La brocha y la tea. Historia de la F.O.R.A. en Villa Constitución[1]

 

Guildo B. Corres[2]

 

En esta recopilación... el autor rinde tributo a un grupo de idealistas que con el sacrificio de sus vidas marcaron para las generaciones futuras el derrotero de la liberación

 

Historia del anarquismo en Villa Constitución. Palabras preliminares

Iniciamos estos apuntes históricos con un detalle revelador.

Es muy poca, escasísima, la documentación que puede obtenerse en los diarios, periódicos y publicaciones editadas en el período abarcado entre los años 1900 y 1940. Varios factores se aúnan para que esto ocurra.

En primer lugar, aquel proletariado no aglutinaba la enorme masa humana característica de la actual. Por lo tanto la actividad gremial era sumamente parcializada. No existían gremios convocando a huelgas que movilizaran a miles de obreros. Los paros eran individuales. Paraba, por ejemplo, un taller constructor de vehículos con tracción a sangre y el resto de sus iguales continuaba laborando sin solidarizarse en el conflicto. Los juntadores de maíz decretaban un cese de actividades por conseguir una mejora salarial y los ruralistas de tareas afines como ser conductores de carros, estibadores y galponeros, asistían pasivamente a la marcha del conflicto sin siquiera ocurrírseles prestarles alguna ayuda solidaria.

La sociedad de aquellos entonces miraba con recelo y desconfianza a las primitivas corporaciones todavía en agraz. Las consideraban como un motor generatriz de disturbios callejeros y actitudes de violencia extrema. Los dirigentes gremialistas eran extranjeros en su mayoría y por falta de dominio en nuestro idioma y su concepto sobre la sociedad, a la que llamaban burguesa y decadente, los hacía enfrentarla y combatirla por todos los medios, ahondando así la lucha de ideas donde los anarquistas se movían como pez en el agua.

Dos circunstancias fortuitas nos han permitido salvar este gran vacío de referencias. Hemos sostenido largas conversaciones con los escasos foristas de aquel tiempo que todavía viven. Entre ellos no podemos menos que destacar a Inocencio Lezcano y Miguel Ríos.

Inocencio Lezcano cuenta actualmente 87 años. La misma edad que Miguel Ríos. Ambos tuvieron destacada actuación en el movimiento portuario de esta cuidad desde los años 1923 al 1940, período este donde la F.O.R.A. alcanzó el pináculo de su actividad proselitista.

Unido a todo esto lo acompañan las vivencias personales del autor de estas memorias que conoció y trató a muchos de esos hombres todos desaparecidos ya que con su tesón, su entusiasmo y sus ideales libertarios, fueron los sembradores de la simiente proletaria que luego dio origen a las grandes corporaciones de trabajadores pero que, desgraciadamente, han visto tergiversados maliciosamente sus fines de lucha en provecho exclusivo de los mañosamente llamados dirigentes cegetistas que han torcido y maldeformado el sentido de las luchas por la emancipación de los hermanos proletarios.

Para esos mártires sindicalistas que fueron mis maestros están dedicados estos recuerdos.

GUILDO CORRES

Diciembre 27 de 1991.

 

Los comienzos de la F.O.R.A.

Confirmando lo que aseveramos en las palabras iniciales de este trabajo, son muy escasas las referencias y datos que aparecen en los archivos de la época. Las razones son fácilmente adivinables.

En primer lugar, la incipiente clase obrera era de muy escasa significación, pesaba todavía muy poco sobre todo en los grandes asentamientos poblacionales en el período estudiado de 1890 a 1940. Aquí, en nuestro país, se produjo un fenómeno único en la historia comparada de las naciones contemporáneas: En la Argentina la clase obrera se desarrolló, nació y creció en el campo y no en las ciudades como en otros lados. El campo fue su cuna, porque dadas sus condiciones estructurales de región especialmente diseñada para la explotación agrícolaganadera primero se intensifica la siembra de cereales y la cría de ganado vacuno. Luego siguió la instalación de pequeñas artesanías (base de las futuras industrias), como ser la fabricación de carros, carretones, diligencias, volantas sulkis y charretas.

Recordemos que ya en 1865 se comenzó a sembrar trigo en la provincia de Santa Fe. Ya en esos tiempos el pan comenzaba a ser un complemento familiar en la mesa de nuestros hogares. El torrente inmigratorio que se volcó dentro de nuestras desde fines del siglo pasado acrecentó estas costumbres. Hasta la fecha indicada la harina se importaba de Chile y EE.UU. La ropa se traía directamente de Europa. Los sindicatos, las organizaciones obreras eran prácticamente desconocidos en nuestro medio.

Y presentamos algunos datos de la situación socio-económica de entonces, en el momento cuando formando parte de la corriente inmigratoria los primeros románticos y agitadores anarquistas llegaron a nuestras playas.

El censo levantado en nuestro país en 1872 dio esta cifra de población:

1.737.000 habitantes de los cuales el 70% era analfabetos. Un dato que casi se nos traspapela: En 1919 Santa Fe ya producía 2 millones de toneladas de trigo y un millón de toneladas de maíz.

Siguiendo con estas reminiscencias históricas digamos ahora que cuanto alboraba el comienzo del siglo las condiciones eran extremadamente difíciles en las áreas urbanas. Las clases populares orillaban la miseria y casi llegaban a la degradación. Vivían en el más agudo pauperismo. Transcribimos lo que dice una revista de estudios históricos con referencia a los conventillos de la Capital Federal:

"Julio de 1890 - Existen 17.000 piezas repartidas en 1200 conventillos donde moran 85.000 personas, sobre una población (en Buenos Aires), estimada en 440.000 almas de las cuales 230.000 eran extranjeros." Nosotros apuntamos aquí otro dato relevante. La corriente inmigratoria era estimulada por los gobiernos de Mitre, Sarmiento y Juárez Celman para que poblara las dilatadas extensiones rurales todavía desiertas y al arbitrio del indio la lanza del salvaje. Pero estos recién llegados no partieron a levantar chacras ni a fundar poblaciones. La gran mayoría se quedó en la ciudad, allí echó raíces y vegetó malamente en los andurriales suburbanos que ellos transformaron en grandes barriadas. Acostumbrados a vivir frugalmente en una Europa a punto de explotar por su desmedido aumento poblacional pronto se adaptó a las circunstancias y solucionando ya, (¡y de qué forma!), su primaria necesidad de alojamiento les fue fácil subsistir alimentariamente en un medio como ese donde se faenaban diariamente centenares de vacunos únicamente para comercializar el cuero y las crines. La carne del animal se dejaba "para el pobrerío" como entonces se lo llamaba. Sigamos con el relato sobre las casas de inquilinato: "... estaban ubicadas en Balvanera, San Telmo, Concepción y La Piedad. Eran recintos obscuros, estrechos, húmedos, cochambro­sos. Fétidas pocilgas cuyo aire no se renueva jamás, con horribles emanaciones que contaminan el ambiente. Promiscuas aglomeraciones de gentes que viven procreando hijos para la muerte... Las camas son superpuestas, tipo militar. Son las llamada "camas calientes" no se enfrían jamás. En ellas duermen por tumo sucesivamente 3 o 4 personas. Infinidad de estos desgraciados duermen sentados en la vereda esperando que uno de estos jergones se desocupe. Pero hay otra forma de dormir más mísera y abyecta todavía. Se encuentran cuartos atravesados en diagonal por una soga llamada maroma donde duermen recostados y de pie. Las paredes ostentan restos de cebo, tiznes de mechas a candil, humedad verdín, vegetaciones de parásitos, costras de inmundicias, exudaciones y restos vomitivos de algún colérico. Los habitantes son gente de todo sexo y profesión: Lavanderas, cocineras, peones temporarios, obreros desocupados, viejos, jóvenes, niños abandonados que nunca conocieron a sus progenitores y que no figuran en ningún empadronamiento. Cruel y vívida imagen de una sociedad indiferente que los segrega impiadosamente. Eran considerados inasimilables. Su triste y obligado final era la miseria, la tuberculosis y la fiebre amarilla."

