El mito como alegoría en la obra de Juliano, el
apóstata
María Silvia Álvarez(*)
Resumen
El emperador romano, Juliano II (331-363), reinó
entre 361 y su muerte en 363. Se lo llama "el Apóstata", por su
decisión de alejarse de su formación cristiana y su proyecto de regresar a la
tradición pagana. Su período de gobierno se caracterizó por diversos
conflictos, sobre todo religiosos, entre el cristianismo y el paganismo. Como
emperador, Juliano llevará adelante una política religiosa cuyo objetivo era la
restauración de la religiosidad tradicional, planteando medidas en contra de
los cristianos, situación que finalizará con su joven muerte. En sus obras,
apela en muchas ocasiones al concepto de mito, desarrollándolo y
caracterizándolo. Juliano plantea una mirada neoplatónica del mito, como un
relato creado, lleno de exageraciones, inverosimilitudes, contradicciones,
excesos y paradojas. Especialmente, desarrolla la idea del mito como una
alegoría, que mantiene ocultas ciertas verdades a los ojos de quienes no están
preparados para conocerlas. Sobre este punto se centra este trabajo, las
características del mito, y especialmente, el mito como alegoría, tal como lo
desarrolla Juliano en sus obras. Para ello, también recurrimos a la obra de
Salustio, prefecto de Juliano, para ampliar nuestra mirada sobre el contexto en
el que se desarrollan sus obras.
Palabras Clave: Juliano; paganismo; mito; alegoría.
The myth as allegory in the Juliano’s work, the
apostate
Abstract
The roman emperor, Juliano II (331-363), reigned
between 361 and his death in 363. He is called “the Apostate”, because of his
decision of getting away of his Christian formation and his project of giving
away to the pagan tradition. His period of government was characterized by
various conflicts, mainly religious, between Christianity and Paganism. As
emperor, Juliano will carry out a religious policy which main objective was the
restoration of the traditional religiousness, setting out measures against the
Christians, situation that will finish with his early death. In his life´s
works, he appeals in many occasions to myth concept, developing it and
characterizing it. Juliano sets out a neoplatonic way of looking of myth, like
a created tale, full of exaggerations, improbabilities, contradictions,
excesses and paradoxes. Specially, he develops the idea of myth as an allegory,
that maintains hidden certain truths to the eyes of who are not prepared to
know them. About this point this work is centered, the characteristics of myth,
and mainly, the myth as allegory, just like Juliano develops it in his life´s
works. For it, we have turned to the Salustio´s work, Juliano´s prefect, in
order to enlarge our way of looking about the context in which his ideas were
developed.
Keywords: Juliano; paganism; myth; allegory.
El mito como alegoría en la obra de Juliano, el apóstata
La educación de Juliano
Es
importante que nos dediquemos brevemente a la educación que recibió Juliano, ya
que la influencia de la misma se va a hacer evidente en sus numerosos escritos.
Juliano nace en el seno de la familia imperial, ya que era hijo de un medio
hermano del emperador Constantino. Cuando aún era un niño, casi toda su familia
fue asesinada y pasó la mayor parte de su juventud, lejos del poder, viviendo
en diversas ciudades, como Nicomedia, Macellum, Constantinopla, Pérgamo, y
Atenas.
Fue
discípulo de varios reputados maestros, como Eusebio, obispo de Nicomedia y
Mardonio (pedagogo de su madre, quien lo introduce en la lectura de poetas y
filósofos griegos). Su educación cristiana la recibe en Macellum, donde es
bautizado, allí se originaron sus profundos conocimientos sobre la Biblia y la
Iglesia.
