La versión oral de la Guerra del Chaco en el testimonio de un excombatiente boliviano

 

Laura Daniela Ferrero(*) y Mario Gustavo Parrón(**)

 

Introducción

A principios del año 2004 emprendimos desde la Cátedra de Historia de América III, un Trabajo de Investigación titulado “Visiones de un Arduo conflicto americano. La guerra del Chaco 1932- 1935”, bajo la dirección de la Profesora Eulalia Figueroa Solá[1]. El equipo de investigación a cargo de su realización determinó por entonces algunas metas, que a los fines de la elaboración del presente ensayo las compartimos seguidamente.

En primer lugar, convenimos en realizar un análisis comparativo de la historiografía boliviana tradicional respecto a las perspectivas renovadoras de los estudios recientes. Por otro lado, utilizamos la prensa de Salta escrita en la época, a fin de indagar en las opiniones que se planteaban acerca del conflicto bélico. También nos propusimos estudiar el proceso internacional latinoamericano, señalando la actuación de la Comisión de Neutrales en la fase final de la guerra. Finalmente, debido a que consideramos vital el uso de la fuente oral para el desarrollo de esa investigación, realizamos algunas entrevistas a excombatientes -a quienes se reconocen como Beneméritos de la Patria- a los efectos de contrastar sus narraciones orales con los conceptos e ideas presentados en las diferentes perspectivas historiográficas y en los diarios consultados[2].

En relación con éste último propósito, presentamos a continuación el análisis crítico del testimonio oral de uno de los sujetos que protagonizaron aquél acontecimiento histórico tan impactante y trascendente para la sociedad boliviana, tal como lo fue el conflicto bélico por el Chaco Boreal ocurrido entre 1932-1935, y que nos es comunicado en la versión de un excombatiente boliviano. Su actuación en el territorio de litigio, sea relevante o aún anónima para el colectivo social boliviano (del tiempo presente), constituye en si misma una experiencia significativa resultado de la interacción de este individuo con sus compatriotas en las zonas de operaciones; o bien representa el producto de una construcción discursiva que es a la vez real y recreada desde su historia de vida y vivida.

Por consiguiente, interpretar las palabras y enunciados de nuestro amable entrevistado se constituye en nuestro principal objetivo, permitiéndonos no sólo acceder a la dimensión subjetiva de los procesos sociales de Bolivia desde principios y hasta mediados del siglo pasado, sino también nos ayuda a interiorizarnos en las mentalidades, creencias y prácticas ordinarias -transformadas en extraordinarias- de aquellos actores sociales que, como el nuestro (creemos aún) no han dejado un registro oral que fuera legitimado por los discursos dominantes, dentro del contexto nacional boliviano[3].

Como la idea es tratar de interpretar significativamente el contenido de la entrevista, hemos tenido en cuenta algunas variables: a- comunicación intersubjetiva, b- estrategias militares, c- percepción del espacio, d- concepción del otro, e- marco social; a través de las cuales se podrá realizar una lectura de las experiencias del excombatiente boliviano en los escenarios de la guerra y asimismo proponer nuestra versión de la misma. No obstante, previamente haremos referencia a los aportes historiográficos referidos a la temática de estudio, la guerra del chaco, y al momento histórico en el que la misma se desarrolló.

 

Aportes historiográficos a la temática de estudio[4]

Una mirada de conjunto sobre la bibliografía producida en el último cuarto del pasado siglo, acerca del conflicto bélico por “la frontera sureste”, da cuenta de los aportes teóricos-metodológicos introducidos tanto por la producción historiográfica de Bolivia como por aquella que proviene de ámbitos académicos de otros países.

Desde una perspectiva historiográfica renovadora se plantea la posibilidad de hacer una nueva historia política, empleando en la construcción de los hechos sociales, aquellas variables socioeconómicas y culturales que permiten la interpretación del complejo proceso político boliviano durante el siglo XX. Se observa en los textos consultados la preocupación de los investigadores sociales por insertar ese proceso en un todo mayor que es Occidente y particularmente América Latina. Por ejemplo, los autores destacan que las repercusiones de la crisis de 1929 en el interior de la sociedad boliviana, es uno de los factores explicativos del desencadenamiento de la guerra[5]. En tal sentido, para alcanzar mejor explicación del proceso histórico, se reactualizan algunos marcos teóricos de los ciclos políticos y económicos y de la teoría de la modernización proporcionados por la sociología histórica. Esa influencia se manifiesta concretamente en el trabajo multidisciplinario propuesto por Fernando Prudencio Campero[6].

Otro de los aportes de la mencionada disciplina se evidencia en la utilización del método comparativo. Así pues al analizar los sistemas de dominación social paraguayos y bolivianos, con similares variables, se llega a la conclusión de que la guerra no sólo aceleró la descomposición del orden político, acentuándose la debilidad institucional del estado oligárquico, sino también generó un proceso de transformaciones sociopolíticas expresado en un nivel institucional y organizacional estatal y desde los sectores subalternos de la sociedad (sectores bajos o medios, urbanos y rurales). Con respecto a la reflexión sobre esas instancias de mediación, se hace hincapié en la producción bibliográfica, en el estudio de la etapa de transición -1932/35 hasta 1952- en la que nuevos actores sociales y políticos reasumieron protagonismo político tras la contienda, resignificaron la ciudadanía y aceleraron el proceso de construcción de la nacionalidad en Bolivia[7].

Ahora bien, en el marco del estudio del conflicto bélico por el Chaco Boreal también es posible identificar en las recientes interpretaciones de Mesa Gisbert, Zavaleta Mercado, H. Klein y Miranda Pacheco[8] entre otros, un replanteo sobre la cuestión del petróleo[9] y acerca de la incorporación de la problemática interétnica, a los efectos de precisar los factores explicativos de la contienda. Estos enfoques complejizan aún más el análisis e introducen nuevas estrategias metodológicas tal como la técnica de la entrevista oral, cuyo empleo se evidencia en la obra de René Arze Aguirre[10], posibilitando que se replanteen significativamente algunos asuntos vinculados a los conflictos sociales internos y a los factores de desestabilización de la dinámica social del ámbito rural boliviano. Reflexión que puede contrastarse o complementarse con los testimonios orales de excombatientes, en gran medida de campesinos indígenas.

Este tipo de fuente oral nos permite un acercamiento a la subjetividad de esos sujetos, conociendo la disponibilidad que tuvieron ante el reclutamiento militar, el tipo de relación establecida entre “los pilas” y “los bolis” (como se llamaban mutuamente los contrincantes) y entre estos últimos entre sí, o bien para lograr una percepción respecto de la experiencia vivida en el espacio territorial antes y durante el litigio[11]. Se logra de esa manera no sólo la construcción de los acontecimientos pasados (narración) sino también una resignificación (análisis) de los mismos, gracias a la contribución de aquellos hombres que al relatarnos sus historias de vida (atravesadas por la guerra) nos hacen pensar en sus historias “debidas”.

Finalmente, se puede apreciar como la bibliografía relativa al conflicto bélico se enriquece con memorias de campañas, editadas o reimpresas entre los años 1970-1990. Los protagonistas de la lucha se desdoblaron en autores que ofrecen riqueza vivencial y anecdótica que es interesante analizar, en cuanto es proceso de construcción ideológica del imaginario colectivo[12]. De ahí que una nueva modalidad historiográfica enriquece el objeto de estudio al problematizarlo desde una perspectiva local y regional, ya que a través de la misma se interrelaciona la diversidad cultural, étnica y social con el espacio que se redefine en cada momento histórico. Lográndose articular lo material y lo simbólico, percibido, interpretado y realizado por quienes lo habitaron.

Dichas fuentes escritas revelan en su totalidad aquél movimiento social y económico que se llevó a cabo en la sociedad boliviana, en los espacios que consideraron de frontera, en los que se demandó un compromiso social que evidentemente coadyuvó a configurar un nuevo arquetipo de nación, construido desde marcos sociales (instancias de modernización política) que fueron transformándose, luego de finalizada la guerra.

 

Momento histórico

La Guerra del Chaco (1932-1935) constituyó una bisagra en la historia de Bolivia, como así también del Paraguay. En el caso boliviano fue a la vez el catalizador de la crisis estructural del orden oligárquico y el acelerador de las transformaciones que acabarían con dicho orden en la Revolución de 1952.

Durante cincuenta años había dominado Bolivia un modelo oligárquico que atravesaba por una crisis terminal debido al mantenimiento de un sistema de exclusión y de explotación de la mayoría de la población indígena y campesina. Por un lado, exclusión política puesto que el derecho a la participación política estaba restringido al sector masculino, blanco y mestizo, alfabetizado e hispano parlante, es decir, a una ínfima parte de la población. Por otro lado, explotación económica ya que en las zonas rurales predominaba el sistema de haciendas donde el propietario cedía parcelas de tierra al indígena y le imponía obligaciones de producción agrícola y servicios personales (conocido como pongueaje) a expensas de los dominios comunitarios[13].

Además influía en la crisis estructural oligárquica el hecho de que la economía boliviana dependía casi por completo de las actividades mineras, en especial de las del estaño que representaba más del 70% de las exportaciones. La producción y la exportación del mineral estaban dominadas por los “barones del estaño” Simón Patiño, Mauricio Hoschild y la familia Aramayo y por aquellos políticos, militares y periodistas que defendían sus intereses, conocidos como la “rosca”. La debilidad de la minería del estaño consistía en depender de los precios internacionales lo que se evidenció en la crisis de 1929 cuando una gran contracción de la demanda industrial hizo descender aparte de los precios la producción del estaño.

