Narrativas como disparadoras en la enseñanza de la historia del Antiguo Oriente

 

Verónica Lazarte* y Leticia Rovira**

 

Metodología y abordaje. Formas de enseñar, formas de aprender

 

“(…) Estudiar es sobre todo pensar la práctica, y pensar la práctica es la mejor manera de pensar correctamente. De esta manera, quien estudia no debe perder ninguna oportunidad, en sus relaciones con los demás, con la realidad, de asumir una postura de curiosidad. La de quien pregunta, la de quien indaga, la de quien busca. (…) Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas.(…)”

Paulo Freire[1]

 

Se debe considerar que la práctica didáctico-pedagógica, en cualquier nivel educativo, articula relaciones dinámicas en las que la metodología empleada debe exaltar la posibilidad liberadora de la enseñanza más que su cariz de enajenadora y reproductivista. Por esto “(…) si aspiramos a una sociedad justa e igualitaria, a la formación de hombres comprometidos que establezcan vínculos de cooperación, que participen de su transformación y en el cambio social, que colaboren en la construcción de un saber conectado con una realidad histórico social, la metodología tendrá que ser coherente con estos fines (…)”[2].

La metodología no es una fórmula mágica establecida que nos dará todas las respuestas para el desarrollo de la práctica. Ella debe ser construida, ya que los métodos se hacen en el transcurso de la experiencia[3].

La enseñanza puede ser llevada adelante configurando algunos contenidos en forma de narrativas[4] y un ejemplo de ello es a través del método de casos[5]. Los casos se construyen en torno a problemas que conjugan información y datos. Para el nivel superior el abordaje de un tema mediante esta metodología puede presentarse como un primer paso actuando de estímulo para la indagación e interpretación de los materiales de uso habitual (artículos y fuentes).

Se debe tener en cuenta, también, que los relatos de caso deben ser verosímiles, pero a la vez invitar a evocar con la imaginación[6], más allá del enunciado generalmente cáustico de los registros oficiales, por ejemplo “se detuvo y envió a palacio tres hombres habirus. A los historiadores y a nuestros alumnos esto nos posibilita analizar todo tipo de fuentes a partir de lo que expresan o muestran pero también inmiscuyéndonos en sus silencios y solapamientos, en sus formas de decir y en sus formas de negar, en sus formas de representar. Además de esta manera se tomará distancia de las posturas positivistas que pretenden arribar a “la realidad histórica” con una supuesta mirada objetiva y que ocluye todo acercamiento a los materiales a través de la interpretación. La necesidad de la imaginación recae, entonces, en su carácter de constructora del proceso histórico[7] con y a través de las fuentes. Consecuentemente el estudio de casos es una forma más de cultivar la capacidad interpretativa.

Para lograr tal efecto se requiere que el caso cause un impacto emocional que movilice el interés de los alumnos por el contenido, logrando “(…) vivificar hechos y conceptos <<fríos>>(…)”[8]. Además es de esperar que los casos no presenten un final cerrado, ni una solución satisfactoria, sino que dejen abiertos interrogantes a explorar y dilemas a despejar fomentando la indagación y el planteamiento de problemas.

Esta experiencia tendrá como corolario, por lo menos en nuestra propuesta, una serie de preguntas que motiven el examen reflexivo de los “problemas o grandes ideas”[9] que lo guían en su desarrollo. Esas deben centrarse en un análisis profundo que promueva la comprensión a través de la explicación fundamentada, para no ser un mero pedido de repetición de segmentos del caso. De esta forma se dejan abiertas múltiples posibilidades a nuevas preguntas y relaciones armándose un puente para el abordar los demás materiales pautados.

Hemos implementado como trabajo práctico la metodología de casos, en el marco de la cátedra de Asia y África I. Esta asignatura se encuentra en el primer año de cursado de la carrera de licenciado y profesor en Historia de la Universidad Nacional de Rosario. Creemos que al pasado lo escrutamos y rearmamos desde las motivaciones del presente. Esto nos lleva a problematizar el accionar humano y entender que más allá de los milenios que nos separan de las sociedades antiguo orientales como dicen De Bernardi y Ravenna “(…) Existen matrices de experiencias sobre las que se han desarrollado ‘las historias’ humanas. Es en este sentido que buscamos correspondencias entre los fenómenos antiguos y actuales, que si bien pueden encerrar diferencias extremas, parten de un presupuesto común: la resolución de problemas semejantes (…) las diferencias de los grupos humanos tanto en tiempo como en espacio no son irreductibles sino comprensibles.(…)”[10].

