Teoría Marxista de la Dependencia: reinterpretación y nuevos aportes críticos acerca de la nueva fase de la dependencia latinoamericana

 

 

Nicolle García Berti(*)

 

 

Resumen

 

La Teoría Marxista de la Dependencia desarrollada por Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra en los años 70, sigue siendo renovada por nuevos autores que buscan comprender el rol de los países periféricos en la economía mundial y sus implicaciones. La interpretación de la realidad latinoamericana ofrecida por estos autores ilustra cómo el patrón de la reproducción del capital acentúa la dependencia de los países periféricos hasta el día de hoy. En este ensayo se pretende hacer un inventario de los nuevos debates en América Latina que se refieren a la Teoría Marxista de la Dependencia, destacar las particularidades de esta corriente, la renovación de sus aportes teóricos a partir de nuevos temas planteados en la agenda de dicho campo sobre el lugar de los países de América Latina en la lógica contradictoria de acumulación de capital mundial.

 

Palabras clave: Dependencia; Subdesarrollo; Neoliberalismo.

 

 

 

 

Marxist Theory of Dependency: reinterpretation and new critical contributions about the new phase of Latin American dependency

 

Abstract

 

The Marxist Theory of Dependency developed by Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos and Vania Bambirra in the 70s, continues to be renewed by new authors who seek to understand the role of peripheral countries in the world economy and its implications. The interpretation of the Latin American reality offered by these authors illustrates how the pattern of the reproduction of capital accentuates the dependence of peripheral countries until today. This essay aims to make an inventory of the new debates in Latin America that refer to the Marxist Theory of Dependency, highlight the particularities of this current, the renewal of its theoretical contributions based on new issues raised in the agenda of said field on the place of the Latin American countries in the contradictory logic of world capital accumulation.

 

Key words: Dependency; Underdevelopment; Neoliberalism.

 

 


 

 

Teoría Marxista de la Dependencia: reinterpretación y nuevos aportes críticos acerca de la nueva fase de la dependencia latinoamericana

 

Introducción

 

A la luz de los cambios políticos que se vienen desarrollando en Latinoamérica en la actualidad, resaltamos nuestro objetivo de revisar los postulados y la vigencia del complejo teórico metodológico de la teoría marxista de la dependencia para comprender el rol de los países latinoamericanos en la economía mundializada. Las teorías de la dependencia surgieron en los años 1960 como respuesta y crítica a las tesis nacional-desarrollistas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) que planteaban que, con la industrialización y el manejo adecuado de los instrumentos de la política económica, América Latina superaría sus problemas de subdesarrollo.

Con el propósito de analizar y entender la dinámica de la economía mundial, las teorías de la dependencia influyeron ampliamente en las ciencias sociales y en el pensamiento social de los países latinoamericanos y de los países centrales, develando las estructuras de poder internas de nuestros países y sus articulaciones internacionales (Martins, 2018). Esto demostró que el capitalismo constituía una economía mundial asimétrica y monopólica, articulada por la división internacional del trabajo, permeada por relaciones de poder que atravesaban los Estados, vinculando de forma específica sus clases dominantes, contrarrestando los enfoques anglosajones más tradicionales de las teorías de las relaciones internacionales (Martins, 2018). Dichas teorías contribuyeron así para romper con el eurocentrismo y el nacionalismo metodológico que veían el mundo como resultado de la interacción entre Estados autónomos, liderados por actores internos independientes, y que lo dividían entre países desarrollados y países atrasados, siendo los primeros el modelo de futuro de los últimos.

Cabe resaltar que hay diferentes matices teórico-metodológicas en el ámbito de las teorías de la dependencia, habiendo dos corrientes teóricas específicas que sobresalieron. La primera de ellas es una vertiente de fuerte influencia weberiana, que tenía como sus máximos exponentes a Fernando Henrique Cardoso y Enzo Falleto (1970), conocida por su tesis de la imposibilidad de una burguesía nacional en los países de la periferia del capitalismo, que establecería que el desarrollo de las economías periféricas sólo sería posible de manera subordinada y asociada (Trindade, 2018). La interdependencia, postulada por los autores, se traduciría en un desarrollo capitalista periférico asociado a regímenes políticos liberales. Para los autores, las fuerzas internas consistirían en un entrabe del desarrollo periférico, dado que impedirían la oportunidad de crecimiento económico a través de la asociación con el ciclo económico céntrico (Carcanholo, 2008).

Mientras que la segunda vertiente es la Teoría Marxista de la Dependencia (TMD), que buscó utilizar el método materialista dialéctico para interpretar la formación social latino-americana, buscando contrarrestar la visón de la III Internacional, plasmada en las tesis de los partidos comunistas latinoamericanos que predicaban la necesidad de establecer alianzas entre las burguesías nacionales y el proletariado para hacer frente al imperialismo norteamericano y promover el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales en los países de la región. La TMD surgió en un contexto de descenso de las tasas de crecimiento económico y de aumento del endeudamiento externo y de los índices de pobreza y miseria, y su objetivo era buscar comprender la reproducción del sistema capitalista de producción en la periferia. En este sentido, la TMD apuntó a la construcción de categorías analítico-explicativas que permitirían identificar las particularidades del desarrollo del modelo capitalista latinoamericano, cuestionando por qué el sistema capitalista mundial creaba y ampliaba diferencias en términos políticos, económicos y sociales entre países y regiones, concluyendo que la economía de unos países estaba condicionada por el desarrollo y expansión de otros y, con ello, ubicar las causas objetivas de la dependencia para proponer soluciones estratégicas ajustadas a la realidad latinoamericana.

La TMD, la cual será el enfoque de este artículo, es fruto de la producción conjunta de Ruy Mauro Marini (1990), Theotônio dos Santos (2011) y Vania Bambirra (1964), autores que, además de analizar realidades concretas, desarrollaron categorías analítico-explicativas que han servido de base para la comprensión y aplicación de esta teoría, y que propusieron otra comprensión del funcionamiento del sistema mundial y de la reestructuración de la economía en el período postguerra bajo la hegemonía de los Estados Unidos y de las corporaciones multinacionales. Dichos autores presentaron una interpretación de las nuevas bases de la división internacional del trabajo y de los patrones de acumulación que buscaban restablecer los países dependientes de la periferia, la ascensión de los procesos de financiamiento y los nuevos patrones neoliberales de acumulación capitalista. Así, la TMD elaborada por estos autores puede ser considerada como una fuente de reinterpretación del (sub)desarrollo del capitalismo en las periferias y de la economía mundial en su conjunto.

