El duelo por la muerte de Evita en la futura jurisdicción de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos

 

 

Javier Martínez(*)

Resumen

 

El objetivo del presente trabajo es analizar las formas que adquirió el duelo popular por la agonía y muerte de Eva Duarte –el 26 de julio de 1952- en el contexto de la dinámica relación entre el gobierno peronista y la Iglesia católica, y realizar un aporte desde la historia regional hacia la complejización interpretativa de dicha relación. Para tales fines se analizarán además algunas de las vicisitudes propias del clero local, relacionándolas con el contexto nacional y luego las respuestas de éstos clérigos ante el dolor popular. Las hipótesis de este artículo entran en diálogo con las de una parte considerable de la historiografía sobre el tema.

 

Palabras clave: San Nicolás de los Arroyos; peronismo; catolicismo; Evita; historia regional.

 

 

 

 

The mourning of Evita's death in the future jurisdiction of San Nicolas de los Arroyos Diocese

 

 

Abstract

 

The aims of this research are, on the one hand, to analyze the manners adopted by the popular mourning after Eva Duarte’s agony and death on July 26th, 1952 in a context of the dynamic relationship between the Peronist Government and the Catholic Church. On the other hand, to contribute in the development from the regional history to the interpretative complexity of this relationship. Moreover, for these purposes, some vicissitudes of the local clergy in relation to the national context and the clergy’s replies given to the popular pain will be analyzed. The hypotheses of this article enter into dialogue with those that constitute a fundamental part of the historiography about this topic.

 

Keywords: San Nicolás de los Arroyos; peronism; catholicism; Evita; regional history.

 


 

El duelo por la muerte de Evita en la futura jurisdicción de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos

 

Introducción

 

El 21 de septiembre de 1955 se produjo el derrocamiento del presidente Juan Domingo Perón a manos de sectores de las Fuerzas Armadas y se inició de esta manera la tercera dictadura cívico-militar de la historia argentina. Como es sabido, el conflicto desatado entre la Iglesia católica argentina y el gobierno peronista mucho tuvo que ver en el derrocamiento final del peronismo.

Muchísimo es lo que se ha escrito acerca de la relación que mantuvieron el peronismo y el catolicismo en general, desde los propios orígenes de aquel hasta 1955. Dentro de ese marco, el conflicto en sí motivó numerosos acercamientos desde diferentes registros ideológicos e incluso en la coyuntura misma de los hechos. Por su parte, la historiografía ha tendido a analizarlo rastreando puntos de roces o disputas entre el gobierno nacional y la Iglesia católica durante el gobierno de Perón. En efecto, los trabajos clásicos al respecto vinculan, con sus propios matices, al conflicto desencadenado durante los años 1954 y 1955 con escenarios de tensión previos -en el campo de la educación, la familia, la Reforma Constitucional de 1949, la libertad de culto, etc.- y también coinciden, a grandes rasgos, en subrayar la centralidad que el llamado "cristianismo peronista" y el culto a Eva Duarte -en adelante Evita- tuvieron el posterior conflicto.

No obstante, perspectivas más recientes, basadas en estudios locales, matizan y ponen en discusión a los análisis referidos en el párrafo anterior. Como ejemplo de ello tenemos a los trabajos de Lucía Santos Lepera, en los que la autora analiza las manifestaciones de duelo en Tucumán por la muerte de Evita y rebate, desde esta perspectiva regional, muchas de las consideraciones clásicas y “generalizantes” sobre el conflicto entre el peronismo y el catolicismo a nivel nacional. Los trabajos de Santos Lepera se utilizarán aquí entonces como disparador y también como referencia para pensar el caso nicoleño.

A partir de bibliografía especializada y de fuentes eclesiásticas oficiales del Obispado de San Nicolás -dato fundamental y casi inédito para estudios de este tipo, ya que permite tener una mirada de primera mano e institucional sobre el parecer de diversos miembros del clero- se intentará en las siguientes páginas analizar las manifestaciones públicas y colectivas de dolor ante la agonía y muerte de Evita insertas en el mediano plazo de la relación entre el gobierno de Perón y la Iglesia católica argentina (o entre el peronismo y el catolicismo en general), durante el período 1946-1955 en la futura jurisdicción de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos. La indagación de estos hechos permitirá echar nuevas miradas a nivel local, nicoleño, a la relación entre el clero y la sociedad, por un lado, y entre el clero, el peronismo y la sociedad, por otro.

De esta manera, el presente artículo constituye una primera aproximación a esta problemática y, como tal, pretende dar un aporte hacia la complejización del panorama nacional teniendo en cuenta las perspectivas regionales sobre el conflicto entre el catolicismo y el peronismo desencadenado en aquellos años.

 

Un espejo donde buscar orientaciones: el caso tucumano

 

Los recientes estudios de Lucía Santos Lepera me permiten rescatar varias consideraciones para reflexionar sobre el caso nicoleño en torno a la coyuntura inmediata que rodeó al fallecimiento de Evita, en julio de 1952. Como mencioné antes, la autora analiza las manifestaciones de duelo ante la muerte de Evita en el territorio tucumano, en donde también plantea nuevos interrogantes, reconsidera la hipótesis de competencia entre la Iglesia católica y el gobierno peronista, y sostiene que en la provincia de Tucumán no sólo no hubo conflicto abierto o competencia entre peronistas y católicos, sino que “las manifestaciones en torno a la muerte de Eva Perón, tanto las realizadas espontáneamente como aquellas fomentadas desde el Estado y el espectro de asociaciones peronistas, representaron una puesta en escena de la unión entre la Iglesia y el gobierno y de la imbricación entre catolicismo y peronismo.” En efecto, los trabajos de Santos Lepera, al igual que este mismo, ponen en discusión las hipótesis clásicas –muy en boga en los años 90- en torno al distanciamiento y competencia (que, según esta historiografía, ya era muy evidente y la muerte de Evita reflejó aún más) en la relación entre el catolicismo y el peronismo desde la historia regional.

