REVISTA DE LIBROS
TOSCANI de CHURIN, Aída; Pergamino:
una historia de la frontera bonaerense (1780-1825). Pergamino, 2003. 168 pp.
A través de esta obra, Aída Toscani revaloriza el
espacio de la campaña del norte bonaerense y el papel de los primeros
pobladores que contribuyeron activamente a construirlo desde fines del siglo
XVIII. La ubicación espacio-temporal comprende específicamente la zona de
Pergamino en el período 1780-1825. Si bien el estudio está focalizado en las
tierras de Pergamino, la autora no desatiende el proceso histórico regional y
nacional. Entonces podemos decir que desde su perspectiva de análisis
contribuye al enriquecimiento de la historia nacional y a la de la campaña
bonaerense en general. Asimismo, Toscani realiza un interesante
entrecruzamiento teórico entre la microhistoria (que destaca el proceso
histórico local para comprender procesos históricos más amplios) y la necesidad
de rescatar del olvido a sectores de la población que, mediante sus
experiencias, construyeron el espacio de la campaña del norte bonaerense. La
publicación incluye además un interesante recorrido historiográfico sobre la
historia rural rioplatense (se cita a Gelman, Amaral, Mayo, Garavaglia, entre
otros) así como un amplio aporte bibliográfico (lectura de referencia) al final
de la obra.
En cinco capítulos la autora estudia las
características de la población de la campaña pergaminense a fines del siglo
XVIII y comienzos del XIX. Para ilustrar la vida cotidiana de blancos,
indígenas y negros africanos no sólo contrapone investigaciones sobre la
campaña bonaerense con estudios de historiadores locales, sino que realiza un
importante entrecruzamiento de archivos parroquiales, censos y diversos
registros del período en cuestión. A lo largo de la publicación se encuentra
una variedad de cuadros estadísticos, mapas y planos topográficos que sustentan
su investigación. No podemos dejar de mencionar el trabajo con fuentes
históricas, ya que la autora realiza un análisis de nuevas fuentes y revisa
otras ya conocidas. El acceso a nuevos documentos permite desentrañar más
exhaustivamente las tensiones en esta sociedad de frontera. Se mencionan los
aportes de investigadores locales, como Jiménez Colodrero y López Godoy, entre
otros. Con estos elementos reunidos, resulta una compleja y completa
descripción de la vida cotidiana de quienes contribuyeron a la conformación del
espacio pergaminense desde fines del siglo XVIII. A modo de síntesis, podemos
decir que la autora aborda una interesante diversidad de temas: el espacio, la
tierra, las mujeres, los hombres y el trabajo.
Toscani argumenta firmemente que el proyecto de
construcción nacional y el modelo agroexportador de la segunda mitad del siglo
XIX estuvo basado en el trabajo de los hombres y de las mujeres que previamente
se asentaron en estas tierras. Asimismo, conviene mencionar que la importancia
de los asentamientos en las tierras de Pergamino radica en su calidad de nexo
comunicacional y en la gran cantidad de postas y caminos que allí se
encontraban. Precisamente en esta zona de frontera la autora analiza las
relaciones que se establecieron entre los diferentes actores que ocuparon dicho
espacio. Explica que los habitantes de esta zona de frontera que ocuparon las
tierras convivían con el ataque del malón. No obstante el latente peligro,
construyeron un espacio productivo basado en una diversidad de actividades:
cría de ganado, agricultura, transporte y comercio, basándose en las ventajas
comparativas del lugar (pasturas naturales, arroyos abundantes). Estas familias
de pastores y labradores respondían claramente a una economía de subsistencia
que le brindaba nulas posibilidades de acumulación de capital. Otra
característica es la imposibilidad de acceder a la propiedad de la tierra que
ocupaban, conformando diversas categorías de campesinos: arrendatarios,
agregados, puesteros, etc. A lo largo de este período también se experimenta un
importante proceso de movilidad social. Según los registros, el número de
mujeres era significativo en el lugar, mientras que los hombres estaban en
permanente movimiento. La autora enfatiza que la familia de frontera se
estructuró sobre la base de una fuerte inestabilidad, donde la mujer componía
el eje aglutinador. Esta alta movilidad de la población masculina se vio
impulsada por la estacionalidad de los trabajos rurales, y quienes se
trasladaban en pos de mejores oportunidades eran los hombres jóvenes, razón por
la cual muchas mujeres se encontraban al frente del hogar. La principal
característica de la familia de la frontera es su gran extensión debido a la
necesidad de brazos para el trabajo. Asimismo, las relaciones entre familias
fueron estrechas ya que los intereses económicos y laborales se entremezclaron,
materializándose en uniones matrimoniales, padrinazgos o lealtades como la
vecindad. Por último, cabe mencionar que la particularidad de Pergamino como
zona importante de tráfico comercial nos brinda además la presencia de negros,
ya sea esclavos o libres.
Finalmente, se destaca la importancia local y
regional de la temática que aborda la autora, ya que rescata del anonimato y
resalta el aporte de estos campesinos de frontera a los cuales la historia
tradicional trata con desdén, haciendo hincapié en su poca predisposición hacia
el trabajo. En síntesis esta publicación constituye un valioso aporte para la
historia rural argentina, digno de ser considerado entre quienes abordan el
estudio de problemáticas de historia local.
