Las “tomas” durante la gobernación de
Martínez Baca en Mendoza (1973): una lucha por la reapropiación del lugar de
trabajo
Gabriela
Scodeller(*)
I. Planteo del
problema
En la presente investigación buscamos
aproximarnos a conocer el proceso de ocupaciones o “tomas” de espacios públicos
y privados que tiene lugar en la provincia de Mendoza durante el período de
gobierno de Cámpora a nivel nacional, en el cual se desempeñó como gobernador A.
Martínez Baca. Siguiendo la periodización y caracterización del proceso
realizado por F. Nievas,[1]
nos interesó estudiar la especificidad con que las mismas se desarrollaron a
nivel provincial. En este estudio analizamos solamente las ocupaciones
realizadas por los asalariados, las cuales representaron un tercio del total.[2]
Durante este breve período, las tomas
presentaron una gran heterogeneidad respecto a motivaciones, actores, lugares,
etc. Si bien la mayoría de las acciones analizadas se expresaron “contra el
continuismo”, no todas ellas pueden explicarse solamente a partir de dicha
consigna, puesto que detrás de la misma aparecían otras motivaciones. Poder
conocer que grados de espontaneidad y organización tuvieron estos hechos, que
interés principal expresaron, quienes se movilizaron, etc.; nos permite mirar
el proceso más general de enfrentamiento que atravesó la sociedad argentina en
ese período, y observar en qué estadio de constitución y formación se
encontraba cada una de las principales fuerzas sociales en conflicto.[3]
En cuanto al fenómeno específico nos preguntamos, las
ocupaciones: ¿implicaron un cuestionamiento al orden jerárquico? ¿Expresaron
mayores grados de autonomía de clase? ¿O eran formas de lucha radicalizadas
pero que podríamos alinear con la lucha antidictatorial del período anterior?
II. Porqué mirar las “tomas”
Para F. Nievas “…
(el) territorio no es el terreno, sino las relaciones sociales que allí se
asientan y lo articulan…”[4] En
esta línea, el territorio articula dos órdenes distintos: el geoterritorio,
o porción de suelo, y las relaciones sociales establecidas en, y
ordenadoras del primero, y al cual se incorporan como componente. Esto implica
que la territorialidad no es natural sino social –en el sentido de una
legalidad que articula la vinculación interindividual con los elementos que
hacen posible la existencia de los individuos-. Esta definición no pretende
negar el elemento natural, sino que lo incorpora articulándolo en otro nivel.
Según J.C. Marín, lo que se disputa en un enfrentamiento es una
determinada territorialidad social; por lo tanto lo que allí está en juego es
la alteración o reestablecimiento de determinadas relaciones sociales. El
análisis de la cantidad de sujetos que se movilizan juntos, del lugar que
ocupan los cuerpos en las confrontaciones, constituye un indicio acerca del
cuestionamiento a una obediencia largamente construida y de la intención de
conquistar un territorio social que el régimen considera propio.
Así, un espacio
en disputa, por su apropiación o reapropiación, nos remite al sentido de
propiedad del mismo. Tomando los
planteos de K. Von Clausewitz, para quien aquél que inicia la guerra es quien
se siente atacado por la apropiación que busca el atacante, y contra la cual se
defiende; I. Izaguirre plantea que “en todo proceso de lucha, el
‘propietario’ de un espacio social se sentirá atacado cuando el oponente avanza
sobre él y no respeta los límites de lo que considera su territorio.
Entonces se aprestará a defenderlo.”[5]
A fin de poder
observar y analizar situaciones de autonomía dentro de los conflictos obreros -es
decir, si encontramos formas de
lucha que aparecen subordinadas a las dirigencias sindicales burocráticas, o
que se encuentran dentro de los márgenes legales y reformistas establecidos por
el sistema; o por el contrario, aparecen formas de lucha donde las fracciones
obreras se oponen ya sea a sus propias conducciones o a sus antagonistas de
clase-, I. Izaguirre propone mirar “el lugar en que se
posicionan los cuerpos obreros en esas confrontaciones”.[6]
En este sentido,
advierte F. Nievas: “Una toma es siempre un hecho que vulnera la legalidad,
en tanto violenta el derecho a la propiedad privada. Pero cuando es un fenómeno
de la magnitud que estudiamos, nos encontramos frente a un problema más
complejo, ya que en tanto generalizada, goza indiscutiblemente de legitimidad.
Se trató, sin dudas, de un verdadero ejercicio democrático, en su estricto
sentido etimológico, con lo que ello implica: subversión de las jerarquías, de
la legalidad, de las competencias estatales”.[7]
Históricamente,
tanto en la Argentina como a nivel mundial, las ocupaciones del lugar de
trabajo han sido una práctica común a los trabajadores. La experiencia más
cercana temporalmente a la que aquí estudiamos, la constituye las tomas masivas
de fábrica realizadas en el marco del Plan de Lucha de la Confederación General
del Trabajo (CGT) en 1964 -10.000 establecimientos en el lapso de dos meses-.[8]
Siguieron durante la Revolución Argentina las tomas de fábricas, universidades,
espacios públicos, sedes gremiales, etc.
Sin embargo, a
diferencia de lo que sucedió en 1973, en los procesos antes mencionados
encontramos acciones directas de lucha planificada, dirigida y coordinada, con
objetivos precisos y puntuales, mientras que en los sucesos aquí analizados, la
importancia de “organizar” la toma para que resulte efectiva, pierde peso. Esto
tendría que ver con que las tomas que tuvieron lugar durante la primavera
camporista, no expresaron un cuestionamiento al orden político, sino un apoyo
explícito al nuevo gobierno; motivo por el cual este tampoco las vio como un
movimiento hostil.[9]
Además, está práctica que anteriormente estaba limitada a la militancia, era
ahora reapropiada por una diversidad de actores sociales.
Tomamos aquí la
hipótesis de Nievas, según la cual la disputa de fondo en torno a las ocupaciones
se centraba “más en el orden social que en el orden político, al que
distintas fuerzas intentaban significar desde sí, apropiándoselo más que
enfrentándose con el mismo”.[10] Es importante aclarar,
que si bien estas acciones generaron un cuestionamiento objetivo a la legalidad,
no se realizaron contra el gobierno. Según uno de los participantes, las
ocupaciones “era eh… una forma de expresar, de participar en la toma del poder. Yo
creo que en el fondo un poco es eso. Los compañeros (…) sintieron que una
cuota, aunque fuera pequeñísima del poder, de repente, por fin alguna vez,
estaba en manos de ellos, me entendés. (…)”[11]
III. La “primavera” nacional y provincial
El 11 de marzo de 1973 triunfó el FREJULI, frente electoral integrado
por la mayoría de la clase obrera y los sectores progresistas y radicalizados
de la burguesía y la pequeña burguesía.[12] “En el orden
estratégico es una victoria burguesa, ya que hacía a su defensa estratégica la
realización de las elecciones. El mero hecho de votar significaba, en esas
condiciones, un desarme político de las masas. Sin embargo, en el orden
táctico, la victoria corresponde a los sectores populares, que se alzan con el
triunfo de las urnas.”[13]
La “primavera” fue la continuación del clima de euforia y
movilización anterior. Para muchos de los sectores combativos este triunfo significó
el paso a la revolución, ya que a la toma del gobierno seguía la
tarea de tomar el poder. En este sentido, el “devotazo”(25.05.73), lucha por la liberación de los
combatientes del período 66-73 que se encontraban encarcelados, significó la recuperación de los luchadores presos para la
construcción del poder popular que se iniciaba.[14] Si el
objetivo del Gran Acuerdo Nacional había sido la institucionalización del
conflicto, mediante el retorno a la democracia burguesa, el esperado
disciplinamiento social resultó en un ascenso de las movilizaciones de masas.
