REVISTA DE LIBROS
VIDELA, Oscar y WEXLER, Berta (comp); Conflicto y gobierno. Acerca de la gestión de Nicasio Oroño en Santa
Fe; Sección Historia. ISP Nª 3, Villa Constitución, 2004.
El libro está compuesto por un texto introductorio realizado por los compiladores,
Oscar Videla y Berta Wexler, y 3 artículos en el orden que se detallan, Susana Simian de Molinas; “Contribución
al estudio del gobierno de Don Nicasio Oroño (1865 – 1868); Elida Sonzogni, “La secularización antes
de la secularización. Las reformas liberales del gobierno de Oroño. Santa Fe
1865 – 1868”; Oscar Videla y Berta Wexler;
“Orientaciones y materiales para la confección de propuestas didácticas para el
tratamiento del proceso de secularización desde una perspectiva local
(Argentina – Santa Fe – Villa Constitución)”; y un apartado complementario a
cargo de Berta Wexler con una
detallada “Cronología de Nicasio Oroño”.
El libro es una producción que aúna las producciones históricas
disciplinares más específicas con la necesidad que emerge del sector docente de
conocer estrategias didácticas que le permitan articular estas investigaciones
al desarrollo de su cátedra.
En el primer artículo se realiza una exhaustiva descripción de los
conflictos generados durante la gestión del gobierno de Oroño, sustentado por
un minucioso trabajo con fuentes históricas inéditas en su mayoría. En el mismo
se hace un pormenorizado desarrollo de los principales conflictos generados
previamente y durante las elecciones, detallando el clima de violencia desatado
en ese tiempo y espacio, debido a la exhalación política reinante. Luego se realiza
una detallada descripción de aspectos puntuales que se considera de importancia
relevante durante su gestión; como la obligatoriedad de la instrucción primaria
realizando un análisis cuantitativo de las características de las instituciones
escolares a lo largo de la provincia, las políticas asistenciales aplicadas, la
colonización e inmigración de la provincia, las obras públicas llevadas a cabo,
la instalación de bancos, y otorgándole a la cuestión religiosa relacionada con
la sanción de las leyes de cementerios y matrimonio civil un importante papel,
que algunos autores han relacionado con la caída de Oroño, pero en la cual la
autora lo considera solo un pretexto, otorgándole al movimiento generado en los
últimos días denominado “revolución”, fundamentos de índole partidario.
Acompañando la investigación se anexan los decretos y leyes que acompañaron el
accionar del gobernante.
El segundo artículo analiza minuciosamente las medidas gubernamentales
que se llevan a cabo durante este gobierno y analizadas a partir del proceso de
modernización generado en el nuevo modelo liberal que venía a instalarse. La
autora centra el análisis del mismo en las innovaciones políticas y jurídicas de
las cuales la provincia es precursora en la mayoría de los casos, los supuestos
ideológicos que orientaron esas políticas y las repercusiones sociales,
políticas e ideológicas que tuvieron, así como el desenlace político que
produjo.
El tercer artículo presenta cómo a partir del protagonismo que la
localidad de Villa Constitución tendrá entre las medidas implementadas por el
gobierno oroñista se puede generar un conocimiento comprensivo desde lo local
hacia el contexto provincial, nacional, y mundial. En el mismo se ofrece una
selección de materiales y recursos para trabajar el tema y algunos ejes
problematizadores que enriquezcan el trabajo en el aula, así como un breve
glosario de conceptos claves. Tras la búsqueda de material bibliográfico y
documentación perteneciente al período que se aborda, los autores intentan
acercar el conocimiento de elementos propios de la ciudad a la identificación y
relación de los procesos a nivel provincial, nacional y mundial. A partir del
concepto de espacio histórico intentan establecer relaciones causales propias
del proceso, vinculando elementos económicos, políticos, sociales que confluyen
en la totalidad y comprensión del período en cuestión.
El objetivo del libro queda expuesto claramente, ya que permite abrir
alternativas de reflexión en la medida que permiten la conexión de distintos
elementos históricos, que le dan sentido a un todo.
Por Alejandra Leporini
CAIMARI,
Lila; Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura en la Argentina
(1880-1955), Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, pp. 312.
