Teoría
Marxista de la Dependencia: reinterpretación y nuevos aportes críticos acerca
de la nueva fase de la dependencia latinoamericana
Nicolle García
Berti(*)
Resumen
La Teoría Marxista de la Dependencia desarrollada por
Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra en los años 70, sigue
siendo renovada por nuevos autores que buscan comprender el rol de los países
periféricos en la economía mundial y sus implicaciones. La interpretación de la
realidad latinoamericana ofrecida por estos autores ilustra cómo el patrón de
la reproducción del capital acentúa la dependencia de los países periféricos
hasta el día de hoy. En este ensayo se pretende
hacer un inventario de los nuevos debates en América Latina
que se refieren a la Teoría Marxista de la Dependencia, destacar las
particularidades de esta corriente, la renovación de sus aportes teóricos a partir de nuevos temas
planteados en la agenda de dicho campo sobre el lugar de los países de América Latina en la lógica contradictoria de
acumulación de capital mundial.
Palabras clave: Dependencia;
Subdesarrollo; Neoliberalismo.
Marxist Theory of Dependency:
reinterpretation and new critical contributions about the new phase of Latin
American dependency
Abstract
The Marxist Theory of Dependency developed
by Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos and Vania Bambirra in the 70s,
continues to be renewed by new authors who seek to understand the role of
peripheral countries in the world economy and its implications. The
interpretation of the Latin American reality offered by these authors
illustrates how the pattern of the reproduction of capital accentuates the
dependence of peripheral countries until today. This essay aims to make an
inventory of the new debates in Latin America that refer to the Marxist Theory
of Dependency, highlight the particularities of this current, the renewal of
its theoretical contributions based on new issues raised in the agenda of said
field on the place of the Latin American countries in the contradictory logic
of world capital accumulation.
Key words: Dependency;
Underdevelopment; Neoliberalism.
Teoría Marxista de la
Dependencia: reinterpretación y nuevos aportes críticos acerca de la nueva fase
de la dependencia latinoamericana
Introducción
A la luz de los cambios políticos que se vienen
desarrollando en Latinoamérica en la actualidad, resaltamos nuestro objetivo de
revisar los postulados y la vigencia del complejo teórico metodológico de la
teoría marxista de la dependencia para comprender el rol de los países
latinoamericanos en la economía mundializada. Las teorías de la dependencia
surgieron en los años 1960 como respuesta y crítica a las tesis
nacional-desarrollistas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)
que planteaban que, con la industrialización y el manejo adecuado de los
instrumentos de la política económica, América Latina superaría sus problemas
de subdesarrollo.
Con el propósito de analizar y entender la dinámica de
la economía mundial, las teorías de la dependencia influyeron ampliamente
en las ciencias sociales y en el pensamiento social de los países
latinoamericanos y de los países centrales, develando las estructuras de poder
internas de nuestros países y sus articulaciones internacionales (Martins,
2018). Esto demostró que el capitalismo constituía una economía mundial
asimétrica y monopólica, articulada por la división internacional del trabajo,
permeada por relaciones de poder que atravesaban los Estados, vinculando de
forma específica sus clases dominantes, contrarrestando los enfoques
anglosajones más tradicionales de las teorías de las relaciones internacionales
(Martins, 2018). Dichas teorías contribuyeron así para romper con el
eurocentrismo y el nacionalismo metodológico que veían el mundo como resultado
de la interacción entre Estados autónomos, liderados por actores internos
independientes, y que lo dividían entre países desarrollados y países
atrasados, siendo los primeros el modelo de futuro de los últimos.
Cabe resaltar que hay diferentes matices teórico-metodológicas
en el ámbito de las teorías de la dependencia, habiendo dos corrientes teóricas
específicas que sobresalieron. La primera de ellas es una vertiente de fuerte
influencia weberiana, que tenía como sus máximos exponentes a Fernando Henrique
Cardoso y Enzo Falleto (1970), conocida por su tesis de la imposibilidad de una
burguesía nacional en los países de la periferia del capitalismo, que
establecería que el desarrollo de las economías periféricas sólo sería posible
de manera subordinada y asociada (Trindade, 2018). La interdependencia,
postulada por los autores, se traduciría en un desarrollo capitalista
periférico asociado a regímenes políticos liberales. Para los autores, las
fuerzas internas consistirían en un entrabe del desarrollo periférico, dado que
impedirían la oportunidad de crecimiento económico a través de la asociación
con el ciclo económico céntrico (Carcanholo, 2008).
Mientras que la segunda vertiente es la Teoría
Marxista de la Dependencia (TMD), que buscó utilizar el método materialista
dialéctico para interpretar la formación social latino-americana, buscando
contrarrestar la visón de la III Internacional, plasmada en las tesis de los
partidos comunistas latinoamericanos que predicaban la necesidad de establecer
alianzas entre las burguesías nacionales y el proletariado para hacer frente al
imperialismo norteamericano y promover el desarrollo de las fuerzas productivas
nacionales en los países de la región. La TMD surgió en un contexto de descenso
de las tasas de crecimiento económico y de aumento del endeudamiento externo y
de los índices de pobreza y miseria, y su objetivo era buscar comprender la
reproducción del sistema capitalista de producción en la periferia. En este
sentido, la TMD apuntó a la construcción de categorías analítico-explicativas
que permitirían identificar las particularidades del desarrollo del modelo
capitalista latinoamericano, cuestionando por qué el sistema capitalista
mundial creaba y ampliaba diferencias en términos políticos, económicos y
sociales entre países y regiones, concluyendo que la economía de unos países
estaba condicionada por el desarrollo y expansión de otros y, con ello, ubicar
las causas objetivas de la dependencia para proponer soluciones estratégicas
ajustadas a la realidad latinoamericana.
La TMD, la cual será el enfoque de
este artículo, es fruto de la producción conjunta de Ruy Mauro Marini (1990),
Theotônio dos Santos (2011) y Vania Bambirra (1964), autores que, además de
analizar realidades concretas, desarrollaron categorías analítico-explicativas
que han servido de base para la comprensión y aplicación de esta teoría, y que
propusieron otra comprensión del funcionamiento del sistema mundial y de la
reestructuración de la economía en el período postguerra bajo la hegemonía de
los Estados Unidos y de las corporaciones multinacionales. Dichos autores
presentaron una interpretación de las nuevas bases de la división internacional
del trabajo y de los patrones de acumulación que buscaban restablecer los
países dependientes de la periferia, la ascensión de los procesos de
financiamiento y los nuevos patrones neoliberales de acumulación capitalista.
Así, la TMD elaborada por estos autores puede ser considerada como una fuente
de reinterpretación del (sub)desarrollo del capitalismo en las periferias y de
la economía mundial en su conjunto.
