El Partido Peronista en Santa Fe y el movimiento obrero.

Relaciones de poder, acuerdos y conflictos, 1946-1955

 

María Mercedes Prol(*)

(UNR; UNER; mercedesprol@gmail.com)

 

Introducción

 

La emergencia del peronismo en Argentina, a mediados de los años cuarenta, transformó la dinámica del sistema político y la de sus actores, especialmente los sindicatos y los partidos políticos. Como se sabe, durante este período se asistió a la consolidación de un sindicalismo de masas y a su aglutinamiento definitivo en una central única: la Confederación General del Trabajo (CGT). Una cantidad sustanciosa de estudios históricos han señalado la casi total identificación del movimiento obrero argentino con el fenómeno político emergente, identificación que recorrió la historia de nuestro país. Al mismo tiempo, en aquel contexto, los legisladores pro peronistas que integraron la alianza electoral triunfante en febrero de 1946, muchos de ellos de origen sindical, pusieron en marcha un nuevo partido político, al que denominaron Partido Peronista (PP). Por lo tanto, la peronización del sindicalismo y la formación del PP fueron procesos sincrónicos. Ambas organizaciones, la sindical y la partidaria, se desenvolvieron en el marco de distintas matrices organizativas, formas de selección y ejercicio del liderazgo, tuvieron varios roles dentro del sistema político, y distintos canales de vinculación con la instituciones del gobierno[1]. Sin embargo, en este desarrollo paralelo existieron ciertos puntos de intersección, que se expresaron a través de intentos de integración de una representación profesional dentro del partido, e intercambios de elencos que actuaron en uno y otro ámbito de ejercicio de la sociabilidad, la participación y la movilización política peronista.

Sin desatender tal independencia, este trabajo intenta dar cuenta de las características que tuvo en el primer peronismo la intersección mencionada más arriba. Centra el foco de análisis en el ámbito del PP de Santa Fe y desde allí reconstruye las relaciones políticas entabladas entre este partido y los sindicatos peronistas, desde fines del año 1945 hasta el golpe militar de septiembre de 1955, que produjo el derrocamiento del presidente Juan D. Perón. Persigue el propósito de reconstruir una imbricación que ha sido supuesta por los análisis existentes sobre el partido, ya sea en su fase formativa o durante su consolidación, o deducida a partir de los lineamientos establecidos en la Carta Orgánica, pero muy poco abordada. Con ello se pretenden matizar afirmaciones formuladas por algunos estudios sociopolíticos sobre las transformaciones que ha sufrido el PP-PJ en la larga duración, que caracterizan al PP como un partido de base sindical, de masas informal, y destacan que esa informalidad produjo una débil institucionalización[2]. Siguiendo tales análisis aquí se sostiene que no se puede desconocer la importancia que tuvieron los sindicatos y sus apéndices, las agrupaciones sindicales, en la conformación de la estructura de base de la organización política referida. Pero, a diferencia de ellos, se considera que la relación partido/sindicatos fue un factor de inestabilidad dentro del peronismo, y no de informalidad por ausencia de reglas que la condicionaran, como se supuso. En lugar de una débil institucionalización debería hablarse simplemente de una institucionalización distinta a la del resto de las organizaciones políticas preexistentes, que dotó al PP de una singularidad relativa. La relación partido/sindicatos no permaneció igual a lo largo del período histórico abordado, sufrió modificaciones que serán destacadas en las páginas que siguen.

 

La articulación entre partidos y sindicatos

 

Como han señalado, hace mucho tiempo atrás, varios investigadores dedicados al tema, el peronismo fue un fenómeno social y político de base policlasista[3]. A pesar de esa heterogeneidad, el partido/movimiento poseyó una composición obrera significativa y un estrecho vínculo con el mundo sindical. Esta alta composición obrera no fue un rasgo exclusivo del PP, ya que, como ha sugerido Louise Doyon, con la apertura democrática de la primera y la segunda década del siglo veinte los obreros formaron parte y votaron al Partido Radical, y con menos intensidad, al Partido Demócrata Nacional, aunque este último no logró convertirse en una fuerza nacional estable. Por otra parte, ni los dirigentes del Partido Laborista (PL) en 1945, ni los del PP después, fundaron en la política Argentina la práctica de expandir redes de participación y movilización entre partidos y sindicatos. Hubo experiencias anteriores diferentes entre sí: las promovidas por el Partido Socialista y el Partido Comunista de la Argentina (PCA). Si bien estos no fueron partidos de masas, tuvieron predicamento en vastos sectores de la clase obrera y una acción decisiva en el proceso de agremiación de los trabajadores, que se manifestó con distintas características y en distintos momentos históricos[4]. Muchos años después el peronismo retomó algunas de estas prácticas, sobre todo las desarrolladas por el PCA, no específicamente la forma que adoptó la relación entre partido y sindicato, como veremos, pero sí la creación de una escuela de formación de cuadros, denominada Escuela Superior Peronista, el adoctrinamiento de distintas franjas etarias a través de publicaciones específicas, la formación de la Juventud Peronista y el Movimiento Peronista de Extranjeros en la República Argentina[5].

Lo que constituyó una novedad y una distinción respecto de los restantes partidos existentes en la escena política argentina fue, entre otras cuestiones, la modalidad a partir de la cual los dirigentes de la vieja guardia sindical y las bases obreras se incorporaron primero al armazón del PL y luego al PP, las posiciones de liderazgo que estos ocuparon dentro de la agrupación y su ingreso a las Cámaras Legislativas de la Nación y a las de las provincias. La fórmula a través de la cual se imbricaron partido y agrupaciones sindicales en el peronismo fue menos mentada que la desplegada mucho antes por el PCA. Nació en un contexto de fragmentación política del movimiento obrero y politización del conflicto social, de la mano de un sindicalismo reivindicativo y dialoguista, muy poco preocupado por el tipo de régimen político vigente si sus autoridades propendían a la integración social de los trabajadores, con dirigentes que decidieron abandonar la prescindencia política y sostuvieron la táctica de participar en la contienda electoral con un partido propio[6]. Las interpelaciones ideológicas que sustentaron tal imbricación fueron tributarias de una mentalidad reformista antes que anticapitalista, desarrollada en el período de entreguerras, y compartida por un espectro social heterogéneo, aunque sus hacedores mostraron a estas prácticas e ideas como revolucionarias, porque consideraban que mediante las mismas habían acabado con un orden social y político excluyente estatuido por la “oligarquía”. En algunas áreas del país, la imbricación entre partidos y agrupaciones sindicales se articuló a otros aspectos de la sociabilidad peronista, como clubes y las asociaciones vecinales. Una vez puestas en marcha modificaron las estrategias de penetración social de los restantes partidos políticos, las de aquellos que habían tenido en el pasado reciente, como el PC, un estrecho contacto con los sindicatos industriales.

