Estudio de las prácticas sindicales de los trabajadores petroquímicos y metalúrgicos en sur santafesino

 

Martín Escobedo y Agustín Prospitti(*)

 

Gran parte de la historiografía obrera existente de los ’60 y ‘70, sobre todo de carácter nacional, ha centrado su atención en las experiencias sindicales desarrolladas fundamentalmente en Córdoba y, en menor medida, en Rosario y algunas áreas del Gran Buenos Aires. El trabajo de Juan Carlos Torre se propone explicar, entre otras cuestiones, el porque de la mayor conflictividad laboral expresada en el interior, Córdoba, Rosario y el cordón industrial del Paraná en el periodo anterior al regreso de Perón. Destaca como factores centrales para explicar tal comportamiento; “las características del clima laboral y el grado de control de los aparatos sindicales”.[1] Entre los trabajos precursores de la experiencia cordobesa se encuentran los de Mónica Gordillo[2] y James Brennan[3], que han acuñado el concepto de sindicalismo clasista o de liberación[4] para analizar aquellas experiencias gestadas con posterioridad al Cordobazo y que guardan ciertas características distintivas, entre las que se distingue el posicionamiento “antiburocrático, antipatronal y antidictatorial”.

Sin pretender dirimir con este artículo la diferencia en la cantidad y calidad de estudios existentes sobre experiencias sindicales en nuestra región respecto de la par cordobesa, y reconociendo los esfuerzos realizados en la problemática planteada, nos proponemos sumar nuevas perspectivas analíticas que abonen a la comprensión de la memoria histórica del pasado y presente del movimiento obrero argentino.

 

El Villazo: genealogía de un conflicto sindical

A comienzos de la década del ‘70 los obreros de las principales fábricas siderúrgicas de Villa Constitución, - Acindar, Marathon y Metcon - se hallaban agremiados a la Unión Obrera Metalúrgica. Contaban con una seccional del sindicato en Villa que dependía de las directivas y los recursos que provenían de Buenos Aires.

El gremio metalúrgico se caracterizaba por sostener un esquema de funcionamiento fuertemente verticalista, centralizando la definición de sus objetivos político-sindicales en la cúpula y restringiendo el margen de maniobra de las seccionales, las cuales dependían de las disposiciones y del dinero enviado desde el secretariado nacional.

Este modelo de representación que regía en la U.O.M. habría restringido la participación de las bases a través de una compleja estructura burocrática que limitaba su accionar a una política corporativa, de presión y negociación con el Estado. A esta modalidad sindical se antepondría una nueva cosmovisión sobre la representación laboral que se encuadraría dentro de las características del sindicalismo “clasista o de liberación”, en un contexto ascendente de luchas obreras que la potenciaron.

Para comprender la relación entre estas concepciones sindicales, es pertinente plantearse, por una parte como funcionó en Villa el aparato de control interno de las bases dispuesto por la U.O.M. Y por otra, cuales serían las características del proyecto alternativo y como se implementó.

En este sentido, creemos que hasta 1974 la seccional del sur santafesino se mantuvo dentro de la órbita de dominio de la jerarquía metalúrgica. Ese año, con el triunfo de la “Lista Marrón”, los trabajadores de la industria metal-mecánica consolidarían nuevas prácticas gremiales asentadas sobre una democratización de las mismas. Pero este logro sería atacado desde distintos frentes para provocar su caída.

 

a) Primeros pasos: combativos y burócratas entre los metalúrgicos

El proceso histórico que implicó el quiebre del dominio absoluto del secretariado nacional de la U.O.M sobre la seccional de Villa, manifestaría sus albores en el terreno yermo engendrado por el naufragio de la alternativa sindical de fines de los ‘60.

Esta emergente iniciativa, intentando flanquear las barreras que oponían los jefes sindicales a movimientos opositores, se habría trazado como objetivo la participación en las elecciones de Comisión Directiva de Marzo de 1970.

El sistema defensivo de la “fortaleza metalúrgica”, en connivencia con la empresa Acindar[5], al haber evaluado las posibilidades de triunfo electoral de la corriente disidente, habrían considerado la necesidad de descabezar a este grupo. Ello se logró aprovechando un conflicto iniciado por un grupo de delegados que conllevó a una huelga en condiciones desfavorables. Estas disputas desarrolladas en el período comprendido entre fines de 1969 y principios de 1970 fueron encauzadas al fracaso.

El problema inicial se generó por diferencias en cuanto a las guardias imprescindibles en Acindar que debían ser cubiertas los días festivos de fines del ’69. Como había sectores que planteaban no realizarlas se convocó a una junta de delegados de Acindar donde ganó la postura de concurrir a las guardias. Pero la Comisión Interna no acató esa resolución e informó que las guardias imprescindibles no se efectuarían. A esta medida se sumó la decisión de la mencionada comisión - integrada por activistas combativos - de iniciar un quite de colaboración para realizar horas extras[6] con la finalidad de mejorar las condiciones de trabajo en las plantas y los salarios.

Como réplica a estas resoluciones polémicas de los representantes de los trabajadores al interior de Acindar, la patronal dispuso el despido de los miembros de la Comisión Interna y 14 delegados de distintas secciones de la fábrica.

La respuesta a esta acción arbitraria fue el lanzamiento de medidas de fuerza que, frente a la negativa de la empresa de reincorporar a los despedidos, se extendieron por 23 días entre febrero y marzo del ‘70. Tomas de fábrica, paros por tiempo indeterminado y movilizaciones concluyeron, luego del llamado a conciliación obligatoria, con indemnizaciones para los despedidos.[7]

El desenlace súbito de este conflicto significó el abandono de los reclamos, el distanciamiento de los dirigentes gremiales combativos y la dimisión de los hombres que ocupaban los puestos directivos – desplazados por sus superiores para intervenir la seccional e imponer una Comisión Directiva servil -, lo cual dejaba un espacio vacío en el área fabril. Este alejamiento provocó una desazón colectiva y extremó el sabor amargo de la derrota.

Pero si bien la experiencia de un sector opositor parecía diluirse por la intervención del sindicato y la ausencia de los dirigentes despedidos, permanecería latente una importante cantidad de demandas y problemáticas irresueltas, a lo que se agregaba un amplio desacuerdo con el accionar del gremio en la ciudad. Estas controversias persistentes harían emerger nuevamente el planteo de la necesidad de organizarse para disputar el control de las condiciones de trabajo fabril.

 

b) De la clandestinidad a las urnas: GODA, GOCA y MRS

Como describimos anteriormente, si bien la posibilidad de existencia de una corriente opositora al sindicato liderado por Vandor había sido anulada por las maniobras defensivas de la burocracia, la insatisfacción sobre las condiciones de trabajo, remuneración y servicios esenciales básicos - como el sanitario - seguían generado una inquietud entre los obreros.

Ello habría fomentado a un grupo de activistas locales a impulsar la reorganización de un espacio opositor. Entre ellos se hallaban Alberto Piccinini, Felix Del Bo y Orlando Sacristani - dirigente expulsado de la fábrica que aportó su experiencia personal y el dinero cobrado de Acindar como indemnización por su despido -.[8] A través de la influencia de este experimentado militante de Vanguardia Comunista, de la coyuntura de “enfrentamiento a la dictadura” y su política “pro-patronal”, se trazaron como primer objetivo la participación en las elecciones de las instancias de base: cuerpo de delegados y Comisión Interna. La posibilidad de acceder a este nivel permitiría la lucha por el objetivo de mediano plazo, la elección de autoridades en el sindicato. Así resurgió el Grupo de Obreros de Acindar (en adelante GODA), que funcionaba clandestina y herméticamente, debido al clima laboral predominante a comienzo de los ‘70.

