El duelo por la muerte de Evita en la
futura jurisdicción de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos
Javier Martínez(*)
Resumen
El objetivo del presente trabajo es analizar las formas que
adquirió el duelo popular por la agonía y muerte de Eva Duarte –el 26 de julio
de 1952- en el contexto de la dinámica relación entre el gobierno peronista y
la Iglesia católica, y realizar un aporte desde la historia regional hacia la
complejización interpretativa de dicha relación. Para tales fines se analizarán
además algunas de las vicisitudes propias del clero local, relacionándolas con
el contexto nacional y luego las respuestas de éstos clérigos ante el dolor
popular. Las hipótesis de este artículo entran en diálogo con las de una parte
considerable de la historiografía sobre el tema.
Palabras clave: San Nicolás de los Arroyos; peronismo;
catolicismo; Evita; historia regional.
The mourning of Evita's death in the future
jurisdiction of San Nicolas de los Arroyos Diocese
Abstract
The aims of this research are, on the one
hand, to analyze the manners adopted by the popular mourning after Eva Duarte’s
agony and death on July 26th, 1952 in a context of the dynamic relationship
between the Peronist Government and the Catholic Church. On the other hand, to
contribute in the development from the regional history to the interpretative
complexity of this relationship. Moreover, for these purposes, some
vicissitudes of the local clergy in relation to the national context and the
clergy’s replies given to the popular pain will be analyzed. The hypotheses of
this article enter into dialogue with those that constitute a fundamental part
of the historiography about this topic.
Keywords: San Nicolás de los Arroyos; peronism;
catholicism; Evita; regional history.
El duelo por la muerte de Evita en la futura jurisdicción de la
diócesis de San Nicolás de los Arroyos
Introducción
El
21 de septiembre de 1955 se produjo el derrocamiento del presidente Juan
Domingo Perón a manos de sectores de las Fuerzas Armadas y se inició de esta
manera la tercera dictadura cívico-militar de la historia argentina. Como es
sabido, el conflicto desatado entre la Iglesia católica argentina y el gobierno
peronista mucho tuvo que ver en el derrocamiento final del peronismo.
Muchísimo
es lo que se ha escrito acerca de la relación que mantuvieron el peronismo y el
catolicismo en general, desde los propios orígenes de
aquel hasta 1955. Dentro de ese marco, el conflicto en sí motivó numerosos
acercamientos desde diferentes registros ideológicos e incluso en la coyuntura
misma de los hechos. Por su parte, la historiografía ha
tendido a analizarlo rastreando puntos de roces o disputas entre el gobierno
nacional y la Iglesia católica durante el gobierno de Perón. En efecto, los
trabajos clásicos al respecto vinculan, con sus propios
matices, al conflicto desencadenado durante los años 1954 y 1955 con escenarios
de tensión previos -en el campo de la educación, la familia, la Reforma
Constitucional de 1949, la libertad de culto, etc.- y también coinciden, a
grandes rasgos, en subrayar la centralidad que el llamado "cristianismo
peronista" y el culto a Eva Duarte -en adelante Evita- tuvieron el
posterior conflicto.
No obstante, perspectivas más recientes, basadas en estudios
locales, matizan y ponen en discusión a los análisis referidos en el párrafo
anterior. Como ejemplo de ello tenemos a los trabajos de Lucía Santos Lepera, en los que la autora analiza las manifestaciones de duelo
en Tucumán por la muerte de Evita y rebate, desde esta perspectiva regional,
muchas de las consideraciones clásicas y “generalizantes” sobre el conflicto
entre el peronismo y el catolicismo a nivel nacional. Los trabajos de Santos
Lepera se utilizarán aquí entonces como disparador y también como referencia
para pensar el caso nicoleño.
A partir de bibliografía especializada y de fuentes eclesiásticas
oficiales del Obispado de San Nicolás -dato fundamental y casi inédito para
estudios de este tipo, ya que permite tener una mirada de primera mano e
institucional sobre el parecer de diversos miembros del clero- se intentará en
las siguientes páginas analizar las manifestaciones públicas y colectivas de
dolor ante la agonía y muerte de Evita insertas en el mediano plazo de la
relación entre el gobierno de Perón y la Iglesia católica argentina (o entre el
peronismo y el catolicismo en general), durante el período 1946-1955 en la
futura jurisdicción de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos. La indagación
de estos hechos permitirá echar nuevas miradas a nivel local, nicoleño, a la
relación entre el clero y la sociedad, por un lado, y entre el clero, el
peronismo y la sociedad, por otro.
De esta manera, el presente artículo constituye una primera
aproximación a esta problemática y, como tal, pretende dar un aporte hacia la
complejización del panorama nacional teniendo en cuenta las perspectivas
regionales sobre el conflicto entre el catolicismo y el
peronismo desencadenado en aquellos años.
Un espejo donde
buscar orientaciones: el caso tucumano
Los recientes
estudios de Lucía Santos Lepera me permiten rescatar varias consideraciones
para reflexionar sobre el caso nicoleño en torno a la coyuntura inmediata que
rodeó al fallecimiento de Evita, en julio de 1952. Como mencioné antes, la
autora analiza las manifestaciones de duelo ante la muerte de Evita en el
territorio tucumano, en donde también plantea nuevos interrogantes, reconsidera
la hipótesis de competencia entre la Iglesia católica y el gobierno peronista,
y sostiene que en la provincia de Tucumán no sólo no hubo conflicto abierto o
competencia entre peronistas y católicos, sino que “las manifestaciones en
torno a la muerte de Eva Perón, tanto las realizadas espontáneamente como
aquellas fomentadas desde el Estado y el espectro de asociaciones peronistas,
representaron una puesta en escena de la unión entre la Iglesia y el gobierno y
de la imbricación entre catolicismo y peronismo.” En efecto, los trabajos de
Santos Lepera, al igual que este mismo, ponen en discusión las hipótesis
clásicas –muy en boga en los años 90- en torno al distanciamiento y competencia
(que, según esta historiografía, ya era muy evidente y la muerte de Evita
reflejó aún más) en la relación entre el catolicismo
y el peronismo desde la historia regional.
