La brocha y la tea. Historia de
la F.O.R.A. en Villa Constitución[1]
Guildo B. Corres[2]
En esta recopilación... el autor
rinde tributo a un grupo de idealistas que con el sacrificio de sus vidas
marcaron para las generaciones futuras el derrotero de la liberación
Historia del anarquismo en Villa
Constitución. Palabras preliminares
Iniciamos estos apuntes históricos con
un detalle revelador.
Es muy poca, escasísima, la
documentación que puede obtenerse en los diarios, periódicos y publicaciones
editadas en el período abarcado entre los años 1900 y 1940. Varios factores se
aúnan para que esto ocurra.
En primer lugar, aquel proletariado no
aglutinaba la enorme masa humana característica de la actual. Por lo tanto la
actividad gremial era sumamente parcializada. No existían gremios convocando a
huelgas que movilizaran a miles de obreros. Los paros eran individuales.
Paraba, por ejemplo, un taller constructor de vehículos con tracción a sangre y
el resto de sus iguales continuaba laborando sin solidarizarse en el conflicto.
Los juntadores de maíz decretaban un cese de actividades por conseguir una
mejora salarial y los ruralistas de tareas afines como ser conductores de
carros, estibadores y galponeros, asistían pasivamente a la marcha del
conflicto sin siquiera ocurrírseles prestarles alguna ayuda solidaria.
La sociedad de aquellos entonces miraba
con recelo y desconfianza a las primitivas corporaciones todavía en agraz. Las
consideraban como un motor generatriz de disturbios callejeros y actitudes de
violencia extrema. Los dirigentes gremialistas eran extranjeros en su mayoría y
por falta de dominio en nuestro idioma y su concepto sobre la sociedad, a la
que llamaban burguesa y decadente, los hacía enfrentarla y combatirla por todos
los medios, ahondando así la lucha de ideas donde los anarquistas se movían
como pez en el agua.
Dos circunstancias
fortuitas nos han permitido salvar este gran vacío de referencias. Hemos
sostenido largas conversaciones con los escasos foristas de aquel tiempo que
todavía viven. Entre ellos no podemos menos que destacar a Inocencio Lezcano y
Miguel Ríos.
Inocencio Lezcano cuenta actualmente 87
años. La misma edad que Miguel Ríos. Ambos tuvieron destacada actuación en el
movimiento portuario de esta cuidad desde los años 1923 al 1940, período este
donde la F.O.R.A. alcanzó el pináculo de su actividad proselitista.
Unido a todo esto lo acompañan las
vivencias personales del autor de estas memorias que conoció y trató a muchos
de esos hombres todos desaparecidos ya que con su tesón, su entusiasmo y sus
ideales libertarios, fueron los sembradores de la simiente proletaria que luego
dio origen a las grandes corporaciones de trabajadores pero que,
desgraciadamente, han visto tergiversados maliciosamente sus fines de lucha en
provecho exclusivo de los mañosamente llamados dirigentes cegetistas que han
torcido y maldeformado el sentido de las luchas por la emancipación de los
hermanos proletarios.
Para esos mártires sindicalistas que
fueron mis maestros están dedicados estos recuerdos.
GUILDO CORRES
Diciembre 27 de 1991.
Los comienzos de la F.O.R.A.
Confirmando lo que aseveramos en las
palabras iniciales de este trabajo, son muy escasas las referencias y datos que
aparecen en los archivos de la época. Las razones son fácilmente adivinables.
En primer lugar, la incipiente clase
obrera era de muy escasa significación, pesaba todavía muy poco sobre todo en
los grandes asentamientos poblacionales en el período estudiado de 1890 a 1940.
Aquí, en nuestro país, se produjo un fenómeno único en la historia comparada de
las naciones contemporáneas: En la Argentina la clase obrera se desarrolló,
nació y creció en el campo y no en las ciudades como en otros lados. El campo
fue su cuna, porque dadas sus condiciones estructurales de región especialmente
diseñada para la explotación agrícolaganadera primero se intensifica la siembra
de cereales y la cría de ganado vacuno. Luego siguió la instalación de pequeñas
artesanías (base de las futuras industrias), como ser la fabricación de carros,
carretones, diligencias, volantas sulkis y charretas.
Recordemos que ya en 1865 se comenzó a
sembrar trigo en la provincia de Santa Fe. Ya en esos tiempos el pan comenzaba
a ser un complemento familiar en la mesa de nuestros hogares. El torrente
inmigratorio que se volcó dentro de nuestras desde fines del siglo pasado
acrecentó estas costumbres. Hasta la fecha indicada la harina se importaba de
Chile y EE.UU. La ropa se traía directamente de Europa. Los sindicatos, las
organizaciones obreras eran prácticamente desconocidos en nuestro medio.
Y presentamos algunos datos de la
situación socio-económica de entonces, en el momento cuando formando parte de
la corriente inmigratoria los primeros románticos y agitadores anarquistas
llegaron a nuestras playas.
El censo levantado en nuestro país en
1872 dio esta cifra de población:
1.737.000
habitantes de los cuales el 70% era analfabetos. Un dato que casi se nos
traspapela: En 1919 Santa Fe ya producía 2 millones de toneladas de trigo y un
millón de toneladas de maíz.
Siguiendo con
estas reminiscencias históricas digamos ahora que cuanto alboraba el comienzo
del siglo las condiciones eran extremadamente difíciles en las áreas urbanas.
Las clases populares orillaban la miseria y casi llegaban a la degradación.
Vivían en el más agudo pauperismo. Transcribimos lo que dice una revista de
estudios históricos con referencia a los conventillos de la Capital Federal:
"Julio de
1890 - Existen 17.000 piezas repartidas en 1200 conventillos donde moran 85.000
personas, sobre una población (en Buenos Aires), estimada en 440.000 almas de
las cuales 230.000 eran extranjeros." Nosotros apuntamos aquí otro dato
relevante. La corriente inmigratoria era estimulada por los gobiernos de Mitre,
Sarmiento y Juárez Celman para que poblara las dilatadas extensiones rurales
todavía desiertas y al arbitrio del indio la lanza del salvaje. Pero estos
recién llegados no partieron a levantar chacras ni a fundar poblaciones. La
gran mayoría se quedó en la ciudad, allí echó raíces y vegetó malamente en los
andurriales suburbanos que ellos transformaron en grandes barriadas.
Acostumbrados a vivir frugalmente en una Europa a punto de explotar por su
desmedido aumento poblacional pronto se adaptó a las circunstancias y
solucionando ya, (¡y de qué forma!), su primaria necesidad de alojamiento les
fue fácil subsistir alimentariamente en un medio como ese donde se faenaban
diariamente centenares de vacunos únicamente para comercializar el cuero y las
crines. La carne del animal se dejaba "para el pobrerío" como
entonces se lo llamaba. Sigamos con el relato sobre las casas de inquilinato:
"... estaban ubicadas en Balvanera, San Telmo, Concepción y La Piedad.
Eran recintos obscuros, estrechos, húmedos, cochambrosos. Fétidas pocilgas
cuyo aire no se renueva jamás, con horribles emanaciones que contaminan el
ambiente. Promiscuas aglomeraciones de gentes que viven procreando hijos para
la muerte... Las camas son superpuestas, tipo militar. Son las llamada
"camas calientes" no se enfrían jamás. En ellas duermen por tumo
sucesivamente 3 o 4 personas. Infinidad de estos desgraciados duermen sentados
en la vereda esperando que uno de estos jergones se desocupe. Pero hay otra
forma de dormir más mísera y abyecta todavía. Se encuentran cuartos atravesados
en diagonal por una soga llamada maroma donde duermen recostados y de pie. Las
paredes ostentan restos de cebo, tiznes de mechas a candil, humedad verdín,
vegetaciones de parásitos, costras de inmundicias, exudaciones y restos
vomitivos de algún colérico. Los habitantes son gente de todo sexo y profesión:
Lavanderas, cocineras, peones temporarios, obreros desocupados, viejos,
jóvenes, niños abandonados que nunca conocieron a sus progenitores y que no
figuran en ningún empadronamiento. Cruel y vívida imagen de una sociedad
indiferente que los segrega impiadosamente. Eran considerados inasimilables. Su
triste y obligado final era la miseria, la tuberculosis y la fiebre
amarilla."
