Una
experiencia en el aula. "Historia Regional" en la carrera de Historia
de la
Universidad
Nacional de Salta[1]
Marcelo D. Marchionni(*); Emma
T. Raspi(**) y Lucas
Origüela(***)
Consideraciones
iniciales. Región e historia regional
“Cuando empecé el cursado de la materia;
solo tenía la simple noción que se estudiaría la región como un espacio dado
con límites preestablecidos o la historia del noroeste argentino. Pero otra fue
la forma de abordar la historia regional propuesta desde la cátedra y bastaron
la primeras clases para echar por tierra mis vagas concepciones preliminares”.[2]
En
los albores del nuevo milenio, el panorama historiográfico aparece como un
universo en continua expansión y fragmentación pues los enfoques más recientes
plantean nuevos sujetos y nuevos temas del pasado. De esta forma, “reaparecen”
como actores y sujetos históricos la gente corriente, las mujeres, los niños,
entre otros, que son vistos actuando desde el mundo de las representaciones,
las formas de sociabilidad, etc. Incluso los temas tradicionales de la historia
han reconocido un enfoque diferente; así es que se buscan otras clases de
testimonios y pruebas aparte de los documentos escritos, entre ellos las
fuentes orales y visuales. Asimismo, las “escalas” empleadas en las investigaciones
reconocen universos espaciales y analíticos no tradicionales. De este modo se
fue conformando un clima cultural de la diversidad,
que tiene como fin visualizar horizontes que pugnan por la construcción de un
nuevo paradigma que se corresponda con el de una sociedad complejizada, en la
cual se reflexione permanentemente sobre la misma naturaleza de lo social.
Este
nuevo dinamismo en la producción historiográfica conlleva la necesidad de
abordar el pasado con el compromiso de conocer la intensa variedad de problemas
que lo componen, y desde allí intentar comprender las realidades actuales,
tanto en el ámbito de la vida social como en el académico; indudablemente este
es el espíritu que anima a quienes se inscriben en la línea de la “historia regional”[3].
En
definitiva, abordar la historia regional implica considerar cuestiones que
permiten visualizar los avances de la investigación científica, puesto que la
noción de espacio regional impone una dimensión analítica que busca presentar
diversos discursos historiográficos que, por una parte, superen de alguna
manera las tradicionales crónicas provinciales y, por otra, complejicen los
relatos centralizadores y algunos modelos homogeneizantes
de la modernidad. Lo cierto es que los aportes de diversas investigaciones
regionales lograron reconstruir ciertas explicaciones de las macro-historias
nacionales a partir de las particularidades y contrastes que los procesos
presentan en los diferentes espacios; así se relativizan afirmaciones generales
que la historia nacional había establecido desde un único espacio, haciéndolo
extensivo a todo el territorio[4].
En
este sentido compartimos el supuesto de las actuales investigaciones que
señalan que las regiones son hipótesis a demostrar a partir del análisis de las
relaciones sociales que se tejen en su seno. Cuando Erick Van Young comparó al
concepto de región con el amor, apuntaba a las dificultades que implica lograr
una sola definición del concepto de región[5];
a partir de sus argumentaciones es también posible visualizar una implícita
crítica hacia quienes usan esta herramienta analítica con pretendida
ingenuidad.
Lo cierto es que existe una intencionalidad de ubicar un objeto de
conocimiento que pueda ser distinguible –por sus especificidades- de otros
posibles a partir de su carácter instrumentalmente homogéneo. Sin embargo, se
trata de una herramienta analítica que reconoce segmentos de la realidad
social, a los cuales se les atribuye cierta homogeneidad, pero que a su vez,
contienen en sí, y en relación con el todo, rasgos heterogéneos, dinámicos, y
de contenidos diversos y variables.
