Mujeres, asociacionismo y beneficencia: El caso de Villa
Constitución 1895-1940
Sosa,
Antonela(*)
(ISP N° 3;
sosaantonela@gmail.com)
Introducción
La construcción del espacio público, del Estado y de la
sociedad moderna en general es el resultado de procesos históricos atravesados
por un juego pendular entre inclusión y exclusión, siendo en estos el género
femenino un actor frecuentemente relegado.[1]
Empero, lejos de ser sujetos pasivos, las mujeres transitaron por el espacio
público, ocupando lugares y urdiendo estrategias de poder y de intervención
social. Intervenciones que, sin desafiar los lugares asignados por las
políticas patriarcales, fueron, paulatinamente, proyectando la acción femenina
fuera del hogar. Así, el presente trabajo concentra su atención en un objeto
frecuentemente visitado por la historia de/con mujeres: el asociacionismo
femenino en vista al despliegue de prácticas de beneficencia en un recorte
temporal puntual: fines del siglo XIX y principios del XX. [2]
Ahora bien, algunas aclaraciones con respecto al
recorte del objeto de estudio, justamente para darle la relevancia que merece.
Si bien, el tiempo escogido coincide con el advenimiento de las mujeres al
espacio público vía intervenciones asociativas de beneficencia en general, lo
particular reside en el espacio estudiado. Aquí, abordaremos el caso de lo
acontecido en Villa Constitución, una localidad de la provincia de Santa Fe.
Desde 1860 en adelante la sociedad santafesina iniciaba un proceso de transición
ligado al proceso de unificación nacional, a los cambios en la estructura
productiva, al ingreso del modelo agroexportador, que entre otros hicieron de
la provincia un espacio en constante mutación. La recepción de una multitud de
inmigrantes que se dispersaron en la geografía de la provincia transfiguró el
mundo social conocido hasta el momento, alterando las formas de vida
tradicionales y dejando una impronta plagada de voces disonantes. En palabras
de Sandra Fernández los esfuerzos por homogeneizar esas voces se cargaron en
las distintas instituciones.
A partir de este momento la historia de esta ciudad
gira entorno a la actividad ferro portuario centrado en el comercio de
exportación-importación, estrechamente ligada al “hinterland cerealero”. De
este modo la ciudad ofrece una infraestructura que la vincula fácilmente con el
mercado nacional e internacional, factor determinante para el inicio de una
nueva etapa de crecimiento y prosperidad económica.
En este
contexto nuevos estilos de sociabilidad se expanden con un ritmo acelerado. En
el periodo de interés en Villa Constitución contamos con más de una decena de
asociaciones, no sólo de origen étnico sino también como producto de las
transformaciones urbanas y las nuevas formas de participación política, es por
eso que para una mayor organización y caracterización se decide agruparlas de
la siguiente manera: clubes sociales, deportivos y culturales, asociaciones de
inmigrantes y asociaciones recreativas.
De esta manera reducir la escala de
observación permite ponderar prácticas de empoderamiento femenino alejada de
los centros de poder urbano, político y económico, pudiendo estudiar así las
claves regionales de construcción de los espacios de poder y de las relaciones
de género. De esta forma, podremos
acentuar el plural que distingue a lo femenino no sólo en términos de clase
sino de situación regional. Sin dudas, las mujeres que llevaron adelante estas
asociaciones fueron notables, no obstante el carácter notabiliar adquirido en ciudades como Buenos Aires, Rosario o
Córdoba dista de ser el propio de localidades de menor envergadura. Así, a los
efectos de esculpir ese plural y de singularizar prácticas asociativas es que
estudiaremos el caso de las mujeres de Villa.
La asociación aquí estudiada nos permite recorrer una
periodización que inicia a fines del siglo XIX y concluye en 1950. El comienzo
coincide con el proceso de modernización económica, de consolidación de la
estructura política, así como de diversificación del mapa social de la Argentina
en general. A la par de los beneficios del crecimiento económico se hicieron
sentir los efectos no deseados, fundamentalmente aquellos relacionados con el
aumento demográfico y el inusitado crecimiento urbano, la inmigración masiva
que arribaba en aquellos años al país. El aumento de la población, las nuevas
oportunidades ofrecidas por el mundo del trabajo, la diversificación de la
economía que dio como resultado la aparición de nuevos actores sociales, dieron
lugar a la llamada cuestión social[3].
Puesta la mirada en este periodo se pueden visualizar
grandes cambios, entre ellos uno de los fenómenos que aparece con más
notoriedad es la voluntad asociativa de los habitantes, varones pero también
mujeres. Estrictamente estas variadas formas de asociación tenían como objetivo
central la reunión y organización voluntaria en pos de un objetivo común. Es la
historia social en diálogo con la historia política la que nos aporta las
nociones de sociabilidad y asociacionismo a los efectos de poder estudiar en
términos críticos estos procesos de unión voluntaria en sujetos sociales.[4]
Desde
este prisma se abordaran las diversas estrategias llevadas a cabo por un grupo
de damas de Villa Constitución. Hipotetizamos que el trabajo asociativo
representó para estas mujeres el andamiaje a partir del cual pudieron
participar en la construcción de una agenda de políticas estatales en ciernes.
Para operacionalizar este planteo el artículo recorre los siguientes puntos: en
primer lugar se sitúa la emergencia asociativa de la población dando cuenta de
su agenda de estudios, en este marco esboza brevemente sus principales
características de funcionamiento para adentrarnos en la participación de las
mujeres, tema que nos ocupa, por último se analiza la Sociedad de Beneficencia
Pro infancia Desvalida fundada el 23 de febrero de 1918, institución organizada
y administrada exclusivamente por mujeres a los efectos de crear un espacio
para asistir a los más carenciados. Además se hace hincapié en los diferentes
proyectos pensados por la misma en la búsqueda del bienestar social.
Prácticas asociativas…, agenda de
estudios
La sociabilidad es un concepto que
proviene del campo de la sociología. El siglo XIX fue el escenario donde se
realizaron diversos trabajos en torno al problema de la socialización, las
relaciones sociales, la acción social y las formas de sociabilidad.[5]
Sin embargo, como afirma Jordi Canal[6],
la sociabilidad ingresó al terreno de la historia entre fines de los años ‘60 y
las décadas siguientes de la mano de Maurice Aghulon quien conjugó los terrenos
político, social y cultural. Desde entonces, esta categoría se ha extendido en
el campo historiográfico convirtiéndose para algunos en objeto de estudio de la
Historia, y para otros en una herramienta metodológica de gran utilidad para el
análisis histórico.[7]
En este trabajo, se adscribe a la
propuesta de Javier Navarro[8]
la cual considera a la sociabilidad como un instrumento que permite comprender
la experiencia social de los integrantes de las asociaciones y las relaciones
que establecieron con distintos grupos. Es un concepto que posibilita repensar
antiguos problemas y plantear nuevos temas con una nueva perspectiva,
consiguiendo con ello una reconstrucción de la realidad histórica más compleja.
