Presentación del Dossier

Condiciones de vida y formas de lucha de la clase obrera en contextos locales: experiencias y abordajes

 

 

Gonzalo Pérez Álvarez(*)

 

 

Es una buena noticia cada nueva edición de la revista Historia Regional, con su permanente rigor académico y científico, y su compromiso con la construcción de una historiografía en constante renovación. El dossier que aquí presento, y que he coordinado, se ubica en la relevante y fértil intersección entre tres de las perspectivas que esta revista nunca ha dejado en el olvido: una historia social que se pregunte fundamentalmente por la vida de las/os de abajo, una historia que haga enfásis en el movimiento obrero y la clase obrera como sujetos claves, y una perspectiva, que hace a la misma concepción de la revista, que ubique las investigaciones en sus contextos locales específicos, alumbrando desde allí una historiografía que apunte a dar visiones de totalidad.

Este dossier analiza diversas experiencias de fracciones, capas o grupos que forman parte de la clase obrera, explorando sus condiciones de vida y las formas de lucha que desarrollan en sus respectivos contextos locales. Me interesaba, al momento de pensar la convocatoria, conocer experiencias de lucha relevantes en diversas regiones de cada estado nacional, que no hubiesen tenido una importante visibilidad más allá de la región directamente involucrada. Buscaba así profundizar estudios previos sobre la clase obrera en contextos locales, que habían destacado la presencia de conflictos que tomaron la forma de luchas “regionales”. Esos grupos obreros parecían pretender constituir su reclamo en una exigencia que fuese tomada por el conjunto de la sociedad local, en aras de de la “defensa regional”, el “desarrollo de la ciudad”, el “enfrentamiento con el poder central”, etc. Muchos de esos conflictos, especialmente los protagonizados en regiones periféricas de cada estado nacional, quedaron reducidos al ámbito regional pese a plantearse la intencionalidad de “visibilizar” el conflicto.

El resultado del dossier ha sido mucho más fértil del pretendido, encontrando nuevas nociones y relevantes preguntas y problemas acerca de las formas de protagonizar las luchas, los métodos organizativos, las nociones de "lo justo y lo injusto", la centralidad del género y de las representaciones de lo femenino y lo masculino, la relevancia de los cortes generacionales, la importancia de las emociones, las memorias de las luchas pasadas y su peso y resignificación en las luchas presentes, los vínculos entre historia y memoria en la clase obrera, las relaciones entre diversas fracciones obreras ocupadas y entre la clase obrera ocupada y aquella que se encuentra excluída de la relación laboral formal (y por lo tanto es incluida en la representación social de "desocupados"), etc, etc.

Este dossier retoma la convicción de que las y los trabajadoras/es siempre tuvieron un rol clave en la dinámica social general, y que, por lo tanto, son un factor explicativo ineludible de los procesos de transformación. Pese a ello el concepto de clase obrera había perdido centralidad en las miradas que pretendían comprender el movimiento de la sociedad actual y sus principales conflictos. La aguda conflictividad que atraviesa nuestras experiencias durante los últimos años del siglo XX y este siglo XXI, ha reinstalado en la agenda de muchas/os investigadoras/es la cuestión de la clase obrera, la lucha de clases, las estrategias que llevan adelante las/os trabajadoras/es y las formas de abordaje más pertinentes para conocer su movimiento.

El dossier consigue recuperar este impulso, avanzando en algunos de los principales debates de la historiografía obrera e incorporando nuevo conocimiento sobre las luchas de la clase, desde el aporte de aspectos o perspectivas hasta hoy no investigadas. Está constituido por cinco artículos que exploran regiones relevantes de Argentina y Chile, integrando fracciones claves de la clase obrera: estatales, mineros, textiles, pesqueros y los trabajadores desocupados.

