Las
Sociedades de Socorros Mutuos en la localidad de Las Rosas durante el siglo XIX
y primeras décadas del siglo XX
Florencia Belén
Mangold(*)
Resumen
Por medio de nuestra investigación pretendemos conocer
el desarrollo de las actividades llevadas a cabo por las Sociedades de Socorros
Mutuos creadas en la localidad de Las Rosas por inmigrantes italianos y
españoles, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se intentará
reconstruir los lazos que se crearon alrededor de estas sociedades, que se
convirtieron en espacios de sociabilidad y solidaridad para la comunidad étnica
e indagar en las relaciones que mantenían con la sociedad rosense en general.
Las Sociedades de Socorros Mutuos que allí se instalaron no se cerraron al
resto de la comunidad, no tuvieron carácter sectario, aunque en su mayoría
estuvieron formadas por miembros de la elite local, brindaron ayuda a sus
respectivas colectividades y también a los argentinos nativos que lo requerían.
A su vez se convirtieron en un ámbito de sociabilidad y de integración para
toda la comunidad.
Palabras clave: inmigración; nuevos espacios de
sociabilidad; asociacionismo; roles; Las Rosas; Argentina.
Friendly societies in the city of Las Rosas during the
19th century and first decades of the 20th century.
Abstract
Through this research, our aim is to know the
development of the activities implemented by the Friendly Societies established
in Las Rosas (Argentina) and integrated by Italian and Spanish immigrants at
the end of the 19th century and beginning of the 20th. We
intend to reconstruct the ties created around these societies, which were
spaces of sociability and solidarity to the ethnic community. We also pretend
to investigate which were the relations maintained with the people of Las
Rosas. The Friendly Societies that were established there did not confine
themselves but broaden to the rest of the community. Although most their
members were representatives of the local elite, they offered help both to
their own communities (either Spanish or Italian) and also to the Argentinians.
At the same time, they became the setting for social relations and integration
for the community as a whole.
Keywords: Immigration;
new settings for social relations; associationism; roles;, Las Rosas;
Argentina.
Las Sociedades de Socorros
Mutuos en la localidad de Las Rosas durante el siglo XIX y primeras décadas del
siglo XX
Introducción
El objetivo de nuestra investigación es conocer el
desarrollo de las actividades llevadas a cabo por las Sociedades de Socorros
Mutuos creadas en la localidad de Las Rosas por inmigrantes italianos y
españoles, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se pretende
percibir la relación de estas instituciones que podrían denominarse como
nuevos espacios de ayuda mutua y sociabilidad, a través de la acción y
los lazos tejidos por sus miembros. Esto evidencia el surgimiento de
relaciones de solidaridad que superan los límites sustentados en la pertenencia
a una misma colectividad. Por consiguiente, este trabajo intenta ir más allá
del análisis de las prácticas que se dan al interior de cada comunidad étnica,
en tanto, trata de dar cuenta de las acciones que efectúan en la sociedad que se
está gestando en base a la dinámica de la inmigración. Por eso nos preguntamos
¿Cuál era la relación de las Sociedades de Socorros Mutuos creadas por los
inmigrantes italianos y españoles respecto del resto de la comunidad de Las
Rosas? Nuestra hipótesis de trabajo es que las Sociedades de Socorros Mutuos
que allí se instalaron no se cerraron al resto de la comunidad, no tuvieron
carácter sectario, brindaron ayuda a sus respectivas colectividades y también a
los argentinos nativos que lo requerían. A su vez se convirtieron en un ámbito
de sociabilidad y de integración para toda la comunidad.
Aquí aclaramos que por sociabilidad entendemos, en
sentido amplio, la tendencia de los seres humanos a interactuar con otros. Lo
que hace posible la existencia de la sociedad. Esta tendencia no es instintiva
sino que es modelada culturalmente. Al surgir nuevos colectivos surgen nuevos
espacios de interacción, donde se tejen redes y nuevas expresiones sociales. La
sociabilidad es entonces el terreno de juego donde se produce la circulación y
apropiación de “capital social y político” (prestigio, liderazgo, influencia,
alianzas) mediante la utilización de determinadas estrategias por parte de los
grupos e individuos. Dentro de cada sociedad hay diferentes modelos de sociabilidad y uno de estos modelos es la creación de organizaciones
(familias, grupo de amigos, clubes, asociaciones, etc.).
Las personas son productoras de organizaciones y
también son producidas por ellas. Son el contexto de acción de los sujetos.
Estos crean las organizaciones para destinarlas o para satisfacer su deseo de
cambio social planificado. Pero las organizaciones no son instituciones. Las
instituciones son cuerpos normativos jurídico-culturales compuestos de ideas, valores,
creencias, leyes que determinan las formas de intercambio social. Las
instituciones así caracterizadas son abstracciones. Aunque muchas veces sean
utilizadas como sinónimo de organización formal. Las organizaciones son el
sustento material de las instituciones. Las organizaciones median entre las
instituciones (sexualidad, vejez, trabajo, salario, tiempo libre, justicia y
religión, etc.) y los sujetos. Éstas pueden ser informales como en el caso de
la familia y la comunidad que se basan en lazos de lealtad o cariño o formales,
es decir, que tienen objetivos determinados y no funcionan de modo espontáneo
sino con un esquema preestablecido. Entre las formales se encuentran las
utilitarias en las que por formar parte de ellas se percibe una salario,
las normativas impulsadas por razones de orden moral o ético de
participación voluntaria y por último las coercitivas ya que uno forma
parte de ella contra su voluntad por ejemplo los psiquiátricos y las cárceles,
su objetivo es aislar a la persona del resto de la sociedad.
Las organizaciones materializan el orden social
establecido por las instituciones. Dentro de las organizaciones hallamos
“grupos sociales”, esto es, conjuntos de personas que tienen una identidad
reconocida por el resto y que mantienen algún tipo de vínculo o relación entre
sí. Tienen intereses, experiencias comunes, vínculos de confianza, lealtad o
dependencia. El acontecer de los grupos depende de los siguientes factores: 1)
la relación de su tarea con la tecnología central de la organización (o los
recursos con los que funciona) 2) su ubicación en la estructura jerárquica 3)
la estratificación jerárquica que presente el propio grupo 4) el carácter
forma/informal del grupo en relación con la organización 5) la situación que
determina la reunión del grupo (ocio, capacitación, entre otras) 6) la historia
del grupo en la organización (si se destacó en algo o no) 7) características
individuales de sus miembros.
Dentro de las organizaciones se desarrolla cierta
“interacción social” y para explicarla es importante conocer el término de
estatus, que es la posición social que ocupa una persona y que los demás
reconocen. Desde la perspectiva sociológica no es sinónimo de prestigio sino de
responsabilidad, privilegios y expectativas que acompañan esa posición. El
estatus nos dice mucho de cómo va a actuar una persona en un determinado
contexto social. Nos dice quiénes y qué somos en relación a otros individuos y
qué es lo que esperan otras personas de nosotros. El estatus que ocupamos en
una relación social nos confiere una identidad social. La ocupación de una
persona es una parte importante de ella. Hay dos clases de estatus, el
adscripto que es el que nos adjudican al nacer y no podemos elegirlo y el
adquirido que es ocupado por nuestros propios esfuerzos. El primero muchas
veces determina al segundo.
Otro componente importante de la sociabilidad es el
rol, que son las expectativas sobre la conducta que se esperan de una persona
según su estatus. Es la manifestación del estatus, es la función, la tarea que
uno desempeña dentro de una organización.
Las sociedades de socorros mutuos son
manifestaciones de sociabilidad formal, normativa e
institucionalizada, ya que las relaciones interpersonales se dan dentro de organizaciones
formales de las que las personas forman parte. Sus
miembros no sólo tienen un estatus dentro de la organización, sino también
fuera de ella como hombres de trabajo y como miembros de sus propias familias y
además como expresión de estos estatus tendrán sus respectivos roles. Está de
más decir que cada forma de sociabilidad está condicionada por el contexto
social que la rodea y a su vez también lo modifica.
Ahora bien, según Bjerg, “…la sociedad mutual
representaba la recreación de una comunidad en la que los extranjeros podían
imaginarse integrados a las representaciones y contenidos culturales del mundo
que habían dejado.” Son nuevos centros creados para la
recreación de su viejo mundo, pero también para brindar facilidades en la
inserción en el nuevo ámbito. En los bailes que se organizaban, por ejemplo,
los obreros, artesanos, empleados de comercio interactuaban con sus pares, para
enterarse de las noticias acerca de su lugar de origen, para intercambiar
información útil acerca de trabajos y salarios, para lucir nuevos trajes o para
cortejar a alguna compatriota. Las iglesias también eran
un lugar de congregación muy importante entre las comunidades de inmigrantes.
En las misas los compatriotas se reunían para compartir su fe, pero también
eran espacios propicios para desarrollar la sociabilidad, donde los recién
llegados se ponían en contacto con los más antiguos en la región, para
enterarse de nuevos trabajos o para realizar cortejos.
Por otra parte, el ámbito de sociabilidad familiar se nota una cierta
restricción a la libertad de elección que es impuesta no sólo por la tradición
sino también por los ámbitos de interacción en los que la familia se mueve, en
esto interviene por supuesto la autoridad de los padres. En aquellos años la
mujer tuvo una sociabilidad restringida a los ámbitos étnicos en los que se
movían sus padres y eso las privaba muchas veces de elegir marido fuera de su
colectividad, de ahí la fuerte endogamia de aquellos años.
Con la llegada de esta gran masa de inmigrantes, el
mundo rural y urbano se complejizó en todos los aspectos. Económicamente, se
engrosa la mano de obra para arrendamientos y aparcería. A su vez, las grandes
estancias que antes eran trabajadas sólo por unos pocos hombres ahora comienzan
a emplear gran cantidad de peones. También cambió abismalmente en el aspecto
social, donde las relaciones entre argentinos nativos y extranjeros fueron
articulando nuevas identidades al tiempo que se fueron reacomodando a la nueva
realidad. La identidad étnica muchas veces condicionaba estas relaciones, ya
que muchos grupos de inmigrantes manifestaban sus lealtades preservando el
idioma, la dieta, las creencias religiosas y a la vez también creando cierto
número de instituciones que les ayudaban a concretar este fin. Estas se constituyen como nuevos ámbitos de sociabilidad
para las colectividades donde se generan dinámicas diferentes a las que
previamente existían en la comunidad.
Bajo estos lineamientos conviene señalar que la
comunidad de Las Rosas se formó paralelamente a la inmigración masiva de
europeos; no existía previamente un pueblo, sino diversas estancias con sus
respectivos trabajadores que al mismo tiempo eran sus habitantes. Por lo que en
teoría los nuevos pobladores y las nuevas dinámicas que con ellos se gestaron
fueron lo que generó la formación del pueblo en primera instancia.
Ahora bien, nuestro trabajo se divide en varias
partes, en un primer momento comenzaremos haciendo una aproximación acerca de
las características de la migración europea que masivamente llegó al país luego
de 1880 y de los nuevos espacios de sociabilidad creados en torno a dichos
grupos. Luego nos detendremos minuciosamente en el caso de la localidad de Las
Rosas, donde analizaremos como se fueron gestando sus sociedades de socorros
mutuos y las relaciones de estas con el resto de la comunidad.
La investigación se funda en el estudio de
bibliografía general y especializada en la temática en cuestión. A su vez,
estará sujeta al análisis de fuentes escritas: actas extraídas del seno de las
instituciones estudiadas redactadas por sus propios miembros utilizadas para
registrar su funcionamiento interno, como así también libros conmemorativos
creados por el 50º y 75º aniversario de la fundación de la localidad, y
planillas del censo de población del año 1887.
La puesta en acto del modelo agroexportador: el
triunfo de la “civilización”. La llegada de los inmigrantes en búsqueda del
progreso
La inmigración europea especialmente de las
nacionalidades italianas y españolas que comenzó a desarrollarse a mediados de 1880
tuvo un carácter masivo ¿Qué queremos decir con esto? Que la llegada de
extranjeros al país fue multitudinaria como lo muestran las cifras del estudio
de Fernando Devoto: “Entre 1881 y 1914, algo más de 4.200.000 personas
arribaron a la Argentina.”
Argentina fue un polo de atracción para esta masa de
inmigrantes debido a que el gobierno realizó campañas de promoción en el
extranjero, mediante emisarios enviados para tal fin a Europa. Se contaba
acerca de la existencia de fuentes de trabajo disponibles y seguras, de tierras
de las que podían volverse propietarios, se hablaba de desarrollo y de
progreso. Además, muchos inmigrantes con suerte, que habían conseguido vivir
bien en el país, enviaban cartas a sus familiares para instarlos a venir al
país y eso también se volvía propaganda.