Así mismo, por hacer hincapié en una
asociación femenina resulta cita obligada el planteo de Nancy Fraser[9],
quien discute las tesis de Habermas[10]
para dar visibilidad a la agencia femenina en los procesos constructivos del
espacio público. Fraser insiste en que si bien las mujeres intervinieron en la
construcción de un ámbito público vinculado a las prácticas literarias,
quedaban excluidas de los debates políticos concernientes a los varones. En
este sentido, no se puede plantear lo público y lo privado como dos esferas
totalmente separadas sino, por el contrario, íntimamente relacionadas.
Estos antecedentes han permitido
reflexionar más tardíamente sobre la participación de ese universo excluido de
la política formal, acorde al modelo de sociedad patriarcal de aquel contexto,
como es el de las mujeres. De hecho gracias a estas reformulaciones, podemos
interrogarnos sobre los lugares que ocuparon las no-ciudadanas en ese proceso
de conformación del Estado Liberal.
Para estudiar el asociacionismo en
Argentina, un referente constituye la compilación de Elba Luna y Elida Cecconi,
particularmente el capítulo elaborado por Hilda Sábato. La autora establece que
en el momento de la conformación del Estado nación se inició un proceso doble
compuesto por la construcción y consolidación del Estado y por la formación de
una sociedad civil relativamente autónoma.[11]
En los primeros años de este proceso de organización nacional, se produjo un “fervor asociativo”[12]
cuya actividad contribuyo a la construcción de la vida republicana debido a
que, en estas instituciones, predominaban valores, relaciones y practicas
basadas en los principios de libertad e igualdad instaurados luego de la
independencia. Es decir, las asociaciones, sirvieron para los fines específicos
para los que fueron creadas pero al mismo tiempo como ámbitos de desarrollo y
difusión de las prácticas sociales y políticas consideradas “modernas”[13]. Es esta
concepción de asociación con la que se trabajara a lo largo de esta investigación.
El fin explicito que mueve a las damas de dichas asociaciones está
estrechamente vinculado a las actividades asistenciales y festivas.
En los últimos años, han aparecido
trabajos en torno a la actuación de estas mujeres en la articulación entre
sociedad civil y el ámbito político institucional. La problemática que generó
mayor interés, y de la cual existe una variada producción historiográfica, es
aquella que se interesó por el rol de las asociaciones en la construcción del
“orden social” en Argentina. Ricardo Gonzales, en su trabajo sobre la caridad y
la filantropía en la ciudad de Buenos Aires publicado en el año 1984 sostiene
que “[…] dentro de las ideas de la época
correspondía a las mujeres patricias, colocadas fuera del vértigo que arrebataba
a los hombres y sin aspiraciones ambiciosas, se hicieran cargo de los pobres
desvalidos sobre todo niños y mujeres”.[14]
De este modo, este trabajo pionero
reducía el rol de la mujer a simples patricias a las que el tiempo libre y su
posición social les permitiera dedicarse a la filantropía. En un trabajo
posterior Eduardo Ciafaro amplió el papel de las mujeres ya que les atribuye
tareas de control, encargadas de establecer contactos interclases para formar
consenso y poner en funcionamiento un importante y poco oneroso sistema
institucional[15].
Sin embargo, ubica a la mujer en una posición de pasividad dentro del orden
social y político. Finalmente Ana María Teresa Rodríguez vincula el papel que
estas mujeres cumplían en el ámbito privado como maternidad, deber patriótico y
humanitario con las prácticas que llevaron a cabo en el plano público. Así,
restringe el rol de la mujer a fines asistenciales.
Recientemente, se han publicado
trabajos que, además de estudiar el papel del control social que ejercían estas
mujeres a través de la filantropía y la caridad, lograron, a través de un
cambio de perspectiva, pensarlas como agentes activos de la vida política y
social de la Argentina, a mediados del siglo XIX. Entre estos cabe mencionar el
trabajo de Gabriela Dalla Corte titulado “Participación
de las mujeres de elite en el espacio público; un estudio de caso (Rosario
segunda mitad del siglo XIX) el cual rompe con la concepción de género de
la historiografía tradicional planteando que la exclusión de las mujeres del
aparato político ciudadano contemporáneo las había llevado a buscar otros modos
de actuación de carácter político en el que se encuentran la participación en
asociaciones. En el interior de estas, se reprodujeron formas de representación
que se daban en el sistema decisional[16].
Otro aporte constituye el análisis de Marta Bonaudo, quien advierte en las
prácticas domésticas un andamiaje de saberes para acceder al tránsito por lo
público. Desde una perspectiva, la autora estudia la Sociedad de Damas de Caridad
de Rosario como una red de poder social que se construía en el espacio
notabiliar en el que se ve una fuerte interacción de este y los sectores
subalternos. Con respecto a la cuestión social, su hipótesis plantea a la
beneficencia como un verdadero plan de gobernabilidad social.
Como puede verse, se adhiere a los
postulados de las recientes investigaciones, es decir, considerar a la mujer
como un sujeto activo y a la Sociedad que ellas conforman como un agente
institucional que desborda las barreras del ámbito civil. Un sujeto activo que
sin embargo, debido a la lógica liberal que impregnaba todos los ámbitos de la
sociedad de la época, necesitó de la presencia masculina a fin de llevar
adelante su actividad. Actúan de forma independiente, se vinculan con
personajes de la vida política municipal, provincial y nacional pero siempre la
figura masculina estuvo presente en el interior de la institución ya sea como
abogado, médico o consejero.
En cuanto a las fuentes a utilizar,
se realizara una lectura interpretativa de una variedad de fuentes de tipo no
intencional, cultural obtenidas del archivo de la Sociedad Italiana de Socorros
Mutuos Roma-Italia, Sociedad Española, Sociedad Juventud del Progreso, Sociedad
de Damas Pro-Infancia desvalida; entre ellas: los libros de actas de las
reuniones de Comisión Directiva, las Memorias Anuales, las Actas de Asambleas
Ordinarias y Extraordinarias, epistolario, libro copiador de epístolas, algunas
fotografías, libros de balances, libros de asociados, facturas, folletería,
memorias anuales impresas, recortes de periódicos locales y nacionales alusivos
a la mismas, entre otros. Esta variedad de información se convierte en un
vector que permite tener una visión global de los actores sociales que
confluyen en dicha época.