Luego del fallecimiento de “la Jefa Espiritual de la Nación”, el
gobierno nacional desplegó un formidable funeral pocas veces visto a nivel
nacional, el cual estuvo acompañado por millones de personas en todo el país,
se decretó un duelo nacional de 30 días y la retórica oficial apuntaba
discursivamente a exaltar las características místicas de la figura de Eva. Por otro lado, analizar el rol de las bases en “la
provincia más peronista del país” es el principal disparador de Santos Lepera
para evidenciar que por entonces en Tucumán, lejos de conflicto entre el
peronismo y la Iglesia, hubo claros signos de colaboración y hasta de
complemento de roles en ello.
La cita anterior requiere también una breve aclaración, ya que se
relaciona con el concepto de secularización. Aclarar dicho concepto resulta
fundamental para este y los estudios sobre religión en general ya que, a pesar
de ser aún hoy en día motivo de debate entre los especialistas,
marca un parteaguas en el tema. Siguiendo a Diego Mauro e Ignacio Martínez entiendo por secularización al proceso que implicó
constantes cambios y resignificaciones por parte del mundo eclesiástico con el
comienzo de la Modernidad. Proceso que afectó a ese mundo prácticamente en
todos sus aspectos y que significó no su desaparición paulatina (en términos
teleológicos, como supo verlo un amplio segmento de autores), sino, más bien,
su “reacomodo” en la vida pública a partir de “esferas”, con lo que la religión
sería en nuestros días
una esfera cultural más; y, entre muchas otras cuestiones
más, el clero habría perdido mucho de su rol como guía o conductor pastoral de
los católicos o feligreses.
Ahora bien, los funerales de Eva Duarte presentaron características
únicas hasta el momento en Argentina, al menos en cuanto a ritos funerarios y al rol al que, como veremos más adelante, se vieron
empujadas a desempeñar las autoridades eclesiásticas por parte de las masas. En
este sentido, si insertamos este ejemplo en el contexto general y de larga
duración, su relación con el proceso de secularización se vuelve aún más clara, ya que, si bien la
figura central del cura párroco mantiene su centralidad e importancia
tradicional como “pastor del rebaño”, como sostiene Santos Lepera, el clero se vio interpelado aquí de otra manera: de cara
al pueblo y por parte de éste; reclamándole su papel de guía en la liturgia de
semejante efervescencia popular, que rezara por el alma de Evita, que bendijera
su imagen, que diera misas, que encabezara las procesiones, etc. Como puede
entreverse en el caso tucumano, la Iglesia había perdido la iniciativa y las
masas en parte reclamaron esto, pero también se movilizó en masa ante semejante
dolor por el fallecimiento de Evita. El fervor
popular desbordó completamente a los canales litúrgicos tradicionales de la
Iglesia y la obligó a acoplarse a sus demandas: no sólo tuvo lugar un aluvión
de solicitudes de misas, bendiciones, procesiones o funerales, sino también una
impresionante aproximación popular a los templos eclesiásticos.
Santos
Lepera ve aquí también sensaciones encontradas por parte de la Iglesia:
sorpresa y entusiasmo ante el aluvión masivo que se agolpó en los templos
católicos tras el deceso de Evita, pero también recelo y reticencia ante
expresiones rituales o religiosas populares poco ortodoxas para el clero. En
tal contexto entonces, la jerarquía eclesiástica tucumana debió adaptarse y
acoplarse en muchos sentidos ante las demandas que le eran realizadas por parte
del pueblo. No obstante, ante las incontables demandas políticas y religiosas,
el obispado aprobó la presencia de los sacerdotes en dichos homenajes o
rituales fúnebres multitudinarios para su conducción, pero el ambiente allí no
estuvo exento de ciertas tensiones debido a que: “Buena parte de las prácticas,
tales como la introducción de retratos de Evita en los templos, la centralidad
de su imagen en los altares catafalcos o la atribución a su figura de
características sobrenaturales, no necesariamente se encontraban reñidas con la
tradición católica.”
Así
las cosas, por un lado, tenemos que esta religión popular en torno a la muerte
no entró en competencia con la ortodoxia católica, sino que formaba parte de
una entrañable tradición de religión no institucionalizada que oraba por la
memoria del/la difunto/a y se manifestaba en los rituales mencionados; y, por
otro, si insertamos el caso tucumano en el contexto
nacional durante el gobierno peronista (1946-1955) saltan a la vista las
particularidades de la región, de la diócesis y/o de la provincia.
Agonía y muerte
de Evita en la futura diócesis de San Nicolás de los Arroyos
Desde que se
supo que la vida de Evita corría peligro, una ola de apoyo popular masivo de
carácter religioso se desplegó por todo el país. Diversos sectores de la
historiografía vieron en ello el comienzo de una
competencia en el campo religioso por parte del peronismo hacia la Iglesia.
Lejos de ello, este trabajo pretende demostrar, que no existió tal competencia,
sino colaboración, empatía y acercamiento entre ambas partes. En San Nicolás,
las autoridades eclesiásticas y de gobierno locales llevaron adelante
actividades en conjunto (como las misas de oración o los altares públicos en
homenaje a Evita), inéditas en muchos años en la ciudad. Además, entre tantas
otras cuestiones, la muerte de Evita y todo lo que generó dio lugar a una
fuerte interpelación al interior de la Iglesia sobre varios puntos en su
accionar.
No obstante,
antes de meternos de lleno en el análisis de San Nicolás, resulta necesario
realizar algunas aclaraciones previas. En primer lugar, debemos tener en cuenta
que una diócesis no queda completamente conformada como jurisdicción episcopal
hasta que no es proveída de un obispo y se produce luego de un proceso
relativamente largo y lento que requería la puesta en marcha de no pocos
mecanismos para su erección y “equipamiento” institucional, los cuales no
estuvieron exentos de conflictos, producto de numerosas variables externas o
ajenas al mundo eclesiástico y también de su propia dinámica interna:
designación de autoridades episcopales, elección de la ciudad que sería sede
del obispado, los territorios a escindir de las diócesis implicadas,
negociación con las autoridades estatales, etc. A ello hay que agregar el
derecho de Patronato, facultad que se reservaba el Estado argentino y que
heredada del gobierno colonial español luego de la independencia. En segundo
lugar, la diócesis de San Nicolás de los Arroyos no fue proveída hasta octubre
de 1955 –eso es, luego del derrocamiento de Perón y por decreto del presidente de
facto Eduardo Lonardi-, por ello en este trabajo se habla de futura diócesis
o futuros territorios al referirme a San Nicolás de los Arroyos
con anterioridad a 1955. En tercer lugar, la creación
de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos respondió a la necesidad de
dividir espacialmente a la arquidiócesis de La Plata con el objetivo de un más
apropiado gobierno de tales tierras, síntoma también del enorme crecimiento y
fortaleza de la Iglesia argentina de los años treinta y cuarenta. Vemos
entonces que el caso nicoleño presentaba particularidades muy específicas.
