Una clasificación sobre las asociaciones y centrales de trabajadores de la ciudad de Santa Fe entre los años 1896/1928

 

 

María Josefina Duarte(*) y Andrea Sol Franco(**)

 

 

Resumen

 

El siguiente trabajo ofrece algunas observaciones sobre las asociaciones y centrales de trabajadores de la ciudad de Santa Fe entre 1896 y 1928, indagando en las condiciones de vida y de trabajo bajo un paradigma de organización que no pone el acento exclusivamente en los sindicatos, ni en la sucesión de etapas. Por ello, el trabajo se centra en describir la ciudad como marco generador de necesidades de existencia y aglutinador de experiencias, a partir de las cuales se propone una clasificación de las organizaciones que surgieron al calor de las mismas.

 

Palabras claves: trabajadores; asociacionismo; sindicalismo; Santa Fe.

 

 

 

A classification about workers associations and centrals of Santa Fe City between 1896/1928

 

Abstract

 

The following work offers some observations on the associations and centrals of workers in the city of Santa Fe between 1896 and 1928, investigating the living and working conditions under an organizational paradigm that does not emphasize exclusively in the unions, nor in the succession of stages. For this reason, the work focuses on describing the city as a framework that generates existence needs and binds experiences, from which a classification of the organizations that emerged in the heat of them is proposed.

 

Key words: workers; associationism; syndicalism; Santa Fe.

 


 

Una clasificación sobre las asociaciones y centrales de trabajadores de la ciudad de Santa Fe entre los años 1896/1928

 

El siguiente trabajo pretende ofrecer una clasificación sobre las asociaciones y centrales de trabajadores de la ciudad de Santa Fe entre los años 1896-1928. El recorrido se centrará en el análisis de las formas de organización colectiva de los trabajadores desde sus vinculaciones tanto con la estructura productiva como con las condiciones de existencia de los trabajadores, los regímenes de trabajo y las características y estructuras de sus entidades organizativas. Partimos de una visión dinámica de la clase, entendida como relación y no como cosa, “que unifica una serie de sucesos dispares y desconectados, tanto por lo que se refiere a la materia prima de la experiencia como a la conciencia” (Thompson, 2012, p. 27).

En este sentido, tomamos al asociacionismo como una de las formas en las que se expresaron las experiencias de los trabajadores, a partir de la cual se basa nuestro recorte temporal, el cual responde a momentos de creación y reagrupamiento de asociaciones de trabajadores como espacios de aglutinamiento de las experiencias y como una de las respuestas que esbozaron no sólo a sus condiciones de existencia, sino también a los vínculos que mantuvieron con sus contendientes. La misma se inicia en el año 1896, momento en el que se fundó la sociedad de socorros mutuos Unión Tipográfica Santafecina y Anexos que reunía a tipógrafos, encuadernadores, impresores y grabadores. Su cierre responde a la aparición de nuevos sindicatos en 1928, tales como el de Trabajadores de la Fábrica de Materias Colorantes, el de Obreros del Molino Marconetti y el de Trabajadores de la Usina Eléctrica Municipal, surgidos al calor de la apertura de un nuevo ciclo de movilización que tuvo como consecuencia el protagonismo y ordenamiento de los principales gremios de portuarios bajo el paraguas de la Unión Obrera Local, en el marco del avance del sindicalismo revolucionario como matriz ideológica y organizativa de los conflictos de clases.

Cabe destacar que el panorama asociativo relativo al mundo del trabajo tanto de la ciudad de Santa Fe como de Rosario se ha visto plasmado en diversas producciones académicas. Sobre la primera, destacamos un estudio pionero realizado por Mario C. Bruno y Juan P. Gayol en el año 1937, donde clasificaron las asociaciones de trabajadores locales de principios del siglo XX. Constituye la primera clasificación de este tipo y, a la actualidad, no se registra un escrito de características similares. La misma está sostenida en lo que consideraron un criterio de afianzamiento natural y lógico, como el de las relaciones entre capital y trabajo. Esto es, los trabajadores se agruparon en asociaciones para defender sus intereses ante la clase patronal. Es interesante destacar que los autores, pese a reconocer que el estudio de las organizaciones de trabajadores puede realizarse desde múltiples facetas, se centraron estrictamente en las asociaciones sindicales, dejando por fuera de su clasificación a otras de distinto carácter.

Tras un largo período de consolidación de los análisis historiográficos locales, recién desde los años 2000 volvemos a encontrar abordajes académicos relativos al mundo del trabajo que, sin embargo, se centraron en un único espacio de la esfera productiva o en una única corriente ideológica que influyó en los procesos de identificación y organización de la clase trabajadora santafesina. Primeramente, destacamos los aportes de Macor y Piazzesi (2001), quienes se centraron en el complejo portuario como espacio aglutinador de experiencias y que permitieron foguear identidades colectivas entre 1886 y 1911, tomando como puntos de referencia momentos de transformación de dicho nodo de transporte. Al igual que Anahí Pereyra (2012), reconocieron tres tipos de asociaciones: de trabajadores propiamente dicha (Sociedad Obreros Unidos), de obreros y patrones (Sociedad de Contratistas, Estibadores y Trabajadores Unidos del Puerto de Colastiné) y, por último, de resistencia a las huelgas (Círculo Católico de Obreros y Sociedad Protectora del Trabajo Libre). Esta última autora, distingue a esas formas de organización como elementos de la experiencia de los trabajadores portuarios entre 1902 y 1910 y como expresión de sus vínculos con los contratistas. Sin embargo, concluye en que el proceso de construcción de solidaridad e identidad de la clase tuvo un carácter local y no logró formalizarse. Finalmente, Diana Bianco y Julia Vicente Solanillas (2011) analizan las agrupaciones obreras anarquistas de la ciudad de Santa Fe nucleadas en torno a, por un lado, la Federación Obrera Santafecina dentro del espectro sindical y, por el otro, el Centro Obrero de Estudios Sociales en las dos primeras décadas del siglo XX.

