La desperonización en Río Cuarto 1955-1956: ¿acciones dictatoriales o civilidad “democrática”?

 

 

Griselda Pécora(*)

 

 

Resumen

 

El propósito del presente estudio es la reconstrucción histórica en Río Cuarto de algunos aspectos político-institucionales y socio-culturales en la coyuntura 1955-1956, inmediata a la Revolución “Libertadora”. El gobierno provisional de facto con la consabida pátina civil se instala en la Municipalidad el día 27 de septiembre del ´55, a partir de allí, se iniciará un proceso de reacomodamiento gradual de las expresiones político-partidarias antiperonistas que habían convergido decididamente en la revolución golpista con la conducción militar y clerical. También se despliega un gradual pero efectivo proceso de desperonización de la ciudadanía con importantes medidas del gobierno municipal en manos civiles y de nombres prominentes de la UCR que afectará a dirigentes, militantes y civiles comunes. En este contexto se intentará explicitar la transición al gobierno de Aramburu y el clima político de Río Cuarto durante el año ´56 sobre la base del enfoque periodístico de los diarios El Pueblo y La Calle y la apoyatura bibliográfica producida en los últimos años. En este sentido, creemos contribuir a echar luz sobre un periodo y temática poco revelados en la historia local y regional.

 

Palabras clave: desperonización; Río Cuarto; partidos políticos.

 

 

De-peronization in Rio Cuarto 1955-1956: dictatorial actions or "democratic" civility?

 

Abstract

 

The study aims to present a historical reconstruction of political, institutional as well as socio-political aspects of 1955-1956 Rio Cuarto, following the “Liberating” Revolution. The de facto interim government, supported by the most visible segments of society, installs itself in the Municipality on the 27th of September of 1955; it then initiated a process of gradual rearrangement of anti-peronist political parties, which had converged firmly with the military and clerical leadership in the coup. Another gradual yet effective process of de-peronization of society was started by the local government, now civically controlled by renowned members of the UCR, through important measures taken which will affect political leaders and activists as well as civilians. In this context, this study will attempt to clarify the transition to the Aramburu administration and the political climate in Rio Cuarto during 1956, based on the journalistic approach of the El Pueblo and La Calle newspapers and the bibliographic material produced in recent years. In this regard, we hope to make a contribution to the understanding of a historical period and topic which are scarcely covered in local and regional historical analysis.

 

Keyword: de-peronization; Rio Cuarto; political parties.


 

La desperonización en Río Cuarto 1955-1956: ¿acciones dictatoriales o civilidad democrática?

 

Introducción

 

La desperonización fue marco y contenido de acciones gubernamentales –entre los años ‘55 al ’56 y embebidas de una obsesiva persecución al peronismo-, puestas en marcha por la autollamada Revolución Libertadora a partir de su triunfo el 16 de septiembre de 1955 y su definitiva instalación el día 27 de septiembre en Río Cuarto.

Esto implica reconstruir en el ámbito local de la ciudad de Río Cuarto, una controvertida etapa de profunda significación en sus efectos político-culturales inmediatos y ulteriores.

Se pretende además, darle continuidad al conocimiento y análisis de procesos de ruptura o permanencia vinculados con el primer peronismo, la asonada cívico-militar local de Dalmiro Videla Balaguer y los conjurados civiles de Río Cuarto del 2 de septiembre y su ensamble con la línea que encabezaba el Gral. Lonardi a mediados del mes.

“Videla Balaguer era un militar de Ejército y en él primó esta última visión de la política. Su subjetividad acerca del papel que tomó en la conjuración del 2 de septiembre, su actuación en Córdoba como jefe de los comandos civiles y luego siendo designado Interventor General de la Provincia, señala un inicio místico, que él mismo relatara a sus pares en los días de junio del ‘55 cuando se encontraba estableciendo contactos en Buenos Aires.”[1]

Es preciso recordar que la conspiración de Videla Balaguer -junto a un minoritario grupo integrado por civiles y militares-, si bien obtuvo amplio apoyo civil -organizado como ‘comandos’- y la aprobación eclesiástica, no se replicó en las fuerzas armadas locales, que permanecieron leales al gobierno popular hasta los últimos momentos, dada la inusitada violencia que se corporiza en el bombardeo a la Base Aérea de Las Higueras entre el 16 y 17 de septiembre. “(…) Pues los chimentos que me habían llegado daban como producido un hecho en Las Higueras, sobre cuya base aérea un avión había dejado caer cuatro bombas que, si bien dañaron una máquina que había sido reparada en los talleres de la misma, felizmente no debían lamentarse desgracias personales (…) Cuando llegaba a convencerme de que el hecho se había producido, pasando por una casa que tenía la radio a tono muy fuerte, me enteré de un comunicado radial diciendo que la versión del bombardeo era falsa”.[2]

Extraña desmentida de un hecho bien real que aterrorizó a la población civil de Las Higueras y que recuerdan con gravedad -y cierto hermetismo- los hombres de la Base Aérea presentes en el lugar. El bombardeo al Área de Material de la Aeronáutica en Río Cuarto es un episodio ligado a la ofensiva de las fuerzas revolucionarias contra un arma que permaneció leal al gobierno.

Otro respaldo importante para la conjuración local fue periodístico. El diario El Pueblo –de extracción conservadora-, transmitía mensajes en clave a los conspiradores, conforme iban sucediendo los hechos en Córdoba capital y la convergencia de sublevaciones en otros puntos del país.

En el mismo sentido, la transición presenta gestos políticos conflictivos y acciones estratégicas de enorme trascendencia en el devenir de los siguientes cincuenta años de historia argentina, como así también en el de los espacios urbanos más pequeños con tendencias similares, en ciudades del interior como Río Cuarto, no exenta de episodios –algunos- dramáticos y singulares dada la íntima, intensa y perdurable identificación de algunos sectores civiles y de las Fuerzas Armadas con la Libertadora.

Por el momento, se ha trabajado con fuentes periodísticas -diarios El Pueblo y La Calle-, con documentación oficial de distinto orden -nacional, provincial, municipal-, con entrevistas a diversos protagonistas y testigos de un tiempo acotado que transcurre entre los últimos meses de 1955 y el año 1956 en la ciudad de Río Cuarto.

 

Finales y comienzos

 

En el desenlace -ya inevitable- que deja el triunfo de la Revolución Libertadora del 16 de septiembre de 1955 en Río Cuarto, es posible remarcar hechos clave. El 20 de septiembre de 1955, los numerosos presos políticos puestos en la Jefatura de Policía local por el derrocado gobierno peronista del Sr. Amadeo Dapena, quedan en libertad frente a una multitud congregada en las calles Belgrano y Sobremonte. Un heterogéneo grupo de políticos de distinta extracción partidaria en los que se destaca el Radicalismo y el Socialismo junto a conocidos dirigentes institucionales antiperonistas, como miembros activos de los Comandos Civiles, que actuaron junto a los conjurados de Videla Balaguer.

El día 23, se produce la llegada del Regimiento 14 de Infantería que había sido convocado para sumarse a las fuerzas leales en Córdoba, pero que a poco de andar, había detenido su marcha en un lugar cercano a la localidad de Alta Gracia y -ya triunfante el levantamiento opositor-, debió regresar a Río Cuarto con sentimientos contradictorios. Más que volver como una fuerza derrotada, fue recibida y acompañada por el pueblo desde el cruce del puente carretero hasta los Cuarteles. Su paso por la Plaza Roca -con vivas y flores arrojadas con fervor- escoltó a los soldados del viejo Regimiento. No se trató de un acto oficial, sino de un gesto espontáneo de los vecinos, que más de un testigo señala como confuso, pues no se sabía si saludaban a los leales vencidos o a los triunfantes sublevados.