El accionar del GODA era extremadamente cauto, comenzando por la redacción y difusión de volantes que denunciaban la inacción sindical ante los trabajadores. Este trabajo de base permitió un incremento de la oposición. La misma tarea se fue expandiendo desde Acindar hacia Marathon y Metcon.

Este desarrollo inter-fabril les permitió lograr un salto cualitativo y obtener un aumento cuantitativo. No solo se sumaron más militantes, sino que se comenzó a trazar una definición política, a partir de la oposición a la burocracia y al gobierno dictatorial. A través de esta profundización en la cosmovisión de la praxis gremial, que los aproximaba a los sectores más batalladores del sindicalismo argentino, en 1972 comenzaron a denominarse Grupo de Obreros Combativos del Acero (GOCA).[9]

Hacia enero de 1973, cuando la apertura política parecía inminente y la debilidad de la dictadura lo hacía posible, se lanzó a la superficie el Movimiento de Recuperación Sindical (en adelante MRS) que pugnaba por el control de la seccional del sindicato metalúrgico. Con el MRS se logró el primer objetivo: el triunfo en las urnas electoras de delegados en Acindar. A partir de esa plataforma se alcanzó el control de la Comisión Interna y se impulsó un giro táctico, desde una postura defensiva frente a los ataques de la burocracia, hacia una actitud ofensiva que incrementaba el trabajo para obtener el dominio de la delegación gremial.

El MRS, según lo afirma Piccinini, era un movimiento amplio en el cual “fundamentalmente los compañeros que participábamos éramos independientes”.[10] Pero si bien este impulso parece no obedecer a una ideología definida, no puede desconocerse la influencia que tuvieron desde el inicio de este espacio opositor las organizaciones de izquierda insertas en las fábricas de Villa. Vanguardia Comunista primigeniamente. Y en el proceso de maduración y consolidación como “Movimiento 7 de Septiembre” sumaron su aporte el Partido Revolucionario de los Trabajadores, la Organización Comunista Poder Obrero, el Partido Socialista de los Trabajadores y Montoneros. Su influjo fue direccionado principalmente en los fundamentos que adoptaron las disputas contra la cúpula sindical y la empresa.

La agrupación trabajaba sobre los ejes de la democracia, de la amplitud, y la independencia del sindicato de los partidos políticos, de la patronal, del Estado y de credos religiosos. A través de estos elementos se configuró la “nueva matriz organizativa”[11] para el sindicato de Villa.

Esta nueva matriz tenía como pilares básicos un mayor grado de autonomía y federalismo en el manejo de los recursos y la toma de decisiones frente a la centralización sindical y el Estado. Adoptaba la modalidad de consulta permanente a las bases sobre los problemas laborales. Alentaba a los trabajadores a la discusión y participación en los asuntos gremiales impulsando un compromiso mas activo en la defensa de los intereses de los trabajadores, desde una práctica solidaria, desde un modelo de democracia sindical no jerarquizado ni disciplinado verticalmente. Estas prácticas definen un estilo societalista que impulsa las demandas de las bases hacia el estado y las patronales.

El escaso interés o la falta de disposición de la U.O.M. para proteger los derechos laborales de los metalúrgicos villenses fue otro factor coadyuvante que motivó el apoyo de una gran mayoría de los obreros, identificados mayoritariamente con el peronismo, hacia un grupo de dirigentes que se habrían ido posicionando en su trabajo gremial desde un perfil ideológico de izquierda.

 

c) El “Villazo”: La “Marrón” y el triunfo de la democracia sindical

Con el triunfo del MRS en la Comisión Interna y el Cuerpo de Delegados se produjo la primera fractura importante en el dominio tradicional de la seccional U.O.M. Villa Constitución, pero la misma seguía intervenida en manos del secretariado nacional.

El clima de apertura democrática generaba la expectativa de una normalización de todas las seccionales en condiciones irregulares. La posibilidad de elegir nuevas autoridades sindicales en Villa era próxima por el arribo de un gobierno popular, tras el triunfo de Cámpora. Esta nueva coyuntura demandaba la elaboración de una propuesta electoral.

Esta se hace pública con el lanzamiento del “Movimiento Metalúrgico 7 de Septiembre - Lista Marrón” (en adelante M7S). El apoyo a “La marrón” estuvo relacionado directamente, por un lado, con el resurgimiento de la actividad política que permitió un mayor grado de participación. Y por otro con el hecho de que los trabajadores, ante el descontento por la burocratización sindical, diferenciaban los planos de la identidad política y la representación laboral. Porque si bien los obreros metalúrgicos en su mayoría se seguían reivindicando peronistas y habían apoyado con todo fervor al FREJULI, en el plano de la representación laboral rechazaron el accionar del Secretariado Nacional de la U.O.M. que era tributario al peronismo, ya que consideraban que no respondía a los intereses concretos de los asalariados metalúrgicos, y por ello habrían optado por los dirigentes locales del M7S.

A comienzos de 1974, a través de una solicitada,[12] el secretariado nacional de la U.O.M. anunciaba la regularización de las seccionales que se encontraban intervenidas. Fijaba para los últimos días de enero la fecha de los congresos de delegados que elegirían la junta electoral.

El crecimiento experimentado por el M7S, junto con el apoyo manifestado entre los trabajadores a su propuesta, obligó al sistema defensivo de la cúpula metalúrgica a recurrir a alguna artimaña para evitar la probable derrota. La posibilidad de retrasar las elecciones hasta lograr una lista única consistía en evitar la formación de la junta electora. Esta maniobra se habría logrado eludiendo el llamado al congreso de delegados que seleccionaría el organismo elector.

Pero el interventor Trejo ya no podía sostener esta situación de irregularidad por lo que el Secretario General de la U.O.M.- Lorenzo Miguel - enviaría en su lugar a dos nuevos hombres de su confianza: Fernández y Oddone. Ellos debían verticalizar a los disidentes.

Esta tarea no se revelaba sencilla. El alto consenso alrededor de la corriente combativa impidió que fuera desplazada por los nuevos personeros de las máximas autoridades metalúrgicas.

Fernández y Oddone, al llegar a la ciudad se hicieron presentes directamente en Acindar y sin consultar a la Comisión Interna decidieron recorrer las secciones de la fábrica y hacer valer su condición de peronistas para exigir la conformación de una lista única para la elecciones al tiempo que criticaban la actuación de dicha comisión y del cuerpo de delegados. Ante esta actitud, como afirma el Informe del Comité de Lucha de Villa Constitución, “la indignación de los compañeros los obligó a retirarse”. La reacción de los trabajadores fue una señal de alerta para los interventores, quienes evaluaron que la posición de la Comisión Interna era muy firme dentro de las plantas y que amenazaba derrotar a la línea de Lorenzo Miguel, por lo cual deciden la expulsión del gremio de los miembros de la Comisión Interna y a un grupo de delegados.[13]

La reacción frente a este atropello fue descripta por Piccinini al afirmar que “Ante esa medida nosotros vamos a la huelga y a la toma de fábrica de marzo del ’74. Con una gran respuesta no solo de los obreros metalúrgicos sino de los obreros de otras fábricas que se acoplan a nuestras reivindicaciones”.[14]

Este conflicto, que se conocerá en adelante como “El Villazo” por su masiva participación popular, se extendió durante nueve días, al cabo de los cuales se logró comprometer al secretariado nacional del sindicato metalúrgico para el llamado a elecciones en la seccional local de la U.O.M..[15]

Desde la firma del acta de compromiso del 16 de marzo[16] hasta la convocatoria a elecciones transcurrieron ocho meses, demora que habría sido fomentada por la burocracia para debilitar al sector combativo y mantener la intervención. Pero la indignación inicial se habría transformado en una conciencia precisa sobre la necesidad de continuar la lucha para lograr la recuperación de la seccional para los trabajadores y el llamado a las urnas no sería un acto voluntario de los interventores sino que estaría precedido por un largo proceso de presión y movilización que transformaron en inevitable el desenlace hacia la normalización.