También
asistió a las clases del gramático Nicocles y del retórico Hecebolio, y
probablemente del filósofo Temistio. Juliano, además, estudió las clases del
retor Libanio, gracias a unas copias que logró conseguir. En Pérgamo, se acercó
al neoplatonismo, y allí se llevaría a cabo su apostasía, aunque la mantendría
en secreto hasta ser emperador. En Atenas completó sus estudios religiosos y
filosóficos. La formación retórica y filosófica de Juliano, así como su
erudición en la cultura griega, serán evidentes en sus obras. Este emperador
fue el autor de una numerosa cantidad de obras, de las cuales han llegado
varias hasta nuestros días, entre ellas, una importante cantidad de cartas,
tratados teológicos como el Himno a
Helios y Sobre la madre de los dioses;
y discursos como el Elogio del emperador
Constancio, Elogio a Eusebia, Contra el cínico Heraclio, Contra los cínicos incultos, entre
otros. En sus obras encontramos varios estilos literarios, aunque no se ciñe
demasiado a ellos.
En
el año 355, Juliano fue nombrado César, ya que el emperador Constancio y su
esposa Eusebia no tenían hijos, por lo tanto, él era su único sucesor; así que,
a la muerte de aquél, en 361 lo sucede como emperador.
En
sus primeros tiempos como emperador, sus acciones demostraron una cierta
tolerancia religiosa, ya que la libertad de cultos fue reinstaurada y se
reabrieron los templos antiguos. Esta situación cambió en poco tiempo, con la
aparición de leyes claramente anticristianas, por ejemplo, la ley escolar que
prohibía que los maestros cristianos impartieran las enseñanzas de autores
paganos, o el hecho de que no se permitieran los funerales cristianos durante
el día, para no profanar los templos.
Una breve mirada al contexto
filosófico y religioso
La
visión de Juliano sobre el mito, se inscribe claramente en la tradición
neoplatónica en la que se educó. Para el neoplatonismo, la relación entre mito
y filosofía es muy estrecha. Las verdades proclamadas son la “bondad,
impasibilidad y eternidad de Dios, la inmortalidad y carácter divino de los
seres intermediarios entre dioses y hombres…eternidad e indestructibilidad del
mundo, virtualidad y validez de los oráculos".[1]
El
neoplatonismo impulsaba una lectura hermenéutica del mito, una exégesis
alegórica, para así, librar a la narración mítica de sus elementos fabulosos.
Así, el mito y su contenido, oculto, secreto, necesita ser analizado para
llegar a ser comprendido. El mito expresaría, de manera figurada o simbólica,
una verdad, así, tendría un valor didáctico: se podía encontrar una verdad
secreta, una verdad que debe ser traducida para ser entendida.[2]
La
influencia del neoplatonismo se ve claramente en Sobre los dioses y el mundo, la obra de Salustio, su prefecto.[3] Tanto Salustio como Juliano
eran adeptos a las enseñanzas de Jámblico. Además, el emperador se nutrió de
los aportes del platonismo, aristotelismo, pitagorismo, estoicismo, cinismo y poesía
sagrada helena.
La
obra de Salustio, una especie de catecismo neoplatónico que plantea lo que un pagano
debe creer, puede verse como una obra al servicio de la política religiosa de
Juliano. En su libro, no sólo llama a los fieles, sino que les da razones para
argumentar cuando sus creencias sean atacadas. "Se trataba, de acuerdo con
una tendencia muy fuerte dentro del neoplatonismo, de hacer concertar la
tradición con las nuevas aportaciones del misticismo oriental, teniendo cabida
todas las tendencias filosóficas en armonía, salvo…el epicureísmo".[4]
Para
Salustio, los mitos son divinos, ya que, al tratar sobre los dioses, estas narraciones
se asemejan a ellos, imitan la bondad divina: "Puesto que efectivamente
todo lo existente gusta de la semejanza y rechaza la desemejanza, era preciso
también que las doctrinas relativas a los Dioses fuesen semejantes a ellos, con
objeto de que fueran dignas de su esencia e hiciesen favorables los Dioses a
los que las exponen, objetivo que sólo a través de los mitos se podía
conseguir. A los Dioses mismos, pues, de acuerdo con lo decible e indecible,
con lo oscuro y manifiesto, con lo evidente y lo oculto, los mitos imitan, e
imitan la bondad de los Dioses, pues lo mismo que ellos han hecho los bienes
procedentes de lo sensible comunes a todos, y, en cambio, los procedentes de lo
inteligible sólo a los sensatos, así los mitos dicen a todos que los Dioses
existen, pero quiénes y cómo son ellos sólo a los que son capaces de
conocerlos".[5]
Notemos
que, en las últimas palabras de la cita anterior, hay conocimientos de que los
mitos acercan a todas las personas, pero hay otros a los que sólo unos pocos
tienen la capacidad y posibilidad de acceder. Volveremos sobre esta noción más
adelante.
