Huelgas generales en Mendoza (Argentina) en 1927: Una aproximación a partir de las huelgas generales por Sacco y Vanzetti

 

 

Mariana Ayelén Pereyra(*)

 

 

Resumen

 

El artículo analiza las principales características de las huelgas generales de agosto de 1927 en la provincia de Mendoza contra la ejecución de los obreros anarquistas Sacco y Vanzetti en Estados Unidos. También se realiza una síntesis de la historia del movimiento obrero mendocino y se muestran las particularidades de la huelga general en la provincia frente al denominado relato “nacional” asociado a los sucesos en Buenos Aires. Además, se aporta a una vacancia temática como es la historia de la clase obrera de Mendoza. En las conclusiones se muestra las similitudes y diferencias del movimiento obrero mendocino con el de Buenos Aires en este proceso, así como también el rol de la federación que agrupaba a los trabajadores mendocinos y la importancia de las huelgas de 1927 en el contexto provincial y nacional.

 

Palabras clave: Huelgas; Trabajadores; Mendoza; Sacco y Vanzetti; 1927.

 

 

 

General strikes in Mendoza (Argentina) in 1927: An approach based on general strikes by Sacco and Vanzetti

 

Abstract

 

The article discusses the main features of August 1927 general strikes in Mendoza province against the execution of anarchist workers Sacco and Vanzetti in the United States. As well as a general analysis of the history of the mendocinian labor movement carried out and the particularities of the general strike in the province in front of the called "national" account associated with the events in Buenos Aires. It is also provided to a thematic vacancy such as the history of the working class of Mendoza. The conclusions show the similarities and differences of the Mendoza labor movement with that of Buenos Aires in this process, as well as the role of the federation that grouped the Mendoza workers and the importance of the strikes of 1927 in the provincial and national context.

 

Key words: Strikes; Workers; Mendoza; Sacco y Vanzetti; 1927.

 


 

Huelgas generales en Mendoza (Argentina) en 1927: Una aproximación a partir de las huelgas generales por Sacco y Vanzetti

 

Introducción

 

La historia del movimiento obrero mendocino ha mostrado procesos que han sido de gran envergadura y que, sin embargo, están casi inexplorados por la bibliografía actual. Asimismo, desde hace décadas se ha tratado de generar la imagen de una Mendoza conservadora con un proletariado inexistente y/o casi inmóvil (Martínez, 1979; Cueto, Romano y Sacchero, 1995). Sin embargo, la clase obrera mendocina, con sus particularidades, no fue ajena a la dinámica nacional e internacional. En el año 1927 y sobre todo en el mes de agosto, se desarrollaron en el país huelgas generales[1] por la libertad de los obreros italianos Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti, encarcelados en Estados Unidos.[2] Los trabajadores mendocinos, siguiendo la convocatoria a nivel internacional, organizaron una huelga que paralizó la provincia por varios días, durante la cual se desarrollaron mítines, movilizaciones, asambleas, en algunos casos con enfrentamientos. En este proceso intervinieron la Federación Obrera Provincia de Mendoza (en adelante FOPM), gremios autónomos, estudiantes, el partido Socialista, la juventud de la Unión Cívica Radical (UCR) lencinista y anarquistas. Siguiendo las crónicas de tres diarios locales, Los Andes, La Tarde y La Palabra[3] y otros tres nacionales,[4] este artículo tratará de reconstruir dicho proceso, a fin de poder llenar parcialmente el vacío historiográfico sobre la clase obrera mendocina.[5] Nos interesa conocer con qué especificidades se desarrolló la huelga en Mendoza, en comparación con las acciones del movimiento obrero de Buenos Aires.[6] La descripción y análisis de quiénes participaron, con qué objetivos y métodos, constituye un primer paso de una investigación mayor que busca entender cuáles fueron las estrategias que se daba la clase obrera de Mendoza a lo largo de sus diferentes períodos. Además, ante la desinformación existente sobre las organizaciones sindicales en la provincia en este periodo, se intentará lograr una aproximación en la descripción de la federación provincial. De este modo, pretendemos contribuir desde una perspectiva local al debate historiográfico sobre el carácter de las luchas obreras durante el período de entreguerra.

Algunos autores como Gutiérrez y Romero (1995) han planteado que en la década del 20 “…la ola movilizativa pasó, dejando lugar a un período de reflujo en la movilización activa, que no volvería a repetirse en Buenos Aires hasta después de 1943” (p.11). De esta forma han criticado a aquellos historiadores como Bilsky (1985) que caracterizaron a esta etapa como insurreccionalista. Otros investigadores, como Iñigo Carrera (1993), debatieron que a partir de 1919 comenzó un proceso descendente en la lucha de clases, en el cual diferentes fracciones sociales aislaron a los obreros en lucha.

En la década del 20, las luchas del movimiento obrero argentino comenzaron a descender en relación a los momentos anteriores. Huelgas y procesos como los de la llamada Semana Trágica, fueron propios de la culminación de un período anterior, que planteaba como estrategia predominante de la clase obrera argentina el desarrollo de las luchas por fuera de las instituciones. Esta estrategia mostró sus transformaciones a partir de la década del 30 (Iñigo Carrera, 2004; 2017). Ello hace necesario volver a escudriñar la década del 20. Si bien las luchas no se desarrollaron de la misma forma ni con la misma intensidad, se observan procesos que hay que rescatar a fin de obtener una visión más completa de los diferentes objetivos que poseía la clase obrera argentina en este período. Hacerlo desde una perspectiva local, además, permite revisar y discutir con las distintas interpretaciones instaladas sobre esta década.

 

La clase obrera argentina y el anarquismo en las primeras décadas del siglo XX

 

La historia del movimiento obrero argentino ha tenido diferentes momentos en los cuales existieron tendencias, estrategias y métodos predominantes. En líneas generales, el anarquismo fue muy importante dentro del mismo a partir de 1890. En esta etapa y hasta la década del 20, se consolidó como método la huelga general, siendo ésta una de sus características fundamentales. Pero el anarquismo como tendencia política hegemónica en el movimiento obrero organizado comenzó a sufrir algunas derrotas a partir de la represión del Centenario. Asimismo, en el 9º Congreso de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) en 1915, comenzaron a proliferar tendencias que se acercaron cada vez más a posiciones sindicalistas, que tenían una actitud más abierta a la negociación con el Estado, por lo cual la tendencia anarquista empezó a quedar relegada (Godio, 1989). El predominio de este sector más “dialoguista” también se relacionó con la incipiente industrialización por sustitución de importaciones que, a su vez, comenzó a generar una clase obrera con características más modernas como la organización por ramas (y no por oficios como seguía planteando el anarquismo) (Camarero, 2012).

Cabe señalar que no puede hablarse de “anarquismo argentino” en general, ya que existieron diversas tendencias dentro del mismo. Por un lado, estaban aquellos nucleados alrededor del diario La Protesta, dirigido por Diego Abad de Santillán y Emilio López Arango. Estos grupos representaban el ala moderada y tenían una militancia más bien teórica. Dentro de este grupo de “moderados” también se puede ubicar a los anarco-sindicalistas de la FORA. Los gremios autónomos, así como el grupo “La Antorcha”, se ubicaban a la izquierda de La Protesta (Anapios, 2013). Finalmente, los denominados “anarquistas expropiadores” (Bayer, 2003) representaban la tendencia más radical inclinada hacia la acción directa expresada en asaltos, expropiaciones, falsificaciones y atentados contra representantes de la burguesía.