Consideramos que, si bien el caso, es un relato ficticio, se lo armó con una conceptualización ajustada al fenómeno y a las coordenadas temporo-espaciales a tratar. Esto tiene como eje las manifestaciones producidas por los cambios estructurales que se dieron en el Antiguo Oriente durante el II milenio a. C. Uno de esos procesos cristalizó, de forma paradigmática en el fenómeno habiru. Su indagación nos inmiscuye en los actos que debieron llevar a cabo individuos o grupos para salvaguardarse de la coerción de estados cada vez más demandantes. Éstos expusieron a algunos de sus pobladores a llevar adelante diferentes acciones que los condujeron a encrucijadas identitarias.

Sostenemos entonces que reflexionar, desde nuestro presente, sobre la circulación de personas y la construcción de identidades en tiempos y lugares remotos, es hablar sobre los actos del poder. Poder que “(…) es el atributo impune de quienes derriban a cada paso, [de quienes] se imponen por las armas, [de] los mercenarios eficientes y [de los que] gobiernan sobre las ruinas de la periferia.(…)”[11], y silencian las voces de los oprimidos y a veces vencidos. Nuestro cometido entonces es tratar de abrir el camino de la investigación y la docencia a través del rescate de los murmullos de aquellos que por mucho tiempo se pensaron mudos. Concebimos entonces la enseñanza como un lugar de vivencias a compartir, donde la búsqueda de significados y la producción conjunta (docente-estudiante) de conocimiento lleva a la acción.

 

El caso

 

Tanto hoy como en la Antigüedad la circulación de personas, ya sea de forma individual o colectiva generó diferentes reacciones en el ámbito estatal. Tales sociedades tienen pluralidad de miradas hacia la gente que se traslada y en la Antigüedad, “Algunos períodos, más que otros fueron propicios para la emigración, el exilio individual o colectivo (…)”. Así Limet[12] nos lleva a tratar de deshilvanar las situaciones, estructurales y/o coyunturales que generaron los movimientos de hombres y mujeres. Consecuentemente tomamos como ejemplo para el desarrollo de nuestro caso y en consonancia con lo dicho, a la sociedad Antiguo Oriental durante la crisis del siglo XII a. C., época en que tuvo su punto más álgido el fenómeno habiru. Este término es importante en tanto como concepto presenta a “los fugitivos de la presión del estado” y será eje de nuestro relato ficcional. Tales personas aparecen nombradas, durante el II milenio a.C., en numerosas fuentes escritas[13] como provenientes de diferentes lugares: El-Amarna, Babilonia, Nuzi, Mari, Alalak, Ugarit, Boghazköy. Pero ¿qué o quienes son los habirus?, Jean Bóttero[14] los define como la tercera posición entre nómades y sedentarios, parapetados en una situación intermedia, no permanente. Personas que partían generalmente de una ciudad buscando refugio en un espacio diferente, donde se plasmaba el “volverse habiru[15], como una nueva identidad[16]. Esta definición identitaria fue la del refugiado que buscaba cambiar un destino de sujeción, por la alternativa que le brindaba una geografía que se volvía intersticial y se imbricaba relacionalmente con lo social. Fueron zonas desérticas, de estepa o de difícil acceso las que se convertirían en refugio de hombres y mujeres que serán confundidos y reconocidos, según las fuentes de la época, como bandidos y saqueadores[17]. En esas extensiones territoriales se comenzó a desarrollar un nuevo tipo de vida ligado a los parámetros nómades-pastores, hasta poder reinsertarse en un enclave sedentario en el grado más bajo de la escala social.

Proponemos a continuación un relato de ficción basado en las situaciones que tienen como actores a los habirus. La narración que presentaremos se construyó a partir de las fuentes producidas en la época así como en los estudios realizados por especialistas.

Presentaremos, a continuación, el material didáctico empleado y sus ejes históricos a partir de los cuales fue armado, para posteriormente relatar la puesta en práctica, en el año 2006, de esta experiencia.