Ese mismo día, un oficio religioso prepara para el domingo siguiente el homenaje a los ‘Mártires de la Cruzada Libertadora’ y la misa en la Parroquia San José de Banda Norte reza “en memoria de los caídos heroicamente en esta gloriosa revolución”.[3] El día anterior, los alumnos de la Escuela de Comercio habían realizado un acto saludando festivamente los acontecimientos, con un curioso título convocante: “Con motivo de la vuelta de la tortilla”. Se cantó el Himno Nacional, hubo candentes discursos de profesores, bandera a media asta, el consabido minuto de silencio por los ‘caídos’, y como corolario, le exigieron a la Unión de Estudiantes Secundarios (U.E.S.) de la Escuela Industrial la entrega “de todos los afiches y distintivos de propiedad de la U.E.S. quemándolos en la calle” y todo terminó con una manifestación en Plaza Olmos.[4]

Por unos días, asume como Comisionado Municipal Julio Wenceslao Alonso, llamado “El Intendente de la Revolución” por un panegírico y eufórico “Pancho Poncho”[5] en el diario El Pueblo, el mismo día en que el autollamado Movimiento Revolucionario Civil de la ciudad habría secuestrado numerosas armas en poder de los civiles peronistas.[6]

“Cuando se escriban detalles de la Revolución triunfante se conocerán episodios de diverso carácter, unos de honda dramaticidad y otros de comicidad y, sobre todo, algunos notables ejemplos de estrategia civil que fueron factores determinantes de la victoria. (…) y hasta en las proximidades de este “Imperio”, que por otra parte, resulta haber sido la cuna de la acción revolucionaria.”[7]

El 27 de septiembre, asume el Comisionado Municipal Ben Alfa Petrazzini acompañado de una Junta Revolucionaria Civil. Un gobierno comunal de facto que subsumiría su voluntad a los mandatos de los militares golpistas durante años. Se trataba pues de reproducir en escala, medidas desperonizadoras con la pretensión de ‘organizar el olvido’ para la mayoría peronista de la ciudad. “Optimismo, debate y violencia fueron los signos característicos de la vida política en los primeros años que sucedieron a la caída del peronismo. El antiperonismo en el poder se debatió entre refundar el orden político republicano-democrático y erradicar al peronismo de la cultura política argentina.[8]

La conspiración civil previa a la Revolución Libertadora se reconfigura en la vigencia de los partidos políticos tradicionales que ofrecen -por el momento- un apoyo incondicional al gobierno de Lonardi, primero y, más tarde a Aramburu y Rojas: Unión Cívica Radical, Partido Demócrata Nacional, Partido Demócrata Progresista, Partido Socialista, Partido Comunista, y el reciente Partido Demócrata Cristiano[9]. Una fracción de católicos independientes se sumó al gran espectro opositor. Se acercaron a dar respaldo, también, sectores de la intelectualidad e instituciones representativas de la producción local-regional.

Los esfuerzos por el desmantelamiento del modelo peronista y los primeros diálogos entre partidos políticos y el gobierno provisional, se configuraron en la Junta Consultiva Nacional que presidió el Almirante Rojas, organismo de consulta permanente del poder ejecutivo en el que se trataron los temas más candentes de la agenda política del período.

De acuerdo con Spinelli[10], la presión de los partidos -excepto el PC que no integró la Junta-, por participar en sus deliberaciones respondía al doble propósito de diseño de las políticas gubernamentales en un terreno que consideraban como propio, y en lo que el arco antiperonista compartía como espíritu refundacional de la República, tarea vigente de la Libertadora. Los temas acordados en el diálogo político fueron: la proscripción del peronismo; la derogación de la Constitución de 1949; el Plan Presbich; el Estatuto de los Partidos Políticos y la convocatoria a elecciones de convencionales para la Reforma Constitucional de 1957, revistieron mayor envergadura.

Podrían distinguirse dos etapas en este acuerdo entre partidos y gobierno de facto: Una primera etapa de hegemonía del antiperonismo radicalizado con matices divergentes al interior de una minoría radical (Oscar Alende, Oscar López Serrot) que sostenía la negativa a la reforma constitucional, la postura distante del gobierno asumida por Arturo Frondizi que a su vez se diferenció definidamente de la actitud mostrada por otros dirigentes radicales como Ricardo Balbín, Crisólogo Larralde y Miguel Ángel Zavala Ortiz[11] quienes compartían reuniones y giras -por el interior del país- junto con Aramburu y Rojas.[12]

La segunda etapa se evidenció apenas unos meses después -a mediados del año 1956- y se prolongaría hasta el final de la Libertadora. Emergieron disidencias entre los partidos y al interior de ellos, en gran medida el quiebre del radicalismo en UCR Intransigente y UCR del Pueblo. El acuerdo entre Aramburu y este último, operó como un alud que desplazó a los demás partidos minoritarios fuera de la escena de las alianzas.

Como se dijo anteriormente, el conjunto disímil y heterogéneo del antiperonismo que se manifiesta también en las provincias, en que pueden distinguirse -siguiendo a Spinelli[13]- tres modalidades:

El antiperonismo tolerante, se opuso a las reformas y planteó la cooptación del peronismo adoptando la planificación y alianza de clases. Sectores nacionalistas, del Comunismo, Partido Conservador Popular, Democracia Cristiana -Unión Federal- y sectores del radicalismo que forman después la UCR Intransigente. En esta categoría podría incluirse al mismo Gral. Lonardi en la primera etapa del gobierno de facto mediante su expresión “ni vencedores ni vencidos”.

Un antiperonismo optimista, actuaba como ‘socio’ del gobierno golpista. Confiaba y apostaba en depurar de rasgos autoritarios a gobiernos populares e insuflar contenido republicano. Aquí mayoritariamente se encuentra la Unión Cívica Radical -el sector de UCR del Pueblo, tendría gran influencia en las gestiones libertadoras. Por ese entonces, en el radicalismo local se expresaban líneas internas que reflejaban los debates y posicionamiento nacionales: un núcleo formado por Unidad Radical -proclive y protagonista del golpe de septiembre-; el núcleo Intransigencia Nacional alineado con el liderazgo provincial cordobés de Amadeo Sabattini y el núcleo Intransigencia y Renovación, que constituirá -con el tiempo- el sector adherente a Arturo Frondizi. En diciembre de ese año, los comicios internos de UCR darían un amplísimo triunfo al sector unionista en todo el Departamento Río Cuarto.

Finalmente, en grado más extremo, el antiperonismo radicalizado o revanchista, que propugnaba la anulación directa del peronismo y la restauración del orden político liberal, desplegando un intenso y efectista proyecto político pedagógico. Identificaban al peronismo como nazi-fascismo y pretendían ser herederos de la línea histórica Mayo-Caseros, que se referencia más adelante. En esta expresión pueden encontrarse el PD, PDC, PDP y el PS.

Todos coincidían en llevar a cabo de manera urgente la desperonización, fundada en considerar al gobierno depuesto como un régimen corrupto, perverso y de orientación nazi-fascista, incompatible con la concepción republicana que expresaban defender. Sin embargo, el rasgo unificador, que fue la exclusión legal y proscripción del peronismo como fuerza política, no pareció incompatible con la valoración del sistema democrático y de la necesidad imperiosa de construirlo desde la raíz, habiendo sido derrotada la tiranía. De cualquier modo, debe admitirse que en este brevísimo tramo, aflora el antiperonismo como un protagonista político insoslayable de la vida política y la impronta cultural que marca fuego las décadas siguientes.

 

La persecución y represión del peronismo como política de Estado

 

La estrategia desperonizadora en Río Cuarto, sin los alcances masivos y los decibeles de las capitales, tuvo acciones represivas evidentes desde los últimos meses de 1955.

