El método retrospectivo: En la Escuela Industrial Superior de Santa Fe (Universidad Nacional del Litoral)(*)

 

 

Susana Simián de Molinas(**)

 

 

I. Cómo surgieron las primeras experiencias

 

Después de haber tratado en la primera parte de este trabajo sobre los fundamentos, ventajas, formas de aplicación y posibilidades de explotación del método retrospectivo nos ha parecido que una relación de las primeras experiencias, sus resultados, la evaluación realizada en 1966 y las conclusiones a que hemos arribado finalmente, después de tres años más de práctica, puede contribuir a esclarecer algunos puntos que aún ofrecen dificultades y, sobre todo, a animar a quienes intentan la tarea y por momentos se sienten desalentados.

En el capítulo primero de esa primera parte hemos tratado con bastante detenimiento los múltiples problemas que plantea la enseñanza de la historia, especialmente a nivel secundario, para luego señalar en qué medida algunos de ellos podían solucionarse con la aplicación del método retrospectivo.

En esta segunda parte y para que se vea claro por qué nos decidimos a intentar cambios en el contenido antes que en el método, vamos a mostrar cuáles eran los otros inconvenientes específicos que, unidos a los ya mencionados de orden general, convertían en empresa muy ardua el intento de que los alumnos de cuarto año de la Escuela Industrial Superior de Santa Fe aprendieran historia. En efecto: en ese curso la asignatura se denomina “Historia de las instituciones políticas y sociales argentinas” (desde 1810 hasta nuestros días) y, como es fácil comprender, su objetivo es profundizar exclusivamente los aspectos institucionales de la misma historia que se estuvo en tercer año, es decir, historia argentina (desde el descubrimiento de América hasta nuestros días).

Cabe agregar que en quinto año los alumnos tienen “Historia constitucional argentina”.[1]

¿Puede darse mayor absurdo? La historia de tercer año por extensa no logra nunca ser integral, y por idéntica razón tampoco se termina jamás el programa. Lo mismo ocurre en cuarto año y, sin embargo, en tercero, cuarto y quinto se producen numerosas superposiciones de temas. Además, ¿qué representa esa “historia de las instituciones políticas y sociales” de cuarto año? Una absoluta falta de adecuación al concepto actual científico de historia, que no es nuevo, puesto que se impone definitivamente en el IX Congreso Internacional de Ciencias Históricas de París (1950) y que Vicens Vives expresa en esta forma: “Historia es un modo de saber cómo se está en el mundo” (...) “El historiador debe reconocen historiando” (...) “Así se nos presenta la nueva historiografía. Una tentativa generosa para comprender la humanidad en su experiencia total, sin prevenciones de ningún género, sabiendo que para la mayoría de la gente el hambre ha sido el móvil más poderoso de su actitud en la vida, pero sin negar el efecto trascendente en la articulación social de una postura ética o de un pathos religioso” (...) “En una palabra, la historia del hombre sociedad”. Y refiriéndose ya en particular a la “Historia general de las civilizaciones”, Vicens Vives dice “que es a la vez historia política y geografía humana, análisis de la demografía y del movimiento económico, escudriñamiento de la mentalidad social y de la intimidad religiosa” (...) “En realidad... debería titularse «Historia social universal»” (...) “Historia social quiere decir que se ha renunciado definitivamente al catalejo de la personalidad de un grupo reducido de personalidades para otear el horizonte histórico, y que en adelante es preciso hacer un esfuerzo de imaginación para situarse en el terreno de sus múltiples creadores sociales: todos los oficios, clases, castas y jerarquías al unísono en una tensión o en un éxtasis mancomunado”.[2]

¿Puede concebirse nada más contrario a este concepto que una historia de las instituciones políticas y sociales, “que tiende naturalmente a magnificar esos aspectos pues se ocupa sólo de ellos (aunque los otros estén implícitos) subestimando todo el contexto económico, cultural, social y político, todo el quehacer humano, toda esa experiencia - total” dentro de lo cual se destacan las “instituciones”, como único objeto de su estudio?

¿Puede extrañar que esa historia carezca de todo interés para los jóvenes y también para los adultos? Por el contrario, es perfectamente lógico que así sea, puesto que no responde a ningún interés vital, está desconectada de la realidad y es difícilmente inteligible porque se convierte en verdadera abstracción, muy difícil de insertar en lo que estudiaron el año anterior en forma apresurada e incompleta.

Por lo tanto nuestra primera modificación consistió simplemente, sin alterar el nombre de la materia ni el lineamiento general del programa, en tratar de hacer de ella, agregando contenidos, una historia integral, lo cual era más racional pero al mismo tiempo una repetición ampliada de parte de lo que habían visto en tercer año con idéntica imposibilidad de abarcar todo el proceso histórico hasta nuestros días.

