Entre
la guerrilla y el Peronismo de Base: la experiencia del Comando “Che Guevara”
de Rosario
Laura
Pasquali(*)
Las
líneas de investigación que presentamos aquí centran su interés en abordar un
tema escasamente explorado por la historia social, las relaciones entre las
organizaciones guerrilleras y el movimiento obrero. Y si bien la problemática
general a examinar son las organizaciones armadas y su inserción en el
movimiento obrero, nuestro propósito es desplegar ese objetivo a partir de un
caso de análisis particular: el de los comandos
marxistas armados que operaron en el área denominada Gran Rosario entre 1968
y 1972 sin tener relación de dependencia directa con los partidos centralizados, nacionales y con organización verticalista.
Nos
interesa especialmente demostrar que la realidad de los comandos ha sido mucho
mas compleja de lo que se supuso hasta ahora, y por eso se intenta rescatarlos
y diferenciarlos de los relatos que los han subsumido en la historia de las
grandes organizaciones armadas revolucionarias. En el proceso de constitución,
crecimiento, entrenamiento, lecturas, búsqueda de alianzas, también encontramos
la intención y acciones concretas tendientes a desarrollar vínculos con las
bases del movimiento obrero. Planteado el carácter ajeno de los comandos respecto de los partidos, el desenlace de ese
proceso implicó caminos diferenciados que condujeron o bien a su desaparición,
a su desarticulación pero también a la integración en esas organizaciones. La
experiencia del Comando “Che Guevara” es una más de las múltiples existentes en
este período.
Aquí
se sostiene además que estas organizaciones tendieron a establecer unas
relaciones horizontales con las bases
del movimiento obrero. Para el caso que nos ocupa el resultado de la
experiencia militante se tradujo en directas vinculaciones con una muy
particular organización del movimiento obrero, el Peronismo de Base que también
atravesó cambios y definiciones en el período señalado.
Esta
experiencia tuvo lugar en un espacio peculiar: la zona norte del cordón
industrial del Gran Rosario. Hacia mediados de la década del ‘60, el estímulo
industrializador dio a la ciudad y la zona un carácter productivo particular
cuya característica más relevante fue la alta densidad industrial y una
importante concentración de obreros. “Esta realidad industrial proyectó un
espacio geográfico nuevo que ya no tenía su eje en la ciudad de Rosario, sino
que involucraba a un conjunto de localidades cercanas. De aquí en más, cuando
se hablara de estructura industrial Rosario ya no sería Rosario, sino el Gran
Rosario”[1]. En el
caso de nos ocupa se trata de la zona norte del Gran Rosario y nos referimos a
San Lorenzo, Puerto general San Martín, Fray Luis Beltrán, Capitán Bermúdez,
Ricardone, Ibarlucea, Baigorria y también el barrio Empalme Graneros de la
ciudad de Rosario.
Nos
guiaremos en este recorrido a través de dos estrategias teórico-metodológicas,
tratando de articular los elementos provistos por la historia oral con aquellos
que devienen de la vertiente de la historia social marxista británica que se ha
denominado "historia desde abajo” [2]. Las
variadas formas de entrada a la historia oral se resuelven en este trabajo a
partir de testimonios recogidos mediante la técnica de entrevistas personales,
que nos posibilitan acceder a los temas, problemas, debates, ideas pero también
a experiencias y subjetividades que no quedaron asentadas en las tradicionales
fuentes que han sido reservorio de análisis privilegiado de los historiadores[3].
La
potencial superación de la proscripción del peronismo que implicaba el triunfo
de Frondizi rápidamente se esfumó y con ella la confianza en salidas
gradualistas propias del socialismo reformista. En este sentido, se asiste a
una progresiva radicalización de intelectuales que habían hecho seguidismo con
la propuesta del desarrollismo que
con tal consigna introduce el debate al interior de la clase obrera. En el
mismo registro, esta última va adquiriendo nuevas experiencias a partir de una
modalidad de lucha –la toma de fábricas– que se viene generalizando en el
período 1958-1966, que la acercan a orientaciones de izquierda mediante un
proceso de articulación dinámico y múltiple.
En
el mismo registro, desde la propia práctica de la clase obrera se condensa una
experiencia que tuvo como consecuencia acercar a muchos trabajadores hacia la
izquierda.[4]
En
este punto pueden plantearse dos cuestiones; por una parte, la noción de
violencia institucionalizada, por otra, la relación entre cultura popular y
violencia anti-sistema[5]. Los
movimientos armados revolucionarios fueron una de las múltiples formas de
expresión del conflicto y defensa de los sectores populares frente a un régimen
dictatorial y violento, de accionar represivo creciente; fueron parte de la
tradición de violencia política que tiene sus primeros referentes en las
guerras civiles del siglo XIX, en la tradición anarquista de principios del
siglo XX y, fundamentalmente, en las acciones de la Resistencia Peronista[6].
La
conflictividad obrera tiene una larga tradición de violencia (sabotajes o
enfrentamientos durante las huelgas); la violencia era algo cotidiano para el
trabajador argentino y las luchas políticas y sindicales también incluían eso.
Referencias a la lucha política y sindical aparecen en testimonios de
militantes de organizaciones armadas y en otros de trabajadores no
guerrilleros. La noción de violencia generalizada estaba extendida. Del amplio
abanico de temas que se debatían en el también profuso conjunto de organizaciones,
grupos y tendencias de izquierda, el tema de la violencia, no se cuestionaba;
la cuestión era cuándo y cómo.
De
las investigaciones que se han preocupado por rastrear las relaciones entre
clase obrera e izquierda, tomamos un trabajo que señala que el panorama
industrial heterogéneo en el Gran Rosario también implicó la existencia de un
igualmente heterogéneo retrato sindical, abordaje que cuestiona algunos
análisis sobre las prácticas militantes de la nueva izquierda peronista en el
gran Rosario, entre 1968 y 1976[7].
Específicamente acerca del Peronismo de Base (PB) y la Juventud Trabajadora
Peronista (JTP), se sostiene que el PB concentró sus esfuerzos en la zona norte
donde “habrían ganado la pulseada” a las corrientes marxistas consolidando su
control sobre la organización sindical de petroquímicos. Asimismo, Viano y
Aguila plantean la hipótesis sobre la idea de circulación de militantes al
interior del peronismo y entre diferentes organizaciones políticas; de este
modo se complejiza el mapa de la zona norte del Gran Rosario, depositando una
mirada y análisis crítico sobre un panorama que la historiografía siempre había
presentado en como si fuese un bloque sin matices. Es este sentido, este
planteo permite explicar alguno de los temas que surgen en nuestras
entrevistas. Y destaca que, en el caso particular del perfil sindical del norte
del cordón industrial del Gran Rosario, la burocracia sindical no era
hegemónica, la mayoría de los trabajadores era peronista, pero la izquierda
llegó a tener mucho peso, y predominaban las concepciones clasistas. Sobre las
organizaciones políticas y el activismo de izquierda que tenían influencias en
la zona se destacan el P.B. (Peronismo de Base), el Socialismo Revolucionario
(escisión del P.C.), la Célula obrera de la Federación Juvenil Comunista, la
Juventud católica socialista, peronistas e independientes; el PRT-ERP también
tenía algunos cuadros en la zona.
