La cultura de izquierda en el
interior de la provincia de Córdoba
Pablo A. Pozzi(*)
Hace ya dos décadas Raphael Samuel publicó su
investigación sobre la militancia del Partido Comunista inglés (CPGB),
centrándose en la zona del East End de Londres.[1]
A través de testimonios, cartas, poemas, autobiografías y novelas Samuel logró
reconstruir un rico mundo político y social asentado en una cantidad de
tradiciones y expresiones culturales que mostraban un submundo izquierdista de
una riqueza y vitalidad insospechada para la mayoría de los historiadores. El
deslizamiento y la resignificación cultural de estas tradiciones en otras
nuevas, él las llamó los “teatros de la memoria”.[2]
Eran pautas y criterios izquierdistas que se vivían no como “política” o
“ideología” sino como “comportamiento correcto”, como “sentido común”.[3]
La capacidad que tuvo el CPGB, y luego el laborismo y el trotskismo, para
entroncar con estos “teatros de la memoria” fue lo que permitió su
enraizamiento entre amplios sectores de trabajadores, aun cuando no tuviera
casi impacto sobre la superestructura política y electoral. Así se dio un
sincretismo entre nociones izquierdistas y tradiciones “radicales” y
artesanales del siglo XVIII que generaron una cultura obrera inglesa en
particular con una fuerte impronta clasista y combativa. De hecho, se
conformaron en tradiciones, memorias, experiencias y un sentido común que
dieron por resultado una fuerte conciencia “en sí” de los obreros ingleses que
fue el elemento subyacente y homogeneizador clasista desde la huelga general de
1926 hasta las huelgas de los mineros del carbón durante la década de 1980.[4]
La investigación y las conclusiones de Samuel son
sumamente sugerentes, y contrastan con los enfoques de gran parte de la
historiografía que considera a la izquierda como relativamente ajena a las
tradiciones populares argentinas. En aquellos que si consideran relevante a la
izquierda, tienden a concentrar su atención en las grandes ciudades: Buenos
Aires, Córdoba, Rosario. Esto se debe a numerosas razones, incluyendo: mayor
facilidad para encontrar fuentes de investigación, y una tradición que
reproduce la macrocefalia nacional en sus estudios sociales. Quizás la razón
más importante es el hecho de que los pueblos y ciudades de provincia han sido,
tradicionalmente, considerados como agrarios y conservadores. Por ende, se
consideraba que no tenían las bases sociales y culturales necesarias para tener
un desarrollo izquierdista propio. Sin embargo, un somero repaso de la
estructura socio económica de las ciudades de la pampa gringa revela que la
gran mayoría de estas combina una sociedad agraria con un desarrollo industrial
propio. Así su población ha contenido un porcentaje notable de proletarios.
Esto explicaría el por qué en la historia argentina se encuentran numerosos
conflictos obreros y rurales en ciudades medianas y pueblos pequeños del
interior.[5]
Según el Boletín del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires,
Brinkmann, en el departamento de San Justo en Córdoba, fue la primera intendencia
comunista de América en 1958.[6]
Asimismo, un análisis de la procedencia de la militancia “setentista” demuestra
que muchos de aquellos eran oriundos de estos mismos pueblos chicos. Lugares como
Cruz del Eje, Río Cuarto, Morteros y San Francisco en la provincia de Córdoba,
o Venado Tuerto, Rafaela, Felicia y Reconquista en Santa Fe, o Diamante y La
Paz en Entre Ríos tuvieron una cantidad importante de sus hijos militando en el
PRT-ERP. Asimismo, en Río Cuarto, ciudad de importantes terratenientes donde la
UCR fue siempre una fuerza política esencialmente conservadora, los comunistas
tuvieron una temprana organización y un fuerte arraigo tanto entre la
intelectualidad local como entre los trabajadores de las fábricas y los
talleres agroindustriales de la zona. Más aun, distintos testimonios calcularon
que de Río Cuarto se habían incorporado cerca de 150 personas a las FAP-PB, al
PRT-ERP y, en menor grado, a los Montoneros.[7]
Villa María, cuna del sabattinismo y la tierra del político conservador Ramón
Cárcano, fue también una ciudad donde el PCA logró organizarse tempranamente y
donde nació José “Pancho” Aricó. Por último, uno de los dos diputados
provinciales cordobeses por Izquierda Unida entre 1999 y 2003 fue un activista
gremial docente del Partido Comunista de Bell Ville. Esta contradicción entre
una fuerte tradición conservadora en lo social y católica ortodoxa en lo
cultural y una cantidad de datos que parecerían implicar la existencia de una
cultura izquierdista subterránea a través de décadas, a su vez sugiere un
replanteo en torno a la valoración de las expresiones político-culturales de
las ciudades chicas y los pueblos del interior de la Argentina que contribuiría
a explicar la persistencia de una conflictividad clasista notable y la
generación de una cantidad importante de militantes de izquierda.
