Procesos Comunicacionales,
Glotofagia, Identidad Cultural: Problemas y desafíos en el tercer milenio
Isabel Requejo(*)
En este trabajo pongo a
consideración de ustedes algunos fenómenos, relaciones y situaciones
contradictorias que emergen como puntas de un iceberg en el panorama actual de la comunicación e identidad.
Fenómenos y procesos comunicacionales, datos estadísticos, relaciones
lingüísticas de poder y de dominación que muchas veces dejan ver
sólo lo visible, lo aparente,
ocultando sus bases y sostenes, es decir, las causas e incluso las
consecuencias de los mismos. De ahí que, si bien la percepción sensible de un
fenómeno o proceso suele ser el inicio necesario de todo proceso de
conocimiento, con la percepción sensible de un fenómeno no alcanza para avanzar
hacia la comprensión más objetiva, contextualizada, científica, de las causas,
intereses, -no siempre visibles- de aquello que miramos, leemos o escuchamos.[1]
Planteo, también, relaciones que
existen entre tales procesos políticos y comunicacionales y los de desaparición
o imposición de lenguas, en qué medida afectan las formas de representación y
de manipulación de la identidad y subjetividad. Formulo interrogantes en torno
de la configuración de identidades culturales a comienzos del tercer milenio.
Son sólo esbozos iniciales, un
intento de volver a mirar lo ya mirado, de comparar algunas evidencias
dispares, pero coexistentes, en el tiempo en que vivimos.
Mitos y
verdades de las lenguas en el mundo
Cada vez que tenemos posibilidad
de acceder a un campo inédito de conocimientos, de información, de
experiencias, el mundo se amplía, pero es imprescindible focalizar ese nuevo
horizonte de conocimientos indagando el por qué y para qué; contextualizarlo en
un aquí y ahora para no perdernos en los mares inciertos que a veces la
información o la tecnología nos ofrece.
En lo personal, este nuevo
universo de conocimiento, fue el descubrimiento
de situaciones de glotofagia (muerte de lenguas) a nivel mundial. Realidad
enmarcada en un contexto socio-político mundial signado por la hegemonía de
intereses y de monopolios no sólo lingüísticos, que también afectan la
posibilidad de sobrevida ya no sólo de nuestra especie o de determinados grupos
y pueblos, sino también de sus sistemas lingüísticos, de sus formas de
representación cultural, de sus memorias históricas.
Ofrezco, entonces, un breve panorama de las lenguas en el mundo,
los idiomas que persisten o están en riesgo definitivo de muerte o extinción y
lo hago, paradójicamente, en esta “era de internet“, del predominio de un
idioma global: el inglés. Tiempo histórico en el que se nos dice que “todos estamos conectados con todos”, lo
cual es falso ya que el 80 % de la humanidad no está “on line”, ni va a
estarlo. En cambio, se han agudizado los procesos de muerte de idiomas en los
cinco continentes a un ritmo tal que podemos hablar de un lingüicidio nunca
antes visto en la historia de la humanidad.
La frase: “todos estamos conectados con todos” posee una
faz interesante de analizar, ya no sólo atendiendo al número de internautas,
sino al hecho de que se procura naturalizar una ecuación inédita: “estar conectado a internet=comunicarse”,
equivalencia que equipara términos no idénticos y que refleja una concepción en
parte deshumanizante de comunicación, por cuanto estar “on line”, estar
“conectados a una red de redes” no necesariamente implica estar comunicándonos.
Asimetrías
¿Lingüísticas?
Una de las puntas del iceberg del
complejo panorama lingüístico-cultural a nivel mundial, se relaciona con temas
preocupantes para amplios sectores de la humanidad. Enumero algunos:
a-
La posibilidad o dificultad de transmisión,
valoración y defensa de los idiomas no hegemónicos en el mundo;
b-
los procesos político-sociales-culturales que
afectan al plurilingüismo, que ha sido y es uno de los indicadores de la
diversidad y contra hegemonía cultural en el mundo,
c-
las contradicciones y tensiones que existen entre la
imposición-difusión -valoración positiva de una lengua “universal”: el inglés,
y el permanente proceso de desprestigio de idiomas no dominantes, así como de
desaparición de idiomas no hegemónicos a nivel mundial, lo cual conlleva
consecuencias objetivas y subjetivas al interior de diferentes grupos,
comunidades y pueblos,
d-
los procesos desiguales de inclusión-exclusión en la
prensa, en los textos de divulgación científica, en internet, etc., de los
grupos o comunidades que sólo conocen una variedad o lengua nacional o
regional, diferente al inglés, o que usan una variedad dialectal de escasa
valoración,
e-
la dificultad para elaborar, defender y difundir
autorías de la palabra-pensamiento que encuentren estatuto legitimado,
valorado, de copyright, de parte de las agendas y editoriales científicas,
culturales o políticas nacionales e internacionales, lo cual predetermina en
muchos casos, “silenciamiento” de innovaciones o de propuestas de resistencia y
liberación, o de desconocimiento e imposibilidad de formar parte de la base de
datos de consulta mundial o nacional.
Son situaciones que transcurren
mientras en nuestro país vivimos en un marco político-socio-educativo casi
alarmante (desempleo, pérdida de financiamiento de la educación pública en su
conjunto, desatención de la salud, muerte infantil, desnutrición endémica); lo
cual a su vez coexiste con un proceso, iniciado en 1994, que terminó con la
privatización y concentración monopólica de todos los medios de comunicación en
poder de grandes empresas y grupos económicos, la mayoría extranjeros.
Glotofagia
(muerte de lenguas)
y situaciones
de idiomas en vías de extinción
Actualmente existen en el mundo alrededor de
6000-7000 lenguas diferentes y algo menos de 200 países,[2]
lo que nos daría un promedio de más de 30 lenguas por país. Estas cifras sólo
son aproximativas, pero nos dan una evidencia importante: no es el
monolingüismo sino el plurilingüismo lo
que predomina a nivel de cada continente. Es decir, el plurilinguismo ha sido y
es un hecho cultural y social universal.
No existen
países monolingües. El plurilinguismo en
desigualdad constituye una evidencia mundial. No siempre tenemos conciencia
de ello.
