Política, prensa y discurso: la reacción
de la Iglesia católica frente a los gobiernos radicales entrerrianos en el
marco de la reforma constitucional (1914-1933)
Martín Luis María Céparo(*)
Resumen
En
el presente artículo se proponen analizar los roles y posturas que adoptaron la
Iglesia Católica y el Partido Radical en Entre Ríos en el periodo entre 1914 y
1933. Los objetivos que perseguían se fundamentan en diversos intereses: por un
lado evitar el avance de los criterios liberales postulados por el partido
gobernante y que serían plasmados en la Constitución provincial, y por otro,
establecer y reformar con criterios modernos la carta provincial. Los medios de
comunicación, en especial los diarios, se convirtieron en órganos de difusión,
y fueron los encargados la transmisión de sus ideas e instalar en la opinión
pública, y principalmente en sus adeptos, sendos discursos a favor o en contra
de los acontecimientos en el plano político. La reacción de la Iglesia católica
se enmarca en un proceso de expansión y organización interna de la mano de un
intento de consolidación en el escenario político, pero a la vez de defensa
frente a los embates del Partido Radical. La reforma constitucional provincial
es el telón de fondo que permite identificar la forma en que las estrategias de
la iglesia se emplearon para mantener su lugar como un actor de peso en la
sociedad entrerriana.
Palabras
clave: iglesia; radicalismo; prensa; estrategias.
Politics,
Media and Discourse: The Reaction of the Catholic Church against the
Governments of the Radical Party in Entre Rios within the Framework of the
Constitutional Reform (1914-1935)
Abstract
In this article, we intend to analyze the roles and
positions adopted by the Catholic Church and the Radical Party in Entre Rios
between 1914 and 1933. The goals both parties pursued were based on different
interests: on the one hand, avoid the consolidation of the liberal criteria
postulated by the ruling party and that would have been incorporated into the
provincial constitution, on the other hand, establishing and reforming the
provincial constitution with modern criteria. The media, especially newspapers,
became organs of dissemination. They were responsible for promoting the
transmission of their ideas and installing both discourses (for or against the
events in the political level) in the public opinion and in their followers.
The reaction of the Catholic Church belongs to a process of expansion and
internal organization that goes along with a consolidation attempt in the
political scenery, at the same time that it is a defense against the attacks
from the Radical Party. The reform of the provincial constitution is the
background that allows to identify the way in which the Church's strategies were
used to retain its place as an important actor in the society of Entre Rios.
Keywords: church; radical party; press; strategies.
Política, prensa y discurso: la
reacción de la Iglesia católica frente a los gobiernos radicales entrerrianos en
el marco de la reforma constitucional (1914-1933)
Introducción
El
abordaje de la Iglesia católica en Entre Ríos como un actor social y político,
exige presentar ciertos aspectos de carácter teórico que nos permitan dar
cuenta de lo complejo de su entramado interno, y por supuesto, que ello
posibilite comprender cómo interviene y busca ofrecer algunas respuestas y
alternativas a la sociedad de la época desde los distintos ángulos donde actúa
de manera explícita, pero también en forma velada.
Durante las últimas décadas se han producido numerosos
estudios e investigaciones a nivel nacional que, retomando temáticas o
instituciones socialmente reconocidas -como los partidos políticos y la iglesia
católica-, se proponen revisar las miradas y
concepciones que se han tenido sobre ellas para analizarlas desde una óptica
más compleja, teniendo en cuenta sus debates internos, sus procesos de cambio y
sus propias continuidades. Desde esta perspectiva, intentar embarcarse en el
análisis de la relación existente entre la religión y la política exige desde
nuestra parte, manejar un amplio abanico de lecturas que posibiliten avanzar
sobre el análisis de las instituciones revisando las interpretaciones o las
concepciones que se han tenido sobre ellas.
En
la provincia de Entre Ríos la carencia de este tipo de pesquisas nos limita la
posibilidad de profundizar y realizar otro tipo de trabajos, por lo cual se han
recuperado investigaciones y publicaciones nacionales que nos orientan en torno
a los objetivos del presente artículo. No podemos desconocer que en el espacio
entrerriano el trabajo más difundido sobre la iglesia católica pertenece a Juan
José Segura, quien en su Historia Eclesiástica de Entre Ríos detalla el
proceso fundacional de todas las iglesias o capillas en la provincia en ocasión
de la celebración del centenario de la creación de la Diócesis del Litoral. También encontramos en la misma tradición, varios estudios
referidos específicamente a Paraná sobre los orígenes de la catedral y su relación
con la comunidad local al celebrarse el bicentenario de la elevación de la
capilla a parroquia. Sin embargo, estas obras retoman el mismo estilo y
metodología que Segura.
Si bien existen producciones en el plano nacional para el
estudio de las relaciones entre la política y la iglesia católica superando las
miradas más tradicionalistas o más reduccionistas que la conciben como una
institución monolítica, como mero actor político o como una institución
solamente abocada a una tarea vinculada mayormente a lo espiritual, se puede
perder de vista su propia complejidad interna y su relación con el medio social
y político que la rodea. De esta manera consideramos que los aportes regionales
nos permiten comprender las formas concretas en que se pueden visualizar no
solo los cambios de la iglesia católica puertas adentro sino -y
fundamentalmente- cómo se ha manifestado en la sociedad desde un plano
político.
En este proceso el caso de Entre Ríos ha permanecido
inexplorado y comparar lo sucedido en otras regiones, permite complejizar el
panorama aportando las particularidades dentro de un periodo que suele
presentarse como homogéneo por una visión generalizadora desde una mirada
historiográfica nacional.
Ahora
bien, la coyuntura que enmarca nuestro objeto de análisis está signada por los
procesos de modernización política que se abrieran con Ley Sáenz Peña. Así, a
partir de 1914, nuestra provincia es gobernada por el Partido Radical, que
luego de numerosos enfrentamientos políticos con el Partido Conservador provincial,
y con dirigentes influenciados por la iglesia, obtuvo recién en 1932 la mayoría
en ambas Cámaras como para impulsar una reforma constitucional, que fuera el
motor principal de sus propuestas desde que se decidió levantar el
abstencionismo electoral. En ese contexto, los enfrentamientos entre la Iglesia
Católica entrerriana y el poder político gobernante fueron considerables debido
al fuerte conservadurismo que caracteriza a la Iglesia local de la época, de
manera que la posibilidad de reformar la constitución provincial fue un espacio
de lucha muy significativo. La polémica entre ambas instituciones se dará en
diferentes campos de acción como el político, el discursivo y el educativo.
Formas
de aproximación para el análisis de los actores sociales
La
investigación sobre las estrategias que emplearon tanto el catolicismo como el
radicalismo creemos que nos permitirá comprender de una manera más acabada el
complejo entramado de relaciones que se teje entre dichas instituciones,
teniendo en cuenta que el periodo analizado permite abarcar áreas de interés
que remarcan su relación con la política o su inserción en el plano social,
dado que los nexos entre Estado e Iglesia se tornan permeables debido al
“proceso de clericalización” de la vida pública argentina.
