Estética de Laclau en el análisis de la “Toma” de la Universidad Nacional de La Rioja del 2013. Contribución a la historización de una revuelta estudiantil

 

 

Adrián Mercado Reynoso(*)

 

 

Resumen

 

La revuelta estudiantil en el campus universitario de La Rioja del año 2013 es abordada aquí desde el paradigma laclaudiano (Ernesto Laclau, 1935-2014) donde se intenta echar luz sobre las reacciones que generaron las demandas estudiantiles que culminaron con un recambio de gobierno universitario. Se trata aquí de aplicar la compleja conceptualización propuesta por este autor tales como los ‘significantes’ ‘vacíos’ o ‘fluctuantes’, y una nueva lectura de conceptos clásicos como el de hegemonía y contingencia, que nos permitan arrimar una nueva mirada sobre este acontecimiento inaudito en la historia universitaria latinoamericana.

 

Palabras clave: Ernesto Laclau; Revuelta; La Rioja; Siglo XXI; Universidad.

 

 

 

 

Laclau’s aesthetics in the analysis of the “Toma” at the National University of La Rioja in 2013. A contribution to the historicization of the student revolt

 

 

Abstract

 

The student revolt on the La Rioja university campus in 2013 is approached here from the Laclaudian paradigm (Ernesto Laclau, 1935-2014) where an attempt is made to shed light on the reactions generated by the student demands that culminated in a change of university government. It is a matter of applying the complex conceptualization proposed by this author, such as the 'signifiers' (floating or empty), and a new reading of classic concepts such as hegemony and contingency, which will allow us to take a new look at this unprecedented event in Latin American university history.

 

Keywords: Ernesto Laclau; Revolt; La Rioja; 21st Century; University.

 

 


 

 

Estética de Laclau en el análisis de la “Toma” de la Universidad Nacional de La Rioja del 2013. Contribución a la historización de una revuelta estudiantil

 

 

Introducción

 

At an evening meeting, most of the groups affected by the new University policy agreed to picket, conduct vigils, rallies and touch off civil disobedience, if the University stands firm on the Bancroft-Telegraph politics ban after a meeting with Dean Towle, scheduled for 10:30 a.m. the next morning.

Cronología de las revueltas estudiantiles de la Universidad de California, Berkeley, en 1965.[1]

 

Cuando en el año 2000, en Londres se publicó un libro llamado Contingency, Hegemony, Universality… la autora Judith Butler ponía en duda la existencia de sujetos preconstituídos (políticos, sindicatos, partidos, estudiantes, etc.) en las coyunturas contestatarias, cuestionando implícitamente que éstas unidades se muevan premeditadamente en determinado sentido histórico (Butler, Laclau y Zikek, [2000] 2004, p. 20). Epistemológicamente se preguntaba si Lacan y la constitución de la intersubjetividad iba acompañada (era compatible) con la idea de Gramsci de hegemonía y contra-hegemonía. En definitiva, se estaba preguntando si la constitución de la subjetividad contestataria requiere de sujetos activos preconstituidos y de objetivas condiciones de estructuras opresivas. ¿Qué es lo que une a los movilizados? El movimiento contestatario llamado la Toma (Escudero, 2016, p. 163; Brúculo, 2016, p 709), en cuanto sujetos-ciudadanos ubicados dentro del dominio de la representación política, rompe con los dispositivos disciplinares y normativos instituidos por el régimen universitario de entonces y avanza hacia una ¿Turba? ¿Revuelta? ¿Insurrección? ¿Piquete pacífico? ¿O es una revolución como lo sugirió Atilio Borón en su conferencia en la UNLaR del 18/12/2013?

Independientemente de la catalogación, la seriación y fases, los eventos de insubordinación de actores universitarios desembocaron en un recambio de autoridades y reformas de administración propias del progresismo. ¿Qué lo causó? ¿En qué momento coyuntural se produjo? Este recurso historiográfico de que hay una “chispa” que “enciende” la revuelta o es disparador o desencadenante de aquellos acontecimientos ¿no es ya epistemológicamente cuestionable? ¿Por qué fallaron sus dispositivos normativos (reglamentarios disciplinarios institucionales)? ¿Cuándo su significante vacío (democracia, participación, excelencia, etc.) se concatena movilizando recursos y voluntades? ¿Ésta con-formación de la subjetividad revoltosa es independiente a los ‘políticos’, ‘sindicatos’, ‘estamentos’? ¿Esta estética o modo particular de entender la belleza de la revuelta es acorde a una lógica de la emancipación popular?

Creemos que fenómenos como la Toma es un historical products riojano trascendental para la teoría contemporánea del siglo XXI y al menos puso, en entredicho, el sistema de representación de la universidad pública argentina. Siempre en la intención de aportar una contribución a la historización reciente repasaremos la teoría laclaudiana que supone, primariamente, la construcción de una nueva identidad opositora a las autoridades instituidas legalmente. Los ejes gramscianos son (aunque también podríamos decir hegelianos, marxistas y ahora laclaudianos) que toda revolución o rebelión es un hecho de masas, que todo consecuente posee un precedente, y que la historia de cada pueblo-nación ―agrego parroquia, institución o provincia, aquí locus― es irrepetible como componente arquetípico colectivo.

