspectos materiales e inmateriales del patrimonio se interconectan y cómo se pueden combinar esas categorías usuales de su clasificación.
Metodología
La metodología de esta investigación se basa en un enfoque cualitativo. Este enfoque adoptado se refiere al uso de métodos y técnicas que buscan comprender, analizar e interpretar el patrimonio industrial desde una perspectiva que prioriza la profundidad y riqueza de los datos obtenidos, en lugar de su cuantificación (Creswell y Creswell, 2017; Flick, 2018; Smith, 2018). A través de la recolección de documentos históricos, entrevistas con actores clave, observaciones de campo y análisis de fuentes visuales (fotografías, mapas, planos), se busca explorar cómo el caso de estudio (Yin, 2009) -emblema de la industria harinera-, ha impactado y moldeado el desarrollo urbano, cultural y social de la región del Noroeste de Buenos Aires (NOBA). Este enfoque permite identificar y contextualizar los cambios históricos, arquitectónicos y tecnológicos, así como comprender las narrativas y significados que los habitantes y expertos asocian con el lugar. En otras palabras, más que medir aspectos físicos del patrimonio, la investigación busca interpretar las interacciones humanas con el entorno industrial, las transformaciones a lo largo del tiempo y cómo estas han influido en la construcción de identidades.
El esquema metodológico se organiza en dos grandes bloques: por un lado, el trabajo documental; y por otro, el trabajo de campo.
1) El trabajo documental incluye:
a) Revisión de Documentos históricos en diversos archivos locales (Archivo Histórico Municipal de Junín; fondo documental del Archivo Di Marco-UNNOBA; periódicos locales y sitios web sobre historia local; Archivo de obras particulares de la municipalidad de Junín; archivos familiares particulares y de la empresa). Esta perspectiva se apoya en la teoría que sostiene que los documentos históricos son portadores de memorias colectivas y experiencias que, de lo contrario, podrían perderse en el olvido (Rapley, 2014).
b) Revisión de fotografías históricas de diversa procedencia (proporcionadas por la empresa, por la familia Tassara y provenientes de sitios web; material cedido por el Proyecto Haylli y el grupo Encuentros FotoNOBA[2]). Este enfoque se alinea con las teorías visuales y culturales que postulan que las fotografías son medios poderosos para la conservación de la memoria histórica, permitiendo el acceso a narrativas visuales que complementan y enriquecen la comprensión de fenómenos sociales y materiales a lo largo del tiempo (Prosser, 1998; Rose, 2016; Condorelli y Rinaudo 2018).
c) Revisión geoespacial: Revisión de mapas y planos urbanos históricos; y planos del ferrocarril (Archivo de Geodesia, Archivo Histórico de Buenos Aires, Archivo General de la Nación y sitios web especializados; y recursos geoespaciales digitales como Google Maps o Google Earth). El mapa -como herramienta de la ciencia geográfica- y la cartografía, como una práctica activa en la construcción y comunicación del conocimiento espacial, han sido objeto de reflexión, de crítica y de debate durante el último cuarto de siglo (Knowles y Hillier, 2008). Además, mapa y cartografía son objeto de un amplio interés y uso interdisciplinario: la historia de la ciencia, la filosofía, el arte, la geografía, la arquitectura, la cultura material, convergen en una genealogía de las representaciones terrestres, desde la antigüedad clásica hasta las imágenes satelitales contemporáneas (Cosgrove, 2001).
2) El trabajo de campo incluye:
a) Selección de Informantes clave y entrevistas: Identificación y contacto con personas clave -como el nieto de los fundadores y personal del molino-, para obtener perspectivas internas; así como informantes locales -investigadores y funcionarios municipales- que puedan aportar otras perspectivas no contempladas inicialmente (Merriam, 2009; McKenna y Main, 2013). Además, si pensamos a la identidad cultural relacionada con la forma en que las personas interactúan con sus paisajes, debemos remitirnos a quienes están estrechamente asociados a ellos. El valor cultural reside entonces en la apreciación otorgada por las comunidades vinculadas; sin técnicas estandarizadas de evaluación sino aplicando múltiples formas de valoración cultural (Stephenson, 2008).
b) Visitas al Molino Tassara: Recorrido guiado por la planta de producción y oficinas. La visita proporciona una comprensión práctica de los procesos industriales, complementando la información recopilada en las entrevistas y documentos (Pole y Hillyard, 2015; Creswell y Creswell, 2017).
