Mitos y
verdades sobre el aporte indígena en la construcción de la identidad nacional.
Una mirada crítica sobre textos de estudio para el nivel Polimodal
La
historia de los pueblos indígenas americanos fue signada por el exterminio
físico y cultural, la explotación económica y la apropiación de sus recursos.
En nuestro país, se admite aún hoy, que la guerra contra el indígena que
culminó con la denominada Campaña o Conquista del Desierto se libró
contra un enemigo salvaje e inadaptable. Esto generó, que en el proceso de
construcción del Estado-nación durante la segunda mitad del siglo XIX se
excluyera a los indígenas, como parte constituyente de nuestra identidad
nacional.
A partir de la década
de 1980 historiadores y antropólogos abordaron la cuestión de las relaciones
inter-étnicas, desde una óptica interdisciplinaria. En ésta línea se encuentran
los aportes de Raúl Mandrini, Miguel Ángel Palermo y
Martha Bechis, entre otros. Lentamente los enfoques
historiográficos sobre el tema fueron cambiando, destacándose aspectos de la
vida cotidiana en las tolderías, el malón como empresa económica y el rol que
desempeñaban las mujeres indígenas como productoras de bienes de intercambio - ponchos,
mantas- en la frontera. En este proceso se modificó también la metodología
empleada y las fuentes utilizadas, ya que los documentos escritos se cotejaron
con la información obtenida a través del registro arqueológico.
A pesar de estos
avances a nivel académico, en el ámbito educativo no se ve totalmente plasmada
esta producción historiográfica en los libros de texto. El objetivo de nuestro
trabajo es analizar las continuidades y rupturas que existen entre la visión
tradicional sobre las sociedades indígenas, la producción académica actual, los
Contenidos Básicos Comunes para la Educación Polimodal y los textos de
estudio.
El
proyecto de Estado-nación que se consolidó en nuestro país, no puede
comprenderse sin el contexto político, económico e ideológico que le dio forma.
La designación misma de desierto a las zonas de ocupación indígena ya es
significativa, declarar vacío al espacio no urbano es una forma de no tener que
adaptar la cultura y el lenguaje de modo que sean capaces de explicar e
interpretar ese espacio. Se niega lo que hay en él y por lo tanto, no existe,
está vacío.
Esto
alude claramente al olvido y a la negación de la otredad de los actores
sociales indígenas, es decir, su omisión en la construcción del ser nacional.
Se contribuyó, así, a la construcción de un imaginario colectivo,
implementándose juicios de valor y estereotipos a las interpretaciones
históricas.
Consideramos
que aún hay aspectos que continúan vigentes en el sistema educativo, ya que:...”
el discurso de la vieja historia oficial desvalorizó con firmeza el
tratamiento de la historia indígena bonaerense. En los pocos casos actuales en
que se nombran las sociedades prehispánicas, se las considera como grupos relictuales, testigos de un pasado exótico o prehistórico
detenido en el tiempo, que poco tiene que ver con la historia nacional o con
aquella de los inmigrantes europeos (...) Haciéndose caso omiso,
a los procesos históricos de cambio que atravesaron éstos pueblos”...[1]
Los
actores -terratenientes, gobernantes y militares- que llevaron a cabo estos
hechos, que en la actualidad denominamos etnocidio y genocidio de
las comunidades indígenas, tenían plena conciencia cuando los provocaron
directa o indirectamente. Aunque hay algunas excepciones, generalmente no se
evidenciaron críticas a la campaña militar de Roca, siendo frecuentes las
justificaciones por parte de la mayoría de los intelectuales y el gobierno de
la época.
Es
necesario a fin de analizar éste período considerar la influencia que en el plano
ideológico tuvo la teoría evolucionista, desarrollada a mediados del siglo
XIX. Ya que sirvió como fundamento para reforzar una representación científica
del indio que lo hacía radicalmente prescindible, en función de su supuesta inferioridad.
