¿Piccinini contra el mundo? 6 de diciembre de 1982: la refundación de la Lista Marrón

 

 

Giorgina Lo Giudici(*)

 

 

Resumen

 

El 6 de diciembre de 1982, en el marco del primer paro general acordado por las dos fracciones de la CGT, Alberto Piccinini junto a un reducido grupo de activistas torció desde la portería de Acindar la decisión de la UOM Villa Constitución de no acatar el paro. El objetivo del presente trabajo es la identificación del contexto, los antecedentes y las consecuencias de la adhesión al paro nacional de la CGT el 6 de diciembre de 1982 en la planta de Acindar, contra la decisión de la conducción de UOM Villa Constitución (intervenida por la dictadura militar).

 

Palabras clave: Unión Obrera Metalúrgica; Villa Constitución; Dictadura; Huelga; Paro General; Redes de clase; Alberto Piccinini.

 

 

 

Piccinini against the world? December 6, 1982: the re-founding of Lista Marrón

 

Abstract

 

On December 6th, 1982, in the context of the first general strike agreed by the two fractions of the CGT, Alberto Piccinini -together with a small group of activists- turned around, from Acindar’s central gate, the decision made by UOM Villa Constitución not to join the strike. The objective of this study is to identify the context, the antecedents and the consequences of the adherence to the CGT national strike on December 6, 1982 at the Acindar plant, against the decision of the UOM Villa Constitución leadership (intervened by the military dictatorship).

 

Keywords: Unión Obrera Metalúrgica; Villa Constitución; Dictatorship; Strike; General Strike; Class networks; Alberto Piccinini.

 


 

¿Piccinini contra el mundo? 6 de diciembre de 1982: la refundación de la Lista Marrón[1]

 

Surgen cientos de historias, entre las que retengo ahora, [...] el relato casi de western del legendario sindicalista Alberto Piccinini, que tras seis años entre rejas se planta ante su antigua fábrica, la gigantesca Acindar, porque los nuevos trabajadores están esquiroleando una huelga, y arriesgándose a volver a la cárcel toma la palabra y logra convencerles de que no entren.

Marcos Ordóñez, “Martín Caparrós, detective”[2]

 

Introducción

 

La Lista Marrón de Unión Obrera Metalúrgica Villa Constitución (en adelante, UOM VC), protagonista de los acontecimientos de los dos Villazos en 1974 y 1975, se reorganizó al finalizar la dictadura militar bajo el nombre “Agrupación Metalúrgica 6 de Diciembre” para recuperar la conducción de la seccional en las elecciones de normalización en 1984. Tomó el nombre de una fecha que aún hoy se recuerda con ribetes míticos: el 6 de diciembre de 1982, en el marco del primer paro general acordado por las dos fracciones de la CGT, Alberto Piccinini junto a un reducido grupo de activistas torció desde la portería de Acindar la decisión de la UOM VC de no acatar el paro.

Las reconstrucciones del hecho remiten a lo que el periodista Ordóñez resume como “el relato casi de western del legendario sindicalista Alberto Piccinini”. Desafiando en un solo acto a la burocracia sindical (con el sindicato intervenido), a la patronal (presidida por un militar) y al Estado (dirigido por las Fuerzas Armadas), habiendo salido recién de la cárcel, el Pichi logra paralizar la actividad en Acindar y otras fábricas de la zona (al menos en Metcon).

En 1981 comenzó en Argentina un período de crisis final del régimen militar, que se agudizó con el enorme desprestigio que implicó la derrota en la Guerra de Malvinas. Hacia 1982, el contexto nacional –y también regional– estuvo marcado por un importante proceso de repudio al régimen político y económico impuesto por la dictadura militar sobre la base del terrorismo de Estado. El movimiento obrero fue en este período un actor con peso protagónico. Este contexto de creciente debilidad del régimen, entre otros factores, permitió el desarrollo de formas de protesta diferentes a la del período anterior en el que habían primado el terror y la represión hacia la organización obrera tanto dentro como fuera de las fábricas. Así, en un marco de un menor despliegue represivo por parte del régimen, obligado en gran parte por la pérdida de apoyo social, facilitó la existencia de un espacio para la movilización que sectores de trabajadores en diferentes establecimientos industriales del país vieron como posibilidad de acción para la recuperación de conquistas perdidas con el inicio del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, en 1976.