En el marco de esta crisis económica, en 1931 asumió la presidencia Daniel Salamanca del Partido Republicano Genuino (división del Partido Republicano que gobernaba desde 1920 y estaba liderado por Bautista Saavedra). Para enfrentar la grave situación socioeconómica el gobierno de Salamanca implementó un plan inflacionario que provocó la subida de los precios y el comienzo de la inflación, motivando protestas de los obreros que fueron reprimidas. Sin poder resolver el crítico momento económico y cercado por la oposición, republicana y liberal, Salzman sostiene que Salamanca recurrió a fabricar dos enemigos del país que pudieran atraer apoyos para reforzar su mandato.

El primer enemigo era de orden interno: el comunismo, que según el presidente constituía el problema más grave del país. El gobierno presentó al Congreso un proyecto de Ley de Defensa Social que pretendía otorgar poderes discrecionales al presidente para combatir las actividades de obreros y comunista. Fue tan grande la reacción de obreros, estudiantes y políticos saavedristas que finalmente el proyecto se archivó.

El segundo enemigo pertenecía al orden internacional: Paraguay, debido a la disputa por la posesión del Chaco Boreal. Mientras más derrotas sufría el presidente más belicista se volvía, prueba de ello era el aumento presupuestario para el ejército[14]. La expresión de Salamanca de “pisar fuerte en el Chaco” manifestaba su intención de dominar el territorio chaqueño a través de la presencia militar para obtener ventajas a la hora de las negociaciones diplomáticas. La justificación para iniciar la guerra fue la toma por parte de un destacamento boliviano del fortín López que controlaba la laguna Chuquisaca/Pitiantuta y estaba ocupada por los paraguayos.

El territorio, en disputa desde el siglo XIX por medio de tratados, comprendía 290.000 kilómetros cuadrados delimitados por el río Paraguay, el río Pilcomayo y los contrafuertes andinos[15]. En la región se sucedían escasos lugares de bosque subtropical y grandes extensiones planas de vegetación espinosa y una fauna de víboras, roedores e insectos. La característica principal era su aridez, su escasez crónica de agua salvo en verano cuando las lluvias inundaban el terreno volviéndolo fangoso. Allí vivía una escasa población de 70.000 habitantes, en su mayoría perteneciente a los pueblos matacos, tobas, tepietis y choropis. En el centro del Chaco casi no existía ocupación, únicamente pequeños fortines bolivianos y paraguayos. Paraguay tenía puertos sobre el río Paraguay (en su mayoría de inversión argentina y también inglesa) y Bolivia puestos sobre el río Pilcomayo pero sin inversión económica ni población. Precisamente Bolivia, debido a su mediterraneidad, necesitaba un puerto sobre el río Paraguay que le otorgara una salida al océano Atlántico y una solución a su aislamiento[16].

Ajenos a estos motivos, los soldados bolivianos fueron movilizados a un entorno que también les era ajeno. La mayoría de ellos eran indígenas de las haciendas, de las comunidades y de las minas del altiplano, acostumbrados a las montañas y las temperaturas bajas. De tal manera era lógico que sus peores enemigos, más que los paraguayos, hayan sido la falta de agua, el calor, los insectos, la ausencia de caminos y de centros poblados, problemas incrementados por la lejanía de los centros de aprovisionamiento. Los soldados indígenas y campesinos fueron la “carne de cañón” de la guerra[17].

La movilización militar produjo oposición en los terratenientes y mineros a los que les retiraban la mano de obra y también en las comunidades indígenas porque se llevaban hombres jóvenes y sanos. El enrolamiento fue compulsivo y provocó, aparte de huidas, sangrientos enfrentamientos entre el gobierno y los jefes indígenas, como así también con los activistas anarquistas y socialistas contrarios a la guerra. En este contexto el Poder Ejecutivo aumentó la represión, censuró la prensa, prohibió los sindicatos y muchos disidentes fueron encarcelados o se marcharon al exilio.

Durante todo el desarrollo de la contienda hubo una pugna entre el presidente Salamanca y el Estado Mayor General por dirigir las operaciones militares pues desconfiaban mutuamente uno del otro. Finalmente se resolvió cuando -en noviembre de 1934- los jefes militares destituyeron a Salamanca de su cargo en Villamontes y nombraron en su reemplazo al vicepresidente Tejada Sorzano que tenía como objetivo buscar la paz.

En junio de 1935 llegó el fin de la guerra. Bajo la presión del canciller argentino Carlos Saavedra Lamas se intensificaron las negociaciones de paz para definir nuevos límites, intercambiar prisioneros y conseguir una salida boliviana al río Paraguay (que no se concretó). A lo largo del conflicto bélico la Cancillería Argentina planteó su neutralidad pero ella fue sólo formal ya que colaboró con Paraguay en el aprovisionamiento de armas, asesoramiento militar, alimentos y combustibles. En julio de 1938 se firmó en Buenos Aires el tratado de paz, amistad y límites definitivos entre Bolivia y Paraguay.

El resultado de la guerra para Bolivia fue de 200.000 hombres movilizados, 50.000 muertos, 20.000 prisioneros, un costo de 228 millones de dólares financiados por el Banco Central[18]. Las consecuencias fueron más profundas. Por una parte, la movilización significó para los indígenas la participación por primera vez en un acontecimiento nacional, permitiéndoles sentirse parte integrante de una nación que hasta ese momento había sido distante e inaccesible. Por otra parte, se produjo la desintegración del sistema político oligárquico que quedó como el responsable de la derrota por haber precipitado la contienda. Esto promovió la politización de las Fuerzas Armadas que se establecieron como un factor de poder, al considerarse –frente a la incapacidad de los políticos civiles- como los únicos competentes para reconstruir el Estado[19]. En un amplio sector de los oficiales jóvenes cobraron importancia las ideas nacionalistas y socialistas que darían lugar al “Socialismo militar” que gobernaría la década siguiente a la guerra.

 

Comunicación Inter-subjetiva

La lógica argumental de la narración oral del excombatiente boliviano nos revela en primera instancia la aprehensión que él tiene de los acontecimientos vividos durante la guerra por el Chaco Boreal. En tal sentido, “evocar el pasado” le requiere al entrevistado conferirle a los hechos una valoración que se expresa tanto en los tonos y en el ritmo de su voz como en la velocidad del relato y en los gestos que realiza reiteradamente con las manos.

Se puede constatar que durante el relato las entrevistadoras permanentemente rectifican algunos comentarios del entrevistado respecto a los nombres (de personas y de lugares) y fechas que menciona, otorgándole a éste la suficiente seguridad al momento de describirlos. A la vez que las preguntas le son formuladas, en su mayor parte, se refieren a lo que el excombatiente está relatando, de manera tal que se imponen sus enunciados.

Ahora bien, al no contradecir o entrar en una situación de conflicto respecto al discurso elaborado por el excombatiente, las entrevistadoras generan una instancia de confianza que le dan la posibilidad para que se deje llevar por sus sentimientos; un claro ejemplo podemos observarlo al final de la entrevista cuando el entrevistado, producto de su emoción, da por finalizado el diálogo. Al respecto, Philippe Joutard[20] señala, que los agradecimientos recíprocos con los que finaliza a menudo una entrevista, simbolizan el intercambio de dones y contradones entre el investigador (por todo lo que le aportó su interlocutor) y el sujeto entrevistado, reconocido como alguien que tiene una historia que vale mucho.

En definitiva, no visualizamos en la entrevista algún conflicto entre las partes entrevistada y entrevistadora ya que por un lado, el excombatiente no cuestiona el discurso legitimado por la institución a la que él pertenece, FEDEX- Chaco (Federación de Excombatientes del Chaco) y por otro lado, las entrevistadoras asienten en todo momento aquellos en las expresiones y argumentos que el entrevistado les comparte en su discurso oral.

Consideramos que esta adhesión del historiador o investigador social a lo narrado por el entrevistado, puede a veces prestarse a confusiones, debido a que el entrevistador teme faltar a la solidaridad y evita cualquier juicio precipitado[21] tal como se evidencia en este caso. Sin embargo, en una situación de entrevista no se deben obviar aquellos momentos en los que el conflicto ideológico entre entrevistado y entrevistador conlleva a una situación de reformulación de lo que ambos piensan, ya que los sujetos que interactúan en el diálogo no se retiran de esa comunicación sin haber reconstruido significativamente el proceso histórico y en última instancia sus propias historias.

De hecho el entrevistado construye una imagen de sí mismo que se encuentra asociada a la figura y a las virtudes atribuibles a las de un héroe, imagen construida de acuerdo a los parámetros del ejército. Este proceso de identificación con la mencionada institución puede observarse durante toda la entrevista, en la que el excombatiente boliviano presenta aquellas adversidades que tuvo que afrontar en el campo de batalla junto a otros excombatientes. Percibimos que esa constante mención a sus compañeros de lucha, tanto soldados como comandantes, le posibilita sobredimensionar las actitudes de valor y honor presentes en ellos, destacando a la vez su propio protagonismo particularmente cuando se refiere a lo difícil que resultaba superar los múltiples obstáculos (como falta de agua, de alimentos y de medios de transporte, enfermedades, estrategias militares improvisadas) que frustraban sus aspiraciones de triunfo.

