(Re)construyendo nuestras historias regionales. Una experiencia en la enseñanza de las artes visuales en el NEA

 

 

Andrea Geat(*) y Mayra Maggio(**)

 

Resumen

 

En este artículo, nos proponemos reflexionar sobre los desafíos que representa actualmente la enseñanza de la historia de las artes, tomando como punto de partida la experiencia de la cátedra “Historia de las artes en Argentina y el NEA”, perteneciente a la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura de la Universidad Nacional del Nordeste. Desde sus inicios, esta asignatura promueve una visión actualizada de la historia de las artes visuales y un recorrido por la historia y la historiografía artística internacional, nacional y regional a la luz de las renovaciones disciplinares que ofrecen las áreas de estudio en expansión en las últimas décadas. Ahora bien, la inclusión de una currícula que se enfoca en los modos tradicionales de transmisión del pasado y sus correspondientes críticas, implica atender a la complejidad de incluir nuevos enfoques en el abordaje de los contenidos, uno de ellos es la perspectiva regional.

 

Palabras clave: historia regional; artes visuales; enseñanza de la historia.

 

 

(Re) building our regional stories. An experience in the teaching of visual arts in the NEA

 

Abstract

 

In this article, we propose to reflect on the challenges currently facing the teaching of the history of the arts, taking as a starting point the experience of the chair "History of the arts in Argentina and the NEA", belonging to the Faculty of Arts , Design and Culture Sciences of the National University of the Northeast. This chair, since its inception, promotes an updated vision of the history of the visual arts and a journey through the history and international, national and regional artistic historiography in light of the disciplinary renovations offered by the expanding areas of study in the last decades. However, the inclusion of a curriculum that focuses on the traditional modes of transmission of the past and their corresponding criticisms implies addressing the complexity of including new approaches in the approach to content, one of which is the regional perspective.

 

Keywords: regional history; visual arts; teaching history.


(Re)construyendo nuestras historias regionales. Una experiencia en la enseñanza de las artes visuales en el NEA[1]

 

Introducción

 

Las formas en que construimos el pasado predetermina las formas en que experimentamos el presente e imaginamos el futuro. Por ello, la escritura de las historias del arte es un asunto profundamente político en cuanto a nuestra percepción de los que somos, hemos sido o podríamos ser”.

Griselda Pollock (2008)

 

En este trabajo pretendemos -a partir de las reflexiones sobre la propia práctica docente- comenzar a discutir el lugar del arte regional y sus historias en el campo académico. Si bien en la actualidad disponemos aun de escasos trabajos que aborden críticamente la enseñanza de la historia del arte en el ámbito universitario, nuestras inquietudes están influidas fundamentalmente por las perspectivas desarrolladas en los trabajos de Griselda Pollock[2] y Aníbal Quijano[3], quienes aportaron variables y conceptos de importancia para pensar la historia del arte occidental. Además, consideramos que el relato de experiencias de enseñanza y aprendizaje constituye un punto de partida interesante para examinar los procesos de (re)construcción, (re)significación y (re)actualización de las identidades e imaginarios que en el caso de nuestra región están presentes en los discursos visuales, literarios e historiográficos.

El punto de partida de este recorrido se inicia con la experiencia desarrollada en la cátedra “Historia de las artes en Argentina y el NEA”, espacio curricular perteneciente a la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura de la Universidad Nacional del Nordeste (Resistencia, Chaco). Desde su creación, esta cátedra ha promovido una visión actualizada de la historia de las artes visuales y propone un recorrido por la historia y la historiografía artística internacional, nacional y regional a la luz de las renovaciones disciplinares que ofrecen las áreas de estudio en expansión en las últimas décadas.

Ahora bien, la inclusión de una currícula que en algún modo intenta explicar los modos tradicionales de transmisión del pasado y sus correspondientes críticas, nos exige atender a la complejidad de introducir nuevos enfoques en el abordaje de los contenidos, tal como es la perspectiva regional. El texto está dividido en tres apartados. El primero presenta un sucinto panorama del desarrollo de la historiografía artística, la enseñanza de la historia del arte y los modelos ejemplares de transmisión de conocimientos presentes en el arte europeo y argentino. Seguidamente, se analizan las posibilidades de inclusión de la perspectiva regional en la historiografía y en la historia del arte y las diversas concepciones que estructuran la definición de la categoría “Región” en general y de “Región Nordeste” en particular. El último apartado está dedicado al espacio curricular que es objeto de nuestras consideraciones, por lo que describimos su funcionamiento y las decisiones que se han tomado respecto de la programación, los contenidos y la bibliografía utilizada.

 

I. La historiografía artística y la enseñanza de la historia del arte

 

Desde la profesionalización de la disciplina histórica, la historia del arte como campo específico ha suscitado un interés menor para el abordaje por parte de las y los historiadores en favor del desarrollo de las historias política, económica, social e incluso cultural. No obstante, el estudio de las producciones artísticas ha sido tan valioso que ha permitido introducir categorías epocales como Renacimiento o Barroco, de gran utilidad para la historia en general.[4] Para acceder al estudio sobre la historia del arte, el conocimiento de la historiografía artística resulta fundamental, dado que implica reconocer la diversidad de propuestas metodológicas que se han sucedido en el proceso de transmisión y aprendizaje en esta temática.