Como otro gran referente de aquella Argentina que se pueden rescatar de los archivos de entonces, digamos que étnicamente el país era un enorme contrasentido. Una extensión geográfica de 2 millones de kilómetros cuadrados y una población de 2 millones de habitantes, ¡una persona por kilómetro cuadrado! Y de esta exigua población habitacional más de la mitad eran analfabetos. El 35% estaban afincados en la Capital Federal y sus adyacencias.

Los anarquistas llegados con el gran flujo inmigratorio del fin del siglo, fueron la primitiva simiente que dio origen a las primeras organizaciones obreras que vieron la luz en nuestro país. Mas antes de continuar con esta cronología de fechas claves debemos detenemos en una circunstancia que marcó las diferencias insalvables de pensamiento que dividía en facciones irreconciliables a estos pensadores del ideal libertario. En principio fueron dos las corrientes de opinión. Estaban los anarquistas puros quienes llevaron a la práctica su manera de pensar con métodos tan sorprendentes que ahora nos parecen escapados de toda lógica. Desconocían y negaban la validez de toda ley y renegaban de cualquier forma de gobierno con los cuales se enfrentaban en cualquier momento y lugar, anatematizándolos con incendiarias arengas en los mitines que organizaban asiduamente. Idealizaban la libertad individual de los seres humanos a extremos inalcanzables.

Como un ejemplo de esto que informamos vamos a transcribir como detallaba el dirigente socialista Jacinto Oddone la realización de las asambleas en los sindicatos ácratas, (anarquistas): "En estas reuniones se ignoraba por completo la disciplina y el orden. Nadie dirigía en ellas, no había Comisión Directiva. Los anarquistas no admitían que nadie dirigiese a nada ni a nadie. No había estatutos pues su libérrimo concepto de la libertad absoluta no admitía la menor restricción al ejercicio de los derechos individuales. No se abonaban cuotas de agremiación pues no aceptaban que nadie les fijara la suma a pagar, prefiriendo la contribución voluntaria o nada. No había reglas de asambleas. La libre iniciativa era la base del diario vivir. En las asambleas que nadie citaba (se constituían espontáneamente) cada cual hablaba como y cuando le parecía de las cosas que le venían en gana sin que los demás asambleístas se creyeran con derecho a interrumpirle pues eso hubiera significado un atentado inconcebible a la sacrosanta libertad de la palabra. Se retiraban sin votar nada pues el horror al voto era verdaderamente cerval. Cuando los socialistas quisieron introducir orden y método en aquella asombrosa Babel, casi ridícula, encontraron una firme y obstinada resistencia".

Esta insólita raza de los llamados "anarquistas puros", tuvo un lapso de vida de aproximadamente 20 años. Las razones de su desaparición son muy sencillas: Al mantenerse tercamente aferrados a esta manera de obrar y pensar fueron arrollados por la realidad imperante que los rodeaba. Poco a poco fueron perdiendo preeminencia en el conglomerado de las luchas proletarias y en su propia organización fueron suplantados por la corriente de los anarco-sindicalistas a los cuales vamos a referenciar en los párrafos subsiguientes. Presentamos así a los epígonos del anarco-sindicalismo. Esta legión de briosos dirigentes luchadores obreros se dedicaron exclusivamente a trabajar en los sindicatos. Todo su accionar y su tarea se inclinó a bregar sin treguas ni pausas a mejorar las condiciones de trabajo y de jornales. Así por ejemplo, los foristas portuarios durante las grandes huelgas masivas de 1923 y 1926 consiguieron que el peso de las bolsas de cereal fuera reducido de 60 a 50 kilos, que la jornada laboral pasara de 10 a 8 horas por turno y que los grandes patrones del cereal, Bunge y Born y Louis Dreyfus aceptaran el tumo rotativo para que trabajaran todos los hombres inscriptos en el sindicato, poniendo fin así a la odiosa práctica de que los capataces llamaran "a dedo" siempre a la misma gente de su confianza y relación.

Hombres de una férrea moral y de una acrisolada conducta de orden y honestidad los anarco-sindicalistas fundaron ese gran movimiento que se llamó F.O.R.A., que núcleo a todos los sindicatos portuarios de todo el país, columna vertebral de este movimiento. A esto se fueron agregando los sindicatos de ladrilleros, panaderos, gráficos y peones rurales. Su campo de acción abarcó las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. Como otro apéndice menor de su continuado accionar en favor de las clases humildes y menesterosas los foristas daban conferencias en sus locales sobre temas de interés general. Quien esto escribe recuerda algunos de los temas auspiciados por los dirigentes en Villa Constitución: "Efectos nocivos del alcohol". "Origen y consecuencias de la prostitución”, "El pensamiento de los antiguos filósofos griegos". También crearon bibliotecas y organizaron cursos para enseñar a leer y escribir. Además, estos "visionarios de la aurora roja" como ellos se autodenominaban organizaron en algunos lugares cuadros filodramáticos como así también bandas de música y en la obligada celebración del 1° de Mayo la amenizaban con representaciones teatrales de fuerte y acentuado contenido social.

Y ahora hacemos ingresar a este simbólico proscenio a un desprendimiento ideario que ocurrió en las filas de los anarquistas "puros": Los que se conocieron como "anarquistas expropiadores" y a los cuales la terminología popular catalogó como vulgares ladrones y asaltantes, juicio este al que también vistieron con el sambenito de asesinos tirabombas.

Esta curiosa y deformante transformación de la filosofía libertaria puede resumirse de la siguiente manera: 1°) Asaltaban revólver en mano las terminales de las líneas de tranvías y subterráneos y se alzaban con el dinero de la recaudación que encontraban. Con el producto de estos asaltos, sufragaban y mantenían los periódicos y hojas partidarias desde donde ellos hacían conocer sus fogosas proclamas.

2°) Empleaban la bomba y la dinamita para reivindicar lo que según ellos constituía una revancha contra las torturas practicadas sobre "la sagrada carne proletaria" usando las mismas frases que ellos escribían. Como sucintos ejemplos entresacamos de los archivos policiales las muertes del coronel Falcón y el jefe de policía de Capital Federal a manos de los activistas Radowiski y Di Giovanni.

Como sus progenitores, los anarquistas expropiadores tuvieron una existencia efímera. Alcanzaron su punto álgido entre los años 1930 y 1935. Luego rápidamente desaparecieron barridos sin misericordia por las balas policíacas y los fusilamientos ordenados por los gobiernos militares de facto. A esto se agregaron las sumariales condenas que los arrojaban a presidio por largo tiempo. Dentro del movimiento libertario tuvieron una actuación descollante que repercutió también dentro de la organización del incipiente obrerismo argentino.