Las apreciaciones que aquí versaremos serán de naturaleza fundamentalmente epistemológica, basada, como dije anteriormente, en el paradigma de Ernesto Laclau (1935-2014) y no, strictu sensu, de naturaleza histórica sino el ejercicio de aplicación del mundo categorial de Laclau a un caso concreto. Tampoco es un estudio del estado de la cuestión sobre la Toma (2003) y especialmente la derivada de los investigadores locales que están o estuvieron trabajando sobre el tema (los profesores S. Strafezza, N. Álvarez Gómez, M. Moreno Pullarelo [2012] y R. Brúculo [2016]). En algún caso haré uso de la conferencia que di sobre la misma (Mercado Reynoso, 2018) pero siempre tendrán relación al abordaje teórico laclaudiano. Utilizaré fundamentalmente documentación de Laclau traducida al castellano y sólo puntualmente alguna referencia al siglo XIX. Tampoco haré un análisis comparativo con otros sucesos donde haya sucedido una revuelta contra las autoridades universitarias en América Latina o el mundo (pensamos en un movimiento estudiantil “piquetero” como el “Free Speech Movement” desarrollado en el campus de la Universidad de California en Berkeley [Draper 1965]). Como es conocido, en la Toma aconteció que, en un primer momento, prevaleció un sentido común de que era un problema que debía resolverse en el marco del respetuoso derecho a la autonomía universitaria. Poco después dejó de ser ―para usar palabras de Laclau― una soslayable differentia specifica de un determinado genus, es decir, una singular situación de un grupo, en este caso, los estudiantes, quienes llevaron una iniciativa diferente y sin precedentes en la historia del medio centenar de universidades públicas de sistema de educación superior de la Argentina: se revelaron y bloquearon el servicio de enseñanza hasta lograr el recambio de las autoridades y del estatuto –como instancia legal y normativa- que la regía institucionalmente.

 

I. Lo posible es lo real

 

Para entrar a un tema de la historia reciente tan controversial como la Toma, siguiendo a Laclau, tenemos que la condición de posibilidad de algo es también su condición de imposibilidad. Renunciar a un rector de una universidad pública en periodo democrático (y con él el vicerrector, los decanos, los presidentes de la obra social y fundación universitaria, los sindicatos docentes y administrativos, etc.) es ampliar el campo de la indecibilidad estructural, expandiendo, con este ejemplo histórico presente, el terreno para una teoría de la decisión en tanto tomada en un contexto indecible. Esto último, es para Laclau, una teoría de la decisión tout court: si el terreno donde se desarrolla la disputa no fuera indecible, su resolución habría sido parte de su lógica inherente (que en el caso en cuestión podrían ser resuelta en los organismos colegiados o de control como el Consejo Superior, Decanato, etc.), y no el yo mismo laclaudiano (los estudiantes, el picketing, los docentes, la vanguardia etc.) quien habría decidido. Así, decisión a partir de lo indecible es igual a decisión pura. Pero también decisión es igual a decisión política, si lo político es, en términos de poder, el momento de una institución radical, está claro que el cambio de gestión no aconteció siguiendo los caminos formales y legales, el recambio estaba impedido. Demos pues un ejemplo de cómo estos momentos de decisión se transforma de indecibles a posibles y que se requieren mutuamente analizando brevemente lo que pasó entre los estudiantes.

Los casi diez mil estudiantes universitarios estaban organizados en instituciones cuasi-trascendentales llamados “centros” de estudiantes organizados por carreras (vg. Arquitectura, Abogacía, Historia, etc.), todos ellos con autoridades reconocidas por el rectorado y que habían proveído al oficialismo los nombres del centenar de los estudiantes para representar el estamento estudiantil en cada consejo directivo de cada facultad. Este estudiantado, adhería a lo que llamaremos, simplificando en extremo, Identidad Tellista (en adelante IT). Poseían sus prebendas del poder oficial del rector Tello Roldán tales como reducción de costos de matrículas, pasajes y copias de material de estudio.[2] En el mes de proceso que millares de sujetos apostaron por la destitución ―y este parece ser el punto neurálgico de interés historiográfico―, hubo jóvenes “inorgánicos” que pasaron de “turba” o “pseudo alumnos” a ser los legítimos representantes de los estudiantes en actos asamblearios diarios. Serán otros estudiantes, no aquellos validados por el beneficio del poder instituido los que erigen un plan destituyente exitoso ¿qué había pasado que hubo una brutal pérdida de la legitimidad del Tellismo? Había pasado de indecible a posible ¿por qué? Usemos entonces a (la lógica) Laclau.