En esta oportunidad, intentaremos aproximarnos a partir del análisis de una
coyuntura específica, en el que las relaciones entre política y religión
(radicalismo y catolicismo) se tensan debido a las propuestas de reforma
constitucional que pretende modificar los alcances del segundo umbral de
laicidad.
El
Estado provincial asume el rol de garante del orden durante esta etapa, no solo
porque aumenta sus facultades, que son legitimadas por las leyes, sino porque
la sociedad ve a la institución eclesiástica perder y ceder terreno ante el
poder secular. Así podemos observar que las autoridades eclesiásticas se ven
fortalecidas por la intervención de Roma (que, por ejemplo, sujetan a los
regulares a la autoridad episcopal), pero la pierden sobre la sociedad en su
conjunto, lo que favorece la subjetivación de las creencias y de las prácticas
religiosas.
Además compartimos la definición de Esquivel quien sostiene que la
Iglesia Católica se conforma sobre una estructura verticalista: desde la cúpula
se establecen las estrategias y los contenidos del discurso. Numerosos ejemplos
sobre ese aspecto se presentan en la bibliografía consultada: la superposición
institucional sobre el sacerdote y los diversos grupos que la integran; la
necesaria aprobación de los superiores por parte de los discursos a emitir; o
la jerarquización que posee tanto en la cúpula como sus diversos grupos, donde
los laicos cumplimentan las directivas de la institución pero no participan en
la construcción estratégica de la misión o deben someterse a las disposiciones
que de ella emanan.
Para realizar una primera precisión resulta necesario
pensar a la Iglesia, en tanto institución, pero no como “un todo monolítico que
responde siempre fielmente a una jerarquía y una doctrina, [sino como] una entidad
plural, cruzada por múltiples y variadas divergencias.”
Considerarla desde la segunda perspectiva nos posibilita una conceptualización
más rica, ya que de esta manera podemos reflexionar sobre los conflictos y
tensiones internas que se producen en torno y en el seno de dicha institución.
En el caso de la provincia de Entre Ríos, durante el
periodo analizado encontraremos algunas variantes a la posición dominante de la
cúpula eclesial, verificándose que el verticalismo respecto de todas las
decisiones y acciones de los grupos católicos se
conjuga con el accionar horizontal de grupos y dirigentes locales
pertenecientes a dicha institución. La reforma constitucional de Entre Ríos es
un proceso que genera un conflicto donde se polarizan los sectores y se resuelve
recién hacia la década de 1930. En este caso encontramos antecedentes en otras
provincias como Santa Fe 1921 y Santiago del Estero en 1939,
donde los resultados pueden ser objeto de analogía, ya que estas
investigaciones nos ofrecen un prisma privilegiado para analizar en clave
comparativa las "estrategias" que se implementaran tanto por parte de
la Iglesia de Entre Ríos de cara a detener la reforma como del radicalismo para
lograr su aprobación. Allí, observamos uno de los puntos de encuentro con nuestra
temática: mientras la Convención santafesina se convirtió en un campo de
batalla para la causa católica, proporcionó al mismo tiempo, un horizonte para
la propia configuración identitaria al delimitar y definir los contornos de un
“otro” amenazante, mientras que la Convención
entrerriana encontrará un marco diferente al de la vecina orilla.
Para ello es necesario precisar el concepto de
estrategia, ya que si el fin de la Iglesia Católica -sin importar la incidencia
o predominio de tal o cual grupo dentro de ella- era “construir una sociedad
cristiana” y que ello apareciera fijado en la Carta
Magna, o el de los radicales consistía en mantener el pluralismo dentro de la
Convención Constituyente esto implica, directamente la coexistencia de
múltiples maniobras y métodos para la consecución de tales metas. Por ende
entendemos como estrategias, a todas las acciones de tipo político, social,
cultural o religioso que emplearon la Iglesia y los representantes partidarios
para manifestarse ante los sectores sociales en aquellas décadas.
Retomamos el concepto que trabaja Michel de Certeau sobre
las estrategias definidas como el “...cálculo de relaciones de fuerzas que se
vuelve posible a partir del momento en que un sujeto de voluntad y de poder
(una empresa, un ejército, una ciudad, una institución científica, [la Iglesia
o los partidos políticos]) es susceptible de aislarse de un 'ambiente'. La
estrategia postula un lugar susceptible de circunscribirse como un lugar propio
y luego servir de base a un manejo de sus relaciones con una exterioridad
distinta (los clientes o los competidores, los enemigos, el campo alrededor de
la ciudad, los objetivos y los objetos de la investigación). Como en la
administración gerencial, toda racionalización 'estratégica' se ocupa primero
de distinguir en un 'medio ambiente' lo que es 'propio', es decir, el lugar del
poder y de la voluntad propios.”
Esta definición supone el “cálculo” o el establecimiento
previo de determinados objetivos para lograr un fin determinado. De esta forma,
tanto la Iglesia como los representantes políticos, aglutinados en el Partido
Radical, se posicionan y se van perfilando como un “sujeto de voluntad y poder”
con espacio propio, tanto físico como ideológico, desde el cual establece su
distinción en cuanto a los otros [los fieles, los nuevos sectores, el poder
político], es decir, “la exterioridad distinta”. Una vez que ambos actores se
aíslan, comenzarán a desplegar sus acciones o “relaciones de fuerza” en la
sociedad, investida y respaldada por la tradicionalidad de sus figuras.
Dentro de estas estrategias, podemos distinguir prácticas
y discursos. La dificultad de pensar el desarrollo de las mismas deviene en
identificar la articulación entre ellas, ya que su naturaleza discursiva o no
discursiva es diferente y, durante las décadas abordadas, la distinción entre
prácticas o discursos religiosos, políticos o sociales muestran una
característica singular de gran complejidad: una supone la presencia de la/las
otras.
El contexto de enfrentamiento institucional
El
marco teórico desarrollado nos posibilita analizar diferentes aristas en las
que la Iglesia en Entre Ríos desarrolla su accionar en el período de interés
del presente trabajo, pero también podemos señalar la manera en la que
intervino en el devenir histórico local. Es decir, que podemos reconstruir la
forma en la que tanto la institución como sus representantes pretenden -y
logran en algunos casos- incluirse dentro de los procesos históricos de la
provincia, sin dejar de sostener los objetivos que considera como propios
dentro de una sociedad.
La
rigidez de su estructura hará que su accionar sea más o menos visible, según lo
dispongan sus autoridades, en los que encontraremos a los portavoces oficiales
de la palabra de la institución, y por ende, a los líderes del desarrollo de
las estrategias que se decidan aplicar para cada caso. No obstante el
verticalismo jerárquico, se encontrarán diferentes formas de aplicar
estrategias que permitan la participación horizontal de los religiosos y laicos
en el campo legislativo.
