La relevante
vida pública del Dr. Carlos de Sanctis (Rosario,
1898-1957), ha motivado la escritura del presente libro. En su texto, los
autores destacan especialmente por qué dicha trayectoria cobra interés para el
campo historiográfico. El Dr. Carlos de Sanctis fue
un activo protagonista en el rescate de la identidad histórica de la región,
aportando al conocimiento y difusión del pasado nacional y local: un
universitario de nuestra ciudad puerto, hijo de la pampa gringa que busca
recuperar parte de la historia olvidada de la región, como así también promover
la construcción de espacios de memoria tales como el Monumento Nacional a la
Bandera, el Monumento al General Urquiza, entre otras tantas actividades
desarrolladas.
Los distintos
capítulos del libro muestran las múltiples facetas de la biografía del Dr.
Carlos de Sanctis. En su trayecto de vida fue capitán
de sanidad honoris causa del ejército
paraguayo en la Guerra del Chaco (1932-1935), corresponsal de la misma guerra
para el diario “La Capital” y
reservista del ejército argentino. Participa también en “Las grandes maniobras
de
Carlos de Sanctis forma parte de ese sector de jóvenes profesionales
universitarios, muchos de ellos hijos de inmigrantes como en su caso, que en la
primera mitad del siglo XX, a la par de la creciente Rosario, emprendieron
actividades que buscaban fomentar la cultura de la pujante ciudad. Como gran
parte de la elite local, cursó sus estudios secundarios en Colegio Nacional de Rosario
y luego se traslado a Buenos Aires donde estudia
medicina regresando a su ciudad natal en 1923; a los cuatros años funda el
Sanatorio San Martín y se incorpora como profesor en la flamante Facultad de
Ciencias Médicas de Rosario. Durante esa época, muchos paraguayos estudiaban
medicina en Rosario, lo cual posibilita que De Sanctis
se relacione con la elite universitaria de este origen, con los cuales
compartiría posteriormente tareas de sanidad militar en la mencionada Guerra
del Chaco.
Los tres álbumes de fotografías que el Dr. De Sanctis
denominó: “¡ESTO ES LA GUERRA!, Mi
campaña en el Chaco, álbum de fotografías explicadas (1932-1933)”, son un
eje privilegiado de desarrollo por parte de los autores de este libro. Cabe
mencionar que Dalla-Corte Caballero es autora también del libro “La Guerra del Chaco, Ciudadanía, Estado y
Nación en el siglo XX, La crónica fotográfica de Carlos de Sanctis”
(2010), donde centra su trabajo en los álbumes fotográficos y la experiencia de
vida del médico-cronista. Este corpus fotográfico corresponde al frente de
batalla entre noviembre de 1932 y enero de 1933, donde De Sanctis
se desempeñó como médico voluntario y corresponsal de guerra del diario “La Capital”. Gracias a la donación
realizada por los familiares de Carlos de Sanctis al
Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc”, se puede acceder a los álbumes de
fotografías y gran cantidad y variedad de objetos personales, médicos,
militares y uniformes entre otros.
Retomando el
texto del libro, los autores entrecruzan los mencionados álbumes con la
película documental “El infierno del Chaco”
(1932), la película “La Sed” (1961) y
los seis tomos de “La Guerra del Chaco”
(1956) obra del Coronel Carlos José Fernández quien fuera superior de Carlos de
Sanctis en el conflicto.
El documental
del argentino Roque Funes “El infierno
del Chaco” (1932), recuperado y restaurado en el año 2009 mediante la
colaboración de distintas organizaciones nacionales e internacionales, fue
íntegramente rodado en los campos de acción en los últimos meses de 1932, antes
de la declaración de guerra en mayo del año siguiente. Describe un enemigo
artero (Bolivia) que se preparó para esta guerra, no deseada por el pueblo
paraguayo, muestra la colonización e inversión paraguaya en la región y
finaliza con la victoria en Boquerón. La película “La Sed” (1961) del director argentino Lucas Demare
basada en el libro “Hijo de Hombre” (1960) de Augusto Roa Bastos, relata dos
capítulos de esta obra donde héroes oscuros fallecen cumpliendo con la dura
misión de llevar el indispensable suministro de agua a los soldados en el frente
de batalla. Como principal conclusión de estos entrecruzamientos, los autores
sostienen que este material fotográfico del médico-cronista es hoy un elemento
imprescindible para interpretar la Guerra del Chaco, ya que ilustra el papel de
los militares en la etapa previa a la declaración formal de la guerra.
