Los
Manuales hoy: un análisis historiográfico y pedagógico
Diego Diz(*)
Introducción
Los manuales escolares son objeto
actualmente de una destacada atención por parte de algunos investigadores dada
su creciente importancia en el ámbito educativo. Este análisis de los manuales
ha adquirido una mayor complejidad al estudiarse tanto sus características
internas como sus contextos de uso, ya sea por parte del docente como de los
alumnos.
Dentro de esta realidad de estudios
e investigaciones; en donde también se han abordado cuestiones como el control
oficial de los textos, las políticas nacionales referidas a los programas de
estudio, la confección de los textos o el papel que los mismos desempeñan en
regímenes populistas o dictatoriales; se intentará realizar en el presente
trabajo, un análisis de los manuales cruzando los contenidos de los mismos con
las distintas corrientes historiográficas.
Esta mirada deriva no sólo de la
especificidad de un enfoque de indagación, sino porque sabemos que los libros
escolares han influido notoriamente en la creación de las identidades
nacionales y los imaginarios colectivos, por lo que no es de extrañar que los
manuales de historia estén involucrados en la construcción de valores. Por
tanto, puede inferirse que el cambio producido en éstos mucho tiene que ver con
las nuevas orientaciones de la historiografía y con la renovación del modo de
hacer historia. Por lo dicho, el planteo de un análisis de los manuales a
través de una visión historiográfica se hace relevante.
El criterio de elección de los
manuales que se utilizaron responde en principio a órdenes de tiempo y
complejidad del trabajo. Un análisis mas abarcativo que incluya mayor número de
manuales actuales, como una contrastación entre manuales de distintas décadas,
excedería los límites definidos para la utilización de este trabajo como
material de cátedra. Por otro lado, la acotada selección de los manuales
utilizados se fundamenta en la intención de realizar un primer acercamiento con
la temática planteada[1].
Los textos elegidos corresponden a
las editoriales que en principio poseen una “mayor divulgación” entre los
docentes. A su vez, si bien no se realizó un análisis del contenido en su
carácter de formador de la identidad nacional, se seleccionaron manuales que
refieran a distintos períodos de la historia argentina y que se correspondieran
a los contenidos del 3er. ciclo EGB y el Polimodal.
A los efectos de orientar a un
potencial lector (docente de los niveles citados y/o estudiante superior), el
trabajo partirá del desarrollo de la historiografía definiendo su actual
estado. Posteriormente se avanzará en el análisis de los libros de textos
escolares tratando de describir los cambios más sobresalientes, para poder
introducirnos en la búsqueda de las distintas miradas historiográficas. Las
consideraciones que se desarrollan en el último punto intentan reflejar la
vinculación que deberían tener los métodos didácticos con el desarrollo de las
teorías históricas.
Un poco de Historiografía
Con la marcada irrupción en la historiografía
contemporánea del hombre como sujeto social, protagonista activo de la
historia, la misma se ha convertido en una ciencia del presente, rompiendo la
hegemonía que venía desarrollando el paradigma positivista. Éste concebía la
historia como una estricta reproducción del pasado, en donde el historiador era
un mero observador aséptico, perfeccionado en la práctica metodológica de
recolección de fuentes y con una fuerte idolatría por los “grandes hechos y
hombres”.
La historia y el oficio de historiador
comenzaron entonces a caminar la huella que los situó en el intento no ya de
narrar episodios sino de resolver problemas.[2]
“La historia no es ya ni será nunca más, la “ciencia que estudia el
pasado”...[3].
Hoy, surcada por el presente, que
le dicta los problemas a investigar la historia es una herramienta
imprescindible de análisis de la realidad social. Con usos y alcances opuestos,
la historia se posiciona con una función social determinante. La legitimación o
la crítica del poder hacen que podamos hablar de una historia con “ideologías”,
una historia que toma partido dentro del contexto social en que se desarrolla.
La activa participación de la
ciencia histórica en el proceso social del presente la sitúa conjuntamente con
la crisis que se da dentro del sistema total de saberes. Esta relativa
caducidad del paradigma científico ha impulsado, en el conjunto de las ciencias
sociales, un claro proceso de reorganización del cuál no queda ajena la ciencia
histórica.
A partir del quiebre de la
historiografía positivista, que se produce con la aparición de las distintas
escuelas historiográficas - proceso iniciado por la Escuela de los Annales al
cual contribuyeron los marxistas ingleses -, y profundizado por la revolución
cultural de 1968 se introduce el presente como objeto de estudio pleno de la
historia. Esta revolución sostenía la necesidad de tomar una actitud radical en
la experimentación y en el rechazo hacia el poder dominante.