Para el caso rosarino, destacamos los aportes de tres autores que han arrojado explicaciones respecto al carácter organizativo dentro del mundo del trabajo desde una mayor globalidad. Por un lado, Ricardo Falcón (2005) se centró en el análisis de la evolución de los sectores populares de la ciudad de Rosario desde 1870 a 1912. Sobre sus formas de asociacionismo, marcó dos etapas: primero, un movimiento mutualista desde 1860 a 1880, constituido sobre la base de criterios etno-lingüísticos y plasmado en cuatro tipos de organizaciones: las étnicas o por nacionalidad extranjera de origen, las cosmopolitas o mixtas formadas por nativos y foráneos, las impulsadas por patrones y las que se estructuraban en torno a un oficio o profesión. A partir de 1880 comenzó una segunda etapa marcada por la aparición de las sociedades de resistencia (sindicatos) en el contexto de consolidación de las relaciones asalariadas, principalmente en el sector servicios. Por su parte, Agustina Prieto (2001) retoma el concepto de “mundo de los trabajadores” propuesto por Falcón, para analizar la historia de los trabajadores rosarinos en el giro de siglo. Respecto a la organización, también se acerca a la propuesta de este autor y plantea que fue uno de los desafíos que enfrentó la clase obrera, la cual fue mutando conforme se modificaba el fin de las asociaciones: primero fueron de ayuda mutua y de defensa de la profesión estructuradas sobre la base del oficio o del origen nacional, luego de defensa o resistencia gremial y, finalmente, de propaganda ideológica.

Por último, y en una misma línea, Alejandra Monserrat (2006) dedica un capítulo de la Nueva Historia de Santa Fe a los trabajadores urbanos y rurales de la provincia, pero pone su acento en Rosario al referirse a los espacios urbanos, ya que ésta “se convirtió en el principal escenario del estallido de sus luchas” (Monserrat, 2006, p. 169). Destaca que la organización fue todo un desafío dada la diversidad cultural, étnica y lingüística de los trabajadores. Sin embargo, la autora reconoce tres etapas jalonadas por ciclos de conflictividad: hacia 1890 se conformaron asociaciones de ayuda mutua para defensa del oficio o cubrir carencias cotidianas; la segunda etapa se dió entre 1900 y 1907 con la formación de sociedades de resistencia y federaciones de trabajadores; finalmente identifica un período de desorganización entre 1907 y 1912 dados los desacuerdos al interior del movimiento respecto a las tácticas de lucha y organización.

Hasta aquí, podemos observar elementos que atraviesan a la mayoría de las producciones citadas. En primer lugar, el criterio sindical se establece como parámetro del asociacionismo de los trabajadores. Es decir, se coloca a los sindicatos como horizonte de la organización del movimiento obrero. De este modo, se propone un modelo que supuso una sucesión y superación de etapas hasta alcanzar la “madurez” de las organizaciones sindicales para institucionalizar al movimiento obrero. A su vez, la heterogeneidad se entiende como un elemento disruptivo tanto de los procesos de identificación como de organización de la clase trabajadora, de lo cual se desprendería que la homogeneidad es una condición para dichos procesos constitutivos. Entonces, surgen las preguntas: ¿qué grado de similitud existe entre la historia de los trabajadores de Rosario y los de Santa Fe? ¿Las experiencias de los portuarios de la capital provincial son válidas para el resto de la clase trabajadora local? Aquí consideraremos que, para poder abordar el estudio de las asociaciones y centrales de trabajadores de Santa Fe entre fines del siglo XIX y principios del XX, se vuelve necesario indagar en las condiciones de vida y de trabajo de los mismos pero bajo un paradigma de organización que no ponga el acento exclusivamente en los sindicatos.

De este modo, observamos que en la ciudad de Santa Fe entre los años 1896-1930 convivieron dos formas organizativas principales: por un lado, las asociaciones de ayuda mutua, entre las que identificamos a las sociedades de socorros mutuos y a las cooperativas de consumo, y por otro, las asociaciones gremiales o sindicales, tanto independientes como federadas a nivel local. Si bien se evidencia la progresiva preeminencia de las organizaciones sindicales, nos encontramos con una coexistencia y, en cierto sentido, hasta una disputa, entre esas dos formas de entender la organización colectiva para el espacio y período que nos ocupan. Nos dedicaremos, por tanto, a analizar los procesos de constitución de asociaciones de trabajadores de la ciudad de Santa Fe hacia fines del siglo XIX y principios del XX, de su caracterización y clasificación en relación a dichos criterios.

Pero primeramente nos detendremos en realizar una caracterización de la estructura productiva de la ciudad durante el período de análisis, haciendo hincapié en la heterogeneidad de las actividades productivas y, por consiguiente, del mercado de trabajo y sus regímenes laborales, para indagar de qué manera su dinámica y composición incidieron no sólo en los procesos de constitución de identidades y organización de los trabajadores, sino también en el carácter de las mismas.

 

La estructura productiva en la ciudad de Santa Fe a principios del siglo XX

 

La reconstrucción de las formas que adquirieron el crecimiento demográfico, las pautas de consumo respecto a bienes de primera necesidad y los diferentes sectores de la producción y servicios urbanos, nos permitirá esbozar las características y dinámicas de la estructura productiva de la ciudad de Santa Fe para el período que nos ocupa. Consideramos que esta operación constituye el primer paso para delinear los aspectos que hicieron a la heterogeneidad del mercado de trabajo santafesino, en el cual los trabajadores se insertaron mediante un amplio abanico de regímenes laborales respecto a las formas de remuneración, de temporalidad de las actividades y, por ende, de vinculación con los sectores empresariales y estatales. Todo ello repercutió en las formas que adquirieron las distintas organizaciones de trabajadores a las que nos referiremos en el apartado siguiente. Para realizar esta reconstrucción y descripción, nos remitiremos a la información brindada por los anuarios estadísticos municipales de los años 1907, 1908/09, 1911, 1913, 1914 y 1928 y del censo municipal de 1907.

En primer lugar, cabe destacar que el crecimiento de la población de la ciudad de Santa Fe ascendió de 14.206 habitantes en 1887 a 120.202 en 1928. Este aumento fue sostenido, manteniendo un incremento medio anual que osciló en todo el período entre los 4 y los 6 puntos, excepto 1928 donde dicho promedio bajó a los 2,5 %.

 

GRÁFICO 1

 

 

Elaborado a partir de: Anuarios Estadísticos Municipales de los años 1907, 1908/09, 1911, 1913, 1914 y 1928 y Censo Municipal de 1907. Véanse las referencias sobre fuentes consultadas al final del texto.

