Las
desgracias padecidas por las madres: mirada a las publicaciones de la Escuela
Moderna de Barcelona (1901-1925)
Estefanía
Fernández-Antón(*)
Resumen
La Escuela Moderna de Barcelona creó su propia editorial para difundir
sobre temas educativos y sociales. De estos temas, nos centramos principalmente
en los que analizaban la sociedad, para identificar las dificultades que
padecían las madres durante la Restauración borbónica desde la óptica
racionalista. Para alcanzar el objetivo indicado, revisamos publicaciones sobre Filosofía, Medicina, Pedagogía, Religión y Sociología desde el 1901
hasta 1925. Esto supone el análisis de boletines, obras
variadas, obras dramáticas, cuentos, folletos y conferencias. Partiendo de este
procedimiento, hemos identificado que las dificultades de las madres del
momento estaban relacionadas con cuatro tipos de carencias: económica, de conocimiento,
de moral y de salud.
Palabras
clave: Escuela Moderna; Maternidad; Restauración borbónica; Barcelona.
The misfortunes suffered by mothers: look at
the publications of the
Abstract
The Escuela Moderna of
Keywords:
Escuela Moderna; Maternity; Restauración borbónica; Barcelona.
Las
desgracias padecidas por las madres: mirada a las publicaciones de la Escuela
Moderna de Barcelona (1901-1925)
Introducción
La
España de la Restauración estuvo marcada por una serie de acontecimientos
sociales como las guerras coloniales, la corrupción, las rebeliones militares y
la despreocupación por la enseñanza de la clase trabajadora. Imperaba la
creencia de que las clases populares solo eran necesarias como animales de
trabajo y que su participación social era totalmente innecesaria (Dufour,
1999).
Además,
en estos tiempos, España era un país preferentemente agrario. La mayor parte de
la población realizaba oficios relacionados con la agricultura y, por tanto, no
había suficientes personas que se dedicaban a la ganadería y a la industria, lo
que daba lugar a que fuera un país a la sombra del avance de Europa (Sánchez,
1990).
De
una manera más específica, el discurso de género sobre la maternidad de los
años veinte se caracterizó por identificarla como a un mandato biológico del
cual la mujer no podía escapar, pues era su proyecto vital y la base para
asegurar el bienestar de la sociedad (Nash, 1993). Según las claves de tal
mandato, las mujeres, ante todo, eran madres, esposas, hijas y hermanas. Entre
estos roles, el de madre es el que las caracterizaba principalmente, dado que
su deber era el de la conservación y la crianza de la vida y, para tal
objetivo, se debía ocupar del bienestar de la familia, así como de la
socialización de los hijos y de las hijas (Ramos, 1993).
El
discurso recién indicado se engloba en las representaciones tradicionales de
“Ángel del Hogar” o “Perfecta Casada” tan comentadas en los estudios de los
modelos culturales de género de las primeras décadas del siglo XX. Ahora bien,
en este período de tiempo, apareció otras representaciones de “Mujer Nueva" o "Mujer
Moderna” que, pese a su aparente modificación de los parámetros anteriores,
seguía manteniendo el prototipo de feminidad vinculado a la maternidad como
base esencial de la identidad cultural de la mujer (Nash, 1993).
Dentro
del período que hemos escogido de análisis, identificamos que los padres y las
madres desconocían prácticas de higiene y de alimentación adecuadas para sí
mismos y para su descendencia, lo que provocaban la enfermedad y el
fallecimiento de muchos niños y niñas (Nash, 1983; Peiró, 1901; Sée, 1903).
Las
circunstancias recién indicadas determinaron de manera paralela que se
produjera una fuerte desvalorización social de las madres, las cuales eran
presentadas como incapaces de estar al cuidado de la infancia y tachadas de
ignorantes y de causantes de las altas tasas de mortalidad materna e infantil
(Nash, 1993a).
A
tal realidad se sumaba que, durante la Restauración borbónica,[1] la
escuela pública no era un lugar seguro para los niños y niñas, pues se
encontraba en un estado lamentable a lo que en términos de cuidados e higiene
se refiere (Cossío, 1899; Ferrer i Guardia, 1912). Además, la escena escolar
estaba compuesta por alumnado harapiento, con una imagen personal descuidada y
con enfermedades que se mostraban en sus ojos irritados y llenos de legañas
(Sée, 1903). Y la mayor parte de las escuelas que existían estaban conectadas a
la Iglesia y, en estos centros, no había cabida para los niños y niñas más
pobres y tampoco para la enseñanza de la ciencia (Dufour, 1999).
En
el caso de Barcelona, la ciudad de origen de la Escuela Moderna, el panorama no
era mucho mejor para los adultos y la infancia. En el primer grupo, vemos que
las mujeres, que trabajaban en las fábricas, comenzaban su jornada nada más
entrar la mañana y terminaban su faena con la llegada de la noche. Después de
trabajar entre 13 y 15 horas diarias, tenían que ocuparse del cuidado de su
descendencia u de otros familiares (Nash, 1983; Ramos, 1993).
Asimismo,
en el mundo rural, las malas cosechas y las hambrunas conllevaban a que los
habitantes de estas zonas buscaran un mejor modo de vida en Barcelona o en
Madrid (Ramos, 1993). Sin embargo, pese a que el crecimiento industrial de la
ciudad era imparable, las coyunturas económicas adversas afectaban a las
empresas y esto dio lugar a que numerosas personas sin trabajo tuvieran que
vivir entre la miseria y la marginalidad. Por lo tanto, abundaban los mendigos
hombres y las mujeres que tenían que ejercer la prostitución para poder salir
adelante con su descendencia (Alcaide, 2001; Lluria, 1906).
Debido
a la realidad, que rodeaban a las madres durante la Restauración, nos
planteamos analizar sus desgracias y dificultades en función de la perspectiva
racionalista de la Escuela Moderna.
El contexto histórico de la Escuela Moderna
El
17 de julio de 1857, Isabel II promulgó una Ley de Instrucción Pública conocida
como la Ley de Moyano de 1857 (Sevilla, 2007). Fue desarrollada para evitar que
la jerarquía eclesiástica, la oponente del estado liberal del siglo XIX,
tuviera el control exclusivo de la educación. Después de cincuenta años de la
implantación de dicha ley, seguían existiendo numerosas comunidades religiosas
dedicadas a la educación masculina y femenina. No obstante, la secularización
de la cultura europea había comenzado y esta situación alarmó a la Iglesia, que
defendía la enseñanza católica tanto en las escuelas públicas como en las
privadas (Boyd, 1978).
En
el capítulo de la secularización de la enseñanza en España, vemos que se
discutieron los derechos del Estado, de la Iglesia y de las familias en
relación con la enseñanza. Otras circunstancias fueron, que se intentó separar
a la Iglesia del Estado y se legisló y se contra legisló respecto a la
enseñanza de la religión en los distintos niveles y respecto al control de la enseñanza
privada. Por otra parte, en este episodio, también se añade el hecho de que en
todas las reformas pedagógicas españolas aparecen siempre los krausistas o sus
herederos, que son los institucionistas, uno de los grupos que más ha influido
a la Pedagogía contemporánea española (Delgado, 1982).