Pese a que esta agenda ponía en
relieve los factores exógenos y políticos que explicaban la posición
subordinada de las economías periféricas en la división internacional del
trabajo, y de su centralidad para la madurez teórica del continente, fue
abandonada a pesar de la emergencia de fenómenos que actualizaban sus
postulados, tales como la reprimarización económica y el neoliberalismo. Por lo
tanto, pretendemos demostrar que la TMD todavía es un instrumento analítico
útil que puede ayudar en la comprensión de la configuración de la dependencia
de los países de la región y su rol en la economía mundial capitalista en la
contemporaneidad, dado que este instrumental teórico-metodológico sigue
actualizándose con nuevas generaciones de autores como Carlos Eduardo Martins
(2017), Marcelo Carcanholo (2004), Adrian Sotelo Valencia (2004), Jaime Osorio
(2004), Marisa Amaral (2007), que están
buscando, a partir del dispositivo conceptual
de la TMD, lanzar nuevas luces sobre el fenómeno de acumulación mundial
capitalista contemporáneo y sus contradicciones, renovando la agenda
investigativa de dicho campo de análisis.
El aporte teórico de la Teoría Marxista de la
Dependencia sobre la condición latinoamericana
Las obras de la TMD fueron
inspiradas por dos grandes procesos históricos. El primero fue la Revolución
cubana de 1959, que se constituyó como uno de los pilares para las definiciones
teóricas y políticas de América Latina del período, y el segundo estaba
relacionado con la creciente integración del proceso productivo de las
economías latinoamericanas con el capital extranjero, fenómeno que intensificó
las contradicciones sociales de la región. En este contexto, post Segunda
Guerra Mundial, se estableció la hegemonía de la economía norteamericana, la
cual incorporó el régimen fordista de producción y circulación, expandiendo su
capital por el resto del mundo en busca de oportunidades de inversión que se
orientaban hacía un sector industrial. Un nuevo ciclo económico expansivo de la
economía mundial se abría, exigiendo la extensión de sus características en
niveles estratosféricos (Dos Santos, 1998).
A pesar de que la revolución cubana reencendió las
esperanzas de la izquierda latinoamericana, plasmando una alternativa de cambio
social real hacia el socialismo, también despertó temores de las burguesías
nacionales y del imperio norteamericano ante lo que se llamó la amenaza del
comunismo. De esta manera se inició en la región el derrocamiento de gobiernos
que eran identificados con las ideas comunistas y con el ideal revolucionario
antiimperialista cubano, abriendo paso a diversas dictaduras militares
instauradas en el continente, las que comienzan en Brasil en 1964 (Rada, 2014).
La TMD surge a
mediados de la década del sesenta, período también caracterizado por la
aceleración de la industrialización en los países latinoamericanos por medio
del modelo que se llamó “substitución de importación” (ISI) o “desarrollo para
dentro”, postulado por la CEPAL, que visaba la superación de la condición
periférica rompiendo con el modelo agroexportador, que se volvió la expresión
de una nueva política económica de los países de la región. Los teóricos
marxistas de la dependencia contrarrestaron los postulados de los ideólogos
cepalinos, apuntando que las limitaciones del desarrollo de las economías
latinoamericanas estaban relacionadas con la conformación de la economía
mundial, marcadas en aquel contexto histórico por la hegemonía de poderosos
grupos económicos y fuerzas imperialistas, las que tenderían a profundizar las
relaciones de dependencia entre países centrales y periféricos (Duarte y
Graciolli, 2011).
Pese a que el estructuralismo cepalino aportó con una
interpretación sobre el subdesarrollo que se plasmó en un programa teórico y
práctico que tenía como punto de partida la condición periférica, y haya
rompido con las transposiciones teóricas y políticas del centro capitalista a
la periferia, su propuesta de industrialización como elemento articulador del
desarrollo y de la democracia política no cuestionaba las estructuras de poder
existentes. Los teóricos de la CEPAL comprendían el desarrollo como un continuum,
en que el subdesarrollo y el desarrollo eran considerados etapas de un proceso
evolutivo (Koling, 2007).
Los ideólogos de la TMD,
en este sentido, presentan una crítica a estos presupuestos teóricos
desarrollistas y plantean que el fenómeno de la integración económica mundial
produce el subdesarrollo de los países periféricos, lo que se constituye como
una forma específica de capitalismo, el cual tiene sus propias leyes. Para los
teóricos de la TMD, la propuesta de estrategia para el desarrollo, basada en el
modelo de substituciones de las importaciones, además de no romper con el
subdesarrollo, establecía las condiciones de dependencia, resultando en una
mayor internacionalización de las economías con la transferencia de
multinacionales, ocasionando una distribución de renta desigual que impactaría
en la demanda interna, tornándola insuficiente para garantizar un proceso de
industrialización continuada (Trindade, 2018).
La TMD adecuó
las bases teóricas del marxismo – leninismo y las contribuciones hechas por Mao
Tse Tung a la dialéctica para emprender el análisis y la comprensión de la
realidad latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, con el objetivo de
proponer soluciones objetivas a la situación de explotación y dominación a la
cual se han encontrado sometidos los países latinoamericanos. Asimismo, los
teóricos de la dependencia fueron influenciados por los trabajos de los
economistas norteamericanos Paul Baran y Paul Sweezy (1968) sobre atraso,
subdesarrollo y dependencia, que postulaban la idea que se convertiría en la
premisa primordial de la TMD: el
subdesarrollo de América Latina es consecuencia directa del desarrollo de los
países capitalistas hegemónicos (Rada, 2014).
Theotônio dos Santos, al elaborar el concepto de
dependencia, aclara que la condición de la dependencia de los países
periféricos fue resultado del fenómeno de la expansión y consolidación del
sistema capitalista a nivel mundial. De acuerdo con este teórico, la
dependencia debe ser entendida como una relación de subordinación entre
naciones formalmente independientes, en la cual la economía de los países
centrales se autosustenta a través de la integración desigual de la economía
mundial, la que subordina las economías periféricas a las economías centrales
por medio de la división internacional del trabajo y del comercio exterior. La dependencia emerge así, no como una etapa
transitoria a ser superada, sino como un fenómeno desprendible de la posición o
función de un determinado país en la división internacional del trabajo, en
donde sociedades periféricas y centrales se vinculan con sus diferentes niveles
de diferenciación de sus sistemas productivos en un mismo mercado. Bajo
estas condiciones, los países periféricos sólo podrían expandirse
económicamente como un reflejo de la expansión de las economías centrales (Dos
Santos, 2011). Al respecto, el autor expresa lo siguiente:
La
dependencia es una situación en la cual un cierto grupo de países tienen su
economía condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía a la cual
la propia está sometida. La relación de interdependencia entre dos o más
economías, y entre éstas y el comercio mundial, asume la forma de dependencia
cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y autoimpulsarse, en
tanto que otros países (los dependientes) solo lo pueden hacer como reflejo de
esa expansión, que puede actuar positivo y/o negativamente sobre su desarrollo
inmediato. De cualquier forma, la situación de dependencia conduce a una
situación global de los países dependientes que los sitúa en retraso y bajo la
explotación de los países dominantes (Dos Santos, 2011, p.361).
El autor brasileño expone una comprensión del proceso
de formación socioeconómica en Latinoamérica partiendo de la subordinación de
las economías periféricas en el sistema capitalista mundial, proponiendo que la
relación desigual de control hegemónico de los mercados, por parte de las
economías avanzadas, estaría directamente relacionada con la pérdida de control
de los países dependientes sobre sus propios recursos (sea en forma de ganancia
o en forma de interés) para los países centrales (Dos Santos, 2011). La
situación de dependencia no sería sólo funcional a la hegemonía internacional,
sino que también a la recepción de las clases dominantes locales a esta
condición de subordinación.