En el desenvolvimiento de la relación entre PP y sindicatos obreros en la provincia de Santa Fe se pueden detectar tres momentos, que coinciden con la periodización clásica a partir de la cual los investigadores han marcado las transformaciones internas del movimiento obrero en el primer peronismo, el tránsito hacia su unificación y la plena identificación con la política gubernamental. En este marco, observamos una fase de origen en 1945, cuando los creadores del PL decidieron integrar a los sindicatos a la estructura de este partido y lo hicieron en distintos distritos del país, en áreas urbanas, suburbanas y rurales. La segunda etapa transcurrió entre los años 1946 y 1950, y estuvo caracterizada por la incorporación de agrupaciones sindicales a la estructura de base del PP. Esta incorporación surgió como solución de compromiso para superar los conflictos desatados a nivel nacional entre los dirigentes sindicales, el resto de la dirigencia nucleada en la UCR Junta Renovadora, los independientes y el propio Perón. La misma se convirtió en un factor más de inestabilidad que potenció los conflictos del PP de Santa Fe y fragmentó los posicionamientos políticos dentro de los sindicatos obreros. Y, por último, un tercer momento, entre 1950/1 y 1955, en el que se mentó la forma movimiento, que incluyó al PP rama masculina, al PP rama Femenina y la CGT. En esta fase la cúpula de la CGT tuvo capacidad para controlar las delegaciones regionales y las secciones locales de los gremios adheridos. La Central incrementó la presión corporativa dentro del movimiento (en el partido esta presión había quedado diluida en la base), comenzó el disciplinamiento de las Unidades Básicas (UB) gremiales, obtuvo autonomía en la conducción de la movilización, la selección de dirigentes y no se sometió a los dictados de la burocracia central del PP. Este desprendimiento fue producto, entre otros factores, del sistema de constricciones y beneficios que trajo aparejado los vínculos políticos que la central de los trabajadores mantuvo con el Poder Ejecutivo de la Nación.

 

El Partido Laborista. Origen de la articulación entre sindicatos

y partido político en el peronismo

 

Como es ampliamente conocido el PL nació en los meses finales del año 1945, luego de las protestas obreras del 17 y la huelga del 18 de octubre, que fue impulsada por una fracción del Comité Central Confederal de la CGT. Los dirigentes de la vieja guardia sindical fueron los artífices del PL, estaban inscriptos en la corriente sindicalista, una fracción de la socialista, los sindicatos autónomos y los sindicatos paralelos más recientes, cuya formación fue alentada por las delegaciones de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Todos, en conjunto, dieron un salto desde la órbita de la militancia sindical al campo de las prácticas partidarias propiamente dichas. El PL fue un partido obrero que careció de un contenido estrictamente clasista, y aunque actuó en ciertas áreas articulado a otras sociabilidades más heterogéneas, no perdió aquel carácter eminentemente obrero. Se organizó sobre una base territorial diagramada a partir de la proliferación de centros políticos (que debían contar con un mínimo de 30 afiliados) y una base profesional conformada por sindicatos de trabajadores. Los centros políticos sirvieron como paso inicial para extender las redes desde el mundo sindical al resto del espectro social y efectuar alianzas con individuos que pertenecieron a partidos preexistentes o, simplemente, con individuos independientes que contaron con cierto prestigio a nivel local. Conforme a lo establecido en su Carta Orgánica, los sindicatos podían integrar el partido como tales sólo si así lo decidían más del 50% de sus miembros cotizantes. También formaron parte de la estructura de base las agrupaciones gremiales, que eran apéndices de los sindicatos. Las mismas fueron funcionales cuando los promotores del laborismo no lograron incorporar directamente a sus sindicatos por no obtener la mayoría requerida, dado el alto grado de fragmentación ideológica y política que afectaba al movimiento obrero en aquella coyuntura. Cada uno de estos integrantes –centros políticos, agrupaciones sindicales y sindicatos- eligieron representantes a los órganos deliberativos, estos eran los Congresos y la Junta Confederal Nacional. La elección de representantes fue proporcional a la importancia numérica de sus miembros cotizantes. El órgano Ejecutivo estuvo constituido por el Comité Directivo Central y fue elegido por la Junta. En esta estructura organizativa los dirigentes de las federaciones obreras y de las secciones locales conservaron su hegemonía[7].

La Carta Orgánica del PL no especificó exactamente la forma de constitución de los organismos provinciales, por lo tanto sus promotores reprodujeron a nivel local los nacionales, y lo hicieron con cierta autonomía de la cúpula partidaria. Los laboristas de Santa Fe, para armar la base territorial del partido, dividieron el distrito provincial en dos zonas que siguieron los lineamientos de las circunscripciones judiciales. Cada una de estas zonas estuvo bajo jurisdicción de una Junta Central. La Junta Central de la zona norte, situada en la ciudad de Santa Fe, estuvo integrada por Manuel M. Díaz, Lorenzo M. Lima, Florencio Farre Malbert, Fernando Biaggioni y Mario Pierotti, entre otros. La Junta de la Zona Sur, tuvo su sede en la ciudad de Rosario[8] y fue armada por dirigentes que en su mayoría pertenecieron a la Unión Ferroviaria, entre los que se encontraron Demetrio Figueiras, Angel Marini, y Juan Brugnerotto. En ambas jurisdicciones, norte y sur, el partido se montó a partir de una red de comunicación política construida sobre sindicatos que poseyeron una estructura organizativa vertebrada a nivel nacional, y se hallaron insertos en áreas claves: los transportes y las comunicaciones. Estos eran, la ya mencionada Unión Ferroviaria, la Unión Tranviaria Automotor y el sindicato de trabajadores telefónicos. Por un lado la división regional evitó superposiciones y posibilitó un equilibrio de fuerzas entre las secciones locales de los gremios que impulsaron la constitución del PL. Los dirigentes mencionados convirtieron a sus sindicatos, o a una fracción de los mismos, según sus posibilidades, en instrumentos de movilización política y de recursos financieros. Difundieron rápidamente los centros políticos por todo el territorio de la provincia, en las ciudades cabeceras de departamento y las localidades aledañas más pequeñas.

