La versión oral de la Guerra del
Chaco en el testimonio de un excombatiente boliviano
Laura Daniela Ferrero(*)
y Mario Gustavo Parrón(**)
A principios del año 2004 emprendimos desde la Cátedra de Historia de
América III, un Trabajo de Investigación titulado “Visiones de un Arduo
conflicto americano. La guerra del Chaco 1932- 1935”, bajo la dirección de
la Profesora Eulalia Figueroa Solá[1].
El equipo de investigación a cargo de su realización determinó por entonces
algunas metas, que a los fines de la elaboración del presente ensayo las
compartimos seguidamente.
En primer lugar, convenimos en realizar un análisis comparativo de la
historiografía boliviana tradicional respecto a las perspectivas renovadoras de
los estudios recientes. Por otro lado, utilizamos la prensa de Salta escrita en
la época, a fin de indagar en las opiniones que se planteaban acerca del
conflicto bélico. También nos propusimos estudiar el proceso internacional
latinoamericano, señalando la actuación de la Comisión de Neutrales en la fase
final de la guerra. Finalmente, debido a que consideramos vital el uso de la
fuente oral para el desarrollo de esa investigación, realizamos algunas
entrevistas a excombatientes -a quienes se reconocen como Beneméritos de la
Patria- a los efectos de contrastar sus narraciones orales con los
conceptos e ideas presentados en las diferentes perspectivas historiográficas y
en los diarios consultados[2].
En relación con éste último propósito, presentamos a continuación el
análisis crítico del testimonio oral de uno de los sujetos que protagonizaron
aquél acontecimiento histórico tan impactante y trascendente para la sociedad
boliviana, tal como lo fue el conflicto bélico por el Chaco Boreal ocurrido
entre 1932-1935, y que nos es comunicado en la versión de un excombatiente
boliviano. Su actuación en el territorio de litigio, sea relevante o aún
anónima para el colectivo social boliviano (del tiempo presente), constituye en
si misma una experiencia significativa resultado de la interacción de este individuo
con sus compatriotas en las zonas de operaciones; o bien representa el producto
de una construcción discursiva que es a la vez real y recreada desde su
historia de vida y vivida.
Por consiguiente, interpretar las palabras y
enunciados de nuestro amable entrevistado se constituye en nuestro principal
objetivo, permitiéndonos no sólo acceder a la dimensión subjetiva de los
procesos sociales de Bolivia desde principios y hasta mediados del siglo
pasado, sino también nos ayuda a interiorizarnos en las mentalidades, creencias
y prácticas ordinarias -transformadas en extraordinarias- de aquellos actores
sociales que, como el nuestro (creemos aún) no han dejado un registro oral que
fuera legitimado por los discursos dominantes, dentro del contexto nacional boliviano[3].
Como la idea es tratar de interpretar
significativamente el contenido de la entrevista, hemos tenido en cuenta
algunas variables: a- comunicación
intersubjetiva, b- estrategias militares, c- percepción del espacio, d-
concepción del otro, e- marco social; a través de las cuales se podrá
realizar una lectura de las experiencias del excombatiente boliviano en los
escenarios de la guerra y asimismo proponer nuestra versión de la misma. No
obstante, previamente haremos referencia a los aportes historiográficos
referidos a la temática de estudio, la guerra del chaco, y al momento histórico
en el que la misma se desarrolló.
Aportes historiográficos a la temática de estudio[4]
Una mirada de conjunto sobre la bibliografía
producida en el último cuarto del pasado siglo, acerca del conflicto bélico por
“la frontera sureste”, da cuenta de los aportes teóricos-metodológicos
introducidos tanto por la producción historiográfica de Bolivia como por
aquella que proviene de ámbitos académicos de otros países.
Desde una perspectiva historiográfica
renovadora se plantea la posibilidad de hacer una nueva historia política,
empleando en la construcción de los hechos sociales, aquellas variables
socioeconómicas y culturales que permiten la interpretación del complejo proceso
político boliviano durante el siglo XX. Se observa en los textos consultados la
preocupación de los investigadores sociales por insertar ese proceso en un todo
mayor que es Occidente y particularmente América Latina. Por ejemplo, los
autores destacan que las repercusiones de la crisis de 1929 en el interior de
la sociedad boliviana, es uno de los factores explicativos del
desencadenamiento de la guerra[5].
En tal sentido, para alcanzar mejor explicación del proceso histórico, se
reactualizan algunos marcos teóricos de los ciclos políticos y económicos y de
la teoría de la modernización proporcionados por la sociología histórica. Esa
influencia se manifiesta concretamente en el trabajo multidisciplinario
propuesto por Fernando Prudencio Campero[6].
Otro de los aportes de la mencionada
disciplina se evidencia en la utilización del método comparativo. Así pues al
analizar los sistemas de dominación social paraguayos y bolivianos, con
similares variables, se llega a la conclusión de que la guerra no sólo aceleró
la descomposición del orden político, acentuándose la debilidad institucional
del estado oligárquico, sino también generó un proceso de transformaciones
sociopolíticas expresado en un nivel institucional y organizacional estatal y
desde los sectores subalternos de la sociedad (sectores bajos o medios, urbanos
y rurales). Con respecto a la reflexión sobre esas instancias de mediación, se
hace hincapié en la producción bibliográfica, en el estudio de la etapa de
transición -1932/35 hasta 1952- en la que nuevos actores sociales y políticos
reasumieron protagonismo político tras la contienda, resignificaron la
ciudadanía y aceleraron el proceso de construcción de la nacionalidad en
Bolivia[7].
Ahora bien, en el marco del estudio del
conflicto bélico por el Chaco Boreal también es posible identificar en las
recientes interpretaciones de Mesa Gisbert, Zavaleta Mercado, H. Klein y
Miranda Pacheco[8] entre otros, un replanteo
sobre la cuestión del petróleo[9]
y acerca de la incorporación de la problemática interétnica, a los efectos de
precisar los factores explicativos de la contienda. Estos enfoques complejizan
aún más el análisis e introducen nuevas estrategias metodológicas tal como la
técnica de la entrevista oral, cuyo empleo se evidencia en la obra de René Arze
Aguirre[10],
posibilitando que se replanteen significativamente algunos asuntos vinculados a
los conflictos sociales internos y a los factores de desestabilización de la
dinámica social del ámbito rural boliviano. Reflexión que puede contrastarse o
complementarse con los testimonios orales de excombatientes, en gran medida de
campesinos indígenas.
Este tipo de fuente oral nos permite un
acercamiento a la subjetividad de esos sujetos, conociendo la disponibilidad
que tuvieron ante el reclutamiento militar, el tipo de relación establecida
entre “los pilas” y “los bolis” (como se llamaban mutuamente los contrincantes)
y entre estos últimos entre sí, o bien para lograr una percepción respecto de
la experiencia vivida en el espacio territorial antes y durante el litigio[11].
Se logra de esa manera no sólo la construcción de los acontecimientos pasados
(narración) sino también una resignificación (análisis) de los mismos, gracias
a la contribución de aquellos hombres que al relatarnos sus historias de vida
(atravesadas por la guerra) nos hacen pensar en sus historias “debidas”.
Finalmente, se puede apreciar como la
bibliografía relativa al conflicto bélico se enriquece con memorias de
campañas, editadas o reimpresas entre los años 1970-1990. Los protagonistas de
la lucha se desdoblaron en autores que ofrecen riqueza vivencial y anecdótica
que es interesante analizar, en cuanto es proceso de construcción ideológica
del imaginario colectivo[12].
De ahí que una nueva modalidad historiográfica enriquece el objeto de estudio
al problematizarlo desde una perspectiva local y regional, ya que a través de
la misma se interrelaciona la diversidad cultural, étnica y social con el
espacio que se redefine en cada momento histórico. Lográndose articular lo
material y lo simbólico, percibido, interpretado y realizado por quienes lo
habitaron.
Dichas fuentes escritas revelan en su
totalidad aquél movimiento social y económico que se llevó a cabo en la
sociedad boliviana, en los espacios que consideraron de frontera, en los que se
demandó un compromiso social que evidentemente coadyuvó a configurar un nuevo
arquetipo de nación, construido desde marcos sociales (instancias de
modernización política) que fueron transformándose, luego de finalizada la
guerra.
Momento histórico
La Guerra del Chaco (1932-1935) constituyó
una bisagra en la historia de Bolivia, como así también del Paraguay. En el
caso boliviano fue a la vez el catalizador de la crisis estructural del orden
oligárquico y el acelerador de las transformaciones que acabarían con dicho
orden en la Revolución de 1952.
Durante cincuenta años había dominado Bolivia un modelo oligárquico que
atravesaba por una crisis terminal debido al mantenimiento de un sistema de
exclusión y de explotación de la mayoría de la población indígena y campesina.
Por un lado, exclusión política puesto que el derecho a la participación
política estaba restringido al sector masculino, blanco y mestizo, alfabetizado
e hispano parlante, es decir, a una ínfima parte de la población. Por otro
lado, explotación económica ya que en las zonas rurales predominaba el sistema
de haciendas donde el propietario cedía parcelas de tierra al indígena y le
imponía obligaciones de producción agrícola y servicios personales (conocido
como pongueaje) a expensas de los dominios comunitarios[13].
Además influía en la crisis estructural oligárquica el hecho de que la
economía boliviana dependía casi por completo de las actividades mineras, en
especial de las del estaño que representaba más del 70% de las exportaciones.