El clima que caracterizó a esta etapa tuvo su manifestación en las ocupaciones
de lugares públicos y privados, que se sucedieron repentinamente a nivel
nacional, acciones que expresaron no sólo un freno al “continuismo” de las
políticas de la dictadura saliente, sino el ejercicio del poder directo construido
durante años a través de la lucha.
En Mendoza, muchas de las prácticas surgidas en el seno de las
organizaciones populares fueron transformadas en políticas de estado,
principalmente durante los primeros meses luego de la asunción, cuando espacios
de gobierno fueron ocupados por dirigentes de la Tendencia Revolucionaria. Esto
fue resultado de la creciente movilización y organización de distintas
fracciones sociales a nivel provincial, proceso que se radicalizó a partir del
Mendozazo (4.4.72). Este hecho expresó una ruptura
con el orden social vigente, por parte de distintos actores que tomaron las
calles para cuestionar las formas en que se encontraba organizada la sociedad,
el monopolio del poder y de la violencia que ejercía el estado dictatorial. Los
enfrentamientos callejeros, que se extendieron por varios días, y hacia los
barrios obreros, dieron paso a nuevas formas de poder y articulación social.
Durante estos años, los estudiantes secundarios y universitarios, desde
la lucha contra el limitacionismo, avanzaron hacia la radicalización de sus
discursos y prácticas; los conflictos de los trabajadores estatales como el Sindicato
de Obreros y Empleados Públicos (SOEP), la Asociación de Trabajadores de la
Sanidad Argentina (ATSA) y Magisterio entre otros, y el creciente grado de
unidad alcanzados por los gremios estatales, obligaron a la renuncia del
gobernador-interventor F. Gibbs; los Contratistas de Viñas y Frutales luchaban por
ser reconocidos como trabajadores dependientes, enfrentándose no sólo a la
patronal, sino a un gobierno que era fiel representante de los intereses de la
burguesía vitivinícola-; sumado a ello, la lucha de los obreros del cemento;
del gremio telefónico por la nacionalización de los
medios de producción; junto a la creciente politización de artistas,
abogados y los curas tercermundistas. Todos ellos, consideraron un derecho
construido en la lucha, ocupar un lugar en el “gobierno popular”. Sin embargo,
la derecha no tardó en poner trabas a este proceso.
Iniciado el gobierno provincial de Martínez Baca (FREJULI), la lucha que hegemonizó la escena pública fue
el enfrentamiento entre las dos fracciones
peronistas, expresadas en la misma fórmula gubernamental: Martínez Baca por la
Tendencia Revolucionaria y el vicegobernador Carlos Mendoza, dirigente de la Unión
Obrera Metalúrgica (UOM) y referente de la derecha peronista. El mismo día de
la asunción estuvo marcado por un choque entre ambas tendencias,[15] que
tuvo lugar en la Plaza Independencia, entre integrantes de la Coordinadora
Peronista[16] y obreros de la UOM.
A lo largo de este período, la lucha entre proyectos
políticos antagónicos tuvo como resultado cambios de ministros y expulsiones de
miembros del partido, bajo la acusación de “infiltración marxista”.[17] Es
necesario detenernos en el momento que se inició esta confrontación en torno al
cuestionamiento ideológico de ciertos miembros del equipo de gobierno, puesto
que sucede durante el período que estamos estudiando, e implicó directamente al
movimiento obrero organizado sindicalmente, a raíz de una serie de
declaraciones realizadas por el secretario general de la CGT Regional, Carlos
Fiorentini.
Ya antes de su asunción, la CGT había entregado al
gobernador una lista donde figuraban los nombres de aquellas personas que no
deberían asumir cargos de gobierno, por su inclinación ideológica. Nuevamente,
el día 8 de junio, Fiorentini entregó al gobernador un comunicado del plenario
de delegados de la CGT, donde éstos se manifiestan en relación al mismo tema. Comenzaron
a explicitarse los alineamientos: tanto Martínez Baca como Fiorentini recibieron
muestras de adhesión. Una gran cantidad de las tomas que aquí estudiamos, se
manifestaron en relación a este conflicto a favor del gobernador. Fue el caso
de la Estación Terminal de Ómnibus, de la Dirección de Tránsito y Transporte,
de la Dirección de Obras y Servicios Sanitarios, y del Banco de Previsión
Social. En el caso de éste último, la asamblea expresó “la solidaridad de
las bases del banco para con el gobernador, en el conflicto con la CGT local”. [18]
En este contexto, el día 15, en el marco de una masiva
asamblea popular realizada en la calle –junto a fracciones de la clase obrera y
de la juventud peronista-,[19] asumió
el nuevo Director Provincial del Trabajo, Gervasio Lépez, reconocido dirigente
sindical peronista.[20] Paralelamente,
a nivel nacional la CGT, la CGT y el gobierno firmaban el “Pacto Social”, por
el cual se establecía un acuerdo de precios, tarifas y salarios; con el objeto
de lograr una tregua entre los distintos sectores en conflicto. Este fue
rechazado por los sectores combativos del sindicalismo.[21]
Finalmente, en junio del ’74, un golpe de mano realizado
por una alianza interburguesa (Partido Demócrata, Unión Cívica Radical (UCR) y
el ala derecha del justicialismo), aprobó el juicio político suspendiendo al
gobernador de dicho cargo. Esto fue parte de una política a nivel
nacional impulsada por Perón, de eliminar por medio de su derrocamiento, a
aquellos gobernadores ligados a la Tendencia Revolucionaria.[22] Recordemos además que el partido
local había sido intervenido, en función de la política de depuración o
limpieza ideológica iniciada contra el ala izquierda dentro del movimiento. A partir de que el
vicegobernador Carlos Mendoza asumió el ejercicio del poder ejecutivo
provincial, aumentaron las medidas represivas y la censura en todos los
espacios sociales, desde la universidad hasta en los barrios –retomando la
derecha la iniciativa en la lucha de clases-. A partir de agosto del ’74, la
provincia fue intervenida.
IV. Las tomas
Una de las últimas acciones que llevó adelante la dictadura a fin de
intentar mantenerse en la administración del nuevo gobierno, fue nombrar a
funcionarios que garantizaran la “continuidad” política de la dictadura, lo
cual se llevó a cabo tanto mediante recursos legales (a fin de que no fueran
cuestionados legalmente), como recurriendo a la legitimación política
(nombrando a miembros del partido peronista que estaban alineados con el
gobierno saliente). Esto fue visto por quienes apoyaron al gobierno triunfante
en marzo del ‘73, como un freno a las políticas a desarrollar. Por ello, antes
aún de la asunción comenzaron a ser denunciadas estas maniobras, dando lugar
posteriormente a las tomas, como una forma de garantizar que no habría lugar en
el “gobierno del pueblo” para funcionarios ajenos a él.[23]
Durante el gobierno de
Cámpora las luchas de los asalariados asumieron un carácter particular: la
mayor proporción de conflictos tuvieron lugar en ámbitos obreros, ya sea en el
lugar de trabajo o en el sindicato, bajo la forma de ocupación de los mismos.