Esta situación puede analizarse
desde una perspectiva individual (una persona multilingüe que conoce y usa
varias lenguas) o que vive en un país entre varias lenguas, o como proceso y
realidad colectiva (una comunidad multilingüe en la que coexisten varias
lenguas). Según Jean Calvet, estas dos concepciones no son forzosamente
coincidentes: “un individuo que vive en una sociedad multilingüe puede ser
monolingüe y un multilingüe puede vivir en una sociedad monolingüe”[3].El
autor elabora la siguiente tipología:
“ i) los países con una única lengua oficial: son
los más numerosos.
ii) los países oficialmente bilingües (como Camerún
con el inglés y el francés, Israel con el hebreo y el árabe o Paraguay con el
español y el guaraní), trilingües (como Luxemburgo con el alemán, el francés y
el luxemburgués o Bélgica con el alemán, el francés y el neerlandés), etc.
iii)
los países descentralizados, ¿poseen? lenguas oficiales regionales (como el
catalán, el euskera y el gallego en España, el alemán, el francés, el italiano
y el romanche en Suiza, un número aún mayor de lenguas en la India), tengan o
no una lengua “federal”: España tiene una lengua oficial, el español (o
castellano) y las demás lenguas son co-oficiales a nivel regional, mientras que
Suiza ha dado a tres de sus cuatro lenguas “nacionales” (alemán, francés e
italiano) el estatuto de lengua “oficial”.[4]
Así pues, esta
diversidad de situaciones lleva a preguntarnos si el hecho de que la mayoría de
los países sean multilingües significa que lo son desde el punto de vista
oficial. La respuesta es obvia.
Dado el gran número de lenguas en el mundo, aunque
todos los países fueran oficialmente multilingües, lo que está lejos de ser
cierto, existen muchas más lenguas sin
estatuto oficial que lenguas reconocidas como oficiales. Dicho en otros
términos, millones de personas monolingües que desconocen el idioma dominante
están siendo “empujadas” a una situación de: a) agrafismo de la propia lengua
materna, b) debilitamiento y desvalorización de sus referentes culturales, c)
aprendizaje costoso del idioma “oficial”, d) debilitamiento de la memoria
histórico-social, e) glotofagia impuesta.
De lo anterior deducimos: el plurilingüismo en aquellos pueblos y comunidades originariamente hablantes
de una lengua “no oficial”, se ha transformado en un factor intrínseco de
estratificación, más aún, de exclusión, porque en todos los países y
continentes co-existen lenguas no reconocidas, no valoradas, carentes de
sistemas de escritura estables que legalicen sus posibilidades de difusión y de
desarrollo.
El plurilingüismo es, al mismo
tiempo, un factor de conflicto y de disputa en numerosos países. Aunque debemos
aclarar que: la noción de “guerra de lenguas” como sostiene Calvet, es sólo un
eufemismo y distorsión metafórica por cuanto no son las lenguas las que hacen
la guerra entre sí, sino las personas.
El plurilingüismo en la actualidad también puede
entenderse como un factor de dominación, ya que algunas lenguas son utilizadas
en las instancias de poder, de toma de decisiones, de dominio y de control, y
otras en las “bajas” instancias, en situaciones locales, micro-regionales,
familiares. Esto obviamente refleja relaciones desiguales de poder y de
dominación ya no a nivel lingüístico, sino socio-político, militar y económico. Quienes sufren las consecuencias de lo
anterior no son “las lenguas” en sí mismas, sino los sujetos, las personas, los
hablantes, tantas veces ignorados a nivel político, cultural e histórico así
como en su derecho a una autoría del
pensamiento no reducida a la mera “subsistencia léxica”. Es decir, así como
a nivel socio-económico se les impuso e impone una economía de subsistencia, a
la vez, esas condiciones materiales de vida muchas veces impiden, traban,
dificultan el despliegue de potencialidades lingüístico-semánticas que superen
la mera subsistencia de un universo vocabular que se aprende y transmite de
generación en generación, y que aparece co-determinado e incluso centrado en
ejes semánticos específicos: referidos al trabajo de la tierra ajena, a la
resolución de sus necesidades inmediatas o a los modos de producción
dominantes.
Algunas instituciones educativas aluden a esta
situación de desigualdad como ¨pobreza de vocabulario¨, como si ese vocabulario
fuera un corpus independiente de la pobreza material y económica a la que han
sido y son sometidos. Se trabaja así sobre la “materia lingüística”, escindida
de su base material de sustentación. Lo cual constituye cuando menos un
reduccionismo preocupante.
Lo expresado anteriormente no equivale a decir que
los pueblos o sectores empobrecidos carezcan de capacidades cognitivas,
creadoras ni de reflexión profunda acerca de sus realidades y experiencias,
sino más bien que esa presión histórica y co-determinación de sus vidas en un
contexto permanente de miseria, así como el trabajo de la tierra que no deja
excedentes, dificulta el desarrollo de nuevas formas de organización y de vida
que a la vez, menguan la posibilidad de ampliar los contextos e incluso las
experiencias de uso lingüístico,que a su vez, posibiliten fortalecer y crear
nuevos universos de vocabulario.
Decía al respecto Juan Mamaní, peón de surco, en el
año 1986 en la Ciénaga, valle de Tafí,: “usted
y yo Isabel somos diferentes porque cuando usted quiere decirme lo que piensa,
lo que siente o se imagina, usted tiene en su memoria todas las palabras para
decírmelo, en cambio yo, cuando quiero decirle lo que pienso, lo que siento
cuando estoy así, sentado a las tardes fuera de mi casa, mirando la sombra de
los árboles que nunca es la misma porque corre el viento, se esconde el sol y
todo cambia, yo no encuentro en mi memoria las palabras para decirle lo que
pienso, lo que siento. Pero ¿sabe?, hay dos cosas que nos unen a ud. y a mí, la
voluntad y el sentimiento¨.
