El Teniente de
Gobernador Joaquín Maciel y la administración de las Temporalidades. Santa Fe, 1766
– 1771
Gabriel H. Cori(*)
En Santa Fe,
como en muchas otras localidades de frontera de
En la localidad
santafesina el teniente de gobernador era designado directamente por el
gobernador de Buenos Aires, pero en la práctica esta elección no se hacía sin el
consentimiento del selecto grupo de vecinos encumbrados de la ciudad que tenía
una fuerte presencia en el ayuntamiento local. Es por ello que la acción
política del teniente de gobernador generalmente oscilaba entre la defensa de
los intereses de la corona, el amparo de los intereses de la ciudad y su
jurisdicción y la protección de sus allegados.
En este artículo
nos proponemos analizar el caso del Teniente de Gobernador, Joaquín Maciel, quién
ejerció el gobierno de la ciudad de Santa Fe desde diciembre de 1766 hasta
mediados de 1771, y en el cual tuvo una participación destacada en dos hechos
íntimamente relacionados entre sí y de gran significación política para la
sociedad santafesina de la segunda mitad del siglo XVIII: la expulsión de los
jesuitas y la administración de las Temporalidades. En este sentido, nuestra
intención es explicar, a través de este portentoso personaje, algunos aspectos
de la articulación interna de la élite de Santa Fe, en particular aquellos
relacionados con la actuación de las redes personales de poder en el gobierno
local luego de la expulsión de los jesuitas.
El Teniente de Gobernador
Joaquín Maciel
Para rastrear el linaje de los Maciel en el Río de
Reseñemos algunos hechos significativos de la
vida de Joaquín. Luego de cursar estudios elementales en la escuela de los
frailes franciscanos de Santa Fe fue enviado a Santiago de Chile para seguir
estudios superiores y allí contraería matrimonio con Isidora Fernández de
Valdivieso, proveniente de una familia ilustre de Córdoba. Al regresar a su
ciudad de origen, apoyado en una extensa red familiar, desarrollará una amplia
actividad comercial y política lo que le permitirá consolidar su posición
dentro de la élite local. Dicha actividad política, que frecuentemente generaba
enemistades, comenzaría a temprana edad: a los 26 años iba a ser electo Alcalde
de segundo voto[2]; en
1756 se lo nombraba Protector de los Naturales y el primero de diciembre de
1766 fue designado Teniente de Gobernador
gracias a un favor del Gobernador de Buenos Aires, Francisco de Paula
Bucareli y Urzúa, que en una carta al presidente del Consejo de Castilla, Conde
de Aranda, le confesaba que “En Santa Fé,
aunque tenían los de la compañía muchos adictos, especialmente las mujeres, mi
lugar teniente en ella D. Joaquín Maciel, no les era afecto, y sus
circunstancias ofrecían el desempeño”.[3]
La importante inserción social y política de Maciel en Santa Fe se
sustentaba en un cuantioso patrimonio económico. Para la reconstrucción de
dicho patrimonio nos apoyamos en el inventario realizado por
Poseían los Maciel dos casonas señoriales en
Santa Fe: una situada frente a la plaza Mayor, formando ángulo con la iglesia
matriz; la otra en la manzana que seguía inmediatamente a la situada al flanco
oeste de aquella iglesia.[5]
En la documentación transcripta aparecen los bienes inventariados existentes en
ambas casas. Lo que nos llama poderosamente la atención, por ser Santa Fe en
esta etapa una ciudad alejada de los principales centros políticos del
virreinato peruano, son los finos detalles edilicios que aparecen descritos en
las fuentes, la cantidad y calidad del mobiliario de cada una de las salas de
ambas residencias y el número de los esclavos que habitaban en ellas. Baste
señalar, a modo de ejemplo, que en los inventarios aparecen cinco
cuartos de viviendas para los criados con despensa y en los cuales vivían, esto
es importante, cinco esclavos: uno de aproximadamente cincuenta años, de oficio
zapatero, otro de diez años, dos negras de entre dieciocho y veinte años y un
mulato enfermo cerca de los cuarenta y cinco años. Todo esto nos hace pensar
que no eran muchos los vecinos de la ciudad que podían emular este estilo de
vida. Lamentablemente, no conocemos en general, excepto algunos casos
particulares, el lujo y el estilo de vida de la élite santafesina en el siglo
XVIII[6];
de todas maneras, qué lejos está aquella imagen de una Santa Fe colonial pobre
que aparece constantemente en las fuentes y que la historiografía tradicional
se encargó de difundir.[7]
La elevada
posición social de Maciel estaba sustentada tanto en la actividad ganadera que
desarrollaba en la campaña santafesina como en la actividad comercial que
desplegaba en el mercado interno colonial. Los inventarios mencionados anteriormente
hacen referencia a las dos estancias que poseía Maciel en la jurisdicción de
Santa Fe, una de ellas se hallaba situada a cinco leguas de la ciudad y la otra
en el Cululú. La primera estaba a cargo de un capataz llamado Joseph, mulato
esclavo. Por la cercanía de la estancia a la ciudad – se hallaba a sólo
veinticinco kilómetros de ésta-, la calidad edilicia y la disposición de la
parte central de la vivienda, que contaba con una sala, una habitación, un
oratorio, “mas quatxo quaxtos
que sixven de biviendas de los Esclavos todos cubiextos de teja, y un quaxto
gxande sin puextas destinado paxa cochexa”[8], es muy probable
que la propiedad estaba preparada para residir largos períodos de tiempo. Si
tomamos, como un ejercicio comparativo, la descripción que hace Carlos Mayo en
su libro Estancia y sociedad en
La fabricación de ladrillos
y tejas tenía un lugar destacado en esta estancia, incluso estaba por encima de
la actividad ganadera. ¿Cuáles son los indicios que tenemos para afirmar tal
cosa? En primer lugar, por los implementos de trabajo hallados en la propiedad
que constaban de cuatro palas de hierro, una azuela, 21 fanegas de cal, 11.000
adobes crudos y “un galpon cubiexto de
tejas, que sixve paxa fabxica de teja, y ladxillos”.[10]
Es difícil pensar que estos materiales de construcción eran utilizados
exclusivamente para su uso doméstico. En segundo lugar, Maciel contaba en esta
propiedad con seis esclavos, cuando para Mayo la media para una estancia era de
