Las Sociedades de Socorros Mutuos en la localidad de Las Rosas durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX

 

 

Florencia Belén Mangold(*)

 

 

Resumen

 

Por medio de nuestra investigación pretendemos conocer el desarrollo de las actividades llevadas a cabo por las Sociedades de Socorros Mutuos creadas en la localidad de Las Rosas por inmigrantes italianos y españoles, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se intentará reconstruir los lazos que se crearon alrededor de estas sociedades, que se convirtieron en espacios de sociabilidad y solidaridad para la comunidad étnica e indagar en las relaciones que mantenían con la sociedad rosense en general. Las Sociedades de Socorros Mutuos que allí se instalaron no se cerraron al resto de la comunidad, no tuvieron carácter sectario, aunque en su mayoría estuvieron formadas por miembros de la elite local, brindaron ayuda a sus respectivas colectividades y también a los argentinos nativos que lo requerían. A su vez se convirtieron en un ámbito de sociabilidad y de integración para toda la comunidad.

 

Palabras clave: inmigración; nuevos espacios de sociabilidad; asociacionismo; roles; Las Rosas; Argentina.

 

 

 

Friendly societies in the city of Las Rosas during the 19th century and first decades of the 20th century.

 

Abstract

 

Through this research, our aim is to know the development of the activities implemented by the Friendly Societies established in Las Rosas (Argentina) and integrated by Italian and Spanish immigrants at the end of the 19th century and beginning of the 20th. We intend to reconstruct the ties created around these societies, which were spaces of sociability and solidarity to the ethnic community. We also pretend to investigate which were the relations maintained with the people of Las Rosas. The Friendly Societies that were established there did not confine themselves but broaden to the rest of the community. Although most their members were representatives of the local elite, they offered help both to their own communities (either Spanish or Italian) and also to the Argentinians. At the same time, they became the setting for social relations and integration for the community as a whole.

 

 

Keywords: Immigration; new settings for social relations; associationism; roles;, Las Rosas; Argentina.

 


 

Las Sociedades de Socorros Mutuos en la localidad de Las Rosas durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX

 

Introducción

 

El objetivo de nuestra investigación es conocer el desarrollo de las actividades llevadas a cabo por las Sociedades de Socorros Mutuos creadas en la localidad de Las Rosas por inmigrantes italianos y españoles, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se pretende percibir la relación de estas instituciones que podrían denominarse como nuevos espacios de ayuda mutua y sociabilidad, a través de la acción y los lazos tejidos por sus miembros. Esto evidencia el surgimiento de relaciones de solidaridad que superan los límites sustentados en la pertenencia a una misma colectividad. Por consiguiente, este trabajo intenta ir más allá del análisis de las prácticas que se dan al interior de cada comunidad étnica, en tanto, trata de dar cuenta de las acciones que efectúan en la sociedad que se está gestando en base a la dinámica de la inmigración. Por eso nos preguntamos ¿Cuál era la relación de las Sociedades de Socorros Mutuos creadas por los inmigrantes italianos y españoles respecto del resto de la comunidad de Las Rosas? Nuestra hipótesis de trabajo es que las Sociedades de Socorros Mutuos que allí se instalaron no se cerraron al resto de la comunidad, no tuvieron carácter sectario, brindaron ayuda a sus respectivas colectividades y también a los argentinos nativos que lo requerían. A su vez se convirtieron en un ámbito de sociabilidad y de integración para toda la comunidad.

Aquí aclaramos que por sociabilidad entendemos, en sentido amplio, la tendencia de los seres humanos a interactuar con otros. Lo que hace posible la existencia de la sociedad. Esta tendencia no es instintiva sino que es modelada culturalmente. Al surgir nuevos colectivos surgen nuevos espacios de interacción, donde se tejen redes y nuevas expresiones sociales. La sociabilidad es entonces el terreno de juego donde se produce la circulación y apropiación de “capital social y político” (prestigio, liderazgo, influencia, alianzas) mediante la utilización de determinadas estrategias por parte de los grupos e individuos. Dentro de cada sociedad hay diferentes modelos de sociabilidad y uno de estos modelos es la creación de organizaciones (familias, grupo de amigos, clubes, asociaciones, etc.).

Las personas son productoras de organizaciones y también son producidas por ellas. Son el contexto de acción de los sujetos. Estos crean las organizaciones para destinarlas o para satisfacer su deseo de cambio social planificado. Pero las organizaciones no son instituciones. Las instituciones son cuerpos normativos jurídico-culturales compuestos de ideas, valores, creencias, leyes que determinan las formas de intercambio social. Las instituciones así caracterizadas son abstracciones. Aunque muchas veces sean utilizadas como sinónimo de organización formal. Las organizaciones son el sustento material de las instituciones. Las organizaciones median entre las instituciones (sexualidad, vejez, trabajo, salario, tiempo libre, justicia y religión, etc.) y los sujetos. Éstas pueden ser informales como en el caso de la familia y la comunidad que se basan en lazos de lealtad o cariño o formales, es decir, que tienen objetivos determinados y no funcionan de modo espontáneo sino con un esquema preestablecido. Entre las formales se encuentran las utilitarias en las que por formar parte de ellas se percibe una salario, las normativas impulsadas por razones de orden moral o ético de participación voluntaria y por último las coercitivas ya que uno forma parte de ella contra su voluntad por ejemplo los psiquiátricos y las cárceles, su objetivo es aislar a la persona del resto de la sociedad.

Las organizaciones materializan el orden social establecido por las instituciones. Dentro de las organizaciones hallamos “grupos sociales”, esto es, conjuntos de personas que tienen una identidad reconocida por el resto y que mantienen algún tipo de vínculo o relación entre sí. Tienen intereses, experiencias comunes, vínculos de confianza, lealtad o dependencia. El acontecer de los grupos depende de los siguientes factores: 1) la relación de su tarea con la tecnología central de la organización (o los recursos con los que funciona) 2) su ubicación en la estructura jerárquica 3) la estratificación jerárquica que presente el propio grupo 4) el carácter forma/informal del grupo en relación con la organización 5) la situación que determina la reunión del grupo (ocio, capacitación, entre otras) 6) la historia del grupo en la organización (si se destacó en algo o no) 7) características individuales de sus miembros.

Dentro de las organizaciones se desarrolla cierta “interacción social” y para explicarla es importante conocer el término de estatus, que es la posición social que ocupa una persona y que los demás reconocen. Desde la perspectiva sociológica no es sinónimo de prestigio sino de responsabilidad, privilegios y expectativas que acompañan esa posición. El estatus nos dice mucho de cómo va a actuar una persona en un determinado contexto social. Nos dice quiénes y qué somos en relación a otros individuos y qué es lo que esperan otras personas de nosotros. El estatus que ocupamos en una relación social nos confiere una identidad social. La ocupación de una persona es una parte importante de ella. Hay dos clases de estatus, el adscripto que es el que nos adjudican al nacer y no podemos elegirlo y el adquirido que es ocupado por nuestros propios esfuerzos. El primero muchas veces determina al segundo.

Otro componente importante de la sociabilidad es el rol, que son las expectativas sobre la conducta que se esperan de una persona según su estatus. Es la manifestación del estatus, es la función, la tarea que uno desempeña dentro de una organización.

Las sociedades de socorros mutuos son manifestaciones de sociabilidad formal, normativa e institucionalizada, ya que las relaciones interpersonales se dan dentro de organizaciones formales de las que las personas forman parte. Sus miembros no sólo tienen un estatus dentro de la organización, sino también fuera de ella como hombres de trabajo y como miembros de sus propias familias y además como expresión de estos estatus tendrán sus respectivos roles. Está de más decir que cada forma de sociabilidad está condicionada por el contexto social que la rodea y a su vez también lo modifica.

Ahora bien, según Bjerg, “…la sociedad mutual representaba la recreación de una comunidad en la que los extranjeros podían imaginarse integrados a las representaciones y contenidos culturales del mundo que habían dejado.” Son nuevos centros creados para la recreación de su viejo mundo, pero también para brindar facilidades en la inserción en el nuevo ámbito. En los bailes que se organizaban, por ejemplo, los obreros, artesanos, empleados de comercio interactuaban con sus pares, para enterarse de las noticias acerca de su lugar de origen, para intercambiar información útil acerca de trabajos y salarios, para lucir nuevos trajes o para cortejar a alguna compatriota. Las iglesias también eran un lugar de congregación muy importante entre las comunidades de inmigrantes. En las misas los compatriotas se reunían para compartir su fe, pero también eran espacios propicios para desarrollar la sociabilidad, donde los recién llegados se ponían en contacto con los más antiguos en la región, para enterarse de nuevos trabajos o para realizar cortejos. Por otra parte, el ámbito de sociabilidad familiar se nota una cierta restricción a la libertad de elección que es impuesta no sólo por la tradición sino también por los ámbitos de interacción en los que la familia se mueve, en esto interviene por supuesto la autoridad de los padres. En aquellos años la mujer tuvo una sociabilidad restringida a los ámbitos étnicos en los que se movían sus padres y eso las privaba muchas veces de elegir marido fuera de su colectividad, de ahí la fuerte endogamia de aquellos años.

Con la llegada de esta gran masa de inmigrantes, el mundo rural y urbano se complejizó en todos los aspectos. Económicamente, se engrosa la mano de obra para arrendamientos y aparcería. A su vez, las grandes estancias que antes eran trabajadas sólo por unos pocos hombres ahora comienzan a emplear gran cantidad de peones. También cambió abismalmente en el aspecto social, donde las relaciones entre argentinos nativos y extranjeros fueron articulando nuevas identidades al tiempo que se fueron reacomodando a la nueva realidad. La identidad étnica muchas veces condicionaba estas relaciones, ya que muchos grupos de inmigrantes manifestaban sus lealtades preservando el idioma, la dieta, las creencias religiosas y a la vez también creando cierto número de instituciones que les ayudaban a concretar este fin. Estas se constituyen como nuevos ámbitos de sociabilidad para las colectividades donde se generan dinámicas diferentes a las que previamente existían en la comunidad.

Bajo estos lineamientos conviene señalar que la comunidad de Las Rosas se formó paralelamente a la inmigración masiva de europeos; no existía previamente un pueblo, sino diversas estancias con sus respectivos trabajadores que al mismo tiempo eran sus habitantes. Por lo que en teoría los nuevos pobladores y las nuevas dinámicas que con ellos se gestaron fueron lo que generó la formación del pueblo en primera instancia.

Ahora bien, nuestro trabajo se divide en varias partes, en un primer momento comenzaremos haciendo una aproximación acerca de las características de la migración europea que masivamente llegó al país luego de 1880 y de los nuevos espacios de sociabilidad creados en torno a dichos grupos. Luego nos detendremos minuciosamente en el caso de la localidad de Las Rosas, donde analizaremos como se fueron gestando sus sociedades de socorros mutuos y las relaciones de estas con el resto de la comunidad.

La investigación se funda en el estudio de bibliografía general y especializada en la temática en cuestión. A su vez, estará sujeta al análisis de fuentes escritas: actas extraídas del seno de las instituciones estudiadas redactadas por sus propios miembros utilizadas para registrar su funcionamiento interno, como así también libros conmemorativos creados por el 50º y 75º aniversario de la fundación de la localidad, y planillas del censo de población del año 1887.

 

La puesta en acto del modelo agroexportador: el triunfo de la “civilización”. La llegada de los inmigrantes en búsqueda del progreso

 

La inmigración europea especialmente de las nacionalidades italianas y españolas que comenzó a desarrollarse a mediados de 1880 tuvo un carácter masivo ¿Qué queremos decir con esto? Que la llegada de extranjeros al país fue multitudinaria como lo muestran las cifras del estudio de Fernando Devoto: “Entre 1881 y 1914, algo más de 4.200.000 personas arribaron a la Argentina.”

Argentina fue un polo de atracción para esta masa de inmigrantes debido a que el gobierno realizó campañas de promoción en el extranjero, mediante emisarios enviados para tal fin a Europa. Se contaba acerca de la existencia de fuentes de trabajo disponibles y seguras, de tierras de las que podían volverse propietarios, se hablaba de desarrollo y de progreso. Además, muchos inmigrantes con suerte, que habían conseguido vivir bien en el país, enviaban cartas a sus familiares para instarlos a venir al país y eso también se volvía propaganda.

Las bases teóricas de la promoción de la política inmigratoria tienen su origen en pensadores como, Alberdi y Sarmiento, pertenecientes a la llamada generación del ’37, portadores de la llamada “retórica premigratoria” que es planteada por Devoto. Los mismos fueron los generadores de un proyecto de país que en armonía con la ideología liberal de la época, tenía que cumplir con las siguientes premisas. Primero se debía poblar el territorio y luego había que “civilizar” a los habitantes oriundos de estas tierras. Para ello eran importantes esos nuevos pobladores extranjeros. La explicación de esto es simple, el ciudadano nativo no era el deseado por estos intelectuales, sino el europeo del norte, que traería el “progreso y la civilización” a la Argentina, contrapuesto a la “barbarie” del gaucho y del aborigen que lo único que lograban era “sumir al país en el atraso”. En el marco de la puesta en marcha del modelo agroexportador ideado por las elite de la época; el progreso se basaría en el trabajo que los extranjeros desarrollarían en la agricultura, que como actividad económica tendría capacidad de transformación social y política. Según Sarmiento se implantarían en el país nuevos hábitos y comportamientos que serían tarde o temprano imitados por los nativos.

