Visibilizar para transformar: El Frente Nacional contra la Pobreza en la ciudad de Rosario durante el Argentinazo de 2001

 

 

Martín Carranza(*)

 

Resumen

 

Durante las últimas tres décadas del siglo XX argentino se fueron desarrollando una serie de dispositivos que fueron claves para lograr potenciar nuevos modos de protesta, lucha y resistencia que eclosionaron en las jornadas de Diciembre de 2001. Esos dispositivos trastocaron a todos los actores tradicionales que hicieron del debate cívico democrático su arena de combates, y a su vez generaron nuevas formas de relacionarse con las vicisitudes que fue adquiriendo el sistema de acumulación nacional a finales de la década del `90. El objetivo de este trabajo es analizar el nacimiento de nuevos actores que relacionan la crisis del sindicalismo tradicional y el surgimiento de nuevas formas de protesta con el ocaso del orden neoliberal argentino, enfatizando las particularidades que vivió uno de esos interpretes –el Frente Nacional contra la Pobreza- en la ciudad de Rosario, centro neurálgico de las protestas que terminaron con el gobierno de la Alianza en el año 2001.

 

Palabras clave: sindicalismo; neoliberalismo; crisis orgánica; movimientos sociales.

 

 

Visibilize to transform: The Frente Nacional contra la Pobreza in the city of Rosario during the Argentinazo of 2001

 

Abstract

 

During the last three decades of the Argentine XX century a series of devices were developed that were key to achieve new ways of protest, struggle and resistance that emerged in the days of December 2001. These devices upset all the traditional actors who made the democratic civic debate their arena of fighting, and in turn generated new ways of relating to the vicissitudes that the system of national accumulation was acquiring at the end of the 90s. The objective of this paper is to analyze the birth of new actors that relate the crisis of traditional syndicalism and the emergence of new forms of protest with the decline of the Argentine neoliberal order, emphasizing the particularities lived by one of those interpreters - the Frente Nacional contra la Pobreza - in the city of Rosario, center of the protests that ended with the government of the Alianza party in the year 2001.

 

Keywords: syndicalism; neoliberalism; organic crisis; social movements.

 


 

 

Visibilizar para transformar: El Frente Nacional contra la Pobreza en la ciudad de Rosario durante el Argentinazo de 2001

 

La serie de imágenes que inundaron la conciencia colectiva de muchos argentinos sobre las luctuosas jornadas del 19 y 20 de diciembre tenían (y tienen hoy) un fuerte grado de historicidad que en muchos casos, aún no ha sido develado. Junto con esto se ha prolongado también la acumulación de una serie de clichés o “frases hechas” en directa relación con el discurso mediático masivo de aquellos años, en donde se enfatizaban la noción de inevitabilidad de los procesos políticos –elemento este, que se desarrolló con gran arraigo por medio de dispositivos culturales que calaron hondo en un buen porcentaje de la población a lo largo de la década menemista- y por ende, la exención de responsabilidades a la hora de asumir los riesgos de aplicación de determinadas medidas. En términos más prácticos la aplicación de los decretos y leyes que favorecieron la liberalización económica, la flexibilización laboral, la privatización de la mayoría de los órdenes del Estado, la individualización del hombre como ciudadano, la subjetivación de las prácticas políticas, la banalización del éxito y el falso emprendedurismo, entre otras cuestiones, fueron analizadas en su conjunto como un límite inevitable y por sobre todo, profundamente necesario para garantizar la meta de una sociedad más justa, y con oportunidades para todos.

Este trabajo se asienta sobre el amplio espectro movilizatorio que nace del disenso a la reconversión productiva que vivió el país desde 1976. Proceso, sin embargo, que caló mucho más hondo a lo largo de todo el gobierno de Menem, alcanzando una enorme visibilidad durante el breve gobierno de la Alianza. El eje de esta investigación pasará por enmarcar a uno de los tantos actores que se desarrollaron al fragor de las luchas contra la debacle sistema de 2001, en este caso el sujeto es el Frente Nacional contra la Pobreza (Fre.Na.Po), una enorme y heterogénea multisectorial que por medio de nuevas formas de lucha, delineó una frontera ante los actores de poder hegemónicos de entonces, aglutinando para si un grandísimo caudal político que escapará rápidamente de su órbita por las mismas dinámicas que lo llevaron a ser el principal rival al orden neoliberal argentino previo al estallido social de diciembre.

Ahora bien, al momento de caracterizar el ciclo de protestas y revueltas que tuvieron su punto más álgido tras la declaración de Estado de Sitio por parte del presidente Fernando de la Rúa, existe una inclinación a generalizar lo acontecido al ámbito nacional, haciendo énfasis a lo sumo, en lo que sucedió en las inmediaciones de Plaza de Mayo, ampliando el radio de acción a los saqueos acaecidos en el conurbano bonaerense. Esa imagen, la de las barricadas, los enfrentamientos con la policía, y la feroz represión oficial en la Plaza de los dos Congresos y en las inmediaciones de la Casa Rosada, junto a la ola de saqueos a supermercados y comercios menores que se multiplicaron en la mayoría de los distritos del Gran Buenos Aires, es y ha sido la visión que se impuso en un conjunto importante de la población de nuestro país. En torno a esto hay dos cuestiones que debemos tener en cuenta: en primer lugar el rol que ocupó la televisión como correa de transmisión de las imágenes[1], extendió una visión unívoca de los hechos como nunca antes se dio en la historia Argentina. Un segundo punto, es la histórica imposición porteñocentrista de los acontecimientos, apoyada en gran medida por los medios de comunicación, y legitimada por el estilo centrípeto de la política nacional. Esta tendencia tiende a borrar las particularidades regionales, y los determinantes que hicieron expandir – o no- la resistencia al gobierno de la Alianza. A modo de ejemplo en San Genaro, a 100 km de Rosario, y con menos de 12.000 habitantes las repercusiones de la crisis, en términos de movilización y conflicto fueron prácticamente nulas. Sin embargo, en la ciudad de Cañada de Gómez, a no más de 60 km, los sindicatos relacionados con la industria del mueble, paralizaron la región durante todo el mes de diciembre.[2] Como vemos, en la misma provincia de Santa Fe convivieron una amalgama de realidades claramente divergentes en donde fueron determinantes los grados de integración de las distintas zonas al andamiaje productivo regional y nacional.

Basándome en estas afirmaciones he decidido tratar de revisar el impacto de la crisis de 2001, en el principal centro urbano-económico de la provincia de Santa Fe, la ciudad de Rosario. De esta manera, y con el mismo grado de importancia, buscaremos dar respuesta a muchos de los interrogantes antes planteados sobre el FRE.NA.PO su grado de incidencia y participación en el ciclo de movilizaciones del nuevo milenio. Para ello nos apoyamos en la idea del sociólogo Gerardo Aboy Carlés, quien afirma que toda identidad sociopolítica se conforma mediante la institución de una frontera política antagónica con respecto a otras.[3] Por ende la conformación del FRE.NA.PO estaría sostenida por esa construcción de otredades en el marco de la sociedad argentina neoliberal.

¿Por qué Rosario? La contestación a esta interpelación se fundamenta en que Rosario presenta una serie de especificidades relacionadas con su aparato productivo, la concentración de distintos actores fuertemente movilizados, la presencia de un complejo entramado socio-urbano, y un grado de independencia mucho mayor – en relación a Capital Federal- que otras ciudades del interior. La reducción de la escala de investigación está atada a su vez a una hipótesis principal que se desprende de una investigación llevada a cabo por el grupo PIMSA, encabezado por Nicolás Iñigo Carrera[4] donde se arguye que la incidencia de políticas de liberalización económica en el entramado social de una ciudad con un fuerte auge industrial, tal es el caso de Rosario, produce distorsiones sociales agudas producto de los traumas que trae aparejado el problema del desempleo “repentino”. A su vez esto afecta los canales clásicos de movilización, permitiendo el nacimiento de otros medios de resistencia ante la vacancia generada.

 

Desempolvando respuestas: Las patas del ciempiés

 

En los últimos años, y con el florecimiento de estudios sobre la temática de los nuevos movimientos sociales (NMS) en la Argentina contemporánea se ha abierto el debate sobre cuál fue el momento histórico preciso donde se puede comenzar a hilvanar el origen de este nuevo paradigma. En términos genéricos, y siendo absolutamente simplistas las derivas de estas posturas se podrían redondear en dos grandes encuadramientos: En primer lugar una vertiente político-economicista que tiende a establecer el quiebre en términos de presentación en sociedad de nuevos sujetos colectivos de reacción y protesta con la hiperinflación de 1989, y la abrupta finalización del gobierno del radical Raúl Alfonsín. Un segundo grupo que podríamos encasillar como político-culturalista plantea que existen elementos que nos permiten percibir una presencia clara de este nuevo movimientismo de resistencia a la salida de la última dictadura militar, subproducto de los efectos sociales que la misma engendró. Estas discusiones se inscriben en una cuestión más amplia que tiene que ver con la supervivencia o no de cierta matriz estadocéntrica. Para la mayoría de los autores la sociedad que se instaura en los años `30, llega a su fin en 1989. En consecuencia las políticas económicas de la dictadura habrían llevado al llamado Estado Social que se afirmó en la década del `40 a una larga fase de declive[5], siendo la hiperinflación del bienio 1989-90 el último suspiro de un modelo de desarrollo que al parecer llegaba a su fin. La concreción de un nuevo régimen de acumulación durante la década siguiente parecía confirmar este planteo. Las dudas surgen a la hora de determinar las distintas consecuencias que la realidad argentina toma producto del rápido desmoronamiento de ese nuevo orden, en diciembre de 2001. La salida de la convertibilidad, y las posturas políticas seguidas en la historia argentina reciente nos llevan a discutir algunos puntos de esa supuesta muerte del esquema social pre `89. Creo constatable la existencia de indicios que nos permitirán sintetizar ambas propuestas analíticas en una periodización más vasta que tiene su punto de partida en los debates y disputas ideológico-políticas de mediados de la década del setenta, transitando por momentos bisagra como fueron, la política de coacción social de los militares en el poder, los intentos del alfonsinismo de capear la crisis desatada por el colapso de la arcas públicas a la salida de proceso, la escalada hiperinflacionaria de finales de los ochenta, los quiebres organizativos y las protestas en torno al neoliberalismo de los noventa; finalmente el año 2001 como ruptura del consenso neoliberal y las consecuencias que esto tendrá en los gobiernos de la Argentina post-devaluación.

Las perspectivas teóricas que analizan actores como el FRE.NA.PO se enmarcan en un largo proceso compuesto por cuatro grandes esquemas de referencia:

1.                  El primero tiene que ver con la visión del FRE.NA.PO como producto de las nuevas formas de sociabilidad, dentro de los llamados nuevos movimientos sociales (NMS).

2.                  El segundo relaciona al FRE.NA.PO con el más fiel representante de los movimientos sociales en la Argentina neoliberal: las organizaciones de desocupados, más conocidos como “piqueteros”.

3.                  El tercer punto pone en debate el auge del FRE.NA.PO en contraposición con la crisis de las viejas estructuras de movilización, sobre todo el movimiento obrero organizado.

4.                  Por último existe una postura que relaciona al FRE.NA.PO con las consecuencias más generales que trajo consigo el desmantelamiento del Estado social-industrial durante los `90, y su impacto en las distintas regiones del país.

En un principio el FRE.NA.PO fue concebido como una instancia articuladora de las organizaciones del campo popular con el doble objetivo de situar una agenda social y promover la unidad de los sectores en lucha.[6] Las patas del ciempiés que sostuvieron al Frente en aquel 2001 provinieron fundamentalmente de tres sectores:

·                    El por entonces Congreso de los Trabajadores Argentinos -CTA- nueva agrupación sindical, separada de la CGT.