Ruy Mauro Marini también desarrolló
conceptos claves para la economía política de la dependencia, tales como el de
la sobreexplotación del trabajo y el de subimperialismo. El punto
de partida de su teoría consiste en que, considerando los parámetros del modo
de producción capitalista puro, la economía latinoamericana presentaba
singularidades que impedían que el capitalismo se desarrollase en la región de
la misma manera como se desarrolló en las economías avanzadas (Duarte y
Graciolli, 2011).
El autor planteaba que el desarrollo capitalista
(acumulación de capital) dependía enteramente de la apropiación de la riqueza
producida por los trabajadores y, en Dialética da dependencia, el autor retoma el sentido del
trabajo, de las clases trabajadoras y de las relaciones de clase en el
capitalismo, enfocándose en el caso latinoamericano (Koling, 2007). La tesis de
la sobreexplotación del trabajo en América Latina, desarrollada por Marini, nos
permite abordar el problema de la extracción del trabajo excedente en la
relación centro - periferia como esencia de la dependencia latinoamericana. La
interpretación de Marini está basada en la ley general de acumulación
capitalista elaborada por Karl Marx,[1]
en la que el autor predica que el sistema capitalista de producción tiene como
ley general una productividad creciente, de modo que la composición del capital
posee la tendencia a aumentar progresivamente. Por ser la fuerza motriz de la
reproducción del capital, dado su capacidad de crear valor adicional y permitir
la garantía y ampliación de la riqueza, la clase trabajadora produce, de esta
forma, las condiciones que la vuelven relativamente dispensable en este mismo
proceso. Esto se produce debido a que, cuando ocurre el incremento en la
composición del capital, la productividad del trabajo debe ser ampliada a
través de la intensificación del proceso acumulativo, no por medio de la
contratación de más trabajadores que serían inseridos en el proceso productivo,
sino que por el incremento de máquinas y equipamientos (Duarte y Graciolli,
2011).
Según el teórico, dos factores son
importantes para explicar su tesis de la sobreexplotación del trabajo. El
primero de ellos es la inserción de América Latina en la economía mundial, como
exportadora de materias primas e importadora de productos manufacturados,
fenómeno que contribuyó con el proceso de industrialización de los países
centrales, lo que permitió que estos países pudiesen depender más del aumento
de la capacidad productiva del trabajo con la implementación de nuevas
tecnologías de producción, pasando de concentrar la acumulación de capital en la
plusvalía relativa y no más en la plusvalía absoluta (Rada, 2014).
El segundo factor importante es el
intercambio desigual del comercio exterior que se da entre América Latina y las
economías centrales. Dado el deterioro de los términos de cambio, las materias
primas tienden a depreciarse en el mercado internacional, mientras que los
productos manufacturados tienden a mantener sus precios estables,
desfavoreciendo significativamente las economías dependientes.[2]
Lo que resulta de la expresión de este intercambio desigual de mercancías entre
naciones industrializadas y naciones no industriales, es una serie de
mecanismos que permiten la realización de transferencia de valor (Duarte
y Graciolli, 2011). La tesis de la
sobreexplotación del trabajo apunta a que en los países periféricos hay un
aumento en la intensidad del trabajo como forma de compensar y recuperar las
ganancias perdidas. En palabras de Marini (1990):
[…] el problema que plantea el intercambio desigual
para América Latina no es precisamente el de contrarrestar la transferencia de
valor que implica, sino más bien el de compensar una pérdida de plusvalía, y
que, incapaz de impedirla al nivel de las relaciones de mercado, la reacción de
la economía dependiente es compensarla en el plano de la producción interna. El
aumento de la intensidad del trabajo aparece, en esta perspectiva, como un
aumento de plusvalía, logrado a través de una mayor explotación del trabajador
y no del incremento de su capacidad productiva. Lo mismo se podría decir de la
prolongación de la jornada de trabajo, es decir, del aumento de la plusvalía
absoluta en su forma clásica; a diferencia del primero, se trata aquí de
aumentar simplemente el tiempo de trabajo excedente, que es aquél en el que el
obrero sigue produciendo después de haber creado un valor equivalente al de los
medios de subsistencia para su propio consumo (Marini, 1990, p. 12)
Marini, al referirse a la teoría del
ciclo del capital, aclara que el capitalismo dependiente latinoamericano dirige
su producción al comercio exterior y el mercado interno no participa del ciclo
de realización del capital. Debido a que la producción de mercancías se realiza
para el mercado externo, esto hace que no dependa de la capacidad interna de
consumo de nuestros países, por lo tanto, el sistema tiende a la explotación de
la fuerza de trabajo sin atender a la reposición de la misma, siempre que pueda
adicionar nuevos trabajadores al proceso productivo:
[…] la tendencia natural del sistema será la de
explotar al máximo la fuerza de trabajo del obrero, sin preocuparse de crear
las condiciones para que éste la reponga, siempre y cuando se le pueda
reemplazar mediante la incorporación de nuevos brazos al proceso productivo. Lo
dramático para la población trabajadora de América Latina es que este supuesto
se cumplió ampliamente: la existencia de reservas de mano de obra indígena
(como en México) o los flujos migratorios derivados del desplazamiento de mano
de obra europea, provocado por el progreso tecnológico (como en Sudamérica),
permitieron aumentar constantemente la masa trabajadora, hasta principios de
este siglo (Marini, 1990, p. 17).
De esta manera, el teórico señala
que, debido al sometimiento de las economías periféricas a las centrales por
medio del monopolio tecnológico, las formaciones sociales latinoamericanas
sufrían una especie de doble transferencia de plusvalía: en el plano
internacional, por su especialización en productos de baja productividad media
mundial; y en el ámbito nacional, en función de que su productividad estaría
determinada principalmente por el ingreso de la tecnología extranjera y su
apropiación por las corporaciones multinacionales y el gran capital nacional,
transfiriendo, de esta manera, la plusvalía de las burguesías nacionales al
gran capital. Marini postula, así, que el capitalismo en los países
dependientes es un capitalismo sui generis, dado que parte del excedente
generado en las economías periféricas es enviado al centro, no realizándose
internamente la acumulación del capital. De este modo, por no poder neutralizar
las transferencias de plusvalía a través de la reversión de los diferenciales
de productividad, las formaciones dependientes acuden a la reducción salarial,
al incremento de la intensidad del trabajo y al aumento de la jornada de
trabajo sin remuneración salarial equivalente (Marini, 1990).
Vania Bambirra, en
El capitalismo dependiente latinoamericano (1971), emprende un estudio
de los diferentes tipos específicos de estructuras dependientes en sus aspectos
económicos, sociales y políticos, partiendo de la situación previa de cada país
y la conformación que se dio en ellos, a partir de la fase de integración
monopólica, y propone una tipología de
países dependientes. Según la autora, la historia de América Latina y de los
países del centro capitalista son parte de una misma unidad temporal “que hizo
posible el desarrollo de unos e inexorable el atraso de otros” (Bambirra 1971,
p. 13).