La vida y posterior desaparición del anarquismo como tendencia política dentro de la clase obrera está abierta a debate entre las diferentes corrientes historiográficas. En líneas generales existen autores, como J. Godio (1989) y J. Suriano (2001), que plantean que el anarquismo comenzó a desaparecer a partir de la década del 10, siendo casi inexistente en los comienzos de los años 30. Asimismo, otros historiadores como A. Nieto (2008) muestran que esta tendencia política seguía dirigiendo organizaciones sindicales en la década del 40.

La situación internacional a partir de los años 20 se caracterizó por los golpes que empezó a recibir la Revolución Rusa y como corolario, la retracción de la ola revolucionaria. Esto implicó un retroceso general del movimiento obrero en la mayoría de los países occidentales. En Argentina, este contexto, sumado a la división de las organizaciones sindicales, la represión permanente que venía enfrentando la clase obrera (la cual no provenía sólo del Estado sino también de organismos de orientación nacionalista como la Liga Patriótica, por ejemplo), y el proceso de incorporación de fracciones de la burguesía y de la pequeña burguesía al sistema institucional político, se manifestó en el descenso en las luchas y el paulatino aislamiento de las organizaciones. Sin embargo, esta década, y sobre todo los últimos años de la misma, mostraron que los cambios que se aproximaban, no se iban a dar sin contradicciones ni enfrentamientos.

Entre 1922 y 1928, los salarios reales de la clase obrera crecieron por la coyuntura económica, por lo que las huelgas que se desarrollaron se dieron centralmente en pos de fortalecer la organización, por mejores condiciones laborales y en solidaridad, entre otras características. Además, el gobierno desplegó diferentes tácticas para dividir a los gremios y favorecer a los sectores más cautos. En este período el gobierno radical del presidente Alvear aprobó leyes como la Ley de Jubilaciones (posteriormente derogada por la resistencia del movimiento obrero y de los empresarios) que implicó que muchos sectores (como los socialistas) también empezaran a ver con buenos ojos algunas políticas provenientes desde el Estado.

Las demostraciones en defensa de la libertad de Sacco y Vanzetti se dieron en medio de este proceso. Fueron las últimas huelgas generales de la década del 20. Las mismas tuvieron lugar el 15 de Junio, 5, 6, 10, 22 y 23 de agosto de 1927 y fueron convocadas por tres entidades sindicales: la Central Obrera Argentina (COA) nacida en 1926, de orientación reformista, la Unión Sindical Argentina (USA) de tendencia sindicalista y la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) de orientación anarquista. Dicho año, y particularmente el mes de agosto, registró una gran cantidad de huelgas generales (Anapios, 2011). La mayoría de ellas fueron convocadas por la FORA, y en menor medida por la USA y acompañadas por la COA. La FORA anarquista, después de los golpes que recibió a fines de la década del 10 (Semana Trágica),[7] pareció tener una recuperación momentánea y fue la organización que cumplió el papel principal en estas huelgas.

El proletariado internacional recibió las ejecuciones de Sacco y Vanzetti como un ataque a la clase obrera mundial. En efecto, estos dos obreros italianos fueron juzgados por el Estado norteamericano por un crimen que no cometieron,[8] como una manera de hacer llegar un mensaje a la clase trabajadora en una situación adversa a la misma. Barricadas, huelgas y enfrentamientos con la policía en las principales ciudades del mundo dan un panorama del nivel de organización y combatividad que mostraba el movimiento obrero en ese contexto. Según Bayer (2009) la agitación que existió en EEUU por estos anarquistas fue diez veces más grande que la que se realizó por el fin de la guerra de Vietnam.

En Argentina, se desarrollaron movilizaciones, huelgas generales, boicots a productos norteamericanos, atentados con bombas, actos, mítines, entre otras manifestaciones de repudio. Éstas, comenzaron a producirse mucho antes de la ejecución y las tendencias anarquistas tuvieron un rol destacado en dichas acciones (Bayer, 2009). La mayoría de las mismas fueron organizadas por la FORA y le dio al anarquismo una visibilidad que hacía años no tenía. A raíz de estos hechos, las organizaciones obreras, que venían acarreando procesos de división, comenzaron a debatir sobre el tema. Algunos periódicos trajeron a colación esta discusión e incluso se llegó a hablar de una corta experiencia de “frente único proletario” (Aquino, 2011, p.18). Este dato es sobresaliente ya que la década del 20 se caracterizó por la fractura y división de las grandes centrales que agrupaban al movimiento obrero argentino (Godio, 2000).

 

Breve repaso de la historia del movimiento obrero mendocino y sus primeras huelgas

 

La historia de las luchas del movimiento obrero local no puede analizarse abstrayéndose de las condiciones materiales e ideológicas que determinaron a Mendoza como una formación social concreta. En este sentido, con la incorporación de Argentina al mercado mundial capitalista a través de la exportación de productos agropecuarios a partir de la segunda mitad del siglo XIX, Mendoza se destacó como una provincia especializada en la producción vitivinícola. El desarrollo económico a partir de esta especialización ha sido la base tanto del crecimiento como de las crisis cíclicas características de la provincia a lo largo de su historia; las cuales han acarreado grandes consecuencias para las clases populares que han trabajado continuamente la tierra, empujando a las mismas, en muchas ocasiones, a la lucha. En este sentido, la historia de la conflictividad obrera está estrechamente relacionada a estas características.

A fin de comprender de manera más cabal las huelgas de 1927 es necesario conocer el proceso por el cual se constituyó y desarrolló la clase obrera en la provincia.[9] En primer lugar es necesario destacar que, a diferencia de las grandes ciudades del país, en los primeros años de expansión del capitalismo en Mendoza, se desarrollaron conflictos por fuera del espacio urbano. Éstos se dieron centralmente en la periferia del Oasis Norte y en zonas alejadas de la incipiente ciudad, las cuales concentraban masas de obreros que se encontraban construyendo las más importantes obras de infraestructura de la provincia (obras de irrigación, emprendimientos mineros, Ferrocarril Trasandino) (Richard-Jorba, 2007). Los conflictos, en gran parte, se realizaron por reclamos salariales o en solidaridad con trabajadores de otras provincias. En la primera década del siglo XX, se desarrollaron protestas de ferroviarios, reclamos de gremios carpinteros, talabarteros, albañiles, panaderos, repartidores de pan, lo que implicaba que la organización obrera avanzaba (Richard-Jorba, 2010).

A principios del siglo XX, Mendoza atravesó una crisis vitivinícola que trajo consecuencias para los trabajadores, afectando sobre todo los salarios. A raíz de esto, la conflictividad comenzó a crecer. Los diferentes tipos de luchas que existieron en este período tenían que ver con reivindicaciones por mejoras en las condiciones de trabajo, por atraso en el pago de los salarios, en rechazo a las normas estatales y por conflictos organizados por gremios que combinaban reivindicaciones inmediatas con posiciones políticas e ideológicas y en solidaridad con otras huelgas (Richard-Jorba, 2010).[10]

En la década del 10, una de las huelgas más destacadas fue llevada adelante en 1912 por el gremio de los ferroviarios a nivel nacional, quienes pedían una reglamentación que permitiera enfrentar los abusos de la empresa. En 1914, con la profundización de la crisis económica (crisis vitivinícola y por el estallido de la primera Guerra Mundial), la desocupación y los bajos salarios hicieron explotar algunos conflictos que fueron reprimidos por la policía. Uno de ellos fue protagonizado por trabajadores del Ferrocarril Trasandino, que se opusieron al pago de sus salarios en forma de vales y que se enfrentaron violentamente con el representante de la empresa. En octubre de 1917, antes de la llegada de José Néstor Lencinas al gobierno, se dio una huelga ferroviaria que fue brutalmente reprimida por el gobierno de Francisco Álvarez[11] y que terminó con dos obreras asesinadas y decenas de heridos.

