Relaciones entre el Partido
Socialista y la organización gremial proletaria en la argentina[1]
Enrique
Dickmann(*)
Hace muchos años que en el
seno del Partido Socialista — podría decirse casi desde su fundación — como en
el seno del movimiento gremial proletario se discute apasionadamente cuáles han
de ser sus relaciones reciprocas y sus mutuas vinculaciones materiales y
morales.
Algunos episodios
circunstanciales y pasajeros han dado a esta discusión cierto aspecto de pasión
y a veces de violencia, explicable solamente por la aspiración plausible de
muchos militantes socialistas de ver a la dase obrera argentina organizada
sólidamente en sindicatos de oficio, en federaciones nacionales de oficio, en
federación locales y en federaciones nacionales.
Pero el afán excesivo de
precipitar la evolución lógica y necesaria de las cosas; el deseo, más ideal
que real, de crear de toda pieza un movimiento de naturaleza o índole de suyo
complejos en nuestro país, hace incurrir a muchos en apreciaciones erróneas e
injustas, en afirmaciones precipitadas y a veces falsas. Así se oye decir con
frecuencia que el Partido Socialista poco ha hecho en favor de la organización
gremial proletaria, y se proponen medidas coercitivas para obligar a los
afiliados a hacer lo que ellos tal vez no saben, no quieren o creen que es
perjudicial hacer.
Todo esto proviene,
posiblemente, de la ignorancia de la historia de las relaciones del Partido
Socialista con el movimiento gremial proletario en la Argentina. Muchos
militantes reción llegados creen que con ellos empieza la historia, y así se
proponen plantear cuestiones y problemas que ellos creen nuevos y que el Partido
Socialista ha planteado y resuelto ya hace más de veinte años. El conocimiento
del pasado es, pues, indispensable paro la obra del presente y para los planes
del porvenir.
Revisando la prensa
socialista y obrera desde 1890; estudiando las discusiones y resoluciones
de los congresos socialistas y obreros desde 1896; analizando las visicitudes
[sic] y alternativas de ambos movimientos en sus reciprocas relaciones desde la
intervención violenta - sobre todo en el movimiento proletario gremial - de los
anarquistas individualistas, que impedían toda organización normal por ser ella
autoritaria, hasta los anarquistas comunistas y partidarios de la organización
- lo que marcaba un real progreso en las costumbres de nuestro movimiento
gremial - y hasta los sindicalistas que veían en la fuerte organización
sindical proletaria el único método de lucha para la clase obrera; revisando,
estudiando y analizando la larga y fecunda labor de más de veinte años y la
activa e inteligente participación socialista en todo esto movimiento múltiple
y complejo, se llega a la satisfactoria conclusión de que el movimiento
socialista ha estado siempre vinculado estrecha e íntimamente al movimiento
obrero en la Argentina y que jamás las
relaciones entre el Partido Socialista y la organización sindical proletaria
han sido más claras, más francas, más cordiales y más inteligentes que en el
momento actual.
Desde la fundación del
Partido Socialista se ha planteado para éste el problema de cuáles debían ser
sus relaciones con el movimiento gremial proletario.
Podríase afirmar en realidad que del seno del movimiento gremial nació el
movimiento político socialista, y luego
se definieron sus recíprocas relaciones.
Los millares de
trabajadores que el 1o. de Mayo de 1890 se reunieron en e1 Prado Español, en
Buenos Aires, paran ejecutar los acuerdos del Congreso
Socialista Internacional de París de 1889, y decidieron al mismo tiempo
constituir una Federación obrera para reclamar del gobierno leyes protectoras
del trabajo y publicar un periódico socialista, "El Obrero"
(diciembre 1890 a septiembre 1892), aquellos millares de obreros dieron
nacimiento o impulso al movimiento obrero y socialista en la Argentina.