A mediados del siglo XVI la obra de Giorgio Vasari marcó el punto de partida de la historia del arte de Occidente y dos siglos después la de Johann Winckelmann realizó una influyente nueva propuesta.[5] Al primer enfoque centrado en la vida y obra de los grandes pintores le siguió un abordaje estilístico de las obras de la cultura clásica. Estas dos formas constituyeron modelos ejemplares de transmisión de la historia del arte, que casi sin alteraciones persistieron y convivieron con los enfoques más actuales en las cátedras universitarias.

Al interior de la enseñanza de la historia del arte es importante resaltar el contexto histórico en el que Vasari da inicio al registro de los hechos del pasado y el impacto de su obra. El texto se produce en un momento central para la historia europea ya que durante el Renacimiento se instituye el concepto moderno de Arte y los cambios que se producen por entonces contribuyeron a la construcción social de la figura del artista.[6] El concepto Arte tal como lo entendemos actualmente, no es tan solo una idea, es un sistema de ideales, prácticas e instituciones en el que las personas creen, un objeto afectivo que comunica significados que (aún) se asocia con las “Bellas Artes”.[7] El reconocimiento de las propuestas metodológicas tradicionales, la historicidad de los conceptos fundamentales de la disciplina, como del conjunto de prácticas, instituciones y creencias que lo constituyen, proveen un panorama general de la disciplina histórica que tuvieron y tienen lugar al interior del campo.

En Argentina, la promoción y desarrollo del estudio académico de las artes visuales tuvo su origen en el proyecto de la llamada “Generación del 80”.[8] Desde entonces, el desarrollo de la actividad artística se concentró principalmente en la ciudad de Buenos Aires, espacio desde el que se configuró además la historiografía del arte nacional, que en principio adoptó un enfoque crítico-pedagógico. La escritura de la historia del arte argentino se inició con los textos del crítico y pintor Eduardo Schiaffino a fines del siglo XIX, quien fue además fundador y primer director del Museo Nacional de Bellas Artes. Posteriormente, historiadores como José León Pagano, Romualdo Brughetti, Cayetano Córdoba Iturburu y Héctor Schenone -entre otros- contribuyeron a la conformación de una historia del arte argentino que siguió el camino marcado por los modelos historiográficos ejemplares europeos.[9]

Desde mediados de la década de 1980 con el advenimiento de la democracia y la recuperación de los espacios académicos, iniciativas como la creación de la carrera de “Historia del Arte” de la Universidad de Buenos Aires, generaron las condiciones propicias para que nuevos intelectuales se formaran y desarrollaran proyectos de investigación, al mismo tiempo que se embarcaron en una renovación disciplinar tanto de metodologías como de los temas y problemas desde donde abordar el objeto artístico. En las últimas tres décadas, los equipos de investigación de las universidades, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y de departamentos de investigación de Museos, contribuyeron en el enriquecimiento del campo historiográfico nacional. Además, muchas de las tesis doctorales defendidas o en curso en estos años se han convertido en indicadoras de como se ha diversificado el abordaje de distintos períodos, regiones y problemáticas artísticas. Desde entonces, ya no puede pensarse para la enseñanza de la historia del arte solo en modelos de desarrollo cronológico, biográfico o de sucesión de estilos de impronta europea, sino que es preciso incorporar los avances y discusiones que circulan dentro de un campo renovado, interdisciplinar y polifónico.

Por otro lado, se impone cada vez más la agenda de los estudios históricos sobre las artes de regiones periféricas o no centrales, enfoques en que los Cultural Studies han influido por la consideración del lugar geográfico y simbólico del lugar de enunciación.[10] El desarrollo de “historias del arte” producidas desde perspectivas locales y regionales posibilitó comprender que los espacios no constituyen un mero reflejo de lo acontecido en los grandes centros metropolitanos, sino que revisten complejidades y particularidades significativas. Al mismo tiempo, la renovación y ampliación de las tradicionales concepciones de arte, sumado a los aportes del campo de los Estudios Visuales,[11] de Género[12] y Poscoloniales, han permitido reconsiderar producciones estéticas de comunidades que otrora habían sido excluidas de las historias del arte nacional.[13]

Por lo expuesto hasta aquí, es posible entender que, pese a todas estas transformaciones del campo, aun es frecuente que en las currículas universitarias circulen discursos sobre la historia del arte que se limitan a aquellos acontecimientos que tenían y tienen lugar en la región central y a los actores e instituciones que desarrollaron su trabajo en y desde el centro. Por lo general, las producciones historiográficas artísticas siguen tomando una parte como representativa del todo designando “arte nacional” o “arte argentino” a lo producido casi exclusivamente en Buenos Aires o la zona central del país. Por otra parte, los estudios que han propuesto concebir a Buenos Aires como un espacio regional son muy recientes, aunque sus aportes pueden ser significativos para repensar el uso de las escalas de análisis, los nuevos objetos y las perspectivas teóricas.

 

II- La enseñanza de la historia en clave regional ¿Una historia del arte del NEA posible?

 

Como dejamos entrever anteriormente, desde sus inicios la enseñanza de la práctica artística y de la historia del arte han constituido asuntos complejos. La rigurosidad de la enseñanza de sus lenguajes tradicionales, la hermeticidad del arte contemporáneo para el público no especializado, la necesidad del conocimiento de la historia en el contexto de la gestión artística, constituyen algunos de los factores que condicionan el proceso enseñanza/aprendizaje de la historia del arte en carreras destinadas a grupos heterogéneos de estudiantes. Si a esto le sumamos que cada vez más se exige que los estudiantes incorporen los debates emergentes del interior del campo académico, se entiende lo espinoso que puede resultar intentar concebir una historia del arte que pueda asumirse desde otro lugar. En cierto modo, la idea de que la enseñanza de la historia del arte puede pensarse desde una perspectiva de género, decolonial o regional para lograr la compresión de fenómenos de más largo alcance sigue representando un enorme desafío. Sobre este último punto -el de introducir una perspectiva regional en el abordaje de los procesos históricos y artísticos- nos referiremos brevemente.