Esto marca a toda la historiografía
contemporánea, la cual se deja, además, permear por el apoyo científico del
resto de las ciencias sociales, rompiendo con la tendencia positivista de
presentar a las ciencias como compartimentos estancos, sin conexiones entre sí.
La aparición del presente como
objeto vital de la historia implicó también una evolución en el enfoque de sus
temas de estudio, centrándose ahora en la “necesidad de explicar” los procesos
sociales, impulsando al historiador a una toma de posición desde algún lugar de
la realidad que estudia, desterrando la supuesta neutralidad positivista.
Afortunadamente esta tendencia ha
permitido profundizar el espíritu crítico de la gran mayoría de los
historiadores contemporáneos, que han optado por el progresismo y por un uso
abierto de la memoria.
Por otro lado, a la vez que se asume
la disolución del fundamento y la legitimidad epistemológica parcelada de las
ciencias sociales, se produce una revalorización de la historia, promoviéndose
la interacción con diferentes disciplinas.
Este cúmulo de modificaciones que
se han desarrollado en los últimos años, ha impulsado una mirada introspectiva
de la propia historia que permite un reposicionamiento de los significados y
los significantes de la historia y del historiador, plasmándose en una
proliferación de estudios historiográficos autocríticos y reivindicativos de la
disciplina como ciencia.
Un panorama más delimitado de la
actual configuración teórica y metodológica de la historiografía nos muestra
una ruptura del centro hegemónico de producción historiográfica vinculado
fuertemente con algunos países europeos.
A esta ruptura le sigue una nueva
situación en la cual las regiones antes denominadas satélites aportan
experiencias y conflictos que compiten abiertamente en la tarea de plantear los
grandes debates, abrir los nuevos campos problemáticos y nuevas líneas de
investigación en este proceso de renovación.
Este “policentrismo”[4]
permite revalorizar los aportes que hacen las producciones historiográficas que
se gestan en otras partes del planeta, contribuyendo a la construcción de una
ciencia histórica más universal.
Esta universalidad se plasma en la
actualidad a través de un conjunto de polos fuertes que se afirman a la
vanguardia acompañados por polos emergentes que son alternativas
historiográficas futuras.[5]
Teniendo en cuenta la periodización
que desarrolla Aguirre Rojas sobre la actualidad de la historiografía, vemos
que con la cuarta generación de Annales, esta se asienta como uno de estos
polos fuertes, superando la ambivalente historia de las mentalidades, lo que le
permite volver la mirada hacia la historia social, apareciendo entonces como
una vuelta hacia los orígenes de esta Escuela. Además del fuerte debate
metodológico que se reintroduce, propone una rediscusión de las problemáticas
que enfrentan hoy las distintas ciencias sociales incorporándolas como
herramientas para abordar las diferentes formas que asume la historia presente.
Otro polo importante lo dan algunos
historiadores ingleses, agrupados dentro de la historia social británica. Estos
defienden una historia profundamente social, convirtiendo a las clases
populares en los verdaderos sujetos. Trabajando en este sentido, aparece la
hipótesis de que la historia debe ser escrita por sus protagonistas ya que son
ellos los verdaderos constructores de la realidad. Esto sitúa a los
historiadores en la función de ser los canales de expresión de estas voces que
viven la experiencia cotidiana y directa. Practica, que por otra parte, amplía
el desarrollo de la historia oral. Acorde con sus predecesores esta nueva
tendencia de la historia social británica, sigue reivindicando la historia
desde abajo.
Desde otra perspectiva, pero
siempre dentro del campo de rescate de lo popular, la microhistoria italiana
propone un cambio de escala, como haciendo un uso de un microscopio que nos
permite ver la forma y la trama del tejido social. Este recurso de renovación
historiográfica permite volver al análisis de lo particular, al lugar de la
experiencia, que generalmente quedaba oculta detrás de los relatos
macrohistóricos. Ahora bien, esa vuelta que promueve esta mirada no abandona el
nivel de lo general sino que lo aborda desde lo específico. A su vez con esta
nueva visión se fueron enriqueciendo las prácticas metodológicas del oficio del
historiador.
Al interior de este movimiento
encontramos dos enfoques con temáticas claramente diferenciadas; por un lado,
se apunta a la historia económica y social enfatizando lo microhistórico
y apoyados en la “descripción densa”; en el otro extremo, se apunta a construir
una historia desde la reformulación y creación de los significados culturales.
La construcción de análisis
globalizantes, una postura crítica y el uso del concepto de larga duración de Braudel, sitúan al grupo que lidera la revista Review en el cuarto polo fuerte[6].
