REVISTA DE LIBROS
ORTIZ BERGIA, María José
[et al.] Procesos amplios, miradas
locales: una historia de Córdoba entre 1880 y 1955. Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”,
Córdoba, 2015. 156 pp.
El presente
volumen reúne trabajos referentes a la historia de la provincia de Córdoba en
el periodo comprendido por los años 1880 y 1955. Este libro fue motivado por la
preocupación y la demanda del nivel medio y de los institutos de formación
docentes en los últimos años. Debido a la evidente
falta de materiales específicos que adapten el conocimiento científico al
escolar y de la carencia de una propuesta bibliográfica para la enseñanza que
pueda armonizar con los aportes de la investigación historiográfica y los
contenidos contemplados dentro de la materia se ha producido un esfuerzo para
subsanar este desajuste con el aporte del trabajo en conjunto de varios autores
como María José Ortiz Bergia, Franco D. Reyna, María Belén Portelli y Nicolás
D. Moretti. Por otra parte hay que indicar que los distintos trabajos son el
resultado de un proyecto enmarcado en el
“Programa de Transferencia de Resultados de la Investigación Pública de la
Ciencia” dependiente de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Provincia
de Córdoba.
Esta
obra se presenta como una síntesis sobre la historia de la provincia entre
finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, que pretende superar el
relato histórico de los abordajes tradicionales del pasado nacional, centrados,
en su mayoría, en la trayectoria de Buenos Aires. Ya que según entienden estos
autores “esa propensión a generalizar conclusiones desde y sobre Buenos
Aires a todo el territorio argentino es una operación empobrecedora de la
realidad pretérita del país” (p. 8). Por lo que
proponen abarcar los núcleos problemáticos centrales de la trayectoria
cordobesa sin perder de vista la vinculación con la escala nacional e
internacional. Para ello, adoptan la multicausalidad y la complejidad como
enfoque analítico en el estudio de los hechos históricos, teniendo presentes
distintas dimensiones de la vida social, económica, cultural y política. La
estructura del libro es en capítulos que están organizados a partir de
divisiones temporales que intentan captar las coyunturas críticas de
transformaciones económicas y políticas en la historia cordobesa en el período
abarcado. A nivel general, la obra aborda dos ejes existentes en los diseños
curriculares de la materia “Historia de Córdoba en el siglo XX” del profesorado
en Historia de la provincia de Córdoba. Por un lado, trata el conservadurismo y
modernización, junto a la Córdoba reformista y por otra parte, a la Córdoba y
la Nación. Combinando el abordaje de cada etapa con núcleos problemáticos transversales,
como la conformación y las
modificaciones en la estructuración del Estado intervencionista; las
trasformaciones en la sociedad cordobesa, junto a la construcción democrática,
teniendo presentes sus tensiones y crisis; el desarrollo del modelo agroexportador,
sus crisis y el despegue del proceso de industrialización por sustitución de importaciones.
En referencia a ello, cabe mencionar que al final del libro se encuentra
un comentario bibliográfico para brindar al lector un panorama de los trabajos
más significativos en las diversas áreas de análisis tratadas en la
publicación.
El primer capítulo “Un
proyecto modernizador y excluyente en el giro de siglo (1880-1912)” trata sobre
la modernización cordobesa como resultado, principalmente, de la participación
de la provincia en el modelo agroexportador. Esta intervención propicio el
desarrollo de una serie de transformaciones tales como un significativo aumento
demográfico, mejoras de los medios de comunicación, intensificación del
comercio y el progreso de la producción industrial. Como resultados de estos
procesos, la estructura del trabajo se hizo más compleja y heterogénea, con el
surgimiento de nuevas ocupaciones y niveles de calificación. La diversificación
y complejización de la sociedad local dio lugar a la emergencia de nuevos
mecanismos de participación y formas de acción colectiva en la esfera pública,
frente a la presencia de un Estado liberal de tinte conservador y restrictivo,
renuente a intervenir en el plano social. La misma ciudad de Córdoba fue
testigo de la trasformación de la época, se promovieron diversas obras
públicas. Al mismo tiempo, puso en evidencia la cuestión social, reflejado en
problemas tales como pobreza o las enfermedades infecciosas. En los espacios
rurales también se multiplicaron los desajustes sociales. La respuesta del
Estado liberal cordobés fue canalizar gran parte de la asistencia social a
través del ámbito privado, reduciendo su papel a brindar financiación a las
asociaciones de beneficencia a través de subvenciones y subsidios.