Otro
grupo eran los anarquistas que tenían un gran interés por impulsar escuelas
privadas que participaran, desde finales del siglo XIX, en el movimiento
escolar laicista, republicano, librepensador y masón (Avilés, 2006).
A
lo largo de los años 1870 y 1880, surgieron una gran cantidad de escuelas de
Enseñanza Primaria anarquistas, procedentes de la iniciativa privada de los
centros obreros de las ciudades y los pueblos. En estas instituciones los
trabajadores y sus hijos no tenían la obligación de recibir una doctrina
religiosa y podían escapar del paternalismo y la condescendencia de las
instituciones de caridad. Las escuelas primarias anarquistas ofrecían al
proletariado lo que querían y necesitaban, que era el aprendizaje de la lectura
y de la escritura (Boyd, 1978).
A
partir del Golpe de Estado de Pavía en 1874, la Restauración intentó cortar de
raíz todo tipo de asociación obrera. La represión fue dura hasta el 1880, que
una vez propiciado el Movimiento Anticlerical Librepensador, aparecen centros
de enseñanza laicista, aglutinados en gran parte en la Unión Barcelonesa de
Librepensadores. La expansión de la enseñanza laica estaba conectado al
progresismo liberal del final del siglo XIX (Monés, Solà y Lázaro, 1977).
En
un contexto como el indicado, las escuelas racionalistas empezaron a tener
mejor acogimiento a partir del 1900. Uno de estos centros fue la Escuela
Moderna de Ferrer i Guàrdia (Boyd, 1978). Esta
propuesta irrumpió en un panorama educativo dominado por la Iglesia
reaccionaria y por una enseñanza estatal burocratizada e inmovilista y es,
desde este contexto, donde hay que entender el florecimiento de las escuelas
laicas y racionalistas, como la Escuela Moderna de Barcelona de Francisco
Ferrer i Guàrdia (Monés, et al., 1977).
La Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia y sus
publicaciones
Francisco
Ferrer i Guàrdia nació en Alella (Barcelona) el 10 de enero de 1859. Sin
embargo, Delgado (1982) indica que esta fecha puede ser errónea y que la real
podría ser el 7 de junio de 1854. Francisco fue a la escuela en el lugar en el
que nació y, más tarde, en la localidad vecina de Teiá hasta los 13 años. En el
año 1873, Ferrer i Guàrdia fue a Barcelona a trabajar con un comerciante de tejidos
llamado Pablo Ossorio, que fue el hombre que le ayudó a formar parte de los
ambientes republicanos de Barcelona (Avilés, 2006). En 1886, apoyó el
pronunciamiento militar del general Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla,
con el fin de proclamar la república, pero al fracasar tuvo que exiliarse a
París hasta el año 1901 (Lázaro, 2016). La permanencia de Ferrer i Guàrdia en
la capital francesa le permitió tener relación con círculos librepensadores
internacionales que le ayudaron a tener importantes contactos con liberales,
republicanos, socialistas y anarquistas. En 1901 regresó a Barcelona, año en el
que fundó la Escuela Moderna, con la herencia que le dejó Ernestina Meunier,
una amiga y antigua alumna suya, que conoció en los cursos de español que impartió
en Francia (Lázaro, 2016).
Tras
la muerte de su amiga Ernestina, por una dolencia del corazón, Francisco inició
su tan inesperada aventura de renovación escolar en la Calle Bailén de
Barcelona, el 8 de septiembre de 1901. Cambió de edificio en la misma calle,
para ampliar los servicios de la escuela posteriormente. Se dotó de una
biblioteca y organizó varias excursiones a fábricas para que el alumnado
pudiera conocer la producción industrial. Esta escuela fue puesta en entredicho
por las instancias conservadoras del país, que la consideraban como subterfugio
para la enseñanza de la sedición y del terrorismo e, incluso, fue puesta en
duda por intelectuales de ideas avanzadas (Bergasa, 1990). Sus principios
educativos se basaban en la igualdad
entre niños y niñas, la coeducación de sexos y la valoración de los derechos de
los niños y niñas (Albano,
1940; Boscus, 1989, Ferrer i Guardia, 1912, etc.), así como en la ciencia, la
salud y la solidaridad (Cuevas, 2014).
Un
año más tarde de su fundación, la Escuela Moderna contaba con una de las
actividades que más prestigio la concedió. Nos referimos a las conferencias
dominicales, que en un principio se realizaron sin un programa previo y, en
ocasiones, sin conferenciante, pero pronto comenzaron a tener lugar regularmente,
contado con el Doctor Martínez Vargas, entre otros conferenciantes. El Doctor
Vargas disertó sobre los medios de defensa de la gripe, contra la difteria, la
escarlatina… (Delgado, 1982).
También
resulta llamativo, al igual que las conferencias, los esfuerzos de Ferrer por
otorgar a la Escuela Moderna de libros que no dispusieran de ideas religiosas,
ya que, incluso, los libros de Geografía de las escuelas primarias de Francia
seguían esta tendencia. Así que contó con libros de uso escolar editados por
él, que iban dirigidos a niños, niñas, jóvenes y adultos. Había libros de
Aritmética, de Lengua, de Historia, de Geografía, de Ciencias Naturales, de
lectura para niños y niñas y de lectura para adultos, entre muchas otras
temáticas. La Biblioteca de la Escuela Moderna hizo cada vez mayor número de
ventas a escuelas laicas, libres o ácratas. Muchas de estas escuelas existían
antes de la Escuela Moderna y otras fueron fundadas por él, apoyadas o subvencionadas.
Algunas de las escuelas que habían adoptado los libros de Ferrer fueron en
Barcelona, en Villanueva y Geltrú, en Mataró, en Granollers, en Esplugas, en
Montgat, en Tarragona, en Reus, en Portbou, en Palamós, en Mazarrón, en
Cartagena, en Gaucín, etc. (Delgado, 1982).
Las
publicaciones de la Escuela Moderna estaban pensadas para todas las edades y
diversos tipos de instituciones: Escuelas de Adultos, sociedades obreras
librepensadoras, círculos de estudios sociales, agrupaciones ilustradas, etc. (Ferrer
i Guàrdia, 1912).
Entre
las publicaciones de la escuela, vemos que el Boletín de la Escuela Moderna se
publicó desde el 30 de octubre de1901 hasta el 1 de julio de 1909. Entre estas
fechas se pueden identificar dos etapas del boletín, la primera que abarca del
30 de octubre de 1901 hasta el 31 de mayo de 1906. El segundo período comienza
en junio de 1906 que coincide con el encarcelamiento de Francisco Ferrer i
Guardia, debido a que se le consideró cómplice por el delito de regicidio
frustrado que inició Mateo Morral (Velázquez, 2008). De estas etapas, nuestro
estudio se centra en los boletines disponibles de la escuela, en la Fundación
Ferrer i Guardia, lo que supone el análisis de una parte de los mensuales de la
primera etapa (1901 al 1903).
En
lo que se refiere a las otras publicaciones de la Escuela Moderna, en algunas
de sus obras (Benot, 1916; Sauerwein, 1925, etc.), se puede ver el catálogo
general al final del redactado. La clasificación de dicho contenido suele estar
dividida en cantos de la Escuela Moderna, conferencias, cuentos, folletos,
libros de lectura, obras generales, obras dramáticas y relatos de hombres
eminentes. Algunos de estos contenidos también son analizados en este trabajo,
tal y como veremos a continuación.