Es decir que las regiones,
formuladas en sus diferentes acepciones, permiten realizar variados tipos de
aproximaciones. Entre ellas es posible retener las siguientes:
a) Las que provienen de la más cruda
visión planteada desde los supuestos de la geografía clásica, en las que se
concibe a priori la preeminencia de
los elementos sobre todo “naturales” que se conjugan en la territorialidad;
b) las que resultan de varios campos disciplinares –preferentemente
interesados en los fenómenos y procesos conectados con la realidad social- que
introducen un conjunto de variables relacionadas con los intereses de la
economía, la historia, la antropología, la sociología, la demografía, la geografía
crítica entre otros. Y finalmente,
c) aquellos enfoques que tienen que ver con los aspectos vinculados a
la política, a los problemas de desarrollo, a la contraposición entre distintas
escalas de definición (desde los aspectos relacionados con la globalización
hasta las especificidades locales o comunales), es decir, aproximaciones que
introducen la intencionalidad instrumental orientada desde el poder[6].
De cualquier manera, la
identidad teórica del concepto no alcanza hasta ahora el nivel de comprensión
aplicable a estos distintos enfoques. Es por ello que, en el campo de las
ciencias sociales se ha iniciado una búsqueda de diferentes tramas
constitutivas que den sentido a las regiones como espacios para poder pensar de
una forma más compleja las relaciones sociales que se despliegan en su
interior, con su carga de conflictos y contradicciones intra
e interregionales, en tanto estadio preliminar necesario para los análisis
comparativos sistemáticos sobre los impactos territoriales, económicos y
sociales de esos procesos.
En principio, los ejes sobre los
cuales se procura establecer el diálogo entre los distintos campos
disciplinares convocados, se refieren a:
·
la identidad teórica
del concepto de región;
·
la evolución
histórica del concepto y de las entidades regionales;
·
el carácter
interdisciplinario de su abordaje.
Tales son las consideraciones básicas que deben plantearse quienes
escriben y también quienes educan en el marco de la Historia Regional. Es
importante aclarar también que postulamos, mas bien, una
Historia Regional que no interprete los “regionalismos” como única opción de
desarrollo, sino que se subsuma en el marco de una historia que no renuncia a
la comprensión global del pasado, fomentando la aptitud para crear nuevas
estrategias de investigación y de divulgación al servicio de la sociedad actual.
Frente
a la diversidad de enfoques sobre lo que entendemos por región, y de qué manera
resulta operativo en los estudios históricos, resulta necesaria la
clarificación de los mismos, y la realización de una opción teórica en la
organización de un espacio curricular de la carrera universitaria. Así, los
enfoques para abordar la región utilizados por los historiadores parten de
distintos presupuestos.
En
términos generales, la región puede considerarse como el resultado de un
proceso histórico que le da ciertas características homogéneas, constituyéndose
así las “regiones históricas”, consideradas como entidades dadas en las que se
refuerzan los aspectos homogeneizadores por sobre las diversidades, aún dentro
de los espacios delimitados[7].
Sobre estas realidades regionales fundadas en el proceso histórico, el término
región es apropiado por las sociedades que “viven” y “perciben” a la región
como una unidad identitaria, generando, de esta
manera, fuertes constructos ideológicos que afirman los rasgos identitarios de una sociedad particular localizada
geográficamente.
Estas
percepciones, desde dentro y desde fuera de las regiones, generan las nociones
de región asociadas a regionalismo, y
operativamente actúan en dos sentidos: desde el punto de vista histórico,
contribuyen a dotar de legitimidad a los estudios históricos, preocupados por
reafirmar la presencia de la región histórica; desde el punto de vista
político, la identidad regional rescatada por la historia permite legitimar
reclamos de índole política basados en la noción de identidades particulares
frente a las políticas centrales aplicadas por los estados nacionales[8].
