Los nuevos movimientos sociales ¿Nichos ecológicos o
espacios de construcción de nuevas subjetividades?
Cora Silvano(*)
Los
nuevos movimientos sociales en la década de 1980.
Relación
con la problemática
A partir de la década de 1980 percibíamos
en Latinoamérica y en nuestro país, formas de organización y participación
colectivas que se diferenciaban de prácticas anteriores. Grupos de derechos
humanos, ecologistas, comedores comunitarios y organizaciones de vecinos en
torno a diversas actividades barriales, grupos de mujeres y comunidades
eclesiales de base daban cuenta de una "diversidad" de agrupaciones
que parecían señalar una diferencia con las formas tradicionales de
organización y lucha social y política Quienes participábamos en algunas de
esas experiencias y tratábamos de analizarlas considerábamos que indicaban una
ruptura con la década de los 70 por diversas razones "hablaban de un
sujeto cuya pertenencia no estaba dada como pertenencia absoluta sino que
aparecía un mismo sujeto cruzado por pertenencias múltiples"[1] no
se partía de una teoría totalizadora, aunque tampoco de la nada, sino de
saberes de distintos sujetos que tenían que ver con la resignificación de
experiencias o vivencias anteriores.
Estas prácticas generaron (no solo en
aquellos grupos) sino en el campo epistemológico de las ciencias sociales un
replanteo acerca de "categorías" clásicas postuladas hasta ese
momento por las corrientes críticas de las ciencias sociales. "Clase
social", "lucha de clases", "utopía" etc. eran
conceptos que generaban conflictos en torno a su validez y daban lugar a
procesos de "deconstrucción" y debate.
Más allá de los distintos
posicionamientos y de su posible cuestionamiento, cabe destacar que marcaron el
dinamismo del lenguaje frente a los usos que delimitan los sentidos de los
conceptos y la necesidad de retomar el análisis de las teorías críticas de
origen marxista. Desde otro lugar, las teorías de "la transición hacia la
democracia" o aún desde el mismo interior de aquel enfoque, el marxismo
analítico y lo que se llamó postmarxismo, exigían una revisión cuando no una
negación de las mismas.
Hoy, pasada la década de los 90 el debate
continúa y se abre a una nueva "deconstrucción" de lo deconstruído. La cuestión es conflictiva. ¿Cómo se percibe la
transmisión de la tradición? ¿Consiste la misma en una reproducción? Quienes
señalan las resignificaciones como "deslealtades" favorecedoras del
neoliberalismo están posibilitando u obturando la continuidad de dicha
tradición? Donde parece haber continuidades se encubren rupturas y donde parece
haber rupturas se abre la continuidad de la intencionalidad originaria. La
transmisión de la tradición se da por diversos caminos, en el juego de las
diferencias, a veces por "lenguas de contrabando"[2]
y no por la reproducción mecánica.
Vivimos una "crisis" que
movilizaba nuestras anteriores certezas y utopías. Pero las crisis son
"potencialmente necesarias"[3].
Ofrecen la posibilidad de abrir nuevos interrogantes, de incluir nuevos
problemas planteados desde otras miradas.
Estos espacios de organización colectiva
en la década de 1980 nos confrontaron con el estructuralismo de los 70 que
negaba o incluía muy poco al sujeto y la subjetividad.
La falta de expectativas de
transformación radical desarrolladas durante los 70 reforzaron por un tiempo
las concepciones estructuralistas pero luego, posibilitaron la recuperación de
una subjetividad en términos experienciales y narrativos.
Respecto de los conceptos para el
análisis, Menéndez asume que todo concepto y teoría pueden ser reorientados en
sus significados y usos. La orientación y el significado no dependen del
concepto en si sino de los objetivos teóricos o de sus aplicaciones prácticas.
Este artículo pretende recuperar el
debate que se generó en torno a las perspectivas de los 70 y a conceptos que se
perfilaban como inadecuados para expresar lo que sucedía Si bien me referiré a
posicionamientos teóricos en el campo de las ciencias sociales no estarán
ausentes otras "voces". Mi propia participación en experiencias de
organización colectiva permitió la acumulación de reflexiones y prácticas
compartidas durante el final de 1980 y principios de los 90 cuando en nuestra
ciudad, Rosario, fui parte de una experiencia comunitaria de mujeres (en villa
"La Cuarta"). Con ellas compartimos acciones y reflexiones en esa
experiencia y con otros grupos de otros contextos barriales de nuestra ciudad.
Desde una de las actividades realizadas,
el taller de reflexión desde la perspectiva de educación popular, fuimos
sistematizando nuestras perspectivas y saberes acerca de lo que acontecía y
sobre nuestra propia práctica (objetivación más poblada de dudas que de
afirmaciones). Trabajo que el grupo tituló "De la bronca a la pasión, de
la pasión al asombro y del asombro a los saberes" intentando sintetizar el
basamento "epistemológico" del proceso.
Esas voces y otras como las de "la
carpa de la resistencia" (en Rosario, año 2001) o algunas de un fugaz paso
por el movimiento asambleísta o los primeros piquetes, cuando todavía no se
habían delimitado las líneas y organizaciones actuales, seguramente también
rondarán en este intento de reflexionar sobre aquellas prácticas y sobre
"uso y desgastes" de conceptos para su análisis.
2.- Acerca de los sujetos. ¿Quiénes
son? ¿De donde vienen?
La presencia de los llamados "nuevos
movimientos sociales" generó interrogantes acerca de la conformación y
constitución del sujeto, de ese sujeto nombrado por Marx cuando decía
"proletario del mundo uníos". Sujeto que se conformaba en
instituciones del movimiento obrero tales como las cooperativas, movimientos
políticos, primeros sindicatos etc. El "mundo obrero" tenía un papel
fundamental de conformación y de poder en el saber hacer y por supuesto en el
trabajar y en la huelga Había una formación del sujeto social en y desde el proceso
productivo (aunque sabemos que la conformación del sujeto no se da
exclusivamente en la fábrica). Esto se relacionaba directamente con la idea de
que el movimiento revolucionario pasa a través de la constitución de clase.
Es inevitable recordar aquella idea de Luckács acerca de las formas parciales de lucha en el
sentido que no pueden agotarse en si mismas (y en esto subyace la idea de
totalidad hegeliana aunque desde una perspectiva materialista) sino que forman
parte de algo más extenso. Cada una de las conquistas del movimiento obrero lo
es en la medida en que se inserta en un camino que debe terminar en la
revolución.
Para la discusión autonomista que enfoca
la problemática en la composición de clase, hay siempre un proceso de
composición, crisis y recomposición. Cada crisis es una respuesta del capital
que intenta desorganizar la clase trabajadora. Pero el desarrollo mismo del
capital lleva a una nueva recomposición de esa clase (en un momento histórico
se daba el predominio de los trabajadores de oficio, luego el fordismo con la
fábricas masivas).
La cuestión hoy, en esta crisis situada
en el predominio del neoliberalismo o en la reorganización del capital dada en
llamar "globalización" es: ¿Estamos ante un cambio cualitativo de
aquellas premisas? ¿Cómo se forma el sujeto social hoy? ¿Cómo se unifica si es
que se unifica? ¿Cómo se organiza? ¿En torno a qué?