En el seno de todas las organizaciones laborales se discutía ardorosamente si se debía ayudarlos, protegerlos e imitar su expeditivo método de acción y lucha. La reacción que provocaron por su inaudita manera de resolver los reclamos obreros fue muy grande. Encendidas polémicas se abrieron en todos los campos. Hasta en el mismo seno de los "puros", el mismísimo lugar donde se había gestado la génesis de su ideario, se los puso en tela de juicio y desde allí fueron abandonados a su suerte. El gran pensador Diego Abad de Santillán tuvo para con ellos una frase lapidaria: "No se los puede reivindicar". Pero el criterioso periodista Osvaldo Bayer puso las cosas en su lugar manifestando: "Si, es cierto, pero tampoco se los pude ignorar".

El mismo Bayer radiografiaba así a ese puñado de exóticos luchadores:

“Eran tremendamente crueles en la defensa de sus vidas porque sabían que al menor descuido o la mínima consideración automáticamente significaban el fusilamiento en la calle o en el paredón".

Eran una especie de guerrilleros urbanos, tenían la ciudad como teatro de operaciones pero no contaban con el respaldo de ninguna potencia extranjera que les suministrara armas y dinero o un asilo donde pudieran refugiarse cuando las cosas se ponían demasiado peligrosas.

Acosados sin tregua vivían con los segundos contados. Curiosos personajes que llevaban a cabo una contienda a muerte contra "la odiosa burguesía explotadora", (así la motejaban) para lo cual cualquier método era legal y permitido. Un curioso disímil. A pesar de que la bomba y el atentado eran su pan cotidiano, en sus periódicos que olían a pólvora condenaban agriamente sin pelos en la lengua a la dictadura roja de los bolcheviques defendiendo con catilinarias expresiones del más puro idealismo a un vellocino de oro inalcanzable e idealizado. Como una contribución más referente a esta etapa del movimiento libertario, vamos a narrar un episodio inédito relacionado con esta curiosa secta, (podemos llamarlos así), de los "anarquistas puros".

Quien esto escribe conoció a muchos de ellos, en el año 1934 cuando aguijoneado por un romántico e incipiente espíritu de aventuras se lanzó a vagabundear por los senderos de las vías férreas. En aquel tiempo por las trochas ferroviarias de todo el país miles de marginados sociales llevaban una existencia de vagabundos que hacían de los convoys de carga (los cargueros), su medio habitacional y de transporte. Este curioso conglomerado se dividía en dos grupos perfectamente diferenciados entre sí. Estaban los llamados "crotos", compuesto por obreros sin ocupación estable que se trasladaban de una región a otra para realizar tareas rurales de las cosechas de lino, trigo, maíz, de papas o de algodón. Su radio de acción transitaba en el espacioso sector agrícola que abarcaba el área cultivable de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Se los llamaba crotos porque el gobernador bonaerense de ese apellido les había otorgado por decreto una franquicia para que pudieran viajar gratis en los trenes cargueros de chatas y vagones utilizados en transporte de cereales.

Pero está el otro contingente que merece nuestra especial atención.

Era la que se conocía con la denominación de "linyeras". Este vocablo incorporado por nuestro lunfardo vernáculo al habla popular proviene del piamontés "lingheria" que significa ropa blanca y aquí se utilizó para dar nombre al lío de ropa y efectos personales que transportaban a la espalda los vagos sin domicilio ni ocupación. Con estos incansables peregrinos de todos los senderos conviví cuatro meses.

Una reducida parte de este sector incluía a mendigos, pordioseros y menesterosos profesionales de la mendicidad. Hombres sin esperanzas, ni futuros, ni ideales cuyo único anhelo era el conseguir alguna pitanza para calmar su diario apetito. Una vez obtenido su yantar, dedicaban el resto del día a dormir o a holgazanear interviniendo en interminables sesiones de mate en bombilla.

Pero el mayoritario porcentaje de esta falange de desarraigados de esta doliente humanidad estaba formada por anarquistas, ácratas fanáticos del anarquismo libertario que no toleraban el orden constituido de la "sociedad esclavista" y habían roto abrupta y radicalmente con todos los vínculos que la unían a ella, refugiándose en un individualismo montaraz, selvático y huraño, llevado hasta el último extremo con su fanatismo que asombraba por su firmeza, tenacidad y virulencia. Vivían sin trabajar, pues consideraban al patrón como un capitalista chupasangre, un señor feudal tiránico y opresor que les cercenaba y despojaba de lo más noble y puro que los hombres atesoran en su espíritu: La libertad y el libre albedrío. Para subsistir golpeaban las puertas de los hogares pidiendo comida en tono imperativo y jamás agradecían este favor. Si alguien intentaba darle dinero, lo rechazaban indignados y ofendidos pues para ellos era un concepto dogmático que el dinero era otro grillete que sojuzgaba al individuo a la dictadura prepotente de la execrada burguesía explotadora.

Eran individualistas contumaces en todos los órdenes del diario vivir. No tenían ni amigos ni camaradas ni reconocían compañeros. Vivían, comían y pernoctaban en absoluta soledad. Improvisaban sus precarias viviendas que duraban un par de días, (la ranchada la llamaban), al costado de los galpones usados como depósitos de cereales en las ferroestaciones o en los andenes cuando la generosidad del jefe se los permitía. Comían codo con codo sin siquiera mirarse entre sí. La mayor parte pertenecía a la raza eslava: lituanos, rusos blancos, letones, polacos, checos y el agregado de un gran ingrediente que servían para amalgamar este batiburrillo de nacionalidades: italianos corridos por el fascismo mussoliniano y españoles, en gran parte de origen catalán.

Todos estos extraños personajes que parecían nacidos por la pluma de Dovstoyeski eran todos emigrados expulsados violentamente por los gobiernos reaccionarios europeos que proliferaron en la postguerra del año 1919. Entre seguir viviendo o afrontar los pelotones de fusilamiento la opción no daba lugar a muchas alternativas. Todos estos apasionados fanáticos de la libertad a ultranza llevaban algún libro en los atados de sus míseras pertenencias. Allí tenían absoluta preeminencia las publicaciones de Tolstoy, Rosa Luxemburgo, Bakunín, Topoktín y Enrico Malatesta. En un castellano bastante comprensible leían en alta voz trozos de éstos artículos ante la muda atención de un auditorio que asimilaba en silencio estas ardientes proclamas revolucionarias que chorrean estallidos sociales y olían a pólvora.

Los anarquistas expropiadores tuvieron una vida efímera. Alcanzaron el pináculo de su preponderancia desde los años 1920 al 1935 cuando desaparecieron barridos por las balas, los fusilamientos y el presidio. Tuvieron en aquel momento una actuación destacada y descollante dentro del movimiento obrero y en las organizaciones sindicales se discutía ardorosamente si debía prestárseles ayuda, protegerlos o seguir su ejemplo. La reacción que provocaron con sus expeditivos métodos de lucha tuvo resonante trascendencia. Hasta los anarquistas puros en donde había comenzado la génesis de su ideario los combatieron en el terreno de las ideas, rompieron violentamente con ellas. Todos estos desarraigados de la gran familia argentina invenerados transhumantes por los caminos de hierro de la década del 30, murieron olvidados. Humildes cementerios de muchos pueblos dispersos en la geografía del país reciben sus restos que eran velados en las comisarías de campaña, generalmente en las caballerizas o en improvisadas salas velatorias despojadas de todo ornamento. Solamente en contadas ocasiones, alguna cruz en donde colgaba un Cristo famélico los acompañaba en esos últimos momentos. No había flores ni coronas, ni llantos, ni lágrimas ni responso de difuntos. Algunos de los accidentales compañeros de ese periplo sin retorno se quedaban afuera, tozudamente, fieles a su manera de pensar. Ateos a "ou trance", despreciaban las ceremonias de la liturgia cristiana. En ocasiones otros esperaban que el féretro fuera sacado para ser llevado a su último descanso y gravemente lo despedían sacándose la hirsuta gorra y levanto su puño derecho en ademán desafiante.

