¿Piccinini contra el mundo?
6 de diciembre de 1982: la refundación de la Lista Marrón
Giorgina Lo Giudici(*)
Resumen
El 6 de diciembre de 1982, en el marco del primer
paro general acordado por las dos fracciones de la CGT, Alberto Piccinini junto
a un reducido grupo de activistas torció desde la portería de Acindar la
decisión de la UOM Villa Constitución de no acatar el paro. El objetivo del
presente trabajo es la identificación del contexto, los antecedentes y las
consecuencias de la adhesión al paro nacional de la CGT el 6 de diciembre de
1982 en la planta de Acindar, contra la decisión de la conducción de UOM Villa Constitución
(intervenida por la dictadura militar).
Palabras clave: Unión Obrera Metalúrgica; Villa
Constitución; Dictadura; Huelga; Paro General; Redes de clase; Alberto
Piccinini.
Piccinini against the world? December 6, 1982: the
re-founding of Lista Marrón
Abstract
On December 6th, 1982, in the context of
the first general strike agreed by the two fractions of the CGT, Alberto
Piccinini -together with a small group of activists- turned around, from
Acindar’s central gate, the decision made by UOM Villa Constitución not to join
the strike. The objective of this study is to identify the
context, the antecedents and the consequences of the adherence to the CGT
national strike on December 6, 1982 at the Acindar plant, against the decision
of the UOM Villa Constitución leadership (intervened by the military
dictatorship).
Keywords: Unión
Obrera Metalúrgica; Villa Constitución; Dictatorship; Strike; General
Strike; Class networks; Alberto Piccinini.
¿Piccinini contra el mundo? 6 de diciembre de 1982: la
refundación de la Lista Marrón[1]
Surgen
cientos de historias, entre las que retengo ahora, [...] el relato casi de
western del legendario sindicalista Alberto Piccinini, que tras seis años entre
rejas se planta ante su antigua fábrica, la gigantesca Acindar, porque los
nuevos trabajadores están esquiroleando una huelga, y arriesgándose a volver a
la cárcel toma la palabra y logra convencerles de que no entren.
Marcos
Ordóñez, “Martín Caparrós, detective”[2]
Introducción
La Lista Marrón de Unión Obrera Metalúrgica Villa
Constitución (en adelante, UOM VC), protagonista de los acontecimientos de los
dos Villazos en 1974 y 1975, se reorganizó al finalizar la dictadura militar
bajo el nombre “Agrupación Metalúrgica 6 de Diciembre” para recuperar la
conducción de la seccional en las elecciones de normalización en 1984.
Tomó el nombre de una fecha que aún hoy se recuerda con ribetes míticos: el 6
de diciembre de 1982, en el marco del primer paro general acordado por las dos
fracciones de la CGT, Alberto Piccinini junto a un reducido grupo de activistas
torció desde la portería de Acindar la decisión de la UOM VC de no acatar el
paro.
Las reconstrucciones del hecho remiten a lo que el
periodista Ordóñez resume como “el relato
casi de western del legendario sindicalista Alberto Piccinini”. Desafiando
en un solo acto a la burocracia sindical (con el sindicato intervenido), a la
patronal (presidida por un militar) y al Estado (dirigido por las Fuerzas
Armadas), habiendo salido recién de la cárcel, el Pichi logra paralizar la actividad en Acindar y otras fábricas de
la zona (al menos en Metcon).
En 1981 comenzó en Argentina un período de crisis
final del régimen militar, que se agudizó con el enorme desprestigio que
implicó la derrota en la Guerra de Malvinas. Hacia 1982, el contexto nacional
–y también regional– estuvo marcado por un importante proceso de repudio al
régimen político y económico impuesto por la dictadura militar sobre la base
del terrorismo de Estado. El movimiento obrero fue en este período un actor con
peso protagónico. Este contexto de creciente debilidad del régimen, entre otros
factores, permitió el desarrollo de formas de protesta diferentes a la del
período anterior en el que habían primado el terror y la represión hacia la
organización obrera tanto dentro como fuera de las fábricas. Así, en un marco
de un menor despliegue represivo por parte del régimen, obligado en gran parte
por la pérdida de apoyo social, facilitó la existencia de un espacio para la
movilización que sectores de trabajadores en diferentes establecimientos
industriales del país vieron como posibilidad de acción para la recuperación de
conquistas perdidas con el inicio del autodenominado Proceso de Reorganización
Nacional, en 1976.
En Villa Constitución, luego de 8 años de represión
y de eliminación de todas las formas de organización interna, comenzó una nueva
etapa de organización y movilización obrera que tuvo su hito fundacional en la
organización de dicha huelga a cargo de dirigentes del primer y segundo villazo
que, a meses de haber recobrado su libertad – vigilada aún – luego de 8 años de
prisión, convencieron a los trabajadores de Acindar de participar del paro,
decisión que fue tomada por una asamblea de trabajadores en la puerta de la
fábrica.
Ahora bien, la noción de clase obrera que utilizaremos en
este trabajo será amplia y alejada de categorías estancas. En este sentido,
Ellen Meiksins Wood (1983) defiende el innovador énfasis de Thompson en la
noción de clase como un proceso activo y como una relación histórica, situando
la lucha de clases en el centro de la teoría y de la clase. Pensar la noción de
clase como relación de clase implica pensar, entonces, en dos
relaciones: las relaciones entre las clases y las relaciones dentro de una
misma clase.
Por otra parte, Erik Wright Olin (1985) plantea que
“mientras que la estructura de clases se define por las relaciones sociales
entre clases, la formación de clase se define por las relaciones sociales
dentro de las clases, relaciones sociales que forjan colectividades en lucha”.
Estas relaciones, que Agustín Santella (2002) denomina “redes de clase”, y que
se conforman en la fábrica y dentro de la comunidad obrera[3] son las
que sostienen la movilización a través del tiempo y, más aun, a través de
contextos sociales y políticos muy diferentes entre sí. Estas redes,
construidas con anterioridad a 1976 en Villa Constitución, son fundamentales
porque constituyen uno de los factores que sostuvieron al movimiento a través
de la transmisión de la experiencia de los obreros más viejos y con más
tradición a los más nuevos, durante más de 7 años de represión, despidos
masivos y ataques a conquistas fundamentales de las y los trabajadores. Además
de considerar los ámbitos de socialización extrafabriles, debemos tener en
cuenta la unidad de reproducción de la fuerza de trabajo – es decir, los
hogares obreros – en donde las mujeres juegan un rol protagónico como
responsables de dicha reproducción.
Los ámbitos extrafabriles de socialización tienen un peso
específico, importante en procesos colectivos como lo es una huelga, en
particular bajo las condiciones de represión y persecución de la última
dictadura, y especialmente en el caso de Acindar por el grado de intervención
militar. Uno de los aspectos más importantes para considerar estos ámbitos de
socialización consiste en evitar un déficit posible que es el de
sobrerrepresentar el papel de los dirigentes sindicales, sociales y políticos y
de los escenarios institucionales en perjuicio del peso de las construcciones
de base y los ámbitos cotidianos.