Los
temas de las publicaciones indicadas son variados; no obstante, podemos
resumirlos en análisis de la sociedad y en la enseñanza de contenidos
académicos de aritmética, francés, gramática castellana, etc. Los del primer
tipo reflexionaban sobre la sociedad desde diferentes ciencias: Antropología,
Historia, Psicología, etc., y también se consideraban parte del contenido
educativo de la Escuela Moderna.
Estudios previos de la Escuela Moderna
Los estudios relacionados con el
proyecto de renovación de la Pedagogía, denominada la Escuela Moderna sobre
todo se centran en la figura de su fundador, Francisco Ferrer i Guàrdia y en su
creación más significativa que es la escuela indicada. En relación con estos
temas podemos citar el trabajo de Avilés (2006), que es una biografía
pormenorizada del educador, en la que se muestra la construcción de su perfil
de pedagogo libertario. Otro estudio destacado es el de Delgado (1982) que
pretende aportar un trabajo sobre Ferrer sin juicios apasionados, ya que busca
aportar los datos suficientes para valorar críticamente la obra pedagógica de
Ferrer a la luz de su contexto histórico y pedagógico.
Monés et al. (1977) sitúa el
proyecto educativo de la Escuela Moderna en su escenario político y social. Sin
embargo, vemos que hay un apartado dedicado a detallar los principios
filosóficos y didácticos del proyecto ferreriano. En la parte de naturaleza
filosófica también encaja el trabajo de Solà (2010).
Con relación a los trabajos que se
centran en las publicaciones de la Escuela Moderna encontramos un número menor
de trabajos entre los cuales citamos a Muro (2009). Su aportación trata del
análisis de los manuales escolares de lecto-escritura de la Escuela Moderna, de
otros materiales de Gramática Española, Aritmética y Geometría, Ciencias
Naturales, así como de un análisis comparativo entre los libros editados por la
Escuela Moderna y otras editoriales. En este documento, además, aparece de una
forma minuciosa la organización escolar y el trabajo de aula de la Escuela
Moderna.
En
este tipo de trabajos, basados en el análisis de las publicaciones, se incluyen
también la tesis doctoral de Velázquez (2008) que analiza los principios
educativos de la institución; los recursos personales e institucionales con los
que contaba; cómo se fundamentó la crítica al orden social, entre otras
pretensiones.
Partiendo
del análisis previo de las publicaciones antecesoras, hemos de indicar que
buscamos aportar originalidad a los estudios previos relacionados con la
Escuela Moderna a través del análisis del discurso de género, fijando la mirada
en las dificultades que padecían las madres durante la Restauración borbónica
de
Consideraciones metodológicas
El
procedimiento metodológico de esta investigación está sustentado en la revisión
de fuentes primarias, procedentes de la Escuela Moderna principalmente. Otra
documentación utilizada, en menor medida, procede de fuentes primarias de otros
proyectos renovadores de la Pedagogía y de otras publicaciones racionalistas.
Éstas y otros estudios previos se han utilizado para favorecer la discusión y
la consistencia de los datos.
Las
publicaciones de la Escuela Moderna analizadas abarcan desde 1901 al 1925. Se
ha escogido la primera fecha, porque coincide con el año de fundación de la
escuela y con la primera publicación de la misma. Y, tal como hemos indicado
más arriba, hemos escogido el año 1925 como fecha de cierre. Hemos tomado esta
decisión por dos razones: el documento racionalista más tardío analizado data
del 1925 y esta fecha es próxima al final
de la Restauración. Después de esta etapa tuvo lugar un discurso de género
diferente con la aparición de la II República (Nash, 1981).
Durante
la franja de tiempo indicado, la editorial de la Escuela Moderna estuvo bajo la
dirección de Ferrer (1901-1909), de Lorenzo Portet (1912-1920) y mantuvo su
continuidad por parte de la editorial Maucci (1925-1936) (Velázquez y Viñao,
2010). De estos períodos los documentos analizados proceden principalmente de
los primeros editores, al ser los documentos más disponibles para su consulta,
tanto en las bases de datos consultadas como en otros espacios (Fundación
Ferrer i Guàrdia, estudios previos sobre las publicaciones de la escuela
Moderna, como el de Velázquez, 2008, etc.).
Dentro
de la primera etapa, hemos revisado todos los boletines de la Escuela Moderna
que están disponibles actualmente en su fundación ubicada en Barcelona. Todos
ellos están recogidos en la tabla posterior, desde la cual podemos identificar
que se han examinado un total de 18 boletines, esto conlleva al análisis de
unas 139 publicaciones aproximadamente. Se indica que es un número próximo,
porque en alguna ocasión no se puede identificar de una manera de todo acertada
cuando comienza o termina alguna de las colaboraciones.
Tabla 1
Fuentes primarias:
Boletines de la Escuela Moderna analizados
Periodicidad |
Boletines |
Octubre de 1901 – junio de 1902 |
1. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 1, 30 de octubre de 1901. 2. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 2, 30 de noviembre de 1901. 3. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 3, 31 de diciembre de 1901. 4.
Boletín
de la Escuela Moderna. Miscelánea
Infantil, Ciencia y Literatura. Ediciones de la Escuela Moderna. 1901. Núm.
61 y 63. 5. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 4, 31 de enero de 1902. 6. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 5, 31 de marzo de 1902. 7. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 6, 30 de abril de 1902. 8. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 7, 31 de mayo de 1902. 9. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año I, núm. 8, 30 de junio de 1902. |
Octubre de 1902 – junio de 1903 |
10. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 1, 31 de octubre de 1902. 11. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 2, 31 de noviembre de 1902 (se indica este número de
días por error). 12. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 3, 31 de diciembre de 1902. 13. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 4, 31 de enero de 1903. 14. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 5, 28 de febrero de 1903. 15. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 6, 31 de marzo de 1903. 16. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 7, 30 de abril de 1903. 17. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 8, 31 de mayo de 1903. 18. Boletín
de la Escuela Moderna.
Barcelona, año II, núm. 9, 30 de junio de 1903. |
Fuente: elaboración propia
Aparte
de los boletines anteriores, este trabajo se compone del análisis de otras
obras que guardan relación con el objetivo del trabajo. El tipo y el número de
documentos son: catorce obras variadas, una obra dramática, un folleto, un
cuento y una conferencia, tal y como se muestra en la tabla que sigue. Los
temas tratan sobre Educación, Filosofía, Medicina Religión y Sociología.
Tabla
2
Fuentes
primarias: otras publicaciones de la Escuela Moderna
Tipo
de publicación |
Título
de las obras analizadas por la Escuela Moderna |
Obras
varias |
1.
Elslander, J. (1908). La Escuela Nueva. Bosquejo de una educación basada sobre las leyes
de la evolución humana. Barcelona:
Publicaciones de la Escuela Moderna. 2.
Benot, E. (1916). Los grandes pensadores: temas varios. Barcelona:
Publicaciones de la Escuela Moderna. 3.
Bessède, G. M. (1917). Lo que todos deberían saber (La iniciación sexual).
Barcelona: Casa Editorial Publicaciones de La Escuela Moderna. 4. Escuela
moderna. (1906). Origen del cristianismo. Cuarto libro de lectura.
