La alcaidía de la Jefatura de Policía de Rosario no debe ser arrasada porque no debe ser arrasada la historia

 

Irma Antognazzi(*)

 

Harán una plaza donde funcionó la alcaidía mayor de la ex Jefatura. Permanecerá abierta durante el día, con ingreso libre, tendrá bares y un espacio cultural para exposiciones (La Capital, Rosario, Argentina 11 de junio/04)

 

Ese edificio no es una joya arquitectónica, es cierto, excepto su torre. Sin embargo es una joya de la historia. Se proyecta conservar sólo el sótano, lugar donde estuvimos alojadas numerosas prisioneras políticas desde comienzos de 1975. Algunas por pocos meses porque de allí, en camiones celulares que entraban en sus calles interiores fuimos siendo trasladadas al penal de Villa Devoto. Otras permanecieron más y siguieron viendo por esas ventanitas a nivel del techo -que era el nivel del piso exterior- “encapuchados” que eran bajados brutalmente de esos camiones y metidos dentro de ese edificio que ahora quieren borrar. Además del sótano, los pisos superiores conservan todavía las celdas intactas, los pasadizos oscuros de una cárcel que guarda aún muchos hechos y lugares que deben ser recuperados para incorporar a la memoria popular. En cada metro de piso y de pared hay historias de vida, hay llantos y risas, hay dolores y solidaridades, hay historias de gente de Rosario y de toda la región conversadas a veces a gritos y otras entre susurros; hay hechos, hay recuerdos, está hasta el cariño de los bebés que aunque entraban llorando en brazos extraños, se encontraban con nosotras que preparábamos el lugar para jugar con ellos en un colchón en el piso. Están las rejas chirriantes de pesadas puertas con mirillas busconas para pescar libertades y sancionar fuerte. En la alcaidía no sólo hubo prisioneras y prisioneros legales. Ya en el 75 supimos de quienes entraron y nunca salieron con vida. Estos 25 años no fueron suficientes distancia como para que podamos abordar la historia de ese espacio. Quienes estuvimos allí alojados no fuimos consultados antes de tomar tamaña decisión de deshacerse de ese edificio. No puede cambiarse la historia por un shopping. Ya tenemos tristes historias. Quizás quienes tomaron esta decisión no saben de qué manera se conservan las cárceles históricas en otros lugares del mundo. O tienen miedo a que se transmitan las experiencias de vida porque no quieren que se sepa que los presos políticos supimos VIVIR aún en el horror, resistimos, sobrevivimos, creamos cultura propia de la sobrevivencia. Y eso es necesario para las nuevas generaciones.

Se ha tomado una decisión arbitraria, contraria al sentido común y al sentido de la historia. No es tapando, no es demoliendo edificios y reprimiendo memorias que tendremos una sociedad mejor. Nosotras, las prisioneras políticas que estuvimos “alojadas” en el sótano de la Alcaidía queremos recuperar ese espacio porque allí a la sombra transcurrió una parte importante no sólo de nuestras vidas, y no sólo de nuestros hijos y familiares. Sino del pueblo de Rosario y de la región de la Provincia, que si no lo sabía, después lo supo: allí en pleno corazón de la ciudad, había quienes inventábamos la vida desde la oscuridad de ese sótano; y en los pisos superiores los prisioneros intentaban lo mismo. Ahora le pondremos luz; no queremos que se demuela; queremos que sea un espacio de vida para las nuevas generaciones de jóvenes de la región y del país.

Apelamos a las autoridades provinciales, al gobernador de la Provincia de Santa Fe, al Ministerio de Justicia, a la Ministra de Educación; a la voluntad de la Justicia provincial para no innovar hasta tanto, quienes vivimos allí forzadamente, podamos participar junto con la convocatoria a los jóvenes de hoy, de las mejores decisiones en torno a cómo habilitar estos espacios históricos para enriquecer la memoria colectiva en camino de hacer una nueva historia.

Es necesario suspender la demolición y encontrar mejores soluciones aunque no esté hecha la plaza que proyectan algunos para el Congreso de la Lengua. Por el contrario recuperando este edificio para la historia de las nuevas generaciones habremos recuperado lenguajes, culturas y estilos de vida de una parte de nuestra sociedad que debió aprender a vivir detrás de las rejas mientras las llaves estaban de afuera.

El edificio pertenece al pueblo de la provincia de Santa Fe que necesita conocer su historia para construir una memoria colectiva más completa y clara.

 

Rosario, 16 de junio de 2004



(*) Historiadora, ex prisionera política. Directora del Grupo de Trabajo Hacer la Historia. Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Ex docente del ISP N° 3.