El evolucionismo lineal consideraba la dualidad del hombre, en cuanto cuerpo
pertenecía al mundo de la naturaleza y en tanto espíritu pertenecía al mundo de
la cultura. Pero, al reconocer su lugar en la naturaleza y admitir que era una especie
producto de transformaciones, el hombre blanco podía llegar a comprender
cuán diferente de sus antepasados le habían hecho la sociedad y la
civilización. Esta constatación se trasladó a las relaciones entre las
diferentes sociedades, sirviendo de cimiento al etnocentrismo y al racismo. En
1876 el ingeniero francés Alfred Ebelot quién
colaboró en la construcción de la famosa Zanja de Alsina escribía para la Revue des deux Monde:...”Un
sentimiento muy particular es el que se apodera de un francés de nuestro siglo,
de este siglo crítico, razonador y ligeramente pedante cuando se halla en
presencia de auténticos “salvajes”, ya que junto con el horror, la curiosidad y
la piedad, se experimentan la impresión de estar frente a una transformación,
ya que uno de los caracteres de la ciencia moderna, quizá el más digno de
notarse, es el de referir todo, en el estudio de la materia y de la vida, a las
leyes de una evolución ascendente”... [2]
Se utilizará el método
comparativo de las Ciencias Naturales para demostrar las diferencias y las
semejanzas culturales entre ambas sociedades – indígenas y blancos – las que serán ordenadas científicamente en un esquema
evolutivo de la humanidad: Salvajismo, Barbarie y Civilización. El afán
clasificatorio y la comparación etnográfica se transformarán en las principales
motivaciones de las ciencias del hombre, desterrándose las utopías
indigenistas del siglo XVIII de acuerdo al paradigma de utilidad. La etnografía
ponía al investigador frente a la prehistoria viviente, al salvajismo,
cuyas manifestaciones culturales era necesario registrar antes de su
extinción. Al respecto decía el explorador de la Patagonia y el Chaco Ramón
Lista en su libro Los indios Tehuelches. Una raza que desaparece:...“Hoy
todo ha concluido o va ha concluir para el tehuelche: el pastor de ovejas le
repele, la oveja rumea donde antes lo hiciera el guanaco. Todo está en su
contra: los gobiernos le abandonan, y el vivendero
cristiano, despiadado le emborracha para despojarlo de cuanto tiene. ¡Destino
Fatal !...”[3]. Las premisas
analizadas, sirvieron de sustento a la política de apropiación del espacio por
parte del Estado, en éste período la Sociedad Científica Argentina sostuvo
distintos viajes de naturalistas y expedicionarios. Entre ellos podemos contar
los de Francisco Moreno, quién llegó al lago Nahuel Huapi
en 1878, trazando un mapa de toda la región. También el de Lucio V. Mansilla en
territorio ranquelino -sur de Córdoba - y Estanislao Zeballos
que arriba a Carhué en 1880. En definitiva, el
evolucionismo construyó una imagen, un modelo del otro cultural al que
explicó a partir de la diferencia, el otro como diferente al nosotros.
En el plano político, si consideramos los debates
realizados en el Senado de la Nación sobre la problemática indígena nos
muestran que los legisladores tanto oficialistas como disidentes, compartían
las ideas de la llamada generación del ’80. Sostenían que los indios estaban equiparados
a los ciudadanos argentinos, pero representaban la barbarie, mientras que
los verdaderos ciudadanos serían los representantes de la civilización. Debemos
tener en cuenta que los términos estado y nación no son
equivalentes, ya que el primero obedece a una voluntad política que intenta
legitimar una estructura social. De ésta manera, además de mostrar su
viabilidad y capacidad de existencia autónoma ante otros estados-nacionales, la
clase dirigente debía imponer esa misma definición a los habitantes de su
territorio. Así, los indígenas eran concebidos como rémoras que dificultaban
el progreso, vestigios de una sociedad que se pretendía transformar. Las
sociedades indígenas eran vistas como:...” El otro contemporáneo, lejano en
el espacio, que representa las huellas del pasado en el presente”... [4].
La
negativa a reconocer la diversidad étnico-cultural de nuestro territorio, se
debió principalmente a que esta característica era considerada como un
impedimento para el adecuado funcionamiento del sistema económico y político.
