Berta
Wexler(*)
“Según Pierre Vilar, Marc
Bloch se preguntaba si no había pecado de imprudencia insistiendo; como había
insistido, en los mecanismos básicos de los cambios a largo plazo, cuando el
destino de los hombres de carne y hueso se juega a corto plazo, entre la locura
de las voluntades de poder y el fracaso de las buenas voluntades... ¿Hemos de
desesperarnos ante el retraso de las capacidades del hombre para conocerse a sí
mismo y para saber organizarse en sociedad?”[1]
Hace apenas un año asistíamos a la
muerte de Pierre Vilar uno de los historiadores franceses contemporáneos más
importantes, quien había alcanzado a conocer en sus 97 años algunos de los
últimos levantamientos populares como el de diciembre del 2001 en nuestro país.
Cercanos en el espacio y el tiempo del largo plazo de la América convulsionada
“el destino de los hombres de carne y hueso se juega a corto plazo”... como él
lo decía y el pueblo de Bolivia se levantaba en octubre del 2003, a menos de un
mes de su desaparición física, el 17 de agosto.
Recordando
a este pensador haremos una breve reseña de la conflictividad en Bolivia.
Aunque ha sido bastante subestimado por la historiografía, fuimos un solo país
durante las luchas de la independencia, de principios del S. XIX; una historia
de hombres y mujeres peleando por la libertad de cada pueblo, de cada ciudad,
del país de las Provincias Unidas y de todo el continente con ejemplos de
grandes caudillos como lo fueran Manuel Asencio Padilla y su mujer Juana Azurduy,
“Juana de América”.[2]
A
fines del siglo XX se terminaron las posibilidades mineras sobre las que se
edificó Bolivia. Se agotaron las viejas tierras de la Puna y las Sierras de las
colectividades quechuas y aymaras (mayoría de la población) y han sido
monopolizadas por grandes propietarios las tierras y reservas del Oriente y se
prohibió por Estados Unidos la producción de la coca, único refugio de
campesinos y mineros desocupados.
Como
no podía ser de otro modo los sectores mas golpeados por la crisis encabezaron
protestas contra la dominación política, cultural y económica que los gobiernos
de turno implementaron siempre perjudicándolos de manera más acentuada en los
ámbitos sindicales, de la minería, el campesinado y los cocaleros. En las
últimas décadas del siglo XX el modelo liquidó las jubilaciones, privatizó los
restos de la minería y los ferrocarriles y se lanzó en alianza con las
transnacionales PAN AMERICAN-REPSOL-TOTAL sobre las importantes reservas de gas
y petróleo descubiertas y estudiadas por Y.P.F. BOLIVIA.
Desde
1986 se iniciaron movilizaciones contra este modelo. Marchas históricas
recorriendo los caminos del país se continuaron a lo largo de los noventa. Lo
novedoso aquí fue la acción de las mujeres, que se unieron para ir juntas en la
pelea con los hombres, sufriendo represión y encarcelamiento. Recorrieron
cientos de kilómetros haciendo bloqueos, por caminos de tierra muy difíciles,
junto a las familias, confluyendo de todos los puntos del país, hasta llegar a
la capital, La Paz.
Las nuevas
luchas de los noventa y dos mil, tuvieron a hombres y mujeres como activos
agentes de cambio y combate contra leyes injustas, desigualdad, pobreza, etc.
Así como el resurgimiento del orgullo de las tradiciones aymara y quechuas
mayorías centenariamente sometidas.
Se pueden
señalar las grandes movilizaciones por el agua, con destacado rol femenino que
lograron expulsar a la empresa “Aguas del Tunari” en la cuidad de Cochabamba.
Las mujeres también fueron víctimas de nuevas masacres junto a los campesinos
cocaleros en diversas zonas del país.
Iniciado
el S. XXI en Latinoamérica la contradicción fundamental de todos los países
“globalizados” se da entre las grandes metrópolis, el saqueo a los países
dependientes y lucha de los pueblos por alcanzar un desarrollo independiente.
En
el caso particular de Bolivia en el 2003 la política entreguista de Sánchez de
Lozada, presidente que gobernó, “en la locura de las voluntades de poder”, como
decía Vilar y en complicidad con las transnacionales petroleras agravó la
profunda crisis social y fue responsable de una convulsión de grandes
magnitudes, en cuya coyuntura el lema fue:
“¡EL
GAS DE BOLIVIA ES PARA LOS BOLIVIANOS, Y ESTOS DEBEN DISPONER QUE SE HACE, COMO
SE VENDE, DONDE SE VENDE, POR DONDE SE VENDE Y A QUIEN SE VENDE!”