En este trabajo nos planteamos como
hipótesis la existencia de una oposición molecular[4]
(Falcón, 1996) de los trabajadores de Villa Constitución que no habría logrado
volverse más orgánica, justamente debido a la represión que comienza en 1975,
pero que se habría mantenido esencialmente a través de las redes de clase y que
habría posibilitado que el paro del 6 de diciembre de 1983 pudiera ser
organizado de forma rápida y efectiva. Esas “redes de clase” habrían permitido
la circulación de tradiciones y experiencias más allá del ámbito de las
fábricas en el que regía la intervención militar. En esta hipótesis, entonces,
intentamos alejarnos de las explicaciones que se centran exclusivamente en el
rol de los dirigentes como Alberto Piccinini y sus compañeros.
En términos generales, nos planteamos como objetivo
la identificación del contexto, los antecedentes y las consecuencias de la
adhesión al paro nacional de la CGT del 6 de diciembre de 1982 en la planta de
Acindar, contra la decisión de la conducción de UOM Villa Constitución
(intervenida por la dictadura). Para delimitar mejor ese objetivo comenzaremos
por preguntarnos si un solo hombre (Alberto Piccinini) realmente pudo paralizar
la planta de Acindar. En ese sentido, queremos indagar más sobre los procesos
que dieron lugar a aquel acatamiento del paro, y cómo se construyó la relación
de fuerzas entre las clases (y al interior de las mismas) que lo permitió.
Finalmente rastrearemos cuáles fueron las consecuencias sindicales y políticas
que tuvo este episodio.
Los trabajadores y la crisis de la dictadura
Como dijimos anteriormente, los últimos años de la
dictadura militar más reciente en Argentina (1976-1983) se caracterizaron por
una creciente agitación social y política. Las consecuencias del plan económico
del gobierno militar sobre los trabajadores y sectores medios de la población,
la falta de libertad de expresión, y las sistemáticas violaciones a los
derechos humanos fueron factores que llevaron a una situación de descontento
generalizado que, desde fines de 1981 y hasta el final la dictadura se evidenció
en luchas obreras en diferentes establecimientos laborales, en movilizaciones
contra el régimen político, la situación económica y las presentaciones de
hábeas corpus y denuncias de los organismos de derechos humanos.
Particularmente, las consecuencias del plan económico de Martínez de Hoz,
unificó las críticas al poder militar, ya que acarreaba descontento tanto de
parte del movimiento obrero como de sectores de empresarios, debido a los
procesos de crisis y cierres de empresas de diferentes ramas dedicadas al
mercado interno que eran cada vez más comunes en la realidad del país. Al
respecto, Gabriela Águila (2000) señala que los efectos del plan económico de
la dictadura fueron modificando –negativamente– las alianzas entre el poder
militar y sectores industriales y comerciales.
En este trabajo partimos de la idea de que no es posible
desarrollar las causas que llevaron al fin de la dictadura sin considerar este
el clima de descontento generalizado pero que, al mismo tiempo, es fundamental
atender a la actuación del movimiento obrero que, a partir de 1979, venía
siendo protagonista de un proceso de acumulación de fuerzas que lo llevará a
cumplir un rol importante en la transición.
La huelga general del 27 de Abril de 1979 marcó un primer
hito en la oposición obrera a la dictadura. Desarrollada en condiciones
adversas, en medio de una campaña de desprestigio y amenazas por parte del
poder militar, no logró paralizar el país pero sí tuvo impacto como hecho
político ya que, al tratarse de una huelga centralizada por un sector de la
CGT, puso nuevamente al sindicalismo en primera plana (Abos, 1984, p. 55) al
alterar la normalidad en el cordón industrial del Gran Buenos Aires y en las
principales ciudades del interior (Pozzi, 1987, p. 88). Siguiendo a
Zorzoli (2015, p. 153), la huelga de 1979 se desarrolló en el marco de una
etapa de legislación que la autora denomina como “ordenadora” y que comenzó con
la sanción de la Ley 22.105 de Asociaciones Profesionales.[5]
Hacia fines de 1980 y durante 1981 la situación fue
diferente a la de los primeros años, no solo por el aumento de conflictividad
en materia laboral, sino también porque las luchas comenzaron a darse de forma
más orgánica y centralizada, a partir de la reorganización de las estructuras
sindicales. En Villa Constitución y la zona, el año 1981 no pasó sin
resistencia ni acciones obreras. Para mencionar algunos ejemplos, en marzo de
ese año, hubo una acción de sabotaje a la patronal en la fábrica Villber,
ubicada en el Km 258 de la ruta 9, que provocó una demora de cuatro horas en la
producción. En los meses siguientes, en Acindar, fueron encontrados en los
baños de la fábrica diferentes panfletos –firmados como “El Metalúrgico, vocero
de la unidad del gremio metalúrgico de Villa Constitución”- en donde se leen el
rechazo a los despidos y las cesantías, denuncias a la complicidad del
interventor Mojas (Schulman, 2004),[6]
llamados al gremio metalúrgico a pronunciarse y a movilizarse ante la situación
en la fábrica, reclamos por aumento de salarios, el cese de las persecuciones y
las violaciones a los derechos humanos, entre otros reclamos:
Ante
las cesantías y suspensiones masivas decididas por ACINDAR en estos últimos
días, desde “EL METALÚRGICO”
RECHAZAMOS enérgicamente
esta medida, como así también el inadmisible pretexto de la patronal y que es
un nuevo atropello que agrava aun más la angustiosa situación económica y
social por la que atravesamos el conjunto de los obreros;
(…)
ALERTAMOS a los compañeros de que se anuncia QUE EL PLAN DE DESPIDOS
CONTINUARÁ HASTA ALCANZAR UNA CIFRA SUPERIOR A LOS 300 TRABAJADORES.
(…).
