Del Primer Congreso de Historia del Chubut y su trasfondo político y económico (Noviembre de 1967)

 

Axel Binder(*)

(UNPSJB/Conicet; axelbind@gmail.com)

 

1. Introducción

 

Nietzsche, disparando contra el historicismo alemán que se hallaba en boga, advertía en las actitudes de algunos historiadores, posibles beneficios y perjuicios: “Cuando un hombre que desea realizar algo grande tiene necesidad del pasado, se apropia de él mediante la historia monumental; a su vez, el que persiste en lo habitual y venerado a lo largo del tiempo, cultiva el pasado como historiador anticuado; y sólo aquel a quien una necesidad presente oprime el pecho y que, a toda costa quiere librarse de esa carga, siente la necesidad de la historia crítica, es decir una historia que juzga y condena…”[1].

Forzando el paralelismo (pero sirviéndonos como guía para ordenar lo que vamos a abordar), podríamos afirmar que en el primer Congreso de Historia del Chubut celebrado a fines de 1967 predominaron entre sus participantes las actitudes monumental y anticuaria de la historia. Es decir, una inclinación a pensar como grandiosos a ciertos hombres del pasado -y magníficas sus gestas; o a considerar digno de veneración todo lo viejo -por más pequeño o insignificante que fuese-, desatando en el historiador una “furia coleccionista” y un fetichismo exacerbado por las cosas pasadas.

Solapadamente, ambas actitudes de cara al pasado dominaron la escena del Congreso de Historia; marginada quedó aquella historia crítica que indaga. Ningún asiento le fue reservado para aquella ocasión. Esta ausencia de problematizaciones históricas, en el marco de la intensa coyuntura nacional e internacional que atravesaban los pueblos de la década del 60, distaba -por más de que así se pretendiese- de ser “apolítica”. Aquel primer Congreso de Historia, por el contrario, encerraba una neta intencionalidad: sus discursos se empeñaron en legitimar el proyecto histórico en curso que una fracción de la burguesía tenía para la región, a través de producciones académicas que pretendían resaltar las raíces promisorias de una provincia, supuestamente cargada de progreso. En lo que sigue trabajaremos algunos de los aspectos sobresalientes de un congreso cuya connivencia con el poder resultó tan obscena como inocultable.

 

2. Contextos

 

Desde fines de junio de 1966, una dictadura cívico-militar encabezada por Juan Carlos Onganía (autodenominada Revolución Argentina) había desplazado del poder al gobierno pseudo-democrático[2] de Arturo Illia. Así, golpe de estado mediante, el capital monopólico extranjero (cuyos intereses representaba el sector de Onganía), lograba imponerse y proyectar su dominio económico en la sociedad política (Estado). Para resguardar los intereses de aquella fracción del capital, la “Revolución Argentina” clausuró los canales de expresión democrática y persiguió a todos aquellos sujetos que obstaculizaran o se opusieran a la realización de su proyecto histórico, profundizando y acelerando de este modo el ciclo de enfrentamientos sociales y de rebelión popular.

No obstante, esta decisiva coyuntura histórica pareciera no haber tenido gravidez alguna en las problematizaciones de las ponencias que se presentaron en el primer Congreso de Historia en Chubut. Sin embargo, este deliberado anacronismo es sólo aparente: de hecho, se trataba de unas jornadas muy actuales y ancladas en el presente provincial; o lo que es más preciso, en la agenda de los sectores dominantes de la región.

La provincia se encontraba transitando una rápida trasformación de su estructura económica social a través de las políticas de “Polos de Desarrollo”, que perseguían industrializar determinadas regiones y hacer extensivas las relaciones de producción capitalistas en la región. Esta iniciativa, fundamentalmente a través de regímenes de promoción, contemplaba la creación de tres diversificados núcleos industriales en la provincia que habrían de interactuar entre sí potenciando el desarrollo de la zona: 1) un polo petroquímico en Comodoro; 2) en la Zona del Valle[3] un polo textil y de producción de aluminio y 3) en la zona cordillerana, por un lado, la concentración y desarrollo de actividades primarias como agroindustria, madera, láctea, etc., y por el otro, la construcción de un complejo hidroeléctrico que abasteciera exclusivamente una futura planta de aluminio en Puerto Madryn. Sin embargo, la idea esencial de integración industrial fracasaría al no instalarse el polo petroquímico y al tener escaso desarrollo las actividades cordilleranas.

No obstante, entre 1969 y 1971 se logró impulsar la creación de una planta de aluminio en P. Madryn y de un complejo hidroeléctrico en la zona cordillerana (Futaleufú); y en la zona de Trelew comenzó a desarrollarse una importante industria textil que en sus momentos de máximo esplendor llegó a dar empleo a más de 5.000 personas, muchos de ellos migrantes rurales del interior de la provincia.

En esta fase que comenzaba a transitar el capitalismo a nivel regional, tuvo un rol fundamental el Estado, que fue el encargado de crear las condiciones y acelerar el proceso de industrialización; el proyecto de los Polos de Desarrollo, ejemplifica esta situación. Al respecto, sostiene Pérez Álvarez que

“…el objetivo (…) fue incorporar la región patagónica al desarrollo capitalista argentino, haciéndole realizar un rápido pasaje por la fase del capital industrial para luego pasar al desarrollo del capitalismo en profundidad, en consonancia con el proceso nacional de realización hegemónica del capital financiero”[4].

El primer Congreso de Historia del Chubut (1967), se inserta en este contexto provincial, donde vienen tomando cuerpo y fuerza los intereses desarrollistas, faltando aún que el ejecutivo nacional tomara la decisión de firmar los decretos y abrir las líneas de crédito especiales para la ocasión. Esta es, entonces, una etapa previa en la que sectores de la burguesía local se hayan impulsando los planes de industrialización, y avocándose en atraer inversiones de capital y en seducir a las autoridades nacionales, entrando en disputa -por esa misma razón- con otros intereses regionales del país.

En otras palabras, se encontraban promocionando la región, y desarrollando gestiones para una pronta ejecución de las políticas de fomento industrial. Como intentaremos demostrar a continuación, dicho Congreso fue una excelente vidriera para que las “fuerzas vivas”[5] locales promocionaran la región y legitimaran (desde una marcada perspectiva histórica) el proyecto desarrollista que una fracción de la burguesía pugnaba por implantar en la región.

