Memorias y significaciones del pasado: la disidencia de Montoneros en la ciudad de Santa Fe en 1974

 

 

Fabiana Alonso(*)

 

 

Resumen

 

En la primera mitad de 1974 las divergencias al interior de Montoneros desembocaron en la formación de grupos disidentes. El presente artículo explora la escisión producida en los primeros meses de 1974 en una de sus organizaciones de superficie, la Regional II de la Juventud Peronista, circunscribiendo el análisis a la ciudad de Santa Fe. Se consideran fuentes periodísticas y militantes y un corpus testimonial, conformado éste último por textos autobiográficos y entrevistas a ex dirigentes y ex militantes juveniles. Se contemplan los aspectos del proceso político que contribuyeron a un progresivo aislamiento de la Juventud Peronista y las tensiones que desembocaron en la formación de grupos disidentes. También se abordan los efectos de dicha escisión en la militancia montonera, así como posibles afinidades y vínculos con la disidencia representada por la Juventud Peronista Lealtad. El análisis de los testimonios se orienta a indagar las interpretaciones de la situación, las consecuencias que la ruptura trajo aparejadas en términos grupales e individuales y las significaciones construidas sobre esa experiencia.

 

Palabras clave: Montoneros; Juventud Peronista Regional II; disidencia; ciudad de Santa Fe; testimonio.

 

 

Memories and the meanings of the past: the dissidence of Montoneros in Santa Fe city in 1974

 

Abstract

 

Divergences within Montoneros led to the formation of dissident groups in the first half of 1974. This article explores the split produced in one of their organizations, Juventud Peronista Regional II, by restricting the analysis to Santa Fe city. Journalistic and militant sources are considered, also a corpus made up of autobiographical texts and interviews with former leaders and youth activists. The article analyzes aspects of the political process that contributed to a progressive isolation of Juventud Peronista and the tensions that led to the formation of dissident groups. It also approaches the effects of the split in the militancy, as well as possible affinities and links with the dissidence represented by Juventud Peronista Lealtad. The analysis of the testimonies is aimed to investigate the interpretations of the situation, the breakdown consequences in group and individual terms and the meanings about that experience.

 

Key words: Montoneros; Juventud Peronista Regional II; dissidence; Santa Fe city; testimony.

 


 

 

Memorias y significaciones del pasado: la disidencia de Montoneros en la ciudad de Santa Fe en 1974

 

Introducción

 

Entre 1972 y 1980 se produjeron cuatro rupturas al interior de la organización Montoneros. La insuficiencia de procedimientos para procesar las divergencias provocaba que los posicionamientos contestatarios de quienes mantenían diferencias con la conducción fueran tratados como facciones a ser erradicadas.[1] Nos interesa detenernos en la segunda de estas disidencias, que tuvo lugar en la primera mitad de 1974 y desembocó en la formación de grupos que terminaron abandonando la organización en distintos lugares del país.

Diversas investigaciones indagan la experiencia que representó la Juventud Peronista Lealtad (JPL) y los efectos provocados en los frentes de masas que respondían a Montoneros. Coinciden en señalar que los disidentes provenían sobre todo de columnas de Capital Federal y del Gran Buenos Aires, que eran parte de la Regional I de la Juventud Peronista (JP). También hacen referencia, aunque sin profundizar demasiado, a la fractura ocurrida en la Regional II de la JP y son mencionados dirigentes santafesinos que habrían mantenido vínculos con la JPL.[2]

El presente artículo aborda el proceso que desembocó en la disidencia producida al interior de la Regional II de la JP durante los primeros meses de 1974, circunscribiendo el análisis a la ciudad de Santa Fe.[3] Para ello se consideran fuentes periodísticas y militantes y un corpus testimonial, conformado éste último por textos autobiográficos y doce entrevistas a ex dirigentes y militantes juveniles, algunos de los cuales ocuparon cargos a nivel provincial y municipal y en la Universidad Nacional del Litoral (UNL). El testimonio se entiende como el producto de revisiones y de operaciones selectivas por medio de las cuales la rememoración del pasado tiene lugar en el presente.

 

La Juventud Peronista y el peronismo santafesino

 

Como es sabido, desde 1973, junto con la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), el Movimiento Villero Peronista (MVP), la Agrupación Evita (AE) y el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP), las JP Regionales –siete en total- se transformaron en vehículo de la política de masas de la organización Montoneros. Las provincias de Santa Fe y Entre Ríos conformaron la JP Regional II, al frente de la cual fueron designados Jorge Obeid, como delegado, y Alejandro Richardet como subdelegado de la provincia de Entre Ríos.[4] Ambos se habían iniciado en la militancia estudiantil a mediados de la década del sesenta.[5] En la ciudad de Santa Fe, confluyeron en la Regional II de la JP militantes barriales y estudiantiles que habían comenzado a desarrollar un trabajo territorial a fines de los años sesenta. Bajo el impulso de la JP, en 1973 se formó el Centro de Profesionales Peronistas, que proveyó un número considerable de funcionarios a la Universidad Nacional del Litoral en 1973, entre ellos el rector, varios decanos y secretarios.

En lo que respecta al proceso electoral, Santa Fe no escapó al panorama nacional, en cuanto a que en cada provincia la lucha interna del peronismo fue vertebrando la dinámica política. La candidatura a gobernador de Carlos Sylvestre Begnis tuvo el patrocinio de Perón.[6] Sin embargo, esto no impidió que se viviera una escisión en el peronismo provincial, al punto de ir a las elecciones con dos fórmulas: Sylvestre Begnis-Cuello por el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) y Campos-Bonino, fórmula que retuvo la denominación Partido Justicialista.[7] Junto con la CGT y las 62 Organizaciones, dirigentes de la Regional II de la JP integraron una comisión creada para dar a conocer las estrategias del FREJULI en la provincia de Santa Fe[8], cuya fórmula triunfó en la segunda vuelta electoral.[9]

Mariana Pozzoni señala que una vez abierto el horizonte electoral, las organizaciones de la tendencia revolucionaria del peronismo comenzaron a navegar a dos aguas: la lógica política basada en la legalidad democrática y la lógica de la guerra que apelaba a la lucha armada.[10] Detenerse en las declaraciones de prensa de Montoneros y la Regional II de la JP posibilita analizar el posicionamiento público ante el proceso político. Antes de las elecciones de marzo de 1973, que consagraron presidente a Héctor Cámpora, Montoneros realizó hechos armados que se adjudicó en “partes de guerra”. A propósito de la colocación de explosivos en domicilios de candidatos locales de Manrique y Chamizo, calificados de “continuistas” y “gorilas”, un volante expresaba: “Con esto advertimos, que así como les ganaremos las elecciones estamos dispuestos y preparados para ganarles la guerra. Esta no terminará con las elecciones, sólo acabará cuando destruyamos a los enemigos, tanto de adentro (como CAMPOS, BONINO y cía.) y a los de afuera del movimiento vendepatrias explotadores).”[11]

Apenas terminado el proceso de constitución de listas en el peronismo, un extenso volante de la JP, bajo el encabezado “Cumpliremos y haremos cumplir. Al pueblo santafesino”, identificaba a los candidatos Campos y Bonino como “traidores” al FREJULI y a Perón. No obstante, reprochaba al FREJULI no haber cumplido la directiva de Perón según la cual el 25% de los cargos debía ser para candidatos de la juventud. En un tono de advertencia expresaba: “Decimos claramente: nuestros candidatos a nivel provincial son los del Frente, Sylvestre Begnis y Cuello, ya que somos respetuosos de la verticalidad y al Gral. Perón, pero teniendo en claro que si se vuelve a incurrir en traiciones no escatimaremos esfuerzos en denunciarlos, haciendo que se cumplan fielmente las directivas de nuestro Líder y Conductor y de las bases del Movimiento”.