El concepto de región, adoptado en principio tanto por geógrafos como por historiadores, ha sido objeto de permanentes discusiones que giraron en torno a la operatividad del mismo para los análisis de ambas disciplinas. En el caso de la historia, Van Young afirmó hace un tiempo que las regiones más que algo dado deberían ser consideradas “hipótesis por demostrar” y los investigadores cuando escriben sobre historia regional, intentan “hacer justamente eso antes que describir entidades previas”.[14] Susana Bandieri ha sostenido que la región no es un dato impuesto desde afuera sino una construcción social y en algún modo “comienza y termina donde comienza y termina su explicación”.[15] De modo que la única forma de volver operativo el concepto es su construcción a partir de “la descripción de las interacciones sociales que las definen como tal en el espacio y el tiempo, dejando de lado cualquier delimitación previa o artificial que pretenda concebirla como una totalidad preexistente con rasgos de homogeneidad preestablecidos”.[16] Por lo tanto, una “historia regional” o de la región vendría a ser la historia de un espacio concreto, pero no porque se conforme una unidad con sentido en sí misma, sino porque lo relevante es analizar las relaciones sociales localmente situadas de fenómenos de mayor alcance: “Tales relaciones responden siempre a realidades macro sociales más amplias, las enriquecen y aún pueden llegar a corregir sus interpretaciones generalizantes”.[17]

Para Sandra Fernández la dinámica de los estudios regionales en el ámbito de la historiografía argentina comenzó a gozar de legitimación recién en estos últimos años, gracias a la participación y producción impulsada desde grupos de investigación localizados en distintas unidades académicas. Los trabajos enmarcados como estudios regionales y locales conforman “un gran mosaico, donde la composición del diseño es plural y compleja, ajustada a los tiempos de la producción historiográfica internacional, mostrando signos no sólo de un carácter multifacético sino, a veces, también fragmentado”.[18]

Coincidimos con Sara Mata, en que la historia regional ha alcanzado un gran desarrollo en las últimas décadas, al punto que las reformas curriculares en nuestro país intentaron “establecer la necesidad de regionalizar los contenidos de las ciencias sociales y de la historia en particular”,[19] pero está claro que queda camino por recorrer, ya que siguen publicándose propuestas que ofrecen una visión de la historia nacional donde los procesos, acontecimientos y actores tienen su anclaje en los centros urbanos más importantes.

Si bien las potencialidades de abordar los fenómenos históricos desde la perspectiva regional han quedado en evidencia en múltiples aportes, en el campo particular de las artes visuales podemos observar que aún existen limitaciones debido -en parte- a las áreas de vacancia en la producción de conocimiento y en las dificultades que se presentan para su transmisión en el ámbito universitario. Ahora bien, si pensamos en la idea de una historia del arte del Nordeste, debemos comenzar por reconocer que la denominación “Región Nordeste” no tiene raigambre histórica, sino que surge como parte de los procesos de regionalización estatales de mediados del siglo XX.[20]El Nordeste argentino (que incluye a las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones) corresponde a un espacio geográficamente heterogéneo, con diferentes estatus jurídico-políticos y distintos procesos histórico-sociales producto de la ocupación estatal y organización de cada uno de éstas: “El Nordeste no ha sido, por lo tanto, un espacio ni histórica ni geográficamente homogéneo (...) se advierten procesos diferenciados que tuvieron asiento en cada una de las provincias/regiones que hoy lo componen. Las particulares concepciones en torno a la hoy llamada región Nordeste condujeron a delinear sus propios límites y a buscar sus raíces históricas en diferentes momentos y circunstancias”.[21] Como señala María Silvia Leoni, lo que estos espacios tienen en común es su situación de periferia con respecto a los grandes centros urbanos que han ostentado históricamente su preeminencia. Pese a estas precauciones, su uso se ha extendido tanto para conformar una cierta identidad nordestina como también está presente en las investigaciones científicas.

En el proceso de construcción de la región Nordeste han cumplido un papel fundamental los intelectuales y la creación de la Universidad Nacional del Nordeste (1956), (de la que luego se desprendieron la de Misiones y Formosa en 1973 y 1988 respectivamente) y la preocupación sobre la región “nordestina” ha sido comprobable en la producción de conocimiento científico.[22] La perspectiva regional ha estado en el centro de la agenda de la investigación académica sobre todo de los historiadores y geógrafos, canalizada en instituciones y publicaciones entre las que se destaca la Revista Nordeste (editada por la Facultad de Humanidades desde 1960), la creación del IIGHI (Instituto de Investigaciones Geohistóricas) dependiente del CONICET y la UNNE desde 1979, la revista Folia Histórica del Nordeste (que editan el Instituto de Historia y el IIGHI desde 1980), y más recientemente la carrera de posgrado Especialización en Historia Regional dependiente de la Facultad de Humanidades. Sería extenso en este trabajo referenciar una vasta producción de libros y artículos académicos que contribuyeron a potenciar el interés de docentes e investigadoras/es en la cuestión regional.