Su crítica a las unidades de análisis (Estado, sociedad), la posición de una
perspectiva global del mundo capitalista y la permanente alusión a la noción de
tiempo histórico, hacen que sus problemáticas se desarrollen dentro de un
horizonte que abarca el conjunto del globo, promoviendo una explicación de la
historia entera del capitalismo.
Estas líneas historiográficas,
situadas a partir del la década del ´60, cobraron importante difusión e impulso
a partir de sus producciones bibliográficas, como la publicación de revistas: Historie,
ciencies sociales, que identifica a la renovación
de la escuela de Annales; la New Left Review; Past and Present; History
Workshop, en línea con los marxistas ingleses[7];
Quaderni Storici,
elemento de difusión de la microhistoria italiana, y la revista Review perspectiva metodológica del cuarto polo
fuerte; y el empuje del debate académico en el ámbito de los congresos,
seminarios y talleres.
Por último la historiografía
latinoamericana viene reflejando la dimensión histórica integral que posee la
región. Dentro de sus puntos más favorables encontramos abundante producción
con análisis de casos regionales, en su mayoría con una fuerte impronta
empírica, pero con la carencia aún de un cuerpo epistemológico propio.
Consideraciones generales sobre los
libros de texto escolares
Una de las características de esta
historiografía latinoamericana, que podemos decir influye directamente en los
actuales autores de los nuevos manuales, apunta a hacer una historia
antipositivista centrando sus investigaciones en los aspectos sociales y
económicos en larga duración[8].
Alcanzando así una producción con mayores pretensiones de rigor científico y
actualizada a las corrientes historiográficas europeas.
El impacto ha sido mas que
significativos; hoy los libros de textos explican que los hechos históricos
tienen causas económicas, políticas y sociales. Se dan diferentes
interpretaciones de los hechos y se explica que los historiadores las
construyen. Se ha pasado de unos manuales fundamentalmente basados en el texto
escrito de sus autores a otros en los que; por una parte, las imágenes, con o
sin comentarios, ocupan frecuentemente más de la mitad del espacio
disponible; y por otra, la inclusión de documentos-fuentes escritas es también
creciente. Ambas variantes se suelen complementar con la presencia de numerosas
preguntas o propuestas de investigación dirigidas a los alumnos.
Los cambios temáticos más notorios
están relacionados con la disminución de los "héroes nacionales" de
la historia. Los anteriormente omnipresentes grandes personajes, así como sus
hazañas, prioritariamente bélicas, han reducido enormemente su presencia. Sus
espacios han sido sustituidos por imágenes relacionadas fundamentalmente con la
vida cotidiana y con la cultura material de las distintas épocas tratadas.
Otras modificaciones importantes
las encontramos en la inclusión de la historia contemporánea con temas como: la
democracia, la dictadura militar del ´76, el gobierno de Menem y las recientes
transformaciones económicas y sociales.
Por otra parte, en la actualidad
los manuales son generados por grupos editoriales que en muchas ocasiones
poseen interpretaciones históricas propias. Así la confección total del manual
es responsabilidad de grupos de trabajo de no menos de diez personas que son
contratadas a tales fines. Este diseño abarca no solamente los contenidos
estrictamente históricos, sino que integra aspectos tales como el tamaño, el
texto, las imágenes, para poder lograr además de un manual de historia un
“producto competitivo”.
Con este nuevo formato de los
manuales han quedado prácticamente fuera de uso aquellos libros “tipo
ladrillo”, vacío de imágenes, cargado de fechas y de hechos inconexos en los
cuales aparecían “nuestros héroes”, que eran escritos generalmente por un solo
autor bajo la supuesta objetividad científica que lo despojaba de toda
interpretación.
No obstante ello, la producción
editorial actual se ha permitido plantear un discusión más profunda de la
historiografía y las tendencias epistemológicas que esperan reflejar. Si bien
es difícil determinar con exactitud una escuela historiográfica concreta, se
podría asegurar en principio, que existe una ruptura con el positivismo y la
escuela metódica.
Identificación de los distintos
enfoques historiográficos
en los libros de texto actuales
Si observamos el modo en que son
tratadas las fuentes, el tiempo, la función del historiador y el sujeto
histórico, diríamos que la influencia de Annales es notoria.
No podríamos descartar de hecho a
algunas de las posteriores corrientes o escuelas que han conformado lo que
podríamos llamar la Nueva Historia, ya que en sus bases el tratamiento que
hacen de estos conceptos es similar.