En síntesis, y retomando los planteos de Samuel, la
hipótesis que rige esta investigación es que en la Argentina hay una persistencia
de una cultura izquierdista a nivel subterráneo vinculada con el “sentido
común” popular que permea la sociedad, incluyendo los pueblos chicos. Esta
cultura expresa un nivel de conciencia “en sí” que ha permitido la subsistencia
de la izquierda orgánica a pesar de la represión y que, además, aporta a
explicar la persistencia y la dureza de la conflictividad social a través del
tiempo. Esta investigación recién comienza y se basa tanto en trabajo de
archivo como en los testimonios de distintos protagonistas. Así la
investigación ha seleccionado tres ciudades del interior cordobés (Río Cuarto,
Villa María y San Francisco) para trazar la conflictividad social y su relación
con distintas formas de expresión de la izquierda orgánicas y cultural en la
zona entre 1918 y 1976. Aquí nos interesa desarrollar algunas reflexiones en
torno a la investigación realizada hasta el momento, particularmente en torno a
San Francisco.
San Francisco de Córdoba, en el Departamento de San
Justo y lindante con la provincia de Santa Fe, fue fundada en 1886 a raíz de
los proyectos de colonización provincial y del trazado del Ferrocarril Central
Argentino que estableció una estación para exportar la producción triguera de
la zona. Entre 1890 y 1920 la ciudad se convirtió en el segundo centro
industrial de la provincia. Así, y entre otros, se desarrollaron: uno de los
hornos caleros más grandes y avanzados del país (Patrucco y cía.); dos grandes
molinos harineros (Boero e Iturraspe y Lanfranchi); la fideera Tampieri que,
con 150 operarios y una producción de dos toneladas y medio de pastas diarias,
era la mayor de la provincia en 1920; la fábrica de lácteos Milka y la lechera
La Vaca; la fábrica de maquinaria rural Miretti y la de laminados en plástico
Magnano; una fábrica de galletitas, otra de zarandas para maquinaria agrícola y
tres de sulkis, varios talleres de hojalatería y de herrería (uno con varias
decenas de obreros), además de curtiembres, fábricas de jabones y de calzado.
Dos décadas más tarde se establecieron la Fábrica Militar de San Francisco, los
Talleres Industriales Kopp (máquinas de coser) y la fábrica de bienes para el
hogar Godeco.[8] En 1914 la ciudad tenía
7.200 habitantes.[9] Según el Censo Municipal
de 1941, la ciudad contaba en ese entonces con 24.398 habitantes de los cuales
10,94% eran extranjeros, y los analfabetos el 10,65%.[10]
Si bien ese Censo sólo registra el oficio de los desempleados, dado el
desarrollo industrial de la zona podemos suponer que un porcentaje elevado de
la población pertenecían a la clase obrera industrial. Si sabemos que un
porcentaje apreciable de estos obreros eran mujeres, dado que tanto la fideera
Tampieri como la empresa Miretti tenían un alto porcentaje de obreras. Por su
parte Alfredo Terzaga calcula que, en 1954, la ciudad contaba con 1.465
establecimientos industriales y cerca de 7.000 obreros con una población total
de cerca de 35.000 habitantes.[11]
Lo que revelan los datos precedentes es que, si bien
San Francisco había sido considerada como una ciudad cuya composición social,
cultural y política pertenecían al ámbito rural, la realidad era muy otra. A
pesar de ser una ciudad chica, su estructura económica determinaba que la
composición social era netamente obrera y que esta clase marcó el conjunto del
desarrollo social. Por ende, los conflictos sanfranciscanos deben ser
considerados dentro de la lucha de clases signada por la contradicción
burguesía-obreros.