Aguda síntesis, importante a la vez que doloroso
descubrimiento el de Juan porque al “no
encontrar en su memoria las palabras para transmitir lo que piensa y siente”
denuncia no sólo una cuestión individual, sino que explicita aspectos profundos
de las co-relaciones entre decir-hacer-pensar-vivir-sentir. Como tantos otros
jóvenes de su edad, accedió a la escuela, estudió, y sin embargo no puede aún
transmitir como desearía y necesita, aspectos valiosos de su subjetividad y
experiencia. Juan tiene poderosas razones para querer transmitirle a otros el
contenido de su conciencia y de su historia, sin embargo descubre que para
poder hacerlo, necesita conocer y dominar otras palabras que aún nadie le
enseñó.
Históricamente en nuestro país y continente, las
formas de ser-vivir-pensar-hablar que representan a los pueblos sometidos a la
pobreza “estructural”, son además a nivel lingüístico, minusvalorizados en
contextos de poder, de uso y aprendizaje que no sean los de la vida cotidiana
local.
Cuando una persona, pueblo o comunidad conoce una
lengua que no es valorada como tal ni es la lengua oficial de un estado, esta
situación dificulta o impide participar activamente en las decisiones de ese
Estado. Se van naturalizando así situaciones de exclusión no sólo lingüística,
sino como ciudadanos, y en la mayoría de los casos, sus derechos, aún los más
elementales, les son retaceados, conculcados. De ahí que no estamos sólo frente a un problema de “identidad”
cultural o lingüística.
Desconocimiento de variedades “estándar”, diversidad
lingüística
Otro aspecto importante para debatir: cuando a un
ciudadano no se le enseña de manera sistemática, crítica y contextualizada la
lengua oficial y dominante del Estado, se le está retaceando un derecho cívico inalienable. Tanto
como cuando se le niega valor e importancia a su propia lengua materna-paterna.
Muchas veces se presenta como incompatible esta relación cuando en verdad no lo
es ya que todos podemos aprender a aprender la variedad dominante de un idioma
y a la vez sentir orgullo de hablar en tucumano o santiagueño. Lo cual no
impide al mismo tiempo, desarrollar al máximo de sus potencialidades tanto el
dialecto social del origen y pertenencia como el de la lengua oficial. En
cambio, si a los alumnos se le dificulta la autoría de la palabra-pensamiento
por desvalorización de su dialecto social del origen y a la vez, sólo se le
transmiten conocimientos esquemáticos o gramaticales de la lengua oficial,
difícilmente podrá comprender los textos, documentos en los que están escritos
sus derechos, y tendrá dificultades además para acceder a la producción de
conocimientos “valorados”.
Ocurre algo similar cuando una comunidad o grupo
habla de forma distinta a la “oficial” o “estándar”, cuando sus autorías
lingüísticas son juzgadas como “imperfectas” debido a la variedad de lengua que
usan y en la que sus hijos están siendo alfabetizados en el hogar. Según
Calvet, cuando esto ocurre, “la democracia es ultrajada”.
Aunque aún no sea un derecho
lingüístico aceptado, legitimado y reconocido, todos los usos sociales de cada
variedad lingüística e idioma desempeñan una función identitaria importante.
Representan además, complejas genealogías inter-generacionales y sociales del
decir, cuya historicidad y vitalidad debieran alentarse.
Esas variedades de la lengua que
hablamos, esos cambiantes abecedarios, vocabularios y sintaxis que la humanidad
produce y transforma, ese modo particular en que lo hacemos, así como las
relaciones inéditas que establecemos, reflejan aspectos de nuestra subjetividad
e identidad tanto individual como social. Reflejan y revelan algo de nosotros
mismos: nuestra situación laboral, profesional, nuestra pertenencia de clase y
cultural, nuestra edad y origen geográfico, nuestra propia trama vincular y de
historicidad junto a otros. El lenguaje vehiculiza aspectos no siempre
perceptibles, de lo que nos une a otros, pero a la vez, lo que nos diferencia.
Por lo tanto, la noción de
“diversidad” lingüística puede a veces esconder o secundarizar la desigualdad
social, otras en cambio, alude a esa evidencia objetiva cual es la de la
co-existencia de formas linguísticas no homogéneas:
“aier se mo venío del ingenio porque a mi papá se leacabao el contrato
de temporario”,
frente a:
“ayer nos hemos venido del ingenio porque a mi papá se le acabó el
contrato de (obrero) temporario”.
Representarnos y valorar
positivamente las diferencias de identidades culturales y lingüísticas así como
de lenguas, implica repensar esta problemática ya no sólo en relación al
dominio de la lengua hipercentral, el inglés, sino en relación a la propia
realidad pluri-lingüística y pluri-dialectal de la región y del país.
Cuestiones que en la actualidad tienen sentido político, educativo y cultural
importante.
Aunque hablemos el mismo idioma o
una variedad socio-lingüística similar, la raíz más profunda de las
estructuras, jerarquizaciones y usos del lenguaje no podemos buscarla en “la
lengua” o en “el idioma”, sino en nuestra compleja y cambiante historia y
praxis individual y social. No deberíamos olvidar que el lenguaje no es sólo materia y contenido lingüístico,
sino materia y contenido social, cultural, psicológico, afectivo, ideológico.
No se trata de defender las
lenguas por sí mismas, independientemente de los procesos político-sociales
actuales, sino además por aquello que jerarquizan, expresan y representan de
cada uno de nosotros, por aquello que tienen de necesario para cada grupo,
pueblo, comunidad.
Todos tenemos un derecho
inalienable a nuestra lengua de los orígenes, la lengua de la familia, la de la
vida e historia cotidiana. Desde esa matriz inicial que es siempre grupal,
aprendemos a organizar, definir y nombrar aspectos centrales de nuestra
identidad y subjetividad.
Aunque no siempre lo recordemos,
cada vez que un niño aprende ese idioma del origen posibilita la continuidad -
no el clonaje-, del idioma de sus progenitores y antepasados. En gran medida
ellos garantizan no sólo la vitalidad y renovación de una lengua sino que
potencian, le dan continuidad y expectativas renovadas a la imprescindible
sobrevida mnemotécnica y socio-cultural de nuestra especie y a la persistencia
de nuestro patrimonio lingüístico.
Tenemos un derecho igualmente
inalienable a la lengua oficializada por el Estado. También tenemos derecho a
conocer una o más lenguas de comunicación nacional e internacional. Todas
tienen sus horizontes potenciales de expansión creadora, sus espacios propios,
contextos de uso, utilidad, proyección y necesidad. Podrían permitirnos
expresar, dar a conocer aspectos no homogéneos de nuestras producciones
culturales, científicas, o reivindicar nuestros derechos.