Es
interesante el pasaje en el que Salustio se pregunta el porqué de la presencia
de historias poco edificantes en los mitos, como adulterios, robos, entre otros
y nos dice: "¿O también es digna de admiración su finalidad, en el sentido
de que merced a la extravagancia aparente al punto el alma considera los
relatos como velos y piensa que la verdad es indecible?"[6] La verdad está velada,
oculta, hay que aprender a ver más allá de lo que está cubierto.
Juliano y su caracterización
del mito
En
sus obras, Juliano toma el concepto de mito y va desarrollando sus
características, especialmente en A la
madre de los dioses, Contra el cínico
Heraclio y Contra los galileos.
Si
analizamos el desarrollo de este concepto en los libros julianos, podemos ir
extrayendo algunos puntos a considerar.
El
mito es una creación humana, un relato inventado, una construcción.
"Parece que el mito es en su primera fase una invención de los hombres que
viven en comunidad y desde entonces hasta ahora ha seguido participando en la
vida pública como cualquier otro instrumento musical, la flauta o la cítara, a
causa de su placer y de su seducción".[7] El mito es el modo en que
se puede expresar libremente quien no puede hacerlo de otra manera, es una
creación destinada a la multitud que no tiene la capacidad de escuchar las
palabras divinas.
El
mito es un relato propio de niños, o de adultos con una inteligencia infantil,
ellos son quienes necesitan ese tipo de relatos. Debido a que los destinatarios
tienen estas características, se debe tener cuidado con las expresiones
utilizadas, para que no haya términos impíos ni faltos de armonía. Ya Platón,
en el Sofista, nos decía: "Me dan la impresión de que nos cuentan mitos,
como si fuéramos niños”. Todos esos relatos plagados de luchas, nacimientos,
uniones, "toda esta puesta en escena de la narración mítica puede seducir,
en efecto, a los espíritus pueriles; mas no aporta nada a quien trata de
comprender, en el sentido propio de este término, ya que el entendimiento se
refiere a una forma de inteligibilidad que el mythos no entraña y que solo el
discurso explicativo posee."[8]
En
palabras de Juliano: "En resumen, si tengo que presentar alguna defensa de
los que primero plasmaron los mitos,…ellos, como si se dirigiesen a almas de
niños, cuando el alma pequeña empieza a echar alas y desea saber más, pero
todavía no puede aprender la verdad, las conducen por un desvío, como si
regasen una tierra sedienta, para calmar, en mi opinión, su excitación y su
dolor".[9]
"Quien
compone discursos e introduce mitos para corregir las costumbres, no debe
dirigirse a los hombres, sino a los que son niños, sea por su edad o por su
inteligencia, que son los que tienen necesidad absoluta de estos
discursos"[10].
En Contra los galileos, le reclama al
cristianismo por usar “la parte del alma amiga de los mitos, infantil e
irracional".[11]
El
contenido de los mitos presenta contradicciones, planteos paradójicos,
extraños, fabulosos e irracionales. "¿Por qué envió a los judíos la gracia
profética en abundancia, Moisés, la unción y los profetas, y la ley, y las
paradojas y portentos de sus mitos?"[12],"lo que hay de
inverosímil en los mitos, con eso mismo se abre camino hacia la verdad".[13]
El mito como alegoría
La
alegoría es una figura retórica, una forma de representación que, a través de
metáforas, nos acerca una noción a la que es difícil de acceder. Nos hallamos
frente a una alegoría cuando el significado es complejo de captar de manera
directa o física, por lo que es necesario recurrir a abstracciones.[14]
Los
filósofos del neoplatonismo continuaron con el planteo, ya desarrollado en la
filosofía griega, de que el mito puede ser el repositorio de una verdad
profunda, y que el lenguaje poético puede transmitir las verdades que exceden
al lenguaje común.