El Lencinismo,[12] que llegó al gobierno en 1918, fue un fenómeno político que formó parte del avance del radicalismo (e incluso lo radicalizó), y tuvo características populistas y un gran apoyo social. Reemplazó al orden conservador en la provincia e implementó leyes protectoras de los trabajadores (mejores ingresos y condiciones de trabajo) y los sectores populares. Asimismo, estableció una relación ambigua con el movimiento obrero, actuando en algunos momentos como mediador y en otros como represor (Richard-Jorba, 2013). Las principales legislaciones que beneficiaron a los trabajadores dentro de su gobierno fueron: la Ley 732, que estableció la jornada máxima de ocho horas y fijó un sueldo mínimo, pero que en este período solo se aplicó al sector público; y la Ley 731 que creó la Inspección General del Trabajo (posteriormente Departamento Provincial), que comenzó a implementarse durante el gobierno de Carlos Washington Lencinas (Richard-Jorba, 2013). Es necesario destacar que a partir de la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 se desarrollaron transformaciones en las relaciones entre el Estado y los trabajadores, y a partir de esto, hubo diversas manifestaciones que daban cuenta de este fenómeno en las provincias. En muchas ocasiones, el Estado intervino en conflictos de trabajadores de manera favorable por la incentivación de la competencia electoral entre partidos. Asimismo, estas expresiones, con sus particularidades, también se han visto en situaciones en donde diferentes fracciones dentro de la UCR han dirimido sus diferencias interviniendo en conflictos obreros (Montserrat, 2019). Un ejemplo de estos tipos de manifestaciones pueden observarse en los conflictos obreros en Rosario, Santa Fé, en 1913, en 1915, en 1918 y en la segunda mitad de la década del 20. Si bien, no es el objetivo de este trabajo debatir este tema en particular, es importante remarcar que el Lencinismo puede haber sido una expresión de este proceso.

A nivel sindical, la FOPM fue la aglutinadora de la mayoría de los gremios de la provincia. Hay divergencias respecto a sus orígenes. Según Satlari (2009), esta Federación existía desde 1918 aproximadamente y tenía una orientación anarquista, aunque otros investigadores como Richard-Jorba plantean que existe desde principios del siglo XX. Dentro de ella, en este período, se organizaban la Unión General Cosmopolita de Obreros de Godoy Cruz, Toneleros de Godoy Cruz, Toneleros Luján de Cuyo, Unión Obrera Luján de Cuyo, Cosmopolita de Trabajadores Carril Ozamis, Villa Maipú, Obreros Toneleros Carril Ozamis, General Gutiérrez.[13]

En el año 1919 hubo 3 conflictos importantes: vitivinícolas, ferroviarios y de trabajadores de la educación, algunos de los cuales se convirtieron en huelgas generales. La primera de ellas se dio en enero de 1919 y fue organizada por los trabajadores de la empresa Luz y Fuerza que brindaban los servicios de electricidad y de transporte tranviario. Este conflicto se dio porque la empresa, luego de implementar la jornada de 8 horas, había bajado los salarios un 12%. La FOPM llamó a la huelga general para el día jueves 9 de enero. Ésta, no solo se dio en solidaridad con los trabajadores tranviarios, sino también a raíz de los sucesos que se estaban desarrollando en Buenos Aires conocidos como la Semana Trágica (Silva, 2019). Posteriormente, en febrero de 1919 se dio otra huelga de los trabajadores de la empresa Luz y Fuerza en la cual los obreros pedían la cesantía de los trabajadores que no se habían plegado a la anterior huelga, aumento salarial y reconocimiento de la Unión Tranviarios. La extensión de este conflicto coincidió con la intervención al gobierno de Lencinas. Hubo sabotajes con cortes de luz e interrupción del tranvía. La FOPM decretó otra huelga general, la cual fue muy exitosa y contó con la adhesión de contratistas de viña y cosechadores. Finalmente, el interventor federal arbitró la huelga que terminó en un triunfo ya que los trabajadores lograron la mayoría de sus reivindicaciones. Asimismo, los contratistas de viña protagonizaron, en abril de 1919 (época de cosecha) una importante lucha que representó un hito porque fue la primera huelga agraria de Mendoza (Richard-Jorba, 2013). Por otro lado, los paros del magisterio comenzaron por reclamos salariales y contra el autoritarismo del Director General de Escuelas que había cesanteado a varios docentes. En abril de 1919 se fundó Maestros Unidos que se unió a la FOPM. Después de algunos contratiempos, Maestros Unidos llamó a la huelga y a partir de este momento el conflicto se desarrolló con mucha más fuerza, acompañado de huelgas generales convocadas por la FOPM. En este conflicto, intervino la Federación Obrera Regional Argentina del 9no. Congreso (FORA IX) ante la cesantía de 189 maestros por parte del gobierno y la represión policial. Se registraron hechos de sabotaje y enfrentamientos violentos con la policía. El gobierno operó dividiendo la lucha a través de organizaciones gremiales que respondían a sus intereses. Además, hubo disidencias internas entre Maestros Unidos, FORA y FOPM por lo cual finalmente terminó siendo derrotada (Richard-Jorba, 2019).

Dentro de esta panorámica de la conflictividad provincial podemos observar un movimiento obrero muy activo y organizado, que desde un principio fue tomando una fisonomía combativa y de enfrentamiento en las calles con su clase antagónica y sus representantes, y que también desarrolló importantes luchas por fuera del espacio urbano. Se destacaron los trabajadores del transporte y ferroviarios en particular, y también las luchas de trabajadores vitivinícolas (donde incluimos a los contratistas de viña).[14] Finalmente, las huelgas docentes, que luego se convirtieron en generales, fueron hitos dentro de la conflictividad de la provincia, sentando un precedente para los futuros combates de los trabajadores de la educación. Esta última lucha de las y los educadores mendocinos que, como planteamos previamente, terminó en derrota, trajo como consecuencia un proceso de fraccionamiento y desorganización sindical que se extendió durante la década del 20. Esto implicó que el movimiento obrero mendocino se ubicara en una relación de fuerzas poco favorable frente a las clases dominantes.

 

La década del 20 y las huelgas por Sacco y Vanzetti en Mendoza

 

A lo largo de la década del 20 la economía mendocina, para atenuar las consecuencias de las permanentes crisis vitivinícolas, puso en marcha una diversificación de la producción agroindustrial. De esta forma, se empezó a exportar uva en fresco al mercado interno y externo, y comenzó la elaboración de conservas y la desecación de frutas. Esto implicó que el mercado laboral se complejizara y que nuevos sectores (sobre todo mujeres) comenzaran a incorporarse a la clase obrera provincial (Rodríguez Vázquez, 2017).

A nivel político, hubo una intervención federal en los primeros dos años de la década del 20, y no se registraron cambios a nivel de legislaciones laborales. Luego, a partir de la asunción de Carlos Washington Lencinas en 1922 se dieron algunos avances, tales como la creación de la Caja Obrera de Pensión a la Vejez e Invalidez, y se mejoraron las condiciones del Departamento General del Trabajo. Además, se aprobó un programa que incluía la jornada máxima de trabajo y el cumplimiento de las leyes obreras, lo cual evidenciaba hasta qué punto no se aplicaba en su totalidad la Ley 732 (Luis, 2017). Posteriormente, entre octubre de 1924 y febrero de 1926 hubo otra intervención federal y fue recién durante el gobierno de Alejandro Orfila (1926-1928), representante de la Unión Cívica Radical Lencinista (UCR Lencinista), donde se observaron importantes cambios en cuanto a legislaciones laborales. Sobre este punto volveremos más adelante.

