REVISTA DE LIBROS

 

 

TORRE, Claudia, El otro desierto de la nación argentina. Antología de narrativa expedicionaria, Bernal, Argentina, Editorial Universidad de Quilmes, 2011, 387 pp.

 

Las narraciones sobre el desierto argentino en el siglo XIX “como una caja de resonancias” han dejado una estela de sonidos discordantes y ásperos que pudieron borrar la fascinación de lo humano. En la antología El otro desierto de la Nación Argentina, libro que integra la colección en homenaje a Oscar Terán, Claudia Torre propone una selección de documentos decimonónicos sobre la Conquista del Desierto que le permiten recuperar el espacio como una configuración topográfica donde los indios organizaron y comprendieron su mundo, los gauchos pusieron al descubierto la soledad y la “barbarie” y el progreso vislumbró la necesidad de expandir las expectativas “civilizatorias”.

Precisamente, en el estudio preliminar, la autora nos introduce en esa geografía exterior y su conceptualización a partir de la Generación del ‘37, grupo intelectual que construyó una red de saberes y que ocupó un lugar medular en el proceso de construcción del Estado nación. Torre refiere al juego contradictorio de palabras, interpretaciones y acciones de los hombres de entonces, que concibieron la necesidad de poblar un desierto habitado y la necesidad de grabar con la pluma sus experiencias tanto por demanda de terceros o por impulso personal, develando en los relatos la impronta colonizadora del siglo XVI. La autora comenta que la narrativa expedicionaria, de carácter fragmentario y resultado de la doble pulsión - experiencia y escritura-, fue tejiendo un corpus de diversos géneros literarios escritos en clave de epopeya patriótica que dan cuenta de la trascendencia del mundo de “los otros” y del desierto como un espacio cargado de claras connotaciones políticas, económicas y sociales.

Si bien los relatos expedicionarios se extienden desde el siglo XVI y alcanzan su particular impresión a lo largo del diecinueve, los textos escogidos por Torre están vinculados específicamente a la Expedición al Río Negro de 1879, promovida y liderada por Julio Argentino Roca y a la puesta en práctica de un proyecto para el país, en miras al futuro y a su inserción en el mundo. En efecto, sin evitar la tirantez de su significado, la lectura de las narrativas exigen no sólo la reflexión contextual sino además, despejar la ambigüedad de ese espacio otro y su configuración cargada de imágenes que reflejan el inverso de la sociedad moderna, en términos foulcaultiano, aún “dominada por una sorda sacralización.”

Las fuentes que componen la antología están integradas en cuatro apartados: “La previa”, “La imaginación del desierto”, “En viaje” y “Melancolía castrense de la frontera.” En la primera parte Torres reúne algunas páginas del político y escritor chileno Santiago Arcos, en cuyos apuntes examina la cuestión de Indios desde dos perspectivas interrelacionadas: como límite y modo de dominación; continúan escritos de Álvaro Barros, militar que se atribuye el conocimiento histórico y los estudios prácticos para realizar un análisis crítico sobre la situación imperante; siguen observaciones de viaje que en calidad de científico efectúa el especialista en límites Francisco Moreno y finaliza con notas de las excursiones realizadas a la patagonia austral por el militar y explorador Ramón Lista.

El segundo punto, “La imaginación del desierto”, se centra en documentos oficiales de Estanislao Zeballos y Julio Argentino Roca. Los datos históricos y las indagaciones científicas sobre la cuestión de fronteras que realiza el político rosarino, al igual que los escritos de los autores anteriormente señalados, constituyen el marco informativo utilizado por los integrantes de la expedición y al mismo tiempo contribuyen a construir “la necesidad del acontecimiento.” Por tal motivo, Zeballos pone los originales a disposición del gobierno considerando que “los altos intereses de la Nación” en tales circunstancias, deben superar las diferencias políticas. En tal sentido, la autora completa la sección con el mensaje y proyecto sobre la traslación de la frontera sur que Roca envía al Congreso de la Nación.