A juicio de Bambirra (1971) esta formación histórica
compartida por los países centrales y periféricos relega al territorio
latinoamericano la función de proveedor de riquezas que son apropiadas por las
economías avanzadas, configurando la relación de dependencia centro-periferia,
entretanto este no es un proceso homogéneo. De esta manera la autora plantea
que hay distintas situaciones de dependencia y se propone a explicarlas para
comprender cuáles factores estructurales permitieron que la industrialización
se produjese en unos países antes que en otros. Así, Bambirra formula tres
tipos de sociedades definidas en A, B y C que tienen que ver con la formación
histórica de cada país y las diferencias en lo que respecta a las condiciones y
características del desarrollo económico, social y político en el contexto de
integración económica monopólica:
Este
proceso de integración monopólica se extiende a América Latina, partiendo de
dos tipos de estructuras: 1. Estructuras diversificadas, en las cuales aún
predomina el sector primario- exportador, existiendo sin embargo, ya un proceso
de industrialización en expansión. 2. Estructuras primario - exportadoras, cuyo
sector secundario estaba compuesto aun casi exclusivamente por industrias
artesanales. En estos casos, el proceso de industrialización será un producto
de la integración monopólica mundial (Bambirra 1974, p. 23).
Con esta tipología, la autora trata de definir los dos
grandes tipos de estructuras dependientes: el tipo A, constituido por países en
que el proceso de industrialización se inició a partir de las últimas décadas
de siglo XIX, y el tipo B, compuesto por aquellos en que dicho proceso
ocurriera a partir de la Segunda Guerra Mundial, controlado directamente por el
capital extranjero. Basada en dicha división, Bambirra demuestra que solamente
en seis países – México, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Colombia – hubo
surgimiento de una burguesía industrial nacional que elaboró un proyecto
proprio de desarrollo, ofreciéndoselo al conjunto de la sociedad (Bambirra,
1971).
De esta manera, la teórica apunta que, a partir de la
década de 1950, en el contexto de integración monopólica mundial, la inversión
extranjera en el sector industrial promovía la desnacionalización de los medios
de producción y de la propiedad privada en los países que ella caracterizaba
como tipo A. Por lo tanto, las burguesías nacionales se habían convertido, en
dichos países, en socias menores de las empresas multinacionales,
transformándose en una clase dominante-dominada, abdicando de una postura
nacionalista y antiimperialista. Por otra parte, existen países en los que no
se ha iniciado un proceso de industrialización, donde la estructura es
únicamente primario-exportadora y se corresponde con un proceso de integración
monopólica. Estos países son: Perú, Venezuela, Ecuador, Costa Rica, Guatemala,
Bolivia, El Salvador, Panamá, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Cuba,
configurando el tipo B (Bambirra, 1971).
La principal contribución teórica de Bambirra es
señalar que la situación de dependencia condiciona las estructuras económicas
de las sociedades latinoamericanas, y es justamente esta condición dependiente
que ha impedido la transformación radical de estas mismas estructuras. Así, el
carácter periférico, subordinado y dependiente de las economías de la región,
es determinado y se redefine bajo la dinámica centro-periferia acompañando los
movimientos de expansión y evolución de la economía mundial.
Para los autores, la ruptura de la dependencia sería
posible a través de un desplazamiento de las economías latinoamericanas de la
estructura mundial capitalista, mediante un proceso de transformación
socialista de las sociedades, es decir, un desprendimiento de la matriz
capitalista, como argumenta Ruy Mauro Marini:
La manera cómo se agudizan, en el capitalismo
dependiente, las contradicciones inherentes al ciclo del capital; la exasperación
del carácter explotativo del sistema, que lo lleva a configurar un régimen de
superexplotación del trabajo; los obstáculos creados al paso de la plusvalía
extraordinaria a la plusvalía relativa, y sus efectos perturbadores en la
formación de la tasa media de ganancia; la extrañación consiguiente de los
procesos de concentración y centralización del capital —esto es lo que
constituye la esencia de la dependencia, la cual no puede ser suprimida sin que
se suprima el sistema económico mismo que la engendra: el capitalismo
(Marini, 1976, p. 2).
Los teóricos marxistas de la dependencia entendían que
la polarización entre centro y periferia era intrínseca a la expansión del
capitalismo y consideraban que la concentración de la riqueza que esto
implicaba marcaba un camino sin retorno. Por eso se propusieron imaginar otro
sistema social más justo y solidario.
El rescate crítico de la Teoría
Marxista de la Dependencia y la nueva agenda de debates sobre el rol de América
Latina en la lógica contradictoria de acumulación de capital mundial
(1980-2000)
Carlos Eduardo Martins (2018) al cuestionar la
subordinación de la izquierda brasileña al neoliberalismo, asiente que hay una
nueva generación de autores que han revindicado el instrumental teórico de la
TMD, buscando reorganizar la agenda de investigación de este campo de estudio,
con el intuito de hacer un rescate critico sus categorías teórico-explicativas
para analizar la realidad contemporánea de América Latina. Según el autor la TMD perdió espacio
en la academia debido a la expansión de otras teorías tales como:
a) a la izquierda, del pensamiento endogenista, que
priorizó las articulaciones internas sobre las articulaciones interna-externa
para definir la especificidad del capitalismo latinoamericano, y del pensamiento
neogramsciano que, partiendo de una lectura liberal de Gramsci, propuso la
cuestión democrática como central y superior a la cuestión nacional, que podría
ser solucionada por un conjunto ampliado y sostenible de reformas democráticas;
b) al centro, por el pensamiento neodesarrollista que consideró que el
capitalismo se movía por la demanda interna, su patrón distributivo por el
grado de democracia, y su capacidad de generar progreso técnico por la
posibilidad de centralizar y concentrar capitales; c) a la derecha, por la
ofensiva neoliberal, que absorbió parte de los autores del centro y de la
izquierda; y d) de la teoría weberiana de la dependencia que osciló entre el
centro, aunque sin el mismo optimismo desarrollista, y la derecha, desde donde
se acercó a la ofensiva neoliberal (Martins, 2018, p. 6-7).
Sin embargo, una tercera generación
de autores, como Carlos Eduardo Martins (2004), Adrian Sotelo Valencia (2004),
Marisa Silva Amaral (2007), Nildo Ouriques (2013), Marcelo Carcanholo (2014),
entre otros, están buscando lanzar nuevas luces sobre el fenómeno
de acumulación mundial capitalista contemporáneo y sus contradicciones,
renovando la agenda investigativa de la TDM.
Nos parece importante señalar, como
argumenta Carcanholo (2014), que América
Latina es una unidad contradictoria, y es muy importante considerar las
especificidades nacionales, locales y subregionales para no incurrir en el
error de homogeneizar los distintos procesos históricos y político-económicos
que atravesaron los países de la región, con el fin de establecer una mera
unidad, sin diferenciación (Carcanholo, 2014). Sin embargo, el autor igualmente
advierte que restringirse a las especificidades de los países es “cair na
mistificação, mas desta vez de dupla natureza: (i) desconhecer qualquer
similaridade na formação histórico-social de nossos povos; (ii) tratar a
realidade social da região a partir de uma categoria de falsa abstração, a
Nação” (Carcanholo, 2014, p. 6). Para el economista brasileño, es fundamental considerar América Latina a
partir del carácter dependiente de nuestras economías, siendo esto lo que
constituye la región como una unidad dialéctica, sin excluir las
especificidades de cada país (Carcanholo, 2014).