Barcelona: Publicaciones de la Escuela Moderna. Ferrer
i Guàrdia, F. (1912). La Escuela Moderna. Póstuma explicación y a alcance
de la enseñanza racionalista. Barcelona: Tusquets. 5.
Sauerwein, C. (1925). Historia de la tierra. Barcelona:
Publicaciones de la Escuela Moderna. 6.
Lluria, E. (1905). Evolución super orgánica (la naturaleza y el problema
social). Barcelona: Publicaciones de la Escuela Moderna. 7.
Lluria, E. (1906). Humanidad del porvenir. Barcelona: Publicaciones de
la Escuela Moderna. 8.
Lorenzo, A. (1909). El banquete de la vida. Concordancia entre la
naturaleza, el hombre y la sociedad. Barcelona: Publicaciones de la Escuela Moderna. 9. Malato, C.
(1905). León Martín o la miseria, sus causas, sus remedios. Barcelona:
Publicaciones de la Escuela Moderna. 10. Martínez,
A.
(1905). Botiquín escolar. Barcelona: Publicaciones de la Escuela
Moderna. 11.
Naquet, A. (1909). Hacia la Unión Libre. Barcelona: Publicaciones de
la Escuela Moderna. 12.
Pert, C. (s. f.). En anarquía. Barcelona: Publicaciones de La Escuela
Moderna. 13.
Pi y Arsuaga, F. (1906). Preludios de la lucha (baladas). Barcelona:
Publicaciones de la Escuela Moderna. 14.
Urales, F. (1906). Sembrando flores. Barcelona: Publicaciones de la Escuela
Moderna. |
Obra
dramática |
15.
Chardon, J. P. (1906). Floreal. Drama social en tres actos. Barcelona:
Publicaciones de la Escuela Moderna. |
Folleto |
16.
Escuela moderna. (s. f.). La Mujer (Mujer Privada-Mujer Pública).
Barcelona, Casa Editorial Publicaciones de La Escuela Moderna. El
folleto está formado por dos artículos, el primero fue publicado en el
Boletín de la Escuela Moderna previamente: Chaughi,
R. (1902). La mujer esclava. Boletín de la Escuela Moderna, 3, 27-29,
Año II. El
segundo es el posterior: Robin,
P. (1908). La mujer pública. Disponible en: http://www.filosofia.org/aut/001/1908paul.htm
acceso
el 5 de abril de 2020. |
Cuento |
17. Grave, J.
(1902). Las aventuras de Nono. Barcelona: Publicaciones de la Escuela
Moderna. |
Conferencia |
18. Antich, J. (1915). La Pedagogía de
Francisco Ferrer.
Barcelona: Conferencia editada por las publicaciones de la Escuela Moderna. |
Fuente:
elaboración propia.
El análisis de los documentos recién indicados ha determinado las siguientes categorías de análisis: la pobreza, la falta de conocimiento, la falta de moral de la sociedad y la enfermedad. Estos puntos nos ayudarán a plantear los resultados posteriores.
El
informe de resultados será explicado a partir de la selección de fuentes
primarias y secundarias. Las primarias que hemos seleccionado del análisis de
documentos recién indicado han sido las siguientes: Antich
(1915); Benot (1916); Bessède (1917); C. J. (1901); Chaughi (1902); Daux
(1902); Escuela Moderna (1901; 1901a; 1902; 1902a; 1903; 1903a; 1905; 1906);
Ferrer i Guàrdia (1912); Flammarion (1903); Jacquinet (1903); Lluria (1905; 1906); Malato (1905);
Martínez (1905); Peiró (1901; 1901a); Rino (1903) y Sée (1903)[2]. Aparte de estas publicaciones
mencionaremos fuentes primarias procedentes de otros renovadores de la
Pedagogía y de otras publicaciones racionalistas.
Desgracias de las madres: la
pobreza
La
pobreza ha tenido deferentes significados, en función del momento histórico, es
así como, en el siglo XVIII, estaba asociado a intereses religiosos, por eso,
se consideraba que una persona en situación de pobreza era un don de Dios para
la persona con más recursos socioeconómicos, pues gracias a su existencia, se
le ofrecía al rico la ocasión de ejercer la caridad (Martínez-Albiach, 1971).
Fue
en el siglo XIX donde la imagen de pobreza se modificó radicalmente. La caridad
ya no se entendía como un acto de bondad hacia el prójimo, sino como un
problema social al que había que hacer frente (Domínguez, 2004). En este momento,
surgen los primeros intentos de racionalizar los recursos para suprimir las
desigualdades y se comenzó a organizar la beneficencia desde el Estado. Esto
significa que se empezó a entender a la pobreza como una cuestión política en
vez de religiosa (Ruiz y Palacios, 1995). Más bien a principios del siglo XX y,
de acuerdo con las palabras de Amartya Sen (1981), Seebohm Rowntree definió que
las familias sufrían pobreza primaria si sus ganancias totales eran
insuficientes para cubrir las necesidades mínimas y para el mantenimiento de la
eficiencia física.
En
los momentos históricos que nos anteceden, la mujer ha padecido de lleno los
tipos pobreza de los siglos recién explicados; así pues, tenían menos
posibilidades de acceder a la beneficencia, pues las reformas tenían una
preocupación mayor por la pobreza masculina y sus salarios eran muy inferiores
a los de los hombres. Debidos a estas circunstancias, las madres tenían más
difícil favorecer el desarrollo de su descendencia (Bock, 1993).
En el Boletín de la Escuela
Moderna, hay varias publicaciones centradas en el tema del desarrollo de los
niños y las niñas. En este sentido, destacamos las aportaciones del Doctor
Peiró, ya que reflexiona sobre las dificultades que encontraban las madres en
situación de pobreza para alimentar a sus hijos. Sus aportaciones hacen
referencia a la lactancia, al destete y a la educación de las madres en estas
etapas de alimentación. Incidiendo también en que la mala alimentación de los
hijos y de las hijas muchas veces no se debía a la falta de conocimiento por
parte de la mujer en estos términos, sino a la imposibilidad que tenía para
encontrar un espacio para amamantar a sus hijos, pues los regímenes de trabajo,
sobre todo en las fábricas, eran tan desmesurados que apenas las quedaba tiempo
para garantizar una buena salud a sus hijos: “No siempre es el desconocimiento
de las reglas lo que motiva la mala alimentación (…). En los centros fabriles,
en estos focos de trabajo, la esclavitud económica a que se encuentra sometida
la mujer… (Peiró, 1901, p. 14).
Desde estas aportaciones, vemos que
algunas publicaciones eran conscientes de que el sistema socioeconómico, tal y
como estaba establecido, era una de las principales causas del deterioro de la
alimentación infantil. Esta aportación se aleja de una de las ideas más
populares del momento que consideraba a las madres como culpables de la mala
salud infantil debido a su ignorancia (Nash, 1993a).
El doctor Peiró, en la misma
publicación anterior, establece que el asfixiante sistema laboral, al que
tenían que someterse las madres más pobres, conllevaba a la deficiencia
nutritiva y a que los niños estuvieran alejados de sus madres durante mucho
tiempo: “En efecto; además de la deficiencia nutritiva encuéntrese la obrera madre
en continua inquietud y separada a veces por gran distancia de su pequeñuelo, guardado
por manos mercenarias y al que sólo ve unos cortos minutos que le permiten
amamantarle” (Peiró, 1901, p. 14).