Si bien pudimos observar que la concepción del entrevistado respecto de sus compatriotas se sintetiza en la noción que tiene de ellos como la de un actor colectivo, en donde las individualidades se diluyen, en algún momento de su relato se refiere específicamente a algunos miembros que formaban parte de la dirigencia de los regimientos tanto como para destacar (el caso de Germán Busch) como para desmerecer (ejemplificado en la persona de David Toro) las actuaciones que tuvieron en el escenario de la guerra[22]. Por consiguiente, es posible afirmar que las preguntas de las entrevistadoras y las respuestas del entrevistado expresan el interés de ambos por describir concretamente el desarrollo del conflicto en su aspecto bélico, ya que se destacan las vicisitudes encontradas en las diferentes etapas de la guerra (1.932-1.935) y no hacen hincapié por ejemplo en los condicionamientos socioeconómicos previos o posteriores de la contienda.

 

Estrategias Militares

Como planteamos en el párrafo precedente, el eje discursivo sobre el que se estructura la mayor parte del relato del narrador consiste en la descripción de las estrategias militares desarrolladas en el frente de lucha, centralidad -lógica de narración- de la que las entrevistadoras no logran desplazarlo. La misma manifiesta una descripción de los hechos militares que son fijados cronológicamente, señalándose: hora, día, mes, año, en los que sucedieron las batallas en defensa de los fortines bolivianos[23] y destacándose particularmente los nombres de los jefes militares con sus respectivos cargos (coronel, teniente, jefe de campaña de los ejércitos, etc.). Este aspecto es muy importante al momento de identificar las contradicciones internas en la propia dirigencia del ejército como uno de los factores explicativos del fracaso de los bolivianos ante los paraguayos. Asimismo refuerza la tradicional explicación de la guerra en sus aspectos políticos e institucionales.

Es curioso ver como el entrevistado presenta esos acontecimientos de igual forma tanto en su narración oral como en la memoria de campaña que le proporciona a las entrevistadoras,[24] sin embargo es en esta última donde detalla con mayor precisión las fechas y los nombres de los comandantes[25]. Ciertamente esta situación, puede explicarse por las circunstancias en las que fueron elaboradas las fuentes empleadas, la memoria de campaña en abril de 1991 y la entrevista en julio de 2004.

 

Percepción del Espacio

Si consideramos las marchas y contramarchas vividas por nuestro entrevistado en el transcurso de la guerra y manifestadas en el discurso oral, podemos observar la existencia de una idea fuerza o motivación que consiste en apropiarse del territorio en litigio poniendo en juego los valores cívicos internalizados por el ejército.

Para llevar a cabo el propósito de defender o recuperar el territorio en disputa el excombatiente boliviano debe trasladarse en ferrocarril desde la ciudad en la que vivía, Oruro, hasta Villazón; desde allí a la cuesta de Sama en “movilidades” -camiones- los cuales se descomponen provocando que los soldados deban desplazarse a pie hasta Tarija. De esta ciudad se dirigen a Villamontes –cuartel general del ejército boliviano- del que parten hacia las zonas de operaciones. Pensamos que es interesante este trayecto que señala el entrevistado puesto que revaloriza el espacio en el que se desarrollan sus experiencias personales tales como el descubrimiento de un lugar en el que había víboras y el hallazgo de un curichi[26].

Entre sus vivencias recalca los obstáculos que contribuyeron al debilitamiento de los soldados en el campo de batalla como la falta de agua,[27] (...) Y ahí el cuerpo de caballería ha sufrido una derrota ¡tremenda! Por falta de agua y la insolación han tenido que votar sus armamentos, sus pertrechos, cuanto hay, para salir hacia 27 de Noviembre.”[28]. Asimismo da cuenta de lo difícil que le resultaba permanecer en un territorio desconocido, inhóspito e incomunicado, “(…) Bueno lo que hemos sufrido es precisamente por la falta de comunicación, es decir, vías de comunicación... falta de agua ¿no? Falta de agua y comida.” [29]

 Si bien los inconvenientes con los que se encuentran los soldados bolivianos les imposibilitan recuperar el territorio que estaban perdiendo, la manifestación de acciones heroicas los inmortaliza a través de la muerte en batalla. A propósito, es significativa la experiencia que el excombatiente relata acerca de la muerte de dos soldados que se encontraban a su cargo, realidad impactante que lo marcó a sangre y fuego, “(…) A uno de mis soldados le abrieron como con cuchillo, una bala aquí (señala el estómago) y todos los intestinos afuera. Tuve que decirle que me lo saquen al puesto de comando... murió, se le enfriaron. Y otro comandante de grupo, de sección también, era paceño, Mendoza, a ese aquí (señala el abdomen) como con... si le hubiesen cortado con cuchillo así. Me decía ¡¡hermanito mátame, mátame de una vez!! ¡No quiero sufrir! Le amarré con una toalla y les dije ¡ saquéenlo rápido nomás!. También se le enfrió los intestinos, murió” [30]. Suponemos que este recuerdo que permanece aún en la memoria del excombatiente, manifiesta el deseo de entregar valientemente sus vidas en honor a la Patria, misión que aceptaban o no pero a la que todos estaban llamados[31].

 

La Concepción del Otro

Nuestro entrevistado emplea el término genérico de “soldados” para referirse a los miembros que integraban las tropas bolivianas, no señalando su composición étnica ni social. Esta omisión se evidencia también en las preguntas que le formularon las entrevistadoras ya que por ejemplo, no plantean interrogantes que hacen alusión a la cuestión indígena no provocando en el entrevistado ninguna reflexión sobre la misma.

En tal sentido, podemos plantear en los términos de Elizabeth Jelin[32], que ese olvido puede estar vinculado a una política de conservación y de memoria que tiende a seleccionar determinados recuerdos para conservarlos o conmemorarlos. Resulta entonces que, tanto el entrevistado como las entrevistadoras tienen implícita la voluntad de olvidar, es decir, eligieron qué contar, representar o escribir. Así por ejemplo, en el caso del entrevistado, sus recuerdos fueron evocados y ubicados en un marco institucional vinculado a su formación militar[33]. Mientras que en las entrevistadoras la omisión podría obedecer al hecho de que hicieron hincapié en el análisis de otras variables y no necesariamente por desconocer la importancia de incorporar la cuestión indígena en el estudio de la guerra.

Ciertamente este asunto adquiere significación en la nueva historiografía sobre la historia de Bolivia y fue abordado -aunque en parte- por uno de los autores de este ensayo, en una de sus publicaciones[34]. No obstante, creemos imprescindible destacar en breve como repercutieron las expectativas del Estado boliviano en los sectores subalternos de la sociedad -al momento y luego de terminada la contienda-, puesto que las mismas estuvieron centradas en despertarles un sentimiento nacional capaz de movilizar a la mayor parte de la población de las zonas urbanas y rurales del altiplano, valles y llanos y encauzarlos a la guerra, “utilizándolos como carne de cañón”, de acuerdo a la opinión de Benito Fernández. Ya en la zona de operaciones, algunos soldados andinos (aymaras y quechuas) junto a otros indígenas como los tupí-guaraníes (residentes en ese territorio) se opusieron a los atropellos y a la discriminación de la que eran objeto por parte de los altos oficiales del ejército, mientras que otros terminaron siendo grupos desertores. Sin embargo y a pesar de las contrariedades inherentes al conflicto bélico y de los desafíos que se les presentaron a los grupos étnicos, el campo de batalla fue el espacio territorial que permitió la integración intercultural y cuya vivencia de dolor e incertidumbres incidió de tal forma en los aborígenes que coadyuvó en el despertar de una nueva toma de conciencia.

En efecto, la experiencia de la guerra hizo que los mismos ampliaran su concepción sobre lo que para ellos significaba ser parte de la nación, sobre todo si tenemos en cuenta que algunos indígenas ya habían asimilado la “idea de patria” al incorporarse en el ejército boliviano a principios del siglo XX. Es verdad que las autoridades comunales (caciques) se vincularon a las instituciones políticas y partidarias del Estado nación, sin embargo no representaron necesariamente sus intereses y demandas, puesto que llevaron a cabo un proceso de homogeneización social en el que se dejó a un lado la multiplicidad étnica realmente existente. De ahí que el interés de Mario Parrón sea el de reflexionar sobre la naturaleza de la construcción de la nacionalidad e identidad de los actores sociales particularmente en las instancias formativas del ejército y de aquellos intelectuales durante el conflicto bélico y posbélico[35].

Ahora bien, sería conveniente hacer referencia a la valoración o imagen que el excombatiente boliviano tiene acerca de los paraguayos, ya que podemos afirmar que las preguntas de las entrevistadoras inducen las respuestas de aquél tal como lo podemos observar a continuación:

“Pregunta: ¿Uds. cuando fueron a pelear, no es cierto a la guerra con Paraguay, Uds. odiaban a los paraguayos, que sentimientos tenían?

Excombatiente boliviano: Bueno, a veces por que eran sanguinarios naturalmente nacía el odio ¿No? Pero después voy a decir[36]

Como se puede apreciar el entrevistado expresa que no había una fuerte reticencia en relación a los paraguayos, sin embargo en otra parte de la entrevista llega a calificarlos como genocidas, “(…) Los paraguayos tenían un carácter de genocidas ¿no? Los mutilaban hasta muertos”[37]. Creemos que este calificativo no responde a un rechazo étnico del otro –propio de una instancia de construcción de la identidad- sino más bien a la situación propia de la guerra, en la que los bandos en pugna manifestaban el principio aprendido, “muerte al enemigo para conservar la vida”.

