En
torno a la interpretación del discurso oral. Una propuesta metodológica
Lucía Cristiá y Alejandra
Gaitán(*)
Los debates que movilizaron
a los historiadores abocados al estudio de la historia oral propiciaron el crecimiento de esta práctica en el campo
historiográfico, legitimándola a través de los sucesivos avances
teórico-metodológicos y saldando de alguna manera la controversia que generó
desde su nacimiento. El objetivo de este artículo no es dar cuenta de dicho
debate, sino más bien realizar una lectura acerca de cómo creemos sería más
fructífero trabajar con este tipo de fuentes.
Partiendo del supuesto de que los problemas de la
historia oral son los mismos que atañen a la historiografía contemporánea, a
saber, cómo el historiador se coloca en un acto interpretativo frente a su
objeto, el eje que delinea nuestro trabajo gira en torno a la siguiente
pregunta: ¿cómo se vincularía la
historia oral, en tanto práctica interpretativa, con la historiografía en
general y sus problemáticas?
Si bien como señalamos al
inicio no es nuestro objetivo reconstruir el estado de la cuestión en torno a
este tipo de abordaje, sí creemos pertinente rescatar los aportes que nos
resultaron más interesantes en función de nuestras inquietudes. Como afirmaran
Raphael Samuel y Paul Thompson[1],
los datos más significativos que devienen de la utilización de fuentes orales
tienen que ver con lo subjetivo y lo cualitativo. Esta idea nos sirvió como
puntapié inicial para acercarnos a cuestiones que excedían el marco de la
historia oral ya que eran problemáticas propias de la historiografía en
general, esto es, el análisis del texto histórico, tanto oral como escrito.
En este sentido, la
corriente hermenéutica[2]
nos aportó una serie de líneas de análisis realmente interesantes. Considerando
como punto de partida a las fuentes orales como narraciones, el eje de la misma
está puesto en el desciframiento y la interpretación de los textos. Adherimos a
la idea de Portelli[3]
quien señala que más importante que la observación de los hechos es la
significación que se les da a los mismos en el marco de una práctica que
permita dilucidar como la gente otorga sentido desde el presente a su pasado.
A su vez, la perspectiva de
Rosana Guber[4]
nos permitió tomar plena conciencia de que en toda entrevista existe un doble
discurso a ser contextualizado: no sólo el del entrevistado sino también el de
quien realiza las preguntas, ya que sus supuestos se proyectan en el relato del
informante. Si bien quienes atacan a la historia oral hacen hincapié en la
subjetividad que implica todo testimonio oral, la autora nos permitió reflexionar
acerca de cómo nuestro propio marco interpretativo influye en las respuestas
del entrevistado.
Si -como dice Rosana Guber- toda entrevista supone una relación social entre
quien pregunta y quien responde, una vez analizado el costado del entrevistador
nos vimos en la necesidad de acercarnos a la subjetividad propia del
informante. Con este objetivo a la vista, y en razón de las similitudes que
presenta con respecto a las problemáticas de la historia oral, tomamos contacto
con algunos trabajos sobre la autobiografía que nos permitieron pensar como
quienes rememoran su pasado – a través de un testimonio oral o autobiográfico–
le otorgan sentido a sus experiencias desde el presente. El historiador deberá
entonces tener en cuenta que el hecho al ser reconstruido adquiere un
significado nuevo, del que no gozó en su momento, puesto que la narración se
encuentra mediada por la conciencia de los resultados.
El texto oral y un nuevo campo
de problemáticas
Creemos que el objetivo del
investigador que trabaja con fuentes orales no debiera ser reconstruir lo que
"verdaderamente sucedió" sino interpretar lo que el testigo comprendió
de los eventos que presenció. Siguiendo esta línea de análisis se revaloriza el
relato en sí mismo al trabajarlo desde otra perspectiva. Entonces el desafío
radica en poder captar como aquel que es entrevistado construye su experiencia
en un momento determinado de su vida y la reelabora en función de algo que
dispara ese proceso de reconstrucción (la entrevista). Así es que siempre
tenemos un relato construido en tiempo presente, el cual nunca da cuenta de lo
que sucedió sino, en todo caso, de como aquello que sucedió sigue sucediendo.