En este sentido, hemos identificado
que, en otros trabajos teóricos del mismo período (Ramos, 1993), se ha
identificado que algunas madres, con menos recursos, evitaban pasar mucho
tiempo alejadas de su descendencia incluyendo en su horario laboral el cuidado
de sus hijos:
Los depositaban en cajones que les suministraba la
fábrica y los mantenían junto a sí en los talleres. Cajones rellenos de
vegetales, dispuestos para ser mecidos. Así, mientras que las manos hacían
cigarros, los pies mecían las cunas. Con este sistema las cigarreras podían dar
el pecho a sus hijos evitando dejarlos en manos ajenas, uso frecuente entre
otras trabajadoras (Citado en Ramos, 1993, p. 713).
Siguiendo el hilo de las
dificultades que encontraban las familias con menos recursos, queremos destacar
aquí las aportaciones de Carlos Malato, que fue un anarquista francés que
Ferrer conoció durante su exilio en Francia (Ribera, 1994).[3] Malato (1905) escribió una obra editada por las
Publicaciones de la Escuela Moderna, denominada como León Martín: la miseria, sus causas, sus remedios. Lectura popular. La
obra analiza la sociedad del momento desde la vida de León, un niño de 6 años.
En una de las páginas del libro aparece, una vez más, la triste realidad de las
familias con menos soporte económico de aquel entonces. Se puede apreciar que,
a pesar de sus grandes sacrificios, las familias humildes no lo tenían fácil
para mantener ni tan si quiera a un único hijo. Para ejemplificar esta realidad
se hace mención del caso de la madre del protagonista, una mujer que tenía
varios trabajos destinados al servicio de la comunidad; no obstante, su
esfuerzo más el de su marido eran insuficientes para tener una vida familiar
digna:
Volvamos a León: era hijo de un pobre jornalero que
ganaba dos pesetas diarias, trabajando desde las seis de la mañana hasta las
siete de la tarde en las tierras del conde Godsilver. Su madre, María, ganaba
dos o tres reales haciendo cestas o lavando ropa de los vecinos. En resumen, a
pesar de todos los esfuerzos, aquel infeliz matrimonio apenas podía vivir con
su hijo (Malato, 1905, pp. 6-7).
Otras circunstancias negativas que
padecían las madres eran la falta de conocimiento y la falta de moral de la
sociedad en la que vivían, tal y como veremos a continuación.
Desgracias de las madres: la falta de conocimiento
Como hemos ido viendo a lo largo
del trabajo, la falta de conocimiento de las madres sobre algunos temas
relacionados con el cuidado de los hijos, las llevaba a ser tachadas de
ignorantes y a ser consideradas las principales culpables de las desgracias que
padecían la infancia (Nash, 1993a). En este sentido, la primera directora de la
Escuela Moderna, Clemencia Jacquinet (1903), señalaba
que las mujeres que se convertían en madres habían recibido una formación
escasa e inútil y que ésta no las ayudaba a desarrollar su papel maternal
“memoria se recargó de palabras, nombres y fechas inútiles, sin ejercitar
apenas facultades reflexivas: no se le dio allí idea alguna sobre los métodos
de tratamiento de las nacientes inclinaciones de la infancia (p. 99). Sus
reflexiones comienzan de la manera indicada y continúan señalando que el
desconocimiento era la principal causa del sufrimiento de la descendencia:
…
considerémosla ahora con un recién nacido puesto a su cuidado, y en la más
completa ignorancia sobre los fenómenos de que ha de tratar, teniendo que hacer
cosas que sólo pueden hacerse imperfectamente aún con el auxilio de los más
profundos conocimientos... ¿Pueden sorprender a nadie los inevitables y
desastrosos resultados que vemos cada día?... La intervención de esa joven
madre suele ser más perjudicial que la que resultaría de una pasividad absoluta
(Jacquinet, 1903, p. 99).
En
las publicaciones de la Escuela Moderna, hay varias publicaciones que inciden
en la ignorancia de las madres en relación con la educación de sus hijos. Uno
de los ejemplos cuestionaba a las madres por dar a leer a sus hijos libros
sobre la guerra, pues podían desarrollar comportamientos violentos en el futuro
(Flammarion, 1903). También se recurre
frecuentemente a afirmaciones que inciden en que la mujer socializaba a sus
hijos en cuestiones religiosos, siendo este acto criticado porque dichos temas
se consideraban como con cuentos para asustar a niños, al ser denominados
dogmas generadores de fanatismo y de supersticiones y al estar alejados de la
ciencia (C. J., 1901; Escuela
Moderna, 1901a; Ferrer i Guàrdia, 1912; Pi y
Maragall, 1907, etc.).
Por
otro lado, identificamos que, en el boletín racionalista analizado, se muestra
a una madre que también desconoce otras cuestiones, como por ejemplo sobre el
cuidado de la salud de sus hijos:
En cambio, acaso para
desvanecer aquella impresión, le alegró desvaneciendo la preocupación que
suelen manifestar las madres cuando niegan golosinas a los niños suponiendo que
por comerlas tienen lombrices, cuando la verdadera causa son las impurezas del
agua y el uso de ciertos alimentos crudos o de cocción insuficiente (Escuela
Moderna, 1902a, p. 24).
De
acuerdo con las publicaciones racionalistas, la ignorancia de las madres
procedía de la socialización religiosa (Ferrer i Guàrdia, 1912; Pi y Maragall,
1907, etc.), la cual a su vez se originaba en la sociedad y en la escuela, pues
ambas estaban sustentadas en estas creencias (Antich, 1915). El análisis de las
publicaciones analizadas también determina que la ignorancia venía de la
socialización que la otorgaba el mundo masculino, ya que la trataba como a un
ser sometido: “En su familia, ignorante, vería a su madre inclinar la frente;
en su hogar, pastosa y blanda por el amor, plegábase ante el amo, y después
educaba a sus hijos conforme había sido educada” (Rino, 1903, pp. 79-80).
Tanto
en la obra póstuma de Ferrer i Guàrdia (1912) como en la parte final de algunos
boletines,[4] se
concluye que los padres carecían de la suficiente educación para ejercer este
papel. En los boletines indicados aparecía la siguiente información:
Hasta el día se han hecho muchos libros para enseñar a
los niños que deben ser juiciosos y obedientes, pero por desgracia son los
padres quienes los escriben, y se ha incurrido en la falta de no recomendarles
que no pidan a los hijos cosas superiores al alcance de su edad y de su
razonamiento; eso sin contar que la mayor parte de los padres y de las madres
desconocen por completo el oficio (Escuela Moderna, 1901, p. 2).
Por otro lado, hemos visto que una
de las aportaciones se buscaba la ampliación de los conocimientos de las
madres, para que decidieran el mejor momento para comenzar con esta etapa y,
para ello, las enseñaban a tomar precauciones durante las prácticas sexuales:
“… a la inyección de limpieza que tomas cada día,
basta añadir, por ejemplo, una cucharada pequeña de formol o polvo de alumbre
por litro de agua hervida. Solamente esta inyección debe ser aplicada dos
veces, una un momento antes del coito, la otra un poco después” (Bessède, 1917,
p. 147).