No sólo en los ámbitos académicos los
interrogantes generan polémicas e incertidumbre. La vivencia experimentada en
organizaciones de mujeres o en trabajos comunitarios barriales en las cuales se
planteaba una total negativa a cualquier relación con espacios políticos
partidarios, o la consideración de una " lucha y política diferente"
y una organización centrada en la "horizontalidad" desde una
"praxis" donde nadie tenía el saber o la legitimidad otorgada para
"concientizar", llevaban a repensar aquellos planteos antes
explicitados.
Palabras como "participación" o
"lucha" parecían cobrar otros sentidos. Otras, como la noción de
clase, de pertenencia a una clase y/o a sus formas de lucha eran resistidas o
negadas.
En el plano académico la polémica no fue
menos "apasionada" y creo que aún no esta cerrada. Lo que Guido y
Fernández[4]
llaman "el juicio al sujeto" dio lugar a teorías como las de la
"transición a la democracia" quienes niegan la centralidad y/o la
existencia de las clases sociales como relación o concepto para el análisis,
utilizando términos como sectores subalternos heterogéneos, movimientos,
ciudadanía, etc.
Posturas como el marxismo analítico o el
postmarxismo realizan un análisis crítico al concepto marxista de clases
sociales.
En el primer caso se trata de un grupo de
académicos provenientes de universidades europeas y norteamericanas (Cohen, Roemer, Elster, Przworski, Wright entre otros) quienes comienzan a reunirse
en Londres en 1979 para discutir acerca de la pertinencia del marxismo clásico
en la época actual.
A pesar de las diferencias formaron un
espacio común que pone el eje de debate en torno a la rigurosidad del método,
tomando el tradicional cuestionamiento al marxismo clásico acerca de la
dificultad de un método de análisis empírico que le permita accionar como
ciencia. Adoptan el individualismo metodológico, la teoría de los juegos y los
modelos de acción racional como posibilidad de brindarle
"cientificidad" a su producción. Las críticas de Elster
al marxismo tradicional señalan que el mismo, de no variar las explicaciones
funcionalistas, queda condenado a un nivel especulativo y concibe al marxismo
clásico como una teoría sin sujeto.[5]
El marxismo analítico considera que la
identificación de clases y su lucha no puede darse desde una deducción
abstracta de ciertos rasgos estructurales. Es un proceso histórico en el que se
interrelacionan lo político, ideológico y cultural. La organización en torno a
la religión, el lenguaje o la nacionalidad pueden ser igualmente importantes.
Ante esas postulaciones, Guido y
Fernández acotan que si bien un conflicto étnico cultural, religioso o de
nacionalidad pueden estar organizado sobre relaciones no-clasistas no es
posible imaginar a los grupos que los protagonizan sin el atravesamiento de
clase que los cruzan. Tampoco es posible pensar un problema de clase sin sus
determinaciones culturales, sociales, cotidianas, etc.
"Si
la nueva subjetividad política es constituida sólo por una determinada relación
o por varias relaciones no-clasistas, sin considerar las dimensiones de clase,
aún cuando estas últimas no estén provocando el conflicto, es repetir el
procedimiento explicativo reducionista que llevó a
que la clase gozara de una hegemonía conceptual ahistórica, complicando el
intento de conocer la realidad, sustituyendo lo clasista o lo económico por un
acento en la modernización estatal y /o los nuevos movimientos sociales"[6]
El posmarxismo va más allá de las
críticas propuestas por el marxismo analítico. Para esta corriente, la realidad
social tiene que ver con variadas combinaciones de diferencias y
fragmentaciones que no responden a una racionalidad predeterminada sino a la
voluntad subjetiva del observador. Rechazan cualquier interpretación holística
del sistema social porque ello implicaría traspasar los límites del
conocimiento sensible. Cohen, Ryan, y Laclau, entre otros, adoptan las premisas que caracterizan
esta perspectiva.
En el caso de Laclau[7] siempre
hay una distancia entre los hechos y las ideologías que acompañan una
transformación histórica; cuanto más "universal" es la idea que debe
ser encarnada mayor es la distancia respecto de los agentes sociales que las
encarnan. La formulación de una política para la nueva izquierda debe comenzar
para él en la deconstrucción de la alternativa única entre mercado y regulación
social como su punto de partida. Afirma que si no hay una tendencia histórica
"objetiva" que conduzca a" la emergencia de lo social como
sujeto homogéneo", la gestión social será accionada por "actores
sociales históricamente limitados". La radicalidad de una política será el
producto de la multiplicación de sujetos parciales, que entran en el proceso de
toma de decisiones y no la aparición de un sujeto que pueda encarnar lo
universal.
Lo social se constituye como una "discursividad abierta". No existen sujetos sociales
sino "posiciones de sujeto" (por ende niega identidades
"necesarias") que se dan en una estructura discursiva decidida solo
por el actor u observador. La inexistencia de identidades esenciales lleva a
plantear que no hay "falsa conciencia" y por ende tampoco
"conciencia verdadera" que pueda determinarse por los datos objetivos
de la estructura. Si ya no encontramos identidad sino diversas combinaciones de
las diferencias, no se puede decir que los sujetos conocen bien o mal. La
noción de "clase" es una de las posibilidades de constitución de la
identidad del sujeto que en ese mismo momento puede ser conformado como un
sujeto de identidad distinta, combinando de otra forma los elementos del
discurso. A partir de esa resignificación Laclau
plantea con Chantal Mouffe, la construcción de una
"democracia radicalizada y plural".
Me interesa traer al debate a J. Holloway quien no quiere ser "identificado" ni
clasificado o rotulado pero que, en términos de referencia, se acerca al
posmarxismo aunque tal vez más influenciado por la perspectiva adorniana del marxismo occidental. Este filósofo que fue
expresión de un marxismo que podríamos manifestar como ortodoxo o
"duro", se coloca hoy en la postura del intelectual crítico propuesta
por Horkhaimer y Adorno[8]
quienes (aunque en épocas anteriores) sostienen que dicho posicionamiento
crítico debe hacerse desde "adentro", actuando como un aguijón
permanente de las propias premisas instaladas.(aparentemente no encuentran la
posibilidad en su momento, de articulación de una teoría social crítica con
ninguna situación socio política particular sino que es el momento de una
crítica rotunda y persistente).
Holloway[9] es quizá uno de los intelectuales más
rechazados y cuestionados por la línea tradicional. Sin embargo sustentándose
en la realidad zapatista, en una mirada desde Latinoamérica se coloca por fuera
de cualquier tipo de rotulación y expresa la intencionalidad de buscar los
gérmenes en el momento actual, de aquel deseo de revolución y transformación
social. Su deconstrucción de categorías apuntarían a poder discernir y
comprender lo que expresa la continuidad de la tradición desde las diferencias
y no desde una cristalización que obtura la continuidad de la misma o lo que es
similar, desde un reproductivismo mecánico Rechaza la
idea de pensar la dispersión de los trabajadores como algo negativo (que tiene
que ver ya no con el estilo de la fábrica fondista sino con nuevos trabajos
tales como teletrabajo, talleres pequeños, lo que llamaríamos micro
emprendimientos, la búsqueda permanente de trabajo por parte de los jóvenes
etc.).