La carencia de datos sobre afiliación hace casi imposible establecer el grado de uniformidad organizativa que tuvo la integración sindical en el PL. No obstante, a partir de lo relevado, se observa que no existió un patrón rígido de integración, ni un control centralizado de la misma por parte de la cúpula nacional y provincial. En el departamento Iriondo los sindicatos no participaron como tales en la campaña electoral sino que se expresaron por medio del PL. Mientras que en los departamentos San Cristóbal y San Lorenzo algunos lo hicieron preservando su identidad gremial, tal como ocurrió con el Sindicato de Obreros Rurales pro candidatura coronel Perón. En la ciudad de Rosario coexistieron centros políticos, ubicados en las distintas secciones electorales (componente territorial), y sindicatos que decidieron adherir como tales: Sindicato Obrero de la Industria de la Carne, Asociación Obreros del Transporte Automotor, Sociedad de Estibadores y Anexos Unidos, Sindicato Unión Chauffeurs, Unión Tranviaria, y Sindicato Obreros Industria de la Cerda. En el departamento Caseros, el PL estuvo integrado por el Sindicato de Oficios Varios que congregó a los trabajadores rurales, el centro de Empleados de Comercio, y en algunas localidades se fusionó con los Centros Cívicos “Coronel Perón”[9]. Como mencionamos más arriba, la sociabilidad obrera se combinó con otras formas de sociabilidad más heterogéneas, pero la primera no se diluyó, las interpelaciones que apelaron a la politización del conflicto social ayudaron a mantener viva dicha inscripción social.

Al mismo tiempo, los laboristas de Santa Fe salieron a conquistar las bases de los sindicatos industriales que habían tenido una dirección mayoritariamente comunista y estaban ligados al PC local, entre ellos la sección Rosario de la Federación Obrera de la Industria de la Carne, el Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica, el Sindicato Obrero de la Construcción, el Sindicato Obrero de la Industria del Calzado, de la Madera, y de los Textiles, cuyos locales habían sido clausurados. En la ciudad de Rosario esta conquista se convirtió en una contienda política que se potenció en determinados barrios obreros. En el barrio Saladillo, ubicado en la zona sur de esta ciudad, las lealtades sindicales y políticas estuvieron divididas entre los distintos gremios que representaron a los obreros de los frigoríficos, del mercado de hacienda y los mataderos. En septiembre de 1945, luego de dos años de clausura, la Federación Obrera de la Industria de la Carne reabrió su local ubicado en Avenida Lucero 255 bis. Esta apertura contó con la adhesión de la Unión Obrera Local. Después de la parálisis obligada, los integrantes de esta agrupación cercana al PC recomenzaron su práctica gremial. Les pidieron a los obreros que se mantuviesen alejados de la cooptación de la delegación de la Secretaría de Trabajo y Previsión y los exhortaron a terminar con el yugo naziperonista[10]. A través de la prensa bregaron por el reestablecimiento de la normalidad institucional. Durante los años de clausura de la Federación, el Sindicato Obrero de la Industria de la Carne funcionó como entidad paralela a pocas cuadras de la antigua seccional (Lucero 447), y realizó un minucioso trabajo de base durante las huelgas de 1945. El sindicato paralelo convergió en el PL. En Saladillo la sociabilidad proto peronista estuvo diversificada entre el sindicato mencionado, la Agrupación Obrera Laborista y el Centro Cívico “Coronel Perón” ubicado también a pocos metros de todos ellos. Unos y otros apelaron al uso político del sindicato e impulsaron la movilización callejera de obreros y más ampliamente de sectores populares, hubo enfrentamientos que derivaron en algunos actos de violencia[11].

Los sindicatos con dirección mayoritariamente comunista adscribieron a la alianza que en la provincia el PC realizó con el Partido Demócrata Progresista, tras ver frustradas la posibilidad de armar una unión democrática provincial. Los miembros del PC de origen sindical como Florindo Moretti, con militancia gremial en ferroviarios, Raúl Rossi, del sindicato metalúrgico, Angelo Molesini, del Sindicato Obrero de la Construcción y Gregorio Vinti, de la Federación de Obreros Panaderos, compartieron la campaña electoral previa a las elecciones de febrero de 1946 con radicales y demócratas progresistas. La alianza realizada por el PC hizo que las figuras más conocidas del comunismo rosarino tuvieran que compartir las listas de candidatos a cargos públicos electivos nacionales y provinciales con dirigentes de las entidades patronales. Esta posición fue un factor más que facilitó la penetración del PL en los barrios obreros en los que el PC había tenido vasto predicamento.

En suma, el PL estuvo en el centro de la movilización obrera que se desarrolló en los meses finales de 1945. A comienzos de 1946, los laboristas santafesinos convocaron a un congreso por departamento que designó delegados al Congreso Provincial, y allí se estableció la forma en que se efectuaría la alianza con las restantes agrupaciones, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora, los Independientes y los Centros Cívicos. Se eligieron además las candidaturas. Esta imbricación densa, que en algunos casos resaltaba la figura del sindicato y en otras se diluía un poco más sin perder la especificidad obrera, cambió con la creación del Partido Único de la Revolución Nacional (PURN) y el PP.

 

Sindicatos y Partido Peronista, un factor de inestabilidad en el

tránsito hacia la unificación partidaria

 

El PL fue una experiencia singular en la política argentina, tal como han sugerido los investigadores dedicados al tema, y también efímera. Varios factores contribuyeron a su disolución: las características del movimiento obrero, que todavía manifestaba una fragmentación en su interior provocada por la diversidad de adhesiones políticas; las alianzas efectuadas por el PL con otros grupos políticos para extender sus redes (como los Centros Cívicos), que en algunos casos derivaron en fusión; la inserción del partido en una coyuntura crítica que potenció la inestabilidad; y las internas de la dirigencia nacional del laborismo, de las cuales la más conocida fue la entablada entre Luis Gay, presidente del PL, y Angel Borlenghi, dirigente de Empleados de Comercio, luego ministro del Interior durante el primer y segundo gobierno de Perón. Entre esos factores debe tenerse en cuenta la intención de Perón de unificar a todos los grupos participantes de la coalición electoral de febrero de 1946 en un solo partido político, hecho que acrecentó las diferencias internas que se manifestaron en el PL[12].

El proceso de unificación partidaria se inició en mayo de 1946, poco antes del ascenso de Perón a la presidencia de la Nación, y fue sumamente conflictivo. Comenzó con la frustrada conformación del PURN y culminó con la creación del PP, partido que conservó buena parte de los dirigentes del PL (a excepción de Gay y Reyes), pero se entablaron entre ellos, la UCR JR y los independientes otro equilibrio de fuerzas interno.