Luego del fallecimiento de “la Jefa Espiritual de la Nación”, el gobierno nacional desplegó un formidable funeral pocas veces visto a nivel nacional, el cual estuvo acompañado por millones de personas en todo el país, se decretó un duelo nacional de 30 días y la retórica oficial apuntaba discursivamente a exaltar las características místicas de la figura de Eva. Por otro lado, analizar el rol de las bases en “la provincia más peronista del país” es el principal disparador de Santos Lepera para evidenciar que por entonces en Tucumán, lejos de conflicto entre el peronismo y la Iglesia, hubo claros signos de colaboración y hasta de complemento de roles en ello.

La cita anterior requiere también una breve aclaración, ya que se relaciona con el concepto de secularización. Aclarar dicho concepto resulta fundamental para este y los estudios sobre religión en general ya que, a pesar de ser aún hoy en día motivo de debate entre los especialistas, marca un parteaguas en el tema. Siguiendo a Diego Mauro e Ignacio Martínez entiendo por secularización al proceso que implicó constantes cambios y resignificaciones por parte del mundo eclesiástico con el comienzo de la Modernidad. Proceso que afectó a ese mundo prácticamente en todos sus aspectos y que significó no su desaparición paulatina (en términos teleológicos, como supo verlo un amplio segmento de autores), sino, más bien, su “reacomodo” en la vida pública a partir de “esferas”, con lo que la religión sería en nuestros días una esfera cultural más; y, entre muchas otras cuestiones más, el clero habría perdido mucho de su rol como guía o conductor pastoral de los católicos o feligreses.

Ahora bien, los funerales de Eva Duarte presentaron características únicas hasta el momento en Argentina, al menos en cuanto a ritos funerarios y al rol al que, como veremos más adelante, se vieron empujadas a desempeñar las autoridades eclesiásticas por parte de las masas. En este sentido, si insertamos este ejemplo en el contexto general y de larga duración, su relación con el proceso de secularización se vuelve aún más clara, ya que, si bien la figura central del cura párroco mantiene su centralidad e importancia tradicional como “pastor del rebaño”, como sostiene Santos Lepera, el clero se vio interpelado aquí de otra manera: de cara al pueblo y por parte de éste; reclamándole su papel de guía en la liturgia de semejante efervescencia popular, que rezara por el alma de Evita, que bendijera su imagen, que diera misas, que encabezara las procesiones, etc. Como puede entreverse en el caso tucumano, la Iglesia había perdido la iniciativa y las masas en parte reclamaron esto, pero también se movilizó en masa ante semejante dolor por el fallecimiento de Evita. El fervor popular desbordó completamente a los canales litúrgicos tradicionales de la Iglesia y la obligó a acoplarse a sus demandas: no sólo tuvo lugar un aluvión de solicitudes de misas, bendiciones, procesiones o funerales, sino también una impresionante aproximación popular a los templos eclesiásticos.

Santos Lepera ve aquí también sensaciones encontradas por parte de la Iglesia: sorpresa y entusiasmo ante el aluvión masivo que se agolpó en los templos católicos tras el deceso de Evita, pero también recelo y reticencia ante expresiones rituales o religiosas populares poco ortodoxas para el clero. En tal contexto entonces, la jerarquía eclesiástica tucumana debió adaptarse y acoplarse en muchos sentidos ante las demandas que le eran realizadas por parte del pueblo. No obstante, ante las incontables demandas políticas y religiosas, el obispado aprobó la presencia de los sacerdotes en dichos homenajes o rituales fúnebres multitudinarios para su conducción, pero el ambiente allí no estuvo exento de ciertas tensiones debido a que: “Buena parte de las prácticas, tales como la introducción de retratos de Evita en los templos, la centralidad de su imagen en los altares catafalcos o la atribución a su figura de características sobrenaturales, no necesariamente se encontraban reñidas con la tradición católica.”

Así las cosas, por un lado, tenemos que esta religión popular en torno a la muerte no entró en competencia con la ortodoxia católica, sino que formaba parte de una entrañable tradición de religión no institucionalizada que oraba por la memoria del/la difunto/a y se manifestaba en los rituales mencionados; y, por otro, si insertamos el caso tucumano en el contexto nacional durante el gobierno peronista (1946-1955) saltan a la vista las particularidades de la región, de la diócesis y/o de la provincia.

 

Agonía y muerte de Evita en la futura diócesis de San Nicolás de los Arroyos

 

Desde que se supo que la vida de Evita corría peligro, una ola de apoyo popular masivo de carácter religioso se desplegó por todo el país. Diversos sectores de la historiografía vieron en ello el comienzo de una competencia en el campo religioso por parte del peronismo hacia la Iglesia. Lejos de ello, este trabajo pretende demostrar, que no existió tal competencia, sino colaboración, empatía y acercamiento entre ambas partes. En San Nicolás, las autoridades eclesiásticas y de gobierno locales llevaron adelante actividades en conjunto (como las misas de oración o los altares públicos en homenaje a Evita), inéditas en muchos años en la ciudad. Además, entre tantas otras cuestiones, la muerte de Evita y todo lo que generó dio lugar a una fuerte interpelación al interior de la Iglesia sobre varios puntos en su accionar.

No obstante, antes de meternos de lleno en el análisis de San Nicolás, resulta necesario realizar algunas aclaraciones previas. En primer lugar, debemos tener en cuenta que una diócesis no queda completamente conformada como jurisdicción episcopal hasta que no es proveída de un obispo y se produce luego de un proceso relativamente largo y lento que requería la puesta en marcha de no pocos mecanismos para su erección y “equipamiento” institucional, los cuales no estuvieron exentos de conflictos, producto de numerosas variables externas o ajenas al mundo eclesiástico y también de su propia dinámica interna: designación de autoridades episcopales, elección de la ciudad que sería sede del obispado, los territorios a escindir de las diócesis implicadas, negociación con las autoridades estatales, etc. A ello hay que agregar el derecho de Patronato, facultad que se reservaba el Estado argentino y que heredada del gobierno colonial español luego de la independencia. En segundo lugar, la diócesis de San Nicolás de los Arroyos no fue proveída hasta octubre de 1955 –eso es, luego del derrocamiento de Perón y por decreto del presidente de facto Eduardo Lonardi-, por ello en este trabajo se habla de futura diócesis o futuros territorios al referirme a San Nicolás de los Arroyos con anterioridad a 1955. En tercer lugar, la creación de la diócesis de San Nicolás de los Arroyos respondió a la necesidad de dividir espacialmente a la arquidiócesis de La Plata con el objetivo de un más apropiado gobierno de tales tierras, síntoma también del enorme crecimiento y fortaleza de la Iglesia argentina de los años treinta y cuarenta. Vemos entonces que el caso nicoleño presentaba particularidades muy específicas.