Esto va a determinar que entre 1918 y 1946 el perfil
político de la ciudad se va a corresponder con aquel de ciudades más grandes de
la época y no con aquellas ciudades caracterizadas como rurales. Por un lado
tenían presencia la UCR y el Partido Demócrata. Este último tendía a apoyar al
primero en las elecciones municipales.[12]
La causa de esto era que el principal partido de la ciudad era el Comité
Popular de Defensa Comunal (CPDC), dirigido por don Serafín Trigueros de Godoy.[13]
Este partido adhería al espectro político de la izquierda anti-stalinista,
reivindicando una política económica basada en el radicalismo agrario georgiano[14].
Bajo las intendencias de Trigueros se impulsaron la educación obrera y popular,
los controles de tarifas de los servicios municipales, los impuestos al consumo
conspicuo y a la riqueza. Como ejemplo de su postura basta su caracterización
de la situación Argentina en 1932:
“La sociedad ha llegado ya al extremo de la curva
ascendente a que la impulsara el capitalismo, bajo la falsa apariencia del
ejercicio de la democracia [...] habría que preguntarles en qué país ha
gobernado, alguna vez, la democracia. Bajo espejismos cambiantes los que han
impuesto y siguen imponiendo directivas al mundo y a la sociedad son los
tentáculos del capital...”[15]
Además del CPDC, la fuerza de izquierda más fuerte en
San Francisco era el Partido Comunista que se había establecido tempranamente y
que contaba con una buena organización entre los obreros locales, que incluía a
la Asociación Femenina Comunista de San Francisco con más de cien afiliadas en
1929, y la seccional local de la Unión Obrera Provincial.[16]
También existían varias agrupaciones anarquistas, y algunos adherentes de la
Federación Socialista Obrera.
En San
Francisco, el conflicto entre capital y trabajo se manifestó tanto a través de
conflictos gremiales como de las lides electorales –el CPDC detentó la
intendencia entre 1922 y 1928 perdiendo por escasos votos este último año a la
UCR apoyada por el PD, mientras que el PC presentaba candidatos propios–. Las
huelgas ferroviarias de 1917-1919, que fueron reprimidas por las Fuerzas
Armadas, tuvieron uno de sus epicentros cordobeses en San Francisco. A partir
de ese momento la ciudad conoció una década de conflictos obreros que
culminaron en noviembre de 1929, incluyendo una pueblada el 26 de noviembre de
1926.
El conflicto
de 1929[17]
se desató el 12 de agosto a raíz de un conflicto en la firma Miretti por el
cual los obreros reclamaban un aumento salarial, la aplicación de la jornada de
ocho horas y el reconocimiento del sindicato recién formado. La empresa decretó
un lock out patronal por lo que una manifestación obrera de más de mil
personas recorrió las calles de la ciudad en apoyo a los huelguistas. El día 21
el Sindicato de Oficios Varios de San Francisco, afiliado a la Unión Obrera
Provincial, y en presencia del gremialista comunista José Manzanelli, resolvió
una huelga general en respaldo de los trabajadores de Miretti y demandando
aumentos salariales para todos los obreros de la ciudad. La huelga se extendió
al Molino Meteoro y a los hornos ladrilleros, mientras los trabajadores conmemoraban
el segundo aniversario de la ejecución de Sacco y Vanzetti. Cinco días más
tarde se extendía el conflicto al sumarse otras industrias y los peones de
campo. El 4 de septiembre la Alianza Antifascista Italiana local declaró el
boicot contra distintos comercios, en apoyo a los huelguistas. A mediados de
septiembre el gobierno provincial envió un destacamento del escuadrón de
seguridad provincial para garantizar el ingreso de rompehuelgas al Molino
Meteoro. Los “crumiros” recibían un salario dos veces mayor que el de los
obreros en huelga. El escuadrón había sido enviado a pedido del dirigente
radical Augusto Boero, hermano del dueño del Molino. Los ferroviarios se
solidarizaron con los huelguistas rehusándose a enviar vagones al molino
mientras el movimiento obrero local decretó un boicot a los productos del
Molino Meteoro. El 24 de septiembre los obreros de la fideera Tampieri entraron
en huelga reclamando aumentos salariales y una reducción de la jornada laboral.