Fue entonces, y por las razones en que ya hemos abundado, que nos decidimos a poner en práctica el método retrospectivo.

 

II. Experiencias de 1964 y 1965

 

Con tal fin en 1964 iniciamos en una sola de las tres divisiones de cuarto año que teníamos a nuestro cargo la primera experiencia que consistió: 1) en ampliar el contenido del programa para convertirlo en una historia integral, y 2) en comenzar el estudio a partir del momento actual y por medio del método retrospectivo abarcar, por lo menos, hasta el último tema dado por el grupo de alumnos el año anterior, o sea en tercero.

Los resultados positivos que a fin de año se pudieron apreciar en forma inmediata fueron:

a)                 Los alumnos tuvieron una visión bastante completa de toda la historia argentina.

b)                 Iniciaban el estudio con enorme interés al tratar temas de actualidad o muy recientes que no habían analizado nunca.

c)                  Ese interés se atenuaba un poco cuando volvían a manejar asuntos o acontecimientos conocidos, pero a pesar de ello el descubrirlos bajo un nuevo aspecto como causa de un proceso del que ya tenían noticias les acordaba un prestigio que antes no percibían.

d)                 Cuando se abordaron temas polémicos hubo un rápido acostumbramiento al debate bastante ordenado, en el cual se expresaban con libertad respetando todas las opiniones.

Para no crear dificultades a los integrantes de ese curso (únicos que usaban el método retrospectivo), en los exámenes finales orales con tribunal formado por tres miembros, la revisión y el programa de examen se hicieron con el sistema tradicional. Por lo tanto el programa organizado en períodos sólo difería del oficial, que seguían los otros cursos, en que se iniciaba con los antecedentes de la Constitución de 1853 en lugar de empezar en 1810 y llegaba hasta la actualidad en lugar de hacerlo hasta 1890 ó 1916.

En 1965 la misma experiencia se hizo en las tres divisiones de cuarto año en que llevábamos la asignatura también con resultados alentadores, como en el caso anterior, en cuanto al balance final. Porque en el ínterin las dificultades a que hemos hecho referencia en la primera parte se presentaron en forma muy aguda. La escasa preparación del profesor en la aplicación del sistema; los hábitos arraigados en profesor y alumnos de trabajar con el enfoque progresivo; la falta de texto adecuado, de bibliografía suficiente y de material didáctico de todo tipo llegaron por momentos a parecer obstáculos insuperables, y en esos casos era muy fuerte la tentación de abandonar el nuevo camino para volver al viejo método que no presentaba problemas de aplicación.

Siempre nos detuvo el recuerdo de las clases aburridas que tanto nos habían mortificado, contrastando con el interés logrado en las nuevas experiencias y que no desaparecía pese a las dificultades que sufríamos por igual educandos y educadores.

 

III. Experiencia de 1966

 

1.  Preparación

A fines de 1965 en reunión del Departamento de Historia y Geografía de la escuela se consideró la necesidad e importancia de realizar una experiencia formal y sistemática para obtener una adecuada evaluación del método.

Debidamente autorizados por la Dirección proyectamos la forma de llevar a cabo la evaluación, resolviendo seguir el camino elegido por C. C. Crawford y William L. Walker y relatado en “Un experimento en la enseñanza retrospectiva de la historia”.[3] En este artículo se señala que el experimento se hizo sobre temas de historia americana en los primeros años de la escuela secundaria. Para ello, dicen: “se enseñó a una clase siguiendo el método usual prospectivo y a otra clase por el método retrospectivo. Se hizo un esfuerzo para igualar a los estudiantes con respecto a todos los factores que podrían afectar los resultados del trabajo, de manera que cualquier diferencia entre los resultados alcanzados pudiera adscribirse directamente a diferencias en la eficacia de los métodos empleados.

“El tiempo total empleado en el experimento fue de doce semanas y este tiempo fue dividido en seis semanas cada uno. El grupo I usó el método retrospectivo durante las seis primeras semanas, en tanto que el grupo II usó el método prospectivo; luego los procedimientos fueron invertidos en el segundo período neutralizando de esta manera cualquier diferencia que pudiera haber existido entre los grupos o entre las dificultades del material estudiado.”

En nuestro caso no fue muy fácil igualar a los grupos con los cuales se haría el experimento; lo más que nos podíamos permitir en ese sentido era elegir, entre las tres divisiones de cuarto año a nuestro cargo, las dos que nos parecieran más parejas como nivel de rendimiento, basándonos en los resultados generales logrados en el año anterior.