Como mencioné
antes, los documentos oficiales hallados en el Archivo General del Obispado de
San Nicolás de los Arroyos son las principales fuentes de este trabajo. La gran mayoría de los estudios de caso que de alguna
manera se relacionen con el catolicismo o la Iglesia católica no cuentan, o al
menos no en parte considerable, con fuentes oficiales de este tipo. Esto
permite aquí una mirada de lleno al interior del clero nicoleño, de sus puntos
de vista sobre lo sucedido en los últimos momentos y el fallecimiento de Evita,
de su predisposición a acompañar a la sociedad en medio del dolor, etc. Sin
embargo, ello requiere también algunas consideraciones al respecto ya que el
archivo del obispado y su cuerpo documental bien podría haber sufrido algún
tipo de vejaciones ya sea por el paso del tiempo, mala preservación, las
sucesivas mudanzas, etc. o, como sostienen Sandra Fernández y Paula Caldo, por la propia subjetividad e intereses de quienes
seleccionaron y seleccionan los documentos que se desean preservar para la
posteridad. Recordemos que aquí estamos adoptando ahora una perspectiva
institucional y considerando a funcionarios del clero que tuvieron y tienen una
participación activa y consciente en ello, por lo que queda poco margen para la
casualidad. La imagen que de sí mismo da el obispado nicoleño sobre estos años
en base a los documentos que preserva, tanto ayer como hoy en día, es muy elocuente. Como corolario, me surge la siguiente pregunta: ¿Qué
nos dice el hecho de que se hayan archivado/preservado estas cartas y
telegramas? En mi opinión, y en torno a ello gira la principal hipótesis de
este trabajo, refleja que en aquellos años no existían aún manifestaciones de
conflicto entre el clero como institución y el peronismo.
Para
entender mejor aún la cuestión es necesario aclarar también el funcionamiento
burocrático del clero a la hora de autorizar cualquier salida de los sacerdotes
para realizar algún tipo de ritual o liturgia. En los años cincuenta –esto es,
antes del Concilio Vaticano II-, esta dinámica era bastante distinta a nuestros
días. Como también sostiene Lucía Santos Lepera, la Iglesia se apegaba
férreamente a la ortodoxia, por lo que si alguien de fe católica deseaba
realizar, por ejemplo, una misa o funeral a la memoria de algún ser querido,
debía solicitarlo primero al cura párroco. Luego éste daba cuenta de la
solicitud, aclarando y fundamentando detalladamente los motivos de la misma, y
pedía permiso -vía carta, telegrama o el medio que tuviera a disposición- al
episcopado de su diócesis. La respuesta podía ser afirmativa o negativa, según
el parecer de la autoridad correspondiente. En una jurisdicción episcopal tan grande
como la arquidiócesis de La Plata, era el Vicario
General (o ayudante del arzobispo) quien se encargaba de estos asuntos, bajo
las órdenes, supervisión y responsabilidad del arzobispo, por entonces Monseñor
Juan Carlos Solari (1948-1954). Por ello, veremos que tales solicitudes son
firmadas y autorizadas por el Vicario General y no por el propio arzobispo. Así, se ve que las misas eran solicitadas
por el cura, previo pedido de la feligresía, nunca lo hacía la gente por sí
misma o sin pasar previamente por los sacerdotes.
Por otra parte, al no existir en el período en que nos ocupa la
diócesis de San Nicolás, los que luego serían los territorios bajo su
jurisdicción estaban a cargo de la arquidiócesis de La Plata y los documentos
oficiales eran guardados en el archivo central de esta arquidiócesis. Luego de
1955, una vez creada el obispado nicoleño, todos los documentos y actas
relacionados a los territorios de la nueva jurisdicción episcopal fueron
enviados a la ciudad de San Nicolás, donde permanecen hoy en día.
Los
comunicados de solicitudes enviados a la ciudad de Eva Perón -podrán apreciarse
en las imágenes- mantienen una rigurosa formalidad, así como respeto de los
prelados por la autoridad superior. Esto evidencia que los sacerdotes formaban
parte del entramado jerárquico de la institución eclesiástica, y a cuyas normas
aquí también debían atenerse firmemente. El hecho mismo de que los propios
sacerdotes pusieran en marcha el proceso de solicitar misas a la memoria de
Evita (o para orar por su vida) bien podría hablar de cierta empatía suya para
con “la causa” o de una gran presión por parte de las personas solicitantes. No
creo posible que los sacerdotes acompañaran o se hicieran tanto eco del dolor
popular si no tuvieran mínimamente cierta simpatía por Evita o el peronismo,
aunque bien podría también responder a otro tipo de intereses personales,
políticos o clericales. Recordemos que no existen pruebas de rechazo o
denegación de las solicitudes. Además, tenemos las docenas de respuestas
afirmativas ante tantas solicitudes por parte del arzobispado, lo que muestra a
las claras que la jerarquía eclesiástica (esta es nada menos que la más
importante de la provincia de Buenos Aires) estaba de acuerdo con la
celebración de misas, oraciones o funerales a la figura de Evita, siempre y
cuando se mantuviera la ortodoxia litúrgica. Así, esto evidencia que, lejos de
lo que sostuvieran gran parte de los historiadores e historiadoras, por estos
pagos no existían síntomas de conflictos en la primera mitad de la década de
1950.