En el presente apartado
pretendemos describir y analizar las estrategias que se emplearon desde la
Iglesia local para afianzarse lentamente como un actor autorizado, o con
pretensiones de serlo, frente al proceso de reforma de la Constitución
provincial, analizando su rol, sus estrategias de acción, sus propuestas,
logros y fracasos. Por otra parte, es necesario también hacer referencia a la
relación entre ambas instituciones (iglesia y partido) ya que durante las
primeras décadas del siglo XX, se consideran una mayoría popular con el
consiguiente apoyo de los fieles en un caso y los correligionarios por el otro.
Las tensiones surgen de la matriz ideológica que sostiene cada cual, y por
ende, de la concepción que se crea, alimenta y reproduce sobre su adversario.
Al momento en que el
Partido Radical accede al gobierno provincial en 1914, el obispado paranaense
estaba ocupado por el Monseñor Abel Bazán y Bustos, quien se había hecho cargo
luego del deceso de su antecesor, Rosendo De la Lastra y Gordillo, en 1910. La
personalidad del obispo fue determinante para iniciar la defensa de la
institución a la cual dirigía. Al producirse el cambio en la ley electoral en
1912, su aplicación en la Provincia trajo a la orden del día viejos
resquemores: el obispo se negó a otorgar el atrio de la Catedral y de algunas
capillas para que se realizaran los comicios eleccionarios provinciales en
junio de 1915, conforme “había ocurrido siempre” según las palabras del
gobernador Miguel Laurencena, argumentando la falta de comodidades para
establecer el “cuarto oscuro” que disponía la ley, aunque luego fueran
habilitados para los comicios nacionales, los cuales requerían también aquellos
espacios. La hostilidad del Obispo Diocesano hacia el Partido Radical no se ocultaba,
ya que consideraba que este “nuevo partido” que asumía las riendas del país y
de la provincia, no haría más que acentuar el espíritu secularista iniciado
durante el siglo XIX.
Otro hecho particular
donde se hace evidente esta tensión, se produce ante la negativa de Bazán y
Bustos a entregar los libros de bautismo, matrimonio y defunción, solicitados
por el gobierno en 1915, según la Ley 1967, con el fin de depurar los padrones
electorales y sanear los datos del Registro Civil de las personas. El Obispo
consideraba que los libros constituían propiedad y bienes exclusivos de la
Iglesia y, por lo tanto, no debían ser entregados al gobierno. Los mandatarios
provinciales los consideraban necesarios para extraer los testimonios que
dieran cuenta fehaciente de los trámites registrados allí. La disputa termina
judicializada, la propiedad de los libros fue reconocida por la Justicia para
la Iglesia, y se iniciaron acuerdos sugeridos por el Fiscal de Estado, para que
se entregaran copias de los mismos.
Terminado el mandato de
Laurencena, la relación con el resto de los gobernadores no fue más distendida.
Al respecto, en una carta escrita por el Vicario General David Luque al Obispo
de Paraná, quien se encontraba de viaje, le relató su parecer sobre el nuevo
gobernador, Celestino Marcó, al que según consta en la misiva, los periódicos
opositores lo llamaban “Don Inocencio”. En la misma señala que el mandatario
era católico, “… oye misa y esto tiene de bueno, dicen que está bien
intencionado.” Pero, más adelante, sostiene que a los dos días de su asunción
visitó el Seminario, el Colegio del Huerto y a las Hermanas del Buen Pastor,
considerando en dichas visitas un intento de “… acercamiento y hasta una
reanudación de relaciones oficiales con la Curia”, sin embargo el Vicario
comenta a Bazán y Bustos su descreimiento personal en cuanto a ello.
La desaparición física
de este Obispo en 1926 apaciguó las aguas en las relaciones con los
mandatarios, pues su sucesor, durante el periodo 1927 – 1934, será Monseñor Julián
Pedro Martínez, uno de los primeros sacerdotes ordenados en el Seminario de
Paraná y el primer obispo entrerriano en ocupar dicho cargo. Su carácter
abierto y mediador contrastó fuertemente con la reacción que ofrecía Bazán y
Bustos. Sin embargo, su legado permaneció y permitió aunar fuerzas que el nuevo
Obispo debió dirigir en su carácter de máxima autoridad eclesiástica. Es
durante su gobierno que se realiza, con una gran ceremonia, el festejo del
Bicentenario de la elevación de capilla a parroquia de Paraná en 1930 y además
será quien enfrente la reforma de la Carta Magna Provincial emprendida por los
radicales durante el mandato de Etchevehere y Texier (1932 -1935), suceso que
no demoró en desatar fuertes discusiones entre los diversos grupos políticos y
religiosos.
El enfrentamiento sobre el papel y
la lucha con la tinta
Durante
el obispado de Bazán y Bustos se fundó el periódico de mayor difusión de ideas
y embates desde el catolicismo al sector político oficialista, pero
caracterizar las publicaciones de finales de las dos primeras décadas del siglo
XX, en la provincia de Entre Ríos, nos lleva a seleccionar, ante la diversidad
de las publicaciones existentes, aquellas que nos ayuden a comprender el clima
que se vivía en la época y los puntos en común y en contra que poseían.
Nos
remitimos a la clasificación que nos ofrece la historiadora Miranda Lida,
respecto a los periódicos, distinguiendo la prensa laica y de la confesional.
Podemos preguntarnos sobre los intereses que tiene una institución eclesiástica
o partidaria para conseguir la participación en los medios de comunicación
escritos y los efectos que busca provocar en tal sentido.
En
esta época, los periódicos resultan una herramienta útil para ejercer presión
sobre los gobiernos y que esos presten atención al mensaje. Además se busca
crear una conciencia entre el público lector y, por extensión, en aquel que
escucha esta opinión, sobre las ideas o preceptos a seguir y apoyar explotando
en dichas hojas la publicación de los eventos públicos, campañas, procesiones,
etc. Los periódicos se caracterizan por reaccionar ante el desarrollo de los
acontecimientos que son reflejados de manera casi descarnada en la hoja
impresa. La crítica frente a lo que se considera equivocado se realiza mediante
estrategias discursivas que buscan poner en tensión y sentar un punto de vista
que es considerado objetivo y correcto.
En este caso no nos detendremos solo en las fuentes
escritas y de circulación oficial, en las cuales se escribía no solo con una
finalidad informativa, sino que nos proponemos incorporar el análisis de la
correspondencia personal perteneciente al Obispo Abel Bazán y Bustos, donde
podremos evidenciar el rol que ocupará la jerarquía eclesiástica en una
publicación diaria que se extenderá- a diferencia de los que sucede en el plano
nacional- en un matutino de aparición diaria. El cruce de ambos tipos de
fuentes nos permitirá reconstruir discursos y argumentos que en la época en
cuestión están en boca y al alcance de la población entrerriana. Decimos
población sin hacer distinciones aún de grupos ya que como se verá, ambos
sectores se adjudican, tal vez de forma arrogante, el papel de portavoces del
pueblo, creyendo entender cuál es su sentir y pensar.