Como otro gran referente de aquella
Argentina que se pueden rescatar de los archivos de entonces, digamos que
étnicamente el país era un enorme contrasentido. Una extensión geográfica de 2
millones de kilómetros cuadrados y una población de 2 millones de habitantes,
¡una persona por kilómetro cuadrado! Y de esta exigua población habitacional
más de la mitad eran analfabetos. El 35% estaban afincados en la Capital
Federal y sus adyacencias.
Los anarquistas llegados con el gran
flujo inmigratorio del fin del siglo, fueron la primitiva simiente que dio
origen a las primeras organizaciones obreras que vieron la luz en nuestro país.
Mas antes de continuar con esta cronología de fechas claves debemos detenemos
en una circunstancia que marcó las diferencias insalvables de pensamiento que
dividía en facciones irreconciliables a estos pensadores del ideal libertario.
En principio fueron dos las corrientes de opinión. Estaban los anarquistas
puros quienes llevaron a la práctica su manera de pensar con métodos tan
sorprendentes que ahora nos parecen escapados de toda lógica. Desconocían y
negaban la validez de toda ley y renegaban de cualquier forma de gobierno con
los cuales se enfrentaban en cualquier momento y lugar, anatematizándolos con
incendiarias arengas en los mitines que organizaban asiduamente. Idealizaban la
libertad individual de los seres humanos a extremos inalcanzables.
Como un ejemplo de esto que informamos
vamos a transcribir como detallaba el dirigente socialista Jacinto Oddone la
realización de las asambleas en los sindicatos ácratas, (anarquistas): "En
estas reuniones se ignoraba por completo la disciplina y el orden. Nadie
dirigía en ellas, no había Comisión Directiva. Los anarquistas no admitían que
nadie dirigiese a nada ni a nadie. No había estatutos pues su libérrimo
concepto de la libertad absoluta no admitía la menor restricción al ejercicio
de los derechos individuales. No se abonaban cuotas de agremiación pues no
aceptaban que nadie les fijara la suma a pagar, prefiriendo la contribución
voluntaria o nada. No había reglas de asambleas. La libre iniciativa era la
base del diario vivir. En las asambleas que nadie citaba (se constituían
espontáneamente) cada cual hablaba como y cuando le parecía de las cosas que le
venían en gana sin que los demás asambleístas se creyeran con derecho a
interrumpirle pues eso hubiera significado un atentado inconcebible a la
sacrosanta libertad de la palabra. Se retiraban sin votar nada pues el horror
al voto era verdaderamente cerval. Cuando los socialistas quisieron introducir
orden y método en aquella asombrosa Babel, casi ridícula, encontraron una firme
y obstinada resistencia".
Esta insólita
raza de los llamados "anarquistas puros", tuvo un lapso de vida de
aproximadamente 20 años. Las razones de su desaparición son muy sencillas: Al
mantenerse tercamente aferrados a esta manera de obrar y pensar fueron
arrollados por la realidad imperante que los rodeaba. Poco a poco fueron
perdiendo preeminencia en el conglomerado de las luchas proletarias y en su
propia organización fueron suplantados por la corriente de los
anarco-sindicalistas a los cuales vamos a referenciar en los párrafos subsiguientes.
Presentamos así a los epígonos del anarco-sindicalismo. Esta legión de briosos
dirigentes luchadores obreros se dedicaron exclusivamente a trabajar en los
sindicatos. Todo su accionar y su tarea se inclinó a bregar sin treguas ni
pausas a mejorar las condiciones de trabajo y de jornales. Así por ejemplo, los
foristas portuarios durante las grandes huelgas masivas de 1923 y 1926
consiguieron que el peso de las bolsas de cereal fuera reducido de 60 a 50
kilos, que la jornada laboral pasara de 10 a 8 horas por turno y que los
grandes patrones del cereal, Bunge y Born y Louis Dreyfus aceptaran el tumo
rotativo para que trabajaran todos los hombres inscriptos en el sindicato,
poniendo fin así a la odiosa práctica de que los capataces llamaran "a dedo"
siempre a la misma gente de su confianza y relación.
Hombres de una
férrea moral y de una acrisolada conducta de orden y honestidad los
anarco-sindicalistas fundaron ese gran movimiento que se llamó F.O.R.A., que
núcleo a todos los sindicatos portuarios de todo el país, columna vertebral de
este movimiento. A esto se fueron agregando los sindicatos de ladrilleros,
panaderos, gráficos y peones rurales. Su campo de acción abarcó las provincias
de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba. Como otro apéndice menor de su continuado
accionar en favor de las clases humildes y menesterosas los foristas daban
conferencias en sus locales sobre temas de interés general. Quien esto escribe
recuerda algunos de los temas auspiciados por los dirigentes en Villa
Constitución: "Efectos nocivos del alcohol". "Origen y
consecuencias de la prostitución”, "El pensamiento de los antiguos
filósofos griegos". También crearon bibliotecas y organizaron cursos para
enseñar a leer y escribir. Además, estos "visionarios de la aurora
roja" como ellos se autodenominaban organizaron en algunos lugares cuadros
filodramáticos como así también bandas de música y en la obligada celebración
del 1° de Mayo la amenizaban con representaciones teatrales de
fuerte y acentuado contenido social.
Y ahora hacemos
ingresar a este simbólico proscenio a un desprendimiento ideario que ocurrió en
las filas de los anarquistas "puros": Los que se conocieron como
"anarquistas expropiadores" y a los cuales la terminología popular
catalogó como vulgares ladrones y asaltantes, juicio este al que también
vistieron con el sambenito de asesinos tirabombas.
Esta curiosa y deformante transformación
de la filosofía libertaria puede resumirse de la siguiente manera: 1°)
Asaltaban revólver en mano las terminales de las líneas de tranvías y
subterráneos y se alzaban con el dinero de la recaudación que encontraban. Con
el producto de estos asaltos, sufragaban y mantenían los periódicos y hojas
partidarias desde donde ellos hacían conocer sus fogosas proclamas.
2°) Empleaban la bomba y la dinamita
para reivindicar lo que según ellos constituía una revancha contra las torturas
practicadas sobre "la sagrada carne proletaria" usando las mismas
frases que ellos escribían. Como sucintos ejemplos entresacamos de los archivos
policiales las muertes del coronel Falcón y el jefe de policía de Capital
Federal a manos de los activistas Radowiski y Di Giovanni.
Como sus progenitores, los anarquistas
expropiadores tuvieron una existencia efímera. Alcanzaron su punto álgido entre
los años 1930 y 1935. Luego rápidamente desaparecieron barridos sin
misericordia por las balas policíacas y los fusilamientos ordenados por los
gobiernos militares de facto. A esto se agregaron las sumariales condenas que
los arrojaban a presidio por largo tiempo. Dentro del movimiento libertario
tuvieron una actuación descollante que repercutió también dentro de la
organización del incipiente obrerismo argentino.