·                    Un heterogéneo actor que denominaremos como “nuevas organizaciones sociales”, resultado del proceso de disgregación social descrito en los capítulos anteriores.

·                    Instituciones antaño prestigiosas y con peso propio, que también penaron ante las reformas neoliberales, entre las que se destacan: la Federación Agraria Argentina (F.A.A.), la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.

Existe un consenso mayoritario entre los autores que han trabajado a la CTA, sobre la directa relación que hay entre los resultados del modelo económico del gobierno de Menem y el nacimiento de la nueva central obrera. Sin embargo, siguiendo el planteo de Enrique Andriotti Romanin, esa propuesta es algo simplista ya que abrevia la cuestión a una acción-reacción de los sindicatos más desfavorecidos por las reformas menemistas[7] y los perjuicios de la racionalización de Estado. De ninguna manera vamos a negar el impacto que tuvo el peronismo neoliberal en términos de modificación de la estructura económica productiva, cosa que ya hemos mencionado. Lo que debemos enfatizar es que la conformación de la CTA va de la mano de un proyecto más amplio, en donde entran en juego las resistencias al neoliberalismo que se dan en el resto de Latinoamérica junto con el recorrido del sindicalismo argentino, y los debates sobre el modelo social que se imponen en la década del ´60 y del ´70. Es ineludible además, el significado histórico que produjo la ruptura del lazo político-social entre el movimiento obrero y el Partido Justicialista, situación que comenzó a operar a mediados de la década del ´80. El comportamiento del sindicalismo ante las reformas de mercado impulsadas por la administración Menem, estuvo determinada por el grado de interrelación con el gobierno de turno. Más allá de padecer los altos costos del desmantelamiento del Estado Social, muchos sindicatos siguieron fieles a Menem por distintas cuestiones, entre las que se destacan dos: la primera tiene que ver con la enorme capacidad de presión que ejerció a través de la identificación colectiva de la cultura política del peronismo como herramienta de cooptación y disciplinamiento de las bases. En un segundo plano la entrega de dádivas y prebendas a ciertos dirigentes gremiales reacios a seguir sosteniendo el plan de reformas, fue un punto con el cual Menem logró amalgamar apoyos y someter rebeldes.

Resultado del vacío y las disputas sindicales durante la primera presidencia de Menem -sobre todo en el periodo 1991-1993-, y encabezado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), comienza a consolidarse un nuevo modelo sindical de resistencia; modelo que se presenta como el mejor contraejemplo para poner en tela de juicio aquellas tesis generales que sólo ven en los `90 la existencia de un sindicalismo en crisis dejando de lado ricas expresiones de vigor y potencia de una parte del movimiento obrero organizado.[8] Estas flamantes tendencias, pregonaran un tipo de demandas mucho más amplias que las referidas al ámbito del trabajo (aunque las demandas referidas a este son igualmente constantes), acompañadas por un combate en favor de mayor autonomía sindical y la reivindicación de ciertos referentes y tradiciones ideológicas del sindicalismo de los `70[9], es en este punto donde radica lo novedoso de este modelo que comienza desandar con el correr de los años de Menem. Concretamente la CTA nace a principios de 1991, en parte producto de la desarticulación del ideario peronista ocasionada por el abandono de su componente nacional-popular.[10] Luego del triunfo menemista en las elecciones legislativas, el encuentro de 164 dirigentes sindicales en la localidad de Burzaco dio lugar al “Grito de Burzaco” del 17 de diciembre. Con ATE y CTERA a la cabeza, este grupo se oponían a las reformas neoliberales, vislumbrando las limitaciones de la CGT para enfrentar el avance de los sectores hegemónicos. Convergieron allí vertientes peronistas, social-cristianas, de izquierda y socialdemócratas. Muchos de los participantes provenían de experiencias disidentes en el seno de la CGT durante los años ochenta. Según Santiago Duhalde el modelo impuesto en ATE desde 1984 sería el ejemplo a tomar por la nueva central obrera. El autor lo resume en 6 puntos:

·                    Democracia hacia el interior del sindicato y la toma de decisiones, evitar la burocratización y el verticalismo.

·                    Autonomía en relación al Estado, y a cualquier partido político.

·                    Construcción de poder alternativo, propio producto de la lucha por derechos sociales, y no por manutención de un aparato estatal todopoderoso.

·                    Políticas que breguen por la transformación social, terminar con el sindicalismo empresario característico de los `90.

·                    Ética, o en palabras de De Gennaro “vivir como se habla”, el sindicato no es un puesto para enriquecimiento personal.

·                    Hegemonía que permita construir un frente que articule demandas sociales que integre a desocupados, jubilados y a movimientos sociales y barriales.[11]

Este último punto es trascendental en las lecturas de la CTA acerca de las posibilidades de derrotar al neoliberalismo, y que tendrá en el FRE.NA.PO un ejemplo de lucha multisectorial a mediados de 2001.

Según la Real Academia Española, el piquete es un “Grupo de personas que, pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga”. Esta estrategia es típica del contexto de la década menemista donde, sumado al auge de los mass media y de los formadores de opinión pública, se dio un proceso de individualización de los problemas colectivos. Este argumento va de la mano con lo ya dicho en torno al quiebre del frente sindical. Si en otros momentos de la historia los sindicatos utilizaron ciertas metodologías de protesta (toma de fábricas, saboteo de producción, paro de actividades totales, movilizaciones masivas) que les sirvieron para satisfacer sus demandas, durante la década del `90 estas maniobras resultan completamente insuficientes. Es por ello que surgió el piquete como alternativa para captar la atención, y romper la rutina de una sociedad que parecía haberse plegado a los dispositivos de pacificación social efectivizados durante los años de Menem. El origen del movimiento piquetero se puede sintetizar a partir de dos afluentes, por un lado las acciones disruptivas, evanescentes y por momentos unificadoras de los piquetes y puebladas del interior. Resultado de la nueva experiencia social comunitaria vinculada con el colapso de las economías regionales y a la privatización acelerada de las empresas del Estado. Por otro lado la acción territorial y organizativa gestada en el conurbano bonaerense y ligada a las lentas y profundas transformaciones del mundo popular, producto de un proceso de desindustrialización y empobrecimiento creciente de la sociedad argentina que arrancó en la década de los `70.[12] Si analizamos finamente nos encontramos con una vertiente centrífuga de la cuestión, producto del desarrollo peculiar del capitalismo vernáculo que provocó traumáticas rupturas en los marcos locales y sociales de las ciudades del interior, y en segundo lugar una vertiente centrípeta vinculada a una tradición más añeja de la organización territorial que adaptó sus prácticas a las consecuencias sociales del neoliberalismo, sobre todo en la zonas periféricas de las grandes ciudad como Buenos Aires, Córdoba y Rosario.

En esta coyuntura critica, al conjunto social que planteaba dura resistencia al neoliberalismo argentino se sumarían un cúmulo de instituciones intermedias, que en otros momentos habían gozado de prestigio y poder en la arena cívico-política. Entre las más destacadas por número de afiliados e historia estaban: La Federación Agraria, la Asociación de pequeños y medianos empresario (APYME) y el Instituto movilizador de fondos cooperativos.

La primera se destacó a principios de siglo XX en la lucha llevada a cabo por los colonos agrícolas de la pampa húmeda. Lejos había quedado, sin embargo, la vitalidad del Grito de Alcorta de 1912 momento fundante de la Federación. Entre 1992-93 el gobierno de Menem disolvió las juntas nacionales en materia agrícola. Se privatizaron silos, elevadores de granos y terminales portuarias. A raíz de esto, en julio de 1993 la Federación Agraria encabezó un “tractorazo” en muchas ciudades del interior. De todas maneras la liquidación del sistema de retenciones a la producción agrícola, la apertura económica que “facilitó” la renovación tecnológica y el aumento de los precios internacionales de dos productos fundamentales como el maíz y la soja, llevaron a una modificación en la estructura y el perfil del agro argentino. Los cambios en la producción estuvieron acompañados de transformaciones en la esfera de la organización de la producción y en la naturaleza y características de los agentes económicos. El productor tradicional fue reemplazado por un grupo heterogéneo de empresas, de orígenes diversos (contratistas, empresas arrendatarias, propietarios con equipos subutilizados, capitales financieros), con diversas formas jurídicas (sociedades comerciales, uniones transitorias, fondos de inversión, fideicomisos, etc.). Este sistema provocó un agrietamiento entre los pequeños productores y los nuevos actores; al adoptar la Federación una política histórica de prescindencia partidaria no sería de extrañar que hacia mediados de 1998[13] comiencen los primeros contactos entre los dirigentes gremiales de la CTA, y el secretario general de la Federación Eduardo Buzzi.[14]

Los otros dos actores -Apyme, y el Instituto movilizador de fondos cooperativos- iniciaron sus contactos con dirigentes de la CTA y de la Federación Tierra y Vivienda (FTV) hacia 1999 cuando se comenzaba a gestar el “movimiento de la consulta popular” antecedente inmediato del FRENAPO. En cuanto al Instituto el cambio en la matriz productiva, de un modelo empresarial-industrial a un modelo empresarial-financiero, vació las bases del mismo. La concentración bancaria y del capital financiero que se potenció a finales de menemismo generó una crisis profunda en la organización del cooperativismo ya que la mayoría de los pequeños acreedores decidieron volcar sus activos en bancos que les garantizarán una mayor rentabilidad por la irrisorias tasas de interés ofrecidas. En palabras de Edgardo Form, presidente del Instituto a finales de los `90, “la situación era insostenible, por lo que había que generar un propuesta concreta y fundada”[15] de allí el pliego a las reivindicaciones sostenidas por el colectivo que encabezaban la CTA, la CCC y la FTV. En relación a Apyme, la cuestión es bien curiosa, la mayoría de los empresarios nucleados en las dos principales entidades industriales (CGI y la UIA) bregaron por la aplicación de las reformas neoliberales. Incluso en sectores de la pequeña industria el discurso reformista había calado hondo. La cuestión es que esta reestructuración y transferencia del ingreso manufacturero que se dio en la década del `90 desde el trabajo al capital, también ocurrió dentro del empresariado, las pequeñas y medianas empresas resultaron sumamente afectadas por la orientación que adoptaron las distintas medidas políticas implementadas.[16]

 

Recrudecimiento del conflicto en el menemismo tardío

 

Denominamos menemismo tardío al periodo iniciado con la renuncia de Domingo Cavallo -hombre de fuerte prestigio en la comunidad de negocios e incluso de gran popularidad entre ciertos sectores medios- el 26 de Julio de 1996, y su reemplazo por Roque Fernández, afiliado a la UCeDé[17], en el Ministerio de Economía; y que finaliza con la entrega del mando presidencial al radical Fernando De la Rúa el 10 de diciembre de 1999. Es allí donde se comienzan a gestar una serie de cambios que incidirán en el modelo de gestión que llevará a cabo la Alianza. De la misma manera esos últimos tres años de la administración Menem presentarán ciertos rasgos de continuidad que nos permiten ahondar en nuestra idea: la proliferación de casos de corrupción en la función pública y en las empresas privatizadas, un comportamiento de la economía por demás mediocre, el inicio de una profunda recesión producto del descontrol de la finanzas federales y del déficit de las provincias, las disputas del presidente con su partido ante los intentos aspirar a un tercer mandato, el surgimiento de un arco opositor profundamente heterogéneo concentrado solamente en el antimenemismo el cual impugnaba solo las cuestiones normativas del régimen, menospreciando las consecuencias que dejaba el plan económico. Finalmente y en íntima relación con esto último la multiplicación exponencial de los índices de desempleo y pobreza, que se veían amplificados por los proyectos de reajuste del Estado que se darían con el correr del último trienio de la década. En término reales, para 1994 los beneficios de la privatización de empresas que habían ayudado al exponencial crecimiento de las reservas internacionales, se habían evaporado. Por lo tanto, al gobierno solo le quedaba como método para sustentar el sistema económico el flujo constante de deuda, acompañada de una nueva oleada de desregulaciones que incidirán problemáticamente en el alicaído aparato productivo. No sería de extrañar que en este contexto las bondades conquistadas por Menem en un principio, comenzarán lentamente a esfumarse, reinaugurando los conflictos después de varios años de letanía.