La producción y la exportación del mineral estaban dominadas por los “barones
del estaño” Simón Patiño, Mauricio Hoschild y la familia Aramayo y por aquellos
políticos, militares y periodistas que defendían sus intereses, conocidos como
la “rosca”. La debilidad de la minería del estaño consistía en depender de los
precios internacionales lo que se evidenció en la crisis de 1929 cuando una
gran contracción de la demanda industrial hizo descender aparte de los precios
la producción del estaño.
En el marco de esta crisis económica, en 1931 asumió la presidencia
Daniel Salamanca del Partido Republicano Genuino (división del Partido
Republicano que gobernaba desde 1920 y estaba liderado por Bautista Saavedra).
Para enfrentar la grave situación socioeconómica el gobierno de Salamanca
implementó un plan inflacionario que provocó la subida de los precios y el
comienzo de la inflación, motivando protestas de los obreros que fueron
reprimidas. Sin poder resolver el crítico momento económico y cercado por la
oposición, republicana y liberal, Salzman sostiene que Salamanca recurrió a
fabricar dos enemigos del país que pudieran atraer apoyos para reforzar su
mandato.
El primer enemigo era de orden interno: el comunismo, que según el
presidente constituía el problema más grave del país. El gobierno presentó al
Congreso un proyecto de Ley de Defensa Social que pretendía otorgar poderes
discrecionales al presidente para combatir las actividades de obreros y
comunista. Fue tan grande la reacción de obreros, estudiantes y políticos
saavedristas que finalmente el proyecto se archivó.
El segundo enemigo pertenecía al orden internacional: Paraguay, debido
a la disputa por la posesión del Chaco Boreal. Mientras más derrotas sufría el
presidente más belicista se volvía, prueba de ello era el aumento
presupuestario para el ejército[14].
La expresión de Salamanca de “pisar fuerte en el Chaco” manifestaba su
intención de dominar el territorio chaqueño a través de la presencia militar
para obtener ventajas a la hora de las negociaciones diplomáticas. La
justificación para iniciar la guerra fue la toma por parte de un destacamento
boliviano del fortín López que controlaba la laguna Chuquisaca/Pitiantuta y
estaba ocupada por los paraguayos.
El territorio, en disputa desde el siglo XIX por medio de tratados,
comprendía 290.000 kilómetros cuadrados delimitados por el río Paraguay, el río
Pilcomayo y los contrafuertes andinos[15].
En la región se sucedían escasos lugares de bosque subtropical y grandes
extensiones planas de vegetación espinosa y una fauna de víboras, roedores e
insectos. La característica principal era su aridez, su escasez crónica de agua
salvo en verano cuando las lluvias inundaban el terreno volviéndolo fangoso.
Allí vivía una escasa población de 70.000 habitantes, en su mayoría
perteneciente a los pueblos matacos, tobas, tepietis y choropis. En el centro
del Chaco casi no existía ocupación, únicamente pequeños fortines bolivianos y
paraguayos. Paraguay tenía puertos sobre el río Paraguay (en su mayoría de
inversión argentina y también inglesa) y Bolivia puestos sobre el río Pilcomayo
pero sin inversión económica ni población. Precisamente Bolivia, debido a su
mediterraneidad, necesitaba un puerto sobre el río Paraguay que le otorgara una
salida al océano Atlántico y una solución a su aislamiento[16].
Ajenos a estos motivos, los soldados bolivianos fueron movilizados a un
entorno que también les era ajeno. La mayoría de ellos eran indígenas de las
haciendas, de las comunidades y de las minas del altiplano, acostumbrados a las
montañas y las temperaturas bajas. De tal manera era lógico que sus peores
enemigos, más que los paraguayos, hayan sido la falta de agua, el calor, los
insectos, la ausencia de caminos y de centros poblados, problemas incrementados
por la lejanía de los centros de aprovisionamiento. Los soldados indígenas y
campesinos fueron la “carne de cañón” de la guerra[17].
La movilización militar produjo oposición en los
terratenientes y mineros a los que les retiraban la mano de obra y también en
las comunidades indígenas porque se llevaban hombres jóvenes y sanos. El
enrolamiento fue compulsivo y provocó, aparte de huidas, sangrientos
enfrentamientos entre el gobierno y los jefes indígenas, como así también con
los activistas anarquistas y socialistas contrarios a la guerra. En este
contexto el Poder Ejecutivo aumentó la represión, censuró la prensa, prohibió
los sindicatos y muchos disidentes fueron encarcelados o se marcharon al exilio.
Durante todo el desarrollo de la contienda hubo una pugna entre el
presidente Salamanca y el Estado Mayor General por dirigir las operaciones
militares pues desconfiaban mutuamente uno del otro. Finalmente se resolvió
cuando -en noviembre de 1934- los jefes militares destituyeron a Salamanca de
su cargo en Villamontes y nombraron en su reemplazo al vicepresidente Tejada
Sorzano que tenía como objetivo buscar la paz.
En junio de 1935 llegó el fin de la guerra. Bajo la presión del
canciller argentino Carlos Saavedra Lamas se intensificaron las negociaciones
de paz para definir nuevos límites, intercambiar prisioneros y conseguir una
salida boliviana al río Paraguay (que no se concretó). A lo largo del conflicto
bélico la Cancillería Argentina planteó su neutralidad pero ella fue sólo
formal ya que colaboró con Paraguay en el aprovisionamiento de armas,
asesoramiento militar, alimentos y combustibles. En julio de 1938 se firmó en
Buenos Aires el tratado de paz, amistad y límites definitivos entre Bolivia y
Paraguay.
El resultado de la guerra para Bolivia fue de 200.000 hombres
movilizados, 50.000 muertos, 20.000 prisioneros, un costo de 228 millones de
dólares financiados por el Banco Central[18].
Las consecuencias fueron más profundas. Por una parte, la movilización
significó para los indígenas la participación por primera vez en un
acontecimiento nacional, permitiéndoles sentirse parte integrante de una nación
que hasta ese momento había sido distante e inaccesible. Por otra parte, se
produjo la desintegración del sistema político oligárquico que quedó como el
responsable de la derrota por haber precipitado la contienda. Esto promovió la politización
de las Fuerzas Armadas que se establecieron como un factor de poder, al
considerarse –frente a la incapacidad de los políticos civiles- como los únicos
competentes para reconstruir el Estado[19].
En un amplio sector de los oficiales jóvenes cobraron importancia las ideas
nacionalistas y socialistas que darían lugar al “Socialismo militar” que
gobernaría la década siguiente a la guerra.
Comunicación Inter-subjetiva
La lógica argumental de la narración oral del excombatiente boliviano
nos revela en primera instancia la aprehensión que él tiene de los
acontecimientos vividos durante la guerra por el Chaco Boreal. En tal sentido,
“evocar el pasado” le requiere al entrevistado conferirle a los hechos una
valoración que se expresa tanto en los tonos y en el ritmo de su voz como en la
velocidad del relato y en los gestos que realiza reiteradamente con las manos.
Se puede constatar que durante el relato las entrevistadoras permanentemente
rectifican algunos comentarios del entrevistado respecto a los nombres (de
personas y de lugares) y fechas que menciona, otorgándole a éste la suficiente
seguridad al momento de describirlos. A la vez que las preguntas le son
formuladas, en su mayor parte, se refieren a lo que el excombatiente está
relatando, de manera tal que se imponen sus enunciados.
Ahora bien, al no contradecir o entrar en una situación de conflicto
respecto al discurso elaborado por el excombatiente, las entrevistadoras
generan una instancia de confianza que le dan la posibilidad para que se deje
llevar por sus sentimientos; un claro ejemplo podemos observarlo al final de la
entrevista cuando el entrevistado, producto de su emoción, da por finalizado el
diálogo. Al respecto, Philippe Joutard[20]
señala, que los agradecimientos recíprocos con los que finaliza a menudo una
entrevista, simbolizan el intercambio de dones y contradones entre el
investigador (por todo lo que le aportó su interlocutor) y el sujeto
entrevistado, reconocido como alguien que tiene una historia que vale mucho.
En definitiva, no visualizamos en la entrevista algún conflicto entre
las partes entrevistada y entrevistadora ya que por un lado, el excombatiente
no cuestiona el discurso legitimado por la institución a la que él pertenece,
FEDEX- Chaco (Federación de Excombatientes del Chaco) y por otro lado, las
entrevistadoras asienten en todo momento aquellos en las expresiones y
argumentos que el entrevistado les comparte en su discurso oral.
Consideramos que esta adhesión del historiador o investigador social a
lo narrado por el entrevistado, puede a veces prestarse a confusiones, debido a
que el entrevistador teme faltar a la solidaridad y evita cualquier juicio
precipitado[21] tal como se evidencia en
este caso. Sin embargo, en una situación de entrevista no se deben obviar
aquellos momentos en los que el conflicto ideológico entre entrevistado y
entrevistador conlleva a una situación de reformulación de lo que ambos
piensan, ya que los sujetos que interactúan en el diálogo no se retiran de esa
comunicación sin haber reconstruido significativamente el proceso histórico y
en última instancia sus propias historias.
De hecho el entrevistado construye una imagen de sí mismo que se
encuentra asociada a la figura y a las virtudes atribuibles a las de un héroe,
imagen construida de acuerdo a los parámetros del ejército. Este proceso de
identificación con la mencionada institución puede observarse durante toda la
entrevista, en la que el excombatiente boliviano presenta aquellas adversidades
que tuvo que afrontar en el campo de batalla junto a otros excombatientes.
Percibimos que esa constante mención a sus compañeros de lucha, tanto soldados
como comandantes, le posibilita sobredimensionar las actitudes de valor y honor
presentes en ellos, destacando a la vez su propio protagonismo particularmente
cuando se refiere a lo difícil que resultaba superar los múltiples obstáculos
(como falta de agua, de alimentos y de medios de transporte, enfermedades,
estrategias militares improvisadas) que frustraban sus aspiraciones de triunfo.