Entre 1920 y
1940, los profesionales universitarios rosarinos gestan una serie de proyectos identitarios y movilizadores en la ciudad, tales como “La
comisión Popular Pro Monumento a la Bandera” (1923), la inauguración del
monumento al Gral. Belgrano (1928), la filial Rosario de la Junta de Historia y
Numismática (1929), -luego Academia Nacional de la Historia-, la Junta
Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe, la creación del Museo Histórico
Provincial de Rosario “Dr. Julio Marc” (1939), entre tantas. Siempre ligado por
amistad e intereses en común con los promotores de estos proyectos, Carlos de Sanctis se cuenta como un activo partícipe en un número
significativo de éstos emprendimientos. En la nutrida lista se cuenta que en
1935, funda el Club Hípico Gral. San Martín y lleva a cabo la cabalgata
sanmartiniana uniendo Buenos Aires con San Lorenzo, a la que seguirán otras:
Rosario-San Lorenzo, el cruce del río Paraná a caballo conmemorando la gesta
del Gral. Urquiza con el Ejército Grande (1940), el cruce de la Cordillera de
los Andes uniendo Mendoza con Valparaíso (1942), Buenos Aires-Asunción (
Difundir la
obra sanmartiniana y continuar su pensamiento fundacional fue un objetivo de
vida que lo acompañó a de Sanctis hasta su
fallecimiento. Colaboró permanentemente con la filial Rosario de Instituto
Nacional Sanmartiniano, con el Centro de oficiales de Reserva y con el Centro
Paraguayo de Rosario del que fuera presidente honorario. En 1946 publica “Rosario, hombres y hechos del combate de
San Lorenzo” y próximo al centenario del fallecimiento del Gral. San Martín,
difunde “Galerías Gráficas
Sanmartinianas”. En 1952, presenta su trabajo “Rosario y Sur de Santa Fe, Hechos y lugares históricos”, donde sugería
circuitos didácticos para que los rosarinos pudieran conocer su pasado a partir
de su entorno cotidiano. Allí entre los fallecidos ilustres de la ciudad
rescata al abanderado Subteniente Primero Mariano Grandoli,
un verdadero héroe que con 16 años brindó su vida en la batalla de Curupaty de la
Guerra de la Tripe Alianza.
Como miembro
de distintas comisiones se destaca, en 1954 la comisión para repatriar los
restos del cura Julián Navarro, quien bendijo la Bandera Argentina; en 1956
integró la Comisión Pro Monumento al Gral. Urquiza y en 1957 fue secretario de
la Comisión Nacional del Monumento Histórico y Parque de la Bandera,
escribiendo un pequeño libro “El
Monumento de La Patria a su Bandera en el Rosario”, donde explica el
significado de las tres partes del mismo: la torre elevada, la escalinata
grandiosa y el propileo triunfal de la patria.
Así, este
libro como trayecto de vida de quien llevó adelante un profundo compromiso con
su tiempo, brinda a sus lectores la posibilidad de desandar los itinerarios de
varios de nuestros próceres abriendo camino hacia la memoria e historia
regional. Finalmente, la figura polifacética del Dr. de Sanctis
representa de forma emblemática a ese grupo de jóvenes profesionales que
buscaron otorgar un perfil más amplio a la ciudad de Rosario desde su marco
histórico y cultural, trascendiendo la reducida imagen de ciudad-puerto
mercantilista.
FERRERO,
Roberto. La revolución árabe y el sionismo. Marxismo y sionismo.
