Crisis política y poder presidencial. El conflicto entre el presidente
Arturo Frondizi y el vicepresidente Alejandro Gómez
Martha Ruffini(*)
Resumen
Durante el primer año de la gestión presidencial de
Arturo Frondizi (1958-1962) el vicepresidente Alejandro Gómez presentó su
renuncia. Esta decisión fue el corolario de una crisis institucional y política
en la que participaron el presidente, sus ministros, el partido radical,
legisladores y las Fuerzas Armadas. El objetivo de este artículo es interpretar
el proceso histórico que derivó en la renuncia de Gómez para analizar esta
coyuntura crítica como catalizadora de posicionamientos políticos divergentes
pero a la vez como facilitadora de transformaciones en las relaciones políticas
que atenuaron la oposición a las medidas del gobierno. Las conclusiones
permiten afirmar que la renuncia del vicepresidente se relacionó con una
postura crítica asumida desde la campaña electoral que modificó el vínculo con
el presidente y produjo su aislamiento político. El presidente Frondizi no
impidió su salida del gobierno. El alejamiento del vicepresidente le permitió
recuperar el control de su partido, de los organismos partidarios y asegurarse
el apoyo de los legisladores oficialistas en el Congreso Nacional.
Palabras clave: Crisis; Política; Poder; Conflicto; Estado.
Political crisis and presidential power. The conflict
between Arturo Frondizi and Vice President Alejandro Gómez.
Abstract
During Arturo’s Frondizi first
year of government (1958-1962), Vice President Alejandro Gómez submitted his
resignation. This decision was the corollary of an institutional and political
crisis involving the president, his ministers, the official party, legislators
and the Armed Forces. The objective of this article is to interpret the historical
process that led to Gomez's resignation, to analyze this critical juncture as a
catalyst for divergent political positions but at the same time as facilitator
of transformations in relations policies that eased opposition to government
action. The conclusions allow us to affirm that the resignation of the
vice president was related to a critical position assumed since the electoral
campaign that modified the relationship with the president and produced his
political isolation. Frondizi did not prevent his departure from government.
The vice president's departure allowed him to regain control of his party,
party organisations and secure the support of official legislators in the
National Congress.
Keywords: Crisis; Politics; Power; Conflict; State.
Crisis
política y poder presidencial. El conflicto entre el presidente Arturo Frondizi
y el vicepresidente Alejandro Gómez
Introducción
En 1958 y a pocos meses de iniciada la presidencia de
Arturo Frondizi, el vicepresidente Alejandro Gómez presentó su renuncia. Esta
decisión fue el corolario de tensiones y conflictos de diferente intensidad que
desembocaron en una grave crisis política que involucró a funcionarios del
gobierno, legisladores nacionales, el partido radical, las Fuerzas Armadas y
las agrupaciones opositoras.
Resulta un hecho excepcional la renuncia de un
vicepresidente en la etapa inicial de gestión, en momentos en que el gobierno
intentaba consolidar su legitimidad e iniciar un programa económico de
desarrollo industrial. Precedido por un gobierno dictatorial, el presidente
Frondizi debía cerrar un ciclo de persecución, polarización ideológica y
vulneración de los derechos. En ese contexto, la renuncia del vicepresidente no
sólo constituyó una decisión política de extrema gravedad sino que fue vista
como un signo de debilidad que puso en ciernes la gobernabilidad.
Nuestro objetivo es interpretar el proceso histórico que
derivó en la renuncia de Alejandro Gómez, para analizar esta coyuntura crítica
como catalizadora de posicionamientos políticos divergentes pero a la vez como
facilitadora de modificaciones en las relaciones políticas. La hipótesis
consiste en demostrar que la renuncia del vicepresidente se relacionó con el
posicionamiento crítico -no exento de ambiciones personales- del vicepresidente
Gómez. Esta postura produjo su aislamiento político y modificó el vínculo con
el presidente. Frondizi no sostuvo a su vicepresidente ni cuestionó su
intención de renunciar, sino que avaló su salida del gobierno manifestando un
oportunismo de tipo pragmático destinado a capitalizar la crisis y fortalecer
su autoridad. La renuncia del vicepresidente le permitió recuperar el control
del partido y asegurarse el apoyo de los legisladores oficialistas en el
Congreso Nacional, como así también morigerar el posible impacto de las medidas
represivas de alcance nacional decididas pocos días antes de la salida de
Gómez.
La problemática que proponemos analizar es de candente
actualidad. En América Latina se observan numerosas crisis políticas vinculadas
al rol desempeñado por el vicepresidente. A modo de ejemplo, entre 1974 y 2003
se produjo la renuncia de veintidós presidentes electos (Pérez Liñan, 2008, p.
114). En estos conflictos el vicepresidente desempeñó un papel sustancial y en
varias ocasiones debió renunciar. Empero, la figura del vicepresidente, su
relación con el poder y su participación en los conflictos políticos ha sido
insuficientemente estudiada. La mayoría de las contribuciones se centraron en
el desarrollo de la institución en Estados Unidos (Bidegain, 2017) y en menor
medida en algunos países latinoamericanos (Sribman Mittelman, 2019b; Tuesta
Soldevilla, 2017; Mieres, 2012). En los últimos años algunas investigaciones
han utilizado la perspectiva comparativa entre diferentes países (Sribman Mittelman,
2019a; Pampín, 2017; Mieres y Pampín, 2015; Mieres y Pampín, 2013).
Los aportes realizados se orientaron fundamentalmente a
interpretar la naturaleza de la función y la relación con el titular del
Ejecutivo (Serrafero, 2008; Serrafero, 1999; Mustapic, 2005). Para algunos
autores, la dificultad del cargo estriba en el mandato fijo y en la
imposibilidad del presidente de poder remover a su vice. En ese marco, Ariel
Sribman Mittelman (2019a, p. 74) propone eliminar la función sucesoria asignada
al vicepresidente y otorgarle al presidente la facultad de elegir funcionarios
para sucederlo, garantizando de este modo la continuidad del Poder Ejecutivo.
Posturas contrapuestas señalan que suspender la vicepresidencia no resuelve el
problema de la sucesión (Marsteintredet, 2019, p. 125; González Reyes, 2009, p.
111).
Sobre la relación presidente y vice, se considera que la
clave de la misma se centra en la lealtad preexistente, la evaluación de la
gestión presidencial y el poder político del presidente (Mieres y Pampín, 2015,
p. 115), mientras que Marsteintredet (2019, p. 121) prioriza la cuestión
sucesoria, asociándola a la lealtad y la legitimidad. Otros enfoques acentúan
el proceso de selección del vicepresidente y su aporte en la representatividad
política y demográfica del candidato presidencial (Mieres y Pampín, 2013), o
analizan la potencialidad de los ex vicepresidentes para convertirse en
candidatos presidenciales (Pampín, 2017). Asimismo, investigadores provenientes
de la Ciencia Política elaboraron tipologías basadas en el formato que asumió
la vicepresidencia en una determinada gestión y la modalidad de ejercicio del
poder (Sribman, 2011), el posicionamiento del vicepresidente frente al
mandatario y la relación entablada (Serrafero, 2018; Mieres y Pampín, 2015),
así como el rol del vicepresidente como mediador ante el Congreso (Bidegain,
2017).
En nuestro país, el análisis sobre los vicepresidentes
constituye un campo en construcción. En la década de 1990 y desde la Ciencia
Política, el aporte pionero fue el de Mario Serrafero (1999) quien estudió los
vicepresidentes argentinos hasta la década de 1990, centrándose en la relación
entre presidente y vice y los causales de conflicto entre ambos. Recientemente,
algunos politólogos realizaron una valoración histórica del rol de los
vicepresidentes en Argentina. Analizaron la cuestión de la vicepresidencia en
función de la cantidad de poder, el uso que hace del mismo y las modalidades de
relación con el mandatario (Sribman, 2011, pp. 13-23). Otros estudios plantearon
un análisis de largo plazo con eje en las características de la fórmula
presidencial y el mecanismo de selección de los candidatos (Lazzari, 2014).