Esta fue la mayor avanzada obrera sobre un territorio “ajeno”, al tomar
posesión del lugar de trabajo, espacio “que les es social y jurídicamente ajeno
pero que sienten práctica y moralmente propio”.[24] Dentro de las instituciones oficiales, este
tipo de acciones se dieron principalmente en las universidades (protagonizadas
por trabajadores no docentes y estudiantes); y en las escuelas secundarias,
donde los estudiantes reclamaron la destitución de profesores y autoridades, y cambios
en los planes de estudio. También en los hospitales, las ocupaciones tuvieron
como finalidad impedir la continuidad de las autoridades ligadas a la
dictadura.
Sin embargo, como advierte Nievas, no todas las tomas pueden explicarse
desde el “anticontinuismo”, puesto que detrás de esta consigna aparecían otras
razones, vinculadas al enfrentamiento que atravesaba a la sociedad de manera
transversal, y que al interior del peronismo había definido alineamientos
claros y antagónicos: “no sólo importaba a quien se desplazaba, sino –y
sobre todo- a quien se dejaba al frente”.[25] Es decir que detrás
del problema del continuismo aparecían otros ejes de confrontación, que evidencian
el enfrentamiento entre dos fuerzas políticas –que aunque aún difusas- eran
antagónicas, las cuales se encontraban en distintos momentos de su propio
desarrollo.
Nievas establece cuatro
subperíodos. El primero abarca desde la fecha de asunción de Cámpora (25.05),
hasta el 3 de junio. El segundo comenzó el 4 de ese mes, día en que inicia la
escalada de ocupaciones, hasta el 14 de junio, cuando Abal Medina -secretario
general del PJ- exhortó al levantamiento de las tomas. Durante este subperíodo
el autor contabiliza más de 500 tomas a nivel nacional, de las cuales más de
350 se produjeron entre los días 11 y 15. Los efectos del llamamiento de Abal Medina fueron
inmediatos: la cantidad de ocupaciones descendió abruptamente, aunque se
reiniciaron con mayor intensidad en fábricas y sedes sindicales. Además, al
desactivar a los sectores menos politizados, que levantaban la lucha
anticontinuista, el enfrentamiento quedó más directamente ligado a la
confrontación entre los sectores organizados. El tercer subperiodo
comprende entre los días 15 y 20 de junio (masacre de Ezeiza). Finalmente, el
cuarto subperíodo se inicia el 21 de junio, y llega hasta la caída del gobierno
de Cámpora (13.07). Mendoza
registró una gran actividad de ocupaciones, siendo —junto con Tucumán— la
cuarta jurisdicción en número absoluto de tomas.[26]
Como
veremos, la mayor cantidad de éstas, se ubican entre el segundo y tercer
período.
Como se dijo,
detrás de la bandera del anticontinuismo, aparecían una diversidad de sujetos
sociales, con intereses muchas veces encontrados. Desarrollaremos a
continuación la distinción que propone Nievas, a fin de entender cómo se
inscribió el proceso provincial en la dinámica nacional. En primer lugar, el
autor agrupa bajo la denominación de “tomas por la patria socialista”,[27]
aquellas acciones realizadas por la nueva izquierda, en las cuales encuentra un
claro contenido anticapitalista, aunque con distintos grados de conciencia
respecto de ello. Aquí ubica las tomas realizadas por las organizaciones
político-militares de izquierda, por las organizaciones político-militares o de
superficie de la izquierda peronista, y las “tomas de las bases”, es decir
aquellas que sin ser producidas por organizaciones de izquierda, se alinean -o
pueden ser alineadas- con ellas. Por otro lado, se encuentran las “tomas por la
patria peronista”,[28] a
las que el autor califica de reaccionarias, ya sea por su contenido, como
porque las mismas se produjeron tardíamente, como reacción frente al
protagonismo del sector anterior. Fueron en general realizadas por grupos más
pequeños que los primeros. Aquí encontramos las tomas protagonizadas por la
derecha peronista, y las “tomas preventivas”, es decir, aquellas que se
protagonizaron para impedir que el lugar fuese ocupado por otros (de la
izquierda). Ambas, a diferencia de las anteriores, buscaban mantener el status
quo.
A nivel
nacional, las tomas alineadas con la “patria socialista” representaron el 54%
de las ocupaciones, mientras que las tomas alineadas con la “patria peronista”
representaron el 46%. Sin embargo, para el autor, si bien las primeras tuvieron
una mayor actividad en general, las segundas concentraron su accionar en
sectores considerados claves (medios de difusión, centros de salud, organismos
y empresas públicas). Esto se relacionaba con la composición que
presentaba cada una: “La primera, más ‘horizontal’ que la segunda (que
estaba formada, en muchos casos, por verdaderas bandas armadas…), estaba más
determinada por la irrupción democrática de criterios y decisiones. Sus
acciones estaban menos constreñidas por una dirección política centralizada… En
consecuencia, estaban más extendidas social y geográficamente, y más ligadas a
las necesidades inmediatas de los diversos grupos sociales, pero menos
contundentes político-militarmente, en una etapa político-militar de la lucha
de clases. La acción de la segunda, en cambio, parece más determinada por un
norte político-inmediato: el regreso de Perón”.[29] Otro elemento contabilizado por Nievas es la cantidad de
efectivos con que contó cada fuerza. Las tomas de la primera dan cuenta de su
masividad, mientras que las ocupaciones de la segunda, no fueron realizadas por
grupos que superasen las 40 personas, quienes generalmente se encontraban
armados con armas de fuego.
A continuación,
realizaremos el análisis de las ocupaciones que tuvieron lugar en la provincia
de Mendoza, donde la dinámica presentó una serie de particularidades. Si bien
como veremos la mayoría de las tomas fueron realizadas por las bases,
levantando la consigna “anticontinuista”, éstas se dieron de manera mayoritaria
con posterioridad al llamamiento que hizo Abal Medina.
IV. a) Las tomas por la “patria socialista”
a.1- De las
organizaciones político-militares de izquierda
No se produjeron
en Mendoza durante el período estudiado copamientos[30]
por parte de las organizaciones político-militares de izquierda.
a.2- De la
izquierda peronista
Esta fue la
primera toma que tiene lugar en la provincia. El día 6 de junio, la sede de la
emisora LV-8 Radio Libertador fue tomada simbólicamente por pocos
minutos (de 7:00 a 7:05) por su personal, quienes solicitaban se regularice la
situación administrativa de la misma. Sin embargo, hacia las 10:30 hs. el
“Comando Abal Medina” de la JP[31] tomó el local
en apoyo a los trabajadores de la misma. Pedían se designe “a un nuevo
director que haga de ‘Libertador’ una auténtica radio del pueblo”.[32]
Más tarde, a través de un comunicado explicaron que “se había dispuesto
tomar Radio Libertador por estar el director de la radio, vicecomodoro (RE)
Oscar Alberto Morales, respondiendo a intereses participacionistas y cipayos”.[33] La
toma seguiría hasta que el gobierno designase un interventor que “responda a
los intereses del pueblo”;[34] hasta entonces, quedaba a cargo de la
emisora un integrante del Comando. Eran más de 70 los jóvenes que mantuvieron
la toma, impidiendo el ingreso al lugar, y quienes en las puertas de la emisora
realizaron pintadas. Durante la medida la transmisión radial no fue
interrumpida, y cada 15 minutos se repetían los comunicados explicando a la
población los motivos de la toma.