Así es como durante la presidencia del general Julio Argentino Roca (1880-1886) y aún después los extranjeros comenzaron a llegar masivamente. Mayoritariamente eran hombres jóvenes o grupos familiares, de origen rural y pertenecientes a Europa del sur, exactamente lo opuesto a lo que esperaban los teóricos liberales, quienes, como ya señalamos, anhelaban la afluencia de hombres de clase media, habitantes de Europa del norte, la parte más desarrollada de ese continente.

Los inmigrantes se localizaron principalmente en la región pampeana (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa) y se dedicaron en su gran mayoría a tareas agrícolas. Estas zonas eran vastas extensiones muchas de ellas recién conquistadas que se necesitaba hacerlas producir para contribuir con el modelo económico al que se aspiraba. Por ellos los inmigrantes eran destinados a estas tierras.

El predominio de los italianos por sobre las demás colectividades llegadas al país fue abrumador, lo que comenzó a generar temor en las elites políticas locales. Una de las razones era la amenaza de una política imperialista impulsada por Italia sobre las “nuevas colonias americanas”. La aspiración de muchos grupos de educar a sus hijos en su propia lengua y en sus propias instituciones comienza pensarse como un problema. Ello se evidencia en la opinión de Sarmiento quien “…en su recorrida por las colonias santafesinas, había quedado negativamente impresionado por la poca integración que se producía entre los distintos grupos étnicos. Los inmigrantes, además, no se nacionalizaban y ello les impedía cumplir el papel transformador del sistema político que sólo una mesocracia (y los inmigrantes eran esa clase media) podía garantizar.”

En este sentido Di Tella asevera que: “Toda una masa mayoritaria del país moderno sentía nostalgia e identificaciones positivas fuera de sus fronteras: una situación fascinante para muchos observadores pero que dificultaba la construcción de una nación. (…) Las colectividades extranjeras tenían una intensa vida asociativa, basada en mutuales, escuelas, entidades culturales y periódicos. (…) a veces, la pertenencia étnica demostraba ser una base más confiable de solidaridad que la común condición profesional.

Los inmigrantes fomentaban a las autoridades políticas ciertos temores ya que contaban con una vasta estructura comunitaria que les brindaba todo tipo de servicios y asistencia desde periódicos hasta sociedades de socorros mutuos. Ahora bien, la elite dirigencial argentina no temía tanto a los españoles como a los italianos, esto puede deberse en parte a las relaciones de estos inmigrantes con el gobierno de su país de origen. Nos dice López de Gomara: “En cuanto a España, no nos reconoce en forma alguna (a los inmigrantes) como entidad a ella vinculada, procediendo a la inversa que el gobierno Italiano, por ejemplo, el cual no sólo organiza, dirige y cuida a su inmigración a la Argentina, como un ejército destinado a pacifica conquista, sino que aún después de convertida en núcleo de población de la República, mantiene su espíritu y su cohesión orgánica…”

Las elites dirigentes argentinas comenzaron poco a poco a sentir miedo de esa masa de inmigrantes que veían crecer cada día y que ellos mismos habían fomentado para su proyecto modernizador. Ya no veían en esas personas un sinónimo de progreso, sino que las convertían ahora en su antítesis, el inmigrante organizado, politizado y comprometido para mejorar su condición de vida, ya no era bienvenido en el país.

 

Sociedades de Socorros Mutuos en Argentina

 

Inicialmente nos interesa señalar que en Argentina la función que luego ocuparon las sociedades de socorros mutuos antes eran cumplidas por las hermandades, las cofradías o las iglesias, pero cumplían sólo tareas de beneficencia, la idea de mutualismo es traída por los inmigrantes europeos. Por consiguiente, podemos aseverar que las sociedades de socorros mutuos no son un invento nacional, al arribar a Argentina, estas instituciones ya tenían una amplia trayectoria en Europa. Según Devoto, el mutualismo italiano surgió y se desarrolló principalmente en las zonas urbanas del área noroccidental en especial en Piamonte como también en Liguria; posteriormente el fenómeno se extendió a otras áreas del país pero con menos intensidad. Las diferentes formas que adquirió el mutualismo en Europa según Devoto condicionan las características del mismo en Argentina. Dicho investigador señala que éstas se instalaron en nuestro país a mediados de la década de 1850 y aparecieron primeramente en Buenos Aires.

Siguiendo los estudios realizados por el historiador recién aludido pueden identificarse dos tipos de sociedades que se instalaron: las de oficios y las de base étnica, entre las primeras el caso más antiguo es la Sociedad Tipográfica bonaerense y la de Zapateros (fundadas en 1857) y de las segundas: la Asociación Francesa (1854), la Sociedad Española de Socorros Mutuos (1857) y la italiana de Unnione e Benevolenza (1858). Otros tipos de asociaciones tales como las patronales, las católicas y las políticas fueron las creadas en el último tramo del siglo XIX y en los comienzos de XX. Las primeras eran promovidas por las empresas para contrarrestar a las clases obreras, eran por lo general de filiación obligatoria. Las sociedades católicas de socorros mutuos tenían un alcance social más importante mientras que las de raíz política fueron promovidas en la mayoría de los casos por el Partido Socialista, siendo impulsadas en comunidades pequeñas, en zonas rurales combinando la ayuda mutua con la resistencia y la propaganda. En el presente trabajo sólo se contemplarán las sociedades de socorros mutuos generadas por las colectividades aglutinadas bajo el criterio de etnicidad.

Bajo esta perspectiva incorporamos el planteo de Federico Pérgola, quien manifiesta que el mutualismo puede ser definido como: “…una doctrina económica y sociológica del seguro social constituido sobre la base de asociaciones voluntarias, en las cuáles algunos de sus partidarios ven el medio de llevar a cabo la transformación económica de la sociedad y la instauración de un sistema de producción de tipo colectivo. Habitualmente estas organizaciones basan su actividad en los siguientes principios: adhesión voluntaria, organización democrática, neutralidad ideológica (política, religiosa, racial y gremial), contribución pecuniaria en consonancia con los beneficios a recibir, capitalización de los excedentes y capacitación de sus adherentes (social, cultural, mutual). La participación –así como ocurre en la política- es un elemento clave en el mutualismo, aunque en determinado momento las acciones ejecutivas recaigan en un líder o en un grupo de liderazgo.”

El autor también habla del verdadero cometido de estas sociedades que es “…ofrecer asistencia ante situaciones de emergencia o necesidad a través de la ayuda solidaria”. Destaca que la ayuda brindada está dirigida a quienes pertenecen a grupos humanos formados a partir de algún tipo de relación entre sus integrantes. Están por lo general organizadas como entidades sin fines de lucro y se mantienen por contribuciones periódicas o cuotas sociales de sus asociados. Según datos estadísticos tomados por Pérgola en su análisis las Sociedades de Socorros Mutuos constituidas por italianos eran la mayoría, seguidas por las españolas. Según Devoto, las asociaciones italianas tenían entre sus objetivos la enseñanza de la lengua italiana, la ayuda mutua, la beneficencia, las actividades deportivas/culturales. No obstante, como sugiere Eduardo Zimmerman, tales beneficios no eran solo exclusividad de los grupos recién aludidos puesto que los británicos, los alemanes e incluso los franceses también contaban con sus propios servicios de asistencia de salud, sus instituciones escolares, de recreación, etc.

Las características sociales y ocupacionales de estas sociedades fundadas en una igual pertenencia étnica eran múltiples/policlasistas, pues nucleaban desde empresarios hasta obreros. Hecho que devela que existía una supremacía de la solidaridad étnica por sobre la de clase. Otra de las características inversa al caso de los afiliados, es la situación de los dirigentes, que en su mayoría formaban parte de la elite o las clases altas. También nos acerca el hecho de que en las áreas semiurbanas (como la que trata nuestro estudio) la participación en dichas agrupaciones era alta, debido al papel de centro de actividades comunitarias desempeñado por ellas. Bjerg sostiene que las conmemoraciones patrias, los bailes, las bandas musicales y las obras de teatro organizadas en los salones de las mutuales siempre tenían nutrida concurrencia de afiliados y dirigentes. Ambos se integraban en el mismo espacio en el que todos se identificaban a partir de su origen étnico compartido y se imaginaban integrantes de una comunidad. Hay que recordar por último en el caso de estas asociaciones el hecho de que los países de origen de los inmigrantes evocaban el jus sanguinis (la nacionalidad se hereda por vía paterna), por lo que su aspiración más grande es la conservación de su ciudadanía.

 

Los problemas que suscita la inmigración: la nacionalización, el proyecto más buscado

 

Las preocupaciones de las elites dirigentes argentinas comenzaron a crecer en torno de la llegada de los inmigrantes y empezaron a plantearse seriamente el tema de la nacionalización de los recién llegados. Primero se veían cercados por inmigrantes que ellos no habían deseado para “su país” y luego descubrieron con temor que no les sería tan fácil controlarlos y manejarlos. En las sociedades italianas de socorros mutuos (pero también en las españolas), la adopción de la ciudadanía argentina implicaba en casi todos los casos, la pérdida de los derechos sociales y la exclusión o expulsión de la entidad étnica, lo que generaba una resistencia a su adquisición. Los italianos en especial veneraban a sus héroes nacionales, exacerbando aún más el temor de las clases gobernantes argentinas que veían con espanto estas manifestaciones de nacionalismo. Otro aspecto que resultaba problemático para las elites argentinas y que fue clave para la decisión de implementar un proyecto nacionalizador, fue la celebración por parte de estos grupos de sus fiestas patrióticas, que muchas veces opacaban a las fiestas patrias nacionales. Las fiestas patrias argentinas ya no entusiasmaban, pues a partir de 1883 la presencia del Estado se hizo más fuerte y las celebraciones se “militarizaron”, se volvieron ordenadas, poco espontáneas y la participación popular se volvió casi nula, lo que fomentó la indiferencia del público. En cambio las fiestas extranjeras llamaban mucho la atención, entusiasmaban a su público, se realizaban marchas con los miembros de las sociedades de socorros mutuos, se reunían en las plazas con sus banderas, se cantaban canciones patrióticas, himnos y la participación popular era numerosa, se realizaban juegos de pelota, se tiraban fuegos artificiales, había coros, se vendían rifas, se realizaban conciertos, fiestas de gala y bailes. Todo está pompa amenazaba con tapar las festividades argentinas. Probablemente esto hiriera el orgullo de más de un dirigente. Acerca de esto Bertoni nos dice que “…la dimensión de las fiestas extranjeras en el espacio simbólico crecía, amenazando tapar las fiestas patrias propias que aunque nunca dejaron de tener concurrencia, confrontadas con aquellas se veían vacías y sin entusiasmo.” Se empezó a ver con urgencia la necesidad de despertar el amor a la patria, de construir una tradición que fuera digna de venerar para poder afirmar la soberanía de la nación por sobre las demás, de ahí que comenzó a ser importante construir una historia para el país y mitos heroicos acerca de las figuras más importantes del pasado argentino para contrarrestar a las figuras italianas y españolas. Debido a esto se decidió extender la enseñanza de la Historia a grados inferiores (antes sólo se enseñaba en el secundario), se comenzó a cantar el himno nacional y se estableció la celebración de las fiestas patrias en las escuelas, se crearon museos, se construyeron estatuas y monumentos, se repatriaron restos de próceres, se restauraron sitios históricos y se generalizaron los actos patrios.

Más amenazador aún para estas elites conservadores era el hecho de que muchos de los inmigrantes comenzaron a engrosar las filas de los partidos políticos con ideologías que ellos mismos habían importando a la Argentina, en especial del Anarquismo y Socialismo, que bregaban –quizás esto fue lo que más les molestó- por reformas sociales y laborales para mejorar las pésimas condiciones en las que se hallaban.

Para neutralizar la influencia de estas comunidades comenzaron a surgir en las primeras décadas del siglo XX, entre las filas del gobierno una batería de leyes que según dirá Devoto, se tornaron (si es que no estuvieron pensadas con ese carácter) “represivas”. Hacia 1902, el Congreso sancionó la ley de Residencia y en 1910 la de Defensa Social, que posibilitaban mediante una orden del ejecutivo la expulsión de cualquier extranjero considerado indeseable, lo que dejaba a los inmigrantes prácticamente inhabilitados para protestar contra sus paupérrimas condiciones de vida. Con el mismo fin aunque apuntando mas a una estrategia hegemónica se había impulsado la Ley de Educación 1420 de 1884 que sancionaba una educación primaria obligatoria, gratuita y gradual y posteriormente la Ley Richieri de Servicio Militar Obligatorio en 1901. La acción sobre los hijos de los inmigrantes que permitieron estas dos últimas leyes permitió al Estado argentino ganar la partida en el largo plazo.

Bajo esta perspectiva, podemos indicar que los medios de la clase dirigente argentina para lograr sus objetivos fueron la persuasión cultural de los recién llegados y un control estricto / restrictivo de sus derechos cívicos por ejemplo del voto y las huelgas.

 

Gestación de la localidad de Las Rosas en el marco de la inmigración europea del siglo XIX-XX

 

La localidad de Las Rosas está ubicada en el departamento Belgrano (del cual actualmente su cabecera), en la provincia de Santa Fe. Ella comienza a gestarse con la inauguración de una estación de tren en la zona que formaba parte del ramal ferroviario de Cañada de Gómez a Sastre perteneciente al Ferrocarril Central Argentino que pretendía unir Rosario y Córdoba. Ello hizo que las tierras linderas se revaloricen y sean privilegiadas para la inversión, por lo cual llegan hombres con grandes fortunas que comienzan a adquirirlas. Comienzan a generarse entonces (gracias a las nuevas y rápidas comunicaciones con los puertos que brinda el ferrocarril) grandes y prósperos establecimientos agropecuarios. Hasta 1863 estos campos eran conocidos como “Los Esteros”, en 1864 fueron vendidos por el Estado a Luís Vernet quien los fracciona en 1874 y los vende.