Cuando
hablamos de alegoría nos referimos tanto a un modo de escribir, así como a un
modo de interpretar. La composición de formas alegóricas implica escribir algo
con dos sentidos, uno evidente, y uno que debe ser interpretado. La
interpretación alegórica implica la explicación de una figura, de un escrito,
de un mito.
Juliano
planteó al mito como el depositario de enigmas, de verdades ocultas,
desarrollados a partir del lenguaje simbólico. En la Carta a Temistio podemos leer el planteo sobre: “antiguos mitos que
no contienen en su totalidad la verdad, aunque quizás se aproximen a ella".[15]
Las
verdades escondidas dentro del contenido de los mitos, sólo pueden ser
conocidas, reveladas, a través de la inteligencia. Sólo aquellos con la
capacidad necesaria, pueden acceder a esos conocimientos secretos. Así nos lo
dice: "los que destacan por su inteligencia solamente les será útil la
verdad acerca de los dioses si, investigándola bajo la guía de los dioses, la
encuentran y la aceptan, pensando por sus enigmas que hay que buscar algo en
los mitos y que, tras encontrarla gracias a su investigación, se encamina hacia
el fin y cumbre, por decirlo así, de la acción".[16]
Para
Juliano, los mitos son útiles para llegar a la verdad, son una cobertura
fabulosa, que lleva a la inteligencia a preguntarse por aquello que no es
evidente y necesita descubrir. A la verdad se llega a través de la
interpretación alegórica.
Las
verdades contenidas, y ocultas, en los mitos, son irrevelables en muchos casos,
ya que no todas las personas se hallan en condiciones de acceder a ellas. Por
eso, es necesario recurrir a los símbolos, al lenguaje figurado, para que se
acerquen a la verdad a medida que la inteligencia vaya develando sentidos
ocultos. “Los antiguos investigaron las causas de los seres eternos, bien bajo
la guía de los dioses o bien por su propia iniciativa o, por decirlo quizá
mejor, lo buscaron bajo la guía de los dioses y cuando las encontraron las
cubrieron con mitos paradójicos para que, por medio de lo paradójico e
inverosímil, la ficción desvelada nos incitase a la búsqueda de la verdad”.[17]
Juliano
insiste en sus obras sobre la interpretación secreta de los mitos, postulando,
por ejemplo, que, de no ser así, su contenido sería una ofensa para los dioses.
"Si el mito no contuviera una interpretación secreta, como yo creo, cada
uno de estos relatos estaría lleno de grandes blasfemias acerca de dios. Pues
el desconocer que la mujer creada como ayuda será causa de la caída, y el negar
el conocimiento del bien y del mal, que es lo único que parece sostener la
inteligencia humana, y, además, el tener envidia de que el hombre tomando del
árbol de la vida se convirtiera de mortal en inmortal, es un exceso de envidia
y de celos."[18]
El
mito, además de una lección alegórica, también puede esconder en su contenido,
conocimientos de tipo iniciático. Juliano considera que hay ciertos secretos
que no pueden ni deben ser manifestados ante los no iniciados, los planteos
propios de los cultos mistéricos deben permanecer ocultos. No se puede ingresar
al misterio sino se está iniciado en él. El mismo Juliano era un iniciado en
los misterios de Atis y Cibel, de Eleusis y de Mitra. "Si yo tocara un
punto de la indecible iniciación que sobre el dios de siete rayos celebró,
inspirado, el Caldeo, elevando las almas gracias a ella, diría cosas desconocidas,
completamente desconocidas, al menos para el populacho, aunque conocidas para
los bienaventurados teúrgos. Por eso me las callaré ahora".[19]
Conclusión
En
este trabajo, nos hemos acercado a la obra del emperador Juliano, conocido como
el Apóstata, al concepto de mito que desarrolla en ella, y específicamente, a
la noción del mito como alegoría. Para ello, hemos acudido también a la lectura
de la obra de su prefecto, Salustio.