Como mencioné antes, los documentos oficiales hallados en el Archivo General del Obispado de San Nicolás de los Arroyos son las principales fuentes de este trabajo. La gran mayoría de los estudios de caso que de alguna manera se relacionen con el catolicismo o la Iglesia católica no cuentan, o al menos no en parte considerable, con fuentes oficiales de este tipo. Esto permite aquí una mirada de lleno al interior del clero nicoleño, de sus puntos de vista sobre lo sucedido en los últimos momentos y el fallecimiento de Evita, de su predisposición a acompañar a la sociedad en medio del dolor, etc. Sin embargo, ello requiere también algunas consideraciones al respecto ya que el archivo del obispado y su cuerpo documental bien podría haber sufrido algún tipo de vejaciones ya sea por el paso del tiempo, mala preservación, las sucesivas mudanzas, etc. o, como sostienen Sandra Fernández y Paula Caldo, por la propia subjetividad e intereses de quienes seleccionaron y seleccionan los documentos que se desean preservar para la posteridad. Recordemos que aquí estamos adoptando ahora una perspectiva institucional y considerando a funcionarios del clero que tuvieron y tienen una participación activa y consciente en ello, por lo que queda poco margen para la casualidad. La imagen que de sí mismo da el obispado nicoleño sobre estos años en base a los documentos que preserva, tanto ayer como hoy en día, es muy elocuente. Como corolario, me surge la siguiente pregunta: ¿Qué nos dice el hecho de que se hayan archivado/preservado estas cartas y telegramas? En mi opinión, y en torno a ello gira la principal hipótesis de este trabajo, refleja que en aquellos años no existían aún manifestaciones de conflicto entre el clero como institución y el peronismo.

Para entender mejor aún la cuestión es necesario aclarar también el funcionamiento burocrático del clero a la hora de autorizar cualquier salida de los sacerdotes para realizar algún tipo de ritual o liturgia. En los años cincuenta –esto es, antes del Concilio Vaticano II-, esta dinámica era bastante distinta a nuestros días. Como también sostiene Lucía Santos Lepera, la Iglesia se apegaba férreamente a la ortodoxia, por lo que si alguien de fe católica deseaba realizar, por ejemplo, una misa o funeral a la memoria de algún ser querido, debía solicitarlo primero al cura párroco. Luego éste daba cuenta de la solicitud, aclarando y fundamentando detalladamente los motivos de la misma, y pedía permiso -vía carta, telegrama o el medio que tuviera a disposición- al episcopado de su diócesis. La respuesta podía ser afirmativa o negativa, según el parecer de la autoridad correspondiente. En una jurisdicción episcopal tan grande como la arquidiócesis de La Plata, era el Vicario General (o ayudante del arzobispo) quien se encargaba de estos asuntos, bajo las órdenes, supervisión y responsabilidad del arzobispo, por entonces Monseñor Juan Carlos Solari (1948-1954). Por ello, veremos que tales solicitudes son firmadas y autorizadas por el Vicario General y no por el propio arzobispo. Así, se ve que las misas eran solicitadas por el cura, previo pedido de la feligresía, nunca lo hacía la gente por sí misma o sin pasar previamente por los sacerdotes.

Por otra parte, al no existir en el período en que nos ocupa la diócesis de San Nicolás, los que luego serían los territorios bajo su jurisdicción estaban a cargo de la arquidiócesis de La Plata y los documentos oficiales eran guardados en el archivo central de esta arquidiócesis. Luego de 1955, una vez creada el obispado nicoleño, todos los documentos y actas relacionados a los territorios de la nueva jurisdicción episcopal fueron enviados a la ciudad de San Nicolás, donde permanecen hoy en día.

Los comunicados de solicitudes enviados a la ciudad de Eva Perón -podrán apreciarse en las imágenes- mantienen una rigurosa formalidad, así como respeto de los prelados por la autoridad superior. Esto evidencia que los sacerdotes formaban parte del entramado jerárquico de la institución eclesiástica, y a cuyas normas aquí también debían atenerse firmemente. El hecho mismo de que los propios sacerdotes pusieran en marcha el proceso de solicitar misas a la memoria de Evita (o para orar por su vida) bien podría hablar de cierta empatía suya para con “la causa” o de una gran presión por parte de las personas solicitantes. No creo posible que los sacerdotes acompañaran o se hicieran tanto eco del dolor popular si no tuvieran mínimamente cierta simpatía por Evita o el peronismo, aunque bien podría también responder a otro tipo de intereses personales, políticos o clericales. Recordemos que no existen pruebas de rechazo o denegación de las solicitudes. Además, tenemos las docenas de respuestas afirmativas ante tantas solicitudes por parte del arzobispado, lo que muestra a las claras que la jerarquía eclesiástica (esta es nada menos que la más importante de la provincia de Buenos Aires) estaba de acuerdo con la celebración de misas, oraciones o funerales a la figura de Evita, siempre y cuando se mantuviera la ortodoxia litúrgica. Así, esto evidencia que, lejos de lo que sostuvieran gran parte de los historiadores e historiadoras, por estos pagos no existían síntomas de conflictos en la primera mitad de la década de 1950.