Pese a que esta agenda ponía en relieve los factores exógenos y políticos que explicaban la posición subordinada de las economías periféricas en la división internacional del trabajo, y de su centralidad para la madurez teórica del continente, fue abandonada a pesar de la emergencia de fenómenos que actualizaban sus postulados, tales como la reprimarización económica y el neoliberalismo. Por lo tanto, pretendemos demostrar que la TMD todavía es un instrumento analítico útil que puede ayudar en la comprensión de la configuración de la dependencia de los países de la región y su rol en la economía mundial capitalista en la contemporaneidad, dado que este instrumental teórico-metodológico sigue actualizándose con nuevas generaciones de autores como Carlos Eduardo Martins (2017), Marcelo Carcanholo (2004), Adrian Sotelo Valencia (2004), Jaime Osorio (2004), Marisa Amaral (2007), que están buscando, a partir del dispositivo conceptual de la TMD, lanzar nuevas luces sobre el fenómeno de acumulación mundial capitalista contemporáneo y sus contradicciones, renovando la agenda investigativa de dicho campo de análisis.

 

El aporte teórico de la Teoría Marxista de la Dependencia sobre la condición latinoamericana

 

Las obras de la TMD fueron inspiradas por dos grandes procesos históricos. El primero fue la Revolución cubana de 1959, que se constituyó como uno de los pilares para las definiciones teóricas y políticas de América Latina del período, y el segundo estaba relacionado con la creciente integración del proceso productivo de las economías latinoamericanas con el capital extranjero, fenómeno que intensificó las contradicciones sociales de la región. En este contexto, post Segunda Guerra Mundial, se estableció la hegemonía de la economía norteamericana, la cual incorporó el régimen fordista de producción y circulación, expandiendo su capital por el resto del mundo en busca de oportunidades de inversión que se orientaban hacía un sector industrial. Un nuevo ciclo económico expansivo de la economía mundial se abría, exigiendo la extensión de sus características en niveles estratosféricos (Dos Santos, 1998).

A pesar de que la revolución cubana reencendió las esperanzas de la izquierda latinoamericana, plasmando una alternativa de cambio social real hacia el socialismo, también despertó temores de las burguesías nacionales y del imperio norteamericano ante lo que se llamó la amenaza del comunismo. De esta manera se inició en la región el derrocamiento de gobiernos que eran identificados con las ideas comunistas y con el ideal revolucionario antiimperialista cubano, abriendo paso a diversas dictaduras militares instauradas en el continente, las que comienzan en Brasil en 1964 (Rada, 2014).

La TMD surge a mediados de la década del sesenta, período también caracterizado por la aceleración de la industrialización en los países latinoamericanos por medio del modelo que se llamó “substitución de importación” (ISI) o “desarrollo para dentro”, postulado por la CEPAL, que visaba la superación de la condición periférica rompiendo con el modelo agroexportador, que se volvió la expresión de una nueva política económica de los países de la región. Los teóricos marxistas de la dependencia contrarrestaron los postulados de los ideólogos cepalinos, apuntando que las limitaciones del desarrollo de las economías latinoamericanas estaban relacionadas con la conformación de la economía mundial, marcadas en aquel contexto histórico por la hegemonía de poderosos grupos económicos y fuerzas imperialistas, las que tenderían a profundizar las relaciones de dependencia entre países centrales y periféricos (Duarte y Graciolli, 2011).

Pese a que el estructuralismo cepalino aportó con una interpretación sobre el subdesarrollo que se plasmó en un programa teórico y práctico que tenía como punto de partida la condición periférica, y haya rompido con las transposiciones teóricas y políticas del centro capitalista a la periferia, su propuesta de industrialización como elemento articulador del desarrollo y de la democracia política no cuestionaba las estructuras de poder existentes. Los teóricos de la CEPAL comprendían el desarrollo como un continuum, en que el subdesarrollo y el desarrollo eran considerados etapas de un proceso evolutivo (Koling, 2007).

Los ideólogos de la TMD, en este sentido, presentan una crítica a estos presupuestos teóricos desarrollistas y plantean que el fenómeno de la integración económica mundial produce el subdesarrollo de los países periféricos, lo que se constituye como una forma específica de capitalismo, el cual tiene sus propias leyes. Para los teóricos de la TMD, la propuesta de estrategia para el desarrollo, basada en el modelo de substituciones de las importaciones, además de no romper con el subdesarrollo, establecía las condiciones de dependencia, resultando en una mayor internacionalización de las economías con la transferencia de multinacionales, ocasionando una distribución de renta desigual que impactaría en la demanda interna, tornándola insuficiente para garantizar un proceso de industrialización continuada (Trindade, 2018).

La TMD adecuó las bases teóricas del marxismo – leninismo y las contribuciones hechas por Mao Tse Tung a la dialéctica para emprender el análisis y la comprensión de la realidad latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, con el objetivo de proponer soluciones objetivas a la situación de explotación y dominación a la cual se han encontrado sometidos los países latinoamericanos. Asimismo, los teóricos de la dependencia fueron influenciados por los trabajos de los economistas norteamericanos Paul Baran y Paul Sweezy (1968) sobre atraso, subdesarrollo y dependencia, que postulaban la idea que se convertiría en la premisa primordial de la TMD: el subdesarrollo de América Latina es consecuencia directa del desarrollo de los países capitalistas hegemónicos (Rada, 2014).

Theotônio dos Santos, al elaborar el concepto de dependencia, aclara que la condición de la dependencia de los países periféricos fue resultado del fenómeno de la expansión y consolidación del sistema capitalista a nivel mundial. De acuerdo con este teórico, la dependencia debe ser entendida como una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en la cual la economía de los países centrales se autosustenta a través de la integración desigual de la economía mundial, la que subordina las economías periféricas a las economías centrales por medio de la división internacional del trabajo y del comercio exterior. La dependencia emerge así, no como una etapa transitoria a ser superada, sino como un fenómeno desprendible de la posición o función de un determinado país en la división internacional del trabajo, en donde sociedades periféricas y centrales se vinculan con sus diferentes niveles de diferenciación de sus sistemas productivos en un mismo mercado. Bajo estas condiciones, los países periféricos sólo podrían expandirse económicamente como un reflejo de la expansión de las economías centrales (Dos Santos, 2011). Al respecto, el autor expresa lo siguiente:

 

La dependencia es una situación en la cual un cierto grupo de países tienen su economía condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía a la cual la propia está sometida. La relación de interdependencia entre dos o más economías, y entre éstas y el comercio mundial, asume la forma de dependencia cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y autoimpulsarse, en tanto que otros países (los dependientes) solo lo pueden hacer como reflejo de esa expansión, que puede actuar positivo y/o negativamente sobre su desarrollo inmediato. De cualquier forma, la situación de dependencia conduce a una situación global de los países dependientes que los sitúa en retraso y bajo la explotación de los países dominantes (Dos Santos, 2011, p.361).