En
las obras analizadas, podemos ver que el mito es considerado una narración cuyo
contenido fantástico, paradójico, imposible, oculta verdades que no pueden ser
develadas a cualquiera. Los niños, o quienes actúan como ellos, son los primeros
destinatarios de los relatos míticos, ya que no están en condiciones de
acercarse a las verdades divinas.
Los
mitos, siguiendo la tradición neoplatónica en la que se había formado Juliano,
son alegorías, que requieren de un proceso hermenéutico que nos permita
visibilizar el verdadero contenido oculto, no permiten que la multitud conozca
los secretos de los misterios, secretos que sólo los iniciados están en
condiciones de conocer y comprender.
Más
allá de las paradojas, de lo inverosímil, de lo fantástico y fabuloso que
aparece en los mitos, se hallan las verdades divinas más sagradas, los secretos
más profundos.
Bibliografía
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Cristiandad, 1980.
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COPELAND, R., STRUCK, P. The Cambridge Companion to Allegory. Cambridge University Press, 2010.
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SCHWARTZ, F. Mitos, ritos, símbolos. Antropología de lo
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VERNANT, J.P. Mito y sociedad en la Grecia Antigua.
Madrid, Ediciones Siglo XXI, 2003.
Fuentes
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Testimonios. Leyes. Introducción, traducción y notas: José García Blanco y
Pilar Jiménez Gazapo. Madrid, Gredos, 1982.
JULIANO. Discursos I - V. Introducciones,
traducción y notas: José García Blanco. Madrid: Gredos, 1979.
JULIANO. Discursos VI - XII. Introducciones,
traducción y notas: José García Blanco. Madrid: Gredos, 1982.
SALUSTIO. Sobre los dioses y el mundo.
Introducción, traducción y notas: Enrique Ramos Jurado. Madrid: Gredos, 2008.
Recepción: 23/09/2017
Evaluado: 22/11/2017
Versión Final: 01/12/2017
(*) Maestranda en Didácticas Específicas, Universidad Nacional del Litoral (UNL), Profesora en Historia, Instituto de Enseñanza Superior de Paraná. Docente en la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER). E-mail: mariasilviaalvarez@gmail.com
[1] RAMOS JURADO, Enrique en SALUSTIO. Sobre los dioses y el mundo. Introducción, traducción y notas: Enrique Ramos Jurado. Madrid: Gredos, 2008, pp.268-269.
[2] VERNANT, J.P. Mito y sociedad en la Grecia Antigua. Madrid: Ediciones Siglo XXI, 2003, p. 185.
[3] GARCÍA BLANCO, José, en JULIANO. Discursos VI - XII. Introducciones, traducción y notas: José García Blanco. Madrid: Gredos, 1982, pp. 34-35.
[4] RAMOS JURADO, Enrique; en SALUSTIO. Sobre los dioses…op. cit., p.268.
[5] Idem, p. 283.
[6] Idem, p. 284.
[7] JULIANO. Discursos VI - XII…, op. cit., p. 41.
[8] VERNANT, J.P. Mito y sociedad…, op. cit, p. 176.
[9] JULIANO. Discursos VI – XII…, op. cit. p. 42.
[10] Ídem, p. 60.
[11] JULIANO. Contra los galileos. Cartas y fragmentos. Testimonios. Leyes. Introducción, traducción y notas: José García Blanco y Pilar Jiménez Gazapo. Madrid: Gredos, 1982, p.15.
[12] JULIANO. Contra los galileos..., op. cit, p.25.
[13] JULIANO. Discursos VI - XII…, op. cit., p.54.
[14] SCHWARTZ, F. Mitos, ritos, símbolos. Antropología de lo sagrado. Buenos Aires, Biblos, 2008, pp. 99-100.
[15] JULIANO. Discursos VI - XII…, op. cit., p. 21.
[16] JULIANO. Discursos VI – XII…, op. cit, p. 101.
[17] Ibidem.
[18] JULIANO. Contra los galileos…, op. cit, p.19.
[19] JULIANO. Discursos VI – XII…, op. cit., p.104.