Los libros de actas, socios y
balance, estatutos y periódicos constituyen los documentos más solemnes para
dicha investigación ya que se tratan de una colección de artículos que dan
cuenta de lo que acontece en dichas asociaciones. Además en ellos se asientan las
deliberaciones más importantes de las asociaciones (cambios de comisiones
directivas, integrantes, conflictos, organización de eventos, gastos
correspondientes a eventos, cambios dentro de las asociaciones, etc.), los
mismos también nos proveerán información acerca del rol de las mujeres en
dichas asociaciones. Además en los periódicos y la Revista subyacen opiniones
populares de nuestro interés y fotografías.
Marcadas las principales
características del objeto de estudio resta hacer explícito el enfoque teórico
metodológico a partir del cual se abordara. Se trata desde la perspectiva
sociocultural, con mirada interpretativa, se buscaran los sentidos, las
prácticas y los significados que fueron construyéndose al interior de las
asociaciones y que iluminan la problemática. Es por eso que me propongo hacer
una investigación utilizando técnicas cualitativas debido a que me permiten
obtener información adicional de los documentos escritos a través del análisis
de sus codificaciones internas, debido a que no aspiro a medir en la
construcción de los datos sino a través de ellos poder obtener mayor
información sin dejar de tener en cuenta que será realizado dentro del marco de
la historia regional.
La participación de las mujeres en el espacio
villense
La
historiografía local no ha manifestado interés en indagar acerca del fervor asociativo de la ciudad de Villa
Constitución, y aún menos de preguntarse por la participación de las
mujeres. Es por esto que, esta investigación pretende visibilizar las prácticas
del género femenino en materia de intervenciones en espacios asociativos. En
efecto, ellas estuvieron presentes en pos de garantizar la conformación del
orden social. La participación y colaboración fueron los mecanismos que
permitieron a las damas la aparición en la vida pública realizando otras
actividades no sólo las que el mandato social de la época les imponía.
En este sentido, las instituciones
caritativas fueron un medio para dar una respuesta que, como plantea Marta
Bonaudo, sin ser estatal, tenía un fuerte tinte político.[17]
En ellas las mujeres cumplieron un papel central, y aunque formaban parte de un
sector minoritario de la sociedad, lograron por medio de la práctica asociativa
hacerse presente en la arena pública. Cabe destacar que no se trataba de
mujeres comunes, sino de aquellas pertenecientes a las clases dominantes.
De esta manera, el ejercicio de la
beneficencia brindó a muchas mujeres una alternativa para extender el ejercicio
de la maternidad a la sociedad. Esta realidad concordaba con la lógica liberal,
se ubicaba a los sentimientos caritativos y generosos en la órbita de las
obligaciones morales. Así las actividades filantrópicas se volvían un espacio
de prestigio que les permitía salir de su ámbito doméstico pero sin ir en
contra de lo socialmente aceptado. Ocuparon así un espacio de poder que las
autoridades locales no estaban aún preparadas para tomar y que justificaba su
presencia pública.
Los diversos trabajos que han
abordado la cuestión de la beneficencia coinciden en su mayoría en plantear
que, de una forma u otra, el moderno Estado liberal de finales del siglo XIX y
primeras décadas del XX asumió la importancia que para su sustentabilidad
política tenía la atención de las demandas sociales, pero dejó en manos de
estas asociaciones el cuidado de las mismas.
En nuestro espacio de estudio las
actividades de caridad comenzaron a realizarse por una iniciativa de las
mujeres de elite, esposas de profesionales y actores que participaban en el
campo de la política, impulsadas por su necesidad de reconocimiento en la
esfera pública. Es su status social el que les permitía pensar en las
necesidades básicas que sufría el “otro”, los más carenciados, por ende
consideraban que su terreno de acción debía ser la filantropía.
Además en Villa Constitución las
damas tuvieron otros campos de acción, la Sociedad Italiana y la Sociedad
Española contaron siempre con activas Comisiones de Damas para los actos de
allegar fondos a la entidad, organizando al afecto numerosos festivales y las
famosas “kermesses” anuales, a más de colocación de rifas, bonos, etc. El libro
de acta de la Sociedad Italiana da cuenta del día 30 de agosto de 1934: “Este
temperamento se acepta y se resuelve designar una Comisión de Damas para que
organice el acto, designándose a las señoras Angela G. de Lischetti, María R.
de Albora, Italiana de Ciccarelli, María de Ciola, Benita B. de Chiochi, Juana
D. de Cuesta, Clara de Garrone, Alcira de Mencone y Antonia de Passarelli”
Luego se hacía obviamente la distribución de los cargos.
En este contexto podemos decir que
las mujeres estaban sometidas bajo una figura paternal y su aparición en la
sociedad se ocupaba de dos momentos clave: “el inicio de la vida” cuando se
dedicaban a la ayuda a niños y desamparados a través de colectas y organizando
fiestas para obtener recursos, y “la finalización de la vida” cuando se
conformó la Comisión Pro-Panteón, de la cual formó parte, entre otras, la
Sociedad Española. Dicha comisión estaba integrada por: presidenta Josefa Santa
María de Solís; Vicepresidenta María del Agua; secretaria Rosa Perouch;
prosecretaria Pura Bugallo; tesorera María Cuesta; Protesorera Rosa Cotens;
vocales Lucia Chasco de Agnese, María Montini, Carlota Lischetti de Martínez,
Eloísa Artigas, Matilde Perouch, María López de González, Victoria Pérez y
Felisa Cuesta. Es decir estas mujeres nunca dejaron de ocupar su rol de
“protectoras”, rol asignado por las ideas del Estado Liberal el cual necesitaba
instalar un modelo de sociedad que debía introducir a través de sus
instituciones pautas de moralización en la cotidianeidad de los sectores que se
encontraban por fuera de las clases acomodadas.
La
Sociedad de Beneficencia Pro-Infancia Desvalida
El 23 de febrero de 1918 un grupo de
mujeres se reunió a los efectos de crear un espacio que permita asistir a los
más carenciados; más que ser una novedad, este era un gesto que se enmarca en
lo que Hilda Sábato llamó el fervor
asociativo de la época. La asociación naciente tuvo a bien denominarse “Comisión
Pro Infancia Desvalida”.
Así, a la hora del té las damas en
cuestión se daban cita en el domicilio particular de la señora que oficiaba
como presidenta del grupo. El hogar, el espacio privado pero también doméstico
para las féminas, era el centro de operaciones desde donde se proyectaron a lo público.