Al tratar de minimizar la presencia indígena, Alberdi y Sarmiento proponían
colonizar nuestro extenso territorio con inmigrantes de raza blanca,
subordinando a los pueblos originarios. La dicotomía civilización / barbarie
fue utilizada para afianzar en el imaginario social la necesidad de avanzar
sobre la denominada Frontera Interior. En este contexto, la educación
también sirvió como elemento homogeneizante,
ya que al negar el pluralismo reforzó la desvalorización de las pautas
culturales y de la identidad étnica de éstos grupos. A su vez, la Iglesia
impuso criterios y valores que facilitaron el proceso de unificación, al
desvalorizar las prácticas religiosas indígenas por considerarlas paganas y
heréticas.
En
el plano económico, debemos tener en cuenta que hasta mediados del siglo XIX,
la presencia del Estado en lo que se consideraban territorios indígenas se
mantenía de manera inestable. Existía una frontera móvil y conflictiva
con las tribus aún no sometidas del Chaco y la zona de Pampa-Patagonia. De
allí, la necesidad de eliminar éstas fronteras interiores y controlar a
las poblaciones aborígenes, especialmente en lo referente a sus intercambios
comerciales. Situación que intensificó las matanzas y deportaciones de los
denominados grupos rebeldes.
La
indiferencia gubernamental por la extinción de los indios, se debía a la
aceptación general de cierto darwinismo social. Esto es visible en el
testimonio del senador Miguel Cané, cuando intenta explicar por qué el Estado
prefiere delegar el cuidado de los indígenas fueguinos en los misioneros
salesianos:...“Yo no tengo gran confianza en el porvenir de la
raza fueguina. Creo que la dura ley que condena los organismos inferiores ha de
cumplirse allí, como se cumple y se está cumpliendo en toda la superficie del
globo, pero es el honor, el deber de las sociedades civilizadas, así como el
médico a la cabecera del enfermo sin remedio, hacer cuanto puede por prolongar
la existencia y aumentar el bienestar de esas razas desvalidas o indefensas”...[5]
En
cuanto a la percepción de peligrosidad de los distintos grupos que
habitaban éstas regiones, varió de acuerdo con el proyecto económico a
desarrollar en cada una de ellas. De este modo, se caracterizó a los aborígenes
del sur como salvajes y ladrones. Estanislao Zeballos
repetía: los indios no trabajan, no siembran, sino que bolean avestruces, ya
que consideraba que la civilización era para los buenos habitantes, y
ésta era sinónimo de organización social con legislación y economía agrícola.
En
cambio los aborígenes del norte eran vistos como pasibles de ser trabajadores
dóciles, luego de su domesticación como mano de obra. Aquí había un
reconocimiento sobre la necesidad de la contribución del indio a la
grandeza de la Nación, pero sólo como fuerza física. Es el mismo Zeballos, quién se refiere al respecto:...“Una parte de
la riqueza de las provincias del norte, se debe al hábito de extraer a los
indios del Chaco para trabajar en los ingenios, pagándoles salarios reducidos y
dándoles además la comida y telas para vestir.(...)Solamente así ha podido
desenvolverse la industria allí donde la escasez de brazos hace indispensable
ese elemento de trabajo.”... [6]
En
este sentido se produce una asociación entre población sedentaria-sumisa-posible
mano de obra y población nómade-salvaje-inadaptable, a la que se
debe exterminar. En una lógica en la que sedentariedad
y nomadismo refuerzan la oposición inicial entre civilización y
barbarie. El sometimiento definitivo de los indios era esencial para la
inserción definitiva de nuestro país en el proyecto mundial capitalista. Se
dispuso una utilización racional de los hombres, mujeres y niños de las
poblaciones reducidas, ya sea como mano de obra en los ingenios, soldados en
los cuerpos de línea, sirvientes en casas de familia, o en muchos casos la
prisión de por vida hasta que se determinara su destino.
De
ésta manera, se va a estructurar un perfil de identidad nacional que excluyó a
los indígenas aún como referente ideal, conformando un producto atípico en
Latinoamérica. Situación que reforzó en la opinión pública un conjunto de ideas
estereotipadas sobre los grupos aborígenes, entre las cuales se
destacan: no hay indios en la Argentina, los indios no fueron eliminados,
sino que se integraron a la población total (blanca), los indios de nuestra
área tenían muy bajo nivel cultural[7]. Así los contornos
de la argentinidad fueron delineados mediante ciertos mecanismos
selectivos de inclusión y exclusión, que fijaron el límite dentro
del cual se asimilaron los sectores integrables al proyecto de nación moderna,
siendo la variable coercitiva la que expulsó o aniquiló a aquellos no
adaptables.
