El
Partido Peronista en Santa Fe y el movimiento obrero.
Relaciones
de poder, acuerdos y conflictos, 1946-1955
María Mercedes Prol(*)
(UNR; UNER; mercedesprol@gmail.com)
Introducción
La emergencia del peronismo en Argentina,
a mediados de los años cuarenta, transformó la dinámica del sistema político y
la de sus actores, especialmente los sindicatos y los partidos políticos. Como
se sabe, durante este período se asistió a la consolidación de un sindicalismo
de masas y a su aglutinamiento definitivo en una central única: la Confederación General
del Trabajo (CGT). Una cantidad sustanciosa de estudios históricos han señalado
la casi total identificación del movimiento obrero argentino con el fenómeno
político emergente, identificación que recorrió la historia de nuestro país. Al
mismo tiempo, en aquel contexto, los legisladores pro peronistas que integraron
la alianza electoral triunfante en febrero de 1946, muchos de ellos de origen
sindical, pusieron en marcha un nuevo partido político, al que denominaron
Partido Peronista (PP). Por lo tanto, la peronización
del sindicalismo y la formación del PP fueron procesos sincrónicos. Ambas
organizaciones, la sindical y la partidaria, se desenvolvieron en el marco de
distintas matrices organizativas, formas de selección y ejercicio del
liderazgo, tuvieron varios roles dentro del sistema político, y distintos
canales de vinculación con la instituciones del gobierno[1].
Sin embargo, en este desarrollo paralelo existieron ciertos puntos de
intersección, que se expresaron a través de intentos de integración de una
representación profesional dentro del partido, e intercambios de elencos que
actuaron en uno y otro ámbito de ejercicio de la sociabilidad, la participación
y la movilización política peronista.
Sin desatender tal independencia, este
trabajo intenta dar cuenta de las características que tuvo en el primer
peronismo la intersección mencionada más arriba. Centra el foco de análisis en
el ámbito del PP de Santa Fe y desde allí reconstruye las relaciones políticas
entabladas entre este partido y los sindicatos peronistas, desde fines del año
1945 hasta el golpe militar de septiembre de 1955, que produjo el derrocamiento
del presidente Juan D. Perón. Persigue el propósito de reconstruir una
imbricación que ha sido supuesta por los análisis existentes sobre el partido,
ya sea en su fase formativa o durante su consolidación, o deducida a partir de
los lineamientos establecidos en la Carta Orgánica, pero muy poco abordada. Con ello
se pretenden matizar afirmaciones formuladas por algunos estudios
sociopolíticos sobre las transformaciones que ha sufrido el PP-PJ en la larga
duración, que caracterizan al PP como un partido de base sindical, de masas
informal, y destacan que esa informalidad produjo una débil institucionalización[2].
Siguiendo tales análisis aquí se sostiene que no se puede desconocer la
importancia que tuvieron los sindicatos y sus apéndices, las agrupaciones
sindicales, en la conformación de la estructura de base de la organización
política referida. Pero, a diferencia de ellos, se considera que la relación
partido/sindicatos fue un factor de inestabilidad dentro del peronismo, y no de
informalidad por ausencia de reglas que la condicionaran, como se supuso. En
lugar de una débil institucionalización debería hablarse simplemente de una
institucionalización distinta a la del resto de las organizaciones políticas
preexistentes, que dotó al PP de una singularidad relativa. La relación
partido/sindicatos no permaneció igual a lo largo del período histórico
abordado, sufrió modificaciones que serán destacadas en las páginas que siguen.
La articulación entre partidos y sindicatos
Como han señalado, hace mucho tiempo atrás, varios investigadores
dedicados al tema, el peronismo fue un fenómeno social y político de base policlasista[3].
A pesar de esa heterogeneidad, el partido/movimiento poseyó una composición
obrera significativa y un estrecho vínculo con el mundo sindical. Esta alta
composición obrera no fue un rasgo exclusivo del PP, ya que, como ha sugerido Louise Doyon, con la apertura
democrática de la primera y la segunda década del siglo veinte los obreros formaron
parte y votaron al Partido Radical, y con menos intensidad, al Partido
Demócrata Nacional, aunque este último no logró convertirse en una fuerza
nacional estable. Por otra parte, ni los dirigentes del Partido Laborista (PL)
en 1945, ni los del PP después, fundaron en la política Argentina la práctica
de expandir redes de participación y movilización entre partidos y sindicatos.
Hubo experiencias anteriores diferentes entre sí: las promovidas por el Partido
Socialista y el Partido Comunista de la Argentina (PCA). Si bien estos no fueron partidos
de masas, tuvieron predicamento en vastos sectores de la clase obrera y una
acción decisiva en el proceso de agremiación de los trabajadores, que se
manifestó con distintas características y en distintos momentos históricos[4].
Muchos años después el peronismo retomó algunas de estas prácticas, sobre todo
las desarrolladas por el PCA, no específicamente la forma que adoptó la
relación entre partido y sindicato, como veremos, pero sí la creación de una
escuela de formación de cuadros, denominada Escuela Superior Peronista, el
adoctrinamiento de distintas franjas etarias a través de publicaciones
específicas, la formación de la Juventud Peronista y el Movimiento Peronista de
Extranjeros en la República Argentina[5].
Lo que constituyó una novedad y una distinción respecto de los
restantes partidos existentes en la escena política argentina fue, entre otras
cuestiones, la modalidad a partir de la cual los dirigentes de la vieja guardia
sindical y las bases obreras se incorporaron primero al armazón del PL y luego
al PP, las posiciones de liderazgo que estos ocuparon dentro de la agrupación y
su ingreso a las Cámaras Legislativas de la Nación y a las de las provincias. La fórmula a
través de la cual se imbricaron partido y agrupaciones sindicales en el
peronismo fue menos mentada que la desplegada mucho antes por el PCA. Nació en
un contexto de fragmentación política del movimiento obrero y politización del
conflicto social, de la mano de un sindicalismo reivindicativo y dialoguista,
muy poco preocupado por el tipo de régimen político vigente si sus autoridades
propendían a la integración social de los trabajadores, con dirigentes que
decidieron abandonar la prescindencia política y sostuvieron la táctica de
participar en la contienda electoral con un partido propio[6].
Las interpelaciones ideológicas que sustentaron tal imbricación fueron
tributarias de una mentalidad reformista antes que anticapitalista,
desarrollada en el período de entreguerras, y compartida por un espectro social
heterogéneo, aunque sus hacedores mostraron a estas prácticas e ideas como
revolucionarias, porque consideraban que mediante las mismas habían acabado con
un orden social y político excluyente estatuido por la “oligarquía”. En algunas
áreas del país, la imbricación entre partidos y agrupaciones sindicales se
articuló a otros aspectos de la sociabilidad peronista, como clubes y las
asociaciones vecinales. Una vez puestas en marcha modificaron las estrategias
de penetración social de los restantes partidos políticos, las de aquellos que
habían tenido en el pasado reciente, como el PC, un estrecho contacto con los
sindicatos industriales.