Fue así como desde Gran Bretaña llega William Kemmis, en 1864, quien funda la Estancia Las Rosas. Por su parte, los hermanos Henry y Alfred Dickinson emigran a estas tierras allá por el año 1874, estableciendo luego la Estancia Las Lomas. Ambos campos estaban dedicados a la ganadería. Y en especial Kemmis era uno de los primeros exportadores de caballos puros de “pedigree” a Inglaterra. Los fundadores contrataron entonces horneros, trajeron artesanos y empezaron a dar gran incremento a las pequeñas industrias; el primero de ellos hasta colonizó gran parte de sus campos con el único y principal objeto de conseguir supremacía sobre el otro propietario, esta lucha hizo progresar a ambos.

Los primeros colonos que llegaron entonces a Las Lomas, eran agricultores experimentados procedentes de otras colonias. Los primeros fueron Juan Tuninetti y sus hijos José, Bartola, Segundo y Juan, que tomaron posesión de las chacras en 1887. Durante aquel año también arribaron José Carena, Alfredo Berggini, Antonio Pozzi, José Biei, Bautista Cané y hermanos. A su vez, varios de estos hombres así como algunos recién llegados, en 1892, colonizaron parte del campo La Argentina (Al norte de la estancia Las Tres Lagunas lindera a la colonia Las Rosas) siendo poblada y cultivada su primera legua por Juan Tuninetti e incluso también por sus hijos, Francisco Ferro, Juan Ceretti, José Manuele, Marcelo Spina, Francisco Galeucci, Bartolomé Fenoglio y Jorge Marengo.

Los hermanos Dickinson -en 1888- presentan al instituto topográfico de la provincia los planos para crear un pueblo con el nombre de su estancia, que es aprobado en 1889. Al mismo tiempo Kemmis logra que el ramal ferroviario pase por sus tierras (era un hombre con mucha influencia) y gracias a esto impone al caserío que se estaba gestando en su zona el nombre de su estancia.

El pueblo de Las Rosas fue designado cabecera del departamento Belgrano en 1890 (cuando este fue creado) y fue dotado con su propia comisión de fomento. Al mismo tiempo Las Lomas crecía a un ritmo mayor debido a que más pobladores se instalaban en ella.

El pueblo actual termina de formarse en 1892 con la unión de los dos pueblos, Las Lomas y Las Rosas por un decreto del ejecutivo provincial. A pesar de que el primero era más próspero y más extenso, el pueblo se denominó definitivamente con el nombre de Las Rosas debido a la influencia política de William Kemmis.

El nombre de la ciudad le fue puesto por la flor nacional de Inglaterra, la rosa, como así también lo muestra el escudo de nuestra localidad en el que se pueden ver una rosa blanca como símbolo de la casa de York y una rosa roja como símbolo de la casa de Lancaster, ambas familias enfrentadas en la llamada “Guerra de las dos rosas”. A pesar de haber sido fundada por inmigrantes ingleses e irlandeses (el propio William Kemmis), los habitantes son en gran parte descendientes de italianos y españoles, debido a la segunda gran inmigración para la colonización bajo el sistema de arrendamiento en el territorio santafesino. Muchos de estos últimos inmigrantes llegaron con el fin de construir y trabajar en la estación ferroviaria terminando por instalarse en la región. Por ende los primeros pobladores urbanos serán argentinos, italianos y españoles.

Gastón Gori observa cómo se componen los grupos de inmigrantes que llegan a la región pampeana desde 1890, los italianos son mayoría, luego le siguen los españoles, los rusos, los franceses, los austriacos, los alemanes, los ingleses y por último los suizos. En la localidad de Las Rosas esta distribución inmigratoria se refleja muy bien en el censo de 1887, que fue el primero de tipo general realizado en la provincia de Santa Fe los días 6,7 y 8 de Junio. Simultáneamente a los datos demográficos se relevaba el aspecto agrícola, comercial, industrial y ganadero, para ello la provincia fue dividida en 74 distritos censales, a esta región, la que incluía las estancias La California, Las Lomas, Las Rosas, El Rafango, Las Tres Lagunas, entre otras se la denominó distrito “Amistad”, no existía aún Las Rosas como localidad. Mediante el análisis censal podemos conocer como se componía a grandes rasgos la sociedad de 1887, en este caso en la zona rural y descubrir así las características de la gestación de la ciudad.

Para nuestro análisis utilizamos las planillas censales de tres de las estancias más importantes del distrito Amistad: La California, Las Rosas y El Rafango, debido a que son las únicas con las que contamos. Aunque luego podemos contrastarlas con el resultado general del censo de 1887. Los datos que extraeremos serán los referentes a la composición étnica de la población, a la dinámica de movimientos (es decir si se mueven en familia o no) y al ámbito laboral. Luego los volcaremos en tablas para su mejor análisis.

La California es una estancia fundada por el acaudalado alemán Guillermo Benitz, en el año 1875, (los Benitz llegaron de Europa en 1874) y poseía 4 leguas (11.000 has.) Dentro de la estancia se encontraba la estación de tren homónima. Al norte de La California se encontraba la estancia Las Rosas, de William Kemmis. Y al noroeste de esta se localizaba la estancia El Rafango, creada en 1888, también conocida como Santa Catalina Rafango.

 

Tabla A: Sexo y nacionalidad de los inmigrantes

 

La California

Alemanes

M

1

5

H

4

Estadounidenses

M

.

1

H

1

Argentinos

M

10

31

H

21

Ingleses

M

1

2

H

1

Suizos

M

.

1

H

1

Italianos

M

62

129

H

67

El Rafango

Alemanes

M

.

1

H

1

Argentinos

M

13

21

H

8

Escoceses

M

.

1

H

1

Las Rosas

Irlandeses

M

.

1

H

1

Ingleses

M

4

25

H

21

Alemanes

M

.

2

H

2

Españoles

M

.

1

H

1

Italianos

M

3

14

H

11

Argentinos

M

36

107

H

71

Franceses

M

.

1

H

1

Suizos

M

4

8

H

4

Chilenos

M

.

1

H

1

 

 

Tabla B: Familias según nacionalidades

 

Nacionalidad

Nº Familias

Nº Integrantes

Alemana

2

2

Suiza

1

3

1

5

ÍtaloArgentina

1

3

Inglesa

1

4

Argentina

3

2

8

3

6

4

4

6

1

7

1

8

1

9

Italiana

4

2

1

3

6

4

4

5

5

6

1

7

4

8

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tabla C: Familias distribuidas entre las estancias del Distrito

 

Estancia La California

Población Total: 168

Familias

Personas solas

Alemanes

2

Alemanes

2

Ingleses

.

Ingleses

2

Argentinos

3

Argentinos

14

Suizos

.

Suizos

1

Italianos

24

Italianos

9

Total

29

Total

28

Integrantes

140

 

 

Estancia El Rafango

Población Total: 22

Familias

Personas solas

Escoceses

.

Escoceses

1

Argentinos

4

Argentinos

4

Alemanes

.

Alemanes

1

Total

4

Total

6

Integrantes

16

 

 

Estancia Las Rosas

Población Total: 160

Familias

Personas solas

Ingleses

1

Ingleses

21

Italoargentina

1

Irlandeses

1

Argentinos

17

Argentinos

33

Suizos

2

Alemanes

2

Italianos

1

Italianos

8

 

 

Españoles

1

 

 

Franceses

1

 

 

Chilenos

1

Total

22

Total

68

Integrantes

93

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tabla D: Cantidad de familias por nacionalidad

 

Familias en total

Italianas

25

Inglesas

1

Italoargentinas

1

Argentinas

24

Suizas

2

Alemanas

2

 

 

 

 

 

 

 

 

Entre las tres estancias los hombres (218) eran en total más que las mujeres (134) y también eran de nacionalidades más diversas (Tabla A). Los extranjeros (en general) son más que los nativos argentinos según el resultado general del censo para el distrito Amistad. Las dos nacionalidades preponderantes son la italiana y la argentina. En el total de las estancias censadas los italianos (393) eran más que los argentinos (253). Y entre estos últimos las migraciones internas son frecuentes y se dan principalmente desde Buenos Aires y Córdoba (Tabla B).

Nuestra tabla, al igual que el resultado general del censo para el distrito Amistad nos arrojan el dato de que los suizos, en 1887, eran más que los españoles, lo que es relevante y nos hace aproximarnos a la idea de una futura migración española a la región cuando la localidad de Las Rosas ya se halla constituida.

Entre las tres estancias de las que tenemos datos hay 55 familias en total. Las familias italianas son la mayoría, seguidas de las argentinas. Las inglesas, suizas y alemanas son muy pocas. Según los números los inmigrantes se movían en familia (hay 55 familias con 249 personas en total en contraste con las 102 personas solas). El argentino emigraba más en soledad que cualquier otro grupo étnico, luego los ingleses y los italianos. Las familias varían en número. Las italianas contaban con más integrantes que las familias nativas. No había todavía en 1887 familias españolas en esta área. (Tabla C y D)

 

Tabla E: Ocupaciones según las nacionalidades

 

Cocineros

Patrones/Estancieros

Mucamos

Peones

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

2 inglesas

1 alemán

1 alemana

1 estodoun.

1 argentina

.

15 argentinas

67 argentinos

 

1 español

 

1 irlandés

1 inglesa

 

2 italianas

14 italianos

 

 

 

 

 

 

3 suizas

3 suizos

 

 

 

 

 

 

 

2 alemanes

 

 

 

 

 

 

 

12 ingleses

 

 

 

 

 

 

 

1 francés

 

 

 

 

 

 

 

1 chileno

Chacareros

Medieros

Carpinteros

Domadores

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

.

2 alemanes

2 italianas

3 italianos

.

2 alemanes

.

1 argentino

10 italianas

34 italianos

 

 

 

1 ingles

 

 

Boyeros

Labradores

Capataces

Mayordomos

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

.

3 italianos

.

1 italiano

.

2 argentinos

.

1 escocés

 

 

 

 

 

1 inglés

 

1 inglés

Puesteros

Compositores

Visitadores

Pupilos

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

1 argentina

2 argentinos

.

1 inglés

.

1 inglés

.

1 inglés

Cuidadores

Niños s/profesión

Adultos s/profesión

Poseros

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

Hombres

.

1 inglés

28 argentinas

32 argentinos

4 argentinas

3 argentinos

.

1 argentino

 

 

36 italianas

2 suizos

15 italianas

2 italianos

 

 

 

 

1 suiza

20 italianos

3 inglesas

 

 

 

No catalogados

 

 

 

 

 

 

Mujeres

Hombres

 

 

 

 

 

 

1 argentina

1 argentino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto de los oficios ejercidos por esta población, hasta 1900 la administración de una estancia estaba estructurada de la siguiente manera: el director o mayordomo (gerente contratado) era la jerarquía superior, si él era el propietario se lo llamaba estanciero y si su estancia era muy grande podía tener un mayordomo contratado, este puesto estaba reservado a escoceses e ingleses. La segunda jerarquía era la de capataz que estaba a cargo de las cuadrillas de peones, nuevamente había ingleses y se suman los argentinos. Las estancias pueden estar divididas en secciones, cada una con un puestero que cuida de ellas, en este caso los puesteros son todos argentinos.

Podemos encontrar también chacareros que se ganan la vida en una pequeña granja, boyeros que son las personas encargadas de dirigir a los bueyes, labradores y a los peones (término genérico para todos los trabajadores de una estancia). La profesión más extendida entre los inmigrantes era esta última y luego el oficio de chacarero. La peonada tenía mayoría de argentinos (82) y la chacarería mayoría de italianos (44), los peones italianos eran muy pocos (16) y no había chacareros argentinos. Los italianos se dedicaron entonces a tareas principalmente agrícolas: fueron peones, chacareros, medieros, boyeros y labradores. En cambio las demás nacionalidades como los ingleses, alemanes o argentinos variaban más (Tabla E).

Las mujeres de varias nacionalidades por lo general seguían a sus maridos, hermanos o padres en las tareas agrícolas o se quedaban en casa bien porque eran pequeñas o porque se dedicaban a otras profesiones (mucamas, cocineras) o eran amas de casa.

En el censo de 1887, los resultados finales nos muestran además otras profesiones: albañiles, carreros, comerciantes o pulperos (dentro de las estancias), herreros, horticultores, jornaleros, lavanderos, planchadores y rentistas, pero estas tareas no abundaban en el distrito Amistad.

Estos datos pueden darnos entonces un panorama de cómo era la sociedad de esta región en 1887: la zona rural era el ámbito en donde se desarrollaba y se concentraba la vida del inmigrante y también del argentino nativo. Las tareas agrícolas eran las predominantes y las elegidas por la mayoría de estos colectivos. El nivel de vida de la mayoría de la población era bajo, exceptuando por supuesto a estancieros, patrones y mayordomos.

Las Estancias contaban con tanta cantidad de habitantes que no es de extrañar que a los fundadores les surgiera la idea de crear un pueblo.