cuatro. ¿Para qué se necesitaban seis esclavos si el ganado en dicha estancia
se reducía a 8 bueyes mansos y 16 redomones, 11 mulas mansas, 14 yeguas, 11
potros, 28 caballos y, esto es importante, 550 ovejas? Es muy probable que
Maciel se dedicara a la venta de este tipo de materiales, o bien, simplemente a
la construcción. Esto era posible contando con semejante estructura. En la
estancia se hallaba, además, un número importante de carretas y “...veinte camas gxandes de algaxxobo
labxadas paxa caxxetas gxandes...”.[11] Todo parece indicar que este medio de
transporte era esencial en esta propiedad. Dado que Maciel era un activo
comerciante, posiblemente estas carretas eran utilizadas para desplazar
mercancías por el mercado interior colonial. De todas maneras, por la cercanía
de la estancia a la ciudad y por la cantidad de carretas que encontramos en el
lugar, es probable que una parte de estas se utilizaran para trasladar
materiales para la construcción a Santa Fe.[12]
La estancia y puesto que
Maciel tenía en el paraje del Cululú era de características diferentes a la
anterior. En esta el capataz no era un esclavo negro sino un pariente suyo,
Gerónimo Carballo. El fue quién informó a los fiscales de
En cuanto a la mano de obra
permanente la cifra era igualmente alta: cuatro esclavos, de los cuales dos eran
“negros de trabajo” y los otros dos mulatos. Al parecer estaban dedicados
exclusivamente a la labor ganadera. El primer indicio que tenemos para afirmar
esto es la escasa infraestructura que aparece detallada en los inventarios que
se reducía a un corral con dos txas
coxxales y otro corral viejo. Y lo segundo, a la cantidad de ganado
hallado. La cifra es muy alta: 1275 yeguas, 203 mulas, 2 mulas mansas, 80
potros y potrancas de dos años, 58 caballos, 20 burros hechores, 54 yeguas
mansas, 80 potrancas mansas de dos años y 260 ovejas.[13]
Seguramente en esta posesión existían vacas. El capataz declaraba ante los
comisionados que a causa de la sequía no había podido juntar la totalidad del
ganado para contarlos. Las vacas pudo haber sido este ganado ausente: en dicha
estancia encontramos “...txes mazetas de
estaqueax quexos...” y 7 cueros redondos.[14]
En el puesto de la misma
estancia, distante unos kilómetros de su casco, también había un rancho viejo
de seis varas de largo por cinco de ancho con su “fuerte a pique” y un corral.
El ganado hallado se componía de 54 caballos, 143 yeguas, 6 mulas, 20 potros, 3
mulas mansas, un burro hechor, 20 mulitas de la yerra, 32 yeguas de la yerra,
29 potros de la yerra. Aquí sí aparecen inventariadas las vacas y los toros,
aunque los números son estimativos, por las razones que apuntaba el capataz. En
este puesto se calcula que las terneras ascienden al número de 309 y los toros
a 620.[15]
¿Cómo
podemos sopesar los datos presentados más arriba para saber si estamos en
presencia de un importante productor ganadero, o bien, de un comerciante que
combinaba ambas actividades? No existen, para el espacio y la etapa considerados
en este trabajo, una cantidad importante de estudios de casos sobre el
patrimonio de los principales miembros de la élite de Santa Fe; una de las
excepciones es el de la familia Diez de Andino, analizado minuciosamente por Griselda Tarragó, y que puede
servirnos como punto de apoyo para evaluar la información que poseemos sobre
Maciel.[16]
Para facilitar la comparación, tomaremos el
caso de Bartolomé Diez de Andino, cuñado de Maciel y uno de los más conspicuos
representantes de la élite santafesina, cuyo perfil social era similar a este
último: además de comerciante era un importante hacendado, que reproducía y criaba
el ganado en sus dominios.[17]
En el patrimonio de Bartolomé Diez de Andino, inventariado en 1763, el mismo año
en que se produjo su deceso, se cuenta una cantidad importante de ganado: 9.811
vacas, 4.282 ovejas, 2.374 yeguas, 726 caballos, 240 mulas chúcaras, 5 mulas
mansas, 120 burros hechotes, 182 bueyes y 25 burras. Si bien estas cifras son
superiores a las que hallamos en los inventarios de las estancias de Maciel, es
probable que la diferencia entre ambas sea sensiblemente menor. Nuestra
inferencia está basada en que los inventarios, dada la notoria dificultad que
tuvieron los fiscales de
Más allá de la evaluación de las cifras
del ganado que poseían estos dos notables santafesinos, existe algunas cuestiones
de fondo que no queremos dejar de señalar. La primera de ellas, es el alto
grado de diversificación de la producción ganadera en ambos casos. Los datos
que nos aporta la documentación nos indican que la producción mular en Santa
Fe, destinada a satisfacer el mercado altoperuano, todavía era importante en la
segunda mitad del siglo XVIII; de todas maneras, y esto es necesario destacarlo,
el ganado vacuno y los cueros comienzan a estar representados en los bienes de
estos encumbrados vecinos, lo que nos estaría indicando de un vínculo cada vez
mayor del espacio santafesino con el puerto de Buenos Aires. La segunda
cuestión que queremos señalar es que si bien no aparecen inventariados entre
los bienes de Maciel productos regionales, típicos de los que se comercializaban
en el mercado interior colonial, como yerba, azúcar, etc., existen evidencias que
éste realizaba una intensa actividad mercantil. Hemos manifestado más arriba
que Maciel poseía tierras a pocas leguas de la ciudad y en cuyas posesiones
existían un considerable número de carretas, dato que confirmaría que el
tráfico mercantil constituía para éste – como en el caso de Bartolomé Diez de
Andino- un rubro de peso.[19]
De esto último se desprende que en Santa Fe, como en otras
regiones del Río de
En los apartados siguientes
mostraremos cómo operó la red vinculada a Maciel durante la etapa en la cual
éste se desempeñó, conjuntamente, como teniente de gobernador y como administrador
provisorio de las Temporalidades. En estos primeros años, posteriores a la
expulsión de los jesuitas, no estaba en juego todavía la venta de las tierras
que habían pertenecido a los regulares. Es por ello que los bienes que se
hallaban tanto en el oficio de misiones como en las estancias de estos últimos
fueron el blanco predilecto de los funcionarios locales vinculados a Maciel.