En el desenvolvimiento de la relación entre PP y sindicatos obreros en
la provincia de Santa Fe se pueden detectar tres momentos, que coinciden con la
periodización clásica a partir de la cual los investigadores han marcado las
transformaciones internas del movimiento obrero en el primer peronismo, el
tránsito hacia su unificación y la plena identificación con la política
gubernamental. En este marco, observamos una fase de origen en 1945, cuando los
creadores del PL decidieron integrar a los sindicatos a la estructura de este partido
y lo hicieron en distintos distritos del país, en áreas urbanas, suburbanas y
rurales. La segunda etapa transcurrió entre los años 1946 y 1950, y estuvo
caracterizada por la incorporación de agrupaciones sindicales a la estructura
de base del PP. Esta incorporación surgió como solución de compromiso para
superar los conflictos desatados a nivel nacional entre los dirigentes
sindicales, el resto de la dirigencia nucleada en la UCR Junta Renovadora,
los independientes y el propio Perón. La misma se convirtió en un factor más de
inestabilidad que potenció los conflictos del PP de Santa Fe y fragmentó los
posicionamientos políticos dentro de los sindicatos obreros. Y, por último, un
tercer momento, entre 1950/1 y 1955, en el que se mentó la forma movimiento,
que incluyó al PP rama masculina, al PP rama Femenina y la CGT. En esta fase la
cúpula de la CGT
tuvo capacidad para controlar las delegaciones regionales y las secciones
locales de los gremios adheridos. La
Central incrementó la presión corporativa dentro del
movimiento (en el partido esta presión había quedado diluida en la base),
comenzó el disciplinamiento de las Unidades Básicas (UB) gremiales, obtuvo
autonomía en la conducción de la movilización, la selección de dirigentes y no
se sometió a los dictados de la burocracia central del PP. Este desprendimiento
fue producto, entre otros factores, del sistema de constricciones y beneficios
que trajo aparejado los vínculos políticos que la central de los trabajadores
mantuvo con el Poder Ejecutivo de la
Nación.
El Partido Laborista. Origen de la articulación entre sindicatos
y partido político en el peronismo
Como es ampliamente conocido el PL nació en los meses finales del año
1945, luego de las protestas obreras del 17 y la huelga del 18 de octubre, que
fue impulsada por una fracción del Comité Central Confederal de la CGT. Los
dirigentes de la vieja guardia sindical fueron los artífices del PL, estaban
inscriptos en la corriente sindicalista, una fracción de la socialista, los
sindicatos autónomos y los sindicatos paralelos más recientes, cuya formación
fue alentada por las delegaciones de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Todos, en
conjunto, dieron un salto desde la órbita de la militancia sindical al campo de
las prácticas partidarias propiamente dichas. El PL fue un partido obrero que
careció de un contenido estrictamente clasista, y aunque actuó en ciertas áreas
articulado a otras sociabilidades más heterogéneas, no perdió aquel carácter
eminentemente obrero. Se organizó sobre una base territorial diagramada a
partir de la proliferación de centros políticos (que debían contar con
un mínimo de 30 afiliados) y una base profesional conformada por sindicatos de
trabajadores. Los centros políticos sirvieron como paso inicial para
extender las redes desde el mundo sindical al resto del espectro social y
efectuar alianzas con individuos que pertenecieron a partidos preexistentes o,
simplemente, con individuos independientes que contaron con cierto prestigio a
nivel local. Conforme a lo establecido en su Carta Orgánica, los sindicatos
podían integrar el partido como tales sólo si así lo decidían más del 50% de
sus miembros cotizantes. También formaron parte de la estructura de base las agrupaciones
gremiales, que eran apéndices de los sindicatos. Las mismas fueron
funcionales cuando los promotores del laborismo no lograron
incorporar directamente a sus sindicatos por no obtener la mayoría requerida,
dado el alto grado de fragmentación ideológica y política que afectaba al
movimiento obrero en aquella coyuntura. Cada uno de estos integrantes –centros
políticos, agrupaciones sindicales y sindicatos- eligieron representantes a los
órganos deliberativos, estos eran los Congresos y la Junta Confederal
Nacional. La elección de representantes fue proporcional a la importancia
numérica de sus miembros cotizantes. El órgano Ejecutivo estuvo constituido por
el Comité Directivo Central y fue elegido por la Junta. En esta
estructura organizativa los dirigentes de las federaciones obreras y de las
secciones locales conservaron su hegemonía[7].
La
Carta Orgánica
del PL no especificó exactamente la forma de constitución de los organismos
provinciales, por lo tanto sus promotores reprodujeron a nivel local los
nacionales, y lo hicieron con cierta autonomía de la cúpula partidaria. Los
laboristas de Santa Fe, para armar la base territorial del partido, dividieron
el distrito provincial en dos zonas que siguieron los lineamientos de las
circunscripciones judiciales. Cada una de estas zonas estuvo bajo jurisdicción
de una Junta Central. La
Junta Central de la zona norte, situada en la ciudad de Santa
Fe, estuvo integrada por Manuel M. Díaz, Lorenzo M. Lima, Florencio Farre Malbert, Fernando Biaggioni y Mario Pierotti, entre
otros. La Junta
de la Zona Sur,
tuvo su sede en la ciudad de Rosario[8]
y fue armada por dirigentes que en su mayoría pertenecieron a la Unión Ferroviaria,
entre los que se encontraron Demetrio Figueiras, Angel Marini, y Juan Brugnerotto.
En ambas jurisdicciones, norte y sur, el partido se montó a partir de una red de
comunicación política construida sobre sindicatos que poseyeron una estructura
organizativa vertebrada a nivel nacional, y se hallaron insertos en áreas
claves: los transportes y las comunicaciones. Estos eran, la ya mencionada
Unión Ferroviaria, la
Unión Tranviaria Automotor y el sindicato de trabajadores
telefónicos. Por un lado la división regional evitó superposiciones y
posibilitó un equilibrio de fuerzas entre las secciones locales de los gremios
que impulsaron la constitución del PL. Los dirigentes mencionados convirtieron
a sus sindicatos, o a una fracción de los mismos, según sus posibilidades, en
instrumentos de movilización política y de recursos financieros. Difundieron
rápidamente los centros políticos por todo el territorio de la provincia, en
las ciudades cabeceras de departamento y las localidades aledañas más pequeñas.