En lo político, es necesario destacar, como hemos visto
anteriormente, que los enfrentamientos entre la dirigencia política y la cúpula
religiosa son numerosos debido al enérgico conservadurismo que caracteriza a la
cúpula eclesiástica local de la época, y a la decidida actitud por parte del
Partido Radical, en virtud de lograr la reforma de la Constitución Provincial,
cuyo objetivo oculto o velado era restringir al máximo posible la influencia de
la institución eclesiástica en la esfera pública.
Desde sus inicios, las medidas liberales no fueron bien
recibidas por la jerarquía eclesiástica local, pero aun así se cuidaba de
manifestarse abiertamente contra ellas. Esta actitud tomará un giro
contestatario cuando el 01 de mayo de 1912 se publique bajo la protección del
Obispado paranaense, el diario de corte católico denominado La Acción.
Desde él se esgrimirán los más duros ataques contra las leyes liberales,
convirtiéndose de esta manera en la respuesta y palabra oficial de la Iglesia
Católica frente a los embates del gobierno provincial. En una circular reservada,
fechada en enero de 1911, el entonces Obispo de la Diócesis, señalaba que “… no
ha pasado un día desde que el Romano Pontífice se dignó elegirme para Obispo de
Paraná que no me haya preocupado seriamente de la fundación de un buen diario
católico… y que al efecto haya puesto en juego toda mi influencia ante los
buenos católicos de esta ciudad para decidirlos a la gran obra que gracias a
Dios, parece estar en vísperas de ser una realidad…”.
Las finanzas de la Diócesis no se aventurarían a realizar
un gasto tan oneroso debido a la fragilidad de las mismas, por ello es que se
incentiva a los “buenos católicos”, y también pudientes, a embarcarse en la
empresa. El objetivo de la prensa católica era claro para el Obispo: “Los
pueblos, las sociedades, los hogares y los individuos son lo que son, los
diarios que leen, hablan y sienten, piensan y quieren lo que la hoja diaria les
hace hablar, sentir, pensar y querer. Mostrarse, pues, indiferente para la obra
del gran periodismo católico es repudiar y renunciar al único medio que tiene a
raya los avances de los enemigos de la religión y capaz de llevar la idea sana,
el concepto exacto, la doctrina santa allí donde le sería imposible al
sacerdote hacer llegar su palabra, su consejo y su acción”.
Con el convencimiento de la necesidad de contar con un
medio que permitiera difundir no solo las ideas de la jerarquía, sino los
preceptos morales para toda la sociedad entrerriana, se logró adquirir la
maquinaria necesaria para poner en marcha este proyecto. Sus primeros
directores fueron el Dr. Santiago Moritán y Max Consoli,
figura esta última que tendrá un papel destacado en la Convención de 1933.
No obstante, su dominio informativo encontró un oponente
en 1914, cuando el radical Luis Etchevehere decidió fundar un periódico a
instancias del Dr. Miguel Laurencena, quien como jefe del triunfante Partido
Radical, sugirió que se necesitaba “un nuevo vocero”
que estuviera de acuerdo con las nacientes direcciones que tomaba la provincia
mediante el acceso del nuevo gobierno. En este periódico, que se publicaba
también diariamente, se encuentra como escritores a los políticos de la época,
donde si dejar las labores gubernativas, no dejaban de escribir editoriales y
asegurar la difusión de las ideas del gobierno en este soporte. El Diario
se convirtió así en el principal difusor de las propuestas y las obras del
gobierno radical, tomando las labores partidarias como propias del gobierno y
su principal insumo de información.
Así la lectura del mismo nos permite establecer una articulación
directa entre decisiones del partido y el gobierno radical que esté en su
momento. A continuación nos centraremos en el análisis de algunos ejemplos de
los dos periódicos centrales en el periodo 1930- 1933, en los que se podrá
apreciar que ambos periódicos emplean estrategias de difusión similares,
defendiendo cada uno su visión de los hechos en el marco de la Convención
Constituyente.
Luego de conseguir la mayoría en ambas Cámaras en 1932 el
gobierno provincial llama a las elecciones de Convencionales; los partidos
políticos iniciaron sus respectivas campañas para favorecer a sus candidatos y
propuestas, las mismas fueron reflejadas en los periódicos que actuaron como
órganos de difusión sumamente eficaces en cada caso.
En ese contexto, La
Acción, con el respaldo de la Iglesia, reprodujo en numerosas publicaciones
previas a las elecciones, una serie de normas establecidas por el Episcopado
Argentino, la cual estaba dirigida a los católicos de la República. En ella se
sostenía que:
“Para oponer un dique al
avance funesto del laicismo, protestando solemnemente que no nos mueve ninguna
mira partidista, sino el deber estricto de nuestro oficio de directores de
almas y jefes espirituales del pueblo católico, hacemos saber a los fieles que
en todas las elecciones han de tener presentes las siguientes normas de
conciencia:
Los
que tienen derecho de votar están obligados, por regla general, a ejercitar su
derecho, siempre que no se interponga algún obstáculo de gravedad proporcional
a la importancia de la elección. Porque la abstención se convertiría en
complicidad y en responsabilidad ante Dios, siempre que ella pueda contribuir
al triunfo de un candidato indigno o a la derrota de un candidato notablemente
mejor.
Entre
varios candidatos o listas aceptables, desde el punto de vista católico, se ha
de votar por los que en conciencia, parezcan más aptos para procurar el mayor
bien de la religión y de la patria, aunque no pertenezcan al partido propio.
Porque el bien público es superior al bien del partido.
Cuando
todos los candidatos o listas que se presenten sean inaceptables desde el punto
de vista católico, se ha de votar por los menos inaceptables de cuya actuación
se pueden temer menores perjuicios para la religión y la patria. En este caso
se evitará el peligro de escándalo, sobre todo en el periodo de propaganda
electoral, con oportunas reservas sobre el carácter circunstancial de la
adhesión prestada, sin aprobar el programa total.
Ningún
católico puede afiliarse a partidos o votar a candidatos que inscriban en sus
programas los principios siguientes:
1°.
La separación de la Iglesia y el Estado.
2°.
La supresión de las disposiciones legales que reconocen los derechos de la
religión y particularmente del juramento religioso y de las palabras en que nuestra
Constitución invoca “la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia”,
porque tal supresión equivale a una profesión pública y positiva de ateísmo
nacional.
3°.
El laicismo escolar.