 

El autor brasileño expone una comprensión del proceso de formación socioeconómica en Latinoamérica partiendo de la subordinación de las economías periféricas en el sistema capitalista mundial, proponiendo que la relación desigual de control hegemónico de los mercados, por parte de las economías avanzadas, estaría directamente relacionada con la pérdida de control de los países dependientes sobre sus propios recursos (sea en forma de ganancia o en forma de interés) para los países centrales (Dos Santos, 2011). La situación de dependencia no sería sólo funcional a la hegemonía internacional, sino que también a la recepción de las clases dominantes locales a esta condición de subordinación.

Ruy Mauro Marini también desarrolló conceptos claves para la economía política de la dependencia, tales como el de la sobreexplotación del trabajo y el de subimperialismo. El punto de partida de su teoría consiste en que, considerando los parámetros del modo de producción capitalista puro, la economía latinoamericana presentaba singularidades que impedían que el capitalismo se desarrollase en la región de la misma manera como se desarrolló en las economías avanzadas (Duarte y Graciolli, 2011).

El autor planteaba que el desarrollo capitalista (acumulación de capital) dependía enteramente de la apropiación de la riqueza producida por los trabajadores y, en Dialética da dependencia, el autor retoma el sentido del trabajo, de las clases trabajadoras y de las relaciones de clase en el capitalismo, enfocándose en el caso latinoamericano (Koling, 2007). La tesis de la sobreexplotación del trabajo en América Latina, desarrollada por Marini, nos permite abordar el problema de la extracción del trabajo excedente en la relación centro - periferia como esencia de la dependencia latinoamericana. La interpretación de Marini está basada en la ley general de acumulación capitalista elaborada por Karl Marx,[1] en la que el autor predica que el sistema capitalista de producción tiene como ley general una productividad creciente, de modo que la composición del capital posee la tendencia a aumentar progresivamente. Por ser la fuerza motriz de la reproducción del capital, dado su capacidad de crear valor adicional y permitir la garantía y ampliación de la riqueza, la clase trabajadora produce, de esta forma, las condiciones que la vuelven relativamente dispensable en este mismo proceso. Esto se produce debido a que, cuando ocurre el incremento en la composición del capital, la productividad del trabajo debe ser ampliada a través de la intensificación del proceso acumulativo, no por medio de la contratación de más trabajadores que serían inseridos en el proceso productivo, sino que por el incremento de máquinas y equipamientos (Duarte y Graciolli, 2011).

Según el teórico, dos factores son importantes para explicar su tesis de la sobreexplotación del trabajo. El primero de ellos es la inserción de América Latina en la economía mundial, como exportadora de materias primas e importadora de productos manufacturados, fenómeno que contribuyó con el proceso de industrialización de los países centrales, lo que permitió que estos países pudiesen depender más del aumento de la capacidad productiva del trabajo con la implementación de nuevas tecnologías de producción, pasando de concentrar la acumulación de capital en la plusvalía relativa y no más en la plusvalía absoluta (Rada, 2014).

El segundo factor importante es el intercambio desigual del comercio exterior que se da entre América Latina y las economías centrales. Dado el deterioro de los términos de cambio, las materias primas tienden a depreciarse en el mercado internacional, mientras que los productos manufacturados tienden a mantener sus precios estables, desfavoreciendo significativamente las economías dependientes.[2] Lo que resulta de la expresión de este intercambio desigual de mercancías entre naciones industrializadas y naciones no industriales, es una serie de mecanismos que permiten la realización de transferencia de valor (Duarte y Graciolli, 2011). La tesis de la sobreexplotación del trabajo apunta a que en los países periféricos hay un aumento en la intensidad del trabajo como forma de compensar y recuperar las ganancias perdidas. En palabras de Marini (1990):

 

[…] el problema que plantea el intercambio desigual para América Latina no es precisamente el de contrarrestar la transferencia de valor que implica, sino más bien el de compensar una pérdida de plusvalía, y que, incapaz de impedirla al nivel de las relaciones de mercado, la reacción de la economía dependiente es compensarla en el plano de la producción interna. El aumento de la intensidad del trabajo aparece, en esta perspectiva, como un aumento de plusvalía, logrado a través de una mayor explotación del trabajador y no del incremento de su capacidad productiva. Lo mismo se podría decir de la prolongación de la jornada de trabajo, es decir, del aumento de la plusvalía absoluta en su forma clásica; a diferencia del primero, se trata aquí de aumentar simplemente el tiempo de trabajo excedente, que es aquél en el que el obrero sigue produciendo después de haber creado un valor equivalente al de los medios de subsistencia para su propio consumo (Marini, 1990, p. 12)

 

Marini, al referirse a la teoría del ciclo del capital, aclara que el capitalismo dependiente latinoamericano dirige su producción al comercio exterior y el mercado interno no participa del ciclo de realización del capital. Debido a que la producción de mercancías se realiza para el mercado externo, esto hace que no dependa de la capacidad interna de consumo de nuestros países, por lo tanto, el sistema tiende a la explotación de la fuerza de trabajo sin atender a la reposición de la misma, siempre que pueda adicionar nuevos trabajadores al proceso productivo:

 

[…] la tendencia natural del sistema será la de explotar al máximo la fuerza de trabajo del obrero, sin preocuparse de crear las condiciones para que éste la reponga, siempre y cuando se le pueda reemplazar mediante la incorporación de nuevos brazos al proceso productivo. Lo dramático para la población trabajadora de América Latina es que este supuesto se cumplió ampliamente: la existencia de reservas de mano de obra indígena (como en México) o los flujos migratorios derivados del desplazamiento de mano de obra europea, provocado por el progreso tecnológico (como en Sudamérica), permitieron aumentar constantemente la masa trabajadora, hasta principios de este siglo (Marini, 1990, p. 17).