A diferencia de la filosofía de la praxis de Althuseer, Laclau remitiendo vía Rodolfo Gasché muestra que tanto pensadores diversos como Aristóteles, Averroes, Gramsci, Heidegger y Arendt transforman dicha noción de naturalidad e institución. Para ellos, el mundo no es un espacio natural o dado de antemano, sino el reino de la interacción que se constituye por medio de la acción política. La relación ontológica teoría y práctica se ve alterada. Tal como Heidegger la concibe, es el modo de teorizar que se requiere para pensar lo político; que, si bien se traduce como reflexión, no se refiere a una introspección, sino a una inquietud por la vida cotidiana que plantea una interacción con el mundo, entendido como el espacio que se constituye entre los seres humanos. Gasché afirma que lo que caracterizó como la originalidad de Aristóteles es una nueva concepción de las relaciones entre la teoría y la praxis. A partir de la Besinnung, Gasché expone la falsedad de la dicotomía entre lo teórico y lo práctico, que asume que el conocimiento es exterior a la experiencia vivida (Erlebnis), para mostrar que el pensamiento es una acción y un modo superior de la praxis. Laclau utiliza esta lectura política que Gasché hace de Heidegger (Laclau, 1997, p. 71) y que se funda en dos aspectos centrales de la crítica que este filósofo alemán hizo de la ciencia social: por un lado, en las conferencias de Friburgo señaló la incapacidad del neokantismo para entender la experiencia de lo extraño (Fremderfahrung) y el fenómeno de ser con otros; por otro lado, argumentó que la ciencia social es incapaz de captar la singularidad, pues para ella todas las puestas de sol se engloban como un mismo fenómeno. Siguiendo con este esquema, Laclau abandona la dicotomía judeocristiana de eticidad ontológica: en cualquier ejemplo histórico no hay buenos (los jóvenes y profesores rebeldes que integran una Identidad Popular o IP) ni malos (las autoridades ni funcionarios que gerencian la universidad y que denominamos Identidad Tellista o IT) sino que hay disputa por el estatus de lo lógico, que, para el pensamiento laclauidano, se vehiculiza en la construcción y deconstrucción de un discurso político que constituye el universo simbólico, un acto de simbolización. Con ello se rechaza la idea monista de “aparato” (Althusser y Poulantzas) en donde hay un edificio dominado por aparatos ideológicos y de otro tipo (en este caso la universidad) y hay una cúspide organizacional encabezada por un decisor central que toma las decisiones legitimas de represión y promoción a la masa instituyente, y ante ello hay una resistencia mayoritariamente asimilada por la normatividad y la ley (estatuto, reglamentos). Aquí nos detenemos porque surge la primera pregunta inquietante (tanto para el estructuralismo althuseriano como para el posmarxismo laclaudiano) ¿Todas las decisiones las tomó, en sus más de dos décadas de gestión, el rector Tello Roldán? Para Laclau es una pregunta intrascendente, veamos por qué.

Laclau, al modificar la idea de “arena” gramsciana donde se resuelven las disputas, establece que el “antagonismo” de ambas contradicciones se da, no en tanto una relación del tipo A y no A como la contradicción lógica, ni de A y B de la oposición real, sino la interrupción de una identidad por algo que es investido como causa de una constitutiva incompletitud rellenada por demandas fluctuantes de la carencia. El significante vacío es el significante de la vacuidad, no es un significante que carezca de relación con el proceso de significación, es simplemente un significante que es cuasi imposible de ubicar en algún lugar, del tipo #DemocraciaenlaUNLaR o #Plan de lucha por la democracia y la libertad universitaria. Lo que se da después –del triunfo de una nueva identidad- es una complejada performatividad de reconstrucción de los eventos para el “uso” de la historia que favorezca el rol del nuevo poder instituido. Dicho de otra manera, la disputa de A se da con B y surge C, donde C no es lo importante sino como se constituyen las demandas dispersas en el acto constitutivo de B. Quienes hayan liderado A y B no es un dato significativo sino el cómo se constituye las mayorías generadoras de C.

 

II. Significantes flotantes e identidad popular

 

Para Laclau un acontecimiento de masas como la Toma de la UNLaR y el descabezamiento de las autoridades académicas y la reposición de nuevas autoridades sería impensable sin la constitución de significantes (vacíos y fluctuantes) en la emergencia de una nueva identidad popular (en adelante IP). Ésta IP a su vez presenta, o mejor dicho, vive si y solo si existe un significante vacío que expresa y constituye una cadena equivalencial, con la que vence a la identidad preconstituída. Tanto un significante vacío y una cadena equivalencial son dos conceptos muy abstractos pero que sin los cuales no es posible el análisis del surgimiento de una IP nueva que cuestione y derribe la anterior, lo que significa además que esa nueva identidad surge de demandas específicas las cuales, por una razón, se encadenan a otras formando una unidad que, en definitiva, va a construir una nueva hegemonía. Intentemos graficar esto con el mismo ejemplo que da Laclau para ejemplificar la revolución soviética ante el zarismo. Le llamaremos Modelo A (Laclau, 2000, p. 282) y es necesario aclarar que este grafico es modelo simplificado.

 

Modelo A

 

El ejemplo que tiene Laclau y que aquí arriba grafica era de la Rusia de los zares. Dice:

 

el ejemplo que teníamos en mente era de un régimen opresivo –en ese caso, el zarismo- separado por una frontera política de las demandas de las mayorías de los sectores de la sociedad (D1, D2, D3…) Cada una de estas demandas en su particularidad es diferente de todas las otras (esa particularidad se muestra en el diagrama con el semicírculo inferior en la representación de cada una de ellas). Sin embargo, todas ellas son equivalentes entre sí en su oposición común al régimen opresivo (Laclau, 2005, p. 165)

 

Podemos hipotetizar que las demandas del “pueblo” ruso son: D1) libertad de prensa y de imprenta, D2) eliminación de la servidumbre campesina, D3) eliminación de impuestos agrícolas y D4) finalización de la participación rusa en la Gran Guerra -1° guerra mundial-. D5) participación del voto campesino a la Duna -parlamento ruso-, etc. El régimen opresivo es a su vez, hegemónico, aunque sea en franca reversión. Žižek, en fructífero debate con Butler y Laclau continúa con esa tradición académica al mostrarnos como el poder nos obliga, en la mayoría de los casos, a consentir aquello que nos constriñe (Žižek, 2004, p. 309). Sobre esto volveremos. Sin embargo, ¿qué es lo que sucede si esta frontera dicotómica, sin desaparecer, se desdibuja como resultado de que el régimen opresivo restablece el orden hegemónico?, es decir, ¿Qué sucede si intenta interrumpir la cadena equivalencial contra hegemónica –el Laclau más populista diría del “campo popular”- mediante la incorporación de algunas demandas populares (re)construyendo una cadena equivalencial alternativa (incorporando una casamata enemiga al propio campo), articuladas como (nuevos) eslabones diferentes en la antigua cadena equivalencial?. Podríamos presentar un ejemplo, siguiendo el diagrama anterior, de la siguiente manera (Laclau, 2004, p. 165).