El proceso de reformas en la provincia de Santa Fe, y puntualmente en la ciudad de Rosario, estuvo signado por la inestabilidad que le acarreaba la transferencia de la responsabilidad y obligaciones otrora a cargo del Estado Nacional, hacia los organismos públicos locales. En un proceso no mayor a 5 años (1990-1995) el Estado provincial debió asumir el control de una serie de dependencias claves para el funcionamiento de tejido social como el sistema educativo, el sistema de salud pública y asistencia social, y el autofinanciamiento del sistema de seguridad, hiriendo gravemente a las arcas públicas de la provincia. De todos modos, la supervivencia y manejo de estas carteras se dio gracias a un motivo fundamental que tenía que ver con la identificación partidaria de la provincia de Santa Fe con el gobierno nacional. El gobernador electo en 1991, el ex corredor automovilístico y empresario Carlos Reutemann, era amigo íntimo del presidente Carlos Menem. A sabiendas de que el distrito santafesino era clave en términos electorales, Menem se preocupó por enviar a tiempo las partidas presupuestarias correspondientes al nuevo sistema de co-participación presupuestaria implementado bajo su gestión. Rosario por su parte, sostuvo su estado de cuentas, gracias la buena relación entre el intendente Héctor Cavallero perteneciente al Partido Socialista Popular y el gobernador Reutemann. Los giros de las partidas en tiempo y forma, y el cumplimiento de ciertos proyectos de obra pública básica y asistencia social que se gestaron durante la gestión de Cavallero son un síntoma de ese convenio político. En términos estrictamente económicos, la integración de la región del Gran Rosario a los cambios que conllevó la apertura comercial produjo rupturas significativas, que gracias a la capacidad adaptativa de la zona, se sintieron con menor nocividad que otros enclaves del país. Durante la primera mitad de la década menemista, los sectores industriales asistieron a un auge y diversificación productiva, en parte vinculado con las nuevas líneas de financiamiento, y en parte a la adopción de perfiles industriales multisectoriales. Esto produjo un incremento sostenido del PBI industrial de la provincia, superando incluso a sectores en apogeo durante el periodo, como el comercial y el de servicios.[18] El crecimiento estuvo sostenido en primer lugar por la nueva industria automotriz a partir de la instalación de plantas de Toyota y General Motors en la región metropolitana rosarina. En segundo lugar el sector aceitero vivió una época de expansión, a raíz de la diversificación del cultivo de soja en la zona, el fácil financiamiento externo y la mejora exponencial de los precios internacionales. La creación del MERCOSUR en 1991, dotó a la ciudad de Rosario de un reaseguro en materia económica, al reafirmar su condición de ciudad-puerto, en íntima relación con los polos industriales recién mencionados (sumado al despegue que vivieron la industria alimenticia, del plástico y de maquinaria agrícola). En contrapartida al crecimiento industrial, se dio un fuerte avance en la concentración oligopólica del capital. Un menor número de agentes industriales-financieros controlaban prácticamente toda la producción de punta. Esto llevó al cierre de cientos de establecimientos considerados deficitarios, provocando una caída del empleo manufacturero superior al 30%. El declive fue más pronunciado en aquellos núcleos de producción que no contaban con demasiada capacidad de lobby empresarial, en su mayoría PyMES atadas al clásico modelo sustitutivo de importaciones, y algunos sectores económicos que vivían una coyuntura crítica, tal es el caso de la industria frigorífica y las empresas del Estado (algunas de las cuales ya habían padecido la racionalización de la Dictadura del periodo de 1976-83), como el transporte ferroviario, la metalurgia e YPF. Al estar gran parte de estas industrias en las zonas de la periferia, los progresivos cierres y quiebras, expandieron el fantasma del desempleo en muchas de las barriadas de la ciudad.

Estas políticas potencian el largo proceso de re-configuración identitaria en términos de estrategias de resistencia y supervivencia de los actores involucrados. Concretamente se vivifica la conformación de múltiples organizaciones piqueteras en distintos lugares del país. Estos marcos organizativos pueden ser divididos en dos etapas graduales, interpretadas como sucesivas olas de movilización que vuelven visible e instalan la cuestión piquetera en la escena política nacional. Un primer momento se inicia en los “legendarios” cortes y puebladas de Neuquén, Salta y Jujuy entre 1996 y 1997. Estos conflictos representan el punto inicial en el cual una nueva identidad -los piqueteros- una nueva forma de protesta -el corte de ruta-, una nueva modalidad organizativa -la asamblea- y un nuevo tipo de demanda -el trabajo- quedan definitivamente asociados, originando una importante transformación en los repertorios de movilización de la sociedad argentina. [19] Una segunda etapa tendrá como epicentro al eje territorial de las grandes ciudades. A finales de los ´80 van a surgir muchas de las organizaciones que cobrarán perceptibilidad en el ámbito de movilización nacional desde 1996 en adelante. En ese orden aparecen la Federación Tierra Vivienda y Hábitat (FTV) dirigida por el ex concejal peronista, y dirigente territorial Luis D'elía (las primeras células de esta organización nacen del proyecto El Tambo en 1987, en las inmediaciones de Ciudad Evita y La Matanza), esta será la estructura piquetera más grande, y tendrá una relación de mutua dependencia con la CTA. En 1994 se conforma la Corriente Clasista y Combativa (C.C.C) como brazo social del Partido Comunista Revolucionario (PCR). En 1995 el FREPASO -Frente País Solidario, encuadrado en la estructura del Frente Grande que se escindió del peronismo, y aglutino a diversos partidos en disconformidad con las políticas de la administración Menem-, la CTA, la CCC, el Partido Obrero (PO), y el Partido del Trabajo y el Pueblo (PTP) organizaron una primera comisión de desocupados en La Matanza.[20] En 1996 días antes de la primera pueblada en Cutral-Co, barriadas del conurbano establecieron las primeras ollas populares. El 6 de septiembre de 1996 la mayoría de las organizaciones territoriales de la zona sur del conurbano dispusieron una “marcha contra el hambre, la represión y la desocupación” hasta Plaza de Mayo, considerado este como el debut del movimiento de desocupados. El “piquetero” atrajo rápidamente la atención -de los medios y del sistema político- por su fuerza expresiva, como lo describimos antes, representaba una alternativa para aquellos a los cuales una definición, como la de desocupados, les resultaba intolerable, la posibilidad de transmutar su identidad les quitaba el estigma que significaba haber perdido el trabajo, logrando un nuevo motivo de “dignidad”.[21]

Entre 1997 y 1999 se terminaron de delinear los ámbitos de acción, y las pujas internas del movimiento piquetero. Las demandas por trabajo fueron suplantadas por el sostenimiento y exigencias de planes de subsistencia que tenían sus antecedente en las famosas cajas P.A.N (Plan Alimentario Nacional) durante el gobierno de Alfonsín. A mediados de los `90 y al darse un incremento sostenido en las tasas de desempleo, el Estado nacional y las provincias fortalecieron diversos programas de asistencia social, gracias al manejo discrecional de las cajas del tesoro público. Estos programas carecían de regulación, siendo recurrente el uso de dirigentes de segunda línea o punteros como intermediarios, en estrecha relación con la estructura del partido justicialista -sobre todo en el conurbano bonaerense-, algo que Javier Auyero denominó “redes de solución de problemas”. [22] Las organizaciones sociales lucharon por romper esta lógica de funcionamiento, lo que provocó rupturas internas en su seno. Por un lado, quedaron aquellas organizaciones que propiciaban la formación de un frente multisectorial que incluya a todos los perjudicados por el modelo neoliberal, aquí se encontrarán las estructuras más grandes y con llegada nacional, como la Federación Tierra y Vivienda, y la Corriente Clasista y Combativa. Del otro lado, se situarán los críticos del modelo asistencialista estatal, donde predominaban organizaciones autónomas como los distintos Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) que funcionaban en el gran Buenos Aires, y las fuerzas de la izquierda intransigente nucleadas en torno al Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el Partido Obrero (PO) que aún no habían logrado arraigo entre las organizaciones piqueteras.

Si bien el impacto de la recesión iniciado en el menemismo tardío, trajo consigo consecuencias sociales importantes, el gobierno municipal rosarino estableció y potenció una serie de estrategias de gestión que le permitieron sortear muchos aspectos del desequilibrio recesivo. Este “nuevo modelo de gestión pública”[23] se basó en algunos de los pilares ideológicos que llevaron al Partido Socialista Popular a ganar la intendencia de Rosario en 1991: transparencia administrativa, focalización de la cuestión social, planes de obra pública y recuperación del patrimonio ciudadano, etc. Entre las reformas impulsadas por Binner que hacen a nuestra idea están:

·                    La reforma del Estado municipal, que asumió la forma de descentralización administrativa. Se erigió un centro municipal distrital para atender los problemas en las barriadas.

·                    La reforma del sistema de atención primaria de salud, mejoró sustancialmente el funcionamiento de los hospitales y centros asistenciales públicos.

·                    El programa CRECER: La antesala de este programa (creado en 1997) fueron algunos jardines maternales, el programa materno infantil de la Nación denominado Promin y los Centros de Desarrollo Infantil (CDI) que nacieron en conexión con Unicef y el Banco Mundial, cuando el intendente era Cavallero. Ofrecían asistencia nutricional y pedagógica a más de 20 mil familias de hogares vulnerables (unos 5 mil chicos de 2 a 5 años). Y más de 700 mujeres, bajo la figura de "voluntarias", trabajaban diariamente ad-honórem durante cuatro horas, ayudando con la comida y la limpieza.

·                    El Plan Estratégico Rosario (P.E.R) implementado en 1998, busco ser la respuesta concreta al creciente problema productivo que representaban varios años de estancamiento macro. A través de un análisis de la estructura económica de la ciudad y la región, se diagramaron proyectos que permitan aprovechar algunas de las potencialidades que en materia de desarrollo productivo ofrecía la ciudad. De allí la importancia del puerto, el nuevo rol de la ciudad durante el MERCOSUR, y la potencialidad de las iniciativas público-privadas, en detrimento de lo exclusivamente privado.

·                    El programa Rosario Hábitat, destinado a erradicar los asentamientos irregulares, y los graves problemas de acceso a viviendas dignas en la ciudad.

Por último, la implementación de una descentralización de la partida presupuestaria, denominada “presupuesto participativo”. El cual, en términos de la administración Binner, buscaba “Implementar un mecanismo de participación que incorpore el debate, el acuerdo y el voto ciudadano, como herramientas que permitan destinar una parte del Presupuesto Municipal a la realización de propuestas y proyectos que las personas consideren necesarios para su Distrito”.[24]

De todas formas hacia finales de los `90 se fue conformando un nuevo frente social compuesto por grupos de los denominados “nuevos pobres” agrupados en su mayoría en asociaciones vecinales, como la de los barrios Santa Lucía, Empalme graneros, Tablada y Las Flores, con poca inserción en la trama partidaria o sindical. Estos últimos tendrán mucho que ver con el tejido organizativo de base, sobre la que se asentaron algunos de los movimientos sociales componentes del FRE.NA.PO. Hacia finales de 1998 se había conformado el primer Movimiento de Desocupados, localizado en las inmediaciones del Barrio Santa Lucía en la zona oeste de la ciudad, de allí saldrán los primeros cuadros que compondrían las delegaciones locales de la CCC. Por su parte la FTV, comenzó a trabajar a finales de 1999 en la organización “los chicos del pueblo”, un proyecto de integración socio-comunitaria que tenían sus orígenes en los proyectos de asistencia del plan CRECER implementado por la municipalidad.