Esta acción fue repudiada por otra organización integrante
de la JP, la “Juventud Peronista 17 de Noviembre”,[35] quienes
argumentaron que dicha actitud atentaba contra la verticalidad del movimiento y
del gobierno. Denunciaron además al Comando Abal Medina por pretender imponer a
las autoridades recientemente electas a uno de sus militantes como interventor,
cuando para ellos, el interventor debería ser un empleado de la emisora elegido
por el personal de la misma. Expresaron:
“La
Juventud Peronista 17 de Noviembre considera que todos los medios masivos de
comunicación deben ser controlados y dirigidos por el pueblo, siendo en este
caso los empleados de LV8 parte de ese pueblo, por ello apoya como interventor
a un empleado elegido entre el personal de la emisora”.[36] La JP 17 de Noviembre sí apoyó la
toma realizada por el personal, mientras que también se manifestaron en este
sentido el Sindicatos de Prensa Argentino de Locutores y la Asociación de
Telegrafistas, Radiotelegrafistas y Afines. Finalmente, el día 8 asumió el
nuevo interventor, entre los aplausos de los presentes, quienes desalojaron el
lugar.
a.3- De las
bases:
a.3.1- Las tomas
de edificios públicos
El día 11 se
produjo una toma simbólica por parte de los empleados del Banco de Previsión
Social. Estos hicieron llegar al gobernador un comunicado y un petitorio
emanado de una asamblea, por el cual solicitaban un cambio de autoridades del
organismo. Los empleados desconocieron a los dos directores designados “por
el desgobierno de la camarilla militar”,[37] y
nombraron autoridades interinas hasta tanto el gobierno “designe a los
compañeros integrantes del directorio”.[38] Al
día siguiente realizaron además un paro por 15 minutos.
Mediante un
comunicado, explicaron al “pueblo de Mendoza” que el objetivo de estas
medidas era “a) demostrar la real vocación de las bases en la dirección de
la institución; b) que se nombren compañeros capaces de instrumentar medidas
tendientes a lograr la liberación y reconstrucción nacional”.[39] El
contenido propositivo del comunicado, exigía al gobierno generar mecanismos de
participación directa para los empleados en lo que hacía a sus lugares de
trabajo. Así propusieron designar una comisión representativa del personal
(compuesta por 7 miembros), que: solicitase se arbitren medidas para que los
empleados tengan mayor representación en la dirección de la entidad, mediante
directores elegidos por votación directa de las bases; exigiese se prevea la
participación real y efectiva del personal en la elaboración de la nueva carta
orgánica; se designase un interventor provisorio; y que de manera conjunta con
las bases y el gobierno, se pongan en funciones a las nuevas autoridades del
Banco. Lo anterior fue aceptado por el gobernador, y el día 13 asumió el nuevo
presidente de la entidad, en el marco masivo de una asamblea general
extraordinaria de los empleados, durante la cual aquél expresó el deseo
conjunto de que el banco comience a responder a los intereses de la clase
trabajadora.
El 13 de junio, se produjo
la toma de la sede local de la Dirección Nacional de Vialidad, 4º
distrito, por parte del personal, en apoyo a las medidas tomadas a nivel nacional
por la Federación de Sindicatos de Vialidad. Se manifestaron contra “la
maniobra continuista orquestada por los personeros de los monopolios
imperialistas que han manejado y pretenden seguir manejando los hilos de la
política vial del país”.[40] Expresaron realizar la
medida de fuerza en apoyo al “gobierno popular”, la cual se mantendría hasta
lograr las soluciones requeridas. En un comunicado local, el personal expresaba
que la medida se debía al estado de caos en materia vial producto de las
políticas de los monopolios imperialistas, por lo que exigían: la renuncia de
todos aquellos funcionarios cómplices de dicha política, y que los mismos sean
investigados y sancionados; la eliminación de las “consultorías” que producen
al Estado grandes pérdidas cuando dichas tareas podían ser realizadas por el
mismo personal estable. A nivel nacional se logró la renuncia del administrador
general y de los directores de las distintas regionales; sin embargo, en
Mendoza el sindicato finalmente levanta la toma el día 15, por considerar que
la autoridad local podía seguir en su cargo.
El jueves 14 una
asamblea del personal de la Empresa Provincial de Transportes,
prestataria del servicio de trolebús, decidió la toma de la misma. La medida
respondía a que se encontraba en duda la estabilidad de la empresa, y el cobro
de los próximos salarios. Se cuestionaba la pasividad de las autoridades
respecto a futuras inversiones, y a cómo resolver problemas laborales. Nuevamente,
la toma se mantendría hasta tanto el gobierno designase nuevas autoridades “en
pro de una real liberación nacional y social con una mayor participación del
personal en la dirección de la misma”.[41]
La toma –realizada
con la intervención de SOEP- decretó la disolución del directorio y la
anulación de todos los niveles jerárquicos (gerente, contador y asesoría
letrada). Se designó una junta ejecutiva provisoria, compuesta por tres
empleados, quienes asumirían las funciones hasta que el gobierno designase a
las nuevas autoridades. SOEP informó que “la medida dispuesta por los
obreros y empleados de la repartición obedece a la imperiosa necesidad de que
el poder de decisión y la conducción de la misma sea ejercida por los
verdaderos representantes del pueblo”.[42]
Proponían asumiese como interventor, un delegado gremial, quien trabajaba en la
empresa desde hace 15 años.
Al respecto de
esta experiencia, el secretario gremial de SOEP recuerda: “Se tomó, se
tomó la repartición, se echó a la mierda al que estaba, y se toma la conducción
de la repartición, se nombra entre los compañeros, se hace una asamblea que ahí
fuimos nosotros, se designa eh… un compañero por la parte de talleres, un
compañero por la parte de los choferes, un compañero por parte de la parte
administrativa… ellos se constituyen en autoridad, designados por asamblea, y
entran a manejar el trole, la empresa. O sea como ejecutivos, como si fueran
ejecutivos políticos. Y esa fue la repartición que más tiempo estuvo tomada. La
repartición que estuvo más tiempo en manos de los trabajadores, no me acuerdo
si fue un mes, dos meses, fue bastante tiempo. Y vos vieras como andaba, los
vagos la hicieron andar… había que lucirse… y la hicieron andar, una maravilla.
Fue una gestión obrera. Una repartición pública con gestión obrera. (…)”[43]
Según los
gremialistas “la empresa se autogestiona perfectamente desde hace tras días,
en que fue tomada por el personal”.[44]
Durante la toma, el servicio de trolebús continuó funcionando. En la
carrocería de los mismos se colocaron carteles en los cuales se leía: “Trolebús
tomado por el personal por una efectiva y real liberación nacional y social”.[45]
El mismo día se produjeron ocupaciones simbólicas en la Estación
terminal de Ómnibus y en la Dirección de Transito y Transportes, en
apoyo al nuevo director nombrado por el “gobierno popular”; quien asumió en un
acto con la presencia de todo el personal de ambas reparticiones.
Recibieron -y agradecieron- el apoyo de SOEP a la medida de fuerza.
Son numerosas las notas periodísticas donde el SOEP manifestó su apoyo
a las ocupaciones realizadas por sus afiliados: “Las tomas… responden
nítidamente a la línea fijada por nuestra organización. Lo cual significa la
movilización de bases, en apoyo a la gestión revolucionaria del compañero gobernador...
los gremios, como sectores principales para la construcción de la patria de los
trabajadores, deben garantizar la acción de los compañeros elegidos por el
pueblo, con el apoyo masivo de la clase obrera, para que nuestros dirigentes
puedan mantener la línea honesta y combatiente que pueda efectivizar el camino
hacia la liberación nacional y social”.[46] Recibieron
la solidaridad de la Mesa Única de la JP “por la lucha que mantienen en
distintas dependencias de la Administración, con el objeto de desterrar, y para
siempre, todo vestigio de burocracia”.[47]
Durante el día
15 fue tomada la Dirección de Obras y Servicios Sanitarios durante 3
horas, luego de una asamblea del personal, con el objeto de exigir al
gobernador una serie de instrumentos legales que garantizasen el funcionamiento
de la repartición: se designó una junta provisoria en reemplazo de las
autoridades anteriores; se solicitó –proponiendo nombres para ello- se designe
un interventor con facultades de directorio, que adecue la repartición a la ley
de Autarquía sancionada, y sobre la cual solicitaron se modifique el artículo
referido a la composición del directorio, a fin de que el mismo estuviese
integrado por representantes del personal. Agradecieron el apoyo brindado por
SOEP.