La carencia de datos sobre afiliación hace casi imposible establecer el
grado de uniformidad organizativa que tuvo la integración sindical en el PL. No
obstante, a partir de lo relevado, se observa que no existió un patrón rígido
de integración, ni un control centralizado de la misma por parte de la cúpula
nacional y provincial. En el departamento Iriondo los sindicatos no
participaron como tales en la campaña electoral sino que se expresaron por
medio del PL. Mientras que en los departamentos San Cristóbal y San Lorenzo
algunos lo hicieron preservando su identidad gremial, tal como ocurrió con el Sindicato
de Obreros Rurales pro candidatura coronel Perón. En la ciudad de Rosario
coexistieron centros políticos, ubicados en las distintas secciones electorales
(componente territorial), y sindicatos que decidieron adherir como tales:
Sindicato Obrero de la
Industria de la
Carne, Asociación Obreros del Transporte Automotor, Sociedad
de Estibadores y Anexos Unidos, Sindicato Unión Chauffeurs,
Unión Tranviaria, y Sindicato Obreros Industria de la Cerda. En el
departamento Caseros, el PL estuvo integrado por el Sindicato de Oficios Varios
que congregó a los trabajadores rurales, el centro de Empleados de Comercio, y
en algunas localidades se fusionó con los Centros Cívicos “Coronel Perón”[9].
Como mencionamos más arriba, la sociabilidad obrera se combinó con otras formas
de sociabilidad más heterogéneas, pero la primera no se diluyó, las interpelaciones
que apelaron a la politización del conflicto social ayudaron a mantener viva
dicha inscripción social.
Al mismo tiempo, los laboristas de Santa Fe salieron a conquistar las
bases de los sindicatos industriales que habían tenido una dirección
mayoritariamente comunista y estaban ligados al PC local, entre ellos la
sección Rosario de la
Federación Obrera de la Industria de la Carne, el Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica,
el Sindicato Obrero de la
Construcción, el Sindicato Obrero de la Industria del Calzado,
de la Madera,
y de los Textiles, cuyos locales habían sido clausurados. En la ciudad de
Rosario esta conquista se convirtió en una contienda política que se potenció
en determinados barrios obreros. En el barrio Saladillo, ubicado en la zona sur
de esta ciudad, las lealtades sindicales y políticas estuvieron divididas entre
los distintos gremios que representaron a los obreros de los frigoríficos, del
mercado de hacienda y los mataderos. En septiembre de 1945, luego de dos años de
clausura, la
Federación Obrera de la Industria de la Carne reabrió su local ubicado en Avenida Lucero
255 bis. Esta apertura contó con la adhesión de la Unión Obrera Local.
Después de la parálisis obligada, los integrantes de esta agrupación cercana al
PC recomenzaron su práctica gremial. Les pidieron a los obreros que se
mantuviesen alejados de la cooptación de la delegación de la Secretaría de Trabajo y
Previsión y los exhortaron a terminar con el yugo naziperonista[10].
A través de la prensa bregaron por el reestablecimiento de la normalidad
institucional. Durante los años de clausura de la Federación, el
Sindicato Obrero de la
Industria de la
Carne funcionó como entidad paralela a pocas cuadras de la
antigua seccional (Lucero 447), y realizó un minucioso trabajo de base durante
las huelgas de 1945. El sindicato paralelo convergió en el PL. En Saladillo la
sociabilidad proto peronista estuvo diversificada
entre el sindicato mencionado, la Agrupación Obrera Laborista y el
Centro Cívico “Coronel Perón” ubicado también a pocos metros de todos
ellos. Unos y otros apelaron al uso político del sindicato e impulsaron la
movilización callejera de obreros y más ampliamente de sectores populares, hubo
enfrentamientos que derivaron en algunos actos de violencia[11].
Los sindicatos con dirección mayoritariamente comunista adscribieron a
la alianza que en la provincia el PC realizó con el Partido Demócrata
Progresista, tras ver frustradas la posibilidad de armar una unión democrática
provincial. Los miembros del PC de origen sindical como Florindo
Moretti, con militancia gremial en ferroviarios, Raúl
Rossi, del sindicato metalúrgico, Angelo Molesini, del Sindicato Obrero de la Construcción y
Gregorio Vinti, de la Federación de Obreros
Panaderos, compartieron la campaña electoral previa a las elecciones de febrero
de 1946 con radicales y demócratas progresistas. La alianza realizada por el PC
hizo que las figuras más conocidas del comunismo rosarino tuvieran que
compartir las listas de candidatos a cargos públicos electivos nacionales y
provinciales con dirigentes de las entidades patronales. Esta posición fue un
factor más que facilitó la penetración del PL en los barrios obreros en los que
el PC había tenido vasto predicamento.
En suma, el PL estuvo en el centro de la movilización obrera que se
desarrolló en los meses finales de 1945. A comienzos de 1946, los laboristas
santafesinos convocaron a un congreso por departamento que designó delegados al
Congreso Provincial, y allí se estableció la forma en que se efectuaría la
alianza con las restantes agrupaciones, la Unión Cívica Radical
Junta Renovadora, los Independientes y los Centros Cívicos. Se eligieron además
las candidaturas. Esta imbricación densa, que en algunos casos resaltaba la
figura del sindicato y en otras se diluía un poco más sin perder la
especificidad obrera, cambió con la creación del Partido Único de la Revolución Nacional
(PURN) y el PP.
Sindicatos y Partido Peronista, un factor de inestabilidad en el
tránsito hacia la unificación partidaria
El PL fue una experiencia singular en la política argentina, tal como
han sugerido los investigadores dedicados al tema, y también efímera. Varios
factores contribuyeron a su disolución: las características del movimiento
obrero, que todavía manifestaba una fragmentación en su interior provocada por
la diversidad de adhesiones políticas; las alianzas efectuadas por el PL con
otros grupos políticos para extender sus redes (como los Centros Cívicos), que
en algunos casos derivaron en fusión; la inserción del partido en una coyuntura
crítica que potenció la inestabilidad; y las internas de la dirigencia nacional
del laborismo, de las cuales la más conocida fue la entablada entre Luis Gay,
presidente del PL, y Angel Borlenghi,
dirigente de Empleados de Comercio, luego ministro del Interior durante el
primer y segundo gobierno de Perón. Entre esos factores debe tenerse en cuenta
la intención de Perón de unificar a todos los grupos participantes de la
coalición electoral de febrero de 1946 en un solo partido político, hecho que acrecentó
las diferencias internas que se manifestaron en el PL[12].
El proceso de unificación partidaria se inició en mayo de 1946, poco
antes del ascenso de Perón a la presidencia de la Nación, y fue sumamente
conflictivo. Comenzó con la frustrada conformación del PURN y culminó con la
creación del PP, partido que conservó buena parte de los dirigentes del PL (a
excepción de Gay y Reyes), pero se entablaron entre ellos, la UCR JR y los independientes
otro equilibrio de fuerzas interno.
A diferencia del laborismo, el PP nació como partido de gobierno, y
mantuvo una articulación no unívoca ni unidireccional con ciertas agencias
estatales[13]. El PP perdió el carácter
de partido obrero que distinguió al PL y su dinámica fue cualitativamente
distinta a este último. En esta dirección, la imbricación sindicato/partido
adquirió también otra dimensión. Como ha demostrado Moira Mackinnon,
a pesar de la resistencia manifiesta de los dirigentes de la ex UCR JR y hasta
la del propio Perón, los laboristas sindicalistas hicieron valer su peso en el
electorado y lograron que en la Carta Orgánica se incorporara una base
profesional, que se materializó por medio de la creación de las UB Gremiales[14].