Sobre
la base de las regiones históricas y de los regionalismos, las políticas desarrollistas
de los años ‘60 del siglo XX diseñaron estrategias de delimitación regional del
país con el propósito de trascender las provincias como ejes del desarrollo, y
conformar con ellas regiones para la planificación económica. De esta manera,
cristalizó la división regional de
El
derrotero de la cátedra Historia Regional en
Si bien la historiografía regional
como práctica reconoce varias décadas de desarrollo en diferentes centros de
investigación del país[10],
la aparición de la asignatura en los planes de estudio de la carrera de
Historia de nuestra universidad recién se produce con la implementación del
plan 1992. No obstante, su cursado se hacía en carácter de “materia optativa”,
existiendo durante varios años dos asignaturas con el nombre genérico de
“Historia Regional” que estuvieron a cargo de los docentes y equipos de cátedra
de Historia Argentina I y II. De esta manera, se intentaba desde estos equipos
docentes brindar a los estudiantes un espacio de profundización de los
contenidos de Historia Argentina referidos a la comprensión de los procesos
sociales acaecidos dentro de la región del Noroeste, incluyendo en ambos casos
reflexiones teóricas sobre la construcción del conocimiento histórico con herramientas
conceptuales renovadas.
En ambos casos, se tomaba como
presupuesto de partida la existencia de la región histórica, y se hacía una
reflexión acerca de su génesis y desarrollo dentro del contexto nacional. En
los programas se incorporaron argumentos teóricos y metodológicos que daban
cuenta de una reflexión sobre la categoría “región” para los estudios
históricos. Sin embargo, estos planteos no fueron totalmente comprendidos por
parte de algunos estudiantes, quienes visualizaban dificultades en integrar el
abordaje del contenido histórico con los presupuestos teóricos y metodológicos[11].
Con el paso de los años, y ante el
debate generado dentro de la carrera de Historia sobre la necesidad de
reformular el plan de estudios, en el año 2000, se incorporó Historia Regional
como materia obligatoria dentro de la currícula. Esta
incorporación respondió a varios motivos, como ser el interés despertado entre
los estudiantes que cursaron estas materias optativas, como así también la
necesidad de crear un espacio permanente dentro de la carrera visualizada por
los docentes de
Sin embargo, dadas las dificultades
presupuestarias de
Durante tres años la materia
funcionó de esta manera, generando múltiples inconvenientes originados
fundamentalmente en la falta de una unidad de criterios en la formulación y
dictado de los contenidos. Si bien en la organización de los programas hubo
consenso entre los equipos de cátedra, respecto de los ejes y puntos
fundamentales, al implementarse su puesta en práctica fueron inevitables los
desajustes teóricos y la diversidad de enfoques. Por otra parte, el criterio de
periodización seguía los esquemas propios de la “historia nacional” y no el de
las dinámicas de la región. Tales confusiones redundaron en ciertos problemas
para los estudiantes al momento de realizar la integración de los contenidos en
las instancias de estudio y de evaluación, tanto en los coloquios de promoción
como en los exámenes finales.[12]
Recién a partir de fines del año
2005 la materia comenzó a conformar un equipo docente propio quienes
emprendieron la tarea de orientar, principalmente, a la organización y puesta
en práctica de un programa de contenidos que resulte de una selección
establecida con criterios claros y sobre enfoques teóricos coherentes,
circunstancia que creemos propiciará una mayor calidad de los aprendizajes.
Este equipo se completó a partir del 2006 con la incorporación de un único
docente adjunto a cargo, con lo cual, de alguna manera, se consolidó la
tendencia hacia una organización y unificación de criterios.
La materia “Historia Regional”,
entonces, recientemente incorporada al nuevo plan de estudios, forma parte de
las últimas materias en el cursado de la carrera de Historia, ello implica el
previo conocimiento, por parte de los estudiantes, de las áreas troncales de la
carrera (el área de Historia Americana y de Historia Argentina); esta situación
permite que la información y planteos que se presentan sean susceptibles de ser
discutidos con mayor profundidad y grado de reflexión. El análisis de las
diversas temáticas puede hacerse en base a los conocimientos adquiridos
mediante el bagaje lo de información previa para enriquecer enfoques y
perspectivas; como así también incentivar el interés de los estudiantes de la
licenciatura en temas y problemáticas que la materia aborda.