Retomemos nuevamente el rol y algunas características de estos sacerdotes y de su arzobispado. Desde los numerosos pueblos de los partidos de San Nicolás y Pergamino llegaban, con varios días de anticipación dada la demora de los medios de comunicación de entonces, al obispado de Eva Perón las mencionadas solicitudes. Trabajadores y trabajadoras de todo tipo (rurales o urbanos) se acercaban en número mucho mayor que de costumbre a la Iglesia a rezar por Evita o pedir que se realice algún tipo de homenaje clerical. Como sucede en todo pueblo pequeño, es muy probable que el cura párroco o capellán conozca de cerca a las personas que se presentaban ante esta situación. Personas, por otro lado, con un perfil social muy definido y además no muy distinto al del propio sacerdote: de condición social muy humilde o pobre, trabajadoras y trabajadores, obreros, amas de casa, etc. No olvidemos tampoco que la Iglesia cobraba un arancel por realizar tales acciones, pero, viniendo de personas tan humildes, es probable que tal arancel no haya sido muy elevado. Si a esto le sumamos que la jerarquía eclesiástica no pertenecía, ni mucho menos, a las clases bajas, tenemos que la figura de Evita y el dolor que su muerte provocó, dio lugar a sensibilidades multitudinarias que atravesaron la división vertical de clases sociales al obtener también estas aprobaciones del episcopado. El panorama urbano de las principales ciudades de la futura diócesis fue muy similar al descripto de los pueblos, pero más relacionado también a los obreros de fábricas: tanto en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos como en la de Pergamino existían por entonces únicamente dos parroquias (el resto eran capillas), por lo que las manifestaciones y solicitudes populares se concentraron en dichos templos.

Así, vemos cómo funcionaba muchas veces el papel de los sacerdotes entre las demandas de las masas (católicas y/o peronistas, o no necesariamente), su propio parecer y la jerarquía. Hasta aquí entonces se ha mantenido una perspectiva institucional pero teniendo en cuenta también la división verticalista que atraviesa al cero y las cercanías de los sacerdotes con las clases populares, perspectiva que se diferencia de otros trabajos historiográficos donde sólo se toma en cuenta para este proceso la construcción desde arriba y no al papel activo que ha tenido el pueblo o las clases bajas, donde muchas veces son consideradas como meros receptores pasivos en ello.

Tenemos de esta manera que buena parte de la clase trabajadora (por ejemplo, los trabajadores de la fábrica de paños “La Emilia”, véase a continuación cita Nº 21) tomaron la iniciativa tanto en los momentos críticas de la vida de Evita como después de su muerte, interpelando al clero, pidiéndole que se pronunciara, que rompiera con buena parte de su tradición litúrgica y le acompañara ante semejante dolor. También vemos cómo el bajo clero (o los curas párrocos) se encontraron en una situación intrincada, de querer formar parte como pastores del rebaño, pero no sin autorización de su respectivo arzobispado. Éste último tampoco resultó indiferente ante esto y aprobó la celebración de misas solemnes y/o de campaña, procesiones, homenajes fúnebres, etc. También dio el visto bueno a las bendiciones de imágenes de Evita o de los altares públicos en su memoria, los que la gente que se agolpaba en las iglesias pedía, en aquellos momentos tan difíciles de 1952, a los curas que se los bendijeran.

Por su parte, las imágenes y copias de diversos documentos como las que se muestran a continuación se cuentan por docenas en el Archivo del Obispado nicoleño, enviadas desde todos los rincones, ciudades y pueblos que conforman hoy la diócesis. Se mostrarán solamente las pertenecientes a dos cajas, las cuales que corresponden a la hoy Iglesia Catedral de San Nicolás de los años 1954 y 1955, porque en ellas se encentran los documentos mejor conservados.

 

 

 

Como puede apreciarse, en 1953 la diócesis de San Nicolás aún no tenía designado obispo, por lo que la Iglesia (en tanto espacio físico) que es hoy la catedral de la diócesis era todavía una parroquia más de la ciudad y el sacerdote de la misma pide autorización al arzobispado de Eva Perón (hoy La Plata) para celebrar misas en homenaje a Evita fuera de su parroquia.

 

Descripción: Descripción: C:\Users\Javier\Desktop\Carpetas\Facultad\Seminario Regional\Investigación\Imágenes\WhatsApp Image 2017-06-26 at 00.00.49.jpeg

 

En la imagen de arriba se puede ver una carta enviada al arzobispado de la arquidiócesis de Eva Perón en la que el por entonces cura párroco de la Iglesia San Nicolás de Bari (hoy día Catedral de la diócesis de San Nicolás), Rodolfo Torti, se hacía eco del pedido (por segundo año consecutivo) de misa en homenaje a la memoria de Evita por parte de los obreros de la famosa fábrica nicoleña de paños “La Emilia” y, mediante esta epístola solicitaba permiso a su arzobispado de realizarla. Por otra parte, el cura no olvida mencionar el cobro del arancel correspondiente por ello.

 

 

En otra imagen, tenemos un telegrama enviado directamente al arzobispado de Eva Perón por trabajadores y trabajadoras de la destilería de alcohol nicoleña Anhidro, previa conformidad también del cura Roldolfo Torti. En la misma, ruegan directamente nada menos que al Vicario Capitular, representante directo del arzobispo de Eva Perón, Monseñor Juan Carlos Solari (1948-1954). La respuesta es afirmativa, por lo que obtuvieron la aprobación de celebrar la misa de campaña (esto implicaba la salida del sacerdote de su parroquia para realizar la misa) solicitada.

 

Descripción: C:\Users\Javier\Desktop\Carpetas\Facultad\Seminario Regional\Investigación\Imágenes\WhatsApp Image 2017-06-26 at 00.00.51(2).jpeg

 

Esta solicitud, por ejemplo, fue emitida en fecha mas tardía, pronta al conflicto final con el peronismo, como julio de 1954 por la siderúrgica estatal SO.MI.S.A.

Finalmente, como otro punto importante a destacar tenemos que partir del 23 de octubre de 1954, las numerosas cartas dirigidas a Silvino Martínez lo mencionan, ahora sí, como Señor Obispo o, en su defecto, como Excelencia Reverendísima, luego de que, recordemos, el Papa Pío XII lo nombrara como tal en dicha fecha. No obstante, y hasta fines de 1955, las solicitudes de misas u homenajes que se hicieran continuaban enviándose a Eva Perón para ser autorizadas por el arzobispado. Silvino Martínez aún no era obispo, ni la diócesis de San Nicolás de los Arroyos había sido creada. Como ejemplo de esto traeré a colación dos cartas de 1955 enviadas al futuro obispo en las que a pesar de aún no haber asumido como tal, ni haber sido creada la diócesis, los remitentes de ambas correspondencias, no obstante, se dirigen a Monseñor como si estos obstáculos ya hubieran sido sorteados y la erección episcopal ya hubiera ocurrido.