Las bases teóricas de la promoción de la política
inmigratoria tienen su origen en pensadores como, Alberdi y Sarmiento,
pertenecientes a la llamada generación del ’37, portadores de la llamada “retórica
premigratoria” que es planteada por Devoto. Los
mismos fueron los generadores de un proyecto de país que en armonía con la
ideología liberal de la época, tenía que cumplir con las siguientes premisas.
Primero se debía poblar el territorio y luego había que “civilizar” a
los habitantes oriundos de estas tierras. Para ello eran importantes
esos nuevos pobladores extranjeros. La explicación de esto es simple, el
ciudadano nativo no era el deseado por estos intelectuales, sino el europeo del
norte, que traería el “progreso y la civilización” a la Argentina,
contrapuesto a la “barbarie” del gaucho y del aborigen que lo único que
lograban era “sumir al país en el atraso”. En el marco de la
puesta en marcha del modelo agroexportador ideado por las elite de la época; el
progreso se basaría en el trabajo que los extranjeros desarrollarían en la
agricultura, que como actividad económica tendría capacidad de transformación
social y política. Según Sarmiento se implantarían en el país nuevos hábitos y
comportamientos que serían tarde o temprano imitados por los nativos.
Así es como durante la presidencia del general Julio
Argentino Roca (1880-1886) y aún después los extranjeros comenzaron a llegar
masivamente. Mayoritariamente eran hombres jóvenes o grupos familiares, de
origen rural y pertenecientes a Europa del sur, exactamente lo opuesto a lo que
esperaban los teóricos liberales, quienes, como ya señalamos, anhelaban la
afluencia de hombres de clase media, habitantes de Europa del norte, la parte
más desarrollada de ese continente.
Los inmigrantes se localizaron principalmente en la
región pampeana (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa) y se dedicaron en
su gran mayoría a tareas agrícolas. Estas zonas eran vastas extensiones muchas
de ellas recién conquistadas que se necesitaba hacerlas producir para
contribuir con el modelo económico al que se aspiraba. Por ellos los
inmigrantes eran destinados a estas tierras.
El predominio de los italianos por sobre las demás
colectividades llegadas al país fue abrumador, lo que comenzó a generar temor
en las elites políticas locales. Una de las razones era la amenaza de una
política imperialista impulsada por Italia sobre las “nuevas colonias americanas”.
La aspiración de muchos grupos de educar a sus hijos en su propia lengua y
en sus propias instituciones comienza pensarse como un problema. Ello se
evidencia en la opinión de Sarmiento quien “…en su recorrida por las colonias
santafesinas, había quedado negativamente impresionado por la poca integración
que se producía entre los distintos grupos étnicos. Los inmigrantes, además, no
se nacionalizaban y ello les impedía cumplir el papel transformador del sistema
político que sólo una mesocracia (y los inmigrantes eran esa clase media) podía
garantizar.”
En este sentido Di Tella asevera que: “Toda una masa
mayoritaria del país moderno sentía nostalgia e identificaciones positivas
fuera de sus fronteras: una situación fascinante para muchos observadores pero
que dificultaba la construcción de una nación. (…) Las colectividades
extranjeras tenían una intensa vida asociativa, basada en mutuales, escuelas,
entidades culturales y periódicos. (…) a veces, la pertenencia étnica
demostraba ser una base más confiable de solidaridad que la común condición
profesional.
Los inmigrantes fomentaban a las autoridades
políticas ciertos temores ya que contaban con una vasta estructura comunitaria
que les brindaba todo tipo de servicios y asistencia desde periódicos hasta
sociedades de socorros mutuos. Ahora bien, la elite
dirigencial argentina no temía tanto a los españoles como a los italianos, esto
puede deberse en parte a las relaciones de estos inmigrantes con el gobierno de
su país de origen. Nos dice López de Gomara: “En cuanto
a España, no nos reconoce en forma alguna (a los inmigrantes) como entidad a
ella vinculada, procediendo a la inversa que el gobierno Italiano, por ejemplo,
el cual no sólo organiza, dirige y cuida a su inmigración a la Argentina, como
un ejército destinado a pacifica conquista, sino que aún después de convertida
en núcleo de población de la República, mantiene su espíritu y su cohesión
orgánica…”
Las elites dirigentes argentinas comenzaron poco a
poco a sentir miedo de esa masa de inmigrantes que veían crecer cada día y que
ellos mismos habían fomentado para su proyecto modernizador. Ya no veían en
esas personas un sinónimo de progreso, sino que las convertían ahora en su
antítesis, el inmigrante organizado, politizado y comprometido para mejorar su
condición de vida, ya no era bienvenido en el país.
Sociedades de Socorros Mutuos en Argentina
Inicialmente nos interesa señalar que en Argentina
la función que luego ocuparon las sociedades de socorros mutuos antes eran
cumplidas por las hermandades, las cofradías o las iglesias, pero cumplían sólo
tareas de beneficencia, la idea de mutualismo es traída
por los inmigrantes europeos. Por consiguiente, podemos
aseverar que las sociedades de socorros mutuos no son un invento nacional, al
arribar a Argentina, estas instituciones ya tenían una amplia trayectoria en
Europa. Según Devoto, el mutualismo italiano surgió y se desarrolló
principalmente en las zonas urbanas del área noroccidental en especial en
Piamonte como también en Liguria; posteriormente el fenómeno se extendió a
otras áreas del país pero con menos intensidad. Las diferentes formas que
adquirió el mutualismo en Europa según Devoto condicionan las características
del mismo en Argentina. Dicho investigador señala que
éstas se instalaron en nuestro país a mediados de la década de 1850 y
aparecieron primeramente en Buenos Aires.
Siguiendo los estudios realizados por el historiador
recién aludido pueden identificarse dos tipos de sociedades que se instalaron:
las de oficios y las de base étnica, entre las primeras el caso más antiguo es
la Sociedad Tipográfica bonaerense y la de Zapateros (fundadas en
1857) y de las segundas: la Asociación Francesa (1854), la Sociedad
Española de Socorros Mutuos (1857) y la italiana de Unnione e
Benevolenza (1858). Otros tipos de asociaciones tales como las patronales,
las católicas y las políticas fueron las creadas en el último tramo del siglo
XIX y en los comienzos de XX. Las primeras eran promovidas por las empresas
para contrarrestar a las clases obreras, eran por lo general de filiación
obligatoria. Las sociedades católicas de socorros mutuos tenían un alcance
social más importante mientras que las de raíz política fueron promovidas en la
mayoría de los casos por el Partido Socialista, siendo impulsadas en
comunidades pequeñas, en zonas rurales combinando la ayuda mutua con la
resistencia y la propaganda. En el presente trabajo
sólo se contemplarán las sociedades de socorros mutuos generadas por las
colectividades aglutinadas bajo el criterio de etnicidad.
Bajo esta perspectiva incorporamos el planteo de
Federico Pérgola, quien manifiesta que el mutualismo puede ser definido como:
“…una doctrina económica y sociológica del seguro social constituido sobre la
base de asociaciones voluntarias, en las cuáles algunos de sus partidarios ven
el medio de llevar a cabo la transformación económica de la sociedad y la
instauración de un sistema de producción de tipo colectivo. Habitualmente estas
organizaciones basan su actividad en los siguientes principios: adhesión
voluntaria, organización democrática, neutralidad ideológica (política,
religiosa, racial y gremial), contribución pecuniaria en consonancia con los
beneficios a recibir, capitalización de los excedentes y capacitación de sus
adherentes (social, cultural, mutual). La participación –así como ocurre en la
política- es un elemento clave en el mutualismo, aunque en determinado momento
las acciones ejecutivas recaigan en un líder o en un grupo de liderazgo.”
El autor también habla del verdadero cometido de
estas sociedades que es “…ofrecer asistencia ante situaciones de emergencia o
necesidad a través de la ayuda solidaria”. Destaca que
la ayuda brindada está dirigida a quienes pertenecen a grupos humanos formados
a partir de algún tipo de relación entre sus integrantes. Están por lo general
organizadas como entidades sin fines de lucro y se mantienen por contribuciones
periódicas o cuotas sociales de sus asociados. Según datos estadísticos tomados
por Pérgola en su análisis las Sociedades de Socorros Mutuos constituidas por
italianos eran la mayoría, seguidas por las españolas.
Según Devoto, las asociaciones italianas tenían entre sus objetivos la
enseñanza de la lengua italiana, la ayuda mutua, la beneficencia, las
actividades deportivas/culturales. No obstante, como
sugiere Eduardo Zimmerman, tales beneficios no eran solo exclusividad de los
grupos recién aludidos puesto que los británicos, los alemanes e incluso los
franceses también contaban con sus propios servicios de asistencia de salud,
sus instituciones escolares, de recreación, etc.
Las características sociales y ocupacionales de
estas sociedades fundadas en una igual pertenencia étnica eran
múltiples/policlasistas, pues nucleaban desde empresarios hasta obreros. Hecho
que devela que existía una supremacía de la solidaridad étnica por sobre la de
clase. Otra de las características inversa al caso de los afiliados, es la
situación de los dirigentes, que en su mayoría formaban parte de la elite o las
clases altas. También nos acerca el hecho de que en las áreas semiurbanas (como
la que trata nuestro estudio) la participación en dichas agrupaciones era alta,
debido al papel de centro de actividades comunitarias desempeñado por ellas. Bjerg sostiene que las conmemoraciones patrias, los
bailes, las bandas musicales y las obras de teatro organizadas en los salones
de las mutuales siempre tenían nutrida concurrencia de afiliados y dirigentes.
Ambos se integraban en el mismo espacio en el que todos se identificaban a partir
de su origen étnico compartido y se imaginaban integrantes de una comunidad. Hay que recordar por último en el caso de estas
asociaciones el hecho de que los países de origen de los inmigrantes evocaban
el jus sanguinis (la nacionalidad se hereda por vía paterna), por lo que
su aspiración más grande es la conservación de su ciudadanía.
Los problemas que suscita la inmigración: la
nacionalización, el proyecto más buscado
Las preocupaciones de las elites dirigentes
argentinas comenzaron a crecer en torno de la llegada de los inmigrantes y
empezaron a plantearse seriamente el tema de la nacionalización de los recién
llegados. Primero se veían cercados por inmigrantes que ellos no habían deseado
para “su país” y luego descubrieron con temor que no les sería tan fácil
controlarlos y manejarlos. En las sociedades italianas de socorros mutuos (pero
también en las españolas), la adopción de la ciudadanía argentina implicaba en
casi todos los casos, la pérdida de los derechos sociales y la exclusión o
expulsión de la entidad étnica, lo que generaba una resistencia a su
adquisición. Los italianos en especial veneraban a sus
héroes nacionales, exacerbando aún más el temor de las clases gobernantes
argentinas que veían con espanto estas manifestaciones de nacionalismo. Otro
aspecto que resultaba problemático para las elites argentinas y que fue clave
para la decisión de implementar un proyecto nacionalizador, fue la celebración
por parte de estos grupos de sus fiestas patrióticas, que muchas veces opacaban
a las fiestas patrias nacionales. Las fiestas patrias argentinas ya no
entusiasmaban, pues a partir de 1883 la presencia del Estado se hizo más fuerte
y las celebraciones se “militarizaron”, se volvieron ordenadas, poco
espontáneas y la participación popular se volvió casi nula, lo que fomentó la
indiferencia del público. En cambio las fiestas extranjeras llamaban mucho la
atención, entusiasmaban a su público, se realizaban marchas con los miembros de
las sociedades de socorros mutuos, se reunían en las plazas con sus banderas,
se cantaban canciones patrióticas, himnos y la participación popular era
numerosa, se realizaban juegos de pelota, se tiraban fuegos artificiales, había
coros, se vendían rifas, se realizaban conciertos, fiestas de gala y bailes.
Todo está pompa amenazaba con tapar las festividades argentinas. Probablemente esto hiriera el orgullo de más de un
dirigente. Acerca de esto Bertoni nos dice que “…la dimensión de las fiestas
extranjeras en el espacio simbólico crecía, amenazando tapar las fiestas
patrias propias que aunque nunca dejaron de tener concurrencia, confrontadas
con aquellas se veían vacías y sin entusiasmo.” Se
empezó a ver con urgencia la necesidad de despertar el amor a la patria, de
construir una tradición que fuera digna de venerar para poder afirmar la
soberanía de la nación por sobre las demás, de ahí que comenzó a ser importante
construir una historia para el país y mitos heroicos acerca de las figuras más
importantes del pasado argentino para contrarrestar a las figuras italianas y
españolas. Debido a esto se decidió extender la enseñanza de la Historia a
grados inferiores (antes sólo se enseñaba en el secundario), se comenzó a
cantar el himno nacional y se estableció la celebración de las fiestas patrias
en las escuelas, se crearon museos, se construyeron estatuas y monumentos, se
repatriaron restos de próceres, se restauraron sitios históricos y se
generalizaron los actos patrios.