Según Jelin y Kaufman[5],
el acto de rememorar implica una construcción actual, es decir, el
establecimiento de un vínculo con el pasado en un tiempo que no es otro que el
presente, momento en el que el relator atribuye a sus experiencias previas un
sentido nuevo.
Muchas características, condiciones
y límites del testimonio oral coinciden con los que enfrenta quien encara un
proyecto autobiográfico. Quien
escribe su autobiografía nunca recupera el pasado tal como fue ya que esto
resulta una tarea imposible. Aún cuando aquel que lo haga crea estar reviviendo
sus experiencias pasadas, no esta revelando más que una parte sin duda
incompleta de ese pasado. Como señala Georges Gusdorf
[6],
existe una distancia entre las experiencias y el recuerdo de las mismas pues es
la conciencia quien lleva a cabo una especie de recapitulación, lo que basta
para modificar su significado original. El historiador de uno mismo, así como
el informante de la historia oral, debe comprender que a través de la evocación
histórica es imposible descubrir el pasado tal como fue; al revisitar sus
experiencias uno y otro no deben identificar los que fueron con los que
llegaron a ser. Ese pasado que ya se ha ido para siempre se caracterizaba por
la carga de lo desconocido, y eso es justamente lo que no puede subsistir en la
narración de los recuerdos porque ésta es realizada a posteriori por alguien
que conoce el fin de la historia. El relato se encuentra entonces mediado por
la conciencia presente del narrador. Si uno de los límites de quien recuerda es
la continua sustitución de lo hecho por lo que se está haciendo, entonces lo
importante en este punto es comprender que el sentido que la narración otorga
al acontecimiento no necesariamente coincide con el que puede o no haber tenido
el hecho mientras ocurrió: tal vez tenía muchos o tal vez ningún sentido. En
suma, es precisamente la conciencia de los resultados en el tiempo presente la
que otorga a las experiencias en cuestión la relevancia de que gozan en la
narración. Los olvidos, las lagunas y las deformaciones de la memoria no son el
resultado del azar; por el contrario, provienen de una opción de quien recuerda
y quiere, por tanto, hacer prevalecer determinada versión revisada y corregida
de su pasado y su realidad personal.
De
esta manera se comprende en que sentido los problemas que atañen a la historia
oral están íntimamente vinculados con los que competen a la historiografía en
general. El problema no es el de las fuentes, una fuente oral es tan válida
como una fuente escrita, siempre que el historiador tenga en cuenta que debe
colocarse frente a ella en un acto interpretativo. Con esto queremos decir que
debe analizar el texto escrito o relatado como un discurso e intentar dilucidar
en que contexto y quien lo construyo, que motivo disparo dicho proceso de
construcción, cuál era su finalidad y que factores influyeron o condicionaron
la narración entre otras cosas.
Ahora bien, vale aclarar que
en el caso de la historia oral el investigador juega un rol aún más protagónico
ya que participa de dos maneras: ejecuta el acto interpretativo al que hicimos
referencia y al mismo tiempo interviene en la construcción del testimonio a
través de sus preguntas y el recorte del tema. Si bien esta doble
interpretación puede redundar en una doble carga de subjetividad, ello no
constituye un obstáculo siempre y cuando el historiador lo haga de manera
conciente. Los investigadores en general, no sólo los que trabajan con fuentes
orales, operan de este modo, es decir, clasifican, seleccionan y ordenan los
testimonios desde sus propios contextos, a partir de los cuales interpretan “otros”
contextos, lenguajes y códigos. Como dice Rosana Guber, uno de lo principales riesgos en el
momento de hacer una entrevista es proyectar los conceptos y sentidos del
investigador en las palabras del informante, corroborando lo que se proponían
encontrar.