A partir de esta premisa, el autor
utiliza la TMD para analizar la realidad latinoamericana, enfocándose en el
caso de Brasil, a partir del lugar subalterno que ocupa en la dinámica de
acumulación de capital mundial, que le otorga condiciones estructurales y
determinantes coyunturales derivadas de su condición dependiente (Carcanholo,
2014).
Adrián Sotelo Valencia (2004)
igualmente predica que América Latina, al mismo tiempo que es heterogénea en
varias dimensiones (económica, social, política), conserva características
comunes, como las tendencias contradictorias de integración, fragmentación, de
especialización productiva y la desindustrialización que afectan los procesos
productivos, la organización del trabajo y los mercados laborales en la región.
Para Sotelo (2004) las economías dependientes también comparten la preservación
de “fuerzas disgregadoras que la dinámica y la crisis del capitalismo
mundial acarrean, a saber, “anexión económica, integración comandada por
las empresas transnacionales de los países imperialistas, debilitamiento de la
soberanía de los pueblos y del Estado, ‘acuerdos comerciales’ tipo TLC, OMC,
ALCA, etcétera” (Sotelo, 2004, p. 46). Así como en el proceso de
industrialización por substitución de importación, las economías
latinoamericanas en el período contemporáneo (aún con las diferencias entre
Brasil, México, Centro América y Caribe) adoptaron el ‘patrón de acumulación
dependiente neoliberal’ desde Sudamérica hasta el Caribe (Sotelo, 2004).
El autor apunta que
las economías latinoamericanas se volvieron más dependientes de las importaciones
del mercado mundial y de la exportación de productos primarios desde los años
1990 con el patrón de acumulación dependiente neoliberal, ocasionando el
refuerzo de la dependencia estructural de los países de la región y la
consecuente cesión de soberanía en favor del capital extranjero y de los
inversionistas privados (Sotelo, 2004). En el neoliberalismo
contemporáneo (1980-2000) defiende Sotelo (2004), las economías periféricas se
apoyan en la demanda ‘sostenida’ de materias primas y no invierten en la
generación de industrias como creadoras de empleo y generadoras de valor
agregado a la exportación, forzando una explotación desmedida del medio
ambiente y sus recursos, como condición para la retomada del (sub)desarrollo
capitalista en la periferia (Sotelo, 2004). En las palabras del autor:
América Latina parece haberse retrotraído al siglo XIX al
reconvertirse en una economía primario-exportadora, donde recursos naturales
como petróleo, gas, minerales, agricultura, silvicultura, pesca, ganadería y
minería, y la exportación masiva de fuerza de trabajo de países como Guatemala,
El Salvador o México hacia Estados Unidos, se constituyeron en los verdaderos
pivotes del crecimiento económico del patrón de acumulación dependiente
neoliberal (Sotelo, 2004, p. 70).
De esta manera, aún según Sotelo (2004):
América Latina se “reinsertó” en la economía mundial desplegando un
patrón de reproducción especializado en la producción para la exportación. Esto
implicó desatender los mercados internos, sobre todo los ligados al consumo
popular, y desechar las políticas estatales de subsidio a la fuerza de trabajo
y al bienestar social de la población. Este fenómeno se expresa, a mi juicio,
en un intenso proceso de desindustrialización a que es sometida la periferia
dependiente dentro del actual esquema capitalista neoliberal en escala mundial
(Sotelo, 2004, p. 83).
Como apunta Jaime Osorio (2004), este nuevo patrón de
reproducción del capital se estructura a partir de la especialización
productiva en América Latina orientada por la idea de vocación
primario-exportadora de la región. Osorio (2004) llama la atención para la
necesidad de ampliación de productos de mayor valor agregado provenientes de
las economías centrales, que establece una transferencia de excedentes de la
periferia para el centro del capitalismo. Esta transferencia de excedentes
provoca desequilibrios en la balanza comercial y de servicios de las economías
dependientes, lo que conlleva a una creciente necesidad de financiamiento
externo de las economías periféricas que recurren a tres formas de atracción de
capital extranjero, tal como sistematiza la economista Marisa Amaral (2007):
...
i) subvenções ou doações; ii) investimento direto estrangeiro (IDE), que,
embora faça crescer a capacidade produtiva na periferia – para os casos em que
não se dá por meio de privatizações ou fusões e aquisições, que apenas promovem
transferência de propriedade –, também enfraquece sua acumulação interna de
capital, pois torna crescente a remessa de excedente para o exterior, a
repatriação dos lucros, recolocando o problema para as contas externas mais
adiante; e iii) empréstimos, através do lançamento de títulos de dívida e de
propriedade, que tendem a ganhar caráter especulativo na periferia – por conta
da baixa credibilidade e dos riscos de aplicação geralmente altos nesses países
– e são lançados como papéis de curto prazo e de alta rentabilidade, dadas as
taxas de juros elevadas. Esta última forma de financiamento externo é a mais
comum na periferia e a sua generalização, somada às facilidades de repasse (ou
revenda) dos papéis adquiridos, faz com que os capitais, em busca de
valorização, entrem e saiam desses países muito rapidamente, sem que se
estabeleça vínculo algum e, portanto, sem que haja qualquer interesse em
relação aos problemas nas contas externas que estas fugas de capitais provocam
(Amaral, 2007, p. 6).
La nueva forma de dependencia, propia del capitalismo
en su fase financiera, tiene un elemento que la distingue de las demás formas
de dependencia, el cual es la generalización del movimiento especulativo del
capital en el neoliberalismo, lo que posibilitó el predominio de la dinámica
especulativa en contraposición de la productiva, resultando en la subordinación
del capital productivo al capital ficticio. De esta forma, las economías
periféricas desempeñan un papel de plataforma de valorización financiera que
depende de la creación de plusvalía a través de la sobreexplotación del trabajo
en la esfera productiva, estableciendo así una relación entre el capital
financiero y productivo (Amaral, 2012).
La misma autora defiende que los procesos de
liberalización e inserción de las economías periféricas en el mercado
internacional, en el contexto del neoliberalismo (1990), se da, de manera
subordinada, en la dinámica de los flujos internacionales de capitales mediante
las aperturas financiera y comercial que volcó a los países receptores de
flujos financieros para la valorización del capital ficticio, y el resultado de
este proceso a largo plazo ha sido una profunda inestabilidad económica,
dependencia y vulnerabilidad externa para los países periféricos, dada la
necesidad de financiamiento externo al que están expuestos. En este sentido, Amaral
(2007) argumenta que la dependencia del capital extranjero derivó en la pérdida
de autonomía del Estado sobre sus políticas nacionales dada las restricciones
externas al crecimiento económico. Esto ocasionó tasas crecientes de desempleo
y agudización de la precarización laboral mediante el aumento de la
sobreexplotación de la fuerza laboral, para así mantener los costos de
producción competitivos y recuperar la tendencia de disminución de la tasa de
interés del capital productivo (Amaral, 2007).