Seguidamente, Torre propone diversas narraciones escritas por los hombres que participan en el acontecimiento y dan cuenta de la cotidianeidad de sus experiencias. La empírica de los sujetos históricos, entre ellos Julio A. Roca, Eduardo Racedo, Eduardo Gutiérrez, Conrado Villegas, le otorga a los relatos la “veracidad” de los hechos del aquí y ahora, y legitiman el “gran paso adelante” en la historia del país.

La antología culmina con cuatro relatos autobiográficos escritos con posterioridad. Los autores, Ignacio Fotheringham, José Daza, Guillermo Pechmann y Manuel Prado, muestran claramente como hombres de campaña, que no pueden dejar de recordar las marcas de su experiencia y conservan en la escritura la conquista pretérita.

En definitiva, Torre pone a disposición del lector un valiosísimo corpus testimonial compuesto por cartas, apuntes y diarios de viajes, estudios topográficos, crónicas, proyectos de ley, órdenes del día en campaña, informes, conferencias. Incorpora además, una breve selección de fotografías tomadas por especialistas que integraron la Campaña de 1879 y una expedición científica entre 1882 y 1883. La lectura de la documentación no sólo permite la aproximación al acontecimiento, sino también a los roles heterogéneos de los sujetos históricos.

La investigadora se refiere a las apreciaciones a posteriori de la Conquista del Desierto que abren una brecha calificativa entre “gesta” y “genocidio.” Específicamente apunta a la interpretación laudatoria en la década 1970 y la versión crítica relacionada con la categoría “desaparecido” en la década siguiente. Torre considera que las dos vertientes de lecturas tienden un haz de sombra sobre la complejidad del tema y propone superar estas visiones en términos de lógica binaria, a partir de una interpretación alterativa de la documentación en conexión con los parámetros de modernización. De allí, aduce que la noción de exterminio es la más precisa para explicar las políticas estatales de exclusión y la desintegración de las matrices societales indígenas, resaltando además la valoración de las narrativas como “verdaderos objetos culturales” que ponen en la trama la tensión entre el nombre propio y las instituciones del Estado moderno.

 

Por Liliana Díaz

(UNR; ladz12@hotmail.com )

 

 

 

MAURO, Diego y LICHTMAJER, Leandro (compiladores), Los costos de la política. Del Centenario al primer peronismo, Imago Mundi, Buenos Aires, 2014, 130 pp.

 

¿Cómo se financia la política? Esta pregunta dispara, invariablemente, todos los prejuicios negativos a los que una hegemonía “anti-política” nos tiene acostumbrados. Al encontrarnos con la palabra “costo” podemos suponer, momentáneamente olvidando el trabajo de historiador, una carga onerosa e inútil para la sociedad, llevada a cabo por individuos más o menos inescrupulosos cuya profesionalización conlleva, en definitiva, el “vivir de los demás” cínicamente titulado como “vivir de la política”. Ambas definiciones se mezclan hasta confundirse y se trasladan a los ámbitos donde el político profesional accede, siendo una grieta propicia dónde el desprestigio de la política puede hacer mella en las instituciones estatales “ellos, los políticos, frente a nosotros, los trabajadores honestos”.

Lisandro Gallucci explora, en el primer capítulo, los acalorados debates acerca del “costo de la autonomía” durante el período de 1907 a 1930 en el territorio nacional de La Pampa una vez alcanzado el piso constitucional para la provincialización. El problema percibido fue la amenaza de que el crecimiento burocrático se convierta en “coto de caza” de políticos advenedizos y venales aumentando así los recursos necesarios para mantener la administración y amenazando finalmente el crecimiento económico que este territorio disfrutaba. La economía mediatizada por la política da argumentos a unos y otros sobre la conveniencia de elevar el territorio a estatus provincial, pero la negativa visión sobre la “politiquería parásita del progreso” melló finalmente los argumentos autonomistas. El artículo de Gallucci nos da una muestra de la enorme complejidad de los procesos políticos en los territorios nacionales muchas veces vistos como “víctimas” de la política de los gobiernos nacionales que les habrían negado su derecho a la provincialización por intereses espurios ajenos a los actores habitantes del territorio.