Sostenemos que la apropiación de los bienes temporales perpetrada por el teniente de gobernador y sus aliados, a espaldas de los niveles superiores de gobierno y de otros miembros de la élite, sólo podía ser llevada a cabo por una extensa red con la suficiente capacidad de maniobra, tanto a nivel económico como social, para desviar una cuantiosa cantidad de bienes que antes circulaban por canales mercantiles controlados por los regulares. Si bien no contamos con abundante información, nuestras indagaciones han revelado hasta ahora que los principales aliados de Maciel eran, como él, importantes hacendados y comerciantes de Santa Fe, ligados entre sí por distintos vínculos primarios – familiares, parentales, de amistad, etc. Incluso aquellos miembros de menor jerarquía que pertenecía a la red del teniente de gobernador, también estaban vinculados a éste por algún tipo de lazo social.[20]
Las Temporalidades en Santa
Fe
Para
ponderar la importancia económica que
Cuadro 1: Cotejo realizado por los fiscales de
RUBROS |
CANTIDAD
EN EXISTENCIA |
MONTO
EN PESOS |
TOTAL
RECLAMADO (Joaquín Maciel) |
MONTO
EN PESOS |
LIENZOS |
454 rollos de 200 varas
c/rollo |
4 reales c/vara 45.400
pesos |
13 rollos |
1300 pesos |
YERBA CAAMINÍ |
579 turrones de 71/2 @ el
turrón |
20 reales la @ (10.856
pesos 25 reales) |
31 turrones |
712 pesos 4 reales |
YERBA DE PALOS |
377 tercios de 7 @ el
tercio |
20 reales la @ (6.597 pesos
con 5 reales) |
90 tercios |
945 tercios |
TABACO |
65 sacos de 10 @ c/u |
28 reales la @ (2275 pesos) |
8 sacos |
28 pesos |
AÑIL |
32 arrobas 12 ½ libra |
1080 |
4 @ |
208 pesos |
CUEROS |
1025 |
A razón de 8 reales c/u
(1025 pesos) |
135 |
135 pesos |
En
el cuadro 1, correspondiente al inventario y revisión de cuentas del Oficio de
Misiones[21],
aparecen rubros muy característicos del flujo mercantil regional de esos años,
nos referimos en particular a la yerba mate y al tabaco que se producían y
comercializaba vía Paraguay. Del conjunto de estos bienes sobresale el rubro
lienzos que representa casi un 70 % del total. Esto se debe al alto costo por
unidad de este producto, que asciende a 4 reales la vara de un rollo de 200
varas. De todas maneras, si bien el porcentaje en pesos del lienzo es alto con
respecto a otros artículos como la yerba –otro importante producto que
Pasemos
ahora al tabaco, que al igual que el vino y el azúcar, habían quedado relegado
tiempo después que la infusión de yerba mate irrumpiera en el mercado colonial.
De todas maneras, los 2.275 pesos que suman los 65 sacos de tabaco, es una
cantidad relativamente alta si tenemos en cuenta que este producto, recién en
la última década del siglo XVIII, va a repuntar en el mercado colonial, y esto
debido a la instalación del Real Renta del Tabaco en Asunción.
Sumemos
ahora los totales de cada uno de los rubros detallados para el Oficio de
Misiones, sin olvidarnos que en el cuadro aparecen también productos como el
añil y los cueros, y tendremos que la cantidad en pesos asciende a 67.245 pesos
con 5 reales. Esta cifra representaba un monto considerable para la época,
siempre teniendo en cuenta que estamos hablando de un área donde los
contemporáneos no se cansaban de sostener que no se daban posibilidades de
acumulación ni existían fortunas relativamente considerables.
Deteniéndonos
ahora en los inventarios correspondientes a ambas estancias –tal como aparecen
detallados en los cuadros 2 y 3- nos encontramos con que el enorme número de
ganado vacuno, mulas, yeguas, caballos, etc., suman un total en pesos de 74.288
con 17 reales. Quedan, además, al margen de esta cifra otros rubros que aparecen
en los Reparos de Cuentas como la mano de obra esclava – que era
numerosa por cierto – las herramientas, los hornos de ladrillo donde cocían el
pan y una variedad enorme de elementos que indican la diversidad de actividades
que desarrollaban los regulares en el área.