 

De esta manera, el teórico señala que, debido al sometimiento de las economías periféricas a las centrales por medio del monopolio tecnológico, las formaciones sociales latinoamericanas sufrían una especie de doble transferencia de plusvalía: en el plano internacional, por su especialización en productos de baja productividad media mundial; y en el ámbito nacional, en función de que su productividad estaría determinada principalmente por el ingreso de la tecnología extranjera y su apropiación por las corporaciones multinacionales y el gran capital nacional, transfiriendo, de esta manera, la plusvalía de las burguesías nacionales al gran capital. Marini postula, así, que el capitalismo en los países dependientes es un capitalismo sui generis, dado que parte del excedente generado en las economías periféricas es enviado al centro, no realizándose internamente la acumulación del capital. De este modo, por no poder neutralizar las transferencias de plusvalía a través de la reversión de los diferenciales de productividad, las formaciones dependientes acuden a la reducción salarial, al incremento de la intensidad del trabajo y al aumento de la jornada de trabajo sin remuneración salarial equivalente (Marini, 1990).

Vania Bambirra, en El capitalismo dependiente latinoamericano (1971), emprende un estudio de los diferentes tipos específicos de estructuras dependientes en sus aspectos económicos, sociales y políticos, partiendo de la situación previa de cada país y la conformación que se dio en ellos, a partir de la fase de integración monopólica, y propone una tipología de países dependientes. Según la autora, la historia de América Latina y de los países del centro capitalista son parte de una misma unidad temporal “que hizo posible el desarrollo de unos e inexorable el atraso de otros” (Bambirra 1971, p. 13).

A juicio de Bambirra (1971) esta formación histórica compartida por los países centrales y periféricos relega al territorio latinoamericano la función de proveedor de riquezas que son apropiadas por las economías avanzadas, configurando la relación de dependencia centro-periferia, entretanto este no es un proceso homogéneo. De esta manera la autora plantea que hay distintas situaciones de dependencia y se propone a explicarlas para comprender cuáles factores estructurales permitieron que la industrialización se produjese en unos países antes que en otros. Así, Bambirra formula tres tipos de sociedades definidas en A, B y C que tienen que ver con la formación histórica de cada país y las diferencias en lo que respecta a las condiciones y características del desarrollo económico, social y político en el contexto de integración económica monopólica:

 

Este proceso de integración monopólica se extiende a América Latina, partiendo de dos tipos de estructuras: 1. Estructuras diversificadas, en las cuales aún predomina el sector primario- exportador, existiendo sin embargo, ya un proceso de industrialización en expansión. 2. Estructuras primario - exportadoras, cuyo sector secundario estaba compuesto aun casi exclusivamente por industrias artesanales. En estos casos, el proceso de industrialización será un producto de la integración monopólica mundial (Bambirra 1974, p. 23).

 

Con esta tipología, la autora trata de definir los dos grandes tipos de estructuras dependientes: el tipo A, constituido por países en que el proceso de industrialización se inició a partir de las últimas décadas de siglo XIX, y el tipo B, compuesto por aquellos en que dicho proceso ocurriera a partir de la Segunda Guerra Mundial, controlado directamente por el capital extranjero. Basada en dicha división, Bambirra demuestra que solamente en seis países – México, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Colombia – hubo surgimiento de una burguesía industrial nacional que elaboró un proyecto proprio de desarrollo, ofreciéndoselo al conjunto de la sociedad (Bambirra, 1971).

De esta manera, la teórica apunta que, a partir de la década de 1950, en el contexto de integración monopólica mundial, la inversión extranjera en el sector industrial promovía la desnacionalización de los medios de producción y de la propiedad privada en los países que ella caracterizaba como tipo A. Por lo tanto, las burguesías nacionales se habían convertido, en dichos países, en socias menores de las empresas multinacionales, transformándose en una clase dominante-dominada, abdicando de una postura nacionalista y antiimperialista. Por otra parte, existen países en los que no se ha iniciado un proceso de industrialización, donde la estructura es únicamente primario-exportadora y se corresponde con un proceso de integración monopólica. Estos países son: Perú, Venezuela, Ecuador, Costa Rica, Guatemala, Bolivia, El Salvador, Panamá, Nicaragua, Honduras, República Dominicana y Cuba, configurando el tipo B (Bambirra, 1971).

La principal contribución teórica de Bambirra es señalar que la situación de dependencia condiciona las estructuras económicas de las sociedades latinoamericanas, y es justamente esta condición dependiente que ha impedido la transformación radical de estas mismas estructuras. Así, el carácter periférico, subordinado y dependiente de las economías de la región, es determinado y se redefine bajo la dinámica centro-periferia acompañando los movimientos de expansión y evolución de la economía mundial.

Para los autores, la ruptura de la dependencia sería posible a través de un desplazamiento de las economías latinoamericanas de la estructura mundial capitalista, mediante un proceso de transformación socialista de las sociedades, es decir, un desprendimiento de la matriz capitalista, como argumenta Ruy Mauro Marini:

 

La manera cómo se agudizan, en el capitalismo dependiente, las contradicciones inherentes al ciclo del capital; la exasperación del carácter explotativo del sistema, que lo lleva a configurar un régimen de superexplotación del trabajo; los obstáculos creados al paso de la plusvalía extraordinaria a la plusvalía relativa, y sus efectos perturbadores en la formación de la tasa media de ganancia; la extrañación consiguiente de los procesos de concentración y centralización del capital —esto es lo que constituye la esencia de la dependencia, la cual no puede ser suprimida sin que se suprima el sistema económico mismo que la engendra: el capitalismo (Marini, 1976, p. 2).

 

Los teóricos marxistas de la dependencia entendían que la polarización entre centro y periferia era intrínseca a la expansión del capitalismo y consideraban que la concentración de la riqueza que esto implicaba marcaba un camino sin retorno. Por eso se propusieron imaginar otro sistema social más justo y solidario.