 

El Frente Nacional contra la pobreza en la ciudad de Rosario

 

En una entrevista realizada, uno de los principales referentes políticos que tendrá el FRE.NA.PO en Rosario, afirmaba que la represión llevada a cabo en el puente General Belgrano, que une Corrientes con Chaco, el 17 de Diciembre de 1999 fue uno de los grandes detonantes para la reactivación de las marchas en contra del sistema económico. Ese día dos jóvenes llamados Francisco Escobar y Mauro Ojeda, de 18 y 25 años respectivamente, fueron asesinados por la gendarmería nacional en medio de una feroz represión. El 20 de Diciembre, la CTA junto con las organizaciones sociales Federación Tierra Vivienda y Hábitat, y la Corriente Clasista y Combativa organizaron el primer paro nacional con movilización contra el gobierno de De la Rúa. En palabras de nuestro entrevistado, el gobierno mostraba “una identidad de clase bien definida, similar al menemismo”.[25] Las expectativas generadas en los perdedores de los años de Menem se esfumaron rápidamente.

El 6 de Mayo de 2000 las delegaciones rosarinas de la CGT oficial, el MTA de Hugo Moyano y la CTA junto con las organizaciones sociales aliadas, realizaron el primer paro general al gobierno de De la Rúa en contra de la ratificación de la ley de flexibilización laboral, y la firma del pacto fiscal entre el Estado y las provincias, las organizaciones antes mencionadas marcharon hacia el centro de la ciudad, concentrándose en Plaza San Martín. Lo relevante es que a la cabeza de esa movilización se encontraban los sindicatos de empleados públicos, junto con la CCC y la FTV en detrimento de los grupos pertenecientes a la CGT.

El 23 de Junio de 2000 los delegados de la CTA y los referentes de las organizaciones sociales se reunieron en un “Congreso extraordinario” donde delimitaron un nuevo plan de lucha.[26] Allí por primera vez se planteó la realización de una consulta popular, previa recolección de firmas, con el objetivo de instaurar un seguro de empleo y formación costeado desde el Estado. Para la recolección de firmas se diagramó una movilización denominada “Marcha Grande” desde el interior del país. Al igual que la Marcha Federal de 1994, esta marcha fue considerada por los ex miembros del FRE.NA.PO, como momento catalizador. En palabras de Víctor Mendibil, secretario general de la Federación de Trabajadores Judiciales “El FRE.NA.PO está directamente vinculado a la Marcha Grande, aquella participación masiva generó muchos militantes nuevos”.[27] Allí no solo se plantearon problemas de agenda político-social, sino que comenzaron a contornearse las redes de alianzas que compondrán la multisectorial. En el acto frente al Congreso además de las ya mencionadas CTA, FTV, CCC, y el MTA cegetista, se encontraban representantes del movimiento de Derechos Humanos de la talla de Adolfo Pérez Esquivel, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas y Estela de Carlotto, miembros del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), algunos dirigentes aliancistas díscolos como Jorge Rivas y Elisa Carrió, y de otras fuerzas como Alicia Castro, Alfredo Bravo; Raúl Castells, militante del MAS y principal referente del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD). La marcha salió de Rosario el 26 de Julio de 2000. La elección de la ciudad de origen no era azarosa. Rosario presentaba para el segundo semestre un alza significativa del índice de desocupación que bordeaba ya el 16%, uno de los más altos del país junto con el de Mar del Plata.[28]

Mientras los núcleos de resistencia contra el gobierno se reorganizaban y se hacían más mayoritarios, De la Rúa anunciaba de manera rimbombante la aplicación del canje de deuda, más conocido como “Megacanje” el 18 de Diciembre de 2000. En paralelo se daban -a modo de anticipo de lo que ocurriría en 2001- enfrentamientos entre la policía y un grupo de vecinos en Travesía y Juan José Paso en zona noroeste, tras desmadrarse la organización del reparto de bolsones de alimentos programado por el gobierno provincial y el municipio.[29] Estas situaciones mostraban como el tejido de contención hilvanado por el socialismo-popular en Rosario comenzaba a romperse al prolongarse la recesión iniciada en 1997. Así la crisis parecía volverse sistémica y de a poco, empezaba a golpear a aquellos sectores que se habían adaptado mejor a más de 10 años de reformas neoliberales.

 

2001: El descenso a los infiernos en la capital del desempleo

 

Como prolegómeno de los graves problemas sociales que se vivirán durante todo el año 2001, el día 8 de Enero, los grupos de trabajo barrial agrupados en la vecinal Santa Lucía y las palmeras, relacionados con la Corriente Clasista y Combativa, organizaron un corte de calle en la sede local de la gerencia de empleo del Ministerio de Trabajo de la Nación, en el centro de la ciudad.[30] Los manifestantes solicitaban la expansión del sistema de cobertura de asistencia social para desocupados, y la recuperación de aquellos planes que habían sido dados de baja por el gobierno provincial. En primer lugar, y como elemento importante para nuestra investigación, vemos que la primera manifestación del año fue llevada a cabo por organizaciones sociales de desocupados. Las estructuras formales que representaban a los trabajadores registrados estaban en un momento de débil capacidad organizativa, y deliberaban la implementación de un escueto plan de lucha para ese año.[31] Por ello no es de extrañar que a la vanguardia contra la crisis aparezcan los movimientos de desocupados. En un segundo punto, los enormes problemas fiscales que durante el primer año de la Alianza no se lograron resolver, comenzaban a repercutir en los recursos presupuestarios que el Estado Nacional debía enviar a las provincias y municipios, impidiendo la aplicación de estrategias que eviten la proliferación de problemas sociales generados por la falta de empleo. Este último aspecto se volvería cada mes más común con el correr del año, y sería uno de los grandes detonantes para entender los estallidos de diciembre.

Por directrices de la CCC, distintas agrupaciones barriales rosarinas conformaron la Mesa Coordinadora Social, encargada de elevar los reclamos por subsidios y bolsones de comida al municipio, esta organización surgió por la influencia del recién nacido Foro Social Mundial, reunido a finales de enero en la ciudad de Porto Alegre como oposición sistemática ante las ideas hegemonizantes de la globalización capitalista y sus consecuencias, se identificaban como la alteridad del conocido Foro de negocios de Davos, y sostenían que el neoliberalismo como sistema había fracasado.[32] A finales del mes de Febrero un grupo de vecinos del barrio 25 de Mayo realizó un piquete en la zona de Boulevard Oroño y Garibaldi reclamando la finalización de obras pluviales que eviten la abnegación que traían consigo las tormentas estivales.[33] Se observa como las modalidades elegidas por las organizaciones de desocupados se expandían incluso a sectores con escasa capacidad de movilización. Asimismo vemos cómo las estrategias que la municipalidad asumió como paliativo a la recesión, eran sobrepasadas por el aumento considerable de los llamados “perdedores” del modelo. La incapacidad de dar respuestas a las demandas focalizadas potenciará los niveles de conflictividad social. El último día de Febrero se cerraba con una fuerte movilización de unas 40 organizaciones barriales encabezadas por la CCC y la FTV denominada “Marcha por Pan, Trabajo y Dignidad”.[34] La consigna evidenciaba el acuciante problema de la subsistencia enfatizando las dificultades de las barriadas para conseguir alimentos, en parte por la inacción del estado municipal para afrontar los problemas sociales, y en parte por un mercado laboral que, según Daniel Taleb -dirigente rosarino de la CCC- en declaraciones a un matutino, tenía a más de 150.000 personas desempleadas en la ciudad.

El mes de marzo es considerado por muchos analistas y académicos el comienzo del fin para el gobierno de la Alianza, para sostener esto es necesario tener en cuenta dos cuestiones de franca importancia: el fracaso de la gestión Machinea para contener el agujero fiscal-financiero, el cambio del contexto internacional y las dificultades para hacer aprobar en el congreso las medidas políticas e institucionales comprometidas en el memorándum de entendimiento que daba lugar al blindaje financiero. En segundo lugar, con el correr del mes los actores más movilizados intensificaron las protestas, sobre todo a partir de la sanción por parte del sucesor de Machinea, el radical liberal Ricardo López Murphy -quien asumió el 5 de Marzo tras fracasar las negociaciones para el arribo de Domingo Cavallo al palacio de Hacienda- de la llamada “Ley de Déficit Cero”, aprobada por decreto presidencial el 16 de Marzo. La misma fue anunciada por el nuevo equipo económico -en su mayoría compuesto por economistas del ultraliberal FIEL. López Murphy proclamó: “un severo programa de ajuste fiscal por 2.000 millones de pesos, que incluía recortes de fondos en las áreas de salud y educación, entre otras, recortes en jubilaciones por 127 millones y postergación en el pago de las mismas, anulación de pensiones y becas estudiantiles, achique y recorte en los programas sanitarios por 50 millones, un aumento del IVA del 15 al 21 % para espectáculos culturales, fútbol, teatro y cine, eliminación de subsidios a productores rurales de siete provincias por 180 millones, despido de 40.000 empleados públicos, flexibilización laboral, recortes en las indemnizaciones por despido, privatización de las casas de juego y de parte del Banco Nación”.[35]

Tras los anuncios de López Murphy el viernes 16, una multiplicidad de actores de la ciudad manifestaron su repudio ante los recortes presupuestarios -desde los representantes del episcopado local, hasta las organizaciones de desocupados-, el MTA de Moyano, junto con la CTA, y las organizaciones de desocupados aliadas decretaron paro de 36 horas y movilización para el 21 de Marzo. Incluso en una editorial del diario La Capital, se hacía manifiesto el “fin de la Alianza” como coalición política: “El peor de los escenarios el menos imaginable) desde el 10 de diciembre de 1999 se presenta con toda la fuerza. Aquella coalición que se ofrecía como superadora del `modelo menemista` no hizo otra cosa que dilapidar como un gastador compulsivo todo el capital político conseguido tras una década de desguace del Estado, aumento abrupto del desempleo, corrupción y frivolidad. La ley de flexibilización laboral, la reducción de salarios y los impuestazos fueron haciendo crecer el malhumor social por una cuestión de estricta y pulimentada lógica: la Alianza había roto el contrato social con sus votantes”.[36] Tanto el Intendente Binner, como el Gobernador Reutemann repudiaron las nuevas medidas, y desde su lugar criticaron fuertemente al Ministro de Economía, quien viéndose acorralado, renunció el lunes 19 de Marzo. Al otro día, el sueño de De la Rúa y de la comunidad de negocios finalmente se cumplía, el personaje principal de la década neoliberal, Domingo Cavallo, volvía al palacio de Hacienda.