Si bien pudimos observar que la concepción del entrevistado respecto de
sus compatriotas se sintetiza en la noción que tiene de ellos como la de un actor
colectivo, en donde las individualidades se diluyen, en algún momento de su
relato se refiere específicamente a algunos miembros que formaban parte de la
dirigencia de los regimientos tanto como para destacar (el caso de Germán
Busch) como para desmerecer (ejemplificado en la persona de David Toro) las
actuaciones que tuvieron en el escenario de la guerra[22].
Por consiguiente, es posible afirmar que las preguntas de las entrevistadoras y
las respuestas del entrevistado expresan el interés de ambos por describir
concretamente el desarrollo del conflicto en su aspecto bélico, ya que se
destacan las vicisitudes encontradas en las diferentes etapas de la guerra
(1.932-1.935) y no hacen hincapié por ejemplo en los condicionamientos
socioeconómicos previos o posteriores de la contienda.
Estrategias Militares
Como planteamos en el párrafo precedente, el eje discursivo sobre el
que se estructura la mayor parte del relato del narrador consiste en la
descripción de las estrategias militares desarrolladas en el frente de lucha,
centralidad -lógica de narración- de la que las entrevistadoras no logran
desplazarlo. La misma manifiesta una descripción de los hechos militares que
son fijados cronológicamente, señalándose: hora, día, mes, año, en los que
sucedieron las batallas en defensa de los fortines bolivianos[23]
y destacándose particularmente los nombres de los jefes militares con sus
respectivos cargos (coronel, teniente, jefe de campaña de los ejércitos, etc.).
Este aspecto es muy importante al momento de identificar las contradicciones
internas en la propia dirigencia del ejército como uno de los factores
explicativos del fracaso de los bolivianos ante los paraguayos. Asimismo
refuerza la tradicional explicación de la guerra en sus aspectos políticos e
institucionales.
Es curioso ver como el entrevistado presenta esos acontecimientos de
igual forma tanto en su narración oral como en la memoria de campaña que le
proporciona a las entrevistadoras,[24]
sin embargo es en esta última donde detalla con mayor precisión las fechas y
los nombres de los comandantes[25].
Ciertamente esta situación, puede explicarse por las circunstancias en las que
fueron elaboradas las fuentes empleadas, la memoria de campaña en abril de 1991
y la entrevista en julio de 2004.
Percepción del Espacio
Si consideramos las marchas y contramarchas vividas por nuestro
entrevistado en el transcurso de la guerra y manifestadas en el discurso oral,
podemos observar la existencia de una idea fuerza o motivación que consiste en
apropiarse del territorio en litigio poniendo en juego los valores cívicos internalizados
por el ejército.
Para llevar a cabo el propósito de defender o recuperar el territorio
en disputa el excombatiente boliviano debe trasladarse en ferrocarril desde la
ciudad en la que vivía, Oruro, hasta Villazón; desde allí a la cuesta de Sama
en “movilidades” -camiones- los cuales se descomponen provocando que los
soldados deban desplazarse a pie hasta Tarija. De esta ciudad se dirigen a
Villamontes –cuartel general del ejército boliviano- del que parten hacia las
zonas de operaciones. Pensamos que es interesante este trayecto que señala el
entrevistado puesto que revaloriza el espacio en el que se desarrollan sus
experiencias personales tales como el descubrimiento de un lugar en el que
había víboras y el hallazgo de un curichi[26].
Entre sus vivencias recalca los obstáculos que contribuyeron al
debilitamiento de los soldados en el campo de batalla como la falta de agua,[27]
(...) Y ahí el cuerpo de caballería ha sufrido una derrota ¡tremenda! Por
falta de agua y la insolación han tenido que votar sus armamentos, sus
pertrechos, cuanto hay, para salir hacia 27 de Noviembre.”[28].
Asimismo da cuenta de lo difícil que le resultaba permanecer en un territorio
desconocido, inhóspito e incomunicado, “(…) Bueno lo que hemos sufrido es
precisamente por la falta de comunicación, es decir, vías de comunicación...
falta de agua ¿no? Falta de agua y comida.” [29]
Si bien
los inconvenientes con los que se encuentran los soldados bolivianos les
imposibilitan recuperar el territorio que estaban perdiendo, la manifestación
de acciones heroicas los inmortaliza a través de la muerte en batalla. A
propósito, es significativa la experiencia que el excombatiente relata acerca
de la muerte de dos soldados que se encontraban a su cargo, realidad impactante
que lo marcó a sangre y fuego, “(…) A uno de mis soldados le abrieron como
con cuchillo, una bala aquí (señala el estómago) y todos los intestinos afuera.
Tuve que decirle que me lo saquen al puesto de comando... murió, se le
enfriaron. Y otro comandante de grupo, de sección también, era paceño, Mendoza,
a ese aquí (señala el abdomen) como con... si le hubiesen cortado con cuchillo
así. Me decía ¡¡hermanito mátame, mátame de una vez!! ¡No quiero sufrir! Le
amarré con una toalla y les dije ¡ saquéenlo rápido nomás!. También se le
enfrió los intestinos, murió” [30].
Suponemos que este recuerdo que permanece aún en la memoria del excombatiente,
manifiesta el deseo de entregar valientemente sus vidas en honor a la Patria,
misión que aceptaban o no pero a la que todos estaban llamados[31].
La Concepción del Otro
Nuestro entrevistado emplea el término genérico de “soldados” para
referirse a los miembros que integraban las tropas bolivianas, no señalando su
composición étnica ni social. Esta omisión se evidencia también en las
preguntas que le formularon las entrevistadoras ya que por ejemplo, no plantean
interrogantes que hacen alusión a la cuestión indígena no provocando en el
entrevistado ninguna reflexión sobre la misma.
En tal sentido, podemos plantear en los términos de Elizabeth Jelin[32],
que ese olvido puede estar vinculado a una política de conservación y de
memoria que tiende a seleccionar determinados recuerdos para conservarlos o
conmemorarlos. Resulta entonces que, tanto el entrevistado como las
entrevistadoras tienen implícita la voluntad de olvidar, es decir, eligieron
qué contar, representar o escribir. Así por ejemplo, en el caso del
entrevistado, sus recuerdos fueron evocados y ubicados en un marco
institucional vinculado a su formación militar[33].
Mientras que en las entrevistadoras la omisión podría obedecer al hecho de que
hicieron hincapié en el análisis de otras variables y no necesariamente por
desconocer la importancia de incorporar la cuestión indígena en el estudio de
la guerra.
Ciertamente este asunto adquiere significación en la nueva
historiografía sobre la historia de Bolivia y fue abordado -aunque en parte- por
uno de los autores de este ensayo, en una de sus publicaciones[34].
No obstante, creemos imprescindible destacar en breve como repercutieron las
expectativas del Estado boliviano en los sectores subalternos de la sociedad
-al momento y luego de terminada la contienda-, puesto que las mismas
estuvieron centradas en despertarles un sentimiento nacional capaz de movilizar
a la mayor parte de la población de las zonas urbanas y rurales del altiplano,
valles y llanos y encauzarlos a la guerra, “utilizándolos como carne de cañón”,
de acuerdo a la opinión de Benito Fernández. Ya en la zona de operaciones,
algunos soldados andinos (aymaras y quechuas) junto a otros indígenas como los
tupí-guaraníes (residentes en ese territorio) se opusieron a los atropellos y a
la discriminación de la que eran objeto por parte de los altos oficiales del
ejército, mientras que otros terminaron siendo grupos desertores. Sin embargo y
a pesar de las contrariedades inherentes al conflicto bélico y de los desafíos
que se les presentaron a los grupos étnicos, el campo de batalla fue el espacio
territorial que permitió la integración intercultural y cuya vivencia de dolor
e incertidumbres incidió de tal forma en los aborígenes que coadyuvó en el
despertar de una nueva toma de conciencia.
En efecto, la experiencia de la guerra hizo que los mismos ampliaran su
concepción sobre lo que para ellos significaba ser parte de la nación, sobre
todo si tenemos en cuenta que algunos indígenas ya habían asimilado la “idea de
patria” al incorporarse en el ejército boliviano a principios del siglo XX. Es
verdad que las autoridades comunales (caciques) se vincularon a las
instituciones políticas y partidarias del Estado nación, sin embargo no
representaron necesariamente sus intereses y demandas, puesto que llevaron a
cabo un proceso de homogeneización social en el que se dejó a un lado la
multiplicidad étnica realmente existente. De ahí que el interés de Mario Parrón
sea el de reflexionar sobre la naturaleza de la construcción de la nacionalidad
e identidad de los actores sociales particularmente en las instancias
formativas del ejército y de aquellos intelectuales durante el conflicto bélico
y posbélico[35].
Ahora bien, sería conveniente hacer referencia a la valoración o imagen
que el excombatiente boliviano tiene acerca de los paraguayos, ya que podemos
afirmar que las preguntas de las entrevistadoras inducen las respuestas de
aquél tal como lo podemos observar a continuación:
“Pregunta: ¿Uds. cuando
fueron a pelear, no es cierto a la guerra con Paraguay, Uds. odiaban a los
paraguayos, que sentimientos tenían?