La crisis política y social del 2001 motivó un gran
número de investigaciones que al tratar de interpretar la coyuntura crítica
abonaron sustancialmente en el conocimiento acerca del rol del vicepresidente,
las formas de elección y sus relaciones con los otros poderes (Serrafero, 2018;
Mustapic, 2005). Se afirmó que el vínculo entre el presidente y vice fue
decisorio para agudizar la situación de inestabilidad gubernamental y provocar
la disolución progresiva de la coalición política (Serrafero, 2008, p. 7).
El conflicto Frondizi-Gómez fue considerado un dato
político menor, resultado de una crisis de gabinete o de las discrepancias del
vicepresidente con respecto a la explotación petrolera (Lazzari, 2014, p. 87).
Algunas investigaciones consideran que el epicentro del conflicto se centró en
cuestiones vinculadas a la escasa importancia dada por el presidente Frondizi
al programa partidario y la marginación del mismo en el gobierno. Se menciona
también la pretensión del vicepresidente de reunificar al radicalismo y sus
críticas a las políticas de Frondizi (Rouquié, 1975, p. 165; Persello, 2007, p.
198). La socióloga Celia Szusterman (1998: pp. 217-219) enfatiza los contratos
petroleros y la declaración del estado de sitio como desencadenantes de la
renuncia del vicepresidente. Desde el periodismo de investigación se afirma que
el conflicto se originó en la campaña electoral a raíz del protagonismo de
Rogelio Frigerio (Castro, 2009, p. 230).
Como se observa, el acento puesto en uno y otro factor no
permite advertir la complejidad de la crisis e identificar las múltiples
variables que operaron, como así tampoco poner el foco en el comportamiento del
presidente y su vice como factor sustancial del conflicto.
Para validar las hipótesis trabajaremos con documentación
inédita proveniente del Fondo Centro de Estudios Nacionales-Subfondo
Presidencia Arturo Frondizi y el Archivo de redacción de la revista Que sucedió en siete días,
pertenecientes al Archivo y Colecciones particulares de la Biblioteca Nacional
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esta documentación se complementa con
testimonios escritos del ex vicepresidente Alejandro Gómez, debates del
Congreso Nacional y medios de prensa.
El
poder del vicepresidente en Argentina. Un derecho en expectativa
A partir del proceso independentista la mayoría de los
países latinoamericanos incorporaron la figura del vicepresidente, asignándole
una función sucesoria y en algunos casos funciones delegadas o adicionales al
cargo.
Actualmente, en algunos países como Argentina, Bolivia,
Uruguay y Estados Unidos, el vicepresidente participa del Poder Legislativo o
es nombrado por el presidente (Venezuela). Otros países carecen de
vicepresidente -Chile y México- pudiendo como en Chile aparecer con un rol
ocasional. En cambio, Costa Rica y Perú tienen dos vicepresidencias, Honduras
tres y en Cuba es un cargo colegiado con un primer vicepresidente y cinco
vicepresidentes más (Mieres y Pampín, 2015, p. 101; Sribman, 2011, p. 25).
También, algunos países suprimieron la vicepresidencia y después la
reinstalaron: Paraguay, Venezuela, Colombia, Brasil y México. Por otra parte,
en doce países sudamericanos el presidente y el vice son elegidos
simultáneamente.[1]
En Argentina, entre 1853/60 -fecha de la sanción de la
primera Constitución Nacional- y 2001 el presidente renunció en cinco
oportunidades, asumiendo las funciones su vice. En dos casos el presidente
murió en el ejercicio del cargo. En referencia a los vicepresidentes, en la
segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen (1928-1930) el vicepresidente electo
Francisco Beiró murió antes de asumir. Asimismo, tres vicepresidentes
fallecieron en el cargo: Marcos Paz (1867), Pelagio Luna (1919) y Hortensio
Quijano (1952), quien en ese momento ya había sido electo como vicepresidente
para el segundo gobierno de Perón. Por otra parte, a partir de 1930 los seis
quiebres institucionales provocaron el desplazamiento del Poder Ejecutivo,
registrándose seis vicepresidentes de facto.[2] En
toda su historia, el cargo de vicepresidente quedó vacante dieciséis veces y sólo
fue cubierto en 1954, con la elección convocada por el presidente Juan Domingo
Perón.
Pero en sólo dos casos registramos la renuncia de un
vicepresidente por discrepancias con la marcha del gobierno: Alejandro Gómez
(1958) y Carlos Álvarez (2000), lo que convierte al tema que nos ocupa en una
excepción a los binomios presidenciales en Argentina.[3] Como
se afirma, la renuncia de un vicepresidente no conlleva acefalía y la marcha
del gobierno puede continuar sin verse alterada. Pero el llamado a elecciones
para cubrir la vacancia es una decisión presidencial (Gelli, 2003, p. 669).
La figura del vicepresidente fue incluida en la primera
Constitución Nacional de 1853/60. Las sucesivas reformas de 1898, 1957 y 1994
no modificaron el formato, manteniendo en líneas generales los rasgos
esenciales del republicanismo presidencialista, con cambios menores vinculados
a las formas de elección o la duración de los mandatos del Poder Ejecutivo
(Rosati, 2011, pp. 334-340).
La Constitución Nacional instituyó un presidencialismo
unipersonal de inspiración norteamericana. El presidente es el jefe de
gobierno, Comandante de las Fuerzas Armadas y responsable de la administración
general del país. Puede cercenar garantías constitucionales, lesionar las
autonomías provinciales al decidir la intervención federal y ejercer funciones
legislativas al tener la posibilidad de iniciativa, promulgación y veto de las
leyes sancionadas por el Congreso. Se considera que en Argentina existe un
presidencialismo fuerte y rígido, un verdadero hiperpresidencialismo
caracterizado por una gran concentración de poder simbólico y real -la llamada
personalización del poder- que genera desequilibrio institucional al debilitar
al Congreso y el sistema de partidos; en suma un diseño “contra-mayoritario”
del poder que atenúa o avanza sobre las facultades de los otros poderes del
Estado (Nino, 1992; Gargarella, 1992).
Empero, la naturaleza del cargo presidencial no se ve
afectada por la existencia del vicepresidente o de sus ministros. La aparente
contradicción entre la fórmula presidente/vice y la unipersonalidad del cargo
se saldó asignando al vicepresidente roles específicos. El presidencialismo
como tipo gubernamental concentró en la figura del titular del Ejecutivo la
iniciativa política y la responsabilidad de gobierno, relegando al vicepresidente
a desempeñar un rol pasivo, con escasa visibilidad y funciones acotadas:
presidir el Senado sin voz pero con voto en caso de empate.[4] Asimismo y como afirma Rosati (2011, pp. 334-335), el artículo 88 de la
Constitución Nacional le asigna una función sucesoria temporaria o definitiva
en el ejercicio del poder, conformando un verdadero “derecho en expectativa”
para ejercer la presidencia.[5] Se
revela así una contradicción y ambigüedad institucional entre el escaso rol del
vicepresidente y la gran importancia que puede cobrar este cargo en caso de
asumir el Poder Ejecutivo. A la vez, el presidente concentra el poder pero no
puede remover a su vice, mientras que éste puede erosionar el poder del
mandatario (Sribman Mittelman, 2019a, p. 59; Marsteintredet, 2019, p. 121).
La relación entre presidente y vice es dinámica y puede
modificarse durante la gestión desde la lealtad y confianza hasta una oposición
abierta (Serrafero, 2018, p. 20) o viceversa, en función de la permanencia en
el cargo, el acompañamiento a las decisiones y la cantidad de poder detentada
por una u otra figura. Otro factor son las expectativas y ambiciones del vicepresidente
que si son excesivas pueden opacar o desafiar la autoridad presidencial
(Mustapic, 2005, p. 277). Pero a pesar de sus limitaciones, la figura del
vicepresidente resulta relevante para la gobernabilidad.
La
lealtad preexistente. La fórmula Frondizi-Gómez
En un contexto de desgaste del gobierno dictatorial y
apertura del escenario electoral iniciada con la convocatoria a la Convención
Constituyente (1957), el 23 de febrero de 1958 se realizaron elecciones para
presidente y vicepresidente de la Nación. Con esta salida electoral se puso
punto final a una etapa represiva que fracturó la política y la sociedad en dos
bandos: antiperonistas y peronistas. Sin embargo, quedó pendiente el problema
de la proscripción del peronismo impuesta a partir de 1955.