Diego Mauro nos lleva a focalizar en un aspecto menos evidente, pero no por ello menos influyente, de la financiación de los partidos. Las “tramas subterráneas” de financiamiento que se forman en ese gris espacio de semi-legalidad donde interactúan las estructuras celulares de los partidos con la sociedad, estudiadas por el autor para Santa Fe en la década de 1920. Las exigencias de la política de masas y ciertas “demandas” non sanctas de la sociedad de masas, coinciden en uno de los aspectos más frecuentemente usados para denostar a la política de partidos tanto en aquella época como en la actual. Esta no es solo costosa e ineficiente, sino también inmoral. Juego, prostitución, curanderismo, multas legales e ilegales que, en connivencia con la policía (elemento esencial en las tramas), iban a parar a las arcas políticas. Una legalidad “gris” que otorgaba discrecionalidad a la policía y al partido que la controlara permitía un aceitado mecanismo en el cual las tramas clandestinas de financiación crecían al compás de la extensión capilar de los partidos en la sociedad civil.

María José Valdez estudia los mecanismos de financiamiento de la UCR en el momento de mayor estrés de sus estructuras y recursos, las campañas electorales. Centrándose en los comicios de 1928 y 1930 en la ciudad de Buenos Aires la autora describe el impacto que el cambio tecnológico y de las estructuras socio-económicas y políticas tiene en la asignación de recursos para las campañas electorales. El crecimiento del “costo de la política” es absorbido más fácilmente por el partido que se encuentra en mejor posición para hacer uso de los recursos estatales, pero también aquel que mayores y más eficientes redes logra tender con los distintos ámbitos de la sociedad donde “recaudar” los recursos necesarios por vías legales o pertenecientes a esa “zona gris” que permitía la discrecionalidad en el funcionamiento de las instituciones administrativas y represivas.

Adriana Kingard nos lleva al contexto del Jujuy entre 1930 y 1946 para estudiar la compleja relación entre recursos materiales y simbólicos en la “producción” del sufragio. Alejándose un poco de cierto anclaje “estructural” en la relación entre costo y necesidad de financiación, la autora incluye los recursos electorales intangibles que produce la relación “carismática” entre el caudillo yrigoyenista local, Miguel Aníbal Tanco, y el electorado jujeño. Si la “máquina” conservadora en los ’30 concentraba todas las ventajas materiales del control estatal y del apoyo de la oligarquía económica provincial encontraba, sin embargo, su límite en la identificación de amplios sectores con un liderazgo que representaba los deseos de cambio social y que equilibraba, a nivel electoral, la enorme disparidad de recursos para la “financiación” de la política.

Leandro Lichtmajer estudia los vaivenes en las vías de financiamiento de la UCR en Tucumán durante el primer peronismo. El caso tucumano aparece como un sistema de partido “profesional-electoral” ad hoc por su inserción en una estructura corporativa simplificada por la presencia de un sector socioeconómico de importancia excluyente, el de los empresarios azucareros que, junto al Estado, componen la “fuente vertebral de recursos” para el financiamiento de la política provincial. Esto condenaba a los partidos (en este caso la UCR) a medrar en la precariedad material a menos que se aseguraran el apoyo de los industriales o reconstruyeran otras vías de financiamiento. Aun cuando esta última opción es la elegida por la UCR luego de la debacle electoral de 1946 y la posterior hegemonía peronista, la disparidad de recursos disponibles muestra límites estrictos para el partido que no tiene acceso a los recursos del Estado y la benevolencia de la oligarquía económica.