La JP obtuvo dos candidaturas a diputados provinciales –que recayeron en Domingo Pochettino y Juan Luis Lucero[12]-, la Secretaría de Cultura y Acción Social de la municipalidad de Santa Fe –donde fueron designados Héctor Pizarro y Gustavo Pon como secretario y subsecretario, respectivamente[13]- y jefaturas y secretarías técnicas en algunos ministerios del gobierno provincial. La distancia temporal y la revisión del pasado les permiten a dos de los protagonistas de aquel momento matizar la interpretación de entonces. El ex diputado Pochettino señala el desconocimiento de los mecanismos de la negociación política como razón fundamental para la obtención de la escasa cantidad de cargos, a lo que se sumaba, según su punto de vista, un generalizado desinterés por los mismos. Por su parte, Pizarro, que ocupó el cargo de secretario de Cultura y Acción Social en el gobierno municipal de Santa Fe, coincide con esa apreciación y agrega la desconfianza hacia la JP por parte del sindicalismo peronista -representado en Santa Fe por la CGT y las 62 Organizaciones-que tuvo el control para definir la composición de las listas.

A los pocos días de las elecciones nacionales Montoneros dio a conocer la “expropiación” de explosivos a un camión en una localidad del interior de la provincia. La misma se justificó en la necesidad de “construir el EJERCITO PERONISTA –el pueblo en armas- única garantía para que el triunfo de las urnas no se nos quite por la fuerza”. Las acciones y los posicionamientos en el plano discursivo revelaban una apuesta con reservas a la lucha electoral, pues la confianza estaba depositada en la movilización y en la continuidad de las acciones armadas. La participación electoral y el reclamo por lo que consideraban que les correspondía se efectuaba desde un lugar de sospecha del sistema político. En una conferencia de prensa la JP se adjudicaba el rol de “fiscal de todas las tareas revolucionarias” bajo el lema “cumpliremos y haremos cumplir”[14], pretendiendo constituirse en control del nuevo gobierno. En efecto, si se atiende a los usos del lenguaje en los textos de los volantes y en las declaraciones públicas, se observa que la elección de ciertos términos (fiscalizar-hacer cumplir, ejército peronista-pueblo en armas, ganar las elecciones-ganar la guerra) posicionaba a Montoneros y a la JP en una enunciación que tensaba la relación con el peronismo.

 

La ofensiva contra la Juventud Peronista en Santa Fe

 

El progresivo aislamiento de la JP respecto del peronismo provincial fue en paralelo al distanciamiento entre Montoneros y Perón. En abril de 1973, un mes antes de la asunción de Cámpora, al destituir a Rodolfo Galimberti de su cargo de delegado nacional de la juventud en el Consejo Superior del movimiento peronista, Perón puso de manifiesto que había finalizado su apoyo a los grupos armados[15]. En junio, en el discurso pronunciado al día siguiente de los hechos de Ezeiza, realizó un conjunto de advertencias tendientes a reforzar la disciplina al interior del peronismo y señaló que éste seguía apegado a su formulación doctrinaria en los años 40. Si Ezeiza inauguró la fractura sangrienta del peronismo, no es menos cierto que los desencuentros entre Perón y Montoneros venían de bastante tiempo atrás. Las discrepancias se habrían iniciado en 1972, fueron disimuladas por el “luche y vuelve” y la campaña electoral del FREJULI y de ahí en más se profundizaron.[16]

Entre julio y octubre de 1973 los problemas se acentuaron. Tras la renuncia del presidente Cámpora, los gobernadores afines a la denominada tendencia revolucionaria del peronismo comenzaron a ser cuestionados, exigiéndoseles la renuncia, solicitando el juicio político o la intervención, acciones que progresivamente se fueron concretando al año siguiente.[17] Públicamente, Montoneros y sus organizaciones de superficie presentaron la candidatura de Perón como condición necesaria para “poner freno a una conspiración gorila, impulsada por el imperialismo a través de un puñado de traidores en el Movimiento Peronista”[18]. Comunicados de la JTP, la JUP y la JP Regional II que se dieron a conocer los días posteriores a la renuncia de Cámpora criticaban a “los falsos dirigentes sindicales”.[19]

No obstante, en Santa Fe las organizaciones de superficie de Montoneros continuaron participando de actos junto con la CGT, la Rama Femenina y dirigentes del Partido Justicialista. Incluso en uno de ellos habló Obeid y se refirió a la renuncia forzada de Cámpora.[20] Pero el 31 de agosto, cuando se hizo en Santa Fe un acto similar al realizado en Buenos Aires frente a la CGT para aclamar a Perón -al cual asistieron Montoneros y sus organizaciones de masas ante la indiferencia del líder-, ninguno de los dirigentes juveniles locales estuvo en el palco ubicado frente a la legislatura provincial, ocupado por el vicegobernador Cuello y sindicalistas de la CGT y las 62 Organizaciones.

A principios de octubre de 1973, luego del asesinato del dirigente de la CGT José I. Rucci, el Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista dio comienzo a la denominada “depuración ideológica” a través de un documento avalado por Perón. El propósito consistía en bloquear el avance de la tendencia revolucionaria del peronismo y, entre otras acciones, los gobernadores debían encarar el reordenamiento de los gabinetes provinciales.[21] Amparándose en las manifestaciones públicas de Perón en las que fustigaba a los “infiltrados”, se activó la ofensiva sindical en las provincias buscando ampliar las posiciones que había logrado.

Los últimos días de enero de 1974 la prensa santafesina cubría ampliamente los efectos políticos del intento de copamiento de la guarnición de Azul por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las renuncias de Bidegain a la gobernación de Buenos Aires y de varios diputados nacionales de la JP. En ese marco se dio el primer avance de la ofensiva sindical por recuperar lugares en la municipalidad de Santa Fe con la destitución del secretario de Cultura y Acción Social, Héctor Pizarro, y del subsecretario Gustavo Pon. En un acto realizado por la JP, la JUP y el MVP, se adjudicó la responsabilidad al intendente y se exigió el pronunciamiento al Partido Justicialista[22], que públicamente se mantuvo al margen.

A los pocos días de haberse realizado el acto en apoyo a los dos funcionarios destituidos, la JP concluyó un operativo de trabajo realizado en el norte provincial[23]. En una coyuntura desfavorable como la que se estaba atravesando, la realización del operativo le permitía mostrar públicamente su capacidad de movilización y de inserción política en un ámbito alejado de los grandes centros urbanos de la provincia. En el acto de cierre, realizado en la ciudad de Reconquista, hablaron Obeid, el diputado Pochettino y Luis Silva, dirigente del MVP. Un fragmento del discurso de Obeid revelaba el enfrentamiento con la ortodoxia peronista: “(…) porque no le tenemos miedo al trabajo y porque sabemos que este trabajo tiene que hacerse desde con el fusil hasta con la pala (…)”.[24]

De ahí en más, los comunicados de la JP Regional II se debatirían entre la lealtad a Perón y las críticas al avance de lo que calificaban como “ultraderecha en el movimiento peronista”. “Somos peronistas sin ningún tipo de especulaciones intelectuales; con Perón como líder indiscutido y el movimiento como marco, (…) en él luchamos contra lo que no nos gusta, pero dentro del movimiento y siguiendo las pautas trazadas por Perón”, declaró Obeid.[25] En un corto tiempo el tenor del discurso había cambiado de una posición ofensiva a otra defensiva.