Como podemos observar,
este sintético listado buscaba dejar en claro cuáles eran las reglas de juego
para los fieles católicos. Si bien la comunicación afirmaba que “no nos mueve
ninguna mira partidista”, no se podía presentar en el ámbito de la Convención
sino mediante la vía partidaria. En la provincia no existía un partido católico
que reuniera las características formales para presentarse en tal situación y,
mucho menos, hacerlo en el tiempo en que se preveían realizar las elecciones,
por ello la Iglesia buscó una salida que implicó aliarse a un partido político,
que respondiera al menos, en los principios establecidos por la resolución del
Episcopado, que había sido firmada por Monseñor Martínez.
Además de presentar la
lista de los candidatos, se enumeraban los deberes de los electores católicos,
entre los cuales se encontraban la obligación de votar a un candidato que
represente los intereses de la Iglesia, bajo pena de convertirse en responsable
ante Dios por el hecho que obtuviera el triunfo un “candidato indigno”, es
decir, un candidato opositor. La prensa católica local era un medio que no solo
difundía las ideas de la Iglesia, sino que pretendía establecer una afiliación
ideológica o religiosa que atacaba la conciencia de los fieles y dejaba sin
alternativas posibles -al parecer- ante las próximas elecciones. Esta
estrategia apuntaba a poner en jaque directamente la responsabilidad de la
persona ante Dios, mediante una fórmula que infundiera temor y volcar a la
población a elegir a los candidatos que la Iglesia apoyaba. Ello se veía estipulado
en el hecho de que ningún católico podría afiliarse o votar a un partido que
llevase como banderas la separación de la iglesia y el Estado, o que buscara
suprimir las disposiciones legales que reconocían los derechos de la religión y
la eliminación de la fórmula de protección divina del preámbulo, así como el
laicismo escolar y el divorcio legal. Como podemos observar, estas
disposiciones eran en su mayoría, los fundamentos de la reforma que proponían
los mandatarios radicales.
La misma prensa se ocupaba de reclamar por los excesos de la propaganda
política desarrollada por los opositores. En la edición impresa recriminaban de
forma anónima en la editorial del matutino: “… el abuso de los mismos [que]
significan un verdadero inconveniente y hasta se traducen en perjuicios que
serían fácil de evitar.
Nos referimos al exceso de carteles, manifiestos y papelería, con lo cual
se ensucian y estropean sin consideración todas las casas y paredes, que caen
bajo la visual, del que a ciertas horas de la noche, corre con la misión de
engrudar el pueblo en són de propaganda.”
Frente al resultado adverso de las elecciones para el
Partido Demócrata Nacional, formación a la que había apoyado la Iglesia, La
Acción enfatizó en su editorial: “A pesar de la importancia que revestían
los comicios del domingo, sólo una escasa parte del electorado de esta
provincia ha concurrido a las urnas. Y decimos escasa parte porque el 56, 8 por
ciento en una provincia como Entre Ríos, dado el porcentaje de votantes ha sido
siempre muy superior, resulta un índice nada satisfactorio”.
La poca participación de la gente en los comicios
desviaba la mirada del resultado final: UCR
obtuvo 18 convencionales; el Partido Demócrata Nacional 9; y sin representación
quedaron los Partidos Comunista y Socialista. Días más tarde
publicaban un artículo -con un titular importante- donde resaltan la apatía del
público y de los partidos mientras la Junta Electoral verificaba los votos de
las elecciones e indicaba que “Esas tareas se realizan ante la indiferencia, no
solo del público que no concurre a la “barra” como otras veces, sino también
ante la de los partidos políticos que intervinieron en la lucha comicial, al
extremo de que no han enviado fiscales.”
Por su parte, el Partido Radical organizó la campaña electoral empleando a El
Diario como su vocero y arma de ataque frente a las publicaciones de La
Acción. Las editoriales -también anónimas- desestimaban las denuncias que
se publicaban en la hoja opositora señalando que “Ese procedimiento de proselitismo
no es novedoso. Carece de originalidad” puesto que las
ligaba a las viejas prácticas que realizaran los partidos “… de los viejos
tiempos en que las elecciones representaban una burda simulación, cuando la
oposición no tenía garantías para el derecho al sufragio.”
Previo a las elecciones, en un recuadro señalaban:
“TÉNGALO PRESENTE.
El domingo próximo usted debe votar dos veces, en dos mesas distintas, en
dos cuartos obscuros y dos urnas diferentes. Una mesa corresponde a las
elecciones provinciales y la otra a las elecciones nacionales.
Para votar en las elecciones provinciales debe utilizar la boleta color
verde y en las nacionales la boleta color blanco.
Antes de votar infórmese bien en los comités radicales de la forma en que
lo hará.
Cualquiera imprevisión suya puede ocasionar la nulidad de sus dos votos.
Téngalo presente.”
En la misma edición publicaban las instrucciones para los fiscales y
escrutadores que había emitido la Junta Electoral de Entre Ríos. Respecto de la
designación de los Convencionales sostenía que la elección “… no puede
concretarse, reducirse ni limitarse a una mera puja electoralista ni a la
conquista de un efímero éxito comiciario. Los partidos jugarán el rol natural
asignado a las agrupaciones de su índole pero tratando de polarizar las
simpatías del pueblo alrededor de sus puntos esencialmente doctrinarios e
institucionales... este carácter de la lucha impondrá a los partidos un momento
de meditación respecto al criterio con que procederán a la elección de los
candidatos a convencionales. El anhelo de todos sería, sin duda alguna, que la
asamblea constituyera un alto exponente de la cultura, de la ilustración, de la
erudición y de la sabiduría de Entre Ríos reflejada en los valores
intelectuales y espirituales más prestigiosos y apreciados de la época”.
Siguiendo esta idea, el
comité de la UCR, adoptó una resolución en la que proponía que para los
candidatos a Convencionales se debía “… procurar elegir a ciudadanos afiliados
o a personas que, compenetradas del criterio y anhelos de la Unión Cívica
Radical sepan y quieran interpretarlos concluyentemente.”
Esta disposición abría la participación a todos los ciudadanos y no solamente a
los afiliados radicales, ya que como lo establecía la carta orgánica del
partido, en su artículo 33, se exigía una afiliación de al menos cuatro años
para ser candidatos un cargo electivo. Esta limitación reglamentaria fue dejada
de lado para la elección de los candidatos a convencionales radicales buscando
incorporar dentro de sus filas a ciudadanos ajenos a su militancia “… que
signifiquen una elevada exteriorización de sabiduría jurídica, social,
económica, etc., pero que coincidan con los fundamentos de la promesa que el
radicalismo de Entre Ríos tiene comprometida con el pueblo desde 1914”.
De esta manera frente al
resultado de las elecciones para designar a los candidatos a Convencionales
expone en primera página el titular que “Las elecciones del domingo
constituyeron una elevada exteriorización de cultura cívica”
señalando que los comicios se desarrollaron rigurosamente y en absoluta
normalidad. En el mismo matutino resaltan que:
“Los conservadores no se
resignan a haber perdido para siempre a lo que otrora fuera su baluarte:
Paraná-Campaña… a todos los vientos anunciaban el triunfo seguro, en este
círculo. Pero el radicalismo que ha arraigado tan hondamente en campaña, ha
conquistado una victoria aplastante”.