Finalmente, Carolina Barry se centra en el Partido Peronista Femenino, siendo este un objeto diferente de estudio a los anteriores por su “originalidad” de ser un partido creado expresamente desde el Estado con una estructura e incluso una base electoral inexistente hasta ese momento, las mujeres, y con un centro carismático indiscutible. En este caso la trama de financiamiento está indisolublemente ligada al Estado y a las corporaciones que crecieron al calor del proceso de consolidación del peronismo en él. La complejización burocrática y la extensión capilar del PPF llevó la marca de esta creación “desde arriba” y de su centralización carismática en su corta duración como apéndice político del aparato estatal.

Los autores incluidos en el libro compilado por Mauro y Lichtmajer no contestan las preguntas del comienzo en forma directa, pero hacen quizás algo más valioso: nos dan algunas herramientas para entrar al momento institutivo de las marcas “negativas” de la política, de cómo estas “particularidades” aparecidas o expandidas por la consolidación de una sociedad y democracia de masas en la primera mitad del siglo XX, se registraron e inflaron simbólicamente hasta convertirse en una de sus “esencias”. Una senda que, además de ser productiva en el ámbito del saber profesional de la historia, sin dudas es también políticamente deseable desandar para no caer tan fácilmente el discurso negativo de “lo que cuesta la política”.

 

Por Hernán Uliana

(UNR; hernanuliana@hotmail.com)

 

 

 

DE MARCO; Miguel Ángel (h). Ciudad Puerto, Universidad y Desarrollo Regional, Rosario, 1919-1968. CEHDRE, Rosario, 2013, 542 pp.

 

Ciudad Puerto, Universidad y Desarrollo Regional, Rosario, 1919-1968, constituye una investigación sobre la dinámica económica de uno de los complejos portuarios mas importantes de la República Argentina y América del Sur, una región pujante con los mejores recursos universitarios a partir de 1968, año en que se crea la Universidad Nacional de Rosario.

“La hipótesis de este autor se aleja del estudio de la formalidad burocrática, para centrarse con valentía en el conjunto de relaciones sociales que están en juego. No es casual la determinación del autor de que una ciudad portuaria como Rosario requería la formación de su sociedad de la mano de una Universidad propia que acompañase la transformación de Rosario en metrópolis”, subraya Gabriela Dalla-Corte Caballero de la Universidad de Barcelona, en el prólogo. El libro tiene una introducción realizada por el propio autor, se estructura en cinco partes, con numerosos capítulos en cada una de ellas y un epílogo.

La Primera Parte trata de la dimensión estratégico-económica y cultural de las ciudades puertos y los espacios del conocimiento. Su primer capítulo: “La ciudad puerto regional y sus potencialidades integradoras” destaca fundamentos historiográficos sobre la historia regional y tomando conceptos de Nidia Areces afirma que en una ciudad puerto, la política sobre puertos y vías navegables interviene e influye implícita y explícitamente en el conjunto de sus relaciones sociales de la amplia región de incumbencia. La ciudad de Rosario organizó su espacio con “administración privada” dentro la región, diferente al de Santa Fe que fue de concentración “administrativa estatal”. Los puertos fluviales de la Cuenca del Plata configuraron los procesos históricos de sus regiones y configuraron la economía, la política y la concentración del poder en la Argentina. Se pregunta sobre la neutralidad historiográfica y alude a la construcción de la identidad portuaria y los circuitos comunicantes de la región interprovincial del Gran Rosario hasta el presente.

En ese marco se inserta la región universitaria, ya que el capítulo dos aborda sobre el perfil universitario, progresismo y conservadurismo. La Reforma Universitaria de 1918 y la creación de la Universidad Nacional del Litoral en 1919, las de otras regiones del país y la apertura para 1920 de las principales facultades rosarinas. El autor plantea que la “Ciudad puerto y la Universidad compartieron su condición de espacios ordenadores de las relaciones regionales, motorizando el arte, la cultura, la innovación y la interacción de recursos para el desarrollo regional”. Rosario y Santa Fe como dos perfiles universitarios distintos, en la óptica de los promotores de la Ley de Universidad (1917-1919). Rosario progresista, como la célebre ciudad de los médicos y Santa Fe conservadora con abogados de alcurnia, asistirán a la creación de la Universidad del Litoral.