Treinta años nos separan de la primera publicación del ya célebre
trabajo de Michel Foucault Vigilar y castigar. El texto vino por
entonces, lisa y llanamente a refundar los estudios sobre la prisión, el
castigo y el control social. Como señala Lila Caimari
ninguna otra obra tuvo el “carácter fundacional, ni delineó a tal punto las
miradas sobre el tema, ni fundó una tradición de reflexión tan rica, y tan
excluyente” (p. 18). Apenas un delicuente es
sin dudas parte del universo foucaltiano aunque
afortunadamente lo desborda en varios sentidos. Lila Caimari
doctora en Historia por el Instituto de Estudios Políticos de París se
desempeña en Argentina como investigadora del CONICET y como docente de la
Universidad de San Andrés. El libro en cuestión es un intento de
sistematización del extenso trabajo realizado; sólido desde el punto de vista
documental abre nuevos caminos y explora universos documentales en muchos casos
intocados. Lo más interesante reside no obstante en la propuesta de la autora.
En la estrategia con que ha intentado presentar los resultados de una
investigación que lejos de ocultar su carácter parcial e inacabado se sostiene
en él.
El
trabajo se despliega en dos niveles o perspectivas de análisis. Por un lado, se
abordan específicamente los saberes y su articulación con las instituciones
penales; y por otro, se intentan recuperar las representaciones que del
“delincuente” circulaban en la sociedad de entonces más allá de los circuitos
intelectuales o de los sectores dirigentes vinculados a la gestión de los
aparatos de estado. En este plano se rescatan las lecturas “profanas” y la
materia misma de los imaginarios sociales en torno a la cuestión. Estas dos
grandes miradas se corresponden en lineamientos generales con las dos partes en
que se organiza el libro: El castigo de una sociedad moderna, en primer
lugar, y Pasiones punitivas y denuncias justicieras, en segundo. La
arquitectura de la obra es considerablemente compleja, circunstancia que deriva
de la yuxtaposición de dos enfoques que presentan, a su vez, diversos matices
que la autora va desplegando en su intento por profundizar los problemas. Esto
atenta en cierta medida, contra la integridad del texto aunque en ningún
momento llega al extremo de entorpecer su comprensión. En todo caso lo que se
hace evidente es la circunstancia misma de su construcción. Esta es la de dar
formato de libro a lo que para la autora eran una serie de intrincadas
investigaciones, notas, reflexiones y apuntes diversos a través de los cuales
venía desarrollándose una investigación que impresiona tanto por su magnitud
como por su lucidez.
El arco temporal del libro, abierto con la inauguración de la
Penitenciaría de Buenos Aires en 1877 y cerrado con la serie de cambios
introducidos por el primer peronismo, es un recorte arriesgado por la
diversidad de contextos y avatares que atraviesa, pero acertado en la medida en
que permite el seguimiento y la compresión profunda de procesos que de otra
manera permanecerían truncos. Procesos tanto delimitados por dinámicas
institucionales como por tónicas netamente simbólicas. Su “genealogía” de
ciertas representaciones sociales acerca de “lo criminal” constituye uno de lo aportes más notables del trabajo.
Los
primeros capítulos del libro recorren las miradas de los “especialistas” y
reconstruyen los saberes sobre el delincuente, el castigo y las penas; se
siguen con minuciosidad los proyectos de control y disciplinamiento,
tanto en su dimensión teórica como en su plasmación en términos de proyectos
institucionales. Es en esta primera parte en donde la impronta foucaultina se muestra con mayor claridad. La inmediata
preocupación de la autora por el grado de plasmación de estos proyectos y por
la reconstrucción de las dinámicas que articulan el deber ser de los
especialistas, los proyectos técnicos consecuentes y las prácticas efectivas de
realización constituyen una novedad y hacen de Apenas un delincuente un
texto fundante para la historiografía argentina. En esta dirección, la obra se
permite superar cierto reduccionismo común a algunos enfoques estrictamente foucaultianos pensando en términos de la articulación entre
sociedad y estado punitivo; proponiendo una historia genealógica de las
trayectorias de ciertas nociones y principios, de sus cruces y metamorfosis, de
sus mecanismos de consolidación y de movimiento. Intenta ver no sólo “teorías
punitivas” sino al “ciudadano que, desprovisto de un interés personal en el
tema, mira o imagina al criminal y el sufrimiento de su pena” (p. 24). Tarea
que no es otra que la de intentar asir la dinámica de constitución de un
“sentido común” acerca de “lo criminal”, con todas las dificultades y
complejidades que un proyecto de tales características conlleva.