Si nos detenemos por un momento a reflexionar sobre la mirada que el excombatiente tiene del desenvolvimiento de la dirigencia del Ejército boliviano, destacamos el comentario que hace de dos de sus comandantes, Germán Busch y David Toro[38]. Al primero lo califica como jefe de temple, hombre valiente y audaz estratega. Mientras que al segundo lo ubica en la categoría de jefe negativo, por su falta de coordinación estratégica y por el mal ejemplo que daba a sus subordinados, ya que se presentaba en ocasiones en estado de ebriedad. Esta actitud le representa al excombatiente boliviano un acto de traición e indignidad en el servicio de la patria como así también signo de incompetencia, “(...) Nosotros hemos estado en el otro lado, aquí el cuerpo de caballería, aquí el cuerpo de infantería, y nos cortaron de aquí, podríamos haber hecho el cerco así (muestra en la mesa de posiciones) Pero no, hasta en eso ¿por qué? Porque David Toro nos ha traicionado también ahí. Por que un comandante tiene que estar pues lucido, no como un puerco”[39].

Por el contrario, al referirse al cuerpo subalterno de soldados bolivianos no presenta esa dicotomía “buenos / malos”, en todo caso resalta el sufrimiento de algunos de ellos, identificándose personalmente con el conjunto de los soldados, a pesar de que él mismo llegó a ocupar el grado de sargento.

Podemos constatar entonces que las opiniones que el entrevistado expresa no están vertidas en sus memorias escritas. Es factible que ello sea producto de una omisión voluntaria al momento de narrar versiones que no estén de acuerdo con el discurso oficial legitimado por el Ejército. Debido a que “(…) las memorias se producen y cobran sentido en cuadros sociales cargados de valores y necesidades sociales enmarcadas en visiones del mundo”[40].

 

Marco social

En este último apartado nos interesa plantear la noción de marco social desarrollada por Elizabeth Jelín[41], quien sostiene que toda experiencia individual o colectiva se encuentra mediatizada por el lenguaje y por la cultura en el que se expresa, piensa y conceptualiza.

Entendemos que estos dos componentes, lenguaje y cultura, constituyen el marco social que se manifiesta concretamente en instituciones tales como la familia, la iglesia y el ejército, entre otras[42]. En consecuencia podemos aseverar que nuestro entrevistado nos relata sus experiencias, interpretándolas desde un marco institucional militar que le da sentido a sus narraciones y que fue internalizado durante su formación militar. Precisamente encontramos que sus vivencias están traspasadas por la retórica militar y ello se manifiesta en nociones y expresiones que emplea tales como “espíritu cívico”, “la Patria me llamó”, “defender esta tierra que nos vio nacer”, “he venido a defender a mi Patria y tengo que regresar a la línea”, “órdenes tenían que cumplirse”. Así por ejemplo, cuando nos comenta la experiencia de la muerte de sus compatriotas, nos hace reflexionar en torno a la idea de que morir por la patria era la misión principal de todo combatiente boliviano ya que entregar la vida en el campo de batalla era una cuestión de honor, “de vida o muerte”.

Llegada a esta instancia del ensayo, nos preguntamos: ¿hasta qué punto son convincentes los argumentos expresados por el excombatiente boliviano?, ya que si bien muchas de sus aseveraciones son ciertas, tales como la falta de agua y de vías de comunicación -definidos como factores que jugaron negativamente en la contienda-, la descripción que hace de los fortines como “chocitas”, o su referencia a las enfermedades que provocaron las bajas de los contendientes, se constituyen en un conjunto de indicadores que pueden constatarse por medio de la bibliografía existente y de otras fuentes orales relacionadas con el tema general de guerra del Chaco. Por consiguiente, queremos aclarar que hay circunstancias que posiblemente hayan ocurrido pero que no pueden verificarse tales como las que se refieren al comportamiento de David Toro o a los actos de homosexualidad entre un estafeta y su comandante[43].

De todos modos, nuestro entrevistado logró transmitirnos no sólo su visión acerca de los hechos vividos sino también la convicción de que lo narrado verdaderamente ocurrió. Esta apreciación la podemos relacionar con el planteo de Alessandro Portelli cuando en uno de sus trabajos sostiene que “las fuentes orales nos dicen no sólo lo que hizo la gente sino lo que deseaba hacer, lo que creían estar haciendo y lo que ahora piensan que hicieron (...) lo que creen los informantes, es en verdad un hecho histórico (el hecho de que ellos lo crean) tanto como que realmente sucedió”[44].

 

Consideraciones finales

Mas allá de la problemática vinculada a la metodología de investigación empleada en la elaboración de un discurso histórico, que hace hincapié en la explicación o interpretación de los fenómenos históricos, sostenemos que una narración oral es el producto de una comunicación intersubjetiva entre dos sujetos, entrevistador y entrevistado, en la que se intercambian la historia personal de cada uno de ellos, sus ideologías y sus valores culturales o visiones sobre una realidad social pasada que es recreada desde el tiempo presente y desde los intereses vinculados a diferentes contextos históricos en los que aquellos se encuentran.

Advertimos que el excombatiente boliviano y las entrevistadoras revelan el lugar desde donde construyen sus versiones según el conocimiento que tienen sobre el conflicto por el Chaco Boreal: el primero desde su vinculación con FEDEX- CHACO (Federación de Excombatientes del Chaco) y aquellas a partir de la relación con centros de investigación universitarios. No obstante, señalamos que no se produce un conflicto ideológico por el poder de interpretación, en los términos de Ronald Grele[45], ya que por un lado el entrevistado no cuestiona lo que está legitimado por la mencionada Federación y por otro, las entrevistadoras adhieren totalmente a su versión oral.

Aún así y a pesar de la indicada ausencia de un conflicto ideológico, que se evidencia en la entrevista analizada, señalamos que en el relato oral y en las preguntas formuladas están latentes múltiples intencionalidades que provienen de diversas subjetividades de los actores sociales involucrados directa o indirectamente en la realidad histórica, objeto de comprensión y explicación. Producto social del enfrentamiento de dos países pobres económicamente, dependientes de dinámicas externas y con incipientes procesos de configuración institucional.

En definitiva, resignificar lo expuesto por el excombatiente nos posibilita explicar parte del funcionamiento del sistema sociopolítico de Bolivia, al comprender sus mecanismos de legitimación que fueron expresados por las acciones llevadas a cabo por el ejército, en un territorio que aún no había sido incorporado a la lógica de dominación del “viejo orden político”. A la vez, se puede entender que la movilización militar llevo, tanto a los hombres reclutados en las levas como a los habitantes de la frontera sureste de Bolivia, a cimentar la nacionalidad y las identidades pluriétnicas.

Para finalizar, creemos que es asignatura pendiente continuar profundizando sobre las intervenciones del historiador en la construcción de la narración oral del sujeto entrevistado, ya que concebimos que el científico social es quien finalmente decide acerca de cuál es la versión más acertada respecto a un determinado problema histórico, con sus respectivas hipótesis de trabajo, puesto que posee autoridad y legitimidad institucional al momento de interpretar la voz ajena o del otro. Sobre todo si se tiene en cuenta que es la interpretación realizada por el investigador social sobre un hecho particular la que se enriquece de la voz del entrevistado por lo que dice, calla u olvida.

 

 

ANEXO

 

Sección 1. MAPA: Proceso de delimitación fronteriza entre Bolivia y Paraguay

 

Fuente: Arze Quiroga, E. Las Relaciones internacionales de Bolivia 1.825 – 1.990. Ed. Los Amigos del libro. La Paz-Cochabamba 1.991 P. 419.

 

 

Sección 2

2. 1 Ficha técnica

Entrevistado: Excombatiente boliviano Entrevistadoras: Laura Ferrero, Lis Sempertegui

Nombre del Proyecto: “Visiones de un arduo conflicto americano: la Guerra del Chaco (1932-1935)” Trabajo n°1223, CIUNSa

Fecha: 14 de julio de 2004 Lugar: Oruro (Bolivia)

Tipo de entrevista: abierta Duración: 1 hora Número de sesiones: 1 (una)

Descripción de temas tratados: Cinta 1, cara A: Movilización al frente de batalla; primera experiencia en la zona de operaciones: descubrimiento de víboras; acciones militares en Bogado, Ingavi, Corrales; relato sobre Hans Kundt; pelea en los días de carnaval; acciones en puesto Beti; excombatiente contrae una enfermedad: avitaminosis; descripción del espacio: falta de agua y comida; excombatiente internado en Villamontes; relato sobre Carlos Banzer; experiencia homosexual entre un sargento y su estafeta; acción en Cañada Strongest.

Cinta 1, cara B: Acción en Cañada Strongest; música nacional levanta la moral de los soldados; relatos sobre Joel Estigarribia, Germán Busch; Hans Kundt; conflictos en la comandancia boliviana; acción en Cañada Santa Cruz; utilización de distintas armas de fuego; varios repliegues hasta Carandaiti; impresión acerca de los fortines; experiencia con David Toro en estado de ebriedad; derrota boliviana en Irandaui por falta de agua; crítica a la improvisación de los jefes militares; crítica a David Toro; acción en Laguna Camatindi; muerte de dos soldados a su cargo; acción en Yaragua; aviso por radio de la cesación de hostilidades; último día de guerra; regreso a Oruro.