Más amenazador aún para estas elites conservadores
era el hecho de que muchos de los inmigrantes comenzaron a engrosar las filas
de los partidos políticos con ideologías que ellos mismos habían importando a
la Argentina, en especial del Anarquismo y Socialismo, que bregaban –quizás
esto fue lo que más les molestó- por reformas sociales y laborales para mejorar
las pésimas condiciones en las que se hallaban.
Para neutralizar la influencia de estas comunidades
comenzaron a surgir en las primeras décadas del siglo XX, entre las filas del
gobierno una batería de leyes que según dirá Devoto, se tornaron (si es que no
estuvieron pensadas con ese carácter) “represivas”. Hacia 1902, el
Congreso sancionó la ley de Residencia y en 1910 la de Defensa Social, que
posibilitaban mediante una orden del ejecutivo la expulsión de cualquier
extranjero considerado indeseable, lo que dejaba a los inmigrantes
prácticamente inhabilitados para protestar contra sus paupérrimas condiciones
de vida. Con el mismo fin aunque apuntando mas a una estrategia hegemónica se
había impulsado la Ley de Educación 1420 de 1884 que sancionaba una educación
primaria obligatoria, gratuita y gradual y posteriormente la Ley Richieri de
Servicio Militar Obligatorio en 1901. La acción sobre los hijos de los
inmigrantes que permitieron estas dos últimas leyes permitió al Estado
argentino ganar la partida en el largo plazo.
Bajo esta perspectiva, podemos indicar que los
medios de la clase dirigente argentina para lograr sus objetivos fueron la
persuasión cultural de los recién llegados y un control estricto / restrictivo
de sus derechos cívicos por ejemplo del voto y las huelgas.
Gestación de la localidad de Las Rosas en el marco
de la inmigración europea del siglo XIX-XX
La localidad de Las Rosas está ubicada en el
departamento Belgrano (del cual actualmente su cabecera), en la provincia de
Santa Fe. Ella comienza a gestarse con la inauguración de una estación de tren
en la zona que formaba parte del ramal ferroviario de Cañada de Gómez a Sastre perteneciente al Ferrocarril Central Argentino que
pretendía unir Rosario y Córdoba. Ello hizo que las tierras linderas se
revaloricen y sean privilegiadas para la inversión, por lo cual llegan hombres
con grandes fortunas que comienzan a adquirirlas. Comienzan a generarse
entonces (gracias a las nuevas y rápidas comunicaciones con los puertos que
brinda el ferrocarril) grandes y prósperos establecimientos agropecuarios.
Hasta 1863 estos campos eran conocidos como “Los Esteros”, en 1864 fueron
vendidos por el Estado a Luís Vernet quien los fracciona en 1874 y los vende.
Fue así como desde Gran Bretaña llega William
Kemmis, en 1864, quien funda la Estancia Las Rosas. Por su parte, los
hermanos Henry y Alfred Dickinson emigran a estas tierras allá por el año 1874,
estableciendo luego la Estancia Las Lomas. Ambos campos estaban
dedicados a la ganadería. Y en especial Kemmis era uno de los primeros
exportadores de caballos puros de “pedigree” a Inglaterra. Los fundadores
contrataron entonces horneros, trajeron artesanos y empezaron a dar gran
incremento a las pequeñas industrias; el primero de ellos hasta colonizó gran
parte de sus campos con el único y principal objeto de conseguir supremacía
sobre el otro propietario, esta lucha hizo progresar a ambos.
Los primeros colonos que llegaron entonces a Las
Lomas, eran agricultores experimentados procedentes de otras colonias. Los
primeros fueron Juan Tuninetti y sus hijos José, Bartola, Segundo y Juan, que
tomaron posesión de las chacras en 1887. Durante aquel año también arribaron
José Carena, Alfredo Berggini, Antonio Pozzi, José Biei, Bautista Cané y
hermanos. A su vez, varios de estos hombres así como algunos recién llegados,
en 1892, colonizaron parte del campo La Argentina (Al norte de la
estancia Las Tres Lagunas lindera a la colonia Las Rosas) siendo poblada y
cultivada su primera legua por Juan Tuninetti e incluso también por sus hijos,
Francisco Ferro, Juan Ceretti, José Manuele, Marcelo Spina, Francisco Galeucci,
Bartolomé Fenoglio y Jorge Marengo.
Los hermanos Dickinson -en 1888- presentan al
instituto topográfico de la provincia los planos para crear un pueblo con el
nombre de su estancia, que es aprobado en 1889. Al mismo tiempo Kemmis logra
que el ramal ferroviario pase por sus tierras (era un hombre con mucha
influencia) y gracias a esto impone al caserío que se estaba gestando en su
zona el nombre de su estancia.
El pueblo de Las Rosas fue designado cabecera del
departamento Belgrano en 1890 (cuando este fue creado) y fue dotado con su
propia comisión de fomento. Al mismo tiempo Las Lomas crecía a un ritmo
mayor debido a que más pobladores se instalaban en ella.
El pueblo actual termina de formarse en 1892 con la
unión de los dos pueblos, Las Lomas y Las Rosas por un decreto del
ejecutivo provincial. A pesar de que el primero era
más próspero y más extenso, el pueblo se denominó definitivamente con el nombre
de Las Rosas debido a la influencia política de William Kemmis.
El nombre de la ciudad le fue puesto por la flor
nacional de Inglaterra, la rosa, como así también lo muestra el escudo de
nuestra localidad en el que se pueden ver una rosa blanca como símbolo de la
casa de York y una rosa roja como símbolo de la casa de Lancaster, ambas
familias enfrentadas en la llamada “Guerra de las dos rosas”. A pesar de haber
sido fundada por inmigrantes ingleses e irlandeses (el propio William Kemmis),
los habitantes son en gran parte descendientes de italianos y españoles, debido
a la segunda gran inmigración para la colonización bajo el sistema de
arrendamiento en el territorio santafesino. Muchos de estos últimos inmigrantes
llegaron con el fin de construir y trabajar en la estación ferroviaria
terminando por instalarse en la región. Por ende los primeros pobladores
urbanos serán argentinos, italianos y españoles.
Gastón Gori observa cómo se componen los grupos de
inmigrantes que llegan a la región pampeana desde 1890, los italianos son
mayoría, luego le siguen los españoles, los rusos, los franceses, los
austriacos, los alemanes, los ingleses y por último los suizos. En la localidad de Las Rosas esta distribución
inmigratoria se refleja muy bien en el censo de 1887, que fue el primero de
tipo general realizado en la provincia de Santa Fe los días 6,7 y 8 de Junio.
Simultáneamente a los datos demográficos se relevaba el aspecto agrícola,
comercial, industrial y ganadero, para ello la provincia fue dividida en 74
distritos censales, a esta región, la que incluía las estancias La
California, Las Lomas, Las Rosas, El Rafango, Las Tres Lagunas, entre otras
se la denominó distrito “Amistad”, no existía aún Las Rosas como localidad.
Mediante el análisis censal podemos conocer como se componía a grandes rasgos
la sociedad de 1887, en este caso en la zona rural y descubrir así las
características de la gestación de la ciudad.
Para nuestro análisis utilizamos las planillas
censales de tres de las estancias más importantes del distrito Amistad: La
California, Las Rosas y El Rafango, debido a que son las únicas con las que
contamos. Aunque luego podemos contrastarlas con el resultado general del censo
de 1887. Los datos que extraeremos serán los referentes a la composición étnica
de la población, a la dinámica de movimientos (es decir si se mueven en familia
o no) y al ámbito laboral. Luego los volcaremos en tablas para su mejor
análisis.
La California es una
estancia fundada por el acaudalado alemán Guillermo Benitz, en el año 1875,
(los Benitz llegaron de Europa en 1874) y poseía 4 leguas (11.000 has.) Dentro
de la estancia se encontraba la estación de tren homónima. Al norte de La
California se encontraba la estancia Las Rosas, de William Kemmis. Y
al noroeste de esta se localizaba la estancia El Rafango, creada en
1888, también conocida como Santa Catalina Rafango.
Tabla A: Sexo y nacionalidad
de los inmigrantes
La California |
|||
Alemanes |
M |
1 |
5 |
H |
4 |
||
Estadounidenses |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Argentinos |
M |
10 |
31 |
H |
21 |
||
Ingleses |
M |
1 |
2 |
H |
1 |
||
Suizos |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Italianos |
M |
62 |
129 |
H |
67 |
||
El Rafango |
|||
Alemanes |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Argentinos |
M |
13 |
21 |
H |
8 |
||
Escoceses |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Las Rosas |
|||
Irlandeses |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Ingleses |
M |
4 |
25 |
H |
21 |
||
Alemanes |
M |
. |
2 |
H |
2 |
||
Españoles |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Italianos |
M |
3 |
14 |
H |
11 |
||
Argentinos |
M |
36 |
107 |
H |
71 |
||
Franceses |
M |
. |
1 |
H |
1 |
||
Suizos |
M |
4 |
8 |
H |
4 |
||
Chilenos |
M |
. |
1 |
H |
1 |
Tabla B: Familias según
nacionalidades
Nacionalidad |
Nº Familias |
Nº Integrantes |
Alemana |
2 |
2 |
Suiza |
1 |
3 |
1 |
5 |
|
ÍtaloArgentina |
1 |
3 |
Inglesa |
1 |
4 |
Argentina |
3 |
2 |
8 |
3 |
|
6 |
4 |
|
4 |
6 |
|
1 |
7 |
|
1 |
8 |
|
1 |
9 |
|
Italiana |
4 |
2 |
1 |
3 |
|
6 |
4 |
|
4 |
5 |
|
5 |
6 |
|
1 |
7 |
|
4 |
8 |
Tabla C: Familias
distribuidas entre las estancias del Distrito
Estancia La California |
|||
Población Total: 168 |
|||
Familias |
Personas solas |
||
Alemanes |
2 |
Alemanes |
2 |
Ingleses |
. |
Ingleses |
2 |
Argentinos |
3 |
Argentinos |
14 |
Suizos |
. |
Suizos |
1 |
Italianos |
24 |
Italianos |
9 |
Total |
29 |
Total |
28 |
Integrantes |
140 |
|
|
Estancia El Rafango |
|||
Población Total: 22 |
|||
Familias |
Personas solas |
||
Escoceses |
. |
Escoceses |
1 |
Argentinos |
4 |
Argentinos |
4 |
Alemanes |
. |
Alemanes |
1 |
Total |
4 |
Total |
6 |
Integrantes |
16 |
|
|
Estancia Las Rosas |
|||
Población Total: 160 |
|||
Familias |
Personas solas |
||
Ingleses |
1 |
Ingleses |
21 |
Italoargentina |
1 |
Irlandeses |
1 |
Argentinos |
17 |
Argentinos |
33 |
Suizos |
2 |
Alemanes |
2 |
Italianos |
1 |
Italianos |
8 |
|
|
Españoles |
1 |
|
|
Franceses |
1 |
|
|
Chilenos |
1 |
Total |
22 |
Total |
68 |
Integrantes |
93 |
|
|
Tabla D: Cantidad de
familias por nacionalidad
Familias en
total |
|
Italianas |
25 |
Inglesas |
1 |
Italoargentinas |
1 |
Argentinas |
24 |
Suizas |
2 |
Alemanas |
2 |
Entre las tres estancias los hombres (218) eran en
total más que las mujeres (134) y también eran de nacionalidades más diversas
(Tabla A). Los extranjeros (en general) son más que los nativos argentinos
según el resultado general del censo para el distrito Amistad. Las dos
nacionalidades preponderantes son la italiana y la argentina. En el total de
las estancias censadas los italianos (393) eran más que los argentinos (253). Y
entre estos últimos las migraciones internas son frecuentes y se dan
principalmente desde Buenos Aires y Córdoba (Tabla B).
Nuestra tabla, al igual que el resultado general del
censo para el distrito Amistad nos arrojan el dato de que los suizos, en
1887, eran más que los españoles, lo que es relevante y nos hace aproximarnos a
la idea de una futura migración española a la región cuando la localidad de Las
Rosas ya se halla constituida.