En el seno de todas las organizaciones
laborales se discutía ardorosamente si se debía ayudarlos, protegerlos e imitar
su expeditivo método de acción y lucha. La reacción que provocaron por su
inaudita manera de resolver los reclamos obreros fue muy grande. Encendidas
polémicas se abrieron en todos los campos. Hasta en el mismo seno de los
"puros", el mismísimo lugar donde se había gestado la génesis de su
ideario, se los puso en tela de juicio y desde allí fueron abandonados a su
suerte. El gran pensador Diego Abad de Santillán tuvo para con ellos una frase
lapidaria: "No se los puede reivindicar". Pero el criterioso periodista
Osvaldo Bayer puso las cosas en su lugar manifestando: "Si, es cierto,
pero tampoco se los pude ignorar".
El mismo Bayer
radiografiaba así a ese puñado de exóticos luchadores:
“Eran
tremendamente crueles en la defensa de sus vidas porque sabían que al menor
descuido o la mínima consideración automáticamente significaban el fusilamiento
en la calle o en el paredón".
Eran una especie
de guerrilleros urbanos, tenían la ciudad como teatro de operaciones pero no
contaban con el respaldo de ninguna potencia extranjera que les suministrara
armas y dinero o un asilo donde pudieran refugiarse cuando las cosas se ponían
demasiado peligrosas.
Acosados sin
tregua vivían con los segundos contados. Curiosos personajes que llevaban a
cabo una contienda a muerte contra "la odiosa burguesía explotadora",
(así la motejaban) para lo cual cualquier método era legal y permitido. Un
curioso disímil. A pesar de que la bomba y el atentado eran su pan cotidiano,
en sus periódicos que olían a pólvora condenaban agriamente sin pelos en la
lengua a la dictadura roja de los bolcheviques defendiendo con catilinarias
expresiones del más puro idealismo a un vellocino de oro inalcanzable e
idealizado. Como una contribución más referente a esta etapa del movimiento
libertario, vamos a narrar un episodio inédito relacionado con esta curiosa
secta, (podemos llamarlos así), de los "anarquistas puros".
Quien esto escribe conoció a muchos de
ellos, en el año 1934 cuando aguijoneado por un romántico e incipiente espíritu
de aventuras se lanzó a vagabundear por los senderos de las vías férreas. En
aquel tiempo por las trochas ferroviarias de todo el país miles de marginados
sociales llevaban una existencia de vagabundos que hacían de los convoys de
carga (los cargueros), su medio habitacional y de transporte. Este curioso
conglomerado se dividía en dos grupos perfectamente diferenciados entre sí.
Estaban los llamados "crotos", compuesto por obreros sin ocupación
estable que se trasladaban de una región a otra para realizar tareas rurales de
las cosechas de lino, trigo, maíz, de papas o de algodón. Su radio de acción
transitaba en el espacioso sector agrícola que abarcaba el área cultivable de
las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Se los llamaba crotos
porque el gobernador bonaerense de ese apellido les había otorgado por decreto
una franquicia para que pudieran viajar gratis en los trenes cargueros de
chatas y vagones utilizados en transporte de cereales.
Pero está el otro contingente que
merece nuestra especial atención.
Era la que se conocía con la
denominación de "linyeras". Este vocablo incorporado por nuestro
lunfardo vernáculo al habla popular proviene del piamontés
"lingheria" que significa ropa blanca y aquí se utilizó para dar
nombre al lío de ropa y efectos personales que transportaban a la espalda los
vagos sin domicilio ni ocupación. Con estos incansables peregrinos de todos los
senderos conviví cuatro meses.
Una reducida parte de este sector
incluía a mendigos, pordioseros y menesterosos profesionales de la mendicidad.
Hombres sin esperanzas, ni futuros, ni ideales cuyo único anhelo era el
conseguir alguna pitanza para calmar su diario apetito. Una vez obtenido su
yantar, dedicaban el resto del día a dormir o a holgazanear interviniendo en
interminables sesiones de mate en bombilla.
Pero el mayoritario porcentaje de esta
falange de desarraigados de esta doliente humanidad estaba formada por
anarquistas, ácratas fanáticos del anarquismo libertario que no toleraban el
orden constituido de la "sociedad esclavista" y habían roto abrupta y
radicalmente con todos los vínculos que la unían a ella, refugiándose en un
individualismo montaraz, selvático y huraño, llevado hasta el último extremo
con su fanatismo que asombraba por su firmeza, tenacidad y virulencia. Vivían
sin trabajar, pues consideraban al patrón como un capitalista chupasangre, un
señor feudal tiránico y opresor que les cercenaba y despojaba de lo más noble y
puro que los hombres atesoran en su espíritu: La libertad y el libre albedrío.
Para subsistir golpeaban las puertas de los hogares pidiendo comida en tono
imperativo y jamás agradecían este favor. Si alguien intentaba darle dinero, lo
rechazaban indignados y ofendidos pues para ellos era un concepto dogmático que
el dinero era otro grillete que sojuzgaba al individuo a la dictadura
prepotente de la execrada burguesía explotadora.
Eran individualistas contumaces en todos
los órdenes del diario vivir. No tenían ni amigos ni camaradas ni reconocían
compañeros. Vivían, comían y pernoctaban en absoluta soledad. Improvisaban sus
precarias viviendas que duraban un par de días, (la ranchada la llamaban), al
costado de los galpones usados como depósitos de cereales en las
ferroestaciones o en los andenes cuando la generosidad del jefe se los
permitía. Comían codo con codo sin siquiera mirarse entre sí. La mayor parte
pertenecía a la raza eslava: lituanos, rusos blancos, letones, polacos, checos
y el agregado de un gran ingrediente que servían para amalgamar este
batiburrillo de nacionalidades: italianos corridos por el fascismo mussoliniano
y españoles, en gran parte de origen catalán.
Todos estos extraños personajes que
parecían nacidos por la pluma de Dovstoyeski eran todos emigrados expulsados
violentamente por los gobiernos reaccionarios europeos que proliferaron en la
postguerra del año 1919. Entre seguir viviendo o afrontar los pelotones de
fusilamiento la opción no daba lugar a muchas alternativas. Todos estos
apasionados fanáticos de la libertad a ultranza llevaban algún libro en los
atados de sus míseras pertenencias. Allí tenían absoluta preeminencia las
publicaciones de Tolstoy, Rosa Luxemburgo, Bakunín, Topoktín y Enrico
Malatesta. En un castellano bastante comprensible leían en alta voz trozos de
éstos artículos ante la muda atención de un auditorio que asimilaba en silencio
estas ardientes proclamas revolucionarias que chorrean estallidos sociales y
olían a pólvora.
Los anarquistas expropiadores tuvieron
una vida efímera. Alcanzaron el pináculo de su preponderancia desde los años
1920 al 1935 cuando desaparecieron barridos por las balas, los fusilamientos y
el presidio. Tuvieron en aquel momento una actuación destacada y descollante
dentro del movimiento obrero y en las organizaciones sindicales se discutía
ardorosamente si debía prestárseles ayuda, protegerlos o seguir su ejemplo. La
reacción que provocaron con sus expeditivos métodos de lucha tuvo resonante
trascendencia. Hasta los anarquistas puros en donde había comenzado la génesis
de su ideario los combatieron en el terreno de las ideas, rompieron
violentamente con ellas. Todos estos desarraigados de la gran familia argentina
invenerados transhumantes por los caminos de hierro de la década del 30,
murieron olvidados. Humildes cementerios de muchos pueblos dispersos en la
geografía del país reciben sus restos que eran velados en las comisarías de
campaña, generalmente en las caballerizas o en improvisadas salas velatorias
despojadas de todo ornamento. Solamente en contadas ocasiones, alguna cruz en
donde colgaba un Cristo famélico los acompañaba en esos últimos momentos. No
había flores ni coronas, ni llantos, ni lágrimas ni responso de difuntos.