Retomemos
nuevamente el rol y algunas características de estos sacerdotes y de su
arzobispado. Desde los numerosos pueblos de los partidos de San Nicolás y
Pergamino llegaban, con varios días de anticipación dada la demora de los
medios de comunicación de entonces, al obispado de Eva Perón las mencionadas
solicitudes. Trabajadores y trabajadoras de todo tipo (rurales o urbanos) se
acercaban en número mucho mayor que de costumbre a la Iglesia a rezar por Evita
o pedir que se realice algún tipo de homenaje clerical. Como sucede en todo
pueblo pequeño, es muy probable que el cura párroco o capellán conozca de cerca
a las personas que se presentaban ante esta situación. Personas, por otro lado,
con un perfil social muy definido y además no muy distinto al del propio
sacerdote: de condición social muy humilde o pobre, trabajadoras y
trabajadores, obreros, amas de casa, etc. No olvidemos tampoco que la Iglesia
cobraba un arancel por realizar tales acciones, pero, viniendo de personas tan
humildes, es probable que tal arancel no haya sido muy elevado. Si a esto le
sumamos que la jerarquía eclesiástica no pertenecía, ni mucho menos, a las
clases bajas, tenemos que la figura de Evita y el dolor que su muerte provocó,
dio lugar a sensibilidades multitudinarias que atravesaron la división vertical
de clases sociales al obtener también estas aprobaciones del episcopado. El
panorama urbano de las principales ciudades de la futura diócesis fue muy
similar al descripto de los pueblos, pero más relacionado también a los obreros
de fábricas: tanto en la ciudad de San Nicolás de los
Arroyos como en la de Pergamino existían por entonces únicamente dos parroquias
(el resto eran capillas), por lo que las manifestaciones y solicitudes
populares se concentraron en dichos templos.
Así, vemos cómo funcionaba muchas veces el papel de los sacerdotes
entre las demandas de las masas (católicas y/o peronistas, o no
necesariamente), su propio parecer y la jerarquía. Hasta aquí entonces se ha mantenido
una perspectiva institucional pero teniendo en cuenta también la división
verticalista que atraviesa al cero y las cercanías de los sacerdotes con las
clases populares, perspectiva que se diferencia de otros trabajos historiográficos donde sólo se toma en cuenta para
este proceso la construcción desde arriba y no al papel activo que ha tenido el
pueblo o las clases bajas, donde muchas veces son consideradas como meros
receptores pasivos en ello.
Tenemos de esta manera que buena parte de la clase trabajadora
(por ejemplo, los trabajadores de la fábrica de paños “La Emilia”, véase a
continuación cita Nº 21) tomaron la iniciativa tanto en los momentos críticas
de la vida de Evita como después de su muerte, interpelando al clero,
pidiéndole que se pronunciara, que rompiera con buena parte de su tradición
litúrgica y le acompañara ante semejante dolor. También vemos cómo el bajo
clero (o los curas párrocos) se encontraron en una situación intrincada, de
querer formar parte como pastores del rebaño, pero no sin autorización de su
respectivo arzobispado. Éste último tampoco resultó indiferente ante esto y
aprobó la celebración de misas solemnes y/o de campaña, procesiones, homenajes
fúnebres, etc. También dio el visto bueno a las bendiciones de imágenes de
Evita o de los altares públicos en su memoria, los que la gente que se agolpaba
en las iglesias pedía, en aquellos momentos tan difíciles de 1952, a los curas
que se los bendijeran.
Por su parte, las imágenes y copias de diversos documentos como
las que se muestran a continuación se cuentan por docenas en el Archivo del
Obispado nicoleño, enviadas desde todos los rincones, ciudades y pueblos que
conforman hoy la diócesis. Se mostrarán solamente las pertenecientes a dos
cajas, las cuales que corresponden a la hoy Iglesia Catedral de San Nicolás de
los años 1954 y 1955, porque en ellas se encentran los documentos mejor
conservados.
Como puede apreciarse, en 1953 la diócesis de San Nicolás aún no
tenía designado obispo, por lo que la Iglesia (en tanto espacio físico) que es
hoy la catedral de la diócesis era todavía una parroquia más de la ciudad y el
sacerdote de la misma pide autorización al arzobispado de Eva Perón (hoy La
Plata) para celebrar misas en homenaje a Evita fuera de su parroquia.
En la imagen de arriba se puede ver una carta enviada al
arzobispado de la arquidiócesis de Eva Perón en la que el por entonces cura
párroco de la Iglesia San Nicolás de Bari (hoy día Catedral de la diócesis de
San Nicolás), Rodolfo Torti, se hacía eco del pedido (por segundo año
consecutivo) de misa en homenaje a la memoria de Evita por parte de los obreros
de la famosa fábrica nicoleña de paños “La Emilia” y, mediante esta epístola
solicitaba permiso a su arzobispado de realizarla. Por otra parte, el cura no
olvida mencionar el cobro del arancel correspondiente por ello.
En otra imagen, tenemos un telegrama enviado directamente al
arzobispado de Eva Perón por trabajadores y trabajadoras de la destilería de
alcohol nicoleña Anhidro, previa conformidad también del cura Roldolfo Torti.
En la misma, ruegan directamente nada menos que al Vicario Capitular,
representante directo del arzobispo de Eva Perón, Monseñor Juan Carlos Solari
(1948-1954). La respuesta es afirmativa, por lo que obtuvieron la aprobación de
celebrar la misa de campaña (esto implicaba la salida del sacerdote de su
parroquia para realizar la misa) solicitada.
Esta
solicitud, por ejemplo, fue emitida en fecha mas tardía, pronta al conflicto
final con el peronismo, como julio de 1954 por la siderúrgica estatal
SO.MI.S.A.
Finalmente, como otro punto importante a destacar tenemos que
partir del 23 de octubre de 1954, las numerosas cartas dirigidas a Silvino
Martínez lo mencionan, ahora sí, como Señor Obispo o, en su defecto,
como Excelencia Reverendísima, luego de que, recordemos, el Papa Pío XII lo
nombrara como tal en dicha fecha. No obstante, y hasta fines de 1955, las
solicitudes de misas u homenajes que se hicieran continuaban enviándose a Eva
Perón para ser autorizadas por el arzobispado. Silvino Martínez aún no era
obispo, ni la diócesis de San Nicolás de los Arroyos había sido creada. Como
ejemplo de esto traeré a colación dos cartas de 1955 enviadas al futuro obispo
en las que a pesar de aún no haber asumido como tal, ni haber sido creada la
diócesis, los remitentes de ambas correspondencias, no obstante, se dirigen a
Monseñor como si estos obstáculos ya hubieran sido sorteados y la erección
episcopal ya hubiera ocurrido.