Luego del paro por 36 horas de las organizaciones sociales y sindicales disidentes, y de la multitudinaria marcha del 24 de Marzo. El lunes 26 nacía de manera efectiva el denominado Frente Nacional contra la Pobreza, a través de la presentación de un documento fundacional. La consigna y principal leitmotiv de esta nueva experiencia de lucha social sería: “Ningún hogar pobre en la Argentina”, en el mismo se llamaba a toda la población a participar de una consulta popular, justificada por: “más de treinta y cinco meses de recesión ininterrumpida, que han puesto en situación de colapso el cuadro social de nuestro país y en un contexto donde el endeudamiento externo pone al borde de la cesación de pagos a la economía nacional, resulta por demás evidente el fracaso del modelo neoliberal en la tarea de organizar nuestra sociedad. Las consecuencias de este proceso de crisis quedan a la luz: 14 millones de pobres, 7 millones de personas con problemas de empleo, desindustrialización y quiebra de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas, urbanas y rurales y la parálisis expresa del mercado interno de demanda masiva. Frente a este cuadro de situación, de creciente concentración de la riqueza, se plantea como prioritario una redistribución progresiva del ingreso. En este sentido el Movimiento por la Consulta Popular propone la instrumentación Seguro de Empleo y Formación de 380 pesos para jefes y jefas de familia desocupados y el establecimiento de una asignación universal de 60 pesos por hijo, que garantice que ningún hogar argentino viva en condiciones de pobreza”.[37]

Se impugnaba la democracia del momento, como elemento que ponía coto a la verdadera práctica democrática garantizada por el ejercicio de la voluntad popular directa: “La consulta popular es la estrategia que hemos optado para que los argentinos podamos resolver la crisis de una manera diferente de la que nos quieren imponer como única alternativa los sectores de poder. Proponemos el ejercicio masivo de la democracia directa garantizando la manifestación autónoma y organizada de la propia comunidad a través de la realización de una consulta popular a nivel nacional. Sólo profundizando el proceso de democratización es que podremos poner límite a las prácticas de los sectores dominantes”.[38]

La masividad de este nuevo agrupamiento estuvo dada por los firmantes del nuevo Frente Nacional, compuesto por una diversidad de actores que como dijimos fueron confluyendo desde mediados de la década del `90. El documento fue elaborado por una Junta Promotora Nacional (JPN) integrada por: “los diputados nacionales Alfredo Bravo, Jorge Rivas, Elisa Carrió, Marcela Bordenave (…); el padre Luis Farinello, los dirigentes de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) Víctor De Gennaro, Claudio Lozano, Marta Maffei, Víctor Mendibil, Luis D´elía, Alberto Pichinini (…); los dirigentes de APYME (Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios) Francisco Dos Reis y Germán Lima (…); Floreal Gorini , Edgardo Form y Carlos Heller del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (…); Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria Argentina; Estela de Carlotto y Rosa Roisinblit, por Abuelas de Plaza de Mayo; Laura Conte y Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; el pastor José De Luca por el MEDH (Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos); Adolfo Pérez Esquivel por el SERPAJ (Servicio Paz y Justicia), Horacio Verbitsky, en representación del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales); los obispos metodistas Federico Pagura y Aldo Echegoyen; la hermana Marta Pelloni; el rabino Daniel Goldman, de la Comunidad Bet El; Antonio Forte, por la Mesa Coordinadora Nacional de Jubilados y Pensionados; Miguel Gazzera, del Sindicato de Fideeros y Fortunato Mallimaci, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA”.[39]

La JPN del FRE.NA.PO decidió como fecha para recolectar los avales para realizar la consulta, el 13 de Julio de 2001. Lo particular del caso rosarino, es que la JPN estuvo exenta de representantes de los partidos mayoritarios, ni el peronismo, ni el socialismo popular apoyaron la medida, o se manifestaron siquiera en referencia, solo el diario El Ciudadano hizo una breve nota sobre la conformación del movimiento por la consulta popular. En la entrevista ya citada, el dirigente de FRE.NA.PO local, Carlos Del Frade manifestó en torno a esto que: “El contacto con la dirigencia política de acá era prácticamente nulo, por ahí con algunos funcionarios del socialismo de Rosario se podía dialogar, pero ellos estaban en otra. Nosotros enfatizamos el contenido de la militancia social, por eso teníamos lazos tan fuertes con la Federación Agraria y la CTA, el IMFC, los gremios de la docencia, porque te repito a nosotros nos importaba lo que pasaba con las chicas y chicos en los barrios”.[40]

Mientras las luchas sociales iban in crescendo, las expectativas generadas en los sectores otrora beneficiados por las políticas del Ministro Cavallo se licuaron rápidamente. En sintonía, los indicadores económicos no parecían ser optimistas para la región del sur santafecino. A la caída de la producción fabril en la región, durante el primer semestre de 2001, cercana al 3%, se sumaba la crisis de la industria agroindustrial, y la disminución en la producción ganadera-lechera por la crisis de aftosa que se apoderó del campo argentino desde finales del año 2000. Ante estas dificultades, la impericia y falta de recursos, la represión como medida de prueba ante las constantes movilizaciones comenzó a transformarse en la táctica a utilizar por los funcionarios municipales y provinciales. El 1º de Junio vecinos de Villa Banana, San Francisquito y Bella Vista apoyados por nueve comunidades cristianas de la zona sur se congregaron frente a las puertas del Centro Municipal de Distrito Oeste, en Felipe Moré. Allí, como una forma de hacer oír sus reclamos, interrumpieron el tránsito de vehículos. El recorte de planes de trabajo y la falta de participación de las organizaciones comunitarias en la elaboración de los planes de asistencia fueron sus banderas. La respuesta oficial fue una fuerte represión por parte de la policía.[41] Más allá de estas respuestas oficiales, la vanguardia de la lucha seguía pasando por la capacidad de movilización, que de manera continua, demostraban las organizaciones de desocupados de la ciudad. El paro general lanzado por el MTA, y la CTA el 8 de junio, evidenció este aspecto. Los diarios de la ciudad reflejaron que el éxito de la medida fue garantizado por los cortes de ruta llevados a cabo por la CCC y la FTV, que interrumpieron el tránsito de la ciudad, y de los accesos a las localidades del Gran Rosario, como Capitán Bermúdez, Granadero Baigorria y Fray Luis Beltrán.[42]

 

De Julio a Diciembre

 

A partir de Julio se inicia la última etapa del gobierno de la Alianza. Como dicen Pucciarelli y Castellani: “Con la concreción del `Deficit Cero` se aclararon las confusiones anteriores, y se produjo de modo cada vez más nítido una división de aguas entre los dos frentes en conflicto. Mientras los movimientos sociales, gremios estatales y las centrales obreras disidentes rechazan el nuevo programa y articulaban planes de resistencia que terminaron por arrastrar a la totalidad de las organizaciones populares. El frente empresario se abroquelo en defensa de gobierno y de la nueva ley de deficit”.[43]

En este contexto profundamente conflictivo, el 13 de julio de 2001 la JPN del FRE.NA.PO presentó en sociedad la consulta popular en el anfiteatro de la Asociación de Trabajadores del Estado, y determinó la realización de la misma para el día 10 de diciembre. Se convocó a la sociedad a tomar las calles, avalando el pliego para sumarse a la medida de fuerza convocada por las dos CGT, para el 19, la sexta huelga en 19 meses de gobierno aliancista. El día de la medida la encuesta permanente de hogares (EPH) del INDEC, difundió los índices de desempleo. En Rosario la tasa era del 20,2% (el segundo número más alto de la historia detrás del 20,9% de 1995) superando por cuatro puntos la media nacional, ubicándose levemente por debajo del “líder” en esta materia, el distrito de Catamarca (22,3%). El sector manufacturero fue el más golpeado, en la región del conurbano rosarino los números eran dramáticos: en Pérez el desempleo era del 38,1%, en Puerto San Martín del 40%, Capitán Bermúdez registraba una tasa de 33,3% y Villa Gobernador Gálvez del 19,2%.[44] Paradójicamente esta crisis retroalimentaba las bases de sustentación de las organizaciones de desocupados que componían el FRE.NA.PO. Asimismo, desde otra perspectiva vemos cómo el trauma de la desocupación llegaba a áreas productivas de reciente desarrollo como las aceiteras de la zona ribereña del Gran Rosario.

El 7 de Agosto en la concentración principal por el día de San Cayetano[45] ante más de 50.000 personas los dirigentes del FRE.NA.PO nacional, decidieron convocar a una marcha de carácter federal que recorrería 82 ciudades del país en diez días. La “Marcha Nacional contra la Pobreza” -tal fue el nombre adoptado- comenzó el 11 de Septiembre de 2001 frente al Congreso Nacional, desde allí partieron las denominadas “7 columnas” que llegaron a las ciudades de Puerto Iguazú, Clorinda, La Quiaca, San Miguel de Tucumán, Bariloche y Comodoro Rivadavia. La columna Río Paraná pasó por Rosario el día 12. La caravana, conformada por más de veinte vehículos, recorrió diversos puntos de la ciudad y concluyó su trayecto en el microcentro. A la marcha se sumaron la Federación de Tierra y Vivienda de la Central de los Trabajadores Argentinos CTA﴿, la Corriente Clasista y Combativa CCC﴿, la Federación Agraria Argentina FAA﴿, la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios Apyme﴿, Amsafe y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC). La movilización fue engrosada con más colectivos, vehículos utilitarios y autos particulares, todos vestidos con afiches de las organizaciones convocantes y banderas de los barrios Santa Lucía, La Cerámica y Las Flores, entre otros. Luego se marchó a pie hasta la plaza 25 de Mayo, frente a la Municipalidad, donde se realizó un acto que congregó a unas dos mil personas.[46] El 21 de septiembre, la Marcha llego a plaza de mayo, donde casi 100mil personas esperaban expectantes ante los discursos de D'elía (FTV), Alderete (CCC) y De Gennaro (ATE-CTA). Fue el momento de mayor relevancia del FRE.NA.PO como sujeto de la política nacional, la cobertura mediática fue total, relegando incluso al tema del momento -el atentado terrorista al centro mundial de comercio de Manhattan el 11 de septiembre- a un segundo plano. En su discurso De Gennaro reprendió al gobierno a “no tener miedo en reglamentar la consulta popular”, de lo contrario se diagramaría “un plan sistemático de lucha para construir un gran paro nacional para cambiar el país”.[47] Lo cierto es que la activación de resistencia de los elementos del campo popular, ya estaban en plena eclosión. La aún mayor degradación de los niveles de subsistencia de la población, que llegarán a su cenit en diciembre, volverá más incontrolable e impredecible la reacción popular.

En medio de un contexto hiperrecesivo, el fracaso rotundo de la Alianza para sostener las promesas de campaña, hundieron a un porcentaje importante del electorado en un profundo escepticismo en los días previos a las elecciones de medio término. Para los dirigentes del FRE.NA.PO, las elecciones fueron la oportunidad para poner sobre la mesa, los temas de agenda que la mayoría de los partidos ignoraba. Si bien a mediados de año, se iniciaron diálogos para conformar un frente electoral entre las organizaciones del FRE.NA.PO y el Polo Social que encabezaba el Padre Luis Farinello, las reticencias de muchas organizaciones de presentarse a elecciones en una coyuntura, como vimos, de amplio descrédito impidieron se concreté la iniciativa. Hay que tener en cuenta, además, que en su carta de presentación, la JPN del FRE.NA.PO criticaba con dureza las capacidades de la democracia representativa de entonces, por acotar los ámbitos de acción de lo que denominaban “poder popular”. La viabilidad de una estrategia electoral en términos frentistas estaba por ende, descartada. En Rosario la disociación entre organizaciones sociales y los partidos era total, como plantea Carlos Del Frade: “las elecciones para nosotros fueron un elemento más para tratar de poner la agenda social en la centralidad del debate. No teníamos objetivos electorales, por lo menos en ese momento específico. Los reclamos y reivindicaciones fueron sostenidas por algunos partidos de izquierda, pero no hubo eco en los partidos mayoritarios”.[48] Gordillo sostiene que esta opción política despreocupada en torno a las elecciones legislativas de octubre, pudo ser aprovechada por el FRE.NA.PO de otra manera, ya que se podría haber articulado alguna forma organizada de voto negativo o de abstención.[49]