Entre las tres estancias de las que tenemos datos
hay 55 familias en total. Las familias italianas son la mayoría, seguidas de
las argentinas. Las inglesas, suizas y alemanas son muy pocas. Según los
números los inmigrantes se movían en familia (hay 55 familias con 249 personas
en total en contraste con las 102 personas solas). El argentino emigraba más en
soledad que cualquier otro grupo étnico, luego los ingleses y los italianos.
Las familias varían en número. Las italianas contaban con más integrantes que
las familias nativas. No había todavía en 1887 familias españolas en esta área.
(Tabla C y D)
Tabla E: Ocupaciones según las nacionalidades
Cocineros |
Patrones/Estancieros |
Mucamos |
Peones |
||||
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
2 inglesas |
1 alemán |
1 alemana |
1 estodoun. |
1 argentina |
. |
15 argentinas |
67 argentinos |
|
1 español |
|
1 irlandés |
1 inglesa |
|
2 italianas |
14 italianos |
|
|
|
|
|
|
3 suizas |
3 suizos |
|
|
|
|
|
|
|
2 alemanes |
|
|
|
|
|
|
|
12 ingleses |
|
|
|
|
|
|
|
1 francés |
|
|
|
|
|
|
|
1 chileno |
Chacareros |
Medieros |
Carpinteros |
Domadores |
||||
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
. |
2 alemanes |
2 italianas |
3 italianos |
. |
2 alemanes |
. |
1 argentino |
10 italianas |
34 italianos |
|
|
|
1 ingles |
|
|
Boyeros |
Labradores |
Capataces |
Mayordomos |
||||
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
. |
3 italianos |
. |
1 italiano |
. |
2 argentinos |
. |
1 escocés |
|
|
|
|
|
1 inglés |
|
1 inglés |
Puesteros |
Compositores |
Visitadores |
Pupilos |
||||
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
1 argentina |
2 argentinos |
. |
1 inglés |
. |
1 inglés |
. |
1 inglés |
Cuidadores |
Niños
s/profesión |
Adultos
s/profesión |
Poseros |
||||
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
Mujeres |
Hombres |
. |
1 inglés |
28 argentinas |
32 argentinos |
4 argentinas |
3 argentinos |
. |
1 argentino |
|
|
36 italianas |
2 suizos |
15 italianas |
2 italianos |
|
|
|
|
1 suiza |
20 italianos |
3 inglesas |
|
|
|
No catalogados |
|
|
|
|
|
|
|
Mujeres |
Hombres |
|
|
|
|
|
|
1 argentina |
1 argentino |
|
|
|
|
|
|
Respecto de los oficios ejercidos por esta población,
hasta 1900 la administración de una estancia estaba estructurada de la
siguiente manera: el director o mayordomo (gerente contratado) era la jerarquía
superior, si él era el propietario se lo llamaba estanciero y si su estancia
era muy grande podía tener un mayordomo contratado, este puesto estaba
reservado a escoceses e ingleses. La segunda jerarquía era la de capataz que
estaba a cargo de las cuadrillas de peones, nuevamente había ingleses y se
suman los argentinos. Las estancias pueden estar divididas en secciones, cada
una con un puestero que cuida de ellas, en este caso los puesteros son todos
argentinos.
Podemos encontrar también chacareros que se ganan la
vida en una pequeña granja, boyeros que son las personas encargadas de dirigir
a los bueyes, labradores y a los peones (término genérico para todos los
trabajadores de una estancia). La profesión más extendida entre los inmigrantes
era esta última y luego el oficio de chacarero. La peonada tenía mayoría de
argentinos (82) y la chacarería mayoría de italianos (44), los peones italianos
eran muy pocos (16) y no había chacareros argentinos. Los italianos se
dedicaron entonces a tareas principalmente agrícolas: fueron peones,
chacareros, medieros, boyeros y labradores. En cambio las demás nacionalidades
como los ingleses, alemanes o argentinos variaban más (Tabla E).
Las mujeres de varias nacionalidades por lo general
seguían a sus maridos, hermanos o padres en las tareas agrícolas o se quedaban
en casa bien porque eran pequeñas o porque se dedicaban a otras profesiones
(mucamas, cocineras) o eran amas de casa.
En el censo de 1887, los resultados finales nos
muestran además otras profesiones: albañiles, carreros, comerciantes o pulperos
(dentro de las estancias), herreros, horticultores, jornaleros, lavanderos,
planchadores y rentistas, pero estas tareas no abundaban en el distrito
Amistad.
Estos datos pueden darnos entonces un panorama de
cómo era la sociedad de esta región en 1887: la zona rural era el ámbito en
donde se desarrollaba y se concentraba la vida del inmigrante y también del
argentino nativo. Las tareas agrícolas eran las predominantes y las elegidas
por la mayoría de estos colectivos. El nivel de vida de la mayoría de la
población era bajo, exceptuando por supuesto a estancieros, patrones y mayordomos.
Las Estancias contaban con tanta cantidad de
habitantes que no es de extrañar que a los fundadores les surgiera la idea de
crear un pueblo.
Ahora bien pongamos ejemplos concretos. En 1879
(unos años antes del primer censo provincial) encontramos las primeras
pulperías, la de Esteban Giordano en la estancia “La Argentina” y luego la de
Juan Benvenuto, los primeros pobladores de 1887, los italianos Tuninetti,
Carena, Bergini, Pozzi, Biei, y Cané. Debido al impulso de la población surgen
más adelante algunos comercios, los almacenes de P. Trompet, L. Negrusi y C.
Cavalli, las fondas y posadas de Borri, Carignano, Bartola Blua y E. Carani y
las panaderías de Celestino Battaglia y C. Castellano. Podemos nombrar también
a los primeros fabricantes de ladrillos Francisco y Pablo Tettamanti y los
primeros constructores, Pedro Cantarutti, Antonio Meroni, Pedro Rizzi, Enrique
Chiesa y Atilio Tettamantti. La primera farmacia fue propiedad de Domingo
Bollati. En carpintería y herrería se destacaron los
señores Rabotti, Macagno y Agide Amadei. Como se puede apreciar muchos de estos
hombres son italianos. Algunos de estos hombres instalaron sus comercios o
talleres dentro de las estancias y otros lo hicieron en la incipiente “aldea”
como la caracterizan algunos libros. Recordemos el dato que nos decía que los
fundadores competían entre sí y por ello contrataban personas para cubrir
determinado puesto, tarea o quehacer, que se convertirían luego en los primeros
pobladores.
La colectividad dominante era la italiana, los
españoles todavía no se habían instalado en masa en la región. Estos datos nos
ayudan a pensar en que sociedades van a formarse primero y cuáles unos años
después y también que tipo de personas van a integrarlas. También nos plantean
un problema ¿fueron los italianos dedicados a las tareas agrícolas quienes
formaron parte de la sociedad de socorros mutuos? ¿O fueron italianos dedicados
a otras profesiones preferentemente urbanas? Si se aceptaban a chacareros y
peones podríamos suponer que debido a su número la cantidad de participación
habría sido numerosa. ¿Realmente fue así?
Con respecto a los españoles ¿Cuándo comenzó su
afluencia masiva hacia estos territorios? Ciertamente no en 1887, los españoles
no eran habitúes a instalarse en el campo, y eso era lo que por estos parajes
podía ofrecérseles. Llegaron cuando los pueblos ya estaban en marcha. Con
respecto a esto Hugo Rodino nos dice “(…) dada la llegada tardía de la
inmigración española (sobre todo en comparación con la italiana), es lógico que
estos inmigrantes vieran en la Argentina un país que daba (…) amplias chances
de establecerse en las ciudades.”
Al español no se lo asocia comúnmente entonces a las
labores rurales sino al comercio, a saber: “…a los distintos grupos regionales
de inmigrantes españoles se los asocia comúnmente con ciertas profesiones: los
catalanes aparecen como industriales, artesanos o profesionales; los gallegos
ejerciendo el servicio doméstico o la gastronomía; los castellanos y andaluces
como tenderos o empleados en general; los vascos desempeñando tareas agrícolas
(por ejemplo, alambradores) o como lecheros.”
En cuanto a los italianos, como ya observamos,
después de engrosar la población rural, se localizaron en el pueblo dejando de
lado los primeros oficios y volcándose a otra clase de profesiones. Los
españoles llegaron en su mayoría cuando la urbanización ya estaba en marcha y
se dedicaron al comercio. “En los primeros años del siglo XX ya empezaban a
equipararse en número con los italianos, y con posterioridad a 1910 los
sobrepasaron.”
Los censos posteriores nos arrojan los siguientes
datos. En el de 1895, punto en el cuál Las Rosas ya se encontraba
constituida como pueblo jurídicamente, hay un total de 96 varones españoles y
42 mujeres, 2509 varones italianos y 1504 mujeres. Los argentinos eran 2718
hombres y 2217 mujeres. Es decir que el número de italianos y argentinos era
muy similar, pero los españoles eran una minoría, lo que explica la demora de
esta colectividad en fundar su propia asociación.
Más adelante, en 1914, la población española del
departamento crece; en zona urbana asciende a 405 personas y en zona rural a
1466 (1871 personas en total) y el número de italianos asciende a 1411 en zona
urbana y 3044 en zona rural (4455 personas). Es decir que la población italiana
no crece considerablemente, sino que mantiene su número en lo que va de 1895 a
1914, pero sí aumenta considerablemente la población española.
Podemos decir entonces que la localidad de Las Rosas
fue creada, gestada y estructurada en base a la dinámica de los inmigrantes.
Matizando esta imagen, Miguel Gonzáles observa precisamente que Las Rosas era
una población gringa fundada por criollos que poblaban las estancias o los
suburbios del pueblo.
Las Sociedades de Socorros Mutuos en la localidad de
Las Rosas
En Las Rosas a pesar de que la localidad fue fundada
por ingleses, las primeras Sociedades de Socorros Mutuos pertenecieron a las
colectividades italiana y española ya que fueron estas las predominantes.
La Sociedad Italiana de Socorros Mutuos Unnione y
Benevolenza es la más antigua de las instituciones de la localidad de Las
Rosas, siendo fundada el 2 de agosto de 1891, por inmigrantes italianos, que
tenían como fin el socorro mutuo y el desarrollo de la comunidad, según ellos, sin
distinción de credo, raza ni nacionalidad. Sus fundadores fueron: Domingo
Bollati, Aurelio Tettamantti, José Baroncelli, Vicente Crova, Celestino
Battaglia, Carlo Biei, Luís Roncato, Pedro Benvenuto, Ángel Morcelli, Andrés
Macagno Luís Baroni, José Fenoglio, José Pascuali, Luís Carignano, Enrique Chiesa,
Juan Bautista Benvenuto, Ércole Garibaldi, Victorio Ponisio y Antonio Rosso. El grupo creador de la institución estaba compuesto por
19 miembros. Años después, el día 27 de Agosto de 1899, se celebró una reunión
de la Asamblea Ordinaria, en donde se deja clara la imposibilidad de conseguir
nuevos socios y sólo son 22 los firmantes. Es decir que su número no aumentó
considerablemente en los años posteriores. Numéricamente hablando esta
organización cuenta con un número estable de socios, lo que supone cierto
retraimiento de la comunidad por motivos que por ahora no podemos mas que
especular (por ejemplo: altos costos de las cuotas, dificultades de la
legitimidad de sus dirección, etc.).