Regresamos
a la caracterización del mapa sindical nacional, sólo para recordar que, aunque
el vandorismo cuestionó el plan económico de Onganía, las condiciones políticas
habían cambiado desde los gobiernos radicales y el gobierno de la Revolución
argentina reaccionó agudizando las medidas contra los sindicatos, debilitando
las posiciones proclives a la negociación, y potenciando a la vez el
crecimiento de un tercer grupo llamado sindicalismo
combativo. Al mismo tiempo, surgió del Congreso de la CGT de marzo de 1968
la CGT de los Argentinos.
En
algún punto las definiciones antimperialistas, andictatoriales y
antiburocráticas de la CGT de los Argentinos tal vez hayan contribuido a la
radicalización de la clase obrera. De todos modos, aquí tuvieron vital
importancia militantes sindicales como Agustín Tosco (al frente de Luz y Fuerza
en Córdoba), y posteriormente el Peronismo de
Base que intentó definir desde la clase al movimiento obrero peronista. A su alrededor se fue reuniendo un nuevo grupo de
dirigentes gremiales, independientes de la burocracia sindical. Los nuevos
activistas orientaron sus acciones con criterios que tenían antecedentes tanto
en la resistencia peronista como en la CGT de 1936[8].
Poco
después, y como síntesis del creciente proceso de movilización anterior, Cordobazo y Rosariazos fueron el inicio de un proceso de agudización de la
protesta política y social y la lucha armada que, desde entonces y por varios
años se desarrolló en la sociedad argentina. Tan importante fue su impronta que
señala un punto de inflexión en el período que va desde 1966 a 1976. E
implicaron cambios desde varios puntos de vista: echaron por tierra muchos de
los proyectos de la “Revolución Argentina”, pusieron en cuestión el rol tutelar
de las Fuerzas Armadas. Una de las consecuencias fue la huida de capitales y la
baja en la inversión de capitales extranjeros. El descontento se trasladó hacia
el interior de las Fuerzas Armadas, que en un primer momento se mostraron
impotentes para neutralizar la movilización popular y una creciente actividad
de las organizaciones guerrilleras. Podemos afirmar que el periodo que se
extendió entre fines de la década del sesenta y la primera mitad de los años
setenta estuvo caracterizado por una intensa actividad política que involucró a
cada vez más amplios sectores de la sociedad argentina, por el auge de masas y
por el crecimiento de la izquierda (marxista y peronista). Fue un periodo de
intensa conflictividad social, producto de las políticas económicas
mencionadas. Sobre este panorama, se situaba a principios de los setenta el
debate sobre la proscripción del peronismo y los intentos de regreso de Juan
Domingo Perón al país.
Si
pudiésemos dividir la década, trazaríamos dos etapas en la constitución de las
organizaciones armadas en Argentina: la primera
signada por el surgimiento de las primeras expresiones de organizaciones
armadas inspiradas en su mayoría en la Revolución Cubana y la figura de Guevara[9]; y una segunda etapa, entre 1968 y 1976 en que
nacen nuevas organizaciones, mientras las ya existentes fueron aumentando su
número de militantes, adherentes y simpatizantes junto a su influencia en la
vida política y social. El grupo que nos ocupa, el comando “Che Guevara”
contuvo algunos elementos característicos de las organizaciones de la primera
fase, y otros de la segunda.
A
partir de los cambios de los procesos políticos y sociales, los comandos objeto
de nuestro estudio revelan un progresivo cambio en sus concepciones ideológicas
y políticas. Perciben con claridad las nuevas condiciones en las que se
desarrolla la dinámica social: la significación del Rosariazo y el Cordobazo,
el mayor desarrollo de la conciencia de clase que viene reflejando el perfil
obrero, el reconocimiento de que se estaba ante la conformación de un potencial
disrruptor frente a la burguesía. Esto los conduce a cuestionarse el foquismo, a pensar que la combatividad
también pasaba por la lucha en las calles y no sólo en el monte, y
fundamentalmente, a imaginar estrategias de coincidencia, inserción y trabajo
con las masas, en las fábricas. También se nota un punto de inflexión respecto
de los motivos y de los métodos de enfrentamiento y cuestionamiento a las
burocracias sindicales. De diversas maneras y en diferentes momentos, todas las
organizaciones elaboran y ponen en práctica estrategias de trabajo dentro del
movimiento obrero[10].
Y en el caso de muchos de los comandos independientes de los partidos
centralizados, se produce su anexión.
Coincidimos
con Pablo Pozzi cuando afirma que “la guerrilla en la Argentina fue un producto
del proceso histórico argentino y surgió estrechamente ligada al movimiento
social. En este sentido se nutrió de todos los sectores sociales de la
población y se desarrolló en estrecho contacto con los trabajadores y los
sectores más pobres de la sociedad argentina”[11]. Es
más, acordamos en que numerosos grupos guerrilleros además de alimentarse de la
lucha popular aportaron a ella; pero si bien esta hipótesis es constatada por
el autor para el período que se abre en 1969[12],
consideramos que es indispensable seguir reflexionando sobre las experiencias
anteriores, explicando la relación que establecieron con la sociedad y la
política argentina.
Entonces,
la guerrilla argentina debe entenderse como resultante social y política del
contexto local, y a la vez inmersa en los movimientos sociales revolucionarios
a nivel continental y mundial.
Un
abordaje desde la historia oral
De
las formas de abordar la investigación, aquí se destaca el recurso a las
fuentes orales, en particular las entrevistas realizadas a los protagonistas.
Por ello relevamos algunas de las situaciones y problemas que la práctica de la
historia oral suscita. Las entrevistas fueron realizadas a militantes de
organizaciones armadas (que no se incorporaron a partidos centralizados y los
que sí lo hicieron) y a militantes sindicales. Para entrevistar a los
protagonistas / militantes se partió de los siguientes temas: orígenes
políticos; formas de politización, acercamiento a la organización y/o al
sindicato u organización del movimiento obrero; visión sobre las relaciones
entre partido o comando y movimiento obrero; percepción de la zona o región en
que se desarrollaban las actividades. El trabajo a partir de las entrevistas se
basó principalmente en los testimonios de tres militantes del Comando “Che
Guevara” (una mujer y dos varones), dos militantes del Peronismo de Base, uno del
Socialismo Revolucionario, y tres militantes del
PRT-ERP, que tuvieron como objetivo establecer un marco de relación, apuntando
a la idea “de como eran vistos desde afuera”, desde las organizaciones
marxistas.