Lamentablemente para la gran mayoría de la dirigencia política, el resultado de los comicios fue el anticipo de ese espeso clima. La provincia de Santa Fe registró los índices de abstención, votos impugnados y en blanco más alta de todos los distritos del país. El 28,6% decidió sufragar en blanco, mientras que el nulo llegó al 11,2%.[50] En números los votos nulos y en blanco duplicaron a la lista más votada del Partido Justicialista, quien fue el virtual ganador en la provincia. En Rosario el llamado “voto bronca” fue un mazazo: en ninguna seccional resultó menor al 32% (entre blancos, impugnados y anulados) y el promedio general, cercano al 35%. La elección de concejales de octubre de 2001, fue la primera desde el retorno a la democracia en que ningún concejal sacó más de 100.000 votos (los antecedentes más cercanos muestran, por ejemplo, a Sergio Liberati, triunfador en 1999, con 203.000 sufragios, y a Bonfatti-Boasso, en el `97, con 124.000). Mónica Fein por entonces Secretaria de Salud Pública, quien fue cómo candidata del Partido Socialista, estuvo muy lejos de estos registros (cerca de 50.000 votos), la performance más lánguida de un candidato oficialista también desde la recuperación de las urnas en la ciudad.[51] Cómo dice Juan Carlos Torre: “En las elecciones legislativas de octubre de 2001 la crisis de representación partidaria tuvo su manifestación más expresiva y esta, a su vez, fue el ominoso prólogo de la terminación abrupta de la presidencia de Fernando de la Rúa”.[52] En términos regionales aquellos candidatos que habían manifestado simpatía por la Alianza, o compuesto la misma en 1999, lograron sortear esa crisis de representación endilgando la derrota en sus distritos más a una disconformidad con el gobierno nacional, que una impugnación de las gestiones locales. El Secretario de Gobierno de Rosario Antonio Bonfatti planteaba días después de la derrota electoral de su partido en la ciudad: “Hay que tener en cuenta que el 50 por ciento de los votantes expresó su bronca contra el gobierno nacional a través del voto nulo y blanco, o directamente no fue a votar. Todos esos votos antes iban a la Alianza, pero ahora fueron canalizados por la izquierda en todo el país”.[53] También candidatos de la oposición decidieron priorizar la causalidad en los errores de la administración nacional, ante el descontento electoral. Raúl Lamberto, dirigente del PJ, y Juan José Giani del Frente Grande expresaron ideas similares a las del oficialismo municipal. Al respecto Lamberto declaró: “no creo que se haya castigado a la Intendencia, por el contrario, el sublema de Binner fue el más votado; la imagen del intendente es muy alta. Pero claro, la administración debe dar respuesta a innumerables situaciones que exceden a su competencia: salud pública, alimentación y trabajo en general”.[54] En ese sentido, Giani fue aún más duro con el gobierno de De la Rúa, sentenciando que evidentemente “hubo un voto castigo a la Alianza del que Rosario no quedó inmune. Los votos que no fueron a la Alianza los captó el ARI y el voto negativo”.[55]

Este contexto de conflictividad general se presentaba entonces como una importante oportunidad política para el vertiginoso crecimiento y visibilidad pública del FRE.NA.PO. La oposición política a De la Rúa parecía no asimilar el golpe de las elecciones legislativas, los sindicatos estaban enfrascados en una lucha por los nuevos liderazgos que saldrían tras la reunificación de la CGT, gestada a fines de octubre. Ante este panorama era claro que el nuevo protagonismo social pasaría esta vez, por fuera del radio de los partidos políticos y los sindicatos.[56] Las elecciones no solo fueron una derrota electoral para De la Rúa significaron además la confirmación para los agentes financieros internacionales que la inestabilidad económica, se había trasladado al aspecto político. Ante un panorama tan “irregular” para los mercados, a mediados del penúltimo mes del año, muchos de los acreedores y fondos de inversión comenzaron lentamente a mover sus remesas de ganancia hacia lugares con “mejores condiciones”. Poco a poco el BCRA perdía las reservas que la especulación financiera le había garantizado durante varios años. Ante la grave crisis la JPN del FRE.NA.PO decidió posponer la consulta popular para los días 13, 14 y 15 de diciembre.

Las respuestas de las fuerzas de seguridad ante los cortes programados por las organizaciones que componían el frente el día 20 de Noviembre, fueron un preludio de lo que pasaría semanas después. En Av. Perón y Felipe Moré la policía irrumpió el corte que llevaban a cabo la CCC, Izquierda Unida y el Polo Obrero, junto con las barriales cristianas que trabajaban con el padre Joaquín Núñez en la zona de Villa Banana, reprimiendo duramente con gases y balas de goma, deteniendo además a una decena de personas.[57] El 29 de noviembre el riesgo país llegó a 3200 puntos, el más alto del mundo por entonces. Ante los rumores de default, durante la noche del viernes 30 Cavallo diagramó un sistema de restricción de retiro de depósitos bancarios que fue popularmente bautizado como “corralito”, el cual entró en vigencia el lunes 3 de diciembre mediante decreto 1570/2001. En el mismo se determinaba el retiro de activos bancarios no mayores a la suma de $250. Según el Ministro Cavallo el objetivo final de la medida llevaría a la población a bancarizar sus activos, y a utilizar los medios de pago magnéticos, evitando las corridas de las cajas de ahorro de los bancos. Lo cierto es que la medida apuntaba a garantizar un mínimo salvataje a los bancos que aún no habían fugado sus activos al exterior, con la premisa de que esto haría retornar a aquellos que ya habían fugado. El fracaso de esta medida desencadenó el último ciclo de protestas, que darían muerte al gobierno de De la Rúa, dando inicio a un proceso de disgregación social, disolución del poder institucional, y finalmente lo que Pucciarelli y Castellani denominan “crisis orgánica”,[58] que solo será resuelta por la capacidad de funcionamiento del régimen político en términos corporativos.

El descontento popular por el corralito financiero fue aprovechado por el FRE.NA.PO para fogonear la consulta que se haría desde el día 13. El 1º de diciembre se instaló en la peatonal Córdoba de Rosario, en la intersección con San Martín, una radio comunitaria explicando a los transeúntes la votación que se llevaría a cabo. La medida fue acompañada por una movilización de los trabajadores del hipermercado Tigre (posteriormente centro cultural La Toma).[59] La crisis de circulante que causó el corralito hizo que muchos ciudadanos perdieran los ingresos diarios por trabajos temporales o “changas”, debido a que sus eventuales empleadores tampoco contaban con dinero extra, haciendo depender a miles de familias de los programas de asistencia económica que brindaba el Estado, los cuales habían sido suspendidos en la primer semana de diciembre. Esto causó un incremento inusitado por aquellos días del reciclado de basura, o “cirujeo”. Los límites de estas precarias estrategias de supervivencia explican también los saqueos de los días posteriores.

En esta vorágine el día 12, la Cámara de Actividades Mercantiles (CAME) convocó a un apagón de consumo con movilización a Plaza de Mayo incluida, solicitando el fin del corralito y la implementación de un plan de emergencia económica. Sorpresivamente se sumaron a la concentración un heterogéneo grupo compuesto por industriales, ahorristas, referentes de la CGT y la CTA, organizaciones sociales y piqueteros. La Bolsa de Comercio de Rosario recibió un escrache con pintadas en la fachada, que continuó con ataques hacia las sucursales de los bancos Río y Citibank del centro de la ciudad.[60] Allí se pudo ver a los referentes del FRE.NA.PO repartiendo volantes para incentivar la consulta del día siguiente. Otro punto destacado de la marcha fue la utilización por parte de algunos concurrentes de ollas y sartenes de cocina, que eran golpeadas con cucharones o palos de madera, nacía en todo el país el famoso “cacerolazo”. Ese mismo día el Ministerio de Trabajo publicaba los índices de desocupación. La tasa de desempleo en el aglomerado Rosario alcanzó para entonces el 22,8% la cifra más alta de la serie histórica que arranca en 1974.[61] El 13 de diciembre se iniciaba la consulta popular con nueve zonas de votación, 384 urnas fijas y 102 urnas móviles[62] distribuidas en las instituciones adherentes a la propuesta. Al finalizar esa jornada, en cercanías del barrio empalme graneros, se dieron incidentes entre vecinos y comerciantes ante el intento de los primeros de saquear algunos depósitos de la zona. La represión policial instantánea logró dispersar a las más de 400 personas que se agolparon frente a los comercios.[63] Rosario era el primer distrito del país donde se registraban saqueos, al igual que en 1989, la génesis de la explosión social se ubicaba allí.

El día 15 de diciembre finalizó la consulta popular del FRE.NA.PO, Rosario se consolidó como el tercer distrito (detrás de Capital Federal y de provincia de Buenos Aires) en importancia de votos de lo que De Gennaro definió como un “urnazo”. Más de 3.000.000 de personas habían votado en una consulta no vinculante. La perspectiva de una construcción colectiva a largo plazo, y que sea alternativa a los modelos dominantes, parecía ser viable a través del FRE.NA.PO como eje articulador. Pero ¿Porque no se dio finalmente esa construcción? La respuesta no puede ser unidireccional, pero es insoslayable que la rebelión social que se desató en la mayoría del país a partir del 16 es una respuesta estructural para este interrogante. La expansión de la revuelta por parte de lo que Merklen llama “pobres ciudadanos” en busca de comida y artículos para pasar las festividades de fin de año -según el historiador Raúl Fradkin, diciembre aglutino un combo perfecto para el estallido social que inició con la sanción del corralito, y en el que tuvo una poderosa incidencia el sintagma popular que en Argentina representa la Navidad y el Año Nuevo. Para él en la década menemista se consolidaron una serie de valores y marcas sociales características que incidieron fuertemente en las mentalidades de un amplio sector de la población. Al individualismo exacerbado y la frivolidad desmedida, el culto excesivo a la materialidad consumista (que determina quién está adentro, y quien está fuera de la nueva sociedad de consumo) permeó en la conciencia popular, elemento que se cuantificaba en el periodo festivo de fin de año, característico en nuestro país por reuniones familiares amplias, donde los dones y contradones en términos materiales se habían vuelto un sello de la sociedad neoliberal-, a propósito de esto en una nota del diario El Ciudadano de Rosario, en medio de los saqueos al autoservicio “Sur” de Necochea al 1800, una vecina le gritaba a los cronistas: “queremos comida, nada más, los villeros tenemos derecho a un Navidad”.[64]

Ya desde el 16 de diciembre todas las zonas del Gran Rosario habían registrado incidentes por intentos de saqueos. Ante la inacción de la administración nacional, funcionarios municipales y provinciales decidieron conformar un comité de crisis, el cual organizó el reparto de unas 40mil cajas de comida en los centros comunitarios de la ciudad. Eso no impidió, sin embargo la generalización de las protestas en toda la geografía de la provincia. En Firmat, Cañada de Gómez y Casilda movimientos de desocupados tomaban las rutas y accesos a las localidades[65], registrándose algunos saqueos en la ciudad de Casilda. El 18 la delegación regional de la CCC marchó junto a 3000 personas a la Municipalidad solicitando se declare la emergencia alimentaria, el secretario de promoción social Miguel Zamarini garantizo se repartirían las cajas de alimentos acordadas, pero para ello necesitaban el control en los barrios por parte de las organizaciones de desocupados, cuestión imposible al estado de cosas.