Montoneros apelaba a su breve pasado para reclamar la permanencia en un lugar que consideraba legítimo, con enunciados como éste: “Lo que pasa es que nosotros no hemos cambiado. Seguimos diciendo lo mismo que antes del 11 de marzo (…) Nosotros seguiremos siendo peronistas y nadie nos podrá echar del Movimiento, nos podrán echar del PJ o de cualquier otro cargo, pero no nos podrán echar del pueblo peronista”.[26] Adscribiendo a la denominada “teoría del cerco” no se mencionaba a Perón, desvinculándolo de la ofensiva de la ortodoxia peronista. En cambio, cuando ésta última se manifestaba, la referencia a Perón se hacía explícita para otorgar legitimidad a su discurso. Mientras la ortodoxia apelaba a la “verticalidad” para combatir a los “infiltrados”, Montoneros sostenía que “el imperialismo y la oligarquía comenzaron a expresarse a través de los traidores de nuestro movimiento”[27]. El cruce de declaraciones públicas construía dos Perón, a la medida de cada uno de los contendientes.

Al mismo tiempo comenzaba a manifestarse con más intensidad la ofensiva contra el gobierno de Sylvestre Begnis por parte de la CGT y las 62 Organizaciones. Un plenario de las dos organizaciones sindicales dio su apoyo al vicegobernador y expresó el repudio “a los grupos subversivos”[28]. La JP acusó al vicegobernador Cuello de una maniobra tendiente a provocar una intervención a la provincia[29]. Las declaraciones públicas de las organizaciones de superficie de Montoneros parecían estar más encaminadas al combate de los sectores de la ortodoxia peronista que a la defensa de la institucionalidad democrática en la provincia. Los términos “subversivo” e “infiltrado”, en alusión a Montoneros y a sus organizaciones de superficie, comenzaban a formar parte del léxico con el que se manifestaban los sectores políticos y sindicales del peronismo santafesino. La JP perdía toda posibilidad de lograr solidaridades dentro del peronismo y las buscaba afuera, en las juventudes de los partidos políticos, como la Juventud Radical, Franja Morada, la Federación Juvenil Comunista y el Movimiento Nacional Reformista. Las juventudes políticas se manifestaron en contra de “la ambición de la burocracia sindical representada en la provincia por la UOM y en el gobierno por el vicegobernador”.[30]

La Juventud Sindical Peronista y la Juventud 26 de Julio salieron al cruce de estas declaraciones con un comunicado cuyo propósito era sembrar la sospecha de connivencia entre el gobernador y Montoneros al referirse a una “infiltración izquierdista en el gobierno” y acusar a Sylvestre Begnis de no haber opinado nunca sobre los grupos armados[31]. Por su parte, comunicados de la CGT Rosario y de la CGT Santa Fe manifestaban su apoyo al vicegobernador Cuello.[32] El Partido Justicialista, que hasta ese momento no había intervenido públicamente, dio a conocer una solicitada con unas 100 firmas (entre ellos, funcionarios de los gobiernos provincial y municipal) en la que declaraba estar alineado con las directivas de Perón, y sostenía que los cargos de gobierno pertenecían al Movimiento Nacional Justicialista[33]. Como veremos a continuación, cuando se dio a conocer esta solicitada ya estaba planteada la disidencia en la Regional II de la JP.

 

La ruptura en la Regional II de la Juventud Peronista

 

De la lectura de la prensa se infiere que entre los meses de febrero y marzo de 1974 se tornó cada vez más difícil mantener la cohesión al interior de la Regional II de la JP. Una noticia de mediados de febrero hacía referencia, sin demasiadas precisiones, a sectores de la JP de las ciudades de Rosario y Santa Fe que planteaban el “acatamiento incondicional y absoluto a la verticalidad”.[34] Mientras tanto Obeid participaba de encuentros con Perón y, si bien negaba públicamente la posibilidad de una ruptura, no estuvo presente en el Club Unión de Santa Fe para conmemorar el aniversario del triunfo de Cámpora.[35] En ese acto hablaron el subdelegado de la Regional II, Alejandro Richardet, y el delegado de la zona sur de la provincia, Raúl Lorenzo.

El 1° de abril de 1974 Obeid dio a conocer su renuncia a través de los dos diarios que se publicaban en la capital provincial. El comunicado hacía un llamado a la militancia de la JP a nuclearse “en torno a nuestro Conductor y Presidente, el General Juan Domingo Perón, para garantizar su defensa y la del Movimiento (…)”.[36] No se fue solo ya que hicieron lo mismo los diputados provinciales Pochettino y Lucero.

Por su parte, Héctor Pizarro -el funcionario destituido en la municipalidad de la ciudad de Santa Fe- encabezó la Organización de Agrupaciones Peronistas (OAP). Su primer comunicado, de mediados de mayo, presentaba a sus miembros como ex militantes de la tendencia revolucionaria del peronismo y señalaba: “(…) la llamada tendencia revolucionaria decide aislarse del proceso desarrollando una política de disputa de la conducción del Movimiento al General Perón y de constante desgaste del gobierno popular, que conjuntamente con otros grupos retardatarios de derecha, los coloca en el terreno de los que conspiran contra el proceso de liberación”.[37]

En alusión a la ruptura pública de Perón con Montoneros en Plaza de Mayo, una declaración posterior señalaba que “las diferencias no surgen el 1° de mayo [de 1974] sino que son el fruto de un debate iniciado meses atrás”[38]. Dichas diferencias pasaban fundamentalmente por lo que se entendía como “desgaste del gobierno popular” por parte de la organización Montoneros. En ese sentido, los argumentos son coincidentes con los de la solicitada de la JPL, firmada como Montoneros Soldados de Perón y publicada en marzo de 1974.[39]

La fractura también se hizo visible entre los funcionarios de la UNL que respondían a la JP[40]. En mayo renunciaron catorce funcionarios de la universidad. En alusión a la ruptura de Montoneros con Perón, el comunicado dado a conocer señalaba: “Hoy existen contradicciones políticas y metodológicas con el sector del movimiento que fue origen y sustento de nuestra tarea”[41]. Dos testimonios son representativos de la confrontación al interior del grupo de funcionarios que provenían de la JP. Isabel Mac Donald, quien ocupaba el cargo de directora de la Escuela Universitaria del Profesorado, dice: “Yo no renuncio. Esa era una postura que nosotros teníamos asumida como militantes”. En cambio, Raúl Churruarín, entonces decano interventor de la Facultad de Ingeniería Química, señala: “Los decanos vemos que con el nivel de control que tenía Montoneros en la universidad a través de la JUP, la cosa era insostenible. Entonces renunciamos.”

Puertas adentro de la universidad, la decisión de abandonar sus cargos por parte de un número importante de funcionarios provocó el descontento de la JUP. Una declaración de esta agrupación puso en evidencia las posiciones encontradas entre las organizaciones de masas de Montoneros. A propósito de las renuncias, en una conferencia de prensa, su máximo dirigente, Ramón Puch, calificó la decisión como “una renuncia al proyecto que se viene desarrollando dentro de la universidad”.[42] A partir de entonces la JUP protagonizó distintos enfrentamientos con el nuevo rector, que se fueron acentuando a lo largo de 1974. Por su parte, los funcionarios que no habían renunciado y actuaban en bloque con la JUP, dieron a conocer su última declaración pública en septiembre de 1974, a través de una solicitada con once firmas –entre ellas las de Isabel Mac Donald- que contenía fuertes críticas a la “misión Ivanissevich”.[43]

En la ciudad de Santa Fe, la fractura producida en la JP tuvo incidencia, fundamentalmente, a nivel de la militancia de base en los barrios y en la universidad y afectó, en menor medida, a las otras organizaciones de superficie. En este sentido, el caso santafesino sería diferente al de Buenos Aires donde, como consecuencia de la escisión de la JPL, se dieron fracturas en la JTP y en la JUP.[44] En Santa Fe, los dirigentes juveniles que estaban al frente de las otras organizaciones de masas continuaron: Ramón Puch en la JUP, Luis Silva en el MVP, Francisco Klaric y Ricardo Forti en la JTP, Publio Molinas en la UES, Oscar Winkelmann en el Consejo de la JP de Santa Fe y Alejandro Richardet como subdelegado de la JP. En los meses sucesivos a la fractura continuaron apareciendo sus nombres en la prensa, a raíz de movilizaciones y de declaraciones públicas. Esto no significa que sus organizaciones no hayan perdido militantes, pero de las mismas no se produjo un éxodo de dirigentes de la talla de Obeid, de los diputados provinciales Pochettino y Lucero y del ex secretario de Cultura y Acción Social, Pizarro.