Habiendo estudiado ese aspecto nos decidimos por cuarto “A” y cuarto “C”, aunque había un elemento importante de diferenciación: el distinto número de alumnos en cada división, diecisiete y veintiséis, respectivamente.

Por supuesto no podíamos hacer el estudio por períodos históricos porque eso nos hubiera obligado a tomar artificialmente un punto de partida que era probable no conectara con ningún conocimiento anterior de los alumnos. De modo que, igual que en el caso de Crawford y Walker, decidimos estudiar dos temas organizados en torno de un problema central. En nuestro caso debían ser elegidos con especial cuidado porque los alumnos seguían el curso normalmente y tenían que aprobar la materia en la misma forma que los demás.

Es decir, que los temas debían poseer por lo menos tres condiciones: ) un contenido suficientemente rico para que a través de él se pudieran indagar procesos relacionados con un buen número de aspectos de la vida nacional, engarzados en períodos importantes de la historia argentina; ) que pudieran ser estudiados en su desarrollo total, es decir, desde la situación en que el problema central se encontraba en la actualidad hasta su origen, y 3°) que los dos temas pudieran ser analizados en el término del año lectivo a fin de poder cumplir con el siguiente aspecto del experimento que intentábamos imitar: que cada curso alcanzara a abordar en forma completa un tema con el método progresivo y otro con el retrospectivo, alternativamente.

Teniendo en cuenta esas condiciones y después de reflexiones y vacilaciones, fueron propuestos a los alumnos tres temas, entre los cuales debían escoger dos:

a)         “El movimiento obrero argentino”.

b)                 “Los partidos políticos”.

c)                  “El problema de la distribución de la tierra”.

Por amplísima mayoría, casi por unanimidad, tanto en cuarto “A” como en cuarto “C” se decidieron por el tema a); la elección del segundo tema, que recayó en el b), fue más debatida y la mayoría obtenida no tan amplia como en el primer caso.

Naturalmente, se les puso en antecedentes de la experiencia que se intentaba realizar, su importancia, forma de ejecución, resultados que cabía esperar, interesándolos de tal manera que respondieron con una actitud decidida de cooperación responsable.[4]

No hubiera resultado posible realizar la experiencia sin interiorizarlos de ella, porque la preocupación de que no seguían el programa oficial y, por lo tanto, qué pasaría cuando llegara el momento del examen final; el tener conciencia, los que habían empezado con el método retrospectivo a través de los contactos con otros cursos, de que se les exigía en cierto modo un mayor esfuerzo sin encontrar para ello ninguna explicación, etcétera, podía provocar una actitud negativa que influyera peligrosamente en el resultado del experimento.

Elegidos los dos temas se decidió por sorteo quiénes empezarían utilizando el enfoque retrospectivo, lo cual correspondió a cuarto “A”; por lo tanto cuarto “C” estudiaría el mismo tema a), “El movimiento obrero argentino”, en forma progresiva. Con el tema b) se haría a la inversa.

El programa del tema a) se había elaborado cuidadosamente con los dos enfoques de tal manera que no hubiera diferencias en el contenido. Los puntos que se analizaron en uno y otro curso fueron, pues, más o menos los mismos, pero en la práctica la utilización de distinto método obligó a introducir, en forma imprescindible, algunas variantes.[5]

 

2.  Realización

El interés que el tema a) despertó en las dos divisiones fue enorme; se trataba de un contenido absolutamente novedoso para los alumnos y además ese año conectado con problemas de palpitante actualidad: reglamentación de la Ley de Asociaciones Profesionales, plan de lucha de la CGT.

Muy pronto, sin embargo, se notó una diferencia favorable a cuarto “A”. Podía influir en este aspecto la cohesión que es posible lograr entre diecisiete alumnos y que sin duda llega a ser más estrecha que entre veintiséis; pero, además, era fácil advertir que cuarto “C”, que había empezado a estudiar los orígenes del movimiento obrero en la década del 70, si bien ocasionalmente hacía preguntas sobre los conflictos obreros de ese año, 1966, no podía reaccionar como cuarto “A”, que estaba inmerso en esa realidad del momento, que vivía y analizaba al mismo tiempo. Sobre esa actualidad los alumnos podían aportar datos recogidos en la prensa, entre sus familiares, en la calle. En cambio, en cuarto “C” las preguntas y debate sobre un problema, del que no tenían más noticias que los datos que iban obteniendo a través de los elementos que se les brindaba para el estudio, si bien se presentaban, eran mucho menos numerosos y no provocaban un interés vital.

Es importante señalar que antes de iniciar el estudio se dictó a los alumnos una guía de trabajo en forma de cuestionario y la bibliografía fundamental. Contábamos también con algunas pocas fichas documentales de las que he mencionado en la primera parte.