Siguiendo con el planteo
que, desde el campo de la antropología, realiza Rosana Guber
en El salvaje metropolitano advertimos
dos cuestiones para ella fundamentales a la hora de hacer una entrevista. La
autora señala en primer lugar que al material discursivo que deviene de la
misma debe agregarse la información acerca del contexto del entrevistado, sus
características y su conducta. Sin embargo su tesis principal, que creemos es
la más fructífera, plantea que la mayor limitación proviene del hecho de que
los supuestos del investigador se proyectan en el discurso cerrando el acceso al universo de sentidos que componen la PA (perspectiva
del actor). Por nuestra parte creemos que esto último constituye un desafío
importante en la tarea de todo aquel investigador que utiliza la entrevista
como herramienta, ya que frecuentemente se nos hace más evidente contextualizar
el discurso del entrevistado y olvidamos hacer lo propio con el nuestro. Muchas
veces no tenemos en cuenta como nuestras preguntas y la manera en que las
realizamos determinan de algún modo las respuestas del informante. En palabras
de Rosana Guber,
las preguntas y respuestas no constituyen dos bloques separados sino partes
de una misma lógica: la de quien interroga. Este último, a través del
cuestionario establece el marco interpretativo del relato, esto es, el
particular contexto donde lo dicho por los informantes tendrá sentido para la
investigación.
Reflexiones finales
Retomando los planteos de Georges Gusdorf nos
parece interesante rescatar lo que el autor denomina función “literaria o
artística” del discurso. Creemos que esta perspectiva de análisis nos permite
superar la tradicional función asignada al discurso histórico, a saber, la
búsqueda de la objetividad, ampliando el campo de problemáticas de nuestra
labor en tanto investigadores. Si bien la materia prima del historiador se
constituye con los datos o hechos, no olvidemos que es la creación y
organización del investigador quien les da vida y les otorga un sentido nuevo.
Pero este carácter creador no atañe sólo al estudioso social, sino también a
todo aquel que intente rememorar su pasado desde el presente. En este sentido
son ilustrativas las palabras de Gusdorf, quien
considera a las autobiografías como obras de arte, en tanto nos muestran a la
persona, no tal como ésta fue sino como cree o querría haber sido. En suma,
cualquier relato que de cuenta del pasado dice mucho más sobre el presente de
quien relata y su interpretación actual de los hechos narrados que sobre un
tiempo imposible de ser recuperado.
Los documentos que
constituyen la materia prima del historiador son resignificados en el marco de una
operación cuyo objeto, a nuestro modo de ver, no debiera reducirse a establecer
su veracidad o falsedad. Una mirada más amplia incluiría una interpretación y
contextualización de las fuentes en tanto textos. En el caso de los testimonios
orales la memoria es otro aspecto a tener en cuenta, toda vez que aquel que
rememora los acontecimientos pasados, al hacerlo desde el tiempo presente, no
da cuenta de lo que “realmente sucedió” sino de cómo lo reinterpreta a través
de la conciencia de sus resultados.
La doble subjetividad que
tan cara le ha sido a la historia oral no constituye un obstáculo siempre que el
historiador se haga cargo de manera consciente de que tanto él como su
informante acometen actos interpretativos: el historiador sobre el texto del
entrevistado y el relator sobre su pasado. De allí que, la narración producto
de la entrevista es resultado tanto del sentido que el informante le otorga hoy
a sus experiencias, como de la selección, la clasificación, la interpretación y
el ordenamiento de los datos que realiza el historiador desde su contexto.
Tareas estas últimas propias de nuestra disciplina como tal, no olvidemos que
la historiografía es subjetiva por naturaleza y en consecuencia dice más de las
inquietudes del historiador que de los hechos del pasado. Creemos -coincidiendo
con Young[7]-
que el desafío radica en encontrar una manera de contar la historia que incluya
tanto la voz del historiador y la de la memoria de los sobrevivientes, como un
comentario, esto es, una interpretación propia y consciente del investigador en
el tejido narrativo del registro histórico.