La propuesta de Rodrigo Araya Gómez analiza la acción sindical de los trabajadores del estado durante los gobiernos del Chile postdictatorial, explorando el surgimiento de nuevos agrupamientos sindicales y de diversas formas de lucha. Se explica allí la relevancia que tuvieron en esos formatos organizativos la especificidad de las tareas realizadas por los trabajadores sobre los que se pone el foco, así como la relevancia de los contextos locales en los cuales tenían lugar sus acciones.

Se trata de un relevante estudio de caso, que explora la realidad de un colectivo de trabajadores públicos afectados por la tercerización, precarización y subcontratación laboral. Además de esta dimensión, clave para los estudios de la clase obrera en la actualidad, Araya Gómez pone en carpeta otros dos ejes, ambos centrales para una historiografía renovada de las dinámicas laborales. Una de ellas es la problemática de la falta de representatividad de las organizaciones sindicales tradicionales del sector, y las reacciones de los trabajadores ante esa situación; la otra es la fundamental importancia de implicar la clave generacional en nuestras investigaciones: el autor registra la indudable relevancia del recambio vital en la conformación de un nuevo movimiento obrero en el Chile postdictatorial, dando origen a renovados liderazgos y a otras formas de participación político-sindical, más basadas en los principios de autonomía y democracia de las bases.

El artículo de Pablo Vommaro, ("Políticas y resistencias territoriales: la experiencia del Movimiento de Trabajadores Desocupados de San Francisco Solano en la Argentina (1997-2004)"), aporta al dossier dos ejes fundamentales para el análisis de la clase obrera en contextos locales: el primero es la experiencia de aquella fracción de la clase, que no deja de crecer en el marco del capitalismo actual, que se encuentra excluida de las relaciones laborales formales; el segundo es la central relevancia de la dimensión territorial en las luchas de la clase, de su vínculo con sus lugares de vida y sociabilidad, con sus barriadas como territorios de organización y resistencia.

En Argentina los años '90 estuvieron signados por el surgimiento y consolidación de organizaciones conformadas por trabajadores desocupados, que se destacaron por su profunda implantación en los territorios donde desplegaban sus prácticas cotidianas y por sus disruptivas acciones de protesta en el espacio público. El artículo enfoca en uno de los emblemas de dicho proceso, el Movimiento de Trabajadores Desocupados de San Francisco Solano, integrando al dossier uno de los contextos locales ineludibles para comprender las dinámicas de la clase obrera en Argentina: el conurbano bonaerense. El trabajo abarca desde 1997 hasta el 2004, cuando el gobierno de Néstor Kirchner comenzó a imprimir una serie de cambios que modificaron la situación política y económica a nivel nacional, así como la propia conformación y los lineamientos del movimiento piquetero.

La investigación de María Soledad Schulze y Josefina Azcarate ("Identidad moral e identidad emocional en los trabajadores de la rama del filet de la industria pesquera de Mar del Plata"), analiza parte de las mismas dinámicas mencionadas, pero desde otra matriz que hace foco en diversas características de la clase obrera que son escasamente indagados por las investigaciones más difundidas. Se tratan de resultados de una encuesta sobre aspectos de la identidad moral, ideológica y emocional de trabajadores/as de la industria del pescado de Mar del Plata.

El artículo propone identificar los factores socio y psicogenéticos que configuran los juicios morales a partir de los cuales esas/os trabajadoras/es explican y analizan las dinámicas sociales que impactan en sus condiciones de vida, indagando cómo describen y evalúan la conflictividad laboral en la industria pesquera. Haciendo eje en el conflicto obrero del año 2007, las autoras desarrollan diversas nociones que nos acercan a comprender el modo y los mecanismos con las que esos obreros y obreras comprenden las relaciones sociales en las cuáles están insertas/os, las medidas que pueden llevar a modificar esa situación y la evaluación que formulan sobre los procesos de lucha que desarrollaron.

Para ello es central poner en carpeta una dimensión muchas veces obviada por los estudios tradicionales sobre la clase obrera y sus luchas: el lugar de las emociones en la producción y reproducción ampliada del orden social. Es una temática central que este artículo pone, acertadamente, en el centro de su foco.