Por otro lado, los trabajadores mendocinos venían de un proceso de fragmentación de sus organizaciones de lucha y la FOPM[15] había quedado en una situación de gran debilidad luego de las huelgas de 1919. Desde 1922, la FOPM[16] atravesó un proceso de reorganización. Ésta, estuvo dirigida por el comunismo anárquico[17] por lo que este organismo estuvo adherido a la FORA del 5º Congreso.[18] Desde 1923 hasta fines de julio de 1927 se produjeron 4 huelgas generales en la provincia: la primera fue en septiembre de 1923, convocada por la FOPM en solidaridad con los obreros matarifes; la segunda fue la huelga general nacional en abril de 1924 contra la Ley de Jubilaciones, y dos huelgas generales nacionales, una a principios de agosto de 1927 y otra, a fines del mismo mes y año. A estos conflictos se sumaron diferentes huelgas parciales, como las de los tranviarios a partir de abril de 1925 (que terminó con una gran derrota para los trabajadores en conflicto que en su mayoría fueron despedidos y reemplazados con rompehuelgas) y la de diciembre de 1925 del nuevo gremio “Centro Obrero Gobernador Benegas” en el cual se organizaron los trabajadores de la Maltería y Cervecería de Los Andes. Estas últimas huelgas mostraron, en gran medida, la relación de fuerzas no favorable en la que se encontraba el movimiento obrero mendocino en este período (Richard-Jorba, 2019).

Como planteamos previamente, durante el gobierno de Orfila se obtuvieron algunas legislaciones favorables al movimiento obrero. Entre estas, se encontraba la jornada máxima de 8 horas, tanto para trabajadores privados como públicos;[19] horarios máximos de trabajo diferenciando entre las estaciones de invierno y verano; se prohibió (con algunas salvedades) a los patrones extender la jornada máxima y a los obreros trabajar fuera de los horarios legales; se prohibió aplicar castigos en forma de rebaja salarial; se estableció el pago del salario en días hábiles y en horarios de trabajo, entre otras (Richard-Jorba, 2016). Una de las leyes más importantes establecía el aumento del salario mínimo, que tenía años de retraso en relación a los precios. Es necesario destacar que esta norma (Ley 922) se aprueba el 26 de julio de 1927, y que en respuesta al rechazo de algunos sectores económicos se crea, por decreto 573 del 5 de agosto de 1927 (día en que comienza la huelga general por Sacco y Vanzetti), una comisión “encargada del estudio del costo de vida obrera y asesoramiento del P.E. para la reglamentación que debe dictarse a la ley N° 922” (Richard-Jorba, 2016, p. 68).

Estos elementos son importantes para entender el proceso, ya que muestran que, a pesar de haberse dado reformas que mejoraban la calidad de vida de los obreros, esto no impidió que los mismos se adhirieran a la huelga general por los obreros italianos prisioneros en Norteamérica. Esta situación, si bien respondió a la generalidad del contexto internacional y nacional, nos permite a su vez, observar que el movimiento obrero mendocino poseía cierta convicción internacionalista, que iba más allá de sus conquistas recientes y que los llevó a la unidad en la acción por algún tiempo.

Así como en otras regiones del país, se produjeron persecuciones y ataques a trabajadores antifascistas y hacia los extranjeros. En Mendoza esta situación desató protestas y denuncias en los periódicos anarquistas.[20] Estos elementos, entre otros, nos muestran un escenario político en el cual los enfrentamientos entre tendencias de izquierda del movimiento obrero contra aquellas de corte nacionalista y conservador se sucedieron permanentemente, incluso de maneras violentas, dejando muertos de los dos bandos.

Los sindicatos que actuaron en las huelgas por Sacco y Vanzetti habían atravesado, como dimos cuenta previamente, un proceso de fragmentación que se profundizó después de las huelgas del magisterio en 1919. La FOPM quedó desprestigiada y muchos gremios se desafiliaron,[21] sumado a que aparecieron nuevas asociaciones y gremios autónomos. Todo esto hizo que las fuerzas obreras se encontraran muy debilitadas (Richard-Jorba, 2016). Si bien conocemos que al menos hasta 1923 se produjo una reorganización de la federación cuya dirección estuvo en manos de comunistas anárquicos adheridos a la FORA del 5to Congreso, no hay datos sobre su posterior proceso ni orientación.

Las semanas previas a la ejecución de Sacco y Vanzetti, los trabajadores mendocinos organizaron huelgas generales que no siguieron precisamente el desarrollo de las huelgas en Buenos Aires ni en el resto del país. Éstas, no sólo se desarrollaron los días 05, 06, 10, 22 y 23 de agosto como se dio a nivel nacional por las diferentes convocatorias de la COA y la USA, sino que, siguiendo los lineamientos de la FORA[22] se llamó a una huelga por tiempo indeterminado que según el diario Los Andes comenzó a partir del día 05. El diario La Palabra y La Tarde[23] afirmaron que el paro comenzó el sábado 06 de agosto a partir de las 12 hs. Sin embargo, resultó ser más efectivo a partir del domingo 07, y se intensificó el lunes 08. Mientras en Buenos Aires se realizaron diversos llamados de distintas organizaciones al paro, ya sea por 24 o 48 horas[24] y, los días posteriores a éste, la realización de mítines, en Mendoza varios gremios llamaron a la huelga por tiempo indeterminado:[25]

 

Como es del dominio público Mendoza, acaba de soportar un paro general de sus actividades en los diferentes órdenes, que se inició levemente, puede decirse, el día 5 del actual, intensificándose el lunes por la mañana para terminar ayer a las 13 horas, de acuerdo con lo dispuesto por las entidades obreras que tienen su organización dentro de la provincia (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto, 1927).

 

El domingo 7 por la tarde se realizaron asambleas de diferentes gremios autónomos[26], quienes deliberaron sobre la adhesión al llamado de la FOPM.[27] Los primeros gremios en adherirse fueron los panaderos, repartidores de pan, cocineros, pasteleros y anexos, carpinteros y mosaístas.

 

Después de las 18 horas, como es de presumir, todos los síntomas de la huelga se habían manifestado ya, la ciudad empezó a presentar el aspecto propio del fenómeno social que tan vastas proporciones habría de asumir después a medida que la decisión de los obreros se definía como acto de solidaridad proletaria. En consecuencia, las confiterías, bars, cines, cafés y otros puntos de reuniones públicas, cerraron sus puertas, quedando dentro de dichos negocios algunas personas que fueron servidas limitadamente por sus propietarios (Los Andes, Mendoza,12 de agosto, 1927).

 

Se realizaron dos actos de protesta simultáneos, realizados por el Partido Socialista y por la FOPM. Este dato muestra las disidencias entre el mencionado partido y la federación de posible orientación anarquista. A diferencia de esta situación, en Buenos Aires se realizó un gran mitin que posteriormente se convirtió en una movilización de 1000 personas aproximadamente, organizado por la USA y la UOL de Buenos Aires. En éste se proclamó el boicot al comercio, la industria y la producción de Estado Unidos si se efectuaba la ejecución y al finalizar la movilización se produjeron destrozos por parte de grupos ajenos a los organizadores del evento (La Nación, Buenos Aires, 08 de agosto, 1927).

Por otro lado, en Mendoza, los trabajadores del gremio de gráficos realizaron una asamblea en donde resolvieron no asistir a su lugar de trabajo a partir del lunes 08. Esto implicó que los diarios locales no salieron desde ese día.