 

2. 2 Currículo del Entrevistado

Nombre: Mantenemos el anonimato del entrevistado al no contar con el acuerdo de donación

Fecha de nacimiento: 10 de diciembre de 1911 Lugar de nacimiento: Cochabamba (Bolivia)

Lugar de residencia: Oruro (Bolivia) Profesión: ebanista, actualmente jubilado.

Grado militar: Sargento Título: Benemérito de la Patria, Héroe Nacional de Cañada Strongest

Cargo que desempeña en la actualidad: Vicepresidente de FEDEX- Chaco en la sede de Oruro.

 

Sección 3. Entrevista al Excombatiente boliviano. Benemérito de la Patria

PREGUNTA: Nosotras primero queríamos saber su nombre y el cargo que tiene usted.

EXCOMBATIENTE: Bueno el nombre es Melquíades Jaimes Muriel, natural de Cochabamba. Umm, nací el 10 de diciembre del año 1911 y presté mi servicio militar en el Regimiento Camacho 1° de Infantería. Mmm en el mes de junio, el 23, llamó la Patria bajo banderas a los reservistas, entonces yo estaba en servicio militar en el regimiento Camacho, entonces yo me alisté. Tenía que cumplir el juramento que hacen los soldados en caso de un llamamiento, de un conflicto, algo... tiene que acudir para defender. Y esto entendido yo me presenté porque ya estaba fuera del cuartel, poco tiempo he estado yo de civil. Y eh... acudí... la Patria me llamó a... me llamó a los hijos bajo bandera para defender en esta tierra que nos vio nacer... y ya como era amenazada por la guerra del Chaco del paraguayo... el fortín Santa Cruz, que era el primer encuentro ¿no?

P: Exacto

E: Ya estaba yo en servicio activo, me alisté para concurrir al campo de honor Chaco Boreal, entonces contaba con 20 años.

P: ¡Qué joven!

E: Joven ¿no? Entonces el 5 de agosto viajé en tren a horas 21 con dirección a Villamontes... Villazón, frontera con Argentina. La despedida fue al son de música nacional ejecutada con la banda del Regimiento. Y de allí entonces, llegamos por tren hasta Uyuni donde nos recibieron con mucha atención, nos invitaron cigarrillos, nos invitaron comida, té. Por eso le... le dieron la hija predilecta después de la Guerra del Chaco porque en todo momento, dicen ¿no? a nosotros nos recibió muy bien. De allí llegamos a Villazón, de Villazón nos alistamos para ir hasta Tarija. Pero la situación económica de Bolivia estaba en una crisis tremenda, ahora no hay esa crisis. No había trabajo, como solventar las necesidades del hogar. En esta situación yo tuve que llegar a pie porque las movilidades nos prestaron, las movilidades usadas y eh... claro, en el trayecto se descomponieron y teníamos que caminar.

P: ¿Así que tuvieron que ir a pie?

E: De Villazón nos fuimos en movilidades hacia Tarija. Llegamos a la cuesta de Sama, de allí entonces ya las movilidades nos traicionaron, diría así, se descompusieron y tuvimos que ir a la cuesta de Sama, a Tarija a pie. De Tarija nos despedimos para ir rumbo a Villamontes pasando por Palos Blancos y el camino era demasiado estrecho, muchas veces porque estaba a la orilla del río Pilcomayo y a veces algunas movilidades se desbarrancaron y morían soldados. Llegamos a Villamontes y allí... yo fui de aquí con la Artillería 7 de Artillería al mando de un mayor Felipe Rivera, eh... Antonio Seleme. Llegando a Villamontes nos detuvimos algunos días y aprovecharon para hacerles trabajar pistas de aterrizajes.

P: ¿Para que construyan las pistas?

E: Sí, porque nos teníamos nada preparado. Como le digo no teníamos vías de comunicación, que es eso lo que nos ha perjudicado. Allí entonces al grupo de Artillería pues, nos dividieron en dos fracciones. La Artillería 7 a cargo de Seleme, Antonio Seleme, la Artillería 8 a cargo de José Rosendo le decían no se su nombre. La Batería 7 con destino al primer cuerpo que se encuentra al margen del río Pilcomayo y la Batería 8 nos fraccionaron al tercer cuerpo ¿no? Y yo estaba en la Batería 8, llegamos al 27 de Noviembre, a Santa Fe, de ahí a Fortín Ingavi. De Ingavi nos trasladamos a eh... ah... al Fortín... ¿el nombre? Pero aquí está establecido (señalando las hojas)

P: Siga, siga

E: De allí nos fuimos a ese Fortín, fue la primera experiencia que tuve. Ahí a revelar al centinela ¿no? de noche y me dice: hermano vas a tener cuidado, hay una guagua que llora aquí. Pero ¿cómo, le dice, van a venir guaguas aquí? Y hemos estado junto a un curichi ¿Saben lo que es un curichi?

P: No

E: Es un lugar donde hay agua detenida. Yo cumplí con mi tiempo de estar de centinela y viene mi relevo... la misma consigna: vas a tener cuidado. Yo escuchaba ¡unga, unga! como una criatura ¿qué será? estaba pensando y le doy la misma consigna al otro: está llorando una guagua. Al día siguiente el Regimiento con los que hemos estado, también en Infantería, eran unos orientales. Le contamos el asunto ¿en qué parte dice? Ahí por el curiche. A ver... vamos a ir a ver... habían sido víboras

P: ¡Ay!

E: Más o menos del tamaño de esta mesa (extiende los brazos), dos víboras así gruesas. Y los orientales sabían cómo cazarlas. Las mataron a las dos y a cuartizar.

P: ¿Para comérselas?

E: Sí y cuando hacíamos cocer a estas malditas, el agua se asemejaba a la leche. Y teníamos que servirnos ¿no? la primera experiencia. De ahí nos preparamos para ir a atacar la... el Fortín Bogado que era de los paraguayos. Esto en el 3° cuerpo naturalmente. Y el 15 de septiembre del año 1932 tomamos bogado ¿no? de Bogado a Baya (Bahía) Negra, distaba 100 Km. Simplemente. Pero los paraguayos como estaban preparados habían hecho una picada, un camino que era como una regla ¿no? los 1000Km. Que teníamos. Y las consecuencias del tiempo nos obligaron regresar nuevamente a Ingavi porque se inundó y recibimos la orden de retroceder, es decir, que a nuestras piezas de artillería, teníamos que retroceder empujando, no teníamos ya movilidades... hasta Fortín Ingavi. De Fortín Ingavi nos dijeron: vamos a ir a ayudar a nuestros hermanos que están cercados en Boquerón. Entonces ya boquerón había estado cercado ¡qué íbamos a ir hasta allá! De Ingavi nos desplazamos hasta Fortín Camacho que era nuestro. De Fortín Camacho a Fortín Loa, de Fortín Loa al Fortín Bolívar, de Fortín Bolívar a retomar Corrales. Ahí hubo una tronadera tremenda y murió allí el que era mi comandante del Regimiento Camacho en la 4° Batería, Flavio Cuenca, todavía me acuerdo yo... Y los paraguayos tenían un carácter de genocida ¿no? los mutilaban hasta muertos. Tomamos Corrales, de Corrales seguimos más adelante. Tomamos Puesto ah... Bethy después de Bethy nos alistamos parar tomar ah... el fortín... ¡Caramba esta mente!

P: Está bien

E: Bueno, entonces el comandante del Ejército en campaña boliviano estaba Hans Kundt, el alemán que era nacionalizado.

P: ¿Cómo era él?

E: Era general ¿no? pero a él lo llamaron para que remplace a otro comandante que teníamos anteriormente pensando de que íbamos a triunfar con él, pero no fue así eh... El había mandado a hacer como un socavón para hacer volar un fortín y salvar a los de Boquerón. Eso es lo que nos enseñan, no he actuado yo, no conozco Boquerón. Buen, de ahí nos lanzaron de allá de frente, frontalmente y los paraguayos tenían una táctica envolvente así (señala con las manos) para cercarnos. Era el año 19... (tose) Perdón, el año 1933, los días de carnaval.

P: ¿Se acuerda?

E: Sábado y domingo de carnaval, nosotros sacando heridos, muertos de ese ataque ¿no? y me acordaba yo de Oruro, aquí hacían la entrada al socavón ¿no? y hacía una relación, aquí nosotros estamos peleando y en Oruro deben estar de fiesta ¿no? De ahí nos desplazamos, retrocedimos hasta Puesto Bethy. De Puesto Bethy nos atrincheramos. Entonces ya estaba en Regimiento de Infantería 33 que estaba a cargo del Coronel Salustiano Zelaya y me mandó en patrullaje con un grupo. Yo ya era comandante de un grupo en el grado de Cabo. De Puesto Bethy a Puesto Fernández ¿no? había una picada y cuando iba con mis soldados nos salieron de aquí (señala con la mano) del norte también otra patrulla y nos sorprendieron ¿no? Gracias a Dios no hemos tenido ninguna baja. A los paraguayos les hicimos correr monte adentro y nosotros tras de ellos ¿no? Regresé de ahí a dar parte. En la noche llegué a puerto Bethy, entonces el Comandante era Zelaya: muy bien. Y me dieron las felicitaciones por orden del Ejército. De ahí entonces me enfermé yo con avitaminosis. Por falta de ácidos cítricos en el organismo comienza a crecer las encías hasta cubrir la dentadura y sangra. Así que no tenía yo como seguir ni alimentos.