 

El rescate crítico de la Teoría Marxista de la Dependencia y la nueva agenda de debates sobre el rol de América Latina en la lógica contradictoria de acumulación de capital mundial (1980-2000)

 

Carlos Eduardo Martins (2018) al cuestionar la subordinación de la izquierda brasileña al neoliberalismo, asiente que hay una nueva generación de autores que han revindicado el instrumental teórico de la TMD, buscando reorganizar la agenda de investigación de este campo de estudio, con el intuito de hacer un rescate critico sus categorías teórico-explicativas para analizar la realidad contemporánea de América Latina. Según el autor la TMD perdió espacio en la academia debido a la expansión de otras teorías tales como:

 

a) a la izquierda, del pensamiento endogenista, que priorizó las articulaciones internas sobre las articulaciones interna-externa para definir la especificidad del capitalismo latinoamericano, y del pensamiento neogramsciano que, partiendo de una lectura liberal de Gramsci, propuso la cuestión democrática como central y superior a la cuestión nacional, que podría ser solucionada por un conjunto ampliado y sostenible de reformas democráticas; b) al centro, por el pensamiento neodesarrollista que consideró que el capitalismo se movía por la demanda interna, su patrón distributivo por el grado de democracia, y su capacidad de generar progreso técnico por la posibilidad de centralizar y concentrar capitales; c) a la derecha, por la ofensiva neoliberal, que absorbió parte de los autores del centro y de la izquierda; y d) de la teoría weberiana de la dependencia que osciló entre el centro, aunque sin el mismo optimismo desarrollista, y la derecha, desde donde se acercó a la ofensiva neoliberal (Martins, 2018, p. 6-7).

 

Sin embargo, una tercera generación de autores, como Carlos Eduardo Martins (2004), Adrian Sotelo Valencia (2004), Marisa Silva Amaral (2007), Nildo Ouriques (2013), Marcelo Carcanholo (2014), entre otros, están buscando lanzar nuevas luces sobre el fenómeno de acumulación mundial capitalista contemporáneo y sus contradicciones, renovando la agenda investigativa de la TDM.

Nos parece importante señalar, como argumenta Carcanholo (2014), que América Latina es una unidad contradictoria, y es muy importante considerar las especificidades nacionales, locales y subregionales para no incurrir en el error de homogeneizar los distintos procesos históricos y político-económicos que atravesaron los países de la región, con el fin de establecer una mera unidad, sin diferenciación (Carcanholo, 2014). Sin embargo, el autor igualmente advierte que restringirse a las especificidades de los países es “cair na mistificação, mas desta vez de dupla natureza: (i) desconhecer qualquer similaridade na formação histórico-social de nossos povos; (ii) tratar a realidade social da região a partir de uma categoria de falsa abstração, a Nação” (Carcanholo, 2014, p. 6). Para el economista brasileño, es fundamental considerar América Latina a partir del carácter dependiente de nuestras economías, siendo esto lo que constituye la región como una unidad dialéctica, sin excluir las especificidades de cada país (Carcanholo, 2014).

A partir de esta premisa, el autor utiliza la TMD para analizar la realidad latinoamericana, enfocándose en el caso de Brasil, a partir del lugar subalterno que ocupa en la dinámica de acumulación de capital mundial, que le otorga condiciones estructurales y determinantes coyunturales derivadas de su condición dependiente (Carcanholo, 2014).

Adrián Sotelo Valencia (2004) igualmente predica que América Latina, al mismo tiempo que es heterogénea en varias dimensiones (económica, social, política), conserva características comunes, como las tendencias contradictorias de integración, fragmentación, de especialización productiva y la desindustrialización que afectan los procesos productivos, la organización del trabajo y los mercados laborales en la región. Para Sotelo (2004) las economías dependientes también comparten la preservación de “fuerzas disgregadoras que la dinámica y la crisis del capitalismo mundial acarrean, a saber,anexión económica, integración comandada por las empresas transnacionales de los países imperialistas, debilitamiento de la soberanía de los pueblos y del Estado, ‘acuerdos comerciales’ tipo TLC, OMC, ALCA, etcétera” (Sotelo, 2004, p. 46). Así como en el proceso de industrialización por substitución de importación, las economías latinoamericanas en el período contemporáneo (aún con las diferencias entre Brasil, México, Centro América y Caribe) adoptaron el ‘patrón de acumulación dependiente neoliberal’ desde Sudamérica hasta el Caribe (Sotelo, 2004).

El autor apunta que las economías latinoamericanas se volvieron más dependientes de las importaciones del mercado mundial y de la exportación de productos primarios desde los años 1990 con el patrón de acumulación dependiente neoliberal, ocasionando el refuerzo de la dependencia estructural de los países de la región y la consecuente cesión de soberanía en favor del capital extranjero y de los inversionistas privados (Sotelo, 2004). En el neoliberalismo contemporáneo (1980-2000) defiende Sotelo (2004), las economías periféricas se apoyan en la demanda ‘sostenida’ de materias primas y no invierten en la generación de industrias como creadoras de empleo y generadoras de valor agregado a la exportación, forzando una explotación desmedida del medio ambiente y sus recursos, como condición para la retomada del (sub)desarrollo capitalista en la periferia (Sotelo, 2004). En las palabras del autor:

 

América Latina parece haberse retrotraído al siglo XIX al reconvertirse en una economía primario-exportadora, donde recursos naturales como petróleo, gas, minerales, agricultura, silvicultura, pesca, ganadería y minería, y la exportación masiva de fuerza de trabajo de países como Guatemala, El Salvador o México hacia Estados Unidos, se constituyeron en los verdaderos pivotes del crecimiento económico del patrón de acumulación dependiente neoliberal (Sotelo, 2004, p. 70).

 

De esta manera, aún según Sotelo (2004):

 

América Latina se “reinsertó” en la economía mundial desplegando un patrón de reproducción especializado en la producción para la exportación. Esto implicó desatender los mercados internos, sobre todo los ligados al consumo popular, y desechar las políticas estatales de subsidio a la fuerza de trabajo y al bienestar social de la población. Este fenómeno se expresa, a mi juicio, en un intenso proceso de desindustrialización a que es sometida la periferia dependiente dentro del actual esquema capitalista neoliberal en escala mundial (Sotelo, 2004, p. 83).