Buenos Aires: Nuevos Tiempos, 2014 (1973).
Siempre
hay buenos motivos para la reedición de un libro clásico, más si este funge
como una suerte de clásico fallido. La revolución árabe y el
sionismo. Marxismo y sionismo de Roberto Ferrero, puede entrar en esta
segunda variante. Publicado por primera vez en 1973, “alguien” compró el total
de la edición para evitar su circulación entre el basto
público, haciéndola desaparecer literalmente de las estanterías y góndolas
librescas, llegando en su momento a muy pocas manos. Como reza el texto de
contratapa: un éxito de ventas y un fracaso de lectura. Este hecho curioso
marca lo que muchos otros similares enseñarían después: la importancia que le
da el sionismo a lo que se diga o informe sobre Israel, y la política obsesiva
(y despiadada) llevada adelante por sus instituciones y redes de apoyo, que no
dejan de lado hasta los detalles más pequeños. En definitiva este libro era –
lo es aún- una obra refinada, culta, dirigida a un público politizado e
informado, no un programa masivo de televisión. No es un argumento paranoide
conspirativo (tan común en la cultura política argentina) digno de los Protocolos
de los sabios de Sión, sino el análisis de un determinado accionar político
para la defensa de un también determinado orden de cosas.
A
diferencia de lo que ocurre con otros estados modernos, criticar a Israel puede
convertirse en una verdadera pesadilla intelectual para quien lo intente sin la
advertencia y el conocimiento del campo minado que transitará. Con ningún otro
estado del planeta pasa algo similar. Desde diversos ángulos y marcos teóricos
infinidad de intelectuales, estudiosos de prosapia diversa y opinólogos de suerte y formación dispar, lanzan sus dardos
certeros o chambones contra todos: fuertes, poderosos, imperiales, pobres,
“fallidos”, mediocres... y seguirán como si nada. Pero la crítica al estado de
los judíos, implica motes difíciles de tolerar: nazi, antisemita, negacionista, etc. Son mochilas pesadas de cargar, mucho
más en medios que hacen de la corrección política una liturgia, que las más de
las veces se parece demasiado a un peso muerto. Hasta el día de hoy, en que
esta situación ha sido verdaderamente puesta en entredicho por obras de
envergadura moral, académica e intelectual (algunas citaremos más adelante),
invitados y participantes en paneles, charlas o debates sobre, por ejemplo, las
atrocidades que Israel llevó, lleva y llevará adelante en Gaza y en cualquier
otra parte de la Palestina ocupada – literales campos de exterminio
contemporáneos- se sienten intimidados de criticar abiertamente al estado
sionista y necesitados de advertir a la audiencia, que ellos critican... pero
no son nazis, antisemitas, etc. Piden disculpas por anticipado. Está claro que
cualquier crítica que comience en estos términos está perdida. Este chantaje
intolerable[1] está
íntimamente vinculado al affaire de la desaparición (vaya palabra) de
nuestra obra en cuestión al poco tiempo de ser editada: los aparatos
ideológicos de Israel, las entidades sionistas, y muchas organizaciones que se
autoproclaman como representativas de una supuesta y unívoca comunidad judía –que
en realidad fungen más como una paradiplomacia
israelí que como tales- son abocados y esforzados militantes de la causa, y no
dejarán de auscultar, responder o intervenir en torno a lo que se diga o haga
respecto de Israel.[2]
Desde un
comienzo, el periplo sionista ha sido caratulado por muchos como una empresa
humanista de impronta socializante fundada en la mitología kibbutzin,
que la más de las veces, huele a la carga del hombre blanco que se adentra en
el salvaje corazón de las tinieblas (la invocación a Conrad
no es arbitraria ni estéril) que contaba con el beneplácito de bien pensantes demoliberales de prosapia diversa. Allí estaban estos