A diferencia del laborismo, el PP nació como partido de gobierno, y mantuvo una articulación no unívoca ni unidireccional con ciertas agencias estatales[13]. El PP perdió el carácter de partido obrero que distinguió al PL y su dinámica fue cualitativamente distinta a este último. En esta dirección, la imbricación sindicato/partido adquirió también otra dimensión. Como ha demostrado Moira Mackinnon, a pesar de la resistencia manifiesta de los dirigentes de la ex UCR JR y hasta la del propio Perón, los laboristas sindicalistas hicieron valer su peso en el electorado y lograron que en la Carta Orgánica se incorporara una base profesional, que se materializó por medio de la creación de las UB Gremiales[14]. La permanencia de la imbricación sindical en el partido que se estaba formando surgió como resultado del conflicto en el interior del propio peronismo antes que de una estrategia premeditada de inserción del PP en el mundo obrero. Los sindicatos desaparecieron como tales de la estructura del partido y se crearon las agrupaciones sindicales que eran apéndices de los mismos[15].

En el PP de la ciudad de Rosario funcionaron varias agrupaciones sindicales: la Agrupación de Empleados Cerealistas; Agrupación Peronista de Sanidad; Agrupación de Panaderos; A. de Obreros y Empelados ferroviarios del FCCCA; A. de obreros y empleados del FCGBA; del FCRPB; del FCSF; A. de Empleados de Comercio; A. de Gastronómicos; A. de Obreros Yerbateros; A. de Tranviarios; A. de Luz y Fuerza; A. del Transporte Automotor; A del Estado; A. de Empleados y Obreros Telefónicos. Progresivamente se sumaron otros, como la Agrupación Obreros de la Construcción. Esta sumatoria estuvo ligada al proceso de unificación de la CGT y a la hegemonía que lograron los dirigentes obreros peronistas en gremios que tenían otro tipo de conducción, en este caso comunista[16]. Pero esta integración profesional-corporativa, no tuvo traducción en el gobierno del PP, ni a nivel nacional ni a nivel provincial, quedó estancada en la base.

En la provincia de Santa Fe, el llamado a la confluencia en un partido único desató internas en las agrupaciones pro peronistas coaligadas en las elecciones de febrero de 1946, tanto dentro de la vertiente sindical del laborismo como en la estrictamente política. En enero de 1947 una fracción laborista de origen sindical, comandada por Demetrio Figueiras y Manuel Díaz, se hizo de la dirección provincial del PP y expulsó a otra que quedó fuera del partido y no pudo participar de las elecciones internas celebradas en septiembre del mismo año. Los expulsados formaron, entre enero y febrero de 1948, el Partido Obrero de la Revolución (POR), que incluyó a integrantes de la Unión Ferroviaria, de la Unión Tranviaria Automotor, del Sindicato de la Industria de la Carne, del personal de la industria Láctea de Santa Fe, y la Asociación de Obreros y Empleados Municipales[17]. Ante este cuadro, los integrantes de las comisiones directivas de las secciones locales de los sindicatos mencionados, adheridos a la CGT, ya peronizados, expresaron a la opinión pública su negativa frente al uso político del sindicato y lo hicieron por temor a que la división peronista en PP y POR repercutiera en la estructura sindical, y afectara la unidad por la que estaban trabajando. Las filiales de los sindicatos mencionados sólo compartieron la premisa de prescindencia partidaria, pero no actuaron de forma homogénea respecto a penar o no las candidaturas que salieron de su seno. En este marco, el Sindicato del Personal de la Industria Láctea de Santa Fe dejó a sus asociados en libertad de acción frente a la división peronista, sólo les prohibió invocar a la organización obrera durante la campaña electoral. Mientras que el Sindicato de la Industria de la Carne aplicó sanciones y separó a los miembros de la comisión directiva de la sección local y de la federación que aceptaran ser candidatos a cargos públicos electivos[18]. Y la Asociación de Trabajadores Municipales canceló, por el mismo motivo, algunas fichas de afiliación.

Por lo tanto, ante la fractura del peronismo santafesino, los ex laboristas sindicalistas y los nucleados en el POR tuvieron que hacer alianzas con figuras que no provenían del espectro sindical. En esta dirección, la circulación de dirigentes entre partidos y sindicatos se convirtió en un factor de inestabilidad, y el peso político del sindicato y de las agrupaciones sindicales que actuaron como apéndices de los mismos se tornó relativo dentro del partido.

Para disciplinar al convulsionado PP de Santa Fe el Consejo Superior envió un interventor que disolvió la Convención Provincial elegida en septiembre de 1947, intervino la Junta Provincial de la agrupación y las juntas departamentales, e integró a la estructura partidaria a algunos miembros del POR, que habían perdido las elecciones de marzo de 1948[19]. Por su parte, el Poder Ejecutivo de la Nación decretó la intervención federal al Poder Ejecutivo y Legislativo de Santa Fe. Con ambas medidas los integrantes del Consejo Superior y el presidente de la Nación intentaron descabezar a los dirigentes laboristas que habían hegemonizado el partido, y separar a los legisladores provinciales pertenecientes a esta fracción de los cargos partidarios. Pero las divisiones políticas que surcaron el mundo sindical volvieron a manifestarse en la antesala de las elecciones de gobernador, vicegobernador y legisladores provinciales que se llevaron a cabo en mayo de 1949, luego de la intervención federal. Los candidatos a cargos públicos electivos para aquellas elecciones fueron seleccionados por los integrantes del Consejo Superior, entre los que se hallaba el senador por Santa Fe, Alejandro Giavarini. Esta figura reemplazó en el cargo de senador nacional a D. Figueiras y fue también dirigente de la Unión Ferroviaria y ex integrante del PL de Rosario.

Algunas agrupaciones gremiales estuvieron disconformes con la selección de candidatos efectuada por la burocracia central del partido. Los representantes de la Agrupación gremial de Obreros y Empleados Tranviarios del Partido Peronista, de la A. Gremial de Empleados Petroleros Peronistas, de la A. de Obreros y Empleados del transporte Minorista, de la A. de Obreros y Empleados del Ferrocarril "General Mitre", de Obreros y empleados del ex F. C. Santa Fe armaron un Congreso general extraordinario de dirigentes obreros, que sesionó primero en la ciudad de Santa Fe y luego en la ciudad de Rosario. Estas agrupaciones de base actuaron en distintos departamentos de la provincia, junto con los diputados nacionales Manuel Díaz, Angel Ponce y Mario Pierotti (ex dirigentes laboristas) consideraron que los seleccionados no representaban el pensamiento de las fuerzas de las masas trabajadoras y partidarias de la provincia[20]. Pidieron además la renuncia del interventor del PP e intentaron negociar sin éxito las candidaturas. Mientras que la agrupación gremial del Ferrocarril General Belgrano propuso su propio candidato a gobernador.