 

Este crecimiento poblacional encontró correspondencia con la consolidación de ciertos hábitos de consumo alimenticio primario de la época. A saber, la hacienda sacrificada para el abasto de la ciudad ascendió de 30.506 animales en 1902 a 57.696 en 1928, duplicándose así el consumo de reses bovinas, caprinas, ovinas, porcinas y aves de corral. Respecto al pescado, observamos que su venta en los mercados fue de 196.180 kgs. en 1908, incrementándose con ciertas oscilaciones, hasta llegar a los 237.840 kgs. en 1928. Por su parte, las frutas allí ofertadas se cuadruplicaron entre 1908 (1.032.274 unidades) y 1928 (4.210.588), mientras que la ingesta de verduras creció de 1.690.622 unidades en 1908 a 3.853.124 en 1928. En relación al rubro de lácteos, se evidencia que la manteca expedida en los mercados de abasto aumentó de 30.203 kgs. en 1908 a 80.437 kgs. en 1928, mientras el queso consumido casi se quintuplicó, pasando de 35.302 kg. en 1908 a 166.481 en 1928; en este nivel, cabe destacar que la recaudación municipal respecto al expendio de leche ascendió de $6.456,45 m/n en 1908 a $17.303,1 en 1928. Por último, merece la pena destacar que el número de panaderías para 1928 era de 61, duplicando las 30 que promediaban el resto del período. Asimismo, el análisis de las patentes y permisos expedidos y de la receptoría de rentas municipales brinda otros datos significativos sobre el ámbito de los productos alimenticios. Observamos que en 1914 se otorgaron patentes para una fábrica de caramelos, una de cerveza, una molienda de yerba y un molino harinero, mientras que se abrieron 4 nuevas fábricas de fideos, 2 de hielo, 10 masiterías y fábricas de soda, 4 depósitos de cerveza y 8 de vino. Además, también crecieron las patentes de almacenes de comestibles y bebidas al por menor (1909:194; 1911, 1913 y 1914:250), cafés (1907: 120, 1909:136; 1911, 1913 y 1914:115), despachos de bebida (1907: 350; 1909:296; 1911 y 1913: 461; 1914:304) y tiendas (1909:60; 1911, 1913 y 1914: 62).

Siguiendo la línea que observamos para el caso de la producción y servicios alimenticios, podemos decir que todos los rubros que más crecimiento experimentaron a lo largo del período están ligados a comercios e industrias. Entre los mismos también merece la pena destacar, primeramente, a las áreas relacionadas con la construcción y ocupaciones afines, lo cual se revela como consecuencia del crecimiento urbano. Al respecto, se evidencia que los permisos expedidos para la realización de construcciones se quintuplicaron entre 1902 (898) y 1928 (4.606) y la recaudación municipal por edificaciones ascendió de $12.181,75 m/n en 1908 a $41.117,85 m/n en 1928. Asimismo, las patentes autorizadas para las empresas constructoras de obras también ascendieron, aunque con oscilaciones, en las dos primeras décadas del siglo XX (1907: 25; 1909: 19; 1911:7; 1913:60; 1914:60). Además, las patentes expedidas para algunos rubros anexos a la construcción notaron un crecimiento sostenido, como ser las de herrerías (1907:30; 1909:24; 1911, 1913 y 1914:17), carpinterías (1907:54; 1909:34 y 1914:41) y hornos de ladrillos (1907:30; 1909:21 y 1914: 23), mientras que en 1914 la ciudad autorizó la instalación de 6 fábricas de mosaicos, 3 fábricas de muebles, 4 fábricas de tejas y baldosas, 2 fábricas de tejidos de alambre, 4 centros de fundiciones, 5 marmolerías y 4 yeserías.

Asimismo, en vinculación con el aumento demográfico, observamos que los oficios relacionados al vestido tuvieron un incremento considerable. El número de patentes expedidas para mercerías aumentó (1907:26; 1909:27; 1911, 1913 y 1914:50), mientras que las de sastrerías (1907:45; 1909:49; 1911, 1913 y 1914:43), zapaterías (1909: 41; 1911, 1913 y 1914:40) y peluquerías (1907:73; 1909:66; 1911, 1913 y 1914:69) se mantuvieron constantes. Paralelamente, se evidencia que en 1914 se otorgaron 30 nuevas patentes para camiserías, 2 para corseterías, 21 para sombrererías, 14 para talleres de modistas y 3 para talleres de sombrererías.

También merece la pena destacar la dinámica que adquirieron sectores relacionados con otros artículos de consumo. Observamos, por ejemplo, que las patentes de cigarrerías ascendieron de 5 en 1911 a 8 en 1914. Al mismo tiempo, respecto a las imprentas se distingue la existencia de 21 nuevas patentes en 1909 y de 23 en 1914, lo cual entra en relación con la existencia de 8 periódicos locales en 1914 y 16 en 1928. Todo lo mencionado hasta aquí se podría relacionar con un circuito de distribución local que se observa en la recaudación municipal en contexto de vendedores ambulantes de a pie, que pasó de $35.049,3 m/n en 1908 a $51.452.8 m/n en 1914. Además, dentro de los circuitos de almacenamiento de materias primas y manufacturas observamos aumentos de proporciones. Mientras que las nuevas patentes para depósitos de carbón y leña se incrementaron de 39 en 1907 a 55 en 1914, las rentas municipales en concepto de carbón muestran un crecimiento proporcional, pasando de $8.177,83 m/n en 1908 a $23.464,6 m/n en 1927 y se mantuvieron constantes en concepto de leña (de $7.391,3 m/n en 1908 a $8.492,9 m/n en 1927). Asimismo, en 1914 se expidieron patentes para nuevos depósitos de diversos artículos, como ser 5 para cañas, pajas y varas, 5 para harina, uno para jabón y velas, entre otros.

 

GRÁFICO 2

 

 

Elaborado a partir de: Censo Municipal de Santa Fe de 1907 y de los Anuarios estadísticos de la ciudad de Santa Fe de los años 1907, 1908/09, 1911, 1913, 1914 y 1928. Véanse las referencias sobre fuentes consultadas al final del texto.