María de los Angeles Serra
ISLA, César; El movimiento de Mujeres en Lucha y el Plan de
Convertibilidad. Lucha por la tierra y formulaciones para salir de la crisis”, Universidad Nacional de Rosario,
Rosario, 2004.
El
trabajo de César Isla, describe la etapa de los noventa en la República
Argentina y el momento en que el gobierno adopta una serie de medidas para el
sector agropecuario que repercuten en la vida de las familias campesinas. La
primera parte del libro analiza cómo el decreto 2284 de 1991 desregula la
economía, y hace referencia a los aspectos específicos de la convertibilidad en
el agro pampeano. El autor se documenta y describe los orígenes de las
protestas en el campo. Cómo la crisis económica afecta a los chacareros,
comerciantes y peones desocupados, y como las mujeres se ponen al frente de un
Movimiento para frenar las subastas
judiciales. En forma espontánea en 1995, el llamado por la radio FM de
Winifreda, provincia de la Pampa, de la esposa del titular del campo, Lucy de
Cornelis, hace que vecinos, amigos y parientes acudan en su ayuda, el día que la cédula judicial fija para “perder
el sacrificio de toda una vida”.
Lucy
encabeza una acción para impedir que se concrete la subasta, con rezos,
reclamos y el canto del Himno Nacional. Rodeada de los conocidos que se
acercan, inicia así el movimiento de las mujeres chacareras que salen a
defender su campo, herramientas y sus hogares para que los acreedores o los
testaferros de bancos y terratenientes no se queden con todo, y ellas con nada.
Los reclamos iniciales se multiplican en La Pampa, Santa Fe, Buenos Aires,
Neuquen, Río Negro, Chaco, Formosa, Entre Ríos, Corrientes y otras provincias
argentinas, donde miles de familias chacareras están con juicios tramitados que
llegan a la instancia de la subasta. La falta de rentabilidad, hace imposible
pagar los créditos a los bancos que con los remates tratan de cobrarse las
deudas.
Cesar
Isla observa cómo las mujeres del MML emprenden acciones locales, regionales y
participan de actos y marchas desde todas las delegaciones hacia la Plaza de
Mayo en Buenos Aires, con tractores y banderas argentinas, cuyas imágenes tan
novedosas recorren a través de la difusión periodística todo el país. Al igual
que el abrazo que realizan al Banco de La Nación Argentina en repudio a su
posible privatización, son importantes para que este plan no se concrete por
parte del gobierno. El movimiento va comprendiendo que no se trata de causas
particulares, sino manifestaciones de un problema general: que los grandes latifundios
en pocas manos son la traba para el desarrollo del campo argentino. En los
últimos años la lucha va tomando un carácter nacionalista, al irse poniendo en
evidencia una creciente extranjerización de la tierra.
El
autor destaca además que, a pesar de las contradicciones y diferencias que se
plantean entre la Federación Agraria Argentina, CONINAGRO y CRA y las mujeres,
participan en acciones conjuntas por los mismos reclamos. Que ellas “no aparecieron para robarles el espacio a
los hombres, sino para cubrir espacios vacíos”.
Todas
mujeres que, en los años en los que la opinión “seria” del país compara la
“globalización” con la “ley de la gravedad”, a puro coraje hablan “por sus acciones”, y el autor rescata la
idea que la sola presencia de “ellas”
en un remate “es un fenómeno de alto
contenido simbólico”. Lo que las hace crecer como movimiento inédito en
cada rincón del país, al margen de
las cuestiones de género, es que tuvo un aspecto muy particular. Por el hecho
de ser todas mujeres las que lo conforman: “la
impronta femenina tuvo especial impacto”.
De
este modo, el autor da pistas para continuar investigando un hecho que no debe
pasar inadvertido. Cómo un pequeño número de mujeres, en su gran mayoría
relegadas hasta ese momento a lo doméstico puede haber desarrollado uno de los
movimientos de lucha más importantes. Cómo simplemente se atrevieron con lo que
es un “hecho maldito” de nuestro país desde la Colonia: la permanente
concentración de la tierra, en manos de viejos y nuevos terratenientes que
expulsa permanentemente la población trabajadora hacia la desocupación, la
pobreza y la exclusión. Y traba el desarrollo de la nación. Lo que adquiere mas
relevancia aún, porque fue iniciado y desarrollado por estas “mujeres comunes”
en momentos en que la mayoría de los políticos, “intelectuales” y comunicadores
sociales del país, siguiendo la moda, propagandizaban y embellecían otras
teorías como la del “mundo uno”, la apertura sin límites, y la desregulación
generalizada en lo rural.
Difícil
es resistir la tentación de evocar a ese otro grupo de “madres y abuelas
comunes” que en el terror de la dictadura militar, no se resignaron a la
pérdida de sus hijos y nietos. Superaron el “ámbito doméstico” y constituyeron
el principal movimiento contra las desapariciones, torturas y asesinatos en el
momento más difícil de nuestra historia y contra todos los “bienpensantes” que
silenciaban, minimizaban o embellecían la situación.
El
Movimiento de Mujeres en Lucha, está en la pelea del ámbito rural, pero alcanza
las grandes ciudades, cuando las circunstancias las llevan para evitar los
desalojos, a enfrentar los atropellos cometidos desde el poder. En esos
momentos las acompañan numerosas mujeres, también trabajadoras, que entienden
que ese se convierte en el único camino.
Berta
Wexler