Por su parte, los sindicalistas nucleados en la agrupación que representó al Sindicato de la Carne, la Agrupación de trabajadores estatales, la Agrupación de Empleados y Obreros de Luz y Fuerza, y en un sector de dirigentes de la Unión Ferroviaria apoyaron las decisiones del Consejo Superior. En esta oportunidad el Secretario Administrativo de la CGT, Isaías Santín, dirigente de la UTA, en nombre de la unidad sindical, les pidió a los gremios adheridos la prescindencia partidaria, y que evitaran trasladar los problemas del partido a los sindicatos. Los delegados de las regionales de Santa Fe y Rosario de la CGT exhortaron a tales gremios a no aceptar otras directivas que no fueran las emanadas de la central obrera. Pero la orden de repliegue de la lucha política partidaria, a diferencia de lo acontecido en las elecciones de 1948, indicó ahora un alineamiento entre la cúpula cegetista y el senador por Santa Fe e integrante del Consejo Superior, A. Giavarini[21].

Este alineamiento entre el Consejo Ejecutivo de la CGT y el senador Giavarini, que nació tibiamente a mediados de 1949, se reprodujo también en el ámbito sindical propiamente dicho durante el desarrollo de la Marcha por la Paz, en julio de 1950, y las huelgas de los obreros ferroviarios, en noviembre y diciembre de 1950, y en enero de 1951. La Marcha por la Paz fue organizada por un sector de trabajadores de los talleres del Ferrocarril Mitre situados en la localidad de Pérez, quienes paralizaron las tareas y realizaron una manifestación hacia la zona céntrica de la ciudad de Rosario, oponiéndose al envío de tropas argentinas a la guerra de Corea. Los ferroviarios contaron con adhesiones de obreros metalúrgicos, molineros y madereros, y en la manifestación participó el ex senador por Santa Fe, de origen laborista, D. Figueiras. La movilización fue interceptada y reprimida por la policía, el Cuerpo de Bomberos y la Guardia de Infantería. Como contrapartida, el senador Giavarini –representante de la burocracia central del partido- repudió la marcha y ocupó la tribuna de oradores con el titular de la Unión Ferroviaria y el delegado regional de la CGT. Todos instaron a la unidad sindical, indicando que los hechos estuvieron a cargo de una minoría que buscó la división del gremio[22]. La Marcha mostró la capacidad de movilización que poseía el sector de obreros ferroviarios que la impulsó y fue implícitamente una expresión cabal de las divisiones de las bases sindicales, y la persistencia de aquellas que pretendían resucitar antiguos liderazgos del PL y no aceptaron el reemplazo exigido por el Consejo Superior del PP.

Poco tiempo después, en los meses finales del ’50 y principios del ’51, se desarrollaron las huelgas de los obreros ferroviarios, que bregaron por una recomposición salarial de los sectores más bajos del escalafón. Estos denunciaron además el desempeño de la conducción nacional y las secciones locales de la Unión Ferroviaria que aceptaron las imposiciones en materia salarial del gobierno nacional. El gobierno calificó al movimiento de político-gremial, destacó la falta de personería de sus promotores, y declaró ilegal la huelga. Finalmente acudió a las exoneraciones de los integrantes de la Comisión Consultiva y de los huelguistas, detuvo a gran cantidad de ellos y decretó la movilización militar del personal ferroviario. La CGT, los interventores y las comisiones de las filiales avalaron las medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo de la Nación. Durante este suceso, a diferencia de los casos descriptos más arriba, las agrupaciones sindicales del PP se alinearon con la política de disciplinamiento desplegada por la delegación regional Rosario y Santa Fe de la CGT, las autoridades de las filiales de la Unión Ferroviaria y los dirigentes del PP[23]. Para mostrar tal encuadramiento, las autoridades de la Unidad básica gremial de la Agrupación Peronista del Personal del FCNGM Mitre y la Biblioteca 17 de octubre rechazaron la iniciativa del organismo directivo de La Fraternidad, que consistía en contribuir con una cuota para pagarles el sueldo a los trabajadores que se encontraban detenidos a disposición de la justicia[24].

Por lo tanto, en los primeros meses de 1951 y en vísperas de las elecciones generales, nacionales y provinciales, que se realizaron en noviembre del mismo año (en las que Perón resultó reelecto presidente de la Nación), los directivos de las dos delegaciones regionales de la CGT, las de Santa Fe y Rosario, lograron frenar las internas que se suscitaron dentro de las agrupaciones sindicales a causa del empleo por parte de la burocracia central del partido de las reglas autocráticas de gobierno.

La Central obrera, luego de esta estrategia de repliegue, observada a mediados de 1949, y de su posterior alineamiento con el Consejo Superior del PP, preparó progresivamente el terreno para incidir en la lucha política electoral como corporación. Ya no lo haría por medio de las agrupaciones sindicales, que en la provincia estaban bajo control del interventor partidario y en el orden nacional dependían de las directivas del Consejo Superior. Este alineamiento no fue sinónimo de subordinación, por el contrario, la cúpula de la central trató de transferir hacia el terreno político propiamente dicho el rol más trascendente que fue adquiriendo en la alianza gubernamental.

 

La forma movimiento y el incremento de la presión corporativa

de la central obrera

 

Terminar con la inestabilidad que produjo la inserción de las agrupaciones sindicales en el PP de Santa Fe urgió tanto al Consejo Superior, que empleó reglas autocráticas de gobierno para controlar las internas, así como a los dirigentes de la CGT, y los delegados regionales de la central. Este factor de inestabilidad se redujo en parte cuando se mentó la fórmula del movimiento peronista, compuesto en primera instancia por el PP Rama Masculina, el PP Rama Femenina y la CGT.

Para entender la incorporación de la Central obrera como corporación al movimiento peronista, con autonomía de la burocracia central del PP, hay que remitirse primero al ámbito nacional. En esta dirección, L. Doyon afirma que desde 1951 “... el movimiento sindical pasó a insertarse en las estrategias políticas que Perón puso en marcha para encarar los renovados desafíos que enfrentaba su gobierno (...) estos fueron llamados, por un lado, a desempeñar el papel de instrumentos de organización política, a fin de compensar una estructura partidaria débil. Por el otro, a asegurar la aceptación de los trabajadores del plan de estabilización decidido a superar la coyuntura adversa...”[25]. Es cierto que Perón, en los inicios de su segunda presidencia, apeló a la corporación obrera para extender las redes de adhesión a su gobierno en los espacios organizativos de la sociedad en las que las del partido insuflaban serios conflictos. Pero no se trató de un llamado unilateral con el que compensar una estructura partidaria débil, como sugiere la autora[26]. Esta inserción en la arena política electoral estuvo estrechamente vinculada al incremento de la presión corporativa que ejercieron los dirigentes sindicales sobre las estructuras preexistentes de organización política del peronismo. Tal incremento puede pensarse como resultado del sistema de constricciones y beneficios que surgió de la relación que mantuvo esta corporación con el Poder Ejecutivo de la Nación. La CGT asumió el rol de portavoz de la política del gobierno, aceptó la redefinición del modelo de crecimiento económico, y a cambio obtuvo un espacio de decisión en la estructura organizativa del movimiento, y con ello el control en ese marco de sus propias bases[27]. En Santa Fe hubo dos delegaciones regionales de la CGT, la instalada en la ciudad de Santa Fe que tuvo jurisdicción sobre la zona norte de la provincia y la instalada en la ciudad de Rosario, con jurisdicción en la zona sur.