Carta dirigida a Monseñor Silvino Martínez enviada por el Superior
Regional de los Misioneros de la Sagrada Familia en la que, entre otras cosas,
se le informa que el Consejo General de la Congragación (esto es, el clero
regular) estaría dispuesto a erigir una casa religiosa en Ramallo. En la misma
puede verse que aún en agosto de 1955 el Superior Regional se dirige a Monseñor
Silvino Martínez como autoridad episcopal.
Carta
del Vicario Capitular, Luis Borla, a Mons. Silvino Martínez en la que refiere a
la información extraoficial acerca de los fondos proporcionales con que podría
contar la futura diócesis de San Nicolás de los Arroyos. También en la misma se
dirige a Silvino Martínez como a un obispo con todas las letras.
A modo de conclusión
Al considerar el proceso de creación de la
diócesis de San Nicolás resulta muy llamativo que a pesar de no haberse nombrado
a la autoridad episcopal durante tantos años no se manifestaron señales de
conflictos, roces, protestas o malestares en el clero local y que durante los
meses que rodearon a la muerte de Evita (y los dos años que sucedieron, 1953 y
1954). Lejos de ello, en base a las fuentes estudiadas, tenemos que no sólo no
hubo disputas entre el catolicismo y el peronismo locales sino que existió
colaboración entre ambos en la ciudad, vimos claramente que al menos hasta
finales de 1954 no existieron evidencias de haberse producidos enfrentamientos
a nivel local. Esto entra de lleno en contradicción con las hipótesis clásicas
de la historiografía antes referidas.
Para reflexionar acerca de las interpretaciones
que puedan hacerse acerca del conflicto final, debemos considerar que el mismo
tuvo una dinámica muy particular, ya que estuvo bastante acotado a Capital
Federal (los enfrentamientos ocurrieron en lugares
muy concretos de la ciudad), por lo que extrapolar lo ocurrido allí al resto
del país es una generalización excesiva basada en la tendencia
a nacionalizar el caso de Buenos Aires, lo cual no implica desconocer su
relevancia, sino resaltar la necesidad de construir interpretaciones más
complejas y sensibles a la diversidad regional local. A ello hay que sumar el
hecho de que el conflicto entró en su fase radicalizada o de abierta hostilidad sólo a partir de 1954, por lo que es
necesario tener en cuenta qué año se considera cuando se habla del mismo. En efecto, plantear que, por ejemplo, en 1947 o en 1952
ya existían señales de ruptura es una interpretación muy arriesgada y
teleológica. La Iglesia católica como institución (una de las más grandes y poderosas
del país) constantemente mantuvo y mantiene numerosos puntos de tensión o
disputa con el Estado nacional en general (y con los gobiernos de turno en
particular) pero el hecho de que exista tensión no significa necesariamente que
dé lugar a un conflicto como el que tuvo lugar en nuestro país en 1954-1955.
Extendiéndonos en el tiempo, hasta 1955 no hubo
ninguna manifestación de conflicto entre el catolicismo y el peronismo en San
Nicolás, que las primeras señales sólo comenzaron a aparecer en junio de ese
año, a partir de acontecimientos externos a la propia región y no antes. Hasta junio de 1955 entonces, en lo que constituye hoy el
obispado de San Nicolás de los Arroyos, no se produjeron persecuciones de
ningún tipo por iniciativa de figuras o militantes católicos o peronistas de
ningún tipo a nivel local que,
al menos, dejaran huellas en la correspondencia epistolar de los párrocos. Creo que de más está decir que no hay fuentes en el archivo del obispado nicoleño sobre
solicitudes de misas a la memoria de Evita por el aniversario de su
fallecimiento en todo ese año. No obstante, tampoco hubo quemas de
Iglesias, peleas callejeras o levantamientos militares. Si nos atenemos a la
dinámica regional o local, los focos de tensiones no pasaron a mayores, sólo
ocurrió de ésta manera cuando recibían órdenes de las propias cúpulas -como el
caso de las detenciones policiales a los curas párrocos luego del intento de
golpe de Estado, en junio de 1955. De este modo vemos que los focos de tensión
no se produjeron en estos pagos de manera autóctona.
La relación entre el peronismo y el catolicismo
presentó en los territorios de la futura diócesis de San Nicolás su propia
dinámica, en parte relacionada a Buenos Aires y en parte desenvuelta por sí
misma a nivel local o regional. Como ejemplo de esto, las manifestaciones de
duelo por la agonía y muerte de Evita aquí analizadas resaltan no sólo que no
existió en esta coyuntura (ni por entonces) competencia, tensión, conflicto o
recelos, sino que, muy lejos de todo ello, a nivel local allí el peronismo y el
catolicismo, en sus diversos actores, mostraron signos de acercamiento y
cooperación ante el dolor por la desaparición física de “la Jefa Espiritual de
la Nación,” en julio de 1952.
La disputa fue entonces de carácter político, aunque para ello
también se haya apelado a la teología como herramienta discursiva y
reivindicatoria por parte de ambos actores. Con sus propios matices y
características, este período en particular radicalizó y polarizó a la sociedad
Argentina quizá como nunca antes en su historia. Pero, a pesar de ello, para
gran parte de la sociedad ser católico y/o peronista no era en absoluto
excluyente. El conflicto así entendido excluía la disputa entre la fe y la
ideología de cada quien, ya que el propio peronismo insertó una veta que
produjo notorias divisiones en el seno de la misma Iglesia católica: la
jerarquía eclesiástica (y no la religión católica) fue el blanco de todas las
críticas del peronismo, por lo que la mayor parte del clero no se veía afectado
y hasta quizá tendría sus propios recelos o diferencias con su jerarquía.
No obstante, la actitud de la jerarquía
eclesiástica de cara al peronismo no era uniforme y
esto se relaciona de lleno también con la heterogeneidad que presentaban ya por
entonces ambos actores en su interior. En efecto, no toda la cúpula de la
Iglesia ni del peronismo estaba de acuerdo con desencadenar semejante lucha y
existían formidables posiciones encontradas al interior de ambos. Luego la
radicalización política convirtió a la Iglesia en el verdadero faro
antiperonista que guió a la oposición hasta el derrocamiento del general Perón,
en septiembre de 1955. Por ello, insisto, creo que el estallido del
conflicto final no era tan previsible como supo vérselo, sino que más bien
estuvo determinado por la propia dinámica social radicalizada del momento, por
factores políticos de ambos bandos y errores de cálculo.