 

 

Carta dirigida a Monseñor Silvino Martínez enviada por el Superior Regional de los Misioneros de la Sagrada Familia en la que, entre otras cosas, se le informa que el Consejo General de la Congragación (esto es, el clero regular) estaría dispuesto a erigir una casa religiosa en Ramallo. En la misma puede verse que aún en agosto de 1955 el Superior Regional se dirige a Monseñor Silvino Martínez como autoridad episcopal.

 

 

Carta del Vicario Capitular, Luis Borla, a Mons. Silvino Martínez en la que refiere a la información extraoficial acerca de los fondos proporcionales con que podría contar la futura diócesis de San Nicolás de los Arroyos. También en la misma se dirige a Silvino Martínez como a un obispo con todas las letras.

 

A modo de conclusión

 

Al considerar el proceso de creación de la diócesis de San Nicolás resulta muy llamativo que a pesar de no haberse nombrado a la autoridad episcopal durante tantos años no se manifestaron señales de conflictos, roces, protestas o malestares en el clero local y que durante los meses que rodearon a la muerte de Evita (y los dos años que sucedieron, 1953 y 1954). Lejos de ello, en base a las fuentes estudiadas, tenemos que no sólo no hubo disputas entre el catolicismo y el peronismo locales sino que existió colaboración entre ambos en la ciudad, vimos claramente que al menos hasta finales de 1954 no existieron evidencias de haberse producidos enfrentamientos a nivel local. Esto entra de lleno en contradicción con las hipótesis clásicas de la historiografía antes referidas.

Para reflexionar acerca de las interpretaciones que puedan hacerse acerca del conflicto final, debemos considerar que el mismo tuvo una dinámica muy particular, ya que estuvo bastante acotado a Capital Federal (los enfrentamientos ocurrieron en lugares muy concretos de la ciudad), por lo que extrapolar lo ocurrido allí al resto del país es una generalización excesiva basada en la tendencia a nacionalizar el caso de Buenos Aires, lo cual no implica desconocer su relevancia, sino resaltar la necesidad de construir interpretaciones más complejas y sensibles a la diversidad regional local. A ello hay que sumar el hecho de que el conflicto entró en su fase radicalizada o de abierta hostilidad sólo a partir de 1954, por lo que es necesario tener en cuenta qué año se considera cuando se habla del mismo. En efecto, plantear que, por ejemplo, en 1947 o en 1952 ya existían señales de ruptura es una interpretación muy arriesgada y teleológica. La Iglesia católica como institución (una de las más grandes y poderosas del país) constantemente mantuvo y mantiene numerosos puntos de tensión o disputa con el Estado nacional en general (y con los gobiernos de turno en particular) pero el hecho de que exista tensión no significa necesariamente que dé lugar a un conflicto como el que tuvo lugar en nuestro país en 1954-1955.

Extendiéndonos en el tiempo, hasta 1955 no hubo ninguna manifestación de conflicto entre el catolicismo y el peronismo en San Nicolás, que las primeras señales sólo comenzaron a aparecer en junio de ese año, a partir de acontecimientos externos a la propia región y no antes. Hasta junio de 1955 entonces, en lo que constituye hoy el obispado de San Nicolás de los Arroyos, no se produjeron persecuciones de ningún tipo por iniciativa de figuras o militantes católicos o peronistas de ningún tipo a nivel local que, al menos, dejaran huellas en la correspondencia epistolar de los párrocos. Creo que de más está decir que no hay fuentes en el archivo del obispado nicoleño sobre solicitudes de misas a la memoria de Evita por el aniversario de su fallecimiento en todo ese año. No obstante, tampoco hubo quemas de Iglesias, peleas callejeras o levantamientos militares. Si nos atenemos a la dinámica regional o local, los focos de tensiones no pasaron a mayores, sólo ocurrió de ésta manera cuando recibían órdenes de las propias cúpulas -como el caso de las detenciones policiales a los curas párrocos luego del intento de golpe de Estado, en junio de 1955. De este modo vemos que los focos de tensión no se produjeron en estos pagos de manera autóctona.

La relación entre el peronismo y el catolicismo presentó en los territorios de la futura diócesis de San Nicolás su propia dinámica, en parte relacionada a Buenos Aires y en parte desenvuelta por sí misma a nivel local o regional. Como ejemplo de esto, las manifestaciones de duelo por la agonía y muerte de Evita aquí analizadas resaltan no sólo que no existió en esta coyuntura (ni por entonces) competencia, tensión, conflicto o recelos, sino que, muy lejos de todo ello, a nivel local allí el peronismo y el catolicismo, en sus diversos actores, mostraron signos de acercamiento y cooperación ante el dolor por la desaparición física de “la Jefa Espiritual de la Nación,” en julio de 1952.

La disputa fue entonces de carácter político, aunque para ello también se haya apelado a la teología como herramienta discursiva y reivindicatoria por parte de ambos actores. Con sus propios matices y características, este período en particular radicalizó y polarizó a la sociedad Argentina quizá como nunca antes en su historia. Pero, a pesar de ello, para gran parte de la sociedad ser católico y/o peronista no era en absoluto excluyente. El conflicto así entendido excluía la disputa entre la fe y la ideología de cada quien, ya que el propio peronismo insertó una veta que produjo notorias divisiones en el seno de la misma Iglesia católica: la jerarquía eclesiástica (y no la religión católica) fue el blanco de todas las críticas del peronismo, por lo que la mayor parte del clero no se veía afectado y hasta quizá tendría sus propios recelos o diferencias con su jerarquía.

No obstante, la actitud de la jerarquía eclesiástica de cara al peronismo no era uniforme y esto se relaciona de lleno también con la heterogeneidad que presentaban ya por entonces ambos actores en su interior. En efecto, no toda la cúpula de la Iglesia ni del peronismo estaba de acuerdo con desencadenar semejante lucha y existían formidables posiciones encontradas al interior de ambos. Luego la radicalización política convirtió a la Iglesia en el verdadero faro antiperonista que guió a la oposición hasta el derrocamiento del general Perón, en septiembre de 1955. Por ello, insisto, creo que el estallido del conflicto final no era tan previsible como supo vérselo, sino que más bien estuvo determinado por la propia dinámica social radicalizada del momento, por factores políticos de ambos bandos y errores de cálculo.