Algunos de los accidentales compañeros de ese periplo sin retorno se quedaban
afuera, tozudamente, fieles a su manera de pensar. Ateos a "ou
trance", despreciaban las ceremonias de la liturgia cristiana. En
ocasiones otros esperaban que el féretro fuera sacado para ser llevado a su
último descanso y gravemente lo despedían sacándose la hirsuta gorra y levanto
su puño derecho en ademán desafiante.
Así, dolidamente, tal cual lo narramos
fue el triste y emotivo final de la gran recordada mayoría de los anarquistas
puros. Las lluvias y el buril impiadoso del tiempo borraron sus nombres,
desprolijamente impresos sobre una rústica cruz de madera. Y a veces ni eso.
El autor de estas memorias recuerda
cuando en el cementerio de Justo Darac, un pueblito de la provincia de Córdoba,
inhumaron los restos de uno de ellos. Carecía de documentos identificatorios.
Dos letras: NN, marcaron su final.
La actuación de la F.O.R.A. en Villa
Constitución
Procedemos ahora a incursionar en la
parte fundamental de estos apuntes recordatorios en razón de querer ceñirnos
estrictamente, rigurosamente a la verdad histórica. Vamos a dejar de lado,
momentáneamente la narrativa familiar y coloquial para presentar un anecdotario
de sucesos presentados por riguroso orden cronológico.
La secuencia arranca en el año 1900. En
tal fecha se realizó el primer Congreso de la F.O.A., (Federación Obrera
Argentina), primitivo nombre de la organización. Las reuniones se transformaron
en un campo de batalla filosófico-político enfrentándose agudamente los
delegados socialistas y anarquistas, irreversiblemente separados por dos
conceptos antagónicos irreconciliables.
Unos, (los socialistas), aceptaban la
mediación del Estado para solucionar las diferencias suscitadas por las
controversias entre patrones y obreros. Los anarquistas, tozudos defensores de
la plena libertad se aferraban al axioma típicamente ácrata que las diferencias
entre capitalistas y asalariados debían y podían arreglarse entre ambos sin
intervención de terceros.
El "alma mater" de este primer
Congreso gremial fue el anarcosindicalista de origen itálico Pietro Gori, que
entre los años 1898 y 1902 se radicó en nuestro país realizando una proficua
campaña de esclarecimiento entre los organizadores que hacían su aparición en
nuestro suelo. Justamente a Pietro Gori se debe el nombre de F.O.A. con
la que fue conocida en la génesis de su nacimiento. Y anotamos ahora un hecho
muy poco conocido en nuestro historial. El mismo nos fue relatado por Inocencio
Lezcano, uno de los pocos fundadores del forismo en Villa Constitución que
todavía vive.
Lezcano nos reveló que durante los días
19 al 21 de Junio de 1902 se realizó en Buenos Aires el II Congreso de la
F.O.A.. En estas reuniones, la Sociedad de Resistencia de obreros portuarios de
Villa Constitución estuvo representada por un joven afincado en la Capital
Federal con 28 años de edad, llamado Ernesto Ghiraldo quien tiempo después se
destacaría como una promisoria figura de las letras argentinas. Fue dramaturgo,
poeta, orador, escritor y publicista. Sobre su infatigable accionar puede
contarse que desde el 22 de septiembre al 14 de noviembre de 1906 fue director
del periódico "El Obrero" clausurado violentamente por el gobierno
conservador de aquella época en un impresionante despliegue policial que
también contó con el apoyo de tropas del ejército. Sin amedrentarse ante tal
bárbaro atropello, Ghiraldo conjuntamente con otros compañeros fundó el
semanario “La Protesta” que subsiste hasta la fecha habiendo resistido
gallardamente a una inacabable serie de clausuras, suspensiones, confiscación
de ediciones y empastelamientos de imprenta. Nadie hasta ahora ha podido
amordazar este vibrante clarín de rebeldía en favor de los humildes y
desposeídos. Transcribimos parte de la misiva que nos remitió Lezcano:
"Para el centenario patrio de 1910 el compañero Ghiraldo afrontó la
valiente tarea de confeccionar los originales, corregirlos e imprimirlos y
posteriormente venderlos por su propia mano en plena Avenida de Mayo. Si ahora
hago esta semblanza de Ghiraldo anarquista representando a los compañeros del
puerto villero es porque ese pueblito donde nosotros nacimos vivían un
conglomerado de compañeros que en numerosas asambleas derrotaron virilmente a
los socialistas que siempre querían depositar la solución de los problemas
laborales en los políticos de la época. Ghiraldo fue el que pregonó desde
principios del siglo que nuestra entidad debía llamarse F.O.R.A. (Federación
Obrera Regional Argentina), por cuanto una nación es una región, una provincia
es una comarca y una ciudad es una localidad. Nuestra organización puramente
económica es distinta y opuesta a la de todos los partidos burgueses, políticos
y amarillos-obreros, puesto que así como ellos se organizan para la toma del
poder político, nosotros nos organizamos para que los estados políticos y
jurídicos actualmente existentes queden reducidos a funciones puramente
económicas estableciendo en su lugar una Libre federación de libres asociaciones
de productores libres."
Continuando,
retomando el hilo de estas memorias digamos que ya en el año 1907 una ola de
huelgas estremeció al país. Los elementos desencadenantes que se unieron
fueron: 1°) El proletariado obrero que como ya lo mencionamos tuvo por cuna el
campo se había extendido entre las grandes masas de habitantes que comenzaban a
proliferar en los ya pujantes centros urbanos. Y 2°) La vibrante y denodada
tarea de los anarco-sindicalistas quienes desde la trinchera de sus aguerridos
sindicatos que lideraban, (ladrilleros, portuarios, panaderos, imprenteros),
que habían creado y fundado, se lanzaron a una ininterrumpida campaña de lucha
por la obtención de mejores salarios y humanización de las condiciones de
trabajo. La oleada de paros tuvo como epicentro la Capital Federal y todas las
poblaciones portuarias del litoral. Allí los grandes monopolios, Bunge y Born y
Louis Dreyfus, los formidables tiburones del cereal se repartieron la compra y
la posterior exportación de las cosechas.
El dique que
funcionaba en Villa Constitución merece un párrafo aparte.
Allí existió durante muchos años una
frenética actividad. Por ese lugar, los propietarios del ex ferrocarril Central
Argentino, actualmente Bartolomé Mitre, descargaban el carbón de piedra,
también llamado hulla de Cardif para proveer de combustible a las antiguas
locomotoras a vapor que realizaban el servicio en la línea férrea que partiendo
de este punto terminal pasaba por San Urbano, Venado Tuerto, Rufino y llegaba
hasta la localidad cordobesa de Laboulaye. Como una curiosidad histórica
desconocida por la mayoría, revelamos que por la ley de la Nación las empresas
ferrocarrileras británicas estaban exceptuadas del pago de derechos aduaneros
para importar el carbón de piedra. Además de esto habían obtenido la concesión
de la rada en la zona. Al revés de lo que sucedía en el resto de las radas,
aquí en Villa la estadía era gratis, no se cobraba alquiler por estar fondeando
en ella. Es por esto que junto al largo rimero de los transportes
carboneros siempre se veía una interminable hilera de cargueros cerealeros los
que, faltos de fletes, llegaban a este puerto a la espera de poder llenar sus
bodegas con alguna partida de cereal.
En este ambiente tan proficuo de
actividades los infatigables y consecuentes de la F.O.R.A. multiplicaban su
encendida prédica de agitación y propaganda partidaria. No podemos olvidar y
debemos tener siempre bien presente que estos hombres dentro de las tres
grandes corrientes ácratas ocupaban la resuelta posición de anarco
sindicalistas. Su labor exclusiva era la de bregar denodadamente por conseguir
mejoras salariales y otros puntos afines, (rebaja en el precio de la bolsa,
reducción del tiempo de tareas, el aguatero para surtir de agua), a lo que
llamaban cuadrillas o "manos".