A modo de ejemplificación, el número de países en
los que las lenguas son oficiales es de enorme disparidad:
1. inglés (45 países) 2. francés (30 países)
3. árabe (25 países) 4. español (20 países)
5. portugués (7 países) 6. alemán (5 países)
6. suahili (5 países) 8. malayo (4 países)
8. neerlandés (4 países) 10. chino (3 países)
10. ruso (3 países) 12. hindi (2 países)
13. japonés (1 país)
Según datos publicados en 1986 por la Universidad de
Washington, el español, hablado por 334 millones de personas, es la cuarta
lengua del mundo, considerada su difusión. Solo en Estado Unidos la hablan más
de 40 millones de personas.
Le preceden el chino-mandarín
(788 millones), el inglés (420) y el hindi (lengua de la India, aunque
fragmentada en muchos dialectos, 300). Le siguen, entre otros, el ruso (285), el árabe (177), el portugués
(con Brasil, 164), el japonés (122),
el alemán (118), el francés (114) y el italiano (63).[5]
Olvido-memoria: una ecuación nada casual
Del total de lenguas que se
hablan en el mundo, sólo una minoría tienen más de cien millones de hablantes: chino mandarín, inglés, español, hindú, bengalí, árabe, portugués, ruso, urdu, japonés, penyabí, alemán. Dentro de medio siglo, más
de la mitad de las 6000-7000 lenguas podrían perderse.
Como nunca antes en la historia de la humanidad las lenguas desaparecen
al cabo de una o dos generaciones, un ritmo alarmante si es que
consideramos que los idiomas son formas de producción cultural, simbólica cuya
desaparición deja atrás, casi siempre sin registro escrito, formas de vivir, de
entender el mundo, conocimientos importantes.
A la vez, y en oposición, se nos
impone cierta ilusión comunicacional-ideológico-social: todos formamos parte de
una única, plural y ¿homogénea? aldea global, que, sin embargo, tiene como
idioma universal al inglés. Es el proceso que atienden los medios, las agendas
políticas internacionales así como ciertas instituciones educativas
“bi-lingues”; en cambio los lentos, dolorosos procesos de lingüicidio o
glotofagia permanente, casi ni merecen atención a nivel mundial. Así por
ejemplo, no recuerdo que se haya arriado nuestra bandera nacional en señal de
duelo cuando desapareció el idioma ona hace más de 15 años en el sur de nuestra
Patria, al morir su última descendiente.
El lingüista Miy Hale sostiene
que “perder una lengua es como tirar una
bomba atómica sobre el Louvre”, simbolizando de este modo la destrucción de
siglos y hasta milenios de producción cultural. Conforme mueren las lenguas,
mueren las memorias históricas de parte de la humanidad, desaparecen culturas
importantes. Sabemos que es imposible sostener, defender, amar o transmitir una
cultura, una forma propia de interpretar el mundo, por fuera de un idioma.
Toda cultura necesita de un
idioma o de varios que la representen y expresen a lo largo de su proceso
histórico de génesis, aprendizaje y transformación.
No deja de sorprenderme que
mientras en nuestra Facultad aún se defiende (año 2003) la necesidad de enseñar
cultura greco-romana en primer año de la carrera de Letras y dos Lenguas y
Culturas latinas (lengua muerta), no se destaque la necesidad e importancia de
conocer, defender, valorar nuestros idiomas americanos con el mismo celo. Uno
de ellos ha sido y es substrato lingüístico importante de las variedades que
hablamos, el idioma qechwa. Teniendo en cuenta además que nada más que en
Sudamérica mil lenguas que tuvieron voz e historia han desaparecido en estos
últimos 500 años, y considerando que una lengua
amenazada es aquella que ya no es
hablada más que por los hablantes más ancianos o que no es hablada sino en
estado parcial, más y más empobrecido, tendríamos que preguntarnos si no sería
decisivamente más importante el aprendizaje de idiomas “amenazados” en nuestra
formación en “letras” en vez del dominio parcial de un idioma extinto y que ya
nadie habla desde hace siglos.
A lo largo de la historia de la
humanidad han existido más de 10 mil lenguas. Hoy de las seis o siete mil
desigualmente habladas, recordadas, aprendidas y escritas, más de la mitad ya
no se enseñan a los niños, de hecho son ya lenguas en vías de extinción.
Si un pueblo o comunidad, por
causas no voluntarias por lo general, ya no puede sostener los puentes
inter-generacionales de la transmisión y aprendizaje lingüísticos, su destino
de supervivencia está en riesgo absoluto. Ya se sabe hoy que para que una
lengua perdure, de cada 100 hablantes, 3 de ellos tienen que ser niños.
Cuando un pueblo pierde su
idioma, cuando ya no lo recuerdan más que los ancianos, cuando no han podido o
no les ha estado permitido escribirlo, se corta de raíz su legitimidad y
continuidad lingüístico-cultural e histórica.
Casi quinientos años de dominio
colonial han producido un hecho doloroso
en el proceso de transmisión intergeneracional de la memoria: para una
parte importante de nuestra población no tiene demasiado sentido recordar y
guardar la memoria de una cultura, de vidas e historias sin “prestigio”, de una
lengua considerada sólo como un dialecto sin valor. Más aún, tiene incluso
escaso sentido transmitirle ese conocimiento a sus hijos.
Es altamente posible que exista una relación muy
estrecha entre el ejercicio desigual del poder político y simbólico, la
persistencia o debilitamiento de la memoria intergeneracional, la transmisión
cultural y la preservación de un idioma, no
sólo porque los sectores y clases dominantes necesitan para legalizar sus
historias que las mayorías oprimidas recuerden algunas historias y se olviden
tantas otras, sino porque uno aprende a veces sin darse cuenta, a recordar lo
que tiene u otorga prestigio, lo que está socialmente aceptado y valorado y a
olvidar o silenciar lo que carece de valor o de poder. Y esto debiera ser
enseñado y esclarecido en las aulas.