La ponderación de los testimonios contribuye a entender lo que significó el alejamiento de estos dirigentes. Obeid y Pochettino tenían a su cargo tareas fundamentalmente políticas, esto es, tenían una alta exposición pública por ser delegado de la JP Regional y diputado provincial, respectivamente. A su vez, previo a su incorporación a Montoneros, Pochettino y Pizarro habían desarrollado una inserción política en los barrios periféricos de la ciudad. Isabel Mac Donald, la funcionaria de la UNL que no renunció en 1974, lo expresa de esta manera: “Se fue mucha gente, y lo más grave es lo que generó en las bases, en los barrios. (…) La gente que era peronista nos quería por peronistas; entre Perón y nosotros, ¿a quién iba a elegir?”

Otros testimonios dan cuenta de que entre quienes abandonaron la organización había combatientes, además de cuadros políticos. Por caso, Pizarro es caracterizado como un cuadro político-militar, tanto en sus propias palabras como en las de otros entrevistados.[45] Al respecto, Juan D. Demonte señala: “Cuando se produce la disidencia, se nos fueron un montón de compañeros. Se quería disimular, algunos eran combatientes. René Oberlin y yo éramos los encargados de ir a visitarlos para que volvieran, pero no convencimos a nadie.”[46]

Los posibles vínculos que los disidentes pudieron haber establecido con la JPL son difíciles de corroborar y nos inclinamos a pensar que no existieron en términos orgánicos. Si bien en un primer momento la prensa de circulación nacional vinculó a Obeid con la JPL, luego señaló que no habría formado parte de la misma[47]. A mediados de mayo de 1974, cuando en Santa Fe quedó constituida formalmente la OAP, liderada por Pizarro, la prensa mencionó la presencia de Obeid, de los diputados Lucero y Pochettino y de Hugo Miretti –dirigente de la JTP del sindicato bancario a nivel nacional, quien habría abandonado su agrupación en apoyo a Obeid.[48] Pero estos dirigentes eran mencionados en calidad de asistentes a la reunión y no formaron parte de su mesa directiva.[49]

Si se atiende a la prensa local, se observa que, a excepción de Pizarro, ninguno de ellos encaró la formación de una nueva agrupación. La disidencia encabezada por Obeid no prosperó en términos políticos ya que él y Pochettino debieron abandonar el país por decisión de la conducción de Montoneros. Por su parte, los entrevistados que participaron de la OAP señalan que, si bien antes de 1974 habían conocido a militantes que luego formaron parte de la JPL, no tuvieron relaciones con esta agrupación y se anoticiaron de su existencia por la prensa.

 

Memorias de la disidencia

 

Como enseña la historia oral, en la configuración de todo relato de memoria intervienen los recuerdos de hechos históricos y el impacto de esos hechos en las vidas de quienes se constituyen como testigos. Por eso un testimonio “nos dice menos sobre los acontecimientos que sobre su significado”[50]. Respecto de la disidencia, la lectura de los testimonios permite indagar las interpretaciones de la situación, las razones de las acciones, las consecuencias que la ruptura trajo aparejadas en términos grupales e individuales y las significaciones construidas a propósito de esa experiencia. Se trata de memorias que, lejos de la univocidad, actualizan la conflictividad del pasado.

El asesinato de Rucci, en septiembre de 1973, y lo que el mismo implicaba en términos del enfrentamiento con Perón aparece, en la mayoría de los testimonios, como el hecho que habría acelerado la emergencia de posturas críticas a la orientación de la conducción de Montoneros[51]. En la mayoría de los testimonios se enfatiza el desconcierto ante el asesinato de Rucci –el término más utilizado es “sorpresa”-, y varios entrevistados señalan que en días posteriores comenzaron a llegarles comentarios como éste: “Le tiramos un cadáver a Perón”.

El testimonio del ex secretario de la municipalidad, Héctor Pizarro, suma otros elementos que, en su relato, asumen la misma importancia que el asesinato del dirigente de la CGT. Entre esos elementos señala un marcado contraste entre la forma de vida modesta que dirigentes como él mismo y Gustavo Pon llevaban en Santa Fe y en otros lugares del país, y la holgura con la que vivía la conducción de Montoneros, de la que él mismo era testigo en sus viajes a Buenos Aires: “Una forma de vida que habíamos criticado siempre”.[52] Asimismo, advierte las dificultades de los dirigentes barriales para transmitir a las bases las decisiones adoptadas por la conducción –que “bajaban desde arriba”, dicho también en los términos de otros entrevistados.

Para Jorge Obeid, a partir de las renuncias de un grupo de diputados nacionales de la JP, “se abrió un debate interno sobre si correspondía seguir con el camino de la violencia estando Perón de regreso en la Argentina”.[53] Obeid – intendente de la capital provincial, dos veces gobernador de la provincia de Santa Fe (1995-1999 y 2003-2007) y diputado nacional- siempre evitó hablar de su pertenencia a Montoneros. En las escasas entrevistas televisivas en que habló de su actuación en la JP -sin admitir que dicha organización respondía a Montoneros, excepto en la que dio al Canal Encuentro poco antes de su muerte, en enero de 2014- se limitó a sostener generalidades como ésta: “Discutir el liderazgo de Perón era prácticamente poner en tela de juicio todo lo que era la esencia misma del peronismo”.[54] El silencio de Obeid y sus escuetas referencias a Montoneros dan cuenta de lo inconveniente que resultaba aquel pasado para la construcción de una carrera política en el peronismo santafesino desde mediados de la década del ochenta.

De los testimonios puede inferirse que quienes encabezaron los posicionamientos críticos procedieron de una forma que no estaba contemplada por las pautas de funcionamiento de la organización, según las cuales las discusiones se daban en el marco de las Unidades Básicas Revolucionarias (UBR) y las Unidades Básicas de Combate (UBC).[55] Así lo expresa Pochettino: “Como teníamos muchas relaciones políticas éramos horizontales. No hicimos un documento interno. Sacamos cien copias y las llevamos a los barrios, hicimos asambleas, se armó un despelote.” Toda discusión de envergadura que se desarrollara por fuera del ordenamiento establecido, ya sea en pequeñas reuniones de dirigentes o en asambleas barriales, implicaba desafiar a la propia organización. Al respecto, Pizarro dice: “Habíamos empezado a hacer algunas reuniones. Cuando llega a oídos de ellos [se refiere a la conducción] nos citan y nos dicen que hay que irse de Santa Fe. La conducción les plantea a Obeid y a Pochettino que se tienen que ir, los dos se fueron a Perú”.