El eje central del conflicto tenía como problemas principales la ley de ocho
horas, el jornal y la intervención de los gremios. La población obrera de la
fábrica Tampieri comprendía en su mayoría a mujeres y niños, quienes eran
remunerados por menos de la media, cobrando entre tres o cuatro pesos por día,
trabajando de once a doce horas diarias, casi sin descanso, en condiciones de
trabajo más que precarias. Días más tarde la policía detuvo a varios
huelguistas y se produjeron incidentes con los obreros. La huelga se extendió a
los pueblos vecinos de Freyre, Brinkmann, Morteros y Porteña. Después de casi
cuatro meses, el 21 de noviembre el conflicto en la fideería Tampieri y el
Molino Boero llegó a su punto culminante con una huelga general que devino en
un enfrentamiento armado entre obreros y policías. El resultado del mismo tuvo
como saldo negativo la muerte de un obrero, una obrera, un oficial de
seguridad, y decenas de heridos y detenidos. El dirigente sindical comunista,
José Manzanelli, se quejó amargamente a su vez de la intervención que sufrió el
gremio por parte de la patronal, siendo perseguido y acusado de instigador.[18]
La trascendencia del Tampierazo pronto se hizo escuchar. Agrupaciones
anarquistas como “Sacco y Vanzetti” y “Bandera de combate”, la Federación
Socialista Obrera cordobesa[19],
distintos sindicatos y gremios se solidarizaron con los obreros de la fábrica
Tampieri, en especial con las mujeres y niños que estuvieron al frente de las
columnas que se enfrentaron con la policía, condenando los hechos y convocando
a mitines populares. Por su parte, la UOP declaró un paro general por cuarenta
y ocho horas en repudio a este hecho sangriento en la historia de la lucha
obrera.[20]
Una semana más tarde la huelga fue reprimida por la Liga de Defensa Pública con
protección de las fuerzas policiales. La policía detuvo a los dirigentes
comunistas Manzanelli y Antonio Maruenda, mientras que el ex intendente
municipal Trigueros de Godoy, que se dirigía a apoyar a los huelguistas, sufría
apremios policiales después de ser atacado a tiros desde la casa del intendente
radical César Ferrero. El 3 de diciembre la policía anunció que existía el “pie
de guerra” en la ciudad y la huelga fue lentamente terminándose, mientras la
biblioteca Máximo Gorki anunciaba que continuaban las persecusiones causando el
cierre del local del Sindicato de Oficios Varios. Finalmente, el 21 de
diciembre, el teniente Juan Garay, jefe del escuadrón de seguridad, fue muerto
a tiros en un restaurante de la ciudad.[21]
La huelga de
1929 se destacó por su combatividad y radicalización y también porque en la
vanguardia de los huelguistas se contaban las obreras de la fábrica Tampieri y
las telefónicas de los pueblos vecinos. Asimismo, el conflicto reveló un
profundo y complejo entramado político y cultural izquierdista en la ciudad.
Como era de esperarse, los obreros contaron con el apoyo del CPDC, del Partido
Comunista y de las agrupaciones anarquistas. Pero también surgieron una red de
bibliotecas populares, sociedades culturales, y grupos de pequeños comerciantes
que se solidarizaron con los huelguistas. Las movilizaciones obreras contaron
con un promedio de mil quinientos asistentes o sea cerca del 15% de la
población adulta.
Este entramado
izquierdista se puede trazar en otras ciudades y pueblos del interior cordobés.
En marzo de 1928 en Villa Huidobro, el Bloque Obrero y Campesino, organizado
por los comunistas, triunfó en las elecciones municipales llevando como
candidato al independiente José Olmedo, obrero rural y secretario general del
Sindicato de Oficios Varios. El Bloque hizo cumplir la jornada de ocho horas,
aumentó los salarios de obreros y empleados municipales, rebajó los impuestos a
los pequeños propietarios y bautizó una calle con el nombre de Sacco y
Vanzetti. El 17 de diciembre, algunos activistas del Bloque hizaron una bandera
roja en la plaza central, hecho que fue utilizado como excusa por el gobierno
provincial para intervenir el municipio.[22]
A su vez en 1938 los comunistas de Cañada Verde ganaron la municipalidad pero
no se les permitió asumir. Veinte años más tarde, el 23 de febrero de 1958, el
Partido Comunista ganó la intendencia de Brinkmann, en el departamento de San
Justo, por 753 votos contra 699 de la UCRP y 409 de la UCRI. Esto último es
revelador. Brinkmann contaba, en esa época, con cerca de 2800 habitantes
mientras que el PCA tenía 250 afiliados locales o sea casi el 10% de la
población y cerca del 14% de los votantes. Esto evidencia que los comunistas en
Brinkmann eran un partido de masas aceptado localmente como una parte del
espectro político local. Sin embargo, el hecho de que obtuvieran sólo tres
votos por cada afiliado también revela que los miembros del partido distaban
mucho de ser militantes leninistas, más bien podríamos decir que se asemejaban
a los de cualquier partido tradicional. Por ende, lo más probable es que, a esa
altura del desarrollo político zonal, el izquierdismo tan notable de los
comunistas en San Francisco, Villa Huidobro o Cañada Verde se hubiera diluido
lo suficiente como para que fueran una alternativa progresista pero no
revolucionaria a los partidos tradicionales de la zona.