En definitiva, las fuentes
consultadas demuestran que los racionalistas tenían claro que la formación que
tenían los padres y las madres era insuficiente para mantener una infancia
saludable y feliz. Por lo tanto, las publicaciones racionalistas buscaban
penetrar en la sociedad del momento, para evitar el número tan alto de muertes
infantiles ya fuera mediante la solicitud de formación de los que ya eran
padres o mediante la petición de la elección del mejor momento para serlo.
Desgracias de las madres: la falta de moral de la
sociedad
En
las publicaciones de la escuela racionalista hemos identificado otro discurso
relacionado con la carencia, en este caso, hacemos referencia a la falta de
moral, por parte de la sociedad, que afectaba de lleno a las madres. En este
sentido, queremos destacar una cita que comienza describiendo como eran los
escenarios que envolvían a las mujeres con menos recursos económicos en el
momento de alumbrar o dar a luz. En un segundo momento, se hace referencia a la
escasez moral en relación con la pobreza económica, para finalmente incidir en
que la falta de moral no distingue de clase sociales y que puede derivar en el
maltrato y en la muerte de la progenie:
Desgraciada la mujer
que da a luz en uno de estos recintos miserables (…) desgraciado todavía más el
pequeño ser que, como saludo de bienvenida en este mundo, encuentra la
suciedad, el hambre, el frío, todos los dolores humanos, recrudecidos por el
vicio. Los interiores miserables, arruinados, llenos de angustia, son terreno
abonado para el cultivo de los peores sentimientos, y así les vemos con
frecuencia convertirse en teatro de horribles tragedias que terminan con el
último suspiro del niño mártir. No quiere decir esto ciertamente que en los
corazones de los padres y de las madres de las clases altas se sientan
únicamente los latidos del amor, y que sólo a la plebe corresponde la vergüenza
de las enfermedades morales que se manifiestan por malos tratamientos rayanos
en crímenes (Daux, 1902, pp. 20-21).
Con
relación a esta escasez o pobreza de moral a la que se refiere el documento
anterior, identificamos otras palabras en una publicación de Enrique Lluria (1905),
editada por la Escuela Moderna, cuyo título es Evolución super orgánica (la naturaleza y el problema social).
Dentro de la misma, encontramos una breve historia que recoge el desprecio que
demuestra un hombre hacia su suegra por no disponer del mismo rango de clase y
los efectos que esta acción provoca en el estado de la salud de la mujer:
La mujer de un rico comerciante casó a su hija con un
aristócrata; después de la ceremonia, la madre trató de demostrar al yerno su
agradecimiento y su cariño filial; éste la rechazó, haciéndole comprender con
un tono seco, que no le gustaban tales pruebas de afección, y que era menester
guardar las distancias y no olvidar la diferencia de clases. La desgraciada madre
se sintió anonadada; la noche siguiente empezó a sentir una sed inextinguible y
a orinar en gran cantidad; los orines, examinados algunos días después,
contenían l00 gramos de azúcar por litro (Lluria, 1905, P. 194).
En
la cita posterior volvemos a ver los efectos negativos que provocan las
influencias de algunos hombres en las mujeres que son madres:
Los escándalos, en
nuestro tiempo, parecen multiplicarse. Casi todos los días la prensa nos trae
el eco de algún drama obscuro y espantable. Ya es una madre que, para complacer
a su amante, llena de golpes a un niño de siete u ocho años, le cuelga por la
cabeza para horadarle las orejas, o le conduce a la muerte con refinamientos de
crueldad que no habría inventado el peor enemigo (Daux, 1902, p. 20).
Vemos
que la primera cita menciona la influencia masculina negativa que desemboca en
la mujer madre y en la segunda la influencia masculina negativa que va desde la
madre hasta los hijos.
Asimismo,
los textos racionalistas reflexionan sobre la hipocresía social imperante en
temas donde entraba en juego la moral del momento, ya que el hombre tenía más
margen que la mujer en estos asuntos:
Los amigos de otros
tiempos la abandonan. En cambio, un individuo, sin escrúpulos ni conciencia,
realiza pingües negocios, reúne una gran fortuna... y ya lo tiene todo:
honores, consideración y muchos amigos. Una sociedad que admite o se resigna a
todo esto, es una sociedad inmoral, no tiene otro nombre. Se ven diaria mente
individuos que mueren de hambre y de frío, muchos que se suicidan por no sufrir
las afrentas de la pobreza; mujeres obligadas a prostituirse para dar de comer
a sus hijos o a sus padres, pero, ¿qué importa?; para esos casos la sociedad
les da una cartilla, las reglamenta y cobra sus derechos. Se las acusa de
viciosas... ¡pobres mujeres! … Según esa leyenda, Eva fue la pecadora. Siempre
sois las responsables del vicio… (Lluria, 1906, pp. 73-74).
La
cita anterior de Lluria (1906) tiene una continuación en la que se indica que
las propias mujeres eran las que mantenían la hipocresía social, al no apoyarse
entre ellas cuando eran criticadas por no seguir los patrones morales creados
de manera diferente para el hombre y para la mujer.
Otras
de las críticas que hemos identificado sobre la flexibilidad moral que
beneficia al hombre respecto a la mujer estaba relacionada con el tema del
matrimonio y el adulterio y no tanto con la maternidad. En ella se establece
que era muy diferente como se trata el adulterio para el hombre respecto a la
mujer: el hombre se libraba de sus actos y la mujer era tratada con brutalidad
cuando tenía lugar (Chaughi, 1902).
Sobre
el tema de la moral queremos destacar una idea que encontramos en una de las
conferencias de la Escuela Moderna. En este encuentro se trató asuntos sociales
a partir de una obra de literatura de Alfredo Calderón titulada: Santa y
Pecadora (Escuela Moderna, 1902). En este sentido se contaba la historia de dos
mujeres, una que era monja y otra que había sido abandonada por el hombre que
la había hecho madre. La primera era la que encajaba con el papel de santa y la
segunda con el papel de pecadora. La segunda regresa a la casa paterna,
provocando este regreso quebraderos de cabeza en el entorno familiar. No
obstante, lo llamativo de esta obra es que, a la mujer, que es abandonada por
ser madre, se la identifica con el descriptor de pecadora en una obra de
literatura escrita por un autor:
La tercera
conferencia del mes estuvo a cargo del Sr. Columbié. Este leyó primeramente un
trabajo de Alfredo Calderón titulado: Santa y pecadora. Es un diálogo entre dos
padres; principia de palabra y termina por cartas. El asunto versa acerca de
los amores de dos hijas respectivas de los referidos padres. La una produce
disgustos a su padre porque, hija amantísima pero verdadera mujer, espontánea,
todo corazón, le subyuga el amor a un sugestionador fementido, que le saca del
hogar paterno, satisface sus caprichos y le abandona luego de haberla
transformado en madre. Reconciliada con el padre vuelve a él, y redobla con el
fruto de sus entrañas las pasadas delicias de la casa paterna (Escuela Moderna,
1902, p. 64).
El
trabajo de Avilés (2006) establece que la obra de Santa y Pecadora se empleaba
en las conferencias de la Escuela Moderna, para contar la historia de una mujer
que era monja y regresaba a la casa paterna y la historia de otra mujer que era
abandona por su compañero una vez había sido madre. No obstante, el autor
recién indicado no identifica un acto de regreso a la casa paterna por parte de
la mujer que es madre, hecho que sí que hemos encontrado en nuestro análisis.