Breve
descripción del Comando en perspectiva social
El
comando "Che Guevara" comenzó a organizarse en 1968, a partir de un
grupo muy pequeño: estudiantes trabajadores, obreros y ex miembros de la
Federación Juvenil Comunista. Esta experiencia fue la continuidad de un proyecto
que se inició a principios de la década con contactos en Buenos Aires para
sumarse a la guerrilla de Jorge Masetti. Estaba formado por 6 miembros en el
grupo central y dos más que funcionaban en relación; se entrenaban en prácticas
de tiro en las islas del río Paraná y realizaron algunas acciones menores, casi
todas para recuperar armas y dinero. En el plano de la formación teórica y
política leían a Karl Marx, Regis Debray, y los textos de Ernesto Guevara. En
este punto confluían los dos planos: el ejemplo de Che Guevara como modelo de
militante, hacedor de la revolución. Según los propios testimonios, esto
implicó el desarrollo del foco de un modo un tanto esquemático (actitud fue en
detrimento de su participación activa en movilizaciones de masas como el Rosariazo, por ejemplo).
Una
de las acciones más espectaculares de este grupo fue la toma de la comisaría
20ª del barrio de Empalme Graneros de Rosario en abril de 1970 que tuvo
repercusiones importantes en el ámbito nacional, tanto por las detenciones que
se produjeron, el impacto en los medios de comunicación, las vinculaciones que
se han establecido con el PRT y las referencias a esta acción como el “origen”
del ERP. Estos enlaces no son casuales, y forman parte de un mismo problema:
históricamente se ha asimilado estos grupos pequeños a las mas influyentes
organizaciones armadas de entrados los años setenta. Pero la difusión de la
acción también puede explicarse por el impacto que tuvieron las detenciones
individuales: esto nos habla a las claras de las relaciones de los militantes
con su entorno: el barrio, los lugares de trabajo, las
redes familiares. Como resultado de esta acción, la mayoría de los militantes
son detenidos en la cárcel de Coronda (provincia de Santa Fe). Lo que resta de
la vida del Comando Che Guevara serán visitas frecuentes a la cárcel para
continuar el debate, vinculaciones en Rosario con algunos sacerdotes del
Movimiento de Sacerdotes por el Tercer
Mundo[13]
a través de la organización de una bloquera de cemento, “La Social” en la que
trabajaban ex presos y curas obreros. Es en ese momento en que se acercan
miembros del PB para hacer la propuesta de trabajo conjunto. Uno de los
militante del Comando, Mario, nos
dice que, en un primer momento dudaron de la viabilidad del trabajo. De todos
modos, trasladó esa propuesta al resto de los compañeros que estaban en
Coronda, y éstos se entusiasmaron con la idea.
Mario
: “Bueno, y en La Social trabajaba Maurici, que era cura, Pepe Ferrara, otro
cura..., Juan y yo. Un trabajo terrible, éramos todos muy amigos. Y ahí me fue
a ver el PB; [un compañero] y Garnero, nuestro reciente ministro de economía, a
mí no me interesaba mucho, para ser honesto, pero trasladé la propuesta [al
comando] ...
Como
resultado, quienes no quedaron presos, continuaron reivindicándose como Comando
“Che Guevara”, en alianza con el PB, en este caso. Todos los testimoniantes
reconocen en ese momento el inicio de una nueva etapa, incluso desde la
perspectiva del debate de ideas: quienes pasaron los primeros dos años en la
cárcel de Coronda, construyeron una relación más intensa con militantes del
PRT, y quienes no estaban en la cárcel, intentaron generar otros espacios de
activismo social, hasta entonces novedoso para el grupo. Lo primero hará
síntesis en el ingreso al PRT-ERP, lo segundo, en alianzas con el Peronismo de
Base de la zona norte del Gran Rosario.
Caracterizando
el PB de Rosario: hacia una explicación de la alianza
Intentaremos
una caracterización del PB a fin de explicar la alianza mencionada. Hacia fines
de los años ‘60, los grupos pertenecientes a la llamada “Nueva Izquierda”,
volcaron la mirada hacia la clase obrera; esta política de acercamiento e
inserción se llamó “proletarización”[14].
Concomitante con esto, el cordón industrial del Gran Rosario se presentaba como
un núcleo de oposición a la burocracia. En el caso del peronismo, “esto fue muy
marcado en una nueva corriente: el PB. Ya desde sus orígenes, en 1970, el PB
marcó la necesidad de crear una ‘alternativa independiente’ que se
caracterizara por su autonomía del accionar táctico de Perón y la autoexclusión
de las estructuras partidarias y sindicales del Movimiento”[15]. Según
este análisis, se destaca que otra de las particularidades del PB de la zona
norte de Rosario fue centrar su trabajo en las fábricas, definiendo sus
acciones hacia la clase obrera, y distanciándose de Montoneros: si éstos
tendían a militarizar a sus militantes universitarios, el PB tendió a
proletarizarlos.[16]
Los relatos de nuestros testimoniantes coinciden con este
análisis.
De
los entrevistados que nos hablaron del PB, todos menos uno, coincidieron en la
particularidad del PB de zona norte del gran Rosario. Por ejemplo Nicolás, militante del Socialismo
Revolucionario (S.R.) asegura que “al PB
de zona norte se unía la columna Sabino Navarro, por eso tienen posturas más
clasistas. Tienen influencias en ceramistas; a medida que se hacen más
clasistas se acercan al S.R.” Uno de los miembros del PB (Jorge), referente con importante
presencia en la zona norte del cordón industrial, así como el contacto entre PB
y Comando Che Guevara (Mario)
sostienen los mismo. De todos modos el primero insiste en que la influencia fue
externa, como “hecho político”, apurándose a aclarar que el epicentro siempre
fue el sindicato petroquímico; este testimoniante resta importancia a la
militancia política frente a la sindical. Es curioso, ya que en otro momento de
la entrevista él mismo (Jorge) nos
dice que el desarrollo del PB en los centros fabriles tuvo un desarrollo
político mayor que cualquier otro sector[17], sin
embargo nada nos dice acerca de cuál era la línea política, más allá de la
adhesión al peronismo.
Pregunta:
¿El PB de zona norte era particular con respecto al resto de Rosario?
Respuesta:
”Por supuesto que sí, por la presencia fabril y por el grado de desarrollo que
hubo desde Granadero Baigorria hasta Puerto Gral. San Martín, todas las
fábricas tuvimos una presencia política real [...] salidas coordinadas de los
delegados de fábrica, con la propuesta de desoír a las direcciones sindicales y
sacar a la gente a la calle, movilizándose hasta Rosario, mientras la CGT y
toda esa sarta de delincuentes paraban y gritaban “gracias Isabel”, nosotros
salíamos a la calle. Después de eso tuve varios atentados, previo al golpe
militar”. Ese es un trabajo parido por los compañeros de zona norte, que no era
la realidad del resto de Rosario, acá había un desarrollo político inferior,
había presencia en zona Oeste y la zona de Villa Gobernador Gálvez y Villa
Diego. Había presencia en la UOM, que convergían en la lista azul en aquellos
momentos y presencias aisladas por el lado de la UEL.”