La permanencia de la imbricación sindical en el partido que se estaba formando
surgió como resultado del conflicto en el interior del propio peronismo antes
que de una estrategia premeditada de inserción del PP en el mundo obrero. Los
sindicatos desaparecieron como tales de la estructura del partido y se crearon las
agrupaciones sindicales que eran apéndices de los mismos[15].
En el PP de la ciudad de Rosario funcionaron varias agrupaciones
sindicales: la Agrupación de Empleados Cerealistas; Agrupación Peronista de
Sanidad; Agrupación de Panaderos; A. de Obreros y Empelados ferroviarios del FCCCA;
A. de obreros y empleados del FCGBA; del FCRPB; del FCSF; A. de Empleados de
Comercio; A. de Gastronómicos; A. de Obreros Yerbateros; A. de Tranviarios; A. de
Luz y Fuerza; A. del Transporte Automotor; A del Estado; A. de Empleados y
Obreros Telefónicos. Progresivamente se sumaron otros, como la Agrupación Obreros
de la Construcción.
Esta sumatoria estuvo ligada al proceso de unificación de la CGT y a la hegemonía que
lograron los dirigentes obreros peronistas en gremios que tenían otro tipo de
conducción, en este caso comunista[16].
Pero esta integración profesional-corporativa, no tuvo traducción en el
gobierno del PP, ni a nivel nacional ni a nivel provincial, quedó estancada en
la base.
En la provincia de Santa Fe, el llamado a la confluencia en un partido
único desató internas en las agrupaciones pro peronistas coaligadas en las
elecciones de febrero de 1946, tanto dentro de la vertiente sindical del
laborismo como en la estrictamente política. En enero de 1947 una fracción
laborista de origen sindical, comandada por Demetrio Figueiras
y Manuel Díaz, se hizo de la dirección provincial del PP y expulsó a otra que
quedó fuera del partido y no pudo participar de las elecciones internas
celebradas en septiembre del mismo año. Los expulsados formaron, entre enero y
febrero de 1948, el Partido Obrero de la Revolución (POR), que incluyó a integrantes de la Unión Ferroviaria,
de la Unión
Tranviaria Automotor, del Sindicato de la Industria de la Carne, del personal de la
industria Láctea de Santa Fe, y la Asociación de Obreros y Empleados Municipales[17].
Ante este cuadro, los integrantes de las comisiones directivas de las secciones
locales de los sindicatos mencionados, adheridos a la CGT, ya peronizados,
expresaron a la opinión pública su negativa frente al uso político del
sindicato y lo hicieron por temor a que la división peronista en PP y POR
repercutiera en la estructura sindical, y afectara la unidad por la que estaban
trabajando. Las filiales de los sindicatos mencionados sólo compartieron la
premisa de prescindencia partidaria, pero no actuaron de forma homogénea
respecto a penar o no las candidaturas que salieron de su seno. En este marco,
el Sindicato del Personal de la Industria Láctea de Santa Fe dejó a sus asociados
en libertad de acción frente a la división peronista, sólo les prohibió invocar
a la organización obrera durante la campaña electoral. Mientras que el
Sindicato de la Industria
de la Carne
aplicó sanciones y separó a los miembros de la comisión directiva de la sección
local y de la federación que aceptaran ser candidatos a cargos públicos
electivos[18]. Y la Asociación de
Trabajadores Municipales canceló, por el mismo motivo, algunas fichas de
afiliación.
Por lo tanto, ante la fractura del peronismo santafesino, los ex
laboristas sindicalistas y los nucleados en el POR tuvieron que hacer alianzas
con figuras que no provenían del espectro sindical. En esta dirección, la
circulación de dirigentes entre partidos y sindicatos se convirtió en un factor
de inestabilidad, y el peso político del sindicato y de las agrupaciones
sindicales que actuaron como apéndices de los mismos se tornó relativo dentro
del partido.
Para disciplinar al convulsionado PP de Santa Fe el Consejo Superior
envió un interventor que disolvió la Convención Provincial
elegida en septiembre de 1947, intervino la Junta Provincial
de la agrupación y las juntas departamentales, e integró a la estructura
partidaria a algunos miembros del POR, que habían perdido las elecciones de
marzo de 1948[19]. Por su parte, el Poder
Ejecutivo de la Nación
decretó la intervención federal al Poder Ejecutivo y Legislativo de Santa Fe.
Con ambas medidas los integrantes del Consejo Superior y el presidente de la Nación intentaron
descabezar a los dirigentes laboristas que habían hegemonizado el partido, y separar
a los legisladores provinciales pertenecientes a esta fracción de los cargos
partidarios. Pero las divisiones políticas que surcaron el mundo sindical
volvieron a manifestarse en la antesala de las elecciones de gobernador,
vicegobernador y legisladores provinciales que se llevaron a cabo en mayo de
1949, luego de la intervención federal. Los candidatos a cargos públicos
electivos para aquellas elecciones fueron seleccionados por los integrantes del
Consejo Superior, entre los que se hallaba el senador por Santa Fe, Alejandro Giavarini. Esta figura reemplazó en el cargo de senador
nacional a D. Figueiras y fue también dirigente de la Unión Ferroviaria
y ex integrante del PL de Rosario.
Algunas agrupaciones gremiales estuvieron disconformes con la selección
de candidatos efectuada por la burocracia central del partido. Los
representantes de la
Agrupación gremial de Obreros y Empleados Tranviarios del
Partido Peronista, de la A.
Gremial de Empleados Petroleros Peronistas, de la A. de Obreros y Empleados del
transporte Minorista, de la A.
de Obreros y Empleados del Ferrocarril "General Mitre", de Obreros y
empleados del ex F. C. Santa Fe armaron un Congreso general extraordinario de
dirigentes obreros, que sesionó primero en la ciudad de Santa Fe y luego en la
ciudad de Rosario. Estas agrupaciones de base actuaron en distintos
departamentos de la provincia, junto con los diputados nacionales Manuel Díaz, Angel Ponce y Mario Pierotti (ex
dirigentes laboristas) consideraron que los seleccionados no representaban el
pensamiento de las fuerzas de las masas trabajadoras y partidarias de la
provincia[20]. Pidieron además
la renuncia del interventor del PP e intentaron negociar sin éxito las
candidaturas. Mientras que la agrupación gremial del Ferrocarril General Belgrano
propuso su propio candidato a gobernador.