Para que los miembros de una sociedad desarrollen
colectivamente esa capacidad no meramente reproductora que es el recuerdo, el
hecho de compartir experiencias sociales comunes es importante, e igualmente
importante es poder transmitirlas, legalizarlas por medio de su difusión y
escritura.
Para
que uno recuerde y valore aspectos de su propia identidad lingüística y
cultural, muchas veces, alguien con poder y autoridad “debe” haber establecido
qué es bueno o importante recordar. Incluso también, qué contenidos son
necesarios de aprender o desaprender en determinado tiempo histórico. Ocurre
algo similar con el olvido.
En
distintos pueblos y comunidades, no sólo indígenas por cierto, numerosos
grupos, asociaciones o instituciones pueden valorar lo suyo, en abierta
oposición a los discursos discriminatorios socialmente aceptados y pueden
transformar el aparente olvido en posibilidad de recuperación valorizada no
solo del pasado remoto sino aún del más reciente.
Tales
procesos de recuperación activa de la memoria no están solo sostenidos por la
memoria lingüística, aún cuando esta sea de vital importancia. Muchas veces, el
encuentro con quienes pertenecieron a una misma etapa histórica, vivida con
intensidad, genera condiciones objetivas y subjetivas que nos permiten
recuperar y activar aspectos del pasado e incluso del pasado mas reciente.
Por
eso, si bien entiendo que el recuerdo individual es importante, infinitamente
más valioso, desde el punto de vista de la configuración identitaria y cultural
son los procesos interpersonales y
grupales de sostén colectivo de nuestra memoria.
Un ejemplo:
“sabía contar mi abuela por parte de mi
mamá, que cuando era joven y todavía vivía el abuelo Antonio, abuelo para mí,
pero bisabuelito para ella, los Zavaleta la ocupaban para que se encargue de la
ropa.
Clemente se llamaba el patrón de mis
abuelos, tanto por parte de mi mamá como por parte del lado paterno, el nomás
era patrón de todos ellos...
Muchos
años ha sido ella la lavandera de los Zavaleta, más de viente... y el abuelo
también me contaba que les trabajaba pero en el campo, mejor dicho, lo hacían
llamar para la zafra.
También
a la abuela la hacían llamar para ordeñar las vacas y hacer el cuajo, como aquí
hacían el queso de la estancia de ellos para vender... y entonces ella se tenía
que levantar antes del alba y cumplir como Dios manda con la orden... Mucho
sacrificio ha tenido la abuela porque en medio del barro tenía que ordeñar a
veces ella... por eso yo, cuando sea más grande, me voy a Mar del Plata, aquí
demás sacrificada es la vida de nosotros”
(Isabel,
14 años, estancia El Churqui, Tafí del valle)
El
olvido y la memoria, así como distintas formas de recuerdo también han sido
“trabajados” por medio de políticas educativas y lingüísticas. Así por ejemplo,
se instó a “mejorar y pulir” el idioma por medio de la enseñanza de una
normativa culta o de una gramática oficial. Incluso se propuso que había que
erradicar las expresiones que atentaran contra la pureza del idioma. Tal vez
por eso Weinreich decía que una lengua es un “dialecto con un ejército y una armada”, porque no cualquier
dialecto se transforma en lengua oficial, sólo alcanza este estatuto y estatus
dominante el dialecto que representa y que refleja más de cerca los intereses,
ideas y formas de representación de los sectores, clases dominantes.
En
estas condiciones no debe sorprendernos que una parte del pueblo no pueda o no
esté totalmente de acuerdo en recuperar o transmitir aspectos de su historia y
cultura, y haya aprendido a silenciar, e incluso desconocerse en su propia
memoria histórica, o haga lo posible para que sus hijos aprendan inglés y
computación, y dejen de «ser incultos, collas, etc.».
En
este proceso han intervenido activamente algunos académicos, religiosos,
estructuras de represión militar, e incluso gramáticos.
En
los países dependientes, coexisten, a nivel subjetivo, la vergüenza así como la
necesidad de afirmación socio-cultural, étnica y/o lingüística, de ahí que los
procesos de formación contradictoria de identidades no excluyan la
predominancia, valoración o minusvalorización de los idiomas y lenguas.
En
el cruce contradictorio y desafiante de dos siglos, numerosos movimientos
indígenas y culturales reivindican sus territorios, derechos conculcados,
lenguas, culturas, identidades, y defienden derechos no sólo culturales o
simbólicos, sino la propiedad de sus tierras y valoran su estrecha unidad con
la naturaleza. En las comunidades tobas, mocovíes, mapuches, huarpes, entre
otras, re-aparece con fuerza a nivel colectivo la necesidad de legitimar el
poder político por un lado, exigir la propiedad de sus tierras, definir criterios
para la escritura de sus historias y conocimientos sin intermediarios, lo cual
implica la defensa de sus idiomas y la exigencia al estado nacional y
provincial de una educación intercultural y bilingüe.
Límites
de la memoria oral y desventaja histórica
de
no tener una memoria acumulativa y escrita
La
memoria oral ha sido y es, junto a la praxis de vida, la fuente de conocimiento
más importante de las culturas ágrafas. Suele ser una fuente complementaria
importante cuando se tienen fuentes escritas, y cuando el protagonismo social
de un pueblo pone en evidencia esa ausencia de escritura de la verdadera
historia y toma decisiones para revertir este proceso.
Su uso, sin embargo, requiere de
aproximaciones críticas porque los textos escritos y orales no son neutros,
están cargados de silencios, de excesos, de ausencias, de intereses explícitos
y escondidos, de múltiples arbitrariedades, y porque las versiones
tradicionales de los acontecimientos que derivan de la historia oral no siempre
reflejan objetivamente el pasado o el presente. También la memoria oral puede
haber sido en parte distorsionada.
Cuando
una comunidad o pueblo sólo tiene relatos parciales, “deshilachados”, breves
retazos de una memoria oral y social, la posibilidad de llenar esos tramos vacíos,
o descubrir los errores y las contradicciones de los relatos requiere de
enormes esfuerzos colectivos e institucionales. De ahí la importancia cultural
y política de desarrollar desde temprana edad una autoría de la
palabra-pensamiento no claudicante, reivindicadora, activa, critica.