También
militante del PB, proveniente de una familia de la pequeña burguesía, católica
e Yrigoyenista, Héctor (quien comenzó
su militancia en la Acción Católica Argentina y se fue acercando al peronismo
por motivos estratégicos) discrepa con esta idea y ante la pregunta sobre si el
PB de zona norte se diferenciaba del resto (en tanto era clasista), responde
que el PB era bastante homogéneo, lo que pasa es que estaban tabicados[18] y hubo
desprendimientos, pero estos habrían obedecido a la situación política general
y de todos modos, esos desprendimientos fueron menores en el PB, no fueron
significativos.
Finalmente
Mario, militante del comando “Che
Guevara”, utiliza la primera caracterización del PB, lógicamente, para explicar
el trabajo conjunto. El relato se refiere al momento inmediato al fracaso de la
acción de Empalme Graneros.
Mario:
“Entonces un grupito que quedábamos decimos ¿que hacer?. A los demás los
trasladan a Coronda. En Coronda nos juntamos tres o cuatro. Decimos ¿qué
hacemos? Tenemos que conseguir militantes. Los únicos que quedábamos afuera
éramos nosotros. Había una propuesta del peronismo.... Hay un montón de
elementos en la política de masas, en la psicología de masas, el comportamiento
político de las masas, de la clase trabajadora de un desarrollo de las fuerzas
de izquierda en el movimiento obrero...; nosotros estábamos al margen. Y
empezamos a ser realmente marxistas al incorporar algunos elementos de Gramsci
y de Rosa Luxemburgo que fue, en nuestro caso quien más nos determinó algunas
actitudes políticas.”
El
acercamiento al peronismo, sumado a las nuevas lecturas y reflexiones sobre la
realidad de 1971, hace que estos militantes comiencen a ver la posibilidad de
formar agrupaciones de base de los obreros, que no respondieran a ningún
partido.
Mario:”
Increíblemente, o no, el PB está de acuerdo con eso y nos propone trabajar
juntos, planteo hecho en Coronda, los pocos que quedaban, encantados,
enganchados, militantes. Nosotros fuimos bastante renuentes porque nos
reivindicamos antiperonistas”.
P.:
¿Cómo podía ser viable un acuerdo con el PB?
R:
Para colmo el PB estaba dividido. Era distinto el de Rosario, el de Bs.As. Acá
en Rosario funcionaba en la zona norte, un grupo realmente luxemburguista, que
de peronista no tenía nada.
P:
¿Lo incluís a Garnero?
R
:Pero Garnero era del centro, no era de zona norte... La zona industrial
acepta hasta con agrado esta propuesta y ayudamos a forjar más de unas
agrupaciones de base. No se perdían de vista las acciones militares. El PB
aparece relacionado con las FAR cuando cae Sánchez... se arma un desparramo en
el PB que ni te cuento y también con las FAP, de Buenos Aires. Todavía no
habían definido con quién articular. Siempre estaba presenta la idea de la
lucha armada y a veces presente en cosas cotidianas como defender un sindicato
o ir armados a repartir volantes. [...] Lo concreto es que nosotros llevamos
adelante este acuerdo a pesar de que éramos los más antiperonistas.”
Ya
veremos que este proceso es mucho más complejo, y las posiciones encontradas
enriquecen y amplían las variables de análisis, a la vez que nos ayudan a
complejizar el problema y el período estudiados. Por ejemplo, según estos
testimonios, la propuesta de trabajo con el PB fue compartida con todos los
miembros del Comando, ya que como dijimos, se produjo a poco de la caída por la
acción en la comisaría 20ª.
Es
destacable que, si bien en el relato de Mario
aparecen superadas las tendencias foquistas, la idea de no partido sigue guiando la acción y las propuestas; tal vez esto
explique la alianza con el PB, aunque consideramos que es necesario poner en
relación con otros procesos la afirmación “que
de peronistas no tenían nada”. Marcelo Raimundo traza algunos elementos que
nos permiten aportar a este problema, citando el “Documento Político Número 1”
(DP1), según el cual “la nueva propuesta surgida de él, la “alternativa
independiente de la clase obrera y el pueblo peronista” significó la adopción
de una definida posición clasista,
que proponía la organización política autónoma de los obreros peronistas por
fuera de las estructuras formales del movimiento peronista. Si bien la
relativización del rol de Perón en la conducción del proceso revolucionario no
fue expresada públicamente por obvios motivos políticos, fue una cuestión que provocó
tensiones constantes hacia dentro y fuera de la organización durante toda su
trayectoria, tensiones que pueden ser ampliamente encontradas en todas las
formulaciones discursivas producidas a partir de ese momento” [19]. Esto
aportaría al significado del trabajo de militantes del comando “Che Guevara”
junto al PB, poniendo de manifiesto la necesidad de hacer trabajo de masas y de
superar la etapa foquista, y esta necesidad no habría quedado en el debate
entre compañeros sino que se plasmó en la acción. La necesidad de justificar la
elección de con quien aliarse sosteniendo que el PB no era peronista (o por lo
menos, no era el gen político
determinante) es parte de otro problema. De todos modos, el trabajo existió
hasta que, según unos testimonios, el PB comienzó a subvertir los términos de
los acuerdos:
Respuesta
:“La idea era formar agrupaciones de base no partidarias. Hasta que se cumplió
el acuerdo seguimos en la alianza. Cuando el PB empezó a subvertirla... es
contemporáneo con una crisis política general que se da alrededor de 1974, poco
antes de la muerte de Perón. Para los que impulsábamos este tipo de alianzas,
el acuerdo había sido un futuro socialismo de base que reconocía diferentes
afluentes: marxistas, peronistas clasistas como practicaba el PB realmente, con
las características que tenía el PB zona Norte... no tenían nada que ver con el
resto del PB en Rosario.”
La
crisis general del peronismo en 1974 (o mejor dicho, la agudización de la
crisis), también llegó al PB, que se dividió entre quienes se sumaron a las FAP
y a Montoneros; y es el fin de los dos años de trabajo conjunto entre nuestros
testimoniantes del comando “Che Guevara” y el PB; ¿Por qué?; según el
testimonio de Mario, quienes no eran
peronistas ya estaban saturados del debate al interior del PB acerca de si se
hacían peronistas o no. En medio de este clima, siempre según este relator, el
PB expulsó a sus cuadros luxemburguistas.
Mario:
Yo mucho no me calentaba porque no hacía más que trabajar en conjunto, pero
vivía toda esa situación... llegó a unos picos desagradables. Producto de la
época. Y el PB tenía que decidirse, o se hacía peronista o socialista. Se hace
una reunión muy importante en Petroquímica... muchos estaban decididos, se iban
a montoneros, a combatir. Casi todos eran jóvenes estudiantes.
Lo
que aparece como una experiencia cuidadosamente descripta para unos, resulta
“olvidada” o inexistente para otros. Por lo menos en este caso; el otro
militante del PB nos habla de la experiencia de vinculación con el comando,
pero desde un lugar diferente, recordando a otros protagonistas y poniendo el
énfasis en otros temas. No fue fácil llegar al nudo de nuestro interés, tal vez
porque perdimos de vista el consejo de Portelli acerca de dar importancia a lo
que el testimoniante desea decir y postergar lo que nosotros queremos preguntar
(o escuchar)[20].