 

III- La historia regional del NEA desde la enseñanza de las artes visuales

 

En este apartado nos referiremos a nuestra experiencia en la cátedra “Historia de las artes en la Argentina y el NEA” (en adelante HAAN). Esta cátedra constituye un espacio común a la currícula de tres carreras con perfiles bien diferenciados, todas dependientes de la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura de la Universidad Nacional del Nordeste por lo que la dificultad principal se halló en la diagramación de un programa de estudios que atendiera a las necesidades de estudiantes con recorridos muy dispares.[23]

La asignatura es de carácter obligatorio para los estudiantes de la Licenciatura en Gestión y Desarrollo Cultural en el tercer año de su plan de estudios, que arriban con el recorrido previo de las materias “Historia del Arte y la Cultura I y II”. Se dicta también para el segundo año de la Tecnicatura en Diseño de Imagen, Sonido y Multimedia, donde sus estudiantes arriban al cursado luego de transitar “Lenguaje Visual”. Por último, para estudiantes de la Licenciatura en Artes Combinadas constituye una materia optativa, que pueden tomar a partir del segundo año y que guarda correlatividad con las cátedras “Lenguaje Visual” y “Teoría e Historia de las artes combinadas”.[24]

La heterogeneidad de los grupos de alumnos se distingue además por sus perfiles de interés. En el caso de Artes Combinadas producen o pretenden producir contenidos artísticos y algunos de ellos se dedicarán -desde la teoría- a la investigación sobre producciones de terceros. Por su parte, en Gestión y Desarrollo Cultural podrán desempeñarse como gestores de las instituciones artísticas (aunque no necesariamente en artes visuales). Por último, los egresados de la Tecnicatura en Diseño de Imagen, Sonido y Multimedia compartirán el campo de trabajo con ambos.

Además de estos señalamientos, se suma la variable de procedencia geográfica regional (la universidad recibe estudiantes fundamentalmente de las provincias de Corrientes y Chaco) y semestralmente alumnos extranjeros de programas universitarios de intercambio provenientes -hasta el momento- de Colombia, México, Haití y Brasil. A su vez, el programa de Pueblos Indígenas de la UNNE ha promovido la inserción de estudiantes de comunidades indígenas de la región.

A continuación, mencionaremos algunas cuestiones que nos parecieron relevantes a la hora de planificar el dictado de la cátedra.

 

a) Sobre el Programa

La organización y el desarrollo del programa de la materia y la planificación de las clases han sido pensados en función de la heterogeneidad de los grupos de estudiantes: su arribo desde diferentes trayectos académicos, los intereses particulares diversos al interior de los grupos de una misma carrera y una extensa currícula de contenidos mínimos para desarrollar en un breve cuatrimestre (de agosto a noviembre). Atendiendo a los factores mencionados, el programa se estructuró en función de las necesidades de los perfiles de carrera y el eje fundamental fue la decisión de impulsar el desarrollo y conocimiento de la realidad artística local.[25] Se ha tenido en cuenta que ante el arribo de los grupos con diferentes trayectorias de formación previa no sólo era necesario iniciar una introducción a la historiografía artística y sus renovaciones, sino además al conocimiento de los elementos del lenguaje visual y la posibilidad de lectura de las obras de arte en tanto textos. El análisis de las obras nos permitiría su lectura y vinculación con las funciones que el arte ha cumplido en diferentes etapas de la historia.

Frente al estado fragmentado que presenta la producción de conocimiento de las artes del NEA entendido como espacio regional, la cátedra propuso plantear un recorrido a partir de conceptos, categorías y problemáticas en las que es posible conocer, difundir y valorar las producciones artísticas de orden local/regional para realizar análisis comparativos/valorativos frente a las de orden nacional/global. Asimismo, hacia el interior del equipo docente, se han comenzado a desarrollar proyectos de investigación y extensión con el objetivo de construir conocimientos y propiciar condiciones institucionales para el desarrollo de investigaciones sobre las artes de la región NEA. Por tanto, las preguntas que delinearon el desarrollo del programa fueron: ¿Qué se pretende de la enseñanza de la historia del arte en un contexto caracterizado por la interdisciplinariedad y la multiplicidad? ¿Cómo diagramar un proyecto a largo plazo en un contexto productivo de las artes de una región históricamente periférica respecto al centro metropolitano pero que a su vez debe posicionarse actualmente como centro de producción artística en el contexto regional? ¿De qué manera es posible un abordaje pertinente de la historia del arte nacional/regional destinado a carreras de producción, desarrollo y gestión de las artes? Frente a este panorama, las producciones visuales desarrolladas en el ámbito internacional (de Occidente), Latinoamericano, de Buenos Aires y el Nordeste argentino, se ubicaron cronológicamente desde el proceso de emancipación de la corona española y las guerras independentistas en adelante, a través de la identificación de actores e instituciones que fueron construyendo el actual sistema del arte.

Por ello es que un abordaje centrado en perspectivas tradicionales de la historia del arte hubiera resultado impertinentes y anacrónicos. Se planteó, por lo tanto, un desarrollo que abordara estos aspectos tangencialmente para centrar el trabajo sobre nociones, categorías y problemáticas clave para el debate histórico/crítico. Conceptos como: Arte, artesanía, obra de arte, sistema del arte, tradición, centro/periferia, identidad/alteridad, nacionalismo, identidades e imaginarios, que dentro del programa fueron configurando los ejes conceptuales a través de los que se desplaza el recorrido geocronológico.