Varios testimonios refieren a un “juicio” contra Pochettino y Obeid. Así lo expresa el primero: “(…) los fundamentos, ya no me acuerdo ahora con exactitud, nos habíamos pasado al bando del enemigo (…) Nosotros fuimos al juicio armados hasta los dientes. La conducción vino acá [a Santa Fe] también armada hasta los dientes. Nos dijeron que teníamos que salir del teatro de las operaciones por un tiempo, a mí me dieron seis meses, a Obeid un año, había que devolver las armas y se dejaba la cuestión saldada.”

La falta de mecanismos internos que permitieran tratar las diferencias no daba lugar a otra cosa que a la expulsión de quienes sostenían posicionamientos contestatarios. Un congreso de la JP realizado en Santa Fe a mediados de mayo determinó “proceder a la expulsión de cualquier compañero cuyo accionar atente contra la unidad e integridad política de la JP”. A Obeid se resolvió “Expulsarlo de todo funcionamiento, encuadramiento y participación en la estructura de la JP” y respecto de los diputados, se dispuso iniciar “la investigación de las actitudes de disidencia”.[56]

El testimonio del subdelegado de la Regional II de la JP, Alejandro Richardet da cuenta del estado de la discusión interna y de que la permanencia en la organización no implicaba, necesariamente, acordar con las orientaciones adoptadas por la conducción. Al respecto, señala: “Yo fui el vocero de la JP, cuando fue ese 1° de mayo [de 1974], para no ir a disputarle a Perón. El desplazamiento mío y de otra gente del interior siempre está hecho en base a negociaciones con algún grupo de los originales, que son los que manejan la jerarquía. Fijate, me ponen a mi provisorio. Estuvimos todo el día reunidos, hay duras críticas mías hacia la conducción”.[57] Efectivamente, tras la expulsión de Obeid, Richardet fue designado delegado provisorio[58], pero a los pocos días volvió a su función de subdelegado y Gustavo Mechetti fue designado delegado de la Regional II.[59]

Importa señalar que en ciertos tramos de los testimonios la enunciación se presenta marcada por lo afectivo. En este sentido, al referirse al “juicio”, Pochettino dice: “Eran nuestros compañeros del alma los que estaban ahí. (…) Uno de los que estaba era Freddy Ernst. El me incorpora a mí al Ateneo [Universitario] en 1963. Me pone la mano en el hombro y veo que se le caen las lágrimas; era un tipo extraordinario Freddy. Me dice: ´Flaco, andate, por favor’”.[60] En fragmentos como éste adquieren centralidad los lazos de hermandad forjados desde comienzos de los años sesenta, previo a la incorporación a Montoneros, y fortalecidos en los años posteriores por la pertenencia a una organización que confería identidad. Un tono similar adquiere el testimonio de Pizarro: “Hasta último momento yo me quise quedar. Incluso dentro de la UBC en que yo estaba se discutía este tipo de cosas. Lo mío fue un convencimiento, un compromiso muy grande. Tengo cosas en mí, haber hablado compañeros para que se integraran a la organización y hoy no están más, y me causa un dolor muy grande”.

Asimismo, un texto escrito por Gerardo Romero en homenaje a su compañera asesinada en Tucumán, expresa: “Vivió las disidencias internas con mucho dolor pues en ambas corrientes que dejaron la organización, no sólo teníamos compañeros de militancia sino amigos y afectos entrañables. Nos negamos a cortar esas relaciones y eso también nos trajo problemas internos”.[61] En estos fragmentos la semantización de las emociones constituye la forma preponderante del discurso y adquiere un significado particular, que se diferencia de lo que los mismos testigos pueden racionalizar acerca de las posiciones políticas divergentes al interior de la organización.[62]

Este tipo de valoraciones, en las que se impone la dimensión afectiva, se encuentran tanto en los testimonios de quienes se fueron como en los de algunos que permanecieron en la organización. Entre estos últimos, cabe detenerse en un fragmento del testimonio de Isabel Mac Donald, quien permaneció como funcionaria de la UNL. Ella expresa: “Nosotros la llamamos disidencia por derecha. En realidad, creo que nos equivocamos todos. (…) Después, cuando volvimos a encontrarnos nos dimos cuenta (…) De hecho, volvimos a ser amigos y a compartir espacios, pasados los años más duros”.[63] En su caso, la revisión del pasado fue posible por el hecho de haberse reencontrado con algunos de sus antiguos compañeros de militancia en el ejercicio de funciones políticas en democracia. En este testimonio lo afectivo no está asociado sólo al dolor o a la pérdida, como en los precedentes, sino también a la recuperación de lazos en un contexto político diferente al de la experiencia pasada.

Respecto del tratamiento de la disidencia, Roberto Perdía, miembro de la conducción de Montoneros, señala: “Internamente se generó un clima que desvalorizaba las posiciones que sostenían estos compañeros (…) En general, se desacreditaban las posiciones que pudiera asemejarse a las asumidas por esta disidencia”.[64] Recuerdos como éste habilitan a pensar que para quienes habían compartido un espacio de experiencia en el cual forjaron una forma de entender la sociedad y la política, irse de la organización implicaba abandonar todo aquello que les había otorgado sentido a sus prácticas. Significaba, además, cargar con el estigma de la traición, como lo expresa Mercedes Gagneten, funcionaria renunciante de la UNL: “En ese momento los que se iban eran traidores. (…) Era muy duro, son esas experiencias que te quedan para el resto de la vida”.[65]

En los testimonios de algunos entrevistados que continuaron en la organización, las referencias a la disidencia se construyen en torno a las ideas de traición, deserción, debilidad ideológica y cálculo político en vista de una etapa adversa. Juan D. Demonte dice: “En ese momento lo veíamos como una traición. Pochettino era diputado por la JP. Obeid era la voz pública de la JP. Básicamente, se habían asustado, vieron la posibilidad, con la excusa de Perón… hicieron la fácil.” Para Francisco Klaric, dirigente de la JTP, entre los que se fueron había “un montón de gente que no estaba preparada para lo que se venía”. Para Carlos Marín, también de la JTP, “la mayoría de los compañeros que tenían cargos de exhibición pública, cuando aparece el grupo de ´los leales a Perón’, la mayoría se va con ellos, se quedan con los cargos y se van de la organización”.

En estos testimonios prevalece la idea que quienes se fueron conservaron los cargos que habían conseguido por su pertenencia a la JP cuando, en realidad, los únicos que podían mantener sus cargos eran los diputados provinciales, pues los funcionarios de la UNL y quienes tenían cargos ejecutivos renunciaron o fueron removidos. Incluso, para matizar hay que señalar que entre quienes renunciaron a sus cargos no todos lo hicieron por formar parte del grupo disidente. Algunos optaron por abandonar los lugares de gestión que ocupaban y, al mismo tiempo, interrumpieron todo tipo de militancia pues entendieron que no había margen para desarrollar una experiencia política alternativa.[66]

Sin embargo, en estos testimonios la responsabilidad recae en los disidentes y no en la situación interna de la organización, que para 1974 mostraba una notable dificultad para establecer alianzas al interior del peronismo y priorizaba crecientemente la acción armada y clandestina.[67] Si se atiende a las valoraciones contenidas en los testimonios –“hicieron la fácil”, “se quedan con los cargos”- se observa que la representación forjada en aquel momento se sigue imponiendo en el presente, esto es, se impugna a quienes se fueron en los mismos términos en que se lo hizo en el pasado.

Los disidentes que formaron la Organización de Agrupaciones Peronistas (OAP) se propusieron ocupar lo que interpretaban como vacío político entre Montoneros y el sindicalismo peronista. Sin embargo, los testimonios de quienes participaron de su mesa de conducción dan cuenta de las dificultades para fortalecerse en un peronismo atravesado por la guerra de facciones. Moreyra lo expresa de esta manera: “Se hizo un acto en la Unión Ferroviaria, pero no tuvo mucha vida. Yo creo, ahora lo veo, qué difícil se hacía el apoyo a Perón con López Rega de por medio.”