Al terminar el estudio del tema a) se dictó otro cuestionario mucho más minucioso que la guía de trabajo, tratando de abarcar la totalidad de los puntos que habían sido tratados, sobre todo, en sus aspectos esenciales. Sobre esta base los alumnos se prepararon para la comprobación escrita, cuyo temario se adjunta.[6]

Los resultados de la prueba, en cuanto a comprensión y fijación de conocimientos, fueron satisfactorios en ambos cursos, tal como puede apreciarse a través de las gráficas y porcentajes siguientes. Sobre diecisiete alumnos en cuarto “A” hicieron la prueba dieciséis, y veinticinco sobre veintiséis en cuarto “C” por ausencia justificada de un alumno en cada curso.

 

 

Calificación de “sobresaliente"

6,25 %

Calificación de “distinguido"

50 %

Calificación de “bueno"

25 %

Calificación de "regular"

18,75 %

 

 

 

Calificación de “sobresaliente"

4 %

Calificación de “distinguido"

34,5 %

Calificación de “bueno"

50 %

Calificación de "regular"

11,5 %

 

El porcentaje de calificación “regular”, mayor en cuarto “A”, que trabajó con el método retrospectivo, en número de alumnos, en cambio, es igual a cuarto “C”; es decir: tres alumnos en cada curso obtuvieron calificaciones de 4 y 5. Como señalábamos al principio la diferencia en el número de integrantes de cada grupo fue un factor negativo para una correcta evaluación.

Con respecto a la segunda parte de la experiencia se hizo sobre el tema “Los partidos políticos argentinos”. Ya señalamos que en su elección no hubo unanimidad pero sí una mayoría apreciable. Algunos se inclinaron hacia el estudio de “La distribución de la tierra en el país”, pero los aspectos económicos en general suelen aparecer a priori como difíciles ante los alumnos, si bien una vez que se los inicia en el trabajo, con estadísticas y datos concretos de, diversos tipos, terminan por interesarse enormemente.

El tema b)[7] había sido planeado con igual cuidado que el a), pero en lo que hace a su desarrollo, en parte para obviar la falta de material bibliográfico, sobre todo para el estudio de los partidos políticos en la actualidad, y en parte para introducir una variante en las técnicas de trabajo que podía resultar estimulante, distribuimos el tema en equipos para su estudio. Fue un error porque el distinto número de alumnos de cada curso obligó a organizar tres equipos en cuarto “A” (que esta vez trabajaba con el método prospectivo) y uno en cuarto “C”; esto significó un importante elemento de diferenciación entre ambas divisiones cuando, por el contrario, se hubieran debido eliminar todas las desigualdades posibles dentro de lo que estaba a nuestro alcance.

El aquel momento pensamos que las ventajas que creíamos obtener compensarían los inconvenientes.

Los equipos se dedicaron con mucho entusiasmo a elaborar el tema que tenían asignado y esto los llevó a ocupar en su desarrollo y exposición mucho más tiempo que el necesario. Sobre la marcha se intentaron varios recursos para contrarrestar ese inconveniente: los cuadros sinópticos que al principio el equipo hacía en el pizarrón y los compañeros copiaban en sus cuadernos fueron reemplazados por esquemas muy sintéticos y por la distribución a la clase de resúmenes previamente corregidos por el profesor; es decir, que este último trabajo lo hacía cada equipo bajo control del profesor fuera de las horas de clase.

Sobrevino también una interrupción de las clases durante un mes a raíz de problemas universitarios y aunque esto no se puede considerar como fundamental influyó para acentuar el retraso que llevábamos sobre el tiempo revisto, por cuanto al volver a clase hubo que hacer una rápida revisión antes de proseguir con el tema. La prolongación del año lectivo no compensó totalmente los días perdidos, y además por otros motivos (menor rendimiento que se advierte siempre al final del año por razones de clima, etcétera) la recuperación no fue total.

Por todo esto los dos cursos no alcanzaron a trabajar sobre los mismos puntos por cuanto no terminaron el tema; los alumnos de cuarto “A”, después de referirse a los primeros grupos y tendencias políticas que existieron en el país en los años inmediatamente anteriores y posteriores a 1810 estudiaron el federalismo y el unitarismo, sus ideas políticas, económicas y sociales, su acción y realizaciones y, por último, la Generación del 37, su ideología e influencia en la organización nacional.

Ante el pedido de los alumnos se dedicaron las tres últimas clases a la consideración, muy superficial y rápida por cierto, de los partidos políticos actuales, su función, sus programas. Esta parte no fue considerada dentro de los puntos a evaluar.