Esto parece ofrecer dificultad para crear
una identidad obrera, pero al mismo tiempo esta creando otro comportamiento
social que no necesariamente va a tener como correlato las mismas posibilidades
de organización pero tampoco una disminución de la rebeldía. Frente a lo que
aparece como ruptura del paradigma de "crisis seguida de recomposición"
sostiene que tal vez ya no se puede pensar en un sujeto cuya conciencia estaba
dada por la existencia del proceso productivo y el diálogo que se establecía en
la relación social de los trabajadores sino en muchas formas de conciencia.
Tomando la idea zapatista de un mundo en que quepan muchos mundos considera
posible pensar que están surgiendo muchas formas diferentes de conciencia
anticapitalista (cabe señalar que sus consideraciones nunca se enuncian en un
tono de certeza y esto marca de hecho un posicionamiento epistemológico
diferente a las corrientes más ligadas a una perspectiva cientificista).
También desde el mundo zapatista recoge
la idea de hay que aceptar las distintas formas de rebelión que se plantean. Respetar
esas diferencias es respetar la dignidad. La posibilidad de organización
estaría dada por la articulación a partir del respeto por las dignidades y no
por el restablecimiento de una conciencia única. Lo que une es el NO, el
antiguo YA BASTA de los primeros zapatistas pero que hoy es un grito
anticapitalista. La cuestión es que el rechazo no esta planteado por iluminados
(llámese ciencia o partido) que desde afuera pueden marcar el camino, el grito
surge de los mismos sujetos escindidos y fragmentados. Todos estamos alienados
y no alienados. En la medida en que a pesar de la explotación y opresión se
pueda gritar ¡no¡ lo demás, el cómo, se irá construyendo en el andar.
Realiza una fuerte crítica a la
"eseidad", es decir a la concepción esencialista que encierra la
noción de identidad en el sentido clásico ya que la misma al caracterizar
clasifica y jerarquiza (se es más o menos militante, o según responda a la
caracterización identitaria si se es esto no se puede
ser lo otro etc.). Esa concepción de identidad fija una posición cristalizada
unida a la noción de "ser" cuando hay que pensar en
"procesos" dinámicos y cambiantes, idea que parece acercarse mas al
"estar siendo", expresión propia del lenguaje y pensamiento
latinoamericano.
Quiero en este momento hacer un
paréntesis para manifestar que tal vez la forma apasionada y en primera persona
desde la cual se manifiesta el filósofo me movilizó intelectual y
afectivamente. Trajo a mi memoria estas mismas discusiones en los talleres de
educación popular de los 80 y principios de los 90 (no solo en los grupos de
mujeres sino en espacios colectivos más amplios y heterogéneos).El tema de las
diferencias nos atravesaba desde distintos discursos y desde el aporte de
distintos orígenes disciplinares, laborales, políticos y sociales. Siempre se
planteó trabajar y organizarse desde el respeto a las diferencias pero nunca se
dio una articulación salvo en momentos puntuales y coyunturales, o en intentos
que luego se diluyeron(por ejemplo algunas reuniones con los distintos grupos
de mujeres de la ciudad que no persistieron o la posible articulación con la
organización de los encuentros de mujeres a nivel nacional que tampoco
encontraron una respuesta colectiva y persistente por parte de estos grupos
locales)Indudablemente, un problema a dilucidar en la práctica es la necesidad
de discernir lo "diferente" de lo "antagónico" El tema de
las diferencias es un espinoso planteo que puede derivar en una superación de
etnocentrismos y dogmatismos o en "usos" que favorecen el accionar de
las políticas neoliberales.
Retomando las reflexiones de Holloway, rescato su postulación de "repensar la
cosa", admitir que no sabemos que es ni como va a ser la revolución pero
eso no implica paralización. Hay que hacerla mientras caminamos, mientras
preguntamos. La forma de avanzar es a través de la discusión, de admitir las
dudas, de la determinación de no abandonar la lucha. La utopía deja de ser un
modelo a alcanzar para pasar a ser una "negación de la negación", es
decir la pretensión de una praxis que parte de lo que no se quiere y de la
negación de la imposibilidad de su transformación.
Las tensiones en los distintas posturas
que señalan el recorrido anterior marcan en si mismas la crisis y distintos
reacomodamientos en el campo de las ciencias sociales. En el plano epistemológico-metodológico
estos planteos se articulan a la superación de la dicotomía entre deductivismo
y empirismo. En situaciones de investigación no es posible mirar las
particularidades desde condiciones estructurales, es decir, como expresión de
las mismas a partir de una transposición mecánica. Tampoco la particularidad (y
el centramiento en el sentido de los sujetos) parece
ser el camino. En la actualidad, los investigadores de las ciencias sociales y
particularmente del campo antropológico plantean la necesidad de una
perspectiva relacional y de la intersección de distintas dimensiones de
análisis. Esto supone una complejidad que a veces deja percibir, en palabras de
Menéndez, contradicciones en algunas investigaciones, entre la construcción
teórica de los conceptos y su aplicación en el terreno empírico.
Es difícil y sería ingenuo desde estas compleja
situación y desde mis propias limitaciones señalar la teoría
"correcta". Tampoco se trata de plantear una
"incertidumbre" al estilo posmoderno. Asumir como cientista
social hoy la posibilidad de una producción de conocimiento articulada a la
posibilidad de cambio o transformación, supone tener en cuenta el contexto
desde el cual se lo plantea Abordar desde Latinoamérica en general y desde
nuestro país en particular estas problemáticas implica no solo una tarea
epistemológica sino una cuestión de deseo y compromiso.
La primera fragmentación que genera la
"racionalidad instrumental" se da en la separación de las esferas
económica, ética y política, fragmentación que se plasma en un control sobre el
cuerpo separando dicotómicamente cuerpo y el deseo (barbarie) de la razón (ciencia).
Pensar desde nuestro país, es pensar desde una realidad que se tornó siniestra.
Desde hace 30 años (por marcar un momento de profundización y aceleramiento) se
suceden y articulan en algún lugar, "acontecimientos" que derivan en
la muerte de las generaciones jóvenes: "desaparecidos",
"hijos", "Malvinas", "saqueos", muertos de
movimientos "piqueteros", "estallido del 2001",
"Cromañón" marcan una historia, un recorrido, desde el cual no se
pueden permitir en el plano del conocimientos de los hechos, miradas dogmáticas
o cerradas. Si los cientistas sociales no queremos seguir pensando sobre
tumbas, es necesario no actuar como ventrílocuos de teorías instaladas. Es
necesario y creo que los intelectuales y académicos argentinos se deben este
debate, replantearse el propio atravesamiento de las reiteradas pulseadas con
el terror y el silencio. Recuperar y revisar una mochila que lleva entre otras,
la imagen de un cartelito colocado cerca del obelisco en la época de la
dictadura militar que decía: "el silencio es salud". Y este
"trabajo" tiene que ver no solo con el intelecto, se trata también
del deseo, aunque esto suene poco científico o académico a la hora de debates
epistemológico. No solo debemos revisar teorías y categorías, la tarea implica,
además, recuperar el habla a partir de la conquista del deseo.