Si bien, el ámbito de reunión direcciona las posibles estrategias hacia el
mundo de privado, esta sentencia puede complejizarse con dos variables. Por un
lado, pensado que el espacio privado de las mujeres generalmente fue doméstico,
adquiriéndose así, una dinámica destinada al cuidado, entrega y protección de
los otros (el espacio doméstico femenino siempre se sustrajo de lo íntimo y
finalmente privado). Por otro, el horario de reunión, la hora del té, sitúa el
encuentro en el marco de una de las prácticas de sociabilidad femenina
reconocidas. Así, esto que parecía ser un acto originado en lo privado, al
calor del análisis adquiere complejidad.
Ahora bien, esa primera comisión
estuvo integrada por: Presidenta Ana J. de Bellalta; Vicepresidente Lola G.
Daguerre; Tesorera Manuela A. de Neumann Cafferata; Pro Tesorera María R. de
Bellalta, Secretaria Tomasa del Carmen Sobré; Pro secretaria Ana Zupianin,
cinco vocales y cinco suplentes. Sus apellidos explicitaban claramente su
pertenencia, integraban las fracciones de la elite villense estableciendo
relaciones de parentesco, amistad y negocios. Los
cargos desempeñados en la Comisión directiva son a título gratuito. Son
funciones de este órgano consentir gastos, dictar reglamentos internos,
disponer de los fondos, presupuestar gastos, asignar cargos, conseguir socios.
Además deben presentar anualmente una memoria de sus trabajos acompañado por un
balance.
Una constante en la vida
institucional es la existencia de comisiones auxiliares de damas que colaboraban
en la organización de las actividades. Por ejemplo se designan comisiones con
el fin de buscar niños que estando en edad escolar no concurran a la escuela
por falta de recursos[18].
Además de desempeñar los roles asignados en los cargos de los cuales los titulares
o como miembros de las comisiones, las damas coadyuvan a sostener materialmente
la obra, contribuyendo con una cuota mensual y donaciones particulares.
A partir de la asamblea y el debate
estas mujeres hicieron su aparición en el espacio público. En principio se
ocuparon de ayudar a los más necesitados, especialmente a niños y ancianos
brindándoles calzado, ropa, juegos y guardapolvos en el periodo escolar. Además
se les daba ayuda económica a ancianos que no podían pagar sus consultas
médicas.
Transcurridos dos años de trabajo y
siendo presidenta Manuela Neumann Cafferata, sintieron la necesidad de generar
un estatuto y la conveniencia de
cambiar el nombre por “Sociedad de beneficencia”, a fin de que su radio de
acción sea más extenso. Establecieron prácticas renovadas que conducían a
apelar a la constitución de una comisión directiva por vía electoral y a la
formalización de un reglamento que estableciera las reglas del juego. Un
ejemplo de ello se observa en su estatuto pues planteaban como principal objeto
sostener y fomentar el Hospital Departamental fundado por la misma sociedad de
beneficencia para asistir en sus enfermedades a los pobres de solemnidad, sin
distinción de nacionalidad, ni ideas políticas, ni religiosas; también
proyectan que serán socios activos toda persona de sexo femenino, mayor de 18
años de edad, cualquiera sea su estado civil, nacionalidad, creencias
religiosas, y lugar de residencia, siempre que su conducta sea digna siendo el
número de socios ilimitados. Todas estas condiciones indican un cambio de
concepción, son propuestas que se enmarcan dentro del “espíritu progresista”
desde este parámetro dichas mujeres proyectaron sus objetivos moralizadores. En
este marco el “programa de acción” establecía que las Asambleas Ordinarias
serán convocadas una vez al año en el mes de enero y durante los primeros
quince días.
Como puede observarse, las
necesidades estaban planteadas y dichas mujeres querían ir por más, es por eso
que se propusieron comenzar los trabajos para los cimientos de un hospital. La
prensa local hacía eco de ello, “La Aurora” publicaba una carta al pueblo bajo
el título “El hospital”[19]:
“Esta es la casa que necesitamos en Villa Constitución, esta
es la obra que debe llevarse a cabo por ser de suma necesidad para bien del
rico y del pobre y esta será la casa de la verdadera caridad.
Es hora de que todo un pueblo se sacrifique con su ayuda,
para con esto llegar al pronto levantamiento del gran edificio tan deseado.
Todo el vecindario de este Departamento debe prestar su
generoso concurso, alentando a las damas que componen la Comisión, para que esa
obra sea un hecho”.
Luego de dos meses de búsqueda y
pedidos a la Comisión de Fomento un periódico de la localidad describía:
“Cuando ya desesperaba la Sociedad de Beneficencia de
encontrar un terreno para la construcción del Hospital proyectado, dada la
imposibilidad de obtener alguno de la Comisión de Fomento por carencia de
títulos legales, la generosidad de una dama y el empeño de otra ha venido a dar
estímulo y nuevos bríos a las distinguidas damas que han tomado la pesada carga
de trabajar por la construcción de un hospital regional o departamental para
este pueblo. Ya tenemos terreno.
Los esposos Clorinda Barlett-Eduardo Hertz han tenido un
bello rasgo de desprendimiento que por lo poco común en esta época es tanto más
remarcable, al hacer donación de una propiedad ubicada en la esquina de las
calles Rivadavia y Tucumán[20], cuyo terreno abarca un cuarto de
manzana. Ha sido feliz y eficaz gestora de esta donación la señora Lola G. Daguerre
a quien debe imputársele buena parte del éxito dada su amistad con la señora
Clorinda Barlett de Hertz”.[21]
El 18 de diciembre de 1921 bajo la
presidencia de la señora M. A. de Neumann Cafferata fue colocada la piedra
fundamental del hospital departamental de caridad, siendo padrino de la
ceremonia el Gobernador de la provincia Dr. Enrique Mosca y su señora, y don
Eduardo Hertz y señora. Al año siguiente se hizo cargo de la presidencia Lola.
G. Daguerre siendo reelecta en 1924 por dos años más. En 1926 se renueva la
comisión Manuela de Neumann Cafferata ocupa el cargo de presidenta, quien
sucesivamente fue reelecta hasta que la intervención bajo decreto del gobierno
últimamente pasó la sociedad y el hospital en manos y bajo la dirección del
interventor Doctor Manuel Rodeiro.
Para el sostenimiento de la obra se
llevaron a cabo innumerables acciones en procura de recursos, además de la
constante ayuda que recibían de la población. Además eran considerables las
donaciones de particulares, muchos de ellos relacionados en la mayoría de los
casos con la misma institución. Estas actividades eran realizadas a favor de
sacar un beneficio para la asociación y poder recaudar fondos, de este modo se
realizaban: té con rifas y juegos, Kermés de beneficencia, Bazar de
beneficencia, Función de cine, fiestas y bailes en fechas especiales como
fiestas patrias, navidad, año nuevo y reyes, Tómbolas, además de pedir
colaboraciones que aumentaran sus ingresos.