Por su parte, los sindicalistas nucleados en la agrupación que
representó al Sindicato de la
Carne, la
Agrupación de trabajadores estatales, la Agrupación de
Empleados y Obreros de Luz y Fuerza, y en un sector de dirigentes de la Unión Ferroviaria
apoyaron las decisiones del Consejo Superior. En esta oportunidad el Secretario
Administrativo de la CGT,
Isaías Santín, dirigente de la UTA, en nombre de la unidad
sindical, les pidió a los gremios adheridos la prescindencia partidaria, y que
evitaran trasladar los problemas del partido a los sindicatos. Los delegados de
las regionales de Santa Fe y Rosario de la CGT exhortaron a tales gremios a no aceptar otras
directivas que no fueran las emanadas de la central obrera. Pero la orden de
repliegue de la lucha política partidaria, a diferencia de lo acontecido en las
elecciones de 1948, indicó ahora un alineamiento entre la cúpula cegetista y el senador por Santa Fe e integrante del
Consejo Superior, A. Giavarini[21].
Este alineamiento entre el Consejo Ejecutivo de la CGT y el senador Giavarini, que nació tibiamente a mediados de 1949, se
reprodujo también en el ámbito sindical propiamente dicho durante el desarrollo
de la Marcha
por la Paz,
en julio de 1950, y las huelgas de los obreros ferroviarios, en noviembre y
diciembre de 1950, y en enero de 1951. La Marcha por la Paz fue organizada por un
sector de trabajadores de los talleres del Ferrocarril Mitre situados en la
localidad de Pérez, quienes paralizaron las tareas y realizaron una
manifestación hacia la zona céntrica de la ciudad de Rosario, oponiéndose al
envío de tropas argentinas a la guerra de Corea. Los ferroviarios contaron con
adhesiones de obreros metalúrgicos, molineros y madereros, y en la
manifestación participó el ex senador por Santa Fe, de origen laborista, D. Figueiras. La movilización fue interceptada y reprimida por
la policía, el Cuerpo de Bomberos y la Guardia de Infantería. Como contrapartida, el
senador Giavarini –representante de la burocracia
central del partido- repudió la marcha y ocupó la tribuna de oradores con el
titular de la Unión
Ferroviaria y el delegado regional de la CGT. Todos instaron a
la unidad sindical, indicando que los hechos estuvieron a cargo de una minoría
que buscó la división del gremio[22].
La Marcha
mostró la capacidad de movilización que poseía el sector de obreros
ferroviarios que la impulsó y fue implícitamente una expresión cabal de las
divisiones de las bases sindicales, y la persistencia de aquellas que
pretendían resucitar antiguos liderazgos del PL y no aceptaron el reemplazo
exigido por el Consejo Superior del PP.
Poco tiempo después, en los meses finales del ’50 y principios del ’51,
se desarrollaron las huelgas de los obreros ferroviarios, que bregaron por una
recomposición salarial de los sectores más bajos del escalafón. Estos
denunciaron además el desempeño de la conducción nacional y las secciones
locales de la Unión
Ferroviaria que aceptaron las imposiciones en materia
salarial del gobierno nacional. El gobierno calificó al movimiento de
político-gremial, destacó la falta de personería de sus promotores, y declaró
ilegal la huelga. Finalmente acudió a las exoneraciones de los integrantes de la Comisión Consultiva
y de los huelguistas, detuvo a gran cantidad de ellos y decretó la movilización
militar del personal ferroviario. La
CGT, los interventores y las comisiones de las filiales
avalaron las medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo de la Nación. Durante
este suceso, a diferencia de los casos descriptos más arriba, las agrupaciones
sindicales del PP se alinearon con la política de disciplinamiento desplegada
por la delegación regional Rosario y Santa Fe de la CGT, las autoridades de las
filiales de la Unión
Ferroviaria y los dirigentes del PP[23].
Para mostrar tal encuadramiento, las autoridades de la Unidad básica gremial de la Agrupación Peronista
del Personal del FCNGM Mitre y la
Biblioteca 17 de octubre rechazaron la iniciativa del
organismo directivo de La
Fraternidad, que consistía en contribuir con una cuota para
pagarles el sueldo a los trabajadores que se encontraban detenidos a
disposición de la justicia[24].
Por lo tanto, en los primeros meses de 1951 y en vísperas de las
elecciones generales, nacionales y provinciales, que se realizaron en noviembre
del mismo año (en las que Perón resultó reelecto presidente de la Nación), los directivos de
las dos delegaciones regionales de la
CGT, las de Santa Fe y Rosario, lograron frenar las internas
que se suscitaron dentro de las agrupaciones sindicales a causa del empleo por
parte de la burocracia central del partido de las reglas autocráticas de
gobierno.
La
Central obrera,
luego de esta estrategia de repliegue, observada a mediados de 1949, y de su
posterior alineamiento con el Consejo Superior del PP, preparó progresivamente
el terreno para incidir en la lucha política electoral como corporación. Ya no lo
haría por medio de las agrupaciones sindicales, que en la provincia estaban
bajo control del interventor partidario y en el orden nacional dependían de las
directivas del Consejo Superior. Este alineamiento no fue sinónimo de
subordinación, por el contrario, la cúpula de la central trató de transferir
hacia el terreno político propiamente dicho el rol más trascendente que fue
adquiriendo en la alianza gubernamental.
La forma movimiento y el incremento de la presión corporativa
de la central obrera
Terminar con la inestabilidad que produjo la inserción de las
agrupaciones sindicales en el PP de Santa Fe urgió tanto al Consejo Superior,
que empleó reglas autocráticas de gobierno para controlar las internas, así
como a los dirigentes de la CGT,
y los delegados regionales de la central. Este factor de inestabilidad se
redujo en parte cuando se mentó la fórmula del movimiento peronista, compuesto
en primera instancia por el PP Rama Masculina, el PP Rama Femenina y la CGT.
Para entender la incorporación de la Central obrera como corporación al movimiento
peronista, con autonomía de la burocracia central del PP, hay que remitirse
primero al ámbito nacional. En esta dirección, L. Doyon
afirma que desde 1951 “... el movimiento sindical pasó a insertarse en las
estrategias políticas que Perón puso en marcha para encarar los renovados
desafíos que enfrentaba su gobierno (...) estos fueron llamados, por un lado, a
desempeñar el papel de instrumentos de organización política, a fin de
compensar una estructura partidaria débil. Por el otro, a asegurar la
aceptación de los trabajadores del plan de estabilización decidido a superar la
coyuntura adversa...”[25]. Es cierto que
Perón, en los inicios de su segunda presidencia, apeló a la corporación obrera
para extender las redes de adhesión a su gobierno en los espacios organizativos
de la sociedad en las que las del partido insuflaban serios conflictos. Pero no
se trató de un llamado unilateral con el que compensar una estructura
partidaria débil, como sugiere la autora[26].
Esta inserción en la arena política electoral estuvo estrechamente vinculada al
incremento de la presión corporativa que ejercieron los dirigentes sindicales
sobre las estructuras preexistentes de organización política del peronismo. Tal
incremento puede pensarse como resultado del sistema de constricciones y
beneficios que surgió de la relación que mantuvo esta corporación con el Poder
Ejecutivo de la Nación. La
CGT asumió el rol de portavoz de la política del gobierno, aceptó la
redefinición del modelo de crecimiento económico, y a cambio obtuvo un espacio
de decisión en la estructura organizativa del movimiento, y con ello el
control en ese marco de sus propias bases[27].