Durante esta fase, que se extendió entre 1951 y 1955, la modificación de las relaciones entre PP, CGT y agrupaciones sindicales pasó por dos momentos. En la coyuntura electoral de noviembre de 1951 el PP mantuvo bajo su control las UB gremiales, y los directivos de la Central obrera y sus delegaciones adquirieron su cuota en la designación de candidaturas para cargos públicos electivos nacionales y provinciales, así como el monopolio de la forma en que se efectuó esa designación. Luego, a partir de 1953, se configuró el Comando Estratégico del movimiento peronista en el orden nacional y los denominados Comandos Tácticos en los distritos provinciales. Este último comando estuvo formado por el gobernador de la provincia, el interventor del PP, la delegada censista del PPF y el delegado regional de la CGT de Santa Fe[28]. A nivel de departamento se crearon los Subcomandos Tácticos, conformados por el intendente municipal de la ciudad cabecera de departamento, el delegado departamental del PP rama masculina y la subdelegada censista del PP rama femenina y el representante departamental de la delegación regional de la CGT.

En este momento se inició la fase final de organización de las UB ordinarias, fase que había comenzado en 1949, para proceder a las elecciones directas de autoridades y a las indirectas del resto de las autoridades de departamento y de circunscripción, hasta llegar a la Junta y el Consejo Provincial. El propósito fue oficializar las UB y uniformarlas bajo una base exclusivamente territorial a partir de una determinada numeración por departamento y circunscripción, y abrir la participación de los afiliados. En este marco, se disolvió la Junta Coordinadora de las agrupaciones Gremiales y sus miembros constituyeron en la ciudad de Rosario el Centro Justicialista "Eva Perón", que fue de allí en más una entidad de carácter cultural y recreativa[29]. Las agrupaciones sindicales quedaron formalmente fuera de la estructura partidaria, no podían afiliar o incidir como tales en la elección de autoridades, pero siguieron informalmente con la militancia de base. A partir de aquí los sindicatos volvieron al terreno de la movilización política como sindicatos, pero ahora controlados por las delegaciones de la CGT y obligados a acordar los pasos a seguir con los restantes miembros del Comando Táctico y los subcomandos.

Durante el último tramo de la segunda presidencia de Perón, con el proceso de acentuada corporativización de la política, y el acrecentamiento del doble rol que desempeñó la central de los trabajadores, como representantes de intereses económicos y, al mismo tiempo, miembros del movimiento peronista, los dirigentes sindicales ocuparon un primer plano dentro de la escena política, casi por encima de los del PP[30]. Como dijimos, los trabajadores fueron los menos beneficiados en la redefinición del modelo de crecimiento económico iniciada en 1952, la cúpula cegetista aceptó tal redefinición y este retroceso en el sistema redistributivo intentó ser cubierto mediante una mayor presencia en el terreno político. Pero el paso a primer plano de la central de los trabajadores tuvo su contracara, con un impacto en cierto modo negativo. El movimiento sindical peronista atravesó un desgaste que se tradujo en un incremento de la brecha entre dirigentes y bases, y en un recambio sucesivo de dirigentes[31].

Este desgaste estuvo originado por varios factores, que excedieron el ámbito político propiamente dicho. Por un lado, las protestas obreras que se desenvolvieron a lo largo de 1954 en Santa Fe y Rosario (metalúrgicos, Luz y Fuerza, Textiles, empleados públicos, etc.) mostraron la disconformidad existente entre las comisiones de fábrica, y algunas secciones locales de los sindicatos, frente a la conducta pro patronal y pro estatal de la conducción nacional de los adheridos a CGT. Esta coyuntura crítica no produjo un desmembramiento dentro del movimiento obrero, así como tampoco nuevos alineamientos de fuerzas evidentes entre sindicatos y partidos políticos, pero la homogeneidad peronista se resintió y los dirigentes zonales se vieron seriamente cuestionados.

A su vez, el Congreso de la Productividad, realizado en marzo de 1955, produjo nuevos conflictos. En momentos previos, los dirigentes sindicales partícipes de la campaña propagandística en Santa Fe se sumaron al discurso oficial, que sostenía que el incremento de la productividad actuaría en beneficio de todos los integrantes del proceso productivo y compartieron una ecuación: más productividad era igual a mayor producción, mayor abastecimiento, y a una reducción del costo de vida. Pero durante el desarrollo de la convención los argumentos esgrimidos por los dirigentes cegetistas que visitaron la provincia y los delegados regionales fueron mostrando diferentes posiciones respecto al avance de los empresarios, quienes pretendieron recortar ciertos instrumentos inherentes al proceso redistributivo, flexibilizar las relaciones laborales y dar por tierra con el poder sindical dentro de las fábricas.

Así Samuel Sinay y Marcos Méndez (de la CGT Rosario), en momento previos a la finalización de las deliberaciones y a la exposición de las conclusiones del Congreso, publicaron una nota en el diario La Capital, allí manifestaron que acceder a las demandas empresariales sería reflotar el poder oligárquico, desconocer las conquistas efectuadas tanto por el movimiento obrero como por las comisiones dentro de las fábricas. Los secretarios de la regional Rosario no se opusieron al discurso oficial de conciliación de clases, pero marcaron hasta dónde estaban dispuestos a apoyar el avance empresarial, y con ello quedaron al desnudo las disidencias internas de los propios dirigentes sindicales[32]. Fue necesario recuperar además la confianza que los delegados perdieron durante las huelgas del ’54 y fortalecer algunas referencias identitarias que hacia principios 1955 parecieron estar en crisis.