Los diarios destacaron que, desde el sábado, las tropas de la policía se encontraban acuarteladas, a fin de “…resguardar el orden en el lapso de tiempo que durará el paro de los gremios” (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto, 1927). Por otro lado, en el departamento de Godoy Cruz, ese día hubo dos ataques contra tranvías que estaban en servicio: en uno de ellos se produjeron roturas en los vidrios del tranvía por pedradas que arrojaron unos desconocidos; en otro de los atentados además de las pedradas se registraron disparos de armas de fuego que hirieron a un pasajero en la cabeza.

A partir del día lunes 8 la huelga se amplió, aunque algunos gremios, como la Confraternidad Ferroviaria, por ejemplo, aún se encontraban deliberando sobre qué actitud tomar ante la misma. Los gremios que llevaron adelante el paro activamente repartieron volantes y manifiestos. Hubo propaganda del Partido Socialista, Sociedad de Artes Gráficas, FOPM, Asociación de Prensa, entre otros. Los trabajadores utilizaron las pizarras de los diarios para informar sobre las novedades respecto a la ejecución. Frente al edificio del diario Los Andes se congregó un gran público para recibir estas noticias. A partir de las 20.30 horas, debido a las gestiones que realizó la comisión central de huelga, los trabajadores tranviarios se unieron a la huelga por tiempo indeterminado[28]. Según el diario Los Andes, a partir de ese momento también, conformaron un nuevo sindicato[29] “…con la enunciada actitud de los referidos obreros, el movimiento de tranvías quedó completamente paralizado en esta ciudad” (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto de 1927). Este dato no es menor debido a que los tranviarios habían recibido duros golpes, sobre todo en las luchas de 1925 donde fueron derrotadas y muchos de sus trabajadores despedidos. La Palabra[30] destacó este acontecimiento, haciendo referencia al estricto régimen de disciplina al que estaban sometidos los tranviarios y, por lo tanto, a la sorpresa que representaba que éstos se unieran a la huelga:

 

Uno de los gremios cuyo paro constituyó una verdadera sorpresa considerando el régimen de disciplina a que está sometido por la empresa, fue el de los obreros tranviarios. Desde el día martes se paralizó por completo el tráfico, concurriendo en corporación los obreros al local de la Federación Obrera local donde constituidos en asamblea, acordaron dejar creada la Unión tranviarios y proseguir la huelga hasta que los demás gremios dieran la vuelta al trabajo (La Palabra, Mendoza, 11 de agosto, 1927).

 

A lo largo de esta jornada se produjeron algunos incidentes entre los que se destacaron el apedreo desde el Centro Mosaiquista a un tranvía que se encontraba circulando, saliendo el motorman herido; el asalto a una carretela de un repartidor de leche, en el cual los asaltantes derramaron la leche en las acequias y dieron vuelta el vehículo; y el asalto a un repartidor de vino (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto, 1927). Además, la policía detuvo a algunos obreros que portaban armas y el secretario del Ferrocarril al Pacífico solicitó al vicegobernador vigilancia en los puentes, líneas y estaciones principales. Asimismo, el gobierno estableció vigilancia en la usina de Cacheuta y en las subusinas de la empresa Luz y Fuerza (La Nación, Buenos Aires, 09 de agosto, 1927).

En Buenos Aires se realizaron mítines convocados por organizaciones como el Partido Socialista y la COA las cuales llamaron a un paro para el día 10.

El martes 09 ni en Buenos Aires, ni en el resto de las provincias se registró actividad relacionada a la protesta por Sacco y Vanzetti. Sin embargo, en Mendoza éste fue el día que más acatamiento tuvo el paro, convirtiéndose en huelga general. Cerraron los establecimientos comerciales y las fábricas de la ciudad y de los departamentos más alejados como San Rafael, donde se realizó un mitin muy importante en la plaza San Martín (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto, 1927).

A su vez, se duplicó la vigilancia en distintos puntos de la provincia y el escuadrón de seguridad recorrió permanentemente las calles y los barrios más apartados. Según los diarios, las fuerzas de seguridad representaron el único foco de actividad que hubo en toda la provincia. También se celebró un mitin organizado por los trabajadores de la Asociación de Prensa, al cual concurrieron alrededor de 5000 personas (La Palabra, Mendoza, 11 de agosto 1927), entre ellos, la juventud de la UCR Lencinista. Se destacaron oradores de distintos gremios, así como también estudiantes. En el mismo, se pidió la libertad de los detenidos por la huelga y se criticó la política del “imperialismo norteamericano”. Además, se registró un incidente en el cual unas personas se apropiaron de la carretela de un repartidor de pan que se encontraba trabajando, se llevaron su contenido y lo repartieron entre unas familias que se encontraban en un conventillo cercano (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto, 1927).

El miércoles 10 se dio la huelga general nacional por 24 horas convocada por la COA, USA y FORA. En Buenos Aires los únicos que no adhirieron a la misma fueron los trabajadores de servicios públicos, mientras el personal de tracción de ferrocarriles[31] y los gremios marítimos, solo se unieron por quince minutos. Se realizaron diversas manifestaciones entre las que se destacó la que fue realizada en la plaza del Congreso (con la asistencia de más de 5000 personas) y se registraron algunos incidentes[32] destacándose dos explosiones de bombas en el palacio de justicia y en la estación Vélez Sarsfield, F.C.O. (La Nación, Buenos Aires, 11 de agosto, 1927), así como también el izado de una bandera norteamericana prendida fuego (Anapios, 2011).

En Mendoza, los trabajadores ferroviarios se unieron a la huelga por 24 horas. A su vez, el personal de locomoción se adhirió al paro por quince minutos. Este día, la Confraternidad Ferroviaria elevó un pedido al Poder Ejecutivo provincial para que intervenga en favor de la libertad de Sacco y Vanzetti, a lo cual el vicegobernador respondió favorablemente. Los mítines, reuniones y manifestaciones siguieron desarrollándose, manteniéndose alertas ante la ejecución que estaba prevista para esos días. Se registró un incidente en el departamento de Godoy Cruz en el cual la policía encontró un paquete que simulaba ser una bomba de dinamita frente a un local de Casa Singer (de capitales norteamericanos), aunque solo se trataba de una botella que contenía una mecha (Los Andes, Mendoza, 12 de agosto, 1927).

El jueves 11 no hubo registro de actividades en Buenos Aires, mientras que en Mendoza fue el último día de huelga de esta oleada, debido a que se prorrogó una vez más la ejecución para el martes 23 de agosto. La FOPM dio por terminado el paro a las 13 horas. Los trabajadores realizaron un nuevo acto en donde celebraron y deliberaron (Los Andes, Mendoza, 11 de Agosto, 1927). En la vuelta al trabajo el viernes 12 se registraron pequeños incidentes entre patrones y obreros.

En algunos departamentos, alejados de la capital provincial, también se registraron incidentes a lo largo de estos días de huelga. En Rivadavia, por ejemplo, se produjeron algunos daños en bombas de nafta de capitales norteamericanos. Los diarios no especificaron cuáles fueron los destrozos realizados: “Autores desconocidos deterioraron algunas bombas expendedoras de nafta norteamericanas establecidas en esta villa. La policía efectuó algunas detenciones, tratando de esclarecer estos hechos” (Los Andes, Mendoza, 12 de Agosto, 1927).

En San Rafael, el paro decretado por la FOPM fue total. El personal del diario Atuel se adhirió a la protesta. Además, numerosos huelguistas asediaban las sucursales de las casas Singer, Ford y West Indian, ante lo cual la policía tuvo que establecer vigilancia para evitar atentados (Los Andes, Mendoza, 12 de Agosto, 1927).