Las fuentes dan cuenta de una gran
cantidad de acontecimientos de este tipo así como de la excelente recepción que
el pueblo hacía de ellos. No pueden ser mejores los términos en los que “El
Heraldo” se refiere a la sociedad de damas con motivo de la kermes. Se comentaba
en este medio que:
“Con un éxito que supero las más optimas previsiones, se
inauguró la kermesse de beneficencia el día 25 a las 15 organizada con tanto
empeño y entusiasmo por la Comisión de Damas Pro infancia Desvalida y Club
Atlético Riberas del Paraná.
Tanto a la tarde como a la noche, el amplio salón de la
Sociedad Italiana resulto pequeño para contener a tanta concurrencia.
Un núcleo de distinguidas señoras y señoritas tuvo a su
cargo las diversas secciones de la Kermesse secundada por varios miembros del
Club Riberas del Paraná.
El salón adornado con gusto y con bonitos quioscos ofrecía
un brillante aspecto invitando a las gratas expansiones.
Bien merecen las organizadoras que no se dieron un momento
de sosiego y descanso el más franco de los aplausos, que espontáneamente le
tributamos.
La kermesse continuara esta noche a las 20 y mañana a la
tarde y noche, a las 15 y a las 20.
No dudamos que el éxito inicial ha de continuar hasta el
fin”[22]
Por otro lado la revista “La Aurora”
se encargaba de describir a este público
“El Sábado último se llevó a cabo la velada anunciada por la
Comisión Pro Hospital departamental… La sala del teatro de la Sociedad Española
de S.M presentaba un hermosísimo aspecto, hallándose completamente abarrotado
de público de lo más selecto de la localidad”[23]
Para llevar adelante esta tala y la
concreción del proyecto, pusieron en juego toda la trama de vínculos personales
y grupales, de parentesco, de amistad, de negocios desplegando una importante
estrategia epistolar tratando de atraer hacia la institución la mirada de
figuras u organizaciones relevantes en el ámbito empresarial o social, pero
hubo un punto central que no se debe perder de vista: el aporte de los poderes
municipales fueron de central importancia para el desarrollo local y la
participación femenina en el espacio público. En este sentido informan tanto
las fuentes de la sociedad y la prensa local.
La asociación no fue ajena a las
alabanzas de la prensa, los periódicos ensalzaban sus eventos y recaudaciones
bajo grandes títulos que daban cuenta de la concurrencia y la buena
recaudación. Además ante la eventualidad de la construcción del hospital fueron
los órganos de difusión quienes cedieron sus espacios para pedir el apoyo del
pueblo. Por otro lado las benefactoras no estuvieron ajenas a las críticas en
el año 1928 subestimando la acción de las damas y sobre todo acusando a la
comisión Pro Hospital El Orden[24]
cubre una página bajo el título “La Sociedad de Damas de Beneficencia de Villa
Constitución y el negocio de la Construcción del Hospital” denunciaba:
“La falta caridad, explotada por multitud de vivillos, se ha
convertido en industria nacional. Si los dineros que invocando la caridad se
recogen en la republica toda, se destinaran para auxiliar los necesitados, estos
pasearían en un auto doce cilindros.
Es tiempo ya de reaccionar contra la inicua explotación del
noble de los sentimientos de la humanidad”
Estas corrupciones según el
periódico se deben a las elecciones de 1926 las que confesaron la derrota del
cepedismo y además este acontecimiento marcó la faz inicial del descubrimiento
de los fraudes que a la sombra de una falsa caridad se venían cometiendo desde
1922 por los dirigentes masculinos de la sociedad. Por otro lado “El Tribuno”[25],
periódico de la ciudad vecina de San Nicolás, anuncia la campaña en contra de
la presidenta Manuela A. Neumann de Cafferata:
“La Comisión presidida por la señora de Neumann fue en otro
orden de cosas, un árido escollo para las ambiciones de algunos facultativos”
Sin dudas el conflicto tiene un
trasfondo político que va más allá de los objetivos del trabajo sin embargo
vale la pena aclarar que la familia Neumann Cafferata se mostraba a gusto con
el comité radical, y aquí según los periódicos es repulsiva la actitud del oficialismo en Santa Fe contra la autonomía
del Hospital.
Al parecer su objetivo máximo era
terminar involucrando políticamente al Estado, presionándolo para que asumiera
de un modo institucional el problema sobre el que ellas estaban operando. La
interpelación a los poderes públicos en sus distintos niveles: local,
provincial y nacional se acrecentaban a raíz de las necesidades y demandas. Al
parecer sus voces fueron escuchadas en 1937 la asociación cuenta según describe
un Suplemento editado por José Locciero[26]:
“Con un edificio moderno, dos pabellones, y 30 camas,
prestando desde hace muchos años un eficiente servicio de asistencia social. La
construcción del edificio se hizo en parte con los fondos de la sociedad y
suscripciones y lo principal con un subsidio del Gobierno de la Nación de
$70.000-en la presidencia del Dr. H. Irigoyen. Su funcionamiento se desenvuelve
con las cuotas de sus socios y un subsidio del Gobierno Nacional de $7.220
anuales capital actual de la sociedad y de su Hospital que oscila aproximadamente
en los $150.000 dando muestras de la contracción, honestidad y celo desplegados
por las diversas comisiones de damas que la administraron llenando dicho
hospital uno de los más grandes servicios, como es el de atender a las clases
menesterosas”
Desde este lugar proyectaron la
asociación reproduciendo aquellas prácticas que los varones ejercitaban en sus
propias estructuras asociativas. No obstante en palabras de Marta Bonaudo las
experiencias se impregnaban de un decir y
un hacer renovador, pero este proceso
estaba tutelado por hombres. Claro ejemplo es la designación de la comisión Pro
Hospital el 23 de noviembre de 1921 integrada por los esposos de las damas[27],
en un primer momento los mismos fueron designados para entrevistarse con el
gobernador a fin de solicitarle su presencia en la inauguración del Hospital y
aprovechar la oportunidad para el pedido de un subsidio. Estos hombres cumplían
el rol de consejeros se les consultaba acerca de presupuestos, materiales de
construcción por “ser entendidos en dicha
materia”[28], eran el
referente a quien debían consultar. De manera paradójica los hombres
continuaban manteniéndolas alejadas de las instancias formales de delegación de
la soberanía ciudadana como de la representación de los espacios de poder, las
mujeres sólo hacían su aparición pública recaudando fondos, y no en la arena
política.