 

Como apunta Jaime Osorio (2004), este nuevo patrón de reproducción del capital se estructura a partir de la especialización productiva en América Latina orientada por la idea de vocación primario-exportadora de la región. Osorio (2004) llama la atención para la necesidad de ampliación de productos de mayor valor agregado provenientes de las economías centrales, que establece una transferencia de excedentes de la periferia para el centro del capitalismo. Esta transferencia de excedentes provoca desequilibrios en la balanza comercial y de servicios de las economías dependientes, lo que conlleva a una creciente necesidad de financiamiento externo de las economías periféricas que recurren a tres formas de atracción de capital extranjero, tal como sistematiza la economista Marisa Amaral (2007):

 

... i) subvenções ou doações; ii) investimento direto estrangeiro (IDE), que, embora faça crescer a capacidade produtiva na periferia – para os casos em que não se dá por meio de privatizações ou fusões e aquisições, que apenas promovem transferência de propriedade –, também enfraquece sua acumulação interna de capital, pois torna crescente a remessa de excedente para o exterior, a repatriação dos lucros, recolocando o problema para as contas externas mais adiante; e iii) empréstimos, através do lançamento de títulos de dívida e de propriedade, que tendem a ganhar caráter especulativo na periferia – por conta da baixa credibilidade e dos riscos de aplicação geralmente altos nesses países – e são lançados como papéis de curto prazo e de alta rentabilidade, dadas as taxas de juros elevadas. Esta última forma de financiamento externo é a mais comum na periferia e a sua generalização, somada às facilidades de repasse (ou revenda) dos papéis adquiridos, faz com que os capitais, em busca de valorização, entrem e saiam desses países muito rapidamente, sem que se estabeleça vínculo algum e, portanto, sem que haja qualquer interesse em relação aos problemas nas contas externas que estas fugas de capitais provocam (Amaral, 2007, p. 6).

 

La nueva forma de dependencia, propia del capitalismo en su fase financiera, tiene un elemento que la distingue de las demás formas de dependencia, el cual es la generalización del movimiento especulativo del capital en el neoliberalismo, lo que posibilitó el predominio de la dinámica especulativa en contraposición de la productiva, resultando en la subordinación del capital productivo al capital ficticio. De esta forma, las economías periféricas desempeñan un papel de plataforma de valorización financiera que depende de la creación de plusvalía a través de la sobreexplotación del trabajo en la esfera productiva, estableciendo así una relación entre el capital financiero y productivo (Amaral, 2012).

La misma autora defiende que los procesos de liberalización e inserción de las economías periféricas en el mercado internacional, en el contexto del neoliberalismo (1990), se da, de manera subordinada, en la dinámica de los flujos internacionales de capitales mediante las aperturas financiera y comercial que volcó a los países receptores de flujos financieros para la valorización del capital ficticio, y el resultado de este proceso a largo plazo ha sido una profunda inestabilidad económica, dependencia y vulnerabilidad externa para los países periféricos, dada la necesidad de financiamiento externo al que están expuestos. En este sentido, Amaral (2007) argumenta que la dependencia del capital extranjero derivó en la pérdida de autonomía del Estado sobre sus políticas nacionales dada las restricciones externas al crecimiento económico. Esto ocasionó tasas crecientes de desempleo y agudización de la precarización laboral mediante el aumento de la sobreexplotación de la fuerza laboral, para así mantener los costos de producción competitivos y recuperar la tendencia de disminución de la tasa de interés del capital productivo (Amaral, 2007).

Carcanholo (2014) coincide en constatar que la transferencia de valor y la intensificación de la superexplotación de la fuerza laboral fueron los trazos más marcantes de la fase neoliberal del capitalismo (1970-2000) que atravesó América Latina a partir de la década de 70, caracterizada sobre todo por los procesos de transnacionalización-desindustrialización-reprimarización. En la perspectiva del autor, el neoliberalismo consolidó una nueva forma histórica de dependencia para los países de la región, caracterizada principalmente por la transferencia de recursos en forma financiera, debido al pago creciente de tasas de interés y amortiguaciones, derivado de los procesos de endeudamiento externos de los años 1990. Para Carcanholo (2014) la configuración del capitalismo neoliberal contemporáneo se caracterizaría por la articulación dialéctica de cinco aspectos, los cuales son:

 

(i) elevação da exploração da força de trabalho nos países centrais, por intermédio da liberalização e desregulamentação trabalhista ali implementada, junto a uma política tributária regressiva e concentradora, levando à elevação das taxas de mais-valia nos capitalismos centrais; (ii) intensificação das transferências de valor, sob distintas formas, das economias dependentes para as economias centrais (aprofundando os mecanismos que constituem as condições estruturais da dependência); (iii) pressão, por todas as partes da economia mundial, por abertura dos mercados, garantindo novos e ampliados espaços de valorização para o capital; (iv) aumento da rotação do capital com a introdução de uma ampla reestruturação produtiva e logística na compra das mercadorias necessárias para a produção e distribuição das mercadorias produzidas, possibilitando elevação da taxa anual de lucro; (v) a expansão da lógica fictícia de valorização do capital (Carcanholo, 2014, p. 13).

 

A juicio del autor, este nuevo tipo de dependencia tiene como característica la presencia de un proceso intenso de financiamiento de las economías, regida por la lógica del capital especulativo financiero que predomina sobre el capital productivo, exponiendo a las economías periféricas a una situación de mayor vulnerabilidad en la economía mundial, provocada por el predominio del capital ficticio en sus estructuras, como ejemplifica el autor:

 

... a fragilidade financeira externa é dada pela dependência frente aos capitais externos, em um contexto em que estes se deslocam entre os distintos mercados nacionais (regionais), de acordo com sua lógica especulativa. Portanto, a fragilidade financeira é fruto de uma opção de política nacional (regional) que adota uma estratégia de desenvolvimento calcada na liberalização financeira externa, em complemento à abertura comercial, conforme o receituário e os preceitos da visão ortodoxa. A vulnerabilidade externa, por seu turno, é muito mais uma consequência dessa opção de política, já que ela é dada pelo grau (capacidade) que uma determinada economia tem de responder aos choques externos, isto é, a mudanças abruptas na direção do fluxo de capitais externos (Carcanholo, 2004, p. 100).

 

De esta manera, según Carcanholo (2014), las economías periféricas tienden a recurrir a la intensificación de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo como forma de recuperar el excedente perdido en la transferencia de valor, resultando en el alza de la precariedad laboral y el aumento exponencial de la pobreza y la desigualdad social (Carcanholo, 2014).

Sobre este aspecto, Adrián Sotelo (2004) al analizar el proceso de reestructuración de la organización del trabajo en México, argumenta que el capitalismo contemporáneo, encontrase en su etapa parasitaria, dado que en esta fase hay un predominio del capital especulativo que produce fenómenos de distorsión que conllevan a graves repercusiones en los países dependientes de la periferia capitalista, que encuentran cada vez más dificultades para producir valor y riqueza social, y por ende, intensifican la lógica de la superexplotación de la fuerza laboral.