La dimensión
multicultural:
la percepción de
la imagen indígena en los textos de estudio
Los
textos de estudio para nivel Polimodal se estructuran en función de los diseños
curriculares previstos por el Ministerio de Educación como Contenidos
Básicos Comunes. En ellos existe una clara referencia a la multiculturalidad
de la sociedad contemporánea, y a la interdisciplinariedad de las ciencias
sociales. Y proponen:... el estudio de algunas experiencias históricas
concretas, utilizando conceptos que, elaborados por las ciencias sociales,
permiten avanzar en la explicación de la dinámica de la realidad social (p.107).
Se entiende por esto que la interpretación de la actualidad, así como su
perspectiva histórica se deben percibir a través una óptica que priorice la
complejidad y, por ende, las desigualdades inherentes a las sociedades que
intervienen en el proceso que se estudia. Este tipo de abordaje es el resultado
de una práctica interdisciplinaria donde la Historia, gracias al aporte de la
Antropología y la Arqueología, genera enfoques renovadores de la milenaria
historia americana.
Siguiendo
con el análisis del diseño curricular, se considera el tratamiento de los
procesos desde diferentes líneas historiográficas en los siguientes términos:
se propicia un acercamiento político a la reflexión realizada por las
corrientes de pensamiento y/o autores nacionales que, han analizado etapas
significativas del devenir político, social y cultural argentino (p.109).
En función de los tópicos presentados, trabajaremos en las analogías y
diferencias que se dan entre los lineamientos básicos, y en la práctica, los
textos. Así vemos como en Historia de la Argentina Contemporánea, no se evidencia
en los capítulos concernientes a la formación del Estado-nación la dimensión
multicultural que propone el documento. La empresa económica y militar
llevada a cabo por la elite dirigente que significó la apropiación de
territorios hasta entonces ocupados por los indígenas, recibe un tratamiento
marginal en el texto, pues sólo se expone como Actividad Práctica, a modo de
anexo. Aunque se utilizan fuentes con posturas diversas, el hecho que el tema
esté incluido como un apartado y no en el cuerpo principal del libro o dentro
de un capítulo, consideramos un indicador de la negación a la
importancia que tuvieron las sociedades indígenas, en la conformación del
estado. El indígena es visto como el otro, es decir, no forma parte del
ser nacional.
En
el enfoque del texto De las guerras civiles a la consolidación del Estado
Nacional Argentino (1820-1880), podemos advertir la intención de poner en
primer plano al contacto inter-étnico, tomando en cuenta el intercambio
comercial ocurrido en el período post-conquista en la sociedad de frontera.
Consideramos valioso el aporte que hace sobre la antigüedad de éstos grupos en
el territorio americano, remontándola a miles de años. Además dentro del
capítulo concerniente a la formación del estado nacional dedicado a los actores
sociales nativos, les otorga un desempeño destacado (p.42).
En
Historia Argentina. 1806-1995. Una Mirada Crítica, el tema es tratado
dentro del capítulo referido a la construcción del Estado Argentino, lo cual se
podría tomar como un avance en la inclusión del indígena como actor social
participante en la configuración del ser nacional. Otro aspecto positivo, es la
crítica a la denominación Conquista del desierto expuesta en las
siguientes palabras:...” es impropio este nombre utilizado (...) porque un
desierto no se conquista, se ocupa y si hay seres humanos (contra los que se
luchó) no se trata de un desierto. Lo que se hizo con esa denominación es negar
la calidad de humanos a los seres que lo poblaban”... (p.275). Sin
embargo, cuando se trata la situación de las comunidades indígenas en la década
de 1870 se hace hincapié en la belicosidad del indio frente al blanco:...
“los indios araucanos eran considerados por los criollos en general como el
azote de las pampas. En sus ataques infundían temor en los gauchos y en las
milicias en general, por su coraje insuperable, su manejo de la lanza y su
destreza como jinetes”... (p.272). De esta forma, se estaría avalando el
avance ofensivo de la sociedad criolla que consideraban a estas etnias como de
origen extranjero, cuya intención era la invasión del territorio nacional[8].