 

3. El organizador

 

El Congreso tuvo lugar en el mes de noviembre, durante los días 9, 10 y 11. Su organización estuvo principalmente a cargo de Luis Feldman Josín, aficionado a la historia y director de los diarios Jornada y Esquel. El primero de ellos (fundado en 1954) se distribuía entre las ciudades del noreste chubutense (Dolavon, Gaiman, Trelew, Rawson, y Puerto Madryn) y fue el único diario hasta 1971; el segundo, como indica su nombre (Esquel), circulaba en la zona cordillerana. Este último tuvo su origen como semanario en la década del ‘20, siendo transformado en diario hacia 1945, bajo la dirección de Feldman Josín, quien la había asumido en 1938. Un dato interesante a destacar, es que en 1958 el diario Esquel tuvo como periodista a Osvaldo Bayer. Pero la vinculación del historiador con el diario duró poco, ya que su director (F. Josín), lo despidió debido a las enormes diferencias políticas que mantenían. A los pocos meses Bayer editaría su propio periódico, “La Chispa”, desde donde realizaría una comprometida labor de denuncia, fundamentalmente contra la usurpación de tierras a los pueblos originarios, uno de los aspectos con los cuales Feldman no estaba dispuesto a meterse[6].Como veremos, en el Congreso de Historia del Chubut (organizado por Josín), también se defendieron y legitimaron dichas usurpaciones, nada más ni nada menos que en la palabra de Lorenzo Amaya, amigo de Josín y uno de los implicados directos en la ocupación de tierras indígenas del Boquete de Nahuelpan en 1937.

Habiendo ejercido como maestro y periodista, Luis Feldman Josín llegó a ser vicepresidente del comité ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y entabló sólidos contactos en la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), al punto tal que lograría gestionar que en 1970 realizara su reunión anual en la ciudad de Trelew. Alli la entidad dictaminaría que durante ese año había existido “libertad de prensa” en el país, a pesar de que luego del “Cordobazo” de 1969 la dictadura había decretado el estado de sitio, reforzando aún más los rasgos autoritarios y los mecanismos represivos del régimen).

Además, F. Josín, mantenía estrechos vínculos con la administración provincial de la “Revolución Argentina” y defendía con ahínco las políticas desarrollistas que para la región planeaba impulsar el gobierno nacional. Sus contactos periodísticos le facilitaban el acceso a importantes diarios de la Capital Federal en los que publicaba clasificados resaltando las “bondades” de invertir en la región. Una de dichas publicidades expresaba: “el pueblo del Chubut le ofrece: a) mano de obra especializada (fruto de 14 años de experiencia en la industria textil sintética); b) trabajadores competentes; c) clima social tranquilo; d) ciudades en constante evolución; e) y un enorme afán de progreso.” [7]

Se trataba claramente de un intelectual orgánico de las “fuerzas vivas”, que actuaba en distintos espacios oficiando como nexo articulador entre diferentes fuerzas políticas dominantes. No sólo tuvo un rol protagónico, gestionando y organizando el 1er Congreso de Historia del Chubut, sino que también lo tendría dos años más tarde presidiendo espacios de otra naturaleza, como por ejemplo las “Comisiones Promotoras”[8]: un organismo multisectorial que desde la sociedad civil buscarían fomentar y promocionar la industrialización regional, a la vez que funcionaría como espacio de lobby político articulando los intereses de la burguesía con el Estado Provincial (y éste, a su vez, con el Nacional). Allí se agruparán militares, altos funcionarios políticos, grupos empresariales, industriales, representantes del sindicalismo participacionista e intelectuales orgánicos; todos ellos encolumnados detrás de los intereses inmediatos y estratégicos vinculados al programa de Polos de Desarrollo y de industrialización[9].

Así, los intereses creados en la región con el proyecto de “Polos de Desarrollo” tenían su canal natural de expresión en el diario Jornada, que reproducía un claro discurso liberal y conservador, a la vez que buscaba promover el “orden y progreso” regional. Esto lo refleja el gran número de editoriales (de la pluma de Josín) que reproducen un constante discurso a favor del poblamiento y del desarrollo industrial patagónico. En una de ellas, F. Josín, explicitaba lo que él entendía como una clara conexión entre el “progreso” y el congreso (de Historia) dejando entrever el fundamento económico que subyacía al primer encuentro de Historia de la provincia:

“El pueblo y el gobierno del Chubut, al auspiciar este primer congreso, se ubican en la realidad y demuestran que en el sur argentino se han dado nuevas condiciones que permiten alentar la esperanza de una total transformación evolutiva, acorde con la marcha de la técnica y de la ciencia en todo el mundo. Esto es lo que alienta seguir adelante con fe y esperanzas.”[10]

 

4. La Forma

 

4.1. Los participantes del Congreso

El congreso estableció entre sus participantes e invitados tres categorías en las que dividirían al público. Por un lado quienes desempeñarían un rol activo en la construcción del discurso: los académicos (profesionales, vinculados en su mayoría a la Academia Nacional de Historia) y los historiadores (escritores de oficio y amateurs). Por el otro, los observadores, cuyo rol pasivo se limitaría a oír las ponencias, otorgar legitimidad al evento con su presencia y aprender el relato oficial para reproducirlo.

Los “académicos” que viajaron hasta la zona fueron: el Dr. Enrique de Gandía, Dr. Aquiles D. Ygobone, el Rvdo. Padre Raúl Entraigas (salesiano), el coronel Augusto Rodríguez y el Dr. Milcíades Alejo Vignati. El profesor Ricardo Caillet Bois, también asistiría y ocuparía un rol central, presidiendo la primera sesión, mientras que el Dr. Armando Braun Menéndez, daría el discurso de cierre.

Caillet Bois, historiador conservador y liberal de tradición mitrista, era ya un ícono de la historiografía oficial. Estuvo al frente de la dirección del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” desde 1955 hasta 1973, momento en el que fue reemplazado en la dirección por Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde (quienes ejercieron hasta que la Universidad de Buenos Aires fue intervenida en 1974). Con el nuevo golpe de estado de 1976, Caillet Bois retornaría a la dirección del Instituto hasta 1977, fecha en la que muere.

Armando Braun-Menéndez era hijo de la poderosa alianza matrimonial de latifundistas que fundaron a principios del siglo XX la monopólica Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia (actualmente la cadena de supermercados “La Anónima”). Sus estudios -fuertemente atravesados por la lógica “civilización-barbarie”- versaron sobre la conquista y colonización de los territorios australes del continente, legitimando con su discurso el poder de los estancieros en la zona y ocultando el genocidio perpetrado contra los pueblos indígenas, Selk´nan, Yámanas y Alakalufes, entre otros.

Ambos, también eran miembros de la ANH (Academia Nacional de Historia) y su presencia, además de “fiscalizar” los contenidos históricos de los trabajos presentados, venía a otorgarle status al evento y legitimidad a la historia oficial de la provincia que se estaba construyendo.