La fórmula presidencial triunfante estaba compuesta por
Arturo Frondizi y Alejandro Gómez, de la Unión Cívica Radical Intransigente (en
adelante UCRI). El binomio presidencial había sido proclamado en la Convención
de Tucumán de noviembre de 1956 como resultante de una encuesta realizada sobre
el posible candidato radical, modalidad que motivó discrepancias con los
sectores que apoyaban el voto directo de los afiliados y que se retiraron de la
Convención. Esta diferencia preanunció la fractura del radicalismo concretada
ese mismo año (Tcach, 2003, p. 26), presentándose la UCRI y la Unión Cívica
Radical del Pueblo (en adelante UCRP), liderada por Ricardo Balbín, en forma
separada a las elecciones de constituyentes de 1957.
El vicepresidente electo Alejandro Gómez era un activo
militante de la provincia de Santa Fe que estuvo vinculado al Partido
Socialista. Su figura tenía peso político propio en el radicalismo: en Rosario
creó Acción Radical, presidió el partido a nivel distrital y participó de la
fundación del Movimiento de Integración y Desarrollo (1942).[6] Según
Gómez (1963: p. 118) la relación de amistad con Frondizi comenzó en las
reuniones que desembocaron en la Declaración de Avellaneda (en adelante
Avellaneda).[7] Entre
1946 y 1958 fue Secretario General de la Junta Nacional Intransigente del
Radicalismo y secundaba a Frondizi en las negociaciones con los dirigentes
radicales. Pero hasta la vicepresidencia no había desempeñado cargos políticos.
La elección de Gómez como candidato fue una solución
transaccional ante la nominación de Héctor Noblía y Luis Mac Kay. Constituyó
una postulación negociada que no ampliaba significativamente la imagen del
candidato presidencial. Siguiendo a Mieres y Pampín (2015, p. 101) el criterio
de selección no fue territorial. Gómez no aportaba un número considerable de
votos distritales o provinciales sino su trayectoria política y una antigua
relación de amistad con Frondizi. Para éste, significaba incorporar una figura
reconocida en el radicalismo proveniente de una provincia de raigambre radical
y cuyo vínculo previo auguraba una relación de confianza y lealtad.
Al interior de la UCRI, Gómez pertenecía al sector que
podemos considerar “purista” o moderado. Si bien este nucleamiento compartía
con el resto de los intransigentes un discurso partidario centrado en la
democracia popular revolucionaria y criticaban la persecución al peronismo
(Spinelli, 2005, pp. 212-213), se caracterizaban por defender los principios
programáticos contenidos en Avellaneda.[8] Para
ellos, Avellaneda era la base del programa partidario para orientar al futuro
gobierno, mientras que otros dirigentes consideraban que requería una
actualización doctrinaria para el tiempo presente (Szusterman, 1998, p. 137).
Al iniciarse la campaña electoral, el purismo criticó el
acercamiento de Frondizi a sectores extrapartidarios y empresariales (Gómez,
1963, p. 3). En julio de 1957, la UCRI formó la Comisión Nacional de Acción
Política (en adelante CNAP) bajo la presidencia de Alejandro Gómez para
coordinar la campaña electoral. La función asesora del candidato presidencial
encubría -según Rouquié (1975, p. 132)- la necesidad de controlar los posibles
desvíos programáticos de Frondizi. Sin embargo, si bien la CNAP era el centro
oficial de la campaña existía una sede liderada por jóvenes militantes
izquierdistas y otra con técnicos orientados por Rogelio Frigerio, director de
la revista Que sucedió en siete días,
medio de prensa que apoyó a Frondizi.[9] La
existencia de diversos núcleos ideológicos en la campaña preanunciaba tensiones
y conflictos.
Durante la campaña se evidenciaron los primeros
desacuerdos entre Frondizi y Gómez. El rol ocupado por Frigerio constituyó una
fuente de fricción ya que Gómez recelaba del excesivo protagonismo del
periodista.[10] Pero
en forma pública las discrepancias giraron en torno a la vulneración de
Frondizi a los documentos programáticos, cuyo tinte antiimperialista y
latinoamericanista excluía la participación en bloques políticos y económicos
como la Organización de Estados Americanos (OEA). En sendos discursos estas
diferencias de criterios se visibilizaron y la prensa norteamericana tildó al
candidato Gómez de “comunista”.[11]
El triunfo electoral de febrero de 1958 no fue una
victoria netamente ucrista. Desde el exilio en Santo Domingo, Perón respaldó la
candidatura de Frondizi y ordenó a sus partidarios votar por la UCRI. Esta
decisión fue el corolario de conversaciones entre el delegado de Perón, John
William Cooke y Rogelio Frigerio. Con el 44,9% de los votos, la UCRI obtuvo el
70% de los escaños en la Cámara de Diputados, el control del Senado y la casi
totalidad de las gobernaciones provinciales.
De la
colaboración a la postura crítica permanente
El epicentro de la crisis Frondizi-Gómez fue el año 1958,
coincidentemente con lo que han sido denominados los “ocho meses
desarrollistas” o el “año revolucionario”, que culminó con la renuncia del
vicepresidente en noviembre, el apartamiento de Frigerio como Secretario de
Relaciones Económicas y Sociales en diciembre y el inicio del Plan de
Estabilización de la economía que motivó un cambio de rumbo del gobierno.
Durante estos meses se dictaron medidas políticas y económicas que dieron lugar
a amplios debates e impactaron negativamente en la UCRI, la UCRP y las Fuerzas
Armadas (Tcach, 2003, pp. 31-32; Romero, 2004, p. 159). La certeza de lo que Catalina
Smulovitz (1998, p. 39) llama la “precariedad inicial del mandato” llevó a
Frondizi a desplegar múltiples medidas en los primeros meses de gobierno para
obtener, mediante la “revolución desarrollista”, una mayor legitimación.
Los conceptos que aparecieron como leitmotiv de la acción fueron “integración” y “desarrollo”. El
primero aludía a la integración geográfica y tecnológica y a la incorporación
política de sectores empresariales, medios y fuerzas de izquierda en un gran
movimiento nacional, la relación con el peronismo y el movimiento obrero y el
acuerdo con las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. A tono con las ideas de
la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) las propuestas de Frondizi se centraron en la
industrialización como vía para finalizar la dependencia económica (Szusterman,
1998, pp. 131-134).
Los desacuerdos entre
presidente y vice se visibilizaron al iniciar la gestión. Gómez señaló
diferencias que lo llevaron a “una desilusión con el rumbo dado al gobierno” y
que pusieron en superficie la tensión subyacente. Pero la postura crítica
permanente de Gómez -clave para entender el deterioro del vínculo con
Frondizi-, lo convirtió rápidamente en “un vicepresidente aislado” (Rouquié,
1982, p. 165).
El debilitamiento del vínculo se tradujo progresivamente
en una hostilidad abierta. En
la documentación inédita que describe la crisis institucional de 1958 se
incluye una declaración de Gómez con posterioridad a su renuncia. En ella,
alude a los desacuerdos que le sirvieron para constatar que el programa de
Avellaneda había sido soslayado: la integración de diferentes fuerzas políticas
al gobierno, los contratos petroleros, la Ley de Asociaciones Profesionales y
la normativa sobre universidades privadas, como así también diferencias sobre
el control de precios y la crisis inflacionaria.[12]
Una
de las raíces del conflicto fue el vínculo con las fuerzas políticas. En aras
de la integración declamada, Frondizi incorporó figuras de diferentes sectores.
Pero para los puristas la integración política no era acorde con Avellaneda. La
composición del gabinete de Frondizi fue criticada por Gómez, ya que
consideraba que predominaban técnicos y figuras extrapartidarias con escasa
injerencia de la UCRI. Sin embargo, como ha expresado Tcach (2003, p. 36), la
UCRI estaba representada en el mismo ya que la totalidad de los ministros eran intransigentes.
De ellos, el que tuvo mayor incidencia en el conflicto con Gómez fue el
ministro del Interior Alfredo Vítolo.