Quizá el punto de partida pueda ser,
parangonando a Foley[10] deconstruir (para no corresponder) aquella identidad
impuesta de pueblo "silencioso" y "pasivo", sin
"pasiones" Identidad que nos remite a una matriz de pensamiento
europea desde la que ya Kant, en el siglo XVIII. El filósofo aludía a la
"razones" que daban cuenta de la "imposibilidad de autonomía de
pensamiento" de estos pueblos americanos, mientras en América se
reiteraban situaciones por las cuales se moría en defensa de la libertad (para
muestra vale el episodio en el que Tupac Amaru fue
descuartizado). Reitero, la mirada desde Latinoamérica todavía no se ha
construido Más allá de estas reflexiones que provienen de la cabeza y el
corazón, los debates nos remiten a un tema que ocupa otro lugar central: el
tema del "poder".
3.- Acerca del poder, la política y
el sentido de la lucha
Los cuestionamientos explicitados
anteriormente con relación a los sujetos, se articulan al sentido de las
acciones colectivas que los mismos llevan a cabo.
¿Los llamados "nuevos movimientos
sociales" implican nuevos intentos de reorganización? ¿son una respuesta
ante la reconfiguración del capitalismo? ¿son solo estrategias de sobrevivencia
de viejos sujetos? ¿nichos ecológicos en los que se agrupan en torno a
identidades parciales, sin articulación ni posibilidad de extensión? ¿qué relación
ofrecen con el Estado? ¿confrontan, negocian, pretenden "tomarlo"
como una instancia de poder? ¿cómo significan el poder? ¿y la política? ¿porqué
el rechazo generalizado a las prácticas políticas partidarias o a la posible
articulación con organizaciones tradicionales? ¿cómo discernir esto que
vivimos? ¿con qué herramientas teórico-metodológicas plantear su análisis y
comprensión?. Algunos de estos interrogantes que movilizan los ámbitos
académicos también atravesaron los espacios de reflexión de aquellos grupos de
mujeres de la década del 80 a los que hice referencia en el comienzo de este
artículo.
Traigo como ejemplo en este punto,
algunas de sus reflexiones rescatadas del proceso realizado por el grupo de
mujeres de Villa La Cuarta (hoy La Rigoberta) de Rosario, en los años 1991 y
92. Me interesan como testimonio de vivencias personales que permiten mostrar
algunos supuestos que fueron construyéndose y que en ese momento me llevaban a
considerar que estábamos frente a una resignificación del "poder" y
la "política" Supuestos que me acercaban a la mirada de autores como Everes o Calderón (citado en Wallace[11]) y
que hoy hay que volver a repensar. El relato me permitirá además, dar cuenta de
una experiencia colectiva concreta desde la que esta arista de las
problemáticas aparece planteada explícitamente.
Esta experiencia no comenzó como
"grupo de mujeres". En su origen fue un proyecto articulado al plan
L.O.T.E., generado por el gobierno de la Provincia de Santa Fe en 1988. Consistía
en integrar a las acciones técnico-políticas de dicho plan, un proyecto que
tuviese en cuenta las inquietudes de la población con quienes desarrollarían la
planificación y acciones que debían ser "participativas y abiertas".
Educación no-formal, salud, deportes eran algunas de las líneas posibles a
tener en cuenta. Se partiría de los 11 asentamientos que contemplaba el plan
L.O.T.E. ubicados en distintos barrios periféricos de nuestra ciudad. Desde la
secretaría de Cultura y Secretaria de Asistencia Educativa del Ministerio de
Educación de la Provincia se organizan (contando en el caso de villa La cuarta,
con la participación de tres antropólogas de la UNR y una Ingeniera) para
planear y realizar actividades conjuntas con la población de dichos
asentamientos siguiendo los tiempos del plan L.O.T.E. hasta la entrega de las
tierras, intentando un proceso progresivo para que a partir de ese momento
pudiesen seguir en forma autogestiva. El plan de
entrega de tierras se fue diluyendo, sólo algunos de los asentamientos comenzaron
(Villa La Cuarta lo inicia en 1989 luego de los "saqueos") y con el
tiempo se fueron perdiendo también esos proyectos de organización colectiva. En
el caso de la experiencia mencionada, se convierte en un grupo de mujeres ya
que sólo persisten las mujeres de la villa y las antropólogas. Al desprenderse
del paraguas estatal que había planteado el proyecto, comienza un proceso a
través del cual van considerando la "autogestión" y
"autonomía" como dos ejes sobre los que sustentar sus acciones, Más
allá de la intencionalidad, las condiciones estructurales ponen un límite.
Pero, a diferencia del planteo estructuralista, podemos decir, no sólo desde
otros posicionamientos teóricos sino desde la misma práctica y según las
acciones y los sentidos de este grupo en particular y de otras organizaciones
de la misma época en nuestra ciudad, que si bien no hay infinitas y voluntarias
respuestas a la determinación estructural, tampoco hay una sola respuesta
posible.. Entre las condiciones objetivas y la particularidad media una
práctica social en la que la intencionalidad de los sujetos posibilita
distintas (aunque limitadas) respuestas. De allí la necesidad de tomar lo
estructural en perspectiva de totalidad, lo histórico, pero también la
heterogeneidad y complejidad de las distintas prácticas. En este grupo de
mujeres, los planteos giraban en torno a un rechazo de cualquier espacio
político partidario y a un posicionamiento y relación con el Estado (en este
caso municipal y provincial) que no era de confrontación ni tenía el propósito
de extender la lucha para articularse a otros grupos que tradicionalmente
plantean la "toma del poder" considerada como toma del Estado.
Es interesante en este sentido el aporte
que brinda Trouillot[12] en
torno a como pensar el estado en esta época de "globalización". Marca
la necesidad de volver a preguntarnos a que llamamos Estado, señalando que no
es un "objeto", tampoco solo un concepto y que no se identifica en
este momento histórico ni con los límites territoriales ni con un gobierno por
lo cual es imprescindible buscar nuevas formas de investigar acerca del mismo
("etnografía del estado" a partir de los llamados "efectos de
estado"). Esta visión explicaría de alguna manera, la resignificación
necesaria en torno a formas de lucha y su relación con este tema.
En el caso de la experiencia del grupo de
mujeres, sus estrategias en este aspecto fueron pasando de una primera
instancia de negociación, a un planteo de "reclamo por sus derechos".
El proceso fue marcando la intencionalidad de "autonomía", pensada
desde la resistencia a las políticas clientelistas no sólo "bajadas "
por espacios partidarios sino por las instancias municipales.[13]
("nos ofrecen, pero después quieren poner su banderita")
"La
palabra política nos daba terror. Yo hoy puedo decir que lo que hacemos es
política, sin miedo....una política diferente"
M: Nos preguntamos: ¿lo que hacemos es política?