Compañeros, ACINDAR actúa amparada por la situación orgánica de nuestro gremio,
del desamparo sindical y la complicidad del TRAIDOR MOJAS Y SU EQUIPO
(…)
reiterar nuestra convocatoria a una URGENTE MOVILIZACIÓN DEL GREMIO
METALÚRGICO, realizando entrevistas con las entidades representativas de Villa
(…) con el fin de hacerles conocer los hechos a toda la opinión pública y
lograr su apoyo a nuestros justos reclamos (...).[7]
Asimismo, en el mes de junio, panfletos arrojados en las
inmediaciones de Acindar – firmados como Movimiento Unitario Metalúrgico –
manifestaban la solidaridad con la lucha de los trabajadores del gremio
metalmecánico (SMATA) por aumentos de salarios y la defensa de los puestos de
trabajo y, exigiendo, además, la libertad de trabajadores mecánicos:
LIBERTAD
A LOS COMPAÑEROS MECÁNICOS! APOYAMOS Y LLAMAMOS A LA SOLIDARIDAD CON LOS COMPAÑEROS
MECÁNICOS EN SU JUSTA LUCHA POR EL SALARIO Y LA DEFENSA DE LAS FUENTES DE
TRABAJO, SIGAMOS SU EJEMPLO DE FIRMEZA, UNIDAD Y LUCHA/ (…) UNIDAD,
ORGANIZACIÓN Y LUCHA PARA CONSEGUIR LLEVAR MÁS PAN A NUESTROS HOGARES (…) LO DE
SMATA NOS DEMUESTRA QUE EL ESTADO DE SISTIO DEBE SER LEVANTADO Y QUE DEBE DARSE
PLENA VIGENCIA A LA CONSTITUCIÓN NACIONAL.[8]
En octubre del mismo año, los trabajadores de la
metalúrgica “La Unión” asistieron a su lugar de trabajo pero no realizaron
ninguna tarea, llevando adelante un paro en reclamo por el pago de salarios
adeudados: “(…) a partir del día 15-10-81 sus obreros se presentaron a sus
lugares de trabajo, sin realizar tareas.- El personal, adoptó esta medida con
motivo de la falta de pago de 4 quincenas.- La empresa atraviesa una situación
deficitaria, ante la falta de trabajo”.[9].
En el testimonio de un trabajador de Acindar, leemos
sobre las instancias clandestinas de organización que
(…)
ellos [la patronal] implementan toda una política, así, una política bien
militarista, inclusive en el seno de la fábrica y ahí ya en el 81 se habían
comenzado a gestar algunas cositas, reuniones de activistas bien clandestinas,
separados porque había mucho miedo, porque inclusive seguían los despidos sin
causa, o sea: por ahí a un compañero lo echaban y no sabía por qué lo echaban,
y después, al mes, se enteraba de que había hablado alguna cosita rara o había
alguna relación por ahí medio rara; entonces directamente, lo limpiaban
enseguida, no había ningún problema. Mucho miedo, porque justamente si se
enteraban de eso era que había un buen servicio de informaciones muy bien
montado por la empresa.[10]
Este testimonio, al tiempo que señala el miedo que tenían
los trabajadores por las represalias de la patronal, muestra también que ese
miedo no impedía que buscasen formas de organizarse, aunque fuera informal y
clandestinamente.
En la enumeración de estos ejemplos damos cuenta, aunque
parcialmente (no hemos podido encontrar, por ejemplo, documentos que prueben la
existencia, en este período, de acciones dentro de Acindar, específicamente) de
la oposición molecular al régimen militar por parte de la clase trabajadora en
Villa Constitución. Vemos que efectivamente existieron acciones obreras
orientadas contra la dictadura, las patronales y la intervención del sindicato
metalúrgico que, aunque aún no habían encontrado una expresión orgánica, sí podemos
considerar como antecedentes del contundente acatamiento al paro general del 6
de diciembre de 1982.
Villa Constitución y una represión sin precedentes
Las medidas adoptadas en el marco de la “Doctrina de
seguridad nacional” apuntaron a la eliminación de todas las formas de
militancia obrera y organización sindical. Este objetivo, fue llevado adelante
con especial brutalidad en una fábrica en la que los obreros estuvieron
particularmente determinados, en el período 1974-1975, a desafiar al poder político
y a la burocracia sindical peronista que fue incapaz de contener el conflicto.
De hecho, la única forma de terminar con la amenaza que constituía el
movimiento obrero villense fue el despliegue de un operativo represivo sin
precedentes en nuestro país, el “Operativo Serpiente Roja del Paraná”, que
constituyó un “antecedente ideológico, discursivo y metodológico del accionar
criminal del Estado que se consolidaría tras el golpe del 24 de marzo de 1976”.[11]
Así, por ejemplo, el Centro Clandestino de Detención que funcionó en el
albergue de solteros dentro del predio de Acindar, ya existía desde 1975.[12]
Con esto queremos decir que los métodos de terror llevados adelante – primero
por el gobierno de María Estela Martínez de Perón y luego por la dictadura
militar, en la ciudad de Villa Constitución – fueron, por un lado, a la medida
de la combatividad de los procesos de organización obrera en los años previos[13]
y, por el otro, tuvieron la particularidad de dirigirse al conjunto de la
población.[14]
En el marco de la “guerra antisubversiva”, la clase en general se convirtió en
sospechosa, y los mecanismos de control sobre el conjunto de los habitantes de
la ciudad apuntaron a que el activismo dentro de las fábricas quedase aislado y
huérfano de apoyo o simpatía. Uno de estos mecanismos fue el secuestro de
trabajadores en los barrios obreros, con el objetivo de atemorizar a la
población (Gallego, 2008, p. 128).
Con el golpe, varias fábricas del país fueron
intervenidas directamente por las Fuerzas Armadas. En Acindar Villa
Constitución, el General Alcides López Aufranc, militar especializado en los
métodos franceses de “guerra contrarrevolucionaria” – que había sido el
encargado de dirigir la represión de la huelga de 1975 –, quedó a cargo del
directorio una vez que Martínez de Hoz asumió como Ministro de Economía
(Gallego, 2008, p. 130).
Los esfuerzos de la dictadura por disciplinar a los
obreros de Acindar fueron muy fuertes, no solo en términos de efectivos
policiales en puestos de control y seguridad sino también en la militarización
del proceso productivo, que era controlado por las fuerzas de seguridad
apostadas en diferentes partes de la línea de producción (Basualdo, 2009, p.
393).
Estos esfuerzos que se expresaron en la especial
brutalidad de la represión en Villa Constitución constituyen uno de los
elementos que incidieron en que la oposición obrera a la dictadura se
desarrollara de forma aún molecular, sin encontrar, hasta fines de la
dictadura, canales orgánicos de expresión.
La movilización de marzo de 1982
El paro nacional con movilización, convocado por la CGT
para el 30 de Marzo de 1982 (apenas 3 días antes del inicio de la Guerra de
Malvinas), para “expresar el rechazo del pueblo argentino al gobierno militar”[15]
abrió la posibilidad de que la Junta que gobernaba el país cayera, no como
consecuencia de un proceso electoral sino de una acción obrera, poniendo de
manifiesto la potencialidad de la fuerza de la clase trabajadora como actor
social. De allí que el gobierno intentó sin éxito desmotivar la acción,
prometiendo modificaciones a las leyes gremiales y de obras sociales.[16]
La movilización constituyó un nuevo hito en la relación de la clase obrera con
la dictadura militar. Como había anticipado,[17] el
gobierno militar reprimió la movilización, no solo en la capital del país sino
también en otras ciudades, siendo el caso más destacable el de Mendoza, en
donde resultó herido de bala el secretario general de la regional mendocina de
la Asociación Obrera Minera Argentina, José Benedicto Ortiz,[18]
quien falleció unos días más tarde. En la Capital Federal, fueron apresados
Saúl Ubaldini, otros dirigentes sindicales y cinco Madres de Plaza de Mayo.[19]
La movilización del 30 de marzo tuvo un fuerte impacto
político y mucha repercusión mediática, sobre todo por los pronunciamientos de
repudio que desencadenó la represión y que contribuyeron al debilitamiento de
la imagen del poder militar.[20]
En cuanto al alcance de la movilización, hacemos nuestro
el planteo de Pablo Pozzi cuando dice que:
Es
indudable que la derrota en la Guerra aceleró la tendencia hacia la apertura.