Es oportuno reseñar la destitución del gobierno municipal surgido del voto popular en las elecciones del año anterior, y de los cuadros políticos y funcionarios que secundaban al Intendente Amadeo Dapena. Junto con ello, la disolución del Partido Peronista establecidos por los decretos nacionales (Nº 3855 /55) y con ello la imposibilidad de ejercer cargos directivos para quienes hubieran integrado gobiernos peronistas o bien, fuesen afiliados al partido. En la serie normativa que ordenaba la proscripción y el olvido del universo político-cultural peronista, apareció por entonces el inusitado decreto nacional Nº 4161/56.

Los decretos firmados por el Intendente Ben Alfa Petrazzini y su secretario Lucas Espinosa Arribillaga, por los que se dejaba cesante a numeroso personal en cargos municipales en áreas como Dirección General de Rentas, Departamento Ejecutivo, Honorable Concejo Deliberante, Prensa e Información, Asesoría Letrada, Licitaciones y Suministro, Reloj Público, Asistencia Pública, Escribanía, Dpto. Personal Municipal.[14] Sumado a esto, la aceptación de renuncias de los médicos a cargo de Dispensarios de Barrio Alberdi y Banda Norte.

Cumplimiento del Decreto Nº 2524 por el que se prohibía a los empleados públicos la participación en actividades políticas e inhabilitación para ser electos.

Las cesantías de docentes-directores de escuelas y colegios de quien se sospechaba simpatías o actividad militante favorable al peronismo en derrota. En este marco, se dicta la cesantía del Maestro Director de la Escuela Nocturna ‘Santiago Arias de Cabrera’, Prof. Manuel Gregorio Irusta, medida que acompaña esta descalificadora consideración de las autoridades: “Siendo necesario reorganizar los cuadros docentes de la instrucción primaria a cargo de la Municipalidad, para confiar las altas responsabilidades que esa función comporta a los maestros que se han mantenido fieles al espíritu de la libertad y ajenos a toda militancia dentro del sistema de despotismo personal instaurado por el régimen depuesto por la Revolución Libertadora”.[15]

Dentro de este clima, enrarecido por el antagonismo y la euforia de los antiperonistas, también hubo siembra de sospechas y descalificaciones sobre docentes que nunca habían ejercido una actitud militante o favorable al peronismo gobernante. Tal el caso de la solicitada de descargo -por tan grave acusación nunca comprobada- que publicó el Prof. Víctor Barrionuevo Imposti, Rector del Colegio Nacional de Río Cuarto: “Señor Director del Diario La Calle: con el objeto de desvirtuar rumores infundados que me conciernen, solicito al Señor Director, me permita formular la siguiente aclaración por medio de su difundido diario: Que es absolutamente falso que en mi domicilio se hayan requisado acopio de armas, transmisores u otros elementos de lucha política, ya que no he intervenido, ahora ni nunca en actividades de dicho carácter (…)”.[16]

Tiempo después fue separado del cargo, provocándole grave perjuicio personal y profesional: su alejamiento no solamente de la ciudad sino de sus funciones en la escuela pública.

La formación de una ‘Comisión Investigadora’ de irregularidades como réplica de la capitalina Comisión Nacional de Investigaciones que coordinó las diferentes comisiones persecutorias de ex funcionarios de Perón y publicó con el tiempo el Libro Negro de la Segunda Tiranía, obra maestra del infundio dado las escasas comprobaciones a las que arribó. La Comisión local estaba integrada por Antonio Subirachs, Julio W. Alonso, José Martorelli, Manuel Ascacíbar, Enrique Bauducco y Fernando Pedro Cachau. Se instaló en el Concejo Deliberativo del Palacio Municipal y sus acciones llegaban a lo que era la 2º Circunscripción Policial, esto es: Departamentos Río Cuarto, Roque Sáenz Peña y Gral. Roca. Actuaba juntamente con la Jefatura de Policía.

Ya constituida el 25 de octubre, dicha Comisión Investigadora procedió a generar acusaciones y denuncias, nunca comprobadas, de fraude y corrupción administrativa en la figura del anterior Jefe Comunal Natalio J. Castagno y del ex Senador provincial Eugenio Candia, por las que fueron detenidos y alojados en la Jefatura de Policía. Sin pruebas concretas, quedan liberados en horas, pero serán continuamente vigilados.

Asimismo, se llevaron a cabo allanamientos y requisas continuos a domicilios particulares a fines del 55 y durante el año 1956, así como detenciones reiteradas de profesionales destacados de la ciudad. Los casos se multiplican en corto tiempo, sobre algunos profesionales y dirigentes destacados como Jorge Otero Pizarro, Julio Humberto Mugnaini, Amado Curchod, Ricardo Obregón Cano, Roberto Domínguez, Juan José Castelli, Oscar Baldasarre, entre tantos otros.

La Delegación Regional de la CGT, que nucleaba a secretarios generales confederados y funcionaba en Belgrano y San Lorenzo, sufre la primera intervención en octubre, a cargo de una comisión formada por Juan Cedriani como Sec. Gral.; Aldo Ferreyra como Sec. Adjunto; Pablo Las Heras como Sec. Administrativo; Tomás Zeballos como Tesorero y Joaquín Casas como Pro-tesorero. Un mes después, la intervención cambia a una conducción militar. En diciembre, con el Capitán Leandro R. Narvaja Luque pero continuará siendo asesorada diariamente por gremialistas identificados con los objetivos de la Libertadora, tal el caso de Cedriani. La CGT local tuvo también su Comisión Investigadora presidida por el Capitán de Intendencia José María Lillo.

En el orden simbólico, el Gobernador Interventor de Córdoba, el Gral. Dalmiro Videla Balaguer, dictó el decreto por el cual establecía como sede del gobierno provincial a la ciudad de Río Cuarto, los días 1 y 2 de Octubre en honor por haber sido cuna de la Revolución Libertadora.

“De tal manera, paralelamente a las medidas concretas de “desperonización” ya señaladas, merecen rescatarse las visiones registradas en oportunidad de la conmemoración de la batalla de Caseros en febrero de1956; el rescate de las figuras de Mitre y Sarmiento en el mismo año y la resignificación sanmartiniana de 1957 bajo el saludo de Aramburu.”[17]

En el mismo orden, se restituyó la nomenclatura de barrios, plazas, avenidas y calles de la ciudad, por el que recuperan sus nombres calle Constitución, Avenida Italia, Av. España, Av. Marcelo T. de Alvear; plazas General Paz y de Ejercicios Físicos, Pueblo Alberdi y Teatro Municipal. Se dejó sin efecto el cambio de nombres de Av. 17 de Octubre y Barrio Justicialista.[18]. En siete artículos resume los intentos de borrar la memoria popular y la presunción de acabar con el pasado que no puede volver -cito al propio Gral. Aramburu, tiempo más tarde-. Uno de los rasgos notables de réplica es la permanente referencia a la recuperación ideológica y patriótica de la tradición histórica Mayo-Caseros, ya que la estrategia represiva se fundamenta en parte, al menos en Río Cuarto, en la identificación del peronismo derrocado más con episodios históricos pasados de la tiranía rosista que del presente nazi-fascismo. Las revistas culturales de la ciudad, tales como ‘Vertical’ y ‘Trapalanda’, y otras de carácter institucional como la ‘Revista del Centro de Viajantes’, conforman una inestimable fuente para esta reconstrucción histórica.

La estrategia desperonizadora encuentra sus propios dispositivos y se cumple cabalmente a través de los medios de comunicación de entonces. El diario El Pueblo resalta, con comentarios elogiosos, los comunicados emitidos por organizaciones e instituciones locales adhiriendo a los principios o Directivas Básicas de la revolución. También se publican allí algunos significativos documentos: Rotary Club y la recuperación nacional, Adhesión del Centro de Propietarios y Contribuyentes, Manifiesto del Colegio de Abogados, posicionamiento del Centro de Viajantes, Comunicado del Centro de Almaceneros, Comisión Pro-Ayuda a las víctimas de la Revolución, homenaje de la Asamblea de Maestros Democráticos, Asociación Pro-Patria.