Durante
la entrevista, el dirigente del PB de zona Norte de Rosario hizo referencia en
otros ejes, además de la vinculación con militantes del comando. Por ejemplo,
qué experiencias pudo rescatar de estos vínculos con grupos que venían de la
acción armada.
Pregunta:
Volviendo a las preguntas iniciales, sobre la relación con la movilización
obrera...?
Jorge:
“Eso deberías consultarlo con alguien que haya estado más de cerca. Nosotros
hablábamos no de una violencia anárquica, individualista, o autodecidida como
en el caso de Montoneros, sino hablábamos de una violencia cuando se generaba
del conjunto, que, de repente asumía cierta forma de violencia, y no hablo de
la violencia anárquica... A partir de eso, si el grado de conciencia daba para
generar una medida de violencia y decidida hacia un proceso revolucionario,
entendíamos que la FAP podía acompañar ese desarrollo de la clase, pero nunca
por si solo.”
P:
¿Pero como dirigente y referente le pregunto si considera que, a nivel general
existió una articulación, o en realidad, fueron acciones individuales?
J:
La FAP acompañó el desarrollo de una clase social, en sus mejores momentos,
nunca en acciones individuales. Si en zona norte [de Rosario] tuvimos algún tipo de articulación con la guerrilla,
fue especialmente en el momento de la toma de PASA. Allí nosotros –y aquí sí
que no tiene nada que ver la izquierda, porque el tinte político lo marcamos
nosotros– ahí si hay una negociación política especialmente con montoneros. Si
hacías un recorrido, encontrabas todo el país pintado con una consigna política
que era la acordada, eso fue un acuerdo político que manejamos nosotros;
montoneros tenían un desarrollo a nivel nacional, con discusiones, porque
teníamos prácticas distintas. Recuerdo que en ese momento costó mucho llegar a
un acuerdo político, como fue en ese momento la nacionalización de PASA, y por
otro lado había expectativas militaristas de parte de ellos que no compartíamos
en ese momento. Se nos pedía ajusticiamiento de gente y, en esos momentos, no
estábamos de acuerdo. Ahí hay una inserción real de parte nuestra con la
guerrilla, en lo que significó la experiencia de zona norte. Después, en el ‘75
y el golpe, también eso ocurre, especialmente con montoneros. Hay unos cuantos
cuadros nuestros, que pertenecían al PB que entre ‘74 y ‘75 se radicalizan y
pasan a formar parte de montoneros.”
Un fragmento de
este testimonio, al mencionar la toma de PASA (“y aquí sí que no tiene nada que
ver la izquierda, porque el tinte político lo marcamos nosotros...”) sería útil
para revisar esa visión luxemburguista que se ha asignado al PB de zona norte,
¿qué izquierda no tuvo nada que ver?, ¿cuál era el tinte político del PB que no
era compartido por la izquierda?. O de otro modo, ¿cómo leer la noción de clase
presente en este testimonio, cuando se dice que es la clase la que lleva
adelante el proceso?
Retomemos
el tema del Peronismo de Base, desde la óptica de un militante del PRT-ERP para
aproximarnos a cómo eran vistos quienes pretendieron ser la referencia de las
bases del movimiento obrero:
Horacio:
“El PB, su experiencia, fueron compañeros abnegadísimos en la lucha, pero que
las masas se organizaran solas, esa fue la propuesta esencial aunque no les
guste en su abnegación. ¿Qué pasó después de esa corta historia de cinco o seis
años?: ellos formaban muy buenos trabajos de base y venían las orgas...
fundamentalmente los Monto y [bajaban su política] por qué? Porque estaban
siempre sin política.
Según esta interpretación, al PB le faltó un salto cualitativo
significativo, lo que podría ser un elemento para pensar su desarticulación, o
mejor dicho su disolución dentro de la estructura, en muchos casos, de
Montoneros. De todos modos aunque esta no es nuestra preocupación, pero sí nos
sirve para pensar en la desarticulación de la alianza.
Algunos
criterios para poder entender la organización y el trabajo del PB más allá de
la zona norte nos los proporciona Héctor,
militante del PB. Formó parte de la UEL cuando al interior de la Acción
Católica Argentina (ACA) en dónde participaba se produjeron algunas tensiones
porque “en el grupo había gente de
derecha”. Entonces se constituyó la UEL, (Unión de Estudiantes del
Litoral), que “tenía una dirección
colegiada, le llamábamos el Movimiento. Yo apostaba a ellos... Todos querían melonearnos, como no éramos un
grupo que decíamos la línea...”. Entre aquellos que quisieron captarlos,
estaba el PRT. Curiosamente, el testimoniante habla con simpatía del partido y
recuerda que, incluso él mismo podría haber ingresado al PRT.
Héctor:
“En realidad yo adscribía mucho al PRT. En realidad yo no terminé en el PRT
porque... estaba de acuerdo con la concepción del PRT, pero no del ERP, su tema
del ERP para mí era foquista desde el inicio... que se iba a copar el partido,
como después ocurrió. Pero en sus análisis del peronismo, aunque yo mucho no lo
podía decir, el bonapartismo de Perón, yo lo compartía”[...]
“Yo
era el contacto con el PRT... hacíamos discusiones con el PRT, que el ERP sí,
que el ERP no...”
En
este sentido, el testimonio es confuso, ya que alude a debates entorno al ERP
en 1967. De todos modos, lo que nos interesa aquí es la presencia en su
narración del debate sobre la lucha armada. Y las contradicciones que
manifiesta acerca de entender al peronismo como la vía de acceso a los
trabajadores y a la vez, haber sido formado en un núcleo familiar no peronista.
El
fin de las expectativas puestas en la experiencia de la CGT de los Argentinos,
más las movilizaciones del Córdoba y Rosario de 1969, le planteó a este grupo
de la UEL un límite, un techo.
Héctor:
Nos reunimos, una parte del grupo se distrae para la formación técnica,
cuestiones de infiltración, autodefensa, contraespionaje, preparación
militar...”
Pregunta:
¿Pero todo eso pensando en qué?
Respuesta:
¡Pensando en la Revolución!. Desde 1962 que yo estoy pensando en la revolución.
P:
¿Pero ahora a partir de nuevos elementos?
R:
Claro!, una nueva etapa. Habiéndose agotado la experiencia de la CGT de los
Argentinos y no habiendo dado los resultados mágicos que uno esperaba...
Entonces el PB nos acapara. Nos ponemos en clausura los capos del grupo. Se
plantea en la organización nuestra un desangre. Hay que ir a la base. Ese
desangre significaba sacar, aunque costara y se resintiera todo nuestro trabajo
universitario” [...]