Con
respecto al gabinete, Gómez expresó que “Lo que fundamentalmente reclama el
pueblo es auténtica atención a sus problemas y no que se confieran jerarquías a
aquellos que se implicaron en unos tristes días para la República”,[13]
aludiendo indirectamente a Vítolo quien había apoyado en Mendoza el golpe
militar de 1955 e integrado la Junta Consultiva Provincial. Asimismo, la
convocatoria política excluyó a la UCRP, partido que realizó una cerrada
oposición al gobierno. Gómez sostuvo la necesidad de acercarse a la UCRP,
decisión que Frondizi desestimaba por completo.[14]
La
denuncia del vicepresidente acerca del abandono de Avellaneda constituyó otro
elemento de tensión. Siguiendo lo que Rogelio Frigerio llamaba el “nacionalismo
de fines”, en 1958 fueron sancionadas las leyes de Radicación de Capitales
Extranjeros Nº 14.780 y de Promoción Industrial Nº 14.781, tendientes a
facilitar el autoabastecimiento y atraer inversiones para la exploración y
explotación de recursos naturales y minerales. Rápidamente, Frondizi firmó
contratos con empresas extranjeras. Esta política petrolera fue criticada desde
el ámbito militar y endureció la oposición nucleada en la UCRP, cuyo lugar de
expresión fue el Congreso.
La
sanción de la normativa provocó nuevas fricciones en la relación con Frondizi.
El vicepresidente afirmó que la declamada necesidad de incorporar capital
extranjero en la explotación del petróleo iba a contrapelo de Avellaneda pero
también de lo expresado por Frondizi en su libro Petróleo y Política (1954). Gómez solicitó el trámite parlamentario
de los acuerdos y cuestionó la marginación de la empresa estatal Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), que debía ser dotada de los recursos necesarios
para impulsar la explotación petrolera. Por su parte, la revista Que sucedió en siete días acusó a Gómez
de provocar con sus críticas la enemistad entre Rogelio Frigerio y la UCRI.[15]
Otra
problemática fue la educación universitaria. La identificación partidaria con
el reformismo se reforzó con la incorporación de Gabriel del Mazo como Ministro
de Defensa. Pero la presentación de un proyecto de ley del Poder Ejecutivo para
reglamentar el funcionamiento de las universidades privadas y autorizarlas para
emitir títulos habilitantes provocó debates al interior de la UCRI en el
Congreso, en el ámbito universitario, en sectores de izquierda y en el mundo de
la cultura. (Tcach, 2003, p. 32). Para el vicepresidente Gómez fue una decisión
inoportuna y extraña a los postulados radicales.[16]
La relación con el movimiento obrero ocasionó divergencia
de opiniones. En el Pacto Perón-Frondizi se incluyó la amnistía para presos
políticos y sindicales, la convocatoria a Convención Constituyente, aumento
salarial, normalización de la CGT y el levantamiento de la proscripción peronista.
La decisión más relevante fue la Ley de Asociaciones Profesionales Nº 14.455
que reconocía un sindicato por rama, recuperaba para los gremios el manejo de
la obra social y marginaba las minorías en la conducción sindical. Pero el
pacto empezó a quebrarse ante la política económica que motivó importantes
huelgas de petroleros en noviembre de 1958, que fueron reprimidas por el
gobierno y acompañadas de la implantación del estado de sitio. Tanto la ley de
Asociaciones Profesionales como el estado de sitio fueron cuestionadas por
Gómez, quien desconfiaba de una ley laboral gestionada por dirigentes
peronistas y sostenía la prescindencia estatal al respecto.[17]
El acuerdo con Perón motivó versiones contradictorias.
Reiteradamente el vicepresidente negó conocer la firma del pacto, algo
impensable tratándose del compañero de fórmula de Frondizi y la determinante
influencia que tuvo el voto peronista en las elecciones: “…manifiesto
solemnemente que desconocía la existencia del documento aludido y de las
relaciones que pudieran tener las personas involucradas en este negocio…el Sr
Frondizi jamás presentó ante el partido la consideración del problema que nos
ocupa”. Esta aseveración fue desmentida por el dirigente peronista Adrián
Giannini, quien afirmó que Gómez participó de reuniones vinculadas a la firma
del acuerdo.
En la declaración realizada después de la renuncia, Gómez
se contradijo y aludió al pacto en momentos en que éste aún no se había hecho
público, mencionando que:
Considero
que el triunfo electoral del 23 de febrero pasado correspondió al partido
político de mi afiliación y si bien acepto que esa victoria extraordinaria se
debió a un aporte que vio en la intransigencia un camino de olvido y pacificación
nacional, ello fue así porque esta gran fuerza cívica tuvo la capacidad
histórica de interpretar con exactitud el minuto que vivía la república.[18]
Más adelante mencionó que se enteró del pacto cuando
Perón lo hizo público en junio de 1959 y que en ese momento “…pude entender
viajes injustificables realizados durante la campaña electoral y medidas
tomadas apresuradamente y contra toda lógica en los primeros meses del gobierno
como la Ley de Asociaciones Profesionales”.[19]
Complot
y coalición en los umbrales de la crisis institucional
Las discrepancias entre ambos mandatarios no implicaban
la salida del vicepresidente del gobierno. Sin embargo, prepararon el terreno
al acrecentar la desconfianza entre ambos y motorizar un clima de opinión
adverso al vice que desembocó en la coyuntura crítica de noviembre de 1958.
En una semana, el vicepresidente -jaqueado por los
acontecimientos- tuvo que renunciar. Pero la crisis la inició el mismo Gómez
cuando el 12 de noviembre denunció un complot protagonizado por las Fuerzas
Armadas. En esos momentos, la relación entre Frondizi y los militares era
compleja. Las Fuerzas Armadas intervenían en el esquema de poder, potenciadas
por el rol asignado a las mismas por Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.
Consecuentemente, el
presidente Frondizi sufrió una continua intervención de las Fuerzas Armadas en
los asuntos de gobierno, traducida en 32 planteos militares, modalidad
sistemática de presión bajo el formato de exigencias de desplazamientos,
nombramientos políticos o cambios de rumbo de la gestión. Simultáneamente, los
militares conspiraron con fuerzas políticas como la UCRP tratando de desplazar
a Frondizi, lo que puso en riesgo la continuidad presidencial (Rouquié, 1982,
p. 175).
Entonces, que el vicepresidente denunciara un complot
protagonizado por las Fuerzas Armadas no podía pasar desapercibido. Pero la
idea de complot era parte del lenguaje político de la época que atribuía o bien
al peronismo o bien al antiperonismo la responsabilidad en los intentos de
desplazar al gobierno o la intención de asesinar al presidente.[20]
Incluso, durante los días previos a la denuncia de Gómez, se produjeron varios
episodios que enrarecieron el clima político. En el mensaje del presidente al
país el 9 de noviembre, Frondizi criticó duramente la huelga de los petroleros
en Mendoza, haciendo recaer la responsabilidad en fuerzas de izquierda y
anunciando políticas represivas. Como mencionamos, un día después y mediante
decreto presidencial Nº 9.764 se declaró el estado de sitio en toda la
República.
Los primeros actores del conflicto fueron Gómez y el
ministro del Interior Vítolo a quien el vicepresidente informó del presunto
complot dado que Frondizi estaba enfermo. Sin embargo, la denuncia hubiera
constituido un episodio menor si no se hubiera dado a conocer a la prensa. La
publicidad dada por Vítolo -por orden de Frondizi-, materializada en un
comunicado del Poder Ejecutivo sobre el supuesto complot y la denuncia de Gómez
en los medios de prensa, amplificó el conflicto que cobró una repercusión
inusitada.