 

Esto último entra en vinculación con el otro elemento de importancia para la estructura productiva de la ciudad de Santa Fe a principios del siglo XX, constituido por el sistema de transporte, que analizaremos a continuación. Podemos decir que el mismo estaba constituido, de un lado, por el transporte fluvial y marítimo y, del otro, por el sistema de transporte terrestre. Sobre el primero, cabe destacar que el sistema portuario de la ciudad puede analizarse en dos etapas: una vinculada al puerto de ultramar de Colastiné inaugurado en 1886 y otra referida al traslado de éste al ejido urbano de la ciudad en 1911. Estos dos momentos se vinculan con la posibilidad de evaluar las contribuciones que los frutos de sus actividades aportaban a la dinámica de la ciudad en el período que nos ocupa. Si analizamos datos oficiales del puerto, hasta 1913 en los anuarios estadísticos de la municipalidad, los movimientos de importación y exportación de productos se detallaron en una pequeña sección dentro del capítulo “Datos diversos”, compuesta por cifras cuyo origen no está especificado. Recién para 1914 se cuenta con los registros de la Oficina de Aduana, tres años después del traslado del puerto de la zona de Colastiné al área céntrica de la capital, con un registro sistematizado y en un apartado exclusivo para los movimientos de entrada y salida marítima de producción. Las rentas del saldo de importación y exportación fueron creciendo estrepitosamente, siendo que para 1911 fue de $83.115,48 subiendo a los $692.908 en 1920 y finalizando con una recaudación de $2.701.559 en 1928. Los principales productos exportados eran cereales, harina, madera y tanino, cuya composición de volumen varía a lo largo del período pero que, en lo fundamental, se relacionan con el sector primario de la economía. Sin embargo, cabe destacar que hacia finales de la década de 1920 nos encontramos con salidas por vía fluvial de algunos bienes manufacturados (como ser aceite comestible, cerveza, vino, azulejos y baldosas) pero en proporciones mucho menores a las de las materias primas mencionadas anteriormente.

Pasando al ámbito del transporte, el sistema de locomoción de la ciudad estaba compuesto por el ferrocarril y los tranvías. Sobre el primero, cabe destacar que adquirió su nexo con el puerto cuando en 1886 se inauguró el ramal a Colastiné, lo que supuso el surgimiento de una red integrada de transporte entre el interior y la capital provincial y, de allí, a los circuitos de exportación internacionales. El ferrocarril comenzó siendo un servicio provincial con administración mixta y en el transcurso de la década de 1880 se concretó su traspaso y posterior venta a la compañía francesa Five Lilles. Respecto al movimiento de pasajeros que implicaron los ramales ferroviarios que atravesaban la ciudad, nos encontramos con registros de movimientos oscilantes en cuanto al número de pasajeros entrados y salidos entre 1904 y 1928, que alcanzaron su punto más bajo en 1906 para las entradas (98.737) y 1904 para las salidas (97.297) y su punto más alto en 1913 tanto para las entradas (246.479) como para las salidas (244.240). Estas oscilaciones se podrían vincular con la existencia de una red creciente de tranvías que atravesaba a la ciudad de Santa Fe. La misma supuso la construcción y conducción de los carruajes ya que era un medio de tracción a sangre. Para 1907 había 13 patentes expedidas para fábricas de carros y 6 de carruajes, cifra que se mantuvo constante al menos hasta 1914. Entre los años 1902 y 1911 los viajes realizados ascendieron de 97.507 a 128.096, lo que puede explicarse por el aumento de la población, puesto que la proporción entre el número de coches en existencia y en servicio se mantuvo casi constante en el período 1907-1928. Tres fueron las empresas que prestaron servicio: Ciudad de Santa Fe, Progreso de Santa Fe y Tranway al Matadero. De esta manera, los tranvías se sumaron al sistema de transporte ferroportuario de la provincia y la ciudad como estructurantes del espacio y sus dinámicas, en la medida en que estas empresas no sólo brindaban un servicio, sino también eran fuentes de ingresos al municipio y puntos de absorción de mano de obra dentro del mercado.

De todo lo analizado hasta aquí podemos extraer varias conclusiones. En primer lugar, para el período que nos ocupa, la diferenciación entre industria y comercio no era tan clara, siendo que la industria se presenta como un sector heterogéneo, cercano a la definición arrojada por el Censo Provincial de 1887, que proponía la inmediata transformación de materias primas en establecimientos de diverso tamaño y no necesariamente con una gran concentración de mano de obra. En segundo lugar, se evidencia que el comercio y los servicios cumplieron un rol muy importante en la estructura productiva de la ciudad, no sólo por los ingresos que le representaban directa o indirectamente a la municipalidad, sino también como fuentes de mano de obra en sectores ligados a las nuevas necesidades de una población en constante aumento y cuyas pautas de consumo se iban consolidando y diversificando. Por último, nos encontramos en condiciones de afirmar que, si bien el puerto y el ferrocarril, en tanto parte del sistema de transporte de pasajeros y mercancías, fueron muy importantes en la estructuración del mercado de trabajo, esto puede verse puesto de manifiesto en la estructura productiva de la ciudad recién a partir de mediados de la década de 1910. Además, el movimiento de exportación que tuvo como eje la utilización de dicho sistema, fue el resultado de la suma de la producción local de la ciudad y su zona rural, más la del interior de la provincia. Mientras tanto, el sector industria/comercio (servicios) dinamizó la estructura productiva y el mercado interno urbano del municipio durante el período que nos ocupa.

En relación con una estructura productiva que incluía un amplio abanico de actividades, podemos decir que el mercado de trabajo que se constituyó a partir de la misma no ha sido homogéneo. La indagación de fuentes, como ser la prensa y los expedientes civiles en manos del Estado provincial, indican que para la ciudad de Santa Fe de principios del siglo XX, la diversidad de los regímenes laborales fue una constante. Frente a propuestas que caracterizan al mercado de trabajo como crecientemente asalariado (Sonzogni, 2006, p. 100), para el caso de la capital santafesina nos encontramos con trabajadores a los que les pagaban un jornal, es decir, que los contrataban por día (como los peones cortadores de ladrillos) o por día y por hora (como a los estibadores del puerto de Colastiné). Dentro de esta categoría podemos establecer otra diferencia, dada la estacionalidad del trabajo: podían remunerarles en jornal por el trabajo de todos los días del año o por períodos. También había trabajadores dependientes que cuya remuneración valía por una jornada laboral más regular en tiempo (tantas horas por días por equis cantidad de días a la semana), con algunos incentivos, como el descanso hebdomadario, el servicio médico o la ropa de trabajo, cuestiones que dependían del sector de actividad y de la fuerza de la asociación. Dentro de esta categoría podemos mencionar a los panaderos, albañiles (aunque también los podía haber autónomos), mozos y cocineros. Por último, había trabajadores autónomos como los lecheros y los pintores, quienes por sus propios medios se procuraban sus ingresos, con una jornada laboral flexible y sin una relación contractual o de subordinación directa, pero cuyas condiciones materiales de existencia se asemejan a las del resto de los trabajadores a los que hacemos referencia.