A grandes rasgos, los principales logros que
puede exhibir Apenas un delincuente son sin dudas las arduas preguntas
que se atreve a plantear y la firmeza con que decide enfrentar el desafío
propuesto. Los resultados que arroja el libro son, sin embargo, en cierto
sentido heterogéneos. Fenómeno que obviamente responde al carácter
bidimensional de la obra cuya complejidad se traslada a las apreciaciones que
podemos hacer de ella. La recuperación de las teorías punitivas y el
seguimiento de los proyectos institucionales constituyen la parte, en términos
documentales, más sólida del trabajo. Este nivel se presenta sin fisuras,
aportando una considerable información así como lucidas reflexiones; aunque es,
a nuestro parecer, la parte menos estimulante. Si bien claramente original para
la historiografía argentina es considerablemente opaca si la comparamos con la
segunda parte, donde el proyecto de Caimari es
sencillamente apasionante. La agudeza de su pensamiento se deja ver con mucha
mayor claridad en estas páginas brillantes que desaparecen casi mágicamente y
en las que la prensa escrita y en menor medida a la radio ocupan un lugar
central. El cierto tedio que puede llegar a experimentarse con la lectura de
algunos fragmentos de los primeros capítulos, se convierte ahora en una sed
insaciable y casi desesperada que devora las páginas del libro
vertiginosamente.
Una
fuerte mirada culturalista domina el texto globalmente, evitando los marcos
explicativos más rígidos que piensan las dinámicas de interacción cultural en
términos unidireccionales. Estos presupuestos le permiten sortear los
obstáculos del “institucionalismo”, así como los de las perspectivas netamente
jurídicas presentes en la historia del derecho. Su lugar es particularmente
intrincado. Tampoco se deja capturar por las formas recientemente remozadas del
marxismo imbricadas con aportes foucaultianos. En
este punto su perspectiva es claramente culturalista, dinámica, multireferencial y evidentemente complejizadora.
Desgraciadamente por momentos esta mirada no queda del todo clara a la hora de
interpretar principalmente el material de la prensa “amarillista”. Pareciera en
algunos pasajes, aunque probablemente sea esta un crítica excesiva, que la
lógica del “arriba-abajo” pudiera dar cuenta de los fenómenos de transmisión
cultural. La cuestión pasa paradójicamente por determinar las
indeterminaciones. En todo caso si la “transmisión” ha resultado exitosa habría
que preguntarse si no es porque se ha nutrido de los saberes populares ya
presentes en aquellos a quienes se está dirigiendo. Más bien el problema
debería ser abordado en términos bajtinianos
renunciando a las variantes de la explicación causalista.
Estas observaciones críticas no pueden en modo alguno llamar la atención de la
autora. Ella misma es clara en esto cuando se refiere a la capacidad simbólica
de los presos que aún dentro del sistema carcelario son singularidades
significantes que no pueden ser reducidos tanto a las prescriptivas como a las
prácticas dentro del sistema. Lo que claramente deja en evidencia la
profundidad crítica de Caimari.
El
libro avanza en sistematizaciones, en ciertas construcciones conceptuales, pero
preservando el cuidado por no dejar que su trabajo se cristalice en la
confirmación de esas construcciones. Intenta volver visibles los mecanismos,
los procesos, las dinámicas más que los “resultados”. No tendría mayor sentido
adentrarse en los problemas y casos puntuales que recorre en el amplio arco témporo-espacial abordado. Para ello nada mejor que la
lectura del trabajo, absolutamente recomendable no sólo para los interesados en
la historia penal, o el estudio de las formas de castigo, sino para aquellos
preocupados por la historia cultural en general. Para aquellos dispuestos a
asumir el desafío enorme de intentar historiar los imaginarios sociales complejizadoramente, sin salidas fáciles o
mega-generalizaciones, evidentes efectos de teoría. El balance es
claramente positivo. Los problemas de organicidad (y esto es simplemente un
punto de vista) quedan prontamente superados por la profundidad de la propuesta
de Caimari que no deja en ningún momento de estimular
la reflexión con la agudeza de sus observaciones.
Esperamos
que los materiales sobre experiencia punitiva que ha dejado fuera de este
volumen, tal como se aclara en el prólogo, puedan más temprano que tarde, ver
la luz.
Por
Diego A. Mauro (CESOR-UNR-CONICET)
PALACIOS, Ariel; Historias a campo traviesa. Sangre, soledades y
fuegos en la Argentina rural, 1º edición, Ed. El Autor, Alcorta, 2002.