Llama la atención que una denuncia realizada por un
vicepresidente a un ministro tenga como respuesta un comunicado oficial de
Frondizi difundido por la prensa y no una investigación sumaria. Si bien hubo
una reunión para esclarecer los hechos entre Frondizi, los ministros, Gómez y
las Fuerzas Armadas, la idea de un complot salió rápidamente del despacho
presidencial y fue comunicada a la sociedad, quizá con el fin de ejercer
presión sobre las Fuerzas Armadas -quienes manifestaron lealtad- o, de algún
modo, afectar al vicepresidente que se desgastó rápidamente con el curso de los
acontecimientos. También resulta notable la importancia asignada al hecho ya
que desde la primera declaración de Vítolo, éste estuvo flanqueado por otros
funcionarios, gobernadores, legisladores e intendentes. La UCRI, por su parte,
se abroqueló rápidamente detrás de Frondizi acallando -al menos por el momento-
las críticas vertidas en torno a las medidas económicas implementadas.[21]
Los medios de prensa nacionales se manifestaron
desigualmente en lo atinente a la denuncia del vicepresidente. La Nación y La Prensa apoyaron en líneas generales a Gómez, al igual que el
periódico El Plata, pero La Razón mantuvo una postura ambigua. La
crítica abierta provino de la Revista Que
sucedió en siete días pero también de El
Nacional que relacionó a Gómez con el golpismo y solicitó el juicio
político para el vicepresidente. Por su parte algunos medios como Viento Norte, vocero del Movimiento de
Reafirmación Intransigente, cuestionaron el rol del ministro del Interior en la
publicidad del complot.[22]
Consideramos que Gómez incurrió en dos desaciertos que
desprestigiaron su figura: proponer a Frondizi la consulta a otros partidos
políticos y un eventual gobierno de coalición; negarse a informar ante el
gabinete el nombre del militar en actividad que lo alertó de la conjura.
La idea de un gobierno de coalición propuesto por Gómez
fue mencionada en las declaraciones de Vítolo y en el comunicado de Frondizi.
Ante los medios, Gómez negó haber planteado esa posibilidad argumentando “que
sobre la necesidad de una reestructuración gubernamental con otros partidos,
estimo que los problemas de ese tipo incumben directamente al presidente de la
Nación”. Afirmó que esa sugerencia provino de Vítolo y que Frondizi lo sabía.
Sin embargo, en lo que la SIDE calificó como un “extenso documento”, Gómez
reconoció la autoría de la idea coalicionista y que recibió mandato de Vítolo
para iniciar las conversaciones.[23]
Resulta válido interrogarse acerca de las intenciones de
Gómez al plantear una ronda de conversaciones con los partidos políticos,
sindicatos y organizaciones civiles para un “despertar popular” que -expresaba-
sirviera como antídoto contra los intentos golpistas. ¿Quería Gómez cambiar el
rumbo del gobierno con la consulta a otras fuerzas? Posiblemente sí, ya que
involucrar a otros actores no sólo significaría un respaldo frente al supuesto
complot sino que podría dar lugar a opiniones diferenciadas sobre las medidas
tomadas que podrían revertir o atenuar las consecuencias de las mismas. Lo dice
expresamente en el documento aludido al mencionar que los supuestos “errores
del gobierno” serían saldados con el concurso de la voluntad ciudadana.
Pero existe otra cuestión a considerar. Que fuera el
vicepresidente el operador de las consultas aumentaba su prestigio y valorizaba
el lugar que ocupaba en el gobierno. Pero que las conversaciones se realizaran
por encargo del ministro del Interior y no del mismo presidente dejaba a
Frondizi en una posición de debilidad y merma de autoridad, razón por la que se
opuso enérgicamente a autorizar las consultas.
En cuanto a la autoría del complot, Gómez expresó que había
recibido un informe confidencial de un militar en actividad pero protegió su
identidad. En la información recogida por la SIDE, Gómez afirmó que negarse a
dar el nombre del informante fue un acuerdo “de honor” con Frondizi y que por
esa razón no quiso identificarlo en la reunión en Casa de Gobierno, a pesar de
la insistencia del presidente al respecto.[24] Esta
contradicción entre el pacto de silencio convenido y la requisitoria de
Frondizi sobre el nombre del informante en la reunión aludida, perjudicó la
credibilidad de las aseveraciones de Gómez.
Según el acta de la reunión la respuesta de los funcionarios
de las Fuerzas Armadas sobre la posibilidad de un movimiento revolucionario fue
negativa y manifestaron el control total de sus subordinados. Algunas versiones
sindicaron al Tte. Coronel Octavio Melitón Quijano Semino como el autor de la
denuncia. Este oficial había estado vinculado al golpe de 1955 y al Tte. Gral.
Arturo Ossorio Arana, ministro de Ejército del gobierno de facto. Si bien no
fue identificado el denunciante del complot, la investigación de la Secretaría
de Guerra a cargo del Gral. Héctor Solanas Pacheco indica que Quijano Semino
reconoció que fue él la figura aludida como informante debido a una
conversación casual que había mantenido con Gómez. Según el Secretario de
Guerra “se superó el complot por la declaración de Quijano Semino”.
Pero, al leer el informe no queda claro si el militar se
declaró responsable o no de haber advertido de un complot.[25] Según
la prensa, Alejandro Gómez desmintió en una carta la participación de Quijano
Semino, quien le pidió una reparación mediante duelo. Otras fuentes descartaron
la intervención de Semino y señalaron como informante al Subsecretario de
Guerra Manuel Reimundes, una figura controversial apodada el “Dragón verde”,
que conducía una logia militar.[26]
“Una
vicepresidencia así ya no la quiero”. Las derivaciones del conflicto
La crisis institucional desatada involucró a diferentes
actores que se reposicionaron ante el nuevo escenario político,
fundamentalmente las Fuerzas Armadas y el partido en el gobierno, la UCRI.
En 1958 las Fuerzas Armadas estaban divididas en dos
corrientes de opinión, una más legalista, reformista y anticomunista y una
segunda línea golpista y antiperonista, orientación que en el Ejército lideraba
el Gral. Arturo Ossorio Arana y en la Marina el Almirante Isaac Rojas, ex
vicepresidente de facto. Como afirma Marcelo Cavarozzi (1992, p. 31) a partir
de 1955 la intervención tutelar desplegada por las Fuerzas Armadas implicaba
mantener la proscripción peronista y ejercer presiones, resistencia o vetar
designaciones o medidas tomadas.
En consecuencia, a poco de asumir el nuevo gobierno, la
puja por los nombramientos de militares ocasionó malestar al ubicar Frondizi en
altos puestos a oficiales de la línea legalista cómo el Gral. Héctor Solanas
Pacheco, Comandante en Jefe del Ejército y Secretario de Guerra. En la segunda
mitad de 1958 y contemporáneamente a la crisis de gabinete, el sector duro del
orden castrense conspiró abiertamente para derrocar a Frondizi (Mazzei, 2012,
p. 44).
Pero a pesar del posible complot, Gómez manifestó su
certeza que las Fuerzas Armadas fueron ajenas a la crisis y que estaban
comprometidas en apoyar al gobierno.[27] Gómez
había actuado como mediador ante conflictos con las Fuerzas Armadas,
comunicándose secretamente y por orden del presidente con el Capitán de Navío
Francisco Manrique y con el ex presidente de facto Aramburu, líder de las
fuerzas golpistas. El papel jugado por el vicepresidente en estas entrevistas
puede identificarse como parte de una postura crítica pero colaboracionista
(Serrafero, 2018, p. 21). Según el mismo Gómez (1963, p. 274), su lealtad al
gobierno fue considerada dudosa por su participación en estos encuentros.