Entre los “historiadores” que participaron, se encontraban: El Teniente gral. Julio Alberto Lagos; el Rvdo. Padre María Rosa Olmos; el Rvdo. Padre Paesa; el Dr. Lorenzo Amaya; el señor Francisco Arancibia; el señor Juan Hilarión Lenzi; el señor Luis Feldman Josín; los señores Aurelio Salesky Ulibarri, Virgilio Zampini, Virgilio Gonzáles, Diego I. Zamit, Roberto Ezpeleta, María del Carmen Fontán de Margara, y el Dr. Hipólito Solari Yirigoyen y Juan Carlos Aleman.[11]

El listado de “observadores” del Congreso es muy elocuente, ya que nos adelanta hacia quienes estaba dirigido principalmente, y además, nos da la pauta de cuáles serían las instituciones que se encargarían de reproducir la historia oficial que allí se pautaría.

Fueron invitados a concurrir: el Instituto de Estudios Superiores (IDES): Sánchez Cabezudo (rector); Colegio salesiano Dean Funes de Comodoro Rivadavia; Escuela Normal de Esquel; Colegio Comercial de Puerto Madryn; 9º Brigada de Infantería de Comodoro Rivadavia; Prefectura Marítima de Madryn; Policía del Chubut; Colegio Nacional de Trelew; Colegio William Morris; Distrito Militar Chubut; Policía Federal del Chubut; Colegio Camwy; Asociación San David de Trelew; Dirección General de Cultura; Colegio Santo Domingo: Rvdo. Román Dumrauf; Base Aeronaval de Trelew: Julio Garavaglia; Colegio Nacional “Perito Moreno” de Comodoro Rivadavia; Gobierno del Chubut.

 

4.2. El Cronograma

1) El Congreso comenzó el jueves 9 de noviembre de 1967, al realizarse por la tarde un acto inaugural en la Biblioteca Popular “Agustín Álvarez” de la ciudad de Trelew, donde asistieron “autoridades provinciales, municipales, civiles, militares, eclesiásticas y público”[12]. Fue inaugurado por Carlos Barber Soler (Ministro de Gobierno y Bienestar Social), representando al entonces interventor de la provincia, Capitán de Fragata, Osvaldo Guaita.

Seguidamente –luego de unas palabras de presentación a cargo de Feldman Josín- se dio inicio a la primera sesión del congreso que estuvo presidida por Ricardo Caillet Bois. Estuvieron programados para esta jornada, los siguientes trabajos: “Significación de la colonización galesa” (Virgilio Sampini), “La fundación de Trelew” (Carmen Fontán de Margara), “De la Historia Patagónica” (Cnel. Augusto Rodríguez) y “El gobernador Fontana” (Lorenzo Amaya).

Al finalizar la jornada, el intendente de la ciudad de Trelew (Narciso Monají) agasajó a los participantes con una cena inaugural en la zona de chacras, en las afueras de la ciudad.

2) La segunda sesión comenzó al día siguiente en Rawson temprano por la mañana, y estuvo presidida por el Rvdo. Padre Dr. Raúl Entraigas. Allí se presentó un nuevo trabajo de V. Sampini (“Dos textos de Historia Argentina en la colonia de Chubut”), uno de Feldman Josín (“Historia de la Capital del Chubut”) y otro de F. Arancibia (“Aspectos históricos del Chubut”). También fue leído el trabajo de Aquiles Ygobone, “Aspectos principales de la Provincia del Chubut”, que había sido especialmente realizado por encargo de la ANH (Academia Nacional de Historia). Dado que el académico no había asistido, su lectura estuvo a cargo de una alumna del IDES; sin embargo, no faltaron las duras objeciones de F. Josín a su trabajo, remarcando principalmente imprecisiones fácticas (como por ejemplo la fecha del descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia) “sólo explicables porque se escribe sin salir de Buenos Aires respecto de una provincia y de una idiosincrasia que confesadamente se ignora en forma directa”.[13]

Terminada la edición matutina del Congreso, los participantes fueron homenajeados con otra recepción ofrecida, esta vez por el interventor provincial Osvaldo Guaita.

Por la tarde se trasladaron a Pto. Madryn y visitaron el monumento al “Indio” y el de los galeses. De allí, previo al inicio de la tercera sesión (que sería presidida por el Tte. Julio Lagos), los congresales visitaron una fábrica textil. Por la noche, finalizadas las cuatro exposiciones programadas[14], se dirigieron a una cena marinera, en el “Playa Hotel”, agasajo que fue ofrecido por la autoridad municipal madrynense, Antonio Rodríguez Ríos.

3) En el tercer día de congreso (sábado 10), asistieron al acto central por los festejos del Centenario del Riego en Chubut, en la ciudad de Gaiman, y tras almorzar en un hotel, se trasladaron en avión a Comodoro Rivadavia, para asistir a la 4ta sesión del Congreso (que estaría presidida por Dr. Lorenzo Amaya). Los últimos cuatro trabajos presentados allí fueron: “Aspectos históricos de la Patagonia”, por el Dr. Armando Braun Menéndez; “Introducción a la historia de la Colonia Pastoril, Sarmiento a través de la prehistoria”, por Aurelio Salesky Ulibarri; “Primera conquista del Chubut”, por el sr. Juan Carlos Aleman; y “Trabajo sobre primera constituyente del Chubut”, de Diego Zamit.

Luego de esta sesión vespertina, se aprobó la conformación de La Junta de Estudios Históricos del Chubut, “organismo que ha de encausar los estudios históricos en la provincia”[15]. La misma quedó conformada de la siguiente manera: Presidente: Luis Feldman Josín; Vice 1º: Virgilio Zampini; Vice 2º: Dr. Diego Zamit; Secretaria General: María del Carmen Fontán de Margara; Tesorera: Frances Evelyn Roberts; Vocales: Roberto Ezpeleta, Auerlio Salesky Ulibarri, Dr. Hipólito Solari Yrigoyen, Alberto Astutti, Juan Carlos Aleman, Francisco Arancibia, Juan Hilarión Lenzi, Rvdo. Pascual Paesa y Virgilio González.

En el artículo nº3 de su estatuto designaban como presidente honorario vitalicio al Dr. Lorenzo Amaya (a quien nos referiremos más adelante), y como miembros honorarios a los académicos de la ANH, Dr. Armando Braun Menéndez, Profesor Ricardo Caillet Bois, al Teniente Coronel Arnoldo Oscar Pfister y a los reverendos Ramón Rosa Olmos, y Raúl Entraigas. De esta manera, con la investidura de los miembros de la Academia Nacional de la Historia, se constituía la Junta de Estudios Históricos: órgano que habría de escribir y custodiar la historia oficial de la provincia de Chubut.

Además, es importante señalar que para ello se contaba con la experiencia de quienes habían transitado caminos similares en otras provincias: el Padre Entraigas por ejemplo, presidía la junta de Estudios Históricos de Rio Negro, constituida en 1964. En esa misma provincia, pocos meses atrás, se habían realizado las primeras Jornadas de Historia, donde también participaron muchos de los que asistieron al Congreso de Chubut. En cuanto a Braun Menéndez, integraba la Junta de Estudios Históricos de Catamarca, y había escrito en 1957 “Historia de Catamarca” que había sido consignado entre los volúmenes de la ANH.

Precisamente él quien dio el discurso de cierre del Congreso, antes de que se  marcharan a cenar con el interventor militar de Comodoro Rivadavia. Allí manifestó que:

"... todo lo que atañe a esta provincia, su heroico pasado, su presente fugaz y su porvenir que presentimos venturoso, (produce) en mi espíritu una cálida emoción" [...] en los últimos tramos vive la provincia un nuevo desarrollo que se manifiesta en el hallazgo y explotación de los productos naturales, el advenimiento de una incipiente industria y el incremento del comercio, que está necesariamente presente para facilitar la expansión general [...] Vivimos ahora, señores congresales, una nueva etapa en el desarrollo histórico de la Provincia: la del desenvolvimiento cultural"[16]

Sus palabras reflejan en parte, el lugar que las clases dominantes le asignaban a la cultura: un lugar utilitarista, en función de la modernización económica. La cultura, entendida como fundamento de civilización y, así como también la “paz social”, precondición para ese progreso que auguraban los proyectos desarrollistas para la región. El discurso de estos sectores dominantes encajaba armónicamente con el aquel tecnoburocrático de la "Revolución Argentina" (basada en la eficiencia de la técnica y la administración -por sobre la política- para la modernización y el progreso).

En el Congreso puede apreciarse esta combinación entre el discurso positivista y la ideología liberal, lo que en parte nos permite asemejar los sectores dominantes de la región a la Generación del ’80: una elite política e intelectual abocada al servicio de la modernización capitalista con un discurso fundado sobre las ideas de progreso y civilización, a las que se subordinaba la producción cultural y educativa.

La fuerte impronta positivista, en tanto rasgo sobresaliente de la línea historiográfica que dominó el Congreso, también se evidencia académicamente en el fuerte apego con los hechos (datos), asignando -como es característico- una excesiva centralidad a las fechas. Por ejemplo el Padre Entraigas (respecto del trabajo presentado por Aquiles Ygobone “Aspectos principales de la provincia del Chubut”) “criticó la documentación y señaló que asigna a la colonización galesa la importancia que realmente tiene, pero que además de tal acontecimiento en el devenir chubutense hay múltiples hechos de importancia que han sido marginados. Propuso se haga llegar a la Academia de Historia las objeciones…

Al ponderar la descripción por sobre la problematización y comprensión de los fenómenos, se reduce considerablemente el espacio de discusión y por ende las posibilidades de mayor conocimiento. Por ejemplo, las objeciones hechas por Feldman Josín al mismo trabajo anteriormente citado, se remitieron a “…la fecha exacta del descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia, dato relativamente actual, que el Dr. Ygobone da equivocada. Errores de tal índole y de conceptos, agregó, existen varios en el volumen dedicado al Chubut”[1].  O sino que el académico “atribuye el descubrimiento de la desembocadura del río Chubut a Darwin, hecho erróneo y dirigiéndose al Dr. Caillet Bois, le solicitó que expresara ante la Academia Nacional de la Historia el deseo de que en adelante se cuide el aspecto ‘de quien debe escribir sobre quién’ ”. En ambos casos, la consignación de “faltas históricas” está dirigida a la Academia Nacional de Historia, órgano que se encargaría de inscribir el pasado provincial en el gran relato del “desarrollo” nacional. .

Vale por último destacar el hecho de que pocos meses antes se hubiese realizado un Congreso de similares características en Río Negro. Ello lejos está de ser una mera coincidencia. Por el contrario refleja cierta tendencia entre las dirigencias de las “jóvenes” provincias que buscaban mayor integración territorial, ofreciendo una imagen de sí mismas como suficientemente “civilizadas” y maduras como para acoger el “derrame” del progreso desarrollista.

Es importante tener siempre en cuenta que el primer Congreso de Historia del Chubut nace de un contexto de desarrollo capitalista en extensión[17]. Allí convergen un mismo interés por el progreso y por la historia, entendiéndose necesario consolidar el “tiempo cultural” antes de pasar a encarar el desarrollo económico que habría de integrar definitivamente la región al resto del país. A continuación abordaremos tres trabajos presentados, cuyos contenidos expresan en parte esta relación entre congreso y progreso.

 

5. El contenido

 

5.1 Los trabajos

La Junta de Estudios Históricos, conformada el último día del Congreso, editaría al año siguiente los Cuadernos de Historia del Chubut, los cuales

“…pretenden llenar un gran vacío y procuran alertar sobre aspectos históricos del Chubut para que el pueblo argentino se informe de su rico venero y de su gran trascendencia en la conquista patagónica y en la afirmación de la soberanía nacional sobre estas tierras[18].

En sus dos primeros volúmenes se publicaron algunos de los discursos y ponencias presentadas. De allí hemos podido obtener dos documentos pertinentes: 1) una crónica del Congreso, en la que además se transcriben los discursos iniciales de Barber Soler, Feldman Josín, y Lorenzo Amaya, así como también el discurso de clausura de Braun Menéndez; y 2) los trabajos presentados por Virgilio Zampini, Juan Carlos Aleman y Ricardo Caillet-Bois.

El trabajo de Zampini (“Significación de la Colonización Galesa en el Desarrollo del Chubut”), ofrece un breve abordaje de los principales aspectos del Chubut (poblamiento, desarrollo político, económico y cultural) brindando un pantallazo general de la provincia, de modo que los desconocedores de la región pudiesen figurarse una idea (agradable) de la misma acorde a los cánones de civilización y modernidad (garantizados por la colonización anglosajona). En otras palabras, busca imprimirle al “ser provincial” la dosis necesaria de “civilidad europea”: “La civilización galesa representa el factor decisivo del poblamiento del Chubut y sienta las bases de su desarrollo político, económico y cultural”, rezan las primeras líneas de su trabajo[19]. La misma línea discursiva fue utilizada por Feldman Josín en sus palabras inaugurales:

“…y finalmente la colonización galesa. Se detuvo en señalar las consecuencias de esa colonización realizada por hombres de espíritu sano y de moral a toda prueba, que dieron al Chubut una característica especial de pueblo emprendedor, audaz y altivo que lucha incesantemente por grandes ideales y por grandes obras…”[20]

El trabajo de Aleman, “La primera exploración del Chubut: Simón de Alcazaba.”, establece como hito fundacional de la historia de la región, la exploración española de 1535 (previa incluso a la primer fundación de Buenos Aires[21]) enviada por el Rey con el afán de explorar y explotar las riquezas que guardasen las tierras patagónicas.

Su narración, encauzada a través una refinada pluma y una cautivante retórica, se asemeja al modo “monumental” de hacer historia al que se refería Nietzsche: grandes hombres y grandes gestas del pasado dignas de imitación que inspiran y estimulan al hombre del presente. La historia que ofrece Aleman, se plantea sin problematizaciones; se trata de un cuento épico repleto de aventuras, indios, expediciones, riqueza, esperanza, ambiciones y traiciones. La forma de su discurso histórico es claramente identificable a la narrativa literaria (algo que con gusto Hayden White consignaría para su “metahistoria”):

“El tiempo le era largo a Alcazaba para ponerse en marcha. Tal vez temía que, como en oportunidad anterior, algo viniese a último momento para frustrar sus planes. Es así que sin aguardar la llegada de los oficiales reales, funcionarios obligados en toda expedición de descubrimiento y conquista, la pequeña flota se hizo a la vela desde el tradicional Puerto de San Lúcar de Barrameda el 21 de setiembre de 1534 (…) Bien podemos imaginar esa noche a Alcazaba, acodado en el alcázar de proa de ‘Madre de Dios’, escuchando los melancólicos cantos de los marineros y mirando la comba del horizonte, mar y cielo, soñando con lo que se ocultaba más allá, en la lejanía remota”[22]

¿Qué ideario encarnaría este “gran hombre”, Simón de Alcazaba? ¿El del aventurero arrojado “al desierto” en búsqueda de riqueza?

En un sentido análogo, el trabajo de Ricardo Caillet Bois, bien puede entenderse como una exhortación al capital para explotar la región.

Su trabajo “La costa patagónica y el comercio en la 2da mitad del XIX”, narra la suerte de la industria extractiva del guano en las costas patagónicas, retratando como la falta de políticas (liberales) adecuadas no permitieron aprovechar tales riquezas, frenando el desarrollo de la región al no estimular dicha actividad: Y bien ¿en qué medida se tuvo en cuenta la Patagonia, o se supo algo de ella, o se intentó explotar alguna de sus variadas riquezas?”[23], se pregunta C. Bois en la primer página de su trabajo.

 Dicha problemática adquiría significativo peso político en el contexto económico de la provincia que ya hemos referido. Resaltando la importancia del espíritu de empresa privada en las explotaciones económicas, subyace en su trabajo la idea de que para que haya progreso, debe alentarse la empresa capitalista. Esta fue también la línea discursiva (pero fundamentalmente política) que se impuso desde el “Primer Congreso de Historia del Chubut”.

En líneas generales, la línea historiográfica dominante en el 1er Congreso de Historia del Chubut, fue -lo que podría llamarse- de filiación mitrista, predominando los relatos que giran en torno a las grandes personalidades y percibiéndose un desprecio hacia los sectores populares, entendidos como factores de atraso y contrarios a las ideas de progreso y civilización. Expresaba F. Josín al inicio del Congreso: son tres los fastos más grandes del Chubut: el 28 de julio de 1865, cuando arribaron los galeses; el 25 de noviembre de 1885 cuando se descubrió el valle “16 de Octubre” y el 13 de diciembre de 1907, cuando logró el petróleo”[24]. Es decir, civilización (cultura galesa), soberanía (frontera) y progreso (petróleo).

Cómo correlato, opera por un deliberada invisibilización y olvido hacia los pueblos originarios; en otros casos una utilización maniquea de los mismos (en tanto “bárbaros), para fortalecer la idea de “civilización”, presentando a los indígenas como factores de atraso, carentes de educación y tradición “occidental”.

Dijo el Dr. Carlos Barber Soler (Ministro de Gobierno y Bienestar Social) en la sesión inaugural del Congreso en nombre del Gobierno del Chubut:

“…las misiones salesianas trayendo luz y fe; y Fontana y Musters y el trigo dorado ondeando en el desierto; y el negro líquido liberado de su encierro de centurias, barbotando alborozado frente al mar y vistiendo lunares de hojas trémulas de jarillas y duraznillos; y el indio nómade con su angustia ancestral de alimento y abrigo”[25].

Más contundentes aún fueron las palabras de la Secretaría Gral. De la Junta de Estudios Históricos del Chubut:

“Y fueron más [los galeses]…fueron la firme muralla que detuvo el furor del indio… ¡Qué bien cumplieron con la divina ley ‘Amaos los unos a los otros”! (…) Por intuición natural, el indio comprendió que esos colonizadores rubios, venían a trabajar la tierra sin atropellarla, sin dejar despojos, para entregarlas civilizadas a la patria adoptiva y la civilización continuara su obra, iniciada bajo el signo del amor y la libertad”.[26]

A continuación, veremos un caso de cómo estos estereotipos de lo indígena servían para legitimar el robo de tierras y consolidar a nivel regional una clase terrateniente.

 

5.2. La Palabra de Lorenzo Amaya

En cuanto a los discursos que fueron acompañando las sesiones del Congreso (en los que sin el velo “académico” puede apreciarse aun con mayor claridad la connotación política e ideológica del mismo), es de destacar el de Lorenzo Amaya, ya que los intereses que expresa nos ayudan a seguir reconstruyendo las relaciones de poder e ir especificando algunos aspectos de la elite conservadora que conformaba la fuerza social dominante de la región.

Lorenzo Amaya fue uno de los principales terratenientes que idearon y prepararon el desalojo de la Tribu Nahuelpan en 1937, apropiando y repartiéndose las tierras indígenas entre ganaderos, comerciantes y funcionarios de la región.

La Reserva Boquete Nahuelpan se encuentra en la zona cordillerana, próxima a la ciudad de Esquel. Por decreto presidencial de 1908 le habían sido concedidas al cacique Francisco Nahuelpan aproximadamente 20.000 hectáreas. En 1937, fueron expropiadas por nuevo decreto nacional, aduciendo que no estaban siendo debidamente trabajadas, razón por la cual fueron entregadas a algunos terratenientes locales, so pretexto de explotarlas “racionalmente”  incrementando su productividad. Los tres hermanos Amaya (Lorenzo, Nicanor y Gualberta) recibieron parcelas de tierra; Lorenzo, durante años, había trabajado para ello, echando mano a sus conexiones políticas en Buenos Aires.

La tribu sufrió una diáspora, y la mayoría de sus 351 integrantes, debieron asentarse precariamente en los poblados cercanos, y principalmente en la ciudad de Esquel, dando origen al Barrio Ceferino Namuncurá. Con posterioridad, a pocas cuadras de allí nominarían a una calle “Nicanor Amaya”. En 2006, las Asociaciones Vecinales de los barrios que eran atravesados por esa calle, solicitaron al Consejo Deliberante de la ciudad el cambio de nombre, por el de “Desalojo del 37”, ya que se lo considera persona indigna de tal honor, debido a los acontecimientos por todos conocidos, sobre su actuación en el desalojo de la comunidad Nahuel Pan durante el año 1937[27].

Lorenzo Amaya era un abogado que había llegado a la ciudad de Esquel en la década del ’20. Haciéndose propietario de una estancia (“El Refugio”) en la que preparaba caballos de carrera y carneros reproductores, llegaría en pocos años a ser presidente de la Sociedad Rural de Esquel y de la Federación de Sociedades Rurales de la Patagonia.

Además de afianzar sus lazos sociales con miembros de la oligarquía nacional, fortalecería sus contactos políticos al participar en 1933 del Congreso de Municipios Territoriales en Buenos Aires. Allí trabaría amistades “importantes”, como por ejemplo con el Ministro de Agricultura Miguel Ángel Cárcano[28], quien sería el encargado (junto con el presidente Justo) de firmar el decreto de desalojo nº 105.137[29], por el cual se expropiaban las tierras indígenas (adjudicadas legalmente a la tribu Nahuelpan por decreto del gobierno de Figueroa Alcorta), dividiéndolas en 9 lotes de 2500 has. de los cuales 3 serían “adjudicados” a los hermanos Amaya.

Para ello, el Dr. Amaya había desempañando durante la Década Infame un fuerte lobbismo para conseguir la firma del decreto mencionado, ejerciendo presión política a través de sus contactos en las magistraturas, e impulsando (con el apoyo de medios como “La Prensa” [30] o de publicaciones como “Argentina Austral”, editada por los dueños de “La Anónima”) una constante campaña de desprestigio a los indígenas reforzando el estereotipo del “ indio vago” que no explota racional ni eficazmente las tierras. Además se encargaba de remarcar en todo momento que se trataban de “indios chilenos”, es decir, supuestamente, sin derechos legítimos de propiedad sobre la tierra.

Dice al respecto Chele Díaz en su libro 1937: desalojo de la tribu Nahuelpan, donde analiza y documenta en detalle el proceso de apropiación y desalojo de las tierras indígenas:

“Luego, a comienzos del siglo XX, los seguidores de esa línea [en referencia a aquellos intelectuales que forjaban una imagen racista y negativa de los aborígenes legitimando su desplazamiento y exterminio] fueron los creadores de la ‘Argentina Austral’ (1929), donde se nuclearían todos los juristas, ‘doctores’ y periodistas que abogaban por la entrega de la tierra en propiedad a los ‘colonos buenos’. Para conseguirlo, hacían lobby en Bs. As., instalando a sus agentes en la propia casa de gobierno y en el Congreso, exigiendo y presentando proyectos de ley para que el Estado se deshiciera de millones de hectáreas quitadas a los indios y que los intelectuales proponían fueran entregadas a los militares, los pioneros, gringos, sacerdotes, comerciantes, mercachifles y especuladores”.[31]

En 1943, durante el gobierno de facto de Ramírez, cuatro de los nueve lotes (de Benito Alemán, Lorenzo Amaya, Nicanor Amaya y Ricardo Rioboo Meabe) serían expropiados por el Estado por no haber cumplido con las mejoras pautadas en el contrato de concesión de las tierras. Algunas de ellas fueron restituidas nuevamente a los indígenas; otras bajo jurisdicción del Ejército. A partir de entonces, Amaya no dejaría de pergeñar múltiples maniobras para recuperar parte de aquellas tierras (aunque ninguna de ellas tendría éxito.)

Es así que al inicio del 1er Congreso de Historia del Chubut, organizado en 1967 por su amigo Feldman Josín[32] , le fue dada la palabra inaugural, aprovechando para realizar un nuevo reclamo. Relatan los “Cuadernos de Historia del Chubut” que Amaya, hizo

“…referencias a su caso, en particular: ‘al vil despojo’ como lo llamó relatando las peripecias y persecuciones que ha sufrido en todos los tiempos, desde que fuera despojado, él y un hermano suyo, de varias leguas de campo en el boquete de Nahuelpán. El expediente, llevado hasta la más alta magistratura, en diversas oportunidades, tuvo sanción favorable, de palabra, pero nunca de hecho y cuando tuvo también de hecho y el Estado le vuelve a vender la tierra que era de él, le cobra la suma convenida pero nunca se la devuelve en forma efectiva. Dijo que pedía perdón por traer en ese momento esa cuestión, pero que ésta también es historia del Chubut que las nuevas generaciones deben conocer’ ”.[33]

 

6. Conclusiones

 

La sumatoria de todos los elementos que hasta aquí hemos consignado permite formarnos una idea general sobre la composición de la fuerza social dominante del noreste del Chubut, y el proyecto histórico que concebían para la provincia las fuerzas políticas que la integraban.

Del listado de participantes (“académicos” e “historiadores”) del Congreso de Historia, podemos identificar intelectuales representantes de las Fuerzas Armadas, de la Iglesia, del gobierno provincial y de los intereses industriales y financieros; es decir, personificaciones de la gran burguesía y de algunos sectores de la pequeña burguesía acomodada[34]. Resulta elocuente que las cuatro sesiones del Congreso, hayan estado presididas, respectivamente, por un representante de la ANH, un reverendo, un teniente y un terrateniente.

 Algo similar nos indica la nómina de “observadores” invitados oficialmente a concurrir al Congreso. Estaba dirigido principalmente a aquellas instituciones (conservadoras) que oficiarían como correas de transmisión y ejecución de la ideología dominante: Policía, Prefectura, Armada, Ejército, Fuerza Aérea, colegios de la provincia y asociaciones culturales.

Los Cuadernos de Historia de Chubut (editados con los trabajos presentados en el Congreso) estaban destinados a ser el insumo principal del que se servirían las instituciones anteriormente señaladas para reproducir ese discurso histórico. La Junta de Estudios Históricos (conformada el último día de Congreso y quién los editaría) preveía distribuirlos gratuitamente “…por correo a todas las escuelas nacionales, provinciales y particulares del Chubut, en su rama universitaria, secundaria y primaria y especial; a las bibliotecas públicas, fuerzas armadas y personas que lo piden especialmente”[35].

Resulta interesante pensar también la convergencia en el Congreso de personas como Lorenzo Amaya, Armando Braun Menéndez y Luis Feldman Josín. Sus vínculos sintetizan y reflejan buena parte de la trama de poder provincial: Amaya (terrateniente apropiador de tierras indígenas) legitimó su accionar y sus intereses a través de publicaciones como “Argentina Austral” (que tenía llegada a los sectores de la oligarquía nacional), editada por la firma “La Anónima”, de la familia latifundista Braun-Menéndez; por otro lado, regionalmente, el Diario Esquel (editado por Feldman Josín) también defendió la causa de Lorenzo Amaya y los intereses de la clase dominante de la región. Estas conexiones, también nos revelan la clara pertenencia de clase que caracterizó al congreso.

Nuestra principal conclusión es que el Congreso funcionó como una oportuna vidriera para fortalecer lazos políticos y exhibir las potencialidades de la región de cara a un programa desarrollista. Ello queda de manifiesto cuando repasamos la organización (la forma) del Congreso: se visitaron las principales ciudades de la zona costera (Madryn, Rawson, Trelew, Gaiman y Comodoro Rivadavia) y en cada una de ellas se desarrollaron actividades de índole turísticas (hasta visitaron una fábrica textil) que concluían en mítines políticos ofrecidos por las autoridades municipales. Cada uno de los asistentes e intelectuales que participaron del Congreso habrían de llevar la voz cantante sobre los aspectos más vigorosos y modernizantes que reflejaban la potencialidad de la región.

La línea historiográfica también pone esto de relieve. No sería entonces desatinado plantear un paralelismo entre B. Mitre y L. Feldman Josín: ambos fueron periodistas e historiadores que supieron fundar medios de comunicación hegemónicos y crear instituciones que ayudaran a imponer y reproducir sus historias “oficiales”. Así como Mitre funda la “Junta de Historia y Numismática Americana” (que en 1938, pasaría a constituir la Academia Nacional de la Historia), Feldman Josín lo hace con las “Juntas de Estudios Históricos del Chubut”, desde donde se impondría el relato histórico fundacional de la provincia.

Indudablemente en dicho Congreso se estaba pactando la historia oficial del Chubut que leería el resto del país. La Academia Nacional de la Historia (ANH) legitimaría dicho relato otorgándole el status de conocimiento “científico” requerido para ser consignado entre sus volúmenes de historia, y difundidos nacionalmente

Como ya hemos mencionado, no podemos dejar de tensar el enfoque positivista y liberal (de civilización y progreso) con el impulso al desarrollo industrial que los sectores de poder venían gestionando en ese momento en la provincia. La invisibilización y estereotipación de lo indígena también tiene que ver con ello.

El Congreso de Historia de Chubut tuvo lugar en un momento de transformación de las relaciones de producción de la provincia. El discurso histórico que brota del mismo es congruente con ello, legitimando y buscando crear consenso en torno al proyecto histórico de la burguesía regional; esperando desde el ámbito cultural/histórico potenciarlo y sostenerlo a la vez.

 

 

RESUMEN

 

Del Primer Congreso de Historia del Chubut y su trasfondo político y económico (Noviembre de 1967)

 

Los esfuerzos de este artículo se dirigen a tratar de reconstruir parte del entramado de las relaciones de poder, que conforman la fuerza social dominante del Noreste de Chubut hacia fines de la década del 60. En ese momento, la provincia comienza a transformar su estructura económico-social, al ritmo de los proyectos de “Promoción Industrial” y de “Polos de Desarrollo”. El primer Congreso de Historia de Chubut se nos presenta como un observable que nos permite no sólo apreciar indirectamente algunos aspectos ideológicos y estratégicos implícitos en esa transformación, sino que también nos permiten reconstruir parte de las relaciones de poder en la provincia durante el onganiato.

 

Palabras clave: Historia - Promoción Industrial - Legitimación

 

 

ABSTRACT

 

Chubut’s first History Congress and it’s economic and political background (November 1967)

 

This paper aims to rebuild part of the dominant relationships at northeastern Chubut in the late '60s. At that time, the province was modifying its economic and social structure, through the "Industrial Development" and "Development Poles" projects. The first Congress of History of Chubut presents as an observable which allows us not only appreciate some of the ideological and strategic aspects implied in this transformation, but also to reconstruct part of the power relations in the province during the onganiato.

 

Key words: History - Industrial Promotion - Legitimation

 

 

Recibido: 01/03/2014

Evaluado: 30/05/2014

Versión final: 01/12/2014

 

 

Notas



(*) Lic. en Historia; Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”. Becario Conicet.

[1] NIETZCHE F., Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida, Edaf, Madrid, 2000; p. 58

[2] Decimos “pseudo-democrático” porque ponemos en consideración el hecho de la proscripción del partido peronista, la baja representatividad del gobierno electo y el permanente condicionamiento al mismo de parte de las Fuerzas Armadas.

[3] La misma contempla a las ciudades de la región noreste del Chubut: Dolavon, Gaiman, Rawson, Trelew y Puerto Madryn.

[4] PÉREZ ÁLVAREZ, Gonzalo; Cambios en la estructura económica social y conflictos sociales en el noreste del Chubut 1990 – 2005; tesis de doctorado, UNLP: 2010, p. 35

[5] Así es como la cultura dominante se refería a los sectores liberales y burgueses que potencialmente podían impulsar o colaborar con el desarrollo capitalista de la economía y con la “modernización” de la sociedad.

[6] Para más información sobre la prensa cordillerana de Chubut, ver Jorge Oriola, “Esquel, medio siglo de crecimiento y periodismo entre 1924 y 1960”, en línea: http://www.drault.com/pdb/esquel/esquel-indice.html. También existe un interesante artículo de Graciela Rojana. Allí la autora realiza un análisis de la prensa cordillerana al estudiar una publicación (Decimos) que confrontó con la elite local y con la prensa oficialista (diario Esquel): “El periódico Decimos, de Esquel, fue un periódico que se alzó como una voz alternativa, al discurso construido por sectores tradicionales, e instaló debates. Varios de los que escribían en él, luego formaron parte del partido Tierra y Libertad en la década del 60 y sus temáticas giraban en torno a miradas sobre la democracia, la libertad de prensa, la interpretación de la historia de nuestro país y la matriz productiva de la región cordillerana, cuestionando por igual, a la dictadura de Aramburu, al peronismo y a las posturas conservadoras que hasta ese momento habían prevalecido”. (ROJANA, Graciela; “El periódico Decimos, y la construcción de una dirigencia, en la región cordillerana.1957/58”; en V Jornadas de Historia de la Patagonia, Comodoro Rivadavia, 2013.

[7] Diario Jornada, 29/12/69. Subrayados propios.

[8] Explicitaba al respecto el Diario Jornada: “Señaló el presidente de la asamblea señor Feldman Josín, al poner el tema en consideración, que la industrialización es una tarea en que las Comisiones Promotoras se hallan esencialmente interesadas. Puede decirse que uno de los motivos que principalmente impulsaron crear las Comisiones Promotoras ha sido promover la radicación de industrias en las distintas regiones del Chubut”. (Diario Jornada, 30/10/69)

[9] “Señaló el presidente de la asamblea señor Feldman Josín, al poner el tema en consideración, que la industrialización es una tarea en que las Comisiones Promotoras se hallan esencialmente interesadas. Puede decirse que uno de los motivos que principalmente impulsaron crear las Comisiones Promotoras ha sido promover la radicación de industrias en las distintas regiones del Chubut” (Diario Jornada, 30/10/69)

[10] Diario Jornada, 09/11/67

[11] Diario Jornada 06/11/67

[12] Diario Jornada,09/11/67

[13] Diario Jornada, 11/11/67

[14] “La tragedia de la Península”, por Rvdo. Padre Raúl Entraigas; “La costa Patagónica y el comercio en la segunda mitad del siglo XIX”, Ricardo Caillet Bois (ANH); “Pasajes de la historia del Chubut” de Juan Hilarión Lenzi y el Rvdo. Padre Pascual Paesa presentó, “Lo que revela el archivo de Indias respecto al Chubut”.

[15] Diario Jornada, 13/11/67

[16] El discurso, fue transcripto y publicado en: Cuadernos de Historia del Chubut, Nº1; Junta de Estudios Históricos del Chubut; Trelew, febrero de 1968, p. 16

[17]En el desarrollo del capitalismo existen dos direcciones de desarrollo, según cada momento histórico una predomina sobre la otra: por un lado, el desarrollo en extensión, que implica un crecimiento de las relaciones capitalistas a nuevos territorios sociales y por ello, se caracteriza por la atracción de población hacia la actividad productiva; por otro, el desarrollo en profundidad, donde el crecimiento se da sobre un territorio social donde las relaciones capitalista ya son dominantes” (CAVALLERI, DONAIRE y ROSATI; “Evolución de la distribución de la población según la división del trabajo social Argentina, 1960-2001”, en PIMSA DT Nº 51,Bs. As., 2005)

[18] Ibidem: p. 7

[19] Ibidem: p. 21.

[20] Ibidem: pp. 12-13

[21] Al respecto, es importante señalar las palabras del organizador del Congreso (F. Josín), las cuales ponen de manifiesto la relevancia (política) que adquiría este dato histórico: “…Resulta así que la provincia del Chubut ha sido conquistada y poblada antes de fundarse la ciudad de Buenos Aires; que la historia patagónica precede a la misma capital argentina: que nuestra historia es tan antigua como la conquista del país. ¿Por qué entonces tanta gente nos niega esa historia expresando que nuestras provincias no tienen historia? Es posible que falte tradición, y por ello es imprescindible estudiar a fondo nuestro pasado para divulgarlo de inmediato. Ese anhelo ha movido a la realización del presente Congreso y era lógico aspirar a estar acompañados por académicos de la historia nacional. Dios quiso que ello haya sido posible y contamos en la ocasión con la presencia de varios de ellos, deseosos de sumar el aporte de sus conocimientos y experiencias a aquella aspiración”. (Fragmento del discurso inaugural. Diario Jornada, 10/11/67)

[22] ALEMAN, Juan Carlos; “Primera exploración del Chubut: Simón de Alcazaba” en Cuadernos de Historia del Chubut, Junta de Estudios Históricos del Chubut, Trelew, Nº 2, 1968: p. 37.

[23] CAILLET BOIS, R.;“La costa patagónica y el comercio en la segunda mitad del siglo XIX”, en Cuadernos de Historia del Chubut, op. cit. Nº 1: p. 31.

[24] Ibidem, pp.12-13

[25] Ibid, pp.12 (subrayado propio).

[26] Cuadernos de Historia del Chubut, op. cit., Nº 2; pp. 10. Subrayado Propio

[27] Consejo Deliberante de la Ciudad de Esquel, Ordenanza nº 227/06, tema: nómina calle “Desalojo del 37”

[28] Autor del libro “Evolución Histórica del régimen de la tierra pública” (1925) y presidente de la Academia Nacional de Historia (1919-1923 y 1931-1934).

[29] Reza un fragmento del mismo: “Que esos propósitos [de producir la tierra] no han sido logrados debido a la falta de hábitos de trabajo de los ocupantes de esas tierras, como lo han comprobado las diferentes inspecciones efectuadas a partir de 1931, viven precariamente y en el más completo abandono (…) una ausencia de trabajo metódico, orden y moral…” CHELE DÍAZ, 1937: el desalojo de la tribu Nahuelpan, Musiquel, Chubut, 2007: p. 99.

[30] Existen, por ejemplo, dos artículos de su autoría publicados por dicho diario: “Los indígenas de la Patagonia” (18/01/1937) y “Las reservas indígenas del Sur” (3/2/1937).

[31] CHELE DÍAZ, ob. cit., pp. 62-63.

[32] Quién también apoyaba la “causa de Amaya” a través del diario “Esquel”. Relata Chele Díaz al respecto: “…Y para el Diario Esquel de la época, renovado, antipopulista y antidemagogo por excelencia, cualquier noticia que apareciera por la Secretaría de Información Pública, referida a alguna acción de amparo o de justicia social peronista, era criticada solapadamente. Hay muchos editoriales, enojados que salían de la pluma de su director propietario: Feldman Josín, de quién el periodista y escritor Osvaldo Bayer que trabajó bajo su dirección en la década del ’50, dijo que le había inventado una causa por intento de homicidio para echarlo y no pagarle el sueldo…” (CHELE DÍAZ, ob. cit., p.185)

[33] Cuadernos de Historia del Chubut, op. cit., Nº1: pp. 13-14. (El subrayado es nuestro).

[34] Acorde a las dimensiones de función (respecto del capital en la producción y reproducción social del mismo) y posición (respecto de la propiedad o no de los medios de producción) el PIMSA (Programa de Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina) ha identificado los siguientes grupos sociales fundamentales: 1) gran burguesía: cúpula de la clase dominante; personificación del gran capital monopólico: industriales, financieros, terratenientes, altos funcionarios políticos; 2) pequeña burguesía acomodada: propietarios de las condiciones materiales de existencia (no deben vender fuerza de trabajo) y que explotan mano de obra. Además también se ubica en este grupo a aquellos sujetos que cumplen funciones de mando dentro del proceso de producción, independientemente que sean asalariados o no. Son los llamados “oficiales del ejército de la producción”, por ejemplo: gerentes, directivos, profesionales, intelectuales, periodistas, deportistas, artistas, 3) pequeña burguesía pobre: aquellos propietarios de las condiciones materiales de existencia, que prácticamente no emplean mano de obra y no logran acumular capital, por ej: trabajadores independientes, comerciantes, etc. 4) proletariado y semi-proletariado: expropiados de las condiciones materiales de existencia que deben vender su fuerza de trabajo. (DT Nº 24: Taller “Estructura Social de la Argentina”, en PIMSA; Documentos y Comunicaciones 2000; DT Nº 68: “Evolución de la distribución de la población según grupos sociales fundamentales. Argentina 1960-2001”, en PIMSA; Documentos y Comunicaciones 2008-2009)

[35] Diario Jornada, junio de 1968