Cuadro 2: Cotejo realizado por los fiscales de
CANTIDAD EN EXISTENCIA |
MONTO EN PESOS |
TOTAL RECLAMADO (Joaquín
Maciel) |
MONTO EN PESOS |
|
GANADO VACUNO |
43.839 |
5 reales c/u (27.399 pesos 5 reales) |
28.289 |
17.680 pesos 5 reales |
YEGUAS DE CRIA |
10.005 |
5 reales c/u. (6253 pesos con 1 real) |
5359 |
3349 pesos 3 reales |
1420 |
7 reales c/u (1242 pesos con 5 reales |
Hay 32 sobrantes |
|
|
1679 |
12 reales c/u (2518 pesos con 5 reales) |
637 |
955 pesos 4 reales |
|
BURROS ECHORES |
326 |
3 pesos c/u (978 pesos) |
123 |
369 pesos |
9428 |
20 reales c/u (23.570 pesos) |
5479 |
13.697 pesos 4 reales |
|
CUEROS DE GARRA |
533 |
8 reales c/u (533 pesos) |
109 |
109 pesos |
188 fanegas |
4 pesos la fanega (752 pesos) |
99 fanegas 9 almudes |
399 pesos |
Cuadro 3: Cotejo realizado por los fiscales de
CANTIDAD
EN EXISTENCIA |
MONTO
EN PESOS |
TOTAL
RECLAMADO (Joaquín Maciel) |
MONTO
EN PESOS |
|
10.410 |
5 reales c/u (6506 pesos
con 2 reales) |
8851 |
5531 pesos 8 reales |
|
420 |
12 reales c/u (630 pesos) |
273 |
409 pesos 5 reales |
|
702 |
5 reales c/u (438 pesos con
7 reales) |
585 |
365 pesos 6 reales |
|
98 |
7 reales c/u (85 pesos con
7 reales) |
33 |
28 pesos 8 reales |
|
830 |
20 reales c/u (2075 pesos) |
|
|
|
225 |
28 reales c/u (787 pesos con
5 reales) |
160 |
560 pesos |
|
CUEROS DE GARRA Y REDONDOS |
75 Y 830 respectivamente |
8 reales y 1,5 reales c/u respectivamente (75 pesos y 155 pesos con
seis reales) |
55 de garra y 630 redondos |
55 pesos y 118 pesos
respectivamente |
72 fanegas |
4 pesos la fanega (288
pesos) |
53 fanegas |
212 pesos |
¿Qué
significación tienen estas cifras en el contexto de la economía santafesina? Si
comparamos los datos que nos aportan nuestros cuadros con otros de la misma
Orden, pero para una región diferente como la chilena, veremos que la
importancia económica de los jesuitas en Santa Fe estaba a la altura de otras
áreas del virreinato del Perú. Para justificar lo que vinimos diciendo, hemos
tomado como referencia el estudio del historiador chileno Guillermo Bravo
Acevedo, quién, desde una perspectiva económica, hizo un pormenorizado análisis
del inventario de los bienes de los jesuitas que fueron confeccionados luego de
su expulsión[23].
Tomaremos los datos que sean de utilidad para el presente trabajo. En el
inventario del ganado de las 29 haciendas y estancias que los jesuitas poseían
en Chile para el año 1767, observamos que en ninguna de ellas el vacuno supera
las 15.000 cabezas; sólo en una de estas estancias llega acercarse a esta cifra
y en otra alcanza las 10.000 cabezas; el resto oscila entre las 5 y las 7.600
unidades. En Santa Fe, la estanzuela de Santo Tomé, poseía más de 10.000
cabezas, que representa un cuarto del total de la que existían en la estancia
San Miguel. Si pasamos a las mulas, el total en las 29 estancias y haciendas
alcanzaban a 4.046, mientras que en Santa Fe en la estancia San Miguel la cifra
asciende a 9.428. El ganado caballar, un bien necesario para las faenas
agrícolas, de la estancia San Miguel y de la estanzuela Santo tomé suman un
total de 14.324, mientras que en el total de estancias y haciendas mencionadas
en Chile, totalizan 14.946.[24]
Tal
vez no debamos exagerar la diferencia de potencial económico entre una región y
otra, ya que
Negocios de familia
La considerable dimensión económica
de la Compañía de Jesús en Santa Fe, sumada a los innumerables privilegios que la
corona española le había concedido a la Orden, le permitían a aquélla controlar,
en detrimento de los grupos hegemónicos de la ciudad, una proporción
considerable de los recursos existentes en el extenso espacio santafesino. La
expulsión de los jesuitas, en este sentido, no sólo permitió eliminar a ese oneroso
actor económico sino que liberó un cuantioso capital mueble e inmueble que
fueron apropiados por un selecto número de vecinos con fuertes vínculos con el
gobierno de la ciudad y de la provincia. En la etapa que estamos analizando
estos vecinos pertenecían a la facción vinculada al teniente de gobernador,
Joaquín Maciel, quienes contaban con la protección del gobernador Francisco de
Paula Bucareli y Urzúa. Según acusaciones ciertas de los fiscales de
Si nos introducimos
directamente en los distintos rubros que se detallan en los tres cuadros y que
corresponden a lo que se le reclamaba a Maciel vemos que, el ganado vacuno y
mular constituía la mayor parte de los bienes faltantes. La importancia de este
dato radica en que nos puede dar un perfil del comerciante o de los
comerciantes involucrados en la defraudación de las Temporalidades. Bien pudo
ocurrir, es cierto, que los administradores de Temporalidades hayan evaluado
–pero esto no contradice lo dicho anteriormente- que tanto el ganado vacuno
como el mular estaban expuestos a muertes por enfermedades epidémicas, pérdidas
o robos; por consiguiente, era más sencillo justificar las mermas del stock
ganadero que del stock de yerba mate, tabaco, lienzos u otros productos
depositados en el Oficio de Misiones. Pero de todas maneras, viendo la enorme
cantidad de ganado faltante que aparece en los documentos, no creemos en la
posibilidad de que los implicados en la administración hayan tomado algún tipo
de recaudo al respecto.
Por ejemplo, en la estancia
San Miguel, de 43.839 cabezas de ganado vacuno se le reclamaban a Maciel 28.289
cabezas, lo que corresponde un 64,5 % del total. El porcentaje es demasiado
alto para que nos induzca a pensar que los responsables de las Temporalidades
eran cautelosos en el momento de diezmar el erario real. Tomemos otro rubro
como lo es el mular: para la misma estancia San Miguel, de 9.428 mulas en
existencia en el momento de la expulsión de los regulares
Ahora bien, la pregunta que
nos surge y que intentaremos responder es ¿Cómo pudo (pudieron) apropiarse en
tan sólo cuatro años de esta ingente cantidad de bienes ante la mirada de
quiénes quedaban afuera de tan redituable negocio? Por lo que se puede
desprender de la información disponible, la defraudación del erario real se
realizaba mediante la complicidad de un conjunto de funcionarios relacionados
entre sí por diferentes vínculos personales y que ocupaban cargos claves en el
gobierno o en la administración. En el acuerdo 8 de mayo de 1771 los vocales de
En la “estanzuela” de Santo
Tomé, que había sido de los jesuitas, Maciel no sólo había designado como
capataz a Francisco Solano Frutos, uno de sus hombres de confianza, sino que
también le había otorgado licencia por el término de cuatro años “...pa podex ponex embaxcacion en el
paso q llaman de Sto Thome, y dos xanchos de una y otxa banda en que
haviten las pexsonas q han de coxxex con la maniobxa del pasaxe paxa el
txansito de las gentes, y haciendas, q se txanspoxtan pa, Bs
ayres, y los Reinos del Pexu, y Chile...”.[28] El intercambio de favores, que
generalmente se hacían entre miembros vinculados por el parentesco, el
compadrazgo o la amistad, era una herramienta que le permitía no sólo evadir el
marco legal del control colonial sino también realizar redituables negocios personales en detrimento del erario
real.