Excombatiente boliviano:
Bueno, a veces por que eran sanguinarios naturalmente nacía el odio ¿No? Pero
después voy a decir”[36]
Como se puede apreciar el entrevistado expresa
que no había una fuerte reticencia en relación a los paraguayos, sin embargo en
otra parte de la entrevista llega a calificarlos como genocidas, “(…)
Los paraguayos tenían un carácter de genocidas ¿no? Los mutilaban hasta
muertos”[37]. Creemos que este
calificativo no responde a un rechazo étnico del otro –propio de una instancia
de construcción de la identidad- sino más bien a la situación propia de la
guerra, en la que los bandos en pugna manifestaban el principio aprendido,
“muerte al enemigo para conservar la vida”.
Si nos detenemos por un momento a reflexionar sobre la mirada que el
excombatiente tiene del desenvolvimiento de la dirigencia del Ejército
boliviano, destacamos el comentario que hace de dos de sus comandantes, Germán
Busch y David Toro[38].
Al primero lo califica como jefe de temple, hombre valiente y audaz estratega.
Mientras que al segundo lo ubica en la categoría de jefe negativo, por su falta
de coordinación estratégica y por el mal ejemplo que daba a sus subordinados,
ya que se presentaba en ocasiones en estado de ebriedad. Esta actitud le
representa al excombatiente boliviano un acto de traición e indignidad en el
servicio de la patria como así también signo de incompetencia, “(...)
Nosotros hemos estado en el otro lado, aquí el cuerpo de caballería, aquí el
cuerpo de infantería, y nos cortaron de aquí, podríamos haber hecho el cerco
así (muestra en la mesa de posiciones) Pero no, hasta en eso ¿por qué? Porque
David Toro nos ha traicionado también ahí. Por que un comandante tiene que
estar pues lucido, no como un puerco”[39].
Por el contrario, al referirse al cuerpo
subalterno de soldados bolivianos no presenta esa dicotomía “buenos / malos”,
en todo caso resalta el sufrimiento de algunos de ellos, identificándose
personalmente con el conjunto de los soldados, a pesar de que él mismo llegó a ocupar
el grado de sargento.
Podemos constatar entonces que las opiniones que el entrevistado
expresa no están vertidas en sus memorias escritas. Es factible que ello sea
producto de una omisión voluntaria al momento de narrar versiones que no estén
de acuerdo con el discurso oficial legitimado por el Ejército. Debido a que “(…)
las memorias se producen y cobran sentido en cuadros sociales cargados de
valores y necesidades sociales enmarcadas en visiones del mundo”[40].
Marco social
En este último apartado nos interesa plantear la noción de marco social
desarrollada por Elizabeth Jelín[41],
quien sostiene que toda experiencia individual o colectiva se encuentra
mediatizada por el lenguaje y por la cultura en el que se expresa, piensa y
conceptualiza.
Entendemos que estos dos componentes, lenguaje y cultura, constituyen
el marco social que se manifiesta concretamente en instituciones tales como la
familia, la iglesia y el ejército, entre otras[42].
En consecuencia podemos aseverar que nuestro entrevistado nos relata sus
experiencias, interpretándolas desde un marco institucional militar que le da
sentido a sus narraciones y que fue internalizado durante su formación militar.
Precisamente encontramos que sus vivencias están traspasadas por la retórica militar
y ello se manifiesta en nociones y expresiones que emplea tales como “espíritu
cívico”, “la Patria me llamó”, “defender esta tierra que nos vio nacer”, “he
venido a defender a mi Patria y tengo que regresar a la línea”, “órdenes tenían
que cumplirse”. Así por ejemplo, cuando nos comenta la experiencia de la
muerte de sus compatriotas, nos hace reflexionar en torno a la idea de que
morir por la patria era la misión principal de todo combatiente boliviano ya
que entregar la vida en el campo de batalla era una cuestión de honor, “de vida
o muerte”.
Llegada a esta instancia del ensayo, nos preguntamos: ¿hasta qué punto
son convincentes los argumentos expresados por el excombatiente boliviano?, ya
que si bien muchas de sus aseveraciones son ciertas, tales como la falta de
agua y de vías de comunicación -definidos como factores que jugaron
negativamente en la contienda-, la descripción que hace de los fortines como “chocitas”,
o su referencia a las enfermedades que provocaron las bajas de los
contendientes, se constituyen en un conjunto de indicadores que pueden
constatarse por medio de la bibliografía existente y de otras fuentes orales
relacionadas con el tema general de guerra del Chaco. Por consiguiente,
queremos aclarar que hay circunstancias que posiblemente hayan ocurrido pero
que no pueden verificarse tales como las que se refieren al comportamiento de
David Toro o a los actos de homosexualidad entre un estafeta y su comandante[43].
De todos modos, nuestro entrevistado logró transmitirnos no sólo su
visión acerca de los hechos vividos sino también la convicción de que lo
narrado verdaderamente ocurrió. Esta apreciación la podemos relacionar con el
planteo de Alessandro Portelli cuando en uno de sus trabajos sostiene que “las
fuentes orales nos dicen no sólo lo que hizo la gente sino lo que deseaba
hacer, lo que creían estar haciendo y lo que ahora piensan que hicieron (...)
lo que creen los informantes, es en verdad un hecho histórico (el hecho de que
ellos lo crean) tanto como que realmente sucedió”[44].
Mas allá de la problemática vinculada a la metodología de investigación
empleada en la elaboración de un discurso histórico, que hace hincapié en la
explicación o interpretación de los fenómenos históricos, sostenemos que una
narración oral es el producto de una comunicación intersubjetiva entre dos
sujetos, entrevistador y entrevistado, en la que se intercambian la historia
personal de cada uno de ellos, sus ideologías y sus valores culturales o
visiones sobre una realidad social pasada que es recreada desde el tiempo
presente y desde los intereses vinculados a diferentes contextos históricos en los
que aquellos se encuentran.
Advertimos que el excombatiente boliviano y las entrevistadoras revelan
el lugar desde donde construyen sus versiones según el conocimiento que tienen
sobre el conflicto por el Chaco Boreal: el primero desde su vinculación con
FEDEX- CHACO (Federación de Excombatientes del Chaco) y aquellas a partir de la
relación con centros de investigación universitarios. No obstante, señalamos
que no se produce un conflicto ideológico por el poder de interpretación, en
los términos de Ronald Grele[45],
ya que por un lado el entrevistado no cuestiona lo que está legitimado por la
mencionada Federación y por otro, las entrevistadoras adhieren totalmente a su
versión oral.
Aún así y a pesar de la indicada ausencia de un conflicto ideológico,
que se evidencia en la entrevista analizada, señalamos que en el relato oral y
en las preguntas formuladas están latentes múltiples intencionalidades que
provienen de diversas subjetividades de los actores sociales involucrados
directa o indirectamente en la realidad histórica, objeto de comprensión y
explicación. Producto social del enfrentamiento de dos países pobres
económicamente, dependientes de dinámicas externas y con incipientes procesos de
configuración institucional.
En definitiva, resignificar lo expuesto por el excombatiente nos
posibilita explicar parte del funcionamiento del sistema sociopolítico de
Bolivia, al comprender sus mecanismos de legitimación que fueron expresados por
las acciones llevadas a cabo por el ejército, en un territorio que aún no había
sido incorporado a la lógica de dominación del “viejo orden político”. A la
vez, se puede entender que la movilización militar llevo, tanto a los hombres
reclutados en las levas como a los habitantes de la frontera sureste de
Bolivia, a cimentar la nacionalidad y las identidades pluriétnicas.
Para finalizar, creemos que es asignatura
pendiente continuar profundizando sobre las intervenciones del historiador en
la construcción de la narración oral del sujeto entrevistado, ya que concebimos
que el científico social es quien finalmente decide acerca de cuál es la
versión más acertada respecto a un determinado problema histórico, con sus respectivas
hipótesis de trabajo, puesto que posee autoridad y legitimidad institucional al
momento de interpretar la voz ajena o del otro. Sobre todo si se tiene en
cuenta que es la interpretación realizada por el investigador social sobre un
hecho particular la que se enriquece de la voz del entrevistado por lo que
dice, calla u olvida.
ANEXO
Sección 1. MAPA: Proceso
de delimitación fronteriza entre Bolivia y Paraguay
Fuente: Arze Quiroga, E. Las Relaciones internacionales de Bolivia 1.825 – 1.990. Ed. Los
Amigos del libro. La Paz-Cochabamba 1.991 P. 419.
Entrevistado: Excombatiente boliviano Entrevistadoras: Laura Ferrero, Lis Sempertegui
Nombre del Proyecto: “Visiones de un arduo conflicto americano:
la Guerra del Chaco (1932-1935)” Trabajo n°1223, CIUNSa
Fecha: 14 de julio de 2004 Lugar: Oruro (Bolivia)
Tipo de entrevista: abierta Duración:
1 hora Número de sesiones: 1 (una)
Descripción de temas tratados: Cinta 1, cara A: Movilización al frente de
batalla; primera experiencia en la zona de operaciones: descubrimiento de
víboras; acciones militares en Bogado, Ingavi, Corrales; relato sobre Hans
Kundt; pelea en los días de carnaval; acciones en puesto Beti; excombatiente
contrae una enfermedad: avitaminosis; descripción del espacio: falta de agua y
comida; excombatiente internado en Villamontes; relato sobre Carlos Banzer;
experiencia homosexual entre un sargento y su estafeta; acción en Cañada
Strongest.
Cinta 1, cara B: Acción en Cañada Strongest; música nacional levanta la
moral de los soldados; relatos sobre Joel Estigarribia, Germán Busch; Hans
Kundt; conflictos en la comandancia boliviana; acción en Cañada Santa Cruz;
utilización de distintas armas de fuego; varios repliegues hasta Carandaiti; impresión
acerca de los fortines; experiencia con David Toro en estado de ebriedad;
derrota boliviana en Irandaui por falta de agua; crítica a la improvisación de
los jefes militares; crítica a David Toro; acción en Laguna Camatindi; muerte
de dos soldados a su cargo; acción en Yaragua; aviso por radio de la cesación
de hostilidades; último día de guerra; regreso a Oruro.