Los saqueos del día 19 de diciembre de 2001 en Rosario hicieron parecer a las jornadas de mayo del `89 como un problema menor. Desde la mañana se registraron incidentes, sobre todo en zona sur y zona oeste. Al mediodía un supermercado de Arijón al 1500, y otro en San Martín al 6000 fueron saqueados por grupos de vecinos del barrio. Hacía la tarde en Presidente Perón y Matienzo, el supermercado “La Reina” fue saqueado por vecinos de Villa Banana, junto con otra sucursal en Gutenberg y Pasco. Antes de que caiga el sol, un súper “Beppo” en Juan Manuel de Rosas y Ayolas fue arrasado. En zona norte, en Casiano Casas al 1200 se registraron tiroteos entre la policía, dueños de comercios y vecinos. Por la noche continuaron los saqueos en diversas zonas de la ciudad, concentrándose en la zona sur, y en la localidad lindante de Villa Gobernador Gálvez. Durante la medianoche grupos de vecinos realizaron piquetes en los accesos sur de Av. Circunvalación, saqueando los camiones con comida que ingresaban a la ciudad. La represión policial fue impiadosa, y estuvo acompañada por maniobras de vecinos que optaron por la autodefensa a través del uso de armas de fuego.[66] El saldo del primer día de saqueos generales fue de 4 personas fallecidas, 200 heridos y 120 detenidos.[67]

Los saqueos fueron de algún modo un telón de fondo de la escena política, y en la noche del miércoles 19 los trastornos económicos, sociales y políticos se fundieron en uno solo, provocando un resquebrajamiento institucional.[68] La crisis orgánica provocó la renuncia de De la Rúa a las 19:52 horas del 20 de diciembre. Durante toda la jornada se registraron frente a la casa rosada y zonas aledañas enfrentamientos entre grupos que se convocaron de forma espontánea, y algunos otros más organizados, con las fuerzas de seguridad. Las imágenes llegaron prácticamente a todos los hogares del país, como nunca antes, debido al auge de la televisión. El impacto y la crudeza del conflicto entre manifestantes y la policía, generó un desprestigio aún mayor en la figura de los dirigentes políticos de entonces. Las centrales sindicales observaron anodinas el suceder de los hechos sin saber a ciencia cierta de que se trataba toda esa revuelta. Ni siquiera las estructuras de la CTA, y los movimientos sociales y piqueteros lograron ponerse al frente de la movilización. Cómo señala Antonio Gramsci “la historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica, cualquier tendencia a la unificación aunque sea a niveles provisionales se rompe constantemente por la iniciativa de los grupos dirigentes”.[69] Aunque los dirigentes del FRE.NA.PO sostuvieron a posteriori que nunca intentaron ponerse al frente de las protestas, el hecho de que en los barrios pobres de las ciudades muchas de sus bases hayan participado activamente de los saqueos, indica el grado de disociación que se había producido entre un conjunto importante de la población de diverso origen social y cualquier figura de autoridad. Los métodos de lucha que los movimientos sociales venían implementando como modos de resistencia al neoliberalismo, fueron totalmente insuficientes ante tamaña crisis de subsistencia. Los intentos de los referentes sociales por negociar con los supermercados, comercios y con el mismo gobierno la entrega de ayuda alimenticia era un paso que la población de los barrios no estaba dispuesto a dar. En está “impaciencia” y en el fracaso de los referentes barriales se encontraba también una explicación de los saqueos.

Los días 21 y 22 la situación en los barrios continuó siendo tensa. Si bien hubo una disminución de los actos de rapiña, saqueo o vandalismo esto en realidad se debió a dos cuestiones: en primer lugar el gobierno de la provincia solicitó al presidente provisional Ramón Puerta el envío de tropas de Gendarmería, que junto al accionar de la policía santafesina, militarizaron los barrios. Los 5 muertos que se habían producido por la represión, infundieron temor en las barriadas, disminuyendo así los desbordes. En segundo lugar, el comité de crisis duplicó la asistencia alimentaria, estableciendo patrones de distribución mucho más organizados. Represión y asistencialismo de emergencia fue el combo utilizado por la dirigencia política para contener la revuelta social.

El argentinazo de diciembre dejaba en Rosario 8 muertos: Ricardo Villalba (16 años), Rubén Pereyra (20 años), Alejandro Pacini (15 años), Yanina García (18 años), Graciela Acosta (35 años), Walter Campos (16 años), Juan Delgado (28 años), Claudio Lepratti (35 años). Eran en su mayoría jóvenes desempleados y mujeres, que cómo vimos fueron quienes tomaron las riendas de sus hogares ante la pobreza y la desocupación (también a la hora de los saqueos ya que esperaban tener un trato más benevolente por parte de los dueños de supermercados y de las fuerzas de seguridad).

Tras varias idas y vueltas, y ante la incapacidad de asumir los costos de la crisis política, las distintas fuerzas -a excepción de la izquierda- llegaron a un acuerdo programático, y a la conformación de un gobierno de coalición con el PJ como principal lugarteniente. El 2 de enero de 2002, el justicialista Eduardo Duhalde se consagraba por voto de la asamblea legislativa según la dictaba la Ley de Acefalía. Lo que las urnas le habían prohibido en 1999, la crisis social se lo daba dos años después. Luego de 15 días de rebelión social, la política era salvada por la política, y su gran capacidad de percepción del descontento general. El comportamiento corporativo de las clases dirigentes fue un salvavidas autogestado, que socorrió a la mayoría de los dirigentes de perecer ante el abismo abierto por la crisis de diciembre. Tanto Binner como Reutemann lograron sortear el cimbronazo político utilizando a De la Rúa y a la Alianza como chivos expiatorios.

 

Algunas conclusiones: El FRENAPO, 2001... y Después?

 

El 5 de enero la devaluación aprobada por la Cámara de Diputados generó nuevos brotes de violencia y movilizaciones, la moneda se depreció en cuestión de horas a razón de un 40%, la convertibilidad, una de las madres de la crisis de 2001, llegaba a su fin. Entre enero y julio Argentina rompió todos los récords negativos en materia social. El 57,5% de los argentinos, lo que sumaba 20.815.000 habitantes de entonces, vivía en hogares pobres. Y de ese total, 9.955.000 eran indigentes.[70] El 21,5% de la población activa estaba desocupada. La tasa se traducía en la existencia de 3.038.000 personas sin un puesto de trabajo. Ante este panorama podríamos preguntarnos ¿Por qué logró Duhalde sobrevivir a la crisis? Según el historiador y sociólogo Juan Carlos Torre, hacía finales de 1943 el por entonces Coronel Juan Domingo Perón, sorprendió a los sindicatos al hacerles una propuesta novedosa.[71] Desde la dirección de la Secretaria de Trabajo y Previsión, Perón invitaba a los líderes sindicales a negociar los términos de una alianza que le traería éxitos políticos, a posteriori contundentes. Sería profundamente ingenuo y profesionalmente irresponsable afirmar que la invitación de Duhalde a los líderes del FRE.NA.PO 59 años después, es idéntica a la lógica que usó Perón para ganarse la confianza de los líderes sindicales. Sin embargo, en esa lógica se puede leer una novedad que había estado ausente durante los dos años de la Alianza. La misma tiene directa relación con las distintas variables que el ahora presidente tuvo que manejar desde la intendencia de Lomas de Zamora, distrito “caliente” del conurbano bonaerense. La experiencia que le significó las políticas de negociación y asistencia que supo articular su esposa Hilda Duhalde, a través de las llamadas “manzaneras”, y la misma capacidad que Duhalde demostró a la hora de relacionarse con los punteros barriales, le otorgaron ciertos manejos de la realpolitik que parecían estar ausentes en De la Rúa. Por ello no sería extraño que ante cada tropiezo económico, rápidamente el presidente dividiera su frente de oposición, llamando a los referentes de dicho frente a parlamentar. El 30 de enero de 2002, Duhalde se reunió con la plana mayor de la dirigencia social, que el día previo había organizado una ruidosa movilización a Plaza de Mayo exigiendo se apliquen las iniciativas votadas en la consulta popular del FRE.NA.PO. Haciendo gala de su particular genio a la hora de disuadir, Duhalde afirmó que si no estuviera al frente del Ejecutivo "tal vez estaría en un piquete o con una cacerola". Rápidamente ese acercamiento produjo quiebres irremediables en las estructuras del FRE.NA.PO, mientras que la CTA, la CCC y la FTV no veían con malos ojos el manejo de recursos del Estado, las vertientes políticas anti PJ y los componentes más combativos del Frente consideraban que estas “dádivas” eran todavía insuficientes, debiendo aplicarse el tan mentado shock redistributivo.

El traumático final de la experiencia del FRE.NA.PO estuvo regido por la actitud tomada ante la masacre en Puente Pueyrredón el 26 de junio de 2002, que causó la muerte de los militantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Guernica, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. El silencio de los sectores más mediadores ante la represión selectiva que efectuó el gobierno nacional, dirigida hacia las facciones autónomas y de izquierda del movimiento piquetero determinaron la ruptura definitiva entre las estructuras del Frente Nacional contra la Pobreza. En ese sentido, apoyando está hipótesis Carlos Del Frade afirma: “El cierre definitivo del Fre.Na.Po se dio a partir de lo que fue el impacto del Kosteki y Santillán en Puente Pueyrredón. El gobierno de Duhalde convocó a elecciones anticipadas, y eso medio nos jugó en contra. Incluso Duhalde propone contactarse con nosotros en aquellos días con la idea supuestamente de tomar consignas del Fre.Na.Po”.[72] En paralelo durante el segundo semestre del año la economía rompería con casi cuatro años de estancamiento, la buena gestión de Roberto Lavagna en la renegociación de la deuda externa, junto con la mejora sustancial en los términos de intercambio producidos por el boom de los commodities (soja) permitieron el nacimiento de un proceso gradual de retorno a los viejos canales de negociación y movilización colectiva, a partir del crecimiento de empleo registrado.[73]El apuntalamiento de esta tendencia durante el año 2003 sentaría las bases para la formación, durante el gobierno del justicialista Néstor Kirchner, de lo que Etchemendy y Collier llaman “neocorporativismo segmentado” restableciendo a los líderes sindicales como interlocutores cruciales del gobierno y las asociaciones empresarias en negociaciones salariales a nivel de cúpulas, incrementando la capacidad de movilización y las prerrogativas institucionales de los sindicatos y ayudando a grandes porciones de los trabajadores del sector formal a recomponer su nivel de salarios.

En la región del Gran Rosario, la coyuntura post-devaluación estuvo acompañada por un sostenido ritmo de protestas, focalizado en la conformación de múltiples asambleas barriales en toda la ciudad. Las asambleas abrieron un espacio de sociabilidad alternativo al construido bajo las premisas del neoliberalismo, en el cual se revalorizaba la condición de vecino por sobre las pertenencias o simpatías partidarias. No había negación de la política, pero sí de los políticos, y particularmente de la idea de delegación.[74] La recomposición de ciertos lineamientos políticos a partir del intento neo estatista de Duhalde, y sobre todo en 2003, con las elecciones presidenciales, donde los porcentajes de participación se recuperaron en relación a Octubre de 2001, significaron el final de los proyectos asamblearios. A esto debe sumarse el talento demostrado por las clases dirigentes rosarinas para negociar con Reutemann la llegada de asistencia alimentaria, que se cuadriplicó entre los meses de febrero y julio. Esto fue habilitado por dos motivos ineludibles: En primer lugar los recursos drenados por Nación posibilitaron a la municipalidad oxigenar sus arcas y así reorganizar los proyectos de contención que el gobierno socialista había diagramado desde finales de los ´90, sobre todo el plan CRECER, y el Plan Estratégico Rosario (PER). En segundo lugar, y directamente relacionado con lo anterior, Duhalde a sabiendas que tras la masacre de Puente Pueyrredón sus chances políticas estaban extintas, trato de acomodar su estructura hacia algún candidato del justicialismo que se oponga con éxito a Menem. Es por ello que maximizo los niveles de coparticipación hacía aquellas provincias políticamente leales y electoralmente importantes como Córdoba y Santa Fe. Desde el segundo semestre de 2002 los indicadores económicos provinciales mostraron mejoras significativas. A modo de ejemplo, la tasa de desempleo para finales de 2002 había pasado del 23% tras la devaluación de inicios de año, al 18%. La misma seguiría bajando al ritmo del crecimiento económico de los años kirchneristas.