Conjuntamente, los problemas de la modernización estaban estrechamente relacionados
con las precarias condiciones de trabajo de la época. Estas circunstancias
desembocaron en una progresiva conformación de organizaciones obreras. Las
primeras fueron las asociaciones mutuales, que sumado al arribo de los inmigrantes
de ultramar comenzaron a difundirse nuevas ideas políticas: socialistas,
anarquistas y sindicalistas. El estado progresivamente respondió a las nuevas
condiciones, promulgando leyes laborables.
Otros
temas que aborda este apartado son la fuerte injerencia de la Iglesia católica
local en contra del laicismo, la inestabilidad del PAN en la provincia y la
sociedad civil diversificando sus canales de participación en la esfera pública
y estructurando diversos mecanismos para la provisión de bienes sociales y
culturales.
El segundo
capítulo “Emergencia y crisis de la democracia liberal (1912-1930)” aborda el complejo proceso de la reforma electoral que
impulsó la transformación del sistema político y la ampliación de la
ciudadanía política, que como consecuencia dio paso a una profunda crisis de la
política liberal y del sistema representativo. El avance de la democratización
también alcanzó al mundo de la cultura, a partir del creciente activismo
estudiantil que puso en marcha la Reforma Universitaria. Para dar cuenta de ese
proceso, los autores se refieren a la democracia
en Córdoba con la sanción de la ley Sáenz Peña y la reforma de la
Constitución provincial de 1923. Durante este período, el territorio cordobés
se caracterizó por la ausencia de intervenciones nacionales y la alternancia en
el gobierno de demócratas y radicales por medio de las elecciones realizadas
en los periodos establecidos constitucionalmente.
El siguiente
apartado denominado “Coyunturas críticas y la construcción
de un Estado interventor (1930-1943)” menciona una particularidad sobre los
fenómenos que en la provincia aparecen en la década del 30 aunque que se hacen
más nítidos en el periodo siguiente, diferenciándolo de lo que ocurre a nivel
nacional. En los años treinta, la vida política cordobesa fue convulsionada a
raíz del encolumnamiento de la población tras banderas político-ideológicas
fuertemente polarizadas como el comunismo, sumado a la consolidación del radicalismo
intransigente, la movilización del catolicismo bajo el haz del integrismo y la
conflictividad generada por las organizaciones nacionalistas de derecha. La
crisis económica del 1929 ocasionó importantes transformaciones en las
relaciones sociales y económicas que favorecieron una reorientación del eje
económico del país desde el modelo agroexportador hacia el mercado interno y
la industrialización. En Córdoba, este proceso de industrialización incipiente
afectó principalmente a la ciudad capital y a un número escaso de ciudades de mayor
desarrollo agropecuario localizadas en el sur y este cordobés. El Estado
cordobés careció de una política activa de promoción industrial y los cambios
introducidos en la orientación económica de la provincia fueron de la
iniciativa privada. Acompañando este desarrollo, se produjeron cambios ligados
a la conformación de un mercado de consumo masivo, migraciones internas y
urbanización que modificaron las expectativas sociales, las formas de
participación pública de hombres y mujeres y los rasgos de la vida urbana y
rural. También se destaca otra particularidad de la provincia, su vida política singular con la vigencia de
la competencia electoral en la “década infame”, donde la dinámica
política de esos años fue atravesada por divisiones que implicaron antagonismos
entre liberales y corporativistas, laicistas y clericales, republicanos y franquistas,
aliadófilos y neutralistas. En este escenario, se destacó el sabattinismo
cordobés embanderado tras la defensa del federalismo como una manera de luchar
por los fueros provinciales y también competir con los gobiernos nacionales. Al
mismo tiempo que, el movimiento obrero vivió un periodo de expansión,
organización y movilización como resultado de diversos factores ligados a la
expansión de las oportunidades de empleo en el sector manufacturero, la
prédica de las organizaciones de izquierda entre los trabajadores urbanos y
rurales y el aumento de la intervención estatal en las relaciones laborales,
por lo que aumentó el número de gremios y sindicatos. La intervención estatal,
también, se manifestó en lo social con la ampliación de los servicios
sanitarios de dependencia provincial. Otros fenómenos que crecieron en este
lapso de tiempo fueron el asociacionismo
y la sociabilidad, así nacieron centenares de cooperativas a la largo y ancho
de la provincia.