Carcanholo (2014) coincide en constatar que la
transferencia de valor y la intensificación de la superexplotación de la fuerza
laboral fueron los trazos más marcantes de la fase neoliberal del capitalismo
(1970-2000) que atravesó América Latina a partir de la década de 70,
caracterizada sobre todo por los procesos de
transnacionalización-desindustrialización-reprimarización. En la perspectiva
del autor, el neoliberalismo consolidó una nueva forma histórica de dependencia
para los países de la región, caracterizada principalmente por la transferencia
de recursos en forma financiera, debido al pago creciente de tasas de interés y
amortiguaciones, derivado de los procesos de endeudamiento externos de los años
1990. Para Carcanholo (2014) la configuración del capitalismo neoliberal
contemporáneo se caracterizaría por la articulación dialéctica de cinco
aspectos, los cuales son:
(i) elevação da exploração da força
de trabalho nos países centrais, por intermédio da liberalização e
desregulamentação trabalhista ali implementada, junto a uma política tributária
regressiva e concentradora, levando à elevação das taxas de mais-valia nos
capitalismos centrais; (ii) intensificação das transferências de valor, sob
distintas formas, das economias dependentes para as economias centrais
(aprofundando os mecanismos que constituem as condições estruturais da
dependência); (iii) pressão, por todas as partes da economia mundial, por
abertura dos mercados, garantindo novos e ampliados espaços de valorização para
o capital; (iv) aumento da rotação do capital com a introdução de uma ampla
reestruturação produtiva e logística na compra das mercadorias necessárias para
a produção e distribuição das mercadorias produzidas, possibilitando elevação
da taxa anual de lucro; (v) a expansão da lógica fictícia de valorização do
capital (Carcanholo, 2014, p. 13).
A juicio del autor, este nuevo tipo de dependencia
tiene como característica la presencia de un proceso intenso de financiamiento
de las economías, regida por la lógica del capital especulativo financiero que
predomina sobre el capital productivo, exponiendo a las economías periféricas a
una situación de mayor vulnerabilidad en la economía mundial, provocada por el
predominio del capital ficticio en sus estructuras, como ejemplifica el autor:
... a fragilidade financeira
externa é dada pela dependência frente aos capitais externos, em um contexto em
que estes se deslocam entre os distintos mercados nacionais (regionais), de
acordo com sua lógica especulativa. Portanto, a fragilidade financeira é fruto
de uma opção de política nacional (regional) que adota uma estratégia de
desenvolvimento calcada na liberalização financeira externa, em complemento à
abertura comercial, conforme o receituário e os preceitos da visão ortodoxa. A
vulnerabilidade externa, por seu turno, é muito mais uma consequência dessa
opção de política, já que ela é dada pelo grau (capacidade) que uma determinada
economia tem de responder aos choques externos, isto é, a mudanças abruptas na
direção do fluxo de capitais externos (Carcanholo, 2004, p. 100).
De
esta manera, según Carcanholo (2014), las economías periféricas tienden a
recurrir a la intensificación de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo
como forma de recuperar el excedente perdido en la transferencia de valor,
resultando en el alza de la precariedad laboral y el aumento exponencial de la
pobreza y la desigualdad social (Carcanholo, 2014).
Sobre este aspecto, Adrián
Sotelo (2004) al analizar el proceso de reestructuración de la organización del
trabajo en México, argumenta que el capitalismo contemporáneo, encontrase en su
etapa parasitaria, dado que en esta fase hay un predominio del capital
especulativo que produce fenómenos de distorsión que conllevan a graves
repercusiones en los países dependientes de la periferia capitalista, que
encuentran cada vez más dificultades para producir valor y riqueza social, y
por ende, intensifican la lógica de la superexplotación de la fuerza laboral.
Según el mismo autor a través del proceso de
transnacionalización productiva operado por las empresas, se establece una
especie de homogenización de las condiciones de la fuerza de trabajo, es decir,
una internacionalización de la superexplotación, dada la posibilidad de ubicar distintas fases de un
mismo proceso de producción en diferentes territorios del globo. Por lo tanto,
las etapas de los procesos de trabajo que no pudieron automatizarse y que
demandan fuerza laboral (generalmente de baja calificación), se ubican en
países donde la clase trabajadora está sometida a la precariedad laboral,
llevando a la deteriorización de los niveles de empleos en los países centrales
y creando más puestos de trabajo que obedecen la lógica de superexplotación en
las economías periféricas (Sotelo, 2004). Por ende,
al autor sostiene que debido a la destruición de gran parte de su capacidad
productiva, el neoliberalismo buscó crear cada vez más ejércitos industriales
de reserva con el objetivo de recuperar las tasas de ganancia y, de esta
manera, reconfiguró la superexplotación de la fuerza laboral a través de tres
mecanismos, a saber: el aumento de la intensificación del trabajo, la
prolongación de las jornadas laborales y una baja remuneración (Sotelo, 2004).
Esa
tendencia también fue señalada por Osorio (2004), que coincide en afirmar que
el nuevo patrón exportador de especialización productiva se basa en la
transferencia de los salarios de los trabajadores para los fondos de
acumulación del capital, estableciendo una nueva organización de la producción
que contiene nuevas formas de flexibilidad y precariedad laboral, dado que en
las economías dependientes existe una tendencia al aumento de la composición
orgánica del capital en función de los grandes ejércitos industriales de
reserva. El mecanismo utilizado para incrementar la masa de trabajo, sin elevar
el número de contrataciones, es desgastando y sobreexplotando la mano de obra
activa presionada por la otra parcela inactiva, permitiendo el sometimiento
real del trabajo por el capital por medio de la precarización, desempleo,
subempleo, tercerización y diversas otras formas de flexibilización laboral
(Osorio, 2004).
El
autor aclara que este nuevo patrón de reproducción del capital presiona las
políticas económicas y el poder político para manipular los medios y ejercer
predominio en el campo económico. De esta manera, el capital presiona para que
el Estado garantice sus intereses e impulse políticas económicas favorables a
sus proyectos de reproducción (Osorio, 2004).
En la nueva situación, la política económica apunta a
reducir el papel de los asalariados en el consumo y su participación en el
mercado; se propicia una concentración del ingreso, proceso que unido al
anterior genera una aguda polarización social; ya no se protege a sectores
industriales vía aranceles, sino que éstos se reducen significativamente; la
competencia y el mercado, se señala, deben asignar recursos, por lo que se
retiran subsidios y diversas formas de protección. (Osorio, 2004, p. 59).
Al respecto, Amaral (2012) apunta que los déficits
presupuestarios que están entre las políticas de manutención del superávit
primario, en gran parte de las economías latinoamericanas reducen los gastos
públicos y la intervención del Estado en áreas que serían de su competencia,
resultando en pérdidas sociales significativas, transformando
el Estado en un instrumento que sostiene y asegura la legalidad de los derechos
de la propiedad privada y que posibilita la libertad del mercado. En este sentido, asevera Amaral
(2012):
[...] todas aquelas alterações
apontadas no que diz respeito às formas institucionais de regulação conduzem à
interpretação acerca da constituição de um regime de acumulação que tem à sua
frente não mais o Estado, mas os grupos rentistas sustentados num regime
monetário-financeiro em plena conjunção com seus interesses particulares. Isto
posto, se, de fato, todos aqueles que fazem coro às teses da dominância
financeira têm sua proposição confirmada, vem à tona a ideia de que uma
economia periférica que tem em sua cabine de comando o setor rentista está
sujeita a uma intensa fragilidade financeira e aos impactos de potenciais
crises financeiras sempre em germinação num tipo de regime de acumulação como o
descrito (Amaral, 2012, p. 6).