Para realizar estas
operaciones necesitaba del sostén de su capital relacional; en una de las
tantas ventas fraguadas Maciel se apropiaba de “...un mulato caxpintexo pox el coxto pxecio de doscientos veinte y
cinco pessos, fingiendo su venta á otxos...”; y también de “...un axmaje nuevo de atahona á Dn
Xaviex Piedxabuena con la nombxadia de Dn Joseph Valdivieso
(familiar directo de la esposa de Maciel) en
ocho pessos, dejando del todo inutil el que valia txescientos pessos...”.[31]
Detrás de cada acción que
realizaba el Teniente de Gobernador fuera del marco legal, había un cálculo
previo de cómo cubrirla con la apariencia de legalidad. Maciel y sus aliados
conocían muy bien el sistema normativo vigente y aprovechaban los intersticios
que este ofrecía para medrar con los bienes del Estado. El cargo ejercido como
funcionario Real lo posicionaba de manera ventajosa frente a sus pares, porque
le confería amplia capacidad de acción y libertad de maniobra en los distintos
ámbitos de poder.
Es evidente que en los años posteriores a la
expulsión de los jesuitas no se confeccionó inventario alguno de los bienes por
él administrados y, mucho menos, respetaba las normas para su venta ya que “...subsistia el inconbeniente de que si
tomava razon foxmal de aquellas Haziendas no podxia usax de ellas con la
libextad, que le fxanqueaba la omission de esta diligencia...”.[32]
Las irregularidades administrativas las aprovechaban muy bien tanto Domingo
Maciel –hermano de Joaquín- como Bernardo Garmendia – pariente de los Maciel-
ambos encargados de
“...paxa mantenex a los
soldados de
Otro caso que hemos detectado de un gasto exorbitante es el que
presentó Fermín de Echagüe y Andía, Procurador de
Así mismo son numerosos los casos de apropiación de uno o más
esclavos que habían pertenecido a
En numerosas oportunidades, el Teniente de Gobernador avalaba la
extracción ilegal de los bienes temporales por parte de sus auxiliares de
gobierno. Es el caso del capataz de la estanzuela de Santo Tomé, Francisco
Basualdo, quien entregaba a Domingo Ríos, mozo de orden de Juan Francisco
Roldán[34], 75 cueros de garra por
disposición de Joaquín Maciel. Otro capataz de la misma estanzuela, Francisco
Solano Frutos, recibía sin merecerlo, por el estado desastroso en
que se encontraba la propiedad, 200$ de parte del Teniente de Gobernador,
aduciendo que se utilizarían para el socorro de los regulares expulsos.
Los casos analizados más arriba es una muestra de cómo los fuertes vínculos personales que unían a los funcionarios entre sí les permitían a éstos urdir complejos entramados de complicidades que luego utilizaban para defraudar a la real hacienda. Permítasenos presentar dos casos más para ilustrar lo que veníamos diciendo.
El primero de ellos, es una resolución de la Junta de
Temporalidades, con fecha 12 de Noviembre de 1771, en la cual conminaba a los
compradores de los bienes que habían pertenecido a los jesuitas que exhiban lo
comprado en la etapa en que Maciel fue administrador de estos bienes; el día
que vencía el plazo estos compradores “...obedeciexon
puntualmente, todos á excepcion de ocho, que se componen de
Podríamos reproducir muchos otros testimonios del mismo tenor, pero creemos que los presentados más arriba son suficientes para ejemplificar cómo los densos entramados relacionales tejidos por vecinos y funcionarios permitieron la defraudación de las Temporalidades en detrimento del erario real. En el próximo apartado analizaremos cómo estos entramados operaban en el gobierno municipal; paralelamente trataremos de develar cómo dichos entramado, luego de la expulsión de los jesuitas, originaron fuertes conflictos en el ámbito capitular, a tal punto que las disputas tuvieron que ser zanjadas mediante la intervención del gobernador de Buenos Aires.
Elite, poder local y
conflictos internos
La administración de las Temporalidades, como hemos tenido oportunidad de analizar, había introducido un elemento conflictivo en el seno de la élite gobernante, profundizando otros ya existentes en los grupos de poder. Sostenemos que los grupos que actuaban en el Cabildo lo hacían en función de preservar y acrecentar sus privilegios, su capacidad de acción (y por lo tanto, su poder) y para defenderse de los embates de otras facciones, lo cual, en estos años, se ve reflejado con más intensidad que en otras oportunidades por la presencia de los cuantiosos bienes dejados por los jesuitas.[37]
Precisamente, son las elecciones del ayuntamiento de la ciudad donde se reflejaba de manera clara la puja entre las distintas facciones que actuaban en el escenario de poder santafesino. La locuacidad de los ediles en estos años es una muestra de la virulencia de los conflictos desatados en esta etapa, y en su afán por desacreditarse mutuamente han dejado una valiosa información que nos permite analizar el modo de funcionamiento de las redes sociales de poder. Son las propias voces de los miembros del Cabildo las que nos permiten poner en escena a los distintos actores sociales, cuyo telón de fondo son las interminables discusiones sobre el desempeño de Joaquín Maciel en sus funciones.