El último capítulo
“La sociedad de masas y los cimientos de la provincia
industrial (1943-1955)” se hace alusión al golpe militar y a como la emergencia del peronismo rompió con el
tradicional bipartidismo cordobés. En esos años, la participación política
aumento considerablemente entorno al peronismo, lo que se manifestó en sus
victorias electorales y en los actos multitudinarios, cuyo corolario fueron
las visitas que realizaron Eva Perón y Juan Domingo Perón a la provincia. Al
mismo tiempo que la adhesión a peronismo se reflejó en la masividad del
fenómeno de las Unidades Básicas (UB) femeninas, gremiales y masculinas
dispersas por todos los barrios y pueblos del interior; fenómeno que también se
observó en el movimiento obrero con el
paso de la izquierda al peronismo.
En los
años cuarenta, el rol fabril de la provincia fue principalmente militar. En lo
que respecta la producción agrícola, a partir de los gobiernos peronistas, las
políticas agropecuarias generaron incentivos negativos para la producción
agrícola más tradicional. La nacionalización del comercio internacional, por
medio del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), permitió al
gobierno nacional pagarle a los productores agropecuarios precios menores que
los que obtenían en el mercado internacional, destinando la diferencia a la
promoción industrial. Además, la agricultura se vio afectada por el incremento
de los costos salariales, lo que llevó a la aplicación del Estatuto de Peón
de Campo (1944). Otras transformaciones, fueron la acentuada urbanización y
la pérdida de peso poblacional de las áreas rurales. Al mismo tiempo, que se
destaca en este capítulo, la participación de las mujeres en la escena de la Córdoba peronista, rescatando su rol en el
ámbito laboral y político.
Cerrando este periodo, los compiladores reflejan la situación de antagonismos políticos y el golpe de Estado.
Destacan que desde el oficialismo se implementaron medidas
obstruccionistas a la acción de los partidos opositores acompañado del control
de la prensa. Sin embargo, los intentos por “peronizar” la sociedad y la
resistencia al nuevo lugar público ocupado por los trabajadores comenzaron a
aglutinar a los opositores en contra del gobierno. El 16 de septiembre, a
través de un golpe de Estado, Lonardi comenzó a ejercer el poder desde Córdoba,
a la que declaró capital provisional de la República.
Por último, los autores realizan una crítica sobre la
historiografía cordobesa, donde destacan las escasas investigaciones que
analizan los cambios sociales producidos durante los años de la posguerra y, en
especial, en lo que respecta a la vida en el interior provincial. Sin embargo,
a nivel general, la producción historiográfica cordobesa dedicada a examinar
el período abordado en esta obra, es amplia. No obstante, el resultado fue
motivado por la necesidad de ofrecer una descripción sintética de la producción
historiográfica cordobesa que permita abordar los ejes existentes en los
diseños curriculares y superar el relato histórico de los abordajes
tradicionales del pasado nacional que desconocen las particularidades del
proceso de la provincia.
Dahyana
Nahir López
Centro
de Investigaciones Históricas [CIH]
Universidad
Nacional de Río Cuarto [UNRC]
PERDÍA,
Roberto y SILVA, Ricardo; Trienio en
rojo y negro. La Semana Trágica, las huelgas de la Patagonia, la lucha de los
trabajadores de La Forestal y los anarquistas, Planeta, Buenos Aires, 2017,
472 pp.
En
“Trienio en rojo y negro” se desarrollan detalladamente y a lo largo de cuatro
capítulos las primeras luchas generalizadas, de alcance nacional, que con
influencia anarquista, quedarán inmortalizadas como la Semana trágica, la Patagonia
rebelde y las huelgas de la Forestal, entre 1919 y 1921. Como múltiples ecos
del octubre rojo, se inscriben en un contexto mundial signado por distintos
levantamientos en la Europa de posguerra, como la insurrección espartaquista en
Alemania (1919) o el bienio rojo en Italia (1920-1921).