En cuarto “C” se reseñó el panorama político del país en ese momento, las posibles causas del pluripartidismo, la función de los partidos políticos en la democracia. Se analizaron los programas, divisiones sufridas y origen de los partidos: Conservador, Radical, Peronista, Demócrata Progresista y Demócrata Cristiano. Sobre el partido Socialista se había hablado suficientemente en los dos cursos al desarrollar el tema a). También se mencionaron los sistemas electorales ensayados en el país. Es decir, que los alumnos lograron una visión más o menos completa de la historia argentina desde nuestros días hasta 1890 porque, naturalmente, al hablar de los distintos partidos fue lógico referirse a su obra de gobierno en lo que tuvo de más trascendente.

En definitiva, y pese a lo previsto, en esta etapa las dos divisiones trabajaron sobre temas distintos porque al no terminarlos, el contenido se refirió a épocas diferentes; ni siquiera llegaron a encontrarse. En consecuencia no pueden derivarse de ella pautas seguras para la evaluación del método pero sí algunos aspectos que señalaremos en el próximo ítem.

 

3.  Resultados

Vamos a indicar los resultados positivos obtenidos que consideramos realmente indudables, así como los errores y limitaciones que estamos obligados a reconocer y sus causas probables.

1)                  El hecho de que en la prueba para evaluar los resultados del aprendizaje del tema a) sobre el total de alumnos de los dos cursos ninguno resultara aplazado, dos obtuvieron 4, y cuatro sacaron 5 nos parece una demostración de que el trabajo de preparación previa del tema, elaboración del programa y la forma de presentarlo a los alumnos habían sido correctos.

2)                  Al pasar de un tema a otro y, por lo tanto, al tener que cambiar de método, cuarto “A”, que había trabajado con el método retrospectivo, expresó vivamente su pesar por no continuar con el mismo sistema; es decir, el enfoque retrospectivo les había interesado y, puesto que pedían continuar con él, eso significa que no habían encontrado demasiadas dificultades.

3)                  El cuestionario que se tomó al terminar el tema a) pareciera demostrar que en cuanto a comprensión y fijación de conocimientos no podemos sacar conclusiones suficientemente seguras sobre si uno u otro método influyó en el logro de resultados evidentemente satisfactorios que se reflejan en las gráficas y porcentajes incluidos el ítem anterior. Habría que reflexionar sobre cuál puede ser en este aspecto la influencia del distinto número de alumnos de cada curso, y también comparar individualmente el rendimiento de cada alumno con el logrado en otras materias, e inclusive el logrado en historia en años anteriores.

4)                  Por lo que se ha dicho sobre las condiciones en que se trabajó con el tema b) está claro que ello no nos sirve para una evaluación de los resultados del método retrospectivo pero sí para corroborar algunas conclusiones: el método regresivo permite ganar tiempo, pues mientras los alumnos de cuarto “C” analizaron un período de casi ochenta años y sumamente complejo, en igual lapso pero con el método prospectivo los de cuarto “A” sólo abarcaron cuarenta años menos ricos en acontecimientos (desde el punto de vista que nos interesaba), y en que los problemas y planteos políticos fueron más simples. Descontando que en parte este resultado puede atribuirse a la mayor profundidad con que cuarto “A” abordó el estudio no queda duda que en buena proporción el tiempo ganado se debió a la diferencia de método.

5)                  Quedó corroborada la siguiente hipótesis de trabajo: al iniciar el estudio partiendo de hechos actuales el diálogo y el debate son más espontáneos. En efecto, al revés de lo que había ocurrido con el tema a), en esta ocasión cuarto “A” se mostró más pasivo que cuarto “C”.

 

Fue imposible por falta de ocasión, puesto que el desarrollo de la experiencia duró todo el año, aplicar además de los dos tests para comprobar los resultados de fijación inmediata, otro test dos meses después de haber concluido el experimento, como aconsejan Crawford y Walker “para medir la retención o la conservación de los resultados”. La tabla de resultados que ellos incluyen en su trabajo muestra, según sus propias palabras, “que las cifras son favorables al método retrospectivo total y abrumadoramente en lo que concierne a los resultados inmediatos” (...) “El test de retención administrado dos meses después de haber acabado el experimento no revela una ventaja tan grande en el método retrospectivo” (...) “Es natural que la diferencia sea menor en el test de retención... porque los resultados del experimento mismo están mezclados con las influencias de varios otros factores a medida que pasa el tiempo, de manera que el logro de un niño en el test diferido no es un indicador tan directo del método de enseñanza sino que se basa en el monto y método de su repaso y también en los otros elementos del aprendizaje que pudieron haber tenido lugar debido al estudio desarrollado en el período interviniente”.[8]

Pero en cambio el 3 de diciembre, después de terminadas las clases y cuando ya los alumnos conocían sus calificaciones finales (sólo dos de cada curso tuvieron que rendir examen por no haber obtenido 7 de promedio), para que fueran lo más espontáneos y veraces posible en sus opiniones, fueron convocados en la Escuela para que contestaran el cuestionario que acompañamos en el apéndice XI.[9] Siete de las preguntas están destinadas a conocer el pensamiento de los jóvenes sobre la experiencia a la que habían sido sometidos, y dos, la octava y la novena sobre problemas de absoluta actualidad, fueron incluidas para tratar de establecer en alguna medida cuál de los dos métodos los había habilitado para ubicarse mejor frente a la realidad nacional, ayudándolos a analizar con cierta lógica y corrección de criterio los problemas.