En
un país dividido en tres grandes zonas con geografía, historia y raíces
culturales diferentes pudieron unirse campesinos, mineros, capas medias, obreros y
estudiantes cansados de la represión ejercida por el gobierno. El pueblo
estalló cuando se anunció la firma de la venta del gas a empresas monopólicas
norteamericanas a través de Chile, mientras los propios aymarás, quechuas, cambas
y todo el pueblo paga altos costos por el abastecimiento y consumo local.
En
pocos días de octubre el gobierno de Sánchez de Lozada, dejó cientos de
muertos, con violencia y represión, militarizando las principales ciudades, el
campo y amenazando e intimidando a dirigentes sindicales, organizaciones
sociales y profesionales comprometidos en la defensa del gas que fue sustraído
inconstitucional e ilegalmente al pueblo boliviano.
El
presidente, apodado “Goñi”, habla bien inglés y mal el castellano, y no habla
las lenguas mayoritarias. Llevó la crisis cocalera de la zona del Chapare a
límites extremos, y estaba dispuesto a completar la entrega de todo el
patrimonio público y las riquezas del subsuelo a los extranjeros. La situación
se fue tensando entre la población que no aceptaba estas políticas y comenzaron
los cortes de ruta y bloqueos de caminos. Los campesinos junto al dirigente
Felipe Quispe “El Malku” y los mineros desde el Alto comenzaron el paro y la
marcha de la Puna a la ciudad de La Paz. Se unieron los cocaleros del área de
Cochabamba con el dirigente Evo Morales, los estudiantes, obreros,
profesionales, sectores medios y toda la población indignada frente a la
entrega del gas y ante tanta brutalidad inundaron las carreteras, calles y
espacios públicos, al grito “que renuncie el presidente”. Casi todas las
ciudades también comenzaron el paro. El presidente había quedado solo con el
apoyo de los represores y pareciéndose mucho al “Argentinazo” que derrocó al
presidente Fernando de la Rúa, “el hombre de la rosca” se fue solo con la
renuncia, desde Santa Cruz a los Estados Unidos, donde reside actualmente y
desde donde alienta criminalmente la división de Bolivia entre el Oriente
“rico” y el Altiplano pobre.
El
altísimo porcentaje de ausentismo y el voto en blanco en el reciente referendum
convocado por el presidente Carlos Mesa por el tema de los hidrocarburos, en
julio del 2004 comprueba que el conflicto está lejos de cerrarse.
James
Petras así lo reflejaba en la conferencia pronunciada en Santa Cruz, en
noviembre del 2003, en el Encuentro Social Alternativo:
“Hay
importantes indicadores empíricos que dicen que la marea está volviéndose
contra los regímenes latinoamericanos respaldados por EE.UU., aunque a un costo
alto y sangriento. En Bolivia, una alianza de varios millones de bolivianos
derrocó al régimen de Sánchez de Lozada en octubre de 2003 e impuso un límite
de 90 días al entrante Presidente Mesa para que renacionalice el gas y las
fuentes de energía, revoque el programa de erradicación de la coca e
instrumente otras demandas populares. El costo fue alto: 81 muertos y 400
personas gravemente heridas.”[3]
En Argentina se dio la rebelión popular en el 2001,
y al poco tiempo... la pregunta de Vilar ha quedado revelada para el pueblo
boliviano:
“...
¿Hemos de desesperarnos ante el retraso de las capacidades del hombre para
conocerse a sí mismo y para saber organizarse en sociedad?”
La
organización de la rebeldía palpita en “los mecanismos básicos de cambios a
largo plazo” de toda América Latina como este gran historiador lo preanunciaba.
(*) Master en la Problemática del Género (CEIM. Universidad Nacional de Rosario). Profesora Especializada en Historia (UNL). Docente en el Instituto Superior Profesorado N° 3. E-mail: berjorgi@hotmail.com
[1] CARRIZO; Jorge. “Pierre Vilar”. EN: La Marea. Año 9 Verano 2003/2004, citado de Vilar Pierre. “Pensar históricamente. Recuerdos y reflexiones”. Crítica Grijalbo, Barcelona, 1997.
[2] WEXLER, Berta. Juana Azurduy y las mujeres en la revolución altoperuano. Centro Juana Azurduy. Sucre, Bolivia, 2002.
[3] PETRAS, James. El imperialismo y la resistencia en América Latina. Encuentro Social Alternativo. Universidad René Gabriel Moreno, CEDIB, Santa Cruz, 2003.