Debido a esta dinámica, las políticas públicas,
sociales, económicas y laborales formuladas entre 1990-2000 en América Latina,
han sido gestadas para atender a los intereses de la reproducción del capital
en vez de amparar las demandas de la reproducción de la fuerza de trabajo, y
han tenido como objetivo contrarrestar el decrecimiento de la tasa de ganancia
y consolidar el nuevo patrón de acumulación y reproducción del capital de la
fase financiera del capitalismo (Osorio, 2004). Así, el ‘desarrollo económico’
experimentado por las economías dependientes por medio del nuevo patrón de
reproducción del capital estuvo imbricado a los crecientes procesos de
exclusión social y al incremento de la pobreza, ocasionando consecuencias
políticas y sociales que produjeron polarizaciones sociales agudas, con dificultades
de conciliación y de establecimiento de consensos estables (Osorio, 2004).
Cabe resaltar
que en los años 2000,
a pesar de los intentos de los gobiernos “progresistas”
o “neodesarrollistas”, la matriz del patrón de acumulación dependiente
neoliberal se mantuvo intacta. Nildo
Ouriques (2013), al analizar el agotamiento del neodesarrollismo en Brasil
señala que este hecho reabre un nuevo contexto latinoamericano que puede
posibilitar un espacio político para la TMD,
afirmando que “es indudable que amplios sectores toman conciencia de los
límites del capitalismo latinoamericano, fenómeno que muchos autores denominan
‘crisis del neoliberalismo’” (Ouriques, 2013, p. 137). Según el autor, el
desarrollismo logró apoyo popular en las décadas de 1950-1960, pero fue incapaz
de avanzar en muchos aspectos, especialmente en obtener un mayor grado de
autonomía nacional,[3] control
creciente de la cadena productiva de valor y el fortalecimiento del sistema
político democrático, tal como se observa con el neodesarrollismo.
El teórico brasileño, al evaluar la política económica
de los gobiernos petistas en Brasil, señala las contradicciones profundas del
capitalismo dependiente en las economías de mayor desarrollo relativo en
América Latina, se mantuvieron apoyadas en la mantención de la dependencia bajo
las condiciones del endeudamiento interno y externo, sucesivas devaluaciones
monetarias, extranjerización de la economía nacional, fortalecimiento del
capital internacional y ampliación de la dependencia tecnológica (Ouriques,
2013). El autor plantea que el capitalismo dependiente no es un adversario
fácil de ser superado y que, en un contexto de crisis mundial, el papel
reservado para la periferia en el período contemporáneo invoca una lección
histórica importante a ser aprendida, que es un desafío abierto en todo el
continente, el de no olvidar “los límites de la antigua promesa burguesa, es
decir, la posibilidad de lograr la superación de la miseria, del rezago
tecnoproductivo y la superación del horizonte liberal de democracia en el marco
del sistema capitalista” (Ouriques, 2013, p. 139).
De esta manera, buscamos demostrar que los postulados
de la TMD que fueron forjados en los
sesenta son lo suficientemente flexibles como para ser revitalizados, ya que
consideramos que la categoría de “dependencia” puede renovarse como herramienta
de análisis, a partir de una revisión de las relaciones de los países
latinoamericanos entre sí y con el mundo. La mantención de la sobreexplotación
de la fuerza de trabajo como rasgo esencial de nuestros países y la creciente
transferencia de valor de la periferia latinoamericana hacia los países metropolitanos,
por fuerza del pago permanente del servicio de la deuda externa y otros medios
tradicionales, revelan que nuestro continente debe asumir la tarea histórica de
tomar en serio aquel desafío de superación de nuestra condición dependiente.
Conclusión
Existió un
profundo esfuerzo por abrir un espacio de reinterpretación de América Latina desde
América Latina, movilizado por preocupaciones sociales que figuraron en los
análisis sociales y económicos. Esta nueva interpretación de la realidad latinoamericana,
plasmada en el proyecto filosófico-metodológico de la TMD – de inspiración dialéctica materialista marxista, que
buscó entender las condiciones objetivas de su proceso económico-social, desde
una visión de totalidad –, contribuyó con el avance de las ciencias sociales
latinoamericanas, al volverse la primera teoría social elaborada desde la
región.
La acumulación de éstas y otras propuestas
metodológicas en el continente reflejaron una densidad creciente del
pensamiento social latinoamericano que superaba la simple aplicación y
reflexión de metodologías o propuestas científicas importadas de los países
centrales, para fundar un campo teórico propio con metodología propia,
identidad temática y un camino para la construcción de una praxis adecuada a la
realidad latinoamericana, a pesar de que todavía existen muchas preguntas sobre
la situación social, política y económica de América Latina. Los estudios sobre
la de dependencia en la región no quedaron en el pasado, sino que siguen vivos,
con una nueva generación de teóricos comprometidos con la realidad
latinoamericana, quienes han actualizado sus postulados teórico-metodológicos,
respondiendo a la pregunta por la vigencia de la dependencia como
categoría explicativa.
La herencia teórica de los debates acerca de la
dependencia y el subdesarrollo, especialmente la crítica marxista a la
dependencia, poseen ahora una nueva posibilidad histórica para avanzar hacia la
plena constitución de la TDM, dado que
las economías latinoamericanas han sido incapaces de remodelar sus sistemas
productivos para reinsertarse en esta fase de la modernidad que supone una
economía global centrada en la innovación, la información y la financiación de
la misma. Efectivamente, la brecha entre países compradores de tecnología y
productores de ésta se ha ampliado. Tal como se
ha observado, la tesis de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo de Marini
sigue vigente y contribuye con la explicación de los altos niveles de
desigualdad, de los bajos salarios, de los bajos niveles de calificación de la
fuerza de trabajo y de las fuertes restricciones en las sociedades
latinoamericanas a regímenes democráticos estables.
El desarrollo de proyectos nacional-populares, al
implicar una disminución de la desigualdad de ingresos y un cambio en las
relaciones de propiedad, coliden con la sobreexplotación del trabajo y con la
dependencia, llevando a la formación de Estados de contrainsurgencia, que
interrumpen los procesos democráticos y destruyen los avances de la ciudadanía,
movimientos sociales y liderazgos políticos, como ocurrió en los casos de
Brasil, Paraguay y Honduras. Cuando los mecanismos democráticos de
representación son restituidos, en la práctica no hay cambios sustantivos, pues
están sometidos a procedimientos de control y coerción que impiden el ejercicio
de la soberanía popular en los términos liberales representativos. Además, en
el último período, las débiles democracias latinoamericanas no resistieron el
saqueo económico, la corrupción institucionalizada y los índices masivos de
desempleo y el continente se vio sometido a una masiva salida de excedentes y
recursos que alcanzaron una magnitud sin precedentes. Mientras la dependencia
persista, la posibilidad teórica y política de su teoría continuará vigente.