Este estado de agitación llevó al Ministerio de Trabajo a determinar la convocatoria de elecciones para el 25 de noviembre de 1974. A esta contienda acudirían dos listas, “La Marrón” representante del sector combativo - bajo los ejes de un programa antipatronal, antiburocrático y antiimperialista - y “La Rosa” identificada con la burocracia central de la U.O.M.. En este enfrentamiento bicolor competían mucho más que un par de listas. Disputaban por el poder dos formas distintas de practicar la representación de los trabajadores.

El resultado del escrutinio manifestó el apoyo de un sector amplio de los obreros a la corriente combativa y reafirmó la diferenciación realizada por los metalúrgicos entre su identidad política peronista y su identificación gremial con dirigentes no peronistas. La “Marrón” obtuvo 2.623 votos (el 64%) y la “Rosa” consiguió 1.437.[17] A partir de ese momento, la nueva Comisión Directiva de la U.O.M. decidió romper el aislamiento con respecto a los demás gremios locales, con el objetivo de constituir un núcleo sindical fuerte en la ciudad.

Con este horizonte se formó la C.G.T. Regional. Participaron de ella la mayoría de las asociaciones locales: Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Portuarios, Municipales, Textiles, Aceiteros, Empleados de Comercio, Bancarios, Maestros. Su funcionamiento no se limitaba a la defensa de los derechos de los trabajadores sino que se planteaba un accionar estrecho con la comunidad villense.

Las demandas obreras postergadas por años encontraban respuestas en el plano sindical. Desde las prestaciones sanitarias, hasta las condiciones de trabajo en las plantas, fueron renovadas o rediscutidas con la patronal las condiciones que hacen al bienestar obrero.

Pero ante los desafíos que comportaba el llamado a convenciones colectivas de trabajo, los planteos de los sectores más progresivos del movimiento obrero generaban una gran incomodidad al gobierno, frente a un sector empresario que presionaba por mantener sus altas tasas de rentabilidad.

La respuesta a este desafío vino de la mano de la demonización del sindicalismo combativo y decantó en la represión. Denunciando un supuesto “complot subversivo” a orillas del Paraná el gobierno se habría propuesto con total anuencia de los empresarios limpiar la zona de “elementos indeseables”.

 

d) La resistencia: el comité de lucha, entre la cárcel y la represión

La maduración alcanzada en pocos meses por el movimiento obrero de Villa, que logró articularse en la CGT local en base a la unificación de los diferentes gremios, fue excusa suficiente para que se urgiera su conjura.

Bajo el rótulo de “complot subversivo terrorista” el Ministerio del Interior denunciaba, a través de un comunicado de prensa, el activismo organizado en las “Riberas del Río Paraná” y delimitaba su epicentro en Villa.[18]

La desarticulación de esta supuesta “conspiración” fue operada el 20 de Marzo de 1975 por una virtual ocupación de la ciudad a través del desembarco de diversas fuerzas represivas. Las tropas desplegaron un rastrillaje, allanando domicilios, locales partidarios y gremiales, controlando todos los accesos a la ciudad. El operativo se extendió desde el norte del Gran Buenos Aires hasta la ciudad de San Lorenzo, zona próxima a Rosario.

Esta maniobra de tamización social arrojó como resultado 307 personas detenidas, entre los que se encontraban los miembros de Comisiones Directivas, Comisiones Internas, delegados y activistas del cordón industrial a orillas del Paraná.

Ante el encarcelamiento de la mayoría de los dirigentes gremiales de Villa, trasladados a la cárcel de Coronda, el camino de la lucha fue nuevamente elegido por los obreros en asamblea. Frente a la persecución y represión decidieron el cese de tareas, la ocupación de los lugares de trabajo y la conformación de asambleas por fábrica. Como resultado de ellas se decidió iniciar una huelga de brazos caídos.

Esta huelga, que se prolongará durante 61 días, se dividió en dos etapas. La primera transcurrió entre el 20 y el 26 de marzo y se desarrolló en el interior de las fábricas en estado de asamblea permanente. Cuando los obreros fueron desalojados de las mismas comenzó la segunda y más extensa fase que se prolongó hasta el 19 de mayo, momento en el cual la resistencia se trasladó a los barrios.

La retirada de las fábricas y la decisión inquebrantable de proseguir con la medida de fuerza obligaba a planificar un nuevo diagrama organizativo por barrios, para mantener el estado de reunión permanente. Paulón lo describe afirmando que “El comité de huelga permanece en libertad y se decide una nueva forma de lucha: la huelga de largo aliento. Una vez decretada la huelga general por tiempo indefinido nuevas tareas se plantean. Ya no es posible la concentración permanente de los compañeros, por lo tanto es necesario encontrar formas organizativas que posibiliten la participación de las bases: Asambleas por barrios en Villa Constitución, asambleas en los principales pueblos de la zona y asambleas en Rosario y San Nicolás; de esta manera todos los compañeros participaban en el desarrollo del conflicto y el comité de huelga podía palpar día a día el estado de ánimo de la gente y conocer sus necesidades inmediatas”.[19]

Ante la imposibilidad de hacer retornar a los trabajadores a las fábricas el secretariado nacional de la U.O.M. designó un nuevo interventor. Alberto Campos convocó a una asamblea de delegados y comisiones internas para normalizar el sindicato, desconociendo a las autoridades encarceladas.

En respuesta a esta provocación el comité de lucha llamó - a través de un comunicado - a la realización de un paro total de actividades, movilización y una asamblea pública ese mismo día (16 de abril) a la que concurrieron más de dos mil personas.

En ella se votó la realización de un paro general y asamblea para el 22 de abril. Esta jornada, tras cumplirse 33 días de huelga, se inició con un masivo cese de actividades. Pero la decisión de impedir la concentración colectiva y la realización de la asamblea fue demostrada por la actitud de la policía que comenzó a reprimir, a fuerza de gases, balas de goma y plomo a los hombres y mujeres que concurrían pacíficamente a manifestar su apoyo a los huelguistas.[20]

El incesante ambiente de persecución y represión que prevaleció desde el inicio de la huelga, sumado al agravante de “la crisis económica de los huelguistas y el aislamiento que sufre en relación al movimiento obrero nacional a pesar de los movimientos de solidaridad que despertó” produjo un inevitable desgaste.[21] El 17 de mayo, a través de una asamblea general se decidió por unanimidad levantar la huelga y retornar a las fábricas, ante las consecuencias que devendrían de la aplicación de la Ley de Seguridad por parte del gobierno.[22]

El desarrollo ulterior de este conflicto, que enfrentó dos estrategias contrapuestas de representación gremial, permitió que la burocracia de la U.O.M. utilizara su imbricación directa con los resortes del poder estatal para recuperar el dominio sobre la Seccional Villa y recomponer su aparato de control interno en dicha localidad.