Por su parte, Pizarro señala: “Hasta el golpe de Estado seguimos trabajando. Me acuerdo que en una oportunidad casi llegamos al enfrentamiento con la gente de Montoneros en la plaza de Santa Rosa de Lima [barrio del oeste santafesino], tuvimos un encontronazo grande. Ellos decían que era su territorio. Pero nosotros teníamos mucha gente que había trabajado con nosotros. Nos encontramos enfrentados con los montos y con el vandorismo.”

Los dos últimos testimonios dan cuenta de percepciones disímiles de lo que habría sido el derrotero de la OAP. Mientras uno señala que tuvo corta vida, el otro apunta que habría tenido presencia pública hasta el golpe de Estado de 1976. Sin embargo, la última declaración de prensa salió en agosto de 1975.[68] Al margen de sus percepciones, los dichos de ambos testigos dan cuenta de la dificultad de desarrollo político en el marco de un proceso cuya deriva, entre 1974 y 1976, demostraba que no había lugar para posiciones intermedias.

 

Consideraciones finales

 

En el término de un año, Montoneros y sus organizaciones de superficie pasaron de presentarse como “fiscales” del gobierno del FREJULI a una posición defensiva frente a la depuración ideológica iniciada en el peronismo a fines de 1973. El progresivo aislamiento de la JP respecto del peronismo santafesino se vio agravado por las renuncias de su principal figura pública, de quienes ocupaban cargos en la UNL y en algunos ministerios del gobierno provincial, por el desplazamiento de quienes ocupaban cargos en el gobierno municipal y por la adhesión a la disidencia de los dos diputados provinciales. Las razones y los motivos esgrimidos en las declaraciones públicas de los disidentes aluden a las desavenencias con la conducción de Montoneros y al interés por reinsertarse en el juego político del peronismo. Si bien lograron ser vehículo del descontento no pudieron, en cambio, poner en práctica una estrategia de desarrollo político en un peronismo que no ofrecía margen para posiciones intermedias.

En este trabajo se ha apelado a los testimonios de quienes fueron parte de aquel proceso histórico. Sus relatos dan cuenta de memorias divergentes, que pugnan por el sentido de un pasado significativo para quienes fueron protagonistas. Dado que el discurso da forma a la experiencia, los testimonios posibilitan entender las decisiones condicionadas en el marco de un proceso político cuya deriva escapaba al control de los actores. Asimismo, dan cuenta de la conflictividad del pasado en el presente, esto es, de discusiones que permanecen sin saldar, lo que se traduce en significaciones, en algunos casos, contrapuestas. La rememoración no está escindida de las revisiones e interpretaciones a la luz del derrotero de la organización y del proceso político y, en algunos casos, de la actuación pública a partir de la transición democrática. Los testimonios permiten vislumbrar también un sentido de desazón respecto de aquella experiencia, tanto por parte de los disidentes como por parte de quienes permanecieron en la organización.

 

Textos autobiográficos y testimoniales

 

OBEID, Jorge; Cuba, Fidel y el peronismo. Mis encuentros con Castro y otros textos, Ediciones UNL, Santa Fe, 2008.

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Fuentes orales

 

Churruarín, Raúl, Paraná, 13 de junio de 2008.

Demonte, Juan Domingo, Santa Fe, 26 de agosto de 2009.

Gagneten, Mercedes, Santa Fe, 20 de marzo de 2012.

Klaric, Francisco, Santa Fe, 30 de noviembre de 2009.

Mac Donald, Isabel, Buenos Aires, 8 de noviembre de 2011.

Marín, Carlos, Santa Fe, 21 de septiembre de 2009.

Moreyra, Roque, Santa Fe, 10 de noviembre de 2009.

Pizarro, Héctor, Santa Fe, 4 de diciembre de 2009.

Pochettino, Domingo, Santa Fe, 23 de mayo de 2008.

Richardet, Alejandro, Paraná, 15 de septiembre de 2010.

Tornati, Norberto, Santa Fe, 13 de noviembre de 2009.

Valli, Osvaldo, Santa Fe, 22 de mayo de 2012.

 

Bibliografía

 

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Recepción: 29/11/2017

Evaluado: 14/04/2018

Versión Final: 28/04/2018

 

 



(*) Profesora en Historia y Magister en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Investigadora categoría III del Programa de Incentivos de la Secretaría de Políticas Universitarias. Profesora Adjunta Ordinaria en el área de teoría e historiografía de la Facultad de Humanidades y Ciencias (UNL). Profesora Asociada Ordinaria en Seminario IV y Tesina Final de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos. Directora del Programa Historia & Memoria de la UN. Santa Fe, Argentina. E-mail: fabianaalonso11@hotmail.com

[1] GILLESPIE, Richard; Soldados de Perón. Historia crítica sobre los Montoneros, Sudamericana, Buenos Aires, 2008, pp. 220-221.

[2] MONTERO, Ana Soledad; “Héroes, ortodoxos, disidentes y traidores. Los avatares de la Juventud Peronista Lealtad (1973-1976)”, Red Interdisciplinaria de Estudios sobre Historia Reciente (RIEHR), 2008. Disponible en: <http://www.riehr.com.ar/detalleInv.php?id=32>. [Consulta: 23/01/2015]. MINGRONE, Luciana; Pelearle a María. Disidencias en Montoneros (1972-1976). Ponencia presentada en el Segundo Congreso de Estudios sobre el Peronismo (1943-1976), Red de Estudios sobre el Peronismo, Universidad Nacional de Tres de Febrero, Caseros, 2010. SALCEDO, Javier; Los montoneros del barrio, EDUNTREF, Caseros, 2011, pp. 251-282. POZZONI, Mariana; “`Leales´y ´traidores´: La experiencia de disidencia de la Juventud Peronista Lealtad (1973- 1974)”; en Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne] Questions du temps présent, mis en ligne le 03 juin 2013. Disponible en: <http://nuevomundo.revues.org/65393 ; DOI : 10.4000/nuevomundo.65393>. [Consulta: 25/02/2016].

[3] Si bien la ciudad de Santa Fe había recibido el impulso de la política desarrollista y modernizadora del primer gobierno de Sylvestre Begnis a fines de los años cincuenta, lejos estaba de participar del crecimiento característico del cordón industrial Gran Rosario y, en consecuencia, conservaba su fisonomía de centro administrativo de escala intermedia, con una población de 244.655 habitantes, según el censo de 1970. Los barrios del norte y del cordón oeste concentraban las carencias en el acceso a servicios básicos y eran calificados por la prensa local como barrios marginados. En estos barrios se desarrolló el trabajo político de la JP Regional II.

[4] El acto en el que las JP Regionales adquirieron visibilidad pública se realizó en el Club Unión de la ciudad de Santa Fe a fines de 1972. Un año después, en una entrevista ofrecida a un diario de la ciudad de Santa Fe, Obeid detallaba la organización territorial de la Regional II. La provincia de Santa Fe quedaba dividida en tres zonas: el sur, con cabecera en Rosario, incluía a las ciudades de Rufino y Venado Tuerto; la zona norte, con cabecera en Reconquista, incluía el departamento Vera y la cuña boscosa; el centro, con cabecera en la ciudad de Santa Fe, abarcaba otras ciudades como Gálvez, Coronda, Rafaela y Esperanza. En Entre Ríos, las localidades con mayor desarrollo eran Paraná, Diamante, Santa Elena, Gualeguaychú y Concordia. Además del delegado y el subdelegado, el Consejo Regional estaba constituido por delegados de coordinadoras barriales y por los titulares de cinco secretarías. Nuevo Diario, Santa Fe, 15/12/1973, p. 15.