En Villa Constitución, luego de 8 años de represión y de eliminación de todas las formas de organización interna, comenzó una nueva etapa de organización y movilización obrera que tuvo su hito fundacional en la organización de dicha huelga a cargo de dirigentes del primer y segundo villazo que, a meses de haber recobrado su libertad – vigilada aún – luego de 8 años de prisión, convencieron a los trabajadores de Acindar de participar del paro, decisión que fue tomada por una asamblea de trabajadores en la puerta de la fábrica.

Ahora bien, la noción de clase obrera que utilizaremos en este trabajo será amplia y alejada de categorías estancas. En este sentido, Ellen Meiksins Wood (1983) defiende el innovador énfasis de Thompson en la noción de clase como un proceso activo y como una relación histórica, situando la lucha de clases en el centro de la teoría y de la clase. Pensar la noción de clase como relación de clase implica pensar, entonces, en dos relaciones: las relaciones entre las clases y las relaciones dentro de una misma clase.

Por otra parte, Erik Wright Olin (1985) plantea que “mientras que la estructura de clases se define por las relaciones sociales entre clases, la formación de clase se define por las relaciones sociales dentro de las clases, relaciones sociales que forjan colectividades en lucha”. Estas relaciones, que Agustín Santella (2002) denomina “redes de clase”, y que se conforman en la fábrica y dentro de la comunidad obrera[3] son las que sostienen la movilización a través del tiempo y, más aun, a través de contextos sociales y políticos muy diferentes entre sí. Estas redes, construidas con anterioridad a 1976 en Villa Constitución, son fundamentales porque constituyen uno de los factores que sostuvieron al movimiento a través de la transmisión de la experiencia de los obreros más viejos y con más tradición a los más nuevos, durante más de 7 años de represión, despidos masivos y ataques a conquistas fundamentales de las y los trabajadores. Además de considerar los ámbitos de socialización extrafabriles, debemos tener en cuenta la unidad de reproducción de la fuerza de trabajo – es decir, los hogares obreros – en donde las mujeres juegan un rol protagónico como responsables de dicha reproducción.

Los ámbitos extrafabriles de socialización tienen un peso específico, importante en procesos colectivos como lo es una huelga, en particular bajo las condiciones de represión y persecución de la última dictadura, y especialmente en el caso de Acindar por el grado de intervención militar. Uno de los aspectos más importantes para considerar estos ámbitos de socialización consiste en evitar un déficit posible que es el de sobrerrepresentar el papel de los dirigentes sindicales, sociales y políticos y de los escenarios institucionales en perjuicio del peso de las construcciones de base y los ámbitos cotidianos.

En este trabajo nos planteamos como hipótesis la existencia de una oposición molecular[4] (Falcón, 1996) de los trabajadores de Villa Constitución que no habría logrado volverse más orgánica, justamente debido a la represión que comienza en 1975, pero que se habría mantenido esencialmente a través de las redes de clase y que habría posibilitado que el paro del 6 de diciembre de 1983 pudiera ser organizado de forma rápida y efectiva. Esas “redes de clase” habrían permitido la circulación de tradiciones y experiencias más allá del ámbito de las fábricas en el que regía la intervención militar. En esta hipótesis, entonces, intentamos alejarnos de las explicaciones que se centran exclusivamente en el rol de los dirigentes como Alberto Piccinini y sus compañeros.