Argentina:
algunas consecuencias no mediáticas
En la ciudad de Rosario
(provincia de Santa Fe) por ejemplo, he conocido la tristeza, la dignidad y la
lucha de los pueblos indígenas wichis del Chaco, que se vieron obligados a
emigrar -expulsados de sus territorios- donde eran pescadores, como
consecuencia de que no tenían ya permiso para extraer peces del río. Tuvieron
que trasladarse a la ciudad de Rosario, a orillas del río Paraná, para retomar
su práctica de vida como pescadores.
Este “episodio“ que no figura en
la “red de redes“, internet, ni ha sido “cubierto” por los medios, afecta sin
embargo la vida de miles de argentinos; y a la vez tiene repercusión directa en
sus derechos vitales y lingüísticos, en su posibilidad de difundir sus memorias
sociales desde una autoría social de la palabra no enajenada ni distorsionada.
Forzados a emigrar a otras tierras, casi no encuentran formas de defender su
idioma; por lo que para comprender los procesos de glotofagia o de lenta agonía
de las lenguas, resulta imprescindible comprender los procesos políticos,
sociales y económicos que constituyen la base material de los mismos.
Al privatizarse el puerto de
Rosario y ser adquiridos por capitales de Taiwan, también se privatizaron las costas
del río por lo que una vez mas debieron emprender el retiro, y fueron cargados
en camiones y depositados en otras tierras, obligados a subsistir ya no de la
pesca y de sus derivados sino a ser hortelanos.
Los procesos de desarraigo
impuesto han sido frecuentemente el inicio de desarraigos culturales, incluso
más, de dolorosos procesos de des-memoria de lo propio. En otras ocasiones, han
sido inicio de duras luchas de resistencia cultural, e incluso de una toma de
conciencia activa acerca de la importancia de la propia cultura, identidad y
lenguaje.
Tal vez para este modelo hegemónico capitalista la muerte de miles de
lenguajes y de miles de hombres, mujeres y niños signifique mucho menos que un
temblor en la bolsa de valores de Taiwan o de Londres o de Buenos Aires.
Nos desafían situaciones bastante
complejas en este fin de siglo, ya que a la vez que la realidad descripta es
verdadera, y también es cierto que aun en el mundo perduran cinco mil culturas
indígenas que subsisten, resisten y siguen luchando, no es menos cierto que
este nuevo modelo de la aldea global requiere de nosotros, que aún no corremos
el riesgo de perder nuestro idioma, una comprensión científica en torno a los
procesos de autoría de la palabra-pensamiento que están en riesgo de muerte.
No es una tarea ajena a los lingüistas, pedagogos, psicólogos,
historiadores, entonces, la defensa del derecho a la autoría de la
palabra-pensamiento en la lengua materna aprendida.
Es decir, no se debiera secundarizar la importancia de que cada ser humano
conquiste el derecho a transformarse en portavoz de sus historias,
conocimientos y necesidades desde una autoría social y cultural de la palabra,
lo cual requiere defender -en vez de analizar, describir o transcribir- sus
lenguas maternas-paternas. Pero si caemos en el reduccionismo lingüístico y
dejamos de considerar las condiciones objetivas de vida de los pueblos, las
políticas lingüísticas pueden ser nada más que mero adorno social.
Miles de historias y de formas de
conocimiento americanos corren el riesgo de perderse, silenciarse para siempre.
Esta situación está relacionada con las injustas condiciones de vida, de
trabajo, salud y educación a la que la mayoría de los pueblos que hablan
lenguas que agonizan han sido y son sometidos a nivel mundial, como
consecuencia de la implementación de políticas económicas de despojo, de
precarización tremenda de sus condiciones materiales de existencia,
pueblos que aún respetan
profundamente lo que las multinacionales desvastan: “La tierra esta llena de significados culturales para nosotros, es cosa
seria y la respetamos porque de ella vivimos y en ella crecemos, es nuestra
madre“, decía Patricio, un habitante del Chaco en el 2001.
Me pregunto si hay condiciones
objetivas de igualdad y de respeto en Argentina para escuchar y comprender, no
desde una oreja paternalista o desde la banalización o el pintoresquismo a
quienes defienden un espacio de tierra por considerarlo casi sagrado, mientras
vemos como se privatiza hasta el aire y la noción de propiedad privada campea a
lo largo y ancho del mundo.
Mientras vemos cómo algunos
productos “construidos” por los medios: desde una gaseosa hasta un cantante de
rock o de pop se imponen como imágenes y códigos representativos a nivel
masivo, e incluso mundial, la mayoría de las lenguas que han de desaparecer en
el mundo lo harán antes del 2100 con lo cual miles de ellas dejaran de tener
vigencia.
Podemos preguntarnos si los
procesos de pérdida de un idioma afectan o no a los procesos de configuración
subjetivos y de identidad cultural por un lado, y las posibilidades de acceder
a la cultura, a la ciencia y a la educación se ven disminuidos cuando uno no
habla el idioma dominante en el mundo.
Este lugar lo alcanza la lengua
inglesa, no por el tipo de sonidos que posee, o por su estructura sintáctica,
sino obviamente por la hegemonía político-militar y la dominación económica que
los países anglófonos imponen al resto del mundo.
Contradicciones
actuales
Hay coexistencia de procesos
finiseculares desiguales vinculados con las lenguas y con el futuro de sus
hablantes:
a) pérdida y desaparición de
lenguas en el mundo, lenguas cuyos habitantes e historias jamás llegarán a
conocerse al no dejar registros escritos, ya que la mayoría ha sido sometida a
procesos de desvalorización creciente de sus propias formas de
vivir-pensar-hablar, y porque los pueblos hablantes de idiomas hoy minoritarios están en condiciones de
desventaja social, económica y cultural muy evidente.
b) avance progresivo y permanente
de un idioma, casi un nuevo esperanto, como es el inglés. Esta situación se ve
reflejada de manera muy visible en las páginas de Internet. Más del 80% de los
contenidos en Internet están en este idioma, imposición de una única lengua
dominante propia del imperio que domina. Como decía Nebrija en 1492, “siempre
la lengua fue compañera del imperio, junta fue el nacimiento de ambas,
juntamente crecieron y desaparecieron”.