 

Problemas o grandes ideas en las que se basa nuestro caso

 

  1. La crisis que se viene agudizando desde mediados del siglo XIV, y que tiene su eclosión final con el colapso de los palacios en el siglo XII, tuvo como una de sus consecuencias la fuga de individuos y familias (habirus) para poder rehuir la servidumbre por deudas.
  2.  Los habirus habían sido generalmente sedentarios, expulsados a una vida semi-nómada. Representaban una tercera posición entre esos dos polos, un modo de vida. La denominación dada a estas personas reviste un carácter meramente social y no étnico.
  3. La imagen del rey da un vuelco en relación a concepciones anteriores. Se resaltan valores heroicos y guerreros en contraposición a los de protector de su población.
  4.  La circulación de fugitivos, por devolución, por reasentamiento o por asociación a grupos tribales y/o a algún ejercito y las guerras intestinas en el corredor siro-palestinense eran procesos usuales.

 

Relato ficcional: “La fuga necesaria”

 

“Me han echado de casa, y vago sin rumbo.

(…)

En boca de la gente (lit. de la calle) mi reputación es mala;

(…)

Para mis numerosos parientes soy como un solitario.

(…)

Mi ciudad me mira como a un enemigo.

Como si se tratara de enemigos hostiles, (me mira) mi país.

Mi amigo se ha convertido en enemigo; (…)”

Ludlul Bēl Nēmeqi[18]

 

-¡Corre!, le grite a Watie[19]. El corazón se me desbocó al escuchar los pasos que se avecinaban. Salté por la ventana, por la misma ventana por la que habían salido mi mujer y mis dos hijos. Oí como derribaban la puerta y nos buscaban. Pero ya era tarde para ellos, sólo encontraron nuestras magras pertenencias, casi inexistentes.

Hacía cinco años que había tomado a Watie como primera esposa, cuando los hombres del rey vinieron a llevarme en pago de mis deudas.

Eran los tiempos, en que los dioses estaban enojados y una forma de castigarnos era dejándonos sin agua en los canales. Se rumoreaba que la razón de la cólera de nuestros señores del cielo se debía a que el rey estaba muy ocupado en guerras, tratando de conseguir su propia y única gloria y no se preocupaba por el servicio a los amos. Éramos como un rebaño a la deriva, nuestro antiguo buen pastor había cambiado su cayado por la espada. ¡Si sólo hubiera sido cuestión de títulos! Pero no. Las guerras eran constantes. Hermano contra hermano, traición, depredación, muerte. Por nuestra aldea pasaban guarniciones enteras llevando grupos de fugitivos deportados hacia el rey. Eran hombres, mujeres y niños que queriendo escapar del oprobio y la dureza de convertirse en esclavos por deudas prefirieron lanzarse hacia la inclemente estepa, donde el brazo del rey era más débil. Como saber en aquellos momentos que ese sería el futuro de mi familia.

También divisábamos y nos deslumbrábamos con las caravanas que iban hacia el palacio. De ellas desbordaban joyas de oro y lapislázuli, telas y aceites aromáticos, listones de cedro y muchas maravillas más que escapan a la imaginación, todo traído desde algún lejano lugar. Pero, algo no estaba del todo bien, Enlil[20] y todos los Igigi[21] debían seguir enfurecidos, la tierra cada vez producía menos, los animales morían sin dar a luz, las mujeres estaban secas por dentro. Nuestras invocaciones se repetían una y otra vez -¡Oh Ištar[22], señora de la fertilidad cuándo regarás nuestros baldíos, cuándo nos procuraras terneros mamones, cuándo multiplicaras nuestra descendencia!

La gente de las aldeas debíamos respeto y prosternación al rey, él era el elegido de los dioses. Sîn[23], Šhamašh[24] y hasta el mismísimo Marduk[25] lo habían abandonado y consecuentemente también a nosotros. El rey cada vez quería más, pedía más, nos pedía más. Enviaba a su hazanu[26], por una parte de nuestras cosechas y a sus comandantes por los mejores brazos del lugar. Trabajábamos nuestras tierras hasta extenuarlas, trabajábamos a su servicio hasta el agotamiento. Cada vez éramos menos para saciar el hambre del rey y de su corte. Así fue como comenzó mi odisea.

En esos años el agua era escasa, en el cielo y en la tierra. La sequía hizo que tuviera que pedir semillas para alimentar a mi familia y a mi parcela. El tiempo pasaba. Regresaba cada año a la ciudad en busca de ellas y cada año mi devolución era menor ¡tan poco se multiplicaba la simiente y tanto nos haría sufrir!.