Este último rasgo del mundo del trabajo de la ciudad de Santa Fe, a saber, la heterogeneidad de los regímenes laborales, nos permite profundizar los vínculos entre las condiciones materiales de vida y existencia de los trabajadores y sus diversas formas de habitar el mundo del trabajo. A través del análisis de una variedad de fuentes del período, que incluye, según los casos, estatutos y actas asamblearias de diversas organizaciones de trabajadores, petitorios de las mismas registrados en expedientes civiles del Estado provincial y distintos periódicos locales, podemos observar una serie de reclamos que han sido una constante entre los diversos grupos de trabajadores: asistencia médica para trabajadores y familiares (en algunos casos), servicio de sepelio, bibliotecas populares y préstamos; fabricación de artículos de consumo y mercaderías para satisfacer sus necesidades materiales y eliminar la intermediación; descanso (dominical o hebdomadario); aumento del salario; jornada laboral de 8 o 4 horas (según el oficio), fijación de horarios de la jornada laboral según las estaciones del año; seguridad en las condiciones de trabajo; reconocimiento de las asociaciones/estatutos; luchas contra los despidos. Todos estos reclamos, no sólo podrían explicar los motivos del surgimiento de múltiples asociaciones de trabajadores durante el período en estudio, sino también el carácter de las mismas, ya que no todas definieron los mismos objetivos como fundamento de su organización.

 

Las asociaciones de trabajadores en la ciudad de Santa Fe a principios del siglo XX

 

El proceso de constitución de asociaciones de trabajadores que se observa en la ciudad de Santa Fe entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX se incluye dentro de un movimiento más amplio. Este implicó el surgimiento de diversas formas de organización colectiva de trabajadores en la Argentina agroexportadora, movimiento que influyó de manera decisiva en la consolidación de identidades y desafíos colectivos de clase, en un contexto social que tendía a reforzar la idea de esfuerzo individual en pos del ascenso social. Este proceso estuvo signado por algunos rasgos comunes en cuanto al funcionamiento interno de las organizaciones, como la horizontalidad asamblearia en tanto organismo de poder, la representatividad democrática en tanto mecanismo de elección de líderes encargados de las negociaciones, o el carácter estricto acerca del cumplimiento de algunas disposiciones (pago de cuotas, asistencia a asambleas, acatamiento de las decisiones tomadas en ellas, entre otras). Asimismo, debemos tener en cuenta que estas prácticas organizativas formales generaban espacios de sociabilidad y, a partir de la práctica cotidiana, dispositivos para ocupar el espacio público de manera colectiva.

Respecto a estas formas organizativas, cabe destacar que el carácter que adquirieron las asociaciones de trabajadores para el caso rosarino ha sido caracterizado como una transición que partió de las asociaciones de ayuda mutua hacia el sindicalismo (Fernández y Galassi, 2006). Desde la perspectiva de algunos autores, ese tránsito tuvo para la ciudad de Rosario un punto de inflexión dado hacia 1890, con la primera manifestación en conmemoración al día de los trabajadores, momento a partir del cual se afianzó exclusivamente la perspectiva sindical (Monserrat, 2006). Como hemos anticipado al principio de este trabajo, para el caso de la ciudad de Santa Fe podemos pensar un recorrido similar pero no idéntico respecto a las formas que adquirieron las asociaciones de trabajadores: las asociaciones de ayuda mutua y las cooperativas de consumo convivieron, de manera pacífica o no, con el asociacionismo de tipo sindical o gremial, aunque este último iba adquiriendo un lugar central a medida que avanzaban las primeras décadas del siglo XX.

Teniendo en cuenta estas particularidades, clasificamos a las organizaciones de trabajadores de la ciudad de Santa Fe de principios del siglo XX en dos formas principales: de un lado, las asociaciones de ayuda mutua, que incluyen a las de socorros mutuos y a las cooperativas de consumo y, por el otro, a las asociaciones gremiales o sindicales independientes o federadas a nivel local. Una cuestión a tener en cuenta se vincula con el grado de institucionalización de estos tipos asociativos en sus procesos de construcción de identidades colectivas de tipo clasista. Por un lado, se observa que constituye uno de los modos de intervención del Estado provincial en ese proceso, siendo el actor que protagonizaba el otorgamiento de personerías jurídicas y la aprobación de estatutos. Del lado de los trabajadores, esta herramienta da cuenta de la importancia que tenía el hecho de ajustarse a formas de organización colectiva normalizada por reglas escritas de funcionamiento y gestión propuestas por el Estado, fundadas en base al reconocimiento y la necesidad de defensa en el espacio público de ciertos intereses –en este caso, materiales- por parte de diferentes individuos que deciden constituirse como un colectivo de manera voluntaria (Fernández, 2006). Pero también existieron organizaciones que entendieron que el camino para el planteo de demandas y la defensa de intereses colectivos de los trabajadores debía transitarse por fuera de los resortes del Estado.

Esto incide de manera directa en el universo de documentos sobre los que basaremos nuestro análisis. De un lado, las asociaciones de ayuda mutua, sin excepción, tuvieron como interlocutor directo al Estado, ya que no sólo constituyeron sus personerías jurídicas y estatutos, que fueron aprobados por el Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto de la Provincia de Santa Fe, sino que canalizaban sus conflictos haciendo reclamos al Estado provincial, lo cual quedó plasmado en una amplia gama de expedientes civiles de esa misma dependencia. Ambas fuentes serán las que principalmente utilizaremos para su abordaje. Del lado de las asociaciones sindicales, la tendencia se bifurcó: casi la totalidad de los gremios independientes contaban con personería jurídica y muchos de ellos interpelaban al Estado para que medie en sus conflictos. Sin embargo, la totalidad de las asociaciones federadas en la Federación Obrera Santafecina de filiación anarquista, primero, y en la Unión Obrera Local perteneciente al sindicalismo revolucionario, al finalizar nuestro período de estudio, se apartaron de institucionalización estatal para organizarse en pos de perseguir sus intereses; por tanto, para estas últimas, las principales fuentes sobre las que basaremos nuestro análisis es un conjunto de periódicos pertenecientes a la prensa local.