abnegados colonos mayoritariamente europeos y estadounidenses, nuevos
hebreos reinventados, reinventando también un nuevo Israel, una nueva tierra
prometida para el pueblo elegido,[3] trabajando
la tierra con fervor redentor, llevando la industria y el conocimiento a través
del esfuerzo colectivo cotidiano, incomprendidos por un ámbito árabe bárbaro,[4] hostil,
indolente, nómade, ajeno a una tierra que había ocupado, pero que en realidad,
no terminaba de comprender como suya. En este derrotero, la liturgia colonial
sionista utiliza las armas conceptuales de sus adversarios: según ellos, este
proceso fue una guerra de liberación. Y no solo eso: a pesar de su
origen laico, no se privaron de filiar sus objetivos políticos con el verbo
bíblico, en donde El Libro funge como un súper título de propiedad
imposible de ser puesto en cuestión por notario alguno.[5] Esto no
era más que una gran malversación política e ideológica, pero dado que muchas
izquierdas y progresismos han adolecido durante el siglo XX de una poderosa
carga positivista etnocéntrica y hasta darwinista,[6] no es
descabellado el hecho de que esta empresa colonizadora y de limpieza étnica
haya tenido la aquiescencia, el marco justificatorio
o el liso apoyo de organizaciones que para muchos (y que en otros campos y
temas así funcionaban) eran progresistas o de izquierdas. El clima de
reparación a las atrocidades cometidas por los nazis con sus conciudadanos
europeos judíos hizo el resto, en la segunda posguerra.
Nuestro
libro en cuestión es la contracara de estas tendencias. Roberto Ferrero
pertenece a una tradición controversial (como todas), la izquierda nacional,
que ya desde principios de los años sesenta se ha abocado a discutir y
desentrañar la verdadera naturaleza del estado de Israel. Con raíces trostkistas que el texto no oculta, Ferrero analiza tanto
el sionismo como a la deseada y por ese entonces posible revolución árabe
(tengamos en cuenta que fue escrito en la segunda mitad de los sesenta, en
pleno apogeo del nasserismo y el nacionalismo
árabe baasista). Desde allí el libro filiará el caso en cuestión como
una cuestión nacional (árabe) obturada intencionalmente por un proceso de
colonización imperialista (la empresa sionista).
Más allá
del derrotero que traza el libro sobre la cuestión judía, comprendiéndola no
como una cuestión nacional sino social, y cómo esta fue tratada y retratada
dentro de la tradición marxista (quizá lo más pedestre y estéril de la obra,
vista desde hoy), porta pequeñas joyas, que marcan la valía del texto en el
presente:
1- Su
caracterización del experimento sionista, su naturaleza imperial, racista y biologista que lo emparentan más con el nazismo que con
cualquier ideología progresista, el carácter teocrático y religioso que porta a
pesar de la pátina laica (es el único estado del mundo que afirma su
territorialidad en un designio divino), su impronta militarista (Ilán Papé afirmaba que Israel, más que un Estado con
fuerzas armadas, era un ejército con Estado), son válidas hasta el día de hoy,
más de cuarenta años después. No solo son válidas: Israel ha profundizado las
tendencias más regresivas que Ferrero pone en la obra en negro sobre blanco,
alejándose de cualquier alternativa humanista o progresista. Muchas de las
cosas que el libro señala sobre Israel, fueron luego inventariadas e
investigadas por un corpus de obras importantes que tuvieron acceso a fuentes
que no estaban disponibles cuando fue escrito, lo que hace aún más valioso su
aporte. Por ejemplo, como al pasar, el libro sostiene la importancia de la
guerra y de las fuerzas armadas de Israel como un elemento de cohesión social y
nacionalización de masas con diversos orígenes, algo que aún no estaba en las modas
de las ciencias sociales, pero que el autor señala con agudeza.