Por
su parte, los años del peronismo también marcaron para siempre la relación de
la propia Iglesia católica tanto en su propio interior, por un lado, como para
con la clase trabajadora y los pobres en general, por otro. Si bien muchos
miembros del clero apoyaron abiertamente al gobierno peronista, la capacidad de
convocatoria, aglutinamiento de toda la oposición y movilización popular que
desplegó la Iglesia católica; una vez que la radicalización del conflicto parecía
no tener vuelta atrás y polarizó prácticamente a la sociedad argentina, parecía
no dejar lugar a disidencias en su interior. Semejante grado de efervescencia
sorprendió a propios y ajenos. Sin embargo, hacía varios años ya que el
catolicismo era un actor político y social de primer orden a nivel nacional, y el hecho de haber contribuido de tal manera a la caída
del gobierno con mayor apoyo popular en Argentina, hasta ese momento al menos,
demostraba hasta qué punto la Iglesia católica (también la oposición
antiperonista, política y militar) había crecido política y socialmente. Se
rompió así definitivamente la relación tan cercana que había tenido el gobierno
peronista, desde sus inicios, con la Iglesia católica. Una relación que, con
sus vaivenes, dio lugar a excelentes entendimientos entre ambos y si la ruptura
final fue abrupta, ello no significa que la relación estaba predestinada al
conflicto tan trágico que finalmente tuvo lugar.
Las fuentes aquí analizadas, tanto por el hecho de ser inéditas en
tanto fuentes históricas como por su gran valor al ser documentos oficiales del
clero local, realizan un aporte muy importante desde la historia regional a la
hora de complejizar las interpretaciones de parte de historiografía sobre el
conflicto entre el peronismo y la Iglesia católica. Al estar basado
íntegramente en fuentes oficiales del clero nicoleño proporciona evidencia de
primera mano sobre las experiencias de buena parte del clero de los territorios
de la futura diócesis de San Nicolás de los Arroyos tanto en julio de 1952 como
en junio de 1955 (y a partir de los acontecimientos externos o de nivel
nacional), mientras tenía lugar aún el proceso de erección de la jurisdicción
episcopal. Así entonces, el hecho de que sean fuentes eclesiásticas oficiales es,
por un lado, muy poco común y, por otro, resulta fundamental tanto para este
trabajo como a la hora de complejizar la caracterización de la Iglesia nicoleña
y de ubicarlo en el contexto histórico e historiográfico. Si a esto agregamos,
una vez más, que son fuentes inéditas, se tendrá una mejor idea aún de su valor
histórico.
Finalmente, en
lo que hoy es la diócesis de San Nicolás sería muy extremista llamar conflicto
a los hechos que tuvieron lugar allí durante aquellos años. Esto porque hasta
el derrocamiento final de Perón no hubo en San Nicolás quema de Iglesias, levantamientos militares,
riñas callejeras o ataques públicos como, por ejemplo, en Buenos Aires o
Córdoba. Extrapolar lo ocurrido en estas dos ciudades al resto del país sería
un grosero error. Que aquí haya habido tensión (si es
que la hubo) entre ambas partes, no significa necesariamente que devenga o
desencadene un conflicto. Una vez más: esta es una interpretación demasiado
teleológica.
4º Encuentro de Historia Eclesiástica de la Diócesis de San
Nicolás de los Arroyos. Ed. Obispado de San Nicolás de los Arroyos. San Nicolás de los
Arroyos. 2014.
BARRAL, María Elena; Curas con
los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde
abajo. Sudamericana. Buenos Aires, 2016.
BIANCHI,
Susana “Catolicismo y Peronismo: La religión como campo de
conflicto (Argentina
1946-1955).” pp. 25-37. Disponible en:
<https://www.google.com.ar/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKahUKEah_v8jTAhXNl5AKHZAKC0MQFggjMAA&url=https%3A%2F%2Fdialnet.unirioju.es%2FdescarFd%2Farticulo%2F2937099.pdf&usg=AFQjCNHEiGgs0aB5oZGz96lyaEmlyaEmpV&sig2=WNR7lsBAdcQ5ISPWAxvNSQ>.
[Consulta: 3/3/2016].
BIANCHI,
Susana; “Catolicismo y peronismo. La familia entre la religión y la política
(1945-1955).” En: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana
“Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, Nº 19. 1er. semestre de 1999.
BIANCHI,
Susana; “Catolicismo y Peronismo: La educación como
campo de conflicto (1946-1955)”, En: Anuario del IEHS 11. Tandil, 1996, pp. 147-178.
BIANCHI,
Susana; La Iglesia católica y el Estado peronista, Centro Editor de
América Latina. Buenos Aires, 1988. Conflictos y procesos de la Historia
Argentina Contemporánea Nº 3.
CAIMARI, Lila; Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estados y
sociedad en la Argentina (1943-1955). Ariel. Buenos Aires, 1995.
CANEDO, Mariana; “Relatos identitarios e historia local. Desafíos
para la historiografía y la enseñanza de la Historia”, En: Páginas,
Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario, Nº 6; 2012, pp. 159-180.
http://revistapaginas.unr.edu.ar/index.php/RevPaginas/issue/view/8
DI STEFANO, Roberto y
ZANATTA, Loris; Historia de la Iglesia argentina. Desde la Conquista hasta
fines del siglo XX, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.
DI STEFANO, Roberto y
ZANCA, José (compiladores); Fronteras disputadas: religión, secularización y
anticlericalismo en la Argentina (siglos XIX y XX). Imago Mundi.
Buenos Aires, 2016.
DI STEFANO, Roberto y
ZANCA, José; “Iglesia y catolicismo en la Argentina. Medio siglo de
historiografía.” En: Anuario de Historia de la Iglesia, vol. 24; 2015,
pp. 15-45.
DI STEFANO, Roberto; “De la
teología a la historia: un siglo de lecturas retrospectivas del catolicismo
argentino.” En: Prohistoria, año VI, Nº 6. Rosario, 2002. pp. 173-201.
DI STEFANO, Roberto; “Por una
historia de la secularización y de la laicidad en la Argentina”, En: Quinto
Sol, vol. 15, Nº 1; 2011, pp. 1-32. Disponible en:
<http//www.fchst.unlpam.edu.ar/ojs/index.php/quintosol>. [Consulta: el 27
de enero de 2017].