Tabla F: Miembros de las
Comisiones Directivas de la Sociedad Italiana. 1891 a 1929. (Sólo cargos de
dirección)
|
Presidente |
Vicep. |
Tesorero |
1891 |
Celestino
Battaglia |
Luis Baroni |
Andrés Macagno |
1892 |
Juan Rossi |
Luis Carignano |
Andrés Macagno |
1893 |
Celestino
Battaglia |
Luis Carignano |
Bautista
Benvenuto |
1894 |
Bautista
Benvenuto |
Pedro
Benvenuto |
Andrés Macagno |
1895 |
Marcos Morra |
Celestino
Battaglia |
Andrés Macagno |
1896 |
Marcos Morra |
Celestino
Battaglia |
Andrés Macagno |
1897 |
Juan Firpo |
Juan Rivotti |
Andrés Macagno |
1898 |
Marcos Morra |
Domingo
Bollati |
Andrés Macagno |
1899 |
Sebastián
Bailone |
Atilio
Tettamanti |
Andrés Macagno |
1900 |
Sebastián
Bailone |
Atilio
Tettamanti |
Andrés Macagno |
1901 |
Sebastián
Bailone |
Angel Belloni |
Jose Vignolo |
1902 |
Sebastián
Bailone |
Angel Belloni |
Jose Vignolo |
1903 |
Angel Belloni |
Angel Mariotti |
Jose Vignolo |
1904 |
Celestino
Battaglia |
Angel Mariotti |
Jose Vignolo |
1905 |
Angel Belloni |
Esteban
Bailone |
Jose Vignolo |
1906 |
Angel Belloni |
Jose
Compagnucci |
Jose Vignolo |
1907 |
Jose Vignolo |
Jose
Compagnucci |
Esteban
Bailone |
1908 |
Jose Vignolo |
Jose
Compagnucci |
Jose Vignolo |
1909 |
Jose Vignolo |
Angel Mariotti |
Jose Vignolo |
1910 |
Jose Vignolo |
Camilo Campana |
Jose Vignolo |
1911 |
Antonio Meroni |
Nicolás Sardi |
Sebastian Siri |
1912 |
Antonio Meroni |
Nicolás Sardi |
Sebastian Siri |
1913 |
Antonio Meroni |
Nicolás Sardi |
Sebastian Siri |
1914 |
Antonio Meroni |
Nicolás Sardi |
Sebastian Siri |
1915 |
Antonio Meroni |
Herminio
Cornaglia |
Sebastian
Bailone |
1916 |
Antonio Meroni |
Herminio
Cornaglia |
Sebastian
Bailone |
1917 |
Antonio Meroni |
Herminio
Cornaglia |
Luis Oldani |
1918 |
Angel Mariotti |
Herminio
Cornaglia |
Antonio Meroni |
1919 |
Luis Oldani |
Herminio
Cornaglia |
Emilio Garino |
1920 |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
Emilio Garino |
1921 |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
Emilio Garino |
1922 |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
Emilio Garino |
1923 |
Luis Brovelli |
Tomás Garzino |
Jose Spina |
1924 |
Luis Brovelli |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
1925 |
Ernesto
Maritti |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
1926 |
Ernesto
Maritti |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
1927 |
Ernesto
Maritti |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
1928 |
Ernesto
Maritti |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
1929 |
Jose
Compagnucci |
Herminio
Cornaglia |
Jose Spina |
Lo que nos demuestra este cuadro es la continuidad
en los cargos mayores de los órganos de dirigencia. Evidentemente hay una
cierta falta de recambio ya que vemos que los mismos nombres vuelven a
repetirse una y otra vez. Es decir que rápidamente se constituye una elite
dirigente de cierta consistencia que mantiene el control de la asociación a lo
largo de las primeras décadas de su existencia.
En 1927 se bautiza su sede definitiva con el nombre
de Gabriel D’Annunzio. La elección del nombre del
salón se debió seguramente a un fuerte nacionalismo italiano que todavía
imperaba en la sociedad en esta ocasión en la clave que predominaba en la
Italia fascista contemporánea. Ahora bien, a la hora de colocar
la piedra fundamental para la construcción de la sede, se formó una comisión
honoraria de personalidades locales de la que formó parte Policarpo Requena,
una de las caras visibles de la Sociedad Española, de la que hablaremos a
continuación.
La Sociedad Española de Socorros Mutuos de la
localidad de Las Rosas fue fundada el 6 de Septiembre de 1903, 12 años después
de la fundación de la Sociedad Italiana, por veinte españoles, la mayoría
provenientes de la provincia de Lugos (Galicia), sus nombres eran los
siguientes: J. Altube, Rafael Moradillo, Policarpo Requena, Ricardo Salazar
Andrés Núñez, Juan Zarraga, Lorenzo López, Víctor Quinteros, Matías Mestre,
Bartolo Barceló, Domingo Pozo, Juan Pons, Vicente Moza, José Pino, Manuel
Longueira, Cosme Landa, Antonio Díaz, Pieolau, José Vilche, José Mida y Vicente
Aguirrazabal. Su fin originalmente era filantrópico, ayudar al necesitado. Lamentablemente no contamos con datos de los posteriores
integrantes de sus órganos de conducción como lo hicimos con la Sociedad
Italiana, por lo cual nuestro análisis se basará en los primeros miembros y
sólo en algunos integrantes posteriores.
Comenzaremos entonces con un estudio de estas
instituciones. Podemos señalar primeramente que ambas sociedades son
organizaciones formales de corte normativo ya que se rigen por estatutos. En el
caso de la Sociedad Italiana los estatutos se tomaron de modelo de la Sociedad
de Socorros Mutuos “Unnione y Benevolenza” de Rosario, de Cañada de Gómez y
seguramente también así lo hizo la Sociedad Española con otras asociaciones de
la misma colectividad fundadas anteriormente en otros lugares.
Para nuestro análisis utilizaremos la tipología de
Federico Pérgola acerca de las sociedades de socorros
mutuos que plantea diversas características: participación voluntaria,
organización democrática, contribución pecuniaria, capacitación de adherentes,
creación de un grupo de liderazgo por lo general perteneciente a una elite,
enseñanza del idioma, actividades de beneficencia y deportivas, transformación
económica de la sociedad, neutralidad ideológica y miembros de diferentes
sectores sociales. Debemos ahora analizar si las dos instituciones estudiadas
se corresponden ellas.
Ambas son asociaciones voluntarias, sus miembros no
son obligados a participar en ellas, lo hacen porque desean. Poseen una organización
democrática, eligen por votación a los miembros de la comisión directiva y
renuevan sus autoridades. Esto es lo que nos demuestran las actas, por ejemplo,
en un acta del año 1906 (no contamos con el número) el Consejo Directivo de la
Sociedad Italiana renueva al vicepresidente que es elegido en Asamblea General,
siendo electo por once votos el señor Angelo Belloni.
En cuanto a la Sociedad Española encontramos en el acta Nº 3 del año 1903 que
reunidos en Asamblea General aprueban por unanimidad el reglamento general de
la organización.
¿Sus miembros realizaban contribuciones pecuniarias?
Sí, sus integrantes contribuían monetariamente. De otra manera la sociedad no
podría haber funcionado aceitadamente. Pero no tienen fines de lucro, recaudan
para brindar beneficios a sus asociados y realizar diferentes actividades.
¿Capacitaban a sus adherentes? En el caso de la
Sociedad Española se puede citar como ejemplo de una incipiente capacitación el
acta Nº 4 del año 1903 donde se da cuenta de la compra de algunos elementos
para la sede, siendo nombrados entre algunos otros una imprenta y una
biblioteca. Lo que puede significar que se le daba
importancia a la lectura y a la difusión. Y en el caso de la Sociedad Italiana
citamos un fragmento del libro del 75º aniversario en donde se da cuenta de que
“(…) tiende principalmente a unir y vincular entre sí a todos los italianos,
sus hijos y los argentinos nativos y naturalizados, procurando la instrucción
de los mismos, con la creación de bibliotecas (…)”.
Tienen un grupo de liderazgo que es su comisión o
consejo directivo, con un presidente al frente. En el caso de la Sociedad Española
su primer presidente fue el señor Rafael Moradillo, su vicepresidente fue
Ricardo Salazar, el primer secretario Víctor Quinteros, el prosecreatio Andrés
Muñoz, el primer tesorero Policarpo Requena, el pro tesorero Juan Zarraga, y
los vocales Lorenzo López, Cosme Landa, Bartolo Barceló y Matías Mestre. Esta
organización se estructuraba de igual manera que la Sociedad de Socorros Mutuos
de Cañada de Gómez (creada en 1897) por lo que nos hace
pensar que esta fue tomada de modelo. En cuanto a la Sociedad Italiana el
primer grupo de liderazgo estaba compuesto por su presidente Celestino
Battaglia, vicepresidente Luigi Baroni, tesorero Andrés Maccagno, secretario
Domingo Bollati y concejales Ángel Morselli y Pedro Benvenuto.
¿Sus dirigentes eran parte de sectores sociales con
alto poder adquisitivo? Es muy factible que así fuera ya que por sus
profesiones, varias de ellas burguesas y su aparición en los libros
conmemorativos de la ciudad es muy probable que pertenecieran a círculos
selectos. En el libro del cincuentenario una frase acerca de la Sociedad
Italiana nos demuestra que colaboraban en ella “los italianos más
caracterizados de la localidad”.
¿Enseñaban su lengua? En el caso de los italianos
durante 10 años funcionó dentro de su sede la escuela “Dante Alighieri” con el
fin de conservar algunas de sus costumbres y por supuesto su idioma. Otro
ejemplo de la conservación lingüística es que el libro de actas de esta
organización se encuentra escrito completamente en italiano. En el caso de los
españoles resulta una obviedad señalar el hecho de que ellos no tuvieron que
cambiar su lengua al llegar a un país extranjero que hablaba su mismo idioma,
lo que no hacía para nada necesaria su conservación. Para el español que residía
en Argentina, se contaban dos ventajas, que el italiano que es mayoría no
poseía, por ejemplo la facilidad del lenguaje, que es el mismo que los
argentinos usan aunque con modismos diferentes, y además el hecho de que por lo
menos en las grandes ciudades el comercio y la industria españoles se hallaban
muy extendidos.
¿Tenían alta participación? En ambas sociedades los
miembros de la Asamblea General no eran muchos, en el caso de la Sociedad
Italiana se aduce la poca disponibilidad de miembros. Puede ser porque nadie
deseaba involucrarse, porque no se realizaba demasiada difusión o porque sus
miembros eran cuidadosamente seleccionados. Si sostenemos el hecho de que la
mayoría de sus miembros pertenecían a círculos selectos, la última opción es la
más viable. En la sociedad española había sólo 20 miembros reunidos tal vez por
las mismas razones. Aunque para una comunidad incipiente como Las Rosas ese
número no era para despreciar. Recordemos que para 1905 la localidad contaba
con 3000 habitantes.
¿Realizaban actividades de beneficencia? Si, todas
las Sociedades de este tipo en la época realizaban estas tareas, eran parte
fundamental del socorro mutuo.
Otras de las características planteadas por Pérgola
no quedan muy claras en el caso de nuestras sociedades, debido a que no se
tiene mucha información al respecto, por lo cual las trataremos muy brevemente.
Por ejemplo si además de beneficencia realizaban encuentros con actividades
deportivas para sus miembros, que otras Sociedades instaladas en otras
localidades sí desarrollaban. Otra de las características son sus metas, las de
transformar económicamente la sociedad y la instauración de un sistema de
producción de tipo colectivo, no tenemos fuentes que nos hablen de ello ya que
no contamos con los estatutos, pero es indudable que no estaban entre sus
objetivos, más propios de las asociaciones propiamente obreras. Tampoco podemos
asegurar su neutralidad ideológica como principio aunque la suponemos; no
obstante, en épocas posteriores se reconoce en la Sociedad Italiana la
presencia de hombres con ideologías fascistas y también hombres pertenecientes
a la Unión Cívica Radical. Y por último el hecho de si sus miembros pertenecían
a diferentes sectores sociales, sabemos que tenían diversas profesiones, que
algunos eran dueños de sus propios locales o que podía emplear a otras personas
y otros que eran contratados. Las profesiones liberales son casi inexistentes
en estos grupos. En el libro del 50 aniversario de la fundación del pueblo se
dice con respecto a la Sociedad Italiana: “Desde la fecha de su fundación, la
institución ha tenido en su seno lo más granado de la colectividad (…)”, entendiendo por granado alguien notable, ilustre y
escogido, evidentemente miembro de las clases altas locales.
Las mujeres miembros no existieron por lo menos en
el período en que se enfoca nuestro análisis. Esto seguramente significaba que
no eran aceptadas dentro de la organización, considerada seguramente como todos
los asuntos públicos, como una “cosa de hombres”. Si tomamos de modelo a la
Sociedad Española de Socorros Mutuos de la ciudad de Rosario se nos dice que
estas “(…) tardaron casi cincuenta años en ser habilitadas a asociarse y en
recibir la misma atención que sus padres, maridos, hermanos e hijos varones. El ámbito privilegiado para la participación de la mujer
era en esos tiempos el parroquial, creando grupos dentro de las Iglesias que
por lo general estaban a cargo de los curas párrocos y además los clubes de
beneficencia o grupos de damas que por lo general aceptaban a mujeres de alta
sociedad.
Los miembros de las Sociedades de Socorros Mutuos
tienen un estatus dentro de la organización y fuera ella, lo que va a
determinar la clase de relaciones sociales que estos tendrán como así también
la clase de vínculos que la organización tendrá. El estatus interno es la
posición que ocupan dentro de la sociedad de socorros por ejemplo como miembros
comunes participantes de las Asambleas Generales y como integrantes del consejo
directivo y las distintas posiciones dentro de este. Luego los estatus externos
a las sociedades que son los de padre de familia, hijo, hermano etc., y los de
sus diversas ocupaciones o profesiones.