Es evidente que esta asociación no
lograba evadir los supuestos del mundo patriarcal, tanto en el desarrollo de la
asamblea como en la toma de decisiones. En virtud no es casual que quienes
formaban parte de esta comisión no solo lo hicieron por los vínculos familiares
que los ligaban a las damas sino también a su cercanía al poder local o a su
profesión. Este fue el caso por ejemplo de los doctores Juan Milich y Luis
Piñero; el escribano Godofredo Neumann Cafferata y el senador Daguerre[29].
Más allá de los vínculos, ese
espacio se fue convirtiendo en un lugar con cierto nivel de prestigio que
ofrecía contactos con otros espacios de sociabilidad y también establecía lazos
con el ámbito político. Estas estrategias fueron generando nuevas posibilidades
a las damas consiguieron hacer oír sus voces en el espacio público potenciando
su capacidad de acción.
Esta asociación también puede
“leerse” a través de las imágenes fotográficas de los rostros de sus
integrantes debido a que la burguesía villense no escatimaba
oportunidad en dejar constancia de su presencia en revistas y anuarios de
circulación local. En palabras de Lilian Diodati las imágenes formalizadas a
través de los retratos son la más acabada expresión del ámbito privado, por
ende el retrato se convirtió para los notables en una búsqueda consagratoria de
la mirada del otro[30].
En “La Aurora” las señoras
integrantes de la Comisión Directiva de la damas de beneficencia prestan su imagen
para llenar la portada de dicha revista, puede apreciarse no solo su peinado
sofisticado sino además accesorios que denotan su pertenencia social, elegantes
vestidos, finos colgantes, prendedores, y grandes aros.
Al respecto Giséle Freund[31]
afirma que “el ascenso de las capas sociales ha provocado la necesidad de
producirlo todo en grandes cantidades y particularmente el retrato. Pues mandarse a hacer un retrato, era uno de
esos actos simbólicos mediante los cuales los individuos de la clase social ascendiente
manifestaban su ascenso, tanto de cara a sí mismos, como ante los demás, y se
situaban entre aquellos que gozaban de la consideración social”.
Además la cámara ofrece otra faceta
de estas mujeres a través de la galería “Hijos de las damas de beneficencia”
ataviados de elementos distintivos de su niñez, lo niños generalmente imitando
la figura paterna y las niñas con moños, cintas en sus bucles, ramitos de
flores en sus manos, o una muñeca. Estas fotografías generalmente presentan a
sus personajes posando de frente, en el centro de la imagen, inmóviles y
actitud digna. Al respecto Bourdieu plantea “Posar es respetarse y exigir
respeto”[32].Así
puede inferirse que las imágenes son un elemento propagador de modelos a imitar
en los sectores subalternos, otra forma de sociabilidad y de aparición en el
espacio público buscando constantemente el reconocimiento y la mirada del
“otro”.
Así la actuación de las benefactoras
representa en varios sentidos cierta transgresión al modelo imperante de
femineidad. Supone una irrupción de las mujeres en el espacio público, que
tiene consecuencias desde el punto de vista físico, ya que implica situarse
fuera del hogar, transitar por la ciudad y muchas veces ingresar en sitios en
principios vedados para ellas.
Además se trata de una forma de
participación que requiere el desarrollo de habilidades acordes a sus nuevos
roles en aspectos administrativos, legales, contables, etc. y que las
conectaron realidades y sujetos sociales, tanto de los sectores populares como
de los sectores de poder. Configuran un ámbito propio dirigido por ellas, en el
cual toman decisiones autónomas aplicando sus propios criterios. Todas estas
acciones cobran mayor dimensión si se considera que gozan de derechos civiles
restringidos hasta la reforma de 1926.[33]
En segundo término si bien se manejan en muchos aspectos de manera
independiente, reciben el asesoramiento de los varones de su familia y de su
círculo social.
Incluso la supervivencia de la
institución depende en gran medida de la voluntad de los hombres, quienes
interactúan con las autoridades para obtener fondos del gobierno. Por último
incide una cuestión que tiene que ver con el género y la clase a la que pertenecen,
“la alta sociedad villense” que expone y difunde sus cualidades y valores
morales promoviendo las actividades benéficas de las mujeres.
Las benefactoras se convierten en
elementos activos de la ciudad, toman decisiones en un espacio propio, adquieren
presencia y voz pública y en consecuencia influencia social y política por sus
contactos directos con importantes actores locales y extralocales. Sin embargo,
a pesar de que toman conciencia de su importancia ya que amplían las esferas de
acción para sus pares contribuyen a una definición de lo femenino que justifica
sus actividades innovadoras recurriendo a los roles maternales y domésticos que
en principio desempañaban en la vida pública.
Lo significativo es que su aparición
al llamar la atención en torno al problema social logró ampliar el dialogo con
el poder y la opinión pública, estas características las colocaron en una
dimensión diferente a la inicial, a partir de la década de 1940 la asociación
cambia su rumbo pues se inauguró un nuevo ciclo vinculado
a la beneficencia en torno al edificio del Hospital y la posible creación de
una mutual como se puede observar en uno de sus balances:
“Apoye la obra social de esta institución y se hará
merecedor del agradecimiento público”[34]
Se ha podido advertir que a partir
de estas acciones que desplegaron las mujeres notables dentro de la comunidad
de Villa Constitución que la beneficencia se les reveló como un campo de acción
importante en el marco de aquel escenario donde la eliminación de la pobreza y
sus consecuencias sociales, así como el ajuste de los excluidos al modelo
productivo y dominante era prioritario. La beneficencia fue una herramienta
política para lograr ese objetivo.
Consideraciones
finales
En suma las tareas de caridad son
ligadas indisolublemente a las mujeres supuestamente preparadas por naturaleza
para ocuparse de los demás, en especial de los que sufren. En su carácter de
madres reales o potenciales, están capacitadas para tomar a su cargo a los
niños y ancianos que se encuentran en riesgo, asumiendo así una maternidad de
carácter social. Estas actividades caritativas, sumadas a las creativas y
culturales son alternativas legítimas de inserción pública para las mujeres e
intentan ser presentadas como un progreso, resinificando el término feminismo.