La situación se tornó insoslayable, el pago de la deuda a través de la entrega de uno de mis hijos, nos lanzó a ese no lugar de donde venían las más temibles razzias. La estepa nos esperaba a nosotros también. Cuantas veces maldije lo mismo en lo que me convertiría, -¡Malditos habirus! Retornen a sus tiendas, déjennos en paz. Cuantas veces pensé que eran profesionales del asalto y el saqueo como los mismísimos habbâtu, y no pude ver la necesidad tras sus acciones.

El campamento era un lugar extraño, no todos hablábamos la misma lengua, algunos oficios aunque inútiles en este nuevo medio no dejaban de ser sorprendentes. Muchas ciudades había expulsado a sus hijos, muchos dioses habían renegado de sus casas sagradas. Errábamos por los caminos desolados que conducían hacia comarcas a veces fértiles, a veces estériles como los paisajes de los que habíamos huido. Para procurarnos víveres y vestimenta caíamos sobre las aldeas, algunas más pequeñas que la que fuera mi hogar. El miedo se respiraba entre sus habitantes. El mismo miedo que mi familia había sentido frente a estos embates. El miedo era el que nos movilizaba y nos impulsaba hacia nuestros mismos congéneres.

Cada vez éramos más en los intersticios de las montañas. Reyes poderosos nos reclutaban para ser parte de sus ejércitos. Defendían las ciudades pertenecientes al soberano que decía ser el mismo un dios, al que veían en el Sol. Las luchas intestinas estaban a la orden del día.

Luego de deambular varios años la incertidumbre se volvió insostenible. Nos costaba cada vez más enfrentar esa hueca libertad de la que éramos partícipes. Queríamos volver a trabajar el suelo bajo nuestros pies, esperar el brote fresco de la cebada. A esas alturas ya no importaba que tuviéramos que entrar en la casa de alguna persona como sirvientes. A esas alturas sólo importaba poder nuevamente labrar un pequeño pedazo de tierra.

 

Preguntas Críticas

 

1-      Basándose en la información que proporciona el caso ¿cuál era el clima socio-político de la época?

2-      ¿Cómo son caracterizados los habirus?

3-      Los habirus y los habbâtu ambos estaban mal considerados pero entre ellos había diferencias. ¿Cuáles eran y cómo pueden ser explicadas?

4-      ¿Qué papel se le puede atribuir a la guerra a partir de este caso? Relacione con ello la nueva imagen del rey.

5-       ¿Qué indicios encuentra para reflexionar sobre el aspecto religioso de las sociedades antiguo orientales?

6-      Este caso es un ejemplo de la circulación constante de personas, en el Antiguo Oriente. ¿Pueden imaginar las razones que llevaron a la gente a movilizarse?

 

A modo de Conclusión: Reflexión sobre la implementación

 

“(…) Una educación de preguntas es la única educación creativa y apta para estimular la capacidad humana de asombrarse, de responder a su asombro y de resolver sus verdaderos problemas esenciales, existenciales y el propio conocimiento (…)”

Paulo Freire[27]

 

La preparación del caso nos llevó a elaborar un relato verosímil que propuso ejercitar la ‘imaginación’ para el abordaje del fenómeno de la circulación de personas en la Mesopotamia antigua. La implementación de nuestra propuesta implicó que el estudiante se acercará a una de las prácticas del oficio del historiador, en tanto reflexión crítica del material abordado. Para llevar adelante la actividad se pidió a los estudiantes que dividieran la clase tres grupos. A cada uno se les asignó un material diferente; el caso, un artículo especializado[28] y un corpus de fuentes[29] y se les sugirió su relectura y reflexión sobre el mismo, pautando un límite de tiempo para ello. Al finalizar esta instancia cada grupo expuso sus conclusiones, las cuales fueron registradas en el pizarrón en tres columnas. Se concluyo con la apertura de un debate sobre lo expuesto y su sistematización y síntesis. Esta actividad permitió un abordaje alternativo que respetó la metodología de la actividad histórica. Además se pudo abordar de una forma más “viva” una problemática que por su lejanía muchas veces parecieran ajena e inasible a nuestra lógica. Pero la circulación de personas y las relaciones coercitivas puestas en práctica desde el poder estatal no se dieron exclusivamente en el pasado sino también en el presente. Esto fue señalado por los estudiantes quienes pusieron sobre el tapete cuestiones tales como las migraciones de pueblos originarios en el territorio argentino y el poder que ejercen los gobiernos sobre los más desposeídos.