Como apéndice de su trajinar laboral,
estos foristas organizaban en sus locales cursos vespertinos donde enseñaban a
leer y escribir, tenían bibliotecas, fundaron un conservatorio musical que
luego dio origen a "La Lira", una banda de instrumentos de cuerda y
viento que perduró hasta cerca de 1950. Además organizaban veladas con
representaciones teatrales donde se representaban obras de fuerte contenido
social.
Mas, con estos métodos de lucha, los
anarco-sindicalistas incurrían en un error fundamental que los llevó a su
desaparición. Eran únicos, formidables en la tarea de fomentar paros, organizar
huelgas y actos de protestas que en su gran mayoría triunfaban por su
descollante predicar, porque ellos, los libertarios, predicando con el ejemplo
iban siempre al frente de las manifestaciones para luchar a brazo partido
contra la milicada brava de aquellos ayeres con riesgo de sus vidas, o
polemizando áspera e intransigentemente con los patrones en las mesas de las
discusiones sin ceder un ápice sus reclamos. No toleraban ni admitían la
presencia del Departamento de Trabajo. Siempre lo ignoraban. Por esta manera de
accionar, esta filosofía de combate trajo en lo que alguien bautizó como
“determinismo histórico”, que los delegados socialistas y los políticos
oportunistas les arrebataran la paternidad de estos justos reclamos arreglando
mañosamente entre bambalinas con los funcionarios oficiales apareciendo luego
ostentosamente como los triunfadores en estas mediaciones.
La Sociedad
forista de Villa también tuvo activa participación en el Congreso Obrero
realizado en Rosario en 1904 donde se resolvió llamar F.O.R.A. al movimiento.
Ya entonces la literatura anarquista era muy abundante en la región. Recordemos
los títulos de algunas publicaciones: "La federación Obrera",
"Libre Iniciativa", "Verdad", "Los Libertarios",
etc. En ese año, las Federaciones de estibadores aunadas en una acción común
declararon una huelga para conseguir una mejora en las condiciones de trabajo
que abarcó los puertos de Rosario, Villa Constitución y San Lorenzo. Este
movimiento duró hasta el año 1905. Esto da una idea del alto grado de
combatividad que animaba a los antiguos activistas. Toda esta larga e
ininterrumpida serie de luchas y conflictos sirvieron para retemplar y consolidar
el ánimo de los dirigentes de Villa Constitución.
Ya por entonces se había agudizado al
extremo la lucha entre las tres grandes fracciones anarquistas. Recordemos que
la F.O.R.A. local estaba dirigida por los anarco-sindicalistas, quienes como ya
lo hemos puntualizado centralizaban su accionar en la lucha por las conquistas
obreras en abierta oposición con los anarquistas "puros" y los
llamados "expropiadores".
No solamente rechazaban la teoría de
conquistar el poder para llegar a una sociedad sin clases sino que la
denostaban y vituperaban contra ella.
"El poder corrompe", "El
patriotismo es el huevo donde se incuba la dictadura", "La burguesía
engendra el capital y el capital es el grillete que encadena a los
pueblos", "Gobernar es hacer sufrir".
Estos eran algunos de los argumentos que
desplegaban como obstinada oposición de su luminosa filosofía.
Y como remate de esta fabulosa andanada
verbal, puntualizaban irónicamente: "La ley burguesa es muy justa. Prohíbe
al mendigo y al millonario dormir debajo de los puentes".
Entresacamos de un periódico de Villa
Constitución, "El Progreso", con fecha Abril de 1913, uno de los
escasos artículos publicados sobre la actividad del movimiento obrero a
principios del siglo. Narra este semanario que en la fecha indicada estalló en
Rosario un conflicto sindical llevado a cabo por los conductores de tranvías
que fueron a la huelga en procura de mejorar sus escuálidos jornales. Fueron
apoyados incondicionalmente en toda la línea por los anarquistas de la zona,
entre los cuales los sindicalistas de Villa ocuparon un primerísimo lugar,
motivo que ocasionó un allanamiento y la clausura del local partidario. El
rechazo patronal al petitorio fue absoluto. Con el indiscriminado apoyo del
gobierno la fuerza pública de seguridad interrumpió violentamente un acto
público celebrado en el centro de la ciudad. El salvaje atentado dejó como
luctuoso saldo 3 obreros muertos. Pero la gente forista no era de arrear así
nomás. Respondieron a la agresión apedreando vigorosamente a la milicada y
quemaron varios tranvías.
Durante el año 1912 se desató otro
conflicto de gran magnitud. Tuvo como protagonistas a los chacareros del sur
santafecino. Pasó a la historia como "El grito de Alcorta".
Intervinieron en la lucha mas de 120.000 labradores, todos ellos inquilinos de
los predios que trabajaban y sometidos a un inicuo régimen de despojo por los
leoninos contratos de arrendamiento que obligadamente debían firmar. Además de
la dirigencia obrera tuvieron como aliados defensores de gran prestigio como
Lisandro de la Torre, Juan B. Justo y Ricardo Caballero. El enfrentamiento con
los dueños de las tierras se extendió rápidamente en el norte de la provincia
de Buenos Aires y se prolongó casi un año entero. Uno de los principales
líderes de este inédito conflicto agrícola era residente en Villa Constitución.
En realidad, el movimiento de Alcorta no
hizo sino canalizar la desesperación de los labradores, en su mayoría
inmigrantes. Como lo puntualizamos anteriormente, estaban atados a las coyundas
de un infame contrato de carácter verdaderamente esclavista. El detonante de la
rebelión fue una magra cosecha de trigo y maíz y una baja artificial del cereal
cuyas desastrosas consecuencias se hicieron sentir sensiblemente en el comercio
regional.
El conflicto se inició en Junio de 1912
cuando los negocios mayoristas de Alcorta, en la práctica manejados por los
poderosos acopiadores cerealeros amenazaron con retirarles las libretas del
fiado a los colonos que no abonaran por lo menos la mitad de su deuda. Para
conocimiento de los lectores informamos que era práctica establecida que los
negocios otorgaban un crédito que se pagaba luego de que fuera levantada la
cosecha. Ante el prepotente ultimátum tomado por los negociantes un agricultor,
(Francisco Bulzani), citó entonces a los inquilinos del campo "La
Sepultura" a una reunión celebrada en la noche del día 10. De esta
asamblea surgió un comité de huelga integrado por Bulzani, Francisco Peruggini,
José Lucantoni, José de Biasse y Francisco Capdevila, este último anarquista
catalán afincado en Villa Constitución, donde conjuntamente con otros camaradas
libertarios había sentado las bases del movimiento forista. La agitación
prosiguió, el conflicto fue tomando proporciones y la tensión alcanzó su máximo
nivel con la detención de Bulzani, Peruggini y Capdevila a quienes la policía
debió liberar prontamente ante la resuelta actitud de los sectores chacareros.
El movimiento se sumergió entonces en la semiclandestinidad por el temor a la
represión de las fuerzas armadas. Entonces, en esos momentos de desorientación
debido a la falta de experiencia de los improvisados dirigentes, los
anarco-sindicalistas no hesitaron en tomar con mano firme las riendas de la
sublevación de estos desheredados de la tierra. A caballo, en sulkis o
simplemente a pié recorrieron las chacras del departamento Constitución
instando a los huelguistas a mantenerse firmes y unidos bajo la consigna: La
tierra y el producto de la tierra para el que la trabaja.
El Grito de Alcorta que finalizó con la
aceptación de la mayor parte de los reclamos significó una acción campesina sin
precedentes en los anales de nuestras contiendas laborales, aunque así lo
definía el historiador Carlos Echagüe:
"El movimiento fue hábilmente
tergiversado por los grupos burgueses que forcejeaban con la oligarquía
dirigente no para desalojarla del poder sino para negociar el acceso a
porciones del mismo".