Para Avilés (2006), el acto de no regresar se empleaba por los racionalistas
como una moraleja laica para demostrar que era mejor ser pecadora que santa.
Desgracias de las madres: el sufrimiento debido a la
enfermedad
Debido
a la situación tan calamitosa en términos de higiene de las escuelas, de las
casas y de las instituciones públicas en general, se originó en toda España el
movimiento higienista, que tuvo influencias de la Pediatría y la Psiquiatría
principalmente. Su difusión se realizó desde la Escuela Nueva y tuvo su máximo
culminación en la II República. Este movimiento se vinculó al regeneracionismo
y a la idea de que la higiene mejoraría la vida de las clases trabajadoras, la
raza, la nación y la economía (Viñao, 2010).
En
la ciudad de Barcelona, el movimiento higienista fue paralelo a la
industrialización y fue representado durante sus primeros años por el
higienista Pedro Felipe Monlau. Después, Juan Giné Partagás y Rafael Rodríguez
continuaron su misión, poniendo en marcha diferentes proyectos como la Academia
de Higiene de Cataluña en 1887, la Exposición Universal de 1888 y el Instituto
de Higiene Urbana de Barcelona en 1891 (dirigido por Luis Comenge). La labor de
estos dos hombres tuvo lugar en las ciencias médicas y fue determinante para la
doctrina higiénica española (Alcaide, 1999).
En
relación con el tema del higienismo encontramos en las publicaciones de la
Escuela Moderna varias prácticas didácticas. Una de las prácticas más
importantes en este sentido fueran las conferencias dominicales, que hemos
comenzado explicando al principio de este artículo. En una de ellas el Dr.
Martínez Vargas mencionó que era fundamental la higiene del biberón, para
evitar el fallecimiento de los niños y niñas:
Trató extensamente de
la lactancia por medio del biberón, sosteniendo que puede dar opimos frutos
siempre que se tengan presentes los correspondientes preceptos higiénicos. Para demostrar lo pernicioso que puede ser aquel aparato si
no se usa en estado de completa asepsis, citó varios casos que se registran en
las crónicas médicas y que acusan una mortalidad terrible de niños (Escuela
Moderna, 1903, pp. 47-48).
En
documentos sobre otros proyectos sociales de los años 30, como son las Misiones
Pedagógicas, también se pueden identificar los peligros a los que podían
conllevar los biberones que no eran tratados con el cuidado higiénico
necesario:
Hemos visto morir a
un niño en San Martín; se alimentaba con biberón que se le hacía tragar cada
vez que lloraba; un biberón sucio, sin el menor control científico en su
composición, donde la leche fría y cuajada del día anterior se mezclaba con la
de hoy. ¡Cosas de brincadeira! También lo usaron así otros y no pasó nada...
(Patronato de las Misiones Pedagógicas, 1935, p. 37).
El
propio Martínez Vargas advirtió durante las fechas cercanas a las Misiones
Pedagógicas la importancia que suponía el cuidado de la infancia, ya que en
estos términos había mucho trabajo que realizar. Sus aportaciones se plantearon
en la sesión inaugural de la Sociedad Española de Higiene del año 1936:
"Proteged a los niños; son la alegría del hogar, el consuelo de la vejez,
la perpetuidad de la raza, la savia de la nación. Sin ellos, el hogar es
solitario, la vejez desvalida, la raza se extingue y las naciones
desaparecen" (citado en Nash, 1993a, p. 693).
El
Dr. Peiró, del que ya hemos hablado previamente, identificó otros problemas
relacionados con la lactancia; estos estaban relacionados con las dificultades
o las enfermedades que podían desarrollar las madres durante esta etapa de
alimentación:
… el defecto de
secreción de la glándula mamaria, mala conformación o enfermedades de la misma
y como a enfermedades generales, todas aquellas que, agudas, producen fiebre
alta, o crónicas, ya sean o no contagiosas, conducen a la debilidad o
agotamiento de las fuerzas de la madre, de cuyo estado ha de resentirse, la
calidad de la leche (Peiró, 1901a, pp. 25-26).
Otra
información que recogía las publicaciones racionalistas estaban relacionadas
con el peligro que suponía el uso del famoso corsé:
Mete
sus pies en calzados extravagantes impropios para la marcha; comprime sus
pulmones y su estómago en un corsé que compromete su salud y la de sus hijos,
si puede ser madre. Pero todo ello le importa poco: en los cerebros que la
esclavitud ha deprimido, la vanidad es lo primero (Chaughi, 1902, p. 29).
Hemos
visto que las madres padecían las muertes de sus hijos por la falta de higiene
de los biberones, así como por las enfermedades relacionadas con la lactancia
que podían desarrollar o por los peligros de las vestimentas con fines
estéticos. En la cita posterior identificamos otra dificultad relacionada con
la salud a la que tenían que enfrentarse, nos referimos a enfermedades que
provocaban un alto índice de mortalidad en la infancia como era la difteria:
Después de haber sido
la cuna de las ciencias, lo que explica y justifica su influencia, su prestigio
y su grandeza, las religiones han visto comenzar la decadencia para ellas el
día en que la ciencia salió del santuario (…). Desde entonces los
descubrimientos más importantes se han multiplicado sin su concurso. Así es
como recientemente, por ejemplo, se ha propagado por la vía de la prensa y
vulgarizado por toda Europa en algunas semanas el descubrimiento maravilloso
del Dr. Roux, sin necesidad de poner el suero bien hechor bajo la protección
milagrosa de un santo curador de la difteria. No hay más santo que el sabio
médico que ha encontrado el medio de curar la terrible enfermedad tan temida
por las madres (Escuela Moderna, 1906, p. 17).
En
la cita anterior se puede ver que aparte de hablar sobre la difteria, se da
importancia a la ciencia en contraposición a la religión. Hemos visto que la
postura racionalista se opone a la religión a favor de la ciencia
continuamente.
Por
otro lado, hemos identificado que los textos racionalistas identificaban al
beso como el originario de la difteria y de otras enfermedades que afectaba a
la infancia como las escarlatinas, los coqueluches y los sarampiones:
Sin embargo, muchas escarlatinas, coqueluches,
sarampiones y aun difterias y otras enfermedades se han transmitido
sencillamente por el beso (…) que los adultos se besen, allá ellos, puesto que
son responsables de sus actos; pero que los padres, en virtud de una costumbre
tan antipática como peligrosa para los interesados, expongan a sus hijos a
todos los contagios, "es verdaderamente repugnante para el higienista y para
cuantos tengan sentido común (Escuela Moderna, 1903, pp. 56-57).