En este juego de poder, quien fue sindicado como
responsable de la conspiración fue el vicepresidente y en pocas horas se
instaló con fuerza la idea de forzar su renuncia. El episodio del supuesto
complot y el rol desempeñado por el vicepresidente se convirtió en un problema
de Estado y en un escándalo de importantes proporciones que llevó a vincular a
Gómez como protagonista de un intento golpista destinado a suplantar al
presidente. En su defensa Gómez expresó que “en resumen, el vicepresidente de
la Nación no es partidario ni lo será jamás de los golpes de Estado y tiene una
conducta acreditada. Además cree que la voluntad ciudadana puede corregir los
errores de los gobiernos. Por eso tiene sensibilidad para los problemas,
procura evitar al país episodios desgraciados e irreparables”.[28]
La UCRI manifestó su apoyo a Frondizi y criticó a Gómez
por su propuesta coalicionista. Para la UCRI el juicio político no era
conveniente ya que desgastaría al gobierno y al mismo partido. Según la
documentación, el alejamiento de Gómez fue solicitado en tiempo récord por la
Cámara de Diputados y el Comité Nacional de la UCRI, que también decidió su
desafiliación por “desviaciones inadmisibles”. El texto del comunicado permite
inferir que la UCRI no convalidó la posibilidad de instalar un gobierno de
coalición o reestructurar el gabinete. En cambio, la Cámara de Senadores
careció de la unanimidad ucrista y apoyó tibiamente la investidura de Gómez sin
dejar de condenar la idea coalicionista.[29]
Podemos interpretar que la UCRI se aunó en torno a
Frondizi ante el temor de la participación de la UCRP en el gobierno pero
también del peronismo, ya que las restantes fuerzas políticas se hallaban
representadas en el mismo. Pero el apoyo a Frondizi no fue incondicional. Un
grupo importante de diputados reclamó mayor participación en el gobierno y
autonomía del bloque ucrista, levantar el estado de sitio y desestimar cambios
en la política económica y social, manteniendo la orientación dada por Rogelio
Frigerio.[30] Por
otra parte, la UCRI actuó al compás de los movimientos del presidente. Ante un
posible acercamiento entre Frondizi-Gómez, autoridades y legisladores de la
UCRI dejaron sin efecto la expulsión y el pedido de renuncia.[31]
Sin conciliación, la renuncia fue vista como la única
salida posible que permitiría descomprimir el malestar de las Fuerzas Armadas
quienes reaccionaron corporativamente al ser involucradas en un supuesto
complot. Empero, debemos mencionar que fue el mismo Gómez quien instaló
tempranamente la idea de su posible renuncia. Al recibir el encargo de Vítolo,
manifestó su decisión de renunciar si la consulta con las fuerzas políticas
fracasaba o tenía éxito “…porque no deseaba surgir de esa misión como hombre
importante y sería feliz si ahorraba al país horas de dolor”. Mencionó que le había
presentado la renuncia a Frondizi en numerosas oportunidades y desde el primer
disenso en torno al rumbo del gobierno.[32]
Evidentemente, la amenaza de renuncia formó parte del discurso de Gómez o bien
para ejercer presión sobre el gobierno y obtener mayor protagonismo o para
motivar la solidaridad de otras fuerzas políticas.
A lo largo de la crisis se tensó al máximo el vínculo
Frondizi-Gómez en una relación pendular y a veces contradictoria en la cúpula
del Ejecutivo. Después de la reunión en Casa de Gobierno -a la que Gómez
inicialmente no había sido invitado- se registró una mediación protagonizada
por los gobernadores de Córdoba Arturo Orlando Zanicchelli y de Corrientes
Fernando Piraginé Naveyro, y el embajador Damonte Taborda. La resultante de la
gestión fueron dos cartas intercambiadas entre Frondizi y Gómez el 15 de
noviembre cuyo contenido nos permite esclarecer varios puntos del conflicto.
Pero a la vez demuestran que si el vínculo se intentó restablecer mediante
cartas y no el diálogo personal, el conflicto se había agudizado notablemente.
En ellas, Gómez indicó que la solicitud de renuncia de la UCRI tuvo como causa
fundamental sus discrepancias con la marcha del gobierno y la denuncia del
complot habría sido un catalizador del malestar de la UCRI con las posturas
críticas asumidas por Gómez.
Frondizi acordó con el pedido de renuncia formulado por
la UCRI, en función de las críticas al gobierno vertidas por Gómez desde el
inicio de la gestión:
Las
discrepancias entre los dos integrantes de la fórmula presidencial no ayudan al
desarrollo de una política coherente, en momentos tan graves como los que vive
la República. Por ello considero que la situación planteada impone una
inmediata definición en bien de los altos intereses de la patria. Tiene Ud. en
sus manos una solución, pero en ningún caso considero que la actitud que se
decida a tomar deba ser el resultado de una imposición ni de ninguna clase de
coacciones. Usted sólo es quien debe decidir la conducta a adoptar.[33]
Evidentemente, esta carta fue decisiva para Gómez y a
pesar del retiro de su desafiliación por parte de la UCRI, el 18 de noviembre
presentó su renuncia ante el Congreso Nacional. La postura de Frondizi había
sido suficientemente clara y la relación se quebró definitivamente. En la
declaración al pueblo de la República después de su salida del gobierno, alegó
razones irregulares de procedimiento de la aceptación de la renuncia y expresó
contundentemente que sufrió una campaña de descrédito, sin posibilidad de
defensa y que, en esas condiciones, no podía retener el cargo: “Una
vicepresidencia así ya no la quiero”.[34]
A pesar que anunció su alejamiento político, la
documentación de la SIDE revela que Gómez creó el Movimiento de Liberación
Popular al interior del radicalismo, se vinculó a dirigentes peronistas y
comunistas y mantuvo contactos con las Fuerzas Armadas -especialmente la
Marina- en pos de nulificar la aceptación de su renuncia. En octubre de 1960,
la Mesa Directiva de la UCRI lo expulsó definitivamente del partido. En 1961
fue candidato a Gobernador de Santa Fe representando al Partido del Trabajo y
el Progreso, agrupación conformada por ex ucristas y comunistas.[35]
Interpretaciones
sobre la crisis política
La crisis institucional fue interpretada de diferentes
maneras por los actores involucrados: la UCRI, partidos políticos opositores y
Alejandro Gómez. Al acentuar uno u otro aspecto del conflicto las diferentes
perspectivas nos permiten obtener un panorama más acabado y revelador de la
complejidad del proceso crítico.
La UCRI criticó acerbamente al vicepresidente. Para el
partido, la salida de Gómez ponía punto final a un gobierno bicéfalo, con
desacuerdos ideológicos y programáticos, con un vicepresidente que no se
resignó a sus limitadas funciones y que públicamente manifestó sus
discrepancias. Afirmaban que la crisis política conformaba un entramado en el
que la huelga de los petroleros y el presunto complot fueron amplificados.
Consideraban que para sortearla, el apoyo de las Fuerzas Armadas y del propio
partido había sido clave.[36] En algunos
sectores ucristas la postura fue más severa, y acusaron directamente a Gómez de
haber liderado un movimiento para desplazar a Frondizi.
En realidad, la UCRI mantuvo una tensa relación con Gómez
desde la creación de la CNAP. Consideraban que la CNAP era innecesaria y que
sus facultades colisionaban con el Comité Nacional de la UCRI. Cuestionaban
también su conformación, sin participación de la militancia del partido. Este
desacuerdo previo a la asunción del gobierno pudo haber influido en la oposición
cerrada –con escasos matices- al vicepresidente.[37]
Las restantes fuerzas políticas no tuvieron una postura homogénea.
Ricardo Balbín consideró que era una “crisis del gobierno desde su vientre
mismo”, una expulsión provocada por el oficialismo que revelaba su incapacidad
para gobernar. En palabras del diputado Carlos Perette: “Yo diría que no hay
tal renuncia; que más que una renuncia, es una protesta, es un enjuiciamiento,
es un reclamo”.[38] La
UCRP negó estar vinculada al hecho y encauzó el debate en función de la “salida
constitucional”, cuestionando la ausencia de vicepresidente y solicitando la
convocatoria a elecciones, postura concordante con el Partido Liberal de
Corrientes y con el Partido Demócrata Cristiano.
Para la Federación de Partidos de Centro, la salida de
Gómez no implicaba la superación de la crisis sino que era un indicador del
inicio del proceso de descomposición de las fuerzas triunfantes el 23 de
febrero. Para el Partido Socialista se trataba de un problema de poder y
reclamaba el llamado a elecciones. Como era previsible, el peronismo no se
pronunció ante la crisis ya que aún estaba vigente el pacto con Frondizi.[39]
En la Asamblea Legislativa convocada para tratar la renuncia
de Gómez, la UCRI a través del Senador Alfredo García acusó a Gómez de carencia
de solidaridad con el presidente al discrepar públicamente con él y negó la
posibilidad de una nueva convocatoria a elecciones.[40] La
oposición acusó a la UCRI de provocar una crisis institucional perjudicial para
la imagen del país y del Congreso ante el mundo, adoptar la versión de Vítolo y
alentar la caída de Gómez sin derecho a defensa.[41] Al
proyecto de resolución de doce diputados de la UCRI que pedían aceptar la
renuncia del vicepresidente, la UCRP contestó con otro proyecto que designaba
una comisión investigadora para estudiar los causales de la misma.