En términos generales, nos planteamos como objetivo la identificación del contexto, los antecedentes y las consecuencias de la adhesión al paro nacional de la CGT del 6 de diciembre de 1982 en la planta de Acindar, contra la decisión de la conducción de UOM Villa Constitución (intervenida por la dictadura). Para delimitar mejor ese objetivo comenzaremos por preguntarnos si un solo hombre (Alberto Piccinini) realmente pudo paralizar la planta de Acindar. En ese sentido, queremos indagar más sobre los procesos que dieron lugar a aquel acatamiento del paro, y cómo se construyó la relación de fuerzas entre las clases (y al interior de las mismas) que lo permitió. Finalmente rastrearemos cuáles fueron las consecuencias sindicales y políticas que tuvo este episodio.

 

Los trabajadores y la crisis de la dictadura

 

Como dijimos anteriormente, los últimos años de la dictadura militar más reciente en Argentina (1976-1983) se caracterizaron por una creciente agitación social y política. Las consecuencias del plan económico del gobierno militar sobre los trabajadores y sectores medios de la población, la falta de libertad de expresión, y las sistemáticas violaciones a los derechos humanos fueron factores que llevaron a una situación de descontento generalizado que, desde fines de 1981 y hasta el final la dictadura se evidenció en luchas obreras en diferentes establecimientos laborales, en movilizaciones contra el régimen político, la situación económica y las presentaciones de hábeas corpus y denuncias de los organismos de derechos humanos. Particularmente, las consecuencias del plan económico de Martínez de Hoz, unificó las críticas al poder militar, ya que acarreaba descontento tanto de parte del movimiento obrero como de sectores de empresarios, debido a los procesos de crisis y cierres de empresas de diferentes ramas dedicadas al mercado interno que eran cada vez más comunes en la realidad del país. Al respecto, Gabriela Águila (2000) señala que los efectos del plan económico de la dictadura fueron modificando –negativamente– las alianzas entre el poder militar y sectores industriales y comerciales.

En este trabajo partimos de la idea de que no es posible desarrollar las causas que llevaron al fin de la dictadura sin considerar este el clima de descontento generalizado pero que, al mismo tiempo, es fundamental atender a la actuación del movimiento obrero que, a partir de 1979, venía siendo protagonista de un proceso de acumulación de fuerzas que lo llevará a cumplir un rol importante en la transición.

La huelga general del 27 de Abril de 1979 marcó un primer hito en la oposición obrera a la dictadura. Desarrollada en condiciones adversas, en medio de una campaña de desprestigio y amenazas por parte del poder militar, no logró paralizar el país pero sí tuvo impacto como hecho político ya que, al tratarse de una huelga centralizada por un sector de la CGT, puso nuevamente al sindicalismo en primera plana (Abos, 1984, p. 55) al alterar la normalidad en el cordón industrial del Gran Buenos Aires y en las principales ciudades del interior (Pozzi, 1987, p. 88). Siguiendo a Zorzoli (2015, p. 153), la huelga de 1979 se desarrolló en el marco de una etapa de legislación que la autora denomina como “ordenadora” y que comenzó con la sanción de la Ley 22.105 de Asociaciones Profesionales.[5]

Hacia fines de 1980 y durante 1981 la situación fue diferente a la de los primeros años, no solo por el aumento de conflictividad en materia laboral, sino también porque las luchas comenzaron a darse de forma más orgánica y centralizada, a partir de la reorganización de las estructuras sindicales. En Villa Constitución y la zona, el año 1981 no pasó sin resistencia ni acciones obreras. Para mencionar algunos ejemplos, en marzo de ese año, hubo una acción de sabotaje a la patronal en la fábrica Villber, ubicada en el Km 258 de la ruta 9, que provocó una demora de cuatro horas en la producción. En los meses siguientes, en Acindar, fueron encontrados en los baños de la fábrica diferentes panfletos –firmados como “El Metalúrgico, vocero de la unidad del gremio metalúrgico de Villa Constitución”- en donde se leen el rechazo a los despidos y las cesantías, denuncias a la complicidad del interventor Mojas (Schulman, 2004),[6] llamados al gremio metalúrgico a pronunciarse y a movilizarse ante la situación en la fábrica, reclamos por aumento de salarios, el cese de las persecuciones y las violaciones a los derechos humanos, entre otros reclamos:

 

Ante las cesantías y suspensiones masivas decididas por ACINDAR en estos últimos días, desde “EL METALÚRGICO”

RECHAZAMOS enérgicamente esta medida, como así también el inadmisible pretexto de la patronal y que es un nuevo atropello que agrava aun más la angustiosa situación económica y social por la que atravesamos el conjunto de los obreros;

(…) ALERTAMOS a los compañeros de que se anuncia QUE EL PLAN DE DESPIDOS CONTINUARÁ HASTA ALCANZAR UNA CIFRA SUPERIOR A LOS 300 TRABAJADORES.