En las
décadas siguientes a 1929 San Francisco mantuvo un alto nivel de
conflictividad, con una presencia importante de los comunistas hasta la década
de 1970. A su vez, el CPDC fue la principal fuerza que conformó el Partido
Laborista local diferenciándose del peronismo de la ciudad de Córdoba que contó
con la adhesión principalmente de caudillos conservadores.[23]
Sin embargo, y a diferencia de 1929, esta cultura izquierdista subterránea se
manifestó por canales que rara vez se dieron a través del Partido Comunista.
El 30 de
julio de 1973 San Francisco una vez más protagonizó una eclosión social que
certificaría la persistencia de esta cultura. En ese momento la ciudad tenía
poco más de 60.000 habitantes. El conflicto comenzó cuando 300 obreros de la
fábrica Tampieri ocuparon la empresa reclamando salarios atrasados. La medida
contó con la adhesión de la población incluyendo el apoyo de muchos pequeños
comerciantes. Como consecuencia al día siguiente, 31 de julio, la Regional San
Francisco de la CGT declaró la huelga general que paralizó 430 fábricas y 2.500
comercios de la zona. Los trabajadores realizaron una movilización en la sede
de la CGT Regional que contó con cerca de diez mil asistentes. Cuando estos se
desconcentraron fueron reprimidos por los batallones de “control de disturbios”
enviados por el gobernador provincial Ricardo Obregón Cano y su vicegobernador,
el dirigente de la UTA, Atilio López. En la refriega resultante los
trabajadores incendiaron dos residencias de los Tampieri y la casa del abogado,
accionista de Tampieri y director del diario La Voz de San Justo,
Joaquín Martínez. El enfrentamiento policial dejó el saldo de un muerto y
varios heridos. El conflicto contó con el apoyo del Movimiento Sindical
Combativo (MSC) cordobés, dirigido por Agustín Tosco, y por la CGT provincial.
La principal consigna de la movilización fue expresada en una pintada callejera
que decía: “Mientras no derrotemos a los explotadores, no habrá paz en San
Francisco”. Mientras tanto, en la ciudad de Córdoba, los Comandos Populares de
Liberación colocaron una bomba en la sucursal de la empresa Tampieri. El
conflicto finalizó cuando el gobierno provincial se comprometió a hacerse cargo
de los salarios adeudados.[24]
Una vez más
lo notable del conflicto sanfranciscano fue la masividad y su rápida
radicalización. Sin bien falta investigar más, queda claro que el movimiento
obrero local contaba con nexos con el tosquismo y el MSC. Asimismo, y tomando
en cuenta el reciente triunfo electoral nacional del justicialismo y de su
Tendencia Revolucionaria en la provincia de Córdoba que habían proclamado el
Pacto Social, revela que la combatividad local trascendía los límites que
intentaba imponer el peronismo. Por otro lado, el hecho de que el paro fuera
acatado masivamente y que en las movilizaciones participara un alto porcentaje
de la población local es testigo de la subsistencia a través de medio siglo de
criterios y sentires similares a los que dieron pie al conflicto de 1929. Si
bien en aquella época estas estructuras de sentimiento se canalizaron a través
del CPDC, del sindicalismo conducido por el Partido Comunista y de los
anarquistas, en 1973 estos se expresaban a través del movimiento obrero
organizado dirigido por el peronismo.