Así, dolidamente, tal cual lo narramos fue el triste y emotivo final de la gran recordada mayoría de los anarquistas puros. Las lluvias y el buril impiadoso del tiempo borraron sus nombres, desprolijamente impresos sobre una rústica cruz de madera. Y a veces ni eso.

El autor de estas memorias recuerda cuando en el cementerio de Justo Darac, un pueblito de la provincia de Córdoba, inhumaron los restos de uno de ellos. Carecía de documentos identificatorios. Dos letras: NN, marcaron su final.

 

La actuación de la F.O.R.A. en Villa Constitución

Procedemos ahora a incursionar en la parte fundamental de estos apuntes recordatorios en razón de querer ceñirnos estrictamente, rigurosamente a la verdad histórica. Vamos a dejar de lado, momentáneamente la narrativa familiar y coloquial para presentar un anecdotario de sucesos presentados por riguroso orden cronológico.

La secuencia arranca en el año 1900. En tal fecha se realizó el primer Congreso de la F.O.A., (Federación Obrera Argentina), primitivo nombre de la organización. Las reuniones se transformaron en un campo de batalla filosófico-político enfrentándose agudamente los delegados socialistas y anarquistas, irreversible­mente separados por dos conceptos antagónicos irreconciliables.

Unos, (los socialistas), aceptaban la mediación del Estado para solucionar las diferencias suscitadas por las controversias entre patrones y obreros. Los anarquistas, tozudos defensores de la plena libertad se aferraban al axioma típicamente ácrata que las diferencias entre capitalistas y asalariados debían y podían arreglarse entre ambos sin intervención de terceros.

El "alma mater" de este primer Congreso gremial fue el anarcosindicalista de origen itálico Pietro Gori, que entre los años 1898 y 1902 se radicó en nuestro país realizando una proficua campaña de esclarecimien­to entre los organizadores que hacían su aparición en nuestro suelo. Justamente a Pietro Gori se debe el nombre de F.O.A. con la que fue conocida en la génesis de su nacimiento. Y anotamos ahora un hecho muy poco conocido en nuestro historial. El mismo nos fue relatado por Inocencio Lezcano, uno de los pocos fundadores del forismo en Villa Constitución que todavía vive.

Lezcano nos reveló que durante los días 19 al 21 de Junio de 1902 se realizó en Buenos Aires el II Congreso de la F.O.A.. En estas reuniones, la Sociedad de Resistencia de obreros portuarios de Villa Constitución estuvo representada por un joven afincado en la Capital Federal con 28 años de edad, llamado Ernesto Ghiraldo quien tiempo después se destacaría como una promisoria figura de las letras argentinas. Fue dramaturgo, poeta, orador, escritor y publicista. Sobre su infatigable accionar puede contarse que desde el 22 de septiembre al 14 de noviembre de 1906 fue director del periódico "El Obrero" clausurado violentamente por el gobierno conservador de aquella época en un impresionante despliegue policial que también contó con el apoyo de tropas del ejército. Sin amedrentarse ante tal bárbaro atropello, Ghiraldo conjuntamente con otros compañeros fundó el semanario “La Protesta” que subsiste hasta la fecha habiendo resistido gallardamente a una inacabable serie de clausuras, suspensiones, confiscación de ediciones y empastelamientos de imprenta. Nadie hasta ahora ha podido amordazar este vibrante clarín de rebeldía en favor de los humildes y desposeídos. Transcribimos parte de la misiva que nos remitió Lezcano: "Para el centenario patrio de 1910 el compañero Ghiraldo afrontó la valiente tarea de confeccionar los originales, corregirlos e imprimirlos y posteriormente venderlos por su propia mano en plena Avenida de Mayo. Si ahora hago esta semblanza de Ghiraldo anarquista representando a los compañeros del puerto villero es porque ese pueblito donde nosotros nacimos vivían un conglomerado de compañeros que en numerosas asambleas derrotaron virilmente a los socialistas que siempre querían depositar la solución de los problemas laborales en los políticos de la época. Ghiraldo fue el que pregonó desde principios del siglo que nuestra entidad debía llamarse F.O.R.A. (Federación Obrera Regional Argentina), por cuanto una nación es una región, una provincia es una comarca y una ciudad es una localidad. Nuestra organización puramente económica es distinta y opuesta a la de todos los partidos burgueses, políticos y amarillos-obreros, puesto que así como ellos se organizan para la toma del poder político, nosotros nos organizamos para que los estados políticos y jurídicos actualmente existentes queden reducidos a funciones puramente económicas estableciendo en su lugar una Libre federación de libres asociaciones de productores libres."

Continuando, retomando el hilo de estas memorias digamos que ya en el año 1907 una ola de huelgas estremeció al país. Los elementos desencadenantes que se unieron fueron: 1°) El proletariado obrero que como ya lo mencionamos tuvo por cuna el campo se había extendido entre las grandes masas de habitantes que comenzaban a proliferar en los ya pujantes centros urbanos. Y 2°) La vibrante y denodada tarea de los anarco-sindicalistas quienes desde la trinchera de sus aguerridos sindicatos que lideraban, (ladrilleros, portuarios, panaderos, imprenteros), que habían creado y fundado, se lanzaron a una ininterrumpida campaña de lucha por la obtención de mejores salarios y humanización de las condiciones de trabajo. La oleada de paros tuvo como epicentro la Capital Federal y todas las poblaciones portuarias del litoral. Allí los grandes monopolios, Bunge y Born y Louis Dreyfus, los formidables tiburones del cereal se repartieron la compra y la posterior exportación de las cosechas.

El dique que funcionaba en Villa Constitución merece un párrafo aparte.

Allí existió durante muchos años una frenética actividad. Por ese lugar, los propietarios del ex ferrocarril Central Argentino, actualmente Bartolomé Mitre, descargaban el carbón de piedra, también llamado hulla de Cardif para proveer de combustible a las antiguas locomotoras a vapor que realizaban el servicio en la línea férrea que partiendo de este punto terminal pasaba por San Urbano, Venado Tuerto, Rufino y llegaba hasta la localidad cordobesa de Laboulaye. Como una curiosidad histórica desconocida por la mayoría, revelamos que por la ley de la Nación las empresas ferrocarrileras británicas estaban exceptuadas del pago de derechos aduaneros para importar el carbón de piedra. Además de esto habían obtenido la concesión de la rada en la zona. Al revés de lo que sucedía en el resto de las radas, aquí en Villa la estadía era gratis, no se cobraba alquiler por estar fondeando en ella. Es por esto que junto al largo rimero de los transportes carboneros siempre se veía una interminable hilera de cargueros cerealeros los que, faltos de fletes, llegaban a este puerto a la espera de poder llenar sus bodegas con alguna partida de cereal.

En este ambiente tan proficuo de actividades los infatigables y consecuentes de la F.O.R.A. multiplicaban su encendida prédica de agitación y propaganda partidaria. No podemos olvidar y debemos tener siempre bien presente que estos hombres dentro de las tres grandes corrientes ácratas ocupaban la resuelta posición de anarco sindicalistas. Su labor exclusiva era la de bregar denodadamente por conseguir mejoras salariales y otros puntos afines, (rebaja en el precio de la bolsa, reducción del tiempo de tareas, el aguatero para surtir de agua), a lo que llamaban cuadrillas o "manos".