 

 

Modelo B

Al explicarlo, Laclau nos dice:

 

como veremos, D1 está sometida a la presión estructural de dos cadenas equivalenciales antagónicas representadas por las líneas puntuadas [donde] la horizontal corresponde al campo popular que se opone al zarismo como en nuestro primer diagrama (modelo A). La diagonal, no obstante, establece un lazo equivalencial entre D1, que pertenece al campo popular, y otras dos demandas a las que este último se opondría por pertenecer al zarismo. Así, tenemos dos maneras antagónicas de construir al “pueblo” como un actor histórico. El modo como se va a definir el sentido de D1 va a depender del resultado de una lucha hegemónica. Por lo tanto, la dimensión flotante se vuelve más visible en periodos de crisis orgánica, cuando el sistema simbólico requiere ser transformado de un modo radical. Y, por ese motivo, esa dimensión tiene como patrón necesario, la indefinición de la relación entre los dos semicírculos en la representación de las demandas: es siempre el semicírculo superior el que se vuelve autónomo en cualquier flotamiento, ya que es una de sus virtualidades equivalenciales donde descansa la representación de la plenitud ausente de la sociedad (2005, pp. 166 y 167).

 

Descriptos estos dos modelos, pensemos en uno local, tendiente a modelar la Toma. Si seguimos la episteme laclaudiana, los sucesos de 2013 podríamos graficarlo de la siguiente manera y que denominaremos Modelo C, para lo cual, en vez de zarismo (antigua Z), tenemos aquí al tellismo (el gobierno universitario conservador del rector, Tello Roldán, en adelante TR). El centro del modelo lo ocupa TR. La novedad la da la línea punteada que sugiere la pulsión de una incorporación de demanda opositora (D1) al campo hegemónico oficial.

 

 

 

Modelo C


Recordemos que en estos esquemas las demandas surgen como producción de significantes tendencialmente flotantes que permiten que, estos últimos confluyan en la representación del primero, llamado vacío. Demos nombre (y discurso) a las demandas contra-hegemónicas al IT, a los efectos de ejemplificar el modelo C en el caso de la UNLaR y en la segunda semana de septiembre de 2013: D1 renuncia del rector; D2 democracia universitaria; D3 reincorporación de los docentes cesanteados; D4 mayor representación de los estudiantes en el ponderamiento del voto electivo de las autoridades universitarias; D5 mayor excelencia y calidad académica, etc. Esta visibilidad de las demandas se da en las crisis orgánicas como la que aconteció, y como sabemos quiénes somos miembros de la comunidad universitaria, pueden o no figurar en la opinión pública y en los medios de comunicación. En este caso un puñado de alumnos y al menos un docente iniciaron una “sentada” como protesta, que luego continuo con bloqueo de clases, mas luego desencadeno una movilización masiva que impidió el normal dictado de clases y a posterior el funcionamiento administrativo de la universidad. Aquí tenemos dos maneras antagónicas de deconstruir el universo de lo simbólico instituido. El modo como se va a definir el sentido de D1 va a depender del cómo se plantee la diagonal de los defensores del universo simbólico. En medio de estas operaciones hegemónicas, la demanda 1 posee una cadena equivalencia con el resto de las demandas. La D1 es “una demanda que está sobredeterminada al ser punto nodal: cada punto nodal o significante vacio está sobredeterminado ya que condensa el mayor número de cadenas asociativas” (Biglieri y Guille, 2017, p. 4). De manera análoga y desde el campo del tellismo (TR) hipotéticamente podría presentar la renuncia del rector ante la asamblea universitaria (máximo organismo estatutario de la universidad) y asumir un reemplazante que licue la oposición al aumentar el universo de expectativas que supone un recambio de autoridades. La IT habría accedido a la D1 y con ello podría haber roto la cadena equivalencial con el resto de las demandas de la IP. La línea punteada se desplazaría si hubiera conocido la lógica del desplazamiento de la frontera de las demandas. Una renuncia temprana del rector hubiese operado como una desidentificación de la identidad popular y roto su cadena equivalencial, probablemente aplacado la revuelta para decantar a rebelión cívica estudiantil. Como sabemos, con el pasar de los días cada nueva demanda se integraba a la cadena equivalencial hasta superar los límites del campus universitario. La aparición de las movilizaciones masivas que partían del campus universitario introdujo, en términos laclaudianos, una conexión contingente entre diferencias intrasociales. La condición de posibilidad y decisión escapa del cálculo de la regla que la espera subsumir.