Resultados preliminares
En 1993 el municipio de Junín, por medio de la Ordenanza 3177/1993 creó la Comisión Municipal de Protección de Museos y Monumentos, que tenía entre sus funciones realizar un inventario de bienes de patrimonio histórico cultural. Los bienes incorporados a ese inventario adquirían cierto grado de protección patrimonial. Estos bienes con valor patrimonial corresponden a la etapa “Listado” del procedimiento de catalogación. Por esta razón, el Molino Tassara se halla bajo protección patrimonial general en una zona residencial. Esta protección abarca aspectos relacionados con la morfología, el carácter, su proceso histórico de configuración y la calidad paisajístico-ambiental, lo que consolida sus características como emblema significativo para la comunidad. El Código Urbano Ambiental de Junín establece reglamentaciones para la protección del patrimonio, diseñadas para “resguardar el paisaje natural y los espacios y edificios urbanos con valor patrimonial debido a su contribución a la calidad ambiental y al mantenimiento de la memoria histórica colectiva”. La “obligación de proteger” se refiere a las acciones necesarias para la preservación y valorización de lugares, edificios y bienes de valor histórico-cultural, arquitectónico, simbólico o paisajístico-ambiental. Todos los habitantes deben adecuar sus conductas para proteger estos bienes y los elementos contextuales que contribuyen a su valoración.[3]
El entorno urbano es conocido como “Barrio El Molino”, es uno de los sectores tradicionales de Junín, ubicado a pocas cuadras del centro comercial local. El barrio alberga diversos edificios e instituciones como la escuela N°19 (1910), la escuela Normal (1950), el Cementerio Central (1870), el hotel Colón (circa 1880), el ramal ferroviario del ex-BAP, predios de acopio y maniobras del ferrocarril (desde 1884) y cinco espacios verdes entre plazas y plazoletas. Todo ello da cuenta de una evolución de las estructuras, maquinarias, paisaje urbano y prácticas culturales asociadas al molino y su barrio.[4]
El conjunto edilicio ha pasado por diversas ampliaciones, reparaciones, rectificaciones, derechos de construcción, permisos y certificados de obra, además de otros recursos administrativos presentados ante la Municipalidad, según los planos de obra presentados entre 1953 y 1988.[5]
Las entrevistas con personal del molino han proporcionado información sobre la actualidad de la empresa, sus acciones en responsabilidad social y su vínculo con la comunidad, así como sobre el funcionamiento operativo de la planta y posibles contactos locales. El nieto de los fundadores del molino brindó información básica sobre la familia fundadora, su vínculo con otras familias inmigrantes y actividades sociales y comerciales en la ciudad de Buenos Aires, además de actividades agropecuarias familiares en la región NOBA. Funcionarios municipales también han aportado datos sobre la gestión del patrimonio a nivel local y sobre el molino en particular. Se ha contactado a historiadores locales que han trabajado en temas afines y han aportado material de investigaciones propias. La contribución de los integrantes del proyecto, algunos de los cuales pertenecen a familias históricas de la localidad o de otras localidades de la región, ha proporcionado referencias, vínculos, narraciones y parentescos relacionados con el molino y su historia. A partir de esta información, se han identificado nuevas pistas que complementan la investigación.
Durante la visita al Molino, se obtuvieron observaciones y hallazgos valiosos, facilitados por personal gerencial e ingenieros de producción, que brindaron acceso a información de primera mano para comprender los procesos industriales actuales y pasados. El recorrido por los distintos edificios permitió un relevamiento inicial de la implantación, la espacialidad del conjunto edilicio, la materialidad de las edificaciones y el estado de conservación de las estructuras más antiguas.
Análisis y discusión
Ferrocarril y urbanización
La localidad de Junín creció alrededor del Fuerte Federación, establecido en 1827 a orillas del río Salado. La trama urbana inicial replicó el diseño del antiguo Fuerte, pero en 1864, el Departamento Topográfico diseñó una grilla uniformadora delineando el ejido municipal, es decir, la zona de quintas y chacras circundantes proporcionando espacio para el crecimiento urbano. Hacia 1873 el pueblo ya albergaba un puesto militar, una plaza principal y unas 200 construcciones diversas que incluían edificios públicos -como la iglesia, la escuela o el juzgado de paz-, viviendas -casas de azotea, ranchos de material y paja o ranchos de barro-, y otras obras -como horno, canal, pozo de agua.[6]
La llegada del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico (BAP) en 1884 y del Ferrocarril Central Argentino (FCA) en 1885 marcó un cambio transcendental. La posterior instalación de talleres ferroviarios robusteció la economía local y otorgó a Junín una identidad ferroviaria, convirtiéndola en un nodo estratégico de la red nacional (Yuln, et al, 2017). Este auge ferroviario catalizó la economía regional y atrajo una ola de inmigrantes.