A la UCRI la crisis le permitió reagruparse
ideológicamente neutralizando los elementos de izquierda, representados
fundamentalmente por los jóvenes radicales, pero no pudo evitar la conformación
del Movimiento de Afirmación Yrigoyenista que apoyó la conducta moral de Gómez
y responsabilizó de la crisis política a los elementos extrapartidarios del
gobierno, con especial referencia a Frigerio.[42]
Podemos interrogarnos si la salida de Gómez benefició o
perjudicó al presidente. Para Rouquié (1982, pp. 165-166) la renuncia le sirvió
para retomar el control parlamentario de la UCRI y obtener de las Fuerzas
Armadas declaraciones de subordinación al orden constitucional. Según los
informes de la SIDE, Frondizi se encontró ante una encrucijada ya que debía
optar entre su ministro del Interior o su vicepresidente. Permitir ¿o impulsar?
la renuncia del vicepresidente le aseguraba evitar la “salida constitucional”
que podría producirse si Frondizi era apartado del cargo o si Gómez maniobraba
para ello. Sin Gómez no había sucesión posible lo que explicaría la reticencia
y negativa de Frondizi a convocar a elecciones para cubrir el cargo vacante.[43]
Pero el gobierno salió fortalecido de la crisis. Frondizi
aprovechó el conflicto para reagrupar a la UCRI, descontenta con las decisiones
económicas y lo que ellos consideraban una escasa influencia del partido en la
gestión gubernativa. La salida de Gómez implicó también eliminar una voz
crítica, que cuestionaba las decisiones de Frondizi. Ambas circunstancias
-salida de Gómez y encuadramiento de la UCRI- habilitaron la puesta en marcha
de transformaciones políticas. Cuatro días antes de la renuncia de Gómez, el
gobierno mediante Decreto de carácter secreto Nº 9.880 implementó el Plan de
Conmoción Interna del Estado (CONINTES) colocando a las fuerzas de seguridad
bajo el control operativo de las Fuerzas Armadas.[44] Ese
mismo mes renunció Frigerio y se anunció el Plan de Estabilización Económica y
Austeridad, antesala del nombramiento del dirigente liberal Álvaro Alsogaray en
el ministerio de Economía.
Al referirse a la crisis, Gómez habló de una
confabulación destinada a acabar con su carrera política encabezada por Arturo
Frondizi y alentada por el golpismo, sin participación de las Fuerzas Armadas.
Según Gómez, Frondizi le manifestó que su renuncia permitiría salvar al
gobierno:
No
puedo negar que a Ud. le corresponde la victoria moral. Para mí su figura es
hoy cien veces más grande que ayer. La Asamblea Legislativa va a cantar su
gloria. Supo defender con coraje la dignidad del cargo y cuando supone que las
instituciones peligran, las salva con su retiro. Pocos hombres harían eso.
(Gómez, 2001, p. 311).
Para la revista Qué…
se trató de una conjura o golpe frustrado en la que Gómez había actuado como
“instrumento de la oligarquía”. Acusó a las Fuerzas Armadas de haber provocado
la crisis y a Gómez de actuar como ejecutor, afirmando que hubo un intento del
vicepresidente de apoderarse del poder cegado por la ambición.[45] Para
Gómez (2001, p. 313) detrás de Que…
estaba Frondizi. Afirmó que el 15 de noviembre, una vez presentada la renuncia
escrita al mandatario, éste se comunicó telefónicamente con Qué… y pidió que cesaran los ataques
contra Gómez.
Conclusiones
La crisis institucional de 1958 resulta significativa no
sólo por sus múltiples aristas sino por la cadena causal de diferentes
acontecimientos -grandes o pequeños- y de decisiones o comportamientos
personales que modificaron el curso de los hechos y desembocaron en la renuncia
del vicepresidente. A diferencia de lo sucedido en 1962 con el derrocamiento de
Frondizi, la crisis político-institucional puede ser definida en palabras de
Eugenio Kvaternik (1987, p. 25) como una “crisis sin derrumbe”, ya que la
estructura institucional se sostuvo a pesar de la renuncia del vicepresidente.
Fue un conflicto en el corazón de la presidencia con salida anticipada, sin
quebrar el régimen político aunque sí conmovió sus cimientos.
La naturaleza de la crisis permite ubicarla como una
coyuntura trascendental para el gobierno desarrollista. Formó parte esencial de
un poder presidencial en construcción y de un clima de época revelador de la
debilidad del sistema político; una cultura política de escasa ponderación de
las instituciones y de la democracia misma como sistema, que mantenía la proscripción
de la mayoría peronista.
Desde los protagonistas, las interferencias en el diálogo
no permitieron instancias de conciliación y consenso, demostrando en el caso
del vicepresidente la reticencia a morigerar su postura crítica influida por la
intención de asumir un rol más activo, ocasionada por la ambición personal
combinada con la inexperiencia política. El hecho de no haber detentado cargos
pudo haber influido en gran medida en la incapacidad de generar estrategias
exitosas para sortear la crisis y sostenerse en su función. Por su parte, el
presidente no apoyó a su vice, primando la desconfianza y revelando el quiebre
de la lealtad preexistente y la amistad entre ambos. El momento en el que
Frondizi le aconsejó a Gómez dar un paso al costado para salvar las
instituciones, pidiéndole por escrito la renuncia, fue determinante para que
Gómez decidiera abandonar el gobierno.
Evidentemente Frondizi y Gómez encarnaron en sus figuras
el debate que se estaba dando al interior de la UCRI en el que el principismo programático
de Gómez, aferrado a los documentos partidarios y con escasa capacidad de
sortear coyunturas políticas críticas, fue respondido por el “oportunismo
pragmático” de Frondizi (García, 2006, p. 493), ya evidenciado en el Pacto con
Perón. El presidente vio en la salida de Gómez la posibilidad de disciplinar al
partido y habilitar sin mayor repercusión interna el ingreso de las Fuerzas
Armadas en la represión, así como provocar el clivaje económico liberal, que
modificó el rumbo de la política desarrollista vigente.
Las
diferencias Frondizi-Gómez tradujeron un conflicto personal, no de la
conducción general del gobierno, cuya solución era un acuerdo programático y de
ejercicio del poder o la salida del vice para descomprimir la situación.
Siguiendo a Serrafero (2018, p. 21), Gómez manifestó en el tramo inicial del
gobierno una postura solidaria-crítica que no implicó una oposición abierta a
la figura presidencial o a su gestión. En el mes de noviembre, ante la denuncia
del complot y la propuesta del gobierno de coalición, verdaderos condensadores
de las tensiones latentes, su posicionamiento fue no-solidario polarizado,
teñido de oposición.
Frondizi,
por su parte, no respondió a las críticas, manifestando una postura indiferente
o a lo sumo tibiamente cuestionadora de la oposición verbal de su vice. Pero en
la bisagra que significó noviembre de 1958, se advierte claramente un
reposicionamiento de Frondizi quien aparece como remiso a consensuar
disidencias manifestando su decisión de excluirlo del gobierno. En esa
coyuntura el poder que detenta Frondizi aún es relevante como para prescindir
del vice sin quebrar su gobierno ni debilitar su liderazgo.
El interrogante acerca de si existió en el vicepresidente
una voluntad de forzar la salida de Frondizi y activar la función sucesoria
resulta de difícil respuesta. A través de la documentación podemos inferir una
necesidad de protagonismo de Gómez al reclamar cambios en el gobierno y
aparecer como gestor de una coalición de partidos. Pero no pudimos comprobar que
su vínculo con las Fuerzas Armadas haya implicado participar en un intento
golpista. En un escenario de debilidad democrática, las apuestas personales en
pos de provocar cambios en la marcha del gobierno potenciaron en gran medida
desinteligencias que, en otro momento histórico, no hubieran derivado en un
conflicto institucional significativo como el que ocasionó la renuncia del
vicepresidente Alejandro Gómez.
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Recibido: 29/04/2020
Evaluado: 15/06/2020
Versión Final:
24/06/2020
(*) Doctora en Historia (Universidad Nacional de La Plata). Investigadora Principal (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Investigadora del Centro de Estudios de la Argentina Rural (Universidad Nacional de Quilmes). Argentina. E- mail: meruffini@gmail.com ORCID: https://0000-0002-4293-7729
[1] Son los casos de Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Argentina.