c) La naturalización creciente de
que existan lenguas minoritarias en total desventaja o agonía final. Idiomas
antes mayoritarios y que hoy aparecen como lenguas “de minorías”. Lenguas
minoritarias que se caracterizan hoy por los derechos sociales conculcados y
que las dejan al limite de la supervivencia. Lenguas que han devenido en
minoritarias por su desigualdad y asimetría polìtico-social,cultural frente a
las lenguas dominantes y/o mayoritarias. Situación que no depende de las
características intrínsecas de cada lengua, sino de factores exclusivamente
políticos.
d) El mapamundi de la diversidad
lingüística no coincide con el de la densidad de población: 96% de las lenguas
son habladas por 4% de la población mundial, y más de 80% de las lenguas son
endémicas y están confinadas a un solo país. Únicamente veinte idiomas del
mundo cuentan varios cientos de miles de hablantes en diferentes países. Casi
la mitad de la población mundial se expresa en una de las ocho lenguas de mayor
difusión: chino (1.200 millones de hablantes), inglés (478 millones), hindi
(437 millones), español (392 millones), ruso (284 millones), árabe (225
millones), portugués (184 millones) y francés (125 millones).
e) Estos desequilibrios llevan a
los expertos a prever la desaparición del 70 al 95% de las lenguas vivas en el
transcurso del presente siglo. Actualmente, diez idiomas se extinguen cada año
en algún lugar del mundo. Algunos estudiosos llegan a afirmar que cada dos
semanas muere una lengua.
f) Co-relación entre pobreza,
dominación y lingüicidio: los índices de extinción son particularmente elevados
en las zonas de mayor diversidad lingüística, de mayor pobreza y dependencia.
Sólo desaparecen las lenguas de los pueblos dominados, empobrecidos,
perseguidos, sometidos al agrafismo impuesto.
En Africa, más de 200 lenguas cuentan
menos de 500 locutores y corren el riesgo de desaparecer muy rápidamente: el
umbral mínimo para que una lengua sobreviva se eleva a 100.000 hablantes.
Lo cual implica que en Argentina
corren el riesgo cierto de desaparecer todas la lenguas aborígenes habladas en
la actualidad, a menos que se refuercen políticas sociales, culturales,
educativas y lingüísticas sostenidas en el tiempo que eviten este atropello. En
cambio, si sólo se refuerzan los “derechos lingüísticos” esos idiomas han de
desaparecer. No es suficiente una educación intercultural bilingüe para evitar
o frenar la desaparición de un idioma.
En América del Norte, las
situación más preocupante es la que amenaza a las lenguas indígenas y criollas,
especialmente en Estados Unidos y Canadá, donde las 200 lenguas amerindias que
lograron sobrevivir hasta ahora están todas en peligro, excepto el navajo, el
cree y el ojibwa.
En América Latina corren peligro entre un tercio y la mitad de las 500 lenguas
amerindias existentes, y la reducción más marcada es la prevista en Brasil,
donde la mayoría de los idiomas son hablados por comunidades pequeñas.
h) Plurilinguismo-monolinguismo: Las consecuencias
de la desaparición de las lenguas son graves en más de un sentido. En primer
lugar, si dentro de un siglo o menos casi todos los habitantes del mundo fueran
uniformemente monolingües, es posible que nuestro cerebro e incluso nuestros
sistemas de representación del mundo “resultaran afectados al punto de perder
parte de su capacidad de creación lingüística¨”.[6]
Imagino que sería empresa de extraordinaria complejidad la de la unidad en la
diversidad que hoy define parte de nuestra existencia.
Humanos monolingües a los que les resultaría casi
imposible representarse y remontarse a los orígenes del lenguaje humano ya que
no habría más que un código lingüístico relativamente común. ¿un ideal fascista
en ciernes, la de un homo monolingüe?
i) con la muerte de cada lengua, un capítulo de la
historia, de la vida y de los conocimientos intra e intergeneracionales de la
humanidad se acaba para siempre. Como decía un habitante del Chaco, hablante de
lengua mbya: ¿si es que muere nuestra lengua, ¿quién rezará entonces nuestras
plegarias para desencadenar la lluvia?
Escuchemos, lo que sostiene Rodrigo
Montoya Rojas,
autor peruano: “...dentro de una cultura
sometida, que perdió sobre todo la esfera política de su autonomía, a unos
pocos -dirigentes étnicos- les importa guardar la memoria por su utilidad en el
presente como recurso para un posible proyecto futuro; a otros, más numerosos
-sacerdotes indígenas- les importa conservar la memoria porque es el encargo
que asumieron; a otros, la mayoría de la población, esa memoria les interesa
poco o nada porque se conforman con sus vidas individuales y familiares, porque
cotidianamente lo esencial para ellos y ellas es sobrevivir, o porque no
quieren recordar lo que les duele. A otros, a quienes disfrutan del poder y a los
ideólogos de las clases, estratos y culturas dominantes les interesa el olvido,
que los de abajo renuncien a su propia memoria, cuanto antes mejor”.[7]
Un
olvido que a veces puede ser parte de una estrategia puntual, momentánea,
activa, o una estrategia para evitar el dolor, el sufrimiento. Otras en cambio,
es un olvido que ha sido progresiva y
sistemáticamente impuesto desde afuera, por lo cual ya no podemos
denominarlo olvido sino más bien ausencia
coercitiva de recuerdo.
Junto
a lo anterior, existen y se fortalecen situaciones interesantes a nivel de la
comunicación, a las que denomino estallidos
lingüístico-sociales de la verdad histórica, o enunciación histórica y
colectiva de la vida cotidiana, situaciones que denuncian, expresan,
muestran y reflejan aspectos importantes del presente y del pasado. Sus
portavoces no poseen copyright, sin embargo han recuperado o conquistado en
algunos casos por vez primera, una autoría social de la palabra, desde el
protagonismo y la lucha.
Escuchar
estas voces, protagonizar junto a ellos situaciones que reivindiquen nuestros
derechos no sólo lingüísticos, constituye una estrategia de resistencia activa
no solo contra la glotofagia o la desmemoria, sino contra la desesperanza o el
nihilismo.