Cuando recuerda
que la necesidad de crecimiento impuso al grupo la incorporación de más
militantes, Héctor desliza en su
narración el vínculo con miembros del “Comando Che Guevara”. Manifiesta haber
conocido el episodio de la comisaría 20ª. De todos modos, aclara que en ese
momento, no querían depender de acciones armadas para conseguir dinero.
Héctor:
“En definitiva, yo me quedo en la Dirección total con Hugo Garnero, con (otro
compañero) con Andrés a veces y con transporte. Y sacamos un buen trabajo ahí.
A
su vez teníamos que hacer pintadas, había que pedir a Filosofía cinco
militantes de fierro que preparasen Molotov. Nosotros en la clase no hacíamos
violencia, pero si había que hacer un acto, viste, Molotov... eso, tal cosa...
lo hacíamos todo.”
De
todos modos, señala reiteradas veces que “con
la cosa armada no queríamos nada que ver”, pero había que dar respuesta,
explicación a la división con quienes se dedican a seguridad. ¿Cómo lo
resuelven? Declarando que había un grupo que no estaba convencido de la acción
armada, pero la aceptaban. El punto aquí es que sentían que no tenían nada que ver con Montoneros; algunos
documentos de FAP les interesaron, pero no para establecer alianza. Estaban en
medio de esa discusión cuando las FAR se definieron como peronistas.
Héctor:
“El primero que se definían como peronistas. Para nosotros fue central y
determinante. Y después el segundo documento, los dos documentos de ellos. Fue
nodal, fue lo que nos define. Entonces directamente nosotros éramos pro FAR.”
De
todos modos, en la acción, para Héctor, la articulación con las FAR no fue una
experiencia de crecimiento, por el contrario, las exigencias de ambas partes
(FAR y PB) no eran fácilmente conciliables.
Héctor:
”El problema de las FAR era que ellos nos exigían a nosotros, porque ellos eran
un grupito muy cerrado y que no tenían ascendente en la gente, en la clase, y
creían que nosotros si. Y realmente algo teníamos dentro de lo que marcaba el
momento. Entonces el negocio que ellos nos proponen hacer era que ellos se
encargaban de la parte armada y nosotros de propagandizar su parte armada. Y a
su vez ellos nos pasaban algo de plata. Y eso se llamó, que fue una mala
experiencia, articulación. Se articulaba lo armado con lo armado. Nosotros no
hacíamos movimientos armados, salvo autodefensa, prácticas para autodefensa y
ellos hacían otro tipo de cosas, pero nosotros le recriminábamos que toda
acción tenía que tener un referente en la base y ... o sea, una concepción bien
PB del tema: desde la base, apoyando la clase...planteos realmente verdaderos y
que no podía ser foquismo y que había que traerlos del foquismo que ellos en su
planteo de palabra no lo tenían, en su planteo práctico sí. Y así quedamos.
Eso determina que a través de nuestra
gente de seguridad, alguna gente, por orden de dirección se vincula a ellos para
crear la infraestructura.”
Esta
experiencia aparentemente, quedó trunca cuando, ante la inminencia del regreso
de Perón y la apertura electoral, comenzó el debate sobre el posicionamiento
ante las próximas elecciones. Y parte del PB planteó que urgía una
participación más activa, y se separaron:
Héctor: “Entonces
ahí fue como un grupo de gente que era más activa quería hacer políticamente,
como mi hermano al que mataron, el tercero, como [un compañero] y su señora, la
gente más dinámica del grupo se separa, trata de hacer algo con los Monto... al
principio no pueden por el derecho de piso, pero después terminan al final...
pero se separa y se divide nuestro grupo. Ese movimiento que era todo unido, e
ideológicamente absolutamente homogéneo pese a lo que te decía, pero
centralmente homogéneo y de confianza y de honestidad y que nunca le interesaba
el poder termina empezando a haber diásporas importantes, de capos.”
Este
testimonio nos ayuda a pensar nuevamente en la articulación de organizaciones
obreras y guerrilla. Evidentemente la experiencia del Comando “Che Guevara” no
fue la única ni la más significativa para el PB. En la corta vida del Comando,
dos años mediaron entre la detención y el traslado a Rawson; en esos años, unos
llegaron al acuerdo con el PB y otros a la incorporación al PRT-ERP. No es
simple seguir de cerca la cronología de esos cambios; de hecho, el tiempo de la
cárcel es muy diferente al de la militancia en agrupaciones de base: en el
primer caso, es evidente que el tiempo (y la convivencia estrecha con
compañeros) ha contribuido a la reflexión y la toma de decisiones; en el
segundo, el vértigo de la militancia ha apurado la alianza con agrupaciones de
base.
Cuando
en 1973 los compañeros del Comando Che Guevara salieron de la cárcel, algunos
de ellos se incorporaron al PRT-ERP (decisión que habían tomado un año antes en
Rawson); quienes habían quedado afuera ya estaban pensando en una nueva
organización (después de la experiencia del PB) junto a militantes que se
escindieron del PB, algunos independientes, nuevamente algunos curas del
Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, gente de ligas agrarias, y se
planteó la formación de una organización socialmente homogénea de trabajadores,
aceptando que hubiera diferencias políticas.
Mario:
“En el contexto en que todas las organizaciones estaban lanzadas a la lucha
armada, esta propuesta era extraña, pero estaba prendiendo en otras
agrupaciones de base, entre los estudiantes, en la Intersindical. Lo que pasa
es que todo lo otro era tan avasallador que... que lo nuestro no aparece. Y
había mucha gente. Acá en zona norte, en las fábricas Imperial, Sulfacid,
Petroquímica: sus comisiones internas eran bravas”.
Uno
de nuestros testimoniantes del PB también intentó una nueva experiencia:
Héctor:
“Y vino, gente vinculada a ex monto que habían salido de la cárcel con el grupo
Sabino [Navarro] que querían hacer una política PB y me captaron. Yo dije no
hay posibilidades, a los Monto no hay como pasarlos por arriba, vamos a tratar
de mantener lo que tenemos fuerte, transporte y la gente que junta la JTP y PB
pero yo no estoy de acuerdo con dividir la clase; los Monto la van a dividir...
Yo contra la clase no peleo, o sea, si yo tengo que dividir a la clase para
agarrar la manija, que la tengo, como en el transporte, porque todos me creen a
mi y a Alberto, pero a costa de eso dividir a la clase, prefiero dejar el
trabajo y que lo hagan ellos. Efectivamente seguí las reuniones esas [en transporte,
en la zona sur de Rosario].
Si
bien con características diferentes y mediante decisiones de carácter muy
distinto en cuanto al compromiso, nos volvemos a encontrar con el caso de un
militante cuyo grupo de referencia y trabajo “se abre”, decidió hacer otra
cosa, quedó afuera. El primero fue el testimonio que nos contó Mario, cuando todos sus compañeros del
comando “Che Guevara” se unieron al PRT-ERP; el segundo, el relato de Héctor y la escisión en el PB. Lo
destacable, desde el punto de vista de la persistencia, la voluntad de trabajo
y la consecución con determinados intereses, hace que en ambos casos, se siga
en la pelea, en la militancia social o política.