Los diarios también hicieron hincapié en la participación de “elementos extranjeros” en la huelga que podrían desarrollar “propaganda subversiva” (Los Andes, Mendoza, 12 de Agosto, 1927).

En la huelga de la capital de la provincia se registraron detenciones a obreros, por lo cual se creó una comisión que se entrevistó con el vicegobernador para solicitar la liberación de los huelguistas. Éste, libera a los presos minutos después.

Posteriormente, en Buenos Aires, la USA, COA y FORA convocaron a un mitin popular y actos en plazas Congreso y Once el domingo 21 de agosto y a un paro para el día 22 por 24 horas.[33] El día 21 se manifestaron más de 7000 personas y hubo una importante columna encabezada por mujeres que se desplazaron desde Plaza Once a Congreso sin permiso policial (Anapios, 2011). El día 22, además de las movilizaciones, se produjeron diversos atentados. En Mendoza, en las vísperas de la ejecución de Sacco y Vanzetti, se desarrolló otra huelga general por 24 horas a partir del lunes 22 de agosto desde las 05 am hasta el martes 23. Ésta fue convocada por la FOPM, y no tuvo la misma magnitud que las desarrolladas los días anteriores ya que el comercio permaneció abierto. Igualmente se paralizó la ciudad, donde los tranvías, coches de plaza y automóviles de alquiler en su mayoría no circularon,[34] mientras que en el departamento de San Rafael el paro fue total. Las fuerzas policiales se mantuvieron acuarteladas y los soldados del escuadrón disolvieron grupos de personas que se agrupaban en las aceras, pero no hubo incidentes mayores (Los Andes, Mendoza, 24 de Agosto, 1927). Esta fue la última huelga general por esta causa.

 

Conclusiones

 

Como planteamos en un principio, la clase obrera argentina se encontraba en un momento de descenso en sus luchas. El crecimiento económico, el aislamiento de los trabajadores, la división de sus organizaciones, la intervención del Estado –que en algunos momentos atendieron ciertas necesidades de los trabajadores con legislaciones favorables-, hizo que esta década se caracterizara por una merma en la conflictividad. En Mendoza, a la desorganización de la FOPM y desaparición de gremios después de las huelgas de 1919, le siguió una reorganización de la federación provincial de la mano de la FORA del 5° Congreso. De esta reorganización solo hay información hasta el año 1923.

Los días de huelga general en Mendoza, en la que se produjeron incidentes con rompehuelgas, en la que algunos trabajadores se organizaron sindicalmente, que se extendió en el tiempo causando pérdidas a las cámaras empresariales, deben observarse teniendo en cuenta los procesos desarrollados previamente en la provincia. Lamentablemente la escasa bibliografía y fuentes existentes hacen difícil un análisis más profundo de este hecho en particular. Aquí se arriesgarán algunas interpretaciones.

La huelga general por Sacco y Vanzetti, que implicó la unidad en la acción, fue una excepción en medio de una situación de descenso de los conflictos obreros. Ésta, si bien constituye un hito en la historia de los trabajadores de ese momento, no alcanzó la magnitud de las huelgas que se desarrollaron en la década anterior, sobre todo las de 1919.

Las similitudes del movimiento obrero mendocino con el de Buenos Aires en las huelgas generales de agosto de 1927 pueden observarse en el desarrollo de diferentes tipos de atentados (pedradas y tiros a tranvías que funcionaban en plena huelga, enfrentamientos con “carneros”, robo de alimentos básicos y reparto en sectores carenciados, ataques a lugares que representaban capitales norteamericanos, entre otros). Otro elemento en común fueron los diversos llamados de gremios que adherían a distintas centrales nacionales o que eran autónomos. Finalmente, el frente único (incluso con estudiantes) en la acción de las distintas tendencias del movimiento obrero fue otro elemento que compartieron ambas provincias.

Las diferencias que mostró el movimiento obrero mendocino con el de Buenos Aires en este proceso se pueden observar, sobre todo, en la duración de la huelga, la cual se convocó por tiempo indeterminado y se desarrolló, a diferencia de Buenos Aires, desde el día 5 a las 20.30 hasta el día 12 al mediodía. Por otro lado, los obreros mendocinos, a pesar de encontrarse divididos, tuvieron un momento de unidad e incluso, algunos sectores, como los obreros tranviarios, se conformaron en gremio en plena huelga, mientras en Buenos Aires, este mismo gremio era repudiado por los huelguistas por no solidarizarse con el conflicto. Asimismo, observamos que un sector del movimiento obrero mendocino tenía confianza en el gobierno de orientación lencinista, lo cual se puso en evidencia cuando los trabajadores elevaban pedidos de adhesión al vicegobernador, por ejemplo.

Por otro lado, se observa a la FOPM interviniendo de manera activa, siguiendo a su manera la convocatoria nacional. Si bien no agrupaba la misma cantidad de organizaciones ni tenía la fuerza que tuvo en el año 1919, pudo realizar huelgas generales con gran convocatoria. Finalmente, las diferentes tendencias políticas y partidarias que intervinieron en este proceso y que son mencionadas por los diarios fueron el anarquismo, sindicalismo, socialismo y lencinismo.

En base a estos datos, podemos plantear que este proceso puede haber significado una unificación en la acción del movimiento obrero por una causa que tuvo relación con una postura ideológica más que por alguna relacionada con demandas salariales o de condiciones laborales (Richard-Jorba, 2019). Además, se relacionó con la necesidad de organización que estaba latente en Mendoza y que se expresó en la reorganización del gremio tranviario.

Las huelgas generales por Sacco y Vanzetti brindan algunas pistas de la dinámica del movimiento obrero mendocino en este período, al mostrar cuáles fueron los sectores que intervinieron (todos los gremios que pertenecían a la FOPM así como muchos gremios autónomos), de qué forma, con qué objetivos; donde se advierte, por ejemplo, que los trabajadores vitivinícolas estuvieron ausentes y se destacaron tranviarios y gráficos. También se observan algunas pistas de la situación conflictiva en las zonas más alejadas de la ciudad (no registradas de manera exhaustiva en los diarios) como fue en la usina en Cacheuta, en las subusinas de Luz y Fuerza, y en los departamentos de Rivadavia y San Rafael. En la provincia estas huelgas se dieron con un “ritmo propio”, diferente al de Buenos Aires, con casi 6 días seguidos de huelga, que no fueron totalmente acatados por todos los gremios.

A partir de la reconstrucción de este conflicto y, teniendo en cuenta el desarrollo de los hechos a nivel nacional, hemos comenzado a trazar un debate sobre las tendencias existentes en este momento la clase obrera provincial. El análisis de esta huelga general en particular es un primer paso en la reconstrucción de los conflictos y organizaciones obreras más importantes de la provincia, a fin de dilucidar la relación entre las huelgas en los diferentes períodos para poder observar la estrategia predominante que existió en este período.

 

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Prensa:

 

Los Andes, Mendoza, Argentina. 1927

La Palabra, Mendoza, Argentina. 1927

La Tarde, Mendoza, Argentina, 1927.

La Nación, Buenos Aires, Argentina, 1927.

La Época, Buenos Aires, Argentina, 1927.

La Prensa, Buenos Aires, Argentina, 1927.