Según el mismo autor a través del proceso de transnacionalización productiva operado por las empresas, se establece una especie de homogenización de las condiciones de la fuerza de trabajo, es decir, una internacionalización de la superexplotación, dada la posibilidad de ubicar distintas fases de un mismo proceso de producción en diferentes territorios del globo. Por lo tanto, las etapas de los procesos de trabajo que no pudieron automatizarse y que demandan fuerza laboral (generalmente de baja calificación), se ubican en países donde la clase trabajadora está sometida a la precariedad laboral, llevando a la deteriorización de los niveles de empleos en los países centrales y creando más puestos de trabajo que obedecen la lógica de superexplotación en las economías periféricas (Sotelo, 2004). Por ende, al autor sostiene que debido a la destruición de gran parte de su capacidad productiva, el neoliberalismo buscó crear cada vez más ejércitos industriales de reserva con el objetivo de recuperar las tasas de ganancia y, de esta manera, reconfiguró la superexplotación de la fuerza laboral a través de tres mecanismos, a saber: el aumento de la intensificación del trabajo, la prolongación de las jornadas laborales y una baja remuneración (Sotelo, 2004).

Esa tendencia también fue señalada por Osorio (2004), que coincide en afirmar que el nuevo patrón exportador de especialización productiva se basa en la transferencia de los salarios de los trabajadores para los fondos de acumulación del capital, estableciendo una nueva organización de la producción que contiene nuevas formas de flexibilidad y precariedad laboral, dado que en las economías dependientes existe una tendencia al aumento de la composición orgánica del capital en función de los grandes ejércitos industriales de reserva. El mecanismo utilizado para incrementar la masa de trabajo, sin elevar el número de contrataciones, es desgastando y sobreexplotando la mano de obra activa presionada por la otra parcela inactiva, permitiendo el sometimiento real del trabajo por el capital por medio de la precarización, desempleo, subempleo, tercerización y diversas otras formas de flexibilización laboral (Osorio, 2004).

El autor aclara que este nuevo patrón de reproducción del capital presiona las políticas económicas y el poder político para manipular los medios y ejercer predominio en el campo económico. De esta manera, el capital presiona para que el Estado garantice sus intereses e impulse políticas económicas favorables a sus proyectos de reproducción (Osorio, 2004).

En la nueva situación, la política económica apunta a reducir el papel de los asalariados en el consumo y su participación en el mercado; se propicia una concentración del ingreso, proceso que unido al anterior genera una aguda polarización social; ya no se protege a sectores industriales vía aranceles, sino que éstos se reducen significativamente; la competencia y el mercado, se señala, deben asignar recursos, por lo que se retiran subsidios y diversas formas de protección. (Osorio, 2004, p. 59).

Al respecto, Amaral (2012) apunta que los déficits presupuestarios que están entre las políticas de manutención del superávit primario, en gran parte de las economías latinoamericanas reducen los gastos públicos y la intervención del Estado en áreas que serían de su competencia, resultando en pérdidas sociales significativas, transformando el Estado en un instrumento que sostiene y asegura la legalidad de los derechos de la propiedad privada y que posibilita la libertad del mercado. En este sentido, asevera Amaral (2012):

 

[...] todas aquelas alterações apontadas no que diz respeito às formas institucionais de regulação conduzem à interpretação acerca da constituição de um regime de acumulação que tem à sua frente não mais o Estado, mas os grupos rentistas sustentados num regime monetário-financeiro em plena conjunção com seus interesses particulares. Isto posto, se, de fato, todos aqueles que fazem coro às teses da dominância financeira têm sua proposição confirmada, vem à tona a ideia de que uma economia periférica que tem em sua cabine de comando o setor rentista está sujeita a uma intensa fragilidade financeira e aos impactos de potenciais crises financeiras sempre em germinação num tipo de regime de acumulação como o descrito (Amaral, 2012, p. 6).

 

Debido a esta dinámica, las políticas públicas, sociales, económicas y laborales formuladas entre 1990-2000 en América Latina, han sido gestadas para atender a los intereses de la reproducción del capital en vez de amparar las demandas de la reproducción de la fuerza de trabajo, y han tenido como objetivo contrarrestar el decrecimiento de la tasa de ganancia y consolidar el nuevo patrón de acumulación y reproducción del capital de la fase financiera del capitalismo (Osorio, 2004). Así, el ‘desarrollo económico’ experimentado por las economías dependientes por medio del nuevo patrón de reproducción del capital estuvo imbricado a los crecientes procesos de exclusión social y al incremento de la pobreza, ocasionando consecuencias políticas y sociales que produjeron polarizaciones sociales agudas, con dificultades de conciliación y de establecimiento de consensos estables (Osorio, 2004).

Cabe resaltar que en los años 2000, a pesar de los intentos de los gobiernos “progresistas” o “neodesarrollistas”, la matriz del patrón de acumulación dependiente neoliberal se mantuvo intacta. Nildo Ouriques (2013), al analizar el agotamiento del neodesarrollismo en Brasil señala que este hecho reabre un nuevo contexto latinoamericano que puede posibilitar un espacio político para la TMD, afirmando que “es indudable que amplios sectores toman conciencia de los límites del capitalismo latinoamericano, fenómeno que muchos autores denominan ‘crisis del neoliberalismo’” (Ouriques, 2013, p. 137). Según el autor, el desarrollismo logró apoyo popular en las décadas de 1950-1960, pero fue incapaz de avanzar en muchos aspectos, especialmente en obtener un mayor grado de autonomía nacional,[3] control creciente de la cadena productiva de valor y el fortalecimiento del sistema político democrático, tal como se observa con el neodesarrollismo.

El teórico brasileño, al evaluar la política económica de los gobiernos petistas en Brasil, señala las contradicciones profundas del capitalismo dependiente en las economías de mayor desarrollo relativo en América Latina, se mantuvieron apoyadas en la mantención de la dependencia bajo las condiciones del endeudamiento interno y externo, sucesivas devaluaciones monetarias, extranjerización de la economía nacional, fortalecimiento del capital internacional y ampliación de la dependencia tecnológica (Ouriques, 2013). El autor plantea que el capitalismo dependiente no es un adversario fácil de ser superado y que, en un contexto de crisis mundial, el papel reservado para la periferia en el período contemporáneo invoca una lección histórica importante a ser aprendida, que es un desafío abierto en todo el continente, el de no olvidar “los límites de la antigua promesa burguesa, es decir, la posibilidad de lograr la superación de la miseria, del rezago tecnoproductivo y la superación del horizonte liberal de democracia en el marco del sistema capitalista” (Ouriques, 2013, p. 139).