 

A modo de conclusión

 

En este trabajo se intentó efectuar un breve recorrido por las formas que adoptó la relación entre sindicatos y partidos políticos peronistas en la provincia de Santa Fe durante los años 1945 y 1955. A lo largo de este período, la sociabilidad peronista no fue homogénea y dentro de ella los sindicatos obreros se convirtieron en canales de producción de identidades sociales, políticas y de movilización, aún dentro de la estructura partido político. La fórmula de inserción que crearon los laboristas en 1945 fue, en cierta medida, novedosa, si se la compara con el resto de las experiencias previas existentes en Argentina desde los años veinte. El PP heredó esa fórmula, por tanto el proceso de unificación del partido estuvo ligado a los vaivenes de la peronización del movimiento obrero. Los conflictos suscitados en un ámbito repercutieron en el otro y viceversa. Y ello constituyó una herencia institucional con la que los peronismos funcionaron a lo largo de cuarenta años, estos es a partir de la segunda mitad del siglo XX hasta al menos fines de los años ochenta.

Aún faltan investigaciones comparativas respecto a la originalidad de la fórmula laborista en la articulación entre sindicatos y partido político y las preexistentes. Así como sobre las convivencias en el primer peronismo entre dirigentes obreros peronistas, comunistas y socialistas, convivencias que se desplegaron a nivel de las fábricas y de los barrios de las ciudades más densamente pobladas de la provincia. Unos y otros, más allá de sus diferencias concretas, y en el caso de los peronistas de esgrimir un embustero apoliticismo, embustero porque se tradujo en una proliferación constante de UB, tuvieron en mente la conquista de espacios partidarios y barriales. Aunque el marco de referencia de este trabajo es el distrito provincial, el enfoque sigue siendo desde arriba, esa historia sólo puede reconstruirse desde una perspectiva eminentemente etnográfica, haciendo hablar a los actores, y ello para el primer peronismo constituye una deuda pendiente, una operación que, a pesar del paso del tiempo y de los nuevos objetos de estudio, todavía no se ha realizado.

 

 

RESUMEN

 

El Partido Peronista en Santa Fe y el movimiento obrero. Relaciones de poder, acuerdos y conflictos, 1946-1955

 

Este artículo aborda la configuración y el desenvolvimiento de las relaciones entabladas entre las organizaciones sindicales y las distintas formaciones partidarias del peronismo (Partido Laborista, Partido Único de la Revolución Nacional y Partido Peronista), entre 1945 y 1955. Se centra en cómo los dirigentes peronistas pensaron la imbricación de estos dos espacios de ejercicio de la política y la compararon con las existentes en otros partidos que actuaron en el sistema político argentino. Se recuperan además las formas de hacer política desplegadas en ambos tipos de sociabilidad. La dinámica que se generó a partir de aquella relación se convirtió en una fuerte herencia institucional del peronismo, esta perduró hasta fines de la década del ochenta del siglo XX.

 

Palabras clave: Primer peronismo - Partido Peronista - Movimiento obrero - Unidades Básicas gremiales

 

 

ABSTRACT

 

The Peronista Party in Santa Fe and the labor movement. Power relations, agreements and conflicts, 1946-1955

 

This article discusses the configuration and development of relations between trade unions and different formations Peronista party (Partido Laborista, Partido Único de la Revolución Nacional y Partido Peronista), between 1945 and 1955. Study how Peronista leaders thought the relationship of these two spaces of political practice and compared with those in other parties who acted in the Argentine political system. Also recover the forms of politics deployed in both types of sociability. The dynamics generated from this relationship became strong institutional legacy of Peronism, this lasted until the late eighties of the twentieth century.

 

Key words: First Peronism - Peronista Party - Labor movement - unions Basic Units

 

 

Recibido: 01/03/2013

Evaluado: 03/05/13

Versión final: 08/06/13

 

 

Notas



(*) Doctora en Historia. Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos.

[1] Ambos objetos de estudio, la consolidación del sindicalismo peronista, por un lado, y la formación y desenvolvimiento del PP, por otro, han sido abordados con una intensidad desigual. Los investigadores se ocuparon profusamente del primer tema y hubo menos investigaciones sobre el segundo. No obstante, han proliferado en los últimos años una cantidad significativa de análisis. Sobre peronismo y movimiento obrero: TORRE, Juan Carlos, La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Bs. As., Sudamericana, 1990; DOYON, Louise, Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista, 1943-1955, Bs. As., Siglo XXI Iberoamericana, 2006; DEL CAMPO, Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable. Bs. As., Clacso, 1983, entre otros. Sobre PP, casos provinciales y locales: MACKINNON, Moira, Los años formativos del Partido Peronista, Bs. As., Siglo XXI, 2002; AELO, Oscar, “Formación y crisis de una elite dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951, en MELÓN PIRRO, J.C.; QUIROGA, N., El peronismo bonaerense. Partido y Prácticas Políticas, 1946-1955, Mar del Plata, Ediciones Suárez, 2006, pp. 17-42; AELO, O., Las configuraciones provinciales del peronismo: actores y prácticas políticas, 1945-1955. La Plata, Instituto Cultural de la Provincia de Bs. As. Ediciones del Archivo Histórico, 2010; TCACH, César, Sabatinismo y peronismo. Los partidos políticos en Córdoba, 1943-1955, Bs. As., Sudamericana, 1991; QUIROGA, Nicolás, “El partido Peronista en Mar del Plata: articulación horizontal y articulación vertical, 1945-1955”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani, Nº 26, 2º semestre, 2004, pp. 75-110; PROL, María Mercedes, Estado, movimiento y partido peronista, Bs. As., Siglo XXI, 2012. Sobre el PP Femenino: BARRY, Carolina, Evita Capitana. El Partido Peronista Femenino, 1949-1955, Bs. As., Eduntref, 2009.

[2] Tales afirmaciones han sido realizadas por LEVITSKY, Steven, La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista, 1983-1999, Siglo XXI Iberoamericana, 2005.

[3] KENWORTHY, Eldon, “Interpretaciones ortodoxas y revisionistas del apoyo inicial del peronismo”, en MORA y ARAUJO, M.; LLORENTE, I., El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina, Bs. As., Sudamericana, 1980.

[4] DOYON, L., op. cit.. La investigación efectuada por Hernán Camarero brinda una información relevante y minuciosa sobre la inserción sindical del PC de la Argentina durante el período de entreguerras, en la geografía industrial de Capital Federal y Gran Bs. As.. Describe las características de la estructura celular, el proceso de conformación de sindicatos únicos por rama industrial, así como también el adoctrinamiento de la juventud y los infantes, la relación con los clubes deportivos y las asociaciones étnicas. La modalidad de articulación entre partido y sindicatos desplegada por el PCA se instaló en el imaginario de buena parte de los dirigentes de la agrupaciones políticas, de nacionalistas y católicos quienes con distintas intensidad la consideraron un peligro, una amenaza latente capaz de repetirse, y por ello, implícitamente, una experiencia bastante exitosa que había que impedir. Los militares que ocuparon cargos estatales en las diferentes etapas de la revolución de junio de 1943 frenaron la capacidad de penetración del PC en el mundo obrero y la combatieron con distintos medios, intervenciones y clausura a sindicatos con dirección comunista, encarcelamiento de sus dirigentes, etc.. CAMARERO, Hernán, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Bs. As., Siglo XXI Iberoamericana, 2007.