 

b) Sobre los contenidos

La propuesta se enfocó fundamentalmente en las diferentes funciones que el arte ha cumplido en el campo sociocultural argentino y regional desde principios del Siglo XIX y a su vez en atender a los sesgos de clase, género, etnia -entre otros- que proponían los enfoques historiográficos tradicionales.[26] Con la convicción de que historia e iconografía han constituido una asociación en el proceso de conformación de identidades a través de la construcción de imaginarios visuales y discursivos, la cátedra intenta ofrecer herramientas teóricas, metodológicas y prácticas para el análisis de las producciones visuales desarrolladas en el campo artístico nacional/regional. El recorrido de los contenidos del programa se centra en un abordaje de la historia del arte que incluye -de modo introductorio- las problemáticas que abordan los estudios sobre el arte en el siglo XXI. En una segunda instancia, se ofrece un panorama de las artes desde fines del siglo XVIII y hasta mediados del XX, destinado a enmarcar la herencia europea en la construcción de las imágenes e imaginarios de las naciones latinoamericanas. En las dos unidades centrales para el desarrollo de las artes en Buenos Aires y el Nordeste, se recorren las diferentes propuestas estéticas y los discursos históricos sobre el “arte nacional”.

En lo específico sobre el Nordeste se plantea un desarrollo similar, aunque se profundiza en la relación contrastante entre los núcleos urbanos del Chaco y Corrientes: sus historias, relatos fundacionales, la heterogeneidad de su población y finalmente, sus producciones estéticas. A partir del conocimiento de la conformación del campo cultural local, el abordaje de las obras, sus contextos productivos, el análisis de las trayectorias de sus autoras/es, los fenómenos artísticos colectivos y las producciones individuales, las apropiaciones por parte de la comunidad, las diferentes funciones que dichas producciones han cumplido, la valoración social de las/os artistas en nuestra región y la indagación sobre los lugares y funciones de las imágenes artísticas en la vida cotidiana, se cierra un espacio de intercambio y enriquecimiento mutuo entre equipo docente y alumnado, desde donde se ha comenzado a (re)construir y reflexionar sobre nuestra(s) historia(s).

Considerando el impacto del tema, sus problemáticas y tratamiento a partir de las instancias de exposición/evaluación, se ha detectado un interés creciente entre el alumnado, que se apropia de categorías como las de imaginario, identidad, región, nacionalismo, para dar continuidad al trabajo reflexivo en trabajos finales del proceso de evaluación, pero además en las conexiones que realizan con el análisis de la realidad local, o en las formas que estos temas reaparecen en trabajos finales de otros espacios curriculares y proyectos de tesina.

 

c) Sobre la Bibliografía

El acceso limitado a material didáctico, bibliografía específica y sistematizada sobre la historia de las artes del NEA, presentó el mayor desafío de la cátedra. Al momento de seleccionar bibliografía y fuentes de acceso al conocimiento de la historia, primó un ordenamiento cronológico, que pretendía revisar y poner en relieve el legado de historiadoras/es, críticas/os y escritores que han dejado registro del pasado del Nordeste y de las producciones de nuestros artistas. El panorama encontrado al principio nos enfrentó a una situación compleja: recibimos historias “incompletas”, con espacios en blanco respecto a períodos, instituciones y actores sociales desconsiderados por diferentes sesgos ideológicos, de clase, género, etnia o sencillamente, un desinterés por parte de las nuevas perspectivas de la historiografía. Historias que hacían foco en el desarrollo institucional y la participación de artistas varones, desconsiderando la prolífica participación de mujeres en el campo artístico o concepciones de arte que centraban su atención solo en ideas estéticas occidentales, sin atender a las artes indígenas. Desde el ámbito de la gestión del patrimonio artístico de instituciones culturales y museos, el panorama era desalentador, ya que las instituciones públicas aún mantienen una enorme deuda con la sistematización de sus archivos, la investigación y puesta en valor de sus colecciones.

En esta encrucijada, autoras/es de otros espacios latinoamericanos proveyeron lecturas que desde perspectivas renovadoras frente a debates casi clásicos como centro/periferia; local/global; modernidad/posmodernidad; colonialidad/decolonialidad; constituyeron modelos propicios para problematizar la realidad artística de nuestra región. El análisis de los trabajos y materiales que constituyeron nuestro punto de partida para el trabajo en docencia nos enfrentó al desafío que implicaba la revisión y selección del material disponible. Esto determinó el compromiso con la investigación en la (re)construcción de nuestras historias del arte del Nordeste.[27] Asimismo, desde la cátedra se estimula el trabajo de futuros graduados que atiendan a dicho compromiso a partir de revisiones críticas que propongan valoraciones del arte regional y -como postula Pollock- ofrezca modelos positivos en cuanto lo que fuimos, somos y podemos ser. El desafío de la cátedra no es solo el de compartir, sino también configurar y construir historias que sean de utilidad, en procesos de emancipación ideológica de nuestras comunidades, a través de la entrega de herramientas teóricas, analíticas y críticas necesarias para lograr autonomía en la producción de conocimiento científico y en la apertura a propuestas de visiones auto-identificatorias e imaginarios posibles, no determinados por miradas exógenas.