Bibliografía
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Thompson", EN: Historia Social, nº
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Zaida Lobato, M. y Schwarsztein,
D., “El pasado debe pensarse en términos Éticos. Una conversación con Alessandro Portelli”, EN: Entrepasados, Año IX, N°17, 1999.
RESUMEN
En
torno a la interpretación del discurso oral. Una propuesta metodológica
Desde el momento de su
nacimiento la historia oral debió enfrentar diversas críticas al interior del
campo historiográfico. Los debates que se suscitaron en torno a su legitimidad
fueron saldados en las últimas décadas al tiempo que nuevas vertientes como la
historia reciente cobraban mayor peso. Nuestra propuesta es realizar un
análisis que permita enriquecer la lectura de las fuentes orales. Con este
objetivo recurrimos, en tanto soportes metodológicos, a algunos escritos de
antropología y autobiografía que nos permitieron ampliar el enfoque a la hora
de analizar tanto el relato en sí mismo como a quien lo interpreta. De este
modo, intentamos poner el eje en la interpretación del discurso ya que
consideramos que nos abre un nuevo campo de problemáticas.
Palabras clave: interpretación – discurso – fuentes -
entrevista - contexto
ABSTRACT
Around
the interpretation of oral discourse. A methodological proposal.
Since its appearance, Oral
History had to face wide criticism within the historiographic field. In the
most recent decades the debates around its legitimacy where settled, while new
currents, such as Recent History, acquired more relevance. The purpose of this
dissertation is to make an analysis which allows a richer reading of oral
sources. In this sense we resorted, as methodological supports, to some papers
about anthropology and autobiography that let us widen the focus when it comes
to the analysis of the narrative itself, as well as of its interpreter. In this
way, we tried to center our article around the interpretation of discourse,
because we think it open doors to a new variety of problems.
Key
words: interpretation – discourse –
sources – interview - context
Notas
(*) Estudiantes de la carrera
de Historia de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR.
[1] Sobre la corriente oral inglesa consultar:
Samuel, R., "Desprofesionalizar la historia", Debats,
Nº 10, diciembre de 1984, EN: Schwarzstein, Dora (comp.); La historia oral, CEAL,
1991 y James, D., "La historia oral y sus problemas. Entrevista a Paul
Thompson", EN: Entrepasados,
año V, nº 9, 1995.
[2] Ver Fraser, R., "Historia oral, historia
social", EN: Historia Social,
nº 17, Centro de la Uned Alzira-Valencia,
Instituto de Historia Social, 1993. / Fraser, R.,
"La historia Oral como historia desde abajo", EN: Ayer, nº 12,
Marcial Pons, España, 1993.
[3] Para ampliar la perspectiva de análisis del
autor consultar: Portelli, A., "El pasado debe
pensarse en términos Éticos. Una conversación con Alessandro
Portelli", EN: Entrepasados, Año IX, número 17,
1999 y Portelli, A., "El tiempo de mi vida: las
funciones del tiempo en la historia oral", EN: Lozano, J. (comp.), Antologías Universitarias, Universidad
Autónoma Metropolitana, 1993.
[4] A este respecto ver: Guber,
R., El salvaje metropolitano, Cap.
X: “La entrevista antropológica 1: introducción a la no directividad”,
Legasa, Bs. As., 1991.
[5] Ver Jelin, E. y Kaufman, S., “Los niveles de la memoria: reconstrucción del
pasado dictatorial argentino”, EN: Entrepasados, Año X, N°20/21, 2001.
[6] Véase Gusdorf, G.,
“Condiciones y límites de la autobiografía”, EN: Suplementos Anthropos N°29.
[7] Ver Young, J., "Entre la historia y la memoria.
Las extraordinarias voces de historiadores y sobrevivientes", EN. Entrepasados,
año X, nº 20/21, 2001.