Lo que todo
lo anterior parecería indicar es la persistencia, durante por lo menos medio
siglo, de una fuerte conciencia en sí de la clase obrera local expresada a
través de la adhesión a sus organizaciones gremiales, de la identificación de
individuos específicos como “explotadores” y “enemigos” (los Tampieri), y de la
violencia clasista en el enfrentamiento con las fuerzas “del orden”. Aun así la
investigación debe explorar tanto el cómo se conformó esta conciencia, las
particularidades específicas y las diferenciaciones con aquella que se fue
gestando en las grandes ciudades, y la relación entre la experiencia, la
estructura de sentimiento y la conciencia. En particular, habría que pensar en
torno a los significantes y las resignificaciones que operan en una ciudad
obrera, cuyas industrias se derivan principalmente de la producción agrícola de
la zona. Por ende, si bien no es una ciudad rural en el sentido tradicional,
por su magnitud y sus vínculos agropecuarios, tampoco es una ciudad industrial
en el sentido más acabado del término. Por otra parte, las experiencias
comunistas de Villa Huidobro, Cañada Verde y Brinkmann parecerían indicar que
aquí opera un fenómeno político-ideológico y cultural bastante complejo.
Esperamos poder profundizar la investigación con fines comparativos a partir de
relevar la historia socio-política de Bell Ville, Villa María y de Río Cuarto
y, al mismo tiempo, extenderla para incorporar testimonios orales de
protagonistas de los distintos conflictos.
RESUMEN
Conciencia y cultura
izquierdista en la Argentina
Gran parte de la historiografía considera a la
izquierda como relativamente ajena a las tradiciones populares argentinas. Sin
embargo, la historia argentina encuentra numerosos conflictos obreros y rurales
en ciudades medianas y pueblos pequeños del interior. La hipótesis que rige
esta investigación es que en la Argentina hay una persistencia de una cultura
izquierdista a nivel subterráneo vinculada con el “sentido común” popular que
permea la sociedad, incluyendo los pueblos chicos. Esta cultura expresa un
nivel de conciencia “en sí” que ha permitido la subsistencia de la izquierda
orgánica a pesar de la represión y que, además, aporta a explicar la
persistencia y la dureza de la conflictividad social a través del tiempo. Así
la investigación ha seleccionado tres ciudades del interior cordobés para
trazar la conflictividad social y su relación con distintas formas de expresión
de la izquierda orgánicas y cultural en la zona entre 1918 y 1976.
Palabras clave: conciencia - izquierda – cultura – historia local
ABSTRACT
Consciousness and Leftist Culture in Argentina
Most Argentine history considers the Left as
relatively strange to popular tradition. However, Argentina has numerous
examples of labor and rural struggles in small and middle provincial towns.
This main idea that guides this paper is that there is a persistence of an
underground leftist culture in Argentina that permeates society, including
small townships. This culture expresses a form of consciousness that has
permitted the survival of the organized Left in spite of repression, and which
helps to explain the persistence and harshness of social conflict over the last
fifty years. This research has selected three medium sized cities of Cordoba
province, between 1918 and 1976, in order to trace social struggles and their
relationship to different forms of the organized and cultural left.
Key words: conscience – left – culture – local history
Notas
(*) Profesor Titular Regular, departamento de Historia, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Director del SO54 “Estado, política y sociedad en una Argentina en crisis, 1955-1976”.
[1] Samuel, Raphael. “The Lost World of British Communism”. New Left Review 154 (November-December 1985). Y Samuel, Raphael. “The Lost World of British Communism: Two Texts”. New Left Review 155 (January-February 1986). El texto completo de la investigación fue publicado en 1988 como The Lost World of British Communism.
[2] Samuel, Raphael. Theaters of Memory. 2 vols. (London: Verso Books, 1994).
[3] Muchos de estos planteos se basan en la sugerente obra de Raymond Williams. En particular, véase Resources of Hope. Culture, Democracy, Socialism (London: Verso Books, 1989).
[4] Otro caso importante que se dedica a temas similares, particularmente a la relación entre los comunistas y los afro-norteamericanos, es Robin D.G. Kelley. Véase Lemelle, Sidney and Robin D.G. Kelley. Imagining Home. Class, Culture and Nationalism in the African Diaspora (London: Verso Books, 1994). Si bien Kelley tiene una amplia y muy interesante obra para este trabajo es particularmente relevante el artículo, en el libro ya citado con Lemmelle, titulado “Afric’s Sons with Banner Red: African American Communists and the Politics of Culture, 1919-1934”. También véase Buhle, Paul. Marxism in the US (London: Verso Books, 1987).