2- En la
obra, debate sobre el tema con dos fuerzas políticas de la izquierda argentina
contemporáneas a la que él adhiere (el PSIN, el Partido Socialista de la
Izquierda Nacional): el MALENA de los hermanos Viñas y Rozitchner
y Política Obrera (hoy el Partido Obrero), de Jorge Altamira, organización y
dirigente aún vigentes hoy día. Es importante señalar estos breves debates, no
por pasión numismática, sino porque en él encontramos todavía los problemas que
hoy se suscitan al discutir cómo caracterizar a Israel. Con el MALENA, Ferrero
insiste en señalar que la política israelí en relación a los palestinos, no
vira en función de quién esté en el gobierno, el laborismo o fuerzas más
conservadoras, cuestión en la que hace hincapié la organización de los hermanos
Viñas: un supuesto sionismo progresista, que en sus inicios desarrolla un
proyecto de estas características, luego degenerado por las fuerzas de derecha
y el imperialismo. Con armas y argumentos que hoy no podrían mejorarse, Ferrero
desarticula esta posición, explicando el accionar de los dirigentes laborista
(un nacional laborismo, según Nur Masalha).
Para ser claros: Gurión, Golda
o Dayan, no eran menos halcones que los supuestos
halcones, y su objetivo siempre fue vaciar de originarios la Palestina
histórica mediante la expulsión, el traslado o la limpieza étnica, para
judaizar la tierra inventando un nuevo estado neohebreo,
un particularísimo caso de colonialismo y nation-building.
Pero Ferrero también advierte sobre esta particularidad: el colonialismo
sionista no tiene como objetivo construir una casta colona blanca y europea que
funja como una suerte de clase dominante por sobre las masas indígenas
colonizadas, sino literalmente vaciar la tierra de estas, para llenarla de
nuevos sujetos y significados, y que los pocos indígenas que subsistan a este
genocidio, sirvan como un anómico ejército de reserva
laboral, que de paso moderaría el precio de los salarios.
En el
revés de la trama, usando un giro viñiano, lo
que presupone la posición del MALENA es algo que no cuesta mucho trabajo
encontrar en fuerzas supuestamente progresistas hoy día, en relación a su
caracterización de Israel: la existencia de un pueblo judío entendido como
una nacionalidad moderna pero que funde sus raíces en los tiempos bíblicos (una
invariante antropológica que mezcla liturgia moderna con mito)[7], el
derecho inalienable de este supuesto super pueblo, a
construir un hogar nacional en Palestina, la reparación que esto presupondría
al horror del Holocausto y el supuesto carácter progresista de
este estado. Cada una de estas posiciones son rebatidas por Ferrero con
sólidos e inapelables argumentos.
El debate
con las posiciones del Partido Obrero, se desarrolla entre similares, aunque
sin embargo Ferrero advierte una ingenuidad que el análisis de Altamira (de
finales de los sesenta) tendría en este sentido: este afirma la inviabilidad
del experimento sionista por sus debilidades internas, y el adverso frente
externo, augurándole un final cercano. El derrotero posterior, ha demostrado lo
errado de este pronóstico y lo certero de la advertencia ferreriana.
Y también advierte del éxito que han tenido los aparatos del Estado sionista
para educar a su propia población en el odio a los palestinos y el racismo,
construyendo una nacionalidad que abreva en el racismo más de lo que mucho
quieren ver.
3- El
lugar del sionismo como un nacionalismo guerrerista, tributario de los
nacionalismos europeos de suelo y sangre, que lejos de ser la contracara
de los nacionalsocialismos de la Europa de entreguerras, es su pariente
dilecto. En este sentido, sionismo y antisemitismo funcionan como dos caras de
una misma moneda, en un vínculo de mutua necesidad. También advierte sobre algo
que saldría a la luz años después: la connivencia de los dirigentes políticos
sionistas con el nazismo y el oportunismo con que aprovecharon la coyuntura,
desentendiéndose en gran medida de la suerte corrida por los judíos de Europa a
manos de los nazis. Había algo que estos dirigentes consideraban un enemigo
peor para sus objetivos que el nazismo: la diáspora. No en vano, Gurión afirmaría a finales de los treinta que “el problema
no era uno o dos millones de judíos más o menos, sino el pueblo judío como
tal”.[8]
Dicho
esto, no podemos dejar de señalar que las debilidades del libro, son aquellas
que están asociadas al paso del tiempo y a la sombra que hoy día aún se cierne
sobre certezas que en ese entonces eran, para los hombres de izquierda,
incuestionables, participaran de la tendencia que fuera. El seguro futuro
socialista, el inevitable (y cercano) fin del capitalismo y el imperialismo, la
victoria de las revoluciones nacionales árabes, la existencia de un solo y
unívoco pueblo árabe, son todos puntos de vista que hoy no podríamos sostener
sin por lo menos sonrojarnos y están afirmados como verdades consumadas en el
libro.