Si tomamos los años que van de 1766 hasta 1771, que coinciden con
el período en que Maciel ejerció el cargo de teniente de gobernador, podemos
observar dos etapas bien marcadas. En los tres primeros años de gobierno no hubo
conflictos importantes en el ayuntamiento para destacar. La red de familiares,
parientes y amigos vinculados al teniente de gobernador acrecentarán, sin
encontrar resistencia en los otros grupos de poder, su participación en el
Cabildo, siempre bajo la protección de éste. En efecto, si bien en el año 1767
esta participación se ve apenas reflejada, sólo Bartolomé de Lacoizqueta,
familiar directo de Joaquín Maciel, y Juan Francisco Larrechea, fueron electos
para cubrir los cargos de Alcalde de primer voto y Alcalde de
El verdadero punto de inflexión en la
intrincada lucha por el poder local es el año de 1770. Un dato que hay que
tener en cuenta: meses antes, Joaquín Maciel, había presentado un inventario de
los bienes dejados por los jesuitas, confeccionado por su hermano Domingo
Maciel y que –por lo expuesto dos años más tarde por
En este sentido, el más activo en esta
coyuntura fue el incansable y ya anciano, Juan de Zeballos, experto en la
intriga política. Como Alcalde de primer voto saliente y Regidor Decano,
desatará una verdadera persecución –que durará por varios años- hacia el
Regidor Depositario, Manuel Carvallo: “...Dn
Manuel Caxvallo es pexsona paxticulax independiente de este Ayuntamto,
poxque su oficio vacó pox no havex txahido su confixmazion hasta passados seis
años...”.[38] Este celo legal
por la titularidad de un cargo - que por otra parte Carvallo lo detentaba desde
el año 1757- escondía otras razones. Juan de Zeballos se preparaba para
enfrentar al poderoso Teniente de Gobernador Joaquín Maciel y a su grupo de
aliados. Cuando Domingo Maciel –pariente y allegado de Manuel Carvallo- propone
a Juan Francisco Roldán para que sea investido con el cargo de Alcalde de
primer voto va a generar una airada oposición. Según Juan de Zeballos “...la votazion qe haze el Sox
Alcalde de segundo voto en Dn Fxanco Roldán es nula ipso iuxe”
(...) “... pox sex compadxe del electox con el elegido...”.[39]
El vínculo de compadrazgo, que unía a dos
individuos en un parentesco espiritual y conllevaba compromisos mutuos, era una
práctica social común en la época y aparece reiteradamente en las fuentes del
siglo XVIII; pero generalmente no llegaba a ser un obstáculo para ejercer un
cargo en el ayuntamiento santafesino. No fueron pocos los años en el cual el
Cabildo estuvo integrado por miembros relacionados por vínculos familiares y
parentales; de todas maneras, en esta oportunidad, dado el alto voltaje
político, la invocación a ordenanzas y leyes reales podía servir para
desacreditar a los rivales: “... el Sox
Dn Ysidoro de Laxxamendi no debe votax pox Dn Fxanco
Roldan, poxque es su pximo hexmano de su mugex, y este paxentesco compete y
contxahe el matximonio con hija de Dn Xaviex Piedxabuena su esposa pox
sex conjunta pexsona...”.[40]
Esta red de vínculos personales,
generalmente, se movía en torno a una personalidad central, con poder político
y capacidad de acción. Hemos visto que nuestra red se cohesionaba a partir de
la prominente figura de Joaquín Maciel. Zeballos lo entendía así y,
adelantándose al apoyo que seguramente daría el teniente de gobernador a sus
allegados, le prevenía:
“...que
la regulazion que hiziere el Sox Justa Mayox es nula, lo pximero
poxqe la votazion viene de su hexmano el Sox Dn Domingo
Maziel; lo segundo poxque Dn Manuel Caxvallo es pximo de los dhos
señoxes, ademas de estax dho Dn Manuel Carvallo inhabilitado de podex
votax pox el defecto suso dho...” (por último) “...son paxciales, y paniaguados los txes vocales, y el Sox Justa
Mayox con dho Roldan...”.[41]
Las objeciones e incisivas acusaciones de
Juan de Zeballos no alcanzaron para evitar que un número importante de aliados
a Joaquín Maciel lograran ocupar cargos en el gobierno municipal; sin embargo,
el 8 de enero de ese mismo año el gobernador Bucareli envió una providencia
ordenando la revocación de las autoridades elegidas en las últimas elecciones y
en su lugar “confirmaba” en los cargos al “Sox
Dn Juan de Zevallos y sus compañeros”. Esta decisión del gobernador era una muestra de que la alianza
entre éste y su lugarteniente había terminado.
Si bien ha existido en la
historia del ayuntamiento local, casos en la que el gobernador designó a los
funcionarios de Cabildo, esta era una práctica excepcional. El Auto firmado por
el gobernador sintetizaba el futuro de la facción de Joaquín Maciel, por lo
menos en los próximos años. ¿Por qué el Gobernador Bucareli le quitó el apoyo a
Maciel si contamos con abundantes elementos que nos permiten hablar de una
connivencia entre ambos durante todos estos años?
Aparentemente la alianza entre ambos comenzó
a deteriorarse cuando la corona decidió constituir Juntas para la
administración de las Temporalidades. La voluntad política de los Borbones de
poner en condiciones los inventarios de los bienes que pertenecieron a los
jesuitas, dejaba la posibilidad abierta a que se diera luz a toda una serie de
irregularidades intencionales – justo en un momento en el cual a Bucareli le
quedaban poco tiempo en Buenos Aires y debía someterse a juicio de residencia- que
comprometían a importantes funcionarios reales. Esta decisión de los Borbones
dejaba en un situación política incómoda al gobernador de Buenos Aires, no sólo
por haber aprobado los inventarios confeccionados por su teniente de gobernador
–por cierto lleno de irregularidades- sino porque él mismo era cómplice en los
turbios negocios de Maciel. Sin embargo, al Gobernador de Buenos Aires le
quedaba un gesto de gratitud para con su Lugarteniente. Cuando en el mismo año
Agustín de Figueroa y el Alcalde de segundo voto, Dn Simón de Avechuco,
presentaron una denuncia en Buenos Aires, en la cual piden que Joaquín Maciel
sea “...imputado en el delito del txato
illicito y comexcio clandestino con los Poxtugueses...”, Bucareli y Urzúa,
en Auto de 7 de junio de 1770 –presentado por el propio acusado- desliga de
toda responsabilidad a Joaquín Maciel.