El impacto socioeconómico y urbano fue notable. Los trabajadores ferroviarios y sus familias se fueron radicando en diferentes barrios alrededor de las vías, creando tres núcleos urbanos diferenciados: 1) Pueblo Viejo, en la zona fundacional; 2) Pueblo Nuevo, entre las vías del FCA y BAP; y 3) Tierra del Fuego, barrio conformado por empleados no jerárquicos y operarios de los talleres (Montecelli et. al., 2017). El desarrollo, en términos económicos y socioculturales, se manifestó en el aumento demográfico, la diversificación de la población y el florecimiento de nuevas empresas e instituciones sociales. Desde lo económico aumentó la población y el consumo local, se construyeron industrias, llegaron profesionales de diversas especialidades para atender a una sociedad en crecimiento, se multiplicaron las pequeñas empresas. Desde lo sociocultural, arribaron inmigrantes con nuevas costumbres y ocuparon nuevos barrios, se fundaron instituciones sociales y deportivas, se modificó el paisaje y los ritmos urbanos (Yuln, 2022).
El molino Tassara, estratégicamente ubicado entre los ramales del BAP y el FCA (Imagen 2, A), contribuyó significativamente al desarrollo. Hacia 1895, Junín contaba con más de 4.000 habitantes, un número que se disparó a más de 21.000 para 1914, reflejando el vigoroso crecimiento urbano. A medida que avanzó el siglo XX, la ciudad fue envolviendo al molino, integrándolo en la trama urbana residencial.
Imagen 2. Entorno estratégico del molino: ramales ferroviarios y crecimiento urbano
Fuente: autores
La decisión de eliminar el tráfico ferroviario del FCA en 1938 llevó al cierre de su estación, redirigiendo los trenes a la estación del BAP. El municipio adquirió los terrenos para proyectos de obras públicas y áreas recreativas. Esto se alineaba con el decaimiento de la actividad ferroviaria y la crisis financiera internacional durante la década de 1930. Para reactivar la economía, fundamentalmente agroexportadora y dependiente de los mercados externos, el Estado argentino impulsó un proceso de modernización de los territorios y se le dio un rol protagónico a la obra pública. En la Provincia de Buenos Aires, entre 1936 y 1939, se extendió la red caminera, donde también aportaron otros actores clave en la transformación vial como YPF, Vialidad Nacional o el Automóvil Club Argentino. Para el final de la década, el fortalecimiento del transporte automotor había debilitado al ferrocarril como principal red de transporte (Carrizo y Yuln, 2012).
Los ex-terrenos ferroviarios del FCA, linderos con el molino Tassara, experimentaron una transformación notable. De ser una cancha de fútbol, evolucionaron a manzanas residenciales consolidadas y sede de edificios escolares de relevancia, como la Escuela Normal, o dependencias de la Dirección Gral. de Escuelas. La avenida San Martín, trazada sobre las antiguas vías, se convirtió en una de las principales arterias viales y eje urbano de la ciudad (Imagen 2, B).
Historia y arquitectura del molino
El 22 de agosto de 1896, los hermanos Fortunato, Ernesto y Héctor Tassara, hijos de inmigrantes italianos, fundaron "Molinos Tassara & Compañía", partiendo de un modesto molino de piedra, accionado a vapor, llamado "San José". En sus inicios, más allá de ser un molino harinero, el complejo incluía una sección dedicada a la fabricación de fideos, generando un impacto positivo en la economía, el comercio y la producción local.