El
primer capítulo describe el impacto que la revolución rusa tuvo en la
organización del movimiento obrero local, y la relación de éste con las
tácticas empleadas por el presidente Hipólito Yrigoyen ante el ascenso de la
conflictividad social. La aplicación de una política “obrerista” tendiente al
diálogo y a dar concesiones en materia laboral, irá virando hacia la represión
estatal, acompañada por el accionar de grupos para-policiales. Los autores
remarcan que Yrigoyen llevó adelante una “ambigua versión de lo popular”, pues
aunque la implementación del sufragio universal en 1916 significó un importante
cambio político respecto a la hegemonía conservadora, se mantuvo vigente el
modelo agro-exportador, ignorando la presión ejercida por la creciente clase
media y por el movimiento obrero organizado.
La
constitución de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) también
impactará en los sucesos analizados, dividiéndose en 1915 en la FORA del V
congreso, anarco-comunista, y la FORA del IX congreso, sindicalista y más
propensa a la negociación. Asimismo el peso que cobraron las ideas anarquistas
a principios de siglo XX es interpretado como una continuación entre las
prácticas e imaginarios libertarios presentes en “el gauchaje”, con las “ideas
foráneas” traídas por los inmigrantes, organizados para transformar una
realidad marcada por la escasa reglamentación laboral y el hacinamiento
habitacional.
El
capítulo II “Talleres Vasena: La Semana Trágica (enero de 1919)”, basado en
trabajos previos de Silva[1],
busca evidenciar la imposibilidad del gobierno de enfrentar la prolongación de
“una huelga como tantas”, exponiendo sus debilidades y poniendo en jaque su
estabilidad durante los acontecimientos en la ciudad de Buenos Aires a
principios de 1919.
El
conflicto comenzó como un de las huelgas por mejoras laborales en la Casa
Vasena -empresa metalúrgica compuesta por capitales nacionales y extranjeros- y
fue llevado adelante por la Sociedad de Resistencia Metalúrgicos Unidos desde
diciembre de 1918 hasta febrero de 1919. Su desarrollo transcurrió bajo la
negativa de la patronal a aceptar el pliego de condiciones redactado por los
delegados de los talleres, por la ausencia de intervención gubernamental
durante el primer mes de conflicto, y por el rechazo del sindicato a cualquier
tipo de mediación, dada su adscripción a la FORA V. No obstante la “Semana
Trágica” comenzará con la represión impartida hacia los huelguistas por la
policía, los hermanos Vasena y sus rompehuelgas contratados, el 7 de enero de
1919, provocando cinco muertos y decenas de heridos.
A
partir de ese momento el gobierno intervendría directamente estableciendo el
doble juego aludido: por un lado instar a la conciliación entre las partes,
participando el Presidente y sus ministros más cercanos; y por el otro reprimir
a los miles de trabajadores que apoyaron la huelga general en honor a los
caídos y que acompañaron su cortejo fúnebre por el centro de la ciudad.
Yrigoyen se dispuso a interrumpir la lenta marcha que escoltaba los féretros y
su posterior sepultura mediante el alistamiento de las tropas de la Segunda
División del Ejército, sin previa declaración de estado de sitio. La represión
continuó los días posteriores al entierro de las víctimas, participando el
ejército de 300 hombres contratados por los Vasena, la policía acuartelada por
decreto presidencial y la Liga Patriótica argentina, dejando un saldo
aproximado de 700 muertos, entre 2000 y 4000 heridos y 55000 detenidos en todo
el país.
Finalmente
el sindicato metalúrgico alcanzó la victoria logrando que los empresarios,
presionados por el gobierno, concedieran las reivindicaciones propuestas en su
pliego; no obstante, la historia culmina con el cierre definitivo de los
talleres hacia 1926.
El
capítulo III, “Las huelgas de la Patagonia”, relata los acontecimientos
situados entre 1920 y 1921 en la provincia de Santa Cruz, abordándose las
condiciones de semiesclavitud impuestas a los trabajadores rurales por las tres
familias propietarias de la mayoría del territorio provincial. Apoyándose en La
Patagonia rebelde de Osvaldo Bayer, analiza las huelgas acontecidas en ese
contexto, enfocándose en las estrategias utilizadas por el gobierno nacional
para afrontar las problemáticas de un territorio que, intervenido
políticamente, terminaría en manos del ejército argentino comandado por el Teniente Coronel Varela.