P: ¿Era muy dura la vida en el Chaco?

E: Bueno, lo que hemos sufrido es precisamente por la falta de comunicación, es decir, vías de comunicación... falta de agua ¿no? falta de agua y de comida. Teníamos que buscar raíces para servirnos. Aquí tenemos por ejemplo en Oruro, cactus. Eso nos servíamos.

P: ¿Comían eso solamente?

E: Sí y a veces había tocorochi, es un árbol como corcho. Los soldados con el hambre lo mordían ¿no? hacían como harina y hacían pan... se servían...porque la harina de tocorochi hinchaba la barriga y mucho han muerto así. Bueno, lo que más hemos sufrido eran las... los moscos ¿no? En partes habían bosques altos, en muchas partes bajos, en otras partes había ¿cómo se llama?...arena, arenoso y allí por la falta de agua teníamos que buscar eh... ciboy... A veces sacábamos así pedacitos, otras veces así grandes para exprimir y tener de esa manera agua paro era demasiado fresco, cuando uno se servía eso le atacaba a los nervios.

P: ¿Y cómo hizo para curarse de su enfermedad?

E: Me trasladaron al puesto, a un hospital que estaba en Ballivián, cerca al 1° cuerpo y cerca al río Paraguay, no, al río...

P: Pilcomayo

E: Pilcomayo ¿no? De ahí me trasladaron a Villamontes para curarme. A veces me pintaban todas las encías para restar el avance del crecimiento de las encías, era un payaso yo. He estado en Villamontes hasta sanar. De Villamontes me daron de alta y me ofrecieron que me quedara allá en la maestranza. Entonces yo no dije, he venido a defender mi Patria y tengo que regresar a la línea, con la idea de ir a mi Regimiento, al 8 de Artillería, pero ¿dónde estaría? Y me incorporaron al Regimiento 18 de Infantería Montes. Allí he estado con varias experiencias positivas, negativas una a veces. Ahora entre los conductores del Ejército boliviano había jefes de temple...

P: ¿Cómo cuáles?

E: ... Temple de acero pero también había jefes negativos, cobardes. Según la historia del 1° cuerpo hubo un Capitán, Carlos Banzer, no se si era padre, tío o qué será de...

P: Hugo Banzer

E: ...de Banzer. Otros me decían que era padre... 9000 soldados ha hecho levantar las manos y se ha entregado a los paraguayos ¿Por qué vamos a pelear entre hermanos? Esa era la idea. La primera traición que hemos sufrido. Cuando ya estuve el Regimiento 18 Montes de Infantería ya teníamos que prepararnos para ir... ya el año 1934 a Cañada Strongest y allí estaba el hermano menor del Comandante, el Jefe de campaña del Ejército paraguayo Félix Estigarribia, su hermano menor Joel Estigarribia. Hemos estado descansando y había un sargento, era de... cerca de Santa Cruz y no tenía actitudes de comando... entonces se hizo cargo otro comandante de grado inferior, pero este de quien les hablo tenía sus dos estafetas, uno de ellos, yo le veía al Sargento seguirle a su estafeta en vez de que su estafeta le sirva a él, pero eso me llamaba la atención ¿por qué? Pero allí había habido homosexuales...

P: ¡No me diga! ¿Y ustedes los descubrieron?

E: Sí y en ese descanso este estafeta estaba echado de barriga en un lugarcito apartado leendo una carta que había recibido de sus parientes. Echado así (muestra con el cuerpo) en el suelo después de servirnos la comida, el rancho que le llamamos... sentimos un disparo ¡Trin! ¿A qué estará jugando? Cuando al poco rato ¡Tron! Otro disparo... de repente ya están aquí los paraguayos... vamos a verlo... el sargento lo mató primero a su...

P: Estafeta

E: ...a su estafeta. De esta manera hemos descubierto que estaban en... y él se suici... se pegó un tiro... los dos murieron.

P: ¿Ese fue el único caso que vio de homosexuales o hubo otros?

E: No... Y de ahí nos preparamos para ir a Cañada Strongest

P: ¿Quién fue el nuevo jefe después de que el Sargento murió?

E: Entonces ya el jefe de nuestro Regimiento era una tal Pinto ¿no? Coronel Pinto ¿pero qué iban a hacer ya? Dos bajas así de ese sentido. Buen, de ahí nos preparamos para ir a reforzar el cerco. Allí ya el 17 de mayo comenzamos a caminar, 18, 19, el 20 hemos estado entrando y había un jefe de temple de acero, ah... Desiderio Rocha Mayor, él había roto la línea en otro sector y estaba viniendo. Ahí lo hirieron de muerte cuando tare en una frazada como camilla 4 soldados. Pero no se me quita su cara de este jefe con la frente perlada de sudor, los labios resecos, impartiendo todavía aliento a los soldados que le cruzaban ¡Adelante muchachos que el triunfo es nuestro! De esa manera yo me apresuré a tomar contacto al ala derecha del Regimiento 7... 5 de Caballería Lanza. Tomé y cerramos el cerco el 20 de mayo del año 1934. De allí buscaba Joel Estigarribia lugares por donde romper la línea y no podían. Yo tenía a mi cargo siempre a mi grupo, todavía no me ascendieron.

P: ¿Cuántos hombres eran?

E: Eran 12 hombres nada más, a veces bajas tenían que remplazar ¿no? Y de allí resultó de que nos fuimos y seguimos. El 20 de mayo le hemos cercado. Pero después de salir ya del Chaco yo tenía una conocida paraguaya que era farmacéutica. Ella trabajaba aquí.

P: ¿Aquí en Oruro?

E: Aquí en Oruro porque uno de mis amigos por motivos de antes de que haiga la guerra fue deportado al Paraguay y ahí se había casado con esta señora doctora. Y él me dijo. Te voy a conseguir cuando yo vaya un libro de esta batalla de Cañada Strongest. Y lo tengo como recuerdo de eso ¿no?

P: Y usted aquí tiene su medalla como héroe de Cañada Strongest

E: Me han declarado héroe nacional. Y de allí los soldados y la tropa estaba desanimada... 23 de mayo, me acuerdo todavía yo de la fecha y aquí también está (señala las hojas que tiene en la mano) De repente empieza a tocar nuestros bailes autóctonos ¿no? Cuecas, bailes, paquiraris…pero los soldados estaban como en una ilusión…nuevamente nació el espíritu cívico y a seguir luchando. Y vino un avión enemigo a lanzar bolsas, una bolsa cayó en nuestra línea y dos bolsos adentro del reducto…había sido hielo

P: ¿Hielo?

E: Si como no tenían agua y nosotros tampoco no teníamos agua, pero los soldados cómo se alegraban ¿no? Para nosotros era un aliciente…Pero la banda, la música cómo los ha puesto, como el león que defiende a sus cachorros

P: ¿Y cómo era la relación de ustedes con los paraguayos?

E: ¿Ah?

 P: ¿Ustedes cuando fueron a pelear, no es cierto, a la guerra con Paraguay, ustedes odiaban a los paraguayos, que sentimientos tenían?

E: Bueno a veces porque eran sanguinarios naturalmente nacía el odio ¿no? Pero después voy a decir: De ahí el 25, 6 días de cerco no querían entregarse ¿no? Y Joel Estigarribia había pensado hacer una treta ¿no? Distraer con bandea blanca para conversar con los bolivianos y ese momento a los soldados paraguayos que se lancen. Pero los bolivianos pensaron de que ya levantaron y se metieron adentro, de esa manera hemos tomado prisioneros…los llevaron y también está aquí (muestra las hojas). Se rindieron al regimiento 5ª de caballería, el comandante era Pachieri Blanco. Allí mismo entonces hicieron acto de rendición, de esa manera lo tomamos prisioneros pero los paraguayos en estos momentos de fracaso para ellos las han sometido a un juicio en plena campaña ¿no?...En Bolivia hemos tenido jefes buenos, de temple…Germán Busch que después será…ah…

P: Presidente

E: Presidente. Un camba que le decíamos

P: ¿Cómo le decían?

 E: Camba porque era oriental. Busch era cuatrereador ¿no? A veces se vestía con la vestimenta paraguaya y se entraba a servir con los paraguayos para recoger investigaciones y hacía ambas cosas…Y el otro que era cuatrereador era un tarijeño…también de ese mismo temple, por el otro lado, el 2ª cuerpo, en el 1ª cuerpo Busch… inclusive había entrado al cerco de Boquerón. Les dijo: vámonos hermano, a Marzana; no, dice, es que he recibido órdenes de no moverme de aquí. Ordenes tenían que cumplirse. Entonces ya el comandante de la campaña del ejército boliviano era ya otro, Enrique Peñaranda. Al alemán Hans Kundt lo despidieron porque los mismos jefes dijeron ¿por qué nos a de mandar, acaso no tenemos jefes de aquí nacionales? De esa manera él renunció y nuevamente se fue a su Patria.

P: ¿Y ustedes preferían un jefe boliviano, ustedes los soldados?