[5] En la Argentina los principales aportes e investigaciones en torno a conflictos de obreros rurales los ha realizado Eduardo Sartelli. También es interesante considerar una primera aproximación en la teorización histórica de este tema hecha por Waldo Ansaldi desde la sociología histórica. Véase Ansaldi, Waldo, comp. Conflictos obrero-rurales pampeanos. 3 Vols. (Buenos Aires: CEAL,1993.
[6] Gómez, Jorge y Andrés Gutiérrez. “Primera intendencia comunista en América Latina”. En Voces Recobradas. Revista de Historia Oral Año 2, No. 5 (Agosto 1999: Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires). Esta afirmación parece, por lo menos, exagerada puesto que Villa Huidobro en la provincia de Córdoba puede también ostentar dicho título en 1928. Asimismo, habría que revisar con mayor profundidad la historia comunista en América Latina, particularmente en países como Chile y Uruguay donde el Partido Comunista tiene una dilatada historia como partido de masas.
[7] Véase Pozzi, Pablo y Alejandro Schneider. Los “setentistas”. Izquierda y clase obrera (1969-1976) (Buenos Aires: EUDEBA, 2000). También Pozzi, Pablo. Por las sendas argentinas... El PRT-ERP, la guerrilla marxista (Buenos Aires: EUDEBA, 2001).
[8] La Voz de San Justo. Los 100 años de San Francisco (San Francisco: La Voz de San Justo, 1986).
[9] Terzaga, Alfredo. Geografía de Córdoba (Córdoba: Editorial Assandri, 1963), pág. 133. Terzaga cita a San Francisco como “característico ejemplo de transición entre la economía agraria y la economía industrial [...] se desarrolló en forma paralela con la transformación de la materia prima producida en su periferia inmediata”.
[10] Municipalidad de San Francisco, Córdoba. Segundo Censo de Población de la Ciudad (Octubre 12, 1941).
[11] Terzaga, op. cit. 250. De ser esto cierto la clase obrera en San Francisco sería, en 1954, unas 25.000 personas o sea 71% de la población.
[12] Véase diario El Independiente, San Francisco diciembre 1929.
[13] Trigueros era de nacionalidad española y fue presidente del Consejo Deliberante en 1918 e intendente cinco veces entre 1922 y 1954. Entre otros, estaba vinculado con Carlos Washington Lencinas, los hermanos Cantoni, Deodoro Roca, Tristán Maroff. El diario La Voz de San Justo lo llamó “el padre de los pobres y el terror de los ricos”.
[14] Véase George, Henry. Progreso y Pobreza (1879). Entre otras cosas George proponía el impuesto a la renta potencial de la tierra.
[15] Intendente Serafín Trigueros de Godoy. Memoria del ejercicio económico de 1932 (San Francisco: Municipalidad de la Ciudad, 1934), pág. 30.
[16] Listado de afiliados en el archivo del autor. La mayoría eran obreras de la fábrica Tampieri. El PCA también tenía núcleos muy activos en las otras fábricas, especialmente en el molino harinero Meteoro propiedad de la familia Boero.
[17] El relato se basa en los diarios La Voz del Interior y La Voz de San Justo, y en los documentos presentes en el Archivo y Museo Histórico de San Francisco (Arturo Bienedell, presidente).
[18] Comité de Huelga. Carta de 8 de octubre de 1929. Archivo personal del autor.
[19] Uno de los aspectos notables del conflicto fue que si bien la FSO lo apoyó, el Partido Socialista a través del su diputado Nicolás Repetto y el diario La Vanguardia condenaron duramente a los huelguistas. Véase La Vanguardia 3 de diciembre de 1929. La intervención de Repetto se puede encontrar en: Congreso Nacional. Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, diciembre 11 de 1929, págs. 305 a 317.
[20] La Voz del Interior, 23 de noviembre de 1929.
[21] Archivo y Museo Histórico de San Francisco (Arturo Bienedell, presidente).
[22] Ferrero, Roberto. Sabattini y la decadencia del yrigoyenismo (Buenos Aires: Ediciones del Mar Dulce, 1981), pág. 63.
[23] Según distintos testimonios, muchos obreros comunistas sanfranciscanos adhirieron al peronismo.
[24] Diario Así, No. 514, 2 de agosto 1973; Clarín 1 de agosto de 1973; El Combatiente, órgano del Partido Revolucionario de los Trabajadores, No. 85, 10 de agosto de 1973.