L: Creo que hay que aclarar
M ¡Qué es L, a ver?
L: Mi marido me dijo: vos estas haciendo política ¡Y
me quedó, y
¡es política¡,
M: Pero, a vos ¿te parece malo?
L: No, no porque es una política diferente. "política
a beneficio "nuestro", no a beneficio "mío"
"La nuestra es una lucha de todos los días. No es
lucha "con fusil"
"los políticos nos quieren para hacer bulto,
para servir las empanadas"
El espacio se iba conformando como un
intento de relaciones diferentes que cuestionaban el poder y los intereses
individuales. Una forma de organización "horizontal" pensada como
estructura de participación real (en propuestas, decisiones, ejecución y
evaluación de las acciones) y la extensión de los "sueños" desde la
superación de las necesidades y la posibilidad de sobrevivencia hacia la idea
de una sociedad más "justa", significaba para el grupo la concreción
de una "política diferente" La resignificación de la idea de
"poder" que esto parecía implicar, llevaba también a metas y
estrategias de "luchas" diferentes".
La posibilidad de "dar vuelta"
las acciones cotidianas instaladas como "propias del género"
(cocinar, socializar a los chicos etc.) les permitía por un lado generar
aquellas acciones desde otra construcción de sentido: cocinar colectivamente el
"locro del 25" para reunir fondos y participar de los congresos de
mujeres, o lograr que los niños "colaboraran" en la cooperativa de
pastas que formaron y que implicaba la elaboración y reparto de fideos los días
domingos o que deambularan en los talleres de reflexión, jugando mientras
corría la rueda del mate. Esto implicaba "tomar" la tarea
socializadora propia del maternaje para traspasar
"otro valores". Lo grupal frente a lo individual, la solidaridad
frente a la competitividad, el ejercicio de participación etc. De ese modo, la
extensión de lo privado a lo público y el desarrollo de acciones
"específicas" de género, realizadas desde un posicionamiento
ideológico confrontativo al hegemónico articuló la
reconstrucción genérica a una dimensionalidad política: "nuestra lucha es una lucha de todos los
días" (Lily).
Recuperar la dignidad y la autoestima, tender
a la "autogestión", negociar con el Estado no desde la
"asistencia" sino desde el "reclamo de derechos", era una
meta que se iba realizando en el andar de la organización colectiva.
Hoy a cierta distancia de lo vivido veo
en aquellas consideraciones las perspectivas de una confrontación ético-política.
La crítica al mundo armado desde una racionalidad "instrumental" que
escindió esas esferas, es y ha sido en América un blanco de resistencia de
nuestro pueblo. Su forma de "ver el mundo", arraigada en núcleos
culturales profundos que dicen de la solidaridad y la vida en cooperación han
sido el disparador de resistencias a veces silenciosas y otras abiertas que
denotan la continuidad de "valores" o de un "sentido de lo
humano" que los reiterados procesos de expoliación y dominio no han
logrado desterrar.
La transformación de esa realidad que
conecta las condiciones de explotación y opresión a particularidades de género
no puede pensarse desprendida de una lucha más general y creo que esto no era
desconocido por las mujeres. ("...
nos dimos cuenta de que nuestros padres y nuestros maridos, machistas, eran también oprimidos"). Las
condiciones estructurales en el contexto de las políticas neoliberales y el
lugar social de subalternación dan cuenta de aspectos
económicos y en este caso de su articulación con condiciones de género. En esa
articulación, la desigualdad por el ser mujer se agudiza y toma características
particulares que se manifiestan en dolorosas experiencias de vida. Aún desde
ese reconocimiento, la lucha por el cambio y la transformación no se sostenía
en una articulación con otras organizaciones ni partidarias ni revolucionarias
que, al estilo tradicional, plantearan la toma del poder y del Estado para
luego realizar el cambio. Ante cualquier reflexión tendiente a ese sentido, los
planteos derivaban en el recuerdo de los hijos muertos en Malvinas o los
desaparecidos.
Recuerdos y olvidos se entretejen en la
construcción de significaciones. Y en ese sentido el aporte desde el marxismo
es la exigencia de una visión de totalidad de los procesos y de la recuperación
del proceso histórico. La producción de saberes y sentidos se da no sólo desde
una utopía a alcanzar sino desde la crítica a lo vivido. Herramienta fructífera
cuando permite no quedar entrampado en el pasado pero tampoco dejar de tenerlo
en cuenta. Cuando posibilita transformar lo no querido y construir desde esa
crítica nuevas acciones. Continuidades y rupturas nunca se dan desde la nada.
El análisis crítico permite la no repetición. No es la intención desarrollar en
este trabajo todo el proceso particular al que aludo como referente empírico
pero creo oportuno dar cuenta con relación a estos planteos que las mujeres de
villa la Cuarta, más allá de su resistencia a los espacios partidarios se
reconocían como "peronistas":
"el peronismo es como una camiseta. Un sentimiento"
"yo soy radical pero a Evita que no me la toquen"
Las articulaciones y desarticulaciones
entre "movimiento" y "partido", la particularidades que
aparecen en torno a este complejo y apasionante fenómeno del "peronismo"
en nuestra historia, dan cuenta paradójicamente y a pesar de las mujeres, que
en Argentina la identidad política es más fuerte que lo étnico. Ser peronista o
radical es desde los últimos 50 años más determinante y /o conflictivo que
tener algunas gotas de sangre negra o indígena. Aquellos saberes y sentidos
expresados por las mujeres se iban construyendo colectivamente. A partir de las
historias y los aportes individuales se perfilaba una historia más general y
una producción grupal que no remitía a la "incorporación" de saberes
desde el coordinador, quien si posibilitaba, la apropiación de herramientas
para la reflexión y la transformación de los propios saberes.
El "arte popular" fue una vía
que posibilitó la construcción de conocimiento. Las canciones de Teresa Parodi
contenían metáforas desde las cuales cada una podía "entrar" desde su
propia historia e identificarse con las figuras de las canciones en su mayoría
mujeres, historias de migrantes internos y de las villas urbanas. Esta forma de
construir saberes era vivida por las mujeres como una diferenciación de
cualquier práctica anterior y una resignificación de las jerarquizaciones de
saberes y sujetos. Las vivencias de estrategias clientelistas que para ellas
caracterizaba a "los políticos" o la participación en experiencias
como las "ollas populares" en las que luchaban para conseguir
alimentos pero no tenían espacios de reflexión, marcaban una diferencia que era
en si misma parte de la "transformación"
Algunos teóricos del marxismo analítico o
del marxismo "abierto" señalan como una caracterización en las
"nuevas" formas de organización colectivas, el desprendimiento de la
palabra rectora del científico o del partido. Esto a su vez se presenta como
quiebre de teorías totalizadoras y como producción "desde adentro y desde
abajo". Creo que la intencionalidad no totalmente consciente, por lo menos
en ese y otros grupos de mujeres de esta ciudad, fue esa. Desde otras miradas,
posturas críticas acerca de esas líneas consideran que las reflexiones y acciones
fragmentadas de los nuevos espacios, situadas desde esas identidades
particulares son efecto de la reorganización del capitalismo que va
hegemonizando dicha fragmentación y por lo tanto impidiendo todo tipo de
organización más general.