(…). Compañeros, ACINDAR actúa amparada por la situación orgánica de nuestro gremio, del desamparo sindical y la complicidad del TRAIDOR MOJAS Y SU EQUIPO

(…) reiterar nuestra convocatoria a una URGENTE MOVILIZACIÓN DEL GREMIO METALÚRGICO, realizando entrevistas con las entidades representativas de Villa (…) con el fin de hacerles conocer los hechos a toda la opinión pública y lograr su apoyo a nuestros justos reclamos (...).[7]

 

Asimismo, en el mes de junio, panfletos arrojados en las inmediaciones de Acindar – firmados como Movimiento Unitario Metalúrgico – manifestaban la solidaridad con la lucha de los trabajadores del gremio metalmecánico (SMATA) por aumentos de salarios y la defensa de los puestos de trabajo y, exigiendo, además, la libertad de trabajadores mecánicos:

 

LIBERTAD A LOS COMPAÑEROS MECÁNICOS! APOYAMOS Y LLAMAMOS A LA SOLIDARIDAD CON LOS COMPAÑEROS MECÁNICOS EN SU JUSTA LUCHA POR EL SALARIO Y LA DEFENSA DE LAS FUENTES DE TRABAJO, SIGAMOS SU EJEMPLO DE FIRMEZA, UNIDAD Y LUCHA/ (…) UNIDAD, ORGANIZACIÓN Y LUCHA PARA CONSEGUIR LLEVAR MÁS PAN A NUESTROS HOGARES (…) LO DE SMATA NOS DEMUESTRA QUE EL ESTADO DE SISTIO DEBE SER LEVANTADO Y QUE DEBE DARSE PLENA VIGENCIA A LA CONSTITUCIÓN NACIONAL.[8]

 

En octubre del mismo año, los trabajadores de la metalúrgica “La Unión” asistieron a su lugar de trabajo pero no realizaron ninguna tarea, llevando adelante un paro en reclamo por el pago de salarios adeudados: “(…) a partir del día 15-10-81 sus obreros se presentaron a sus lugares de trabajo, sin realizar tareas.- El personal, adoptó esta medida con motivo de la falta de pago de 4 quincenas.- La empresa atraviesa una situación deficitaria, ante la falta de trabajo”.[9].

En el testimonio de un trabajador de Acindar, leemos sobre las instancias clandestinas de organización que

 

(…) ellos [la patronal] implementan toda una política, así, una política bien militarista, inclusive en el seno de la fábrica y ahí ya en el 81 se habían comenzado a gestar algunas cositas, reuniones de activistas bien clandestinas, separados porque había mucho miedo, porque inclusive seguían los despidos sin causa, o sea: por ahí a un compañero lo echaban y no sabía por qué lo echaban, y después, al mes, se enteraba de que había hablado alguna cosita rara o había alguna relación por ahí medio rara; entonces directamente, lo limpiaban enseguida, no había ningún problema. Mucho miedo, porque justamente si se enteraban de eso era que había un buen servicio de informaciones muy bien montado por la empresa.[10]

 

Este testimonio, al tiempo que señala el miedo que tenían los trabajadores por las represalias de la patronal, muestra también que ese miedo no impedía que buscasen formas de organizarse, aunque fuera informal y clandestinamente.