2. 2 Currículo del
Entrevistado
Nombre: Mantenemos el anonimato del entrevistado al no
contar con el acuerdo de donación
Fecha de nacimiento: 10 de diciembre de 1911 Lugar de nacimiento: Cochabamba (Bolivia)
Lugar de residencia: Oruro (Bolivia) Profesión: ebanista, actualmente jubilado.
Grado militar: Sargento Título: Benemérito de la
Patria, Héroe Nacional de Cañada Strongest
Cargo que desempeña en la
actualidad: Vicepresidente de
FEDEX- Chaco en la sede de Oruro.
PREGUNTA: Nosotras primero
queríamos saber su nombre y el cargo que tiene usted.
EXCOMBATIENTE: Bueno el nombre es Melquíades Jaimes
Muriel, natural de Cochabamba. Umm, nací el 10 de diciembre del año 1911 y
presté mi servicio militar en el Regimiento Camacho 1° de Infantería. Mmm en el
mes de junio, el 23, llamó la Patria bajo banderas a los reservistas, entonces
yo estaba en servicio militar en el regimiento Camacho, entonces yo me alisté.
Tenía que cumplir el juramento que hacen los soldados en caso de un
llamamiento, de un conflicto, algo... tiene que acudir para defender. Y esto
entendido yo me presenté porque ya estaba fuera del cuartel, poco tiempo he
estado yo de civil. Y eh... acudí... la Patria me llamó a... me llamó a los
hijos bajo bandera para defender en esta tierra que nos vio nacer... y ya como
era amenazada por la guerra del Chaco del paraguayo... el fortín Santa Cruz,
que era el primer encuentro ¿no?
P: Exacto
E: Ya estaba yo en servicio
activo, me alisté para concurrir al campo de honor Chaco Boreal, entonces
contaba con 20 años.
P: ¡Qué joven!
E: Joven ¿no? Entonces el 5 de
agosto viajé en tren a horas 21 con dirección a Villamontes... Villazón,
frontera con Argentina. La despedida fue al son de música nacional ejecutada
con la banda del Regimiento. Y de allí entonces, llegamos por tren hasta Uyuni
donde nos recibieron con mucha atención, nos invitaron cigarrillos, nos
invitaron comida, té. Por eso le... le dieron la hija predilecta después de la
Guerra del Chaco porque en todo momento, dicen ¿no? a nosotros nos recibió muy
bien. De allí llegamos a Villazón, de Villazón nos alistamos para ir hasta
Tarija. Pero la situación económica de Bolivia estaba en una crisis tremenda,
ahora no hay esa crisis. No había trabajo, como solventar las necesidades del
hogar. En esta situación yo tuve que llegar a pie porque las movilidades nos
prestaron, las movilidades usadas y eh... claro, en el trayecto se
descomponieron y teníamos que caminar.
P: ¿Así que tuvieron que ir a
pie?
E: De Villazón nos fuimos en
movilidades hacia Tarija. Llegamos a la cuesta de Sama, de allí entonces ya las
movilidades nos traicionaron, diría así, se descompusieron y tuvimos que ir a
la cuesta de Sama, a Tarija a pie. De Tarija nos despedimos para ir rumbo a
Villamontes pasando por Palos Blancos y el camino era demasiado estrecho,
muchas veces porque estaba a la orilla del río Pilcomayo y a veces algunas
movilidades se desbarrancaron y morían soldados. Llegamos a Villamontes y
allí... yo fui de aquí con la Artillería 7 de Artillería al mando de un mayor
Felipe Rivera, eh... Antonio Seleme. Llegando a Villamontes nos detuvimos
algunos días y aprovecharon para hacerles trabajar pistas de aterrizajes.
P: ¿Para que construyan las
pistas?
E: Sí, porque nos teníamos
nada preparado. Como le digo no teníamos vías de comunicación, que es eso lo
que nos ha perjudicado. Allí entonces al grupo de Artillería pues, nos
dividieron en dos fracciones. La Artillería 7 a cargo de Seleme, Antonio
Seleme, la Artillería 8 a cargo de José Rosendo le decían no se su nombre. La
Batería 7 con destino al primer cuerpo que se encuentra al margen del río
Pilcomayo y la Batería 8 nos fraccionaron al tercer cuerpo ¿no? Y yo estaba en
la Batería 8, llegamos al 27 de Noviembre, a Santa Fe, de ahí a Fortín Ingavi.
De Ingavi nos trasladamos a eh... ah... al Fortín... ¿el nombre? Pero aquí está
establecido (señalando las hojas)
P: Siga, siga
E: De allí nos fuimos a ese
Fortín, fue la primera experiencia que tuve. Ahí a revelar al centinela ¿no? de
noche y me dice: hermano vas a tener cuidado, hay una guagua que llora aquí.
Pero ¿cómo, le dice, van a venir guaguas aquí? Y hemos estado junto a un
curichi ¿Saben lo que es un curichi?
P: No
E: Es un lugar donde hay agua
detenida. Yo cumplí con mi tiempo de estar de centinela y viene mi relevo... la
misma consigna: vas a tener cuidado. Yo escuchaba ¡unga, unga! como una
criatura ¿qué será? estaba pensando y le doy la misma consigna al otro: está
llorando una guagua. Al día siguiente el Regimiento con los que hemos estado,
también en Infantería, eran unos orientales. Le contamos el asunto ¿en qué
parte dice? Ahí por el curiche. A ver... vamos a ir a ver... habían sido
víboras
P: ¡Ay!
E: Más o menos del tamaño de
esta mesa (extiende los brazos), dos víboras así gruesas. Y los orientales
sabían cómo cazarlas. Las mataron a las dos y a cuartizar.
P: ¿Para comérselas?
E: Sí y cuando hacíamos cocer
a estas malditas, el agua se asemejaba a la leche. Y teníamos que servirnos
¿no? la primera experiencia. De ahí nos preparamos para ir a atacar la... el
Fortín Bogado que era de los paraguayos. Esto en el 3° cuerpo naturalmente. Y
el 15 de septiembre del año 1932 tomamos bogado ¿no? de Bogado a Baya (Bahía)
Negra, distaba 100 Km. Simplemente. Pero los paraguayos como estaban preparados
habían hecho una picada, un camino que era como una regla ¿no? los 1000Km. Que
teníamos. Y las consecuencias del tiempo nos obligaron regresar nuevamente a
Ingavi porque se inundó y recibimos la orden de retroceder, es decir, que a
nuestras piezas de artillería, teníamos que retroceder empujando, no teníamos
ya movilidades... hasta Fortín Ingavi. De Fortín Ingavi nos dijeron: vamos a ir
a ayudar a nuestros hermanos que están cercados en Boquerón. Entonces ya
boquerón había estado cercado ¡qué íbamos a ir hasta allá! De Ingavi nos
desplazamos hasta Fortín Camacho que era nuestro. De Fortín Camacho a Fortín
Loa, de Fortín Loa al Fortín Bolívar, de Fortín Bolívar a retomar Corrales. Ahí
hubo una tronadera tremenda y murió allí el que era mi comandante del
Regimiento Camacho en la 4° Batería, Flavio Cuenca, todavía me acuerdo yo... Y
los paraguayos tenían un carácter de genocida ¿no? los mutilaban hasta muertos.
Tomamos Corrales, de Corrales seguimos más adelante. Tomamos Puesto ah... Bethy
después de Bethy nos alistamos parar tomar ah... el fortín... ¡Caramba esta
mente!
P: Está bien
E: Bueno, entonces el
comandante del Ejército en campaña boliviano estaba Hans Kundt, el alemán que
era nacionalizado.
P: ¿Cómo era él?
E: Era general ¿no? pero a él
lo llamaron para que remplace a otro comandante que teníamos anteriormente
pensando de que íbamos a triunfar con él, pero no fue así eh... El había
mandado a hacer como un socavón para hacer volar un fortín y salvar a los de
Boquerón. Eso es lo que nos enseñan, no he actuado yo, no conozco Boquerón.
Buen, de ahí nos lanzaron de allá de frente, frontalmente y los paraguayos
tenían una táctica envolvente así (señala con las manos) para cercarnos. Era el
año 19... (tose) Perdón, el año 1933, los días de carnaval.
P: ¿Se acuerda?
E: Sábado y domingo de
carnaval, nosotros sacando heridos, muertos de ese ataque ¿no? y me acordaba yo
de Oruro, aquí hacían la entrada al socavón ¿no? y hacía una relación, aquí
nosotros estamos peleando y en Oruro deben estar de fiesta ¿no? De ahí nos
desplazamos, retrocedimos hasta Puesto Bethy. De Puesto Bethy nos
atrincheramos. Entonces ya estaba en Regimiento de Infantería 33 que estaba a
cargo del Coronel Salustiano Zelaya y me mandó en patrullaje con un grupo. Yo
ya era comandante de un grupo en el grado de Cabo. De Puesto Bethy a Puesto
Fernández ¿no? había una picada y cuando iba con mis soldados nos salieron de
aquí (señala con la mano) del norte también otra patrulla y nos sorprendieron
¿no? Gracias a Dios no hemos tenido ninguna baja. A los paraguayos les hicimos
correr monte adentro y nosotros tras de ellos ¿no? Regresé de ahí a dar parte.
En la noche llegué a puerto Bethy, entonces el Comandante era Zelaya: muy bien.