Pero también es indudable que el proceso de resistencia obrera desarrollado a
partir de marzo de 1976 y que culminó con la movilización de marzo de 1982
representa la base material de la conquista de la democracia y la derrota de la
dictadura. La resistencia obrera fue una de las causas del deterioro de la
dictadura, puesto que impidió el consenso que requería Martínez de Hoz tanto
para la aplicación de su plan económico como para poder corregir los ‘errores’
del mismo (Pozzi, 1987, p. 101).
A modo de cierre, si bien sería un error considerarla
como el único factor en la derrota de la dictadura, la movilización del 30 de
marzo –tanto por su magnitud en términos de concurrencia como por el impacto
político que tuvo– se constituyó en hito de oposición a la dictadura, poniendo
en el centro del debate la potencialidad de la clase obrera y su importancia
estratégica en la caída del poder militar.
La huelga del 6 de diciembre
En esta oportunidad, el paro nacional fue convocado por
la CGT Azopardo, pero pronto adhirieron la CGT Brasil, según La Capital
de Rosario “en una coincidencia sin precedentes desde 1976, con el propósito de
reclamar al gobierno militar un cambio profundo en la política económica y la
plena democratización del país”,[21]
dando cuenta de la situación por la que estaba atravesando el movimiento obrero
de todo el país, particularmente en relación a los salarios que, junto con el
problema de las normalizaciones sindicales, era el mayor motivo de
conflictividad obrera. En septiembre de ese mismo año, la Junta Militar se
había propuesto desactivar la movilización sindical proponiendo una serie de
negociaciones para evitar los paros generales,[22]
política que tuvo relativo éxito logrando que la CGT Azopardo suspendiera las
acciones propuestas para el 23 de septiembre, dejando a la CGT Brasil
reclamando en soledad a través de un paro de 24 horas el día 22.[23]
El día previo al paro de diciembre, el diario La
Capital de Rosario decía que:
las
innumerables adhesiones que está recibiendo la huelga de 24 horas convocada
para mañana anticipan un acatamiento casi unánime desde todas las expresiones
del movimiento obrero. Por primera vez desde la iniciación del gobierno militar
coincidieron en su convocatoria las dos centrales sindicales, el grupo de
gremios no alineados, varios importantes sindicatos independientes, que en la
práctica totalizan el espectro sindical argentino.[24]
Para ejemplificar la previsible contundencia del
acatamiento al paro en Rosario y la región, el artículo documenta con
declaraciones de los diferentes sectores la adhesión de los sindicatos de
trabajadores bancarios, recolectores de residuos, mercantiles, de diarios y
revistas, prensa, madereros y colectiveros, y destaca las declaraciones
públicas de apoyo a la medida por parte de fuerzas políticas como el Movimiento
de Trabajadores Radicales y el Movimiento Al Socialismo (MAS).[25]
En cuanto a los objetivos declarados por ambas centrales
sindicales en relación al paro del 6 de diciembre, La Capital los
caracteriza como coincidentes, y señala que “La CGT Azopardo los delineó en
cinco reivindicaciones: sincerar los salarios, reactivar la producción, asistir
a los desocupados, devolver los sindicatos y terminar con la indexación”.[26]
La CGT Brasil, por su parte, incorporó a las demandas económicas y gremiales –
como la derogación de la legislación laboral dictada por el régimen militar –
otras reivindicaciones más políticas, como la devolución de derechos a
ciudadanos que fueron marginados de la vida civil, la liberación inmediata de
los detenidos sin proceso, la verdad sobre las desapariciones y que se dieran
explicaciones sobre el crecimiento de la deuda externa. Desde ésta última
central sindical se sostuvo, además, que “las soluciones a estos problemas
serán consecuencias del retorno a la democracia”.[27]
Sobre la situación de los trabajadores de Villa Constitución
hacia mediados de 1982, la publicación ¿Qué pasa?, del Partido
Comunista, enumera algunos datos que nos permiten tener un panorama bastante
amplio sobre los meses posteriores al fin de la Guerra de Malvinas, siendo los
despidos y las suspensiones los problemas principales. En este artículo se
constata también la permanencia de la intervención sindical y el repudio que
despertaría entre los trabajadores de Acindar, asociándola al bloqueo de
solidaridad obrera con los combatientes de la Guerra de Malvinas:
Contaron
los trabajadores de Metcon –empresa metalúrgica de Villa Constitución
subsidiaria de Ford – que la planta sólo quedan 400 de los mil obreros que
llegó a ocupar en épocas mejores. A los que todavía trabajan en la empresa,
constantemente los suspenden pagándoles el 50% de sus salarios (…) Las cosas no
van mejor en el complejo metalúrgico privado Acindar. Allí los despidos se
suceden casi a diario y la empresa se justifica aduciendo la falta de trabajo
debido a la recesión del mercado interno y la falta de exportaciones. Por
supuesto que estos problemas mencionados por la patronal son reales, pero la
empresa se cuida muy bien de disimular su complicidad con quienes llevaron al
país a este estado de cosas. Del total del inmenso complejo, sólo algunas
secciones trabajan a pleno. Las demás producen alternativamente una semana y la
otra los obreros realizan diversas tareas (…) También denunciaron los
trabajadores de Acindar la actitud del interventor de la UOM a quien
calificaron como “sirviente de la empresa” y lo acusaron de bloquear y frenar
toda iniciativa de los trabajadores por efectuar solidaridad con los
combatientes de Malvinas.[28]
Más allá de las consideraciones políticas de la línea
editorial de ¿Qué pasa?, el artículo da cuenta de una serie de ajustes y
presiones sobre los trabajadores de Acindar en el período de la dictadura,
tales como aumentos de ritmos de trabajo, avance sobre los derechos del
convenio colectivo, etc. De lo que no se da cuenta es de alguna forma de
organización de la resistencia obrera a esos avances.
En el caso de los ferroviarios de Villa Constitución, en
una solicitada publicada en la prensa local, los dirigentes Carlos Sosa y
Argentino Acuña reclamaban la reincorporación de más de 40 cesanteados.[29]
Si bien la presente investigación no pretende involucrarse en la actividad
gremial ferroviaria, sí consideramos que los datos aportan a una visión más
general de la situación de los trabajadores en la zona.