Como apéndice de su trajinar laboral, estos foristas organizaban en sus locales cursos vespertinos donde enseñaban a leer y escribir, tenían bibliotecas, fundaron un conservatorio musical que luego dio origen a "La Lira", una banda de instrumentos de cuerda y viento que perduró hasta cerca de 1950. Además organizaban veladas con representaciones teatrales donde se representaban obras de fuerte contenido social.

Mas, con estos métodos de lucha, los anarco-sindicalistas incurrían en un error fundamental que los llevó a su desaparición. Eran únicos, formidables en la tarea de fomentar paros, organizar huelgas y actos de protestas que en su gran mayoría triunfaban por su descollante predicar, porque ellos, los libertarios, predicando con el ejemplo iban siempre al frente de las manifestaciones para luchar a brazo partido contra la milicada brava de aquellos ayeres con riesgo de sus vidas, o polemizando áspera e intransigentemente con los patrones en las mesas de las discusiones sin ceder un ápice sus reclamos. No toleraban ni admitían la presencia del Departamento de Trabajo. Siempre lo ignoraban. Por esta manera de accionar, esta filosofía de combate trajo en lo que alguien bautizó como “determinismo histórico”, que los delegados socialistas y los políticos oportunistas les arrebataran la paternidad de estos justos reclamos arreglando mañosamente entre bambalinas con los funcionarios oficiales apareciendo luego ostentosamente como los triunfadores en estas mediaciones.

La Sociedad forista de Villa también tuvo activa participación en el Congreso Obrero realizado en Rosario en 1904 donde se resolvió llamar F.O.R.A. al movimiento. Ya entonces la literatura anarquista era muy abundante en la región. Recordemos los títulos de algunas publicaciones: "La federación Obrera", "Libre Iniciativa", "Verdad", "Los Libertarios", etc. En ese año, las Federaciones de estibadores aunadas en una acción común declararon una huelga para conseguir una mejora en las condiciones de trabajo que abarcó los puertos de Rosario, Villa Constitución y San Lorenzo. Este movimiento duró hasta el año 1905. Esto da una idea del alto grado de combatividad que animaba a los antiguos activistas. Toda esta larga e ininterrumpida serie de luchas y conflictos sirvieron para retemplar y consolidar el ánimo de los dirigentes de Villa Constitución.

Ya por entonces se había agudizado al extremo la lucha entre las tres grandes fracciones anarquistas. Recordemos que la F.O.R.A. local estaba dirigida por los anarco-sindicalistas, quienes como ya lo hemos puntualizado centralizaban su accionar en la lucha por las conquistas obreras en abierta oposición con los anarquistas "puros" y los llamados "expropiadores".

No solamente rechazaban la teoría de conquistar el poder para llegar a una sociedad sin clases sino que la denostaban y vituperaban contra ella.

"El poder corrompe", "El patriotismo es el huevo donde se incuba la dictadura", "La burguesía engendra el capital y el capital es el grillete que encadena a los pueblos", "Gobernar es hacer sufrir".

Estos eran algunos de los argumentos que desplegaban como obstinada oposición de su luminosa filosofía.

Y como remate de esta fabulosa andanada verbal, puntualizaban irónicamente: "La ley burguesa es muy justa. Prohíbe al mendigo y al millonario dormir debajo de los puentes".

Entresacamos de un periódico de Villa Constitución, "El Progreso", con fecha Abril de 1913, uno de los escasos artículos publicados sobre la actividad del movimiento obrero a principios del siglo. Narra este semanario que en la fecha indicada estalló en Rosario un conflicto sindical llevado a cabo por los conductores de tranvías que fueron a la huelga en procura de mejorar sus escuálidos jornales. Fueron apoyados incondicionalmente en toda la línea por los anarquistas de la zona, entre los cuales los sindicalistas de Villa ocuparon un primerísimo lugar, motivo que ocasionó un allanamiento y la clausura del local partidario. El rechazo patronal al petitorio fue absoluto. Con el indiscriminado apoyo del gobierno la fuerza pública de seguridad interrumpió violentamente un acto público celebrado en el centro de la ciudad. El salvaje atentado dejó como luctuoso saldo 3 obreros muertos. Pero la gente forista no era de arrear así nomás. Respondieron a la agresión apedreando vigorosamente a la milicada y quemaron varios tranvías.

Durante el año 1912 se desató otro conflicto de gran magnitud. Tuvo como protagonistas a los chacareros del sur santafecino. Pasó a la historia como "El grito de Alcorta". Intervinieron en la lucha mas de 120.000 labradores, todos ellos inquilinos de los predios que trabajaban y sometidos a un inicuo régimen de despojo por los leoninos contratos de arrendamiento que obligadamente debían firmar. Además de la dirigencia obrera tuvieron como aliados defensores de gran prestigio como Lisandro de la Torre, Juan B. Justo y Ricardo Caballero. El enfrentamiento con los dueños de las tierras se extendió rápidamente en el norte de la provincia de Buenos Aires y se prolongó casi un año entero. Uno de los principales líderes de este inédito conflicto agrícola era residente en Villa Constitución.

En realidad, el movimiento de Alcorta no hizo sino canalizar la desesperación de los labradores, en su mayoría inmigrantes. Como lo puntualizamos anteriormente, estaban atados a las coyundas de un infame contrato de carácter verdaderamente esclavista. El detonante de la rebelión fue una magra cosecha de trigo y maíz y una baja artificial del cereal cuyas desastrosas consecuencias se hicieron sentir sensiblemente en el comercio regional.

El conflicto se inició en Junio de 1912 cuando los negocios mayoristas de Alcorta, en la práctica manejados por los poderosos acopiadores cerealeros amenazaron con retirarles las libretas del fiado a los colonos que no abonaran por lo menos la mitad de su deuda. Para conocimiento de los lectores informamos que era práctica establecida que los negocios otorgaban un crédito que se pagaba luego de que fuera levantada la cosecha. Ante el prepotente ultimátum tomado por los negociantes un agricultor, (Francisco Bulzani), citó entonces a los inquilinos del campo "La Sepultura" a una reunión celebrada en la noche del día 10. De esta asamblea surgió un comité de huelga integrado por Bulzani, Francisco Peruggini, José Lucantoni, José de Biasse y Francisco Capdevila, este último anarquista catalán afincado en Villa Constitución, donde conjuntamente con otros camaradas libertarios había sentado las bases del movimiento forista. La agitación prosiguió, el conflicto fue tomando proporciones y la tensión alcanzó su máximo nivel con la detención de Bulzani, Peruggini y Capdevila a quienes la policía debió liberar prontamente ante la resuelta actitud de los sectores chacareros. El movimiento se sumergió entonces en la semiclandestinidad por el temor a la represión de las fuerzas armadas. Entonces, en esos momentos de desorientación debido a la falta de experiencia de los improvisados dirigentes, los anarco-sindicalistas no hesitaron en tomar con mano firme las riendas de la sublevación de estos desheredados de la tierra. A caballo, en sulkis o simplemente a pié recorrieron las chacras del departamento Constitución instando a los huelguistas a mantenerse firmes y unidos bajo la consigna: La tierra y el producto de la tierra para el que la trabaja.

El Grito de Alcorta que finalizó con la aceptación de la mayor parte de los reclamos significó una acción campesina sin precedentes en los anales de nuestras contiendas laborales, aunque así lo definía el historiador Carlos Echagüe:

"El movimiento fue hábilmente tergiversado por los grupos burgueses que forcejeaban con la oligarquía dirigente no para desalojarla del poder sino para negociar el acceso a porciones del mismo".