DI STEFANO, Roberto; El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y
política de la monarquía católica a la república rosista. Siglo XXI. Buenos
Aires, 2004.
El Norte, San Nicolás de los Arroyos; “El año que San Nicolás tuvo
su primer Obispo.” 2/9/2014. Disponible en:
<http://www.diarioelnorte.com.ar/nota43349_el-ano-que-san-nicolas-tuvo-su-primer-obispo.html>.
[Consulta: 21/12/2016].
FERNÁNDEZ, Sandra y
CALDO, Paula (2009-2010) “Cartas para Olga y Leticia. Aproximación al tratamiento
del epistolario de las hermanas Cossettini” En: Anuario Nº 22, Escuela
de Historia. Universidad Nacional de Rosario; 2009-2010, pp. 183-203.
Disponible en:
http://anuariodehistoria.unr.edu.ar/ojs/index.php/Anuario/issue/view/8
FERNÁNDEZ, Sandra; “Los mundos
ocultos. Los estudios regionales en la enseñanza de la Historia en la
Argentina.” En: Historia UNISINOS, vol. 13, Nº 3; 2009, pp. 35-42.
GAYOL, Sandra y KESSLER, Gabriel (ed.); Muerte, política y
sociedad en la Argentina. Edhasa. Buenos Aires, 2015.
GHIO, José María; La
Iglesia católica en la política argentina. Ed. Prometeo Libros.
Buenos Aires, 2007.
Guía Eclesiástica
Argentina. AICA. Buenos Aires, 2012.
JAMES, Daniel; Doña
María. Historia de vida, memoria e identidad política. Manantial. Buenos
Aires, 2004.
JAMES, Daniel; Resistencia
e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. Siglo
Veintiuno. Buenos Aires, 2013.
LIDA, Miranda;
“Catolicismo y peronismo: debates, problemas, preguntas.” En: Boletín del
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”.
Tercera serie, Nº 27; 2005, pp. 139-148.
LIDA, Miranda;
“Catolicismo y peronismo: la zona gris.” En: Ecos de la Historia, Nº 6;
2010, pp. 10-13.
LIDA, Miranda; Historia
del catolicismo en la Argentina: entre el siglo XIX y el XX. Siglo
Veintiuno Editores. Buenos Aires, 2015.
MARTÍNEZ, Ignacio; Una
nación para la Iglesia argentina. Construcción del Estado y jurisdicciones
eclesiásticas en el siglo XIX. Academia Nacional de la Historia.
Buenos Aires, 2013.
MASON, Alfredo; “El
conflicto de la jerarquía de la Iglesia con el Peronismo.” En: Diversidad, vol. 4; 2012, pp. 82-114. Disponible
en:
<http://www.diversidadcultural.net/articulos/nro004/04-06-alfredo-mason.pdf>.
[Consulta: 8/6/2016].
MAURO, Diego y MARTÍNEZ, Ignacio; Secularización, Iglesia y política
en Argentina. Balance teórico y síntesis histórica. FHUMYAR.
Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 2015. Cuaderno de Trabajo Nº 5.
MAURO, Diego; “El catolicismo
argentino entre el Concilio Vaticano I y el peronismo. Algunos debates teóricos
e historiográficos recientes.” En: RENOLD, J. M. (comp.); Religión, Ciencias
Sociales y Humanidades. Rosario, UNR Editora, 2015. pp. 207-230.
MAURO, Diego; “Las multitudes
católicas argentinas en la primera mitad del siglo XX. Religión, política y
sociedad de masas.” En: Quinto Sol, vol. 19, Nº 3; 2015, pp.1-20.
MAURO, Diego; “Multitudes y
movilizaciones católicas en la Argentina de entreguerras. Cuestiones
metodológicas e historiográficas.” En: PolHis, Nº 8; 2011, pp. 90-96.
PLOTKIN, Mariano Ben; Mañana
es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen
peronista (1946-1955). EDUNTREF. Tres de Febrero, 2013.
SANTOS LEPERA, Lucía; “La Iglesia católica y la muerte de Eva
Perón: entre la cooperación institucional y la religiosidad local (Tucumán,
1952)” En: AGUIRRE, A. C. y ÁBALO, E. (coordinadores.); Representaciones
sobre historia y religiosidad. Deshaciendo fronteras; Prohistoria.
Rosario, 2014. Nº 39. pp. 1-17.
SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo
frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán, 1952).” En: Boletín Americanista.
Barcelona, España. Año LXII, Nº 64; 2012, pp. 161-180.
SANTOS LEPERA, Lucía; “Los límites de la confrontación: la Iglesia
católica y el gobierno peronista (Tucumán, 1952-1955)” En: Revista de
Historia Americana y Argentina. Mendoza, Argentina. Vol. 50, Nº 2; 2015,
pp. 215-248.
SERRANO
ÁLVAREZ, Pablo; “Interpretaciones de la historiografía regional y local
mexicana, 1968-2000. Diversidad y pluralidad de tendencias”, En: Diálogos
Latinoamericanos, núm. 5; 2002, pp. 99-108.
TORRE, Juan Carlos (dir.); Los años peronistas (1943-1955).
Sudamericana. Buenos Aires, 2002. Nueva Historia Argentina. Tomo 8.
ZANATTA, Loris; Del Estado Liberal a la nación católica. Iglesia
y Ejército en los orígenes del peronismo (1930-1943). Universidad Nacional
de Quilmes. Bernal, 1996.
ZANATTA, Loris; La larga agonía de la nación católica.
Sudamericana. Buenos Aires, 2015.
ZANATTA, Loris; Perón y el mito de la Nación católica. Iglesia
y Ejército en los orígenes del peronismo (1943-1946). Universidad
Nacional de Tres de Febrero. Tres de Febrero, 2013.
ZANCA, José; “Agitadores jesucristianos. Los católicos
personalistas del antifascismo al antiperonismo”; 2010. Disponible en:
<http://www.unsam.edu.ar/escuelas/
politica/centro_historia_politica/material/Texto%20JoseZanca.pdf>.
[Consulta: 6/2/2017].