En
cambio, en Historia de la Argentina. Siglos XVIII, XIX y XX podemos
observar una diferencia sustancial con respecto a los otros libros, ya que el
tratamiento de las sociedades indígenas y la sociedad de frontera merece un
capítulo aparte, explicitando de esa manera el concepto de la dimensión
multicultural o diversidad étnica de nuestro territorio. Éste texto hace
hincapié en temas diversos como los cautivos, la dieta, la diplomacia indígena,
las estructuras de poder en éstas sociedades, los intercambios, etc.
Paradójicamente,
en los libros de edición más reciente se detecta una menor actualización en
materia historiográfica. En Historia Argentina y Latinoamérica I. En el
contexto de las transformaciones sociales. Desde 1750 hasta 1930, aunque
incluye la historia latinoamericana desde el siglo XVIII, no hay ninguna
referencia al componente indígena, más que en los apartados referidos a las
campañas al desierto de Rosas y Roca. Cuando refiere la campaña de J.M.
de Rosas se hace hincapié en la gesta militar, el avance de la frontera, etc.,
sin ninguna alusión a espacios de sociabilidad, comercio, etc. (p.105). Al
relatar la campaña militar de Roca, resalta que las diferencias entre la
propuesta de Alsina y éste estribaba pura y exclusivamente, en términos de
estrategia militar:...”En ambos casos, el tema de los aborígenes era
simplemente un problema militar y no una cuestión social. En la época, casi
ningún político expresó la cuestión de otra forma”... (p.182).
Historia
Argentina y Latinoamericana (1780-1930) H1 no aporta
ningún elemento sustancial sobre la participación de las sociedades indígenas
en la conformación de nuestra identidad. Se hace hincapié en la ofensiva a través de los malones, no
estableciéndose sus causas, ni considerando al malón como una empresa
económica, más que una ofensiva bélica. Cuando se refiere a la Conquista del
Desierto, la considera:... “ una campaña contra los indígenas hostiles
de la pampa (...) con el objetivo de garantizar la seguridad de los pobladores
y los hacendados de la región”... ( p. 81-82).
La
distinción de los diversos tipos de información que se pueden obtener de las
fuentes y su selección constituye un largo aprendizaje. La disciplina histórica
es un ejemplo, en principio se abocó exclusivamente al documento escrito y
supuso la absoluta veracidad de lo que allí se decía. Luego cuando la fiebre
positivista cedió, se enfrentó al análisis de las fuentes, considerando que no
todo se reducía a lo escrito, que había interpretaciones y juicios de valor
implícitos en los documentos. Tomar las fuentes sin ningún tipo de recaudo
constituía una imprudencia, ya que requerían una mirada exhaustiva que
permitiera una aproximación – más o menos certera - a la información que se
podía obtener. Se relacionaron unas y otras fuentes, se tuvieron en cuenta los
hechos históricos del momento, el contexto mundial en que acontecieron, los
actores políticos que produjeron los escritos y finalmente, se incorporaron
otros tipos de fuentes: las etnográficas y arqueológicas. El trabajo
interdisciplinario empezó a ganar terreno, deviniendo en un nuevo abordaje
metodológico. En la actualidad, el etnohistoriador,
además de contrastar su información histórica con los datos de la Antropología
Social, recurre al folklore, la pintura, la arqueología, resignifica los
relatos históricos sobre manifestaciones culturales criollas y analiza las
crónicas y otros tipos de fuentes buscando no sólo la intertextualidad,
sino los significados ocultos –los silencios implícitos o el imaginario
subyacente- que le permite avanzar en explicaciones, más allá del empirismo
evidente.
En
los textos que trabajamos, en ningún caso se menciona la interdisciplinariedad
necesaria para analizar los procesos históricos. En uno solo se habla de la
interpretación de las fuentes presentándose dos posturas diferentes: la de un
cacique y un militar de frontera, lo cual da idea de cierta diversidad de
testimonios ( Historia de la Argentina. Siglos XVIII, XIX y XX, p.101).