El panorama que se abre en 2003 deja algunos debates aún no zanjados. ¿Por qué el FRE.NA.PO no logró rearticular, o sacar provecho de los 3.000.0000 de votos obtenidos en 2001? ¿Qué lecturas hicieron inicialmente del gobierno de Kirchner? ¿Incidieron esas lecturas en las formas de agrupamiento posteriores a 2003? ¿Cómo funcionaron esas dinámicas a nivel regional? Estos interrogantes nos muestran que los senderos tomados por las organizaciones sociales nacidas al calor de las reformas del Estado que se dieron durante las últimas tres décadas del siglo XX en nuestro país, no se bifurcan, sino que por el contrario, se ramifican y yuxtaponen. Los sectores que se destacaron durante Diciembre de 2001, y que en parte constituyeron la base del FRE.NA.PO no desaparecerán, algunos se disolvieran en diversos partidos políticos, progresistas, reformistas, y de la izquierda combativa. Una importante mayoría decidirá sumarse al proyecto político del peronismo kirchnerista. Por último algunos grupos continuaran resistiendo, utilizando todos los medios aprehendidos durante años de trabajosa militancia. Diciembre de 2001 puede ser visto, según la lente de quien lo observe, como un punto de llegada, el final de un camino de lucha por visibilizar las profundas desigualdades sociales que la reconfiguración colectiva de la sociedad argentina venía mostrando. Pero también puede ser considerado como un punto de partida para entender las nuevas dinámicas comunitarias que nacen al calor del kirchnerismo, y de las que el mismo proyecto kirchnerista será parte. Del entendimiento de esta doble dinámica, de estos senderos que se ramifican, es que saldrán nuevos interrogantes, explicaciones y un mejor entendimiento de las enormes vicisitudes -y traumas- que los últimos años de la historia Argentina nos plantea.

 

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Recepción: 09/01/2018

Evaluado: 29/05/2018

Versión Final: 07/08/2018

 

 



(*) Profesor de Historia (Universidad Nacional de Rosario). Auxiliar de 2da categoría de la cátedra Historia de Europa I de la Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Argentina. E-mail: martincarranza70@gmail.com.

[1] FRADKIN, Raúl. Cosecharas tu siembra. Notas sobre la rebelión popular Argentina. Prometeo. Buenos Aires. 2002, p. 57.

[2] VIANO, Cristina y ARMIDA, Marisa. “Rebelión y nuevo protagonismo social”. En: ÁGUILA, Gabriela y VIDELA, Oscar (Coords.) El tiempo presente. Prohistoria. Diario La Capital. Rosario. 2006, p. 29.

[3] ABOY CARLÈS, Gerardo. Las dos fronteras de la democracia argentina. La reformulación de las identidades políticas de Alfonsín a Menem, Homo Sapiens, Rosario 2001, pp. 64-71.

[4] IÑIGO Carrera, N., COTARELO, M.C., GOMEZ, E. y KINDGARD, F.; “La Revuelta argentina”; Buenos Aires, PIMSA, Documento de Trabajo Nº4, 1995, p. 5. Disponible en: < http://www.pimsa.secyt.gov.ar/publicaciones/DT4.pdf> Consultado [11/10/2016]

[5] HALPERIN DONGHI, Tulio. La larga agonía de la Argentina peronista. Ariel. Bs. As. 1994, pp. 11-12.

[6] ARMELINO, Martín; PEREZ, Germán. “¿Cómo (re)construir la unidad del ‘campo popular’? Las estrategias políticas de la CTA a partir de la crisis de 2001”. Ponencia presentada en el VI Congreso Nacional de Ciencia Política; 2003. Disponible en: <https://saap.org.ar/congreso-vi.html>. [Consulta: 18/06/2017]

[7] ANDRIOTTI ROMANIN, Enrique. Creencias, representaciones e identidad: el caso del surgimiento del Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA). Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. 2002, p. 5. Disponible en: <http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.588/te.588.pdf > [Consulta: 02/05/2017]

[8] DUHALDE, Santiago. “La respuesta de los sindicatos estatales al neoliberalismo en Argentina (1989-1995)”. En Trabajo y Sociedad. Indagaciones sobre el trabajo, la cultura y las prácticas políticas en sociedades segmentadas. 2009. Nº 13. Disponible en: <https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3124232>. Consulta [20/05/2017]

[9] ANDRIOTTI ROMANIN, E., Creencias, …, op. cit, p. 4.

[10] ABOY CARLÈS, G., Las dos fronteras…., op. cit., p. 22.

[11] DUHALDE, Santiago…., op cit., pp. 8-10.

[12] SVAMPA, Maristella y PEREYRA, Sebastián. Entre la ruta y el barrio. La experiencia de las organizaciones piqueteras. Biblos. Buenos Aires. 2003, p. 17.

[13] DEL FRADE, Carlos. Crónicas del Frenapo: el sueño colectivo inconcluso. La lucha por la igualdad y la riqueza. Buenos Aires. CTA Ediciones. 2011, p. 165.

[14] Entrevista a Carlos Del Frade, Rosario, 08/05/2017 realizada por el autor.

[15] DEL FRADE, C., Crónicas …, op. cit., p. 159.

[16] SCHORR, Martín. Industria y nación. Poder económico, neoliberalismo y alternativas de reindustrialización en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, Edhasa, p. 39.

[17] Unión del Centro Democrático. Partido fundado por Álvaro Alsogaray en 1982, de tendencia liberal-conservadora, establecería un fuerte vínculo con el peronismo menemista tras el viraje emprendido por Menem en 1989.

[18] ALONSO, Luciano. “La dinámica económica y las reformas estructurales”. En ÁGUILA, Gabriela. (Comp.) De los cordones industriales a la integración de eje Mercosur (1940-2005). Prohistoria. Diario La Capital. 2006, p. 129.

[19] SVAMPA, M. y PEREYRA, S., Entre la ruta…., op. cit., p. 23.

[20] Ídem, p. 38.

[21] Ídem, p. 32.

[22] LEVITSKY, Steven. La Transformación del Justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista 1983-1999. Buenos Aires. Siglo XXI. 2005, p. 264.

[23] Ídem, p. 154.

[24] IGLESIAS, Esteban. “Transformaciones de las identidades políticas. Origen y mutación de la Corriente Clasista y Combativa en la ciudad de Rosario (20002010)”. En Trabajo y Sociedad, Nº 19, Invierno 2012, Santiago del Estero, Argentina, p. 157. Disponible en: <http://www.scielo.org.ar/pdf/tys/n19/n19a09.pdf > Consulta [16/02/2017]

[25] Entrevista a Carlos Del Frade, Rosario, 08/05/2017 realizada por el autor.

[26] DEL FRADE, C., Crónicas …,, op. cit., p. 65.

[27] Idem, p. 79.

[28] La Capital, Rosario 27/07/2000.

[29] La Capital, Rosario 19/12/2000.

[30] El Ciudadano, Rosario 09/01/2001.

[31] La Capital, Rosario 04/01/2001.

[32] DEL FRADE, C., Crónicas …, op. cit. p. 113.

[33] El Ciudadano, Rosario 20/02/2001.

[34] El Ciudadano, Rosario 28/02/2001.

[35] Clarín, Buenos Aires 17/03/2001.

[36] La Capital, Rosario 18/03/2001.

[37] Documento fundacional del Frente Nacional contra la Pobreza, p. 2.

[38] Documento fundacional del Frente Nacional contra la Pobreza, p. 3.

[39] Documento fundacional del Frente Nacional contra la Pobreza, p. 1.

[40] Entrevista a Carlos Del Frade, Rosario, 08/05/2017 realizada por el autor.

[41] El Ciudadano, Rosario 02/06/2001.

[42] La Capital, Rosario 09/09/2001.

[43] CASTELLANI, Ana y PUCCIARELLI, Alfredo. “Introducción. Los años de la Alianza. Transformación de la crisis de acumulación en crisis orgánica”. En PUCCIARELLI, Alfredo; CASTELLANI, Ana (coords.) Los años de la Alianza. La crisis del orden neoliberal. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2014, p. 23

[44] El Ciudadano, Rosario 20/07/2001.

[45] En nuestro país a diferencia de otros la fiesta está regida por la realización de enormes movilizaciones hacia las iglesias de las principales ciudades. La particularidad pasa por las oraciones clamando por “paz, pan y trabajo”. La festividad del año 2001 estuvo signada por el choque simbólico entre una realidad que ofrecía nulas oportunidades en el mercado laboral (y que para peor tendía a engrosar día a día las filas de la desocupación) y el tamaño de la movilización llevada a cabo.

[46] La Capital, Rosario 13/09/2001.

[47] La Capital, Rosario 22/09/2001.

[48] Entrevista a Carlos Del Frade, Rosario, 08/05/2017 realizada por el autor.

[49] GORDILLO, Mónica. Piquetes y Cacerolas. El Argentinazo de 2001. Buenos Aires. 2010, p. 170.

[50] La Capital, Rosario /10/2001.

[51] La Capital, Rosario 21/10/2001.

[52] TORRE, Juan Carlos. “Los huérfanos de la política de partidos Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de representación partidaria”. En Desarrollo Económico, Vol. 42, No. 168 (Jan. - Mar., 2003), p. 653. Disponible en: http://www.cienciapoliticacbc.com.ar/wp-content/uploads/2017/03/Los-huerfanos-de-la-politica-de-partidos-Torre.pdf Consultado [12/03/2017]

[53] La Capital, Rosario 21/10/2001.

[54] La Capital, Rosario 21/10/2001.

[55] La Capital, Rosario 21/10/2001.

[56] VIANO, C. y ARMIDA, M., “Rebelión y nuevo protagonismo…”, op. cit., p. 14.

[57] El Ciudadano, Rosario 21/11/2001.

[58] CASTELLANI, A. y PUCCIARELLI, A., “Introducción…”, op. cit., p. 27.

[59] El Ciudadano, Rosario 01/12/2001.

[60] El Ciudadano, Rosario 13/12/2001.

[61] La Capital, Rosario 13/12/2001.

[62] El Ciudadano, Rosario 14/12/2001.

[63] FRADKIN, R., Cosecharas…, op. cit., p. 22.

[64] El Ciudadano, Rosario 20/12/2001.

[65] VIANO, C. y ARMIDA, M., “Rebelión y nuevo protagonismo…”, op. cit., pp. 18-20;

[66] El Ciudadano, Rosario 20/12/2001.

[67] La Capital, Rosario 20/12/2001.

[68] FRADKIN, R., Cosecharas…, op. cit., p. 37.

[69] GRAMSCI, Antonio. Antología (Selección), traducción y notas de Manuel Sacristán. México. Siglo XXI. 1992. En FRADKIN, R., Cosecharas…, op. cit., p. 72.

[70] Clarín, Buenos Aires. 01/02/2003.

[71] TORRE, Juan Carlos. La vieja guardia sindical y Perón. Sudamericana. Buenos Aires, 1991, pp. 55-71.

[72] Entrevista a Carlos Del Frade, Rosario, 08/05/2017 realizada por el autor.

[73] SENEN, Cecilia y MEDWID, Bárbara. “Resurgimiento del conflicto laboral en la argentina post devaluación. Un estudio en el sector aceitero”. Dirección de Estudios de Relaciones del Trabajo de la Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales (SSPTyEL) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. pp84-85; Disponible en: <http://www.scielo.org.mx/pdf/argu/v20n54/v20n54a4.pdf> Consulta: [10/01/2017]

[74] VIANO, C. y ARMIDA, M., “Rebelión y nuevo protagonismo…”, op. cit., p. 40.