En
efecto, como corolario de la primera huelga de finales de 1920, que incluyó la
toma de estancias y rehenes, el corte de alambrados y la expropiación de
caballerizas, alimento y armas, el gobernador designado y Varela firmaron en
nombre del estado argentino el pliego de reivindicaciones propuesto por los
trabajadores organizados en la Federación Obrera de Santa Cruz, adherente a la
central quintista. Sin embargo, el mismo no fue respetado por los patrones de
estancia, provocando una nueva huelga general hacia noviembre de 1921, y una
respuesta presidencial diametralmente opuesta a la otorgada en la primera
instancia: la aplicación de su política represiva bajo una nueva intervención
de Varela, acompañada por distintos grupos paramilitares y por una tropa de
marinería. Asimismo la actuación de la FORA IX no distó de la propiciada en los
sucesos de la Semana Trágica, saboteando la huelga desde sus inicios e incluso,
trasladando en los ferrocarriles con personal afiliado a su central a las
tropas que luego reprimirían. Así, en enero de 1922 el alzamiento patagónico
finalizó, restituyéndose las condiciones de explotación previas a las
conquistas adquiridas en la primera huelga general.
Escrito
en colaboración con Luciano Andrés Sánchez, el capítulo IV es una contribución
original respecto a la organización obrera y a las huelgas contra La Forestal,
compañía abocada a la explotación del tanino presente en el quebracho. La
abundancia de este árbol en el Chaco santafesino condujo a la empresa a
establecerse allí hacia 1914, motivada por las facilidades que el gobierno le
otorgaba para la adquisición de territorios, el pago de impuestos, el uso de
vías férreas, puertos, correo, etc. En materia laboral eludía todo tipo de
reglamentación, entregado como pago vales intercambiables en las tiendas
establecidas en sus distintas secciones, poblados precarios habitados por los
obreros del tanino y el resto de los trabajadores forestales.
La
organización obrera se iniciaría a principios de 1919 con la fundación del
“Sindicato de Obreros en Tanino y Anexos”, bajo auspicio de la FORA IX y con
delegaciones en todos los poblados, presentando ese año un pliego de
condiciones al Directorio de la empresa en Buenos Aires. Su falta de respuesta
impulsaría la declaración de una huelga general en diciembre, desarrollando un
trabajo exhaustivo de coordinación entre sus cinco delegaciones, aglutinando
alrededor de 6000 trabajadores, muchos de ellos pertenecientes a otros
sindicatos de la FORA novenaria y que solidariamente apoyaron la medida de
fuerza.
La
huelga general se extendería hasta enero de 1920, cuando luego de intervenir
distintos regimientos enviados por la gobernación, la empresa decide abrir el
diálogo, utilizando a un ministro de Gobierno como mediador, para finalmente
rubricar un convenio que garantizaba ostensibles mejoras laborales y de
habitabilidad. No obstante, éste nunca se puso en práctica, lo que junto una
crisis en el mercado internacional de tanino permite interpretar su firma como
un ardid de la patronal antes de cerrar sus fábricas, táctica empleada
previamente.
Asimismo,
los enfrentamientos de la FORA IX con la quintista debilitaron el desarrollo
del conflicto, negándose la conducción del sindicato a tomar una medida de
confrontación directa como la sugerida por la FORA V, exponiéndose a la ejecución
de los planes de la Forestal: lock out, despidos masivos, encarcelación y
torturas a obreros y activistas, y la conformación de su propia fuerza de
seguridad, la Gendarmería Volante. El cierre escalonado de fábricas y obrajes,
garantizado por las fuerzas represivas a disposición de La Forestal, dejaron
alrededor de 7000 trabajadores desocupados, debiendo migrar hacia pueblos y
ciudades cercanas. Un importante número de obreros fabriles junto a sus
familias se replegarán hacia la espesura del monte, permaneciendo allí por más
de tres meses, ante el asedio de las fuerzas de seguridad que se encontraban en
la zona. Dicho cuadro se completaba con el letargo e inacción de la FORA IX y
los intentos fallidos de la FORA V por aunar esfuerzos, desembocando en
represión, fusilamientos y muerte.