En nuestra región, el trabajo de investigación sobre las artes en el espacio académico se constituye en un reto debido a la carencia de otros ámbitos de producción de conocimiento, como podrían ser instituciones culturales o museos, entendiendo que la responsabilidad es de mayor complejidad, mientras se constituye como espacio unívoco. Por ello, la invitación a otros docentes-investigadores e instituciones artísticas a sumarse a la investigación y escritura de nuestras historias del arte es constante e insistente, dado que se pretende la construcción desde el debate y el acuerdo de nuevas propuestas teóricas y contenidos epistemológicos que enriquezcan la reflexión sobre las artes del NEA.

 

Algunas reflexiones finales

 

Debido a que la idea de Región Nordeste ha sido considerada una construcción que ha respondido a necesidades históricas, económicas o administrativas más que a cuestiones vinculadas al desarrollo cultural o artístico, hasta hace poco tiempo era impensable que desde el campo de la historia del arte se emprendiese la construcción de una “historia del arte del Nordeste”. Sin embargo, docentes e investigadores de las ciencias sociales, han venido trabajando durante las últimas décadas en aportes para un conocimiento científico del y desde el NEA y el arte y la cultura no permanecieron ajenas a esta cuestión.

Al momento de pensar la enseñanza de cuestiones específicamente artísticas, estas producciones resultaron fragmentarias, ya que responden a períodos cortos, a la concentración de obras de determinados artistas, fenómenos particulares, instituciones o problemas específicos. Por lo que estos abordajes resultaron en principio valiosos, aunque poco funcionales a la idea de arte de la Región Nordeste.

A lo largo del trabajo, hemos indagado en diferentes aspectos. En primer lugar, mencionamos el recorrido que ha tenido la historia del arte como disciplina autónoma y de cómo se ha configurado un modelo de transmisión del conocimiento sobre el cual han derivado las formas y modelos de enseñanza de la historia del arte. Seguidamente, hemos planteado limitaciones y potencialidades detectadas tanto para el tratamiento de la historia en clave regional en el ámbito de enseñanza, como en la imperiosa necesidad del desarrollo de la investigación académica en las artes de nuestra Región. En este punto resulta central la importancia del desarrollo de los estudios académicos desde la variable regional en Historia del Arte, o desde los Estudios Visuales, que es el campo de estudios que nuclea actualmente las reflexiones sobre las imágenes. Finalmente, se han descripto las circunstancias y decisiones que se han tomado desde la cátedra “Historia de las artes en Argentina y el NEA” como espacio de enseñanza de la historia de las artes visuales de la Región.

Creemos que nuestras reflexiones sobre las prácticas de enseñanza y el trabajo cotidiano en las aulas nos ofrecen tan solo un punto de partida, el camino por recorrer es aún muy largo. No obstante, estamos convencidas de que las decisiones respecto de incluir en la enseñanza de las artes visuales la perspectiva regional y la mirada en y desde el Nordeste argentino, puede ayudarnos a repensar los diferentes procesos que ha atravesado el fenómeno estético al interior del sistema del arte, pero también puede aportar al conocimiento de los procesos históricos y culturales diferenciados de aquellos espacios que conforman los márgenes o la periferia de los Estados-Nación. Y, por último, tomando como referencia la cita de Griselda Pollock del comienzo de nuestro texto, que no solo la escritura sino también la enseñanza de las historias del arte es un asunto profundamente político en cuanto a nuestra percepción de los que somos, hemos sido o podríamos ser. De allí la relevancia que tiene para nosotras la formación de profesionales de las artes y la cultura con conciencia histórica y visión crítica de la realidad.

 

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Recepción: 11/10/2018

Evaluado: 13/11/2018

Versión Final: 27/11/2018

 

 



(*) Profesora y Licenciada en Artes (Universidad Nacional de Rosario) Especialista en Historia Regional (Universidad Nacional del Nordeste - UNNE), Diplomada en Gestión Cultural de las Artes (Universidad Católica de Córdoba) y Doctoranda en Artes (Universidad Nacional de Córdoba). Profesora Titular de Historia de las Artes en Argentina y el NEA, Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura, UNNE. Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI-UNNE-CONICET). Argentina. E-mail: andygeat@gmail.com

(**) Profesora, Licenciada en Historia, Especialista en Historia Regional (Universidad Nacional del Nordeste) y Doctoranda en Historia (Universidad Nacional de Córdoba). Docente en las cátedras “Historia de las artes en Argentina y el NEA” en la Facultad de Artes Diseño y Ciencias de la Cultura e “Historia Argentina Contemporánea” en la Facultad de Humanidades (UNNE). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI- UNNE-CONICET). Argentina. E-mail: mayitamaggio@hotmail.com

[1] Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en la mesa “La enseñanza y el aprendizaje de las historias regionales”, coordinada por Mariela Coudannes (UNL) y Héctor Jacquet (UNaM) en el marco del XXXVII Encuentro de Geohistoria Regional “Problemáticas regionales: fronteras y conflictos”, que se realizó en Posadas (Misiones) el 11, 12 y 13 de octubre de 2017. Agradecemos especialmente los comentarios y sugerencias de los coordinadores y asistentes a la mesa, así como de los evaluadores anónimos de la revista. Los errores, por supuesto, son de nuestra exclusiva responsabilidad.

[2] Griselda Pollock (Sudáfrica, 1949) es historiadora de arte, formada en la Universidad de Oxford. En la década de 1970 se involucró con el Women’s Art History Collective, un grupo del que surgieron las primeras intervenciones feministas sobre la historia del arte al interior de la academia británica. Sus reflexiones sobre lo femenino y el lugar de las mujeres en la historia del arte produjeron una gran influencia en la transformación de la disciplina y la renovación de sus alcances y metodologías. Véase: POLLOCK, Griselda; Encuentros en el museo feminista virtual, Cátedra, Madrid, 2010; y Visión y diferencia. Feminismo, feminidad e historias del arte (Introducción de Laura Malosetti Costa), Fiordo, Buenos Aires, 2013, entre otros.