Holloway presenta otro sentido de lo mismo,
considera que nadie esta exento de alienación y esto tiene que ver con el poder
aún en el plano del conocimiento. La posibilidad de "iluminados" que
puedan provocar la conciencia de quienes están oprimidos. Todos estamos alienados
y no-alienados (en la medida en que podemos decir no) Y es desde esa
fragmentación, desde ese sujeto escindido que puede comenzar a plantearse un
proceso que no puede delimitarse a priori sino que se va gestando en la misma
praxis.
Más allá de las interpretaciones, el
grupo de mujeres fue realizando una construcción de conocimiento que las llevó
a una reconstrucción de su identidad genérica (y en este sentido, el
posicionamiento estructural de clase jugaba agudizando las condiciones de
opresión de género) que se iba entrelazando con una resignificación del sentido
político de sus acciones.
Al descubrir el deslizamiento de sentido
en la representación ser mujer = a ser madre, el corrimiento de lo privado a lo
público y la conciencia de que la dicotomización de
lo cotidiano (como lo privado) y lo público (como lo político) es parte del eje
de aquella opresión, las conduce a su vez a reflexionar y construir sentidos
acerca de si lo que quieren es "poder", y cuales son las estrategias
a seguir. Reconstrucción de la identidad genérica y resignificación de "lo
político" fueron dos carriles en esta organización de mujeres.
Estos procesos particulares de no solo
este grupo sino de varios grupos existentes en distintos barrios de la ciudad,
permiten considerar que si bien no es dable pensar en la inexistencia de un
movimiento obrero más general, tampoco ocupan un lugar central. La aplicación
de las políticas neoliberales, la desocupación pero también la dominación en
distintos aspectos económicos y culturales, genera distintas acciones de
protesta no abarcables en su multiplicidad por las organizaciones
tradicionales.. Son respuestas a condiciones estructurales, pero el anclaje en
la diferencia de clases se articula a condiciones de género, sexo, edad, etc.
Más allá de las diferencias que presentan
las distintas manifestaciones de lo denominado "nuevos movimientos
sociales", el punto en común (si es que se da), es que se trata de grupos
que entran en conflicto con la materialidad de las relaciones de poder. Por un
lado dan cuenta de la iniciativa de los sujetos pero también de los obstáculos
para controlar los desafíos que los atraviesa.
No creo en las visiones apocalípticas del
triunfo de las "pasiones tristes", el fin de la historia y el triunfo
del individualismo y los intereses individuales. Las distintas expresiones de
las nuevas formas de organización colectiva marcan una intencionalidad de un
mundo más justo. Lo que si aparece con fuerza es el deseo y la exigencia de
relaciones simétricas y reversibles y el cuestionamiento a formas autoritarias
y jerarquizadas de organización.
En estos espacios conflictivos no se
podría hablar de un individualismo egoísta sino de una lucha por la dignidad y
libertad de todos y cada uno, el rechazo al encuadramiento orgánico o al seguimiento
de grandes líderes parece, contrariamente a lo que puede surgir de una mirada
fenomenológica, la crítica a una política tradicional sectarista
y la posibilidad de caminos para una auténtica organización colectiva en la que
lo subjetivo no se pierde en aras de futuras transformaciones Tal vez estas
apreciaciones puedan aparecer más como expresión de deseo que como fundamento
de lo existente. Es difícil poder mirar el tema de la "identidad", el
poder y la política sin la mochila de supuestos básicos adquiridos en una
historia social y profesional. Vivimos un momento de profunda crisis y por lo
tanto es inevitable y valido el debate. El error seria dejar de lado la
posibilidad de su continuidad y profundización. Lo que nos sucede no surge
desde la nada. La pregunta primera es tal vez ¿crisis de que? La política como
posibilidad de acceso a la "polis" como proyectos en pugna por la
inclusión, tiene su historia y sentidos diferentes.
Para los antiguos, la existencia de un
orden "natural" implicaba lugares y funciones ya dados. La identidad
tenía que ver con una substancialidad o esencialidad
que implicaba un fin y por ende un lugar en ese todo ordenado. No había una
separación tajante entre sujeto y objeto En ese mundo el quehacer consistía en
desocultar esos fines y organizarse en torno al "bien" y
justicia". Toda la utopía platónica se sustenta en un mundo fijo, de
certezas. La religión sustenta el sentido en la etapa medieval y desde ella,
aquél orden natural tiene un fundamento divino. Es en el quiebre de la
modernidad donde ya no hay a priori en torno a pensar en el sustento de los
lazos sociales y de la organización política. La "ilustración"
propone una "mayoría de edad" (autonomía de la razón) tanto en el
plano del conocimiento como en el ético y político. En este último el
"contractualismo " en sus diferencias, venía proponiendo
"delegar el poder" en el gobernante para el cumplimiento de los
"derechos" El liberalismo que conjuntamente con la ciencia
positivista acompaña el desarrollo del capitalismo y ofrece a la burguesía los
elementos teóricos que requerían para "dominar la naturaleza" plasma
aquellas ideas de que la razón iba a poder sustentar una autorregulación y
dominio de "pasiones" y "presiones" permitiendo una
"igualdad de oportunidades" y "respeto por los derechos
individuales"
Estos distintos momentos no son una
sucesión lineal y progresiva de cambios, conforman capas ético-políticas que
dieron lugar a conflictos nunca resueltos. Hoy ante el aparente quiebre de
aquel paradigma moderno nos encontramos con la necesidad de replantearnos como
sustentar y posibilitar la reconstrucción de lazos sociales, como construir un
proyecto político que tome en cuenta nuevamente las preguntas fundantes acerca
de lo "humano", que retorne a las preguntas acerca de la justicia y
los fines generales recuperando reflexiones de la razón objetiva, no ya desde
un mundo metafísico sino desde éste, material y cambiante, en el que nos toca
vivir.
La historia de aquellas mujeres de la
villa como la de tantos otros oprimidos da cuenta de aquella opresión pero
también de la resistencia. Tal vez desde allí desde la alienación y al mismo
tiempo desde el grito y la negación a un modelo de sociedad y a un proyecto
político injusto y desigual algo se esta construyendo. La pregunta es porque no
se manifiesta en una organización más general y abarcativa
o en el alineamiento a un partido o en una lucha revolucionaria. ¿Por qué la
fragmentariedad si es que no prevalecen solo los intereses particulares? ¿Son
las acciones de estos grupos capaces de generar transformaciones y por ende
instalar otro sentido de "revolución"? Cualquier respuesta es
seguramente provisoria. Tanto la de quienes ven en ello el triunfo (por lo
menos temporal) del capitalismo tardío, como la de quienes consideran que estos
espacios son conformadores de nuevas subjetividades y formas de lucha desde
otra significación del poder....