En la enumeración de estos ejemplos damos cuenta, aunque parcialmente (no hemos podido encontrar, por ejemplo, documentos que prueben la existencia, en este período, de acciones dentro de Acindar, específicamente) de la oposición molecular al régimen militar por parte de la clase trabajadora en Villa Constitución. Vemos que efectivamente existieron acciones obreras orientadas contra la dictadura, las patronales y la intervención del sindicato metalúrgico que, aunque aún no habían encontrado una expresión orgánica, sí podemos considerar como antecedentes del contundente acatamiento al paro general del 6 de diciembre de 1982.

 

Villa Constitución y una represión sin precedentes

 

Las medidas adoptadas en el marco de la “Doctrina de seguridad nacional” apuntaron a la eliminación de todas las formas de militancia obrera y organización sindical. Este objetivo, fue llevado adelante con especial brutalidad en una fábrica en la que los obreros estuvieron particularmente determinados, en el período 1974-1975, a desafiar al poder político y a la burocracia sindical peronista que fue incapaz de contener el conflicto. De hecho, la única forma de terminar con la amenaza que constituía el movimiento obrero villense fue el despliegue de un operativo represivo sin precedentes en nuestro país, el “Operativo Serpiente Roja del Paraná”, que constituyó un “antecedente ideológico, discursivo y metodológico del accionar criminal del Estado que se consolidaría tras el golpe del 24 de marzo de 1976”.[11] Así, por ejemplo, el Centro Clandestino de Detención que funcionó en el albergue de solteros dentro del predio de Acindar, ya existía desde 1975.[12] Con esto queremos decir que los métodos de terror llevados adelante – primero por el gobierno de María Estela Martínez de Perón y luego por la dictadura militar, en la ciudad de Villa Constitución – fueron, por un lado, a la medida de la combatividad de los procesos de organización obrera en los años previos[13] y, por el otro, tuvieron la particularidad de dirigirse al conjunto de la población.[14] En el marco de la “guerra antisubversiva”, la clase en general se convirtió en sospechosa, y los mecanismos de control sobre el conjunto de los habitantes de la ciudad apuntaron a que el activismo dentro de las fábricas quedase aislado y huérfano de apoyo o simpatía. Uno de estos mecanismos fue el secuestro de trabajadores en los barrios obreros, con el objetivo de atemorizar a la población (Gallego, 2008, p. 128).

Con el golpe, varias fábricas del país fueron intervenidas directamente por las Fuerzas Armadas. En Acindar Villa Constitución, el General Alcides López Aufranc, militar especializado en los métodos franceses de “guerra contrarrevolucionaria” – que había sido el encargado de dirigir la represión de la huelga de 1975 –, quedó a cargo del directorio una vez que Martínez de Hoz asumió como Ministro de Economía (Gallego, 2008, p. 130).

Los esfuerzos de la dictadura por disciplinar a los obreros de Acindar fueron muy fuertes, no solo en términos de efectivos policiales en puestos de control y seguridad sino también en la militarización del proceso productivo, que era controlado por las fuerzas de seguridad apostadas en diferentes partes de la línea de producción (Basualdo, 2009, p. 393).

Estos esfuerzos que se expresaron en la especial brutalidad de la represión en Villa Constitución constituyen uno de los elementos que incidieron en que la oposición obrera a la dictadura se desarrollara de forma aún molecular, sin encontrar, hasta fines de la dictadura, canales orgánicos de expresión.

 

La movilización de marzo de 1982

 

El paro nacional con movilización, convocado por la CGT para el 30 de Marzo de 1982 (apenas 3 días antes del inicio de la Guerra de Malvinas), para “expresar el rechazo del pueblo argentino al gobierno militar”[15] abrió la posibilidad de que la Junta que gobernaba el país cayera, no como consecuencia de un proceso electoral sino de una acción obrera, poniendo de manifiesto la potencialidad de la fuerza de la clase trabajadora como actor social. De allí que el gobierno intentó sin éxito desmotivar la acción, prometiendo modificaciones a las leyes gremiales y de obras sociales.[16] La movilización constituyó un nuevo hito en la relación de la clase obrera con la dictadura militar. Como había anticipado,[17] el gobierno militar reprimió la movilización, no solo en la capital del país sino también en otras ciudades, siendo el caso más destacable el de Mendoza, en donde resultó herido de bala el secretario general de la regional mendocina de la Asociación Obrera Minera Argentina, José Benedicto Ortiz,[18] quien falleció unos días más tarde. En la Capital Federal, fueron apresados Saúl Ubaldini, otros dirigentes sindicales y cinco Madres de Plaza de Mayo.[19]