Por su parte, los años del peronismo también marcaron para siempre la relación de la propia Iglesia católica tanto en su propio interior, por un lado, como para con la clase trabajadora y los pobres en general, por otro. Si bien muchos miembros del clero apoyaron abiertamente al gobierno peronista, la capacidad de convocatoria, aglutinamiento de toda la oposición y movilización popular que desplegó la Iglesia católica; una vez que la radicalización del conflicto parecía no tener vuelta atrás y polarizó prácticamente a la sociedad argentina, parecía no dejar lugar a disidencias en su interior. Semejante grado de efervescencia sorprendió a propios y ajenos. Sin embargo, hacía varios años ya que el catolicismo era un actor político y social de primer orden a nivel nacional, y el hecho de haber contribuido de tal manera a la caída del gobierno con mayor apoyo popular en Argentina, hasta ese momento al menos, demostraba hasta qué punto la Iglesia católica (también la oposición antiperonista, política y militar) había crecido política y socialmente. Se rompió así definitivamente la relación tan cercana que había tenido el gobierno peronista, desde sus inicios, con la Iglesia católica. Una relación que, con sus vaivenes, dio lugar a excelentes entendimientos entre ambos y si la ruptura final fue abrupta, ello no significa que la relación estaba predestinada al conflicto tan trágico que finalmente tuvo lugar.

Las fuentes aquí analizadas, tanto por el hecho de ser inéditas en tanto fuentes históricas como por su gran valor al ser documentos oficiales del clero local, realizan un aporte muy importante desde la historia regional a la hora de complejizar las interpretaciones de parte de historiografía sobre el conflicto entre el peronismo y la Iglesia católica. Al estar basado íntegramente en fuentes oficiales del clero nicoleño proporciona evidencia de primera mano sobre las experiencias de buena parte del clero de los territorios de la futura diócesis de San Nicolás de los Arroyos tanto en julio de 1952 como en junio de 1955 (y a partir de los acontecimientos externos o de nivel nacional), mientras tenía lugar aún el proceso de erección de la jurisdicción episcopal. Así entonces, el hecho de que sean fuentes eclesiásticas oficiales es, por un lado, muy poco común y, por otro, resulta fundamental tanto para este trabajo como a la hora de complejizar la caracterización de la Iglesia nicoleña y de ubicarlo en el contexto histórico e historiográfico. Si a esto agregamos, una vez más, que son fuentes inéditas, se tendrá una mejor idea aún de su valor histórico.

Finalmente, en lo que hoy es la diócesis de San Nicolás sería muy extremista llamar conflicto a los hechos que tuvieron lugar allí durante aquellos años. Esto porque hasta el derrocamiento final de Perón no hubo en San Nicolás quema de Iglesias, levantamientos militares, riñas callejeras o ataques públicos como, por ejemplo, en Buenos Aires o Córdoba. Extrapolar lo ocurrido en estas dos ciudades al resto del país sería un grosero error. Que aquí haya habido tensión (si es que la hubo) entre ambas partes, no significa necesariamente que devenga o desencadene un conflicto. Una vez más: esta es una interpretación demasiado teleológica.

 

Bibliografía

 

4º Encuentro de Historia Eclesiástica de la Diócesis de San Nicolás de los Arroyos. Ed. Obispado de San Nicolás de los Arroyos. San Nicolás de los Arroyos. 2014.

BARRAL, María Elena; Curas con los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde abajo. Sudamericana. Buenos Aires, 2016.

BIANCHI, Susana “Catolicismo y Peronismo: La religión como campo de conflicto (Argentina 1946-1955).” pp. 25-37. Disponible en: <https://www.google.com.ar/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKahUKEah_v8jTAhXNl5AKHZAKC0MQFggjMAA&url=https%3A%2F%2Fdialnet.unirioju.es%2FdescarFd%2Farticulo%2F2937099.pdf&usg=AFQjCNHEiGgs0aB5oZGz96lyaEmlyaEmpV&sig2=WNR7lsBAdcQ5ISPWAxvNSQ>. [Consulta: 3/3/2016].

BIANCHI, Susana; “Catolicismo y peronismo. La familia entre la religión y la política (1945-1955).” En: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, Nº 19. 1er. semestre de 1999.

BIANCHI, Susana; “Catolicismo y Peronismo: La educación como campo de conflicto (1946-1955)”, En: Anuario del IEHS 11. Tandil, 1996, pp. 147-178.

BIANCHI, Susana; La Iglesia católica y el Estado peronista, Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1988. Conflictos y procesos de la Historia Argentina Contemporánea Nº 3.

CAIMARI, Lila; Perón y la Iglesia Católica. Religión, Estados y sociedad en la Argentina (1943-1955). Ariel. Buenos Aires, 1995.

CANEDO, Mariana; “Relatos identitarios e historia local. Desafíos para la historiografía y la enseñanza de la Historia”, En: Páginas, Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario, Nº 6; 2012, pp. 159-180. http://revistapaginas.unr.edu.ar/index.php/RevPaginas/issue/view/8

DI STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris; Historia de la Iglesia argentina. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX, Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

DI STEFANO, Roberto y ZANCA, José (compiladores); Fronteras disputadas: religión, secularización y anticlericalismo en la Argentina (siglos XIX y XX). Imago Mundi. Buenos Aires, 2016.

DI STEFANO, Roberto y ZANCA, José; “Iglesia y catolicismo en la Argentina. Medio siglo de historiografía.” En: Anuario de Historia de la Iglesia, vol. 24; 2015, pp. 15-45.

DI STEFANO, Roberto; “De la teología a la historia: un siglo de lecturas retrospectivas del catolicismo argentino.” En: Prohistoria, año VI, Nº 6. Rosario, 2002. pp. 173-201.

DI STEFANO, Roberto; “Por una historia de la secularización y de la laicidad en la Argentina”, En: Quinto Sol, vol. 15, Nº 1; 2011, pp. 1-32. Disponible en: <http//www.fchst.unlpam.edu.ar/ojs/index.php/quintosol>. [Consulta: el 27 de enero de 2017].