Recepción: 01/04/2017
Evaluado: 13/05/2017
Versión Final:
27/05/2017
(*) Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: javier.m3489@gmail.com
Como ejemplos de esto tenemos a las numerosas conferencias, declaraciones, panfletos, etc. de figuras del peronismo (el propio Perón, algunos años después y desde su exilio en Madrid, por ejemplo) o del catolicismo (como Monseñor Copello, quien vio en la caída del peronismo al último freno social contra el comunismo). Ambos intentaron demostrar, en años posteriores a 1955, una profunda e intrínseca identificación per se entre el peronismo y el catolicismo, y que el conflicto sólo fue producto de coyunturas específicas o malos entendidos.
Por autores/as clásicos/as sobre el conflicto: Loris Zanatta; Susana Bianchi, Lila Caimari, José María Ghio y Miranda Lida. Sus principales obras al respecto están referidas en la bibliografía de este artículo.
SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán, 1952).” En: Boletín Americanista, Nº 64; 2012.
Para ello me he valido de numerosas fuentes de muy diversa naturaleza halladas en el Archivo General del Obispado de San Nicolás, nunca antes exploradas por ningún investigador.
Uno de los principales problemas de la historia regional tiene que ver con la combinación de una investigación empírica particular en una amplia dimensión de cuestiones teóricas sobre una determinada sociedad y de las múltiples variables, procesos, factores, etc. que la atraviesan. Así, muchas veces las hipótesis abarcan enormes heterogeneidades en múltiples planos (político, social, etnolingüístico, espacial, etc.) pero que suprimen o no permiten apreciar la riqueza de la multiplicidad, en este caso regional, que tiene lugar al interior del espacio o perspectiva general. La historiografía y sus consideraciones (aunque, insisto, diversas) sobre el conflicto entre el catolicismo y el peronismo es un claro ejemplo de esto.
SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán, 1952).” En: Boletín Americanista, Año LXII. 1, Nº64, Barcelona, 2012, p. 163.
Estos y otros hechos son la base de los argumentos de sectores de la historiografía que vieron aquí la intención por parte del peronismo de construir una religión oficial del Estado o “religión política” -en este caso vinculada a la acción consciente del partido gubernamental-, la cual entraría de lleno en competencia con el culto católico y sus manifestaciones. Pero -si bien es válido el concepto de religión política para pensar ciertas características del peronismo-, una vez más, tales hipótesis parten de una perspectiva muy generalizadora (clásica), que no tiene en cuenta las especificidades locales ni las manifestaciones de dolor por parte de las masas ante la muerte de Eva.
Sobre los debates acerca del concepto de secularización véase: MAURO, Diego y MARTÍNEZ, Ignacio; Secularización, Iglesia y política en Argentina. Balance teórico y síntesis histórica. Rosario, FHUMYAR, Universidad Nacional de Rosario, 2015. Cuaderno de Trabajo Nº 5.
GAYOL, Sandra y KESSLER, Gabriel (ed.); Muerte, política y sociedad en la Argentina. Edhasa. Buenos Aires. 2015.
SANTOS LEPERA, Lucía; “La Iglesia católica y la muerte de Eva Perón: entre la cooperación institucional y la religiosidad local (Tucumán, 1952).” En: AGUIRRE, Cecilia y ÁBALO, Esteban (coords.); Representaciones sobre historia y religiosidad. Deshaciendo fronteras. Prohistoria. Rosario, 2014, pp. 1-17.
Por mencionar sólo un ejemplo: BIANCHI, Susana; Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina, 1943-1955. Instituto de Estudios Histórico-Sociales “Prof. Juan Carlos Grosso”, Tandil, 2001.
Vinculado a esto se encuentra el hecho de que no existen evidencias de que el clero nicoleño realizara algún tipo de protestas por la lentitud del proceso de erección episcopal. Dicha cuestión resulta aún más llamativa si tenemos en cuenta que existían grandes posibilidades que uno de los miembros de ese clero resulta al menos ternado para ocupar la silla episcopal nicoleña.
Esta es quizá la principal particularidad de este trabajo, ya que es sumamente difícil para cualquier investigador/a lograr el permiso de las autoridades de un obispado para entrar a su archivo. Sólo la ayuda y excelente predisposición del Vicecanciller del Obispado de San Nicolás me permitió ingresar.
FERNÁNDEZ, Sandra y CALDO, Paula; “Cartas para Olga y Leticia. Aproximación al tratamiento del epistolario de las hermanas Cossettini”, En: Anuario Nº 22, Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes, UNR. Rosario, 2009-2010. Disponible en: http://anuariodehistoria.unr.edu.ar/ojs/index.php/Anuario/issue/view/8
Desde agosto de 1952 (mientras Evita luchaba por su vida) hasta septiembre de 1955 (tras el derrocamiento del peronismo), la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, se llamó, por iniciativa del oficialismo peronista municipal de entonces, Eva Perón.
Como ejemplo se podrían mencionar a varios/as autores/as. Por mencionar sólo uno: PLOTKIN, Mariano Ben; Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955). EDUNTREF, Tres de Febrero, 2013.
Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (a). Año 1953. Documento Nº 8.
Fuente: Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (a). Año 1954. Documento Nº 4.
Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (b). Año 1955. Documento Nº 7.
Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (b). Año 1955. Documento Nº 11.
Si bien dicha coyuntura no forma parte del objeto del presente artículo, a partir de los últimos meses de 1954 la ruptura entre la Iglesia y el gobierno peronista se vuelve pública y explícita y la abierta hostilidad comenzó a manifestarse de múltiples maneras (principalmente a través de declaraciones públicas o movilizaciones) desde ambas partes.
El 16 de junio de 1955 sectores militares y civiles intentaron asesinar a
Perón bombardeando la Casa Rosada para dar luego un golpe de Estado. La
iniciativa finalmente falló y el gobierno nacional realizó detenciones masivas
en todo el país.
Los Monseñores Copello (arzobispo de Buenos Aires, quien veía al peronismo como la mejor manera de frenar al comunismo), Caggiano (arzobispo de Rosario) o Ferreyra Reinafé (obispo de La Rioja) mantuvieron hasta último momento su posición pro peronista, tratando incluso de calmar los ánimos a los sectores de la Iglesia más radicalizados en su anti peronismo como los Monseñores Fasolino (obispo de Santa Fe) o Lafitte (arzobispo de Córdoba).