Lo mismo
ocurre con el campo de estudios en cuestión (sionismo, conflicto palestino
israelí, etc.). El exilio palestino ha generado magníficos profesionales e
intelectuales que han desarrollado una obra de devastación de la mitología
sionista de volumen y envergadura, con investigaciones de gran calidad
profesional en las principales universidades de Europa y Estados Unidos (Said, Masalha, Kalidi, etc.), desde la
historia, la antropología, los estudios poscoloniales y culturales y la
sociología. A esto se suman otros de origen europeo, estadounidense e israelí (Buttler, Brenner, Papé, Shahak, Sand), que con gran
honestidad y valor intelectual, han colaborado con sus obras para poner al
experimento sionista en el lugar que merece: una obra colonial racista sin
medias tintas. Con esto queremos decir que no podemos leer la obra de Ferrero a
la luz de lo producido y acontecido en las cuatros décadas posteriores a su
escritura, de avances, reformulaciones y puesta en entredicho de muchos lugares
comunes; no solo sería una gran injusticia para con esta, sino un error de
interpretación insalvable.
Pero sí
podemos afirmar y creemos haberlo hecho, respecto de la valía que aún conserva La
revolución árabe y el sionismo. Marxismo y sionismo y todo lo que contiene
de premonitorio sobre un conflicto que, dado lo acontecido en los últimos años,
no solo no parece cesar y resolverse en términos de justicia para con los
oprimidos, sino que se empecina en seguir garantizando muerte y sufrimiento,
especialmente para el pueblo palestino, en la castigada Tierra Santa. Un campo
donde muchas veces las izquierdas no solo no han estado a la altura de las
circunstancias, sino que han defeccionado, dejando el campo de la crítica a judeofóbicos mediocres y arteros que lo único que hacen es
colaborar con el sionismo en la construcción de la idea de que criticar a
Israel y al sionismo es lisa y llanamente “antisemitismo”. Seguramente el libro
de Ferrero ha sido y es una excepción saludable.
Alejandro Falco
(UBA, alejandrodanielfalco@gmail.com)
Notas
[1] Cfr.
BALIBAR. Etienne; BUTTLER, Judith et. al. Antisemitismo.
El intolerable chantaje. Bs. As.: Canaán, 2008; BONIFACE,
Pascal. ¿Está permitido criticar al estado de Israel? Bs. As.:
Canaán, 2010.
[2] Cfr.
MERSHEIMER, John y WALT, Stephen. “El lobby israelí en Estados Unidos”; en
POZZI, Pablo y NIGRA, Fabio. Huellas imperiales. De la crisis de 1929 al
presidente negro. Bs. As.: Imago Mundi,
2013, donde se realiza una descripción minuciosa del accionar de AIPAC y otras
organizaciones pro Israel en la política estadounidense. Para muestra, no es
ocioso recordar la suerte del intelectual y poeta marxista negro Amiri Baraka (1934-2014), académico de la SUNY (nacido como
Everett LeRoi Jones), premiado como gran poeta de New
Jersey. Por sus firmes posturas antisionistas (y
también por expresar públicamente la idea de que el 11 S podría ser un autoatentado que servía de excusa a Estados Unidos e Israel
para avanzar sobre Medio Oriente, algo pensable en el resto del mundo pero
indecible allí) homologadas como “antisemitismo”, el lobby sionista desarrolló
una feroz campaña de presión y desprestigio público; dado que el premio ya le
había sido otorgado y no había manera de dar marcha atrás, al alcalde de esta
ciudad “no tuvo más remedio” que “abolir” el premio y no darlo nunca más;
también fue de conocimiento público la permanente campaña denigratoria lanzada
por las usinas sionistas contra el profesor Edward Said en cualquier medio en
donde él se expresara.