Finalizando,
el protagonismo adquirido por el anarquismo más allá del ámbito urbano y de la
población inmigrante, mostraron a lo largo de la presente obra las
heterogeneidades de un movimiento obrero que se debatía entre la confrontación
directa y la negociación en los conflictos entre capital/trabajo. Es en dicha
heterogeneidad donde estriba su mayor contribución, pues la relevancia de las
huelgas desarrolladas en ámbitos urbanos es complementada con las de territorios
rurales, como las de la Patagonia y La Forestal. Dichos procesos muestran la
existencia de una gran masa de trabajadores rurales que, mediante el boicot,
las huelgas parciales y generales, y la solidaridad obrera se esmeró por
obtener sus conquistas laborales. La escasa puesta en práctica de esas
conquistas empero, no constituye objeto de debate para los autores, centrados
en ponderar el precedente que los procesos aludidos representaron para las
luchas que se sucederían a lo largo del siglo XX.
Milagros
Dolabani
Universidad
Nacional de Mar del Plata
milagros.dola@gmail.com
MISERES,
Vanesa; Mujeres en tránsito: Viaje,
identidad y escritura en Sudamérica (1830-1910). Chapel
Hill. North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures. U. N. C. Departament of Romance
Studies. 2017, 240 pp.
Mujeres
en tránsito: Viaje, identidad y escritura en Sudamérica (1830-1910) asume la
búsqueda, dentro de acontecimientos surgidos en relatos de viaje, del modo en
que se formaron discursivamente las sociedades de América del Sur. Mediante el
análisis de crónicas de cuatro mujeres que viajaron hacia y desde Sudamérica en
el siglo XIX, explora sobre la restringida atención que ha recibido la
escritura femenina dentro de los estudios sobre literatura de viaje, revisando
al mismo tiempo, y mediante un imaginario trasnacional particular con el cual
se articulan las cuatro viajeras estudiadas, categorías como las de género,
clase, modernidad, homogeneidad cultural y otras más, responsables a su vez de
sentar las bases de la sociedad decimonónica.
A
lo largo de cuatro capítulos el escrito logra desarrollar el tema central que
se propone: las mujeres que viajan solas junto a la escritura sobre esos
viajes. Mujeres del siglo XIX, período marcado fuertemente por la discusión en
torno al rol de las féminas en el marco de la constitución de la figura del
ciudadano de las nuevas naciones independientes de Latinoamérica. En
contraposición al relato de viaje escrito por autores masculinos, los textos de
mujeres escogidos en el presente libro han sido reducidos a modo de producción
minúscula dentro de la historia de la literatura de Sudamérica. Las viajeras
que componen este estudio: Flora Tristán (1803-1844), Juana Manuela Gorriti
(1816-1892), Eduarda Mansilla (1834-1892) y Clorinda Mato de Turner
(1852-1909), exigen la reubicación de esta producción dentro del contexto
decimonónico para asignar a sus escritos un lugar preponderante en el campo cultural
de la época. Cada uno de los cuatro capítulos estará destinado a pensar
particularmente en estas viajeras que, circulando por América, Estados Unidos y
Europa reflexionarán sobre temas centrales como la nacionalidad, las fronteras
regionales y culturales entre los países sudamericanos, las diferencias de
estos con Europa y los Estados Unidos, el lugar de Latinoamérica en el mundo
moderno y el rol de la mujer en estas discusiones.
Vanesa
Miseres escoge a estas mujeres porque puede con ellas representar los cambios
que el viaje provoca en las perspectivas y visiones del mundo de cada autora en
diferentes momentos claves de la historia del siglo XIX. Asimismo, logra
identificar los debates que aparecen en esos comunicados y relacionarlos con
los modelos políticos, económicos y culturales que debían adoptar las
recientemente formadas naciones del sur de América. De esta manera, dicha
elección responde al interés de la autora por mostrar el carácter heterogéneo
de la categoría “viajera”; las mujeres estudiadas comparten una verdadera
perspectiva de género enfocada en el rol de la mujer en la sociedad
decimonónica pero viajando y escribiendo desde diferentes modelos,
condicionadas por sus clases sociales, la región geográfica de la cual
provienen, el destino de sus viajes, el contexto familiar, histórico y cultural
que las atraviesan, entre otros aspectos más.