 

Prácticas sindicales y conflictos

en la experiencia sindical de los obreros petroquímicos

En el presente trabajo nos proponemos analizar la praxis desarrollada por el Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos (SOEPU), buscando rescatar las prácticas sindicales, los conflictos sostenidos y los métodos adoptados por los trabajadores del sector durante la segunda mitad de los sesenta y primera de los años setenta. Dicha organización gremial fue gestada al calor de la instalación de PASA Petroquímica en la localidad de Puerto General San Martín, al norte de la ciudad de Rosario, durante la primera mitad de la de la década del sesenta. En esa región comenzó a erigirse, desde finales de la década del cincuenta y en pleno periodo desarrollista, uno de los polos químicos y petroquímicos más importantes del país.

La periodización resulta estimativa y para tal fin se han definido dos momentos. El primero abarca el periodo que va de la conformación de la Lista Verde, la inmediata recuperación sindical, la creación de la Intersindical; a los primeros meses del año 1973. El segundo se ubica en el marco de la gestión de gobierno peronista En esta etapa se desarrolla la toma con control obrero (1974) y se conforma la Coordinadora de Gremios en Lucha (1975-76).

 

a) Las inversiones externas y la instalación de las industrias químicas y petroquímicas en la provincia de Santa Fe

El contexto en el que se inscribe el desembarco de los capitales que dan origen a PASA, está definido por las políticas gubernamentales de incentivo a las inversiones externas que se desarrollan durante el periodo “frondicista”. La provincia de Santa Fe coherente con la política nacional, define una serie de medidas tendientes a favorecerlas. Las inversiones se abocan al desarrollo de la industria de base, “El capital extranjero es otra vez un protagonista principal, a diferencia de la etapa anterior en la que el capital nacional fue el preponderante en las inversiones industriales”.[23]

La localización de las grandes plantas químicas y petroquímicas en el cordón industrial norte obedeció, tanto a la saturación espacial en el ejido urbano de la ciudad de Rosario, como a la cercanía de la empresa proveedora de la materia prima central para desarrollar el proceso productivo: el petróleo. Un incentivo fundamental lo constituyó la culminación del oleoducto de YPF que unía Campo Duran con las destilerías de San Lorenzo a finales de la década del cincuenta. Inmediatamente comenzaron a erigirse nuevas empresas. La cercanía al río y la posibilidad de utilizar el agua para determinados procesos, al igual que como vía de comunicación definen a la zona como estratégica. Estudios regionales destacaban que: “La gran expansión industrial en San Lorenzo se basa en un proceso altamente ligado a la inversión externa (industria química y petroquímica), y que ocurre en el periodo de radicación de industrias de base[24].Este desembarco industrial resulta fundamental para comprender el incremento constante que experimentaron los departamentos Rosario y San Lorenzo durante la etapa, según los datos censales de población para 1960 y 1970.

 

b) El emplazamiento de PASA

Petroquímica Argentina Sociedad Anónima, Industrial, Comercial, Financiera y de Mandatos (PASA), al momento de instalarse pertenecía a una asociación de capitales extranjeros, la mayoría de procedencia norteamericana. Se trataba de un complejo totalmente integrado con usina propia, puerto, pista de aterrizaje para aviones, servicio médico, dotación de bomberos y otros servicios auxiliares.

La planta era alimentada por YPF y Gas del Estado. El complejo comenzó a construirse en el año 1962, y en octubre de 1964 se pone en marcha la primera sección relacionada directamente con la producción Reformadora (nafta de alto octanaje), en diciembre se comenzó a elaborar Tolueno y Benceno, luego entraron en producción el resto de las plantas, en junio de 1965 Caucho Sintético, en septiembre Etileno y Etilbenceno, Estireno en octubre y en febrero de 1966 Butadieno. Los productos elaborados por la empresa eran de usos diversos y se utilizaban para la fabricación de pinturas, neumáticos de alta velocidad, insecticidas, naftas de alto octanaje y plásticos. Una publicación de la empresa anunciaba: “Existen actualmente en el mundo un reducido número de Complejos Petroquímicos como el nuestro. Esta circunstancia define por si sola la importancia de la planta de PASA Petroquímica Argentina, constituyendo a la vez un modelo de moderna ingeniería industrial”.[25]

 

c) La organización del trabajo en PASA

y la cualificación de la mano de obra

En la petroquímica trabajaban poco más de 1000 personas, de las cuales cerca de 700 se encuadraban en el SOEPU, y el resto en el APESUP (Asociación Personal Superior de PASA).

Del total de obreros, aproximadamente dos tercios pertenecían a operaciones y el tercio restante a mantenimiento. Las categorías definidas por el convenio del año 1965 son cinco: a) Personal de Mantenimiento, b) Personal de Operaciones, c) Personal de Instrumentistas, d) Personal de Laboratorio y, e) Personal Administrativo. Parte importante del personal de mantenimiento fue responsable del emplazamiento de la planta, durante los años 1962-64. El personal de operaciones y de laboratorio poseía una calificación mayor, ya que muchos habían sido formados en escuelas técnicas y se destacaban aquellos que poseían el título de técnico químico[26]. Estos últimos participaron de los cursos de formación de seis meses de duración dispuestos por la empresa al inicio de sus actividades. La jerarquización más alta para las categorías a, b y c, permitía desarrollar actividades sin necesidad de supervisión. Hacia el año 1975 se incorporan las categorías[27] de: b) Personal de Bomberos y Comedor y c) Personal de Limpieza, ambas clasificadas según la jerarquización correspondiente al personal de mantenimiento e incorporadas luego de sostenidos conflictos para terminar con la tercerización en dichos servicios. Un dato a destacar resulta la juventud del conjunto de los trabajadores de la petroquímica. En las áreas de operaciones y laboratorio el promedio de edad no superaba los 25 años, en mantenimiento e instrumentistas, aumentaba, aunque no superaba los 30 años.

El objetivo de las filiales de las compañías multinacionales fue desde el comienzo, sostiene Torre, “La creación rápida de una fuerza de trabajo en consonancia con las demandas de los nuevos sectores industriales en desarrollo, para ello, procuraron sustraerse a las condiciones generales del mercado de trabajo nacional ofreciendo, mediante la concertación de convenios por empresa, salarios más altos y mayores beneficios sociales”.[28] La mano de obra empleada combinaba juventud, ausencia de tradición sindical, altos ingresos[29] y estabilidad en el trabajo.

 

d) Orígenes de El Sindicato de Obreros

y Empleados Petroquímicos Unidos (SOEPU)

El SOEPU nace el 27 de abril de 1964, poco tiempo después del inicio de las actividades de la petroquímica, bajo los lineamientos definidos para las nuevas organizaciones gremiales durante el pos peronismo. Es decir, como organización gremial “de empresa”, cuya zona de influencia se limitaba a los departamentos Rosario y San Lorenzo. Estimativamente podemos decir que de la dotación total de obreros, aproximadamente cerca de la mitad residía en la ciudad de Rosario. El Art. 2º del Estatuto sostiene, “El SOEPU agrupará, sin distinción de sexos, razas, credos religiosos o ideologías políticas, a los obreros y empleados que cumplan tareas dependientes en la actividad petroquímica, entendiendo por actividad petroquímica la singularizada en la industria que, a partir del petróleo o del gas natural.”[30]. El artículo que define la constitución de la Comisión de Reclamos, el Nº 5, tendrá un protagonismo central, en el desarrollo de la praxis del SOEPU, debido a que funcionará como correa de transmisión de las demandas de los trabajadores.

 

e) Primer Momento (1968-1973): Nace la Lista Verde.

Juan Dowling, ex obrero petroquímico, detalla a continuación los preparativos para constituir una lista sindical opositora: “Nosotros habíamos comenzado a ganar fuerza en el Cuerpo de delegados de la Sección, que juntamente con la Comisión Directiva constituían los representantes de los trabajadores ante la patronal. El 1º de mayo de 1967, con Estado de Sitio, implementado por la dictadura militar de Onganía, un grupo de trabajadores petroquímicos realizamos la primera reunión para constituir una lista, la Verde, para participar de las elecciones sindicales convocadas por un Triunvirato Provisorio, que había suplantado a la Comisión Directiva, en la dirección del SOEPU. Días después, enfrentando un aparato de intimidación y persecución, con amenaza de despidos, por escasos 13 votos ganamos la dirección de nuestro sindicato, derrotando a la Lista Blanca, apoyada, dirigida y financiada por la empresa”.[31]

Por ese entonces, los trabajadores petroquímicos comenzaban a plantear una serie de acuerdos entre los que se establecían, “tres objetivos: uno inmediato; el trabajo permanente por las reivindicaciones de los obreros petroquímicos; otro a mediano plazo, la concientización y organización de las bases; y un objetivo final que se dará a largo plazo y que será la liberación de los trabajadores. También definimos una política de organización que la sintetizamos en luchar contra la patronal por mejores conquistas, contra la burocracia sindical, contra el sectarismo y partidismo dentro de la organización gremial que ponga en peligro la unidad del gremio y aceptamos un método para todo: la aplicación de la democracia obrera en todos los niveles, con lo cual conseguiremos la discusión de distintos problemas sin distinción de razas, religiones o partidos”.[32] Desde sus inicios establecieron que aquellas personas con responsabilidades no cobrarían por sus tareas gremiales, se mantendrían en sus puestos de trabajo y aquellas actividades que implicaran abandono del mismo se realizarían con la consiguiente licencia gremial.

La Lista Verde refleja una composición heterogénea. En ese núcleo inicial encontramos a hombres vinculados a organizaciones obreras católicas, y al PC, particularmente a la Federación Juvenil Comunista. Muchos de los adherentes entendían que en la organización gremial debían estar los “mejores, y más aptos por sus cualidades personales”, entre las que destacaban la honestidad. A comienzos del año 1970, parte de los cuadros políticos vinculados a sectores católicos constituirán en la región el denominado Peronismo de Base (PB) vinculado en Rosario a la Unión de Estudiantes del Litoral (UEL) bajo el principio de “construcción de la alternativa independiente de la clase obrera”. Por el lado de la militancia de izquierda, el núcleo vinculado con el PC, y más específicamente a la FJC formará parte de la escisión de dicho partido, acompañará el proceso desarrollado entre los años 1967-69 a través de la Comisión Nacional de Recuperación Revolucionaria que culminará con la fundación del PCR en 1969, de cuyo seno son expulsados, pasando a constituir el Socialismo Revolucionario, con núcleos universitarios, cuadros intelectuales y obreros, con activa participación en el proceso sindical regional. Durante el año 1973 el SR sufre una importante ruptura.[33]

 

f) Los primeros conflictos

Uno de los primeros protagonizados por esta nueva dirección sindical fue el de los changarines en 1968 que, durante las denominadas “paradas”, llevaban adelante una tarea de mantenimiento integral. Quienes ejecutaban las labores durante estos periodos eran trabajadores encuadrados en el convenio de la UOCRA. La pelea por garantizar la homogeneidad en los ingresos y condiciones laborales de todos aquellos que trabajasen en las instalaciones de la petroquímica fue una reivindicación central del sindicato. El entonces asesor legal, Horacio Zamboni, expresaba, “mientras se trabajara, en cualquier circunstancia y con cualquier oficio de los enumerados en el convenio colectivo petroquímico, en la planta de PASA, se era obrero petroquímico.”[34] La contienda se trasladó al Departamento Provincial del Trabajo, constituyéndose la “comisión paritaria de interpretación” del convenio colectivo. El conflicto se expresó abiertamente cuando el sindicato decidió resistir el ingreso de trabajadores que no estuvieran amparados por el convenio petroquímico. En ese momento el DPT resolvió aceptar las principales demandas de los petroquímicos, de acuerdo a ello, los changarines tendrían derecho a: “los mismos salarios, el transporte gratuito, equipo completo de ropa, y obra social”. Quedaba abortada, para Zamboni, “la posibilidad de manipular a los changarines como potenciales carneros frente a los petroquímicos”.

Al mismo tiempo el sindicato había planteado la ilegalidad de la cláusula del convenio que obligaba a los operadores a efectuar una doble jornada, si su reemplazante no se presentaba a trabajar. Luego de arduas negociaciones en el DPT se acordó con la patronal una solución consistente en la creación de un “equipo volante de relevo”, grupo de operadores, previamente capacitados, sin ninguna otra tarea que no fuera reemplazo de los ausentes. Esta nueva categoría de operaciones fue incorporada al convenio como jerarquía D[35].    Recordemos que la dictadura de Onganía había suspendido el funcionamiento de las paritarias que de acuerdo a la ley 14250 de convenciones colectivas de trabajo, era el mecanismo por el cual se aumentaban los salarios y se establecían las condiciones de trabajo. Es en febrero de 1971, con la ley 18610 de Obras Sociales Sindicales y la restitución de las negociaciones colectivas, “fruto de los dos Rosariazos y del Cordobazo”, que emerge nuevamente la negociación. En esa situación, el SOEPU elaboró una táctica que denominó “ley contra ley”, si no se podían aumentar los salarios por ley, el sindicato también aplicaría estrictamente las leyes vigentes en el convenio a través de los quites de colaboración[36], es decir, limitarse a realizar las actividades especificadas en el convenio.

 

g) La Intersindical (1969-1973)

Quizás haya que citar algunos aspectos fundamentales del contexto en el que emerge la Intersindical de Gremios. En primer lugar debe decirse que desde sus orígenes el SOEPU adhirió a la CGT Rosario. Sin embargo la inacción de dicho organismo ante una serie de conflictos laborales que terminaron por perderse,[37] definió la creación de una “alianza sindical defensiva”. Sumado a ello la unificación de las dos CGT (de los Argentinos y Azopardo) entre el primer y segundo rosariazo (mayo y septiembre) que alimentó un sentimiento de descreimiento en parte del activismo sindical del cordón industrial norte. La Intersindical estaba compuesta por el SOEPU, el Sindicato de Químicos y Papeleros, el Sindicato de Químicos de San Lorenzo, el Sindicato de Aceiteros, la Comisión interna de Sulfacid y el Sindicato de Ceramistas. Según los historiadores Ceruti y Resels, “Desde su nacimiento hasta su extinción, las luchas se dieron por la defensa de los puestos de trabajo, contra los intentos de despidos, por aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo, por las libertades gremiales y políticas, llegando al paro en solidaridad con distintos conflictos hasta fijar posiciones frente a la salida electoral de 1973, la democracia política y contra el Golpe de Estado de Pinochet”.[38] Merecen destacarse los cursos de formación política y sindical realizados, en los cuales, entre otros temas se abordó la apuesta por la conformación de los consejos de trabajadores; al igual que la metodología basada en el ejercicio de la democracia directa, “La base legal de las decisiones que en ella se tomaban era la Asamblea de Trabajadores”.[39] Finalmente, terminó por constituirse en un mecanismo efectivo en la defensa de los puestos de trabajo, debido a que durante su existencia no se registraron despidos injustificados en la zona. Algunos hechos fortuitos y otros políticos ocurridos en el año 1973 podrían explicar el reflujo de esta experiencia. Durante los primeros meses fallecen los secretarios generales Juan Acevedo (Sindicato del Personal de Industrias Químicas y Afines de San Lorenzo), y Néstor Moglia (SOEPU). Impulsores iniciales de la Intersindical. Sumado a ello el retorno del peronismo al gobierno, y expectativas crecientes entre los trabajadores de la región, cuya identificación política con el peronismo era mayoritaria.