El nivel de reflexión no se dio solamente en un plano general sino que mayoritariamente apuntó a la especificidad. El recorrido de los estudiantes durante el cursado de la materia posibilitó una mayor comprensión y aprovechamiento de los materiales empleados, lo cual se puso en consonancia con la metodología implementada y fue muy beneficioso tanto en lo práctico como en el ejercicio reflexivo.

A raíz de tal experiencia consideramos que la elección del método propuesto nos ofreció una didáctica alternativa y complementaria a las clases teóricas y prácticas de la materia de Historia de Asia y África I.

 

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WASSERMAN, Selma El estudio de casos como método de enseñanza; Amorrortu; Bs. As.; 1999 [1º ed. en ingles 1994].

 

 

RESUMEN

 

Narrativas como disparadoras en la enseñanza de la historia del Antiguo Oriente

 

Tomamos como premisa la utilidad del método de casos para la enseñanza superior en general y para la de Historia Antigua de Oriente en particular que consiste en configurar algunos contenidos en forma de narrativas. El abordaje de un tema mediante esta metodología puede presentarse como un primer paso actuando de estímulo para la indagación e interpretación de los materiales de uso habitual (artículos y fuentes).

Hemos escogido, un proceso social paradigmático en el ámbito de la Mesopotamia del segundo milenio a.C. el fugitivismo o fenómeno habiru. Esta circulación de personas se definía por la migración de individuos y grupos en tanto modo de resistencia a la explotación palacial que entra en consonancia con los profundos cambios socio-económicos que se estaban desarrollando en todo el ámbito del Antiguo Cercano Oriente.

 

Palabras Clave: Mesopotamia antigua - habiru - circulación - estudio de caso - narrativa

 

 

ABSTRACT

 

Narratives as trigger for teaching ancient history of Orient

 

In this paper we consider the “case method”, as a useful tool for teaching in the superior levels and, particularly Ancient History of the Orient. That means to configure contains as narrative. The employed of this method could be a first step to stimulate the students to investigate and to analize articles and documents.

We have choosen a paradigmatic process in Mesopotamia of the second millennium b.C.: the fugitivism or habiru phenomenom, which is characterized by the migration of either individuals or group of persons. This phenomenom, that is the result of very deep socio-economic changes, may be considered a strategy to resist the palatial expoliation.

 

Keys Word: Ancient Mesopotamia - habiru phenomenom - circulation - case method - narrative

 

 

Recibido: 30/04/07

Aceptado: 02/06/07

Versión final: 15/08/07

 

 

Notas



* Estudiante avanzada del Profesorado y la Licenciatura en Historia de Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Ayudante de 2º categoría de la cátedra de Historia de Asia y África I, de dichas carreras. Miembro del Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural (CEDCU). E-mail: veronicalazarte10@yahoo.com.ar

**Licenciada y Profesora en Historia por la Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Ayudante de 1º categoría de la cátedra de Historia de Asia y África I, de dichas carreras. Becaria doctoral CONICET. Miembro del Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural (CEDCU). E-mail: letrovira@yahoo.com

[1] FREIRE, Paulo La importancia de leer y el proceso de liberación, Siglo XXI, México, 1987 [1º ed. en español 1984], pp.51 y 53.

[2] PEREZ JUAREZ, Esther “Introducción” en PANSZA, Margarita, PEREZ JUAREZ, Esther C. y MORAN, Porfirio Fundamentación de la didáctica; Gernika; México; 1997; Tomo I, p. 25.

[3]Ver: FURLAN, Alfredo Aportaciones a la didáctica de la educación superior, UNAM, México, 1989

[4]Ver para una profundización específica: Mc EWAN, Hunter y EGAN, Kieran La narrativa en la enseñanza, el aprendizaje y la investigación, Amorrortu, Bs. As., 1998 [1º ed. en ingles 1995].

[5] El desarrollo que hacemos sobre el método de casos y su forma de construirse y articularse está basado en WASSERMAN, Selma El estudio de casos como método de enseñanza, Amorrortu, Bs. As., 1999 [1º ed. en ingles 1994].

[6] Ver: EGAN, Kieran La imaginación en la enseñanza y el aprendizaje. Para los años intermedios de la escuela, Amorrortu, Bs. As., 1999 [1º ed. en ingles 1992].

[7](...) el documento histórico es mucho mas fácil de definir y encontrar que el hecho histórico, que nunca es dado como tal sino construido.(...)” en LE GOFF, Jacques Pensar la historia, Paidos, Barcelona, 1991, [1º ed. en francés 1977], p. 104.