La situación que se desprende del análisis de las fuentes
ameritaba, sin lugar a dudas, una medida de fuerza contundente por parte del
movimiento obrero local. Sin embargo, la UOM VC –todavía intervenida bajo la
figura de Mojas– definió no adherir al paro general del 6 de diciembre. En el
marco de las variadas muestras de adhesión y apoyo que venía recibiendo la
medida, la negativa de la intervención de la UOM VC a plegarse a la huelga
contrastaba fuertemente con la tradición combativa que caracterizaba al
movimiento obrero villense. Según surge de los testimonios de dirigentes históricos
de la Lista Marrón, esta negativa fue tomada prácticamente como una afrenta
personal: “Había paro largado por las dos CGT, y la única fábrica que trabajaba
era Acindar, yo estaba haciendo un galponcito ahí, estaba escuchando la radio y
por radio de Uruguay, decían si quieren comprar lana dice vayan a Villa”.[30]
Fue en este contexto que el día del paro general, Alberto
Piccinini, el histórico líder de la Lista Marrón –que había estado preso desde
1975 y durante la mayor parte de la dictadura– se acercó, junto con otros
dirigentes, a las puertas de Acindar y, frenando el paso de los colectivos que ingresaban
a la fábrica, fueron convenciendo de a poco a los trabajadores sobre la
necesidad de adherir al paro. En una situación de “revuelo general”[31]
se armó una asamblea que no sólo definió adherir al paro sino que también se
pronunció a favor de la exigencia de una comisión normalizadora para el
sindicato metalúrgico local. Según el mismo Piccinini,
El
día 6, día del paro, fuimos a la puerta de la fábrica con Actis [Juan]. Hicimos
una asamblea con dos mil compañeros en la puerta, donde el turno tarde y noche
adhirió al paro. También se resolvió presentar un petitorio en el sindicato al
día siguiente, pidiendo una asamblea general para tratar la manera en que se
formará la comisión normalizadora de la UOM. El turno mañana realizó otra
asamblea con 1.600 trabajadores y reiteró el pedido para el día siguiente. Esa
misma tarde formamos la Agrupación Metalúrgica 6 de Diciembre y en forma
democrática nos eligieron a Actis, otros compañeros y a mí, para encabezarla.[32]
Según la prensa consultada, el acatamiento al paro a
nivel nacional, en líneas generales, fue muy alto, y el país estuvo
prácticamente paralizado durante 24 horas.[33] El
semanario local El Pulso caracterizó el paro en Villa Constitución como
“parcial”, con “matices distintos a los de todo el país”: en Metcon, el
presentismo fue del 80%, mientras que en CILSA la inactividad fue total.[34]
En cuanto Acindar, la nota refrenda el relato de los dirigentes al informar
que:
el
turno mañana trabajó en forma normal, no así en los de 14 a 22 y de 22 a 6 en
donde, salvo el personal de guardia, el ausentismo fue prácticamente total (…)
Siendo aproximadamente las 13,30 horas, un grupo de ex integrantes del
Sindicato de la Unión Obrera Metalúrgica, liderados por Alberto Piccinini, se
ubicaron en la entrada de la empresa metalúrgica desde donde instaron a los
trabajadores que llegaban a cumplir el turno en colectivos, a adherirse al
paro. Fue así como se concretó – en las inmediaciones – una reunión que
congregó a casi dos mil obreros en donde se decidió sumarse a la medida de
fuerza.[35]
En el siguiente párrafo, el medio informa que en el turno
noche se repitió la misma operación de detener a los colectivos, y el resultado
fue el de el acatamiento total al paro.[36]
En una nota de la edición del día siguiente, el diario La
Capital – aunque su titular indica que la inactividad en la provincia fue
total –señala erróneamente que “En Villa Constitución, en Acindar y Metalúrgica
Constitución el paro casi ni se sintió (...) en la planta integral Acindar se
trabajó con el 99 por ciento de su personal y en Metalúrgica Constitución con
el 80 por ciento”,[37]
no dando cuenta de la adhesión de los turnos tarde y noche en Acindar de los
que sí habla la edición correspondiente del semanario local El Pulso.
En un informe especial de la Dirección General de
Inteligencia sobre el paro, cuyo contenido coincide en líneas generales tanto
con los datos extraídos de la prensa como de los testimonios de los
protagonistas, se lee que:
En
nuestra provincia la adhesión a la medida de fuerza puede considerársela
superior al 95 %, cómputo éste que se extrae de acuerdo a los porcentajes de
ausentismo de actividades, suministrado por las distintas UURR, a saber (…)
Durante las horas de la mañana, trabajaron en forma prácticamente normal los
obreros de las empresa MET-CON y ACINDAR, como así las Estaciones de Servicio,
pero esta actividad se vio reducida a la mínimo expresión en horas de la tarde,
ya que se hicieron presente en estos lugares dirigentes del PC de la ciudad de
V. Constitución los que mantuvieron conversaciones con delegados obrero y solo
ingresaron los integrantes del personal Jerarquizado, un total aproximado a las
70 personas.[38]
En el caso de Metcon, el acatamiento, aunque parcial, fue
motivado por los rumores del paro en Acindar. Según el testimonio de un
entrevistado:
(…)
Cuando viene lo del 6 de diciembre del 82 y Piccinini para la gente en Acindar,
nosotros, los de Metcon, por contagio –porque allí no habían alcanzado a ir-
automáticamente, paramos, también paramos, de oídas como quien dice. Habíamos
escuchado que Piccinini sacó la gente de Acindar, que pararon todos, nosotros
también paramos. Directamente salimos todos afuera, cada uno a su casa.[39]
En otro testimonio, un trabajador de Acindar cuenta que:
El
6 de Diciembre del ‘82, cuando el paro, el turno que estaba de mañana, que yo
trabajé de mañana, después a las 14 tuvimos que salir todos caminando a la ruta
porque no había… yo ahí ese día lo conocí a Picci, no lo conocía, yo había
escuchado hablar siempre de él pero no lo conocía personalmente. Y era mi
primera asamblea también donde yo participaba de una asamblea, de una movida
tan grande, nunca había visto una cantidad tan grande de gente. Se buscó un
lugar, por ahí un terreno al lado de la ruta, y había un tacho donde se paró el
Picci a hablar. Pero para nosotros los que salimos a las 14 él ya había parado
todos los colectivos que estaban entrando más o menos desde las 13. No entraban
y la gente vieja, los que contaban los que vieron los primeros colectivos en
los que él se fue subiendo dicen que fue una cosa emocionante al mango, porque
si bien había jóvenes que no lo conocían, los compañeros viejos que lo
reconocieron, bueno, enseguida ellos mismos empezaron a ayudar a parar los
otros colectivos, a bajar a la gente de los otros colectivos. Entonces de ahí
para adelante empezó todo el proceso...[40]
Como demuestran los incontables relatos sobre los
acontecimientos, el modo en el que Piccinini intervino el día del paro en
Acindar se constituyó rápidamente en hito refundacional de la Lista Marrón –que
pronto pasó a llamarse “Agrupación 6 de diciembre”– y forma parte, desde luego,
de la memoria colectiva del movimiento obrero de la ciudad.