La movilización del 30 de marzo tuvo un fuerte impacto político y mucha repercusión mediática, sobre todo por los pronunciamientos de repudio que desencadenó la represión y que contribuyeron al debilitamiento de la imagen del poder militar.[20]

En cuanto al alcance de la movilización, hacemos nuestro el planteo de Pablo Pozzi cuando dice que:

 

Es indudable que la derrota en la Guerra aceleró la tendencia hacia la apertura. Pero también es indudable que el proceso de resistencia obrera desarrollado a partir de marzo de 1976 y que culminó con la movilización de marzo de 1982 representa la base material de la conquista de la democracia y la derrota de la dictadura. La resistencia obrera fue una de las causas del deterioro de la dictadura, puesto que impidió el consenso que requería Martínez de Hoz tanto para la aplicación de su plan económico como para poder corregir los ‘errores’ del mismo (Pozzi, 1987, p. 101).

 

A modo de cierre, si bien sería un error considerarla como el único factor en la derrota de la dictadura, la movilización del 30 de marzo –tanto por su magnitud en términos de concurrencia como por el impacto político que tuvo– se constituyó en hito de oposición a la dictadura, poniendo en el centro del debate la potencialidad de la clase obrera y su importancia estratégica en la caída del poder militar.

 

La huelga del 6 de diciembre

 

En esta oportunidad, el paro nacional fue convocado por la CGT Azopardo, pero pronto adhirieron la CGT Brasil, según La Capital de Rosario “en una coincidencia sin precedentes desde 1976, con el propósito de reclamar al gobierno militar un cambio profundo en la política económica y la plena democratización del país”,[21] dando cuenta de la situación por la que estaba atravesando el movimiento obrero de todo el país, particularmente en relación a los salarios que, junto con el problema de las normalizaciones sindicales, era el mayor motivo de conflictividad obrera. En septiembre de ese mismo año, la Junta Militar se había propuesto desactivar la movilización sindical proponiendo una serie de negociaciones para evitar los paros generales,[22] política que tuvo relativo éxito logrando que la CGT Azopardo suspendiera las acciones propuestas para el 23 de septiembre, dejando a la CGT Brasil reclamando en soledad a través de un paro de 24 horas el día 22.[23]

El día previo al paro de diciembre, el diario La Capital de Rosario decía que:

 

las innumerables adhesiones que está recibiendo la huelga de 24 horas convocada para mañana anticipan un acatamiento casi unánime desde todas las expresiones del movimiento obrero. Por primera vez desde la iniciación del gobierno militar coincidieron en su convocatoria las dos centrales sindicales, el grupo de gremios no alineados, varios importantes sindicatos independientes, que en la práctica totalizan el espectro sindical argentino.[24]

 

Para ejemplificar la previsible contundencia del acatamiento al paro en Rosario y la región, el artículo documenta con declaraciones de los diferentes sectores la adhesión de los sindicatos de trabajadores bancarios, recolectores de residuos, mercantiles, de diarios y revistas, prensa, madereros y colectiveros, y destaca las declaraciones públicas de apoyo a la medida por parte de fuerzas políticas como el Movimiento de Trabajadores Radicales y el Movimiento Al Socialismo (MAS).[25]