DI STEFANO, Roberto; El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista. Siglo XXI. Buenos Aires, 2004.

El Norte, San Nicolás de los Arroyos; “El año que San Nicolás tuvo su primer Obispo.” 2/9/2014. Disponible en: <http://www.diarioelnorte.com.ar/nota43349_el-ano-que-san-nicolas-tuvo-su-primer-obispo.html>. [Consulta: 21/12/2016].

FERNÁNDEZ, Sandra y CALDO, Paula (2009-2010) “Cartas para Olga y Leticia. Aproximación al tratamiento del epistolario de las hermanas Cossettini” En: Anuario Nº 22, Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario; 2009-2010, pp. 183-203. Disponible en: http://anuariodehistoria.unr.edu.ar/ojs/index.php/Anuario/issue/view/8

FERNÁNDEZ, Sandra; “Los mundos ocultos. Los estudios regionales en la enseñanza de la Historia en la Argentina.” En: Historia UNISINOS, vol. 13, Nº 3; 2009, pp. 35-42.

GAYOL, Sandra y KESSLER, Gabriel (ed.); Muerte, política y sociedad en la Argentina. Edhasa. Buenos Aires, 2015.

GHIO, José María; La Iglesia católica en la política argentina. Ed. Prometeo Libros. Buenos Aires, 2007.

Guía Eclesiástica Argentina. AICA. Buenos Aires, 2012.

JAMES, Daniel; Doña María. Historia de vida, memoria e identidad política. Manantial. Buenos Aires, 2004.

JAMES, Daniel; Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina. Siglo Veintiuno. Buenos Aires, 2013.

LIDA, Miranda; “Catolicismo y peronismo: debates, problemas, preguntas.” En: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani. Tercera serie, Nº 27; 2005, pp. 139-148.

LIDA, Miranda; “Catolicismo y peronismo: la zona gris.” En: Ecos de la Historia, Nº 6; 2010, pp. 10-13.

LIDA, Miranda; Historia del catolicismo en la Argentina: entre el siglo XIX y el XX. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 2015.

MARTÍNEZ, Ignacio; Una nación para la Iglesia argentina. Construcción del Estado y jurisdicciones eclesiásticas en el siglo XIX. Academia Nacional de la Historia. Buenos Aires, 2013.

MASON, Alfredo; “El conflicto de la jerarquía de la Iglesia con el Peronismo.” En: Diversidad, vol. 4; 2012, pp. 82-114. Disponible en: <http://www.diversidadcultural.net/articulos/nro004/04-06-alfredo-mason.pdf>. [Consulta: 8/6/2016].

MAURO, Diego y MARTÍNEZ, Ignacio; Secularización, Iglesia y política en Argentina. Balance teórico y síntesis histórica. FHUMYAR. Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 2015. Cuaderno de Trabajo Nº 5.

MAURO, Diego; “El catolicismo argentino entre el Concilio Vaticano I y el peronismo. Algunos debates teóricos e historiográficos recientes.” En: RENOLD, J. M. (comp.); Religión, Ciencias Sociales y Humanidades. Rosario, UNR Editora, 2015. pp. 207-230.

MAURO, Diego; “Las multitudes católicas argentinas en la primera mitad del siglo XX. Religión, política y sociedad de masas.” En: Quinto Sol, vol. 19, Nº 3; 2015, pp.1-20.

MAURO, Diego; “Multitudes y movilizaciones católicas en la Argentina de entreguerras. Cuestiones metodológicas e historiográficas.” En: PolHis, Nº 8; 2011, pp. 90-96.

PLOTKIN, Mariano Ben; Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955). EDUNTREF. Tres de Febrero, 2013.

SANTOS LEPERA, Lucía; “La Iglesia católica y la muerte de Eva Perón: entre la cooperación institucional y la religiosidad local (Tucumán, 1952)” En: AGUIRRE, A. C. y ÁBALO, E. (coordinadores.); Representaciones sobre historia y religiosidad. Deshaciendo fronteras; Prohistoria. Rosario, 2014. Nº 39. pp. 1-17.

SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán, 1952).” En: Boletín Americanista. Barcelona, España. Año LXII, Nº 64; 2012, pp. 161-180.

SANTOS LEPERA, Lucía; “Los límites de la confrontación: la Iglesia católica y el gobierno peronista (Tucumán, 1952-1955)” En: Revista de Historia Americana y Argentina. Mendoza, Argentina. Vol. 50, Nº 2; 2015, pp. 215-248.

SERRANO ÁLVAREZ, Pablo; “Interpretaciones de la historiografía regional y local mexicana, 1968-2000. Diversidad y pluralidad de tendencias”, En: Diálogos Latinoamericanos, núm. 5; 2002, pp. 99-108.

TORRE, Juan Carlos (dir.); Los años peronistas (1943-1955). Sudamericana. Buenos Aires, 2002. Nueva Historia Argentina. Tomo 8.

ZANATTA, Loris; Del Estado Liberal a la nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo (1930-1943). Universidad Nacional de Quilmes. Bernal, 1996.

ZANATTA, Loris; La larga agonía de la nación católica. Sudamericana. Buenos Aires, 2015.

ZANATTA, Loris; Perón y el mito de la Nación católica. Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo (1943-1946). Universidad Nacional de Tres de Febrero. Tres de Febrero, 2013.

ZANCA, José; “Agitadores jesucristianos. Los católicos personalistas del antifascismo al antiperonismo”; 2010. Disponible en: <http://www.unsam.edu.ar/escuelas/ politica/centro_historia_politica/material/Texto%20JoseZanca.pdf>. [Consulta: 6/2/2017].

 

 

Recepción: 01/04/2017

Evaluado: 13/05/2017

Versión Final: 27/05/2017

 

(*) Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: javier.m3489@gmail.com

Como ejemplos de esto tenemos a las numerosas conferencias, declaraciones, panfletos, etc. de figuras del peronismo (el propio Perón, algunos años después y desde su exilio en Madrid, por ejemplo) o del catolicismo (como Monseñor Copello, quien vio en la caída del peronismo al último freno social contra el comunismo). Ambos intentaron demostrar, en años posteriores a 1955, una profunda e intrínseca identificación per se entre el peronismo y el catolicismo, y que el conflicto sólo fue producto de coyunturas específicas o malos entendidos.