La experiencia de trabajo en años
anteriores indica que la mayoría de los estudiantes cursan la materia en forma
conjunta con “Metodología de
La cátedra hoy... ¿historia
regional?
Frente
a la complejidad planteada con respecto a los conceptos teóricos y a la
diversidad de experiencias y representaciones sobre el espacio curricular, es
que en la asignatura se ha optado por organizar los contenidos básicamente en
torno a la utilización del término región “como hipótesis a demostrar”. Se
intenta, de este modo, dar cuenta del surgimiento, características y desarrollo
de la historia regional como práctica historiográfica, en boga a partir de las
últimas décadas, dejando de lado el estudio de una región histórica particular,
como podría ser el NOA. Es por ello que para la organización del programa se
han priorizado dos ejes.
En
el primero se desarrollan los principales conceptos teóricos presentes en los
estudios regionales, intentándose poner en discusión la operatividad de los
términos región y estado nacional como marcos espaciales, y, desde un punto de
vista historiográfico, realizar un acercamiento a los diferentes enfoques
metodológicos desarrollados por los investigadores, tales como historia local,
historia regional, microhistoria, historia nacional.
En
un segundo eje, titulado “Temas y problemas de historia regional”, se intenta
que los estudiantes tomen contacto con algunos trabajos historiográficos que
dan cuenta de discusiones y abordajes metodológicos desde una perspectiva
regional. Estos temas están nucleados en tres áreas temáticas: las regiones
conformadas a partir de procesos económicos; la operatividad de las nociones de
identidad en el análisis de la conformación de espacios regionales; y
finalmente, la definición de los territorios en clave de historia política.
Un punto de
partida fundamental para los análisis históricos regionales, es la
consideración de lo económico. Partiendo de las posturas “clásicas” de historia
económica regional, lo decisivo para definir una región es su funcionamiento, y
en este sentido se puede optar por privilegiar el estudio de la circulación de
bienes y personas, o el desarrollo y la dinámica de los mercados, pues allí se
establecen las articulaciones, las relaciones de interdependencia y las
especializaciones. Estas articulaciones remiten a estructuras socio-económicas
y sistemas de dominación y poder. Esta es la impresión que prevalece en el
enfoque de la segunda, sección del programa donde se abordan esencialmente las
cuestiones económicas que contribuyen a establecer marcos de análisis
espaciales específicos según la temática y según el recorte temporal realizado.
Los trabajos seleccionados muestran cómo para el análisis de la industria
azucarera y de la explotación petrolera, aparecen en juego diferentes
cuestiones que van configurando y reconfigurando los espacios regionales.
En
la unidad referida a identidades, el acento está puesto en las cuestiones
referidas a las nociones de “frontera” y “etnicidad”, entendidas como espacios
de interacción. Estos conceptos resultan claves para entender el proceso de
construcción de identidades, y, en nuestro caso, constituyen un desafío
analítico al ponerse en discusión los mecanismos identitarios
que dan lugar a las regiones históricas. Los trabajos seleccionados contribuyen
a brindar aportes renovados sobre las formas de abordar los procesos de
etnicidad y construcción de identidad, en vinculación con las configuraciones
territoriales y las fronteras. Por ejemplo, los trabajos sobre la particular
situación de las poblaciones del Chaco ilustran temática, espacial y
metodológicamente de qué manera algunos investigadores han abordado estas
problemáticas.
Finalmente, se
aborda la cuestión de los procesos políticos, en especial la relación existente
entre la definición de espacios jurisdiccionales con la espacialización
de redes de poder. En este sentido, se ponen en juego y en discusión los marcos
espaciales y jurisdiccionales válidos metodológicamente para un abordaje de la
temática política. Las principales temáticas trabajadas en este sentido, se
refieren al análisis del proceso de las independencias y la consiguiente
conformación de las nuevas entidades soberanas, como así también la
conformación del estado nacional argentino en la segunda mitad del siglo XIX.