De esta manera, buscamos demostrar que los postulados de la TMD que fueron forjados en los sesenta son lo suficientemente flexibles como para ser revitalizados, ya que consideramos que la categoría de “dependencia” puede renovarse como herramienta de análisis, a partir de una revisión de las relaciones de los países latinoamericanos entre sí y con el mundo. La mantención de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo como rasgo esencial de nuestros países y la creciente transferencia de valor de la periferia latinoamericana hacia los países metropolitanos, por fuerza del pago permanente del servicio de la deuda externa y otros medios tradicionales, revelan que nuestro continente debe asumir la tarea histórica de tomar en serio aquel desafío de superación de nuestra condición dependiente.

 

Conclusión

 

Existió un profundo esfuerzo por abrir un espacio de reinterpretación de América Latina desde América Latina, movilizado por preocupaciones sociales que figuraron en los análisis sociales y económicos. Esta nueva interpretación de la realidad latinoamericana, plasmada en el proyecto filosófico-metodológico de la TMD – de inspiración dialéctica materialista marxista, que buscó entender las condiciones objetivas de su proceso económico-social, desde una visión de totalidad –, contribuyó con el avance de las ciencias sociales latinoamericanas, al volverse la primera teoría social elaborada desde la región.

La acumulación de éstas y otras propuestas metodológicas en el continente reflejaron una densidad creciente del pensamiento social latinoamericano que superaba la simple aplicación y reflexión de metodologías o propuestas científicas importadas de los países centrales, para fundar un campo teórico propio con metodología propia, identidad temática y un camino para la construcción de una praxis adecuada a la realidad latinoamericana, a pesar de que todavía existen muchas preguntas sobre la situación social, política y económica de América Latina. Los estudios sobre la de dependencia en la región no quedaron en el pasado, sino que siguen vivos, con una nueva generación de teóricos comprometidos con la realidad latinoamericana, quienes han actualizado sus postulados teórico-metodológicos, respondiendo a la pregunta por la vigencia de la dependencia como categoría explicativa.

La herencia teórica de los debates acerca de la dependencia y el subdesarrollo, especialmente la crítica marxista a la dependencia, poseen ahora una nueva posibilidad histórica para avanzar hacia la plena constitución de la TDM, dado que las economías latinoamericanas han sido incapaces de remodelar sus sistemas productivos para reinsertarse en esta fase de la modernidad que supone una economía global centrada en la innovación, la información y la financiación de la misma. Efectivamente, la brecha entre países compradores de tecnología y productores de ésta se ha ampliado. Tal como se ha observado, la tesis de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo de Marini sigue vigente y contribuye con la explicación de los altos niveles de desigualdad, de los bajos salarios, de los bajos niveles de calificación de la fuerza de trabajo y de las fuertes restricciones en las sociedades latinoamericanas a regímenes democráticos estables.

El desarrollo de proyectos nacional-populares, al implicar una disminución de la desigualdad de ingresos y un cambio en las relaciones de propiedad, coliden con la sobreexplotación del trabajo y con la dependencia, llevando a la formación de Estados de contrainsurgencia, que interrumpen los procesos democráticos y destruyen los avances de la ciudadanía, movimientos sociales y liderazgos políticos, como ocurrió en los casos de Brasil, Paraguay y Honduras. Cuando los mecanismos democráticos de representación son restituidos, en la práctica no hay cambios sustantivos, pues están sometidos a procedimientos de control y coerción que impiden el ejercicio de la soberanía popular en los términos liberales representativos. Además, en el último período, las débiles democracias latinoamericanas no resistieron el saqueo económico, la corrupción institucionalizada y los índices masivos de desempleo y el continente se vio sometido a una masiva salida de excedentes y recursos que alcanzaron una magnitud sin precedentes. Mientras la dependencia persista, la posibilidad teórica y política de su teoría continuará vigente.

 

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Recibido: 01/06/2020

Evaluado: 21/07/2020

Versión Final: 27/08/2020

 



(*) Graduada en Relaciones Internacionales (Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro, UFRRJ). Magíster en Ciencia Política (Instituto de Estudos Sociais e Políticos. Universidade Estadual do Rio de Janeiro, IESP-UERJ). Estudiante de doctorado del programa de Ciencia Política (Instituto de Filosofia e Ciências Humanas. Universidade Estadual de Campinas, IFCH-Unicamp). Pesquisadora do Núcleo de Pesquisa em Participação, Movimentos Sociais e Ação Coletiva (NEPAC-Unicamp). Brasil. Miembro del Observatorio de Transformaciones Socioeconómicas (Instituto Max Planck de Chile) y de la Red de Cientistas Políticas de Chile. Chile. Email: nicolle.berti@gmail.com; ORCID: https://0000-0001-8336-7649

[1] La Ley General de la Acumulación Capitalista puede ser vista en Marx, K. (1974). O Capital, Livro I, capítulo XXIII.

[2] Aquí se puede hacer un paralelo con la tesis de Raul Prebisch (1949) que critica la división internacional del trabajo en la década de 50, cuestionando el presupuesto de la distribución del progreso técnico de aquella época, al afirmar que la deterioración de los precios de los productos primarios podría ser explicada por el movimiento cíclico de la economía, en el cual la caída en los precios de estos productos en la fase descendente del ciclo no era superior a su elevación en la fase ascendiente, mientras que las manufacturas no sufrían caída de precio. Según el autor, un factor importante a este respecto era el mayor poder sindical de los trabajadores del centro capitalista, que lograban mantener sus salarios en la fase descendiente de la economía. Además, el autor postulaba que había un nuevo factor de desequilibrio económico entre centro-periferia, a saber, la elasticidad-rienta de la demanda, que significaba que el aumento en la flexibilidad de los precios de los productos primarios y su deteriorización de los términos de cambio conllevaba los países de la periferia capitalista al desequilibrio de sus balanzas de pago. Ver más en: 1949). El desarrollo económico de la América Latina y algunos de sus principales problemas. In: Gurrieri, A. (1982). La obra de Prebisch en la Cepal. México: Fondo de Cultura Económica.

[3] Sobre este aspecto, es importante hacer una consideración retrospectiva de las relaciones de los EUA con América Latina durante la década del 60 que se centró en la Alianza para el Progreso y la crisis de misiles de Cuba del período de la Guerra Fría, y los intereses de EUA acerca de la seguridad nacional en la región fueron redefinidos.