Ahora bien pongamos ejemplos concretos. En 1879 (unos años antes del primer censo provincial) encontramos las primeras pulperías, la de Esteban Giordano en la estancia “La Argentina” y luego la de Juan Benvenuto, los primeros pobladores de 1887, los italianos Tuninetti, Carena, Bergini, Pozzi, Biei, y Cané. Debido al impulso de la población surgen más adelante algunos comercios, los almacenes de P. Trompet, L. Negrusi y C. Cavalli, las fondas y posadas de Borri, Carignano, Bartola Blua y E. Carani y las panaderías de Celestino Battaglia y C. Castellano. Podemos nombrar también a los primeros fabricantes de ladrillos Francisco y Pablo Tettamanti y los primeros constructores, Pedro Cantarutti, Antonio Meroni, Pedro Rizzi, Enrique Chiesa y Atilio Tettamantti. La primera farmacia fue propiedad de Domingo Bollati. En carpintería y herrería se destacaron los señores Rabotti, Macagno y Agide Amadei. Como se puede apreciar muchos de estos hombres son italianos. Algunos de estos hombres instalaron sus comercios o talleres dentro de las estancias y otros lo hicieron en la incipiente “aldea” como la caracterizan algunos libros. Recordemos el dato que nos decía que los fundadores competían entre sí y por ello contrataban personas para cubrir determinado puesto, tarea o quehacer, que se convertirían luego en los primeros pobladores.

La colectividad dominante era la italiana, los españoles todavía no se habían instalado en masa en la región. Estos datos nos ayudan a pensar en que sociedades van a formarse primero y cuáles unos años después y también que tipo de personas van a integrarlas. También nos plantean un problema ¿fueron los italianos dedicados a las tareas agrícolas quienes formaron parte de la sociedad de socorros mutuos? ¿O fueron italianos dedicados a otras profesiones preferentemente urbanas? Si se aceptaban a chacareros y peones podríamos suponer que debido a su número la cantidad de participación habría sido numerosa. ¿Realmente fue así?

Con respecto a los españoles ¿Cuándo comenzó su afluencia masiva hacia estos territorios? Ciertamente no en 1887, los españoles no eran habitúes a instalarse en el campo, y eso era lo que por estos parajes podía ofrecérseles. Llegaron cuando los pueblos ya estaban en marcha. Con respecto a esto Hugo Rodino nos dice “(…) dada la llegada tardía de la inmigración española (sobre todo en comparación con la italiana), es lógico que estos inmigrantes vieran en la Argentina un país que daba (…) amplias chances de establecerse en las ciudades.”

Al español no se lo asocia comúnmente entonces a las labores rurales sino al comercio, a saber: “…a los distintos grupos regionales de inmigrantes españoles se los asocia comúnmente con ciertas profesiones: los catalanes aparecen como industriales, artesanos o profesionales; los gallegos ejerciendo el servicio doméstico o la gastronomía; los castellanos y andaluces como tenderos o empleados en general; los vascos desempeñando tareas agrícolas (por ejemplo, alambradores) o como lecheros.”

En cuanto a los italianos, como ya observamos, después de engrosar la población rural, se localizaron en el pueblo dejando de lado los primeros oficios y volcándose a otra clase de profesiones. Los españoles llegaron en su mayoría cuando la urbanización ya estaba en marcha y se dedicaron al comercio. “En los primeros años del siglo XX ya empezaban a equipararse en número con los italianos, y con posterioridad a 1910 los sobrepasaron.”

Los censos posteriores nos arrojan los siguientes datos. En el de 1895, punto en el cuál Las Rosas ya se encontraba constituida como pueblo jurídicamente, hay un total de 96 varones españoles y 42 mujeres, 2509 varones italianos y 1504 mujeres. Los argentinos eran 2718 hombres y 2217 mujeres. Es decir que el número de italianos y argentinos era muy similar, pero los españoles eran una minoría, lo que explica la demora de esta colectividad en fundar su propia asociación.

Más adelante, en 1914, la población española del departamento crece; en zona urbana asciende a 405 personas y en zona rural a 1466 (1871 personas en total) y el número de italianos asciende a 1411 en zona urbana y 3044 en zona rural (4455 personas). Es decir que la población italiana no crece considerablemente, sino que mantiene su número en lo que va de 1895 a 1914, pero sí aumenta considerablemente la población española.

Podemos decir entonces que la localidad de Las Rosas fue creada, gestada y estructurada en base a la dinámica de los inmigrantes. Matizando esta imagen, Miguel Gonzáles observa precisamente que Las Rosas era una población gringa fundada por criollos que poblaban las estancias o los suburbios del pueblo.

 

Las Sociedades de Socorros Mutuos en la localidad de Las Rosas

 

En Las Rosas a pesar de que la localidad fue fundada por ingleses, las primeras Sociedades de Socorros Mutuos pertenecieron a las colectividades italiana y española ya que fueron estas las predominantes.

La Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Unnione y Benevolenza es la más antigua de las instituciones de la localidad de Las Rosas, siendo fundada el 2 de agosto de 1891, por inmigrantes italianos, que tenían como fin el socorro mutuo y el desarrollo de la comunidad, según ellos, sin distinción de credo, raza ni nacionalidad. Sus fundadores fueron: Domingo Bollati, Aurelio Tettamantti, José Baroncelli, Vicente Crova, Celestino Battaglia, Carlo Biei, Luís Roncato, Pedro Benvenuto, Ángel Morcelli, Andrés Macagno Luís Baroni, José Fenoglio, José Pascuali, Luís Carignano, Enrique Chiesa, Juan Bautista Benvenuto, Ércole Garibaldi, Victorio Ponisio y Antonio Rosso. El grupo creador de la institución estaba compuesto por 19 miembros. Años después, el día 27 de Agosto de 1899, se celebró una reunión de la Asamblea Ordinaria, en donde se deja clara la imposibilidad de conseguir nuevos socios y sólo son 22 los firmantes. Es decir que su número no aumentó considerablemente en los años posteriores. Numéricamente hablando esta organización cuenta con un número estable de socios, lo que supone cierto retraimiento de la comunidad por motivos que por ahora no podemos mas que especular (por ejemplo: altos costos de las cuotas, dificultades de la legitimidad de sus dirección, etc.).

 

Tabla F: Miembros de las Comisiones Directivas de la Sociedad Italiana. 1891 a 1929. (Sólo cargos de dirección)

 

 

Presidente

Vicep.

Tesorero

1891

Celestino Battaglia

Luis Baroni

Andrés Macagno

1892

Juan Rossi

Luis Carignano

Andrés Macagno

1893

Celestino Battaglia

Luis Carignano

Bautista Benvenuto

1894

Bautista Benvenuto

Pedro Benvenuto

Andrés Macagno

1895

Marcos Morra

Celestino Battaglia

Andrés Macagno

1896

Marcos Morra

Celestino Battaglia

Andrés Macagno

1897

Juan Firpo

Juan Rivotti

Andrés Macagno

1898

Marcos Morra

Domingo Bollati

Andrés Macagno

1899

Sebastián Bailone

Atilio Tettamanti

Andrés Macagno

1900

Sebastián Bailone

Atilio Tettamanti

Andrés Macagno

1901

Sebastián Bailone

Angel Belloni

Jose Vignolo

1902

Sebastián Bailone

Angel Belloni

Jose Vignolo

1903

Angel Belloni

Angel Mariotti

Jose Vignolo

1904

Celestino Battaglia

Angel Mariotti

Jose Vignolo

1905

Angel Belloni

Esteban Bailone

Jose Vignolo

1906

Angel Belloni

Jose Compagnucci

Jose Vignolo

1907

Jose Vignolo

Jose Compagnucci

Esteban Bailone

1908

Jose Vignolo

Jose Compagnucci

Jose Vignolo

1909

Jose Vignolo

Angel Mariotti

Jose Vignolo

1910

Jose Vignolo

Camilo Campana

Jose Vignolo

1911

Antonio Meroni

Nicolás Sardi

Sebastian Siri

1912

Antonio Meroni

Nicolás Sardi

Sebastian Siri

1913

Antonio Meroni

Nicolás Sardi

Sebastian Siri

1914

Antonio Meroni

Nicolás Sardi

Sebastian Siri

1915

Antonio Meroni

Herminio Cornaglia

Sebastian Bailone

1916

Antonio Meroni

Herminio Cornaglia

Sebastian Bailone

1917

Antonio Meroni

Herminio Cornaglia

Luis Oldani

1918

Angel Mariotti

Herminio Cornaglia

Antonio Meroni

1919

Luis Oldani

Herminio Cornaglia

Emilio Garino

1920

Herminio Cornaglia

Jose Spina

Emilio Garino

1921

Herminio Cornaglia

Jose Spina

Emilio Garino

1922

Herminio Cornaglia

Jose Spina

Emilio Garino

1923

Luis Brovelli

Tomás Garzino

Jose Spina

1924

Luis Brovelli

Herminio Cornaglia

Jose Spina

1925

Ernesto Maritti

Herminio Cornaglia

Jose Spina

1926

Ernesto Maritti

Herminio Cornaglia

Jose Spina

1927

Ernesto Maritti

Herminio Cornaglia

Jose Spina

1928

Ernesto Maritti

Herminio Cornaglia

Jose Spina

1929

Jose Compagnucci

Herminio Cornaglia

Jose Spina

 

Lo que nos demuestra este cuadro es la continuidad en los cargos mayores de los órganos de dirigencia. Evidentemente hay una cierta falta de recambio ya que vemos que los mismos nombres vuelven a repetirse una y otra vez. Es decir que rápidamente se constituye una elite dirigente de cierta consistencia que mantiene el control de la asociación a lo largo de las primeras décadas de su existencia.

En 1927 se bautiza su sede definitiva con el nombre de Gabriel D’Annunzio. La elección del nombre del salón se debió seguramente a un fuerte nacionalismo italiano que todavía imperaba en la sociedad en esta ocasión en la clave que predominaba en la Italia fascista contemporánea. Ahora bien, a la hora de colocar la piedra fundamental para la construcción de la sede, se formó una comisión honoraria de personalidades locales de la que formó parte Policarpo Requena, una de las caras visibles de la Sociedad Española, de la que hablaremos a continuación.

La Sociedad Española de Socorros Mutuos de la localidad de Las Rosas fue fundada el 6 de Septiembre de 1903, 12 años después de la fundación de la Sociedad Italiana, por veinte españoles, la mayoría provenientes de la provincia de Lugos (Galicia), sus nombres eran los siguientes: J. Altube, Rafael Moradillo, Policarpo Requena, Ricardo Salazar Andrés Núñez, Juan Zarraga, Lorenzo López, Víctor Quinteros, Matías Mestre, Bartolo Barceló, Domingo Pozo, Juan Pons, Vicente Moza, José Pino, Manuel Longueira, Cosme Landa, Antonio Díaz, Pieolau, José Vilche, José Mida y Vicente Aguirrazabal. Su fin originalmente era filantrópico, ayudar al necesitado. Lamentablemente no contamos con datos de los posteriores integrantes de sus órganos de conducción como lo hicimos con la Sociedad Italiana, por lo cual nuestro análisis se basará en los primeros miembros y sólo en algunos integrantes posteriores.

Comenzaremos entonces con un estudio de estas instituciones. Podemos señalar primeramente que ambas sociedades son organizaciones formales de corte normativo ya que se rigen por estatutos. En el caso de la Sociedad Italiana los estatutos se tomaron de modelo de la Sociedad de Socorros Mutuos “Unnione y Benevolenza” de Rosario, de Cañada de Gómez y seguramente también así lo hizo la Sociedad Española con otras asociaciones de la misma colectividad fundadas anteriormente en otros lugares.

Para nuestro análisis utilizaremos la tipología de Federico Pérgola acerca de las sociedades de socorros mutuos que plantea diversas características: participación voluntaria, organización democrática, contribución pecuniaria, capacitación de adherentes, creación de un grupo de liderazgo por lo general perteneciente a una elite, enseñanza del idioma, actividades de beneficencia y deportivas, transformación económica de la sociedad, neutralidad ideológica y miembros de diferentes sectores sociales. Debemos ahora analizar si las dos instituciones estudiadas se corresponden ellas.

Ambas son asociaciones voluntarias, sus miembros no son obligados a participar en ellas, lo hacen porque desean. Poseen una organización democrática, eligen por votación a los miembros de la comisión directiva y renuevan sus autoridades. Esto es lo que nos demuestran las actas, por ejemplo, en un acta del año 1906 (no contamos con el número) el Consejo Directivo de la Sociedad Italiana renueva al vicepresidente que es elegido en Asamblea General, siendo electo por once votos el señor Angelo Belloni. En cuanto a la Sociedad Española encontramos en el acta Nº 3 del año 1903 que reunidos en Asamblea General aprueban por unanimidad el reglamento general de la organización.

¿Sus miembros realizaban contribuciones pecuniarias? Sí, sus integrantes contribuían monetariamente. De otra manera la sociedad no podría haber funcionado aceitadamente. Pero no tienen fines de lucro, recaudan para brindar beneficios a sus asociados y realizar diferentes actividades.

¿Capacitaban a sus adherentes? En el caso de la Sociedad Española se puede citar como ejemplo de una incipiente capacitación el acta Nº 4 del año 1903 donde se da cuenta de la compra de algunos elementos para la sede, siendo nombrados entre algunos otros una imprenta y una biblioteca. Lo que puede significar que se le daba importancia a la lectura y a la difusión. Y en el caso de la Sociedad Italiana citamos un fragmento del libro del 75º aniversario en donde se da cuenta de que “(…) tiende principalmente a unir y vincular entre sí a todos los italianos, sus hijos y los argentinos nativos y naturalizados, procurando la instrucción de los mismos, con la creación de bibliotecas (…)”.