En Santa Fe hubo dos delegaciones regionales de la CGT, la instalada en la ciudad
de Santa Fe que tuvo jurisdicción sobre la zona norte de la provincia y la
instalada en la ciudad de Rosario, con jurisdicción en la zona sur.
Durante esta fase, que se extendió entre 1951 y 1955, la modificación
de las relaciones entre PP, CGT y agrupaciones sindicales pasó por dos
momentos. En la coyuntura electoral de noviembre de 1951 el PP mantuvo bajo su control
las UB gremiales, y los directivos de la Central obrera y sus delegaciones adquirieron su
cuota en la designación de candidaturas para cargos públicos electivos
nacionales y provinciales, así como el monopolio de la forma en que se efectuó
esa designación. Luego, a partir de 1953, se configuró el Comando Estratégico
del movimiento peronista en el orden nacional y los denominados Comandos
Tácticos en los distritos provinciales. Este último comando estuvo formado por
el gobernador de la provincia, el interventor del PP, la delegada censista del
PPF y el delegado regional de la
CGT de Santa Fe[28].
A nivel de departamento se crearon los Subcomandos Tácticos, conformados por el
intendente municipal de la ciudad cabecera de departamento, el delegado
departamental del PP rama masculina y la subdelegada censista del PP rama
femenina y el representante departamental de la delegación regional de la CGT.
En este momento se inició la fase final de organización de las UB ordinarias,
fase que había comenzado en 1949, para proceder a las elecciones directas de
autoridades y a las indirectas del resto de las autoridades de departamento y
de circunscripción, hasta llegar a la
Junta y el Consejo Provincial. El propósito fue oficializar
las UB y uniformarlas bajo una base exclusivamente territorial a partir de una
determinada numeración por departamento y circunscripción, y abrir la
participación de los afiliados. En este marco, se disolvió la Junta Coordinadora
de las agrupaciones Gremiales y sus miembros constituyeron en la ciudad de
Rosario el Centro Justicialista "Eva Perón", que fue de allí en más
una entidad de carácter cultural y recreativa[29].
Las agrupaciones sindicales quedaron formalmente fuera de la estructura
partidaria, no podían afiliar o incidir como tales en la elección de
autoridades, pero siguieron informalmente con la militancia de base. A partir
de aquí los sindicatos volvieron al terreno de la movilización política como
sindicatos, pero ahora controlados por las delegaciones de la CGT y obligados a acordar los
pasos a seguir con los restantes miembros del Comando Táctico y los subcomandos.
Durante el último tramo de la segunda presidencia de Perón, con el
proceso de acentuada corporativización de la política, y el acrecentamiento del
doble rol que desempeñó la central de los trabajadores, como representantes de
intereses económicos y, al mismo tiempo, miembros del movimiento peronista, los
dirigentes sindicales ocuparon un primer plano dentro de la escena política,
casi por encima de los del PP[30].
Como dijimos, los trabajadores fueron los menos beneficiados en la redefinición
del modelo de crecimiento económico iniciada en 1952, la cúpula cegetista aceptó tal redefinición y este retroceso en el
sistema redistributivo intentó ser cubierto mediante una mayor presencia en el
terreno político. Pero el paso a primer plano de la central de los trabajadores
tuvo su contracara, con un impacto en cierto modo negativo. El movimiento
sindical peronista atravesó un desgaste que se tradujo en un incremento de la
brecha entre dirigentes y bases, y en un recambio sucesivo de dirigentes[31].
Este desgaste estuvo originado por varios factores, que excedieron el
ámbito político propiamente dicho. Por un lado, las protestas obreras que se
desenvolvieron a lo largo de 1954 en Santa Fe y Rosario (metalúrgicos, Luz y
Fuerza, Textiles, empleados públicos, etc.) mostraron la disconformidad
existente entre las comisiones de fábrica, y algunas secciones locales de los
sindicatos, frente a la conducta pro patronal y pro estatal de la conducción
nacional de los adheridos a CGT. Esta coyuntura crítica no produjo un desmembramiento
dentro del movimiento obrero, así como tampoco nuevos alineamientos de fuerzas
evidentes entre sindicatos y partidos políticos, pero la homogeneidad peronista
se resintió y los dirigentes zonales se vieron seriamente cuestionados.
A su vez, el Congreso de la Productividad, realizado en marzo de 1955,
produjo nuevos conflictos. En momentos previos, los dirigentes sindicales
partícipes de la campaña propagandística en Santa Fe se sumaron al discurso
oficial, que sostenía que el incremento de la productividad actuaría en
beneficio de todos los integrantes del proceso productivo y compartieron una
ecuación: más productividad era igual a mayor producción, mayor abastecimiento,
y a una reducción del costo de vida. Pero durante el desarrollo de la convención
los argumentos esgrimidos por los dirigentes cegetistas que visitaron la
provincia y los delegados regionales fueron mostrando diferentes posiciones
respecto al avance de los empresarios, quienes pretendieron recortar ciertos
instrumentos inherentes al proceso redistributivo, flexibilizar las relaciones
laborales y dar por tierra con el poder sindical dentro de las fábricas.
Así Samuel Sinay y Marcos Méndez (de la CGT Rosario),
en momento previos a la finalización de las deliberaciones y a la exposición de
las conclusiones del Congreso, publicaron una nota en el diario La Capital,
allí manifestaron que acceder a las demandas empresariales sería reflotar el poder
oligárquico, desconocer las conquistas efectuadas tanto por el movimiento
obrero como por las comisiones dentro de las fábricas. Los secretarios de la
regional Rosario no se opusieron al discurso oficial de conciliación de clases,
pero marcaron hasta dónde estaban dispuestos a apoyar el avance empresarial, y
con ello quedaron al desnudo las disidencias internas de los propios dirigentes
sindicales[32]. Fue necesario recuperar
además la confianza que los delegados perdieron durante las huelgas del ’54 y
fortalecer algunas referencias identitarias que hacia
principios 1955 parecieron estar en crisis.
A modo de conclusión
En este trabajo se intentó efectuar un breve recorrido por las formas
que adoptó la relación entre sindicatos y partidos políticos peronistas en la
provincia de Santa Fe durante los años 1945 y 1955. A lo largo de este período,
la sociabilidad peronista no fue homogénea y dentro de ella los sindicatos
obreros se convirtieron en canales de producción de identidades sociales,
políticas y de movilización, aún dentro de la estructura partido político. La
fórmula de inserción que crearon los laboristas en 1945 fue, en cierta medida,
novedosa, si se la compara con el resto de las experiencias previas existentes
en Argentina desde los años veinte. El PP heredó esa fórmula, por tanto el
proceso de unificación del partido estuvo ligado a los vaivenes de la peronización del movimiento obrero. Los conflictos
suscitados en un ámbito repercutieron en el otro y viceversa. Y ello constituyó
una herencia institucional con la que los peronismos funcionaron a lo largo de
cuarenta años, estos es a partir de la segunda mitad del siglo XX hasta al
menos fines de los años ochenta.