Surco Proletario. Mendoza, Órgano oficial de la FOPM (1922 y 1923)

El Socialista. Mendoza, Órgano oficial del Partido Socialista de Mendoza (1924 y 1925)

 

 

Recibido: 26/04/2020

Evaluado: 09/06/2020

Versión Final: 07/07/2020

 

 

 



(*) Licenciada en Sociología. Doctoranda en Ciencias Sociales (Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional de Cuyo). Argentina. E-mail: marianamza1986@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5770-6528

[1] Teniendo en cuenta la visión teórica de Nicolás Iñigo Carrera observamos, sobre todo, las huelgas generales porque consideramos que constituyen una de las formas de confrontación más importantes ya que en ella se manifiesta potencialmente la clase obrera como conjunto, más allá de sus capas y fracciones. Específicamente nos detenemos en las huelgas de 1927 porque fueron unos de los últimos intentos de reunificación del movimiento obrero argentino de la década del 20.

[2] Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti fueron dos obreros italianos inmigrantes que adherían a las ideas del anarquismo. Llegaron a Estados Unidos a principios del siglo XX. Fueron ejecutados en agosto de 1927 en Massachussets por un presunto robo y asesinato de dos personas en 1920. Su caso cobró repercusión internacional, convirtiéndose en símbolos de lucha de la clase obrera.

[3] La elección de estos tres diarios provinciales se debe a la variedad de orientaciones entre ellos. La Palabra desde sus inicios posee una orientación oficialista (en este caso lencinista). Por otro, Los Andes, organizado con criterio empresarial, lo que se denomina como “prensa independiente” (Richard-Jorba, 2019) que lo ubicaría teóricamente en un lugar “neutral” frente a las otras dos prensas que analizamos. Finalmente, La Tarde poseía una orientación conservadora ya que sus fundadores tuvieron estrecha relación con los gobiernos de este tipo, llegando uno de ellos a ocupar cargos en el gobierno de Emilio Civit (Oviedo, 2010). Además, se menciona al órgano oficial de la FOPM (Surco Proletario) desde el año 1922 al 1923 y el órgano del Partido Socialista mendocino (El Socialista) que solo está disponible hasta 1924.

[4] La Nación, La Prensa, La Época.

[5] La conflictividad obrera en Mendoza ha sido poco investigada a lo largo de los años. Sin embargo, se han realizado importantes aportes sobre la misma en distintos períodos. Entre estos, encontramos principalmente los de R. Richard-Jorba, quien ha investigado conflictos de trabajadores en varios períodos, tomando en algunos de éstos, la tesis de Romero quien plantea que el movimiento obrero fue más bien pragmático y que ponía en un segundo plano cuestiones ideológicas y político-partidarias. Además, recientemente ha realizado un estudio sobre los conflictos en la década del 20, aportando datos importantes que avanzan sobre la vacancia en este período. Otra de las investigaciones que han abordado los inicios del movimiento obrero en Mendoza ha sido la de M. Beigel (2004) quien observó las formas más importantes del trabajo registradas en la provincia, como fue la recolección de frutos, la esclavitud, la servidumbre, la papeleta de conchabo y el trabajo “libre” dentro del sistema capitalista. R. Lloveras (2017) ha realizado una investigación sobre la huelga ferroviaria de 1917 en Argentina y, particularmente sobre Mendoza. M. Satlari (2009) describió las tendencias ideológico-políticas de los gremios y federaciones que se desarrollaron en el movimiento obrero mendocino desde la primera huelga (registrada en 1896) hasta 1922. Sobre el año 1919, De la Vega (1997) realizó un análisis de las huelgas del magisterio en la provincia. Finalmente, un estudio de H. Silva (2019) ha observado el desarrollo de la Semana Trágica en Mendoza en 1919. Por otro lado, B. Marianetti también analizó los conflictos obreros en Mendoza, aunque sin demasiada profundidad en cada período. Este autor se encuentra en lo que se denomina “Historia militante”, que implica que la “objetividad” del trabajo puede ser sesgada por su visión política.

[6] Se realiza una comparación con Buenos Aires ya que esta provincia, en general, ha sido vista por la historiografía argentina como el lugar en donde se han desarrollado las huelgas en mayor cantidad y con mayor intensidad a lo largo de la historia. Además, generalmente, se ha asociado lo que sucedió en Buenos Aires a lo que pasó en el conjunto del país, sin tomar en cuenta las particularidades de las diferentes provincias en donde también se dieron han dado importantes huelgas.

[7] La influencia del anarquismo en el movimiento obrero en la década del 20 venía decayendo frente al sindicalismo (Anapios, 2011).

[8] En 1977 el gobernador de Massachusetts, Estados Unidos, Michael Dukakis proclamó la inocencia de Sacco y Vanzetti.

[9] A partir de nuestra concepción teórico-metodológica, entendemos, siguiendo a Marx (1975), que las clases sociales se constituyen como tales en su enfrentamiento.

[10] En relación a las corrientes políticas, Satlari (2009) plantea que el anarquismo fue una de las primeras corrientes que se instalaron en Mendoza con la llegada de los inmigrantes en las últimas décadas del siglo XIX, mientras que el Partido Socialista se organizó en la provincia en 1900.

[11] Francisco Álvarez, popularmente denominado “don Pancho Hambre” fue gobernador de la provincia de Mendoza entre 1914 y 1917. Llegó a su cargo como candidato del Partido Popular (fracción separada del civitismo) de impronta conservadora. Para mayor información de la obra de Álvarez véase Mateu, A. (1976).

[12] La denominación “Lencinismo” proviene del nombre del gobernador José Néstor Lencinas quien se desempeñó en este cargo entre 1918 y 1919. Para mayor información de las políticas lencinistas véase: Richard-Jorba, R (2011; 2013).

[13] Posteriormente, en 1930 fue dirigida por el sindicalismo revolucionario. A mediados de esa década fue influenciada por el socialismo. Luego se disolvió y fue recreada en 1940 siguiendo una ideología sindicalista (Garzón Rogé, 2010). Hacia 1945, el presidente de la FOPM era Juan Curto, quien venía del gremio de la madera y anteriormente había sido militante anarcosindicalista.

[14] Excede el objetivo de este trabajo debatir sobre la pertenencia de clase de los contratistas de viña pero dado el carácter de las huelgas que desarrollaron en este momento en particular, los incluimos dentro de la clase obrera mendocina.

[15] Según Richard-Jorba (2019) la FOPM hizo implosión después de las huelgas docentes de 1919 y durante toda la década del 20 intervino intermitentemente. Así, en la huelga general de 1923 se muestra activa, mientras que en las huelgas de tranviarios de 1925 no aparece ni siquiera nombrada en ninguna de las prensas, por lo cual suponemos que se encontraba inactiva. Lo mismo sucedió con la huelga de los obreros cerveceros de 1926. Finalmente, en 1927 vuelve a aparecer de manera activa.

[16] Según los números disponibles del órgano oficial de la FOPM Surco Proletario (Números 2, 3, 4 y 5), los gremios que componían la federación entre 1922 y 1923 divididos por departamento, eran: MENDOZA: Federación Obrera Local (F.O.L.) con 9 gremios (Obreros Panaderos, Unión Tranviarios, Repartidores de Pan, Sindicato de Cocineros, Unión Chauffeurs, Conductores de Coches, Unión de Mozos, Oficios varios y Unión Servicio Doméstico); F.O.L. SAN RAFAEL con 5 gremios (Sindicato de Albañiles, Unión Obreros Gastronómicos y Anexos, Unión General de Obreros, Oficios Varios y Obreros Panaderos); GODOY CRUZ con 2 gremios (Obreros Molineros y Obreros Cerveceros); GENERAL BENEGAS con 1 gremio (Obreros Cerveceros y Anexos); SAN MARTÍN con 1 gremio (Obreros Unidos); RIVADAVIA con 1 gremio (Obreros Panaderos); VILLA NUEVA con 1 gremio (Oficios Varios); RODEO DE LA CRUZ con 1 gremio (Obreros Unidos); LUJÁN con 1 gremio (Unión Obrera); SAN JOSÉ con 1 gremio (Unión Obrera); MAIPÚ (Obreros Toneleros de Maipú). No se conoce hasta qué fecha esta federación fue dirigida por anarquistas ya que los números de Surco Proletario solo llegan hasta abril de 1923.