[8] WASSERMAN, Selma op. cit., p. 55.

[9] WASSERMAN, Selma op. cit., p. 19.

[10] DE BERNARDI, Cristina y RAVENNA, Eleonora “Asia y África antiguas en los ámbitos educativo y social ¿Por qué y para qué? en Actas IX Jornadas Interescuelas y Departamentos de Historia, Formato CD, Córdoba, 2003.

[11] FERREIRA, Sergio Éxodos, Ciudad Gótica, Rosario, 2004, p. 9.

[12] LIMET, Henri “L’émigré dans la société mésopotamienne” en VAN LERBERGHE, Karen y SCHOORS, Antoon Inmigration and emigration within the Ancient Near East, Orientalia Lovaniensia Analecta, Leuven, 1995, nº 65, p. 165 (Trad. V. Lazarte).

[13] Lamentablemente para los historiadores, las fuentes encontradas no fueron producidas por los mismos habirus, sino que provienen de ámbitos estatales.

[14] BÓTTERO, Jean, “Los habirusen SILVA CASTILLO, Jorge (Comp.) Nómades y pueblos sedentarios, El Colegio de México, México, 1982.

[15] Ver: BÓTTERO, Jean op. cit.

[16] Creemos que las identidades, deben ser asumidas como “(…) una producción que nunca es completa y siempre [está] en proceso (…)” en: HALL, Stuard “Cultural identity and diaspora” en WILLIAMS, Patrick & CHRISMAN, Laura (Ed.) Colonial discurse and post-colonial theory- A reader, Columbia University Press, New York, 1994, p. 222.

[17] Estamos al tanto, aunque no acordamos, con la identificación de los habirus con los hebreos y de las posturas que los asimilan a un pueblo étnicamente homogéneo. Sumariamente estas cuestiones se pueden consultar en: ROCCO, Diana “Los habiru – nuevos enfoques para un viejo problema” en: Revista del Instituto de Historia Antigua Oriental; Bs. As.; 1982; Nº 6.

[18] LIVERANI, Mario El Antiguo Oriente. Historia, Sociedad y Economía, Crítica, Barcelona, 1995 [1º ed. en italiano 1991], pp. 484.

[19] Este nombre se encuentra citado en el artículo de Elisa Tabakman “Hacia un enfoque de la conformación de la identidad étnica. El fenómeno habiru” en: GANDULLA, Bernardo (Comp.) La etnicidad en la Antigua Mesopotamia, VII Congreso internacional de ALADAA, Centro de estudios de Asia y África, Colegio de México, 1995, quien retoma el análisis de Elena Cassin. Watie fue una mujer habiru, adoptada con su hijo en calidad de servidora y luego aparece dada en matrimonio a un hombre perteneciente a la casa donde se restableció.

[20] Enlil: <<Señor del viento>> Rey del diluvio y señor de los destinos, llegó a alcanzar, en detrimento de An, la jefatura del panteón. Su principal ciudad de culto fue Nippur.

[21] Igigi: dioses del cielo, en contraposición con los Annunaki, los dioses de abajo que residían en el inframundo.

[22] Ištar: Diosa astral del planeta Venus, del amor, la guerra y la venganza.. Propiciadora de la fertilidad y la reproducción en todos los planos. Versión acadia de la Inanna sumeria.

[23] Sîn: Dios patrón de la luna. Versión acadia del dios Nana sumerio.

[24] Šhamašh: Dios patrón del sol y de la justicia.

[25] Marduk: <<Hijo Bueno>>, <<Novillo del sol>>, dios patrón de la ciudad de Babilonia. Promovido a finales del segundo milenio como sucesor de Enlil, a la cabeza del universo.

[26] “Primer magistrado de una ciudad, de un barrio o una gran ciudad, una aldea o un gran estado. Alcalde, burgomaestre, jefe” Chicago Assyrian Dictionary, Chicago, 1956, vol 6, p.163-5.

[27] FREIRE, Paulo Hacia una pedagogía de la pregunta: conversaciones con Antonio Faúndez, La Aurora, Bs. As., 1986, p. 61.

[28] BÓTTERO, Jean op. cit.

[29] “Cartas de El Amarna”, en PRITCHARD, James B. La sabiduría del Antiguo Oriente, Garriga, Barcelona, 1966.