E: Bueno, sinceramente el que debía ser como jefe del Ejército de campaña era Bilbao Rioja porque ese era el llamado, pero los entredichos de los jefes mismos perjudicaban ¿no? Después de haber tomado prisionero en Laguna...en... Strongest, en vez de empujar adelante nos hacen retroceder. Hemos ido a parapetarnos a Campo Santa Cruz. Ahí hicimos posiciones y los paraguayos también, estaba a una distancia prudente de unos 100 metros, 50 metros en parte

P: Cercanos

E: Nos decían bolí, bolivianos uno de estos días vamos a darle serenata, así nos gritaban

P: ¿Y ustedes?

E: ¿Qué clase de serenata nos darán estos? Todo su Ejército lo han concentrado ahí. El 10 de julio del año 1934 a las 5 de la mañana rompen el fuego los paraguayos y nos cortan la línea y nosotros hemos tenido que hacer un cerco para detener. Ahí tuve otra experiencia de uno de mis soldados. Ya cuando hicimos... la tronadera de los paraguayos era ¡¡¡increíble!!! Soldados que estaban en sus posiciones con troneras de troncos han sido enterrados en sus mismas posiciones y muertos. Toda la artillería pesada, liviana, ah... fusilería ¿cómo se...? Esas cosas tenían un poderío de fuego tremendo ¿no?

P: ¿Y ustedes no tenían armas?

E: Nosotros no teníamos... Cuando de repente en ese tiroteo le oigo cruzar un sirviente de una pieza liviana, de ametralladora gritar ¡ay! Cuando le veo sangrando los labios sin tocar la dentadura una bala, figúrese ¿no? Y ha regresado hasta su casa aquí. Después de eso el 10 de julio, el 11, el 12 de julio una lucha tremenda ¿no? No teníamos agua, no teníamos comida. Ahí he comido yo inclusive carne de loro. Tiene más de 100 años de vida ¿no? ¿Pero cuántos años tendría? Una carne dura que no podíamos cocer en tres días

P: ¿En tres días no se cocía?

E: Si pero había que mascarla. De ahí nos hicieron retroceder otra vez, orden de repliegue hasta…hasta Laguna Tarija, de Laguna Tarija hacia Garrapatal, era un lugar, que las garrapatas estaban viviendo pero ahí había agua, ahí nos posicionamos pero las garrapatas ¡caramba! Bueno de ahí repliegue otra vez hasta Lafaye, de Lafaye nos llegamos hasta Carandaití, ahí Picuiba también hemos dejado. En Carandaiti para reorganizarnos, para ir a retomar esos lugares…hay puestos…Villazón…Tarija…como pequeños fortincitos. El fortín para mí cuando he entrado yo pensé que era una aldeíta ¡no!. En el bosque, en el camino nomás una chocita, un fortín.

P: ¿Eso era?

E: Eso era. De allí para ir a retomar estaba a cargo el…mayor David Toro. Era un momento de censura para este jefe… ¡Vayan nomás adelante! Agarrado de dos matacas ¡borracho como un puerco! Así no se comanda un ejército y eso a mí me consta nadie me lo ha contado.

P: ¿Usted lo vio?

E: ¡Claro! Y allí retomamos Picuiba. Ahí nos posicionamos de Irandaui ¿no? Que era un puesto de sanidad. Hicimos troneras y teníamos que ir a cortar Lafaye porque los paraguayos vinieran ay (ahí) para hacer un movimiento envolvente pero se nos adelantaron, nos tomaron Irandaui, hemos tenido que retroceder otra vez. Y ahí el cuerpo de caballería ha sufrido una derrota ¡tremenda¿ por falta de agua y la insolación han tenido que votar sus armamentos, sus pertrechos, cuanto hay, para salir hacían 27 de noviembre. Como quien dice, sálvate como puedas. Cuando el comando si hubiese pensado bien nosotros hemos estado en el otro lado, aquí el cuerpo de caballería, aquí el cuerpo de infantería y nos cortaron de aquí, podríamos haber hecho el cerco así (muestra en la mesa las posiciones) pero no, hasta en eso ¿porqué? Porque David Toro nos ha traicionado también ahí. Porque un comandante tiene que estar pues lúcido, no como un puerco. Y aquí en tiempo de paz todavía he hecho reminiscencia y un coronel me llamó la atención. Yo dije mi coronel, usted no conoce, a mí me consta, nadie me lo ha contado, le he dicho pues ¡Es por eso que he dicho en mi discurso esto! (Golpeando la mesa con el puño) Después de eso otra vez el repliegue hasta Laguna Camatindi, ahí ya tenía el grado de sargento, ya tenía tres grupos a mi mando. En Laguna Camatindi a uno de mis soldados le abrieron como con cuchillo, una bala aquí (señala el estómago) y todos los intestinos afuera. Tuve que decirle que me lo saquen al puesto de comando…murió, se le enfriaron. Y otro comandante de grupo, de sección también, era paceño, Mendoza, a ese aquí (señala el abdomen) como con…si le hubiesen cortado con cuchillo así. Me decía ¡¡hermanito mátame, mátame de una vez!! ¡No quiero sufrir! Le amarré con una toalla y les dije ¡sáquenlo rápido nomás! También se le enfrió los intestinos, murió. Bueno, de ahí ya los paraguayos se habían introducido hasta Charagua. Me sacan para ir a reforzar el cañadón que conducía al pueblo, querían tomar las petroleras y era un cañadón estratégico. Me parapetee ahí porque 2,3 soldados de la artillería 5 se habían parapetado. Yo con mi sección me fui allá, de esa manera hemos tenido que desalojar a los paraguayos. Cuando bajé en la retoma me posicionó a un costado de ese cañadón que tenía como un río ya a la derecha y había uno que tenía su propiedad que tenía sus naranjas. Después de 50 años yo regresé al lugar ese. He mirado…ah, aquí he estado…bueno, derramé lágrimas. Después de 50 años un solo benemérito sobreviviente he encontrado en Yaragua.

P: ¿Uno solo?

E: Uno solo. Bueno, de ahí, después de retomar Yaragua empujamos a los paraguayos por el…la picada 27 de noviembre. Yo he estado cubriendo el ala derecha de la línea principal con mi sección. Cuando ya estábamos en el mes de junio del año 1935 radio Cochinos nos dice, dice que ha de haber cesación de hostiñlidade3s, no ha de haber ya guerra.

P: ¿Ustedes lo escucharon por radio?

E: Sí, ya otra treta están tejiendo estos, haya que tener mucho cuidado. Cuando a las 12 del día tenía que ser la cesación de hostilidades, as las 6 den la mañana recibimos la orden: a quemar el último cartucho. Una tronadera tremenda, en esos instantes también ha habido muertos de ambos lados tanto de los paraguayos como el nuestro. Llega las 12, una…un silencio sepulcral. La atmósfera disipándose de la pólvora. 14 de junio ¡Punto! De ahí me sacaron y me dieron un regimiento para que comande en tiempo de paz. Yo como había dejado a mi madre con mis hermanos menores no quería saber nada. Me voy nomás señor. Me ofrecieron el grado inmediato, ofrecieron 5 hectáreas y mantención por un año. No, dije, me voy nomás, con la idea de ver a mi papá, a mis hermanos. Y así me vine. Cuando llegué el 11 de septiembre del año 1935 hasta Machacamarca ¿conocen?

P: Sí

E: He tenido que subirme encima del vagón yo para ver Oruro ¿no?...la alegría…Y a mi estafeta le digo: vas a tener cuidado mi equipo. Y estando en el Chaco yo fabriqué una guitarra de poro, un charango de poro, un mandolina, yo tocaba mandolina también de poro, todo eso estaba y algunas cosas de recuerdo de la campaña del Chaco. Cuando veo a mi hermana y a otra amiga en la estación ¡ras! Y me bajo a saludarles ¿no? Voy a recoger y mi estafeta se había encontrado con su esposa, pues, se olvidó ¿Quién se lo cargaría? De esas manera no he tenido o documentos escritos.

P: Claro.

E: No, pero esto les va a servir lo que me he recordado a grandes rasgos ¿no? 6 hojas y me gustaría que lo tengan como recuerdo (emocionado), con la voz entrecortada

P: Bueno, muchísimas gracias para nosotras es muy importante el testimonio de alguien que realmente estuvo ahí.

 

 

 

RESUMEN

 

La versión oral de la guerra del Chaco en el testimonio de un excombatiente boliviano

 

El presente trabajo tiene como objetivo central analizar el testimonio oral de uno de los sujetos que protagonizaron aquél acontecimiento histórico tan impactante y trascendente para la sociedad boliviana, tal como lo fue el conflicto bélico por el Chaco Boreal entre 1932-1935, comunicado en la versión de un excombatiente boliviano. Para lograr una interpretación significativa de la entrevista que se le realizó nos proponemos reflexionar en base a algunas variables tales como: a. Comunicación intersubjetiva, b. Estrategias militares, c. Percepción del espacio, d. Concepción del otro, e. Marco social; a fin de reconstruir sus experiencia influenciadas por el discurso militar que es reanimado en los escenarios de la guerra.

 

Palabras claves: Testimonio oral – Guerra del Chaco – Institución militar

 

 

ABSTRACT

 

Oral version of the War of Chaco through the testimony of an bolivian excombatant

 

The present writing has as main objective, to analize the oral testimony of one the subjects who lead that historical event, so impacted and transcendental for the Bolivian Society. In a similar way it happened with the bellicose combat for Chaco Boreal, between 1932-1935, whose fact was comunicated by a bolivian excombatant. To get a significan translation about the interview which was made to him. We have the purpose to reflect according to some variables, such us: a. the intersubject comunication, b. Military strategies, c.Perception of space, d. Conception of the other, e. Social environment; so that it may be posible to rebuild their experiencies recreated in the war stages.