Para esa fecha ya estaba listo para presentar a la Escuela el informe sobre la experiencia con las conclusiones a que habíamos llegado. Por lo tanto, las respuestas de los alumnos a este último cuestionario y las apreciaciones que de ellas surgen no pudieron influir sobre las nuestras aunque resultaron en una buena proporción coincidentes. Del examen del cuestionario surgen las siguientes conclusiones:

1)                  A la totalidad de los alumnos el estudio realizado en ese año les había interesado más que otros cursos de historia, por distintas razones:

a)                 porque eran temas de actualidad o conectados con lo actual;

b)                 porque pudieron investigar;

c)                  porque hubo debates en clase;

d)                 porque les gustó el trabajo en equipo.

2)                  La totalidad considera que no hubo temas aburridos pero la mayoría considera que hubo clases monótonas, cansadoras, casi siempre entre las que estuvieron a cargo de los equipos:

a)                 porque las exposiciones fueron muy largas;

b)                 por la escasa participación del resto del grupo.

3) Las opiniones están equilibradas entre los que prefieren el método retrospectivo y los que se inclinan por el sistema tradicional:

a) prefieren el retrospectivo: a´) por novedoso y porque permite mayor vinculación con temas actuales; también porque las clases son más activas; a”) pero lo encuentran difícil de manejar por falta de costumbre y de un texto-guía;

b) prefieren el método tradicional porque encuentran en él un encadenamiento más lógico de los hechos, porque están habituados a usarlo y porque el sistema retrospectivo los confunde.

4)                  Todos creen estar en mejores condiciones que antes para comprender la  realidad actual del país.

5)                  Treinta y seis alumnos declaran interesarse más que antes por los problemas de actualidad; entre ellos uno dice el cien por ciento más, y dos o tres algo más. Dos declaran que se interesan muy poco más, y uno que no se interesa.

Varios han confundido realidad actual del país con situación política actual, y debemos reconocer que no advertimos que fuera necesario hacerles una aclaración previa al respecto.

6)                  Cuando se les pide sugerencias para que el estudio sea más provechoso proponen seguir como ese año en cuanto a contenidos de la asignatura y método de estudio. Las variantes son:

a)                 solucionar el problema del material didáctico;

b)                 evitar la monotonía de algunas clases de equipo;

c)                  que el profesor intervenga menos en clase.

Hay dos alumnos que incluirían en el programa temas mundiales y uno sobre la situación de Argentina frente al mundo. Dos alumnos quieren apuntes para ir a lo seguro. Dos piden volver al método tradicional y dos quieren más imparcialidad.

7)                  Con respecto a la pregunta 8, vinculada con el tema a) que fue estudiado en cuarto “A” con el sistema retrospectivo y en cuarto “C” con el progresivo, las respuestas fueron:

En cuarto “A”: 50% analiza en forma lógica el problema propuesto; 25 % contesta sin reflexionar; 25% no contesta.

En cuarto “C”: 48 % no contesta; 35 % contesta en forma lógica; 17% contesta sin analizar el problema.

Con respecto a la pregunta 9, vinculada con el tema estudiado en cuarto “A” con el sistema tradicional y en cuarto “C” con el sistema retrospectivo, los resultados son éstos:

En cuarto “A”: 75 % contesta en forma lógica; 25% contesta en forma ilógica.

En cuarto “C”: 82,5 % contesta en forma lógica; 17,5 % contesta en forma ilógica.

Estos resultados parecerían indicar que el método retrospectivo los ha habilitado mejor que el progresivo para comprender los problemas de actualidad. Pero naturalmente hay otros factores que computar; por ejemplo: que dentro del mayor número de alumnos en cuarto “C” hay un grupo más numeroso menos capaz que en “A”, por lo cual esto no debe tomarse sino como un dato interesante para sumar a los que se obtengan en futuras experiencias.

 

IV. Conclusiones

 

1)                  Las apreciaciones de los alumnos coinciden en general con las nuestras.