 

GRÁFICO 3

 

 

Elaborado a partir de: diarios Santa Fe, El Litoral, El Orden y Nueva Época; Expedientes Civiles de 1905, 1913 y 1922; Expedientes de personería jurídica de 1896, 1899, 1901, 1904, 1905, 1912, 1914, 1915, 1921, 1927 y 1928. Véanse las referencias sobre fuentes consultadas al final del texto.

 

Partiendo por las asociaciones de ayuda mutua, podemos decir que su objetivo central se enmarcó en el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. De un lado del espectro, nos encontramos con las sociedades de socorros mutuos; observamos que seis se constituyeron entre 1896 y 1904: la Unión Tipográfica Santafecina y Anexos (1896), la Sociedad de Socorros Mutuos Unión Cosmopolita Ferroviaria (1899), la Unión Postal Telegráfica (1901), la Sociedad de Obreros Unidos (1902), la Unión Ferroviaria de Empleados y Obreros del Ferrocarril Santa Fe (1903) y el Círculo de Obreros Católicos (1904). A excepción de este último, es posible ver que dichas organizaciones se conformaron por ramas o sectores de la actividad productiva. Entre sus objetivos principales predominaron la asistencia médica y el sepelio para sus socios, aunque en el caso de la Unión Cosmopolita Ferroviaria la cobertura médica también incluía a los familiares de los trabajadores en caso de padecimientos graves. Asimismo, la Unión Tipográfica y el Círculo de Obreros Católicos incluyeron entre sus funciones la fundación de bibliotecas y escuelas y la promoción de actividades de formación profesional. La creación de cajas de ahorro y el otorgamiento de pequeños préstamos se encontraron entre los objetivos de la Unión Postal Telegráfica y el Círculo de Obreros Católicos. Cabe destacar que en todas estas sociedades existieron restricciones para el ingreso, las cuales se centraban en las conductas inmorales, como el juego y la ebriedad, y la introducción de discusiones políticas militantes. Es así que podemos afirmar que existía entre los protagonistas de estas organizaciones una clara diferenciación entre intereses políticos sindicales y los que ellos pretendían defender.

Por otra parte, incluimos dentro de las asociaciones de ayuda mutua a las cooperativas de consumo. Para el caso de la ciudad de Santa Fe de principios del siglo XX, nos encontramos con la creación de la Sociedad Cooperativa Obrera de Consumo de Santa Fe en 1904 y de la Cooperativa Unión Ferroviaria F.C.S.F. Limitada en 1919. Si bien únicamente la segunda se constituyó por rama de actividad productiva, se evidencia para ambos casos que en sus estatutos no existieron restricciones de carácter político o religioso para su ingreso, aunque sí respecto a las conductas morales, sobre todo las relacionadas con la ebriedad. Si bien estas asociaciones no eliminaron de su horizonte el objetivo del socorro mutuo en caso de enfermedades, sus principales fines se centraron en la adquisición y fabricación de los artículos de consumo y mercaderías necesarios para la satisfacción de las necesidades de los socios y sus familias, intentando eliminar a los intermediarios de la cadena de comercialización para poder así obtener dichos bienes al menor precio posible.

Aquí resulta interesante analizar las trayectorias y relaciones entre las asociaciones que nucleaban a los trabajadores del sector ferroviario, en tanto que las mismas dan cuenta de su heterogeneidad respecto a sus formas de organización y a la disputa entre sus objetivos. Cabe destacar que dentro de esta rama de la actividad productiva estratégica dentro del modelo agroexportador, si bien el régimen de trabajo predominante fue el de trabajadores asalariados en relación de dependencia, existía entre ellos una diversidad de situaciones relativas a jerarquías impuestas tanto por las diferencias salariales como por los grados de cualificación del empleo, lo que tuvo como consecuencia un amplio abanico de formas de asociacionismo. En relación a ello, como ya hemos visto, primeramente nos encontramos con la Unión Ferroviaria de Empleados y Obreros del Ferrocarril Santa Fe, creada en 1903; en el año 1919 esta asociación se incorporó a la nueva Cooperativa Unión Ferroviaria F.C.S.F. Limitada, con lo cual la primera entidad no sólo amplió el horizonte de sus objetivos sino que también puso en entredicho las restricciones en torno a las vinculaciones con grupos de trabajadores posiblemente relacionados a episodios de conflictividad política militante. Asimismo, observamos que la Cooperativa Unión Ferroviaria F.C.S.F. Limitada en 1927 solicitó la reforma de sus estatutos para convertirse en una sociedad anónima denominada Proveeduría del Personal del F.C.S.F. Sociedad Anónima Limitada, dejando con ello de lado los intereses reivindicativos propios de los trabajadores para pasar a constituirse como una empresa.

Por otra parte, cabe destacar que dentro del espectro de formas asociativas que denominamos sindicatos o gremios, es decir, las formas de organización que se constituyeron como entidades mediadoras de las condiciones laborales y materiales de esos grupos de trabajadores, encontramos para el sector ferroviario un amplio espectro de organizaciones. La primera en fundarse fue La Fraternidad, de alcance nacional pero cuya sede en la ciudad de Santa Fe data del año 1902 y nucleaba al personal de locomotoras de los ferrocarriles Santa Fe y Central Argentino. Si bien en sus estatutos no se dejaron a un lado los fines relativos al socorro mutuo, la educación y la formación profesional, sus intereses gremiales pasaron a un primer plano y estaban puestos en la mejora de las condiciones de vida y trabajo de sus asociados. Sin embargo, aludieron a la exclusión de toda cuestión política, ideológica y religiosa para reivindicar dichas demandas. Una segunda seccional de esta entidad se creó en 1909, esta vez constituida como La Fraternidad del personal de locomotoras del Ferrocarril Central Norte Argentino.

En tercer lugar, en 1912 se creó la Sociedad de Maquinistas y Foguistas del Ferrocarril Santa Fe, que incluía a los oficios que su nombre indica. Además de haber tenido objetivos similares a los de La Fraternidad, en sus estatutos también se enunció la exclusión de fines políticos o religiosos de sus negociaciones y la prohibición a los socios de formar parte de otra sociedad que tenga fines gremiales análogos. En esta línea, resulta interesante destacar que en el acta de la asamblea en la que se aprobó su estatuto, se evidencia una disputa entre un sector de trabajadores que defendía la prohibición de asociación paralela a organizaciones de ayuda mutua y otro que no estaba a favor de dicha medida. Si bien prevaleció esta última postura, la disputa da cuenta de la diferenciación estricta entre los fines y objetivos de los distintos tipos de asociaciones.