 

h) Planteos en relación a la capacitación y rotación en el trabajo

En 1971, el SOEPU,[40] elabora un plan alternativo del proceso de trabajo a propósito de la constitución de la Comisión Paritaria de Interpretación del Convenio Colectivo a fin de analizar los alcances del Art. 3 “personal comprendido y categorías” del mismo. Debido a que en Mantenimiento existían 34 oficios. Según el Inc. “a” del Art. 4, la patronal podría exigir al obrero la realización de cualquiera de los 34 oficios comprendidos, la negativa podía operar como causal de despido. Para el sindicato el obrero no debía realizar sino las tareas específicas de su categoría y oficio. Sin embargo existía una realidad, tanto el personal de operaciones como el de mantenimiento, poseía una “capacitación infinitamente superior a la capacidad media exigida anteriormente en la industria. En síntesis, el sindicato aceptaba la polifuncionalidad a cambio de la capacitación y rotación permanente en el trabajo, “que posibilitaría la eliminación de las categorías por la elevación del conjunto a la mayor formación posible dentro de un oficio primero y por el dominio de otro u otros posteriormente”.[41] Esto suponía posibilidades de capacitación para todo el personal dentro de la jornada de trabajo y con materiales y dictado de cursos a cargo de la patronal. Estaban en juego no sólo mejores ingresos por los ascensos en la escala jerárquica, sino también la posibilidad de romper con determinada rutina y monotonía laboral, al igual que la adquisición de conocimientos integrados. Hacia el año 1973, en el marco de la discusión anual sobre el Convenio Colectivo de Trabajo, el sindicato avanza, no solo en la reivindicación salarial, sino en el cuestionamiento de la organización del trabajo en la fábrica.

El SOEPU planteaba una capacitación global, el único límite que debería existir para adquirir conocimientos nuevos sería el interés del propio trabajador (nadie debería ser forzado a capacitarse). La posibilidad de capacitación debía ser vertical, es decir, la posibilidad del aprendizaje dentro del oficio hasta llegar a la máxima especialización; y horizontal, la que a pedido el interesado, debía permitir adquirir conocimientos ajenos al trabajo realizado habitualmente y fundamentalmente la exigencia de rotación en el trabajo, pues el aprendizaje de nuevos oficios reclama la posibilidad, a voluntad del trabajador, de ejercerlos efectivamente. La empresa contrapone una propuesta de capacitación restringida a la vertical, a la especialización dentro del oficio.

 

i) Segundo momento: el año 1973, un punto de inflexión

El regreso del peronismo al gobierno parecía proponerse reeditar aquél espacio de acuerdos tripartito, en el que el Estado cumplía un papel fundamental. La firma del Pacto Social, a mediados de 1973, entre la CGT y la CGE, por el cual se congelaron los salarios por el término de un año, entre otros puntos, fue ampliamente cuestionado por el SOEPU. En el año 1974, en especial luego de la muerte de Perón, se producirá una agudización de la conflictividad social. El equilibrio policlasista que expresaba el Pacto Social culminará por fracturarse. La intervención y el hostigamiento, a las expresiones antiburocráticas, serán utilizados habitualmente. Juan Dowling es claro a la hora de analizar la coyuntura en la que se encuentran los petroquímicos en los momentos previos a la toma: “entrar en medidas de fuerza que repercutieran en la producción, implicaba un desafío al gobierno, y a la burocracia sindical nacional que ya nos tenía entre ojos por no estar dentro de sus cuadros y considerarnos rojos”.[42]

 

j) De la Toma de fábrica al Control Obrero de la Producción

El 26 de julio de 1974 el concesionario del comedor de la petroquímica agrede a uno de sus empleados, la respuesta de los trabajadores fue inmediata, los dirigentes sindicales y los delegados reunidos convocaron a una Asamblea y definieron exigir a la patronal la expulsión del concesionario y la incorporación a planta permanente a los trabajadores del servicio. Ante la negativa de la patronal a las demandas planteadas[43] por los trabajadores, se definió permanecer en estado de Asamblea Permanente en Fábrica, manteniendo la plena producción del complejo bajo control obrero. Para tal fin debía garantizarse la organización durante el tiempo en que se mantenga la medida de fuerza.

Las principales causas que determinan la medida de fuerza son explicativas en El Comunicado Nº 1 del Comité de Lucha[44]. También se precisaron las características de la toma:

La producción sería gestionada por los trabajadores; se permitiría la presencia de jefes, los capataces y supervisores, permitiéndoles la libre circulación, para evitar denuncias penales; la comercialización de los productos terminados quedaría a cargo de la patronal; la seguridad de la planta estaría a cargo de los trabajadores.

La medida de lucha exigió formas organizativas propias, será en el Comunicado Nº 2 (del 27 de julio) del Comité de Lucha en donde aparezcan, se crea el Comité Central, el de Producción, el de Seguridad, el de Vigilancia, el de Comunicaciones y el de Abastecimiento y Servicio de Comedor, y el de Prensa y Propaganda. Juan Dowling afirma, “¿algún grupo organizado planeó y orientó la toma de fábrica de PASA? La respuesta es no. Pero, al mismo tiempo, no quiere decir que en las asambleas no hubiese algunos trabajadores más politizados, y que estos compañeros en algún momento no tengan participación de debates o discusiones sobre temas relacionados a la revolución, a la forma democrática de ejercicio de poder obrero”.

Los jefes de sección eran elegidos democráticamente, desempeñaban tareas de jefatura sin abandonar su anterior labor específica. “En las elecciones no sólo se tenía en cuenta la capacidad profesional del compañero, sino también las condiciones morales y el alto grado de compañerismo. Todos los puestos, podían ser renovados total o parcialmente.”[45] El Comunicado Nº 2 agrega, “los directivos de la empresa permanecen en el recinto de la misma por LIBRE VOLUNTAD sin que exista oposición por parte de los trabajadores petroquímicos, pero teniendo en cuenta que sus funciones habían caducado. El día 28 de julio el Comité de Lucha informa, a través del Comunicado Nº 3, que de acuerdo a lo resuelto en Asamblea, se ha mantenido el nivel de producción en todas las áreas del complejo. En algunos casos, continúa, ha sido aumentada de acuerdo al criterio de los operadores”.[46]

Dicho Comunicado sostiene, “Esta realidad que manifestamos es posible fundamentalmente por la eficacia de los compañeros en las distintas operaciones que les corresponde realizar, demostrando en los hechos que nuestra organización de la producción, distinta a la planificada por la patronal en forma rutinaria y alienante, posibilita en realidad una mayor productividad de la industria, porque los trabajadores nos sentimos dueños de nuestro propio trabajo, lo cuidamos y damos paso a la actividad creadora, que nos ha llevado en un solo día a recoger experiencias totalmente positivas como las relatadas”. La idea de la nacionalización, comenta José Luis Poles, expresaba el sentimiento de que esta importante empresa, con un papel de relevancia en la economía del país, quedara definitivamente bajo la propiedad del Estado y administrada por sus trabajadores.[47] Se trató de una propuesta discutida y ampliamente polemizada. Los historiadores Leonidas Ceruti y Mariano Resels agregan una reivindicación más que no se llegó a concretar: “las 6 horas por turno”. Finalmente, el 22 de agosto de 1974 se firma en Buenos Aires el acta en donde consta el triunfo prácticamente absoluto de los trabajadores, pues solo quedó sin realizarse la incorporación directa a PASA del comedor. Si se logró la aplicación del convenio de los petroquímicos para los empleados del comedor.