Para el siglo XX el énfasis está puesto en el análisis de las políticas de
regionalización en el marco de las transformaciones económicas y sociales del
siglo, como así también en el contexto de la globalización de las últimas
décadas.
Entendemos
que esta selección de contenidos intenta, ante todo, que los estudiantes puedan
lograr poner en discusión los criterios teóricos y metodológicos que subyacen
en los estudios historiográficos, permitiendo un trabajo continuo de
“desmontaje” de las investigaciones a fin de poder a su vez repensar algunos de
los procesos estudiados en las demás cátedras del área disciplinar y
teórico-metodológica. Creemos que este tipo de análisis de los temas y de la
bibliografía permitirá a los estudiantes, de alguna manera, enriquecer su
formación como futuros docentes, al mismo tiempo que les permitirá definir, de
acuerdo a sus intereses particulares, sus temas de tesis y/o su futuro trabajo
como investigadores, partiendo de un riguroso trabajo teórico-metodológico
previo.
De todas maneras, nuestras
expectativas como equipo de cátedra presentan grandes desafíos a los
estudiantes, puesto que las suyas giran en torno a conocimiento de la evolución
de la región histórica del NOA; en ellos está muy presente la regionalización
clásica y los rasgos identitarios del constructo
ideológico región. Es por ello que la materia, para la mayoría, implica
“romper” con esquemas preestablecidos y arraigados, tanto a nivel de abordaje
de contenidos como de metodología de trabajo[13].
Sobre el modo de encarar los
trabajos prácticos
y las formas de evaluación
De
acuerdo a lo aquí expuesto es preciso presentar algunas pautas de trabajo
áulico acordes a los lineamientos que la materia requiere. Así es que
consideramos pertinente señalar que el espíritu que anima las clases es el de
propiciar un ambiente de estudio en un marco de libre discusión. Esto es fundamental
para visualizar problemáticas y los diversos conflictos que permitan replantear
los hábitos en el modo de operar dentro del aula, como así también en el
quehacer profesional. Tómese en cuenta que son los conflictos los que generan
nuevas alternativas y avances en el conocimiento. Es primordial entonces
permitir en cada clase la formulación de preguntas por parte de docentes y
estudiantes que apunten a estas instancias y generar además el tiempo
suficiente para llevarlas a cabo.
Para estimular la lectura crítica y
análisis profundos y rigurosos, se
propicia el trabajo en base a algunos criterios empleados en el aula taller. Es decir que se coloca
especial atención en la producción del
estudiante, a partir de la resignificación
que hace de la información recibida. Por este motivo son diversas las
estrategias empleadas en cada clase, según se trate del trabajo sobre textos de
índole teórica o bien, de análisis de investigaciones puntuales tomadas como
estudios de caso.
En los talleres se parte del planteo de situaciones problematizadoras que incentiven el poder de análisis de
los estudiantes. Cuando las clases se orientan al análisis de casos puntuales,
se propone a los estudiantes elegir libremente entre una variedad de autores
que tratan sobre una determinada problemática en diferentes espacios o tiempos.
Cada grupo de estudiantes presenta el análisis del autor en paneles
organizados a tales efectos y los que funcionan siguiendo los lineamientos de
los congresos académicos.
Así por ejemplo, al analizar trabajos
de historia regional con perspectiva económica, primeramente se discuten los
diferentes modelos teóricos que dan cuenta de la conformación de las regiones
económicas. A partir de este análisis, se presenta un conjunto de lecturas que
enfocan diferentes períodos y temáticas, como ser la desestructuración del
espacio colonial y la conformación de regiones económicas en la primera mitad
del siglo XIX, la diversidad regional en el contexto de la integración al
mercado mundial hacia fines del XIX. El análisis que realizan los estudiantes
sobre estos textos se orienta a una tarea de “desmontaje” historiográfico, en
especial en lo concerniente a la delimitación de categorías espaciales y
abordajes teóricos que realizan los autores.