En general se utiliza un lenguaje
sencillo, no demasiado académico, que contempla una historia en donde los
hechos que aparecen en forma cronológica, posteriormente son analizados para
poder relacionarlos con el proceso histórico que se desarrolla, “...para
lograr una narración que explique – y no sea sólo una recolección de datos
aislados – “.[9]
La función del historiador presume
hablar del pasado no como algo muerto sino con plena vigencia, ”... es algo
más que recolectar información sobre “lo que pasó”. Supone organizar esa
información para reconstruir el proceso histórico y, a partir de allí, elaborar
un relato”.[10], en donde el que
investiga la historia esta marcado por el presente, y por ende, por ese pasado
que estudia. Por tanto el concepto de neutralidad es desplazado por la
subjetividad científica, es decir “...este relato del pasado estará
atravesado por las ideas del historiador...”.[11]
Por otra parte se revaloriza la
función de la historia al acercarla a los conflictos actuales y permitirle
cuestionar este presente construido por los propios actores.
En la narración también encontramos
a los protagonistas anónimos, tratados como los sujetos históricos, “los
protagonistas principales de la historia contemporánea que narramos son los
pueblos y las sociedades”[12];
vistos con importancia al considerarlos los impulsores de los procesos de
cambio. En este rescate de las clases populares y su accionar dentro de los
cambios, podemos encontrar algunos de los puntos del análisis social que
desarrollan los marxistas ingleses.
De este modo se rompe con la
selección fáctica de los temas y los mismos aparecen vinculados a partir de
categorías de análisis que muestran a los procesos en todas sus dimensiones:
imperialismo, colonialismo, neoliberalismo, descolonización, régimen
oligárquico, estado nacional entre otros.
Asimismo al interior de los textos
encontramos la incorporación como fuentes de diversos elementos: el documento,
la fotografía, el video, la música, la literatura, el cine, la plástica, la
publicidad. “La inclusión de imágenes ha sido cuidada con especial atención.
Las obras de Prilidiano Pueyrredón, Cándido López y
Ernesto de la Cárcova, entre otros, se han
aprovechado para mostrar escenas de la vida cotidiana, retratos de personajes
públicos, imágenes del entorno urbano, acontecimientos políticos y militares”[13].
A su vez éstos son trabajados con actividades que comprenden desde el simple
análisis visual hasta la reflexión crítica, evidenciando una mejora
metodológica ligada a una nueva concepción historiográfica.
Dentro de otras miradas descubrimos
que aunque, sin llegar a romper con la idea de una historia que sirva como
medio para definir la identidad nacional, los manuales presentan perspectivas
que contribuyen a repensar la construcción de la conciencia colectiva.
Vistos en conjunto los libros de
estudio no parecen haber permanecido inalterables con el tiempo. Pero desde un
examen más profundo carecerían de claridad teórica promoviendo errores
conceptuales para el abordaje de ciertos temas, producto de las superposiciones
historiográficas con que trabajan.
Estos “huecos” que vacían de
claridad la interpretación histórica sólo pueden ser completados con una
práctica docente sólida y comprometida.
Relación entre las propuestas
didácticas y las líneas historiográficas
La selección de contenidos
diversos, la presentación procesual de los mismos en contextos de
conflictividad y la problematización a través de las guías sugeridas,
aparecerían en una primera instancia como un intento de renovación didáctica
para la enseñanza de la historia a través de los manuales de estudio en uso en
la actualidad. Sin embargo, al analizar las actividades indicadas y la
intención casi tácita de informar y fotografiar la realidad que se recorta ante
el alumno, podrían dar cuenta de una práctica pedagógica poco comprometida con
la teoría constructivista y poco relacionada con las teorías historiográficas seleccionadas.
Esto es, la “Nueva Historia” que se
intenta mostrar no puede ser asimilada desde una perspectiva pedagógica ligada
al positivismo.
Detrás del nuevo diseño que han
adquirido los manuales y a pesar de percibirse la incorporación de distintas y
renovadas corrientes historiográficas, a veces superpuestas; en materia
pedagógica vislumbramos un conjunto de actividades que no dejan de ser sólo
“ejercicios de aplicación”. Esto estaría enmarcado dentro de una propuesta
didáctica que utiliza en forma casi constante y para los distintos temas el
“análisis de tareas” propio de las teorías asociacionistas.
Por ejemplo son recurrentes las
consignas del tipo:
“Para Pensar
¿cuáles fueron los aspectos más polémicos del pacto Roca – Runciman?”[14]
El contenido del
pacto Roca – Runciman, ¿significó una ruptura o una
continuidad en la orientación de las políticas económicas que impulsaron los
gobiernos que se sucedieron entre 1880 y 1916? ¿Por qué?[15]
Estos trabajos, propuestos tal como
están ofrecidos, no apuntan a un tipo de aprendizaje significativo sino que
proponen tareas de aplicación del conocimiento del contenido previamente
desarrollado por el texto; no llegando a proveer un método que permita al
alumno fundamentar, ni estimularlo en la búsqueda de nuevos conocimientos.