Aún faltan investigaciones comparativas respecto a la originalidad de
la fórmula laborista en la articulación entre sindicatos y partido político y
las preexistentes. Así como sobre las convivencias en el primer peronismo entre
dirigentes obreros peronistas, comunistas y socialistas, convivencias que se
desplegaron a nivel de las fábricas y de los barrios de las ciudades más
densamente pobladas de la provincia. Unos y otros, más allá de sus diferencias
concretas, y en el caso de los peronistas de esgrimir un embustero
apoliticismo, embustero porque se tradujo en una proliferación constante de UB,
tuvieron en mente la conquista de espacios partidarios y barriales. Aunque el
marco de referencia de este trabajo es el distrito provincial, el enfoque sigue
siendo desde arriba, esa historia sólo puede reconstruirse desde una
perspectiva eminentemente etnográfica, haciendo hablar a los actores, y ello
para el primer peronismo constituye una deuda pendiente, una operación que, a
pesar del paso del tiempo y de los nuevos objetos de estudio, todavía no se ha
realizado.
RESUMEN
El Partido
Peronista en Santa Fe y el movimiento obrero. Relaciones de poder, acuerdos y
conflictos, 1946-1955
Este artículo aborda la configuración y el desenvolvimiento de las
relaciones entabladas entre las organizaciones sindicales y las distintas
formaciones partidarias del peronismo (Partido Laborista, Partido Único de la
Revolución Nacional y Partido Peronista), entre 1945 y 1955. Se centra en cómo los
dirigentes peronistas pensaron la imbricación de estos dos espacios de
ejercicio de la política y la compararon con las existentes en otros partidos
que actuaron en el sistema político argentino. Se recuperan además las formas
de hacer política desplegadas en ambos tipos de sociabilidad. La dinámica que
se generó a partir de aquella relación se convirtió en una fuerte herencia
institucional del peronismo, esta perduró hasta fines de la década del ochenta
del siglo XX.
Palabras clave: Primer peronismo - Partido Peronista -
Movimiento obrero - Unidades Básicas gremiales
ABSTRACT
The Peronista Party in Santa Fe and the labor movement. Power
relations, agreements and conflicts, 1946-1955
This article discusses the configuration
and development of relations between trade unions and different formations Peronista party (Partido Laborista, Partido Único de la Revolución Nacional y
Partido Peronista), between
1945 and 1955. Study how Peronista leaders thought
the relationship of these two spaces of political practice and compared with
those in other parties who acted in the Argentine political system. Also
recover the forms of politics deployed in both types of sociability. The
dynamics generated from this relationship became strong institutional legacy of
Peronism, this lasted until the late eighties of the twentieth century.
Key
words:
First Peronism - Peronista Party - Labor movement -
unions Basic Units
Recibido: 01/03/2013
Evaluado: 03/05/13
Versión final: 08/06/13
Notas
(*) Doctora en Historia. Facultad de Humanidades y Artes de
la Universidad Nacional de Rosario, Facultad de Trabajo Social de la
Universidad Nacional de Entre Ríos.
[1] Ambos objetos de estudio, la consolidación del
sindicalismo peronista, por un lado, y la formación y desenvolvimiento del PP,
por otro, han sido abordados con una intensidad desigual. Los investigadores se
ocuparon profusamente del primer tema y hubo menos investigaciones sobre el
segundo. No obstante, han proliferado en los últimos años una cantidad
significativa de análisis. Sobre peronismo y movimiento obrero: TORRE, Juan
Carlos, La vieja guardia sindical y
Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Bs. As., Sudamericana, 1990;
DOYON, Louise, Perón y los trabajadores. Los
orígenes del sindicalismo peronista, 1943-1955, Bs. As., Siglo XXI
Iberoamericana, 2006; DEL CAMPO, Hugo,
Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable. Bs. As., Clacso,
1983, entre otros. Sobre PP, casos provinciales y locales: MACKINNON, Moira, Los años formativos del Partido Peronista,
Bs. As., Siglo XXI, 2002; AELO, Oscar, “Formación y crisis de una elite
dirigente en el peronismo bonaerense, 1946-1951, en MELÓN PIRRO, J.C.; QUIROGA,
N., El peronismo bonaerense. Partido y Prácticas Políticas, 1946-1955, Mar
del Plata, Ediciones Suárez, 2006, pp. 17-42; AELO, O., Las configuraciones provinciales del peronismo: actores y prácticas
políticas, 1945-1955. La Plata, Instituto Cultural de la Provincia de Bs. As. Ediciones
del Archivo Histórico, 2010; TCACH,
César, Sabatinismo y peronismo. Los partidos políticos en
Córdoba, 1943-1955, Bs. As.,
Sudamericana, 1991; QUIROGA, Nicolás, “El partido Peronista en Mar del Plata:
articulación horizontal y articulación vertical, 1945-1955”, en Boletín del
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”,
Nº 26, 2º semestre, 2004, pp. 75-110; PROL, María Mercedes, Estado, movimiento y partido peronista,
Bs. As., Siglo XXI, 2012. Sobre el PP Femenino: BARRY, Carolina, Evita Capitana. El Partido Peronista Femenino,
1949-1955, Bs. As., Eduntref, 2009.
[2] Tales afirmaciones han sido realizadas por
LEVITSKY, Steven, La transformación del justicialismo. Del partido sindical
al partido clientelista, 1983-1999, Siglo XXI Iberoamericana, 2005.
[3] KENWORTHY, Eldon,
“Interpretaciones ortodoxas y revisionistas del apoyo inicial del peronismo”,
en MORA y ARAUJO, M.; LLORENTE, I., El voto peronista. Ensayos de sociología
electoral argentina, Bs. As., Sudamericana, 1980.
[4] DOYON, L., op. cit.. La investigación efectuada por Hernán Camarero brinda una
información relevante y minuciosa sobre la inserción sindical del PC de la Argentina durante el
período de entreguerras, en la geografía industrial de Capital Federal y Gran Bs.
As.. Describe las características de la estructura celular, el proceso de
conformación de sindicatos únicos por rama industrial, así como también el
adoctrinamiento de la juventud y los infantes, la relación con los clubes
deportivos y las asociaciones étnicas. La modalidad de articulación entre
partido y sindicatos desplegada por el PCA se instaló en el imaginario de buena
parte de los dirigentes de la agrupaciones políticas, de nacionalistas y
católicos quienes con distintas intensidad la consideraron un peligro, una
amenaza latente capaz de repetirse, y por ello, implícitamente, una experiencia
bastante exitosa que había que impedir. Los militares que ocuparon cargos
estatales en las diferentes etapas de la revolución de junio de 1943 frenaron
la capacidad de penetración del PC en el mundo obrero y la combatieron con
distintos medios, intervenciones y clausura a sindicatos con dirección
comunista, encarcelamiento de sus dirigentes, etc.. CAMARERO, Hernán, A la
conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Bs.