Loa fundadores del Partido
Socialista, penetrados de la importancia y trascendencia de la organización
gremial proletaria, comprendieron también la importancia y trascendencia de su
autonomía e independencia. Comprendieron que, para la eficacia y la buena
marcha del movimiento político y social que se iniciaba en la república, la
organización política de la clase obrera (Partido Socialista) y mi organización
gremial (sindicatos de resistencia) - en aquel entonces no se daba todavía
importancia a la cooperación libre, — debían marchar paralelamente, sin
confundirse ni mezclarse, en sus respetivas organizaciones.
Los socialistas no querían
un gremialismo obrero socialista, y han tenido que luchar durante largos años
para que el gremialismo tampoco fuere antisocialista, como lo pretendían
tontamente los anarquistas.
Los socialistas de primera
hora - aun antes de existir el Partido Socialista - vieron claro en el asunto,
y comprendieron que un movimiento obrero manejado por un partido político
podría desviarte de sus funciones propias y específicas. Y dispuestos a dar a
la organización gremial proletaria su actividad útil e inteligente; dispuestos
a defender las libertades elementales y fundamentales indispensables para el
desarrollo de toda organización gremial, como ser la libertad de palabra,
reunión, agremiación y huelga, los socialistas no querían inmiscuirse en los
asuntos internos de cada gremio, en sus métodos de organización y lucha. Esta
fue la conducta invariable del Partido Socialista frente n la organización
gremial proletaria en la Argentina.
El 7 de abril de 1894
aparece “La Vanguardia” (periódico socialista científico; defensor de la clase
obrera; director, Juan B. Justo), marcando su aparición una fecha memorable en
la historia del movimiento obrero y socialista del país. Con "La
Vanguardia” vino el método y la disciplina a nuestro primitivo y caótico
movimiento. Ya en su primer número y en su primer artículo intitulado “Nuestro
programa”, entre muchas otras cosas fundamentales, "La Vanguardia” decía:
“Venimos a representar en la prensa al proletariado inteligente y sensato”. En
el mismo número publicaba, en lugar visible y en tipo grande, el siguiente
suelto: “A las sociedades obreras. - Las columnas de "La Vanguardia”
quedan a disposición de las sociedades obreras que desean remitirnos
comunicaciones o datos de todo abuso patronal. Igualmente daremos noticia de
todo abuso patronal que llegue a nuestro conocimiento, con objeto de que los
trabajadores conozcan particularmente a sus más crueles explotadores”. Aparece
asimismo la convocatoria a asambleas de las sociedades de resistencia “Unión Obreros
Talabarteros” y "Sociedad Obreros Albañiles”.
En el número 2 de “La
Vanguardia”, fecha 15 de abril de 1894, aparecen dos artículos importantes, uno
sobre el “Origen del proletariado argentino”, y el otro sobre “Sociedades
gremiales''. Aparece también la convocatoria-manifiesto de la “Sociedad de
Obreros herreros,
mecánicos, fundidores y anexos”. En aquel entonces ya
empieza a hacerse sentir la obra desquiciadora de los mal llamados anarquistas
individualistas.
En “La Vanguardia”, año I,
número 6, de mayo 12 de 1894, empieza a publicarse en la primera página y en
tipo grande, el siguiente llamado permanente: “Los trabajadores socialistas
deben formar parte de las sociedades gremiales que ya estén organizadas, y
fundar las que no se hayan organizado todavía”. En el número siguiente aparece,
con carácter también permanente, la nómina de las sociedades gremiales y sus
respectivas sedes sociales”. Figuraban en aquella lista las siguientes
sociedades: Obreros albañiles y anexos; Curtidores; Herreros, mecánicos y anexos;
Panaderos; Pintores; Talabarteros; Tapiceros y Yeseros.
Ya en aquel tiempo, y sobre
el plantel existente de sociedades gremiales, se quería fundar una
“Confederación de trabajadora de la República Argentina”; iniciativa prematura
y que luego se repitió muchas veces con escaso éxito, pues faltaba la base:
numerosos y bien organizados gremios y federaciones de oficio o de industria,
federaciones locales, etc. Sin embargo, ello dió origen a un conato de
"Confederación” En “La Vanguardia", año I, número
9, de junio 2 de 1894, aparece un artículo firmado por “Un obrero
Socialista", sobre la necesidad de crear la “Confederación”, y entre otras
cosas dice:
“Sin perder su
independencia, los gremios asociados pueden unificar su acción, estableciendo
un pacto de solidaridad que una sus esfuerzos, siempre que se trate de combatir
a la clase capitalista. Proponemos, pues, a todos nuestros compañeros, que
trabajen dentro de su respectiva sociedad para que se forme sin tardanza la
Federación de Trabajadores de la República Argentina".