Los resultados del movimiento se
concretaron en la creación de innumerables ligas agrarias, en el nacimiento de
muchas cooperativas y en la necesidad de legislar con nuevos criterios para el
campo. Esta revolución agraria sin embargo, no alcanzó a mejorar en nada la
situación de los peones rurales en el sur de Santa Fe ya que entonces
soportaban una situación de total desamparo. Estos marginados vivían en
condiciones sumamente precarias y a pesar de que son trabajadores agrícolas las
condiciones de indigencia y pauperismo viven como verdaderos proscriptos de esa
sociedad. Más que proveer de arrendatarios y medieros, esa Falange de
inmigrantes pobres daba origen a las peonadas de las colonias a los que según
la clasificación estadística eran considerados como personal "de
fatiga". Eran los que nunca enviaron fondos ni dinero a Europa. Atados al
surco por el pauperismo en que medraban se convirtieron en recolectores de
cosechas, changarines, carreros, en las poblaciones desarrolladas por el agro y
el ferrocarril. Tal era el destino que les esperaba a estos nómades de la
pampa. Un imponderable aporte a la historia del movimiento anarquista en Villa
es la documentada nota que nos remitió el ya recordado dirigente Inocencio
Lezcano.
La transcribimos textualmente:
"Estimado amigo:... El 17 de agosto
de 1929 los capataces portuarios llamaron a trabajar por lista. Ya estaba
establecido que se cobraba jornal doble por ser feriado nacional (Muerte de San
Martín). El capataz Moya aclaró: Jornal simple para el que quiera trabajar. A
pesar de la protesta de los compañeros Antonio Luna y Cipriano Corvalán, un
grupo de carneros entró a trabajar y de este modo se rompió la organización...
En el año 1936 discutimos en varias asambleas la cuestión siguiente: Varios
compañeros estábamos al día con la cotización, (60 centavos por mes). De esta
suma 25 centavos se enviaban al Consejo Federal. Con los 25 centavos restantes
teníamos que pagar el alquiler del local, los manifiestos y demás gastos de la
organización. La mayoría de los portuarios eran morosos... Así llegamos a
enfrentarnos con la patraña de Ponciano Benítez y quienes lo secundaban, una
inmensa cantidad de morosos como los acusó el tesorero Beltrán Ferreyra hacían
caso omiso de la organización... En estas asambleas constituimos el Sub-comité
Pro presos y Deportados. Otra resolución de esta asamblea fue la compra del
local partidario a la familia Bordaberry, la casa que en 1975 fue objeto de un
bárbaro atentado, le colocaron una bomba... Muchos han historiado sobre los
orígenes y el devenir de Villa Constitución, pero muy poco se han ocupado de
aquellas Sociedades de Resistencia de los obreros del puerto. Paso a contarte
que el primer Congreso Obrero fue realizado por la Federación Obrera Argentina,
(F.O.A.) en el año 1900. Ya existía una lucha sin cuartel entre anarquistas y
socialistas. Predominaba el anarquismo, así se manifestaba en nuestro medio
entre los portuarios y los camaradas ferroviarios... Entre los años 1901 y 1902
fueron intensas las huelgas en todo el país. La dirigencia forista local tuvo
intensa participación... Años más tarde he visto a esos luchadores y combativos
compañeros exigir la libertad de Sacco y Vanzetti procesados en 1921 y en esas
campañas de solidaridad he visto llorar a mucha gente cuando el 23 de Agosto de
1927 electrocutaron a estos mártires de la Anarquía. Al decir anarquía es bueno
recordar que dicha palabra ni significa violencia, explosión (sic), guerra y
todos los otros efectos que causa la desigualdad. Estamos contra todo gobierno
porque gobierno significa opresión y privilegio. "An" es un prefijo
que se antepone al vocablo; quiere decir "no, sin" y
"arquía/cracia" significa mando, gobierno, dirección política. En una
palabra: Todos los sufrimientos de la humanidad. Retomando la narración de las
luchas obreras en nuestro pueblo, no podemos soslayar el nombre de aquél
impertérrito sindicalista que se llamó Beltrán Ferreyra que en el año 1943
decía: Debes saber que desde fines del siglo hasta el presente siempre que
estaba abierto el sindicato portuario yo aunque lloviera estaba a la noche ahí
cooperando. Desde que lo conocí lo recuerdo colaborando siempre detrás del
escritorio, haciendo recibos, doblando manifiestos con una perseverancia sin
parangón. Este fue uno de los tantos anarquistas anónimos que con su honestidad
ejemplar entusiasmaban a quienes tenían la oportunidad de conocerlo... Año
1928. Los portuarios de Villa junto con los compañeros de Rosario fueron a la
huelga general hasta que conquistaron el jornal de 8 pesos para todos los
puertos del país. En esta huelga fue asesinada la compañera Luisa Laliana por
un traidor a la huelga y aquí, en Villa, Antonio Ortiz, un capataz de puerto,
asesinó a Herrera, orador vehemente de la F.O.R.A, quien, herido mortalmente,
se levantó del suelo y enterró una cuchillada en el corazón de su rival...
Llegamos a Mayo del año 1932. Gran huelga en nuestro puerto, (carneros, tiros,
abundancia de acciones directas al extremo de que las fuerzas vivas, o los
vivos de la fuerza, pidieron al gobierno nacional que enviara una cañonera
(Paraná), que fondeó en el puerto. Demás está decir que todo esto era contra
los trabajadores rebeldes. A pesar de toda intimidación la huelga triunfó
ampliamente imponiéndose un pliego de condiciones que estipulaba entre otras
cosas la bolsa de trabajo. En ese mismo mes de Mayo llega desde Rosario Teodoro
Suárez para ayudar a la dirección del movimiento obrero. A fines de 1932 el
compañero Suárez se radicó en Villa Constitución con su familia y en este lugar
residió hasta el mes de Mayo de 1941 cuando fue nombrado delegado directo del
Consejo Federal y dejó esta ciudad. Suárez fue un compañero de conducta
intachable en todas las manifestaciones de la vida y un perseverante pregonero
del ideal anárquico. También te informo que en Villa funcionaba la Federación
Obrera Comarcal que aglutinaba varios gremios del departamento Constitución
como así también un Comité Permanente Pro Presos y Deportados que se mantenía
con un estampillado de 10 centavos por asociado al gremio portuario.... En
enero de 1933 fui nombrado Secretario General de Obreros del Puerto de Villa
siendo un militante del movimiento Forista hasta que en 1943 me llevaron a la
cárcel de Coronda en el mismo tiempo que vos estuviste detenido. Volviendo
atrás en los recuerdos traigo de nuevo la imagen de Manuel López, (Manucho). En
esa fecha los fascistas partidarios de Mussolini le propinaron una terrible
paliza. Le pegaron con el tacho de engrudo porque los enfrentó gritándoles: ¡No
tienen vergüenza pegar en las paredes murales del fascismo!... Los carteles
anunciaban una película que pretendían pasar en la Sociedad Italiana. Demás
está decir que esta película nunca pudo exhibirse aquí... En el mes de
Noviembre de 1936 discutimos durante 36 horas un problema interno en el
Sindicato, en contra de los morosos de la cotización que se amalgamaron con
todas las alimañas, las calumnias, las infamias y las torpes patrañas.
Utilizaron todos estos infundios para pedir la expulsión del compañero Suárez.