Tienen un grupo de liderazgo que es su comisión o consejo directivo, con un presidente al frente. En el caso de la Sociedad Española su primer presidente fue el señor Rafael Moradillo, su vicepresidente fue Ricardo Salazar, el primer secretario Víctor Quinteros, el prosecreatio Andrés Muñoz, el primer tesorero Policarpo Requena, el pro tesorero Juan Zarraga, y los vocales Lorenzo López, Cosme Landa, Bartolo Barceló y Matías Mestre. Esta organización se estructuraba de igual manera que la Sociedad de Socorros Mutuos de Cañada de Gómez (creada en 1897) por lo que nos hace pensar que esta fue tomada de modelo. En cuanto a la Sociedad Italiana el primer grupo de liderazgo estaba compuesto por su presidente Celestino Battaglia, vicepresidente Luigi Baroni, tesorero Andrés Maccagno, secretario Domingo Bollati y concejales Ángel Morselli y Pedro Benvenuto.

¿Sus dirigentes eran parte de sectores sociales con alto poder adquisitivo? Es muy factible que así fuera ya que por sus profesiones, varias de ellas burguesas y su aparición en los libros conmemorativos de la ciudad es muy probable que pertenecieran a círculos selectos. En el libro del cincuentenario una frase acerca de la Sociedad Italiana nos demuestra que colaboraban en ella “los italianos más caracterizados de la localidad”.

¿Enseñaban su lengua? En el caso de los italianos durante 10 años funcionó dentro de su sede la escuela “Dante Alighieri” con el fin de conservar algunas de sus costumbres y por supuesto su idioma. Otro ejemplo de la conservación lingüística es que el libro de actas de esta organización se encuentra escrito completamente en italiano. En el caso de los españoles resulta una obviedad señalar el hecho de que ellos no tuvieron que cambiar su lengua al llegar a un país extranjero que hablaba su mismo idioma, lo que no hacía para nada necesaria su conservación. Para el español que residía en Argentina, se contaban dos ventajas, que el italiano que es mayoría no poseía, por ejemplo la facilidad del lenguaje, que es el mismo que los argentinos usan aunque con modismos diferentes, y además el hecho de que por lo menos en las grandes ciudades el comercio y la industria españoles se hallaban muy extendidos.

¿Tenían alta participación? En ambas sociedades los miembros de la Asamblea General no eran muchos, en el caso de la Sociedad Italiana se aduce la poca disponibilidad de miembros. Puede ser porque nadie deseaba involucrarse, porque no se realizaba demasiada difusión o porque sus miembros eran cuidadosamente seleccionados. Si sostenemos el hecho de que la mayoría de sus miembros pertenecían a círculos selectos, la última opción es la más viable. En la sociedad española había sólo 20 miembros reunidos tal vez por las mismas razones. Aunque para una comunidad incipiente como Las Rosas ese número no era para despreciar. Recordemos que para 1905 la localidad contaba con 3000 habitantes.

¿Realizaban actividades de beneficencia? Si, todas las Sociedades de este tipo en la época realizaban estas tareas, eran parte fundamental del socorro mutuo.

Otras de las características planteadas por Pérgola no quedan muy claras en el caso de nuestras sociedades, debido a que no se tiene mucha información al respecto, por lo cual las trataremos muy brevemente. Por ejemplo si además de beneficencia realizaban encuentros con actividades deportivas para sus miembros, que otras Sociedades instaladas en otras localidades sí desarrollaban. Otra de las características son sus metas, las de transformar económicamente la sociedad y la instauración de un sistema de producción de tipo colectivo, no tenemos fuentes que nos hablen de ello ya que no contamos con los estatutos, pero es indudable que no estaban entre sus objetivos, más propios de las asociaciones propiamente obreras. Tampoco podemos asegurar su neutralidad ideológica como principio aunque la suponemos; no obstante, en épocas posteriores se reconoce en la Sociedad Italiana la presencia de hombres con ideologías fascistas y también hombres pertenecientes a la Unión Cívica Radical. Y por último el hecho de si sus miembros pertenecían a diferentes sectores sociales, sabemos que tenían diversas profesiones, que algunos eran dueños de sus propios locales o que podía emplear a otras personas y otros que eran contratados. Las profesiones liberales son casi inexistentes en estos grupos. En el libro del 50 aniversario de la fundación del pueblo se dice con respecto a la Sociedad Italiana: “Desde la fecha de su fundación, la institución ha tenido en su seno lo más granado de la colectividad (…)”, entendiendo por granado alguien notable, ilustre y escogido, evidentemente miembro de las clases altas locales.

Las mujeres miembros no existieron por lo menos en el período en que se enfoca nuestro análisis. Esto seguramente significaba que no eran aceptadas dentro de la organización, considerada seguramente como todos los asuntos públicos, como una “cosa de hombres”. Si tomamos de modelo a la Sociedad Española de Socorros Mutuos de la ciudad de Rosario se nos dice que estas “(…) tardaron casi cincuenta años en ser habilitadas a asociarse y en recibir la misma atención que sus padres, maridos, hermanos e hijos varones. El ámbito privilegiado para la participación de la mujer era en esos tiempos el parroquial, creando grupos dentro de las Iglesias que por lo general estaban a cargo de los curas párrocos y además los clubes de beneficencia o grupos de damas que por lo general aceptaban a mujeres de alta sociedad.

Los miembros de las Sociedades de Socorros Mutuos tienen un estatus dentro de la organización y fuera ella, lo que va a determinar la clase de relaciones sociales que estos tendrán como así también la clase de vínculos que la organización tendrá. El estatus interno es la posición que ocupan dentro de la sociedad de socorros por ejemplo como miembros comunes participantes de las Asambleas Generales y como integrantes del consejo directivo y las distintas posiciones dentro de este. Luego los estatus externos a las sociedades que son los de padre de familia, hijo, hermano etc., y los de sus diversas ocupaciones o profesiones.

Estos status determinan los roles que estos hombres tendrán dentro y fuera de la organización. Estos dependen del cargo de importancia que ocupan, no es lo mismo el rol del presidente que el de los miembros comunes. Y fuera de la organización todos ellos también cumplen determinados roles dependiendo de su ocupación o profesión, de si son o no padres de familia, entre otras cosas.

Para ejemplificar esto pongamos el ejemplo de Celestino Battaglia, miembro del grupo fundador de la Sociedad de Socorros Mutuos. Su estatus dentro de la sociedad fue en un primer momento el de presidente del Consejo Directivo, por lo que quizás sus roles y responsabilidad serán mayores que los del resto de la organización. Además poseía una panadería, es decir que su estatus fuera de la organización será el de comerciante reconocido en la localidad y sus roles serán el de panadero y vendedor. Estos aspectos están relacionados, ya que muchas veces se tiene en cuenta la posición del individuo en la comunidad, para ser elegido para cargos de importancia dentro de las sociedades. Y también muchas veces las relaciones que tendrá este individuo dentro de la organización determinarán como se trate a esa persona en la comunidad.

 

Relación de las Sociedades de Socorros Mutuos con el resto de la comunidad rosense

 

Entre las comunidades de inmigrantes y las comunidades nativas hay diferencias notables, esto puede generar disputas o una convivencia pacífica. Distintas pautas socioculturales y económicas se mezclan dentro de un mismo territorio. Este es el contexto en donde se desarrollaban las actividades de las Sociedades de Socorros Mutuos.

Miguel Gonzáles, escritor rosense de filiación anarquista, hace una diferenciación un tanto subjetiva entre el criollo (argentino nativo) y el gringo (extranjero europeo). Su impresión es que el criollo se adaptó a la vida pastoril, semi-nómade porque estaba en su ambiente, hijo de aborígenes y españoles, no despilfarraban, pero lo basto de su territorio los invitaba a la prodigalidad, fueron por ende desprendidos. No se sentían atados a sus bienes por eso eran capaces de apostar todo en el juego. En cambio el gringo procede de países con tradiciones diferentes, con experiencia económica propia, están desarraigados deseosos de acumular bienes. Eran ahorradores, previsores por el hambre y las privaciones que sufrieron en sus tierras de origen, conocen además los vaivenes de la comercialización de los bienes. Este último aspecto es corroborado en parte por Rodino, según él los inmigrantes españoles más antiguos aconsejaban a los recién llegados con respecto al ahorro como base para hacer fortuna, pero también les mostraban los problemas del ahorro desmedido ya que algunos descuidaban hasta su alimentación.

El criollo “amaba la libertad que le brindaba la pampa” por lo que a veces sin quererlo sentía cierto rencor por el gringo sedentario que se afincaba en un lugar, alambraba campos y se dedicaba a la agricultura, actividad que progresivamente cambiaba la fisonomía de los campos y estrechaba los límites de las pampas. Lo que era un peligro para la libertad. Los criollos se vieron entonces desposeídos de sus medios. Estos últimos en contraste se dedicaban más a los trabajos en las estancias, de la estiva de los galpones, en los acarreos con carros y por lo general eran analfabetos. Para el autor de todas maneras los italianos y españoles eran una “estirpe de gente fuerte y laboriosa, que cruzó los mares y se instalaron en esta tierra para abrir brechas al progreso y la civilización (…)”

Al principio, europeos y argentinos se desconfiaban mutuamente. “Los “nativos” llamaban despectivamente “gringos” a todos los extranjeros que no hablaban correctamente español y estos llamaban “negros” a los hijos del país”. Los gringos eran considerados tranquilos, mientras que a los criollos se los calificaba de bravos. El pueblo de Las Rosas tenía fama de estar poblada de gauchos temerarios porque muchas veces se defendían o atacaban a la policía de manera muy violenta.

La convivencia con los recién llegados tuvo sus contratiempos, pero a la larga los conflictos mermaron. Como ejemplo podemos citar la existencia de una fonda llamada, XX de Septiembre, en la cual se recibían a criollos conductores de carros, de estirpe gaucha, no obstante, eran frecuentes las reyertas y las muertes. En la manzana de enfrente había un terreno vació donde se juntaban a jugar a las bochas, participaban gringos, árabes, y otras nacionalidades. No faltaban los argentinos. Otro ejemplo de la convivencia eran los jóvenes argentinos que se enamoraban de las rubias gringas y estas a su vez de los morochos criollos.

Gonzáles nos señala además otro aspecto de la vida cultural en donde se encuentran los nativos y los extranjeros, la música: “El principio de este siglo fue una época de prosperidad para la divulgación musical. En cada pueblo, por pequeño que fuera, se organizaban bandas de música cuyos ejecutantes en su gran mayoría eran europeos. Los días domingos o feriados al atardecer, los vecinos acostumbraban a ir a la plaza a escuchar a su banda. Era uno de los pocos entretenimientos con que contaba la población. Por las noches eran frecuentes las serenatas. Durante el día a nadie le extrañaba que los transeúntes, especialmente los italianos, pasaran cantando “La Donna Imobile” o alguna canzoneta napolitana de moda. Por distintos motivos, existió en otros tiempos una divulgación práctica y espontánea de la música. La operística italiana, las operetas alemanas, y las sarzuelas españolas, rivalizaban en las festividades pueblerinas y a nadie le resultaba desconocido un vals de Strauss.” Para el autor “Este ambiente de cultura musical (…) favorecía a las relaciones sociales.”

Los que prevalecían en el pueblo eran los italianos, a los que se adaptaban los demás y participaban de sus reuniones. Se juntaban en las fondas a cantar canciones populares italianas. El instrumento predominante era el acordeón. La guitarra era tocada por los criollos en fogones y boliches. Los italianos cantaban en coro y los criollos solos payaban mientras el resto los escuchaba. La plaza se convirtió también en ámbito de sociabilidad donde las colectividades se encontraban a escuchar a las bandas de música.

En las fiestas patrias los gringos salían con sus caballos, hacían carreras y fiestas hípicas. Existía un personaje particular, el “cocoliche” gringo disfrazado que quería parecerse al gaucho y era visto como una figura cómica. Algunos gringos se adaptaban al criollismo. Y algunos gauchos también se fueron adaptando a los nuevos cambios, esta última fue la tendencia que finalmente predominó.

Respecto a las Sociedades de Socorros Mutuos, el primer aspecto a analizar serán las profesiones u ocupaciones (estatus laboral) que pueden aproximarnos a la relación de los miembros con el resto de su comunidad, ya que muchos lugares de trabajo son también ámbitos de sociabilidad, lo mismo que las redes de clientela que se tejen alrededor de determinados oficios.