El proceso que
se inicia a partir de la toma de este organismo, da cuenta del contenido
propositito que acompañaba a estas acciones: “… allí a propuesta del
sindicato, se genera un proceso de debate interno, con todos los trabajadores
del organismo. (…) Entonces, ahí hubo un intento por que los que más
conocimiento tenían, que eran los profesionales del organismo, pudiese
compartir ese conocimiento a través del debate, con los trabajadores digamos de
planta. (…) Se hicieron siete grupos, donde cada grupo debía
producir un proyecto de reestructuración del organismo. Luego, eh, estos siete
trabajos se fusionaron, se hizo una síntesis no es cierto, que quedó expresada
en una propuesta. Esa propuesta tomó estado legislativo[48] (…) Este órgano
estaba planteado como un organismo descentralizado (…) Entonces, nosotros
considerábamos que era muy importante incorporarle acá, por ley, una fuerte
presencia de los especialistas en materia social. …”.[49]
Ese mismo día
fue tomada la Dirección de Construcciones. Una asamblea designó a cuatro
empleados para que asumieran las funciones de la repartición hasta que el
gobierno designase a “gente peronista y que responda a los intereses del
pueblo”.[50] Al
día siguiente, asumió como interventor de dicha repartición P. Márquez, quien
se refirió a la importancia de la participación de los trabajadores en la
planificación de las tareas futuras.
También el 15,
una asamblea del personal del Servicio de Educación del Adulto –en la
cual se encontraban presentes docentes de alfabetización de nivel nacional-
decidió realizar una toma simbólica de la Casa del Magisterio, a fin de exigir
cambios en la política salarial y en el funcionamiento general de la
repartición. Propusieron una terna para hacerse cargo de la misma. Además,
peligraba la continuidad de la modalidad, por falta de presupuesto para la
misma.
El 16 de junio,
el personal del Policlínico Ferroviario Mendoza resolvió por asamblea
realizar una ocupación simbólica de su edificio a causa de una serie de
reclamos salariales, y la exigencia de que se otorgase participación al
personal en los espacios de conducción a fin de “intervenir en la política
sanitaria y laboral”[51]
del instituto. Otro punto en cuestión era la autonomía de los centros
regionales, respecto a lo cual aclararon que dichas medidas no eran contra el
gobierno provincial, sino “contra el centralismo burocrático que ejerce el instituto
a nivel nacional”.[52]
El 18 se
realizaron tomas en la Dirección de Rentas, y en el Instituto del
Becario. Ambas, luego de que las respectivas asambleas decidieron
desconocer a las autoridades -designando interinas- y elevar un petitorio al
Ejecutivo pidiendo nuevas designaciones; se declararon a sí mismas “instrumento
de cambio del sistema, participando del proceso en el que se comprometiera el
gobierno del compañero gobernador”.[53] Dieron además,
intervención directa a SOEP por estar el personal de las reparticiones
agremiado en el mismo. Ese día, una asamblea en la Dirección de Geodesia y
Catastro solicitó al gobierno se designen nuevas autoridades, que lleven
adelante un cambio de estructuras, para lo cual proponían quienes debían ocupar
dichos cargos.
a.3.2- Las tomas
de organismos privados
El día 14 de
junio, los empleados de la central local de la Compañía Argentina de
Teléfonos (CAT) tomaron simbólicamente la sede de la empresa, en reclamo
por la nacionalización de la misma, y en apoyo al plan de liberación nacional. Los
carteles colocados frente al edificio expresaban: “Empresa tomada por el
personal para la nacionalización”.[54]
Finalizada la toma, realizaron una movilización por el centro de la ciudad, que
llegó hasta la Legislatura. Allí entregaron un informe sobre el cumplimiento de
la ley de concesión que autorizaba la explotación del servicio a la CAT al
presidente de la Cámara de Diputados. El informe fue elaborado por el cuerpo de delegados del Sindicato de
los Obreros y Empleados Telefónicos de Mendoza (SOETeM), y posteriormente
ratificado por una asamblea de afiliados, que otorgó mandato a la comisión
directiva para presentarlo ante los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Dicho informe solicitaba como primer paso hacia la nacionalización, avanzar en
la intervención del distrito local de la CAT, a través de la absorción por
parte de ENTEL.
Daniel Collado, Secretario
General de SOETeM expresó: “Esto se hizo en el gobierno de Martínez Baca, pero por un plan
nacional, que estaba incorporar… muchos teníamos nuestras reservas de
incorporar en qué términos (…) poníamos en tela de juicio la estructura de las
empresas del estado como estaban en ese entonces. Esa era la discusión, no era
que dijéramos queremos la empresa ‘estatal, monopólica y eficiente’, pero vamos
a ver en qué términos! (...)”.[55]
Posteriormente
los obreros y empleados se dirigieron hacia la Casa de Gobierno donde fueron recibidos
por el gobernador, a quien además del informe, entregaron una
denuncia referida a los contratos de la CAT. Este se refirió a la acción
de los trabajadores telefónicos como “gobernar con asambleas populares.
Ustedes vienen a exponer directamente ante los hombres que nos toca manejar la
cosa pública los problemas que tiene el pueblo para que sean conocidos”.[56]
a.3.3- Las tomas
de sedes sindicales
El día 27 se
produjo la toma del local de la Unión Obrera de la Construcción de la República
Argentina (UOCRA). Alrededor de 100 trabajadores ocuparon la sede y designaron
a una comisión provisoria. Manifestaron tener el apoyo de la mayoría del
gremio, y estar en “su derecho” de mantenerse en la sede, puesto que para ellos
el gremio se encontraba prácticamente acéfalo. Acusaron al secretario general
E. Morales, de haberse mantenido durante 14 años en el cargo, sin haber llamado
a elecciones, ni presentado balances de los ingresos por cuota obligatoria.
El día anterior,
un grupo de alrededor de 200 obreros, frente a las críticas que se hacían a la
conducción del sindicato, designaron una comisión provisoria, la cual fue
respaldada por más de 1000 afiliados que al día siguiente concurrieron a la
asamblea que se realizó en la sede gremial, y a partir de la cual el edificio
quedó ocupado. Dicha asamblea resolvió: manifestar su apoyo al “programa
popular” del gobernador, y “movilizarse para que ese programa sea
cumplido, especialmente en materia de política exterior, control de precios,
aumentos salariales”;[57] designar una comisión provisoria;
hacer uso del local sindical; solicitar audiencia al gobernador; solicitar un
veedor del Ministerio de Trabajo para la realización de elecciones y la
normalización del gremio. La mayoría de los ocupantes no eran
afiliados al gremio, puesto que –según denunciaban- se les negaba
sistemáticamente la afiliación, a pesar de que se les descontaba la cuota
sindical obligatoria.