Esta iniciativa encontró
eco entre los obreros, y el 11 de junio de 1894 se reunieron con tal objeto los
delegados de los pintores, albañiles, yeseros, escultores y herreros, y se
nombró una comisión de tres miembros para formular y redactar el programa y los
estatutos para la futura “Confederación" y hacer los trabajos para su
fundación. Los socialistas Aníbal Canavesio y Adrián Patroni formaban parte de
aquella comisión. En "La Vanguardia", año I, número 12, de junio 23
de 1894, apareció el proyecto de programa para la Federación Obrera; proyecto
interesante, muchos de cuyos artículos
podrían ser aplicados en la actualidad.
A mediados del año 1894
existían en la capital cuatro grupos socialistas: “Club Vorwaerts", fundado
por socialistas alemanes, “Les Egaux'' por socialistas franceses, “Fascio dei
Lavoratori”. por socialistas italianos, y la "Agrupación Socialista",
- que luego se transformó en el “Centro Socialista Obrero”, - formada por
socialistas españoles y argentinos. Pronto estos grupos concentraron una acción
común y trataron de echar las bases del futuro Partido Socialista Obrero
Argentino.
Con fecha 4 de agosto de
1894, el "Centro Socialista Obrero" discutió y aprobó en asamblea
extraordinaria su carta orgánica, que fué anterior al estatuto del Partido
Socialista; carta orgánica que luego sirvió con alguna variante de forma, y no
de fondo, de modelo a todos los centros socialistas de la república. Entre los
propósitos fijados por esta carta, figura el IV, que dice: "El Centro
Socialista Obrero favorecerá por todos los medios a su alcance la organización
gremial de la clase trabajadora".
Los trabajos para la
creación de la Federación Obrera, no dieron, por razones obvias en aquel
entonces, los resultados deseados. Algunos socialistas comprendieron lo
prematuro de tal propósito y se propusieron fundar una especie de federación
local o bolsa de trabajo. En este sentido apareció en "La
Vanguardia", año I, número 18, el siguiente llamado:
"Algo práctico. - Un
gran local obrero. Si los obreros de distintos oficios vivieran en diferentes
barrios, cada gremio debería indudablemente tener un local social especial.
Pero en Buenos Aires no
sucede así. Los trabajadores están desparramados indistintamente en la ciudad,
sobre todo en los barrios del sud y oeste.
¿Por qué, entonces, cada
sociedad gremial ha de tener, como sucede ahora, un local propio, chico y caro!
¿No sería mejor que se
reunieran todas en un gran local común?
Creemos que sí, por las
siguientes razones:
El local costeado entre
todas las sociedades, costaría menos a cada una de ellas que los que tienen
ahora.
Podría tenerse de esa
manera una buena sala de reuniones, que las diferentes sociedades utilizarían
sucesivamente.
Las secretarías podrían
estar en piezas separadas. Reunidas de este modo las sociedades obreras,
estaría constituída de hecho la Bolsa do Trabajo.
Tener un gran local común a
todas las sociedades, sería dar una gran prueba de solidaridad obrera”.
Y adelantándose a esta
iniciativa, el Centro Socialista Obrero, que tenía su sede en la calle Chile
959, hace publicar en "la Vanguardia” un permanente que dice: “'Ofrece su
local para reuniones obreras de carácter político o gremial”. Pronto casi todas
las sociedades gremiales de la capital tienen su sede social en el local del
Centro Socialista Obrero. Y sabido es que el local de la calle Méjico 2070 ha
servido y sirve aún para alojar gran número de sociedades
gremiales, y puede decirse que prácticamente es su federación local.