Débora Saso hace hincapié en otras dos dimensiones claves para comprender la dinámica obrera. La central es la de género: su investigación sobre la lucha de las obreras de "Confecciones Patagónicas" durante el año 1997, muestra un proceso de lucha que se hace incomprensible si se pretende analizarlo con el concepto de clase escindido del de género. El conflicto laboral se vivencia, en los cuerpos de las mujeres que protagonizan esa lucha, como una intersección entre dichas dimensiones indiferenciables para su experiencia vital: la de ser obrera y la de ser mujer.

El otro aspecto abordado en este artículo hace a explorar una de las regiones de Argentina donde el impacto del programa neoliberal fue más abrupto: el caso de Trelew, epicentro del polo desarrollista implantado desde los años '60 y brutalmente desmantelado en los '90, es un emblema de los efectos que tuvo el neoliberalismo en muchas regiones del país donde el rol del estado había sido central, como en Patagonia. El artículo enmarca la protesta analizada en ese contexto general de las relaciones sociales durante la década de 1990, formulando desde allí las preguntas en torno a los significados que las trabajadoras atribuyeron al conflicto vivenciado, y explorando las formas en que se organizaron, tanto dentro como fuera de la planta.

Desde un contexto local semejante, Natalí Narváez investiga las experiencias de lucha, resistencia y organización de los mineros de HIPASAM, en Sierra Grande entre las décadas del '70 y los '90. Si bien todos los artículos toman las fuentes orales como un insumo relevante, y por lo tanto en alguna medida examinan la complejidad de las relaciones entre historia y memoria para las/os obreras/os, este trabajo hace eje en dicha dimensión.

Trabajando desde la historia oral la autora describe las huelgas mineras de 1975 y 1990, desde una mirada que constantemente observa e interpela esos pasados desde la compleja realidad de los mineros de Sierra Grande en el presente. Esas preguntas se dirigen hacia los ex mineros y sus familias, analizando cómo se resignifican las luchas del pasado a partir de la reapertura de la mina en 2006, tras quince años de cierre que habían llevado a la crisis de la ciudad. Para ello el artículo realiza una descripción densa de la marcha de los ex mineros en conmemoración de los 25 años de la última huelga de HIPASAM: la denominada “Marcha de Hierro”, ocurrida en 2016.

El dossier evidencia la necesidad de investigar los procesos de lucha, comprendiendo que es en esas dinámicas donde las clases se constituyen como sujetos históricos y productores de la transformación social. La sociedad cambia a partir de la lucha; esa transformación se expresa en los enfrentamientos, y es allí donde se hace especialmente observable. Estudiar la conflictividad se constituye como el punto de ingreso a la investigación más operativo para conocer el desarrollo y conformación de la clase obrera y las diversas formas organizativas que instituye, ya sea a nivel social, sindical o político. En el capitalismo el sujeto fundamental de ese cambio es la clase obrera, la que sufre con mayor rigor las injusticias de este sistema y la que se constituye en el sujeto más dinámico de la conflictividad social.

El enfrentamiento social se destaca como el indicador clave para observar los procesos de cambio. La lucha genera mutaciones y a su calor se transforman las actitudes, se modifica la perspectiva y se producen cambios radicales en la forma de encarar situaciones cotidianas, con respecto a la postura que los mismos sujetos podían tener pocos días antes.

Otra dimensión evidenciada en el dossier es la necesidad de profundizar los estudios sobre la clase obrera en contextos locales, específicos, entendiendo que esos procesos particulares deben investigarse en el marco de la dinámica social general, de la cual son parte y expresión. Gramsci sostiene que el difícil análisis de las relaciones de fuerzas de una sociedad, se complica aún más por las diferentes secciones territoriales dentro de cada país en cuyo seno se combinan las distintas fuerzas nacionales e internacionales, conformando “…estructuras diferentes y relaciones de fuerzas también diferentes en todos los grados”. Desde esa reflexión, lo regional no es entendido como algo aparte de las relaciones de fuerzas en una sociedad ni como una mera situación local de las mismas, sino como un ámbito en que las relaciones de fuerza generales se combinan con las locales, que tienen sus particularidades y desde las cuales inciden, a su vez, en lo general.