Respecto a la
publicación del escaso porcentaje de votantes que apareciera en La Acción,
en una editorial del 09 de junio, desde El Diario se escribía lo
siguiente: “Se ha querido disminuir el significado del acto comicial del
domingo aduciendo el bajo porcentaje de votantes que no guarda relación con la
importancia de la convocatoria y el concepto que tienen acreditadas las elecciones
en Entre Ríos. Quienes opinan, olvidan las cifras arrojadas por los comicios de
toda la República en los que solo se llega, por excepción, a proporciones
mayores del sesenta por ciento. Olvidan, además, las condiciones y el carácter
en que se han desarrollado estas elecciones.
La enorme mayoría
obtenida por el radicalismo el domingo pasado más que a una propaganda intensa
se atribuye a la situación porque atraviesan las agrupaciones políticas
adversarias.” De esta manera contestaban al escrito
aparecido en La Acción que describimos con anterioridad.
Un partido político católico
provincial: la batalla perdida
La experiencia política
dentro del catolicismo no era extraña, ya que la inserción en el campo popular
se complementaba con el accionar llevado adelante por la institución, mediante
la creación de los Círculos Obreros u otras entidades que atendieran la
cuestión social.
En el plano nacional, en
1902 se fundó la Liga Democrática Cristina, de concepción antiliberal y
antisocialista. Fortunato Mallimaci sostiene que en estos primeros años “No se
trata de un catolicismo de conciliación sino de oposición, de enfrentamiento,
de lucha: un catolicismo intransigente”, puesto que
estaba orientado a enfrentar a los embates liberales de los distintos gobiernos
y, con ese fin, buscaba aglutinarse en una forma de representación política.
Sin embargo, la experiencia partidaria no sería un fuerte dentro del
catolicismo, que a pesar de concitar dentro de sus representantes a personas de
un buen pasar económico, a sectores nacionalistas ligados a los Círculos
Obreros, Cursos de Cultura o las obras de diferentes congregaciones llegadas al
país, no podría obtener el apoyo necesario. El autor mencionado remarca además
que dicha experiencia estuvo “acompañada por varios sacerdotes”, lo que lleva a
pensar que el acompañamiento eclesiástico consistía en controlar y dirigir las
líneas de acción del partido, sin dar lugar a la iniciativa particular de los
individuos. En 1915, la Liga Democrática Cristina cambia su nombre a Unión
Democrática Cristiana, pero sin el apoyo y por “discrepancias internas y
conflictos con el arzobispo de Buenos Aires” la declaró disuelta confirmando la
afirmación anterior.
En este sentido es
importante destacar la idea verticalista con la cual se concibe a la estructura
eclesial, ya que como podemos observar su directiva e injerencia es un elemento
esencial para el desarrollo de la actividad partidaria. Si bien esta idea de
organización permitiría la participación de los laicos o fieles dentro del campo
de la política, el apoyo clerical es lo que otorga legitimidad al partido y a
la propuesta. Sin ella, la agrupación carece de fuerza y se convierte en una
iniciativa particular que la institución no estaría dispuesta a apuntalar. Como
acabamos de referir, en el plano nacional, la creación de un partido católico
que sirviera de referencia y que tuviera bases firmes y con continuidad en el
tiempo es algo difícil de concretarse durante las primeras décadas del siglo
XX.
La provincia de Entre
Ríos no escapa a la realidad de país, y pareciera que sigue el mismo rumbo y
devenir de los partidos nacionales. No se puede afirmar que los católicos no
estuvieran interesados en la política, sino que no encuentran una vía que
canalizara sus intereses, ni la institución ofrecía una salida clara a estas
intenciones. La llegada del radicalismo al poder impulsó nuevamente la
necesidad de concretar un partido político, ya que se veía en él a una
propuesta que continuaría profundizando las diferencias entre la iglesia y el
Estado.
Incluso antes del
triunfo político del radicalismo las visiones sobre el partido no eran del todo
positivas. Esto se demuestra en una carta que enviara el Vicario Parroquial,
David Luque a Monseñor Abel Bazán y Bustos, donde reproducía una nota en la que
indicaba que un periódico, El Tribuno, estaba “… empeñado en probar que
es antipatriótico votar por los candidatos radicales…” Los motivos que esgrimía
eran claros y no daban lugar a dudas sobre las razones de su rechazo “… son
enemigos de la religión católica que es la de la Nación y porque uno de los
puntos del programa del partido radical es la separación de la Iglesia y el
Estado.” En cierta manera se identifica a la religión
católica como uno de los pilares básicos de nuestra identidad nacional y el partido
radical atentaría contra ella, y por ende contra la Nación misma.
En este sentido, se
contradice la idea del letargo en que estaría sumida la Iglesia, ya que como
vemos los intentos de organización y fundación de partidos se hallan presentes
durante ese período que abarcaría las tres primeras décadas del siglo XX. La
iglesia no necesitaba “despertar” sino encontrar una alternativa factible que
permitiera la confluencia tanto de los laicos como de la jerarquía.
Por otra parte, podemos
afirmar que en la provincia de Entre Ríos la falta de hombres capaces de
organizar un partido netamente de corte católico se veía obstruida por la
incapacidad de constituir un movimiento con tales fines. El ambiente provincial
era propicio para gestarlo, ya que como mencionamos anteriormente, el nuevo
partido gobernante a partir de 1914, abrió las posibilidades de participación
ciudadana a todos aquellos que quisieran hacerlo, siempre y cuando se realizara
dentro de las vías legales, y esto se lograría formalizando un partido
político. Los desaciertos políticos de la década del 20 en la provincia, y los
enfrentamientos entre conservadores y radicales –sumado a sus problemas
partidarios internos- hizo que las propuestas de los gobernadores radicales,
fueran obstruidas durante un largo periodo. La situación se modificó cuando el
Partido Radical obtuvo la mayoría necesaria para poder implementar sus
reformas, anteriormente rechazadas.
Tal vez la impericia del
alto clero o su falta de apoyo, motivó a que ante la menesterosa necesidad de
conformación de un partido que les permitiera acceder a la defensa formal en
los parlamentos de sus ideas, los católicos decidieran incorporarse a
estructuras partidarias ya consolidadas en la política local. Evidentemente, el
espacio más propicio que se presentaba para ello era el que comprendía a los
sectores conservadores en el Partido Demócrata Nacional. No porque compartieran
los mismos ideales religiosos ni políticos, sino porque encontraban a un
enemigo en común representado por el radicalismo.
A
modo de cierre
Recapitulando
algunos elementos que se desprenden del trabajo podemos indicar que si bien la
historiografía más difundida marca que durante la década de 1930 los católicos
ocuparon el ámbito público como actores políticos en búsqueda del
establecimiento de un nuevo orden político y social basado en los principios de
su religión, la Iglesia Católica, como institución aglutinadora, condenaba
cualquier avance del liberalismo y el laicismo orientándose a plasmar un
proyecto de “cristianización” de la sociedad, y
estrechar vínculos con otras fuerzas conservadoras a las que requería para su
propia legitimación en un campo donde no era fuerte.
En
la provincia de Entre Ríos, el radicalismo se erigió como el principal rival de
la institución eclesiástica, pues la consideraba defensora del status quo de
una sociedad que avizoraba cambios, por lo que creía necesario reducir su
influencia. Hemos analizado sus relaciones y podemos afirmar que no fueron
precisamente las más cordiales en su trato, especialmente, a través de la
prensa escrita.
La
reforma constitucional provincial de 1932-1933 brindó el marco ideal para que
estos actores pusieran en marcha todos los resortes y estrategias a su alcance
para conseguir, cada uno por su lado, plasmar en la Carta Magna sus propuestas
e ideales. Los católicos proponían una sociedad en donde la religión y la
institución eclesiástica tuvieran un lugar central: la primera para dar un
principio de verdad absoluta y la segunda para aportar la única garantía de unidad
nacional. Los radicales, al mando del poder político,
buscaron mantener una propuesta modernizadora, pero de avanzada laicista y
secularizadora. Ambos actores recomendaron votar por aquellos partidos y
sujetos que parecieran más aptos en el orden moral y profesional para
participar de un acontecimiento tan importante en la provincia.
Las
páginas de La Acción y El Diario se convirtieron en una
plataforma desde la cual se cuestionó abiertamente a los adversarios y se
intervino en las polémicas del momento. En este sentido, el análisis que
podemos realizar puede orientarse a señalar la importancia que tuvieron la
creación de sendas publicaciones para difundir las ideas de cada sector. Estos
periódicos tuvieron un papel fundamental durante la etapa de preparación de la
Convención y mientras se desarrolló la misma, debido a que cada uno estableció
una agenda particular, centrada en los intereses puntuales de cada parte en
miras de la aprobación de una Constitución provincial. Estos proyectos poseen
en común el argumento de mostrarse como defensores de los deseos de la
población entrerriana, pero diferían en las propuestas vinculadas a la posición
de los representantes católicos y liberales.
Ahora
bien, a partir de la premisa inicial donde se proponía abordar la reacción de
la Iglesia católica, como un actor político durante el período de sanción de la
Constitución provincial, ante el Partido Radical; podemos decir que el
estudio de este caso nos ha permitido identificar las propuestas, los límites
en cuanto a los intereses en juego y la evolución de la relación entre la
Iglesia católica y el Estado provincial, posibilitándonos a la vez, cuestionar
las premisas historiográficas nacionales, ya que ciertamente no contemplan el
caso local, en el cual observamos que la Iglesia no monopoliza el escenario
político, sino que ante la avanzada laicista del radicalismo intenta defender
su espacio.
El
abordaje de esta investigación en particular, nos llevó a interrogarnos sobre
el rol que ocupó la iglesia durante esta etapa. ¿Se puede considerar que
esta institución se "modernizó" en su intento por detener las
reformas? Si lo hace, ¿es por una motivación propia u obligada por las
circunstancias políticas? Brindar una respuesta uniforme conlleva una
complejidad que excede los objetivos de este trabajo, sin embargo, podemos
arriesgar algunas precisiones que orientan la mirada hacia este periodo tan
apasionante.
La iglesia utiliza las mismas herramientas que los
partidos políticos para poder posicionarse en el ámbito público como en el
privado. No solamente se dedica a fortalecerse internamente y reinventarse
puertas adentro, sino que debe mostrar una imagen sólida para poder enfrentarse
ante sus opositores. La crítica a esta mirada historiográfica se hace al
señalar que este proceso no
se inició en los años treinta, sino que como vemos, desde principios de siglo
comenzó a organizarse para dar una respuesta a los nuevos requerimientos de la
sociedad (con la publicación de un periódico, con presencia continua en la
provincia, la organización de ateneos, de los Círculos de Obreros, etc.) En
este sentido, no podemos entender esta etapa como unos “años tristes” o de
“letargo” frente a un mundo amenazante y antirreligioso, sino como un profundo
proceso de “secularización interna”, recomposición y reconfiguración, que fue
transformado cualitativamente posicionándola de cara a los desafíos del siglo
XX. Como contracara de lo anterior, podemos identificar una lucha permanente
entre el plano político y el religioso al momento de la asunción del
radicalismo en la provincia de Entre Ríos.
La
inexistente organización político-partidaria local con base católica llevó a
buscar lazos y acercarse a los sectores más tradicionales para poder para
enfrentar las propuestas de la reforma constitucional. La
provincia de Entre Ríos es un caso que muestra una
situación contrapuesta a los planteamientos historiográficos nacionales: los
años treinta señalan un avance notable de medidas de carácter laicista que
serán incluidos en la nueva Constitución Provincial y ello nos invita a
reflexionar en cuanto a los alcances de la idea de renacimiento católico en el
ámbito provincial. Esta situación, no niega el hecho analizado de que la
Iglesia, al ingresar a la política, aprende a “hacer política” y que, en
el plano social, el catolicismo no se expanda, sino que evidencia que la élite
dirigente entrerriana parece ser más laica que en otras provincias. Esta
constatación nos invita a seguir explorando los otros casos provinciales para
poder componer una nueva imagen más compleja y matizada, a escala nacional,
sobre la laicidad y la historia del catolicismo en la década de 1930.
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Recorte periodístico S/D en
Archivo Arquidiocesano, Serie Correspondencia del Obispo Bazán y Bustos,
10-07-1915.
Recepción:
29/04/2017
Evaluado:
23/05/2017
Versión Final:
17/06/2017
(*) Profesor y Licenciado en Historia. Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de Entre Ríos. Argentina. E-mail: martin_ceparo@hotmail.com
Este artículo es un extracto con modificaciones de la tesis de licenciatura “Catolicismo y radicalismo: pujas y posturas en torno a la sanción de la Constitución Provincial de Entre Ríos de 1933”, defendida en mayo de 2015, Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Entre Ríos.
A diferencia de lo que sucede en la producción historiográfica local, existen numerosos trabajos que retoman a la Iglesia en el ámbito nacional con nuevas miradas metodológicas y teóricas. Mencionamos los trabajos más reconocidos que nos han sido de gran utilidad para el presente artículo como los realizados por Roberto Di Stefano y Loris Zanatta, Lila Caimari y Susana Bianchi: Cfr. DI STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris, Historia de la Iglesia Argentina. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX, Bs. As., Grijalbo, 2000; CAIMARI, Lila; Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estado y sociedad en la Argentina (1943-1955), Buenos Aires: Ariel, 1994; BIANCHI, Susana; Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina, 1943-1955, Buenos Aires: Prometeo, 2001. Desde una mirada sociológica, el trabajo de Juan Cruz Esquivel analiza los modelos de representación y de pertenencia integral que ha adoptado la Iglesia Católica argentina pero señala una característica de suma importancia: la homogeneidad discursiva con que se presenta la Iglesia Católica en tanto institución y la heterogeneidad que encontramos puertas adentro. Esto nos indica que dentro del catolicismo existen constantes disensiones que deben redefinirse, dando cuenta así, de la competencia permanente de cada grupo o facción cuestionada o inquisitiva, cuyo objetivo será imponer sus “posicionamientos parciales” en la institución (ESQUIVEL, Juan Cruz; Iglesia Católica, política y sociedad: un estudio de las relaciones entre la elite eclesiástica argentina, el Estado y la sociedad en perspectiva histórica, Programa Regional de Becas CLACSO, Buenos Aires, 2000, Disponible en <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/becas/1999/esquivel.pdf>. [Consulta: 25/06/2014]). De esta manera, dicho autor coincide con Loris Zanatta cuando este afirma que la Iglesia Católica en Argentina ha mostrado una gran flexibilidad al aggiornamiento en la elaboración de sus políticas hacia las demás instituciones sociales, sin que ello le haya significado el cuestionamiento de sus principios doctrinarios. Por último, nos encontramos con la obra de Miranda Lida y Diego Mauro (2009), donde abordan analizan la entrada del catolicismo en el escenario político y sus avatares durante la etapa de secularización atravesando el momento que se considera cumbre de este movimiento -la década del 30- hasta su posterior retroceso en los años 50 (LIDA, Miranda y MAURO, Diego (coord.); Catolicismo y sociedad de masas en Argentina: 1900-1950, Rosario: Prohistoria, 2009). Completamos el panorama con un trabajo de Miranda Lida en el que señala que hacia 1920 se identifican importantes transformaciones sociales que redundan en una notable modificación de los lazos que vinculaban a la Iglesia y la sociedad. En este contexto, el catolicismo comenzó a adquirir una presencia en el escenario público, que no podrá resultar inadvertida (LIDA, Miranda; Notas acerca de la identidad política católica, 1880-1955. Ponencia II Jornadas Nacionales de Historia Argentina, UCA, Buenos Aires, 19-21 de octubre de 2005).
La obra de Segura es una historia enfocada en lo institucional a partir de un exhaustivo trabajo documental que se limita a un carácter meramente descriptivo, muy importante en este aspecto ya que reconstruye con total minuciosidad el devenir institucional de la Iglesia Católica, aportando datos y fechas de incalculable valor para quien quiera iniciarse en la historia desde dicha mirada. Abarca desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, mencionando solo los nombres de los obispos que ocuparon dicho cargo durante el siglo XX. SEGURA, Juan José; Historia eclesiástica de Entre Ríos, Nogoyá: Imprenta Nogoyá, 1964.
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Los gobiernos radicales entrerrianos se caracterizaron por incluir dentro de sus plataformas electorales, la necesidad de reformar la constitución provincial adecuándola a las demandas de la época y a las legislaciones nacionales. Sin embargo, sus intenciones chocaron con la realidad política adversa en las Cámaras, pero por convencimiento o compromiso con su causa, no dejaron de presentar distintos proyectos en los que argumentaban extensamente lo imperioso de su reforma. Así el Dr. Laurencena presentó un proyecto en 1914 y luego lo reiteró en 1917. Ambos fueron retirados porque no fueron aprobados por la legislatura. El tercer proyecto fue presentado en 1918, por el Dr. Celestino Marcó, pero recibió el mismo rechazo por la mayoría imperante de las Cámaras. El cuarto proyecto fue realizado durante la corta gobernación de Quirós, pero debió retirarlo debido a los motivos antes expuestos. Este será “el antecedente inmediato de la convocatoria que realizará Etchevehere en el ´32, que viene a concretar las propuestas que formalizadas desde 1914 marcan un lapso de casi 20 años en que no se llegó a acordar la oportunidad”. DE PAOLI, Griselda y BELLMAN EGUIGUREN, Néstor, Entre Ríos. Constituciones y reformas, Ed. De los Autores, Paraná, 2004. p. 36.
ESQUIVEL, Juan Cruz, Detrás de los muros. La Iglesia católica en tiempos de Alfonsín y Menem (1983-1999), Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2004, p. 7.
PALACIO, Juan Manuel y SOLDANO, Daniela, “Nuevas miradas en torno a la historia de la Iglesia”. En Diario La Nación, Buenos Aires, 24/10/2004.
Hacemos referencia a los trabajos de Mauro y Tenti. MAURO Diego, “Liberalismo, democracia y catolicismo en Argentina. La Reforma Constitucional de 1921 y las identidades políticas. Santa Fe 1920-1923”. En: Boletín Americanista, Año LVII, Nº 57. TENTI, Mercedes; “La Reforma de la Constitución santiagueña de 1939 y la cuestión religiosa”, 2012. Disponible en < http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/Tenti1.pdf>. [Consulta: 17/10/2013].
Recorte periodístico S/D en Archivo Arquidiocesano, Serie Correspondencia del Obispo Bazán y Bustos, 10-07-1915.
Frente a este periódico se hallaban otros diarios que se paraban en la vereda opuesta en cuanto a las cuestiones ideológicas o partidarias, como es el caso del El Pueblo o El Entre Ríos, pero a diferencia del anterior no tenían un fuerte apoyo y se caracterizaban por su periodicidad discontinua (bisemanales o semanales) mientras que La Acción se publicaba diariamente.
VÁSQUEZ, Aníbal, Periódicos y periodistas de Entre Ríos, Dirección de Cultura de Entre Ríos, Paraná, 1944, p. 44.
Las propuestas de este nuevo proyecto reunían los planteos fundamentales de los proyectos anteriores, pero esta vez los mandatarios provinciales estaban convencidos que se podría llevar adelante dado el cambio en la Legislatura previo a la asunción del nuevo gobernador que le otorgó mayoría en esta y por tanto una posible vía para la reforma. Si podemos enumerar los ejes centrales que pretendía modificar, estos son: crear mecanismos de garantías y protección de los derechos individuales (hábeas corpus), reconocer el derecho político a la mujer al voto, establecer la neutralidad del Estado en materia religiosa para no proteger a ningún culto en particular, otorgar jerarquía constitucional a los partidos políticos, mantener el principio de representación de las minorías y el sufragio universal, restablecer la autonomía de los municipios, sancionar la inamovilidad de los jueces y establecer el juicio político, establecer la elección directa del gobernador y del vicegobernador y la elección de senadores y concejales suplentes para evitar vacancias en esos cargos. DE PAOLI, Griselda y BELLMAN EGUIGUREN, Néstor, Entre Ríos…, op. cit., pp. 36- 38.