[5] Se ha señalado como base de inspiración de la Escuela Superior Peronista la Escuela Superior de Guerra. Sin embargo, sería necesario realizar un examen comparativo con las experiencias desarrolladas en el resto de los partidos políticos que en Argentina se dedicaron sistemáticamente a la formación de cuadros. Aún faltan investigaciones que consignen las similitudes y diferencias.

[6] TORRE, J. C., op.cit.; GUTIÉRREZ, Leandro y ROMERO, Luis Alberto, Sectores populares, cultura y política. Bs. As. en la entreguerra, Bs. As., Sudamericana, 1995; VIDELA, Oscar y ZANELLA, Eduardo, Historia y política. Cuestión social, radicalismo y revisionismo en Ricardo Caballero, Bs. As., Imago Mundi, 2004. BEIRED, José Luis, “Trabalhadores e tensoes políticas na formacao do peronismo: a questao do Partido Laborista”, en Anuario del IEHS, VIII, Tandil, 1993, pp 89-103.

[7] PONT, Elena Susana, Partido Laborista: Estado y sindicatos, Bs. As., CEAL, 1983.

[8] MACOR, Darío; IGLESIAS, Eduardo, El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los orígenes del peronismo santafesino, Santa Fe, UNL, 1994.

[9] Informe sobre Santa Fe. Fondo Documental Secretaría de Asuntos Técnicos de la Nación, Archivo General de la Nación.

[10] El Litoral, 13/11/45.

[11] La Federación Obrera del Sindicato de la Carne denunció a los obreros que integraron el Centro Cívico “Coronel Perón” porque estos cometieron un atentado al local de la misma, después de haber recorrido algunas calles de la ciudad el 18 de octubre. La Capital, 20/10/45.

[12] TORRE, J. C., op. cit.; BEIRED, J.L., op. cit..

[13] PROL, M. M., op. cit..

[14] MACKINNON, M., op. cit..

[15] El reglamento provisional del PP reconoció el funcionamiento de una agrupación gremial por oficio y por distrito electoral, que debía ser autorizada por la respectiva Junta Provincial. Finalmente la Carta Orgánica sancionada en diciembre de 1947 incluyó a la agrupación bajo el nombre de Unidades Básicas Gremiales, que funcionaron con independencia de las Unidades Básicas ordinarias, estas últimas tuvieron afiliación por domicilio.

[16] La Capital, 19/05/47; El Orden, 17/01/48.

[17] Una fracción del gremio ferroviario pidió al Consejo Superior del Partido Peronista la intervención del PP de Santa Fe.

[18] La Capital, 6/2/48; 12/2/48.

[19] La Junta Provincial del Partido Peronista de Santa Fe permaneció intervenida hasta septiembre de 1955.

[20] El Consejo Superior del Partido Peronista designó candidato a gobernador a Juan H. Caesar y vice a Álvaro González. La agrupación ferroviaria mencionada hizo campaña a favor de Oscar Aldrey, quien había sido interventor de Santa Fe durante la revolución militar. En estas elecciones resultó electa la fórmula peronista encabezada por Juan H. Caesar - Alvaro González. La Capital, 18/02/49, 15/03/49.

[21] Alejandro Giavarini fue designado senador por Santa Fe en febrero de 1949, en reemplazo de D. Figueiras. Giavarini entró al Consejo Superior del PP en marzo del mismo año y renunció en 1954 cuando fue nombrado ministro de Trabajo de la Nación.

[22] La Capital, 19/07/50. Sobre las características de la marcha Por la Paz y su implicancia en el gremio ferroviario. BADALONI, Laura, Resistencia y huelgas de los ferroviarios de Rosario y Pérez, durante el gobierno peronista, en los años 1950 y 1951. Seminario Regional. Escuela de Historia. UNR, Rosario, 2002.

[23] Otro episodio significativo que tuvo implicancias en el PP fue la huelga azucarera de los trabajadores tucumanos en 1949. RUBISTEIN, Gustavo, Los sindicatos azucareros en los orígenes del peronismo tucumano, Instituto de Estudios socioeconómicos, Tucumán, 2005.

[24] La Capital, 2/04/51.

[25] Doyon, L., op. cit., p. 353. El plan de estabilización fue lanzado por el gobierno en febrero de 1952 e implicó un giro en la estrategia de distribución de los ingresos. El equipo económico apeló al congelamiento de los salarios por dos años. Recién hubo paritarias en 1954.

[26] Según cifras oficiales, a fines de 1953 el Partido Peronista tenía 2.247.536 afiliados, el 51,2% del padrón electoral y poseía 3168 Consejos de Unidades Básicas en todo el país. Podemos descreer del total de afiliados esgrimido por el presidente del Consejo Superior, no obstante la cifra fue alta respecto del resto de los partidos políticos actuantes en la escena política argentina. La Capital, 18/11/53.

[27] En la formación de esta nueva correlación de fuerzas entre Consejo Superior del PP y directivos de la CGT actuaron factores internos a las transformaciones del movimiento sindical. En el Congreso de la CGT celebrado en abril de 1950 los dirigentes de la Central adquirieron instrumentos para obtener el disciplinamiento de los sindicatos adheridos, de sus filiales y sus bases. Y sellaron la identificación del mencionado organismo con el gobierno nacional, convirtiéndose en ejecutores y portavoces de su política en el campo sindical. La Capital, 14/05/51.

[28] Entre 1953 y 1955 integraron sucesivamente el Comando Táctico de Santa Fe tres interventores del PP y dos delegadas censistas del PPF. El delegado regional de la CGT en Santa Fe fue José C Pérez, que ejerció además el cargo de diputado nacional por la mencionada circunscripción. El delegado regional de la CGT Rosario fue Humberto Indománico, del gremio metalúrgico, también diputado nacional, reemplazado luego Samuel Sinay de la Asociación de Trabajadores del Estado.

[29] La Capital, 11/02/53.

[30] Este paso al frente se observó también en otras áreas, por ejemplo en las comisiones departamentales dedicadas a la represión del agio y la especulación, compuestas por un representante de la central obrera.

[31] En octubre de 1952, José Espejo renunció a la conducción de la Central y fue electo Eduardo Vuletich de la Federación Argentina de Trabajadores de Farmacia y Hugo Di Pietro de la Asociación de Trabajadores del Estado. En 1955 renunció Vuletich y asumió Di Pietro.

[32] La Capital, 23/03/55.