Las consecuencias del paro del 6 de diciembre en Villa
Constitución
Las fuentes confirman que el paro del 6 de diciembre
marcó un cambio en la situación de los trabajadores metalúrgicos de Villa
Constitución. Uno de los testimonios recogidos por Mercedes Balech en mayo de
1984 se titula “Empieza a despertar el gigante dormido”, ilustrando el proceso
de avance del sector de la Lista Marrón, que comenzó a expresarse en nuevos
conflictos laborales, reorganización del activismo, y que alcanza la
recuperación del sindicato al ganar las elecciones de enero de 1984.
Es indudable que esta huelga actuó como catalizador de un
proceso que se venía desarrollando de forma molecular mediante las acciones de
las que fuimos dando cuenta. La circulación clandestina de volantes, las
reuniones secretas y demás pequeñas acciones cotidianas (como por ejemplo
charlas entre trabajadores de distintas generaciones) habían ido construyendo
la base para que la intervención de un reducido grupo de activistas que ya no
pertenecían al plantel de Acindar lograra organizar rápidamente la paralización
casi total de la planta.
El día siguiente al paro, un grupo de trabajadores,
encabezados también por Piccinini, presentó en la sede de la UOM VC un
petitorio solicitando la convocatoria a una asamblea general de todos los
afiliados para designar una comisión normalizadora del sindicato:
Al
día siguiente del paro –esto es el pasado martes 7– un grupo bastante compacto
de obreros se presentaron en el sindicato de la Unión Obrera Metalúrgica de nuestra
ciudad, ubicada en calle San Martín, y también presididos por Piccinini,
presentaron al actual interventor, Agustín Mojas, un petitorio. Según pudo
saberse, el escrito es una solicitud para que se llame a una asamblea general
de todos los afiliados para que ellos designen con su voto a la comisión
normalizadora que se hará cargo de este gremio en Villa Constitución. Mojas
aceptó el petitorio – se hallaba junto a otros miembros del sindicato y
prometió elevarlo a las autoridades competentes (...)[41]
Sobre estos hechos, un testimonio destaca que:
(el
interventor Mojas) de alguna manera previó lo que se venía (…) dio el paso y se
cubrió y quedó Cerdán. No obstante, no fue tan rápido como para escapar sin que
la gente le demostrara su repudio, porque (…) a fines del 82, cuando Piccinini
con otros compañeros, pararon la gente de Acindar y fueron al sindicato y fue
ahí, si no me equivoco, cuando le demostraron su repudio; inclusive hubo que frenarlos
en alguna manera a los compañeros porque querían demostrar toda su bronca
acumulada durante esos años, a veces mal canalizada, por la violencia, pero
prevaleció el buen criterio con que se manejó la asamblea esa y no ocurrió nada
de lo previsible; pero su repudio lo llevó. Entonces ese señor empezó a hacer
los trámites para su jubilación, y parece que tuvo una manito muy especial,
porque le salió enseguida la jubilación entrando el compañero Cerdán, si se le
puede llamar compañero, a la intervención del sindicato”.[42]
Este relato da cuenta, por un lado, de la bronca
acumulada por los agravios sufridos por los trabajadores durante los años de la
dictadura. Por el otro, muestra que la fuerza de la acción del 6 de diciembre,
después de una aparente calma, inquietó al entonces interventor de la UOM
local, que muy poco tiempo después de los acontecimientos que estudiamos
decidió dar un paso al costado y jubilarse, cediéndole el lugar a otro
interventor.
El siguiente paso de este proceso se produjo menos de una
semana después, la conducción nacional de la UOM convocó a un paro metalúrgico
para el 14 de diciembre.[43]
En esta ocasión, la intervención de la UOM VC acató el llamado de la conducción
nacional[44]
y las fábricas metalúrgicas de la ciudad se paralizaron el día del paro:
En
la vecina ciudad de Villa Constitución, importante centro metalúrgico de
nuestro país, el cese de actividades dispuesto por la Unión Obrera Metalúrgica
tuvo amplia repercusión, dado el general acatamiento por parte de los
trabajadores a la medida. De tal forma, en Acindar, Metcon y Villber, sólo
prestaron servicios el personal administrativo y encargados de secciones (...)[45]
Después de ese paro, comienza una nueva etapa de
conflictos laborales en Villa Constitución que se abrió con el resurgimiento de
la Lista Marrón. Solidaridad Socialista, la prensa partidaria del MAS,
publicó en Julio de 1983 una nota sobre un quite de colaboración que realizaron
los trabajadores de Metcon, quienes no trabajaron horas extras durante un lapso
de 15 días, en reclamo de un aumento salarial del 50%. En respuesta a la
medida, la patronal tuvo que tomar personal adicional y obligarlo a realizar
horas extras mediante la amenaza de despidos. Para graficar la confianza de los
trabajadores metalúrgicos de la zona hacia los integrantes de la Marrón, el
corresponsal plantea que ni con esas amenazas logró la patronal convertir a
esos trabajadores en carneros: “Uno de los muchachos nuevos me decía ‘gracias a
ustedes pude entrar; hacía meses que estaba sin trabajo’ Yo creo que en un
próximo conflicto van a estar ahí con nosotros”.[46]
Según Marcelo Adriani (2012), la reconstrucción de la
Lista Marrón involucra también a Villber: “La fábrica es visitada por
dirigentes que comienzan campañas de concientización acerca de la necesidad de
organizarse para la etapa que se viene y además, a interiorizarse sobre las
problemáticas de los trabajadores de la empresa”. El autor señala que desde
1982 en adelante se habían dado en Villber una serie de conflictos laborales de
pequeña intensidad, como quites de colaboración y paros de corta duración. En
octubre de 1983, ante el anuncio por parte de la patronal de 170 despidos, los
trabajadores tomaron la fábrica durante 28 días, logrando finalmente la
reincorporación de 120 de ellos.
El desarrollo de estas acciones a lo largo del año 1983
fue dando forma al proceso que llevó a la recuperación del sindicato en 1984.
La publicación Hechos… relata que una vez asumido Alfonsín la
presidencia de la república,
los
trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución realizaron movilizaciones por
considerar no estar representados por los delegados normalizadores impuestos
por la anterior dictadura. Fue esta constante práctica, que siguió
caracterizando a la clase obrera de Villa, la que llevó a lograr sus renuncias.
Esto sucedía el 19 de diciembre de 1983. Simultáneamente se solicitaba la
devolución del Sindicato a la Comisión Directiva elegida democráticamente en
1974, lo que no fue aceptado.[47]
Es decir que la intención original de la Agrupación 6 de
Diciembre no era una convocatoria a elecciones en la seccional, sino la
restauración de la Lista Marrón original que había ganado casi 10 años antes.