“Nuestro sujeto histórico, el antiperonismo, fue un fenómeno político y cultural vasto que excedió a las clases medias aunque las contuvo. En líneas generales, fue considerado por los cuadros políticos e intelectuales del peronismo y de buena parte de la izquierda y la derecha nacionalistas afines a él, como esencialmente reaccionario desde el punto de vista social, políticamente liberal, elitista y defensor de los sectores privilegiados de la sociedad y de su alianza con el capital internacional.”[19]

El repertorio de simpatías y lealtades que despierta el golpe se expresa partidariamente. Un extenso y encendido comunicado al pueblo publicado por el PDC con el encabezado de “Homenaje a los Héroes de la Revolución Libertadora[20]. Tiempo después, el PS, que adhiere a la recién formada Comisión Proayuda a los damnificados de la Revolución Libertadora, va a reclamar “los bienes habidos indebidamente por funcionarios y beneficiarios directos e indirectos de la tiranía” y se opone de manera categórica a “(…) que participen por sí o representando instituciones –como viene ocurriendo- personas que hasta el último momento han estado sirviendo a la tiranía con adhesiones o militancia abierta y decididamente anti-revolucionaria, pues considera un escarnio que quienes apoyaron a la tiranía, pretendan erigirse en directores de ese aspecto de la recuperación nacional. Firma: Américo Di Cola-Secretario General.”[21]

Por su parte, Radio Ranquel ofrecía a los dirigentes políticos antiperonistas dos espacios nocturnos como tribuna para disertaciones sobre temas de actualidad y críticas sistemáticas al gobierno derrocado.

 

Nuevos prohombres en la vieja línea ‘Mayo-Caseros’

 

Dentro del orden simbólico y de las representaciones vencedoras en 1955, resulta no menos importante la que refiere a la tradición republicana o línea histórica Mayo-Caseros. Quienes adhirieron, -en su mayoría la franja del antiperonismo radicalizado-, también hicieron suyos los valores y gestos de una tradición política. A propósito, Spinelli explicita el núcleo de ideas rectoras del ideal restaurador: “(…) la austeridad republicana, el “adecentamiento” de las costumbres políticas, la revitalización del ideal sarmientino de la educación como base del orden político y de la movilidad social, la condena a la política entendida como simple ejercicio del poder y la democracia como una cuestión de votos.”[22]

En coincidencia con lo señalado por Escudero (2012): “La Revolución Libertadora de la hora Aramburu fijó, con mucha más elocuencia y definición con que lo hiciera Lonardi, una línea histórica compleja pero fácilmente aprehensible y reproducible: la que unía sin obstáculo alguno el momento Mayo con el momento Caseros (…) La habilitación de esta línea histórica implicó, entonces, establecer en primer término la conmemoración de la batalla de Caseros y, en segunda instancia, la revalorización de otras figuras de ascendencia liberal como Sarmiento y Mitre, ambos considerados paladines de la Argentina que el peronismo había corroído. La mirada retrospectiva hacia el pasado argentino implicó la reafirmación de los “próceres de mayo” y “los de julio, que actuaron contra la tiranía de la restaurada dinastía borbónica.”[23]

En el historiador riocuartense Rodolfo Centeno (1900-1978) con motivo de la visita del presidente de facto Aramburu a Río Cuarto en 1957, se reconoce la intensidad que debía darse a la reivindicación de algunas figuras del pasado argentino. “Evocar las “virtudes” de los hombres del panteón liberal era, para Centeno, una tarea ineludible en “estos momentos difíciles de reorganización revolucionaria, después de las noches sin estrellas de la tiranía, es un deber patriótico”. El mencionado historiador reconocía que el país estaba en plena “crisis de valores morales de la talla de San Martín, Belgrano, Rivadavia, Mitre, Sarmiento”, quienes todo lo habían renunciado y dado “por el bien colectivo para construir la Patria que añoraron.”[24]

Entre noviembre y diciembre del año ‘55, se producen algunos cambios decisivos en la conducción del gobierno provisional como el desplazamiento de Lonardi y su reemplazo por una línea dura del antiperonismo con el Gral. Pedro Aramburu que repercuten fuertemente en Córdoba. También es desplazado el General Dalmiro Videla Balaguer, Gobernador Interventor y jefe de la asonada riocuartense del 2 de septiembre, destinado a cumplir misión diplomática en Italia. Ante los primeros rumores del alejamiento del General Videla Balaguer de su cargo, un Pancho Poncho intrigado redobla los elogios de manera exagerada por quien encabezara la conspiración local: “(…) Cuando se escriba la historia de la Revolución Libertadora que tuvo a la ciudad de Córdoba por su principal escenario, se sabrán los quilates de la estrategia de ese jefe militar que, con sus disposiciones y arengas, batió a todos los regimientos que estaban cercando la ciudad de don Jerónimo Luis de Cabrera.”[25]

Las operaciones memoriales -que señala Escudero-, tuvieron el claro propósito de afirmar el proyecto del gobierno provisorio, recuperaron la corriente histórica liberal y efectuaron a su vez una lectura particular de la experiencia que se pretendía erradicar, así es como el complejo antiperonismo local triunfante se identificó con aquella hazaña y desde allí, construyó nuevas representaciones coherentes con los pasos futuros. El diario El Pueblo -en la letra de su director- resultaba la voz oficial del bando vencedor, la opinión pública libre ya de la censura peronista y al rescoldo de la represión libertadora. “Subirachs afirmaba que al observar “objetiva” y retrospectivamente la historia argentina, aparecían claras “repeticiones históricas” entre el peronismo y el rosismo y entre Caseros y la Revolución Libertadora. En lo que respecta a la comparación efectuada entre los momentos históricos mencionados en primera instancia, el periodista detectaba denominadores comunes. Se trataba, en primer término, de la “característica prepotente y despótica” de la tiranía rosista y de la “reciente del dictador depuesto”.[26]

De este plano inmaterial, también resulta interesante recuperar el imaginario social expresado en el diario El Pueblo por Carmelo Pérez, en una nota titulada “Presencia de Río Cuarto”: “Río Cuarto estuvo en la Revolución, a pesar de que las fuerzas militares que la rodeaban y la policía eran leales al régimen depuesto (…) se gestó el movimiento libertador (…) estuvo con el Comando civil Revolucionario (…) estuvo en el propio teatro de las operaciones, es decir, en la heroica ciudad de Córdoba. (…) la actuación valiente de un grupo de estudiantes universitarios riocuartenses que fueron los primeros en alistarse en las fuerzas civiles cuando desde el Cabildo de Córdoba se hacían llamados a la argentinidad (…) la actuación de un médico de Río Cuarto que participó activamente en la organización de servicios sanitarios y de aprovisionamiento (…)”[27]

Sin embargo, no sólo la prensa escrita y el discurso oficial abonaron las posturas políticas reaccionarias, también permeó la expresión artística monumental que representó la cinematografía. El cine, que había experimentado la conversión a medio masivo de comunicación y divulgación de las conquistas culturales, sociales y políticas de la década peronista, ahora iba a servir como herramienta de desperonización a partir de la denuncia del orden político anterior, la ridiculización de sus dirigentes y la evidencia de supuestos actos de corrupción que ponían en imágenes lo que el Libro Negro de la Segunda Tiranía estampaba en el papel.