[2] Los vicepresidentes de facto fueron: Enrique Santamarina (1930), Héctor Sabá Sueyro (1943), Edelmiro O’Farrell (1943-1944), Juan Domingo Perón (1944-1945), Juan Pistarini (1945-1946) e Isaac Rojas (1955-1958).
[3] Otra excepción es la gestión presidencial de Alberto Fernández iniciada en diciembre de 2019 con la vicepresidencia de Cristina Fernández de Kirchner, quien desempeñó entre 2007 y 2015 la presidencia de la Nación.
[4] En el 2008 durante la crisis del campo, el vicepresidente Julio Cleto Cobos (2007-2011) desempató la votación en el Senado, pronunciándose por la negativa en contra de la postura del gobierno.
[5] El vicepresidente ejerce el poder Ejecutivo en caso de ausencia o enfermedad del titular del Ejecutivo y lo desempeña en forma definitiva ante la muerte, renuncia o destitución de éste.
[6] Biblioteca Nacional. Archivos y Colecciones particulares. Fondo Centro de Estudios Nacionales. Archivo de redacción de la revista Qué sucedió en siete días. (en adelante Fondo CEN-Archivo revista Qué). Gómez Alejandro, sobre nº 33970, pp. 26-30.
[7] La Declaración de Avellaneda es un conjunto programático del radicalismo compuesto por tres documentos: la Carta de Avellaneda (1945), la Profesión de Fe Doctrinaria y las Bases para la Acción Política (1948).
[8] La Carta de Avellaneda se pronunciaba por el reparto de la tierra y la libertad inmigratoria. De corte nacionalista, atacaba a los monopolios extranjeros y proponía la estatización de las fuentes de energía. Criticaba también la posibilidad de pactos o acuerdos electorales.
[9] La revista fue fundada por Rogelio Frigerio en 1946 y se editó por un año. La segunda época se desarrolló entre 1955 y 1959 y la tercera entre 1963 y 1965, año en que clausuró su edición. Frigerio fue subdirector en 1946 y director entre 1955 y 1958. Figuras vinculadas a Qué… como el mismo Frigerio, Dardo Cúneo y Alfredo Allende ocuparon cargos en el gobierno de Frondizi.
[10] Revista Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 9/12/1958, p. 6.
[11] Biblioteca Nacional. Archivos y Colecciones particulares. Fondo Centro de Estudios Nacionales. Subfondo Presidencia Arturo Frondizi. Organismos presidenciales (en adelante Fondo CEN). Secretaría Privada. 03.3.2.2.9. Unidad de Conservación (en adelante UC) Nº 1, Alejandro Gómez. Telegrama del 7 de marzo de 1958 del Dr. Eduardo Alemán del Consejo Argentino por la Paz a Alejandro Gómez.
[12] Fondo CEN. Secretaría de Informaciones del Estado (en adelante SIDE). 03.3.9.1.2. UC 1. Panorama político. Noviembre de 1958. “Desarrollo de la crisis institucional” (en adelante Desarrollo…), pp. 11-15.
[13] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Desarrollo…, p. 13.
[14] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.2.1. UC 1. Informes de Inteligencia. Ámbito Nacional. Síntesis Informativa de las actividades políticas nº4, 1958, p. 4.
[15] Fondo CEN. Secretaría Privada. 03.3.2.2.9. UC 1, Alejandro Gómez, marzo de 1958; Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 18/11/1958, p. 4.
[16] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Desarrollo…, p. 14.
[17] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Desarrollo…, p. 14.
[18] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Alejandro Gómez al pueblo de la República, p. 12.
[19] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Panorama Político junio-julio de 1959. Movimiento de Liberación Popular de Capital Federal, p. 4 y p. 39.
[20] La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 29/10/1958, p. 5.
[21] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Desarrollo…, pp. 1-2.
[22] Fondo CEN-Archivo revista Qué…, Gómez Alejandro, sobre nº 33950, p. 22; Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 18/11/1958, p. 4.
[23] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Primeras declaraciones de Alejandro Gómez, p. 3 y p. 7.
[24] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Documento escrito del Dr. Gómez, p. 6 y Acta de la reunión realizada en Casa de Gobierno el 12 de noviembre de 1958, p. 17.
[25] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Comunicado de la Secretaría de Guerra, 19 de noviembre de 1958, p. 11. Véase la repercusión periodística en La Nación, Buenos Aires, 15/11/1958, p. 1. Según Rafael Quijano Semino, después de la renuncia de Gómez, Quijano Semino fue pasado a disponibilidad y encarcelado.
[26] Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 25/11/1958, p. 4; La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 20/11/1958, p. 3.
[27] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2 UC 1. Declaración de Alejandro Gómez al pueblo de la República, p. 6.
[28] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Documento escrito del Dr. Gómez, p. 7.
[29] La Nación, Buenos Aires, 14/11/1958, p. 1.
[30] La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 18/11/1958, p. 4.
[31] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Resolución de la Mesa Directiva del Comité Nacional de la UCRI y del bloque de Diputados de la UCRI, 18-11-1958, p. 10.
[32] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Documento escrito del Dr. Gómez, p. 5 y
p. 9.
[33] Fondo CEN. SIDE. 03.3.9.1.2. UC 1. Carta de Arturo Frondizi al vicepresidente Alejandro Gómez, 15-11-1958, p. 9.
[34] Previo a la renuncia hubo episodios violentos: destrozo de muebles en el Senado Nacional e intento de linchamiento del vicepresidente, apedreos a su vivienda particular y amenazas en Buenos Aires y Rosario.
[35] Fondo CEN. Políticas de defensa y seguridad nacional. Fuerzas Armadas. 03.4.8.2.1. UC 2. Memorándum, 27-1-1961; Las elecciones en Santa Fe. Panorama argentino y latinoamericano, pp. 2-3; “Alejandro Gómez enjuicia al gobierno”, Noticias Gráficas, Buenos Aires, 22/05/1959; La Prensa, Buenos Aires, 15/10/1958, p. 2; La Nación, Buenos Aires, 15/10/1960, p. 10, entre otros. En 1963 le fue negada la personería jurídica a dicho partido por su orientación comunista.
[36] Congreso Nacional. Cámara de Diputados. Diario de Sesiones. Tomo VIII, 1958. Sesión del 19 de noviembre. Asamblea Legislativa (en adelante CD-AL), p. 6179 y 6192. Además de la UCRI, en el Congreso Nacional estaban representados sólo dos partidos -la UCRP y el Partido Liberal de Corrientes- en la Cámara de Diputados.
[37] Fondo CEN. SIDE. Departamento de Interior. Estrictamente confidencial y secreto. 03.3.9.1.2. UC 1. Panorama Político, mayo y junio de 1958, p. 3.
[38] CD-AL, p. 6175.
[39] Fondo CEN. SIDE. Archivo Privado del Dr. Arturo Frondizi. 03.3.10.1. Carpeta N° 46; CD-AL, p. 6174; Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 18/11/1958, p. 8.
[40] CD-AL, p. 6177.
[41] CD-AL, p. 6170 y 6176.
[42] Fondo CEN. SIDE. Panorama político. 03.3.9.1.2. UC 1. Desarrollo… Declaración del Movimiento Radical Yrigoyenista, p. 20; Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 09/12/1958, p. 6.
[43] Fondo CEN. SIDE. Informes de Inteligencia. Ámbito nacional. Estrictamente confidencial y secreto. 03.3.9.4.2.1. UC 1, 3-11-1961; Fondo CEN. Políticas y áreas de gobierno. Políticas de defensa y seguridad nacional. Ministerio de Defensa Nacional. 03.4.8.2.1. UC 1. Informe de la Policía Federal. Apreciación de la situación Nº 18. 15-9-1959, p. 12.
[44] Fondo CEN. Política y Áreas de Gobierno. Políticas de defensa y seguridad nacional. Fuerzas Armadas. Ministerio de Defensa Nacional. 03.4.8.2.1. UC 2. Decretos CONINTES.
[45]Qué sucedió en siete días, Buenos Aires, 18/11/1958, p. 3.