Leemos
entonces en el capítulo uno un texto del año 1838 de la viajera franco-peruana
Flora Tristán. Aquí se distinguen valiosas observaciones de la realidad peruana
que dan a conocer a las mujeres locales resignificando valores culturales para
expresar, contradictoriamente, momentos de libertad respecto de las ataduras
patriarcales.
Ya
adentrándonos en el segundo capítulo nos encontramos con la producción
literaria de una de las autoras más representativas de la escritura femenina
del siglo XIX en Sudamérica: Juana Manuela Gorriti. Sus escritos estudiados en
el libro representan al viaje con sus miradas propias; las que conectan
regiones, historias y voces disímiles para construir una zona patria que
trasciende los límites “oficiales” de la nación decimonónica.
Por
último, los dos capítulos finales centran su atención en los cambios
ideológicos y culturales de finales de siglo XIX y comienzos del XX con el
análisis de un escrito del año 1882 de Eduarda Mansilla y otro de 1909 de
Clorinda Matto de Turner. Ambas escritoras viajeras coinciden en debatir sobre
la identidad cultural sudamericana por fuera de la pertenencia a una nación
exclusivamente (en este caso Estados Unidos y Europa) en dos momentos
fundamentales para la modernización del continente.
Ordenando
el libro con una fundamentada introducción, la serie de capítulos arriba
mencionados y unas conclusiones al final del compendio seguidas de la bibliografía
utilizada (y acompañada esta última por un detallado índice analítico), la
autora presenta al lector un estudio minucioso sobre cuatro mujeres viajeras
situadas en la bisagra de los siglos XIX y XX. Estas escritoras son estudiadas
bajo los desafíos que deciden enfrentar sobre sus condicionamientos sociales;
los que las llevan a establecer diversos vínculos con los debates intelectuales
de la sociedad decimonónica. Miseres, a través de un seguimiento cronológico de
la emergencia de cada viajera, percibe que a medida en que el contexto
sudamericano cambia surge un tipo de mujer que plantea una nueva relación con
el viaje, la escritura y la identidad.
El
interés de la literata por mostrar otra dimensión del viajar (centrada más en
el desplazamiento en sí mismo), que señala la formación de una perspectiva de
tipo transnacional, la cual ella va indicando a lo largo de cada capítulo,
viene a otorgarle un nuevo significado al estar “en tránsito”. Así, Vanesa
Miseres intenta mover el lugar de mujer decimonónica estable, doméstica, objeto
de representación fijo de una mirada externa para proponer una mirada basada en
el movimiento y la circulación.
El
libro amplía y diversifica el campo de conocimiento que ofrece la literatura
femenina de viajes; y el lector lo puede identificar claramente gracias a los
relatos seleccionados por la escritora, a las damas que decide elegir. Este
trabajo propone, entonces, líneas de fuga posibles de romperse y recomenzar en
cualquier orden y momento a fin de seguir descubriendo estas conexiones
trazadas entre mujeres viajeras desde los inicios de las literaturas nacionales
en Sudamérica hasta las obras más recientes, como modo de entendimiento de la
transformación de la mujer como agente de cambio en la construcción de las
sociedades modernas.[2]
El
lector encontrará en el libro un viaje de ida y vuelta hacia el pasado y el
presente de la situación de la mujer turista, pudiendo rescatar así la
presencia de lo femenino en la tradición literaria y viajera, exhibir luchas y
estrategias para que las mujeres puedan insertarse y ser aceptadas en el ámbito
de la escritura y del viaje, los cuales las rechazaban y aún hoy siguen
resistiéndose a la compleja e igualitaria inclusión.
El
libro invita a leer historias de mujeres en tránsito cuyos relatos de viajeras
de tradición latinoamericana plantean y reconfiguran el espacio local y el
extranjero, de acuerdo al estado en que se encuentra la travesía que cada una
de ellas decide emprender. Nos propone a su vez un recorrido adicional en la
reformulación trasnacional del vínculo que ocurre entre viaje, identidad y
escritura. Y, finalmente, abre aristas para continuar pensando en la
recurrencia femenina a la escritura de viajes para construir propuestas
ideológicas sobre su entorno y circunstancias particulares: el relato de viaje
da lugar a la interacción, discusión y aparición de nuevos hábitos, símbolos,
prácticas que construyen la identidad de una sociedad.
Agustina
Mosso
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas