REVISTA DE LIBROS

 

 

 

PUJOL, Sergio; El año de Artaud, rock y política en 1973. Planeta. Buenos Aires. 2019. 336 pp.

 

Artaud, el último disco de Pescado Rabioso publicado en octubre de 1973 es una obra emblemática del rock argentino. Partiendo de esta premisa, Sergio Pujol quien se autodenomina como un historiador cultural de la música popular escribe El año de Artaud, rock y política en 1973. El libro se vuelve una lectura imprescindible para quienes se interesan por las juventudes de los años 70, sus prácticas, experiencias y consumos culturales. Es aquí donde radica lo novedoso e interesante, ya que las juventudes son analizadas no de perspectivas clásicas como movimientos estudiantiles o sus prácticas políticas, sino desde una mirada cultural, ya que no es solamente una historia de la música de los años 70, particularmente 1973, sino que además lo que se plantea es como esta cultura musical de la llamada “música progresiva” se convierte en una cultura juvenil de masas, que atraviesa a los jóvenes quienes empiezan a interpretar el mundo y a concebir el futuro que quieren a través de las letras de las canciones, que no hablan del contexto desde una literalidad sino utilizando la metáfora como recurso. Lo que el autor refleja a través de su obra es que este estilo de música atraviesa a los jóvenes no solo en su pensamiento político, sino también en su cuerpo, sus formas de vestirse, sus cortes de pelo, su manera de vivir. Podemos decir que esta mirada cultural de Sergio Pujol se centra en la vida cotidiana de los jóvenes en la década de 1970.

De esta manera, el libro de lectura simple, está destinado no solamente a un público interesado en la historia del rock nacional y particularmente de Spinetta, sino que lo más cautivador es que la forma en la que entrelaza el panorama de producción cultural de 1973 con el contexto político hace que el libro amplíe su círculo de potenciales lectores hacia quienes estén interesados en la historia política del país, pero también a quienes les interesa analizar ese año tan importante para la historia argentina desde otra perspectiva no tradicional.

Partiendo de lo que el autor denomina como un concepto libre de microhistoria, se propone establecer una relación entre la producción cultural de 1973 (la llamada música progresiva que es la gran protagonista del libro, aunque también se hacen menciones de cine, literatura, teatro) y el contexto político, imprescindible para comprender el año en que transcurre la obra. La relación nace de la idea de que en un momento tan importante para la historia argentina como fue 1973, sería imposible narrar sobre rock sin mencionar que estaba ocurriendo en la arena política, tal como señala Sergio Pujol “la revolución de lo cotidiano hermanada a la revolución de lo político” (p. 13).

Teniendo en cuenta el crecimiento que había tenido el rock para el año 1973, que había dejado de ser una música nostálgica o de protesta para pasar a convertirse en una verdadera proclama política, pertenecer a la música progresiva o escucharla era un acto político, por fuera del rol militante, las letras de las canciones, la estética de los discos, los sonidos de la música estaban fuertemente imbricados con el contexto político nacional e internacional. Al respecto, Sergio Pujol asegura que el rock fue totalmente influenciado por el clima político de la época, pero la gran pregunta que se hace, y a la que va a querer responder a lo largo de toda su obra es en qué medida el rock alimentó al clima de la época y en este sentido al clima de sublevación, “se aguardaba que la avanzada de la música joven explicara de una buena vez qué rol pensaba desempeñar en la hora revolucionaria” (p. 158).

La periodización del libro va desde enero de 1973 a diciembre de 1973 y cada capítulo representa un mes del año. A través de estos doce capítulos va reconstruyendo no solo la composición de la obra de Luis Alberto Spinetta, sino también el crecimiento que tiene la música progresiva en el país – que a comienzos de 1973 era considerada como una música foránea pero hacia fines de ese año no se podía negar la presencia que el rock tenía en la sociedad - y el papel protagonista de la juventud como actores sociales y políticos: esto no se puede comprender sin el resquebrajamiento de la dictadura, la llamada “primavera camporista” y la vuelta de Juan Domingo Perón, en eso la historia de la música progresiva va desde la censura a la apertura, siendo la banda sonora de este contexto. “El rock era la expresión sonora de una juventud inquieta, moderna y rebelde que no deseaba formar parte de ninguna cultura telúrica” (p. 252).

“El rock rechazaba la violencia armada –no así la violencia sonora, ese molotov de decibeles que se convertía en su arma infalible contra los oídos burgueses –, pero al mismo tiempo sabía que al menos desde 1970, tenía una presencia creciente en la sociedad argentina; que el accionar de la guerrilla formaba parte del imaginario social, por más que muchos argentinos no tuvieran empatía con los grupos armados” (p. 50). El mundo de la música progresiva comienza a comprender que lo progresivo no era sólo música, sino también era un movimiento cultural joven que no podía alejarse de la sociedad ni de la política, y llegaba a esta conclusión dice Sergio Pujol, porque el rock no era sólo una música para jóvenes de clase media, sino que para 1973 el rock también era la expresión de los jóvenes trabajadores de los cordones industriales.

En este contexto Luis Alberto Spinetta pensaba que la revolución debía pasar por el interior de cada persona, sacando hacia afuera la creatividad y dejando de lado los prejuicios, es donde Sergio Pujol plantea que el músico comienza a ahondar en la poesía de Antonin Artaud, pero también en la vida de Vincent Van Gogh, a quienes no sólo los va a aunar en sus letras, sino que va a leer la realidad del país a través de ellos, “entendía que la música progresiva era un acto liberador para la juventud.” (p. 98).

El capítulo ocho “Agosto” es fundamental para poder comprender e interpretar la obra de Spinetta, y como esta estaba totalmente imbricada no solamente con quienes habían sido fuente de inspiración para el músico, sino también con el contexto político y social argentino. En un relato totalmente detallado, Pujol describe cual era el sentido de cada una de las canciones que iban a conformar el disco Artaud “No era mediante la politización cultural que se ponía el mundo patas para arriba, sino creando un arte indómito capaz de ser un modelo ético para la política. Esta última debía aprender de la insobornable imaginación del arte” (p. 201).

Llegando hacia el final del libro, últimos meses del año, el autor comienza a plantear como el rock es influenciado directamente por la política partiendo del punto de que esta música había alcanzado un lugar preponderante en el escenario cultural, y en ese sentido se había transformado en la música que identificaba a las juventudes. Este universo no sólo estaba conformado por los discos, ir a un recital (hacia 1973 comienza a popularizarse la organización de los recitales en estadios de fútbol no solamente en teatros) se había convertido en un acto político y colectivo. Sin embargo, Sergio Pujol considera que hacia fines de 1973 luego de todo lo que había pasado en la arena política, a la música progresiva le faltaba algo, no alcanzaba con plantear a través de su sonido, de sus letras y de su estética una revolución interior para crear al “hombre nuevo”, era necesario posicionarse políticamente como lo habían hecho otros géneros tal como el folclore del “nuevo cancionero” con Mercedes Sosa y Horacio Guaraní, o la música popular con “Palito” Ortega. “Muchos pensaban que ya no alcanzaba con componer y cantar canciones emblemáticas de la nueva generación; quizá había llegado la hora de hacer algo más con esa música. Extender su poder de fuego. Darle una determinada dirección, buscar que finalmente la revolución del arte se uniera al arte de la revolución. Todo el año había estado signado por ese dilema, pero el giro hacia la derecha del gobierno exigía posicionamientos más claros.” (p. 276).

Así, a lo largo de los doce capítulos que componen esta obra, se puede ver el crecimiento de las juventudes que devienen en actores políticos y sociales revolucionarios, en un año de la historia argentina completamente marcado por la agenda política y económica, pero también marcado por los ideales revolucionarios y la exigencia de que la revolución se realice de manera inmediata. En ese contexto, Pujol pone en diálogo a la política con la cultura juvenil y la música “progresiva”, dentro de esta interacción el gran protagonista o quien sintetiza de manera perfecta esa relación es Luis Alberto Spinetta y su obra Artaud, no solamente desde la poesía de sus letras sino también desde la estética del disco y su primera presentación, donde el artista lee una proclama reflexionando sobre el contexto en el que se vivía y pronunciándose en contra de la industria discográfica.

Respondiendo a la pregunta que se hace al comienzo del libro de que si el rock (género que considera que había sido totalmente influenciado por el contexto) había logrado influenciar al clima político, el autor considera que de alguna manera sí, que quienes hacían este tipo de música y quienes la consumían a través de sus discos y recitales, consideraban que el rock iba a ser la música de fondo de aquella revolución que iba a triunfar, otros músicos y otro estilo de música seguramente se habían comprometido de partidariamente en la arena política, el rock acompañaba a través de sus melodías y sus letras hacia una transformación de la sociedad que era llevada adelante por los jóvenes. Sergio Pujol logra de manera exitosa a lo largo de esta obra poner en relación al contexto político con la cultura juvenil, demostrando que este diálogo era constante desde ambas partes, que la cultura juvenil que se había transformado en una cultura juvenil de masas con producciones que iban desde el cine, la literatura, la música y el teatro, que respondían al contexto político que se vivía ese año e intentaba de alguna manera darles a los jóvenes herramientas para poder relacionarse con la política y hacer política.

Por otra parte, partiendo de la idea de que la microhistoria es una perspectiva y no una fragmentación de la historia, El año de Artaud, rock y política en 1973 responde a la finalidad de hacer una microhistoria de manera novedosa, ya que el objeto de estudio que es la obra de Luis Alberto Spinetta dentro de la producción cultural de la época, y el objetivo que es poder establecer la relación de la producción cultural con el contexto de 1973, logran reflejar el panorama político, económico y social que se vivía en Argentina.

Para finalizar, el libro demuestra que hacer política no era solamente participar activamente desde un partido político, una agrupación o una organización armada, sino que muchos jóvenes comienzan a relacionarse y a hacer política desde la cultura.

 

 

Carla Di Terlizzi

Universidad Nacional de Rosario

E-mail: carladiterlizzi@gmail.com

ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3401-5166