[3] Aníbal Quijano (Perú, 1928-2018) fue un sociólogo y teórico político. Estudió y se doctoró en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. En la década de 1990 desarrolló el concepto de “colonialidad de poder” a través del que produjo una notable renovación -junto a otros autores- en el pensamiento crítico latinoamericano. Su importancia radica en lograr conducir las ciencias sociales a un saber situado en la región que cuestione los discursos legitimadores del orden colonial y la consideración de alteridades inferiores desde una visión eurocéntrica. Véase: QUIJANO, Aníbal; “Colonialidad y Modernidad/racionalidad”; en Revista Perú Indígena, N° 13, pp. 11-20 y Modernidad, identidad y utopía en América Latina; Sociedad &Política Ediciones, Lima, 1988, entre otros.

[4] BURUCÚA, José E. (dir.); Nueva Historia Argentina. Arte, sociedad y política, Sudamericana, Buenos Aires, 1999, p. 12.

[5] En 1550 fue publicada la primera versión de la obra de Vasari, Vidas de los más excelentes pintores escultores y arquitectos. El relato vasariano constituyó un recorrido centrado en las biografías de los artistas, la exaltación de sus aportes a la cultura y el elogio a sus producciones. Por su parte, la obra de Winckelmann Historia del Arte de la Antigüedad editada en 1764, dio origen a una historia del arte que se detuvo por primera vez a analizar cuestiones estilísticas de las civilizaciones antiguas, a partir de la separación de éstas en períodos.

[6] Desde el Renacimiento la obra de arte adquirirá un valor inusitado, entendiéndola como producto original y auténtica de un sujeto creador. Durante el Siglo XVIII, la figura del artista se distinguió completamente del artesano y sus producciones seriadas, adquiriendo el primero un status privilegiado que contribuirá a la conformación de un sistema de creencias, instituciones y actores que se conoce como sistema del arte Véase SHINER, Larry; La invención del arte. Una historia cultural, Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 25.

[7] Ibídem, p. 28.

[8] El proyecto de la “Generación del 80” fue promovido por las elites políticas e intelectuales de la época, que entre 1880 y 1910 desarrollaron una intensa actividad cultural que dio por resultado la primera forma de institucionalización artística. El objetivo de los “primeros modernos” fue fundamentalmente el de la construcción de una nación “civilizada” vinculada al ideal de progreso y la superación del estado de “barbarie” en el que vivía la mayoría de la población. Sobre la base de estas ideas, se impulsó el desarrollo de las artes, con la convicción que contribuiría a la educación del gusto, el incentivo del pensamiento creativo y la mitigación del mercantilismo a través de la elevación de los valores espirituales de la sociedad. Véase MALOSETTI COSTA, Laura; Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003. p. 35.

[9] Si bien en los tres tomos de El arte de los argentinos de José León Pagano editados entre 1937 y 1940 aparecen artistas de Córdoba y la región de Cuyo, su abordaje no contempla un correlato basado en ideas en donde lo regional pueda ser una variable de análisis. Claramente, no constituía el objetivo de estas obras, la intención de los historiadores se orientaba a plantear la evolución artística a través de las obras de diferentes artistas. Otra propuesta como las de Romualdo Brughetti, Nueva historia de la pintura y la escultura en la Argentina. De los orígenes a nuestros días, también ordenó el discurso en función de las biografías de los creadores, ampliando la mirada sobre artistas en otros centros urbanos como Córdoba, Rosario y Tucumán. En cambio, la obra de Cayetano Córdoba Iturburu 80 años de pintura argentina. Del pre-impresionismo a la novísima figuración, agrupaban las obras de los artistas en función de sus alineaciones estilísticas. Ver BALDASARRE María I. y DOLINKO, Silvia; Travesías de la imagen. Historias de las artes visuales en la Argentina, Universidad Tres de Febrero, Sáenz Peña, 2011, pp.14-16.

[10] En las últimas décadas, bajo la designación de los Estudios Culturales, el campo de investigación de la sociología y la antropología principalmente, pero también desde las ciencias de la comunicación y la crítica literaria, han planteado una tendencia epistemológica consistente en el análisis de procesos culturales desde perspectivas inter-multidisciplinares que promueven una ampliación del concepto de cultura, entendida ésta como el ámbito de producción, circulación y consumo de significaciones sociales.

[11] Desde la perspectiva de los Estudios Visuales, se asume que no existen fenómenos de visualidad “puros” sino “actos de ver” complejos y atravesados por diversos operadores e intereses, convirtiéndose en un campo de investigación en el que las cuestiones de género, identidad o sexualidad conviven con cuestiones específicas sobre la visualidad.

[12] Los Estudios de Género se remontan al aporte de Simone de Beauvoir, quien sin proponérselo en 1949 inició una indagación sobre la condición femenina en la historia a partir de la problematización de las cuestiones del sexo y su relación con el género. Hacia fines de la década del 50 los movimientos de liberación de las mujeres y los feminismos euro-americanos influyeron en el campo académico, promoviendo una importante producción de textos sobre las relaciones de poder asimétricas con base en la diferencia sexual. Así surgieron los “Estudios de la Mujer”, que posteriormente derivaron en las “Teorías de Género”. Aunque hacia el interior de este campo epistemológico, haya diferencias significativas, se caracteriza por la producción de conocimiento desde perspectivas multi-transdisciplinarias que utilizan la categoría de género como una herramienta que permite explicar desigualdades y relaciones asimétricas de poder entre sujetos, enfocadas en la diferencia sexual.