En el mismo sentido y durante algún tiempo se exhibió en el Teatro Municipal en dos turnos el documental ‘El mito de Perón y Eva Perón’ y se proyectó en el Cine Gran Sud de la ciudad, el film documental de una empresa de Córdoba -Moro Film- con escenas de la capital en las horas revolucionarias. A su estreno, en la noche del martes 3 de enero de 1956, asistieron el General Videla Balaguer con familiares y el Comisionado Municipal. Estas proyecciones desataron algunos incidentes posteriores, donde algunos vecinos insultaron al Comando Revolucionario Civil y al Sr. Alfredo Gallo, hechos que fueron inmediatamente desbaratados por la policía.

Vinculado también con la cinematografía, la proyección del film norteamericano conocido como ‘Decepción’ del director Robert Rossen[28], fue celebrada en la ciudad y difundida con títulos publicitarios tales como: “Un demagogo!... Engañando a su pueblo!... Saqueándolo!”; “Una alerta para los ciudadanos del Mundo!”

Coinciden estos eventos con el programa pedagógico de la desperonización, como señala Spinelli: “Esta exhibición pública de los “vicios y pecados”, realizada desde el Estado y difundida por la prensa, tuvo un carácter ritual en el antiperonismo. La misma estuvo orientada a construir una imagen que desmitificara al peronismo desde todo punto de vista, ya que no trepidaba en hacer público lo que era estrictamente privado y se completaba, sugestivamente, con la denuncia de los “desvíos sexuales” del ex-presidente, lo cual cerraba el círculo de satanización, el peronismo y su líder, como paradigma de la inmoralidad y la corrupción. Hubo una oficialización de los prejuicios del antiperonismo, y lo que antes había sido el rumor y la maledicencia de los opositores, se convirtió en información oficial de contenido educativo para la ciudadanía.”[29]

Pero la producción cinematográfica nacional se paralizó y durante 1956 no hubo estrenos de películas argentinas a la par del cierre o clausura de varios estudios de filmación. “Así, en esta disputa por la hegemonía, junto a las disposiciones que buscaban la represión más directa, el gobierno se decidió a librar una verdadera batalla cultural por la memoria, para incidir en el sentido que se otorgaba a una representación del pasado reciente –que seguía siendo reivindicada por amplios sectores- o, en la posición más extrema para sencillamente anular cualquier referencia a él.”[30]

 

´Fumigar el país´

 

A poco de la victoria de los comandos civiles en Septiembre, hay convocatorias reiteradas dirigidas a los ciudadanos inquietos. En efecto, un novedoso cabildo abierto a realizarse por las noches -a partir de las 21 horas- y una vez por semana en la Plaza Racedo a partir del martes 3 de enero de 1956. Este espacio de discusión y de pretendidas deliberaciones contaría con la presencia de notables figuras políticas de la ciudad, con prescindencia de partidos políticos, integrando a personas de ambos sexos “amantes del régimen democrático”.

El propósito que sustentaba la reunión al aire libre era colaborar “al mayor éxito de los fines perseguidos por la Revolución Libertadora”, por lo que se autodefinía como una “cita patriótica”.[31] Dicha iniciativa no superó dos reuniones espaciadas en el tiempo, por diferentes motivos a veces climáticos, por ausencia de concurrentes y otras de orden policial.

Esto llevó a anunciar otra modalidad en el marco de la estrategia desperonizadora, como la publicación de una breve hoja con el nombre de ‘Cabildo Abierto’ del cual, con tono amenazador advertía: “de la que se hará un gran tiraje y tendrá mucha difusión, en la que se dirán las cosas por su propio nombre y si es necesario se hará bailar en la cuerda floja a quien lo merezca”.[32] Tiempo después, se llevarían a cabo otros, pero bajo el techo de la Sociedad Italiana, con el fin de afianzar los postulados de la Revolución Libertadora y “crear el clima de convivencia pacífica y de realizaciones progresistas”.[33]

Otras formas de comunicabilidad cobraron cuerpo despejando la censura que el peronismo había impuesto en los medios de información, por lo que durante varios meses desde el verano del ‘56, las conferencias radiales y disertaciones de políticos que representaban a diferentes partidos, fueron tupidas y a veces grandilocuentes, anunciadas con varios días de anticipación por los diarios y transmitidas –en directo- por Radio Ranquel.

El espacio radial llevó el nombre de ‘La voz de la Libertad’ estrenado por el dirigente radical Fernando Hugo Mauhum y subsiguientes participaciones. Algunas de ellas: Dr. Carlos Maina por la corriente unionista de la UCR, dirigida por Miguel Ángel Zavala Ortiz a nivel nacional, el Partido Socialista y el Partido Demócrata Progresista, la democracia cristiana a cargo de una voz femenina Isabel Provenzal de Álvarez y más tarde Américo Salas.

Las expresiones pro-revolucionarias imitaban en gran medida a las conocidas en la Capital, mucho más cuando en un acto de “Reafirmación Democrática” un riocuartense, Miguel Ángel Zavala Ortiz, declamaba en un apasionado discurso: “Fumiguemos para siempre el país contra los milagreros y los demagogos…”[34]

El partido Socialista por entonces organizaba sus primeros actos y disertaciones en el ‘Centro Socialista’ de calle Alberdi 575. El próximo a realizarse era un homenaje a Juan B. Justo cuyos oradores Domingo Arbetelli, Américo di Cola, Amleto Magris y Juan Cedriani, iban anunciando sus temas en la radio. Todos embarcados en asumir definiciones frente a la realidad político-institucional y gremial que imperaba. Las voces femeninas en la radio fueron Solange Gorostiaga de Barrera, primera concejal femenina de la ciudad por la UCR y una joven Elsa Lyda Mugnaini encarnando el sector juvenil del Partido Demócrata Nacional.

 

Para democratizar, hay que desperonizar…

 

Resignando cualquier criterio de neutralidad, el gobierno de Aramburu se autoproclama antiperonista y, en este sentido, para democratizar era necesario desperonizar. Los efectos se hacen sentir en la ciudad. Sin embargo, la Comisión Investigadora Departamental -creada en octubre-, dista mucho de satisfacer las ambiciones represoras del antiperonismo. Se le acusa de inactividad y se critica que haya puesto su renuncia a disposición de las nuevas autoridades de facto provinciales. De hecho, hacia mediados de 1956 va a languidecer hasta esfumarse, debilitada por las disensiones intrínsecas y la pérdida de la función que la había generado ad hoc.

Un gesto oficial más que simbólico, tiene lugar en las fiestas patronales del 8 de diciembre de 1955. El Obispo de la Diócesis, Monseñor Leopoldo Buteler rindió homenaje al Gobernador Interventor Videla Balaguer de visita en la ciudad, y le ofrendó una condecoración espiritual. A la vez que, la crónica de este acto público refleja la profunda identificación de la Iglesia con el primer momento revolucionario, al menos mientras Lonardi se encontraba a cargo del gobierno provisional.[35]

De tal manera, paralelamente a las medidas concretas de desperonización ya señaladas, merecen rescatarse las visiones registradas en oportunidad de la conmemoración de la batalla de Caseros en febrero de1956; la reivindicación de las figuras de Mitre y Sarmiento en el mismo año y la resignificación sanmartiniana de 1957, bajo el saludo de Aramburu.

La acción exclusora y represiva de estos meses iniciales recrudecerá en el gobierno provisional del Gral. Pedro E. Aramburu y se profundizará a tal punto que alcanza su clímax en la aplicación de la pena de muerte por razones políticas en Junio de 1956 como consecuencia del levantamiento militar del Gral. Juan José Valle.

 

Balance ’55-’56 en la visión del periodismo

 

Enfocaremos el año subsiguiente al golpe de 1955 a través de una perspectiva periodística no unívoca, debido a los diferentes orígenes y trayectoria de El Pueblo y La Calle, diarios locales de la ciudad de Río Cuarto. A partir de su análisis y relevamiento constante, hemos recuperado cuantiosos documentos públicos, comentarios bajo seudónimos, algunas fotografías y opiniones editoriales de intensidad política antigubernamental y antiperonista –como el editorial de El Pueblo, la columna de Pancho Poncho-, y otras notas de sentido más conciliador y expectante frente a la transición libertadora, como es el caso del periódico La Calle.