[3] Quien
mejor rastrea este proceso de rehebreización (en
términos toponímicos, geográficos, históricos) con base en el Antiguo
Testamento es MASALHA, Nur. Nakba.
Limpieza étnica. Lucha por la historia.
Madrid: Belaterra, 2008.
[4] Con razón,
Ferrero homologa, los conceptos utilizados por los intelectuales y dirigentes
del estado nacional-central argentino en formación, en la guerra despiadada que
este lleva adelante contra los últimos alzamientos federales (la razzia
de los coroneles mitristas contra Peñaloza y Varela)
en el período de 1860-1870, a los que el sionismo utiliza para con los
palestinos: bárbaros, criminales, salvajes, intrusos. Ambos abrevan en el
positivismo y el liberalismo decimonónico. En definitiva, todo estado nacional
tiene debajo de la alfombra, una cantidad nada despreciable de cadáveres que
ocultar.
[5] Para
cuestionar el relato bíblico como una mera historia de la región durante la
antigüedad Cfr. GANDULLA, Bernardo. Los hebreos en el gran Canaán. Bs.
As.: Canaán, 2006 e FINKELSTEIN, Israel y SILBERMAN, Neil. La Biblia desenterrada.
Madrid: Siglo XXI, 2004.
[6] Siempre me
provocó por lo menos curiosidad el hecho de que hasta para intelectuales de la
talla de Hannah Arendt, pasara desapercibida la
limpieza étnica en Palestina mientras por ejemplo cubría el juicio y posterior
ajusticiamiento del criminal nazi Adolf Eichman,
entre 1961 y 1962 en Jerusalén. Esto, lejos de ser un dato aleatorio y
marginal, era una política desarrollada con firmeza por Israel. Ya a estas
alturas, la colonización sionista había provocado vía la guerra y el terrorismo
más de un millón de evacuados, la destrucción de miles de aldeas, miles de
muertos, y la masacre de mujeres, niños y ancianos desarmados en lugares como Deir Yasin (1948) y Tantura (1948). Esta última fue perpetrada por la brigada Alexandroni de la Haganah (el
origen de la Fuerzas de Defensa de Israel), con más de 250 personas asesinadas
y sepultadas en fosas comunes. El hecho fue investigado por el estudiante
israelí Teddy Katz, tesista
del historiador Ilan Papé, y puesto a conocimiento de
toda la sociedad a principios de los años noventa. Ambos sufrieron la
persecución y el escarnio no solo de los aparatos represivos del Estado, sino
también de los miembros de la propia comunidad académica a la que pertenecían,
la Universidad de Haifa. Cfr. PAPÉ, Ilan. Los
demonios de la Nakba. Bs. As.: Canaán,
2009; La limpieza étnica de Palestina. Barcelona: Crítica,
2009; Historia de Palestina-Israel. Akal:
Bs. As., 2014 y de KRAMER, Ilse Grudrum. Historia
de Palestina. Desde la conquista otomana a la fundación del estado de Israel.
Madrid: Siglo XXI, 2006. También por esos años (principios de los sesenta), la
Internacional Socialista, realizó un congreso en Israel, sin hacer una sola
mención de estas situaciones, que habían sido explícitamente denunciadas por
Naciones Unidas.
[7] SAND, Shlomo. La invención del pueblo judío.
Madrid: Akal, 2013.
[8] Cfr.
BRENNER, Lenni. Sionismo y fascismo. El sionismo en la época
de los dictadores. Bs. As.: Canaán, 2010; 51
documentos. Colaboración de los dirigentes sionistas con los nazis. Bs.
As.: Canaán, 2011.