Referencias bibliográficas
Amaral, M. S. (2007). Neoliberalismo
na América Latina e a nova fase da dependência. Anais do V Colóquio
Internacional Marx e Engels. Campinas: Unicamp. Recuperado de: https://www.unicamp.br/cemarx/anais_v_coloquio_arquivos/arquivos/comunicacoes/gt3/sessao4/Marisa_Amaral.pdf
Amaral, M.S. (2012). Uma nova fase
do capitalismo e um novo padrão de dependência na Améria Latina? Elementos para
uma investigação. Capitalismo: crises e resistências. p. 63-82 Recuperado de: https://www.ifch.unicamp.br/formulario_cemarx/selecao/2009/trabalhos/uma-nova-fase-do-capitalismo--elementos-para-uma-investig.pdf
Bambirra, V. (1974). El
capitalismo dependiente latinoamericano. México D.F., Siglo veintiuno editores.
Bambirra, V.
(1976). La Revolución Cubana: una reinterpretación, Editorial Nuestro
Tiempo, México.
Baran, P
&. Sweezy, P. (1968). El Capital Monopolista, México,
Siglo XXI.
Carcanholo, M.
(2008). Dialética
do desenvolvimento periférico: dependência, superexploração da força de
trabalho e alternativas de desenvolvimento. Revista. Economia contemporânea, Rio de Janeiro, 12(2):
247-272, maio/ago.
Carcanholo,
M. (2014). Desafios e Perspectivas para a América Latina do Século XX. Argumentum,
Vitória (ES), 6(2), 6-25, jul./dez. Recuperado de: https://periodicos.ufes.br/argumentum/article/view/8207
Cardoso, F. y Faletto, E. (1970). Dependencia
y desarrollo en América Latina, Siglo XXI Editores, México.
Dos
Santos, T. (2000). A teoria da dependência: um balanço.
En Teoria da dependência: balanço e
perspectivas. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira. Recuperado de: https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/409532/mod_resource/content/1/ateoriadadependencia.pdf
Dos Santos, T. (2011). Imperialismo
y dependencia. Colección Claves Políticas de América, Nº 5. Colección
Claves Políticas de América, Nº 5, Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.
Duarte,
P. H. & Graciolli, E. (2011). A Teoria da Dependência: interpretações sobre
o (sub)desenvolvimento na América Latina. V Colóquio CEMARX Unicamp: Campinas. Recuperado de: https://www.unicamp.br/cemarx/anais_v_coloquio_arquivos/arquivos/comunicacoes/gt3/sessao4/Pedro_Duarte.pdf
Koling,
P. J. (2007). Teorias
da dependência: abordagens sobre o desenvolvimento latino-americano. Diálogos
- Revista do Departamento de História e do Programa de Pós-Graduação em
História, 11(1-2). Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/3055/305526867008.pdf
Marini, R. M. (1990). Dialéctica
de la dependencia. México, D.F.
Martins,
C. E. (1999). Superexploração
do trabalho e acumulação de capital: reflexões teórico-metodológicas para uma
economia política da dependencia. Revista da Sociedade
Brasileira de Economia Política, Rio de Janeiro, nº 5, dezembro. Recuperado de: http://revistasep.org.br/index.php/SEP/article/view/290
Martins, C. E. (2017). La
subordinación de la izquierda al neoliberalismo y el abandono de la Teoría de
la Dependencia. Entrevista concedida a la revista Rebelión en 29 de
septiembre de 2017. Recuperado de: https://www.rebelion.org/docs/232114.pdf
Marx,
K. (1974). O Capital: crítica da economia política. 5 volumes. Rio de
Janeiro: Civilização Brasileira.
Osorio, J. (2004). Crítica
de la Economía Vulgar – Reproducción del Capital y Dependencia. México: Grupo Editorial Miguel Angel
Porrúa. Recuperado de: https://teoriasociologicai.files.wordpress.com/2014/09/jaime-osorio-critica-de-la-economia-vulgar.pdf
Ouriques, N. (2013). La
crisis del neodesarrollismo y la teoría marxista de la dependencia. Argumentos
(México, D.F.). 26(72). Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-57952013000200007
Rada, Y.
(2014). El capitalismo dependiente: una propuesta teórica latinoamericana.
Documentos de trabajo. Fundación Centro de Estudio Latinoamericanos Rómulo
Gallegos. Recuperado de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Venezuela/celarg/20170102043848/pdf_373.pdf
Sotelo
Valencia, A. (2004). Desindustrialización y crisis del
neoliberalismo, maquiladoras y telecomunicaciones. México: Plaza y Valdés-UOM-ENAT. Recuperado
de: https://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/Crisis%20del%20neolibaralismo%20y%20desindustrializacion.pdf
Trindade, J.R. (2018). Breve Contextualização da atual
configuração da dependência latino-americana e a economia mundial capitalista:
uma agenda de debates.
Revista de economia regional, urbana e do
trabalho. 7(02).
Recibido:
01/06/2020
Evaluado:
21/07/2020
Versión
Final: 27/08/2020
(*) Graduada en Relaciones Internacionales (Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro, UFRRJ). Magíster en Ciencia Política (Instituto de Estudos Sociais e Políticos. Universidade Estadual do Rio de Janeiro, IESP-UERJ). Estudiante de doctorado del programa de Ciencia Política (Instituto de Filosofia e Ciências Humanas. Universidade Estadual de Campinas, IFCH-Unicamp). Pesquisadora do Núcleo de Pesquisa em Participação, Movimentos Sociais e Ação Coletiva (NEPAC-Unicamp). Brasil. Miembro del Observatorio de Transformaciones Socioeconómicas (Instituto Max Planck de Chile) y de la Red de Cientistas Políticas de Chile. Chile. Email: nicolle.berti@gmail.com; ORCID: https://0000-0001-8336-7649
[1] La Ley General de la Acumulación Capitalista puede ser vista en Marx, K. (1974). O Capital, Livro I, capítulo XXIII.
[2] Aquí se puede hacer un paralelo con la tesis de Raul Prebisch (1949) que critica la división internacional del trabajo en la década de 50, cuestionando el presupuesto de la distribución del progreso técnico de aquella época, al afirmar que la deterioración de los precios de los productos primarios podría ser explicada por el movimiento cíclico de la economía, en el cual la caída en los precios de estos productos en la fase descendente del ciclo no era superior a su elevación en la fase ascendiente, mientras que las manufacturas no sufrían caída de precio. Según el autor, un factor importante a este respecto era el mayor poder sindical de los trabajadores del centro capitalista, que lograban mantener sus salarios en la fase descendiente de la economía. Además, el autor postulaba que había un nuevo factor de desequilibrio económico entre centro-periferia, a saber, la elasticidad-rienta de la demanda, que significaba que el aumento en la flexibilidad de los precios de los productos primarios y su deteriorización de los términos de cambio conllevaba los países de la periferia capitalista al desequilibrio de sus balanzas de pago. Ver más en: 1949). El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas. In: Gurrieri, A. (1982). La obra de Prebisch en la Cepal. México: Fondo de Cultura Económica.
[3] Sobre este aspecto, es importante hacer una consideración retrospectiva de las relaciones de los EUA con América Latina durante la década del 60 que se centró en la Alianza para el Progreso y la crisis de misiles de Cuba del período de la Guerra Fría, y los intereses de EUA acerca de la seguridad nacional en la región fueron redefinidos.