La estructura edilicia del molino, situada en una manzana pentagonal, se ha transformado con el tiempo, incorporando diversos edificios con funciones específicas. Estos se dividen principalmente en áreas de administración (oficinas, vestuarios), fabricación (molienda, fraccionamiento, control de calidad, etc.) y acopio (silos de granos, tolvas, depósitos, silo de pellets). Aunque gran parte de ellos ha mantenido sus funciones originales, el espacio actualmente destinado a oficinas inicialmente servía como vivienda para la familia Tassara. Además, la empresa disponía de viviendas para su personal jerárquico y recientemente se sumó una planta en el parque industrial de Junín.
Imagen 3. Al frente: edificio de acopio (izq.), desvío ferroviario del B.A.P. (centro) y edificio de molienda (der.). Detrás: se asoma la cubierta de los silos y elevador de granos
Fuente: Molino Tassara
El núcleo original del molino comprendía cuatro edificios principales: uno para la molienda, otro para el acopio del producto terminado (Imagen 3), otro para los silos de almacenamiento de trigo y la vivienda familiar. El edificio más antiguo, ubicado en la intersección de las calles Alberdi y Muñiz, sufrió daños considerables durante un incendio en 2010 (Imagen 4), llevando a la demolición de los niveles superiores, conservando solo la envolvente de la planta baja.
Imagen 4. Incendio del edificio sobre esquina Alberdi y Muñiz, 2010
Fuente: Miguel Ángel Zara
Este edificio albergaba diversas funciones, desde escritorios, archivos y vestuarios hasta depósitos y salas de embolsado en diferentes niveles. El edificio contiguo, que alberga los silos de trigo, comparte características constructivas similares al anterior, con techos de chapa, cabios de madera y muros de ladrillo bolseado. Se desarrolla en una sola planta, mientras que los silos y tolvas se elevan tres niveles adicionales. Fotografías antiguas revelan la presencia de una chimenea contigua a los silos, referencia de la etapa del molino a vapor (Imagen 5). El edificio de molienda se destaca por sus dimensiones y composición lingüística en la fachada, con referencia al periodo clásico, albergando en su interior las funciones propias de la industria molinera (Imagen 3).
Imagen 5. Vista de los silos, chimenea y parte del edificio de acopio de granos
Fuente: Proyecto Haylli
El conjunto se completaba con el edificio familiar, ubicado sobre la calle Liliedal, que constaba de cuatro viviendas contiguas. En la actualidad, este edificio se destina a oficinas administrativas y un sector de laboratorio (Imagen 6).
Imagen 6. Oficinas de administración en las antiguas viviendas familiares, 2024
Fuente: Ana Karina Gil
Imagen 7. Mural sobre el silo de pellets realizado por @simonjatip y @lumpenbola, 2024
Fuente: Ana Karina Gil
El actual silo de pellets, destinado a alimentos balanceados para animales, es una estructura de cuatro niveles sobre la calle Almafuerte. En diciembre de 2021, en conmemoración del 125° aniversario del molino, se pintó un mural en una de las caras ciegas, destacando elementos simbólicos como el ferrocarril, la materia prima, el trabajo rural, el edificio histórico y los productos de la empresa. Los artistas plásticos urbanos llevaron a cabo la intervención, basada en un diseño del ilustrador local Blas Rodríguez. Este mural encapsula visualmente la rica historia y producción del Molino Tassara en la región (Imagen 7).
Procesos industriales y adaptaciones tecnológicas
La estructura fundamental de los antiguos molinos, operados por tracción a sangre, viento o agua, comprendía al menos dos piedras de igual diámetro, con forma de rueda, conocidas como “muelas”. Estas muelas posibilitaban la obtención de diversas harinas, variando según el tamaño, la separación entre las muelas, la velocidad de rotación y la naturaleza del grano (Caggiano, 2009). En la década de 1880, a medida que aumentaba el número de molinos, se evidenciaba un cambio en la tecnología. A pesar de lograr la autosuficiencia nacional, para entrar en el mercado europeo se requerían estándares de calidad que solo podían alcanzarse con sistemas de molienda más avanzados, lo que impulsó la sustitución gradual de antiguos métodos por tecnologías modernas, especialmente aquellas que empleaban cilindros de porcelana y energía de vapor (Martirén y Rayes, 2016). Con el tiempo, la producción del Molino Tassara experimentó un incremento significativo, alcanzando las 300 toneladas diarias después de mejoras y renovaciones.