Desde marzo del 56, la editorial del diario El Pueblo, insta a los partidos políticos a dejar de lado el proselitismo, la propaganda y los conflictos de sus propias internas para poner todo en favor de la consolidación de la Revolución Libertadora. La despedida de Videla Balaguer antes de constituirse embajador en Roma en lo que califica como “alta misión”, lo lleva a una serie de visitas institucionales en las que resalta la del diario El Pueblo: “(…) el General Videla Balaguer tuvo palabras de elogio para el espíritu revolucionario que ha animado a nuestro diario y de agradecimiento a la colaboración que a la misma causa ha prestado entusiastamente.”[36]

La visita del presidente provisional Aramburu en abril de 1956, vuelve a situar a Río Cuarto como el Imperio y la ‘cuna de la revolución’, expresión periodística de Subirachs impreso a fuego en el ‘55, la relación inevitable de familiaridad natal con el presidente de facto, la vinculación de gran parte del radicalismo -sectores unionistas, sabattinistas y balbinistas con figuras de Río Cuarto- inflama el entusiasmo de sectores adictos, desde la docencia hasta la dirigencia política presente en los actos previstos. Sin embargo, a mediados del año, y postrera a la brutal represión de junio, se insinúa la impaciencia de los partidos políticos locales por definir las futuras elecciones, la promesa de reforma electoral y la sustanciación de elecciones internas de la UCR marcan fuertemente el final del año. De allí es posible ir detectando un desgranamiento paulatino de la coalición antiperonista de menos de un año atrás.

El apoyo del sector agropecuario a la Libertadora, se muestra más explícito en abril del ‘56. Un acto de los productores que se realizó en La Carlota, se refleja en el comentario favorable del editorial, cuando agrega a este evento la aclaración “luego de 12 años sin libertad”, y devela el discurso del representante de la Sociedad Rural de Río Cuarto, Dr. Eduardo Di Carlo.[37]

El 1º de Mayo de 1956 sería un día sin festejos o recordación activa para los trabajadores, la memoria sería activada sólo para refundarla plantando el simbolismo de la dictadura. No obstante esta situación, la Juventud Obrera Católica y el PS organizaron celebraciones dispares, pero que sirvieron para dar espacio y voz a la crítica –ahora sin censuras a la vista- del peronismo derrocado y, en el caso de la iglesia, la crítica que se desliza a otras expresiones políticas, incluido el propio gobierno de facto. En su homilía, el asesor federal de la JOC, Presbítero Juan Frattari, expresó: “Obreros argentinos: En este nuevo 1º de Mayo, bajo el cielo libre de la Patria liberada se escuchan voces de todas partes; las unas para poner acechanzas a las almas de los obreros, con promesas ilusorias y vanas; las otras para humillar a los obreros en su dignidad de hombres; las demás para defraudarlos en sus legítimos derechos.”[38]

En Junio del ’56, como “trágica y descabellada aventura” califica la editorial de La Calle al levantamiento del Gral. Valle y Gral. Cogorno, junto a los civiles que se movilizaron en una rebelión con intención justiciera pero destinada a ser duramente aplastada por la bota de la dictadura de Aramburu y Rojas. La llama “chirinada”, inspirada por ciego fanatismo de sus cabecillas a quienes denosta como “mentes extraviadas y cegadas” por una incontrolada pasión. El llamado a la población es: “Todas las clases sociales y todas las fuerzas que hacen con su esfuerzo persistente la grandeza del país, deben sacrificarse hasta el máximo de sus posibilidades para contribuir a su total pacificación, permaneciendo en constante defensa contra el orden”.[39]

El tema predominante, en Julio, son las cesantías masivas que en un principio sumaron 53 y más tarde 60 trabajadores del Hospital Regional Central a partir del decreto de inhabilitación (Nº 4258/56) emanado del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación.

En la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas en Julio de 1956 Aramburu anuncia -para fines del 57- la convocatoria a elecciones generales, no sin antes sustanciar en Julio de ese mismo año el llamado a comicios con el fin de elegir a los convencionales que reformarían la Constitución. Su apelación reiterada sobre que los propósitos que habían guiado a la revolución eran “destruir el totalitarismo y reconstruir la democracia”, servía de marco a otras iniciativas, tales como sancionar un Estatuto de los Partidos Políticos que la Junta Consultiva Nacional había elaborado y posibilitar una nueva ley electoral sustituta de “los instrumentos del fraude creados por el régimen depuesto”.

A finales de Agosto, se reúne la Agrupación Democrática de apoyo a la Revolución Libertadora. El diario El Pueblo, dice en relación con los motivos de este evento: “(…) siendo estos los de estrechar vínculos entre los ciudadanos que participaron de la gesta revolucionaria del 16 de septiembre, los que eran cada día más sólidos, e invitaba a todos los ciudadanos democráticos”. Más adelante: “(…) superado el derrocamiento de la tiranía habían quedado infiltrados muchos elementos en todos los órdenes de la actividad, tanto pública como privada y era necesario luchar contra esos elementos disgregadores y de regresión; misión que ha sido enfocada por la Agrupación y dio sus frutos.”[40]

En Septiembre, el primer aniversario de la revolución libertadora se desayuna esa mañana con el paro de los empleados de Comercio por no lograr una concertación en convenios colectivos de trabajo.

De Octubre a Diciembre, los diarios muestran una afiebrada e intensa actividad partidaria conforme a la perspectiva de participación en las cercanas elecciones de convencionales para la reforma constitucional de 1957.

El interrogante de la agencia de noticias de Buenos Aires “Prensradio” aparece en diario El Pueblo como mar de fondo de la ciudadanía no partidaria para las futuras elecciones de convencionales constituyentes del próximo año 1957: “Los nuevos partidos, ¿concretarán otras tantas fuerzas o terminarán desapareciendo?”, advirtiendo que las profundas fisuras ya sean doctrinarias o tácticas están en todos. Da cuenta de nuevos movimientos: Unión Federal, Partido Laborista Cristiano, Partido del Pueblo y Unión Republicana. El Movimiento de la Clase Media ofrece reivindicaciones económicas para el sector y el Movimiento Cívico Revolucionario, defensor de la libertadora y “lanza democrática contra los totalitarismos” apareció también en la línea de largada de la campaña electoral.[41]

De todos modos, en ese año el tradicional “día de la Lealtad” del 17 de octubre nuevamente no tendrá celebración. Precisamente en esa emblemática fecha para los peronistas, el gobierno de facto da a conocer el Estatuto de los Partidos Políticos con siniestra ironía, ya que condena deliberadamente a sepultar a la mayor expresión política argentina de los últimos cincuenta años. El Gral. Aramburu en una maniobra autoritaria -que llevará también al desacuerdo entre los firmantes- intentó plantar la lápida sobre cualquier rastro de peronismo sobreviviente.

“El Decreto-ley 19.044/56, sancionado el 16 de octubre, aceptaba por lo demás como ya constituidas las agrupaciones políticas que actuaban públicamente al 16 de septiembre de 1955, aunque dejaba expresamente indicado que la nueva legislación no podía modificar lo dispuesto sobre la disolución de los partidos Peronista y Socialista de la Revolución Nacional ni las resoluciones de la justicia electoral adoptadas con posterioridad a esa fecha”.[42]

En el matutino conservador Pancho Poncho, entre elogios a la nueva normativa, la definió como: “un instrumento de inspiración democrática, que aparte de asegurar la vida y actividades de los partidos políticos, busca el saneamiento de algunas prácticas viciosas que no habían sido desterradas”.[43]

Viejas y nuevas rencillas internas, rivalidades de grupos y de personajes, disputas por el poder partidario, habían estado ocultas o disimuladas en el bloque común del antiperonismo, pero a fines de 1956 ya era imposible negarlas. Se sumaba al diagnóstico la agencia United Press (UP), en una extensa nota titulada “La vida política nacional durante 1956” que definía como “año difícil” en los planos económico y social pero que “las reservas democráticas” habían sido más poderosas que “los factores regresivos”. Veía con expectante preocupación las disidencias en la interna de dos agrupaciones tradicionales como la UCR y el PD.