Algunas
reflexiones
Uno
de los problemas que articulan este trabajo es la idea de los vínculos entre
guerrilla y organizaciones obreras. Recordemos las relaciones que estableció el
comando Che Guevara con el Peronismo
de Base: que fuera una parte del comando (porque el resto estaba preso en
Coronda) no elimina el hecho de que se reivindicaran como comando “Che Guevara
en alianza con el PB”. Por lo tanto, si bien no estamos diciendo que el comando
se fusionó con el PB al integrarse con él al trabajo de masas, interesa
destacar como objetivo de los militantes del comando el acercamiento a las organizaciones
de base del movimiento obrero mayoritarias en Rosario. Lo mismo podemos decir
para el caso del PB, que entablaron vínculos (antes y después de la experiencia
narrada) con organizaciones armadas: FAR, FAP y Montoneros. La cuestión de cómo
se definían las alianzas y las acciones, en algunos casos fue determinante para
la continuidad de las relaciones. En ese sentido, es significativo que en
ninguno de los casos se produjeron fusiones, sino que esas relaciones son
descriptas como alianzas estratégicas, constitutivas de la propia militancia.
Finalmente,
y más allá de las motivaciones de las elecciones que han hecho cada grupo,
consideramos que éstos son casos que nos permiten explicar y comprobar que a
pesar de que la tendencia era desaguar en las grandes organizaciones,
existieron casos que nos permiten abrir nuevas perspectivas de análisis de los
variados derroteros de la militancia en los años ‘70.
El
caso del Comando “Che Guevara” demuestra ser una alternativa de la senda de los
grupos que sostenían la no necesariedad del partido en un momento en que la
tendencia era confluir hacia las organizaciones. Dado
que el fenómeno de las acciones armadas mayoritariamente ha sido abordada desde
los grandes grupos, el hecho de la existencia de pequeños grupos previos (o
coetáneos) debería ser profundizado. En este sentido no fue un fenómeno único
ni restringido a un grupo “selecto”, sino que surgió desde el propio movimiento
social. Las entrevistas centrales, también dan cuenta de que el Comando
“Che Guevara” y las expresiones del PB en la zona, fueron indicadores de una
inmensa voluntad militante durante los años 60 y 70 en Argentina; también es
una muestra –en tanto su composición heterogénea–, de la diversidad en los
orígenes y el derrotero de los militantes de este período. Y finalmente,
ejemplo del destino de grupos que sostenían la no necesariedad del partido como algo inexorable.
RESUMEN
Entre la guerrilla y el
Peronismo de Base: la experiencia del Comando “Che Guevara” de Rosario
Este
trabajo aborda un tema escasamente explorado por la historia social: las
relaciones entre las organizaciones guerrilleras y el movimiento obrero. Si
bien la problemática general a examinar son las organizaciones armadas y su
inserción en el movimiento obrero, nuestro propósito es desplegar ese objetivo
a partir de un caso de análisis particular: el de los comandos marxistas armados que operaron en el área denominada Gran
Rosario entre 1968 y 1972 sin tener relación de dependencia directa con los partidos centralizados, nacionales y con
organización verticalista. Para el caso que nos ocupa el resultado de la
experiencia militante, se tradujo en directas vinculaciones con una muy
particular organización del movimiento obrero, el Peronismo de Base que también
atravesó cambios y definiciones en el período señalado.
Palabras clave: Comandos
armados marxistas - Peronismo de Base – Guerrilla - militancia
ABSTRACT
Between
guerrilla and Peronismo de Base (Base
Peronism): the Experience of “Che Guevara” Guerrilla Command in Rosario
This paper addresses a topic barely explored by social
history: the relationship between guerrilla organizations and the labor
movement. Although the general issue under analysis is armed organizations and
their insertion in the labor movement, our objective is to unveil this analysis
from a case study: that of armed Marxists
guerrilla commands operative in the so-called Gran Rosario (Metropolitan Rosario) from 1968 to 1972. These
commands did not report directly to centralized,
national political parties with a vertical organization structure. We are
interested in the results of such militant experience, results translated in
direct linkage with a very peculiar labor movement organization, the Peronismo
de Base. This organization also went through changes and definitions along that
period of time.
Key words: Armed Marxists guerrilla commands - Peronismo de Base
– Guerrilla – militancy
(*) Becaria Doctoral del CONICET. Centro de Estudios de Historia Obrera (CEHO), Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario.
[1] María Cristina Viano, “Rosario una ciudad movilizada: entre la Marcha del silencio y el Rosariazo”. En Alberto Pla (Comp) Rosario en la Historia (de 1930 a nuestros días). Tomo 2. Rosario, UNR, 2000. [P 28]. El área comprendía desde Puerto General San Martín hasta Villa Gobernador Gálvez.
[2] De sus diferentes perspectivas destacamos las de Williams y Thopmson entre otros (Edward Thompson, La formación de la clase trabajadora en Inglaterra. Crítica, Barcelona, 1989 -1963-; Raymond Williams, Marxismo y literatura. Barcelona, Península, 1980). La "Historia desde abajo" promovió la articulación con la historia oral como un criterio de relevancia para abordar a los grupos subalternos. Y en esta línea, la noción de género ha sido introducida mas recientemente, denotando rechazo al determinismo biológico implícito en sexo o diferencia sexual (Joan Scott, "El género una categoría útil para el análisis histórico", en Marta Lamas (comp.), El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. UNAM y Editorial Porrúa, México, 1996.
[3] Apelar a las fuentes orales permite rescatar sentires, sensaciones y sentimientos, que si bien han sido mediatizados por el recuerdo, constituyen en sí mismos historia; Portelli asevera que las fuentes orales nos dicen menos sobre los acontecimientos y más sobre sus significados. Es esa dimensión de "historia vivida" la que se pretende abordar al momento de arroja luz sobre la conformación de identidades y culturas políticas en su entrecruzamiento con los aspectos factuales -que por sí mismos resultan insuficientes para brindar una explicación más comprensiva de la realidad del período; Alessandro Portelli: “Lo que hace diferente a la historia oral”, en Schwarzstein, Dora, (comp.), La Historia oral, CEAL, Buenos Aires, 1991,. También han aportado en este mismo sentido Luisa Passerini Storia orale, vita quotidiana e cultura materiale della classi subalterne, Rosenberg & Séller, Turín, 1978; Daniel Bertraux "Los relatos de vida en el análisis social", en Historia y fuente oral, Nº 1, Barcelona, 1990; Ronald Fraser “La historia oral como historia desde abajo", en Revista Ayer, Nº 12, Marcial Pons Editor, España, 1993.