Los petroquímicos asumieron la toma y el control obrero como “una medida de lucha más”. Resulta fundamental entender el por que de este tipo específico de medida de acción. En las industrias de proceso continuo la huelga convencional, entendida como el derecho a no trabajar, no produce los efectos deseados, debido a la alta proporción de supervisores y capataces que pueden mantener operativo el complejo ante la ausencia del personal de mantenimiento y operaciones.

 

k) La Coordinadora de Gremios en Lucha

Un ciclo de alza en las luchas sindicales parecía cerrarse, en septiembre será detenido el asesor legal del sindicato y puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Debe sumarse la intervención por parte de las fuerzas de seguridad y hombres de la UOM nacional a la localidad de Villa Constitución en marzo de 1975. En junio el Ministro de Economía Celestino Rodrigo, anunciará de manera unilateral la devaluación del peso en un 100 % respecto de la moneda norteamericana, y el aumento de precios de productos de consumo básico y general que detonaron la bronca sindical y el lanzamiento de un paro nacional, primero realizado en una gestión peronista que culminó con el denominado “Rodrigazo”. En este marco surge la Coordinadora. Como respuesta ante un aumento generalizado del costo de vida y la negativa a la homologación de los Convenios Colectivos firmados. Su composición, a diferencia de la Intersindical, tiene un alcance territorial mayor debido a que se integran gremios de Rosario y de Villa Constitución. Más su carácter es también defensivo. Durante 1975 serán objeto de atentados varios miembros de la Comisión Directiva del SOEPU, y el nuevo abogado del sindicato, Francisco Iturraspe. Hasta que el 23 de marzo de 1976 el SOEPU es intervenido por el Ejército y en días sucesivos son encarcelados varios miembros de la CD.

 

A modo de conclusiones

Ambas experiencias analizadas se caracterizaron por sostener, desde la recuperación sindical hasta su intervención, los principios de la democracia directa y de consulta permanente a las bases, tanto en el funcionamiento interno, como en aquellos organismos de lucha y coordinación gremial. Por otro lado la primacía de la disputa por la recuperación sindical en Villa, en relación al SOEPU, estuvo dada por la importancia de la seccional dentro de la estructura nacional de la UOM. En cambio, el particular formato organizativo del sindicato petroquímico, organizado a nivel de empresa no federado, habría permitido plantear una serie de demandas luego de la recuperación gremial, tales como: la lucha por equiparar las condiciones de trabajo e ingreso de aquellos tercerizados con lo estipulado en el convenio petroquímico (changarines, personal de limpieza y comedor). También deben destacarse las medidas de lucha adoptadas teniendo en cuenta el tipo específico de proceso productivo y su cualidad de continuo, en un primer momento los quites de colaboración que sin detener el proceso causaban importantes pérdidas económicas a la empresa, y el control obrero de la producción en el que los trabajadores prescindieron de los cuadros de supervisión, demostrando la cualidad y el poder alcanzado por ese conjunto de trabajadores.

En síntesis, el carácter antiburocrático, en el caso de los petroquímicos se expresó como una de sus formas, en la permanencia frente al puesto de trabajo de quienes tenían responsabilidades sindicales, y la ausencia de retribución por dichas tareas. Para los metalúrgicos significó la posibilidad de desarrollar una práctica autónoma de los designios del secretariado nacional.

 

 

RESUMEN

 

Estudio de las prácticas sindicales de los trabajadores petroquímicos y metalúrgicos en sur santafesino

 

En el presente trabajo se analizan las prácticas sindicales, métodos y conflictos desarrollados tanto por los trabajadores petroquímicos del cordón industrial norte del Gran Rosario, como por los metalúrgicos de Villa Constitución, allá por fines de la década del sesenta y primera mitad de los setenta. Se trata de dos polos industriales importantes, aunque las características de los procesos productivos y la cantidad de mano de obra ocupada resulten disímiles. Más en el plano sindical, luego de recuperar el sindicato (SOEPU) o en los momentos previos a la recuperación (UOM Villa) constituyeron un accionar marcado por la “consulta permanente a las bases” y el “ejercicio de la democracia directa”. Ambas experiencias, también, sufrieron el hostigamiento sindical, patronal, gubernamental y de las fuerzas de seguridad, con anterioridad al golpe.

 

Palabras clave: recuperación sindical - democracia obrera - antiburocrático

 

 

ABSTRACT

 

Study of the union practice of the petroquimical workres and metalworkers in the sourh province

 

In the presented work, we will analize the union practices, methods, and conflicts, developed ewer for the petroquimical workers of the industrial countryside in north Rosario, or for metalworkers of “Villa Constitución”, in the late 60s and at the beginning of the 70s. It is about two important industrial poles, everthough the characteristics of the productive process and the quantity of the buzy labor are different. Mostly, in the union framework, after recovering the “SOEPU” union or in the previous moments of the recovery of “UOM Villa”. They also work together by “consulting this bases” and the “exercise of the direct democracy”. Both experiencies, suffered the union harassment, employers, governmental and the security forces, prior to the “stroke”.

 

Key words: union recovery - workers democracy - antibureaucrazy

 

 

Notas



(*) Licenciados en Ciencia Política. Universidad Nacional de Rosario. e-mail: agustinprospitti@yahoo.com.ar;  escobedomartin@yahoo.com.ar

[1] Estos conceptos han sido utilizados de manera indistinta por Brennan para analizar la experiencia cordobesa. Para Juan Carlos Torre Sindicalismo Clasista y Sindicalismo de Liberación no expresan lo mismo, aunque compartan determinadas características como el antiburocratismo y la postura antidictatorial.

[2] GORDILLO, Mónica. Córdoba en los ‘60, la experiencia del sindicalismo combativo. EU.N.C., Córdoba, 1999.

[3] BRENNAN, James. El Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba, 1955 – 1976. Bs. As. Ed. Sudamericana, 1996.

[4] TORRE, Juan Carlos. Los sindicatos en el gobierno 1973-76. CEAL, Bs. As., pág. 55.

[5] Como afirma Victorio Paulón, la empresa Acindar se beneficiaba de este tipo de conflictos ya que le permitían eliminar trabajadores indeseables, rebeldes, ausentistas y enfermos. RODRÍGUEZ, Ernesto; VIDELA, Oscar, (comp.). “El Villazo. La experiencia de una ciudad y su movimiento obrero”. Tomo I, Ed. Revista Historia Regional. Villa Constitución, 1999.

[6] El Norte, San Nicolás 07 de enero de 1970.

[7] Para una descripción mas detallada del conflicto ver PROSPITTI, Agustín. Los metalúrgicos de Villa Constitución: sindicalismo y política en los conflictivos años ‘70. Tesis de grado, inédito. Rosario, 2005.

[8] Entrevista a Alberto Piccinini, Secretario General de la U.O.M. Villa Constitución por la Lista Marrón (diciembre 1974 – marzo de 1975), julio de 2005.

[9] Entrevista a Juan Actis, miembro de la Lista Marrón, julio de 2005.