En cuanto a los conflictos sociales consideraba “agravados por la agitación de peronistas, nacionalistas extremistas y comunistas”, acusaba al “frente peronista” de intentar el asalto al poder en junio, “imponiendo al gobierno la aplicación de drásticas medidas, como único medio posible de lograr la supervivencia de la democracia”. Por último, señalaba a 1957 como “el año de dos batallas electorales”.[44]

Conforme se avanza hacia la transición 1956-1957 se incrementa el debate sobre el orden político. Spinelli identifica al menos dos concepciones sobre la democracia: una de ellas, con características elitista/representativa, en la que acuerdan tanto el socialismo, la democracia progresista y los demócratas, más bien, el antiperonismo radicalizado. Imaginan un gobierno con diversidad de partidos y tendencias, con la exclusión sin límites del peronismo. La otra concepción antielitista/soberanía popular –sostenida por el radicalismo- apoya la idea que todo gobierno se hace de mayorías y responde a expectativas y necesidades del pueblo. Aramburu mostrará alternancia entre una y otra, pero Rojas -como figura referencial de la Marina y de los sectores sociales gorilas-, se inclinará hacia la primera.

“La otra idea que estuvo en la base de las políticas tendientes al reordenamiento político-institucional fue la de “restauración” de la tradición democrático-republicana argentina. En la opinión mayoritaria del antiperonismo en el poder ésta había sido vulnerada por el gobierno peronista, al someter al parlamento y a la justicia a la voluntad presidencial. La reivindicación de la tradición política republicana, se hizo en base a la evocación de una tradición reinventada en la que se exaltaron las virtudes y valores de los hombres públicos, despojándola de los problemas, vicios y defectos que históricamente la política había tenido.[45]

Podemos notar claramente -desde la mitad del año 1956-, cómo los partidos políticos desempolvaron la vieja competencia entre ellos y prontamente, la discusión sobre la reforma electoral los empujó a definirse como reformistas o antireformistas.

“Así, desde los sectores que sostuvieron inicialmente la conciliación, comenzó a dibujarse cada vez más claramente un discurso de solidaridad e intento de captación electoral del peronismo. Mientras que desde las filas de los pro-reformistas y desperonizadores más radicales, se produjo un abroquelamiento en torno al gobierno.”[46]

La convocatoria a elecciones de convencionales constituyentes lanzada por Aramburu en octubre de 1956 con el objeto de sepultar definitivamente la Carta Magna de 1949 y resucitar con nuevos aires la vieja Constitución Nacional, tuvo la intención -entre otras- de conocer las tendencias y predisposiciones político-ideológicas del electorado. Pero sobre todo, se enfocó en dilucidar cuánto de éxito habría alcanzado la desperonización, la proscripción y el exilio del peronismo como movimiento, mensurar cuánto había impactado esta estrategia desperonizadora en los trabajadores, al punto de inclinarlos hacia otros partidos vigentes, más o menos cercanos a la libertadora.

De esta manera, el gobierno de facto podía anticiparse para diseñar el futuro de las elecciones generales de 1958. La decisión gubernamental de adoptar el sistema de representación proporcional de partidos y abandonar la preceptiva de la Ley Sáenz Peña, dividió aguas –también- entre aquellos y aumentó así, la puja entre los partidarios de la reforma y los opositores a la misma.

“Fue entonces cuando se puso en evidencia la fragilidad de un consenso que seguía limitándose al antiperonismo (ahora al antiperonismo no nacionalista) y que naufragaba apenas se ponía sobre la mesa el análisis de un instrumental jurídico destinado a erradicar el peronismo, sí, pero a fundar una nueva democracia también”.[47]

Radicales y conservadores se inclinaron por restaurar la vieja ley en cuanto a la lista incompleta, mayoría y minoría, cuya mecánica representativa beneficiaba a la instalación en la esfera pública de los grandes partidos; mientras que las demás expresiones políticas sostuvieron la idea de la representación proporcional -Sistema D´Hont-, ya que haría realidad la potenciación de sus fuerzas minoritarias.

En Río Cuarto, una encuesta de tres puntos temáticos emanada del gobierno nacional fue tomada por el diario La Calle y respondida por dieciocho dirigentes políticos, un sacerdote, una maestra y un sindicalista, todos con residencia en la ciudad. Tal documento no será analizado aquí pero da cuenta del intenso debate sobre la reforma constitucional y con ello, el lugar y papel que le iban a caber a los partidos políticos en el entramado que proponía el gobierno de facto para 1957.

Finalmente, dos hechos políticos van señalando los cambios que se avecinan, uno es la disolución definitiva de la Comisión Investigadora local, que había sido creada por iniciativa de los comandos civiles riocuartenses y el nuevo comisionado municipal puesto por la revolución. Tras haber dado varios traspiés en las “investigaciones” lanzadas a ex funcionarios peronistas y luego de no haber podido comprobar “negociados” y “defraudaciones”, la inquisitorial Comisión se disolvió en octubre, después de languidecer con suma esterilidad, según la opinión periodística unánime. El otro hecho es la renuncia del Comisionado Municipal Ben Alfa Petrazzini y su alejamiento definitivo de la función pública; le reemplazará desde entonces Lucas Espinoza Arribillaga. Ya para los últimos días del año la población de Río Cuarto se encaminó al empadronamiento masculino y femenino en los preparativos de las futuras elecciones.

 

Síntesis

 

Hasta aquí el avance de esta reconstrucción histórica local. En coincidencia con la política desperonizadora, los partidos políticos y sectores sociales de la ciudad de Río Cuarto se enfocaron durante 1956 a intentar erradicar al peronismo desde el nuevo gobierno y con una intensa operación pedagógica e identitaria de la ciudad como cuna de la revolución que albergaba la misión de clausurar la década vergonzante y demagógica del peronismo. Pero desde mediados de 1956, se perfilan fuerte disidencias y desgajamientos partidarios frente a las instancias normalizadoras de la futura república, que aún se sueña sin la presencia popular.

El originario acuerdo que había estrechado las filas del antiperonismo también en Río Cuarto, en pocos meses se diluye llevándose consigo un cuestionado instrumento de persecución como la Comisión Investigadora y a la débil autoridad municipal.

Se avecinan cambios para el nuevo año, el viejo tronco demócrata será desplazado por el radicalismo intransigente frondicista que en 1958 obtuvo la Intendencia de Río Cuarto, la Gobernación de Córdoba y el triunfo presidencial.

Las contingencias o las permanencias tanto de las elecciones de convencionales en 1957 para derogar la Constitución vigente, cuanto para las elecciones generales de 1958, serán objeto de análisis futuros.

 

Bibliografía

 

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Fuentes Documentales

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Diarios

El Pueblo, Río Cuarto: Tomos de Julio-Agosto-Septiembre y Octubre-Noviembre-Diciembre del año 1955 y del año 1956. Archivo Histórico Municipal de la ciudad de Río Cuarto.

La Calle, Río Cuarto: Tomos de Octubre-Noviembre-Diciembre del año 1955 y Enero-Febrero-Marzo del año 1956. Archivo Histórico Municipal de la ciudad de Río Cuarto.