En su lugar, la intervención nacional designó a Naldo
Brunelli de la vecina seccional San Nicolás como delegado normalizador, quien
convocó a una elección de autoridades transitorias hasta la definitiva
normalización del sindicato a nivel nacional. Las elecciones se desarrollaron
los días 16, 17 y 18 de enero, en las que la Agrupación 6 de Diciembre ganó por
un amplísimo margen: 3.605 votos para la Lista Marrón contra 618 votos de la
Lista Amarilla, referenciada en la figura de Lorenzo Miguel.[48]
La normalización de los sindicatos fue uno de los
reclamos más importantes por parte del movimiento obrero en los años de la
transición a la democracia, particularmente en la UOM y, más aun, en la combativa
UOM VC. La Unión Obrera Metalúrgica fue, de hecho, uno de los últimos
sindicatos en concluir el proceso de normalización (con elecciones en 64
seccionales regionales a fines de 1984, entre ellas la UOM VC). Fue, también,
uno de los pocos sindicatos que no convocó a ninguna acción durante los últimos
años de la dictadura, realizando el primer paro metalúrgico nacional contra el
poder militar recién el 14 de diciembre de 1982.
En el caso concreto de Villa Constitución, el problema de
la intervención forma parte de la historia de la UOM de forma particular, ya
que entre la intervención por parte de conducción nacional (en la figura de
Lorenzo Miguel) primero, y de la dictadura, después, los metalúrgicos villenses
tuvieron una conducción gremial votada por los propios trabajadores durante muy
poco tiempo, en los lapsos entre mediados de 1973 y principios de 1974 y entre
noviembre de 1974 (luego del triunfo del primer Villazo) y la represión del
segundo Villazo en marzo de 1975.
Finalmente, en noviembre de 1984 se realizó la elección
definitiva de la Comisión Directiva de la UOM VC. El resultado fue más amplio
aún que en enero: 4.144 votos para a Marrón, 529 para la Amarilla, con la
participación de más del 90% del padrón de afiliados.[49]
Evidentemente, la demanda por un sindicato sentido como
propio, con una conducción disidente de la nacional, era levantada por la
enorme mayoría de los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución. Tras la
represión y la intervención, y luego los 7 años de dictadura, la Agrupación 6
de Diciembre retomó esta demanda y la condujo a la recuperación de la
Directiva:
Perdón,
acá hay que aclarar siempre que nosotros teníamos que movilizar gente, venir
hasta la puerta del sindicato, es decir que no nace de ellos irse, sino que
nace de la presión de la gente. Es decir que el sindicato se recupera no porque
recapacitan ellos y ven que la gente tiene otro pensamiento, sino que el
pensamiento de ellos era seguir con todo el aparato. Nosotros logramos el
sindicato con la presión de la gente y con la participación de todos los
compañeros.[50]
Conclusiones
Como planteamos anteriormente, en el marco de la
convulsiva transición democrática, vemos en la forma en la que se desarrolló el
paro del 6 de diciembre de 1982 en Villa Constitución la conjugación de
diferentes factores, entre ellos la memoria colectiva de la experiencia de los
villazos, la tradición combativa de la UOM VC y, como destacan la mayoría de
los testimonios, la trayectoria de Alberto Piccinini, reconocida por los
trabajadores de Acindar y del resto de las metalúrgicas villenses.
Como vimos, el movimiento obrero no permaneció inmóvil
durante los años de la dictadura militar sino que, por el contrario, ejerció su
oposición a la misma, primero de forma fragmentada y molecular y, más adelante,
de forma más orgánica y centralizada a través de las acciones convocadas por
los dirigentes nacionales, agrupados en las diferentes organizaciones
sindicales que existieron durante la dictadura.
El caso de Villa Constitución, la situación de pérdida de
conquistas tanto económicas como gremiales estuvo fuertemente agravada por el
nivel inusitado de represión que sufrieron los trabajadores y la población
villense de conjunto, y este fue uno de los factores que confluyó con el
accionar de los dirigentes históricos demostrando la voluntad del movimiento
obrero local de recuperar derechos perdidos. Entre esas reivindicaciones se
destacan no solo las salariales y la recuperación de las condiciones de trabajo
perdidas por la ofensiva patronal-militar sino también el vital derecho a un
sindicato propio, cuyos representantes fueran elegidos legítimamente mediante
el voto de los afiliados, sin la intervención de la conducción gremial nacional
ni del poder militar.
Durante la dictadura, Acindar se benefició al recibir
subsidios especiales, garantías estatales, precios preferenciales, etc. Además,
tanto por el fuerte vínculo de su conducción con el gobierno militar, como por
estar ligada a la producción agropecuaria, se encontraba en mejores condiciones
de sobrellevar la crisis industrial que otras empresas del sector siderúrgico.
Su producción aumentó casi sostenidamente mediante la expansión de su capacidad
instalada (el sector nuevo de acería se agregó en 1978) con un plantel, por un
lado, reducido y por el otro, con condiciones de trabajo más precarizadas en
comparación con el período predictatorial.[51] A ese
crecimiento sobre la base de mayor explotación a los trabajadores, se suma la
falta absoluta de libertad sindical al interior de la fábrica.[52]
Queremos plantear, de este modo, que los motivos para parar la fábrica en
diciembre del ‘82 no eran pocos, y que fueron esos agravios[53] los
que llevaron a los trabajadores de Acindar, primero y de Metcon después, a
seguir la propuesta de los “viejos” dirigentes de adherirse al paro que,
también en el resto del país, fue total.
La memoria viva de los villazos y la tradición de lucha
de la UOM VC fue transmitida de los obreros más viejos a los jóvenes a través
de las redes de clase que describimos al principio de este trabajo. Sin
embargo, el obstáculo de la disponibilidad de fuentes nos hizo dificultosa la
tarea de detección del modo en el que esas redes se desarrollaron por fuera –o
además de– el ámbito fabril. En la elaboración de esta investigación se trabajó
mucho para conseguir fuentes periodísticas, entrevistas, prensa partidaria,
etc, pero, aun así, no hemos podido encontrar demasiada información sobre el
objeto de estudio que dieran cuenta de lo que ocurría de las puertas de Acindar
para afuera. Si bien la categoría de redes de clase puede resultar muy útil
para entender procesos cargados de subjetividad como la construcción de la
memoria colectiva, la disponibilidad de fuentes y el recorte del objeto de
estudio nos dificultaron la aplicación concreta de la categoría para analizar
la forma en la que esas relaciones de clase actuaron en otros aspectos de la
vida cotidiana de los trabajadores, para conocer el grado de influencia que
pudieron tener sobre la decisión de adherirse al paro. De la prensa local
consultada, se desprende que la actividad en los barrios de Villa Constitución,
organizada alrededor de las vecinales, fue muy prolífica en el período
consultado (mayor parte de 1982), pero la forma en la que esa actividad incidió
en la acción obrera del 6 de diciembre quedará pendiente para futuras
investigaciones.