En la actualidad, el molino cuenta con una capacidad de acopio de 24 mil toneladas distribuidas en más de 30 silos. Además, posee una nueva planta en el Parque Industrial de Junín, equipada con tecnología de última generación para la elaboración de alimentos balanceados destinados a mascotas y rumiantes. Esta instalación, con una capacidad inicial de 6 mil toneladas al mes, espera alcanzar pronto las 14 mil toneladas, distribuyendo sus productos a nivel nacional bajo las marcas Fortymax, Keiko, Keikito y Colono.
Imagen 8. Proceso industrial de molienda y empaque. Arriba: bancos de cilindros. Abajo: fraccionamiento y empaquetado, 2023
Fuente: autores
La planta productiva del molino se divide en sectores que incluyen silos para el almacenamiento de trigo, áreas de acopio de productos terminados, espacios de molienda y maquinaria para el fraccionado. A lo largo del tiempo, el molino se ha desarrollado tecnológicamente desde la utilización de la fuerza del vapor hasta la implementación de modernos bancos de cilindros dispuestos en el mismo edificio histórico (Imagen 8).
En cuanto al proceso de obtención de harina de trigo, los granos ingresan a la planta y se almacenan en silos diferenciados según la calidad. Luego, se eliminan impurezas como restos vegetales, tierra y semillas de otras especies. Después, las semillas se hidratan para obtener la humedad adecuada. Las máquinas de molienda utilizan rodillos para triturar y aplastar las semillas, seguido de tamices para separar los productos de la molienda. Este proceso se repite para obtener distintos derivados como salvado, sémola, harina 000 y 0000. Tras la molienda, se realiza un control de calidad y se procede al fraccionamiento, incluyendo una línea para paquetes de 1 kg. destinados a la venta al público. Finalmente, los paquetes de harina se almacenan lejos de sustancias volátiles debido a la capacidad de la harina para absorber olores. Aunque algunas máquinas datan de la década del 70, en 2023 se renovaron los bancos de cilindros con tecnología de última generación.
Conclusiones
Síntesis de los resultados obtenidos
El núcleo urbano de Junín se desarrolló alrededor del Fuerte Federación, establecido en 1827, replicando inicialmente su diseño. Sin embargo, en 1864, se implementó una grilla urbanizadora que delineó el ejido municipal, facilitando el crecimiento urbano. La llegada de los ferrocarriles Buenos Aires al Pacífico y Central Argentino en 1884 y 1885 marcó un cambio trascendental, consolidando a Junín como un nodo ferroviario estratégico y atrayendo la llegada de inmigrantes. El impacto socioeconómico fue notorio, y se generaron tres núcleos urbanos diferenciados. La aparición de nuevas firmas impulsó el desarrollo y favoreció el crecimiento de la población.
La historia y arquitectura del Molino inicia en 1896, cuando los hermanos Tassara fundaron la empresa. A lo largo del tiempo, la estructura evolucionó desde un modesto molino de piedra accionado a vapor hasta una instalación moderna y diversificada. Los edificios originales, utilizados para molienda, acopio y vivienda familiar, han experimentado cambios significativos, especialmente tras un incendio en 2010. A pesar de ello, la empresa se ha adaptado y expandido, incorporando nuevas construcciones y tecnologías.
En términos de procesos industriales y adaptaciones tecnológicas, los molinos primitivos con piedras cilíndricas evolucionaron a tecnologías más avanzadas con la llegada de nuevos estándares de calidad en la década de 1880. En particular, el Molino Tassara ha pasado de la fuerza del vapor al diesel y la electricidad; y de las muelas de piedra a modernos bancos de cilindros, ubicados en su edificio histórico. La producción ha experimentado un aumento significativo, llegando a las 300 toneladas diarias, y la empresa se ha expandido con una nueva planta en el Parque Industrial de Junín. En la actualidad, el molino distribuye sus productos a nivel nacional bajo diversas marcas, contribuyendo al desarrollo económico de la región.
La historia del molino plantea diversos alcances para la memoria y la identidad en la región NOBA (Imagen 9). Con su historia que se remonta a finales del siglo XIX, representa un patrimonio valioso. Las transformaciones a lo largo del tiempo, incluyendo incendios y adaptaciones tecnológicas, han planteado desafíos para la conservación de su estructura original. El molino es un testigo de la transformación socioeconómica y urbana de Junín. Su historia está entrelazada con el auge ferroviario, la inmigración, y el desarrollo económico local. Su valor no solo se circunscribe al edificio, sino también a la memoria colectiva de la comunidad, ya que su trayectoria ha contribuido a la conformación de la identidad regional. Su evolución refleja cambios tecnológicos y económicos que demuestran la capacidad de adaptación a estos cambios.