Y me dieron las felicitaciones por orden del Ejército. De ahí entonces me
enfermé yo con avitaminosis. Por falta de ácidos cítricos en el organismo
comienza a crecer las encías hasta cubrir la dentadura y sangra. Así que no
tenía yo como seguir ni alimentos.
P: ¿Era muy dura la vida en el
Chaco?
E:
Bueno, lo que hemos sufrido es precisamente por la falta de comunicación, es
decir, vías de comunicación... falta de agua ¿no? falta de agua y de comida.
Teníamos que buscar raíces para servirnos. Aquí tenemos por ejemplo en Oruro,
cactus. Eso nos servíamos.
P: ¿Comían eso solamente?
E: Sí y a veces había
tocorochi, es un árbol como corcho. Los soldados con el hambre lo mordían ¿no?
hacían como harina y hacían pan... se servían...porque la harina de tocorochi
hinchaba la barriga y mucho han muerto así. Bueno, lo que más hemos sufrido
eran las... los moscos ¿no? En partes habían bosques altos, en muchas partes
bajos, en otras partes había ¿cómo se llama?...arena, arenoso y allí por la
falta de agua teníamos que buscar eh... ciboy... A veces sacábamos así
pedacitos, otras veces así grandes para exprimir y tener de esa manera agua
paro era demasiado fresco, cuando uno se servía eso le atacaba a los nervios.
P: ¿Y cómo hizo para curarse
de su enfermedad?
E: Me trasladaron al puesto, a
un hospital que estaba en Ballivián, cerca al 1° cuerpo y cerca al río
Paraguay, no, al río...
P: Pilcomayo
E: Pilcomayo ¿no? De ahí me
trasladaron a Villamontes para curarme. A veces me pintaban todas las encías
para restar el avance del crecimiento de las encías, era un payaso yo. He
estado en Villamontes hasta sanar. De Villamontes me daron de alta y me
ofrecieron que me quedara allá en la maestranza. Entonces yo no dije, he venido
a defender mi Patria y tengo que regresar a la línea, con la idea de ir a mi
Regimiento, al 8 de Artillería, pero ¿dónde estaría? Y me incorporaron al
Regimiento 18 de Infantería Montes. Allí he estado con varias experiencias
positivas, negativas una a veces. Ahora entre los conductores del Ejército
boliviano había jefes de temple...
P: ¿Cómo cuáles?
E: ... Temple de acero pero
también había jefes negativos, cobardes. Según la historia del 1° cuerpo hubo
un Capitán, Carlos Banzer, no se si era padre, tío o qué será de...
P: Hugo Banzer
E: ...de Banzer. Otros me
decían que era padre... 9000 soldados ha hecho levantar las manos y se ha
entregado a los paraguayos ¿Por qué vamos a pelear entre hermanos? Esa era la
idea. La primera traición que hemos sufrido. Cuando ya estuve el Regimiento 18
Montes de Infantería ya teníamos que prepararnos para ir... ya el año 1934 a
Cañada Strongest y allí estaba el hermano menor del Comandante, el Jefe de
campaña del Ejército paraguayo Félix Estigarribia, su hermano menor Joel
Estigarribia. Hemos estado descansando y había un sargento, era de... cerca de
Santa Cruz y no tenía actitudes de comando... entonces se hizo cargo otro
comandante de grado inferior, pero este de quien les hablo tenía sus dos
estafetas, uno de ellos, yo le veía al Sargento seguirle a su estafeta en vez
de que su estafeta le sirva a él, pero eso me llamaba la atención ¿por qué?
Pero allí había habido homosexuales...
P: ¡No me diga! ¿Y ustedes los
descubrieron?
E: Sí y en ese descanso este
estafeta estaba echado de barriga en un lugarcito apartado leendo una carta que
había recibido de sus parientes. Echado así (muestra con el cuerpo) en el suelo
después de servirnos la comida, el rancho que le llamamos... sentimos un
disparo ¡Trin! ¿A qué estará jugando? Cuando al poco rato ¡Tron! Otro
disparo... de repente ya están aquí los paraguayos... vamos a verlo... el
sargento lo mató primero a su...
P: Estafeta
E: ...a su estafeta. De esta
manera hemos descubierto que estaban en... y él se suici... se pegó un tiro...
los dos murieron.
P: ¿Ese fue el único caso que
vio de homosexuales o hubo otros?
E: No... Y de ahí nos
preparamos para ir a Cañada Strongest
P: ¿Quién fue el nuevo jefe
después de que el Sargento murió?
E: Entonces ya el jefe de
nuestro Regimiento era una tal Pinto ¿no? Coronel Pinto ¿pero qué iban a hacer
ya? Dos bajas así de ese sentido. Buen, de ahí nos preparamos para ir a
reforzar el cerco. Allí ya el 17 de mayo comenzamos a caminar, 18, 19, el 20
hemos estado entrando y había un jefe de temple de acero, ah... Desiderio Rocha
Mayor, él había roto la línea en otro sector y estaba viniendo. Ahí lo hirieron
de muerte cuando tare en una frazada como camilla 4 soldados. Pero no se me
quita su cara de este jefe con la frente perlada de sudor, los labios resecos,
impartiendo todavía aliento a los soldados que le cruzaban ¡Adelante muchachos
que el triunfo es nuestro! De esa manera yo me apresuré a tomar contacto al ala
derecha del Regimiento 7... 5 de Caballería Lanza. Tomé y cerramos el cerco el 20
de mayo del año 1934. De allí buscaba Joel Estigarribia lugares por donde
romper la línea y no podían. Yo tenía a mi cargo siempre a mi grupo, todavía no
me ascendieron.
P: ¿Cuántos hombres eran?
E: Eran 12 hombres nada más, a
veces bajas tenían que remplazar ¿no? Y de allí resultó de que nos fuimos y
seguimos. El 20 de mayo le hemos cercado. Pero después de salir ya del Chaco yo
tenía una conocida paraguaya que era farmacéutica. Ella trabajaba aquí.
P: ¿Aquí en Oruro?
E: Aquí en Oruro porque uno de
mis amigos por motivos de antes de que haiga la guerra fue deportado al
Paraguay y ahí se había casado con esta señora doctora. Y él me dijo. Te voy a
conseguir cuando yo vaya un libro de esta batalla de Cañada Strongest. Y lo
tengo como recuerdo de eso ¿no?
P: Y usted aquí tiene su
medalla como héroe de Cañada Strongest
E: Me han declarado héroe
nacional. Y de allí los soldados y la tropa estaba desanimada... 23 de mayo, me
acuerdo todavía yo de la fecha y aquí también está (señala las hojas que tiene
en la mano) De repente empieza a tocar nuestros bailes autóctonos ¿no? Cuecas, bailes, paquiraris…pero los
soldados estaban como en una ilusión…nuevamente nació el espíritu cívico y a
seguir luchando. Y vino un avión enemigo a lanzar bolsas, una bolsa cayó en
nuestra línea y dos bolsos adentro del reducto…había sido hielo
P: ¿Hielo?
E: Si como no tenían agua y nosotros tampoco no
teníamos agua, pero los soldados cómo se alegraban ¿no? Para nosotros era un
aliciente…Pero la banda, la música cómo los ha puesto, como el león que
defiende a sus cachorros
P: ¿Y cómo era la relación de ustedes con los paraguayos?
E: ¿Ah?
P: ¿Ustedes cuando fueron a
pelear, no es cierto, a la guerra con Paraguay, ustedes odiaban a los
paraguayos, que sentimientos tenían?
E: Bueno a veces porque eran sanguinarios naturalmente nacía el odio
¿no? Pero después voy a decir: De ahí el 25, 6 días de cerco no querían
entregarse ¿no? Y Joel Estigarribia había pensado hacer una treta ¿no? Distraer
con bandea blanca para conversar con los bolivianos y ese momento a los
soldados paraguayos que se lancen. Pero los bolivianos pensaron de que ya
levantaron y se metieron adentro, de esa manera hemos tomado prisioneros…los
llevaron y también está aquí (muestra las hojas). Se rindieron al regimiento 5ª
de caballería, el comandante era Pachieri Blanco. Allí mismo entonces hicieron
acto de rendición, de esa manera lo tomamos prisioneros pero los paraguayos en
estos momentos de fracaso para ellos las han sometido a un juicio en plena
campaña ¿no?...En Bolivia hemos tenido jefes buenos, de temple…Germán Busch que
después será…ah…
P: Presidente
E: Presidente. Un camba que le decíamos
P: ¿Cómo le decían?
E: Camba porque era oriental. Busch era
cuatrereador ¿no? A veces se vestía con la vestimenta paraguaya y se entraba a
servir con los paraguayos para recoger investigaciones y hacía ambas cosas…Y el
otro que era cuatrereador era un tarijeño…también de ese mismo temple, por el
otro lado, el 2ª cuerpo, en el 1ª cuerpo Busch… inclusive había entrado al
cerco de Boquerón. Les dijo: vámonos hermano, a Marzana; no, dice, es que he
recibido órdenes de no moverme de aquí. Ordenes tenían que cumplirse. Entonces
ya el comandante de la campaña del ejército boliviano era ya otro, Enrique
Peñaranda. Al alemán Hans Kundt lo despidieron porque los mismos jefes dijeron
¿por qué nos a de mandar, acaso no tenemos jefes de aquí nacionales? De esa
manera él renunció y nuevamente se fue a su Patria.
P: ¿Y ustedes preferían un jefe boliviano, ustedes los soldados?