[10] Alberto Piccinini, citado en WINTER, Jorge. “La lucha por la democracia sindical en la UOM de Villa Constitución”. en: Luchas obreras argentinas, año II Nº 7 Bs. As., Ed. Experiencias, 1985.

[11] La idea de matriz nos permite sistematizar y analizar las bases de fundamentación del proyecto de democratización sindical, que fueron expresadas como consignas de acción, en diferentes regiones, en un contexto histórico particular. Con esta matriz, no se plantea la creación de un nuevo tipo de organización sindical al estilo de los sindicatos de empresa, sino una relación diferente entre el secretariado nacional y las seccionales, que otorgue a éstas potestad sobre sus recursos y una participación mas activa de las bases en su accionar.

[12] Ver La Nación, Buenos Aires, 3 de Enero de 1974.

[13] Informe del Comité de Lucha de Villa Constitución, op. cit.; El Norte, San Nicolás 10 de marzo de 1974; Comunicado “A los compañeros metalúrgicos de Villa Constitución” del Movimiento Metalúrgico 7 de Septiembre –Lista Marrón -, S/f.

[14] Alberto Piccinini, citado en Winter, Jorge: p. cit.

[15] Para una descripción pormenorizada del conflicto de marzo del ’74 ver Prospitti, Agustín. op. cit..

[16] Acta- Acuerdo, Acindar 16 de marzo de 1974, Villa Constitución.

[17] Acta de escrutinio definitivo, U.O.M. Villa Constitución, 29 de noviembre de 1974.

[18] El Norte, San Nicolás 21 de Marzo de 1975. Este comunicado es el resultado de una reunión mantenida en el Ministerio de Defensa por los ministros del Interior, Alberto Rocamora, de Defensa, Adolfo Mario Savino; de Justicia, Antonio J. Benitez y de Trabajo Ricardo Otero.

[19] Victorio Paulón, citado en Winter, Jorge: op. cit.

[20] Idem.

[21] GALLITELLI, Bernardo. “La huelga de Villa Constitución”; en RODRÍGUEZ, Ernesto; VIDELA, Oscar, (comp.): op. cit..

[22] Ultima Hora, Buenos Aires, martes 20 de mayo de 1975; El Norte, San Nicolás, 20 de mayo de 1975.

[23] “Prediagnóstico de la estructura productiva del Área Gran Rosario”. Rosario, julio de 1971, pág. 27.

[24] Prediagnóstico, pág. 19.

[25] Boletín Interno de PASA Petroquímica Argentina SAICFyM, Pto. Gral. San Martín, Santa Fe, Argentina. Año 4, Nº 29, Agosto de 1973.

[26] Quien fuera secretario general del SOEPU entre 1968 y 1973, Néstor Moglia, era técnico químico y se desempeñaba como operario en el laboratorio de análisis.

[27] Convenio Colectivo, periodo de vigencia: del 1 de junio 1975 al 31 de mayo de 1976.

[28] TORRE, Juan Carlos. op. cit., pág. 59.

[29] El SOEPU por lo menos hasta el año 1975 había logrado concertar convenios de avanzada en lo concerniente al nivel de ingresos y condiciones laborales.

[30] Estatuto del Sindicato de Obreros y Empleados Petroquímicos Unidos, San Lorenzo, Provincia de Santa Fe, 1966.

[31] Juan Alfonso Dowling, en CERUTI, Leonidas y RESELS, Mariano; “Los obreros petroquímicos (PASA-San Lorenzo). Sus experiencias (décadas 1960-70)”, en Anuario, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 1991-1992, Nº 15, pág. 240.

[32] CERUTI, Leonidas y ZAMBONI, Horacio, trabajo inédito sobre Néstor Moglia.

[33] ÁGUILA, Gabriela y VIANO, Cristina, “Algunas reflexiones en torno de los trabajadores de la zona norte del Gran Rosario en la primera mitad de los años setenta. Un estudio de caso”, en Anuario, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 1996, Nº 17, sostienen: “diferencias internas relacionadas con la concepción del sindicato como órgano revolucionario o no, con la relación sindicato/partido en función de determinar cual es la lealtad primera si la organización obrera a que se pertenece o la organización política, y con la elaboración de diagnósticos distintos sobre la situación política del momento –que se vinculan con las posiciones pesimistas alentadas por los núcleos más estrechamente relacionados a la clase obrera y quienes, desde sectores universitarios, sostienen que el peronismo evoluciona hacia la izquierda y que por lo tanto la revolución está próxima- como por las profundas implicancias políticas que trae aparejada la vuelta del peronismo al gobierno...”.

[34] Entrevista a Horacio Zamboni en, “Argentina 2003, brechas contestatarias, neoliberalismo reciclado”; en: Cuadernos de Filosofía y Política Nº 5, Facultad de Humanidades y Artes, pág. 49.

[35] El balance del conflicto fue claramente expresado en el Boletín “El Petroquímico”; Consideramos que se trata de un doble logro: por un lado, se ha posibilitado el ingreso de doce compañeros; por el otro, hemos limitado las repetidas jornadas de 16 horas que terminaban con nuestra salud, y nos transforman es simples instrumentos del deber.

[36] Se expresó fundamentalmente como negativa a realizar horas extras, ya durante el año 1969, el sindicato planteaba que no se trata de realizar mayor cantidad de horas extras, sino de luchar por incrementar el básico.

[37] Durante los años 1967-68 en PASA, Cerámica San Lorenzo, Electroclor y Celulosa.

[38] CERUTI, Leonidas y RESELS, Mariano. Democracia directa y Gestión Obrera. Ediciones Del Castillo. Rosario, Rosario, 2006, pág. 131.

[39] op. cit., pág. 136.

[40] Primer sindicato en discutir en Asamblea de trabajadores un Convenio Colectivo, incluso mucho antes que lo hiciera el SMATA Córdoba en 1972-73.

[41] Entrevista a Horacio Zamboni. En, “Argentina 2003, brechas contestatarias, neoliberalismo reciclado”; en: Cuadernos de Filosofía y Política Nº 5, Facultad de Humanidades y Artes, pág. 51.

[42] DOWLING, Juan. “Capacitación y rotación en el trabajo, autogestión técnica de la producción. Dos momentos en la lucha de los obreros de Petroquímica Argentina”. México, 7 de julio de 1981.

[43] 1)- Exigir la inmediata destitución del concesionario del comedor, 2)- Que PASA se haga cargo de la dirección y administración del mismo, 3)- Que tome bajo su relación de dependencia al personal que se venía desempeñando en las tareas del comedor y 4)- Que se solucione el problema de la comida para los compañeros de PASA Rosario.

[44] Los atropellos, insultos tanto al personal propio como a los petroquímicos, el trabajo de menores en horas nocturnas, las suspensiones arbitrarias, la mala calidad de la comida, la escasa cantidad de la misma, el aumento del vale de la comida (violándose el acuerdo nacional) constituyen elementos irritativos, de los cuales PASA tiene participación directa.

[45] ITURRASPE, Francisco y POLES, José Luis. “Movimiento Sindical y Autogestión: el caso del control obrero en PASA”, en: ITURRASPE, Francisco (ed.), Participación, Cogestión y Autogestión en América Latina. T1. Editorial Nueva Sociedad, Caracas, pág. 85.

[46] Entrevista realizada a José Luis Poles en octubre de 2003.

[47] Desarrollado fundamentalmente durante el periodo de suspensión de las negociaciones colectivas (1966-71), su práctica se erigió en una modalidad de lucha antidictatorial.