Estos status determinan los roles que estos hombres
tendrán dentro y fuera de la organización. Estos dependen del cargo de
importancia que ocupan, no es lo mismo el rol del presidente que el de los
miembros comunes. Y fuera de la organización todos ellos también cumplen
determinados roles dependiendo de su ocupación o profesión, de si son o no
padres de familia, entre otras cosas.
Para ejemplificar esto pongamos el ejemplo de Celestino
Battaglia, miembro del grupo fundador de la Sociedad de Socorros Mutuos. Su
estatus dentro de la sociedad fue en un primer momento el de presidente del
Consejo Directivo, por lo que quizás sus roles y responsabilidad serán mayores
que los del resto de la organización. Además poseía una panadería, es decir que
su estatus fuera de la organización será el de comerciante reconocido en la
localidad y sus roles serán el de panadero y vendedor. Estos aspectos están
relacionados, ya que muchas veces se tiene en cuenta la posición del individuo
en la comunidad, para ser elegido para cargos de importancia dentro de las
sociedades. Y también muchas veces las relaciones que tendrá este individuo
dentro de la organización determinarán como se trate a esa persona en la
comunidad.
Relación de las Sociedades de Socorros Mutuos con el
resto de la comunidad rosense
Entre las comunidades de inmigrantes y las
comunidades nativas hay diferencias notables, esto puede generar disputas o una
convivencia pacífica. Distintas pautas socioculturales
y económicas se mezclan dentro de un mismo territorio. Este es el contexto en
donde se desarrollaban las actividades de las Sociedades de Socorros Mutuos.
Miguel Gonzáles, escritor
rosense de filiación anarquista, hace una diferenciación un tanto subjetiva
entre el criollo (argentino nativo) y el gringo (extranjero europeo). Su
impresión es que el criollo se adaptó a la vida pastoril, semi-nómade
porque estaba en su ambiente, hijo de aborígenes y españoles, no
despilfarraban, pero lo basto de su territorio los invitaba a la prodigalidad,
fueron por ende desprendidos. No se sentían atados a sus bienes por eso eran
capaces de apostar todo en el juego. En cambio el gringo procede de
países con tradiciones diferentes, con experiencia económica propia, están
desarraigados deseosos de acumular bienes. Eran ahorradores, previsores por el
hambre y las privaciones que sufrieron en sus tierras de origen, conocen además
los vaivenes de la comercialización de los bienes. Este
último aspecto es corroborado en parte por Rodino, según él los inmigrantes
españoles más antiguos aconsejaban a los recién llegados con respecto al ahorro
como base para hacer fortuna, pero también les mostraban los problemas del
ahorro desmedido ya que algunos descuidaban hasta su alimentación.
El criollo “amaba la libertad que le brindaba la
pampa” por lo que a veces sin quererlo sentía cierto
rencor por el gringo sedentario que se afincaba en un lugar, alambraba
campos y se dedicaba a la agricultura, actividad que progresivamente cambiaba
la fisonomía de los campos y estrechaba los límites de las pampas. Lo que era
un peligro para la libertad. Los criollos se vieron entonces desposeídos
de sus medios. Estos últimos en contraste se dedicaban
más a los trabajos en las estancias, de la estiva de los galpones, en los acarreos
con carros y por lo general eran analfabetos. Para el
autor de todas maneras los italianos y españoles eran una “estirpe de gente
fuerte y laboriosa, que cruzó los mares y se instalaron en esta tierra para
abrir brechas al progreso y la civilización (…)”
Al principio, europeos y argentinos se desconfiaban
mutuamente. “Los “nativos” llamaban despectivamente “gringos” a todos los
extranjeros que no hablaban correctamente español y estos llamaban “negros” a
los hijos del país”. Los gringos eran
considerados tranquilos, mientras que a los criollos se los calificaba
de bravos. El pueblo de Las Rosas tenía fama de estar poblada de gauchos
temerarios porque muchas veces se defendían o atacaban a la policía de manera
muy violenta.
La convivencia con los recién llegados tuvo sus
contratiempos, pero a la larga los conflictos mermaron. Como ejemplo podemos
citar la existencia de una fonda llamada, XX de Septiembre, en la cual
se recibían a criollos conductores de carros, de estirpe gaucha, no obstante,
eran frecuentes las reyertas y las muertes. En la manzana de enfrente
había un terreno vació donde se juntaban a jugar a las bochas, participaban
gringos, árabes, y otras nacionalidades. No faltaban los argentinos. Otro
ejemplo de la convivencia eran los jóvenes argentinos que se enamoraban de las rubias
gringas y estas a su vez de los morochos criollos.
Gonzáles nos señala además otro aspecto de la vida
cultural en donde se encuentran los nativos y los extranjeros, la música: “El
principio de este siglo fue una época de prosperidad para la divulgación
musical. En cada pueblo, por pequeño que fuera, se organizaban bandas de música
cuyos ejecutantes en su gran mayoría eran europeos. Los días domingos o
feriados al atardecer, los vecinos acostumbraban a ir a la plaza a escuchar a
su banda. Era uno de los pocos entretenimientos con que contaba la población.
Por las noches eran frecuentes las serenatas. Durante el día a nadie le
extrañaba que los transeúntes, especialmente los italianos, pasaran cantando
“La Donna Imobile” o alguna canzoneta napolitana de moda. Por distintos
motivos, existió en otros tiempos una divulgación práctica y espontánea de la
música. La operística italiana, las operetas alemanas, y las sarzuelas
españolas, rivalizaban en las festividades pueblerinas y a nadie le resultaba
desconocido un vals de Strauss.” Para el autor “Este ambiente de cultura
musical (…) favorecía a las relaciones sociales.”
Los que prevalecían en el pueblo eran los italianos,
a los que se adaptaban los demás y participaban de sus reuniones. Se juntaban
en las fondas a cantar canciones populares italianas. El instrumento
predominante era el acordeón. La guitarra era tocada por los criollos en
fogones y boliches. Los italianos cantaban en coro y
los criollos solos payaban mientras el resto los escuchaba.
La plaza se convirtió también en ámbito de sociabilidad donde las
colectividades se encontraban a escuchar a las bandas de música.
En las fiestas patrias los gringos salían con
sus caballos, hacían carreras y fiestas hípicas. Existía un personaje
particular, el “cocoliche” gringo disfrazado que quería parecerse al
gaucho y era visto como una figura cómica. Algunos gringos se adaptaban al
criollismo. Y algunos gauchos también se fueron
adaptando a los nuevos cambios, esta última fue la tendencia que finalmente
predominó.
Respecto a las Sociedades de Socorros Mutuos, el
primer aspecto a analizar serán las profesiones u ocupaciones
(estatus laboral) que pueden aproximarnos a la relación de los miembros con el
resto de su comunidad, ya que muchos lugares de trabajo son también ámbitos de
sociabilidad, lo mismo que las redes de clientela que se tejen alrededor de
determinados oficios.
Refirámonos primero a algunos de
los integrantes de la Sociedad Italiana en distintos momentos. Domingo Bollati
ejercía el oficio de farmacéutico, el presidente de la sociedad Celestino
Battaglia era panadero al igual que Luigi Vimercati. Julio
Nasi primero fue sastre y luego ejerció como los dos hombres anteriores el
oficio de panadero. El suizo Antonio Meroni fue el primer constructor de obras
del pueblo e instaló la primera fábrica local de mosaicos calcáreos. Enrique
Chiesa también se desempeñaba como constructor mientras que Francisco
Tettamanti (uno de los primeros pobladores) y su sobrino Atilio Tettamanti,
fueron fabricantes de ladrillos, muchas de las casas de la localidad se
construyeron con ellos, la familia entonces gozó de una excelente posición
económica que permitió a algunos de ellos retirarse temprano del trabajo para
disfrutar de sus rentas. Giuseppe Orsini se desempeñaba como albañil. Andrés
Maccagno era al mismo tiempo herrero y carpintero como así también Giovanni
Ravotti. Carlo Biei era colono (agricultor en “Las 200 cuadras”) al igual que
Bartolomé Fenoglio y Francisco Ferro. Giuseppe Firpo poseía galpones de
cereales. Michelle Cané era gerente en la usina eléctrica y fábrica de hielo que en 1910 inauguró Luciano Piquet y que le dio por
primera vez alumbrado eléctrico a Las Rosas. Cesare
Morando era abastecedor del pueblo. Antonio Tettamanti, fue primero sastre y
luego abrió un taller de artes gráficas. José Compagnucci se desempeñó primero
como empleado del servicio de Correos y Telégrafos de la Nación, luego instaló
un restaurant y cochería y posteriormente un depósito de cajones, el primero de
la localidad con todas estas tareas forjó una buena posición económica.
Sebastián Siri comenzó con un pequeño almacén que luego convirtió en un
comercio de ramos generales. Luis Oldani también fundó un comercio en la
localidad. Miguel Angel Mariotti abrió una joyería, relojería, fantasías y
artículos para regalos. Y por último Tomás Garzino se desempeñó como
comerciante primero con una hojalatería y zinguería lo que le granjeo una
excelente posición económica gracias a la cuál luego pudo comprar hectáreas de
campo para dedicarse a la cría de nutrias.
En cuanto a la Sociedad Española el
primer presidente, el señor Moradillo era peluquero, fígaro, fotógrafo y al mismo tiempo, sin ser odontólogo, sacaba muelas. Y
cede provisoriamente una casa para ser utilizada como local por la sociedad.
Por lo que se puede suponer que era una persona de clase media alta. Demetrio
Mendiola (fue vocal, vice y presidente), era un acreditado comerciante
con una selecta clientela y tenía un hotel llamado “Hotel el Vasco”. Según los libros conmemorativos era un hombre apreciado
en toda la población. Manuel López Díaz, trabajó de repartidor de
almacén en el negocio de Zalazar y luego en la casa de Policarpo Requena. Lorenzo López uno de los fundadores de la Sociedad española
y miembro de la primera comisión directiva instaló un comercio de ramos
generales en 1917 y luego una empresa de acopio de cereales que atendía las
demandas de Las Rosas, Iturraspe y La California, construyó mediante esta firma
los primeros elevadores y silos, también estaba dedicado a los seguros, la
colonización y las comisiones; todas sus actividades le forjaron la confianza
de numerosa clientela y permitieron a sus hijos ganar un lugar de
privilegio en la localidad.
Podemos entonces asegurar que la
mayoría de los miembros pertenecían a sectores sociales medios y altos,
ganándose la vida mediante el comercio y la industria manufacturera. Varios de
los miembros obtenían su sustento de profesiones urbanas y otros en cambio
poseían tierras, eran colonos. Algunos tenían comercios en la localidad de los
cuáles eran dueños, lo que significaba en algunos casos que tenían la
posibilidad de emplear a otras personas a su cargo, o en el caso de los
constructores eran contratados por personas del pueblo. Se puede suponer que
eran hombres que mantenían relaciones aceitadas con la comunidad. Además puesto
que Las Rosas era una pequeña localidad, no contaba con gran cantidad de
locales comerciales por lo cual la clientela de estos hombres puede haber sido
extensa. No olvidemos tampoco el hecho de que los libros conmemorativos nos
muestran casos como el de la familia Tettamanti o el de Lorenzo López que
gozaban de una holgada posición económica.
¿Podemos asegurar entonces que las ocupaciones o
servicios que prestaban estos hombres los conectaban con el resto de la
comunidad? Si, muchos eran panaderos, carpinteros, constructores, fabricantes,
empresarios lo que hacía que la gente los reconociera o formara parte de su
clientela habitual. No pocos de estos hombres hicieron fortuna y frecuentaban o
formaban los círculos sociales más selectos de la comunidad.
Otro de los aspectos que pueden
ayudarnos a echar luz sobre estas relaciones es la participación de los
miembros de las respectivas sociedades en otras organizaciones de carácter
normativo o no, en el mismo momento o en momentos posteriores.
Varios miembros de la Sociedad
Italiana tuvieron cargos importantes dentro del gobierno local, es decir de la
Comisión de Fomento. Celestino Battaglia (1895) y Luis Oldani (1918)
fueron vicepresidentes, Miguel Ángel Mariotti fue titular del mismo ente en
1913. Luigi Carignano (1892) al igual que José Firpo (1899) fueron tesoreros.
Emilio Garino fue controlador de cuentas (1916). Antonio Tettamanti (hijo de
Francisco) actuó como secretario. José Compagnucci fue suplente. Otros hombres
también pertenecieron a la comisión como Marcos Morra (1897) o fueron
funcionarios de la comuna como Sebastián Siri.
Algunos participaron en otras organizaciones
sociales. Atilio Tettamanti, colaboró en la Sociedad Italiana y también con el
Club Social y el Club Atlético Belgrano (del que fue uno de los fundadores).