[4]
Las actitudes combativas originaban puntos de contacto centre los militantes de
izquierda y los trabajadores peronistas. Para un análisis muy ajustado y
adecuado de las luchas sindicales del período, ver González, Ernesto (comp.) El trotskismo obrero e internacionalista en
Argentina. Palabra Obrera, el PRT y la Revolución Cubana. Tomo 3, 2 Vols. Bs. As. Editorial
Antídoto, 1999
Si nos extendemos en la periodizacion propuesta, podemos citar más ejemplos. Los más representativos y significativos los encontramos en el reciente trabajo de Pablo Pozzi “Por las sendas argentinas...” El PRT-ERP la guerrilla marxista, Eudeba, Buenos Aires, 2001. Un análisis y discusión que, hasta ahora estaba pendiente sobre la historia del PRT-ERP, y que cumple uno de los objetivos planteados por el autor: “generar una reacción, un repensar sobre del ciclo y de la experiencia del PRT-ERP”. Aquí se sostiene la hipótesis según la cual, de hecho, existieron relaciones entre la actividad guerrillera y la movilización obrera (y sus conflictos). Uno de ellos es experiencia vinculada al secuestro de Stanley Sylvester, gerente general del frigorífico Swift en Rosario. A cambio de la libertad de Sylvester, el ERP exigió la reincorporación de los trabajadores despedidos y la distribución de alimentos. El caso de Villa Gobernador Gálvez es otro ejemplo de la inserción y el trabajo de masas de una organización guerrillera (en este caso el PRT-ERP) entre los obreros, especialmente de la carne y metalúrgicos. Esto no nos dice que los obreros peronistas eran absolutamente receptivos a la guerrilla marxista, pero si que no eran hostiles. Lo que a su vez conlleva la reflexión sobre el predominio de las relaciones de clase por sobre las de adhesión política (peronistas).
[5] Pablo Pozzi . “Los Perros. La cultura guerrillera del PRT-ERP"; Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política vol. 1, no. 2 (Buenos Aires: Asociación de Estudios de Cultura y Sociedad, noviembre 1996).
[6] Sobre los comandos de la Resistencia Peronista, y una investigación de relevancia significativa para la comprensión de los orígenes de la guerrilla en Argentina es el trabajo de Ernesto Salas: Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista. Biblos, Buenos Aires, 2003. Otro texto del mismo autor: "Cultura popular en la primera etapa de la resistencia peronista" en Secuencias Nº 30, Instituto Mora, México, 1994.
[7] Gabriela Aguila y María Cristina Viano: "Trabajador@s y militantes: sobre algunas vertientes de la izquierda peronista del norte al sur del cordón industrial del Gran Rosario entre 1969 y 1976. Una aproximación desde la historia oral", Anuario Nº 19. Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, UNR. Rosario, 2002.
[8] Patricia Berrotarán, Pablo Pozzi. Estudios inconformistas de la clase obrera argentina (1955-1989). Bs. As. Letrabuena, 1994
[9] Uno de los primeros intentos es el EGP (Ejército Guerrillero del Pueblo). Encabezados por Jorge Massetti, un grupo de ex miembros de la Federación Juvenil Comunista y militantes independientes se organizan en Buenos Aires y se dirigen a Salta para lanzar allí la guerrilla rural en 1963. Véase Gabriel Rot, Los orígenes perdidos de la guerrilla en Argentina. El cielo por asalto, Bs. As., 2000. Contemporáneas, las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) se remontan a la resistencia peronista del ‘55-’62 y sufren numerosas escisiones. Distinto es el caso de los Comandos de la resistencia peronista ya mencionados (Ver Ernesto Salas, op. cit.)
[10] Uno de los tantos ejemplos es el de Daniel De Santis, militante del PRT-ERP, en Propulsora Siderúrgica. Véase su testimonio en Taller, Revista de Sociedad, Cultura y Política. Vol 2, Nº 5. Buenos Aires, 1997.
[11] Pablo Pozzi, "Los setentistas: Hacia una historia oral de la guerrilla"; Anuario 16. Rosario, Escuela de Historia, UNR, 1993-1994.
[12] Pablo Pozzi, “Por las sendas..” op. Cit. P 17, nota 5.
[13] La Iglesia Católica latinoamericana fue una de las que impulsaron con mayor fuerza las transformaciones orientadas a “acercarse al pueblo de dios”, uno de los lineamientos del Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII. Un obispo brasileño (Helder Cámara) lideró a otros 15 obispos de América Latina, Asia y Africa. Publicaron un documento que se llamó Mensaje a los pueblos del Tercer Mundo. En ese mensaje, estos obispos denunciaban la explotación que vivían los pueblos subdesarrollados y responsabilizaban por esto a los países industrializados y desarrollados. Este mensaje sentó las bases para la constitución del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. En documentos producidos en una Conferencia Episcopal en Medellín (con la presencia del papa), se proclamó la opción por los pobres y el compromiso en la construcción de la Iglesia de los pobres en América Latina. Estos principios se profundizan en la publicación de Teología de la Liberación, del un teólogo peruano Gustavo Gutiérrez.
[14] Para los debates en torno a la “proletarización” en el caso del PRT-ERP, sus alcances, sus defensores y detractores ver: Luis Mattini. Hombres y mujeres del PRT-ERP. La pasión militante; Contrapunto, Buenos Aires, 1990); Pablo Pozzi, Por las sendas argentinas... op. cit. ; María Seoane. Todo o nada. La historia secreta y la historia publica del jefe guerrillero Mario Roberto Santucho; Planeta, Buenos Aires, 1992.
[15] María Cristina Viano, “Rosario una ciudad movilizada: entre la Marcha del silencio y el Rosariazo”. En Alberto Pla (Comp.) Rosario en la Historia (de 1930 a nuestros días). Tomo 2. UNR, Rosario, 2000. Pág. 79
[16] María Cristina Viano, “Rosario una ciudad movilizada: entre la Marcha del silencio y el Rosariazo”. Op. Cit.
[17]
P: En la charla anterior había hablado de
que el PB era la alternativa independiente de la clase trabajadora.
R: “...Nosotros cuando hablábamos de alternativa independiente de la clase trabajadora, nos expresábamos con esa identificación por el lado del peronismo, pero entendíamos que un proceso revolucionario se llevaba adelante con una clase social y que esa clase social, mayoritariamente peronista era la encargada de producir los cambios. A partir de eso, el desarrollo nuestro en los centros fabriles del cordón industrial de San Lorenzo y Córdoba, tienen un desarrollo político que sobrepasa el de cualquier otro sector, que fue acallándose antes del golpe, en 1975.” (Testimonio de Jorge)
[18] El término “tabicado” se utilizaba para nombrar personas y lugares (generalmente viviendas) ocultos, escondidos o cubiertos, cuyos datos no conocían a veces, ni los propios compañeros de militancia. Su uso y sobre todo la práctica de “estar tabicado” se generalizó avanzados los años ‘70.
[19] Aunque Raimundo advierte acerca de las particularidades regionales ya mencionadas, su investigación se centra en las articulaciones entre FAP y PB. Marcelo Raimundo (CISH UNLP) “Izquierda peronista y clase obrera, una experiencia alternativa: Las FAP-PB”. Mimeo.
[20] Alessandro Portelli, “Lo que hace diferente a la Historia Oral”, en La historia oral, Dora Schwarzstein (Comp) Buenos Aires, CEAL, 1991.