2)                  Los alumnos descubren y señalan las fallas fundamentales: falta de material didáctico y carencias del profesor; tendencias de éste, pese a todo, a intervenir demasiado en clase, obligándola a volver a una función pasiva, y falta de pericia suficiente en el manejo del método retrospectivo por cuanto a veces los confunde.

3)                  La mayor pasividad del grupo que nosotros atribuíamos a los temas y al método puede ser verdadero en alguna medida; pero las respuestas de los alumnos sugieren que se debió en gran parte a errores en la aplicación de la técnica del trabajo de equipo.[10]

4)                  El método retrospectivo presenta mayores dificultades de aplicación que el tradicional, atribuibles principalmente a hábitos- contrarios arraigados en profesores y alumnos.

5)                  En general las ventajas que preveíamos al enfrentar el cambio son reales y se logran en forma satisfactoria: interés por la asignatura; ahorro de tiempo al ir a lo esencial sin caer en detalles innecesarios; vinculación permanente con lo actual; posibilidad del debate, actividad y socialización de la clase; promueve la investigación y elaboración personal y elimina el lastre que significa el libro de texto como material didáctico exclusivo.

6)                  Queda ampliamente demostrada la atracción que sobre los adolescentes ejercen los temas vinculados con la problemática actual, nacional y universal.

7)                  En caso de repetir la experiencia hay que tener en cuenta la necesidad de:

a)                 formar dos divisiones lo más parejas posibles en cuanto al número de alumnos, nivel intelectual, etcétera, o, mejor aún, realizar la experiencia en un solo curso;

b)                 utilizar las mismas técnicas al aplicar los dos métodos, pero nunca cambiar de técnica al cambiar de método porque esto introduce diferencias que perturban la evaluación final;

c)                  valorar en toda su importancia las dificultades que presenta la planificación de la forma en que se irán encadenando los hechos al aplicar el método retrospectivo; si ese trabajo previo está bien realizado no puede haber resultados deficientes.

Por distintas circunstancias no ha sido posible hasta la fecha realizar una nueva evaluación sistemática del uso del método.

Sin embargo se ha seguido empleando y en la actualidad se usa en la Escuela en casi todas las divisiones de cuarto año, que en total son siete.

Las observaciones que se hacen y las normas que se dan en la primera parte de este trabajo muestran que la práctica ha obligado a cambiar algunos enfoques, afinar otros, afirmarse en ciertas actitudes y permanecer abiertos a la necesidad de introducir modificaciones en cualquier aspecto siempre que se vea la necesidad de ello; pero a esta altura se ha logrado suficiente seguridad en el manejo del método y confianza en la bondad de sus resultados como para no abrigar dudas por nuestra parte en cuanto a la conveniencia de generalizar su aplicación.

 

Bibliografía

 

CRAWFORD, C. C. y WALKER, William L.; “Un experimento en la enseñanza retrospectiva de la historia”, En: JERSILD, A. T.; WASHBURN, C. y otros; El niño en la escuela, Paidós. Buenos Aires, 1964. pp. 57-60.

DIBURZI, Nélida; MILIA, Leonor y SCARAFÍA, Inés. “El método retrospectivo en la enseñanza de la Historia. Algunas reflexiones a partir del compromiso docente de Susana Simián de Molinas”, En:

SIMIÁN de MOLINAS, Susana; El método retrospectivo en la enseñanza de la historia, Estrada, Buenos Aires, 1970.

VICENS VIVES, Jaime: “Prólogo: Hacia una nueva historia de la humanidad”, en: CROUZET, Maurice (dir.); Historia de las civilizaciones, Destino, Barcelona, 1967 (tercera edición española). Tomo I.

 



(*) Este trabajo reproduce el Capítulo V “En la Escuela Industrial Superior de Santa Fe (Universidad Nacional del Litoral)” del libro de Susana Simián de Molinas, El método retrospectivo en la enseñanza de la historia, Estrada, Buenos Aires, 1970.  El libro era el producto de una reflexión (historiográfica y didáctica) sostenida en la práctica de una experiencia realizada a mediados de los sesenta en varias instituciones educativas de la ciudad de Santa Fe. Precisamente ese es uno de los motivos por lo que elegimos el capítulo donde se desarrolla la experiencia en el nivel en la Escuela Industrial dependiente de la Universidad Nacional del Litoral; no obstante el objetivo mas concreto y preciso de volver a reproducir parte de su obra es rendir un homenaje a una autora y una perspectiva que fueron pioneras en la renovación de la enseñanza de la historia. Para mayor información Cfr. DIBURZI, Nélida; MILIA, Leonor y SCARAFÍA, Inés. “El método retrospectivo en la enseñanza de la Historia. Algunas reflexiones a partir del compromiso docente de Susana Simián de Molinas”, En:

(**) Susana Simián de Molinas se graduó de Profesora de Historia en el Instituto Nacional del Profesorado de Paraná y de Profesora de Francés en el Instituto de Idiomas de la Universidad Nacional de Córdoba. Durante años enseñó en el nivel superior, en el Instituto del Profesorado Básico y en el nivel medio en la Escuela Industrial, ambas dependientes de la Universidad Nacional del Litoral. En este último nivel también dio clases en el Colegio Nacional “Simón de Iriondo” y el Liceo Nacional de Señoritas “Dr. Victoriano Montes” donde también fue Rectora. En 1968 realizó un posgrado en la Universidad de La Sorbona en Paris, donde

vivió las jornadas del movimiento llamado “El Mayo Francés”. Ya retirada en 2010 fue incorporada a la Junta Provincial de Estudios Históricos de la Provincia de Santa Fe. Susana, nació en Córdoba en el año 1921, casada con Ricardo Molinas (importante político y jurista) con quien tuvo 5 hijos: Ricardo, Luis, Susana, María Liliana y Fernando; falleció en Santa Fe el 25 de enero de 2012.

[1] Este año la Dirección de la Escuela ha autorizado al Departamento de Historia y Geografía a planificar una reestructuración total del curriculum en esas materias y los trabajos están demorando a la espera de la Ley de Educación.

[2] VICENS VIVES, Jaime: “Prólogo: Hacia una nueva historia de la humanidad”, en: CROUZET, Maurice (dir.); Historia de las civilizaciones, Destino, Barcelona, 1967 (tercera edición española). Tomo I.

[3] CRAWFORD, C. C. y WALKER, William L.; “Un experimento en la enseñanza retrospectiva de la historia”, En: JERSILD, A. T.; WASHBURN, C. y otros; El niño en la escuela, Paidós. Buenos Aires, 1964. pp. 57-60.

[4] Cabe aquí reflexionar sobre el problema que plantea Wayne Dennis en la nota con que acompaña el capítulo de Crawford y Walker que hemos mencionado, y que consiste en lo siguiente: “el escoger un grupo y tratarlo de una manera diferente designándolo grupo experimental a menudo originará un espíritu grupal aumentado, un interés más elevado y mejores realizaciones” (...) “Es posible que los progresos en el aprendizaje se deban más a la atención especial que se da al grupo experimental que al método de enseñanza.” Creemos que esa apreciación es correcta y que si un profesor logra convencer con un argumento valedero —y por lo tanto real— a cada grupo de sus alumnos de que merecen —y efectivamente se les dedica- una atención un poco especial, lograría sin dudas mejor rendimiento de todos. Pero pensamos que en el caso que nos ocupa ese hecho no invalida el experimento porque si hay un estímulo extra se ejerce del mismo modo sobre los dos grupos e igualmente cuando los jóvenes trabajan con uno u otro método, de modo que la diferencia relativa de rendimiento se mantiene invariable.

[5] En el apéndice VIII se incluye el programa del tema a) bajo la forma progresiva y retrospectiva. Cfr. SIMIÁN de MOLINAS, Susana; El método retrospectivo en la enseñanza de la historia, Estrada, Buenos Aires, 1970, pp. 169-170.

[6] Apéndice IX. Cfr. Idem, 171-172.

[7] Apéndice X. Cfr. Idem, pp. 173-175.

[8] CRAWFORD, C. C. y WALKER, William L.; “Un experimento en la enseñanza retrospectiva de la historia”, En: JERSILD, A. T.; WASHBURN, C. y otros; El niño en la escuela, Paidós. Buenos Aires, 1964. p. 60.

[9] Vale la pena señalar que pese a que la asistencia era totalmente voluntaria, que en el resto de la carrera no volverían a tener a la misma profesora y que estaban en plena época de exámenes, sobre el total de cuarenta y tres alumnos faltaron solamente cuatro. Inclusive uno de los que asistieron, antes de empezar la prueba planteó que esa misma tarde rendía una materia previa y aunque se lo dejó en libertad de retirarse, cuando supo que el trabajo llevaría poco tiempo resolvió hacerlo. Lo que hacemos constar como una manera de ratificar lo que afirmábamos sobre el entusiasmo de los alumnos por la experiencia.

[10] En el capítulo tercero, al hablar de “técnicas de aprendizaje” se puede apreciar cómo a partir de esta experiencia de 1966 utilizamos el trabajo de equipo en forma completamente distinta y con magníficos resultados. En 1966 los equipos en el aula sólo hacían la exposición sobre temas preparados fuera de la escuela, y la exposición, inclusive, podía estar a cargo de un solo alumno, por lo cual la parte de trabajo en conjunto realmente no podía apreciarse. Cfr. Idem, pp. 54-59.