 

 

Recibido: 30/09/2016

Evaluado: 11/11/2016

Versión final: 07/12/2016

 

 

 



(*) Profesora y Licenciada en Historia y Magíster en Ciencias Sociales. Docente del Departamento de Ciencias de la Educación en las asignaturas Historia de la Educación y Política Educacional, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto. E-mail: seneca_fil@hotmail.com y gpecora@hum.unrc.edu.ar

[1] PÉCORA, Griselda; Los documentos a mano: para reconstruir los duros tiempos de la transición “Libertadora” en Río Cuarto y la desperonización entre 1955 y 1956”. En: Cuadernos del Archivo Histórico. Archivo Histórico Municipal de Río Cuarto, Año I. Nº 1, Mayo de 2013, p. 85.

[2] El Pueblo, Río Cuarto, 18/09/1955, p. 5. “Cazando al vuelo”.

[3] El Pueblo, Río Cuarto, 23/09/1955, p. 3.

[4] El Pueblo, Río Cuarto, 18/09/1955, p. 5. “Cazando al vuelo”.

[5] “Pancho Poncho” es el seudónimo que tuvo el periodista Luciano Subirachs –fundador del diario en 1912- en su columna “Cazando al vuelo” del diario El Pueblo.

[6] El Pueblo, Río Cuarto, 29/09/1955, p. 5

[7] El Pueblo, Río Cuarto, 29/09/1955, p. 4.

[8] SPINELLI, María Estela; Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revolución libertadora, Biblos, Buenos Aires, 2005, p. 235.

[9] Los partidos políticos mencionados, se referencian en adelante como: UCR, PS, PDN, PDP, PDC, PC.

[10] SPINELLI, María Estela; Los vencedores vencidos…; op. cit..

[11] Miguel Ángel Zavala Ortiz (1905-1982) Abogado y político nacido en San Luis, con residencia en Río Cuarto, dirigente en la Unión Cívica Radical, fracción unionista, diputado nacional entre 1948 y 1950 en el llamado Bloque de los 44.Hacia 1955, dentro del frente más antiperonista del radicalismo, se preveía que -si tenían éxito al perpetrar el golpe de Estado- se conformaría una Junta de Gobierno, formada por dos militares, el socialista de derechas Américo Ghioldi (que estaba exiliado en Montevideo), el mendocino Adolfo Vicchi (líder del Partido Conservador), Zavala Ortiz (líder de la facción derechista del radicalismo) y un representante de la Fuerza Aérea rebelde. Durante el Bombardeo a la Plaza de Mayo formó parte de comandos civiles. En la causa judicial “Aníbal Olivieri y otros sobre rebelión militar” expediente 26.237/552 se le atribuye el haber encabezado uno de los comandos civiles que actuaron durante el bombardeo militar a la Plaza de Mayo en 1955. Pasado el bombardeo, Zavala Ortiz voló a Montevideo en un avión militar conducido por el Capitán de aviación Wilkinson de Almeyra pero fue posteriormente a la acción militar y con el objeto de pedir asilo político en Uruguay. Dividido el radicalismo en 1956/1957, Zavala Ortiz integra la UCR del Pueblo, y en 1958 es precandidato a presidente de la Nación por el unionismo/unionista en formula completada por Ernesto Sanmartino, cayendo en la interna de la UCRP frente a los candidatos de la intransigencia Ricardo Balbín-Santiago H. Del Castillo.

[12] SPINELLI, María Estela; Los vencedores vencidos…; op. cit..

[13] Idem.

[14] MUNICIPALIDAD DE RÍO CUARTO. Decreto Nº 8413, 13/10/1955. Archivo Histórico Municipal.

[15] MUNICIPALIDAD DE RÍO CUARTO. Decreto Nº 8461, 24/11/1955. Archivo Histórico Municipal.

[16] La Calle, Río Cuarto, 24/9/55, p. 2.

[17] ESCUDERO, Eduardo: “La útil presencia del pasado: a propósito de los años de la Libertadora en Río Cuarto". En: Cuadernos del Workshop Córdoba-2012. Programa de Historia política de Córdoba, CEA-UNC - Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI) - CONICET-UNNE, Córdoba 2013, p. 5.

[18] MUNICIPALIDAD DE RÍO CUARTO. Decreto Nº 8396/55. Archivo Histórico Municipal.

[19] SPINELLI, María Estela; De antiperonistas a peronistas revolucionarios. Las clases medias en el centro de la crisis política argentina (1955-1973), Sudamericana, Buenos Aires, 2013, p. 18.

[20] El Pueblo, Río Cuarto, 14/10/1955, p. 2.

[21] El Pueblo, Río Cuarto, 27/11/1955, p. 4.

[22] SPINELLI, María Estela; Los vencedores vencidos…; op. cit., p. 135.

[23] ESCUDERO, Eduardo: “La útil presencia del pasado…”, op. cit., pp. 1-2.

[24] Idem, p. 12.

[25] El Pueblo, Río Cuarto, 25/11/1955, p. 1.

[26] ESCUDERO, Eduardo: “La útil presencia del pasado…”, op. cit., p. 10.

[27] El Pueblo, Río Cuarto, 05/10/1955, p. 2.

[28] En 1949 y en plena época de testificación en las sesiones del Comité de Actividades Antinorteamericanas, Rossen desafía a todo el mundo, consiguiendo una de sus películas más extraordinarias. ‘Decepción’, basada en la novela de Robert Pen Warren, narra el ascenso y la caída de un hombre no muy inteligente -Broderick Crawford- pero con una capacidad oratoria descomunal, cualidad que le lleva a ser elegido gobernador de Louisiana. El político se autodenomina “el luchador contra la corrupción”, pero acabaría implicado en numerosos escándalos. A pesar del impacto que supuso en su día, la calidad de la cinta no le dio más remedio a sus compañeros para considerar ‘Decepción’ como el mejor film del año. Rossen consigue el Oscar como productor, una nominación como mejor director y otra como mejor guión adaptado. Recuperado de http://www.cineforever.com/2011/02/18/robert-rossen-murio-hace-45-anos/. Sitio visitado 27/01/2014.

[29] SPINELLI, María Estela; Los vencedores vencidos…; op. cit., p. 7.

[30] SCOUFALOS, Catalina; 1955 Memoria y resistencia. Biblos, Buenos Aires, 2007, p. 102.

[31] El Pueblo, Río Cuarto, 03/01/1956. p. 2.

[32] El Pueblo, Río Cuarto, 05/01/1956. p. 1.

[33] El Pueblo, Río Cuarto, 13/01/1956. p. 5.

[34] La Calle, Río Cuarto, 11/01/1956. p. 1.

[35] El Pueblo, Río Cuarto, 10/12/1955, p. 2.

[36] El Pueblo, Río Cuarto, 05/01/1956, p. 2.

[37] El Pueblo, Río Cuarto, 05/04/1956, p. 3.

[38] La Calle, Río Cuarto, 03/04/1956, p. 3.

[39] La Calle, Río Cuarto, 11/06/1956, p. 2.

[40] El Pueblo, Río Cuarto, 26/08/1956, p. 3.

[41] El Pueblo, Río Cuarto, 25/10/1956, p. 3.

[42] MELÓN PIRRO, Julio C., El Peronismo después del Peronismo, resistencia, sindicalismo y política luego del 55. Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2009, p. 130.

[43] El Pueblo, Río Cuarto, 20/10/1956. p. 7.

[44] El Pueblo, Río Cuarto, 30/12/1956, pp. 2-3-6.

[45] SPINELLI, María Estela; Los vencedores vencidos…; op. cit., p. 15. El resaltado es mío.

[46] SPINELLI, María Estela; “La desperonización. Una estrategia política de amplio alcance”. Disponible en http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/Spinelli1.pdf. IEHS- UNCPBA-UNMdP, 2003, p. 82.

[47] MELÓN PIRRO, Julio C., El Peronismo después…, op. cit., p. 128.