Los resultados del movimiento se concretaron en la creación de innumerables ligas agrarias, en el nacimiento de muchas cooperativas y en la necesidad de legislar con nuevos criterios para el campo. Esta revolución agraria sin embargo, no alcanzó a mejorar en nada la situación de los peones rurales en el sur de Santa Fe ya que entonces soportaban una situación de total desamparo. Estos marginados vivían en condiciones sumamente precarias y a pesar de que son trabajadores agrícolas las condiciones de indigencia y pauperismo viven como verdaderos proscriptos de esa sociedad. Más que proveer de arrendatarios y medieros, esa Falange de inmigrantes pobres daba origen a las peonadas de las colonias a los que según la clasificación estadística eran considerados como personal "de fatiga". Eran los que nunca enviaron fondos ni dinero a Europa. Atados al surco por el pauperismo en que medraban se convirtieron en recolectores de cosechas, changarines, carreros, en las poblaciones desarrolladas por el agro y el ferrocarril. Tal era el destino que les esperaba a estos nómades de la pampa. Un imponderable aporte a la historia del movimiento anarquista en Villa es la documentada nota que nos remitió el ya recordado dirigente Inocencio Lezcano.

La transcribimos textualmente:

"Estimado amigo:... El 17 de agosto de 1929 los capataces portuarios llamaron a trabajar por lista. Ya estaba establecido que se cobraba jornal doble por ser feriado nacional (Muerte de San Martín). El capataz Moya aclaró: Jornal simple para el que quiera trabajar. A pesar de la protesta de los compañeros Antonio Luna y Cipriano Corvalán, un grupo de carneros entró a trabajar y de este modo se rompió la organización... En el año 1936 discutimos en varias asambleas la cuestión siguiente: Varios compañeros estábamos al día con la cotización, (60 centavos por mes). De esta suma 25 centavos se enviaban al Consejo Federal. Con los 25 centavos restantes teníamos que pagar el alquiler del local, los manifiestos y demás gastos de la organización. La mayoría de los portuarios eran morosos... Así llegamos a enfrentarnos con la patraña de Ponciano Benítez y quienes lo secundaban, una inmensa cantidad de morosos como los acusó el tesorero Beltrán Ferreyra hacían caso omiso de la organización... En estas asambleas constituimos el Sub-comité Pro presos y Deportados. Otra resolución de esta asamblea fue la compra del local partidario a la familia Bordaberry, la casa que en 1975 fue objeto de un bárbaro atentado, le colocaron una bomba... Muchos han historiado sobre los orígenes y el devenir de Villa Constitución, pero muy poco se han ocupado de aquellas Sociedades de Resistencia de los obreros del puerto. Paso a contarte que el primer Congreso Obrero fue realizado por la Federación Obrera Argentina, (F.O.A.) en el año 1900. Ya existía una lucha sin cuartel entre anarquistas y socialistas. Predominaba el anarquismo, así se manifestaba en nuestro medio entre los portuarios y los camaradas ferroviarios... Entre los años 1901 y 1902 fueron intensas las huelgas en todo el país. La dirigencia forista local tuvo intensa participación... Años más tarde he visto a esos luchadores y combativos compañeros exigir la libertad de Sacco y Vanzetti procesados en 1921 y en esas campañas de solidaridad he visto llorar a mucha gente cuando el 23 de Agosto de 1927 electrocutaron a estos mártires de la Anarquía. Al decir anarquía es bueno recordar que dicha palabra ni significa violencia, explosión (sic), guerra y todos los otros efectos que causa la desigualdad. Estamos contra todo gobierno porque gobierno significa opresión y privilegio. "An" es un prefijo que se antepone al vocablo; quiere decir "no, sin" y "arquía/cracia" significa mando, gobierno, dirección política. En una palabra: Todos los sufrimientos de la humanidad. Retomando la narración de las luchas obreras en nuestro pueblo, no podemos soslayar el nombre de aquél impertérrito sindicalista que se llamó Beltrán Ferreyra que en el año 1943 decía: Debes saber que desde fines del siglo hasta el presente siempre que estaba abierto el sindicato portuario yo aunque lloviera estaba a la noche ahí cooperando. Desde que lo conocí lo recuerdo colaborando siempre detrás del escritorio, haciendo recibos, doblando manifiestos con una perseverancia sin parangón. Este fue uno de los tantos anarquistas anónimos que con su honestidad ejemplar entusiasmaban a quienes tenían la oportunidad de conocerlo... Año 1928. Los portuarios de Villa junto con los compañeros de Rosario fueron a la huelga general hasta que conquistaron el jornal de 8 pesos para todos los puertos del país. En esta huelga fue asesinada la compañera Luisa Laliana por un traidor a la huelga y aquí, en Villa, Antonio Ortiz, un capataz de puerto, asesinó a Herrera, orador vehemente de la F.O.R.A, quien, herido mortalmente, se levantó del suelo y enterró una cuchillada en el corazón de su rival... Llegamos a Mayo del año 1932. Gran huelga en nuestro puerto, (carneros, tiros, abundancia de acciones directas al extremo de que las fuerzas vivas, o los vivos de la fuerza, pidieron al gobierno nacional que enviara una cañonera (Paraná), que fondeó en el puerto. Demás está decir que todo esto era contra los trabajadores rebeldes. A pesar de toda intimidación la huelga triunfó ampliamente imponiéndose un pliego de condiciones que estipulaba entre otras cosas la bolsa de trabajo. En ese mismo mes de Mayo llega desde Rosario Teodoro Suárez para ayudar a la dirección del movimiento obrero. A fines de 1932 el compañero Suárez se radicó en Villa Constitución con su familia y en este lugar residió hasta el mes de Mayo de 1941 cuando fue nombrado delegado directo del Consejo Federal y dejó esta ciudad. Suárez fue un compañero de conducta intachable en todas las manifestaciones de la vida y un perseverante pregonero del ideal anárquico. También te informo que en Villa funcionaba la Federación Obrera Comarcal que aglutinaba varios gremios del departamento Constitución como así también un Comité Permanente Pro Presos y Deportados que se mantenía con un estampillado de 10 centavos por asociado al gremio portuario.... En enero de 1933 fui nombrado Secretario General de Obreros del Puerto de Villa siendo un militante del movimiento Forista hasta que en 1943 me llevaron a la cárcel de Coronda en el mismo tiempo que vos estuviste detenido. Volviendo atrás en los recuerdos traigo de nuevo la imagen de Manuel López, (Manucho). En esa fecha los fascistas partidarios de Mussolini le propinaron una terrible paliza. Le pegaron con el tacho de engrudo porque los enfrentó gritándoles: ¡No tienen vergüenza pegar en las paredes murales del fascismo!... Los carteles anunciaban una película que pretendían pasar en la Sociedad Italiana. Demás está decir que esta película nunca pudo exhibirse aquí... En el mes de Noviembre de 1936 discutimos durante 36 horas un problema interno en el Sindicato, en contra de los morosos de la cotización que se amalgamaron con todas las alimañas, las calumnias, las infamias y las torpes patrañas. Utilizaron todos estos infundios para pedir la expulsión del compañero Suárez.