El grito de las variadas y cambiantes
agrupaciones colectivas nos sacuden invitando a pensar que significa hoy una
sociedad más humana. La polémica instala el espinoso tema del poder y la
resistencia o la lucha, tema que ha generado tantas controversias y debates y
que me lleva a la necesidad de recordar a Foucault, filósofo que introduce
cambios en torno a la concepción del poder.
Postulaciones que se alejan de la
interpretación clásica que apunta a una perspectiva estructural y jerarquizada
del mismo y que seguramente influyen en estas nuevas miradas que atraviesan las
distintas formas de organización colectiva. Su consideración "positiva
" del poder lo plantea como constitutivo de subjetividades, incompleto y
contradictorio. Su contracara es la resistencia. La constitución de sujetos se
sustenta en la contradicción que subyace a los límites y posibilidades
ilimitadas de dicho poder. Esto hace pensar en la posibilidad de resistencias.
Al no haber formas esenciales, hay que construir nuevas formas impensadas. La
crítica práctica es la forma de negarnos a las clasificaciones y a través de
ellas a los límites impuestos.
Para John Gledhill[14] Foucault
no extiende su análisis a seres humanos en situaciones concretas, sin embargo,
considera que ofrece nuevas perspectivas sobre los procesos que influyen en los
resultados prácticos y luchas políticas organizadas. Da lugar a nuevas vías
para cuestiones centrales en el momento actual tales como la relación
estructura y agente.
4.- Y ahora ¿qué?
"Inauguran un canal de televisión de los
piqueteros de La Matanza"
La
Capital 29/5/2005
El recorrido anteriormente explicitado
acerca de los movimientos sociales no se centró casualmente en la década de
1980. Para quienes pertenecemos a una generación que atravesó la década de los
70, aquella década posterior fue signo de recuperación de la pulsión de vida. Hoy
podemos hacer variadas evaluaciones sobre aquellas múltiples formas de
organización colectiva, en aquel momento eran signos de resurrección. Era
posible pensar que el cambio era viable.
Particularmente cursaba la Licenciatura
en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Rosario, carrera
creada luego de la dictadura militar con planes de estudio que llevaban la
impronta de su director el Dr. Ovide Menin.
La interdisciplinariedad y la
no-neutralidad daban lugar a la construcción de espacios curriculares que
preparaban más para la educación popular y para la construcción de una sociedad
cooperativa que para las tradicionales practicas del sistema de educación
formal. Entre los que concurríamos, algunos reanudaban una carrera trunca por
las persecuciones del proceso militar y otros ya teníamos una carrera anterior
pero necesitábamos buscar "nuevas fuentes" de conocimiento. Y no solo
teoría. Reunirnos, "hablar " compartir metodología corporalistas o proyectivas sanaban procesos cuanto menos
de represión y silencio. Había euforia y deseo. Algo era finalmente posible. En
ese marco nuestros trabajos y estudios se extendían y articulaban a las
señaladas "nuevas formas de organización colectiva".
La década de los 90 nos remitió
nuevamente al proyecto de muerte. En realidad nunca se había detenido pero el cambio
de cara no facilitaba la lectura. Ahora el genocidio era económico.. Los
excluidos eran los nuevos desaparecidos. Los "planes sociales" de esa
época, que tenían que ver con demandas puntuales y demandas de los organismos
internacionales fueron fragmentando el trabajo comunitario de los 80. El "proyectismo" cambió espacios de reflexión que muchos
grupos habían construido, por asesoramiento para la elaboración de dichos
proyectos según el modelo del FMI.
Sin embargo el aumento progresivo de la
exclusión de vastos sectores como consecuencia de las políticas neoliberales
iban gestando nuevas formas de protesta. Coaptación y resistencia es un juego
que se convierte en la característica de este nuevo capitalismo. Construcción
de formas creativas de lucha son rápidamente cooptadas por el poder y esto
obliga a la búsqueda de nuevas tácticas, lógica que lleva al desgaste y
fragmentación de los grupos.
A fines de los 90 comienzan los
movimientos de protesta que se cristalizan en diciembre de 2001. Irrumpen los
"piquetes" como lucha por la desocupación y el cierre de fábricas. La
clase media se hace visible aunque fugazmente, en el escenario de protesta con
los cacerolazos y aunque por poco tiempo, la consigna escuchada era
"piquetes y cacerolas la lucha es una sola".
El asambleísmo también tuvo su aparición
furtiva aunque cacerolas y asambleas se fueron diluyendo
Si recorremos la información de estos
últimos años (por lo menos a través de los medios de comunicación) lo que se
percibe en la actualidad como movimientos en la arena social son: por un lado
las movilizaciones pidiendo "justicia" (las cuales merecerían un
tratamiento particular) es decir, el traslado del conflicto al campo de lo
jurídico y el movimiento piquetero que es el que me interesa tomar para dar cuenta
de algunas reflexiones que surgen de las declaraciones y prácticas que llevan
adelante.
En primer lugar la metodología del
"piquete" me recuerda las consideraciones de Menéndez cuando alude
que lo que aparece como "nuevo" no es una creación desde la nada sino
que surge de resignificaciones o rupturas con algo existente. En este caso es
posible recordar que los piquetes fueron una forma de impedir el quiebre de
"huelgas". Se realizaban en la entrada de las fábricas para
imposibilitar el paso de quienes pretendían trabajar en un momento de protesta.
Más recientemente, como prácticas mediadoras, actuaron las
"puebladas". "El Santiagueñazo" a fines de 1993, Cutral-Co
y Plaza Huincul en 1996 (coordinado entre otros, por
una maestra hoy "desocupada") se fueron extendiendo a otros espacios
geográficos y demandas de distintos sectores sociales.
Es significativa la modalidad del
"piquete" como forma de lucha (corte de rutas o calles y quema de
cubiertas). Ya no se trata de trabajadores sino de "desocupados", por
ende no es la huelga sino esta reciente/tradicional modalidad la que hace
visible a quienes fueron excluidos por el terrorismo económico. Son espacios de
construcción de relaciones que se tornan vías para el accionar colectivo.
Lo que no esta tan claro es si esto que
se ha dado en llamar el movimiento piquetero intenta con las acciones y
proyectos que desarrollan, una confrontación con el poder económico y político
y un objetivo de transformación o si su lucha remite a demandas de inclusión.
Nuevamente los intentos de cooptación se
perfilan en el logro de fragmentaciones internas y los planes sociales vuelven
a jugar un papel importante. El Plan trabajar y los planes Jefes y jefas de
hogar marcan una diferencia con los de los 90. Por una parte implican subsidios
para personas con hijos a su cargo (y no atienden solo a demandas puntuales) y
además posibilitaron la intervención de las organizaciones piqueteras como
parte responsable para su administración. Esto genera la posibilidad de nuevas
acciones. Permiten sostener el accionar colectivo y dan lugar a proyectos como microemprendimientos, centros culturales, talleres y según
manifiestan algunas agrupaciones espacios de educación popular desde los cuales
analizan y planifican sus prácticas.