[17] El lema de este órgano era: “Hermanos son los déspotas y los explotadores del mundo; y unidos están por el oro y el poder. Hermanos somos también los trabajadores del mundo y solo falta el ideal que nos una contra nuestros tiranos. ¡Trabajemos para que ese ideal sea el comunismo anárquico” (Surco Proletario, Mendoza, 1923, N° 2; 3; 4 y 5).

[18] Es necesario destacar que en abril de 1923, en el 5to número de Surco Proletario, se planteaba que se habían organizado meetings Pro Sacco y Vanzetti que habían sido suspendidos posteriormente. Asimismo, se habían planeado acciones de boicot de productos norteamericanos por la libertad de Sacco y Vanzetti.

[19] La jornada de 8 horas fue sancionada y aplicada a los trabajadores del sector público en 1918 por el primer gobierno de Lencinas. Orfila reglamenta la ley 732 para poder aplicar la jornada de 8 horas a los trabajadores del sector privado.

[20] Osvaldo Bayer (2009) retrata una situación en la cual, en el departamento de Godoy Cruz, 5 camisas negras matan a puntapiés y culatazos al antifascista de nacionalidad italiana Camilo Nardini en diciembre de 1926. En la revista Cúlmine, dirigida por Severino Di Giovani hay denuncias sobre esta situación. Los diarios locales también dieron amplia cobertura a este asesinato.

[21] Podemos mencionar como dato importante que la FOPM no agrupaba tantos gremios como en otras épocas y poseía una cantidad similar a los sindicatos que se organizaban de manera autónoma.

[22] La USA llamó a la huelga general por 48 horas a partir del 5 de agosto, la COA decide plegarse un día después, la FORA declara la huelga por tiempo indeterminado a partir del 9 de agosto. (La Palabra, Mendoza, 05 de agosto de 1927).

[23] Desde el inicio de la huelga el diario La Tarde mostró un panorama de las fortalezas y debilidades de las organizaciones obreras de la provincia, desmereciendo la adhesión que podría llegar a tener la huelga en la provincia, planteando por ejemplo que la FORA no poseía mucho poder de convocatoria (La Tarde, Mendoza, 06 de agosto de 1927). Por otro lado, mostraba a las organizaciones que caracterizaba como más fuertes (autónomos y ferroviarios adheridos a la COA) sin definición sobre la postura a tomar en la huelga. Finalmente, se refirió al Sindicato de Artes Gráficas como el “más fuerte y mejor organizado de Mendoza” quien seguramente iría a la huelga el día 11 de agosto.

Posteriormente a esta noticia este diario (como todos los demás), no vuelve a salir hasta el 12 de agosto por la huelga.

[24] La Nación del día 07 de agosto planteó que la huelga general por 24 horas quedó terminada el día 06 sin haberse producido ningún disturbio y con poco acatamiento (sólo talleres y algunos locales comerciales). Para el día 7 se encontraban organizados algunos actos de protesta por la COA, FORA, el PS, entre otros. Asimismo, este diario expone cómo se desarrolló la protesta en el interior del país, destacándose Mendoza y Tucumán en donde, a diferencia de las demás provincias mencionadas, el paro se decretó por tiempo indeterminado. Por otro lado, el diario La Prensa del día 06 de agosto expuso que el día 05 del mismo mes comenzó la huelga por 48 horas decretada por los organismos obreros, la cual no produjo graves efectos. Asimismo, para el día 07, se habían propuesto diferentes mítines en las plazas Once, Constitución y Congreso. Finalmente, el diario La Época solo hace alusión a los mítines y asambleas del día 07 y al paro por La Fraternidad anunciado para el día 10 de agosto.

[25] Según el diario La Nación del 07 de agosto de 1927, en General Pueyrredón la Federación Obrera decretó un paro de sus afiliados por 48 horas, en Bahía Blanca se declararon en huelga los obreros de la casa industrial Weil Hermanos y Heardeatle, en General Viamonte no trabajaron por 24 horas los panaderos y albañiles, en Balcarce los panaderos, en Adolfo Alsina pararon todos los gremios y cerró el comercio y en Bahía Blanca sección tercera abandonaron el trabajo los obreros de todos los gremios, inclusive los de comercio, por 24 horas.

[26] Los gremios autónomos eran los de Artes Gráficas, Cocheros, Mosaístas, Mozos, Ladrilleros, Tranviarios, Cocineros, Pasteleros, Obreros unidos de Godoy Cruz y de San Martín, Fideeros, Chauffers y otros (Richard-Jorba, 2019).

[27] Según el diario La Palabra del 06 de agosto de 1927, los gremios afiliados a la FOPM en esta época eran los panaderos, repartidores de pan, pasteleros, oficios varios, obreros unidos de Godoy Cruz, obreros unidos de San Martín, local sanrafaelina, ladrilleros y ateneo cultural de obreros mendocinos. Los gremios autónomos eran los gráficos, mozos, tranviarios, cocheros, mosaiquistas, toneleros y vendedores de diarios. El diario Los Andes del 06 de agosto de 1927, afirma que dentro de los gremios autónomos, también se encuentran los pasteleros, cocineros, fideeros, chauffers y otros.

[28] A diferencia de lo que pasaba en Mendoza, Anapios (2011) muestra que en Buenos Aires el gremio de tranviarios no se solidarizó con la huelga general, por lo cual se convirtió en el principal objetivo de algunos manifestantes.

[29] El diario La Tarde del 12 de agosto de 1927 destacó que la conformación de este sindicato se realizó en el local de la FORA, por lo cual se puede inferir que un sector de estos trabajadores pertenecía a esta federación.

[30] Es necesario destacar que, en relación a las tres fuentes locales abordadas para este artículo, La Palabra fue la que desarrolló la posición más abiertamente favorable a estas huelgas y a la FOPM, enunciando las diversas acciones y acatamiento. En este sentido, se destacó un repudio a empresarios panaderos que despidieron a sus trabajadores al finalizar la protesta. Por el contrario, La Tarde no mencionó a la FOPM en sus crónicas sobre la huelga.

[31] El diario La Época del día 06 de agosto anunció que la Confraternidad Ferroviaria decretó el paro de 15 minutos para el material rodante y el de 24 horas para las oficinas.

[32] El diario La Nación del 11 de agosto de 1927 describe una situación en la cual un grupo de manifestantes destruye la escalerilla de un fotógrafo y con trozos de madera agrede a la Guardia de Seguridad, lo cual determinó que los agentes recurrieran a la cabalgatura para enfrentar la situación. Por otro lado, a lo largo del día se produjeron incidentes como ataques a rompehuelgas, apedreos a tranvías, explosivos, etc.

[33] La FORA se diferenció del resto de las organizaciones llamando a un paro por tiempo indeterminado.

[34] El diario La Tarde del 23 de agosto de 1927 se refirió a esta última huelga como una protesta sin entusiasmo en la cual los sindicatos sólo adhirieron por compromiso y sin espontaneidad. Esto se dio, según la crónica, por el desgaste que generó el abuso de la huelga como método.