El autor, Ariel Palacios, es periodista de la localidad santafesina de
Alcorta. Historias a campo traviesa..... es fruto de su labor
investigativa, unido a su interés personal y a su compromiso con la historia
local. Una rápida recorrida por esta obra, que abarca más de 120 páginas, nos
muestra la preocupación de su autor ante determinadas ausencias históricas
identificadas a través de la historia rural de la Argentina.
En su conjunto el libro logra, en general, el objetivo planteado por
Palacios, a saber: detectar ciertas ausencias históricas, a la vez que rescatar
y redefinir a los personajes que participaron en centenares de conflictos en el
campo en las primeras décadas del siglo XX, la mayoría de ellos no registrados
por la historia oficial. Las palabras contundentes del historiador Waldo Ansaldi fortalecen esta afirmación: “Si (...) la memoria
colectiva es la memoria del poder, es harto evidente que una parte sustancial
de la historia de las clases subalternas ha sufrido una verdadera amputación”.
Palacios concentra su análisis en la Pampa Húmeda argentina, escenario de
centenares de huelgas y protestas agrarias. Estas movilizaciones de base
campesina se originaron en el reclamo por las duras condiciones de trabajo, la
organización gremial y las cuestiones salariales.
En este sentido, el autor centraliza su estudio en “los personajes del
campo argentino que levantan polvareda” y que están cubiertos por un manto de
olvido. Estos personajes comprenden a la masa rural explotada por los dueños de
la tierra: campesinos, arrendatarios, peones, jornaleros, enfrentados con
terratenientes y cerealistas, “los especuladores del sudor y producto de los
labradores”. Cabe destacar que la mayoría de estos campesinos eran inmigrantes
que traían consigo ciertas ideologías europeas, siendo el anarquismo la más
difundida en el ámbito rural.
La conflictividad rural de la época se tradujo en huelgas,
movilizaciones, incendio de maquinarias, sabotajes varios, tomas de comisarías,
entre las acciones más frecuentes. Algunos de los conflictos que se
re-descubren a partir de este trabajo son: las huelgas de carreros en
Pergamino, la de peones trilladores en San Pedro y Coronel Suárez (1901); el
alzamiento de braceros y estibadores de Junín, Tres Arroyos y Baradero (1904); las movilizaciones de chacareros en
Macachín y Colonia Trenel (1910); el Grito de Alcorta
(1912); Corral de Bustos y Santa Rosa (1914); los conflictos rurales que
involucraron a chacareros de la región (1918 a 1922); las provincias de Santa
Fe, Córdoba y Buenos Aires sacudidas por agitaciones rurales (entre 1927 y
1928); las huelgas de juntadores de maíz (1933 a
1935), por mencionar sólo algunas. Lejos de trazar una cronología detallada de
tales acontecimientos o de confeccionar un anecdotario, Palacios hilvana alguna
de esas ausencias. En “Historias a campo traviesa. Sangre, soledades y
fuegos...” describe y resignifica la penosa
situación socioeconómica de los campesinos de principios del siglo XX, víctimas
de la pobreza, las persecuciones y los desalojos. En este contexto, pues,
resulta comprensible que las huelgas agrarias hayan sido frecuentes. Al
respecto, Palacios retoma las palabras de María de Bulzani,
campesina precursora del Grito de Alcorta, sintetizan el sentimiento de la
época: “Para morir de hambre trabajando, me muero de hambre sin trabajar”.
Por último, el trabajo de Palacios posee un exhaustivo aporte
bibliográfico al final de la obra, sustentado además con una serie de
testimonios y entrevistas de diversa procedencia: los historiadores Osvaldo
Bayer, Hugo Chumbita y Norberto Galasso;
el sacerdote Joaquín Núñez; el periodista Carlos Del Frade; el presidente de la
Federación Agraria Argentina Eduardo Bussi; los
productores agropecuarios Salardi Menna
y Roberto Petrini, por citar solamente a algunos.
Estos aportes contribuyen al enriquecimiento del estudio de la historia rural
de la región en particular y del país en general, los conflictos sociales, las
luchas históricas del campesinado. En síntesis obras como éstas, de autores
locales, proporcionan recursos para la reconstrucción de la historia de la
Argentina rural de principios del siglo XX.
Por María de los Ángeles Serra
AZZELLINI, Darío y KANSLEITER, Boris (comps.);
La privatización de las guerras.