Las miradas que pretenden hacer de cada estudio de un proceso particular el origen de conclusiones acerca de situaciones “excepcionales”, suelen encubrir la falta de profundidad de la investigación. Los artículos del dossier, en cambio, intentan dilucidar cómo esas "particularidades" expresan el proceso general, en tanto camino para acercarse a construir explicaciones holísticas de las dinámicas sociales.

Desde esa perspectiva se plantean estos artículos: buscando comprender la dinámica de cada fracción obrera en cada región, como parte del proceso general, del cual es una fracción y, al mismo tiempo, una de las instancias que construyen esa compleja totalidad, en permanente movimiento y transformación.

La conformación del dossier permite preguntarse por las relaciones entre distintas fracciones de la clase y sobre las relaciones entre las/os trabajadoras/es ocupadas/os y las/os desocupadas/os. Este debate se ha desarrollado con especial énfasis en los momentos de crisis del capitalismo, cuando la emergencia del fenómeno de la desocupación masiva se hace evidente, y se vuelve indisimulable esa masa de población "sobrante". Es central retomar hoy estos problemas, de destacada centralidad en la coyuntura actual, donde los despidos han regresado a ser noticia cotidiana en una sociedad que sostiene una importante masa de población sobrante aún en los ciclos de recuperación económica.

Ya describí que en décadas recientes hasta el concepto de clase obrera había perdido centralidad en las miradas que pretendían comprender el movimiento de la sociedad actual. Pese al intento de borrar a la clase como concepto central para explicar las dinámicas conflictuales, la terca realidad terminó imponiéndose aún contra los perseverantes designios del poder. Así fue que, de la mano de un movimiento obrero que sigue siendo el gran protagonista de las luchas sociales en todo el mundo, en los últimos años se ha reinstalado en la agenda académica y científica la cuestión de la clase obrera y la necesidad de comprender y conocer su cotidiano caminar.

Este dossier es parte de ese proceso, al calor de las luchas que el movimiento obrero viene desarrollando en toda Latinoamérica. Quizás no sea casual que me encuentre cerrando esta presentación a pocos días de la tercera huelga general de la totalidad del movimiento obrero organizado de Argentina contra el gobierno de Mauricio Macri y, especialmente, enfrentando el nuevo sometimiento colonial al FMI. La jornada de lucha del 25 de junio de 2018 fue una nueva demostración de la fortaleza de la clase y de sus niveles de organización a nivel sindical. Asimismo las declaraciones del ministro de economía, Nicolás Dujovne, sosteniendo que la huelga implicaba la pérdida de 29 mil millones de pesos (el equivalente exacto del PBI total de Argentina dividido por la cantidad de días del año), expresaba que esa clase es la productora univoca de la riqueza, y que en el trabajo humano vivo reside el origen del valor.

Se trata entonces de seguir dando herramientas para que la clase obrera se haga consciente de ese poder y de la necesidad de transformar esta sociedad de raíz. Espero que este dossier pueda contribuir, al menos en una mínima medida, a esa tarea, cada vez más necesaria, cada vez más imprescindible. Esa tarea que sigue pudiendo resumirse en la más ansiada utopía, la que ha recorrido todas las luchas de la humanidad, la que, sin dejar de ser una utopía, se debe y puede hacer posible y realizable: la de construir, finalmente y para siempre, una sociedad sin explotadas/os ni explotadores…

 

Gonzalo Pérez Álvarez

Trelew, Junio de 2018

 

 



(*) Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Director del Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales, Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales -sede Comodoro-, Universidad Nacional de la Patagonia "San Juan Bosco". Argentina. E-mail: gperezalvarez@gmail.com