Pero la atmósfera de tranquilidad no durará
por mucho tiempo. Desde la creación de
El Alguacil Mayor, Cayetano Giménez, presentó
una documentación que comprometía a Pedro Mihura –justamente quién había sido
el encargado de investigar las irregularidades cometidas por Joaquín Maciel-,
firmada por el escribano público de Gobierno y Real Hacienda de Asunción de
Paraguay, Dn Juan Joseph Basan, y en la cual se hacía constar que “en aquella ciudad y Pxova (se
había obrado autos) contxa el dho Dn
Pedxo Mihuxa pox hombxe de mala conducta, tixano, escandaloso, inquieto e
intxepido y causante de distuxbios en los Juzgados Seculaxes”[42].
La reacción de los aliados de Mihura no se hizo esperar. Juan Francisco Aldao
–yerno de Juan Zevallos- es uno de ellos: desacredita a Giménez porque éste,
según el Regidor, trajo esa documentación por pedido de Joaquín Maciel “en vixtud de la amistad y compadxazgo que
pxafesaban entonzes”, lo que le valió a Jiménez el cargo de Alguacil Mayor
interino. Juan Francisco Aldao no lo iba a dejar pasar por alto, y volvía a
hacer público lo que ya era conocido por todos:
“hallandose
allí fundado qual fue la causa de paxax en podex de dho Joaquín Maziel los
Autos, en vixtud de qe tiene acusado el Sox Alguacil Mayox al Sox
Alcalde de primex voto, es regulax, qe assí pox aquellos fundamtos,
como pox vexse obligado de dho Maziel en vixtud de devexle á él el favox de
hallaxse colocado en la vaxa de Alguazil Mayox intexinante...”[43]
Es más, según Aldao la documentación
presentada tenía como destinatario a Pedro Mihura, porque éste había perseguido
al Teniente de Gobernador cuando llevaba una vida relajada ya “qe
txaia de amanzebado con una paxienta mui cexcana de Dn Juan Fxanco
Roldán, el qual es entenado del Sox Alguacil Mayox (Cayetano
Giménez)...”[44]
Este intento, un tanto desesperado, por
desacreditar a los funcionarios claves de
El análisis del patrimonio económico y de la
inserción social y política del teniente de gobernador, Joaquín Maciel, en
Santa Fe, nos permitió acercarnos a las estrategias implementadas por un
selecto grupo de vecinos encumbrados de la ciudad para apropiarse de los bienes
temporales. Hemos intentado demostrar cómo Maciel haciendo uso de la autoridad
que le confería su cargo, logró articular una amplia red de familiares y
allegados que le permitió acceder a los bienes que habían pertenecido a los
jesuitas. De esta manera, la reconstrucción de las conexiones creadas por los
lazos matrimoniales, los vínculos primarios de parentesco, el compadrazgo y la
amistad nos fue de utilidad para desentrañar cómo la concentración de la
riqueza, el poder político y el prestigio en la sociedad santafesina
tardocolonial estaba ligada a la conformación de estos entramados de vínculos
primarios. Así mismo, tuvimos la oportunidad de observar cómo estas redes de
sociabilidad atravesaban los distintos ámbitos de gobierno de la ciudad,
prolongando muchas veces los conflictos que se entablaban en el espacio social.
Somos conscientes del riesgo que corremos al
vincular, particularmente, los entramados relacionales a la apropiación de la
riqueza; pero en los documentos se puede percibir con claridad la simbiosis
entre el capital relacional, construido pacientemente a través de las
generaciones, y el poder económico en la sociedad. Esta simbiosis explica, de
alguna manera, los conflictos desatados en Santa Fe luego de la expulsión de
los jesuitas. Digamos que para el historiador, preocupado tanto por los cambios
como por las permanencias sociales, encuentra en estas singulares coyunturas el
momento privilegiado en la cual la dialéctica del tiempo histórico se expresa con
total nitidez.
RESUMEN
El Teniente de Gobernador Joaquín Maciel y
la administración de las Temporalidades. Santa Fe, 1766 – 1771
En el presente artículo se
analiza la figura del Teniente
de Gobernador, Joaquín Maciel, quién ejerció el gobierno de la ciudad de Santa
Fe desde diciembre de 1766 hasta mediados de 1771, y su cuestionado desempeño
como administrador provisorio de las Temporalidades. En este sentido, a través
de este portentoso personaje, se intenta explicar algunos aspectos de la
articulación interna de la élite de Santa Fe, en particular aquellos relacionados
con la actuación de las redes personales de poder en el gobierno local luego de
la expulsión de los jesuitas. El artículo se ha realizado a partir del cotejo
de testimonios provenientes de distintos tipos de documentos: Actas Capitulares
del Cabildo de Santa Fe, Acuerdos de
Palabras
clave: Santa Fe – Joaquín Maciel –Temporalidades – Élite – Redes personales
de poder
ABSTRACT
The
Teniente de Gobernador Joaquín Maciel and the administration of the
Temporalidades. Santa Fe, 1766-1771
This article analizes the
figure of Joaquin Maciel, who was in charge of the goverment of the city of
Santa Fe since december 1766 up to mid 1771, and his performance as temporary
administrator of the Temporalidades. In this sense, through this man, I tried
to explain some aspects of the internal articulation of the elite of Santa Fe,
in particular those related to the power interpersonal networks in the local
government after the expulsion of the Jesuits. The Article is written based
upon the contrast between the testimonies of different kinds of documents:
Junta de Temporalidades Agreements, Government resolutions and officials
mailing.