 

III. La renuncia de Tello se vuelve significante flotante

 

No tenemos, en términos laclaudianos, una teoría de una salida de una situación límite (autoritaria, dictatorial, etc.) que a priori podamos implementar, es decir, no tenemos una secuencia ideal de pasos “emancipatorios” que conlleven una eticidad deseada. La dinámica se establece en medio de la fluctuación. Por ejemplo, la petición misma de renuncia, que se manifestó en una cartelería icónica que mostraba la figura física de Tello Roldan, se trasladó a otra demanda concurrente, la de democracia en la UNLaR. “Con (el rector) Tello Roldán afuera y con el ‘tellismo’ dentro se extiende la Toma” titula el periódico digital Aimogasta Noticias el día 01/10/2013 (Escudero, 2016, p. 145), dando a entender que la renuncia de la máxima autoridad no bastaba. La intolerancia radical ante la opinión divergente volvió al tellismo (IT) un elefante en un bazar, ante la invalidez fáctica de todas las técnicas de persuasión que le habían, en el pasado, sido efectivas. Ello se debió, en hipotética opinión laclaudiana, a la eliminación de la oposición interna de cualquier tipo (de docentes, administrativos o estudiantes, gremiales y partidocráticas) que se da ya en este siglo y el cual, según el aparato conceptual del argentino radicado en Inglaterra, generaría una (in)solidez institucional en el campo de la lógica de la representación (Laclau, 2008, p. 9). A partir del año 2000 la lista oficialista celeste ocupó el 100% de los cargos electivos, lo que alteró la completud estructural de la representación con cierta fijeza institucional dañando la relación hegemónica. Dice Laclau (1997):

 

Ya hemos visto que la completud ausente de la estructura (de comunidad en este caso) debe ser representada/tergiversada por uno de sus contenidos particulares (una fuerza política, un grupo, una clase). Esta relación por la que un elemento particular asume la tarea imposible de representación universal, es lo que llamo relación hegemónica (p. 71).

 

Lo interesante aquí no es la ideología despótica o medievalista del rector Tello Roldán[3] sino el momento en que el poder (intolerante) mismo es puesto en discusión por una conjugación de contingencia con la emergencia de significados flotantes que elaboraron una nueva identidad.

Dos cuestiones innovadoras en el concepto de hegemonía y para no abandonar un ejemplo educativo y para el presente siglo, en el paradigma gramsciano los cincuenta rectores del sistema universitario público argentino son autoridades empoderadas, entre otras cosas, por haber construido hegemonía en organizaciones político partidarias militantes al interior de su propia institución y haber, coyunturalmente, organizado/negociado/consensuado una mayoría relativa que les permite ejercer el poder legal y legítimamente (con ayuda intra o extra institucional o de la sociedad civil). Pero en términos laclaudianos estamos tratando con construcciones no fundamentalistas de sentido (dixerunt contra: a diferencia de un rector electo, un obispo, sheik o exarca –de cualquier religión- o un interventor federal es una construcción fundamentalista); el constructo requiere, como un organismo, de su propia alimentación continua de construcción de significantes que rompan las eventuales cadenas de intereses de los contrarios y limite los efectos de los periodos instituidos. No obstante, existe, a nuestro entender, cuatro aspectos de la teoría de la hegemonía de Laclau que introducen nuevos elementos y perspectivas acordes con nuestro objeto de estudio. Uno es la que el campo donde se dirime la hegemonía es un campo de disputa, siguiendo una tradición en Luxemburg, Lenin, Gramsci y Mao Zedong, pero que hay varios o tendencialmente varias producciones de significantes que permite que los últimos tomen la representación del primero, preexistiendo una movilidad intrínseca. Sin embargo, esta movilidad no siempre se da: hay prácticas sedimentadas que se organizan en un marco normativo que opera como una limitación sobre el horizonte de opciones (el ejemplo más acorde es como la IT limitó la participación de las minorías al máximo al obligar a concurrir al acto eleccionario con una lista “sabana” con todos los estamentos y en todas las facultades lo que hizo imposible su organización desde un afuera del oficialismo).

El segundo elemento es concurrente con la crítica laclaudiana al pensamiento kantiano es la diferenciación axiológica, aún en el pensamiento científico y con origen en la tradición judeocristiana, entre buenos y malos. La critica la “eticización” que las corrientes contemporáneas tienden a elevar a niveles ontológicos expresadas en el retorno del deber ser. “No existen, desde mi punto de vista, principios éticos o normas cuya validez sea independiente de todo espacio comunitario” dirá Laclau (1997, p. 79). Esta dimensión (¿o elección?) no ética, o más precisamente no axiológica, no es el resultado de ninguna insensibilidad ética o axiológica sino de la convicción que ninguna dimensión ética o valorativa puede derivarse de la estructura general de la experiencia.

El tercero es el supuesto, en una crítica de Laclau a Rorty, de un carácter “civilizatorio” de la disputa que se da al interior de arena política. La idea rortyana absurda que las decisiones son producto de una acción “conversacional” que supone lo que Laclau llama “construcción hegemónica discursiva”. La Toma no es solo producto de conversaciones sobre valores ni sobre divergencias de subjetividades ni valoraciones normativas. Implicó, según la matriz laclaudina, una concatenación de significantes que pasaron de flotantes a vacíos y que significó la dislocación y deconstrucción de la IT oficialista y el fortalecimiento y reconstrucción de una nueva IP opositora. Un cuarto y vital elemento que emparenta a Laclau con Zizek y Butler es la contingencia, del cual no nos explayaremos por razones de espacio.