[5] Obeid ingresó en 1965 en la ULN y se incorporó al Ateneo Universitario de la Facultad de Ingeniería Química. A fines de los años sesenta, algunos militantes de esta agrupación, de Acción Sindical Argentina y del Movimiento de Estudiantes de la Universidad Católica conformaron células clandestinas que a mediados de 1970 se incorporaron a la organización Montoneros. Por esos años, Richardet -estudiante de Educación Física y conocido de Obeid por ser ambos oriundos de la localidad entrerriana de Diamante- tenía relaciones con algunos miembros de las células y desarrollaba tareas de apoyo. LANUSSE, Lucas; Montoneros. El mito de los 12 fundadores, Vergara, Buenos Aires, 2005, pp. 113-128. ALONSO, Fabiana; “Del presente al pasado. Sobre memorias y testimonios a propósito de la formación de Montoneros en la ciudad de Santa Fe”; en Prácticas de oficio. Investigación y reflexión en Ciencias Sociales, n° 11-12, UNGS-IDES, Buenos Aires, 2013. Disponible en: <http://ides.org.ar/wp-content/uploads/2012/04/ALONSO.pdf.>.

[6] Sylvestre Begnis inició su carrera política en el radicalismo, luego pasó a integrar la UCRI y llegó a la gobernación de Santa Fe en 1958. Posteriormente formó parte del MID y con esa formación política integró el FREJULI. La fórmula que venció en las elecciones provinciales de 1973 se completó con Eduardo Cuello, dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y respaldado por la CGT y las 62 Organizaciones.

[7] Los sectores que apoyaban la fórmula Campos-Bonino sostenían que Sylvestre Begnis era “una persona extraña” al movimiento peronista. El Litoral, Santa Fe, 09/01/1973, p. 2.

[8] El Litoral, Santa Fe, 15/01/1973, p. 5.

[9] El Litoral, Santa Fe, 16/04/1973, p. 1.

[10] POZZONI, Mariana; “La Tendencia Revolucionaria del peronismo en la apertura política. Provincia de Buenos Aires, 1971-1974”; en Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral, N° 36, Año XIX, primer semestre, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2009, pp. 173-202.

[11] Los volantes de Montoneros y de la JP citados en este trabajo pertenecen al Fondo Documental Dirección de Informaciones, Archivo Provincial de la Memoria de la ciudad de Santa Fe.

[12] Como militante del Ateneo Universitario de la Facultad de Ingeniería Química, a mediados de la década del sesenta Pochettino comenzó a desarrollar un trabajo político en barrios periféricos de la ciudad de Santa Fe. Según su testimonio, junto con otros compañeros formó el Movimiento Peronista de Liberación, manteniendo vínculos con la incipiente estructura clandestina que paralelamente se estaba organizando a través de las células. El Movimiento Peronista de Liberación y el mismo Pochettino fueron mencionados en un documento de la Gendarmería Nacional de 1970, referido a la actuación de células peronistas y comunistas en la ciudad de Santa Fe. Archivo Provincial de la Memoria de Santa Fe. Fondo Documental Dirección de Informaciones. Lucero había sido militante de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y fue detenido en Taco Ralo (Tucumán) en septiembre de 1968. BASCHETTI, Roberto; “Militantes del peronismo revolucionario uno por uno”. Disponible en: <http://www.robertobaschetti.com/biografia/l/161.html>. [Consulta: 10/11/2016].

[13] Según su propio testimonio, antes de su ingreso a Montoneros en 1971, Pizarro había desarrollado una militancia barrial y sindical en la Unión Ferroviaria. Por su parte, Gustavo Pon había estudiado Filosofía en la Universidad Católica, era profesor universitario y militante barrial. Historias de vida. Homenaje a militantes santafesinos. Aportes para la construcción de la memoria colectiva. Tomo I, Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 2007, pp. 155-156.

[14] El Litoral, Santa Fe, 4/04/1973, p. 5.

[15] DE RIZ, Liliana; La política en suspenso. 1966/1976, Paidós, Buenos Aires, 2000, p. 131.

[16] SALCEDO, J. Los montoneros del barrio, op. cit., pp. 180-183.

[17] Servetto analiza exhaustivamente los desplazamientos de las autoridades constitucionales de las provincias de Formosa, Mendoza, Córdoba, Santa Cruz y Salta por intervenciones federales. SERVETTO, Alicia; 73/76. El gobierno peronista contra las “provincias montoneras”, Siglo XXI, Buenos Aires, 2010.

La provincia de Santa Fe constituyó un caso intermedio, en el sentido que no se llegó a la intervención pero fue muy fuerte el avance de la ortodoxia sindical contra el gobernador Sylvestre Begnis.

[18] El Litoral, Santa Fe, 18/07/1973, p. 7.

[19] El Litoral, Santa Fe, 20/07/1973, p. 6.

[20] El Litoral, Santa Fe, 27/07/1973, p. 5.

[21] FRANCO, Marina; Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976, FCE, Buenos Aires, 2012, pp. 50-58.

[22] El Litoral, Santa Fe, 26/01/1974, p. 5.

[23] En el mes de enero de 1974, unos quinientos militantes de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos se sumaron a otros tantos de los departamentos Vera y General Obligado, y durante quince días realizaron diversos trabajos como construcción de ranchos, zanjeos, arreglos de calles, escuelas y hospitales y campañas de vacunación. El operativo fue cubierto por la prensa local y el Instituto de Cinematografía de la UNL filmó un documental.

[24] Documental Operativo Brigadier Estanislao López. Dirección: Dolly Pussi. Duración: 22 minutos. Instituto de Cinematografía y Secretaría de Cultura Popular de la UNL, 1974. Disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=Xx1m88Qk7m4&app=desktop>. [Consulta: 20/09/2016].

[25] El Litoral, Santa Fe, 5/02/1974, p. 5.

[26] Volante de Montoneros distribuido en el acto realizado, en marzo de 1974 en el Paraninfo de la UNL, con las juventudes políticas en apoyo al gobernador de Córdoba y por la libertad de Roberto Quieto y Carlos Caride.

[27] Comunicado leído en el acto de la JP Regional II realizado en Santa Fe para celebrar el primer aniversario del triunfo de Cámpora, en el que estuvieron presentes Roberto Quieto, Marcelo Nívoli y René Haidar. El Litoral, Santa Fe, 9/03/1974, p. 8.

[28] El Litoral, Santa Fe, 6/03/1974, p. 6.

[29] El Litoral, Santa Fe, 27/03/1974, p. 5.

[30] El Litoral, Santa Fe, 29/03/1974, p. 5.

[31] El Litoral, Santa Fe, 31/03/1974, p. 5.

[32] El Litoral, Santa Fe, 3/04/1974, p. 8 y 11/04/1974, p. 5.

[33] Nuevo Diario, Santa Fe, 16/04/1974, p. 5.

[34] El Litoral, Santa Fe, 14/02/1974, 5. Por la misma fecha los diarios Crónica y La Opinión señalaban que en la provincia de Buenos Aires se vivían rupturas a nivel de las bases. SALCEDO, Javier; Los montoneros del barrio, op. cit., p. 256.

[35] El Litoral, Santa Fe, 10/03/1974, p. 8.

[36] El Litoral, Santa Fe, 1/04/1974, p. 3.

[37] Nuevo Diario, Santa Fe, 13/05/74, p. 3.

[38] Nuevo Diario, Santa Fe, 14/05/74, p. 4.