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Recibido: 20/09/2020
Evaluado: 31/10/2020
Versión Final: 25/11/2020
(*) Profesora de Historia (Instituto Superior del Profesorado Nº 3). Argentina. E-mail: giorginal@yahoo.com.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5390-4551
[1] El presente artículo es una reelaboración del trabajo final presentado al Seminario de Historia Regional de la carrera de Historia del ISP Nº 3. Agradezco los comentarios recibido en su oportunidad.
[2] Ordóñez, Marcos. (17 de abril de 2014). “Martín Caparrós, Detective”. Suplemento de Cultura del diario El País (edición América). Recuperado de: https://elpais.com/cultura/2014/04/16/actualidad/1397656530_433080.html
[3] El sociólogo Juan Carlos Torre (1989) denomina Company Towns (ciudades – empresa) a las ciudades en las que la compañía (en el caso de Villa Constitución, Acindar), controla la vida diaria de los trabajadores. La vida cotidiana se relaciona con la empresa.
[4] Ricardo Falcón habla de “resistencia molecular” para denominar a los conflictos obreros que se llevaron adelante, de forma fragmentada e inorgánica, durante los primeros años de la dictadura. Aunque compartimos la caracterización, preferimos el término “oposición” empleado por Pablo Pozzi, que, da cuenta de un grado mayor de actividad. Pozzi plantea en su trabajo que la resistencia de los primeros años de dictadura, luego de la movilización de noviembre de 1979 por Paz, Pan y Trabajo se convierte progresivamente en oposición a la dictadura.
[5] Esta ley se sancionó en noviembre de 1979 y fue la que delineó la política del poder militar hacia los sindicatos. Entre los puntos clave se destacan la disolución de las organizaciones de tercer grado, la separación de las actividades sindicales de aquellas de carácter social y la prohibición de la actuación de las organizaciones sindicales en actividades políticas. También estipulaba que los sindicatos ya no serían los destinatarios de los fondos de las obras sociales. Con respecto a las obras sociales, se desarrolló luego una normativa más específica.
[6] En el libro de Schulman, el dirigente ferroviario Tito Martín relata que en la represión de 1975 se llevaron preso a un delegado de la Marrón, Juan Mojas, “se quebró” en la cárcel y al salir lo designaron interventor de la UOM VC.
[7] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 196-197. Mayúsculas y subrayados son del original.
[8] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 199. Mayúsculas y subrayados son del original.
[9] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 200.
[10] Testimonio de Silvio, en Balech, 1985, p. 92.
[11] Denuncia presentada en 2010 por Alberto Piccinini, Juan Actis y otros junto a la Liga por los Derechos del Hombre contra José Alfredo Martínez de Hoz, el Directorio de Acindar y María Estela Martínez de Perón por los delitos de lesa humanidad cometidos con anterioridad al golpe de Estado de 1976. Recuperado de: https://cronicasdelnuevosiglo.com/2010/12/28/texto-de-la-denuncia-penal-contra-alfredo-martinez-de-hoz-el-directorio-de-acindar-e-isabelita-por-el-operativo-represivo-del-20375-por-parte-de-la-liga-y-dirigentes-historicos-del-villazo/
[12] Informe “Nunca Más”, de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), publicado en septiembre de 1984, Capítulo I, “La acción represiva”, página 134 del texto digitalizado.
[13] No es objetivo de este trabajo extendernos sobre los acontecimientos de los dos Villazos. Para profundizar sobre este tema sugerimos la lectura de Crivaro, O., 2018; Santella, A. y Andújar, A., 2007 y Rodríguez, E. y Videla O., 2013.
[14] Informe “Nunca Más”, de la CONADEP, Capítulo citado.
[15] La Capital, Rosario, 20/03/1982.
[16] La Capital, Rosario, 29/03/1982.
[17] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 30/03/1982.
[18] La Nación, Buenos Aires, 30/03/1982.
[19] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 31/03/1982.
[20] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 02/03/1982. Contra la represión y por la libertad de los detenidos de la jornada se pronunciaron, entre otros, el Consejo Nacional Justicialista, el Partido para la Democracia Social y el dirigente radical Raúl Alfonsín.
[21] La Capital, Rosario, 03/12/1982.
[22] La Tribuna, Rosario, 18/09/1982.
[23] La Tribuna, Rosario, 22/09/1982.
[24] La Capital, Rosario, 05/12/1982.
[25] La Capital, Rosario, 05/12/1982.
[26] La Capital, Rosario, 05/12/1982.
[27] La Capital, Rosario, 05/12/1982.
[28] ¿Qué pasa?, Buenos Aires, 03/08/1982.
[29] El Pulso, Villa Constitución, del 30/07 al 05/08 de 1982.
[30] Entrevista a Enrique Córdoba, publicada en Santella, 2003, p. 150. La referencia a la lana se relaciona con el término “carnero”, que en su significado popular, en Argentina y otros países de América Latina hace referencia a los trabajadores que no adhieren a las huelgas o, a los que siendo ajenos al establecimiento laboral, llegan a pedido de la patronal para cumplir las tareas de quienes están haciendo paro.
[31] ¿Qué pasa?, Buenos Aires, 15/12/1983.
[32] Entrevista a Alberto Piccinini, en ¿Qué pasa?, Buenos Aires, 15/12/1982.
[33] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 07/12/1982.
[34] El Pulso, Villa Constitución, del 10/12 al 16/12 de 1982.
[35] El Pulso, Villa Constitución, del 10/12 al 16/12 de 1982.
[36] El Pulso, Villa Constitución, del 10/12 al 16/12 de 1982.
[37] La Capital, Rosario, 07/12/1982.
[38] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 200.
[39] Testimonio de Ricardo, en Balech, 1985, p. 93.
[40] Entrevista con G, trabajador de Acindar desde entre 1982 y 1991, realizada por la Giorgina Lo Giudici en noviembre de 2019.
[41] El Pulso, Villa Constitución, del 10 al 16 de diciembre de 1982.
[42] Testimonio de Mario, en Balech, 1985, p. 92.
[43] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 12/12/1982.
[44] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 12/12/1982.
[45] La Capital, Rosario, 15/12/1982.
[46] Solidaridad Socialista, Buenos Aires, 14/07/1983.
[47] “Democracia: a recuperar el Sindicato”, en Balech, 1985, p. 90.
[48] “Democracia: a recuperar el Sindicato”, en Balech, 1985, p. 90.
[49] “Un epílogo cargado de futuro”, en Balech, 1985, p. 98.
[50] Testimonio de Roberto, en Balech, 1985, p. 94.
[51] Entrevista con G, trabajador de Acindar desde entre 1982 y 1991, realizada por la Giorgina Lo Giudici en noviembre de 2019.
[52] Entrevista con G, trabajador de Acindar desde entre 1982 y 1991, realizada por la Giorgina Lo Giudici en noviembre de 2019.
[53] Enmarcados asimismo en la actuación del movimiento obrero a nivel nacional que, como desarrollamos en el trabajo, a partir de 1981 comenzó a llevar adelante acciones más contundentes, siendo la más importante de ellas la movilización del 30 de marzo de 1982.