 

Key words: Oral testimony – Chaco’s War – Military institution

 

 

Notas



(*) Profesora y licenciada en Historia. Docente Adscripta a la Cátedra de Historia Medieval. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Salta. Mail: lauf20@hotmail.com

(**) Profesor en Historia. Auxiliar Docente 1° en las Cátedras de Historia de América III e Historiografía. Escuela de Historia. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Salta. Miembro del CEPIHA (Centro Promocional de las Investigaciones en Historia y Antropología) e integrante de proyectos de investigación en el CIUNSa (Consejo de Investigaciones de la UNSa). Mail: gustavo_parron@hotmail.com

[1] Trabajo N°1223, evaluado y aprobado por el CIUNSa.

[2] Cfr. Informe Final del Trabajo de Investigación Nº1223. 31 de Marzo de 2005. CEPIHA. CIUNSa. Inédito

[3] A pesar de que sus memorias escritas encuentran aceptación en asociaciones estatales, como la Federación de Excombatientes del Chaco, parte de la narración oral que obtuvieron las entrevistadoras no está registrada en esas memorias.

[4] Cfr. Informe Final. Ibidem.

[5] Cfr. HALPERÍN DONGHI, Tulio; Historia de América Latina Contemporánea.

[6] CAMPERO, Prudencio Fernando (dir): Bolivia en el Siglo XX, Harvard Club de Bolivia. La Paz. 1999.

[7] SALZMAN, Mariano: “Guerra y transformación sociopolítica. Bolivia y Paraguay en los años treinta”, en ANSALDI, Waldo (ed): Tierra en Llamas. América Latina en los años 1930. Al Margen. Argentina 2003

[8] DE MESA, José; GISBERT, Teresa y MESA GISBERT Carlos: Historia de Bolivia. 2ªEdición. Gisbert. La Paz. 1998. ZAVALETA MERCADO, René: “Consideraciones generales sobre la historia de Bolivia (1932-1971)” en GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo (coord.) América Latina. Historia de medio siglo. T1. Siglo XXI. 1ªedición. 1977. 3º edición 1982. KLEIN, Herbert: “Bolivia desde la guerra del Pacífico hasta la guerra del Chaco” en BETHELL, Leslie (ed.): Historia de América Latina. T 10. Cambridge. Crítica. Barcelona. 1992. MIRANDA PACHECO, Carlos: “Del decubrimeinto petrolífero a la explosión del gas” en CAMPERO, Prudencio. Ob. cit

[9] Benito Fernández, sostiene que la Guerra del Chaco se trató de una contienda bélica inducida “por transnacionales del petróleo que se disputaban el territorio haciendo pelear a pueblos hermanos”. Con relación a esta apreciación, deseamos aclarar que la persona entrevistada no expresa abiertamente su opinión respecto a la influencia externa de las compañías petroleras transnacionales tales como la Royal Dutch o la Standard Oil norteamericana (como si lo podemos observar en otro tipo de entrevistas consultadas) centrándose mas bien en un factor explicativo interno causante de la derrota de los bolivianos por parte de los paraguayos, como por ejemplo la mala conducción de los jefes militares del bando boliviano.

[10] ARZE AGUIRRE, René: Guerra y conflictos sociales. El caso rural boliviano durante el conflicto del Chaco. CERES. La Paz, Bolivia. 1988.

[11] FIGUEROA SOLÁ, Eulalia y PARRÓN, Mario Gustavo: “Un espacio territorial en litigio durante la guerra del Chaco 1932-1935”, en MATA DE LÓPEZ, Sara y ARECES, Nidia (Coord.) Historia Regional. Estudios de casos y reflexiones teóricas. EDUNSa. Universidad Nacional de Salta. CEPIHA. 2006.

[12] CANELAS, Demetrio: La guerra del Chaco. Documentos. Cochabamba. 1987; CÉSPEDES, Augusto: Crónicas heroicas de una guerra estúpida. Juventud. La Paz. 1975; ICHAZO URQUIDI, Armando: Acciones y hombres olvidados. Universitaria. Tarija 1980; GUZMÁN, Augusto: Prisionero de guerra. Juventud. La Paz. 5ª ed., 1978; MOSCOSO, Oscar: Recuerdos de la guerra del Chaco. Lux, La Paz. 1995 (1ª Ed., 1934); SAAVEDRA PELAEZ, Alberto: Boquerón, Memorias de un soldado. Juventud, La Paz, 1990; SELAYA, Salustio: Documentos y memorias de la Guerra del Chaco. Urquiza, La Paz, 1972.

[13] SALZMAN, Mariano. op. cit. Pp.348-349

[14] Cfr. BAPTISTA GUMUCIO, Mariano: Historia Contemporánea de Bolivia. 1930-1976, Ed. Gisbert, La Paz, 1976.

[15] Véase Mapa del proceso de delimitación fronteriza entre Bolivia y Paraguay, en Anexo, Sección 1, pp.161.

[16] DE MESA, José; GISBERT, Teresa y MESA GISBERT, Carlos. op. cit. Pp. 544-545.

[17] Cfr. BAPTISTA GUMUCIO, Mariano. op. cit.

[18] DE MESA, José; GISBERT, Teresa y MESA GISBERT, Carlos. op. cit.. Pp. 533.

[19] SALZMAN, Mariano. op. cit.. Pp. 360.

[20] JOUTARD, Philippe: Esas voces que nos llegan del pasado, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999.

[21] Ibidem.

[22] Véase Anexo Sección 3. Entrevista.

[23] El establecimiento de fortines formaba parte de un proceso más amplio de penetración humana y de ocupación del espacio territorial caracterizado entre otras cosas por la introducción de animales y la instalación de puertos y líneas férreas. Por otro lado, a los fortines llegaban destacamentos de oficiales y soldados y desde allí incorporados en distintos regimientos e instituidas las respectivas instrucciones militares emprendían la marcha a las zonas de operaciones, es por esa razón que la destrucción de los fortines significó no solo la desarticulación de la vida militar y la obstrucción de las directivas militares sino también una contramarcha respecto al dominio territorial.

[24] Proporcionada por el excombatiente a las entrevistadoras momentos previos a la conversación. No la incluimos en el anexo del presente trabajo por razones de espacio.

[25] El entrevistado sólo recuerda el nombre de la dirigencia, obviando el de los soldados subalternos.

[26] “Curichi” se refiere al sitio con agua estancada. Suponemos que este término fue utilizado por los soldados de entonces.

[27] Estos mismos obstáculos también son destacados por la historiografía tradicional de Bolivia como factores explicativos del fracaso de los bolivianos ante los paraguayos durante la guerra.

[28] Cfr. Anexo, Sección 3, Entrevista.

[29] Cfr. Anexo, Sección 3, Entrevista.

[30] Cfr. Anexo, Sección 3, Entrevista.

[31] La historiografía boliviana tradicional plantea la imagen del soldado boliviano convertido en mártir por medio de acciones militares que implicaron derramamiento de sangre. Está presente la idea de que los que participaron en la guerra contribuyeron a la configuración de la Nación boliviana.

[32] JELIN, Elizabeth “¿De qué hablamos cuando hablamos de memorias?”, en Los trabajos de la memoria, Siglo XXI, Madrid, 2002.

[33] Rafael Archondo considera que el ejército boliviano, influenciado por la ideología del positivismo, no había incorporado al sector indígena considerado por algunos sectores sociales como un elemento de caos para el desarrollo social. Sin embargo, a partir de 1920 por un proceso de profesionalización de esta institución crece la incorporación en ella de los indígenas que, por cierto, constituían la mayoría de la población. Véase ARCHONDO, Rafael “El positivismo: manual de guerra para el ejército boliviano”, Revista Boliviana de Ciencias Sociales Tinkazos, EDOBOL. Bolivia, 2002, Nª 11.

[34] Véase PARRÓN, Mario Gustavo: “El protagonismo social de las comunidades originarias de la Región andina. Bolivia 1898-1932”, en Anuario de Estudios Bolivianos, Archivísticos y Bibliográficos Nº11. Ediciones Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Sucre. 2005.

[35] Crf. PARRÓN, M. G. Ibidem.

[36] Cfr. Anexo, Sección 3, Entrevista.

[37] Cfr. Anexo, Sección 3, Entrevista.

[38] También en la lista de jefes “buenos” se encuentra Bilbao Rioja, y en la de los jefes “malos” Hans Kundt y Carlos Banzer.

[39] Cfr. Anexo, Sección 3, Entrevista.

[40] JELIN, Elizabeth; op. cit. pp. 23.

[41] Ibídem

[42] Según Jelin, esta perspectiva plantea la disponibilidad de herramientas simbólicas (lenguaje y cultura) como precondición para el proceso en el cual se construye la subjetividad del individuo.

[43] Véase Anexo, Sección 3, Entrevista.

[44] PORTELLI, Alessandro: “Lo que hace diferente a la historia oral” en: AAVV: La historia oral, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1991, pp. 42-43.

[45] En GRELE, Ronald “La historia y sus lenguajes en la entrevista oral: Quién contesta las preguntas de quién y porqué”, Historia y Fuente Oral, Barcelona, 1991, Nº 5.