[39] Publicada originalmente en medios gráficos de la ciudad de Buenos Aires, fue reproducida parcialmente por Nuevo Diario, Santa Fe, 9/05/1974, p. 20.

[40] Tras la renuncia de Cámpora y la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia, en octubre de 1973, el rector Ceretto –miembro de la JP- puso su renuncia a disposición del nuevo presidente y en la universidad no fue designado nuevo rector hasta abril del año siguiente. En ese lapso se sucedieron ocupaciones del rectorado y de las facultades, actos en el comedor universitario y manifestaciones de la JUP por la continuidad de Ceretto. Finalmente, fue nombrado rector normalizador el abogado Celestino Marini, dirigente con una trayectoria reconocida en el Partido Justicialista, que había desarrollado funciones como delegado reorganizador del mismo en Santa Fe con anterioridad a 1973.

[41] El Litoral, Santa Fe, 21/05/1974, p. 5.

[42] El Litoral, Santa Fe, 21/05/1974, p. 8.

[43] El Litoral, Santa Fe, 17/09/1974, p. 6.

[44] POZZONI, Mariana; “`Leales´y ´traidores´… , op. cit.

[45] En las Disposiciones sobre la Justicia Penal Revolucionaria, vigentes a partir de1973, se discriminaba entre militantes combatientes o no, activistas y colaboradores. Se establecía que el más alto grado de compromiso era el de militante que podía combatir política o militarmente o logísticamente. LENCI, Laura; Justicia, política y violencia. Un análisis de los cuerpos normativos montoneros, 1972-1975. Ponencia presentada en las Jornadas de Partidos Armados, 25 de abril de 2008. Disponible en: <http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/2j_lenci.pdf.>. [Consulta: 5/08/2015].

[46] Según el testimonio de Roque Moreyra –quien junto con Pizarro integró la mesa de conducción de la OAP-, fue visitado por Demonte y Oberlin, con quienes mantuvo una áspera conversación mientras disimulaba un arma en su ropa.

[47] Montero rastrea las referencias a Obeid en el diario La Opinión y advierte los cambios en la información. MONTERO, Ana Soledad; “Héroes, ortodoxos, disidentes y traidores…”, op. cit.

[48] POZZONI, Mariana; “`Leales´y ´traidores´…, op. cit.

[49] Nuevo Diario, Santa Fe, 13/05/1974, p. 3.

[50] PORTELLI, Alessandro; “Lo que hace diferente a la historia oral”. En: MOSS, W., PORTELLI, A., FRASER, R. y otros; La historia oral. CEAL, Buenos Aires, 1991, p. 42.

[51] Peyrou, miembro de la JPL, se refiere a la conmoción que provocó el asesinato de Rucci: “Poco después comenzaron a producirse fracturas y desgajamientos varios. Nadie puede saber hasta qué nivel se llegó, pero es más que razonable imaginar una ‘fuga’ del 30 al 50% de los militantes. Cuadros ´militares´ y políticos”. PEYROU, Alejandro; “Lealtad”; en Anuario Lucha armada en la Argentina; 2010, p. 44.

[52] El entrevistado se explaya sobre ciertas prácticas que se desarrollaban en Santa Fe, como lo que denomina “socialización de los sueldos”, que consistía en aportar la mayor parte de los sueldos de quienes ocupaban cargos para realizar mejoras en los barrios, como dispensarios, colonias de vacaciones, etc.

[53] Obeid se refiere a la reforma efectuada al Código Penal, luego del ataque del ERP al cuartel del Ejército en la localidad de Azul en enero de 1974, que introdujo penas más severas que las que existían bajo el régimen militar y permitían la represión de las huelgas consideradas ilegales. A pesar de haber mantenido conversaciones en dos oportunidades, no fue posible lograr con él una entrevista grabada. El fragmento citado está extraído de un libro en el que repasa su relación con la revolución cubana. OBEID, Jorge; Cuba, Fidel y el peronismo. Mis encuentros con Castro y otros textos, Ediciones UNL, Santa Fe, 2008, p. 47.

[54] Programa Palabra, emitido por el canal Cable&Diario de la ciudad de Santa Fe, 22 de julio de 2010. Disponible en: <https://www.youtube.com/watch?v=ozzKRFBRw-c.>. [Consulta: 16/09/2014].

[55] Montoneros estableció dos niveles principales: las Unidades Básicas de Combate (UBC) y las Unidades Básicas Revolucionarias (UBR). Ambas eran clandestinas y compartimentadas. La diferencia entre ellas era que las primeras estaban formadas por combatientes mientras que las UBR estaban formadas por activistas que también actuaban en las organizaciones de superficie. Quienes formaban parte de las UBR constituían canales de comunicación entre los combatientes y las bases, organizadas en distintos frentes de lucha. “Montoneros. Línea político militar. Documento interno de Montoneros, 1971”. En: BASHETTI, Roberto (compilador); Documentos. 1970-1973. Volumen I. De la guerrilla peronista al gobierno popular, De la Campana, Buenos Aires, 2004, pp. 267-269.

De nuestros doce entrevistados, diez afirmaron haber pertenecido a una UBC o a una UBR. Respecto de las discusiones al interior de las mismas, Demonte, quien permaneció en la organización, señala: “En la UBC y en la UBR se discutía, pero la bajada de línea existía, normalmente te convencían o la mayoría de pasaba por encima”.

[56] Nuevo Diario, Santa Fe, 15/04/1974, p. 8.

[57] Con el término “originales” el entrevistado se refiere a los grupos que habían dado origen a la organización Montoneros.

[58] El Litoral, Santa Fe, 8/04/1974, p. 5.

[59] El Litoral, Santa Fe, 15/04/1974, p. 5.

[60] Fred Mario Ernst fue un dirigente del Ateneo Universitario de la Facultad de Ingeniería Química (UNL) e inició el proceso de formación de células clandestinas en la ciudad de Santa Fe, que en 1970 se incorporaron a Montoneros. Francisco Klaric, otro entrevistado, coincide con los dichos de Pochettino.

[61] Gerardo Romero formó parte del proceso de formación de células en la ciudad de Santa Fe, previo a la incorporación a Montoneros en 1970. Cuando habla de las dos “corrientes que dejaron la organización”, se refiere a la disidencia de 1974 y a la anterior, de 1972, conocida como Columna Sabino Navarro. Historias de vida. Homenaje a militantes santafesinos…, op. cit., p. 169.

[62] El discurso amalgama la actividad inteligible, ordenadora y sistemática, y la esfera de los afectos y las pasiones. Pueden caracterizarse como dos polos o dominios de la experiencia de los sujetos e implican formas diversas de enunciación. FILINICH, María Isabel; Enunciación, Eudeba, Buenos Aires, 1998, p. 112.

[63] Isabel MacDonald, Domingo Pochettino, Raúl Churruarín y Roberto Ceretto desempeñaron funciones en el segundo gobierno de Jorge Obeid.

[64] PERDÍA, Roberto; Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona, Planeta, Buenos Aires, 2013, pp. 338-339.

[65] Respecto de la figura del traidor, Longoni se refiere al predominio de un mandato sacrificial en las organizaciones armadas y al vínculo entre el estigma de la traición y las dificultades para admitir la derrota. LONGONI, Ana; Traiciones. La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión, Norma, Buenos Aires, 2007.

[66] Entre nuestros entrevistados, éste fue el caso de Mercedes Gagneten, Norberto Tornati (funcionarios de la UNL) y Osvaldo Valli (funcionario del Ministerio de Educación).

[67] Cfr. CALVEIRO, Pilar; Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70, Norma, Buenos Aires, 2005, pp. 131-134.

[68] El Litoral, Santa Fe, 03/08/1975, p. 5.