Key words: Santa Fe – Joaquín Maciel – Temporalidades-
elites – Power personal networks
Notas
(*) Docente de la Facultad de
Humanidades y Artes de la U.N.R, del I.S.P Nº 22 de Fray Luis Beltrán y del
Instituto Politécnico de Rosario. E-mail: gcori66@yahoo.com.ar
y bresson61@hotmail.com.
[1] AZAROLA GIL, Luis, Los Maciel en la historia del Plata, La Facultad, Buenos Aires, 1940.
[2] Que según consta en los informes de la Junta
Municipal de Temporalidades “...se
oxiginó de ella el distuxvio, que padecio este Cavildo en el siguiente año con
la remocion de los Alcaldes, que havia electo la paxte contxaxia de Dn Joaquin,
y confixmado el goviexno, la qual consiguio pox medio de una Real Pxovision
ganada con siniestxo infoxme, y falsas acusaciones...”. Acuerdos de la
Municipal Junta de Temporalidades, Archivo Histórico de Santa Fe, (en adelante
A.M.J.T), f. 102.
[3] Carta del Gobernador de Buenos Aires,
Francisco de Paula Bucareli y Urzúa, al Conde de Aranda, en: BRAVO, Francisco, Expulsión de los jesuitas de
[4] Con la expulsión de los jesuitas, ordenada en toda
Hispanoamérica en febrero de 1767 e instrumentada en la jurisdicción
santafesina el 12 de julio del mismo año, se puso en disponibilidad de un
cuantioso capital mueble e inmueble. Las Temporalidades – así se le llamaba a
este capital – fueron administradas provisionalmente (1767-1771) por el
entonces teniente de gobernador, Joaquín Maciel. Durante esta etapa se
cometieron todo tipo de fraudes con la aquiescencia de dicho teniente de
gobernador. En febrero de 1771, con la constitución de
[5] AZAROLA GIL, op. cit, p. 137.
[6] Una excepción es el caso de la familia Diez de
Andino analizado por Griselda Tarrago. véase TARRAGÓ, Griselda, “Los Diez de Andino: un linaje colonial
santafesino. (1660-1822)”, Cuadernos de Historia Regional, Universidad
Nacional de Luján, Nº. 16, 1994.
[7] Un análisis sobre la pobreza en Santa Fe véase
ARECES, Nidia y TARRAGÓ, Griselda, “Encomienda
y vecinos: estrategias y transgresiones”, en: ARECES, Nidia, Poder y sociedad. Santa Fe la vieja,
1573-1660, Manuel Suárez Editor & Prohistoria, Escuela de
Historia, Universidad Nacional de Rosario, 1999.
[8] Diversos Autos, Archivo Histórico de
[9] “Alguna que otra casa de estancia tenía techo
de teja, señal de cierto status; los ranchos de las estancias estudiadas eran
las más de las veces miserables, no excediendo los diez pesos (...) El
mobiliario de la estancia colonial no desentonaba con el conjunto: una sencilla
mesa de madera, un par de sillas baratas y algún que otro catre”. MAYO, Carlos,
Estancia y sociedad en
[10] D. A, f. 49 v.
[11] D. A, f. 50 y v.
[12] Sabemos, por las fuentes analizadas, que éste tenía
distintos emprendimientos en este rubro, así parece indicar el informe del 15
de febrero de 1772 de
[13] La existencia de yeguas y burros hechores entre los
bienes inventariados en la estancia de Maciel son indicativo, como muy bien me
señalaba
[14] D. A, fs 68 v y 69.
[15] D. A, fs 69 y v.
[16] TARRAGÓ, Griselda, op. cit.
[17] Idem, p. 57.
[18] El capataz de la estancia que Maciel tenía en el
paraje del Cululú se excusaba ante los fiscales de que a causa de la sequía no
había podido juntar la totalidad del ganado para contarlos.
[19] TARRAGÓ, Griselda, op. cit, p. 61.
[20] CORI, Gabriel, Reformismo borbónico y élite local. Estrategias, alianzas y resistencia
a los poderes centrales. El caso de
[21] D. A, fs. 97 –106.
[22] GARAVAGLIA, Juan Carlos, Mercado interno y economía
colonial, Editorial Grijalbo, México, 1983.
[23] En la comparación que presentamos a
continuación del potencial ganadero de Santa Fe y Chile, se han cotejado cantidades
y no el valor monetario de los bienes para eludir las dificultades de la
variación de precios entre las zonas consideradas. Además, al como variable
comparativa el ganado eludimos el inconveniente de las variaciones regionales
de las medidas y pesas.
[24] BRAVO ACEVEDO, Guillermo, “Los Bienes de Temporalidades
Jesuitas en el Reino de Chile (1593-1820). Cuantificación y Administración por
[25] Para tener un panorama de conjunto sobre la
explotación de las estancias jesuíticas en la “Argentina” colonial, véase CUSHNER,
Nicolás, Jesuits Ranchs and the Agrarian
Development of Colonial Argentina, 1650-1767, State University of New
Press, Albano, 1983.
[26] D. A, f 2 v.
[27] Actas del Cabildo de Santa Fe, Archivo Histórico
de
[28] D. A, fs. 412-413.
[29]
[30] A. M. J. T, f 60 v.
[31] A.M. J. T, f. 64 v.
[32] D. A, f. 126 v.
[33] D. A, f.126 v.
[34] Pedro Mihura, Fiscal de
[35] A. M. J. T, f 62 v y 63.
[36] A. M. J. T, f 60 v y 61.
[37] De acuerdo a la información que disponemos, no
contamos con suficientes evidencias para pensar que el alineamiento de los
miembros que integraban las distintas facciones se hizo en función de la vieja
rivalidad entre los que estaban a favor o en contra de los jesuitas.
[38] Actas del Cabildo de Santa Fe (en adelante A.
C. S. F), A.H.S.F., Tomo XIV, 1769-
[39] A. C. S. F,
f. 40 v.
[40] A. C. S. F, f. 40 v.
[41] A. C. S. F, f. 40 v.
[42] A. C. S. F.,
f. 176.
[43] A. C. S. F, f. 126.
[44] A.C.S.F, f. 126.