Por otro lado, no aparecen
propuestas didácticas que busquen promover en el alumno una ligación entre sus
saberes previos y los estudiados.
Esto a su vez, condiciona la
capacidad de interrelación entre su historia presente y el pasado que se le enseña
en cada tema. No se aspira a la identificación de “nexos” diacrónicos que
promuevan una interpretación globalizante de los contenidos históricos
asimilados.
Además no se evidencian en las
propuestas una motivación hacia el uso de la metodología de investigación de
las ciencias sociales; no hay problematización, planteo de hipótesis, ni
tampoco búsqueda de una reflexión crítica.
Esto se pone de manifiesto en
ejemplos como:
¿Cuáles fueron las
diferencias políticas más importantes entre los conservadores liberales y los
nacionalistas? ¿Qué postura adoptaron unos y otros frente a la orientación de
la política económica desarrollada entre 1930 y 1943?[16]
O aún cuando aparece una
problematización de fuentes como:
“Las consecuencias
políticas de la hiperinflación” de Jorge Schvarzer
Se pregunta:
¿Cuáles fueron,
según el autor, las consecuencias políticas de la hiperinflación?[17]
Por lo tanto no parece que pueda
aceptarse como un buen manual de historia, aquel que, aparte de disponer de una
estructura formal y didáctica, no establezca una relación activa y crítica, o
no incite al desarrollo de capacidades de argumentación, comparación o
razonamiento histórico.
Los manuales aparecen armados y
organizados de acuerdo a un determinado orden cronológico y con periodizaciones
que no resulta fácil romper si no se introduce una metodología de análisis que
implique cuestionarlos, contrastarlos o modificarlos.
En este sentido la tarea del
docente debería apuntar a brindar los elementos teóricos que permitan a los
alumnos explicar la realidad desde algún lugar. Esto sería, ayudarles a
identificar desde qué lugar están posicionados ante el objeto de estudio y
luego alentarlos a la reflexión que los lleve a “hacer uso de la historia”.
Conclusión
La
renovación de la ciencia histórica que se produjo en las últimas décadas se
evidencia en la transformación de los libros de texto escolares. Dicha
transformación se verifica en la incorporación en los textos escolares de
nuevos sujetos sociales en los procesos históricos; en una nueva función del
historiador-investigador en la elaboración de los contenidos propuestos; en la
asignación de un nuevo rol para la Historia como ciencia del presente
incorporando el análisis del conflicto como punto de partida para el estudio
del pasado y la reflexión de la propia realidad, entre otros.
Ahora
bien, si no se puede establecer un relación directa de las corrientes
historiográficas más destacadas en los últimos años con los contenidos
abordados por los manuales; si puede inferirse que existe una marcada
influencia de las mismas en los cambios metodológicos y la aplicación
pedagógica de los mismos, entre los cuales para el estudio de la realidad
latinoamericana se destaca la impronta de la escuela crítica.
Sin
embargo, el conjunto de modificaciones estéticas y conceptuales producido, no
implicaron un cambio concreto en las propuestas pedagógicas que se proponen, ya
que aún perduran consignas de corte positivista.
Por lo
expuesto, considero necesario realizar estudios previos y críticos a la hora de
elegir los manuales a trabajar, para poder ejercer una docencia a la altura de
las necesidades de la Historia de hoy.
RESUMEN
Los
Manuales hoy: un análisis historiográfico y pedagógico
La renovación de la ciencia
histórica que se produjo a través de la historiografía se evidencian también en
la transformación que sufrieron los libros de texto escolares. Si bien no se
puede establecer una lectura directa de las corrientes historiográficas en los
textos seleccionados, si aparecen algunos cambios metodológicos y conceptuales.
La transformación que más se evidencia se produce con las modificaciones
realizadas en el formato del libro, portadas, ilustraciones, etc.
Palabras
Claves:
historiografía - historia - textos escolares - propuestas didácticas
ABSTRACT
The schoolbooks now: a historiographical and pedagogical
analisys
The renewal of the historical science which was prodeced
through the historiography was also evident by the transformation which
suffered the school books. If there were some methodological and conceptual
changes, a direct reading of historiographical currents can not be established
in the selected texts. The most evident transformation is produced with
modifications made in the format, covers and illustrations of the book, etc.
Key Words: historiography - history - text books - didactic
approaches
Notas