Por ahí andará un manifiesto que
publicamos titulado EPILOGO DE UN PLEITO MORAL, en el cual se demostraba cómo
triunfa la verdad justiciera en contra de la contumaz cizaña procaz de los
irresponsables... Espero sabrás disculparme la forma breve que detallo sucesos
acontecidos en Villa desde principios de siglo. Yo fui muy amigo de los
archivos pero es obvio decir que desaparecieron. Tengo apuntes y algunas cosas más
que quiero hilvanar sin apuro para posteriormente entregarlas a la publicidad”.
Te felicito y agradezco. LOS HOMBRES DE
LA F.O.R.A.
30 de Julio de 1991.
Firmado: Inocencio Lezcano
Como un colofón y comentario a la última
parte de esta nota, verdadero documento histórico vamos a dar a conocer un
conjunto de documentos pertenecientes al archivo anarquista de Villa
Constitución. Los mismos nos han sido cedidos por el señor Víctor Cortéz,
director propietario de la FM local "Radio Puerto de Piedras" y nieto
de Germinal Álvarez, uno de los auténticos dirigentes anarco-sindicalistas que
tuvo este pueblo en su glorioso pasado de reivindicaciones y de luchas.
Estos documentos son:
Dos hojas de un block para cartas, en
blanco con un sello impreso en el ángulo superior izquierdo con un título:
Federación Comarcal de V. Constitución
- C Comarcal - Un título impreso
Federación Obrera Comarcal de Villa Constitución Adherida a la F.O.R.A. - U. T.
N° 21 Dirección: Corrientes 275.
Villa Constitución.....................
de 19....
Nota del Consejo Federal de la F.O.RA.
con sede en Venezuela 3956 de la Capital Federal dirigida a la Sociedad Obreros
del Puerto Villa Constitución.
En el mismo informe sobre una reunión
anarquista de carácter internacional a celebrarse en nuestro país (no se
estipula la fecha). En su párrafo más substancial dice textual:
"El movimiento en nuestra zona y
buena parte del sur del país está retomando el camino de la lucha, reuniones de
gremios se están realizando a menudo en las que se tratan importantes problemas
para el resurgir de la F.O.R.A., signo éste del renacer de una nueva militancia
que entra en nuestro movimiento con ansias de trabajar en pro del ideal que
sustenta... También debemos agregar que la próxima reunión de gremios
portuarios tendrá en cuenta vuestra situación; esperamos provocar un movimiento
general de opinión a los efectos de lograr la apertura del local en esa.
Estamos haciendo lo humanamente posible en ese sentido."
La carta tiene fecha Agosto 7 de 1946.
Correspondencia con membrete de "La
Fraternidad" secc. local de febrero del año 1952, dirigida a los
compañeros portuarios de Villa Constitución:
"... hacemos llegar nuestro
agradecimiento por la ayuda moral y material dada sin retaceos en los difíciles
momentos que vivió nuestro gremio durante cuarenta y dos días de conflicto al
que fuimos llevados en defensa de nuestras conquistas laborales y por el
bienestar de la Nación toda. Nos fue posible mantenemos tantos días en
conflicto por la solidaridad recibida por nuestros hermanos de clase de todo el
país quienes, como ustedes, estuvieron junto a nosotros para impedir que
nuestra organización fuera aplastada como se pretendió."
Carta remitida por la Organización de
Obreros de Puerto San Martín el 14 de Mayo de 1950.
En la misma el Secretario General Santos
López informa que el sindicato portuario peronista desconoció el boicot de
carga ordenado por las Federaciones zonales anarquistas contra el barco
franquista de bandera española. A pesar esta "descarada traición"
López dice que la Federación local no prestará sus hombres para cargar el
cereal y no "haremos el triste papel de carneros".
Nota del Consejo Federal de Buenos Aires
del 14 de Julio de 1946:
"Compañera
Rosa Vega y demás compañeros de Villa Constitución: os enviamos guía de FC para
retirar paquetes con 150.000 manifiestos. Esperamos recibir confirmación de
llegada de los paquetes. Remitimos también circular sobre el "Anarquismo
internacional". Pedimos vuestra opinión sobre si este Consejo Federal debe
concurrir al encuentro internacional a celebrarse en fecha a designar."
Carta manuscrito
del 24 de septiembre de 1945 dirigida a los compañeros Germinal Álvarez, Rosa
Vega y demás camaradas.
En esta nota Lezcano comenta que en
unión de otros dirigentes se encuentra abocada de proceder a la reapertura del
local portuario de Capital Federal clausurado meses atrás por el gobierno de
facto del General Ramírez. Manifiesta textualmente:
"En Rosario hay una actividad
sindical portuaria que asombra para exigir las 6 horas como jornada máxima y
organizarse en la F.O.R.A., ya está la Comisión formada, todos viejos
portuarios foristas que ven con alegría el resurgir de la vieja entidad que ya
las otras están desprestigiadas... Hoy el Consejo Federal envía al compañero
Leoncio Gómez 1.000 manifiestos portuarios. Traten distribuirlos bien... El
sábado que viene Suárez estará en esa para hablar con los compañeros para
ponerlos al tanto de la situación obrera actual..."
Y por último, el documento más
importante que obra en nuestro poder.
Es el original del pliego de condiciones
firmado en Rosario el 20 de Febrero de 1946 por los Presidente y Secretario del
Centro de Exportadores de Rosario, y Leoncio Gómez, Feliciano Gómez e Inocencio
Lezcano por la Sociedad de Resistencia de Obreros Unidos del Puerto de Villa
Constitución. La reunión fue realizada en las instalaciones de la Bolsa de
Comercio de Rosario. Fiel a su manera de pensar, los dirigentes foristas
realizaron y firmaron el pliego directamente y sin mediación del entonces
Departamento de Trabajo.
Como una curiosidad detallamos algunos
jornales establecidos en este Convenio de Trabajo: (Por jornadas de 8 horas)
Hombreador $ 13,00; Estibador $ 14,00; Cortadores $ 15,00; Cargadores $ 16,00;
Costureros $ 9,50.
Cerramos esta recorrida a este archivo
desconocido con otra reveladora información. En la fecha, en las oficinas de la
Municipalidad de Villa Constitución el Padrón de Registro de Inmuebles N° 411.
En el mismo se establece que la familia Bordaberry vendió a la entidad llamada
F.O.R.A. el inmueble situado en calle Corrientes entre San Martín y Belgrano,
lindando con las oficinas de la Unión Telefónica. En representación del
comprador firmaron: Silverio Ríos, Carlos Guardia y Gerardo Luna, todos
fallecidos.
Hoy, a casi un siglo de su nacimiento,
la vieja entidad libertaria de luchas memorables conjuntamente con su ideario
todavía incumplida deja a las generaciones del presente el regalo de una
propiedad pagado con monedas de muchos sacrificios. Quieran mis dioses que los
herederos sepan aprovecharla.
Como punto definitivo vamos a narrar los
incidentes de una lucha gremial que por sus insospechadas derivaciones tuvo
resonancia en todo el dilatado ámbito de nuestro país.
Corría el mes de marzo de 1941. La
Empresa Constructora Christiani y Nielsen tenía a su cargo la construcción del
Elevador Terminal. Trabajaban alrededor de 200 obreros albañiles, carpinteros y
hormigonadores. Quien escribe ocupaba el cargo de ayudante para realizar los
ensayos granulométricos de piedra y arena bajo la supervisión de la oficina
nacional de inspección.