[13] En este sentido, se deben mencionar el valor de los aportes teóricos de Ticio Escobar y las reivindicaciones del arte indígena en el contexto institucional paraguayo, específicamente en el Museo del Barro de Asunción. Rescatar las consideraciones teóricas de este autor y sus proyecciones en el ámbito de la gestión institucional del patrimonio, pueden servir de modelos positivos para la configuración de las historias del arte del NEA, en la que el arte indígena aún constituye una deuda pendiente de los estudios académicos. En otro orden, las reivindicaciones de las artistas mujeres que propone la historia del arte, en correspondencia con los Estudios de Género y la historia crítico-feminista ha resultado de gran impacto para la revisión disciplinar. Ver: ESCOBAR, Ticio; La belleza de los otros: arte indígena del Paraguay, Servilibro, Asunción, 2012.

[14] Pensando en el caso de México, Van Young afirma que las regiones son buenas para pensar tanto en el plano empírico-histórico como teórico: “En el caso histórico, las regiones parecen corresponder en cierta forma a horizontes naturales, a categorías empíricas naturales, para ubicarnos en un espacio que probablemente no ha cambiado mucho desde los tiempos preindustriales, es decir, el espacio real en sí mismo, su tamaño, puede haberse alterado, pero posiblemente la idea no (…) en el campo teórico, el análisis regional ayuda a resolver la tensión entre la generalización y la particularización”. VAN YOUNG, Eric; “Haciendo historia regional: Consideraciones metodológicas y teóricas”, en PÉREZ HERRERO, Pedro (compilador); Región e historia en México (1700-1850); Instituto Mora/UAM, México, 1991, pp. 99-122.

[15] BANDIERI, Susana; “Acerca del concepto de región y la historia regional: la especificidad de la Norpatagonia”; en Revista de Historia, N° 5, 2014, p. 277-293. Disponible en: http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/historia/article/view/688/709 [Consulta: 09/09/2017]

[16] Íbidem, pp. 277-293.

[17] BANDIERI, Susana; “La historia en perspectiva regional. Aportes conceptuales y avances empíricos”; en Revista de Historia Americana y Argentina, Nº 1, Vol. 52, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2017. Disponible en: http://revistas.uncu.edu.ar/ojs/index.php/revihistoriargenyame/article/view/1217/784. [Consulta 8/09/ 2018]

[18] Véase “Introducción” en FERNÁNDEZ, Sandra; Más allá del territorio: la historia regional y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2007, p. 9.

[19] Véase SARA, Mata; “Historia regional”; en Revista Avances del CESOR, N° 2, Año II, ISHIR (CONICET-UNR), Rosario, 1999, p. 111.

[20] LEON, María Silvia; “Historia y Región. La historia regional de cara al siglo XXI”; en Folia Histórica del Nordeste, N° 24, Instituto de Historia-IIGHI UNNE.CONICET, Resistencia, 2015, p. 173.

[21] Ibídem p. 173.

[22] LEONI, María Silvia y SOLÍS CARNICER, María del Mar; “Los procesos de regionalización en el Nordeste Argentino en las décadas de 1960 y 70: el aporte de las Ciencias Sociales”; en Revista Tempo, Espaço e Linguagem, N° 1, Vol. 9, UNICENTRO, Irati, 2018, p. 32-43.

[23] La Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura (FADyCC) fue creada en el año 2010, surge como respuesta a la demanda de formación que plantea la diversidad artística y cultural del Nordeste argentino. Es una de las 11 Facultades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y posee una oferta de cuatro carreras: Turismo, Artes, Gestión y Desarrollo Cultural y Diseño de Imagen, Sonido y Multimedia.

[24] UNNE. Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura. Plan de estudios de las carreras Licenciatura en Artes Combinadas, Licenciatura en Gestión y Desarrollo Cultural y Tecnicatura en Diseño de Imagen, Sonido y Multimedia. Disponible en: http://www.artes.unne.edu.ar [Consulta 19/08/2017]

[25] ACHA, Juan; “Hacia la sociohistoria de nuestra realidad artística”; en Plástica latinoamericana, San Juan, Puerto Rico, N° 12, Vol. 1, 1984, pp. 21-24.

[26] Insistiendo durante los primeros años sobre la inexistencia de estudios académicos que aborden las producciones de artistas mujeres tanto como las ideas estéticas de comunidades no occidentalizadas o de producciones artísticas de circulación en ámbitos populares (no instituciones oficiales), desde la cátedra se comenzaron a desarrollar proyectos de extensión e investigación sobre las artes de la región. El estudio histórico de las artes del Nordeste, se presenta aún como un área de vacancia entre las investigaciones académicas, en las que se percibe la imperiosa necesidad de involucrar a nuevas/os investigadoras/es.

[27] La formación de posgrado en Historia Regional del equipo docente posibilitó la ampliación de material de estudio y el enriquecimiento de las líneas de abordaje de los fenómenos en clave regional, al mismo tiempo permitió desarrollar resultados de proyectos de investigación que en la actualidad constituyen material bibliográfico de la cátedra.