En este sentido,
Morales negó que el conflicto se debiera a diferencias hacia el interior del
gremio, puesto que “los ocupantes no pertenecen al mismo y por el contrario,
son de declarada filiación comunista”.[58] En conferencia
de prensa, solicitó a los obreros peronistas “cumplan con la consigna del
general Perón, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, no dejándose
confundir ni aceptar invitaciones para concretar medidas de fuerza que propicia
el comunismo”.[59]
R. Vélez
–militante del Partido Comunista-, representante de la comisión provisoria,
expresó los motivos que llevaron a la ocupación gremial: “hace 14 años que no
se realiza una asamblea general… no se dan a conocer balances ni el destino de
las cotizaciones obreras, como tampoco los fondos para obras sociales, cuyos
beneficios no reciben en su mayoría;… el convenio colectivo de trabajo… no se
cumple por no actuar las comisiones internas en el control y no haberse
designado delegados;… las elecciones de 1971 estaban viciadas de nulidad por
fundamentales trasgresiones a los estatutos…Todo ello permite deducir que en la
práctica no existe una comisión directiva legalmente constituida, por lo que se
estaría en presencia de un caso de usurpación. Ello, podía ser permitido por la
dictadura, pero hoy tenemos un gobierno constitucional y las cosas deben
regularizarse”.[60]
Durante esa
noche, la policía sitió la sede sindical en un perímetro de cuatro cuadras, con
uniformados y carros celulares, dado que los afiliados se negaban a desalojar
el edificio. Los obreros denunciaron dicho procedimiento policial como
“ilegal”, ya que no había orden de un juez para el desalojo. Debido a este hecho,
anunciaron paros para la mañana del 28 y una asamblea que decidiría los pasos a
seguir. Los obreros fueron apoyados por los estudiantes de la Universidad
Tecnológica, quienes se arrimaron a la sede gremial con comida para los
ocupantes. Finalmente la policía desalojó el local durante la madrugada, al
intervenir un fiscal –que al día siguiente habría sido cuestionado por los
obreros ocupantes, por haber actuado estando de licencia-. También el gobierno
puso como condición previa al diálogo con los trabajadores, el desalojo de la
sede gremial.
Al día
siguiente, 300 obreros de la construcción se movilizaron hasta la Casa de
Gobierno a fin de respaldar el encuentro de la comisión provisoria con el
gobernador Martínez Baca. La comisión informó que el pedido de audiencia
solicitado por los trabajadores había sido concedido, y esa tarde se realizó
una asamblea frente al local sindical, en la calle puesto que por la
intervención de la justicia, el edificio gremial no podía ser utilizado. Durante
la misma se resolvió marchar nuevamente hasta la Casa de Gobierno, para exigir
la restitución de la sede gremial, y el llamado a elecciones de una nueva
comisión directiva en el plazo de 90 días. Aclararon que si hasta el lunes 2 no
les era devuelto el local sindical, el martes habría un paro de 24 hs. de los
trabajadores de la construcción. Efectivamente, este se realizó, acompañado de
manifestaciones por las calles céntricas, y una concentración frente al Palacio
de Justicia. Posteriormente, una asamblea resolvió: estado de asamblea
permanente; convocar a una asamblea que constituya la comisión electoral;
renunciar a la cuota sindical hasta tanto se logre la normalización del gremio;
y que la comisión provisoria funcione en el gremio de Mosaístas.
IV. b) Las tomas por la “patria peronista”
b.1- De la
derecha peronista
El día 14, el personal de Vialidad
Provincial realizó una asamblea donde se decidió la toma simbólica del
edificio. Se designó una “comisión de toma” para gestionar ante el gobierno sus
reclamos: la renuncia del secretario general por ser autoridad del régimen
anterior y la designación de Umana como interventor en su lugar; y la
confirmación del personal contratado. Sin embargo, circuló otro comunicado por
el cual se adhería a los puntos reclamados por la comisión de toma, pero se
solicitaba se mantenga al interventor en su puesto, evidenciando diferentes
posturas entre los trabajadores.
Finalmente,
asumió como nueva autoridad Oliva, quien fue respaldado por la Agrupación Azul
Peronista. Estos repudiaron a la “comisión de toma”, acusándola de estar
digitada por el sindicato de DPV, y haber sido “títeres” de la última
dictadura. Expresaron que el personal de Talleres, en acuerdo con la Agrupación
Azul, no aceptó la toma del edificio, la cual fue realizada por un grupo de
“conservadores minoritarios”.[61]
En el Departamento General de Irrigación tuvo lugar uno de los
principales conflictos, donde la derecha demostró su fuerza contra el gobierno
provincial. Inicialmente (día 16), el gremio solicitó al gobernador se
designara rápidamente un interventor en la repartición, a fin de dar respuesta
a una serie de conflictos por los que atravesaban los trabajadores. Para dicho
cargo fue designado J. Sánchez Martín, quien fue rechazado por los trabajadores
del departamento (día 18), impidiendo el acto de asunción, y debiendo asumir en
su lugar el propio ministro de Obras y Servicios Públicos, P. Huerta.
Formalmente, los trabajadores cuestionaban que el interventor no había
sido aceptado por la Legislatura provincial para ocupar el cargo. El día 17 el
gremio publicó una solicitada donde denunciaba como inconstitucional la
intervención del Departamento. Expresaban haber sido defraudados por el
gobernador, cuya actitud responde “a intereses mezquinos y sectoriales que
actúan a espaldas del pueblo y de sus representantes”. Continuaba diciendo
que la violación constitucional “se origina en el asesoramiento
trotkista-comunista que en estos momentos está prevaleciendo en las medidas de
gobierno”.[62]
Al conocerse la designación de Martín, el personal se autoconvocó en
una asamblea, la cual discutió en torno a (1) si ocupar el edificio y no dejar
ingresar al interventor designado; o (2) aceptar lo resuelto por el gobierno y
no tomar el edificio, pero iniciando un juicio político al gobernador por abuso
de poder. Ganó la segunda moción por unanimidad. La discusión fue acalorada:
mientras algunos defendían el derecho del “gobierno popular” a actuar como lo
creyera necesario, otros insistían en que se estaba violando la constitución. Durante
la asamblea se produjeron incidentes y agresiones, en particular al secretario general
del gremio –militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST)-, a
quien se cuestionó estar vinculado a la ideología del gobierno por haber sido
candidato del Frente de Izquierda Popular (FIP) en las últimas elecciones. Finalmente, la
cámara de diputados rechazó el pedido de juicio político al gobernador, votando
por la negativa los justicialistas, y por la afirmativa, radicales y
demócratas.
b.2- Tomas
preventivas
El día 12 se
produjo un intento de toma de la radio LV-4 de San Rafael, por parte de
un comando operacional del personal. Sin embargo, tras una reunión donde
participó el conjunto del personal, la medida fue deslegitimada. El intento de
toma había sido motivado por la noticia de que a nivel nacional varias emisoras
habían sido tomadas “para evitar la toma de las emisoras por parte de otros
grupo y siguiendo la verticalidad jerárquica de las autoridades designadas por
el gobierno popular en los medios de radiodifusión”.[63]
V. Reflexiones finales
Siguiendo la periodización y caracterización del proceso
realizado por F. Nievas a nivel nacional, nos interesaba estudiar la
especificidad con que las tomas se desarrollaron a nivel provincial -tomando
solamente las realizadas por los asalariados, las cuales representaron un
tercio del total de ocupaciones-. Si bien la mayoría de las acciones analizadas
se expresaron “contra el continuismo”, detrás de dicha consigna aparecieron
diversas motivaciones, expresando las ocupaciones una lucha por la reapropiación
del sistema social y político, por parte de los distintos alineamientos
político-sociales que cortaban transversalmente a la sociedad del período.