En el capítulo tres se hace un análisis de los puertos de Buenos Aires y Rosario como perspectivas comparadas y el debate entre el proteccionismo y el librecambio. Una firma francesa a fines del siglo XIX se hizo cargo del puerto y del libre comercio de Rosario. Este complejo portuario fue explotado por capitales extranjeros, hegemonizado por capitales privados. La ciudad creció a un ritmo acelerado desde fines del siglo XIX y principios del XX y el puerto permitió a muchas familias de la elite vinculadas con la importación que introdujeran a la ciudad valiosas obras de arte.

El capítulo siguiente se refiere a la construcción de la identidad portuaria ya que “la dirigencia rosarina situó la actividad del puerto como barómetro de la prosperidad o el atraso de la “urbe”, y este indicador fue asimismo empleado en los primeros estudios del pasado local”. La nacionalización del puerto en 1942 lo libró de los concesionarios franceses, pero al formar parte de las políticas del Estado lo sujetó a los avatares de la historia institucional Argentina, según el autor. Además da cuenta de la renovación historiográfica en la primera mitad del siglo XX.

Según De Marco, el puerto se convirtió en el motor del desarrollo nacional, emporio mercantil. Muestra los circuitos comunicantes de la región interprovincial del Gran Rosario, la jerarquía universitaria de la ciudad, la matriz agroexportadora del puerto. Destaca la creación de las facultades dependientes del Universidad Nacional del Litoral, el entrelazamiento social y educativo de las ciudades y la creación de la Escuela Superior de Comercio de Rosario. Al igual que la Bolsa de Comercio, la Federación Gremial de Comercio e Industria y otras instituciones como el Centro de Almaceneros. El nuevo entramado para esta región lo da el pavimento con el cordón industrial y Santa Fe, al igual que el camino carretero Buenos Aires Córdoba.

Esta dinámica portuaria incidió en la creación de las facultades rosarinas de la Universidad Nacional del Litoral y la circulación del conocimiento, conformando un polo regional de innovación científica, con un número importantísimo de alumnos en las Facultades de Ciencias Médicas, Farmacia y Ramos menores, la de Matemáticas Físico Químicas y Naturales Aplicadas a la Industria, y la de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas. Pasa revista a los primeros quince años de existencia de esta facultad regional y la conformación del estudiantado de la FACECYP y la consolidación de sus institutos de investigación como núcleo cultural académico de la ciudad puerto más importante del interior del país.

Continuando los argumentos considera a los políticos fundadores de cátedras y de líneas de investigación, alternativas para el país y el mundo de la primera posguerra. A partir de la edición de Seminarios de la FACECYP aparecen los primeros estudios sobre la realidad social y económica de la ciudad puerto interprovincial de Rosario, segunda ciudad de la República y emporio mercantil de Sudamérica junto al primer doctorado en Diplomacia del Sur del Continente. Muchos de los economistas que planificaron la economía nacional de la segunda mitad del siglo XX, se formaron en la FACECYP. Las facultades rosarinas también preparan nuevos técnicos en materia de transportes e instrucción vial.

El autor del libro detalla crónicas que demuestran como el puerto de Rosario, a partir de 1939, perdió su posición de principal puerto exportador de cereales del país y, a partir de la nacionalización en 1942, la concepción centralista fiscalizadora. Para 1952 la actividad portuaria continuó disminuyendo como consecuencia de la segunda guerra mundial, “la falta de suficientes obras de calado, de reparación y ampliación de instalaciones y la concentración administrativa bancaria y cambiaria en Buenos Aires. El puerto de Rosario tenía el mismo metraje de muelles que el inaugurado cincuenta años antes…”

El texto hace referencia a la restauración liberal y el imperio de un nuevo discurso entre 1955 y 1958 que reclamaba reactivar el olvidado puerto de Rosario en la voz de la prensa, asociaciones e instituciones profesionales intermedias, Club de Leones y la FACECYP bajo el lema: “Rosarinos, recuperad Rosario”.