 

IV. Lacan en la UNLaR

 

Como es sabido, Laclau recurre a Jacques Lacan al usar el lenguaje como un sistema de diferencias: la construcción de cualquier Identidad Popular requiere lógicamente de la ‘sistematicidad’ de ese sistema. Todo sistema se basa en identidades diferenciadas las cuales, para complejizar, las identidades (populares o no) estarán –dentro de un sistema de lenguaje- constitutivamente dislocadas y esta dislocación permite mostrar una contingencia radical. Lo que es necesario para que este acto de simbolización tenga lugar es una cierta función lingüística de la formulación, lo que retroactivamente le confiere necesidad a1 objeto (significado) mediante el nombre (significante) que usa. La Toma, en cuanto manifestación en ese sistema lingüístico de identidades diferenciadas, es un acto creativo, un momento de decisión radical. Lo interesante es que este momento, explicado vulgarmente como la chispa que encendió la acción colectiva, es para Laclau “un acto que no puede ser explicado por ninguna mediación racional subyacente. No hay ‘reglas´ que trasciendan a sí mismas para acciones colectivas como la aquí descripta. Hay, eso sí, contingencia, que se suma además a la pluralidad de ordenamientos discursivos que eran posibles en octubre de 2013 en la universidad riojana y el ordenamiento real que finalmente prevaleció.

Aquí podemos detenernos en un momento clave del pensamiento laclaudiano, con influencia de Søren Kierkegaard, para quien la verdad histórica es un constructo subjetivo, y con el pensamiento de Jacques Derrida a quien usa para desacreditar la autoridad constituida. Traigamos a colación nuestro ejemplo de la Toma. Supongamos que consistió inicialmente en que 15 estudiantes y un grupo de docentes “precarizados” se movilizarán al interior del campus universitario,[4] y que ante el in crescendo del número de movilizados impidió, el normal dictado de clases, en abierta violación de normas estatutarias y del derecho civil. Derrida podría interpretarlo como síntesis de un momento finito de urgencia, precipitación y radicalización (Derrida, 1995, p. 107), y que Laclau ampliará con los conceptos de contingencia y construcción de significantes. Días después eran cientos, luego miles los movilizados, que concatenan unas demandas fluctuantes y singulares hasta encontrar la vacuidad y con ella el comienzo de la horadación de la identidad tellista, hasta entonces hegemónica. La singularidad de la Toma se basa es un supuesto que no puede ser unidimensional ni monocausal (lo produjo tal o cual cosa, evento, suceso, coyuntura) sino amerita ser pensada en términos y dentro de una compleja relación entre lo heterogéneo y lo homogéneo. Dicho de otra manera y ejemplificando, la Toma no es/fue/significó un recambio institucional usual sino que es el aumento (contingente) del espacio de representación que excluyó la homogenización pactada de la Identidad Tellista. Por el contrario, la Identidad Popular se forja por el hecho de que “todas las demandas individuales y en su propia individualidad y singularidad se oponen al mismo régimen opresivo y es la razón por la cual es viable que se establezca una relación equivalencial entre ellas” (Laclau, 2005, p. 125). En el modelo C, las D1 pasará a ser D3 y la D2 a D1, etc. cuya lógica dependerá del análisis concreto de la particularidad y desarrollo de los eventos que acontecieron en los veinte y pico de días que se desarrollaron los acontecimientos. No obstante, lo que para mí es preocupante del análisis laclaudiano es que no sólo describe la relación equivalencial de las demandas constructivas de la IP sino que revela la incapacidad de la IT de romper la cadena equivalencial satisfaciendo demandas particulares y explotando una multiplicidad de decisiones posibles. La cadena equivalencial solo puede subsistir dentro de la tensión inestable entre dos extremos y se desintegra si uno de ellos se impone con acciones deconstructivas de las demandas fluctuantes. Por ejemplo, la IT pudiese haber ofrecido la renuncia del déspota Tello Roldan en la primera o segunda semana pudiese haber roto la cadena equivalencial de las demandas de la IP, inclusive colocando un moderado representante de la IT, y con ello, habría iniciado una brecha en el campo antagónico mediante la absorción de una demanda concatenada dentro del universo simbólico discursivo opositor o contra hegemónica. O para ser más precisos, la IT no hubiese perdido la relación hegemónica si hubiese aceptado una demanda inicial.

Los fenómenos contemporáneos de globalización, universalización y generalización de formas liberal democráticas de representación (ejemplificadas en la tolerancia de la cultura occidental) sitúan a las demandas en lugares y contextos históricos muy diferentes de aquellos para los cuales fueron concebidos (recuérdese aquí el pedido estudiantil de no reelección permanente de autoridades universitarias). En otro lugar he intentado deconstruir la lógica de la representación estudiantil mediante actos asamblearios públicos en contextos universitarios, al efectuar una análisis histórico comparativo entre los acontecimiento de la reforma universitaria acaecida en la UNC de Córdoba en 1918 y la de la UNLaR de La Rioja en 2013, intentando poner en valor la no acción del Estado nacional central, en ambos casos, de omitir usar la fuerza pública legítima para reprimir las movilizaciones estudiantiles, in locus, contribuyendo, con esta omisión y forma de acción, a un proceso de racionalización administrativa que incluye la transformación de un derecho a la petición en legalidad. Pero este análisis sería, para Laclau, intrascendente si no se mira la composición hegemónica, y siguiendo el pensamiento derrideano, no es más que una distinción difícil e inestable entre la justicia y el derecho, entre la justicia infinita, incalculable, rebelde a la regla, extraña a la simetría, heterogénea y heterótropa y el ejercicio de la justicia como derecho (Laclau, 2004).