A diferencia del proceso nacional, la mayoría de las
ocupaciones analizadas (55,5%) se produjeron con posterioridad al llamado
oficial a levantarlas. Sólo el 16,6% fueron protagonizadas por grupos
vinculados a fuerzas de derecha, mientras que el 83,3% de estas acciones fueron
realizadas por una fuerza social en formación, que conjugó su apoyo al gobierno
electo, con claros cuestionamientos a las formas de organización del Estado.
Esto fue acompañado por la exigencia de participación de los trabajadores, como
manera de garantizar el cumplimiento de los intereses de la clase trabajadora.
El 77,7% de las ocupaciones fueron protagonizadas por las ‘bases’ en sus
lugares de trabajo, sin mediación de organizaciones políticas ni
político-militares.
El aparato del Estado fue el principal espacio de
confrontación, ya que el 88,8% de las tomas se produjeron en torno a la reapropiación
de este ámbito, hecho que debe enmarcarse en el enfrentamiento entre tendencias
antagónicas que tenía lugar en la sociedad en su conjunto, y que hacia el
interior del peronismo en el momento estudiado se expresó en la disputa entre
la CGT local y los ministros “marxistas” del gobierno provincial.
Todas las tomas “por la patria socialista” fueron
decisiones emanadas de asambleas en los lugares de trabajo, lo cual denota una
diferencia numérica y metodológica con las acciones realizadas por la derecha,
donde en general actuaron pequeños grupos, sin lograr mayores grados de
adhesión. Las tomas protagonizadas por ésta última dejan
entrever que encontraron resistencia entre los trabajadores, expresando la
lucha al interior de la clase. La mayoría de los hechos estudiados se correspondieron con la
modalidad de ocupaciones (55,5%), seguido por las tomas de carácter simbólico
(44,4%). No se produjeron copamientos.
El 100% de las tomas tuvieron lugar en ámbitos obreros, de
los cuales solamente una (5,5%) ocurrió en una sede gremial, mientras que el
resto sucedieron en el lugar de trabajo. Nos encontramos frente a formas de
lucha que no estaban subordinadas a dirigencias sindicales, ni pautadas por el
sistema. Esto da cuenta de un proceso de cuestionamiento objetivo al orden
vigente -que tuvo distintos niveles de conciencia-. Los lugares de trabajo se
convirtieron en territorios conquistados a la patronal (que en su mayoría fue
el mismo gobierno que se decía defender). Estas formas de conflicto no
disciplinado fueron protagonizadas en su mayoría por las bases, donde la organización
y planificación de las acciones perdió importancia, predominando en las mismas
un carácter espontáneo. A diferencia de lo que ocurrió a nivel nacional,
después del llamamiento a levantar estas medidas de fuerza, en Mendoza quienes
las continuaron fueron las bases, y no las organizaciones político-militares.
Finalmente, entendemos que las ocupaciones expresaron un
cuestionamiento al orden jerárquico, producto del proceso en que se fue
cuestionando, construyendo y repensando el poder a lo largo del período
iniciado en 1955, como producto de la acción directa que las masas
desarrollaron desde entonces. Se expresan mayores grados de autonomía, al
entender la necesidad de la participación directa y mayoritaria de los
trabajadores en el ejercicio del poder, como la forma de garantizar la
construcción de un determinado proyecto político; así lo expresaron la mayoría
de los comunicados producidos en el marco de las tomas. Las mismas asambleas
fueron definidas como “instrumentos de cambio del sistema”. Sin embargo,
debemos advertir que si bien estas acciones constituyeron objetivamente un
cuestionamiento a la propiedad y a una determinada forma de organización
social, el hecho de que las mismas se pronunciaran a favor del nuevo gobierno,
nos indica que no se pretendía superar el sistema político social, sino
reapropiárselo. Aparecen así articuladas en un mismo proceso de lucha, las distintas
estrategias que estaban en juego en ese momento histórico.
RESUMEN
Las “tomas” durante la gobernación
de Martínez Baca en Mendoza (1973): una lucha por la reapropiación del lugar de
trabajo
En la presente trabajo analizamos la dinámica
que asume en la provincia de Mendoza el proceso de ocupaciones de espacios
públicos y privados, durante el gobierno de Cámpora, tomando solamente aquellas
realizadas por los asalariados -que representan un tercio del total de tomas-.
Si bien la mayoría de las acciones analizadas se expresan “contra el
continuismo”, detrás de dicha consigna aparecen diversas motivaciones,
expresando las ocupaciones una lucha por la reapropiación del sistema social y
político, por parte de los distintos alineamientos político-sociales que
cortaban transversalmente a la sociedad del período. Estas ocupaciones:
¿implicaban un cuestionamiento al orden jerárquico? ¿Expresaban mayores grados
de autonomía de clase? ¿O eran formas de lucha radicalizadas pero que podríamos
alinear con la lucha antidictatorial del período anterior?
Palabras clave: conflicto social - movimiento obrero –
poder
ABSTRACT
The
“occupations” during the Martinez Baca government in Mendoza (1973): a struggle
for the appropriation of the working place
In this work, we
analyzed the dynamic of the process of public and private spaces occupation,
during the Cámpora government. Only occupations by workers were analyzed, which
represented one third of the total episodes. The vast majority of the claims
were “against continuity”. However, behind that claim different motivations
appear, expressing these occupations a struggle for the appropriation of the
political and social system, by the different forces that transversally severed
the argentine society. Did these occupations mean a questioning to the
hierarchical order? Did they express class autonomy? Or where they radicalized
struggles similar to the antigovernment reaction against the previous
dictatorship?
Key
words: social conflict – workers - power
Notas
(*) Licenciada en Historia. Becaria Doctoral del CONICET. Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambiantales (INCIHUSA). Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CRICYT), Mendoza. gscodeller@arlinkbbt.com.ar
[1] Nievas, F. “Cámpora: primavera-otoño. Las tomas.” EN: Pucciarelli, A. (Ed.) La primacía de la política. Lanusse, Perón y la Nueva Izquierda en tiempos del GAN. Eudeba, Bs. As., 1999, pp.351-393.
[2] Este recorte responde a que las tomas estudiantiles, que representaron los dos tercios del total de los hechos estudiados para esta provincia, ya han sido analizados. Al respecto ver: Bonavena, P. y Nievas, F. Las tomas estudiantiles en la Provincia de Mendoza durante el camporismo. Ponencia presentada en las VII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. U. Nac. Comahue, septiembre de 1999.
[3] Tomamos la caracterización realizada por J. C. Marín respecto a las fuerzas sociales que se enfrentaron durante el período estudiado, y que cortaban transversalmente a la sociedad: 1.fuerza social del régimen (fracciones de burguesía de capital más concentrado y principales cuadros de las fuerzas armadas); 2.del peronismo en el gobierno (fracciones de burguesía industrial y fracción burguesa de la clase obrera); 3.de los grupos revolucionarios (fracciones de todo el espectro social), que finalmente fue derrotada. Marín, J. C. Los hechos armados. Un ejercicio posible. Cuadernos CICSO- Serie Estudios Nº 43, Bs. As., 1984, p.81.
[4] Nievas, F. “Hacia una aproximación crítica a la noción de ‘territorio’ ”. EN: Nuevo Espacio. Revista de Sociología. UBA, Bs. As., 1995. Nº 1, p. 80.