Julio Nasi fue uno de los mayores contribuyentes de la comisión de fomento, de
la sociedad italiana y del Club Belgrano del que fue socio fundador, de la
comisión del Club Social y del Club Atlético Las Rosas. Participo también en
las cooperadoras de escuelas fiscales. Andrés Macagno fue miembro del Club
Social al igual que José Firpo.
La Sociedad Española también contó entre sus filas
con miembros que en algún momento pertenecieron a la Comisión de Fomento local,
uno de ellos fue su primer presidente Moradillo que fue revisador de cuentas de
la Comisión (1913) al igual que Policarpo Requena (otro de los miembros del
primer consejo directivo de la sociedad) ambos siguieron ocupando el cargo en
1916. Antonio Fernández – Gonzáles (uno de los miembros fundadores de la
sociedad española) figuró también.
La Jefatura Política (institución político-policial
de relevancia en la Provincia de Santa Fe) que funcionaba para el resguardo y
la prevención del orden público, al igual que el cargo de Juez de Paz ambos
puestos fueron ocupados por Policarpo Requena, el primero en 1928 y el segundo
un tiempo antes en 1923.
Por esos años en Las Rosas funcionó la Agencia
Consular Italiana que estaba a cargo de personajes muy importantes de la
localidad, no era un cargo al que cualquier persona pudiera aspirar ya que era
otorgado por la “madre patria italiana”. Uno de los primeros agentes fue
Celestino Battaglia (1908), luego siguió José Vignolo (1911), asumió
posteriormente el cargo Miguel Ángel Mariotti (1912), y José Spina también tuvo
el honor (1916). El último de estos hombres es
reconocido principalmente en el libro del cincuentenario por ser un hombre de
posición holgada, uno de los fundadores del pueblo de Saira y fundador del
colegio italiano “Dante Alighieri” que funcionó por 10 años, enseñando la
lengua italiana, el arte y la ciencia de ese país. Según el libro este hombre: “Ha
sabido granjearse el afecto de los compatriotas de Las Rosas y pueblos
circunvecinos que lo distinguen y aprecian”. Esto
significaría que el hombre ostentaba mucha influencia dentro de la comunidad.
Dentro de las organizaciones de índole recreativa
podemos nombrar al Club Social fundado en 1899 que nucleaba a autoridades y
vecinos deseosos de estrechar vínculos y fomentar la sociabilidad. En el mismo se agrupaban los personajes “notables”
de la localidad, sean italianos, españoles o argentinos. Se cobraba
evidentemente una tarifa alta mediante la cual se pudieron adquirir objetos
como una mesa de billar, armas para tiro al blanco y para organizar concursos
de tiro, y para componer una biblioteca social. Este club también realizaba
bailes sociales. En 1915 fue presidido por M. Mariotti, Policarpo Requena fue
tesorero y en 1917 este último cambió su cargo por el de secretario y Mariotti
pasó a ser el tesorero. Es decir que los hombres iban variando en los cargos
pero por lo general eran los mismos. Nuevamente en 1919 encontramos a Requena
como secretario, en 1920 a Mariotti como vocal que un año después pasa a ser
nuevamente el presidente. Luis Oldani como los dos
anteriores tuvo el honor de ser presidente y vice. Herminio Cornaglia fue
tesorero. Antonio Fernández Gonzáles fue socio fundador. Antonio Tettamanti fue
otro de los ilustres miembros. Julio Nasi participó de su comisión. Este último
hombre dirigió además por un tiempo el Club Belgrano, fundado en 1921.
El Club Atlético Belgrano fundado en 1908 llevó a
cabo acciones deportivas y su práctica principal era el foot-ball. Entre
sus miembros fundadores se contaban personajes como Policarpo Requena
(secretario), Antonio Tettamanti y Don Manuel López Díaz.
La última de las organizaciones recreativas a las
que haremos referencia será el Tiro Federal, fundado en 1924, nucleaba a destacadas
personalidades del medio local, su acta inicial se firmó en el local de la
Sociedad Italiana. Su propósito era mantener un polígono de tiro de guerra.
Otra vez volvemos a encontrar al multiparticipativo Policarpo Requena
(secretario y prosecretario) y a Herminio Cornaglia (tesorero).
Las sociedades cooperadoras de escuelas fiscales
fueron también un ámbito de encuentro. Demetrio Mendiola perteneció a varias.
Dentro del ámbito escolar, la escuela Dante Alighieri también tuvo miembros
ilustres dentro de su consejo directivo como Sebastián Siri y Emilio Garino
(vicepresidente). Esta última sólo nucleaba (obviamente) a italianos por lo que
podemos decir que era un ámbito de sociabilidad restringido.
La cooperativa del pan es una organización normativa
de corte económico, que contaba en su seno, como todas las anteriores
nombradas, con hombres que también formaban parte de las Sociedades de Socorros
Mutuos como Tomás Garzino, Nicolás Sardi, Sebastián Siri (todos ellos
italianos) y Demetrio Mendiola.
Las colectividades italiana y española junto con la
argentina pertenecieron a damas de beneficencia que a su vez fundaron el
hospital de caridad. José Firpo fue consejero en la comisión directiva del
Hospital de Las Rosas al igual que Policarpo Requena, la mujer de este último
fue vicepresidenta de la comisión y la mujer de Firpo fue vocal.
Muchos de los hombres antes nombrados poseen un
espacio dedicado a ellos o a sus familias en el libro del cincuentenario de la
fundación de la localidad. Al figurar en sus páginas, se puede inferir que
estas personas pertenecían a la elite local y eran reconocidos por todo el
pueblo como personajes importantes para la ciudad y además el espacio en el
libro era pago por lo cual la conclusión que puede sacarse de esto es que
varios de ellos hicieron una no deleznable fortuna.
Miguel Gonzáles dice haberse indignado con el libro
del cincuentenario ya que aparecían en sus páginas como benefactores del pueblo
los que según él pagaban para figurar. Algunos de ellos con “dudosa
moralidad y dinero mal habido”. Pero lo que más le indignó fue ver que los
criollos no aparecían en el libro.
Otro aspecto importante para el análisis es la
construcción de edificios, que eran utilizados por la colectividad y por el público
en general. La Sociedad Italiana poseía un teatro propio con el nombre de
Gabriel D’Anunzzio, de grandes dimensiones, característica que compartía con la
mayoría de las sociedades de su tipo. En el caso de Las
Rosas se realizaban por ejemplo bailes sociales en los carnavales en el salón
del teatro, lo que era visto como una importante tarea.
Rodino por su parte celebra a los españoles y la
“significativa tarea cultural construyendo teatros, que en muchos casos fueron
los más significativos de cada localidad”. La Sociedad
Española de Socorros Mutuos de Las Rosas también construyo su propio teatro, no
ostentaba las dimensiones del de la Sociedad Italiana, pero servía a sus
propósitos.
Ambas sociedades con el tiempo lograron grandes
avances en cuanto a infraestructura. Por ejemplo la compra de sus respectivos
locales y la construcción de teatros y salones de fiesta. ¿Qué puede significar
esto? Seguramente el ingreso de más dinero a la arcas, así como también mayor
afluencia de afiliados y la expectativa de generar más actividades y de otro
tipo de envergadura, que nucleen a mayor cantidad de personas.
En cuanto a las fiestas de las respectivas
colectividades. La colectividad italiana festejaba el
20 de Septiembre. Por otra parte, todos los años la
colectividad española celebraba el 12 de octubre, el día de la raza.
Estas últimas duraban ocho o diez días, se hacían
las romerías donde se bailaban las danzas regionales con los trajes típicos,
tocaba la banda de música, acompañada de banderas argentinas, españolas e
italianas de las autoridades del pueblo y las respectivas colectividades,
desfilaban por las calles centrales del pueblo, había exhibiciones teatrales,
al mediodía se hacia el gran banquete en el salón de la sociedad española, se
servía la famosa sopa del 12 de octubre y luego otras comidas. A continuación
se hacía un remate y la sociedad española debía sacar el mayor provecho
posible. El Monseñor Francisco Diez concurría a las reuniones de la Sociedad
Española y a esta clase de actos, donde tenía asignado un lugar de honor. Luego de las fiestas lo más triste era ver a los pobres esperando
las sobras del festín.
Ahora bien podemos plantearnos una serie de
interrogantes para finalizar nuestro análisis, el primero de ellos es si ¿Las
sociedades italiana y española de socorros mutuos tenían relación con los
habitantes argentinos o de otras colectividades fuera de la suyas? Si, un
ejemplo de ello es el hecho ya nombrado de la colocación de la piedra
fundamental del salón de la Sociedad Italiana, donde uno de los padrinos fue
Policarpo Requena, miembro ilustre de la Sociedad Española. Además también
podemos citar las festividades antes mencionadas en las cuáles las sociedades
abrían sus puertas a los argentinos, más específicamente a los funcionarios
argentinos. El segundo interrogante se desprende del primero ¿Qué actividades
realizaban para incluir al resto de la comunidad rosense? organizaban actos por
las fiestas patrias de las respectivas colectividades y ofrecían sus salones
para las fiestas patrias argentinas y para los aniversarios de la creación de
la localidad. En estos momentos se enarbolaban las banderas italianas,
españolas y argentinas. Cotidianamente se presentaban obras de teatro o se
realizaban banquetes. ¿Todas estas actividades eran abiertas al público en
general o sólo a los italianos, españoles o argentinos que tenían buena
posición económica? Todo dependía de la clase de fiesta que se llevara a cabo,
pero por supuesto quienes tenían lugares privilegiados en ellas eran las
personas más ilustres de Las Rosas, como por ejemplo el caso de Monseñor Diez,
que contribuía muy generosamente en las colectas de la Sociedad Española, al
igual que otros miembros, lo que significaba que quien no tenía considerables
sumas de dinero que aportar seguramente no recibiría el mismo trato. ¿Las
actividades tenían carácter étnico? ¿Se festejaban fiestas italianas/españolas
o se conmemoraban actos por sus próceres? Varias de estas actividades si tenían
carácter étnico, pero muchas veces incluían al resto de la comunidad con
desfiles o banquetes, como lo señalamos anteriormente.
Conclusión
El problema que llevó a la realización de nuestro
trabajo era la relación de las Sociedad de Socorros Mutuos creadas por los
inmigrantes italianos y españoles respecto del resto de la comunidad de Las
Rosas a través de una mirada a las acciones de sus miembros, y la hipótesis que
planteamos era que fueron abiertas, que no se cerraron al resto de la
comunidad, ni fueron sectarias, brindaron ayuda a sus respectivas
colectividades y también a los argentinos nativos que lo requerían. Además se
transformaron en ámbito de sociabilidad y de integración para la comunidad.
En el espacio local se fueron generando
organizaciones que dentro de su seno conformaban redes de sociabilidad debido a
la necesidad de relacionarse de una u otra manera que poseían los nuevos
pobladores. En este espacio, a medida que más gente se congregaba, se iban
conformando más redes que muchas veces superan los límites de la colectividad.
Las Sociedades de Socorros Mutuos entonces
cumplieron una doble función, fueron ámbito de sociabilidad ya que los
italianos/españoles se reunían, debatían, votaban proyectos, se elegían para
determinados cargos, juntaban fondos y en este proceso se conocían, hablaban,
interactuaban entre ellos. Todo esto los hacía pertenecer, formar parte de
algo, y también un papel de integradoras de la comunidad. Las sociedades
(ambas) organizaban celebraciones para las cuáles abrían sus puertas no sólo a
su colectividad sino también a la comunidad en general, pero esta apertura no
alcanzaba siempre a todos los sectores sociales por ejemplo a las clases más
humildes o los sectores menos pudientes, que eran objeto de su beneficencia.
Era una apertura con “carácter de clase”. Pero es de rescatar que afirmaban
llevar el socorro mutuo a toda la comunidad sin distinción de nacionalidad.
El contexto en donde desarrollaron sus primeros años
las Sociedades de Socorros Mutuos era de encuentro mutuo entre las
colectividades. Existía una interacción permanente, ya que la incipiente
localidad poseía varios lugares de encuentro como fondas, cafés, restaurantes y
por supuesto locales comerciales e instituciones varias (políticas,
recreativas, económicas). Podemos nombrar los Clubes, las cooperadoras
escolares, las bibliotecas, las cooperativas y las de ayuda al prójimo.