En cuanto al aporte de otras disciplinas como la Antropología y la Arqueología,
en el texto De las guerras civiles a la consolidación del Estado Nacional
Argentino (1820-1880) se utilizan fragmentos de trabajos de Martha Bechis y Marcela Tamagnini,
autoras que abordan la problemática indígena desde el enfoque de la
Etnohistoria (p.43).
También
observamos, que a menudo las distintas fuentes son utilizadas de modo
tendencioso. En un texto se toma una cita de Álvaro Barros, quién fue Comandante de la Frontera Sur, en la cual
presenta a la sociedad indígena como belicosa y peligrosa, como una amenaza
para la cuál no hay más remedio que la supresión:...” es indispensable la
supresión de los indios, a fin de entrar en tranquila posesión de los campos de
cuyo dominio nos privan”... (Historia de la Argentina Contemporánea.
Desde la construcción del mercado, el Estado y la nación hasta nuestros días.
p.74). Pero, a partir de la misma fuente otro texto nos evidencia una imagen
más integradora de la visión que tenía Barros sobre la problemática indígena y
de los estragos que provocó la llamada sociedad civilizada:...”¿Qué es lo
que la civilización le deja? (...) le deja la enseñanza de la crueldad
perfeccionada (...) sólo la verdadera barbarie puede aceptar como un medio el
exterminio, la matanza de una parte de la humanidad en provecho de otra que se
cree civilizada. (...) El indígena era una rama de la especie humana: el
conquistador cometió un crimen al desconocerla. Le negó todos los atributos del
hombre, le trató peor que la bestia, porque le negó hasta la sensibilidad
material en el tormento.”.... (Historia Argentina. 1806-1995. Una Mirada
Crítica; p.274).
Las
otras fuentes que encontramos son las escritas por militares, especialmente
Julio A. Roca y Lucio V. Mansilla. Éste último deja ver cierta complejidad en
la organización social de los grupos aborígenes, pero igualmente debemos tener
en cuenta que la visión que se tiene es unilateral. Consideramos que es
necesario cuando trabajamos las distintas fuentes en el aula, hacer las
críticas necesarias y contextualizarlas.
En
cuanto a las ilustraciones que acompañan abundan por lo general mapas de la
ofensiva militar – la zanja de Alsina, el corrimiento de la frontera, la línea
de fortines, etc. -, así como fotos de Roca, y los principales militares y
soldados que intervinieron en la Campaña. También podemos apreciar dibujos y
pinturas de la época que ilustran el malón, con tópicos recurrentes como el de
la cautiva blanca ultrajada, la crueldad de los indios, su belicosidad, etc. (Historia
Argentina Contemporánea. Provincia de Buenos Aires pp.50-53). Aunque
encontramos fotografías de indígenas, generalmente son de caciques o
capitanejos, sólo en algunos textos figuran en menor cantidad imágenes de
tolderías donde podemos apreciar mujeres, niños y ancianos (Historia
Argentina y Latinoamericana 1780-1930. H1; p.180).
Aunque
se ha hecho un importante avance en la producción historiográfica, en cuanto a
la incorporación de distintos actores sociales en el complejo entramado de las relaciones
inter-étnicas a finales del siglo XIX, ésta producción académica no se plasma
en los libros de texto. Sólo podemos hallarla en contadas excepciones, ya que a
pesar de incluir citas de autores contemporáneos con perspectivas diferentes,
en general se continúa con un relato unilateral abordado desde la
perspectiva de la sociedad criolla.
Si
bien desde los documentos oficiales, se intenta incorporar el tema de la diversidad
cultural proponiendo una visión más integradora de nuestra sociedad, los
lineamientos propuestos no siempre son tenidos en cuenta por las diferentes
editoriales. Consideramos, que para superar éstos viejos estereotipos en
el imaginario colectivo, es preciso actuar con mayor eficacia en el
sistema educativo. En este sentido, es necesario romper la brecha
existente entre la producción académica, el material de divulgación y los
libros escolares.