Refirámonos primero a algunos de los integrantes de la Sociedad Italiana en distintos momentos. Domingo Bollati ejercía el oficio de farmacéutico, el presidente de la sociedad Celestino Battaglia era panadero al igual que Luigi Vimercati. Julio Nasi primero fue sastre y luego ejerció como los dos hombres anteriores el oficio de panadero. El suizo Antonio Meroni fue el primer constructor de obras del pueblo e instaló la primera fábrica local de mosaicos calcáreos. Enrique Chiesa también se desempeñaba como constructor mientras que Francisco Tettamanti (uno de los primeros pobladores) y su sobrino Atilio Tettamanti, fueron fabricantes de ladrillos, muchas de las casas de la localidad se construyeron con ellos, la familia entonces gozó de una excelente posición económica que permitió a algunos de ellos retirarse temprano del trabajo para disfrutar de sus rentas. Giuseppe Orsini se desempeñaba como albañil. Andrés Maccagno era al mismo tiempo herrero y carpintero como así también Giovanni Ravotti. Carlo Biei era colono (agricultor en “Las 200 cuadras”) al igual que Bartolomé Fenoglio y Francisco Ferro. Giuseppe Firpo poseía galpones de cereales. Michelle Cané era gerente en la usina eléctrica y fábrica de hielo que en 1910 inauguró Luciano Piquet y que le dio por primera vez alumbrado eléctrico a Las Rosas. Cesare Morando era abastecedor del pueblo. Antonio Tettamanti, fue primero sastre y luego abrió un taller de artes gráficas. José Compagnucci se desempeñó primero como empleado del servicio de Correos y Telégrafos de la Nación, luego instaló un restaurant y cochería y posteriormente un depósito de cajones, el primero de la localidad con todas estas tareas forjó una buena posición económica. Sebastián Siri comenzó con un pequeño almacén que luego convirtió en un comercio de ramos generales. Luis Oldani también fundó un comercio en la localidad. Miguel Angel Mariotti abrió una joyería, relojería, fantasías y artículos para regalos. Y por último Tomás Garzino se desempeñó como comerciante primero con una hojalatería y zinguería lo que le granjeo una excelente posición económica gracias a la cuál luego pudo comprar hectáreas de campo para dedicarse a la cría de nutrias.

En cuanto a la Sociedad Española el primer presidente, el señor Moradillo era peluquero, fígaro, fotógrafo y al mismo tiempo, sin ser odontólogo, sacaba muelas. Y cede provisoriamente una casa para ser utilizada como local por la sociedad. Por lo que se puede suponer que era una persona de clase media alta. Demetrio Mendiola (fue vocal, vice y presidente), era un acreditado comerciante con una selecta clientela y tenía un hotel llamado “Hotel el Vasco”. Según los libros conmemorativos era un hombre apreciado en toda la población. Manuel López Díaz, trabajó de repartidor de almacén en el negocio de Zalazar y luego en la casa de Policarpo Requena. Lorenzo López uno de los fundadores de la Sociedad española y miembro de la primera comisión directiva instaló un comercio de ramos generales en 1917 y luego una empresa de acopio de cereales que atendía las demandas de Las Rosas, Iturraspe y La California, construyó mediante esta firma los primeros elevadores y silos, también estaba dedicado a los seguros, la colonización y las comisiones; todas sus actividades le forjaron la confianza de numerosa clientela y permitieron a sus hijos ganar un lugar de privilegio en la localidad.

Podemos entonces asegurar que la mayoría de los miembros pertenecían a sectores sociales medios y altos, ganándose la vida mediante el comercio y la industria manufacturera. Varios de los miembros obtenían su sustento de profesiones urbanas y otros en cambio poseían tierras, eran colonos. Algunos tenían comercios en la localidad de los cuáles eran dueños, lo que significaba en algunos casos que tenían la posibilidad de emplear a otras personas a su cargo, o en el caso de los constructores eran contratados por personas del pueblo. Se puede suponer que eran hombres que mantenían relaciones aceitadas con la comunidad. Además puesto que Las Rosas era una pequeña localidad, no contaba con gran cantidad de locales comerciales por lo cual la clientela de estos hombres puede haber sido extensa. No olvidemos tampoco el hecho de que los libros conmemorativos nos muestran casos como el de la familia Tettamanti o el de Lorenzo López que gozaban de una holgada posición económica.

¿Podemos asegurar entonces que las ocupaciones o servicios que prestaban estos hombres los conectaban con el resto de la comunidad? Si, muchos eran panaderos, carpinteros, constructores, fabricantes, empresarios lo que hacía que la gente los reconociera o formara parte de su clientela habitual. No pocos de estos hombres hicieron fortuna y frecuentaban o formaban los círculos sociales más selectos de la comunidad.

Otro de los aspectos que pueden ayudarnos a echar luz sobre estas relaciones es la participación de los miembros de las respectivas sociedades en otras organizaciones de carácter normativo o no, en el mismo momento o en momentos posteriores.

Varios miembros de la Sociedad Italiana tuvieron cargos importantes dentro del gobierno local, es decir de la Comisión de Fomento. Celestino Battaglia (1895) y Luis Oldani (1918) fueron vicepresidentes, Miguel Ángel Mariotti fue titular del mismo ente en 1913. Luigi Carignano (1892) al igual que José Firpo (1899) fueron tesoreros. Emilio Garino fue controlador de cuentas (1916). Antonio Tettamanti (hijo de Francisco) actuó como secretario. José Compagnucci fue suplente. Otros hombres también pertenecieron a la comisión como Marcos Morra (1897) o fueron funcionarios de la comuna como Sebastián Siri.

Algunos participaron en otras organizaciones sociales. Atilio Tettamanti, colaboró en la Sociedad Italiana y también con el Club Social y el Club Atlético Belgrano (del que fue uno de los fundadores). Julio Nasi fue uno de los mayores contribuyentes de la comisión de fomento, de la sociedad italiana y del Club Belgrano del que fue socio fundador, de la comisión del Club Social y del Club Atlético Las Rosas. Participo también en las cooperadoras de escuelas fiscales. Andrés Macagno fue miembro del Club Social al igual que José Firpo.

La Sociedad Española también contó entre sus filas con miembros que en algún momento pertenecieron a la Comisión de Fomento local, uno de ellos fue su primer presidente Moradillo que fue revisador de cuentas de la Comisión (1913) al igual que Policarpo Requena (otro de los miembros del primer consejo directivo de la sociedad) ambos siguieron ocupando el cargo en 1916. Antonio Fernández – Gonzáles (uno de los miembros fundadores de la sociedad española) figuró también.

La Jefatura Política (institución político-policial de relevancia en la Provincia de Santa Fe) que funcionaba para el resguardo y la prevención del orden público, al igual que el cargo de Juez de Paz ambos puestos fueron ocupados por Policarpo Requena, el primero en 1928 y el segundo un tiempo antes en 1923.

Por esos años en Las Rosas funcionó la Agencia Consular Italiana que estaba a cargo de personajes muy importantes de la localidad, no era un cargo al que cualquier persona pudiera aspirar ya que era otorgado por la “madre patria italiana”. Uno de los primeros agentes fue Celestino Battaglia (1908), luego siguió José Vignolo (1911), asumió posteriormente el cargo Miguel Ángel Mariotti (1912), y José Spina también tuvo el honor (1916). El último de estos hombres es reconocido principalmente en el libro del cincuentenario por ser un hombre de posición holgada, uno de los fundadores del pueblo de Saira y fundador del colegio italiano “Dante Alighieri” que funcionó por 10 años, enseñando la lengua italiana, el arte y la ciencia de ese país. Según el libro este hombre: “Ha sabido granjearse el afecto de los compatriotas de Las Rosas y pueblos circunvecinos que lo distinguen y aprecian. Esto significaría que el hombre ostentaba mucha influencia dentro de la comunidad.

Dentro de las organizaciones de índole recreativa podemos nombrar al Club Social fundado en 1899 que nucleaba a autoridades y vecinos deseosos de estrechar vínculos y fomentar la sociabilidad. En el mismo se agrupaban los personajes “notables” de la localidad, sean italianos, españoles o argentinos. Se cobraba evidentemente una tarifa alta mediante la cual se pudieron adquirir objetos como una mesa de billar, armas para tiro al blanco y para organizar concursos de tiro, y para componer una biblioteca social. Este club también realizaba bailes sociales. En 1915 fue presidido por M. Mariotti, Policarpo Requena fue tesorero y en 1917 este último cambió su cargo por el de secretario y Mariotti pasó a ser el tesorero. Es decir que los hombres iban variando en los cargos pero por lo general eran los mismos. Nuevamente en 1919 encontramos a Requena como secretario, en 1920 a Mariotti como vocal que un año después pasa a ser nuevamente el presidente. Luis Oldani como los dos anteriores tuvo el honor de ser presidente y vice. Herminio Cornaglia fue tesorero. Antonio Fernández Gonzáles fue socio fundador. Antonio Tettamanti fue otro de los ilustres miembros. Julio Nasi participó de su comisión. Este último hombre dirigió además por un tiempo el Club Belgrano, fundado en 1921.

El Club Atlético Belgrano fundado en 1908 llevó a cabo acciones deportivas y su práctica principal era el foot-ball. Entre sus miembros fundadores se contaban personajes como Policarpo Requena (secretario), Antonio Tettamanti y Don Manuel López Díaz.

La última de las organizaciones recreativas a las que haremos referencia será el Tiro Federal, fundado en 1924, nucleaba a destacadas personalidades del medio local, su acta inicial se firmó en el local de la Sociedad Italiana. Su propósito era mantener un polígono de tiro de guerra. Otra vez volvemos a encontrar al multiparticipativo Policarpo Requena (secretario y prosecretario) y a Herminio Cornaglia (tesorero).

Las sociedades cooperadoras de escuelas fiscales fueron también un ámbito de encuentro. Demetrio Mendiola perteneció a varias. Dentro del ámbito escolar, la escuela Dante Alighieri también tuvo miembros ilustres dentro de su consejo directivo como Sebastián Siri y Emilio Garino (vicepresidente). Esta última sólo nucleaba (obviamente) a italianos por lo que podemos decir que era un ámbito de sociabilidad restringido.

La cooperativa del pan es una organización normativa de corte económico, que contaba en su seno, como todas las anteriores nombradas, con hombres que también formaban parte de las Sociedades de Socorros Mutuos como Tomás Garzino, Nicolás Sardi, Sebastián Siri (todos ellos italianos) y Demetrio Mendiola.

Las colectividades italiana y española junto con la argentina pertenecieron a damas de beneficencia que a su vez fundaron el hospital de caridad. José Firpo fue consejero en la comisión directiva del Hospital de Las Rosas al igual que Policarpo Requena, la mujer de este último fue vicepresidenta de la comisión y la mujer de Firpo fue vocal.

Muchos de los hombres antes nombrados poseen un espacio dedicado a ellos o a sus familias en el libro del cincuentenario de la fundación de la localidad. Al figurar en sus páginas, se puede inferir que estas personas pertenecían a la elite local y eran reconocidos por todo el pueblo como personajes importantes para la ciudad y además el espacio en el libro era pago por lo cual la conclusión que puede sacarse de esto es que varios de ellos hicieron una no deleznable fortuna.

Miguel Gonzáles dice haberse indignado con el libro del cincuentenario ya que aparecían en sus páginas como benefactores del pueblo los que según él pagaban para figurar. Algunos de ellos con “dudosa moralidad y dinero mal habido”. Pero lo que más le indignó fue ver que los criollos no aparecían en el libro.

Otro aspecto importante para el análisis es la construcción de edificios, que eran utilizados por la colectividad y por el público en general. La Sociedad Italiana poseía un teatro propio con el nombre de Gabriel D’Anunzzio, de grandes dimensiones, característica que compartía con la mayoría de las sociedades de su tipo. En el caso de Las Rosas se realizaban por ejemplo bailes sociales en los carnavales en el salón del teatro, lo que era visto como una importante tarea.

Rodino por su parte celebra a los españoles y la “significativa tarea cultural construyendo teatros, que en muchos casos fueron los más significativos de cada localidad”. La Sociedad Española de Socorros Mutuos de Las Rosas también construyo su propio teatro, no ostentaba las dimensiones del de la Sociedad Italiana, pero servía a sus propósitos.

Ambas sociedades con el tiempo lograron grandes avances en cuanto a infraestructura. Por ejemplo la compra de sus respectivos locales y la construcción de teatros y salones de fiesta. ¿Qué puede significar esto? Seguramente el ingreso de más dinero a la arcas, así como también mayor afluencia de afiliados y la expectativa de generar más actividades y de otro tipo de envergadura, que nucleen a mayor cantidad de personas.

En cuanto a las fiestas de las respectivas colectividades. La colectividad italiana festejaba el 20 de Septiembre. Por otra parte, todos los años la colectividad española celebraba el 12 de octubre, el día de la raza.

Estas últimas duraban ocho o diez días, se hacían las romerías donde se bailaban las danzas regionales con los trajes típicos, tocaba la banda de música, acompañada de banderas argentinas, españolas e italianas de las autoridades del pueblo y las respectivas colectividades, desfilaban por las calles centrales del pueblo, había exhibiciones teatrales, al mediodía se hacia el gran banquete en el salón de la sociedad española, se servía la famosa sopa del 12 de octubre y luego otras comidas. A continuación se hacía un remate y la sociedad española debía sacar el mayor provecho posible. El Monseñor Francisco Diez concurría a las reuniones de la Sociedad Española y a esta clase de actos, donde tenía asignado un lugar de honor. Luego de las fiestas lo más triste era ver a los pobres esperando las sobras del festín.