Estas características señalan una
diferencia con otras organizaciones en torno al manejo del conflicto. Pareciera
que no se intenta taparlo sino darle su dimensionalidad política. Sin embargo,
como señalamos anteriormente, las diferencias entre las distintas agrupaciones piqueteras
explicitadas por sus referentes llevan a pensar en distintos posicionamientos
en torno a metodología, objetivos y también a la aceptación de planes o al
intento de autonomía. Algunas agrupaciones sostienen un "diálogo" con
el Estado no solo para recibir programas sociales sino para accionar
conjuntamente (por ejemplo en la construcción de viviendas). Otras, si bien
aceptan planes tratan de mantener la autonomía y parecieran querer recuperar
las luchas socialistas. En todas se percibe (por lo menos en las declaraciones
de sus integrantes) una diferencia con metodología anteriores ya que destacan
la horizontalidad y la decisión por asamblea como forma de organización.
Es difícil prever el desarrollo de este
proceso. No deja de asombrarme el lugar que ocupa el tema de la
"comunicación" cuya importancia y caracterización en el momento
actual no esta suficientemente analizada en relación con estos movimientos de
protesta.
El domingo 29 de mayo de 2005, el diario
La Capital de Rosario informa que un grupo de piqueteros de La Matanza se
"lanzó de lleno a un nuevo emprendimiento": Canal 21 Libre.
Televisión Comunitaria. El objetivo, según uno de los referentes, es plantearse
"con los vecinos, seriamente, que la información es un derecho humano, el
derecho a dar y recibir información". Vienen trabajando con el Movimiento
de Documentalistas que preparan o capacitan a jóvenes en el Barrio La Juanita
para el manejo de cámaras y producción y que como parte de dicha capacitación
hicieron el video que se titula "Construyendo Realidad".
¿Se trata de nuevas formas de
organización y de lucha? ¿Nos encontramos ante espacios de constitución de
fragmentos de nuevas sujetos? ¿Son encandilamientos que ocultan distintos modos
de entrar en el mercado?
"La
apuesta verdaderamente arriesgada la hace quien confía en la razón y en los
hombre, la confianza implica un compromiso: si se pierde habrá que pagar con
frustración y desengaño, con pérdida de tiempo y esfuerzo, con el estigma de la
ingenuidad o la estupidez. En cambio ¿con qué pagará la desconfianza escéptica
en caso de perder? Con nada, por la simple razón de que ella no asume ningún
compromiso"[15]
RESUMEN
Los nuevos movimientos sociales ¿Nichos ecológicos o
espacios de construcción de nuevas subjetividades?
El accionar de nuevas formas de
organización colectiva en la década de 1980, reconocidas como “nuevos
movimientos sociales”, generó un profundo debate acerca de sus posibilidades y
límites como vías de transformación social y política. La polémica implicó el
cuestionamiento de categorías para el análisis de estos acontecimientos. En
este artículo pretendo traer algunos aportes de líneas teóricas de las Ciencias
Sociales (teorías de la transición hacia la democracia, marxismo analítico,
posmarxismo) y articular “otras voces”, particularmente la de grupos de mujeres
que surgieron en la ciudad de Rosario en aquella década y comienzos de 1990.
Las reflexiones se extienden en algunos
interrogantes sobre lo ocurrido a partir de esta última década para pensar
continuidades y rupturas.
Palabras clave: nuevos conocimientos sociales - sujetos sociales - debate
epistemológico (categorías de análisis) - transformación social y política.
ABSTRACT
New Social Movements:
Ecological Niches, or Spheres for the Construction of New Identities?
The impact of new ways of collective organization in
the 80s, known as “New Social Movements”, generated a profound debate about its
possibilities and limitations as means of social and political transformation.
The polemics envolved the questioning of categories
for the analysis of these events. In this article I intend to state some
contributions of theoretical lines of the Social Science (theories of the
transition towards democracy, analytical Marxism, post-Marxism) and articulate “other voices” (other opinions),
particularly those of groups of women who have outcome in the city of Rosario
in the 80s and the beginning of the 90s.
The view points are included in some issues about what
has happened from this last decade to think about development and breaking.
Key
words: New social knowledge
- Social subjects - Categories of analysis - Social and political
transformation
Notas
(*) Profesora de Filosofía y Licenciada en
Ciencias de la Educación. e-mail: corasilvano@sinectis.com.ar,
Agradezco la traducción del Abstract a la Prof. Mariana G. Hernández Renard
[1] BIANCHI, Silvia y SILVANO,
Cora; "Del saber orgánico al pensar artesanal. La Huella de los nuevos movimientos sociales" EN: Prohistoria,
Rosario, Año III. N° 23. 1999.
[2] HASSOUN, J. Los Contrabandistas de la Memoria. de la Flor. Bs. As. 1996.
[3] MENÉNDEZ, E. La parte negada de la cultura. Relativismo, diferencias y racismo. Bellaterra. Barcelona. 2002.
[4] GUIDO, R y FERNÁNDEZ, "Juicio al
Sujeto: un análisis de los movimientos sociales en América" EN: Revista Mexicana de Sociología.
Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM. México, Año LI. Nº 4. Dic.1989.
[5] ELSTER, J. "Marxismo, funcionalismo
y teoría de los juegos. Alegato a favor del individualismo metodológico".
EN: Zona Abierta 4142. oct/marzo
1984. p. 24.
[6] GUIDO, R y FERNÁNDEZ,
op. cit., p. 72.
[7] LACLAU, E. y MOUFFE, Ch. Hegemonía
y estrategia socialista." Hacia una política democrática radical. Siglo XXI Madrid. 1987.
[8] HORKHEIMER, M. y ADORNO, T. Dialéctica de la Ilustración. Trotta. España. 1988.
[9] HOLLOWAY, J. "Como cambiar el mundo
sin tomar el poder". Mimeo. Material de apoyo
del Seminario dictado por J Holloway en UNR Diciembre
2000.
[10] FOLEY, D. "El indígena silencioso
como una producción cultural" EN: LEVINSON, FOLEY y HOLLAND. The cultural of the educated person. State University
of New York. 1996. Traducción Alejandra Cardini
[11] WALLACE, S. Hacia un abordaje antropológico de los nuevos movimientos sociales.
Eudeba. Bs. As., 1999.
[12] TROUILLOT, M. "La antropología del
Estado en la era de la globalización" EN: Current Antropology Vol
42 Nº 1. 2001. Traducción Neufeld, R. M.
[13] Todas las citas que siguen (resaltadas en negrita) pertenecen a los Registros de
campo realizados para mi Tesis de Licenciatura en Ciencias de la Educación. SILVANO,
Cora; "Esto no es un almacén... mientras vamos
construyendo, vamos reaccionando". El
proceso educativo en una experiencia de educación Popular. Grupo de mujeres de
villa La Cuarta. Rosario (1991-1993), Facultad de Humanidades y Artes. Universidad
Nacional de Rosario,...
[14] GLEDHILL, J. El poder y sus disfraces. Perspectivas antropológicas de la política.
Bellaterra. Barcelona. 2000.
[15] MALIANDI, R. La Etica
cuestionada: prolegómenos para una Etica convergente,
Almagesto, Bs. As., 1998.