Como forma de control de lecturas y como trabajo preliminar para cada
encuentro en las aulas cada estudiante debe presentar una ficha analítica en la
que se desmenucen los textos propuestos. Entre los criterios que orientan la
confección de las fichas, los estudiantes deben analizar las
pautas desde las cuales trabajaron los historiadores en cuestión, las fuentes
documentales que utilizaron, los alcances de las muestras que seleccionaron,
los aportes que formularon para el conocimiento de un tema, los problemas que
plantearon, los tipos de explicaciones que ofrecen, los conceptos que
utilizaron y sus alcances. En suma: los elementos que permiten analizar un
trabajo. De esta manera durante el desarrollo de los paneles de exposición se
hace posible la confrontación entre autores con posturas o líneas de análisis
diferentes.
Incentivar hábitos de trabajo
intelectual constituye un arma fundamental para el historiador y para todo
aquel que asuma una tarea de carácter científico. Es por ello que durante las
rutinas de las clases se busca fomentar el desarrollo de los hábitos
mencionados, puesto que los mismos se constituyen en herramientas
indispensables al momento de emprender tareas de investigación. En
consecuencia, y como forma de culminar el proceso de aprendizaje desarrollado
en las aulas, los estudiantes que promocionan la materia formulan ensayos o
realizan un esbozo de sus futuras tesis de licenciatura, siempre y cuando se
vinculen a problemáticas regionales. Tales trabajos deben ser defendidos
durante la instancia de los coloquios finales.
A modo de cierre
La redacción de estas reflexiones
sobre nuestra práctica significó para el equipo una tarea de reflexión sobre
diversos niveles. En primer lugar, sobre la disciplina, los nuevos aportes y
supuestos teóricos. A partir de allí, el análisis sobre los modos de selección
de contenidos, bibliografía y estrategias de la práctica pedagógica. En el
plano de la interacción con los estudiantes, se nos plantea el desafío que
implica la deconstrucción y reconstrucción de las representaciones sobre el
espacio y la región generadas entre los estudiantes de la carrera.
A partir de estas líneas nos
proponemos compartir estas experiencias con la comunidad académica en busca de
generar espacios de intercambio y discusión a nivel de las cátedras interesadas
en la problemática regional.
RESUMEN
Una
experiencia en el aula. "Historia Regional" en la carrera de Historia
de la Universidad Nacional de Salta
El presente trabajo reúne una serie
de reflexiones acerca de los modos de las formas de abordar
Palabras
Clave:
Historia Regional – Historia de la región - experiencias áulicas.
ABSTRACT
An experience in the classroom. "Regional
history" in the career of History Salta National University
The present work constitutes a series of reflections about the ways of
approaching the Regional History from the environment of the superior
education. The article makes mention to the changes and courses of this
curricular space in the National University of it Jumps, from the moment of its
appearance in the currícula until the present time.
In the work it is meditated about the possibilities of approaching the matter
from a critical posture and focused in the investigation.
Key words: Regional history -
History of the region - experiences in the classroom
Recibido: 30/04/07
Aceptado: 12/06/07
Versión final: 15/08/07
Notas
[1] El equipo
de la cátedra de Historia Regional de la carrera de Historia de la UNSa esta integrado a además de Marcelo Marchionni,
Emma Raspi, Lucas Origüela,
por la Lic. Mariana Lera y la Prof. Marisa Cruz como docentes adscriptas.
(*) Profesor Universitario en Historia y Licenciado en Historia (Universidad
Nacional de Salta); Master en Historia Latinoamericana (Universidad
Internacional de Andalucía, sede Iberoamericana Santa María de
(**) Profesora Universitaria en Historia y Licenciada en Historia (UNSa), Maestranda en
(***) Alumno del
Profesorado y Licenciatura en Historia (UNSa) y
Adscripto a la Cátedra Historia Regional de la misma casa). E-mail: Equilibrista22_ro@hotmail.com.