Por ahí andará un manifiesto que publicamos titulado EPILOGO DE UN PLEITO MORAL, en el cual se demostraba cómo triunfa la verdad justiciera en contra de la contumaz cizaña procaz de los irresponsables... Espero sabrás disculparme la forma breve que detallo sucesos acontecidos en Villa desde principios de siglo. Yo fui muy amigo de los archivos pero es obvio decir que desaparecieron. Tengo apuntes y algunas cosas más que quiero hilvanar sin apuro para posteriormente entregarlas a la publicidad”.

Te felicito y agradezco. LOS HOMBRES DE LA F.O.R.A.

30 de Julio de 1991.

Firmado: Inocencio Lezcano

Como un colofón y comentario a la última parte de esta nota, verdadero documento histórico vamos a dar a conocer un conjunto de documentos pertenecientes al archivo anarquista de Villa Constitución. Los mismos nos han sido cedidos por el señor Víctor Cortéz, director propietario de la FM local "Radio Puerto de Piedras" y nieto de Germinal Álvarez, uno de los auténticos dirigentes anarco-sindicalistas que tuvo este pueblo en su glorioso pasado de reivindicaciones y de luchas.

Estos documentos son:

Dos hojas de un block para cartas, en blanco con un sello impreso en el ángulo superior izquierdo con un título: Federación Comarcal de V. Constitución

- C Comarcal - Un título impreso Federación Obrera Comarcal de Villa Constitución Adherida a la F.O.R.A. - U. T. N° 21 Dirección: Corrientes 275.

Villa Constitución..................... de 19....

Nota del Consejo Federal de la F.O.RA. con sede en Venezuela 3956 de la Capital Federal dirigida a la Sociedad Obreros del Puerto Villa Constitución.

En el mismo informe sobre una reunión anarquista de carácter internacional a celebrarse en nuestro país (no se estipula la fecha). En su párrafo más substancial dice textual:

"El movimiento en nuestra zona y buena parte del sur del país está retomando el camino de la lucha, reuniones de gremios se están realizando a menudo en las que se tratan importantes problemas para el resurgir de la F.O.R.A., signo éste del renacer de una nueva militancia que entra en nuestro movimiento con ansias de trabajar en pro del ideal que sustenta... También debemos agregar que la próxima reunión de gremios portuarios tendrá en cuenta vuestra situación; esperamos provocar un movimiento general de opinión a los efectos de lograr la apertura del local en esa. Estamos haciendo lo humanamente posible en ese sentido."

La carta tiene fecha Agosto 7 de 1946.

Correspondencia con membrete de "La Fraternidad" secc. local de febrero del año 1952, dirigida a los compañeros portuarios de Villa Constitución:

"... hacemos llegar nuestro agradecimiento por la ayuda moral y material dada sin retaceos en los difíciles momentos que vivió nuestro gremio durante cuarenta y dos días de conflicto al que fuimos llevados en defensa de nuestras conquistas laborales y por el bienestar de la Nación toda. Nos fue posible mantenemos tantos días en conflicto por la solidaridad recibida por nuestros hermanos de clase de todo el país quienes, como ustedes, estuvieron junto a nosotros para impedir que nuestra organización fuera aplastada como se pretendió."

Carta remitida por la Organización de Obreros de Puerto San Martín el 14 de Mayo de 1950.

En la misma el Secretario General Santos López informa que el sindicato portuario peronista desconoció el boicot de carga ordenado por las Federaciones zonales anarquistas contra el barco franquista de bandera española. A pesar esta "descarada traición" López dice que la Federación local no prestará sus hombres para cargar el cereal y no "haremos el triste papel de carneros".

Nota del Consejo Federal de Buenos Aires del 14 de Julio de 1946:

"Compañera Rosa Vega y demás compañeros de Villa Constitución: os enviamos guía de FC para retirar paquetes con 150.000 manifiestos. Esperamos recibir confirmación de llegada de los paquetes. Remitimos también circular sobre el "Anarquismo internacional". Pedimos vuestra opinión sobre si este Consejo Federal debe concurrir al encuentro internacional a celebrarse en fecha a designar."

Carta manuscrito del 24 de septiembre de 1945 dirigida a los compañeros Germinal Álvarez, Rosa Vega y demás camaradas.

En esta nota Lezcano comenta que en unión de otros dirigentes se encuentra abocada de proceder a la reapertura del local portuario de Capital Federal clausurado meses atrás por el gobierno de facto del General Ramírez. Manifiesta textualmente:

"En Rosario hay una actividad sindical portuaria que asombra para exigir las 6 horas como jornada máxima y organizarse en la F.O.R.A., ya está la Comisión formada, todos viejos portuarios foristas que ven con alegría el resurgir de la vieja entidad que ya las otras están desprestigiadas... Hoy el Consejo Federal envía al compañero Leoncio Gómez 1.000 manifiestos portuarios. Traten distribuirlos bien... El sábado que viene Suárez estará en esa para hablar con los compañeros para ponerlos al tanto de la situación obrera actual..."

Y por último, el documento más importante que obra en nuestro poder.

Es el original del pliego de condiciones firmado en Rosario el 20 de Febrero de 1946 por los Presidente y Secretario del Centro de Exportadores de Rosario, y Leoncio Gómez, Feliciano Gómez e Inocencio Lezcano por la Sociedad de Resistencia de Obreros Unidos del Puerto de Villa Constitución. La reunión fue realizada en las instalaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario. Fiel a su manera de pensar, los dirigentes foristas realizaron y firmaron el pliego directamente y sin mediación del entonces Departamento de Trabajo.

Como una curiosidad detallamos algunos jornales establecidos en este Convenio de Trabajo: (Por jornadas de 8 horas) Hombreador $ 13,00; Estibador $ 14,00; Cortadores $ 15,00; Cargadores $ 16,00; Costureros $ 9,50.

Cerramos esta recorrida a este archivo desconocido con otra reveladora información. En la fecha, en las oficinas de la Municipalidad de Villa Constitución el Padrón de Registro de Inmuebles N° 411. En el mismo se establece que la familia Bordaberry vendió a la entidad llamada F.O.R.A. el inmueble situado en calle Corrientes entre San Martín y Belgrano, lindando con las oficinas de la Unión Telefónica. En representación del comprador firmaron: Silverio Ríos, Carlos Guardia y Gerardo Luna, todos fallecidos.

Hoy, a casi un siglo de su nacimiento, la vieja entidad libertaria de luchas memorables conjuntamente con su ideario todavía incumplida deja a las generaciones del presente el regalo de una propiedad pagado con monedas de muchos sacrificios. Quieran mis dioses que los herederos sepan aprovecharla.

Como punto definitivo vamos a narrar los incidentes de una lucha gremial que por sus insospechadas derivaciones tuvo resonancia en todo el dilatado ámbito de nuestro país.

Corría el mes de marzo de 1941. La Empresa Constructora Christiani y Nielsen tenía a su cargo la construcción del Elevador Terminal. Trabajaban alrededor de 200 obreros albañiles, carpinteros y hormigonadores. Quien escribe ocupaba el cargo de ayudante para realizar los ensayos granulométricos de piedra y arena bajo la supervisión de la oficina nacional de inspección.