La renovación historiográfica de las
últimas décadas llevó reconsiderar cuestiones como las modalidades de
participación alternativas, lo que permitió acceder a posturas renovadoras
respecto de la mujer en tales sucesos, participación poco considerada por los
historiadores, dada su prohibición legal. Durante el siglo XIX se asistió a un
progresivo avance de las mujeres en varios campos. Si bien como planteamos, en
materia legal las mujeres siguieron estando subordinadas a los varones pudieron
posicionarse en la arena pública, particularmente desde el ejercicio de la
beneficencia. Así brindó a muchas mujeres una alternativa para escapar de las
fronteras del ámbito doméstico, al ofrecerles la posibilidad de extender a la
sociedad el ejercicio de la maternidad, mientras que también les permitió
ejercer un tipo de ciudadanía diferente a la entendida como participar del acto
electoral, pero igualmente significativa desde el punto de vista político. En
tal sentido, las asociaciones que proliferaron en la sociedad civil en el
transcurso del siglo XIX pero sobre todo a finales del mismo, permitieron a las
mujeres participar de la esfera pública y colaborar en la conformación de un
orden social. Esta realidad ambigua hace que la participación de las mujeres
estuviera marcada por una tendencia ambivalente y hasta en cierto punto
contradictoria. Por un lado, se abrían los campos pero por otro lado, se tiende
a reafirmar la diferencia entre los géneros, mediante el lugar exclusivo de las
mujeres en relación con la maternidad, la crianza, los hijos y los labores del
espacio doméstico.
Resulta imprescindible subrayar que
hemos puesto en escena a las mujeres actuando en el espacio público y
ejerciendo desde las instituciones de la sociedad civil, una ciudadanía de hecho,
que al menos en el plano estrictamente político, lo tenían negado desde la
letra de la ley.
Claro que de lo dicho hasta el
momento, esas mujeres que hemos encontrado fuera de las fronteras domésticas
pertenecían, tal como ha sido consignado en las páginas anteriores, a los
sectores notables de estas comunidades que, o bien por su capital cultural o
por su capital relacional, cuando no estrictamente económico, formaban parte de
la elite local.
Paradójicamente esta asociación a
raíz de su postura evidencia la desigualdad de género, pues se intenta tutelar
y en virtud el espacio benéfico parece estar ligado exclusivamente a las
mujeres en base a la teoría que parece compatibilizar la filantropía con los
papeles domésticos y maternales. De este modo, los discursos femeninos
coinciden con los masculinos reforzando la visión de la época basada en la
diferencia de género. Aunque de igual modo las damas se convierten en sujetos
activos de la ciudad, toman decisiones en un espacio propio, adquieren
presencia y voz pública continúan recurriendo a los roles maternales y
domésticos que justifican sus prácticas renovadoras.
Llegar a dichas conclusiones implicó un vasto
recorrido el cual tenía como objetivo construir el escenario de las
asociaciones de la época, poco abordado por la historiografía local. De esta
manera como aprendiz del oficio me descubrí frente a la posibilidad de trabajar
en los archivos privados de dichas asociaciones, advertí la oportunidad de
disponer de fondos documentales sin restricciones aparentes. Utilizo la expresión “aparente” porque en el preciso
instante en que iba a sumergirme en ese mar de fondos documentales, comenzaron
a aparecer complicaciones. En primer lugar algunas instituciones no se
mostraron dispuestas a colaborar con mi trabajo debido a que los “libros
gordos” habían sido cambiados de lugar varias veces y no se encontraban
ordenados. En segundo lugar, lo que llamamos archivo no es reconocido como tal.
En otras palabras, el nombre y la forma con que se llama al conjunto de la
documentación, los objetos, los manuscritos, etc., que va acumulándose con el
devenir de la vida institucional se resinifican con los usos diarios y los
sentidos que los asociados, empleados y miembros de las diferentes Comisiones
Directivas deciden otorgarle. En este punto fui testigo de ausencias y
presencias, obstáculo que colisiono mi tarea. Por ello me motivo a abrir este
paréntesis en la ponencia ya sea como una reflexión sobre la práctica
investigadora ya como una forma de explicar las dificultades para periodizar el
trabajo o acceder a las fuentes…, y también para preguntarme si esta situación
se repite en otras localidades o sólo se hace presente “el mal de archivos” en
el contexto trabajado.
En suma y por todo lo dicho, subrayó
que la intención de este trabajo ha sido acercarnos a la cotidianeidad de las
mujeres, acentuando nuestro aporte al referirnos a las cuestiones señaladas en
un marco espacial que no ha sido aún explorado, poniéndonos de frente, por
medio del análisis de una multiplicidad de fuentes, a una realidad multiforme a
partir de la cual “…Se oye el eco de sus palabras […] Se perciben sus
reticencias, la inmensidad de lo no dicho. Se siente el peso de su silencio”[35]
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RESUMEN
Mujeres, asociacionismo y
beneficencia: El caso de Villa Constitución 1895-1940
El
presente artículo aborda una problemática frecuentemente visitada por la
historia de/con mujeres o desde la perspectiva de género. Esta es: cómo las
mujeres adquirieron visibilidad en el espacio público a partir de la
capitalización del trabajo en asociaciones de beneficencia. Por lo cual, la
novedad de esta investigación reside no tanto en su objeto, como en el recorte
espacial estudiado. Aquí abordaremos una experiencia situada en una localidad
de la provincia de Santa Fe, las mujeres en el marco de la Sociedad de Beneficencia
de Villa Constitución. El marco cronológico de dicho análisis se extiende desde
1895 origen de la primera entidad de este carácter hasta el inicio de la década
de 1940. Reducir la escala de observación permite ponderar prácticas de
empoderamiento femenino alejada de los centros urbanos donde se anudan los
principales ejes del poder político y económico, pudiendo estudiar así las
singularidades regionales de construcción de los espacios de poder y de las
relaciones de género.
Palabras
clave: mujeres – asociacionismo – sociabilidad – espacio público –
género
ABSTRACT
Women, associationism and charities: the case of Villa
Constitución 1895-1940
The present article deals with a
problem frequently visited by the history of women: how women have acquired
visibility in public spaces thanks to work’s capitalization in charities. The
novelty of this research does not lie in its subject but in the space-time taken
into consideration. We will raise an experience situated in Villa Constitución
- Santa Fe, Sociedad de Beneficiencia.
The time frame of this analysis is from 1895, which is the origin of the first
charity, to the beginnings of the 1940’s. Having reduced the scale of
observation, it is possible to examine practices of women’s empowerment far
from city centres where the central themes of politic and economic power are
connected. In that way, creation’s regional singularities of power spaces and
genre relationships can be analized.
Key words: women – associationism- sociability- public space- genre
Recibido: 20/05/2015
Evaluado: 30/07/2015
Versión final: 01/09/2015
Notas
(*) Profesora en Historia. ISP Nº 3.
[1] Esta idea es
recuperada de BARRANCOS, Dora; Inclusión/exclusión.
Historia con mujeres, FCE, Bs. As., 2002.
[2] Conocidos son los estudios clásicos de BONAUDO, Marta “Cuando las
tuteladas tutelan y participan. La Sociedad Damas de Caridad (1869-1894)” en Signos Históricos, Nº 15, enero-junio,
2006; CIAFARDO, Eduardo (1990); DE PAZ TRUEBA, Yolanda “Las Damas de
Beneficencia y la participación social de la mujer en la ciudad de Buenos
Aires. 1880-1920” Anuario IEHS Nº 5
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Rosana; La mano que da. 160 años de la
Sociedad de Beneficencia de Rosario, Prohistoria, Rosario, 2014.