Dentro de estas nuevas redes se da la apropiación de
“capital social y político” es decir prestigio, liderazgo e influencia. A lo
largo de nuestro trabajo pudimos ir rastreando estos tres aspectos, que
caracterizarían las relaciones de los miembros de las sociedades. Por ejemplo
podemos señalar que las organizaciones que tienen importancia social (como las
de socorros mutuos) aportan prestigio a sus miembros si estos tienen un puesto
importante, por ejemplo. El liderazgo, se da gracias a su desempeño como
directivos de la organización, esto les da un antecedente para la conducción de
otras entidades y viceversa. El prestigio y el liderazgo dan influencia, aunque
también podríamos cambiar el orden de las palabras y nos darían la misma
receta; estas personas por ejemplo serán consultadas a la hora de tomar
decisiones. Se convertirán en referentes para tener en cuenta dentro de la
comunidad. Estos tres aspectos son importantes a tener en cuenta, ya que a
medida que crece el prestigio y la influencia individual de sus miembros,
también crecen estos factores respecto de la organización y viceversa.
Este capital social acumulado por las organizaciones
y por sus miembros va a influir en sus relaciones sociales. Le va a aportar las
características principales.
Para construir este análisis lo primero que
realizamos fue un relevo de sus miembros (en distintos momentos) y las
profesiones u ocupaciones en las que se desempeñaban, para echar luz sobre el
aspecto interpersonal. Esto fue importante para conocer el sector social de
pertenencia de estos hombres (ya que las mujeres no participaban en ellas). Lo
primero que notamos es que entre los integrantes de estas sociedades priman los
sectores medios y medios altos y aun altos de la localidad. La mayoría tienen comercios
o fábricas y son independientes y autónomos, pueden emplear a otras personas.
Sus profesiones/ocupaciones les procuran más ingresos y ventajas materiales y
económicas que a los trabajadores dependientes. Su estatus por lo general les
da mayor prestigio. Estos hechos van a generar círculos sociales un tanto
restringidos, a los que sólo estos hombres podían acceder. Por ende podemos
aproximar como una primera conclusión que las relaciones van a tener carácter
de clase, no toda la comunidad se relacionaba entre sí.
Las profesiones dentro de las instituciones eran
diversas pero primaban los comerciantes, los chacareros y peones (es decir el
italiano promedio) no son mayoría. No obstante, algunos locales comerciales,
como las panaderías, las farmacias y otros de otro rubro como las fondas, que
algunos de estos hombres tenían, eran propicios para la formación de redes de
sociabilidad, que creaban lazos de tipo clientelar (menos restringidos que
otros tipos de relaciones) y de otra clase.
Muchas de estas profesiones granjearon a quienes las
ejercían no sólo una holgada posición económica sino también el reconocimiento
de sus pares y de la comunidad en general. Lo que no significa (contradiciendo
a los libros conmemorativos) que fueran apreciados, sólo que fueron conocidos.
Lo que se pudo percibir y que nos confirma lo
anteriormente planteado, es que leyendo las páginas de los libros
conmemorativos de los 50º y 75º aniversarios es que los hombres que figuraban
allí pertenecían realmente a círculos selectos, y varios de ellos integraban
las sociedades en las que enfocamos nuestro análisis. Es decir que eran vecinos
notables. Además también, varios de ellos figuran en el libro de Miguel
Gonzáles, quien escribió sobre personajes ilustres de la localidad, aunque hizo
una fuerte crítica al afirmar la ausencia de criollos, como si sólo los
italianos y los españoles fueran dignos de aparecer allí.
Las comisiones directivas, es decir los cargos de
dirigencia, tenían poco recambio y la mayoría de las veces eran ocupadas por
hombres de “alta alcurnia”. Pero no podemos asegurar que los todos los miembros
comunes pertenecieran a sectores sociales con amplios recursos económicos.
Las Sociedades de Socorros Mutuos también
compartieron miembros con otras organizaciones, tanto políticas como civiles y
recreativas. El ejemplo quizás más emblemático es el de Celestino Battaglia,
presidente de la Sociedad Italiana en su comisión directiva fundadora y que
también fue vicepresidente de la Comisión de Fomento que regía los destinos de la
localidad, y además agente consular (cargo muy importante al que sólo accedían
personajes reconocidos). Otro de los nombres que se repiten en varias
instituciones es Policarpo Requena, integrante de la Comisión directiva de la
Sociedad Española, fue además revisor de cuentas en la Comisión de Fomento,
integrante del Club Atlético Belgrano, tesorero y presidente en repetidas
oportunidades del Club Social, consejero de la comisión directiva del Hospital
a la cuál pertenecía su esposa, Juez de Paz y Jefe Político. Este currículum de
instituciones múltiples como el de estos hombres, se repite con no pocos
españoles e italianos. Las mujeres no tenían posibilidad de una lista tan
amplia a menos que fueran parte de las sociedades de beneficencia o
parroquiales, su sociabilidad y participación estaba restringida a estos
ámbitos, ya que otros eran mayoritariamente por no decir completamente
masculinos.
Las organizaciones de Socorros Mutuos materializaron
el orden social creado por la comunidad, por ejemplo la no participación de las
mujeres en órganos de decisión de organizaciones importantes socialmente,
relegándolas a entidades de importancia secundaria. Otro ejemplo sería la
participación de hombres de gran poder adquisitivo, en esta clase de instituciones.
Muchos estatus externos a la organización determinan
los internos, como su elección a un determinado cargo, pongamos como ejemplo a
Policarpo Requena o José Spina, que a lo largo de su vida fueron acumulando
cargos dentro de una variada gama de organizaciones. Este se debía por ejemplo
porque un hombre era el más idóneo por su profesión o formación. Además podemos
agregar el hecho de que un estatus dentro de una entidad puede llegar a ser
parámetro para su estatus en otra, el ejemplo para ello es el hecho de que
varios hombres fueron tesoreros en una institución y luego repitieron este
mismo cargo en otra.
Varias de las instituciones en donde se desempeñaban
estos hombres cobraban una cuota societaria, por lo que quienes pertenecían a
más de una tenían que pagar para acceder a ellas. Esto nos indica como venimos
sosteniendo que las organizaciones locales buscaban a sus miembros en círculos
sociales muy selectos, a ellas no podía acceder el común de la gente. Los
nombres siempre se repiten.
Por último, otro de los aspectos surgidos, es la
menor relevancia de la Sociedad Española con respecto a la Italiana. Esta
última es usada como sede en la fundación de otras instituciones como por
ejemplo el Tiro Federal donde como dijimos antes sus miembros eran muy
selectos, sólo los ciudadanos caracterizados tenían la posibilidad de
practicar esta actividad. Esto es demostrado también en el hecho demasiado
explícito de que el espacio dedicado a la Sociedad Italiana en el libro del
cincuentenario es considerablemente mayor al dedicado a la Sociedad Española.
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Bodas de Diamante de la localidad de Las Rosas. Las Rosas. 1964.
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fundación de Las Rosas. Las Rosas.
1939.
Expediente
Decreto del Poder Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe 09 de Junio de 1888.
Departamento Topográfico de Santa Fe.
Recepción: 21/08/2017
Evaluado: 2/10/2017
Versión Final:
21/11/2017
(*) Profesora de Educación Secundaria en Historia (Escuela Normal Superior Nº 33 "Dr. Mariano Moreno", Armstrong). Maestranda en Historia Social Latinoamericana y Argentina (Universidad Nacional de Rosario), Argentina. E-mail: flopy_bm2506@hotmail.com
Este trabajo está construido sobre la base con el que aprobara el Seminario Regional para graduarme en la carrera de Historia. Una versión preliminar fue expuesta en las “Primeras Jornadas de Historia Social Regional” organizadas por la Sección Historia del Instituto Superior del Profesorado Nº 3, Villa Constitución. Agradezco los comentarios y sugerencias recibidos en esas ocasiones, así como los de los evaluadores de este trabajo.
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Cuando las sociedades humanas comenzaron a
complejizarse se gestaron las primeras asociaciones encargadas de brindar
seguridad social, se fueron creando así los mecanismos para paliar los males
que aquejaban al hombre. En Europa con la Revolución Industrial, las carencias
acompañadas de la desprotección de los obreros en las fábricas hicieron
necesario el surgimiento de organizaciones que brindaran ayuda, así surgieron
los primeros sistemas modernos de protección. Uno de ellos es la mutualidad,
que funcionaba bajo el auspicio de asociaciones gestadas por las
colectividades, que intentaban afrontar riesgos sociales como la vejez, la
invalidez, la enfermedad y la muerte. Se manejaban mediante el aporte de sus
miembros, eran de tipo provisional y funcionaban en sus inicios de manera
oculta ya que el derecho de asociación estaba proscripto a comienzos del siglo
XIX, siendo ello revertido a mediados de la centuria.
NUGENT, Ricardo “La seguridad social: su historia y sus fuentes” en: BUEN LOZANO, Néstor de y MORGADO VALENZUELA, Emilio (Coordinadores). Instituciones de derecho del trabajo y de la seguridad social, Academia Iberoamericana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social / Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 603-608. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/1/139/36.pdf. MOIRANO, Armando Alfredo Apuntes para una historia del mutualismo. Fundación CIESO, Buenos Aires, pp. 1-11. Disponible en: http://www.fundacioncieso.org.ar/testing-wp/wp-content/uploads/Apuntes_para_una_historia_del_mutualismo.pdf
DEVOTO, Fernando, “Las sociedades italianas de ayuda mutua en Buenos Aires y santa Fe. Ideas y problemas, en Studi emigrazione, XXI, Nº 75, settembre 1984, p. 324-326.
PÉRGOLA, Federico. “Inicios del mutualismo en Argentina” en: Revista argentina de salud pública. Ministerio de Salud de la Nación. Vol. 1 Nº 4. 2010, pp. 45-46. Disponible en: http://rasp.msal.gov.ar/rasp/articulos/volumen4/RASP4-HP.pdf
Y en cuanto a información, Pérgola, asegura que las primeras son las mejores estudiadas y sobre las que más información se tiene.
Resalta el hecho de la carencia de estudios sistemáticos y amplios sobre estas instituciones según Devoto.
ZIMMERMANN, Eduardo A. “La sociedad entre 1870 y 1914”, en: ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA; Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo 4. Planeta, Buenos Aires, 2000, p. 137.
“Las Sociedades Italianas”. Disponible en: http://genealitalia.com/italia/sociedades%20italianas.html
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“Se aprobaron en 1889 los planes de Las Rosas que fundó Don G. Kemmis” Crónica. Noviembre 1964. Rosario. 75 Aniversario. Bodas de Diamante de la localidad de Las Rosas. p. 2
Suplemento del Álbum Biográfico del Departamento Belgrano. Homenaje a los 50 años de la fundación de Las Rosas. Las Rosas. 1939, p. 3
Expediente Decreto del Poder Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe 09 de Junio de 1888. Departamento Topográfico de Santa Fe.
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RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina: adaptación e identidad. Documentos (1915-1931), Biblioteca Nacional y Página 12. 1999, p. 10
GORRIZ, Noemí Gladys; Historias de la Inmigración y memorias del mutualismo. COGTAL Argentina, Buenos Aires, 2010, p. 388
CABEZAS, Ramón. “Guía del Inmigrante español en Buenos Aires”, en: RODINO y CIBINA, Hugo, Inmigrantes españoles en Argentina…, op. cit., p. 49
La importancia de la información brindada por Gonzales radica en que no hay demasiada información acerca de la época estudiada y él aporta datos interesantes y que resultan relevantes para nuestra investigación, además sus aportes tienen en cuenta la vida cotidiana de los habitantes de la localidad, una mirada que no brindan otros escritores locales.
Los señores Piguet, Firpo, Ferrero y Cía. en 1922 clausuran el alumbrado público por lo cuál el pueblo forma una cooperativa para continuar con el servicio y hacerse cargo de la usina.
Un Consulado honorario o una Agencia consular tiene solamente competencias limitadas. No es manejado por funcionarios profesionales, sino por un cónsul honorario. A menudo es un hombre o una mujer de negocios u otra persona notable y establecida desde hace mucho tiempo. En la Web: http://www.consuladosembajadas.com.ar/definiciones/que-es-un-consulado.htm
Citamos el ejemplo de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Rosario “Unnione y Benevolenza” al hablar de su propio teatro “(…) la construcción del “Salone XX Setiembre” levantado para celebrar allí las fiestas de la colectividad italiana, entre los cuáles la más tradicional era la que recordaba la legendaria entrada de Garibaldi en Roma aquel día de 1870 (…) los directivos que impulsaban la obra tuvieron en cuenta también la posibilidad de utilizarlo como lanzareto en caso de epidemias infecto-contagiosas, ya que en el verano de 1887-88 el cólera que asoló la región había señalado la falta de un local para alojar enfermos, evitando contagios” GORRIZ, Noemí, Historias de la Inmigración…, op. cit., p. 395.