Por autores/as clásicos/as sobre el conflicto: Loris Zanatta; Susana Bianchi, Lila Caimari, José María Ghio y Miranda Lida. Sus principales obras al respecto están referidas en la bibliografía de este artículo.

SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán, 1952).” En: Boletín Americanista, Nº 64; 2012.

Para ello me he valido de numerosas fuentes de muy diversa naturaleza halladas en el Archivo General del Obispado de San Nicolás, nunca antes exploradas por ningún investigador.

Uno de los principales problemas de la historia regional tiene que ver con la combinación de una investigación empírica particular en una amplia dimensión de cuestiones teóricas sobre una determinada sociedad y de las múltiples variables, procesos, factores, etc. que la atraviesan. Así, muchas veces las hipótesis abarcan enormes heterogeneidades en múltiples planos (político, social, etnolingüístico, espacial, etc.) pero que suprimen o no permiten apreciar la riqueza de la multiplicidad, en este caso regional, que tiene lugar al interior del espacio o perspectiva general. La historiografía y sus consideraciones (aunque, insisto, diversas) sobre el conflicto entre el catolicismo y el peronismo es un claro ejemplo de esto.

SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo frente a la muerte de Eva Perón (Tucumán, 1952).” En: Boletín Americanista, Año LXII. 1, Nº64, Barcelona, 2012, p. 163.

Estos y otros hechos son la base de los argumentos de sectores de la historiografía que vieron aquí la intención por parte del peronismo de construir una religión oficial del Estado o “religión política” -en este caso vinculada a la acción consciente del partido gubernamental-, la cual entraría de lleno en competencia con el culto católico y sus manifestaciones. Pero -si bien es válido el concepto de religión política para pensar ciertas características del peronismo-, una vez más, tales hipótesis parten de una perspectiva muy generalizadora (clásica), que no tiene en cuenta las especificidades locales ni las manifestaciones de dolor por parte de las masas ante la muerte de Eva.

Sobre los debates acerca del concepto de secularización véase: MAURO, Diego y MARTÍNEZ, Ignacio; Secularización, Iglesia y política en Argentina. Balance teórico y síntesis histórica. Rosario, FHUMYAR, Universidad Nacional de Rosario, 2015. Cuaderno de Trabajo Nº 5.

Ibidem.

GAYOL, Sandra y KESSLER, Gabriel (ed.); Muerte, política y sociedad en la Argentina. Edhasa. Buenos Aires. 2015.

SANTOS LEPERA, Lucía; “Las manifestaciones colectivas de duelo...”, op. cit., pp. 161-180.

SANTOS LEPERA, Lucía; “La Iglesia católica y la muerte de Eva Perón: entre la cooperación institucional y la religiosidad local (Tucumán, 1952).” En: AGUIRRE, Cecilia y ÁBALO, Esteban (coords.); Representaciones sobre historia y religiosidad. Deshaciendo fronteras. Prohistoria. Rosario, 2014, pp. 1-17.

Por mencionar sólo un ejemplo: BIANCHI, Susana; Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina, 1943-1955. Instituto de Estudios Histórico-Sociales “Prof. Juan Carlos Grosso”, Tandil, 2001.

Vinculado a esto se encuentra el hecho de que no existen evidencias de que el clero nicoleño realizara algún tipo de protestas por la lentitud del proceso de erección episcopal. Dicha cuestión resulta aún más llamativa si tenemos en cuenta que existían grandes posibilidades que uno de los miembros de ese clero resulta al menos ternado para ocupar la silla episcopal nicoleña.

Esta es quizá la principal particularidad de este trabajo, ya que es sumamente difícil para cualquier investigador/a lograr el permiso de las autoridades de un obispado para entrar a su archivo. Sólo la ayuda y excelente predisposición del Vicecanciller del Obispado de San Nicolás me permitió ingresar.

FERNÁNDEZ, Sandra y CALDO, Paula; “Cartas para Olga y Leticia. Aproximación al tratamiento del epistolario de las hermanas Cossettini”, En: Anuario Nº 22, Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes, UNR. Rosario, 2009-2010. Disponible en: http://anuariodehistoria.unr.edu.ar/ojs/index.php/Anuario/issue/view/8

Desde agosto de 1952 (mientras Evita luchaba por su vida) hasta septiembre de 1955 (tras el derrocamiento del peronismo), la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, se llamó, por iniciativa del oficialismo peronista municipal de entonces, Eva Perón.

Como ejemplo se podrían mencionar a varios/as autores/as. Por mencionar sólo uno: PLOTKIN, Mariano Ben; Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955). EDUNTREF, Tres de Febrero, 2013.

Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (a). Año 1953. Documento Nº 8.

Fuente: Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (a). Año 1954. Documento Nº 4.

Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (b). Año 1955. Documento Nº 7.

Archivo General del Obispado de San Nicolás. Caja: Catedral San Nicolás (b). Año 1955. Documento Nº 11.

Si bien dicha coyuntura no forma parte del objeto del presente artículo, a partir de los últimos meses de 1954 la ruptura entre la Iglesia y el gobierno peronista se vuelve pública y explícita y la abierta hostilidad comenzó a manifestarse de múltiples maneras (principalmente a través de declaraciones públicas o movilizaciones) desde ambas partes.

El 16 de junio de 1955 sectores militares y civiles intentaron asesinar a Perón bombardeando la Casa Rosada para dar luego un golpe de Estado. La iniciativa finalmente falló y el gobierno nacional realizó detenciones masivas en todo el país.

Los Monseñores Copello (arzobispo de Buenos Aires, quien veía al peronismo como la mejor manera de frenar al comunismo), Caggiano (arzobispo de Rosario) o Ferreyra Reinafé (obispo de La Rioja) mantuvieron hasta último momento su posición pro peronista, tratando incluso de calmar los ánimos a los sectores de la Iglesia más radicalizados en su anti peronismo como los Monseñores Fasolino (obispo de Santa Fe) o Lafitte (arzobispo de Córdoba).

LIDA, Miranda; Historia del catolicismo en la Argentina: entre el siglo XIX y el XX. Siglo Veintiuno Editores. Buenos Aires, 2015.