Para el estatus lógico laclaudiano tenemos que desencantarnos de una historia lineal de la toma que establezca un punto de inicio, punto nodal, point de capiton y culminación. Y este tal vez sea el punto criticable más elaborado a la teoría laclaudiana, por ejemplo, de Slavoj Žižek, para quien no está claro si Laclau propone un modelo de lucha interminable por la hegemonía y con ello está aportando coordinadas formales de todo proceso ideológico político o solo simplemente aporta una differentia specifica de determinados casos (Žižek [2000] 2004, p. 223). Lo interesante es que en ambos casos la Toma es relevante, en lo específico (como locus / campus universitario) y en lo universal (como identidad emancipatoria / democracia). In contrario sensu y de manera vulgar, hay cotidianamente reuniones de docentes con alumnos, pero aconteció que hubo una que desencadenó un piquete pacífico y aglutinó las demandas fluctuantes que concurrieron a la caída del orden instituido. Todas reuniones políticas son prácticas interminables de lógicas sociales que conllevan a prácticas gramaticales, discursivas y simbólicas pero no todas las reuniones desencadenan una movilización masiva (o concatenan significantes flotantes).

 

V. Paradoja

 

Aunque plausible de un desarrollo empírico a futuro y en un escenario de transición del gobierno universitario de fines de 2013 donde, los estudiantes movilizados construyen una identidad emancipadora en contra de una autoritaria, la paradoja laclaudiana podría ser ésta: en un campo antagónico, la fortaleza de la IP es producto de la rigidez de la IT. La Identidad Popular es, en gran parte, una construcción articulada en la oposición a una Identidad Tellista intolerante, la cual se caracterizó por una interrupción de la deliberación y la práctica discursiva de la disidencia. En otras palabras, la ausencia de una disidencia al interior de la IT conllevó a la pérdida de la tolerancia como categoría con significación, dando lugar a lo que llamaremos ―siguiendo a Laclau (1997, p. 69)― como unificación ética totalitaria: el lugar donde no queda ningún espacio para la tolerancia del disenso obstruyéndose los “puntos de fuga”. El inicio podría iniciarse en el año 1997 cuando se efectivizó una purga de docentes de la UNLaR (221 docentes interinos echados sobre 552 efectivos) que coincidió con una apertura de carreras y el ingreso de dos millares de nuevos docentes, con lo cual se modificaron las bases tolerantes (acompañadas por un crecimiento constante del número de alumnos matriculados, carreras, impresión de libros, eliminación de decanos opositores, alteración de la carrera administrativa por mérito, construcción del campus universitario, etc.). Simplemente, la necesidad de la sociedad posmoderna de funcionar de alguna manera compatible con algún grado de diferenciación interna conllevó a la formación legal de una IT rompiendo la neutralidad de las instituciones del estado frente a concepciones rivales, siendo que esa disidencia es un bien requerido a toda sociedad estamental que ha alcanzado determinado nivel de complejidad. La autoridad oficialista, al abandonar la neutralidad que permitía el disenso regulado de una sociedad compleja, dañó su propia significación (con prácticas sedimentadas que organizan un muro normativo que opera como una limitación sobre el horizonte de opciones y expectativas) y contribuyó a fortalecer la cadena equivalencial opositora al inducir a la radicalización de la acción a los moderados y partes antes neutrales de la sociedad civil. Solo mencionamos, para demostrar el nivel de visibilidad, que los reclamantes obtuvieron los apoyos de músicos populares argentinos como Rally Barrionuevo, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez de Esquivel y de figuras mediáticas como el cantante internacional René Pérez Joglar de Calle 13.

 

VI. “A New Generation of Students”

 

 El mes de junio de 1848, apresurémonos a decirlo, fue un hecho aparte, y casi imposible de clasificar en la filosofía de la historia

Víctor Hugo, Los miserables

 