Las primeras huelgas
tuvieron también el apoyo decidido de los socialistas, sin inmiscuirse, empero,
en su declaración y desarrollo. Norma de conducta que ha seguido después el
Partido Socialista, mostrando así su profundo respeto por la autonomía de la
organización gremial proletaria.
Así, la larga huelga que
sostuvieron los albañiles en el año 1894, tuvo el apoyo moral y material de los
socialistas. Y para confirmar este aserto transcribiremos de “La Vanguardia”,
año I, número 20, el siguiente llamado, que caracteriza toda la acción
socialista:
"Solidaridad obrera. -
Trabajadores:
Los obreros albañiles,
secundados por los yeseros, se han declarado en huelga para exigir de los que
amasan grandes fortunas con sus sudores, un horario de trabajo menos duro y más
humano.
A nosotros no nos incumbe
discutir en estos momentos si ha sido o no declarada a tiempo la
huelga. Nuestros compañeros han creído que había llegado esa necesidad y se han
lanzado resueltamente a la lucha, enarbolando la bandera del trabajo frente al
capitalismo opresor.
Nuestro deber, ya triunfen
o caigan vencidos, es declararnos solidarios con ellos y demostrar con nuestra
ayuda moral y material, que la solidaridad obrera no es una palabra vana.
A este fin se abre desde
hoy en las columnas de “La Vanguardia”, una suscripción a favor de los gremios
en huelga.
¡Viva la causa del trabajo!
¡Vivo la solidaridad
obrera!”
El 14 de octubre de 1894,
19 sociedades obreras realizan una importante manifestación pública en pro de
la jornada de ocho horas apoyando un proyecto del concejal Pittaluga. Los
centros socialistas se adhirieron a la manifestación y publicaron un
manifiesto.
Los grupos socialistas
formaron un “Comité Central Argentino del Partido Socialista Obrero
Internacional ”, el que con trecha 3 de abril de 1895 publicó su carta orgánica, figurando como su segundo
propósito el de “Favorecer por todos los medios a su alcance la organización
gremial de la clase trabajadora y difundir la verdad económica y social”.
El primer Congreso
Socialista Obrero Argentino se reunió en los días 28 y 29 de junio de 1896, en
la ciudad de Buenos Aires, en la sala del “Club Socialista Vowaerts”, calle
Rincón 1141, dando organización definitiva, declaración de principios, programa
y estatutos al Partido Socialista en la Argentina. En sus deliberaciones
participaron 19 centros socialistas y 15 sociedades gremiales, pues el primer
congreso socialista tuvo esta característica única, porque fué un congreso
mixto, gremial y político al mismo tiempo, y sus sesiones fueron divididas en
dos partes; en la primera tomaron participación todos los delegados y se trataron
los asuntos de orden político y general, y en la segunda parte solamente
delegadas de las sociedades gremiales y se trataron asuntos exclusivamente
relacionados con la lucha gremial. En las bases de convocatoria para el primer
congreso establecidas por el Comité Ejecutivo provisorio, decía: “La fórmula de
adhesión es: en el terreno de la lucha de clases que sostiene el proletariado
para llegar su emancipación, reconocer la necesidad de la acción política y de
la acción gremial. La adhesión al congreso no implica la adhesión al Partido.
Los delegados de las sotiones [sic] económicas, a menos que a nombre de la
sociedad hagan declaración de adhesión a nuestra organización política".
El artículo 1º. de los
estatutos aprobados por el primer congreso estaba redactado en la siguiente
forma:
Artículo 1º. El Partido
Socialista Obrero Argentino está formado por todos los grupos políticos,
sociedades gremiales, círculos de estudios sociales y de propaganda, sociedades
de socorros mutuos y cooperativas que hagan formal declaración de adhesión a su
programa y método de acción y tengan diez o más adherentes”.
Lo completaba el artículo
3º., que decía: “Las sociedades gremiales adherentes al Partido deberán formar
parte de la federación nacional del oficio, si la hay, o adherirse a ella, si
llega a formarse”.