Por último, se dio la aparición de la seccional de la Unión Ferroviaria, que se fundó en Buenos Aires en 1922 y en su seccional de Santa Fe agrupó a todo el personal de los ferrocarriles Santa Fe, Central Argentino y del Estado, excepto al personal de locomotoras ya agremiado en La Fraternidad. Gozó de personería jurídica desde 1923 y en ella también se alude a la exclusión de toda cuestión política, ideológica y religiosa. Debemos remarcar que ninguno de los gremios ferrocarrileros de la ciudad de Santa Fe se vio involucrado en centrales obreras locales, lo cual podría relacionarse con la importante capacidad de negociación que por sí mismos tenían.

Dentro del espectro de sindicatos independientes -es decir, no federados- encontramos también a los Obreros Fundidores (1904), la Unión Dependientes de Comercio (1904), al Centro Unión Empleados de Comercio (1909), al Sindicato de Conductores de Coches (1913), al Sindicato de Panaderos y Anexos (1919), al Sindicato de Albañiles y Anexos (c. 1920), a los Confiteros, Pasteleros y Anexos (c. 1920), la Unión de Chauffeurs de Alquiler (1927), el Sindicato de Trabajadores de la Fábrica de Materias Colorantes, el Sindicato de Obreros del Molino Marconetti y el Sindicato de Trabajadores de la Usina Eléctrica Municipal (1928), y la Sociedad de Lecheros (1914).

Esta última asociación merece especial atención ya que la constituyeron un grupo de trabajadores que podemos entender bajo la categoría de autónomos. Si bien en los estatutos de la sociedad nos encontramos con que entre sus integrantes se incluía a los eran comerciantes minoristas, hacia 1928 es posible observar que este gremio involucraba únicamente a repartidores domiciliarios autónomos. Los mismos hacían uso de sus propias competencias (Bologna, 2006), en este caso, principalmente su fuerza de trabajo y la disponibilidad de algunos bienes, como ser un carro y unos caballos, organizando libremente el tiempo y modo de trabajo. A partir del análisis de los ingresos que obtenían, podemos ubicarlos dentro de la categoría de proletaroides, que alude a los trabajadores autónomos que forman parte de los lugares inferiores de la escala social y que se diferencian de los trabajadores asalariados por el hecho de organizar su propia vida laboral y poseer unos pocos medios de producción, pero se asimilan a ellos por estar obligados a reproducir a diario su prestación laboral para ganarse la vida, explotando su propia fuerza de trabajo. Cabe destacar que esta organización llevó a cabo disputas sobre la mediación de sus condiciones laborales no con un patrón, sino principalmente con los poderes públicos respecto a la legislación sobre la distribución de la leche en la ciudad (Duarte y Franco, 2016).

Finalmente, dentro del espectro de organizaciones sindicales o gremiales debemos destacar a los sindicatos que se unieron a centrales de trabajadores a nivel local. Primeramente, se evidencia un amplio espectro enmarcado en la Federación Obrera Santafecina, la cual se constituyó en octubre de 1904, al calor del incremento de medidas represivas por parte del Estado provincial y se incorporó a la F.O.R.A., de tendencia anarquista, desde ese entonces. Al momento de la creación de la Federación, una serie de gremios recientemente conformados tomaron parte de la misma. Entre los mismos se encuentran los Carpinteros, Muebleros y Anexos, Ajustadores, Torneros y Anexos, Herreros, Machacadores y Anexos, Pintores Unidos, Constructores de carruajes y carros, Talabarteros de Santa Fe y Colonias, Artes Gráficas, la Sociedad de Oficiales Sastres, la Sociedad de Resistencia de Obreros Albañiles y Anexos, la Sociedad de Resistencia de Panaderos, la Unión de Mozos y la Sociedad de Resistencia de Cigarreros y Cigarreros Unidos (Nueva Época, Santa Fe, 15, 22 y 27/9/1904).

En ese mismo año se crearon nuevos sindicatos, al calor de la movilización colectiva, que también formaron parte de la Federación Obrera Santafecina; entre ellos se encuentran el Gremio de Peluqueros, de Oficiales Alpargateros y la Sociedad de Obreros Adoquinadores. Cabe destacar que si bien entre estas organizaciones se incluyen regímenes de trabajo muy diversos, como ser el trabajo dependiente tanto asalariado como por jornal y por hora y el trabajo autónomo, las ramas de la actividad productiva a las que pertenecían se ubicaron fundamentalmente en lo que hemos denominado industria y servicios, sectores fuertemente vinculados a las demandas de consumo locales. Fueron estas organizaciones las que dinamizaron las reivindicaciones laborales en el mercado de trabajo destinado a la satisfacción de demandas productivas estrictamente locales.

Pero hacia el año 1916, en puertas de la apertura de un nuevo ciclo de movilización, se creó un importante gremio, perteneciente a un sector de la actividad productiva ligado a las demandas de exportación, que se adhirió desde un principio a la Federación Obrera Santafecina. Nos referimos a la seccional santafesina de la Federación Obrera Marítima, que incluía al personal de a bordo de los barcos: marineros, foguistas, cocineros, ayudantes de cocina, mozos, maquinistas y capitanes. Sus objetivos e intervenciones públicas siempre se dieron en pos de las mejoras de los jornales y de las condiciones laborales de los obreros portuarios. En 1917 protagonizó una huelga que tuvo un saldo favorable para los trabajadores del puerto y en 1928, al iniciarse el ciclo de movilización, fue uno de los primeros sindicatos en declarar la huelga (Santa Fe, Santa Fe, 15/05/1928, p. 9). Sin embargo, para este último conflicto una nueva central de trabajadores tomó las riendas de la acción colectiva. Nos referimos a la Unión Obrera Local, creada en 1926 y adherida a la Unión Sindical Argentina, bastión del sindicalismo de presión. Desde el momento de su creación, la Unión Obrera Marítima fue el principal sindicato que se unió a sus filas, pero recién dos años después iban a tener una actuación pública contundente, capitalizando el llamamiento a la movilización de la clase trabajadora.