Las distintas universidades públicas de nuestro país, a través de
actividades de extensión deben generar espacios de reflexión, cursos de actualización,
jornadas o aquellos mecanismos que consideren necesarios, a fin de permitir el
acceso a los docentes - de todos los niveles educativos – a los últimos aportes
e investigaciones realizados sobre éste tema. De hecho, debemos tener en cuenta
que: lo que nuestro país niega acerca de sus orígenes es parte constituyente de
nuestra identidad.
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Buenos Aires, 2004
Agradecimientos
El presente trabajo se realizó a través del Proyecto
subsidiado por la ANCYPT y la UNMDP (Picto 2004,
N°552)
RESUMEN
Mitos y verdades sobre el aporte indígena en la
construcción de la identidad nacional. Una mirada crítica sobre textos de
estudio para el nivel Polimodal
El
tema de la construcción del Estado Nacional Argentino ha sido estudiado
tradicionalmente desde una perspectiva historiográfica ligada a tendencias
evolucionistas y etnocéntricas donde los indígenas fueron excluidos e ignorados
sistemáticamente. Dicha posición ha ido transformándose desde la segunda mitad
del siglo XX cuando se incrementó y cambió la relación entre Antropología, Historia
y Arqueología a través del trabajo interdisciplinario.
A
pesar de las nuevas líneas de análisis sobre las sociedades indígenas existen
aún estereotipos en los textos escolares de nivel Polimodal. Este trabajo
analiza el proceso descripto y su impacto en el sistema educativo, incluyendo
el análisis de los Contenidos Comunes, y que tipo de fuentes son utilizadas
como recursos didácticos.
Palabras clave: sociedades indígenas, estado-nación, Conquista del
Desierto
Myths and truths
about native contributions to the construction of national identity. A critical
view about course-books for high-school
The subjet
about the national state´s construction in Argentine has been studied tradicionality from an historiography perspective linked
with evolucionist and ethnocentric views where the
natives were excluded and ignored systematically. That position has been
transformed since mid-xx -century when the relathionship
between History, Anthropology and Archaeology changed and increased through
their interdisciplinary work.
In spite of new ways in the analisys of native societies there are still some
stereotypes in high-school´s texts. This work analyzes this process and its
impact in the educative system throught school´s texts
including basic common contens and wath kind of sources are using like didactic recourses.
Key
words:
native societies - Conquest of Desert - state-nation
Notas
* Licenciada en Historia.
Becaria de Iniciación a la Investigación. Facultad de Humanidades-UNMDP.
Miembro integrante del Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense –
Departamento de Historia – Facultad de Humanidades – UNMDP e-mail: cattaneo55@yahoo.com.ar
** Profesora en
Historia. Docente. ISFD N° 170- Maipú- ISFDyT N°32 –
Balcarce y Escuela Terciaria Estudios Radiofónicos (ETER) Mar del Plata.
Miembro integrante del Laboratorio de Arqueología Regional Bonaerense-
Departamento de Historia - Facultad de Humanidades-UNMDP. e-.mail: irene_elena11@yahoo.com.ar
[2] EBELOT, Alfred. Recuerdos y Relatos de la
Guerra de Fronteras. La Epopeya de Desierto. Plus Ultra, Buenos Aires,
1968; p.25.
[5] Citado por LENTON, Diana Isabel. “Relaciones
Interétnicas: Derechos Humanos y Generación del ’80”; en: RADOVICH, Juan Carlos
y Alejandro O. BALAZOTE (eds.) La Problemática Indígena. Estudios
Antropológicos sobre pueblos indígenas de la Argentina. CEAL, Buenos
Aires, 1992; p.59.
[6] Ibíd.; p. 41.
[7] SLAVSKY, Leonor. “Los indígenas y la Sociedad
Nacional. Apuntes sobre política indigenista en la Argentina”. En: La
Problemática Indígena. Estudios Antropológicos sobre pueblos indígenas de la
Argentina. CEAL, Buenos Aires, 1992; p. 69.
[8] Al respecto, Diana Lenton
afirma que en Chile se pronuncia el discurso opuesto, sobre el origen platense
de los araucanos a través de los textos escolares. Así tanto de este, como del
otro lado de los Andes, los mapuche serían siempre de origen extranjero. Ver:
“Relaciones Interétnicas: Derechos Humanos y Generación del ’80”; Op.cit.;
p.43.