E: Bueno, sinceramente el que debía ser como jefe del Ejército de
campaña era Bilbao Rioja porque ese era el llamado, pero los entredichos de los
jefes mismos perjudicaban ¿no? Después de haber tomado prisionero en
Laguna...en... Strongest, en vez de empujar adelante nos hacen retroceder.
Hemos ido a parapetarnos a Campo Santa Cruz. Ahí hicimos posiciones y los
paraguayos también, estaba a una distancia prudente de unos 100 metros, 50
metros en parte
P: Cercanos
E: Nos decían bolí, bolivianos uno de estos días vamos a darle serenata,
así nos gritaban
P: ¿Y ustedes?
E: ¿Qué clase de serenata nos darán estos? Todo su Ejército lo han
concentrado ahí. El 10 de julio del año 1934 a las 5 de la mañana rompen el
fuego los paraguayos y nos cortan la línea y nosotros hemos tenido que hacer un
cerco para detener. Ahí tuve otra experiencia de uno de mis soldados. Ya cuando
hicimos... la tronadera de los paraguayos era ¡¡¡increíble!!! Soldados que
estaban en sus posiciones con troneras de troncos han sido enterrados en sus
mismas posiciones y muertos. Toda la artillería pesada, liviana, ah...
fusilería ¿cómo se...? Esas cosas tenían un poderío de fuego tremendo ¿no?
P: ¿Y ustedes no tenían armas?
E: Nosotros no teníamos... Cuando de repente en ese tiroteo le oigo
cruzar un sirviente de una pieza liviana, de ametralladora gritar ¡ay! Cuando
le veo sangrando los labios sin tocar la dentadura una bala, figúrese ¿no? Y ha
regresado hasta su casa aquí. Después de eso el 10 de julio, el 11, el 12 de
julio una lucha tremenda ¿no? No teníamos agua, no teníamos comida. Ahí he
comido yo inclusive carne de loro. Tiene más de 100 años de vida ¿no? ¿Pero
cuántos años tendría? Una carne dura que no podíamos cocer en tres días
P: ¿En tres días no se cocía?
E:
Si pero había que mascarla. De ahí nos hicieron retroceder otra vez, orden de
repliegue hasta…hasta Laguna Tarija, de Laguna Tarija hacia Garrapatal, era un
lugar, que las garrapatas estaban viviendo pero ahí había agua, ahí nos
posicionamos pero las garrapatas ¡caramba! Bueno de ahí repliegue otra vez
hasta Lafaye, de Lafaye nos llegamos hasta Carandaití, ahí Picuiba también
hemos dejado. En Carandaiti para reorganizarnos, para ir a retomar esos
lugares…hay puestos…Villazón…Tarija…como pequeños fortincitos. El fortín para
mí cuando he entrado yo pensé que era una aldeíta ¡no!. En el bosque, en el
camino nomás una chocita, un fortín.
P: ¿Eso era?
E: Eso era. De allí para ir a retomar estaba a
cargo el…mayor David Toro. Era un momento de censura para este jefe… ¡Vayan
nomás adelante! Agarrado de dos matacas ¡borracho como un puerco! Así no se
comanda un ejército y eso a mí me consta nadie me lo ha contado.
P: ¿Usted lo vio?
E: ¡Claro! Y allí retomamos Picuiba. Ahí nos posicionamos de Irandaui
¿no? Que era un puesto de sanidad. Hicimos troneras y teníamos que ir a cortar
Lafaye porque los paraguayos vinieran ay (ahí) para hacer un movimiento
envolvente pero se nos adelantaron, nos tomaron Irandaui, hemos tenido que
retroceder otra vez. Y ahí el cuerpo de caballería ha sufrido una derrota
¡tremenda¿ por falta de agua y la insolación han tenido que votar sus
armamentos, sus pertrechos, cuanto hay, para salir hacían 27 de noviembre. Como
quien dice, sálvate como puedas. Cuando el comando si hubiese pensado bien
nosotros hemos estado en el otro lado, aquí el cuerpo de caballería, aquí el
cuerpo de infantería y nos cortaron de aquí, podríamos haber hecho el cerco así
(muestra en la mesa las posiciones) pero no, hasta en eso ¿porqué? Porque David
Toro nos ha traicionado también ahí. Porque un comandante tiene que estar pues
lúcido, no como un puerco. Y aquí en tiempo de paz todavía he hecho reminiscencia
y un coronel me llamó la atención. Yo dije mi coronel, usted no conoce, a mí me
consta, nadie me lo ha contado, le he dicho pues ¡Es por eso que he dicho en mi
discurso esto! (Golpeando la mesa con el puño) Después de eso otra vez el
repliegue hasta Laguna Camatindi, ahí ya tenía el grado de sargento, ya tenía
tres grupos a mi mando. En Laguna Camatindi a uno de mis soldados le abrieron
como con cuchillo, una bala aquí (señala el estómago) y todos los intestinos
afuera. Tuve que decirle que me lo saquen al puesto de comando…murió, se le
enfriaron. Y otro comandante de grupo, de sección también, era paceño, Mendoza,
a ese aquí (señala el abdomen) como con…si le hubiesen cortado con cuchillo
así. Me decía ¡¡hermanito mátame, mátame de una vez!! ¡No quiero sufrir! Le
amarré con una toalla y les dije ¡sáquenlo rápido nomás! También se le enfrió
los intestinos, murió. Bueno, de ahí ya los paraguayos se habían introducido
hasta Charagua. Me sacan para ir a reforzar el cañadón que conducía al pueblo,
querían tomar las petroleras y era un cañadón estratégico. Me parapetee ahí
porque 2,3 soldados de la artillería 5 se habían parapetado. Yo con mi sección
me fui allá, de esa manera hemos tenido que desalojar a los paraguayos. Cuando
bajé en la retoma me posicionó a un costado de ese cañadón que tenía como un
río ya a la derecha y había uno que tenía su propiedad que tenía sus naranjas.
Después de 50 años yo regresé al lugar ese. He mirado…ah, aquí he estado…bueno,
derramé lágrimas. Después de 50 años un solo benemérito sobreviviente he
encontrado en Yaragua.
P: ¿Uno solo?
E: Uno solo. Bueno, de ahí, después de retomar Yaragua empujamos a los
paraguayos por el…la picada 27 de noviembre. Yo he estado cubriendo el ala
derecha de la línea principal con mi sección. Cuando ya estábamos en el mes de
junio del año 1935 radio Cochinos nos dice, dice que ha de haber cesación de
hostiñlidade3s, no ha de haber ya guerra.
P: ¿Ustedes lo escucharon por radio?
E: Sí, ya otra treta están tejiendo estos, haya que tener mucho
cuidado. Cuando a las 12 del día tenía que ser la cesación de hostilidades, as
las 6 den la mañana recibimos la orden: a quemar el último cartucho. Una
tronadera tremenda, en esos instantes también ha habido muertos de ambos lados
tanto de los paraguayos como el nuestro. Llega las 12, una…un silencio
sepulcral. La atmósfera disipándose de la pólvora. 14 de junio ¡Punto! De ahí
me sacaron y me dieron un regimiento para que comande en tiempo de paz. Yo como
había dejado a mi madre con mis hermanos menores no quería saber nada. Me voy
nomás señor. Me ofrecieron el grado inmediato, ofrecieron 5 hectáreas y
mantención por un año. No, dije, me voy nomás, con la idea de ver a mi papá, a
mis hermanos. Y así me vine. Cuando llegué el 11 de septiembre del año 1935
hasta Machacamarca ¿conocen?
P: Sí
E: He tenido que subirme encima del vagón yo para ver Oruro ¿no?...la
alegría…Y a mi estafeta le digo: vas a tener cuidado mi equipo. Y estando en el
Chaco yo fabriqué una guitarra de poro, un charango de poro, un mandolina, yo
tocaba mandolina también de poro, todo eso estaba y algunas cosas de recuerdo
de la campaña del Chaco. Cuando veo a mi hermana y a otra amiga en la estación
¡ras! Y me bajo a saludarles ¿no? Voy a recoger y mi estafeta se había
encontrado con su esposa, pues, se olvidó ¿Quién se lo cargaría? De esas manera
no he tenido o documentos escritos.
P: Claro.
E: No, pero esto les va a servir lo que me he recordado a grandes
rasgos ¿no? 6 hojas y me gustaría que lo tengan como recuerdo (emocionado), con
la voz entrecortada
P: Bueno, muchísimas gracias para nosotras es muy importante el
testimonio de alguien que realmente estuvo ahí.
RESUMEN
La versión oral de la guerra del Chaco en el
testimonio de un excombatiente boliviano
El presente trabajo tiene como objetivo central
analizar el testimonio oral de uno de los sujetos que protagonizaron aquél
acontecimiento histórico tan impactante y trascendente para la sociedad
boliviana, tal como lo fue el conflicto bélico por el Chaco Boreal entre
1932-1935, comunicado en la versión de un excombatiente boliviano. Para lograr
una interpretación significativa de la entrevista que se le realizó nos
proponemos reflexionar en base a algunas variables tales como: a.
Comunicación intersubjetiva, b. Estrategias militares, c. Percepción del
espacio, d. Concepción del otro, e. Marco social; a fin de reconstruir sus
experiencia influenciadas por el discurso militar que es reanimado en los
escenarios de la guerra.
Palabras claves: Testimonio oral – Guerra del Chaco – Institución
militar
ABSTRACT
Oral version of the
War of Chaco through the testimony of an bolivian excombatant
The
present writing has as main objective, to analize the oral testimony of one the
subjects who lead that historical event, so impacted and transcendental for the
Bolivian Society. In a similar way it happened with the bellicose combat for
Chaco Boreal, between 1932-1935, whose fact was comunicated by a bolivian
excombatant. To get a significan translation about the interview which was made
to him. We have the purpose to reflect according to some variables, such us: a. the intersubject comunication, b.