[5] Izaguirre, I. y Aristizábal, Z. Las luchas obreras. 1973-1976. IIGG, FSOC-UBA, Bs. As., 2002, p.50.
[6] Idem., p.47.
[7] Nievas, F. “Cámpora…. op. cit, p.358.
[8] Ver: Cotarelo, M. y Fernández, F. “Las ocupaciones masivas de fábrica. Argentina 1964.” EN: Antognazzi, I. y R. Ferrer (Comps.) Argentina. Raíces históricas del presente. Fac. Humanidades y Artes-U.N.R., Rosario, 1996, pp.103-110.
[9] Nievas, F. “Cámpora… op. cit, pp.357-8.
[10] Ídem., p.359.
[11] Luis María Vázquez, empleado de la Contaduría General de la Provincia, y Secretario Gremial de SOEP (1972-1974). Sin militancia partidaria. Entrevista realizada en junio de 2005.
[12] El Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) estaba integrado por el Partido Justicialista (PJ), el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), el Partido Popular Cristiano (PPC), y el Partido Conservador Popular (PCP).
[13] Bonavena, P. et al. Orígenes y desarrollo de la guerra civil en Argentina. 1966-1976. Eudeba, Bs. As., 1998, p. 106.
[14] Si bien se registraron movilizaciones en todas las cárceles del país donde se encontraban presos políticos, la mayor concentración se registró frente al penal de Villa Devoto.
[15] El conflicto entre fracciones antagónicas que atravesaba al conjunto de la sociedad, cortó al peronismo en lo que se conoce como “derecha” (sectores ortodoxos o históricos, burocracia sindical, lopezrreguismo), e “izquierda” (sectores ligados a la Tendencia: Montoneros, JP, JTP, JUP, MVP, UES, AE, MIP). Se identificaron con las consignas “patria peronista” y “patria socialista” respectivamente.
[16] La COORDINADORA PERONISTA apareció hacia mediados del ’71 con el objetivo de coordinar distintos trabajos de organización barrial. Se reconocían en la línea del peronismo revolucionario. Para ellos, el proyecto político no estaba escindido de las formas organizativas que proponía para su construcción, de allí que sus pilares eran la lucha antiburocrática y la organización de las bases. Sus frentes fueron: barrial, campesino, universitario, cultural, y equipos técnicos de base. Entendían que el peronismo hablaba de clases y de lucha de clases. Datos extraídos de la Revista CLAVES para interpretar los hechos, Mza., 04.05.73.
[17] Los principales integrantes del gobierno cuestionados, y que finalmente debieron renunciar, fueron E. Zanonni (Ministro de Gobierno), J. C. Cerutti (Subsecretario de Gobierno y Municipalidades) F. Reig (Ministro de Cultura y Educación), entre otros.
[18] Diario Los Andes, Mza., 12.06.73, p.6.
[19] Ver Diario Mendoza, Mza., 16.06.73, p.7.
[20] Los nombres propuestos para ocupar este cargo eran los de Gervasio Lépez y Lisandro Zapata. Este era secretario general de la UOM, uno de los gremios más fuertes en la provincia, alineado con la derecha peronista. Lépez -tres veces secretario general del gremio de vendedores de diarios y revistas-, era apoyado por la Tendencia.
[21] Al respecto ver: Antognazzi, I. “Tensiones en la burguesía argentina a mediados de 1974: el quiebre del Pacto Social. EN: Antognazzi, I. y R. Ferrer (Comps.) Argentina… op. cit., pp. 69-92.
[22] Así, cayó Oscar Bidegain en Bs. As., Miguel Ragone en Salta, Obregón Cano y Atilio López en Córdoba, y Jorge Cepernic en Santa Cruz.
[23] Nievas, F. “Cámpora…. op. cit., p. 362.
[24] Izaguirre, I. y Aristizábal, Z. op. cit, pp.48-52.
[25] Nievas, F. “Cámpora…. op. cit., p. 353.
[26] Bonavena, P. y F. Nievas. Las tomas estudiantiles… op. cit., p.1.
[27] Ver Nievas, F. “Cámpora… op. cit., pp. 364-372.
[28] Ídem., pp. 373-381.
[29] Ídem., p. 384.
[30] Con este tipo de acciones, las organizaciones político-militares tenían como objetivos la propaganda armada y el pertrechamiento.
[31] El COMANDO LUIS FERNANDO ABAL MEDINA, provenía de la Unidad Básica Chacho Peñaloza, formada en 1964. Contaban con cuadros de bases en todos los departamentos provinciales y en San Juan, y con estructuras de juventud, barrial, sindical, universitaria, femenina, secundaria y equipos técnicos. Se definían por una revolución popular y por un socialismo nacional, humanista y cristiano. No reconocían puntos de contacto entre el marxismo y el peronismo. Datos extraídos de la Revista Claves…, Mza., 08.06.73.
[32] Diario Los Andes, Mza., 07.06.73, p.6.
[33] Diario Mendoza, Mza., 07.06.73, p.10.
[34] Ídem.
[35] La JUVENTUD PERONISTA 17 DE NOVIEMBRE estaba conformada por cuadros barriales y universitarios provenientes de distintas organizaciones de la juventud peronista. Tuvo un fuerte crecimiento tanto numérico como organizativo a raíz de la campaña por el “Luche y vuelve”. Sumó además a técnicos y profesionales. Participaban en la Mesa Unificada de la JP y de la JUP. En sus palabras, se definían por la liberación nacional y social. Buscaban lograr la justicia social, la independencia económica y la soberanía política en los marcos del socialismo nacional, popular, humanista y cristiano. Datos extraídos de la Revista Claves…, 22.06.73.
[36] Diario Mendoza, 07.06.73, p.10.
[37] Diario Mendoza, 12.06.73, p.6.
[38] Ídem.
[39] Ídem.
[40] Diario Mendoza, 14.06.73, p.12
[41] Diario Mendoza, 15.06.73, p.5.
[42] Diario Los Andes, 15.06.73, p.6.
[43] Luis María Vázquez, op. cit.
[44] Diario Mendoza, 16.06.73, p.6.
[45] Diario Los Andes, 15.06.73, p.6.
[46] Diario Mendoza, 15.06.73, p.9.
[47] Diario Los Andes, 15.06.73, p.6.
[48] Se refiere al “Proyecto de ley creando la Dirección de Obras y Servicios Sanitarios como ente autárquico”. Mendoza, 10 octubre de 1973, que fue presentado por el diputado provincial del bloque justicialista, Rubén R. Lilloy.
[49] Marcos Berro, empleado de la DOSS, y secretario de finanzas de SOEP (1972-1974). Militante del PB. Entrevista realizada en mayo de 2005.
[50] Diario Mendoza, 16.06.73, p.10.
[51] Diario Mendoza, 17.06.73, p.6.
[52] Ídem.
[53] Diario Mendoza, 19.06.73, p.6.
[54] Diario Los Andes, 15.06.73, p.6.
[55] Daniel Collado, delegado del sector administrativo de la CAT desde 1963, y Secretario General de SOETeM (1968 y 1973). Militante del PSP. Entrevista realizada en junio de 2005.
[56] Diario Mendoza, 15.06.73, p.6.
[57] Diario Mendoza, 29.06.73, p.8.
[58] Ídem.
[59] Diario Mendoza, 30.06.73, p.4.
[60] Diario Mendoza, 29.06.73, p.8.
[61] Diario Mendoza, 21.06.73, p.7.
[62] Diario Mendoza, 18.06.73, p.8.
[63] Diario Mendoza, 13.06.73, p.12.