Otro gremio portuario tuvo un movimiento similar respecto a la adhesión a centrales de trabajadores: el Sindicato de Estibadores, que en 1920 y 1921 se encontraba entre las filas de la Federación Obrera Santafecina y protagonizó una huelga de 15 meses, cuyos resultados fueron satisfactorios para la asociación tanto a nivel material -consiguieron que las firmas contratistas se plieguen a la jornada de ocho horas- como organizativo. En el caso de la huelga de 1928, este sindicato desarrolló un pliego de condiciones que giraba en torno a la mejora de las condiciones laborales y al aumento de los jornales: interrupción del trabajo a la intemperie los días de lluvia, respeto por el trabajo a realizar únicamente en tierra o a bordo, por la permanencia en un solo barco, por el peso máximo de los bultos a cargar o descargar, por el mínimo de personal en cada área de trabajo, por la jornada de trabajo de ocho horas, y el aumento de los jornales y su duplicación en caso de trabajos extraordinarios y nocturno. Tras una huelga que culminó con la aceptación de sus reivindicaciones por parte de las casas de contratación, el Sindicato de Estibadores se incluyó dentro de las filas de la Unión Obrera Local, central que, como hemos dicho, fue protagonista de las ocupaciones del espacio público que se dieron de manera casi constante hasta entrado el año 1930, formando parte de un ciclo de protesta que implicó a regiones urbanas y rurales de la provincia de Santa Fe y del resto del país.

 

Conclusiones

 

De todos los aspectos arriba analizados, podemos arribar a algunas conclusiones respecto al mundo asociativo de la clase trabajadora santafesina. En primer lugar, debemos destacar que los sectores industrial y de comercio y servicios de la ciudad dinamizaron la estructura productiva de la misma, impulsando la organización de los trabajadores de aquellas actividades que más crecieron en el período. Es así que gran parte de los gremios integrados por trabajadores de estos sectores interpelaron a sus patrones y al Estado municipal o provincial planteando reivindicaciones, muchas de las veces desde la Federación Obrera Santafecina. Esta entidad sirvió de herramienta para aglutinar fuerzas entre trabajadores que formaban parte de sectores económicos relacionados a las demandas de consumo enmarcadas en el plano local.

De este modo, se relativizan las ideas de centralidad del puerto y el ferrocarril en la estructuración prominente de la clase trabajadora santafesina. Porque, si bien contaron con organizaciones sindicales fuertes y que lograron las más de las veces resultados satisfactorios al plantear sus reclamos, tuvieron como principales interlocutores a sectores patronales que dirigían sus actividades económicas hacia las demandas de exportación y al Estado provincial o nacional, vinculados más directamente con el modelo agroexportador, y se movilizaron de manera independiente para el caso de los gremios ferrocarrileros o dentro de la Federación Obrera Santafecina de corte anarquista primero y en el marco de la Unión Obrera Local, al finalizar la década de 1920, después, en el caso de los trabajadores portuarios. Sin embargo, otras organizaciones de diverso carácter o composición también pudieron encauzar sus reclamos a través de las mismas y ante interlocutores diversos, ya sea por dentro o por fuera de las centrales de trabajadores locales.

En segundo lugar, las deficiencias en las condiciones materiales de vida y de trabajo de los trabajadores dieron lugar a una serie de reclamos que bien pueden identificarse con el carácter que asumieron las asociaciones en nuestra ciudad: de socorro y ayuda mutua; de consumo y de mediaciones en las condiciones laborales. En tercer lugar, tal como hemos observado en este trabajo, si bien hacia fines de la década de 1920 existió una preeminencia de las asociaciones gremiales, las mismas coexistieron con sociedades de socorros mutuos y cooperativas de consumo, cuyas diferencias en cuanto a sus objetivos eran bien entendidas y separadas por los actores sociales de la época. Esta última cuestión nos lleva al interrogante sobre el modelo de transición del mutualismo al sindicalismo en el caso santafesino, como realización de las demandas de los trabajadores.

 

Bibliografía

 

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Fuentes analizadas

 

Anuario estadístico de la ciudad de Santa Fe. Volumen IV, Año 1907, Santa Fe, Establecimiento tipográfico La Argentina, 1908, disponible en el Museo de la Ciudad de Santa Fe.

Anuario estadístico de la ciudad de Santa Fe. Volumen V, Año 1908, Santa Fe, Establecimiento tipográfico La Argentina, 1909, disponible en el Museo de la Ciudad de Santa Fe.

Anuario estadístico de la ciudad de Santa Fe. Volumen VI, Año 1909, Santa Fe, Establecimiento tipográfico La Argentina, 1910, disponible en el Museo de la Ciudad de Santa Fe.

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Anuario estadístico de la ciudad de Santa Fe. Volumen XXXIII, Año 1941, Santa Fe, Talleres Gráficos Lotería Castellvi, 1942, disponible en el Museo de la Ciudad de Santa Fe.

Boletín Estadístico de la ciudad de Santa Fe, Años 1902-1912, Santa Fe, Establecimiento tipográfico de Salatín Hnos., 1913, disponible en el Museo de la Ciudad de Santa Fe.

Colección Diario “Santa Fe”, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Colección Diario “EL Litoral”, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Colección Diario “El Orden”, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Colección Diario “Nueva Época”, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes civiles, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Octubre-Noviembre 1905, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes civiles, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Marzo 1913, Tomo 2, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes civiles, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Septiembre 1922, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Julio 1896, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Abril 1899, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Agosto 1901, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Marzo 1904, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Mayo 1904, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Abril 1905, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Diciembre 1912, Tomo 4, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Agosto 1914, Tomo único, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Abril 1921, Tomo 1, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Diciembre 1927, Tomo 2, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

Expedientes de personería jurídica, Archivo del Ministerio de Gobierno, Justicia y Culto, Octubre 1928, Tomo 2, disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe.

 

 

Recepción: 15/05/19

Evaluado: 28/07/2019

Versión Final: 30/08/2019

 

 



(*) Profesora de Historia (Facultad de Humanidades y Ciencias. Universidad Nacional del Litoral). Doctoranda en Estudios Sociales (Facultad de Humanidades y Ciencias. Universidad Nacional del Litoral). Becaria Doctoral (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). E-mail: duartemariajosefina@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2060-7988

(**) Profesora de Historia (Facultad de Humanidades y Ciencias. Universidad Nacional del Litoral). Doctoranda en Estudios Sociales (Facultad de Humanidades y Ciencias. Universidad Nacional del Litoral). E-mail: andrefranco06@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2023-7158