[2] Entrevista
a Lucas Origüela, alumno de la materia en el año
2006; actualmente auxiliar adscripto.
[3] Cfr. Entre
otros: ARECES, Nidia: “Regiones y
fronteras. Apuntes desde la historia”, en
Andes, N° 10, CEPIHA, Universidad
Nacional de Salta, Salta, 1999, pp. 19-31;
y FERNÁNDEZ, Sandra: "La historia sugerente. Los
desafíos en la construcción de la historia regional y local". En: MATA DE
LÓPEZ, S. y ARECES, N. (coord.) Historia
Regional. Estudios de casos y perspectivas teóricas. CEPIHA, U.N.Sa., Salta, 2006. Pp. 13-22.
[4] BANDIERI, Susana: “La
posibilidad operativa de la construcción histórica regional o cómo contribuir a
una historia nacional más complejizada”, en: FERNÁNDEZ, S. y DALLA CORTE, G. (comp.): Lugares para la historia. Espacio, historia regional e historia local
en los estudios contemporáneos. UNR Edit. Rosario, 2001.
[5] VAN YOUNG,
Erick: "Haciendo Historia Regional: Consideraciones Metodológicas y
Teóricas". En: PEREZ HERRERO, Pedro (comp.): Región e Historia en México (1700 – 1850) Instituto Mora
México1991. P. 99.
[6] BENEDETTI, Alejandro: “Por una geografía
histórica del Territorio de los Andes”, 2004. Mimeo.
[7] BAZAN, Armando Raúl: “Visión regional de
[8] GIRBAL,
Noemí: “La historia regional hoy: balance y perspectivas con enfoque agrario”, en GELMAN, Jorge: La historia económica argentina en la encrucijada. Balances y
perspectivas, Prometeo, Buenos Aires, 2006.
[9] NOSIGLIA, Julio E.: El desarrollismo, CEAL, Buenos Aires, 1983, Cap. II.
[10] CAMPI,
Daniel: "Historia regional, ¿Por qué?", en: FERNÁNDEZ, S. y DALLA CORTE,
G. (comp.): op. cit..
[11] Así consta
en una entrevista realizada por el equipo de cátedra a una estudiante que cursó
una de estas materias optativas. La misma manifestó que su problema “fue
determinar si era una materia metodológica o una materia troncal”. Para ella
quedó en claro que la organización de los contenidos “era cronológica, teniendo
en cuenta los ejes de historia argentina I, II y III”, aún cuando la materia
brindaba una visión metodológica” que permitía poner “en debate con las nuevas
corrientes historiográficas”.
[12] Según las
entrevistas realizadas a estudiantes que cursaron la materia durante el año
2004, se pueden confirmar que las dificultades estaban “vinculadas a la
articulación entre teoría y práctica” ya que “al tratarse de una asignatura
colegiada cada docente daba su parte y no había una integración (...) lo
positivo fue el trabajo del equipo de trabajos práctico que se preocupó por
hacer una síntesis”.
[13] Según un
estudiante que cursó en 2006: “las clases tenían sus propósitos bien claros;
“romper cabezas”…; presentando una nueva forma de ver la región: con otra
metodología, nuevos criterios de análisis y diferentes formas de concebir las
mismas. Por supuesto al principio todo parecía desconcertante pero bastaron las
siguientes clases para aclararnos el panorama. La nueva forma de encarar la
historia regional, me aportó, nuevos métodos y teorías que permiten visualizar
la región de otras perspectivas; ya no como entidades dadas por la naturaleza
con límites precisos e inamovibles, sino pensar a las mismas como espacios
humanizados, singularizados que son modificados y reestructurados por la
actividad humana”.