Imagen 9. Línea de tiempo. Síntesis de la historia y producción del molino
Fuente: Analía Quaranta
Consideraciones finales
Bajo esta óptica, el legado del Molino Tassara en la región NOBA abarca más que la conservación de un edificio; implica la salvaguarda de la memoria colectiva y la identidad regional. La gestión de este patrimonio requiere una visión integral que equilibre la necesidad de desarrollo económico con la responsabilidad de mantener viva la historia y la cultura de la región.
Este análisis va más allá de simplemente narrar la historia del Molino Tassara; ofrece un marco conceptual que permite entender la relevancia del patrimonio industrial para la conservación histórica y la construcción de identidades regionales en entornos urbanos y rurales en transformación constante. Primero, al documentar la evolución del molino, se resaltan tanto los cambios estructurales como tecnológicos que reflejan el desarrollo industrial a lo largo del tiempo. Además, se destaca la interacción entre desarrollo urbano y patrimonio, al pasar de estar ubicado en las afueras de la ciudad a integrarse plenamente en el tejido residencial. Un tercer aspecto clave es la conexión del molino con el auge ferroviario, lo que subraya cómo la infraestructura de transporte desempeñó un papel central en la definición de la identidad regional. Asimismo, la implantación del molino evidencia cómo procesos agrícolas y elementos industriales, como los silos, se fueron incorporando en el paisaje urbano. Por otro lado, la empresa no solo es un actor económico clave, sino también un símbolo de la historia urbana local y de la identidad regional. Finalmente, se han planteado desafíos específicos asociados a la protección de este entorno industrial, desde la prevención de incendios hasta las adaptaciones tecnológicas necesarias para su preservación y funcionalidad en el tiempo.
Consideramos que la principal contribución radica en proponer un enfoque integral para la gestión del patrimonio que no solo se centre en la conservación material, sino que también apunte a educar y sensibilizar a la comunidad con un modelo dirigido a fortalecer la conexión afectiva y cultural con sus lugares históricos.
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Recibido: 16/07/2024
Evaluado: 05/09/2024
Versión Final: 25/09/2024
(*)Arquitecta (Universidad Nacional de La Plata. UNLP); Magíster en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad (Universidad Torcuato Di Tella); Doctora en Arquitectura y Urbanismo (UNLP); Investigadora Adjunta (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Docente de Grado y Posgrado (Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires). Argentina. Email: myuln@comunidad.unnoba.edu.ar ORCID: http://orcid.org/0000-0003-3177-7034
(**) Arquitecta (Universidad Nacional de La Plata. UNLP). Maestranda en conservación, restauración e intervención del patrimonio arquitectónico y urbano (UNLP). Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires. Argentina. Email: alvicher@comunidad.unnoba.edu.ar. ORCID: http://orcid.org/0009-0009-8207-0718
(***) Estudiante de Ingeniería Industrial (Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires). Argentina. Email: sbettini@comunidad.unnoba.edu.ar ORCID: https://orcid.org/0009-0000-0990-3159
(****) Estudiante de Ingeniería Industrial (Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires). Argentina. Email: caherrera644@comunidad.unnoba.edu.ar ORCID: https://orcid.org/0009-0009-6778-5707
[1] Censo Nacional de 1895, pp. 104-114.
[2] El Proyecto Haylli recupera y difunde la obra del fotógrafo, fotoperiodista y camarógrafo juninense Alberto Haylli (1911-1994), quien retrató gran parte de la historia argentina del siglo XX (1937-1989) en la localidad de Junín. El grupo Encuentros FotoNOBA es un colectivo de fotografía recreativa que organiza actividades grupales y salidas fotográficas en diferentes localidades y sitios de la región Noroeste de Buenos Aires.
[3] Municipio de Junín, Código Urbano ambiental, Capitulo 6, p. 37-47.
[4] Fotografías, planos, mapas, sitios web, etc.
[5] Municipio de Junín, Catastro, Obras particulares.
[6] Archivo del Departamento de Investigación Histórica y Cartográfica de la Dirección de Geodesia, Plano del Pueblo de Junín, levantado en agosto de 1873. Firmado: José A. Lagos.