La perspectiva del autor nos permite conocer la creación del Consejo Federal de Inversiones, “una estrategia de desarrollo nacional confeccionada por universitarios rosarinos”, con la finalidad de reivindicación federalista. Además pasa revista a catedráticos y funcionarios del desarrollismo rosarino.

Para finalizar el Epílogo marca el crecimiento de la ciudad de Rosario, las localidades del gran Cordón Industrial y los vaivenes de la política portuaria y universitaria en los años siguientes hasta llegar a la restauración de la democracia en 1983, ocupando el primer lugar en las exportaciones de granos y subproductos. Sin embargo, De Marco remarca que hacia fines de esa década el puerto de Rosario compartió parte de su relevancia como centro exportador a favor del complejo de terminales agro exportadoras de Puerto San Martín-San Lorenzo.

Los interesados en la historia regional encontrarán en este libro una valiosa interpretación sobre las últimas décadas, el incremento de la exportación de cereales del complejo portuario de Rosario y su relación con la expansión de la oferta universitaria como desafío de los nuevos tiempos.

Este libro contribuye al estudio de la dinámica económica de las ciudades puertos y su incidencia en las identidades y la formación de sus recursos universitarios.

 

Alejandra Leporini

(ISP Nº3; alejandraleporini@gmail.com)

 

 

 

GUARDIA, Sara Beatriz. Primer Congreso Internacional. Las mujeres en los procesos de Independencia de América Latina. Lima, Perú. Sara Beatriz Guardia Edición, CEMHAL, UNESCO, USMP, 2014. 495 pp.

 

Sara Beatriz Guardia hace la presentación del libro señalando que es el resultado de siete años de intenso trabajo. Cuando en 2007 el Centro de Estudios la Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL, convocó a la realización del IV Simposio Internacional las Mujeres en la Independencia de América Latina, la realización del mismo, dejó la tarea pendiente de continuar las investigaciones, después de dos meses de consultas se conformó la Comisión del Bicentenario, Mujer e Independencia en América Latina que con el objetivo de lograr un adecuado trabajo de investigación implementó catorce grupos de estudio.

Fue así que se convocó al Primer Congreso Internacional en Lima los días 21, 22 y 23 de agosto del 2013 con el auspicio de la UNESCO Guatemala y la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres.

Sara Beatriz Guardia expone los numerosos libros que se presentaron en el Congreso que concluyó con la Declaración de Lima.

Mujer e Independencia que se transcribe a continuación de la presentación fue traducida a varios idiomas, contiene numerosas firmas de investigadoras e investigadores de prestigiosas Universidades de América Latina y el resto del mundo ...el marco del Bicentenario de la lucha contra el sistema colonial, ha impulsado el reconocimiento de la participación de las mujeres en los procesos de Independencia y obliga a repensar nuestra historia en aras del fortalecimiento, transformación y logro de democracias paritarias y sin desigualdades.(...)

Actualmente la historia de las mujeres en las independencias, se encuentran en un momento de reflexión crítica para entender, investigar, teorizar y avanzar en el conocimiento y reconocimiento de la mujer como sujeto histórico múltiple y diverso”.

El libro se inicia con dos Conferencias Magistrales, la primera de Edgar Montiel de UNESCO: La historia silenciada de la mujer en la independencia de América que ubica el concepto de independencia dentro de los principios que conforman la modernidad política, la noción de independencia nacional y la importancia que tiene en nuestra época visibilizar a las mujeres en el relato histórico.