[3] Tal como lo define
Mirta Lobato esta es una expresión que comenzó a circular a fines del siglo
XIX, para dar cuenta de lo que ella denomina los disfuncionamientos producidos a raíz de la transformación
socioeconómica del país y que habría modificado las prioridades de quienes
debían hacer diagnósticos y tomar decisiones. LOBATO, Mirta (editora); Política, médicos y enfermedades. Lecturas
de historia de salud en la Argentina,
Biblos-UNMDP, Bs. As., 1996.
[4] Se abocan al
tratamiento de la sociabilidad los siguientes textos: CANAL, Jordi; “Maurice
Aghulon: historia y compromiso republicano” en Historia social N° 29, 1997; ESCALERA, Javier “Sociabilidad y
relaciones de poder” en Revista KAIROS,
año IV N° 6, 2000; “La sociabilidad en la historia: concepto, espacios,
prácticas”; en Dossier revista Saitabi
Universidad de Valencia; Valencia, 2006; Nº 56; p. 95-189.
[5] Sobre el concepto
de sociabilidad en la sociología ver: SIMMEL, George “La Sociabilidad” en Sobre la individualidad y las formas
sociales, Universidad Nacional de
Quilmes, Bernal, 2003 y ESCALERA, Javier “Sociabilidad y relaciones de poder” en Revista KAIROS año IV N°6, 2000.
[6] CANAL, Jordi
“Maurice Aghulon: historia y compromiso republicano” en Historia social N° 29, UNED, Valencia, 1997.
[7] Sobre el balance
en torno a este tema ver CALDO, Paula y FERNANDEZ Sandra “Sobre el sentido de
lo social: asociacionismo y sociabilidad”. FERNANDEZ, Sandra y VIDELA Oscar (comps.);
Ciudad Oblicua. Aproximaciones a temas e
intérpretes de la entreguerra rosarina; La Quinta pata & camino
ediciones, Rosario, 2008.
[8] NAVARRO, Javier
“Sociabilidad e historiografía: trayectorias, perspectivas y retos” en La sociabilidad en la historia: conceptos,
espacios y prácticas, Coord.
Albert Girona y Javier Navarro, Universidad de Valencia, 2006.
[9] FRASER, Nancy
Reconsiderando a la esfera pública: una contribución a la crítica de la
democracia existente, en Revista
Entrepasados, N°7, 1984
[10] Ver HABERMAS,
Jürgen Historia y Critica de la opinión
pública. La transformación estructural de la vida pública, Gili, México, 1981
[11] Ibídem.
[12] Ibídem.
[13] FERNANDEZ, Sandra
“Sociabilidad, corporaciones e instituciones, Tomo 7 en Barriera Dario (Dir.) “Nueva Historia de Santa Fe”, Prohistoria/La
Capital, Rosario, 2006, pág. 198
[14] GONZÁLEZ, Ricardo: "Caridad y filantropía en la Ciudad de Buenos
Aires durante la segunda mitad del siglo XIX", en ARMUS, Diego (coord.): Sectores populares y vida urbana,
CLACSO, 1984, pp. 251-258.
[15] CIAFARDO, Eduardo
“Las damas de beneficencia y la participación social de la mujer en la ciudad
de Buenos Aires 1880-1920, en Anuario
IEHS, N° 5, Tandil 1990
[16] DALLA CORTE,
Gabriela “Participación de las mujeres de elite en el espacio público. Un
estudio de caso (Rosario, segunda mitad del siglo XIX), en Espacio de Genero, tomo I. III
jornadas de Historia de las mujeres, UNR, Rosario 1995.
[17] BONAUDO, Marta
“Cuando las tuteladas…” op. cit..
[18] Libro de actas, Sociedad de Beneficencia
de Villa Constitución, 28-07-1925.
[19] La Aurora, “El Hospital”, 30-07-1922
[20] En la actualidad
la calle Tucumán, lleva el nombre de Ingeniero Acevedo.
[21] El Heraldo, El Hospital, 19-9-1920.
[22] El Heraldo, La Kermesse, 29-05-1920.
[23] La Aurora, Sociales, 15-06-1922.
[24] El Orden, La Sociedad Damas de
beneficencia de Villa Constitución y el Negocio de la construcción del
Hospital, 20-09-1926
[25] El Tribuno, Es repulsiva la Actitud
Oficialista de Santa Fe contra la autonomía del Hospital de Villa Constitución,
4-12-1936
[26] Al parecer este
suplemento es otra de las oportunidades para vender publicidad, probablemente
los editores no eran oriundos de la localidad de Villa Constitución,
probablemente provenían de localidades vecinas como la ciudad de Rosario.
[27] Libro de actas, Sociedad de Beneficencia
de Villa Constitución, 23-11-1921
[28] Libro de actas, Sociedad de Beneficencia
de Villa Constitución, 7-01-1920
[29] El escribano
Godofredo Neumann Cafferata esposo de Manuela Actis; el senador Daguerre esposo
de Lola.G. Daguerre
[30] DIODATI, Lilian;
“Imágenes de una ciudad: espacios privados, costumbres cotidianas” en FERNANDEZ,
Sandra y VIDELA Oscar (comps.); op. cit..
[31] FREUND, Giséle; La fotografía como documento social, Gustavo
Gili, Barcelona, 2001.
[32] Ver BORDIEU,
Pierre La fotografía: un arte intermedio,
Nueva Imagen, México, 1979.
[33] Véase BARRANCOS, Dora;
Mujeres en la sociedad argentina: una
historia de cinco siglos, Sudamericana, Bs. As., 2010 p. 137-139 “El código
civil en vigencia desde 1871, sanciona la inferioridad jurídica de las mujeres
en termino semejantes al Código Napoleónico: las casadas no pueden administrar
ni siquiera sus bienes propios y deben tener autorización de su marido para educarse,
profesionalizarse, ejercer cualquier actividad económica, y testimoniar ante la
ley. Luego de la reforma de 1926 las mujeres casadas ya no necesitan
autorización marital para estudiar, profesionalizarse, comerciar, testimoniar,
o pleitear, el marido no administra los bienes adquiridos por la esposa antes
del matrimonio (aunque este sigue al frente de la administración conyugal)
[34] Balance semestral, Sociedad de Beneficencia
de Villa Constitución, 4 de agosto a 30 de agosto de 1938
[35] PERROT, Michelle, Mi historia de las mujeres, FCE, Bs.
As., 2008, p .34.