Military strategies, c.Perception of space, d. Conception of the other, e.
Social environment; so that it may be posible to rebuild their experiencies
recreated in the war stages.
Key words: Oral testimony – Chaco’s War – Military institution
Notas
(*) Profesora y licenciada en Historia. Docente Adscripta a la Cátedra de
Historia Medieval. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades. Universidad
Nacional de Salta. Mail: lauf20@hotmail.com
(**) Profesor en Historia. Auxiliar Docente 1° en las Cátedras de Historia de América III e Historiografía. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Salta. Miembro del CEPIHA (Centro Promocional de las Investigaciones en Historia y Antropología) e integrante de proyectos de investigación en el CIUNSa (Consejo de Investigaciones de la UNSa). Mail: gustavo_parron@hotmail.com
[1] Trabajo N°1223, evaluado
y aprobado por el CIUNSa.
[2] Cfr. Informe Final del Trabajo de Investigación Nº1223. 31 de Marzo de 2005. CEPIHA. CIUNSa. Inédito
[3] A pesar de que sus
memorias escritas encuentran aceptación en asociaciones estatales, como la
Federación de Excombatientes del Chaco, parte de la narración oral que
obtuvieron las entrevistadoras no está registrada en esas memorias.
[4] Cfr. Informe Final. Ibidem.
[5] Cfr. HALPERÍN DONGHI, Tulio; Historia de América Latina Contemporánea.
[6] CAMPERO, Prudencio Fernando (dir): Bolivia en el Siglo XX, Harvard Club de
Bolivia. La Paz. 1999.
[7] SALZMAN, Mariano: “Guerra y transformación
sociopolítica. Bolivia y Paraguay en los años treinta”, en ANSALDI, Waldo (ed):
Tierra en Llamas. América Latina en los
años 1930. Al Margen. Argentina 2003
[8] DE MESA, José; GISBERT, Teresa y MESA GISBERT Carlos:
Historia de Bolivia. 2ªEdición.
Gisbert. La Paz. 1998. ZAVALETA MERCADO, René: “Consideraciones generales sobre
la historia de Bolivia (1932-1971)” en GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo (coord.) América Latina. Historia de medio siglo.
T1. Siglo XXI. 1ªedición. 1977. 3º edición 1982. KLEIN, Herbert: “Bolivia desde
la guerra del Pacífico hasta la guerra del Chaco” en BETHELL, Leslie (ed.): Historia de América Latina. T 10.
Cambridge. Crítica. Barcelona. 1992. MIRANDA PACHECO, Carlos: “Del
decubrimeinto petrolífero a la explosión del gas” en CAMPERO, Prudencio. Ob. cit
[9] Benito Fernández, sostiene que la Guerra del
Chaco se trató de una contienda bélica inducida “por transnacionales del
petróleo que se disputaban el territorio haciendo pelear a pueblos hermanos”.
Con relación a esta apreciación, deseamos aclarar que la persona entrevistada
no expresa abiertamente su opinión respecto a la influencia externa de las compañías
petroleras transnacionales tales como la Royal Dutch o la Standard Oil
norteamericana (como si lo podemos observar en otro tipo de entrevistas
consultadas) centrándose mas bien en un factor explicativo interno causante de
la derrota de los bolivianos por parte de los paraguayos, como por ejemplo la
mala conducción de los jefes militares del bando boliviano.
[10] ARZE AGUIRRE, René: Guerra y conflictos sociales. El caso rural boliviano durante el
conflicto del Chaco. CERES. La Paz, Bolivia. 1988.
[11] FIGUEROA SOLÁ, Eulalia y PARRÓN, Mario
Gustavo: “Un espacio territorial en litigio durante la guerra del Chaco
1932-1935”, en MATA DE LÓPEZ, Sara y ARECES, Nidia (Coord.) Historia Regional. Estudios de casos y
reflexiones teóricas. EDUNSa. Universidad Nacional de Salta. CEPIHA. 2006.
[12] CANELAS, Demetrio: La guerra del Chaco. Documentos. Cochabamba. 1987; CÉSPEDES,
Augusto: Crónicas heroicas de una guerra
estúpida. Juventud. La Paz. 1975; ICHAZO URQUIDI, Armando: Acciones y hombres olvidados.
Universitaria. Tarija 1980; GUZMÁN, Augusto:
Prisionero de guerra. Juventud. La Paz. 5ª ed., 1978; MOSCOSO, Oscar: Recuerdos de la guerra del Chaco. Lux,
La Paz. 1995 (1ª Ed., 1934); SAAVEDRA PELAEZ, Alberto: Boquerón, Memorias de un soldado. Juventud, La Paz, 1990; SELAYA,
Salustio: Documentos y memorias de la
Guerra del Chaco. Urquiza, La Paz, 1972.
[13] SALZMAN, Mariano. op.
cit. Pp.348-349
[14] Cfr. BAPTISTA
GUMUCIO, Mariano: Historia Contemporánea de Bolivia. 1930-1976, Ed.
Gisbert, La Paz, 1976.
[15] Véase Mapa del
proceso de delimitación fronteriza entre Bolivia y Paraguay, en Anexo, Sección
1, pp.161.
[16] DE MESA, José; GISBERT, Teresa y MESA GISBERT, Carlos. op. cit. Pp. 544-545.
[17] Cfr. BAPTISTA
GUMUCIO, Mariano. op. cit.
[18] DE MESA, José; GISBERT, Teresa y MESA GISBERT,
Carlos. op. cit.. Pp. 533.
[19] SALZMAN, Mariano. op.
cit.. Pp. 360.
[20] JOUTARD, Philippe: Esas
voces que nos llegan del pasado, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
1999.
[21] Ibidem.
[22] Véase Anexo Sección
3. Entrevista.
[23] El establecimiento
de fortines formaba parte de un proceso más amplio de penetración humana y de
ocupación del espacio territorial caracterizado entre otras cosas por la
introducción de animales y la instalación de puertos y líneas férreas. Por otro
lado, a los fortines llegaban destacamentos de oficiales y soldados y desde
allí incorporados en distintos regimientos e instituidas las respectivas
instrucciones militares emprendían la marcha a las zonas de operaciones, es por
esa razón que la destrucción de los fortines significó no solo la desarticulación
de la vida militar y la obstrucción de las directivas militares sino también
una contramarcha respecto al dominio territorial.
[24] Proporcionada por el
excombatiente a las entrevistadoras momentos previos a la conversación. No la
incluimos en el anexo del presente trabajo por razones de espacio.
[25] El entrevistado sólo
recuerda el nombre de la dirigencia, obviando el de los soldados subalternos.
[26] “Curichi” se refiere
al sitio con agua estancada. Suponemos que este término fue utilizado por los
soldados de entonces.
[27] Estos mismos
obstáculos también son destacados por la historiografía tradicional de Bolivia
como factores explicativos del fracaso de los bolivianos ante los paraguayos
durante la guerra.
[28] Cfr. Anexo, Sección
3, Entrevista.
[29] Cfr. Anexo, Sección
3, Entrevista.
[30] Cfr. Anexo, Sección
3, Entrevista.
[31] La historiografía boliviana
tradicional plantea la imagen del soldado boliviano convertido en mártir por
medio de acciones militares que implicaron derramamiento de sangre. Está
presente la idea de que los que participaron en la guerra contribuyeron a la
configuración de la Nación boliviana.
[32] JELIN, Elizabeth “¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias?”, en Los
trabajos de la memoria, Siglo XXI, Madrid, 2002.
[33] Rafael Archondo
considera que el ejército boliviano, influenciado por la ideología del
positivismo, no había incorporado al sector indígena considerado por algunos
sectores sociales como un elemento de caos para el desarrollo social. Sin
embargo, a partir de 1920 por un proceso de profesionalización de esta
institución crece la incorporación en ella de los indígenas que, por cierto,
constituían la mayoría de la población. Véase ARCHONDO, Rafael “El positivismo:
manual de guerra para el ejército boliviano”, Revista Boliviana de Ciencias Sociales
Tinkazos, EDOBOL. Bolivia, 2002, Nª 11.
[34] Véase PARRÓN, Mario Gustavo: “El protagonismo
social de las comunidades originarias de la Región andina. Bolivia 1898-1932”,
en Anuario de Estudios Bolivianos,
Archivísticos y Bibliográficos Nº11. Ediciones Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia. Sucre. 2005.
[35] Crf. PARRÓN, M. G. Ibidem.
[36] Cfr. Anexo, Sección
3, Entrevista.
[37] Cfr. Anexo, Sección
3, Entrevista.
[38] También en la lista
de jefes “buenos” se encuentra Bilbao Rioja, y en la de los jefes “malos” Hans
Kundt y Carlos Banzer.
[39] Cfr. Anexo, Sección
3, Entrevista.
[40] JELIN, Elizabeth; op. cit. pp. 23.
[41] Ibídem
[42] Según Jelin, esta perspectiva plantea la disponibilidad de
herramientas simbólicas (lenguaje y cultura) como precondición para el proceso
en el cual se construye la subjetividad del individuo.
[43] Véase Anexo, Sección 3, Entrevista.
[44] PORTELLI,
Alessandro: “Lo que hace diferente a la historia oral” en: AAVV: La historia
oral, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991, pp. 42-43.
[45] En GRELE, Ronald “La historia y sus lenguajes en la entrevista oral:
Quién contesta las preguntas de quién y porqué”, Historia y Fuente Oral,
Barcelona, 1991, Nº 5.