Así
como, a la situación de insalubridad en la que se encontraban los centros
escolares (Sée, 1903). Por esta razón, el fundador de la Escuela Moderna
lanzaba esta pregunta: “¿Están en nuestras escuelas suficientemente protegidos
los niños para que una madre deje ir tranquilo cada mañana aquel ser querido,
que mientras le tuvo en su regazo crecía sano y que al ir al colegio se tornó
enfermizo? (Ferrer i Guàrdia, 1912, p. 40)”. Los institucionistas, que fueron
otros renovadores de la Pedagogía, también reflexionaron sobre el mal estado de
las escuelas:
Y hacen bien esos dos
millones y medio de niños en no ir a la escuela, y sus padres obran muy
cuerdamente en no enviarlos, porque si un día se les ocurriese obedecer
nuestras sabias leyes, perderían el tiempo y, lo que es más grave, la salud,
como pierden ya ambas cosas gran parte de sus aplicados compañeros. Perderían
el tiempo, porque no hay en España ni escuelas en que meterlos, aunque fuese
almacenados, ni suficiente número de maestros para educarlos de verdad; y
perderían la salud, porque los que malamente cupiesen, irían a envenenarse en
el pestífero ambiente de unos locales infectos, donde hoy mismo están ya
hacinados los niños que asisten; y con el tiempo y la salud perderían también
la alegría y la despierta curiosidad que, en estas condiciones, no tardan en
cambiarse en rutina servil y en horror a la escuela (Cossío, 1899, p. 173).
En
el sentido de prevenir la enfermedad, la Escuela Módena elaboró una publicación
que tenía el objetivo de mejorar la salud de los niños y de las niñas. Ésta era
un Botiquín Escolar que recogía primeros auxilios y los percances infantiles
más comunes. Otro de sus objetivos era reducir los disgustos de las madres
cuando su hijo tenía un accidente en la escuela:
… la segunda, es
evitar a la madre el triste espectáculo de ver a su hijo de regreso a la
escuela, fuera de hora, desfallecido, con las ropas manchadas por sangre o por
materias vomitadas cual si se tratara de un accidente difícil de remediar (Martínez, 1905, p. 4).
En
otras publicaciones de la Escuela Moderna, en el apartado final, aparece un
breve catálogo con otros textos de la editorial. Dentro de esta parte final, hemos
visto que el trabajo de Benot (1916) describía que el Botiquín Escolar eran un
conjunto de auxilios a prestar a los niños y niñas cuando padecían
perturbaciones o lesiones en la escuela. Y que se podía considerar como un
tratado que podría ayudar a las madres. Así pues, esta publicación surgió para
poner remedio a una necesidad social. Esta idea la podemos generalizar a el
resto de las publicaciones escogidas en este informe de resultados, pues desde
ellas se analizan las carencias sociales que padecían las madres con el
objetivo de superarlas.
Consideraciones finales
Partiendo
del análisis de las publicaciones racionalistas de la Escuela Moderna, podemos
establecer tres grandes aportaciones relacionadas con nuestro objetivo:
En
primer lugar, hemos identificado que las madres del régimen de la Restauración
padecían la desgracia relacionada con cuatro tipos de carencia, éstas que
proceden de las categorías del análisis, son: la carencia económica, la
carencia de conocimiento, la carencia de moral de la sociedad y la carencia de
la salud. Éstas afectaban a sus vidas y a las de su descendencia, provocando
consecuencias devastadoras como la enfermedad y altos índices de mortalidad
infantil.
Dentro
de esta primera aportación podemos identificar las siguientes ideas
provenientes de la perspectiva racionalista:
I.
La
carencia económica daba lugar a que las madres tuvieran que soportar regímenes
laborales desmesurados y a que no pudieran dar una buena vida a sus hijos e
hijas.
II.
La
falta de conocimiento causaba la desgracia infantil y, por otro lado, se
consideraba que se materializaba en la trasmisión de conocimientos no
apropiados para los hijos o hijas como podían ser los relacionados con la
guerra y la religión. Siendo estos últimos inapropiados por alejarse del método
científico y generar supersticiones.
III.
Las
madres padecían la falta de moral de la sociedad al ser juzgadas con más
severidad que los hombres. Siendo algunas madres, indistintamente de su clase
social, generadoras de la falta de moral al maltratar a sus hijos e hijas.
IV.
La
enfermedad de la madre y del hijo era otra de los temas que aparecían en las
publicaciones racionalistas. En ocasiones, la falta de salud se originaba por
la falta de conocimiento de las madres y por la negligencia de las escuelas.
En
relación con la segunda aportación, hemos identificado, que durante el período
analizado las carencias se vivían de manera desigual para la mujer respecto al
hombre. Los ejemplos expuestos establecen que las reformas políticas se
centraban más en la pobreza masculina. El conocimiento del que disponía la
mujer procedía de la sumisión que vivía la mujer en el hogar, siendo ésta
provocada por el dominio masculino. La moral resultaba ser entendida de manera
más flexible para el hombre que para la mujer, aunque se tuviera justificación
para actuar de una manera o de otra. Las mujeres usaban determinadas piezas de
vestimenta que podían resultar nocivas para su salud.
En
tercer lugar, desde el análisis de resultados y yendo más allá, podemos aportar
a modo de reflexión que las cuatro carencias estaban interrelacionadas entre
sí, ya que una madre que tenía pocos recursos económicos se veía obligada a
trabajar durante jornadas laborales desmesuradas que resentían su salud y la de
sus hijos. Estas jornadas demuestran la falta de moral de la sociedad hacia la
madre y su progenie al no proveerla de un descanso adecuado. Y, por otro lado,
la falta de disposición de apoyos sociales y económicos es una de las causas
que dificultan el acceso al conocimiento y sin la posibilidad de acceder a la
educación es más difícil salir de la pobreza. La interrelación de estas
carencias se puede seguir ampliando si se analizan las causas y las
consecuencias.
A
modo de cierre, quisiéramos plantear que el análisis del que partimos podría
ampliarse aportando una comparativa con otros renovadores de la Pedagogía del
primer tercio del siglo XX. También consideramos que las publicaciones
racionalistas de la Escuela Moderna, que hemos empleado, en este análisis, y
otras de la misma editorial podrían ser empleados para seguir aportando
información sobre el papel de la mujer a lo largo de la historia.
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Recibido: 08/04/2020
Evaluado: 24/05/2020
Versión Final: 30/05/2020
(*) Doctora en Educación y Sociedad (Universidad de Barcelona). Profesora del Grado de Educación Primaria (Universidad Internacional de la Rioja). Técnica de educación por la justicia global (ONGD Desos Opció Solidària). España. E-mail: estefania1fernandez@outlook.es . ORCID: http://orcid.org/0000-0002-4184-5400
[1] La Restauración borbónica fue un sistema político español que tuvo sus inicios en el año 1874. El golpe de estado encabezado por el General Arsenio Martínez Campos determinó la vuelta de la Monarquía Española y de la dinastía borbónica hasta la II República en el 1931 (Muñoz, 2018).
[2] Algunas de estas referencias nos aparecen en las tablas recién indicadas, porque se encuentran en los Boletines de la Escuela Moderna.
[3] Hemos indicado más arriba que Ferrer i Guardia tuvo que salir de España, para exiliarse en Francia, por participar en un levantamiento a favor de la república y que fue encabezado por el general Villacampa en el año 1886.
[4] Boletín de la Escuela Moderna. Barcelona, año I, núm. 3, 31 de diciembre de 1901. Boletín de la Escuela Moderna. Barcelona, año I, núm. 4, 31 de enero de 1902. Boletín de la Escuela Moderna. Barcelona, año I, núm. 5, 31 de marzo de 1902. Boletín de la Escuela Moderna. Barcelona, año I, núm. 7, 31 de mayo de 1902.