As., Siglo XXI Iberoamericana, 2007.
[5] Se ha señalado como base de inspiración de la Escuela Superior
Peronista la Escuela
Superior de Guerra. Sin embargo, sería necesario realizar un
examen comparativo con las experiencias desarrolladas en el resto de los
partidos políticos que en Argentina se dedicaron sistemáticamente a la
formación de cuadros. Aún faltan investigaciones que consignen las similitudes
y diferencias.
[6] TORRE, J. C., op.cit.; GUTIÉRREZ, Leandro y ROMERO, Luis Alberto, Sectores populares, cultura y política. Bs.
As. en la entreguerra, Bs. As., Sudamericana,
1995; VIDELA,
Oscar y ZANELLA, Eduardo, Historia y
política. Cuestión social, radicalismo y revisionismo en Ricardo Caballero,
Bs. As., Imago Mundi, 2004. BEIRED, José Luis, “Trabalhadores
e tensoes políticas na formacao do peronismo: a questao
do Partido Laborista”, en Anuario del IEHS, VIII, Tandil, 1993, pp 89-103.
[7] PONT, Elena Susana, Partido Laborista: Estado y sindicatos, Bs. As., CEAL, 1983.
[8] MACOR, Darío; IGLESIAS, Eduardo, El
peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los orígenes del peronismo
santafesino, Santa Fe, UNL, 1994.
[9] Informe sobre Santa Fe. Fondo Documental
Secretaría de Asuntos Técnicos de la
Nación, Archivo General de la Nación.
[10] El Litoral, 13/11/45.
[11] La Federación Obrera
del Sindicato de la Carne
denunció a los obreros que integraron el Centro Cívico “Coronel Perón” porque
estos cometieron un atentado al local de la misma, después de haber recorrido
algunas calles de la ciudad el 18 de octubre. La Capital, 20/10/45.
[12] TORRE, J. C., op. cit.; BEIRED, J.L., op. cit..
[13] PROL, M. M., op. cit..
[14] MACKINNON, M., op. cit..
[15] El reglamento provisional del PP reconoció el
funcionamiento de una agrupación gremial por oficio y por distrito electoral,
que debía ser autorizada por la respectiva Junta Provincial. Finalmente la Carta Orgánica
sancionada en diciembre de 1947 incluyó a la agrupación bajo el nombre de
Unidades Básicas Gremiales, que funcionaron con independencia de las Unidades
Básicas ordinarias, estas últimas tuvieron afiliación por domicilio.
[16] La
Capital, 19/05/47; El Orden, 17/01/48.
[17] Una fracción del gremio ferroviario pidió al
Consejo Superior del Partido Peronista la intervención del PP de Santa Fe.
[18] La
Capital, 6/2/48; 12/2/48.
[19] La Junta Provincial del Partido Peronista de Santa
Fe permaneció intervenida hasta septiembre de 1955.
[20] El Consejo Superior del Partido Peronista
designó candidato a gobernador a Juan H. Caesar y
vice a Álvaro González. La agrupación ferroviaria mencionada hizo campaña a
favor de Oscar Aldrey, quien había sido interventor
de Santa Fe durante la revolución militar. En estas elecciones resultó electa
la fórmula peronista encabezada por Juan H. Caesar - Alvaro González. La Capital, 18/02/49, 15/03/49.
[21] Alejandro Giavarini
fue designado senador por Santa Fe en febrero de 1949, en reemplazo de D. Figueiras. Giavarini entró al
Consejo Superior del PP en marzo del mismo año y renunció en 1954 cuando fue
nombrado ministro de Trabajo de la
Nación.
[22] La Capital, 19/07/50.
Sobre las características de la marcha Por la Paz y su implicancia en el gremio
ferroviario. BADALONI, Laura, Resistencia y huelgas de los ferroviarios de
Rosario y Pérez, durante el gobierno peronista, en los años 1950 y 1951.
Seminario Regional. Escuela de Historia. UNR, Rosario, 2002.
[23] Otro episodio significativo que tuvo
implicancias en el PP fue la huelga azucarera de los trabajadores tucumanos en
1949. RUBISTEIN, Gustavo, Los sindicatos
azucareros en los orígenes del peronismo tucumano, Instituto de Estudios
socioeconómicos, Tucumán, 2005.
[24] La
Capital, 2/04/51.
[25] Doyon, L., op. cit., p. 353. El plan de
estabilización fue lanzado por el gobierno en febrero de 1952 e implicó un giro
en la estrategia de distribución de los ingresos. El equipo económico apeló al
congelamiento de los salarios por dos años. Recién hubo paritarias en 1954.
[26] Según cifras oficiales, a fines de 1953 el
Partido Peronista tenía 2.247.536 afiliados, el 51,2% del padrón electoral y
poseía 3168 Consejos de Unidades Básicas en todo el país. Podemos descreer del
total de afiliados esgrimido por el presidente del Consejo Superior, no
obstante la cifra fue alta respecto del resto de los partidos políticos
actuantes en la escena política argentina. La Capital, 18/11/53.
[27] En la formación de esta nueva correlación de
fuerzas entre Consejo Superior del PP y directivos de la CGT actuaron factores internos
a las transformaciones del movimiento sindical. En el Congreso de la CGT celebrado en abril de 1950
los dirigentes de la Central
adquirieron instrumentos para obtener el disciplinamiento
de los sindicatos adheridos, de sus filiales y sus bases. Y sellaron la
identificación del mencionado organismo con el gobierno nacional,
convirtiéndose en ejecutores y portavoces de su política en el campo sindical. La Capital,
14/05/51.
[28] Entre 1953 y 1955 integraron sucesivamente el
Comando Táctico de Santa Fe tres interventores del PP y dos delegadas censistas
del PPF. El delegado regional de la
CGT en Santa Fe fue José C Pérez, que ejerció además el cargo
de diputado nacional por la mencionada circunscripción. El delegado regional de
la CGT Rosario
fue Humberto Indománico, del gremio metalúrgico,
también diputado nacional, reemplazado luego Samuel Sinay
de la Asociación
de Trabajadores del Estado.
[29] La
Capital, 11/02/53.
[30] Este paso al frente se observó también en
otras áreas, por ejemplo en las comisiones departamentales dedicadas a la
represión del agio y la especulación, compuestas por un representante de la
central obrera.
[31] En octubre de 1952, José Espejo renunció a la
conducción de la Central
y fue electo Eduardo Vuletich de la Federación Argentina
de Trabajadores de Farmacia y Hugo Di Pietro de la Asociación de
Trabajadores del Estado. En 1955 renunció Vuletich y
asumió Di Pietro.
[32] La Capital, 23/03/55.