La segunda conferencia fue desarrollada por Sara Beatriz Guardia del Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL y la Universidad de San Martín de Porres, Perú sobre exclusión y género. Las mujeres en la Independencia del Perú, quien al referirse al tema plantea que “la constante en el proceso de Independencia de América Latina es la exclusión de género y etnia; los excluidos de la libertad son las mujeres, los indios, los negros. Exclusión que continúa doscientos años después de la independencia”. Describe las insurrecciones de Tupac Amaru y Micaela Bastidas, sobre otras cacicas y caudillas y señala que “el estudio de la participación de las mujeres en la independencia tiene necesariamente que incluir un movimiento paralelo que comprenda la ideología de la exclusión” para que no sea borrada ni minimizada la participación de las mujeres en el proceso emancipador.

Interesa mencionar las cuarenta ponencias que tiene el libro, escribitas por investigadoras de numerosos países: Lucía Provencio y María del Carmen Simón Palmer de España; Natividad Gutiérrez Chong, Ana Serrano Galvis, Adriana Sáenz Baladez y Ludivina Cantú Ortiz de México; Mirla Alcibíades, Edda O. Samudio y Magdalena Valdivieso Ide de Venezuela; Adelia Miglievich-Ribeiro, María Lourdes Silva, Lía Faría, Losandro Antonio Tedeschi Claudia Luna, Ana Paula Medicci, Cristina Luna, Regina Simón da Silva, Adriane Raquel Santane de Lima, Joao Colares da Mota Neto, Leonardo Nolasco Silva y Vittorio lo Bianco de Brasil; Carmen Gloria Soto Gutiérrez, Joyce Andrea Contreras Villalobos, Damaris Elizabeth Landeros Tiznado, Cathereen Colttes Illescas, y María T. Aedo Fuentes de Chile; Carlos H. Hurtado Ames, Claudia Rosas Lauro, Sofía Pachas Maceda y Diana Miloslavich Túpac de Perú; Gabriela Gresores, Beatriz Bruce, Mari Alfredo Rocabado, Marcela Vilela, Adriana Micale, Berta Wexler , Ana Fanchín, Patricia N. Sánchez y Lucía Lionetti de Argentina; Mary G. Berg, Fanny Arango –Keeth, Vanesa Miseres y Ana García Chichester de Estados Unidos; Rocío del Águila de Canadá; Cintia Ines Agosti Australia; Catherine Davies de Inglaterra y Susana Regazzoni de Italia.

Los distintos capítulos del libro se refieren a los diálogos con las historiografías, la construcción discursiva de género y la participación de las mujeres en los procesos independentistas. También se describen los espacios de reflexión, salones, tertulias, prensa y discurso literario, las alegorías y representaciones de las mujeres en el teatro, la pintura y la iconografía de la independencia.

Este texto nos permite hacer un balance de la historiografía oficial que idealizó próceres masculinos, sin contar con la presencia femenina, y -en general- todos los trabajos plantean cambiar esas construcciones del pasado que no hicieron más que justificar posiciones políticas e ideológicas con rasgos de inferioridad en el papel que cumplieron las mujeres latinoamericanas en la independencia.

Las cuestiones abordadas abordan las representaciones de las mujeres en la literatura, imaginarios de las mujeres en la guerra, creencias populares creadas por los hombres que reflejan distintas etapas del pensamiento, la ideología y el poder. Determinando diferentes contextos de significación en cada proceso histórico. El último capítulo nos muestra estudios sobre la educación femenina, la cultura, identidad y perspectiva.

Esta variedad de trabajos nos presentan en conjunto una contribución para recuperar memorias silenciadas. De esta manera este libro constituye una obra fundamental para la reflexión y un aporte para nuevas investigaciones que busquen respuestas sobre la presencia de las mujeres en el Siglo XIX, mujeres que después de la independencia quedaron aisladas del poder político en los nacientes Estados de América Latina.

 

 Por Berta Wexler

(CEIM-UNR; bertawexler@yahoo.com.ar)