Procesos Comunicacionales, Glotofagia,
Identidad Cultural: Problemas y desafíos en el tercer milenio
Este trabajo enfoca, desde la perspectiva de la
Lingüística Social (Requejo), y la Psicología Social (Pichón Riviere, Quiroga),
las siguientes problemáticas: a) el complejo y cambiante panorama de las
lenguas a nivel mundial, b) los procesos político-sociales que afectan al plurilingüismo, uno de los indicadores
de la diversidad y contra hegemonía cultural en el mundo, c) la acelerada y
dolorosa desaparición de idiomas no hegemónicos a nivel mundial, y d) la
posibilidad o dificultad actual para enormes mayorías de población de asumir
una autoría de la palabra-pensamiento desde un lugar valorado, tanto desde el
punto de vista lingüístico como socio-político cognoscitivo y cultural. Su meta
es generar debates y nuevas aperturas en el campo de la educación, la comunicación,
la salud mental y las políticas lingüístico-culturales.
Palabras clave: lingüística social-
muerte de lenguas - identidad cultural - memoria histórica - autorías de la
palabra
Communicational Processes, Languages Death, Cultural Identity:
Problems and Challenges in the Third Millenium
This
paper focuses, from the point of view of Social Linguistics (Requejo), and
Social Psychology (Pichon Riviere, Quiroga), on the following issues: a) the
complex and changing scenery of languages worldwide, b) the socio-political
processes which affect multilingualism, one of the indicators of the cultural
diversity and counter-hegemony in the world, c) the swift and painful
disappearance of non-hegemonic languages all over the world, and d) the current
possibility or difficulty for vast majorities of population to assume
authorship of the word-thought from an appreciated place, from the linguistic
point of view as well as the socio-political, cognitive and cultural point of
view. Its aim is to generate debates and new openness in the fields of
education, communication, mental health and the linguistic-cultural policies.
Key words: social linguistics,
languages death, cultural identity, historic memory, authorship of words and
thoughts.
Notas
(*) Doctora, Licenciada y Profesora en Letras. Psicóloga Social. Directora de la Sección Lingüística Social, Procesos Comunicacionales y Educación del Instituto CERPACU. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Tucumán. Docente de Lingüística II.
[1] En este artículo, y sin pretensión de visión
apocalíptica ni del mundo ni de los medios, planteo para su debate, algunas de
las formas finiseculares de representación de la información con soporte
tecnológico, no desvinculadas de procesos socio-políticos actuales y
anteriores. Todas ellas requieren para su comprensión y análisis saber leer y escribir no sólo en una
dimensión textual-lineal, propia de la sintaxis de la escritura, sino que
implican o suponen un lector, un receptor que a la vez pueda comprender los
procesos e informaciones macropolíticas, muchas veces implícitas, así como
reconstruir el complejo mecanismo de producción, transmisión y recepción de los
mensajes, focalizando la mirada además, en el impacto subjetivo, psicológico,
de los mismos. Poder transformar la dimensión
lineal de la escritura para comprender nuevas formas de mediación tecnológica
que nos permiten acceder a contenidos distintos, parece una cuestión sencilla,
pero para millones de seres humanos no lo es.
Los contenidos mediáticos y los procesos de selección, edición, así como las mediaciones tecnológicas constituyen hoy polos contradictorios necesarios de indagar. A fin de transformar una mirada complaciente, absorta, “des-lumbrada”, en lectura atenta, objetiva y crítica.
[2] Para ampliar estos datos y cotejar situaciones lingüísticas en diferentes países, consultar bases documentales en internet: www.ethnologue.com
[3] Calvet, Louis-Jean. “Identité et plurilinguisme”, dans 1ère Table Ronde Identité et multiculturalisme. Trois espaces linguistiques face aux défis de la mondialisation. París, 20-21 mars 2001.
[4] Ibídem. Hipótesis e ideas que pueden ampliarse en el excelente artículo de Montoya Rojas, Rodrigo: “El olvido como propuesta”, en: http://www.andes.missouri.edu/andes/especiales/rmmemoria/rm_memoria3.html. Véase; Montoya Rojas, R.“Historia, memoria y olvido en los Andes quechuas”, en: www.andes.missouri.edu/andes/especiales/rmmemoria/rm_memoria1.html. Solo una lengua a nivel mundial supera en número de hablantes, casi por tres veces, al inglés: el chino o mandarín, que es la lengua materna de uno de cada seis seres humanos., hablada por 895 millones de personas. Le sigue en numero de hablantes el ingles con la tercera parte de hablantes ( 440 millones). Calvet, Louis Jean; Lingüística y Colonialismo, Madrid, Ed. Jucar, Madrid, 1981. (2001) “Identité et plurilinguisme”. En: 1ère Table Ronde Identité et multiculturalisme. Trois espaces linguistiques face aux défis de la mondialisation. París, 20-21 mars 2001. Montoya Rojas, Rodrigo: “El olvido como propuesta”, en: http://www.andes.missouri.edu/andes/especiales/rmmemoria/rm_memoria3.html. Moreno Cabrera, Juan Carlos; La dignidad e igualdad de las lenguas. Crítica de la discriminación lingüística. Madrid: Alianza Editorial, 2000. Stavenhagen, Rodolfo; “La diversidad cultural en el desarrollo de las Américas. Los pueblos indígenas y los estados nacionales en Hispanoamérica”. En: Cultural Studies Series: Nº 11, Unite for Social Development Education and Culture Organization of American States, 2001. Disponible también en Internet: http://www.oas.org/udse/documentos/stavenhagen.doc. Tusón, Jesús; Los prejuicios lingüísticos. Barcelona, España: Octaedro Universidad, 1997.
[5] Calvet, Louis Jean. “Identité et plurilinguisme”, op. cit.; y Calvet, Louis Jean. Lingüística y Colonialismo, Madrid, Jucar, Madrid, 1981.
[6] Ranka Bjeljac-Babic, Seis mil lenguas un patrimonio en peligro; Universidad de Poitiers, Francia ( mimeo), versión electrónica: http://es.geocities.com/traduconet
[7] Hipótesis e ideas que pueden ampliarse en el excelente artículo de Montoya Rojas, Rodrigo: “El olvido como propuesta”, en: http://www.andes.missouri.edu/andes/especiales/rmmemoria/rm_memoria3.html