El grupo de obreros estaba afiliado a la Secc. Oficinas Varias dirigido por los sindicalistas foristas. Se presentó en la empresa un pliego de condiciones por aumento general de salarios. Para ceñir este informe al detonante del conflicto rememoraremos que el peón de la construcción ganaba $ 4 por 8 horas de labor. El petitorio fue rechazado por la patronal y una asamblea decretó la huelga general hasta que las demandas fueran satisfechas. Transcurridas dos semanas de paro, la situación tomó un giro imprevisto. Christiani y Nielsen habló al Departamento de Trabajo y éste citó a nuestro Sindicato a una audiencia de conciliación. La respuesta fue contundente. Fiel a los principios que sustentaba, la dirigencia gremial le contestó que rechazaba terminantemente su mediación aclarándole que las cuestiones suscitadas entre obreros y patrones se arreglaban directamente entre ellos sin necesidad de terceras personas. Entonces la Empresa envió una nota a la Secretaría Gremial solicitando una asamblea y concurrió a ella. En su representación fue el ingeniero Zeck integrante del Directorio.

La reunión duró cerca de 6 horas. Todos los jornales del personal, (eran 14), fueron analizados y discutidos. El final de esta polémica tuvo este resultado: La Empresa, con ligeras variantes daba la conformidad a todos los aumentos menos a la del peón común, categoría a la cual pertenecía el 50 % del personal. El peón tenía $ 4 de salario. El pliego solicitaba para ellos 5,60. Empecinadamente el delegado empresarial primero se negó a otorgar ninguna mejora. Y luego imprevistamente manifestó que accedía a pagar $ 5 y que ésta era su última y definitiva palabra. Entonces pidió la palabra Juan Latelaro, un sindicalista porteño que había venido para prestar su colaboración.

Con simples y encendidas palabras reveló al auditorio que la Federación que aglutinaba a las empresas constructoras tenía un compromiso. El mismo indicaba que el salario máximo a pagarse a un peón, fuera de los límites de la Capital Federal era de $ 5. Allí estaba el motivo de la negativa. Con ánimo reivindicatorio la asamblea dispuso que hasta que la patronal no ofreciera una mejora el conflicto seguiría. Días después de esto que estamos narrando el jefe de policía envió al sindicato un escuadrón a caballo y nos arreó a todos los presentes detenidos hasta la jefatura. Allí el jefe, Ignacio Palenque, funcionario de mando tiránico y despótico nos arengó con acento altisonante increpándonos porque éramos una recua de ovejas dirigidas por unos "revolucionarios comunistas" y que si inmediatamente no aceptábamos la oferta de la empresa al otro día concurría a clausurar el local y metería en la cárcel a todo el Comité de Huelga. Entonces se adelantó Teodoro Suárez una de las figuras señeras del sindicalismo de antaño:

- Puede ir a clausurar el local señor Jefe - le respondió - Tiene usted la fuerza disponible para hacerlo. Pero me permito decirle que nada conseguirá con esto, pues no son las paredes las que piensan sino los hombres que se reúnen en ellas. Y para el alma de los hombres no hay cárcel ni cadenas que puedan acerrojarlas. Impresionado por estas palabras el funcionario no intervino el local. Y la huelga prosiguió hasta que, al mes, la Empresa, presionada por los compromisos de entrega cedió en toda la línea y por primera vez en la historia de las conquistas obreras del país el peón de la construcción del interior pudo ganar más de $ 5. El jornal obtenido fue de 5,20.

Esta es la historia, una gesta magnífica de luchas que tuvo como escenario a este pueblo de Villa Constitución y a un puñado de sus hijos dilectos.

 

Enero 9 de 1992. Guildo Corres

 

Notas



[1] Varios motivos nos han decidido a incluir en la sección Textos este trabajo de Guildo Corres. El más general de todos es enfocar la atención sobre uno de los fenómenos más mencionados cuando se intenta recuperar la memoria de la historia obrera local, pero que a su ves ha sido escasamente abordado bajo los parámetros de un investigación en regla, nos referimos a la persistente presencia del sindicalismo anarquista (forista) en el sur provincial y muy en particular en la ciudad de Villa Constitución. El anarquismo local nace al calor de los conflictos sociales de fines del siglo XIX y principios del XX, conocerán un momento de expansión, auge y permanencia de casi medio siglo, así cuando las organizaciones anarquistas parecían estar destinadas al baúl de los recuerdos del sindicalismo argentino (durante los años treinta y principios del 40) en nuestra localidad mostraban una vitalidad tal que les permitirá existir (aunque a partir de este momento no más que eso, existir) hasta los conflictivos años 70 del siglo pasado. El otro de los motivos es indudablemente el autor, en Guildo Corres queremos homenajear la figura del historiador militante y local. Sin duda su obra no cumple estrictamente con los recaudos de la historiografía científica-profesionalizada actual, pero esta marcada por dos gestos que reivindicamos en la producción de conocimiento histórico local: no le escapa al espinoso tema de la conflictividad (social es este caso) recurrentemente evadido por la historiografía local de tono estrictamente reivindicatorio; y demuestra una sensibilidad y preocupación (sincera, plural y recurrente) por aquellos actores político-sociales de las clases populares hoy desaparecidos que, sin la tarea misma de difusión que Guildo Corres emprendió, no estaríamos hoy en condiciones de analizar.

Respecto de la escritura del texto se ha respetado fielmente la versión original (aun manteniendo errores en los nombres mencionados fundamentalmente, o formas arcaicas), solamente fueron corregidos evidentes errores de tipeado.

Este texto fue publicado originalmente por el autor en 1992, con ilustraciones de Malena Bertolotto y donde se incluía además una sección de poesías del autor titulada “Poemas Literarios”.

Respecto de la escritura del texto se ha respetado fielmente la versión original (aun manteniendo errores en los nombres mencionados fundamentalmente o formas arcaicas), solamente fueron corregidos evidentes errores de tipeado.

Este texto fue publicado originalmente por el autor en 1992, con ilustraciones de Malena Bertolotto y donde se incluía además una sección de poesías del autor titulada “Poemas Literarios”.

[2] Guildo Braulio Corres nació en Villa Constitución el 24 de octubre de 1916. Egresó de la Escuela Normal de Villa Constitución en 1933, y luego de una breve experiencia de linyera, trabajó como maestro en la localidad de Hughes. Activo militante, estuvo preso por cuestiones políticas en Coronda en los años previos a la primera presidencia de Perón; también participó activamente en varias comisiones vecinales y en otras organizaciones político-culturales a lo largo de toda su vida. Al fundarse el Instituto Superior del Profesorado en 1964, fue uno de los primeros alumnos (estudió durante algunos años el profesorado de Historia y Geografía y si bien no egresó, aquella fue siempre su gran pasión), además de un decidido promotor de la primera Cooperadora. Al instalarse la planta metalúrgica Acindar en Villa Constitución, ingresó como jefe de sección, empresa en la que trabajó hasta su jubilación. En las elecciones del año 1973 fue elegido concejal por el Partido Demócrata Progresista, allí mocionó que los concejales no cobraran, lo cual motivó la antipatía del resto del cuerpo. Al año siguiente, por el apoyo que brindo a la lucha de los trabajadores metalúrgicos nucleados en torno a la lista Marrón, su vivienda cita en calle Ingeniero Acevedo 43 fue parcialmente destruida por un atentado con bomba.

Además del trabajo que aquí se edita Guildo Corres ha sido un prolífico escritor y poeta, estando publicada parte de su producción, por ejemplo: CORRES, Guildo; De mi pueblo y su gente. Cuentos y relatos, Municipalidad de Villa Constitución, Villa Constitución, Tomo I, 1990. CORRES, Guildo; Del ayer villero (Paisajes y personajes), Municipalidad de Villa Constitución, Villa Constitución, 1993. Faltando escasos días para cumplir los 77 años, murió en Villa Constitución el 18 de octubre de 1993. En conmemoración de su labor y de su persona una de las bibliotecas populares de la ciudad lleva su nombre.