El grupo de obreros estaba afiliado a la
Secc. Oficinas Varias dirigido por los sindicalistas foristas. Se presentó en
la empresa un pliego de condiciones por aumento general de salarios. Para ceñir
este informe al detonante del conflicto rememoraremos que el peón de la
construcción ganaba $ 4 por 8 horas de labor. El petitorio fue rechazado por la
patronal y una asamblea decretó la huelga general hasta que las demandas fueran
satisfechas. Transcurridas dos semanas de paro, la situación tomó un giro
imprevisto. Christiani y Nielsen habló al Departamento de Trabajo y éste citó a
nuestro Sindicato a una audiencia de conciliación. La respuesta fue
contundente. Fiel a los principios que sustentaba, la dirigencia gremial le contestó
que rechazaba terminantemente su mediación aclarándole que las cuestiones
suscitadas entre obreros y patrones se arreglaban directamente entre ellos sin
necesidad de terceras personas. Entonces la Empresa envió una nota a la
Secretaría Gremial solicitando una asamblea y concurrió a ella. En su
representación fue el ingeniero Zeck integrante del Directorio.
La reunión duró cerca de 6 horas. Todos
los jornales del personal, (eran 14), fueron analizados y discutidos. El final
de esta polémica tuvo este resultado: La Empresa, con ligeras variantes daba la
conformidad a todos los aumentos menos a la del peón común, categoría a la cual
pertenecía el 50 % del personal. El peón tenía $ 4 de salario. El pliego
solicitaba para ellos 5,60. Empecinadamente el delegado empresarial primero se
negó a otorgar ninguna mejora. Y luego imprevistamente manifestó que accedía a
pagar $ 5 y que ésta era su última y definitiva palabra. Entonces pidió la
palabra Juan Latelaro, un sindicalista porteño que había venido para prestar su
colaboración.
Con simples y encendidas palabras reveló
al auditorio que la Federación que aglutinaba a las empresas constructoras
tenía un compromiso. El mismo indicaba que el salario máximo a pagarse a un
peón, fuera de los límites de la Capital Federal era de $ 5. Allí estaba el
motivo de la negativa. Con ánimo reivindicatorio la asamblea dispuso que hasta
que la patronal no ofreciera una mejora el conflicto seguiría. Días después de
esto que estamos narrando el jefe de policía envió al sindicato un escuadrón a
caballo y nos arreó a todos los presentes detenidos hasta la jefatura. Allí el
jefe, Ignacio Palenque, funcionario de mando tiránico y despótico nos arengó
con acento altisonante increpándonos porque éramos una recua de ovejas
dirigidas por unos "revolucionarios comunistas" y que si
inmediatamente no aceptábamos la oferta de la empresa al otro día concurría a
clausurar el local y metería en la cárcel a todo el Comité de Huelga. Entonces
se adelantó Teodoro Suárez una de las figuras señeras del sindicalismo de
antaño:
- Puede ir a clausurar el local señor
Jefe - le respondió - Tiene usted la fuerza disponible para hacerlo. Pero me
permito decirle que nada conseguirá con esto, pues no son las paredes las que
piensan sino los hombres que se reúnen en ellas. Y para el alma de los hombres
no hay cárcel ni cadenas que puedan acerrojarlas. Impresionado por estas
palabras el funcionario no intervino el local. Y la huelga prosiguió hasta que,
al mes, la Empresa, presionada por los compromisos de entrega cedió en toda la
línea y por primera vez en la historia de las conquistas obreras del país el
peón de la construcción del interior pudo ganar más de $ 5. El jornal obtenido
fue de 5,20.
Esta es la historia, una gesta magnífica
de luchas que tuvo como escenario a este pueblo de Villa Constitución y a un
puñado de sus hijos dilectos.
Enero 9 de 1992.
Guildo Corres
Notas
[1] Varios motivos nos han decidido a incluir en
la sección Textos este trabajo de Guildo Corres. El más general de todos es enfocar la
atención sobre uno de los fenómenos más mencionados cuando se intenta recuperar
la memoria de la historia obrera local, pero que a su ves
ha sido escasamente abordado bajo los parámetros de un investigación en regla,
nos referimos a la persistente presencia del sindicalismo anarquista (forista)
en el sur provincial y muy en particular en la ciudad de Villa Constitución. El
anarquismo local nace al calor de los conflictos sociales de fines del siglo
XIX y principios del XX, conocerán un momento de expansión, auge y permanencia
de casi medio siglo, así cuando las organizaciones anarquistas parecían estar
destinadas al baúl de los recuerdos del sindicalismo argentino (durante los
años treinta y principios del 40) en nuestra localidad mostraban una vitalidad
tal que les permitirá existir (aunque a partir de este momento no más que eso,
existir) hasta los conflictivos años 70 del siglo pasado. El otro de los
motivos es indudablemente el autor, en Guildo Corres
queremos homenajear la figura del historiador militante y local. Sin duda su
obra no cumple estrictamente con los recaudos de la historiografía
científica-profesionalizada actual, pero esta marcada
por dos gestos que reivindicamos en la producción de conocimiento histórico
local: no le escapa al espinoso tema de la conflictividad (social es este caso)
recurrentemente evadido por la historiografía local de tono estrictamente
reivindicatorio; y demuestra una sensibilidad y preocupación (sincera, plural y
recurrente) por aquellos actores político-sociales de las clases populares hoy
desaparecidos que, sin la tarea misma de difusión que Guildo
Corres emprendió, no estaríamos hoy en condiciones de analizar.
Respecto de la
escritura del texto se ha respetado fielmente la versión original (aun
manteniendo errores en los nombres mencionados fundamentalmente, o formas
arcaicas), solamente fueron corregidos evidentes errores de tipeado.
Este texto fue
publicado originalmente por el autor en 1992, con ilustraciones de Malena Bertolotto y donde se incluía además una sección de poesías
del autor titulada “Poemas Literarios”.
Respecto de la
escritura del texto se ha respetado fielmente la versión original (aun
manteniendo errores en los nombres mencionados fundamentalmente o formas
arcaicas), solamente fueron corregidos evidentes errores de tipeado.
Este
texto fue publicado originalmente por el autor en 1992, con ilustraciones de
Malena Bertolotto y donde se incluía además una sección de poesías del autor
titulada “Poemas Literarios”.
[2] Guildo Braulio
Corres nació en Villa Constitución el 24 de octubre de 1916. Egresó de la
Escuela Normal de Villa Constitución en 1933, y luego de una breve experiencia
de linyera, trabajó como maestro en la localidad de Hughes. Activo militante,
estuvo preso por cuestiones políticas en Coronda en los años previos a la
primera presidencia de Perón; también participó activamente en varias
comisiones vecinales y en otras organizaciones político-culturales a lo largo
de toda su vida. Al fundarse el Instituto Superior del Profesorado en 1964, fue
uno de los primeros alumnos (estudió durante algunos años el profesorado de
Historia y Geografía y si bien no egresó, aquella fue siempre su gran pasión),
además de un decidido promotor de la primera Cooperadora. Al instalarse la
planta metalúrgica Acindar en Villa Constitución,
ingresó como jefe de sección, empresa en la que trabajó hasta su jubilación. En
las elecciones del año 1973 fue elegido concejal por el Partido Demócrata
Progresista, allí mocionó que los concejales no cobraran, lo cual motivó la
antipatía del resto del cuerpo. Al año siguiente, por el apoyo que brindo a la
lucha de los trabajadores metalúrgicos nucleados en torno a la lista Marrón,
su vivienda cita en calle Ingeniero Acevedo 43 fue parcialmente destruida
por un atentado con bomba.
Además del trabajo que
aquí se edita Guildo Corres ha sido un prolífico
escritor y poeta, estando publicada parte de su producción, por ejemplo:
CORRES, Guildo; De
mi pueblo y su gente. Cuentos y relatos, Municipalidad de Villa
Constitución, Villa Constitución, Tomo I, 1990. CORRES, Guildo;
Del ayer villero (Paisajes y personajes),
Municipalidad de Villa Constitución, Villa Constitución, 1993. Faltando escasos
días para cumplir los 77 años, murió en Villa Constitución el 18 de octubre de
1993. En conmemoración de su labor y de su persona una de las bibliotecas
populares de la ciudad lleva su nombre.