Paramilitares, “Señores de la Guerra” y Ejércitos Privados como actores del
nuevo orden bélico. Centro de Documentación e Información Bolivia. CEDIB de
Cochabamba – Bolivia. Cochabamba, 2005. Edición actualizada de: Das Unternehmen Krieg, Assoziation A, Berlin, 2003.
Los autores intentan demostrar cómo la globalización del capitalismo
neoliberal impulsada por occidente está llevando a un cambio en las formas de
conducción de las guerras. Las nuevas guerras generadas en las periferias se
están llevando a cabo cada vez más por compañías militares privadas,
paramilitares, señores de la guerra, ejércitos privados y mercenarios, que les
permite a los estados “desligarse” de los daños y pérdidas que estas guerras
puedan ocasionar y obtener ganancias a través de la adquisición de yacimientos,
minas y todo aquello que esta economía de mercado considere rentable.
No se trata aquí de hacer un exhaustivo análisis de los catorce
capítulos que componen este libro, pero si rescataremos las ideas principales
que el mismo aborda. La obra se compone de un texto introductorio, donde Thomas
Seibert realiza un abordaje de la relación existente
entre las “nuevas guerras”, afirmando que el surgimiento de estos ejércitos no
estatales no es tan novedoso, y la transformación como consecuencia directa del
capitalismo neoliberal que se genera en las mismas.
En el primer artículo, referido a Colombia, Dario
Azzellini señala en forma detallada cómo se crearon
los grupos paramilitares y la relación de las compañías militares privadas con
las élites locales bajo auspicio financiero y político de los Estados Unidos.
Un modelo parecido al colombiano ha sido descubierto por el especialista en
Kurdistán y Turquía, Knut Rauchfuss,
quien explica como una alianza entre políticos, militares, y narcomafia dirige la paramilitarización del conflicto kurdo
en Turquía, y como existen al mismo tiempo nexos que llevan hacia Alemania.
Dario Azzellini explicita además cómo en el caso
mexicano, la paramilitarización ha sido transformada en nuevas formas de
organización social, las cuales incluyen enteras comunidades rurales. Este
modelo será estudiado en Guatemala también y es analizado por Matilde Gonzales
y Stefanie Kron, las cuales
se centran en la relación existente entre paramilitarización, violencia y
género.
Boris Kanzleiter parte de ejemplos de Serbia,
Bosnia, Herzegovina y Kosovo, para analizar cómo se ocasionaron diferencias
étnicas durante la guerra de Yugoslavia, como resultado del paramilitarismo
convirtiéndose los paramilitares en protagonistas del proceso de privatización
estableciendo verdaderos complejos criminales institucionales, que actúan más
allá del fin de la guerra y en una entrevista realizada al especialista en
Afganistán, Matin Baraki,
explica cómo por medio de la “guerra contra el terror” en Afganistán, se impuso
una reorganización del sistema de los señores de la guerra luego de la caída de
los Talibanes y donde las posibilidades de emancipación política y social como
las capacidades de articulación de la oposición fueron obstruidas por la
institución de los señores de la guerra como pilares de la administración
internacional. En otro capítulo desarrolla además un informe detallado del rol
que cumplen las compañías militares privadas, su origen, composición y
servicios que ofrecen. Otros autores como Henri Myrttinen,
evidencian cómo la violencia de Indonesia, generalmente asociada a conflictos
étnicos y religiosos, se suscribe de manera clara a intereses de poder
económico; y desde África Björn Aust,
analiza la economía de la guerra del Congo, que se ha convertido desde mediados
de los años noventa en la “primera guerra mundial del África”. En esta
economía, aparatos militares y paramilitares libran batallas armadas
compitiendo en la explotación de materias primas, que son exportadas por
compañías transnacionales hacia Europa, Japón o Estados Unidos; conclusión
similar a la que aborda Lisa Rimli, en un
contribución referente a la economía de guerra en Angola, que continúa incluso
después de la firma de un acuerdo de paz.
Tal como lo muestra el desarrollo presentado en este libro, el
bombardeo de Bagdad o de Belgrado no constituye en absoluto la corta
interrupción de una “paz” imaginaria por un estado de excepción de “guerra”.
Más bien hoy se expande por regiones cada vez más grandes del globo un estado
de guerra permanente de diferente intensidad, que requiere de respuestas mucho
más complejas que la demanda de un cese de los bombardeos. Se trata en mayor
medida de una crítica del nuevo orden de la guerra, que es expresión de las
tendencias actuales del desarrollo del capitalismo.
Por Leandro Guarc y
Alejandra Leporini