Como ss puede ver, las
ideas y las prácticas del primer congreso socialista, en materia de
organización gremial proletaria, fueron bastante confusos. Esto tiene su
explicación en la inexperiencia de muchos militantes de la primera hora y en la
imitación de las prácticas de algunos partidos socialistas europeos, el belga,
por ejemplo.
Pero pronto se ha
reaccionado contra la confusión del primer congreso, inconveniente y peligrosa
para ambos movimientos, gremial y político, de la clase obrera. Y en el tercer
congreso socialista reunido en la ciudad de Buenos Aires, calle Méjico 2070, en
los días 21 y 22 de julio de 1900, se volvió sobre la buena y sana doctrina,
sobre el paralelismo y buen acuerdo de la organización gremial y política de la
clase obrera, conservando cada uno su independencia y autonomía. Y los
artículos 1º. y 3º. del estatuto del Partido se reformaron en el sentido
siguiente: "Artículo 1º. El Partido Socialista Argentino está formado por
todos los grupos político o sociedades cuyos adherentes acepten su programa y
disciplina y tengan 20 o más adherentes en la capital y 15 en las
provincias".
"Artículo 3º. Los
adherentes al Partido tienen el deber de apoyar y fomentar las sociedades
gremiales".
Esta forma fué definitiva,
salvo alguna que otra modificación de detalle o de forma introducida por los
congresos ulteriores.
De lo expuesto se desprende
que desde el nacimiento del movimiento socialista en la Argentina, una de sus
preocupaciones dominantes fué contribuir a una sólida e inteligente
organización gremial, y para coadyuvar a esta obra ha puesto su prensa, sus
locales y sus hombres. Se comprendió desde el primer momento que el Partido
Socialista, organización política de la clase obrera, debía apoyarse sobre una
firme organización gremial de la misma, y ésta a su vez debía apoyarse sobre un
Partido Socialista que autentica y genuina expresión de las necesidades y
aspiraciones políticas de las clases laboriosas; conservando, empero, ambas
organizaciones su más absoluta autonomía e independencia.
Tales fueron los comienzos
de la obra. En los años sucesivos el Partido mantuvo su conducta trazando
frente a todos los movimientos obreros. El tiempo le ha dado razón.
Esta e inteligente visión
pudo haber sufrido, y sufrir aún, algunas confusiones y eclipses. Pero ellas
han sido y serán pasajeras y transitorias. La solidez de un edificio dependo
principalmente de sus cimientos, y éstos fueron muy sólidamente echados para el
movimiento gremial y socialista en la Argentina.
Podráse o convendrá
modificar en el conjunto tal o cual detalle, levantar o suprimir tal o cual
tabique, agregar tal o cual adorno al edificio construido; pero jamás
reconstruirlo sobre bases distintas y nuevas.
Siga el Partido Socialista
en mi probada y eficaz táctica, su riguroso método y su voluntaria disciplina,
y mantenga sus claras o inteligentes relaciones con la organización gremial
proletaria, en la seguridad que contribuirá al afianzamiento recíproco de su
progreso y a la solidaridad real de la clase obrera.
Abril
7 de 1917.
[1] Este artículo reproduce un capítulo de un libro que Dickmann publicara en 1917 en el contexto del intenso debate sobre los vínculos entre acción política y gremial que atravesara tanto al Partido Socialista (tensionado internamente por la presencia Comité de Propaganda Gremial) como al movimiento sindicalista revolucionario en plena expansión en la coyuntura, en este punto le pareció al Comité Editorial que su reedición podría contribuir a eje problemática que da origen al Dossier de este número. Dickmann, E. (1917). Democracia y Socialismo. Buenos Aires: Editores Serafín Ponzinibbio y Cía.
(*) Enrique Dickmann (Riga, Letonia, 20/12/1874 – Córdoba, Argentina, 30/12/1955), para el momento en que se publica este texto era una de los líderes del Partido Socialista, desempeñándose en esa coyuntura como diputado nacional. Cfr. Tarcus, H. (dir.) (2007). Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a la “nueva izquierda” (1870-1976). Buenos Aires: Emecé.