Ahora bien podemos plantearnos una serie de interrogantes para finalizar nuestro análisis, el primero de ellos es si ¿Las sociedades italiana y española de socorros mutuos tenían relación con los habitantes argentinos o de otras colectividades fuera de la suyas? Si, un ejemplo de ello es el hecho ya nombrado de la colocación de la piedra fundamental del salón de la Sociedad Italiana, donde uno de los padrinos fue Policarpo Requena, miembro ilustre de la Sociedad Española. Además también podemos citar las festividades antes mencionadas en las cuáles las sociedades abrían sus puertas a los argentinos, más específicamente a los funcionarios argentinos. El segundo interrogante se desprende del primero ¿Qué actividades realizaban para incluir al resto de la comunidad rosense? organizaban actos por las fiestas patrias de las respectivas colectividades y ofrecían sus salones para las fiestas patrias argentinas y para los aniversarios de la creación de la localidad. En estos momentos se enarbolaban las banderas italianas, españolas y argentinas. Cotidianamente se presentaban obras de teatro o se realizaban banquetes. ¿Todas estas actividades eran abiertas al público en general o sólo a los italianos, españoles o argentinos que tenían buena posición económica? Todo dependía de la clase de fiesta que se llevara a cabo, pero por supuesto quienes tenían lugares privilegiados en ellas eran las personas más ilustres de Las Rosas, como por ejemplo el caso de Monseñor Diez, que contribuía muy generosamente en las colectas de la Sociedad Española, al igual que otros miembros, lo que significaba que quien no tenía considerables sumas de dinero que aportar seguramente no recibiría el mismo trato. ¿Las actividades tenían carácter étnico? ¿Se festejaban fiestas italianas/españolas o se conmemoraban actos por sus próceres? Varias de estas actividades si tenían carácter étnico, pero muchas veces incluían al resto de la comunidad con desfiles o banquetes, como lo señalamos anteriormente.

 

Conclusión

 

El problema que llevó a la realización de nuestro trabajo era la relación de las Sociedad de Socorros Mutuos creadas por los inmigrantes italianos y españoles respecto del resto de la comunidad de Las Rosas a través de una mirada a las acciones de sus miembros, y la hipótesis que planteamos era que fueron abiertas, que no se cerraron al resto de la comunidad, ni fueron sectarias, brindaron ayuda a sus respectivas colectividades y también a los argentinos nativos que lo requerían. Además se transformaron en ámbito de sociabilidad y de integración para la comunidad.

En el espacio local se fueron generando organizaciones que dentro de su seno conformaban redes de sociabilidad debido a la necesidad de relacionarse de una u otra manera que poseían los nuevos pobladores. En este espacio, a medida que más gente se congregaba, se iban conformando más redes que muchas veces superan los límites de la colectividad.

Las Sociedades de Socorros Mutuos entonces cumplieron una doble función, fueron ámbito de sociabilidad ya que los italianos/españoles se reunían, debatían, votaban proyectos, se elegían para determinados cargos, juntaban fondos y en este proceso se conocían, hablaban, interactuaban entre ellos. Todo esto los hacía pertenecer, formar parte de algo, y también un papel de integradoras de la comunidad. Las sociedades (ambas) organizaban celebraciones para las cuáles abrían sus puertas no sólo a su colectividad sino también a la comunidad en general, pero esta apertura no alcanzaba siempre a todos los sectores sociales por ejemplo a las clases más humildes o los sectores menos pudientes, que eran objeto de su beneficencia. Era una apertura con “carácter de clase”. Pero es de rescatar que afirmaban llevar el socorro mutuo a toda la comunidad sin distinción de nacionalidad.

El contexto en donde desarrollaron sus primeros años las Sociedades de Socorros Mutuos era de encuentro mutuo entre las colectividades. Existía una interacción permanente, ya que la incipiente localidad poseía varios lugares de encuentro como fondas, cafés, restaurantes y por supuesto locales comerciales e instituciones varias (políticas, recreativas, económicas). Podemos nombrar los Clubes, las cooperadoras escolares, las bibliotecas, las cooperativas y las de ayuda al prójimo.

Dentro de estas nuevas redes se da la apropiación de “capital social y político” es decir prestigio, liderazgo e influencia. A lo largo de nuestro trabajo pudimos ir rastreando estos tres aspectos, que caracterizarían las relaciones de los miembros de las sociedades. Por ejemplo podemos señalar que las organizaciones que tienen importancia social (como las de socorros mutuos) aportan prestigio a sus miembros si estos tienen un puesto importante, por ejemplo. El liderazgo, se da gracias a su desempeño como directivos de la organización, esto les da un antecedente para la conducción de otras entidades y viceversa. El prestigio y el liderazgo dan influencia, aunque también podríamos cambiar el orden de las palabras y nos darían la misma receta; estas personas por ejemplo serán consultadas a la hora de tomar decisiones. Se convertirán en referentes para tener en cuenta dentro de la comunidad. Estos tres aspectos son importantes a tener en cuenta, ya que a medida que crece el prestigio y la influencia individual de sus miembros, también crecen estos factores respecto de la organización y viceversa.

Este capital social acumulado por las organizaciones y por sus miembros va a influir en sus relaciones sociales. Le va a aportar las características principales.

Para construir este análisis lo primero que realizamos fue un relevo de sus miembros (en distintos momentos) y las profesiones u ocupaciones en las que se desempeñaban, para echar luz sobre el aspecto interpersonal. Esto fue importante para conocer el sector social de pertenencia de estos hombres (ya que las mujeres no participaban en ellas). Lo primero que notamos es que entre los integrantes de estas sociedades priman los sectores medios y medios altos y aun altos de la localidad. La mayoría tienen comercios o fábricas y son independientes y autónomos, pueden emplear a otras personas. Sus profesiones/ocupaciones les procuran más ingresos y ventajas materiales y económicas que a los trabajadores dependientes. Su estatus por lo general les da mayor prestigio. Estos hechos van a generar círculos sociales un tanto restringidos, a los que sólo estos hombres podían acceder. Por ende podemos aproximar como una primera conclusión que las relaciones van a tener carácter de clase, no toda la comunidad se relacionaba entre sí.

Las profesiones dentro de las instituciones eran diversas pero primaban los comerciantes, los chacareros y peones (es decir el italiano promedio) no son mayoría. No obstante, algunos locales comerciales, como las panaderías, las farmacias y otros de otro rubro como las fondas, que algunos de estos hombres tenían, eran propicios para la formación de redes de sociabilidad, que creaban lazos de tipo clientelar (menos restringidos que otros tipos de relaciones) y de otra clase.

Muchas de estas profesiones granjearon a quienes las ejercían no sólo una holgada posición económica sino también el reconocimiento de sus pares y de la comunidad en general. Lo que no significa (contradiciendo a los libros conmemorativos) que fueran apreciados, sólo que fueron conocidos.

Lo que se pudo percibir y que nos confirma lo anteriormente planteado, es que leyendo las páginas de los libros conmemorativos de los 50º y 75º aniversarios es que los hombres que figuraban allí pertenecían realmente a círculos selectos, y varios de ellos integraban las sociedades en las que enfocamos nuestro análisis. Es decir que eran vecinos notables. Además también, varios de ellos figuran en el libro de Miguel Gonzáles, quien escribió sobre personajes ilustres de la localidad, aunque hizo una fuerte crítica al afirmar la ausencia de criollos, como si sólo los italianos y los españoles fueran dignos de aparecer allí.

Las comisiones directivas, es decir los cargos de dirigencia, tenían poco recambio y la mayoría de las veces eran ocupadas por hombres de “alta alcurnia”. Pero no podemos asegurar que los todos los miembros comunes pertenecieran a sectores sociales con amplios recursos económicos.

Las Sociedades de Socorros Mutuos también compartieron miembros con otras organizaciones, tanto políticas como civiles y recreativas. El ejemplo quizás más emblemático es el de Celestino Battaglia, presidente de la Sociedad Italiana en su comisión directiva fundadora y que también fue vicepresidente de la Comisión de Fomento que regía los destinos de la localidad, y además agente consular (cargo muy importante al que sólo accedían personajes reconocidos). Otro de los nombres que se repiten en varias instituciones es Policarpo Requena, integrante de la Comisión directiva de la Sociedad Española, fue además revisor de cuentas en la Comisión de Fomento, integrante del Club Atlético Belgrano, tesorero y presidente en repetidas oportunidades del Club Social, consejero de la comisión directiva del Hospital a la cuál pertenecía su esposa, Juez de Paz y Jefe Político. Este currículum de instituciones múltiples como el de estos hombres, se repite con no pocos españoles e italianos. Las mujeres no tenían posibilidad de una lista tan amplia a menos que fueran parte de las sociedades de beneficencia o parroquiales, su sociabilidad y participación estaba restringida a estos ámbitos, ya que otros eran mayoritariamente por no decir completamente masculinos.

Las organizaciones de Socorros Mutuos materializaron el orden social creado por la comunidad, por ejemplo la no participación de las mujeres en órganos de decisión de organizaciones importantes socialmente, relegándolas a entidades de importancia secundaria. Otro ejemplo sería la participación de hombres de gran poder adquisitivo, en esta clase de instituciones.

Muchos estatus externos a la organización determinan los internos, como su elección a un determinado cargo, pongamos como ejemplo a Policarpo Requena o José Spina, que a lo largo de su vida fueron acumulando cargos dentro de una variada gama de organizaciones. Este se debía por ejemplo porque un hombre era el más idóneo por su profesión o formación. Además podemos agregar el hecho de que un estatus dentro de una entidad puede llegar a ser parámetro para su estatus en otra, el ejemplo para ello es el hecho de que varios hombres fueron tesoreros en una institución y luego repitieron este mismo cargo en otra.

Varias de las instituciones en donde se desempeñaban estos hombres cobraban una cuota societaria, por lo que quienes pertenecían a más de una tenían que pagar para acceder a ellas. Esto nos indica como venimos sosteniendo que las organizaciones locales buscaban a sus miembros en círculos sociales muy selectos, a ellas no podía acceder el común de la gente. Los nombres siempre se repiten.

Por último, otro de los aspectos surgidos, es la menor relevancia de la Sociedad Española con respecto a la Italiana. Esta última es usada como sede en la fundación de otras instituciones como por ejemplo el Tiro Federal donde como dijimos antes sus miembros eran muy selectos, sólo los ciudadanos caracterizados tenían la posibilidad de practicar esta actividad. Esto es demostrado también en el hecho demasiado explícito de que el espacio dedicado a la Sociedad Italiana en el libro del cincuentenario es considerablemente mayor al dedicado a la Sociedad Española.

 

Bibliografía

 

AMADEI, Adelina Emilia. Relato sobre la ciudad de Las Rosas. Mimeo, Las Rosas. 1987.

BERTONI, Lilia Ana. “Construir la nacionalidad. Héroes, estatuas y fiestas patrias, 1887-1891”, en: Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani, Tercera Serie, núm. 5, 1er semestre 1992, pp. 86-104.

BJERG, María. Historias de la Inmigración en la Argentina, Edhasa, Bs. As., 2009.

CANTERO, Pedro A.; ESCALERA, Javier; GARCÍA DEL VILLAR, Reyes; HERNANDEZ, Macarena; “Territorio, sociabilidad y valor patrimonial del espacio urbano. Usos sociales del espacio público en el casco histórico de Sevilla”, en: Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía. Nº 19, 2000, Donostia, pp. 125-140. Disponible en http://www.eusko-ikaskuntza.org/es/publicaciones/territorio-sociabilidad-y-valor-patrimonial-del-espacio-urbano-usos-sociales-del-espacio-publico-en-el-casco-historico-de-sevilla/art-8917/.

DEVOTO, Fernando, “Las sociedades italianas de ayuda mutua en Buenos Aires y santa Fe. Ideas y problemas, en Studi emigrazione, XXI, Nº 75, settembre 1984.

DEVOTO, Fernando: “La Inmigración”, en: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA; Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo 4. Planeta, Buenos Aires, 2000, pp. 85-102.

DI TELLA, Torcuato S., Historia social de la Argentina contemporánea. Troquel, Buenos Aires, 1999.

ESCALERA, Javier; “Sociabilidad y relaciones de poder”; en: Kairós, Revista de temas sociales. Año 4 Nº 6, 2do. Semestre 2000. Universidad Nacional de San Luis, pp. 2-15. Disponible en: http://www.revistakairos.org/sociabilidad-y-relaciones-de-poder/

GONZALES, Miguel. La Casa de los Posadas. mimeo, Las Rosas, 1987.

GONZALES, Miguel. Memorias sobre Las Rosas. mimeo, Las Rosas, s/f.

GORI, Gastón. “Inmigración en la República Argentina”, en CASTELLI, Eugenio y otros; Inmigración, identidad y cultura, Ediciones Culturales Santafesinas. Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe. Municipalidad de Rafaela. 1990.

GORRIZ, Noemí Gladys; Historias de la Inmigración y memorias del mutualismo. COGTAL Argentina, Buenos Aires, 2010.

MACIONIS, John J. y PLUMIER, Ken. Sociología. Pearson, Madrid, 2007.

MOIRANO, Armando Alfredo Apuntes para una historia del mutualismo. Fundación CIESO, Buenos Aires, pp. 1-11. Disponible en: http://www.fundacioncieso.org.ar/testing-wp/wp-content/uploads/Apuntes_para_una_historia_del_mutualismo.pdf

NUGENT, Ricardo “La seguridad social: su historia y sus fuentes” en: BUEN LOZANO, Néstor de y MORGADO VALENZUELA, Emilio (Coordinadores). Instituciones de derecho del trabajo y de la seguridad social, Academia Iberoamericana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social / Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 603-608. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/139/36.pdf.

PÉRGOLA, Federico. “Inicios del mutualismo en Argentina” en: Revista argentina de salud pública. Ministerio de Salud de la Nación. Vol. 1 Nº 4. 2010 pp. 45-46. Disponible en: http://rasp.msal.gov.ar/rasp/articulos/volumen4/RASP4-HP.pdf

PONZANO, Ernesto. Historia de Las Rosas desde 1920. mimeo, Las Rosas. 1987.

RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina: adaptación e identidad. Documentos (1915-1931), Biblioteca Nacional y Página 12. 1999.

SCHVARSTEIN, Leonardo. Psicología Social de las organizaciones. Nuevos aportes. Paidós. Buenos Aires. 1991.

TORRES PÉREZ, Francisco “Los nuevos vecinos en la plaza. Inmigrantes, espacios y sociabilidad pública”, en: Revista de Antropología Iberoamericana. Volumen 3, Número 3. Septiembre-Diciembre 2008, pp. 366-397.

ZIMMERMANN, Eduardo A. “La sociedad entre 1870 y 1914”, en: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA; Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo 4. Planeta, Buenos Aires, 2000, pp. 137-160.

 

Sitios Web

 

“Definición de Agencia Consular”. Disponible en: http://www.consuladosembajadas.com.ar/definiciones/que-es-un-consulado.htm

“Estancia La California”. En la Web: http://www.benitz.com

“Las Sociedades Italianas”. Disponible en: http://genealitalia.com/italia/sociedades%20italianas.html

 

Fuentes

 

Actas Asamblea General de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Las Rosas.

Actas Asamblea General de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Las Rosas.

75 Aniversario. Bodas de Diamante de la localidad de Las Rosas. Las Rosas. 1964.

Suplemento del Álbum Biográfico del Departamento Belgrano. Homenaje a los 50 años de la fundación de Las Rosas. Las Rosas. 1939.

Expediente Decreto del Poder Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe 09 de Junio de 1888. Departamento Topográfico de Santa Fe.

 

 

Recepción: 21/08/2017

Evaluado: 2/10/2017

Versión Final: 21/11/2017

 

 

 

(*) Profesora de Educación Secundaria en Historia (Escuela Normal Superior Nº 33 "Dr. Mariano Moreno", Armstrong). Maestranda en Historia Social Latinoamericana y Argentina (Universidad Nacional de Rosario), Argentina. E-mail: flopy_bm2506@hotmail.com

Este trabajo está construido sobre la base con el que aprobara el Seminario Regional para graduarme en la carrera de Historia. Una versión preliminar fue expuesta en las “Primeras Jornadas de Historia Social Regional” organizadas por la Sección Historia del Instituto Superior del Profesorado Nº 3, Villa Constitución. Agradezco los comentarios y sugerencias recibidos en esas ocasiones, así como los de los evaluadores de este trabajo.

ESCALERA, Javier; “Sociabilidad y relaciones de poder”; en: Kairós, Revista de temas sociales. Año 4 Nº 6, 2do. Semestre 2000. Universidad Nacional de San Luis, pp. 2-15. Disponible en: http://www.revistakairos.org/sociabilidad-y-relaciones-de-poder/

CANTERO, Pedro A.; ESCALERA, Javier; GARCÍA DEL VILLAR, Reyes; HERNANDEZ, Macarena; “Territorio, sociabilidad y valor patrimonial del espacio urbano. Usos sociales del espacio público en el casco histórico de Sevilla”, en: Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía. Nº 19, 2000, Donostia, pp. 125-140. Disponible en http://www.eusko-ikaskuntza.org/es/publicaciones/territorio-sociabilidad-y-valor-patrimonial-del-espacio-urbano-usos-sociales-del-espacio-publico-en-el-casco-historico-de-sevilla/art-8917/. MACIONIS, John J. y PLUMIER, Ken. Sociología. Pearson, Madrid, 2007. Cap. 6 y 7. SCHVARSTEIN, Leonardo. Psicología Social de las organizaciones. Nuevos aportes. Paidós. Buenos Aires. 1991, pp. 21-93.

TORRES PÉREZ, Francisco “Los nuevos vecinos en la plaza. Inmigrantes, espacios y sociabilidad pública”, en: Revista de Antropología Iberoamericana. Volumen 3, Número 3. Septiembre-Diciembre 2008, p. 367.

BJERG, María. Historias de la Inmigración en la Argentina, Edhasa, Bs. As., 2009, p. 46.

Idem, p. 48.

Idem, p. 74.

Idem, p. 94.

Idem, pp. 78-79.

DEVOTO, Fernando: “La Inmigración”, en: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA; Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo 4. Planeta, Buenos Aires, 2000, p. 85.

Ibídem.

Ibidem.

Idem, p. 95.

DI TELLA, Torcuato S., Historia social de la Argentina contemporánea. Troquel, Buenos Aires, 1999. Cap. IV.

DEVOTO, Fernando: “La Inmigración…”, op. cit., p. 96.

Periodista español, residente en Argentina desde 1880 hasta su muerte.

LÓPEZ DE GOMARA, Justo S. “Un gran problema español en América” en: RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina: adaptación e identidad. Documentos (1915-1931), Biblioteca Nacional y Página 12. 1999. pp. 36-37.

Cuando las sociedades humanas comenzaron a complejizarse se gestaron las primeras asociaciones encargadas de brindar seguridad social, se fueron creando así los mecanismos para paliar los males que aquejaban al hombre. En Europa con la Revolución Industrial, las carencias acompañadas de la desprotección de los obreros en las fábricas hicieron necesario el surgimiento de organizaciones que brindaran ayuda, así surgieron los primeros sistemas modernos de protección. Uno de ellos es la mutualidad, que funcionaba bajo el auspicio de asociaciones gestadas por las colectividades, que intentaban afrontar riesgos sociales como la vejez, la invalidez, la enfermedad y la muerte. Se manejaban mediante el aporte de sus miembros, eran de tipo provisional y funcionaban en sus inicios de manera oculta ya que el derecho de asociación estaba proscripto a comienzos del siglo XIX, siendo ello revertido a mediados de la centuria.

NUGENT, Ricardo “La seguridad social: su historia y sus fuentes” en: BUEN LOZANO, Néstor de y MORGADO VALENZUELA, Emilio (Coordinadores). Instituciones de derecho del trabajo y de la seguridad social, Academia Iberoamericana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social / Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 603-608. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/139/36.pdf. MOIRANO, Armando Alfredo Apuntes para una historia del mutualismo. Fundación CIESO, Buenos Aires, pp. 1-11. Disponible en: http://www.fundacioncieso.org.ar/testing-wp/wp-content/uploads/Apuntes_para_una_historia_del_mutualismo.pdf

DEVOTO, Fernando, “Las sociedades italianas de ayuda mutua en Buenos Aires y santa Fe. Ideas y problemas, en Studi emigrazione, XXI, Nº 75, settembre 1984, p. 324-326.

Ídem. pp. 320-325.

PÉRGOLA, Federico. “Inicios del mutualismo en Argentina” en: Revista argentina de salud pública. Ministerio de Salud de la Nación. Vol. 1 Nº 4. 2010, pp. 45-46. Disponible en: http://rasp.msal.gov.ar/rasp/articulos/volumen4/RASP4-HP.pdf

Ibídem.

Y en cuanto a información, Pérgola, asegura que las primeras son las mejores estudiadas y sobre las que más información se tiene.

Resalta el hecho de la carencia de estudios sistemáticos y amplios sobre estas instituciones según Devoto.

ZIMMERMANN, Eduardo A. “La sociedad entre 1870 y 1914”, en: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA; Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo 4. Planeta, Buenos Aires, 2000,  p. 137.

DEVOTO, J. Fernando. “Las sociedades italianas…”, op. cit., p. 324.

BJERG, María. Historias de la Inmigración…, op. cit., p. 47

“Las Sociedades Italianas”. Disponible en: http://genealitalia.com/italia/sociedades%20italianas.html

DEVOTO, Fernando: “La Inmigración”, op. cit., pp. 102.

BERTONI, Lilia Ana. “Construir la nacionalidad. Héroes, estatuas y fiestas patrias, 1887-1891” Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani” Tercera Serie, núm. 5, 1er semestre 1992, p. 86.

Ibídem.

Ídem, pp. 99-104

DEVOTO, Fernando. “La Inmigración”, op. cit., pp. 97-98.

“Se aprobaron en 1889 los planes de Las Rosas que fundó Don G. Kemmis” Crónica. Noviembre 1964. Rosario. 75 Aniversario. Bodas de Diamante de la localidad de Las Rosas. p. 2

Suplemento del Álbum Biográfico del Departamento Belgrano. Homenaje a los 50 años de la fundación de Las Rosas. Las Rosas. 1939, p. 3

Ibidem.

Ibidem.

Expediente Decreto del Poder Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe 09 de Junio de 1888. Departamento Topográfico de Santa Fe.

PONZANO, Ernesto. Historia de Las Rosas desde 1920. mimeo, Las Rosas. 1987, pp. 6-7.

GORI, Gastón. “Inmigración en la República Argentina”, en CASTELLI, Eugenio y otros; Inmigración, identidad y cultura, Ediciones Culturales Santafesinas. Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe. Municipalidad de Rafaela. 1990.

Estancia La California. En la Web: http://www.benitz.com

75 Aniversario. op. cit..

RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina: adaptación e identidad. Documentos (1915-1931), Biblioteca Nacional y Página 12. 1999, p. 10

Ídem, pp. 10-11.

Ibídem.

GONZALES, Miguel. Memorias sobre Las Rosas. mimeo, Las Rosas, s/f., p. 16

75 Aniversario, op. cit., p. 29.

AMADEI, Adelina Emilia. Relato sobre la ciudad de Las Rosas. Mimeo, Las Rosas. 1987, p. 9.

75 Aniversario, op. cit., p. 28.

PÉRGOLA, Federico. “Inicios del mutualismo en Argentina…”, op. cit., p. 45.

Acta Asamblea General de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Las Rosas, 1906.

Acta Nº 3. Asamblea General de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de Las Rosas, 20/09/1903.

Acta Nº 4. Asamblea General Sociedad Española de Socorros Mutuos de Las Rosas, 01/11/1903.

75 Aniversario, op. cit., p. 26.

GORRIZ, Noemí Gladys; Historias de la Inmigración y memorias del mutualismo. COGTAL Argentina, Buenos Aires, 2010, p. 388

CABEZAS, Ramón. “Guía del Inmigrante español en Buenos Aires”, en: RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina…, op. cit., p. 49

75 Aniversario, op. cit., p. 28.

GORRIZ, Noemí, Historias de la Inmigración…, op. cit., p. 385.

TORRES PEREZ, Francisco “Los nuevos vecinos en la plaza…”, op. cit., pp. 379-382.

La importancia de la información brindada por Gonzales radica en que no hay demasiada información acerca de la época estudiada y él aporta datos interesantes y que resultan relevantes para nuestra investigación, además sus aportes tienen en cuenta la vida cotidiana de los habitantes de la localidad, una mirada que no brindan otros escritores locales.

GONZALES, Miguel. La Casa de los Posadas. mimeo, Las Rosas, 1987.

RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina…, op. cit., p. 22.

GÓNZALES, Miguel, Memorias de Las Rosas, op. cit., p. 16.

Ídem, p. 110.

Ídem, p. 72.

Ídem, p. 69.

Ídem, p. 16.

Ídidem.

Ídem, p. 37.

GONZALES, Miguel. La Casa de los Posadas, op. cit..

GONZALES, Miguel. Memorias de Las Rosas, op. cit., p. 72.

Ídem, p. 73.

Ídem, pp. 111-112

Los señores Piguet, Firpo, Ferrero y Cía. en 1922 clausuran el alumbrado público por lo cuál el pueblo forma una cooperativa para continuar con el servicio y hacerse cargo de la usina.

GONZALES, Miguel. Memorias de Las Rosas, op. cit., p. 71.

Suplemento del Álbum…, op. cit., pp. 13-51.

GONZALES, Miguel, Memorias de Las Rosas, op. cit., p. 72.

Ídem, p. 107.

Idem, p. 87.

Suplemento del Álbum…, op. cit., p. 13.

Un Consulado honorario o una Agencia consular tiene solamente competencias limitadas. No es manejado por funcionarios profesionales, sino por un cónsul honorario. A menudo es un hombre o una mujer de negocios u otra persona notable y establecida desde hace mucho tiempo. En la Web: http://www.consuladosembajadas.com.ar/definiciones/que-es-un-consulado.htm

Suplemento del Álbum…, op. cit., p. 25.

Ídem, p. 46.

Ibídem.

GONZALES, Miguel. Memorias de Las Rosas, op. cit., p. 17.

Citamos el ejemplo de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Rosario “Unnione y Benevolenza” al hablar de su propio teatro “(…) la construcción del “Salone XX Setiembre” levantado para celebrar allí las fiestas de la colectividad italiana, entre los cuáles la más tradicional era la que recordaba la legendaria entrada de Garibaldi en Roma aquel día de 1870 (…) los directivos que impulsaban la obra tuvieron en cuenta también la posibilidad de utilizarlo como lanzareto en caso de epidemias infecto-contagiosas, ya que en el verano de 1887-88 el cólera que asoló la región había señalado la falta de un local para alojar enfermos, evitando contagios” GORRIZ, Noemí, Historias de la Inmigración…, op. cit., p. 395.

RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina…, op. cit., p. 22.

GONZALES, Miguel. Memorias de Las Rosas, op. cit., pp. 58-59.

El 20 de Septiembre de 1870, tropas italianas ocupan Roma, y la convierten en la capital del Reino de Italia, concluyendo casi 10 años después de proclamada oficialmente, la unificación Nacional.

GONZALES, Miguel. Memorias de Las Rosas, op. cit., p. 64.

Idem, pp. 114-115.