A Richard Rorty se lo considera, en la actualidad, el más importante filosofo norteamericano (Vázquez Roca, 2015, p. 11) mientras que Laclau es intelectual latinoamericano de mayor presencia en los debates en los círculos europeos y angloparlantes (Retamoso, 2011, p. 41). Un debate entre ellos nos puede echar luz sobre la ética y los mandatos normativos en los procesos de cambio. Rorty desde el llamado neopragmatismo, en donde los procesos de persuasión se logran, por decirlo burdamente, desde la interacción discursiva, es objetado por Laclau por la ausencia del conflicto y disputa. Si bien acuerdan en que los valores éticos (verbigratia, «#DemocraciaenlaUNLaR») están solo ‘conversacionalmente’ fundados en una acción social y discursivamente construida (Laclau, 1997, p. 81) este punto de convergencia teórica no limita los importantes puntos de divergencia. Por razones de espacio veremos solo uno: el de la violencia política (laboral, institucional o física). El supuesto conversacional diría que se construyó una ideología de la acción por las charlas, panfletos, movilizaciones, etc. que conllevaría a un supuesto adicional de que estamos ante un proceso necesariamente pacífico “como si la naturaleza no fundacional del sentido implicara el carácter ‘civilizado’ del intercambio”. Ahora bien, en el campus universitario de la UNLaR hubo violencia políticamente motivada para direccionar al curso de los acontecimientos. Para Laclau no sería más que una manifestación del antagonismo que por x razón deviene en conflicto por la deconstrucción una identidad fallida y que aspira a imponer un nuevo significante, en unos hechos con una facticidad dados necesariamente concordantes o no con la normatividad requerida (Laclau, 2004, p. 181). Someramente, los ejemplos en donde nos muestran que los actos de simbolización también se adquieren por constreñimiento, por violencia política silenciosa, que aquí mencionaremos son dos. Son momentos de ruptura en donde deja de ser un peaceful picketing para ser un piquete, a secas, funcional a una motivación política y con ostentación de fuerza. En el desarrollo situado de los acontecimientos, el edificio del rectorado, sitio de contienda del poder si lo hay, inicialmente se cerró el acceso a los estudiantes (por ejemplo, se dejaba pasar solo a periodistas para realizar descargos de prensa sobre el desarrollo del conflicto y ante la pregunta de un comunicador sobre el por qué se encontraban “encerrados” los decanos y periodistas, la respuesta fue porque querían impedir que un grupo de estudiantes provoquen arengas en medio de las entrevistas); fue así que continuo por algunos días hasta que llegó un punto que los estudiantes mismos encerraron a los administrativos y funcionarios del rectorado, generando una escalada de tensión inaudita. El segundo ejemplo es la reunión donde renunciaron todas las autoridades y en el que daría el comienzo del fin a la IT. En esa reunión colegiada, los funcionarios, estudiantes y administrativos que componían la llamada legalmente “asamblea universitaria” (y que representaban al oficialismo del régimen) eran los únicos, según estatuto universitario vigente, facultados para aceptar la renuncia del rector Tello Roldán. Logrado el quórum y aceptada la renuncia hubo decanos y funcionarios que quisieron abandonar la asamblea realizada, en este caso, en el Hospital Universitario y de Clínicas Virgen de Fátima, pero la manifestación estudiantil que rodeaba el edificio donde se encontraban deliberando se lo impidió. Jóvenes rebeldes habían desinflado los neumáticos de los vehículos de los asamblearios y físicamente impidieron su egreso hasta que votaron sus propias renuncias y aprobaran la nómina de las nuevas autoridades elevadas por los piqueteros. La misma asamblea oficialista que se auto descabezó, eligió a los nuevos decanos y rector universitario iniciándose un proceso de normalización institucional. Solo después del voto, los asamblearios del antiguo régimen pudieron salir del campus.

Dejando de lado cualquier posibilidad de un final escatológico, las identidades se construyen y deconstruyen en medio del cambio social y la estructuración de la hegemonía dominante. Al decir de Žižek (2004, 236), “la tarea del análisis crítico debe ser discernir el proceso político oculto que sostiene todas esas relaciones (hegemónicas)” en un escenario de universalidad concreta donde “el espacio político nunca es ‘puro’”.

 

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Recibido: 29/04/2020

Evaluado: 05/06/2020

Versión Final: 10/06/2020

 

 

 



(*) Doctor en Historia (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España). Docente e Investigador (Instituto de Historia y Filosofía. Departamento de Ciencias Humanas y de la Educación. Universidad Nacional de La Rioja). E-mail: mercadoreynoso@gmail.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9970-5884

[1] En la página oficial de la Universidad de California, en Three Months of Crisis: Chronology of Events. Recuperado en https://bancroft.berkeley.edu/FSM/chron.html

[2] Con una solicitada firmada por “los representantes del Estamento estudiantil elegidos unánimemente por la lista celeste (…) rechazamos las versiones maliciosas y mentirosas vertidas por un minúsculo sector “pseudo” alumnos, que no ostentan ni siquiera la condición de alumno regular (…) No lograran tapar las (…) Becas de diversas modalidades (…) de Comedor, de Ingresantes, de Rendimiento Académico, Estímulo, Transporte, Adalides Deportivos y Artísticas, de Ayuda Económica, de Formación de Recursos Humanos (…) Que jamás se ha perseguido a ningún alumno (…) Que no ha existido ningún despido masivo de docentes (…) Concluimos que esta Universidad plural y democrática garantiza los derechos de todos (…)” firman Matías Olguín, Emilio Pasetti, Rolando Pons, (…). El Independiente, La Rioja, 19/09/2013, p. 5.

[3] Personalmente creo que el despotismo de Tello Roldán, a quién conocí, confronté como sindicalista docente y lo entrevisté para mi libro sobre el Obispo Angelelli (Mercado Reynoso, 2013), se fundaba en su propio convencimiento de que el ideal de universidad mundial era la universidad medieval, jerárquica y monástica: en ella hay circulación de saberes, pero siempre que no disputen ni cuestionen el poder instituido y el principio de obediencia a una jerarquía natural y divina “benévola”. En la inauguración del CENIT (Centro de Investigación e Innovación Tecnológica) la UNLaR, el 23/06/2010 hizo colocar en la placa de mármol donde escribió “insto a superar el falso dilema entre Fe y Razón (…) Agradezco a Dios Supremo Rector y Fuente de Todo Conocimiento por su Providencia y Gracia, implorando Su Bendición” (sic). Independientemente de lo que Tello Roldán profese, fue un poder despótico porque juntó su poder ejecutivo (rectorado) con el legislativo (presidencia del consejo superior) y la auditoría contable–legal en su misma persona y por más de dos décadas. Sobre lo que piensa sobre educación, consúltese a su libro: Tello Roldán, 1999, p. 431.

[4] Aún con las cautelas de la fuente, destacamos que Wikipedia llama “Revueltas de setiembre”, y establece el punto de inicio en 11 de setiembre de 2013, con una asamblea de 15 alumnos. Recuperado en: https://es.wikipedia.org/wiki/Universidad_Nacional_de_La_Rioja