En cuanto a los objetivos declarados por ambas centrales sindicales en relación al paro del 6 de diciembre, La Capital los caracteriza como coincidentes, y señala que “La CGT Azopardo los delineó en cinco reivindicaciones: sincerar los salarios, reactivar la producción, asistir a los desocupados, devolver los sindicatos y terminar con la indexación”.[26] La CGT Brasil, por su parte, incorporó a las demandas económicas y gremiales – como la derogación de la legislación laboral dictada por el régimen militar – otras reivindicaciones más políticas, como la devolución de derechos a ciudadanos que fueron marginados de la vida civil, la liberación inmediata de los detenidos sin proceso, la verdad sobre las desapariciones y que se dieran explicaciones sobre el crecimiento de la deuda externa. Desde ésta última central sindical se sostuvo, además, que “las soluciones a estos problemas serán consecuencias del retorno a la democracia”.[27]

Sobre la situación de los trabajadores de Villa Constitución hacia mediados de 1982, la publicación ¿Qué pasa?, del Partido Comunista, enumera algunos datos que nos permiten tener un panorama bastante amplio sobre los meses posteriores al fin de la Guerra de Malvinas, siendo los despidos y las suspensiones los problemas principales. En este artículo se constata también la permanencia de la intervención sindical y el repudio que despertaría entre los trabajadores de Acindar, asociándola al bloqueo de solidaridad obrera con los combatientes de la Guerra de Malvinas:

 

Contaron los trabajadores de Metcon –empresa metalúrgica de Villa Constitución subsidiaria de Ford – que la planta sólo quedan 400 de los mil obreros que llegó a ocupar en épocas mejores. A los que todavía trabajan en la empresa, constantemente los suspenden pagándoles el 50% de sus salarios (…) Las cosas no van mejor en el complejo metalúrgico privado Acindar. Allí los despidos se suceden casi a diario y la empresa se justifica aduciendo la falta de trabajo debido a la recesión del mercado interno y la falta de exportaciones. Por supuesto que estos problemas mencionados por la patronal son reales, pero la empresa se cuida muy bien de disimular su complicidad con quienes llevaron al país a este estado de cosas. Del total del inmenso complejo, sólo algunas secciones trabajan a pleno. Las demás producen alternativamente una semana y la otra los obreros realizan diversas tareas (…) También denunciaron los trabajadores de Acindar la actitud del interventor de la UOM a quien calificaron como “sirviente de la empresa” y lo acusaron de bloquear y frenar toda iniciativa de los trabajadores por efectuar solidaridad con los combatientes de Malvinas.[28]

 

Más allá de las consideraciones políticas de la línea editorial de ¿Qué pasa?, el artículo da cuenta de una serie de ajustes y presiones sobre los trabajadores de Acindar en el período de la dictadura, tales como aumentos de ritmos de trabajo, avance sobre los derechos del convenio colectivo, etc. De lo que no se da cuenta es de alguna forma de organización de la resistencia obrera a esos avances.

En el caso de los ferroviarios de Villa Constitución, en una solicitada publicada en la prensa local, los dirigentes Carlos Sosa y Argentino Acuña reclamaban la reincorporación de más de 40 cesanteados.[29] Si bien la presente investigación no pretende involucrarse en la actividad gremial ferroviaria, sí consideramos que los datos aportan a una visión más general de la situación de los trabajadores en la zona.

La situación que se desprende del análisis de las fuentes ameritaba, sin lugar a dudas, una medida de fuerza contundente por parte del movimiento obrero local. Sin embargo, la UOM VC –todavía intervenida bajo la figura de Mojas– definió no adherir al paro general del 6 de diciembre. En el marco de las variadas muestras de adhesión y apoyo que venía recibiendo la medida, la negativa de la intervención de la UOM VC a plegarse a la huelga contrastaba fuertemente con la tradición combativa que caracterizaba al movimiento obrero villense. Según surge de los testimonios de dirigentes históricos de la Lista Marrón, esta negativa fue tomada prácticamente como una afrenta personal: “Había paro largado por las dos CGT, y la única fábrica que trabajaba era Acindar, yo estaba haciendo un galponcito ahí, estaba escuchando la radio y por radio de Uruguay, decían si quieren comprar lana dice vayan a Villa”.[30]

Fue en este contexto que el día del paro general, Alberto Piccinini, el histórico líder de la Lista Marrón –que había estado preso desde 1975 y durante la mayor parte de la dictadura– se acercó, junto con otros dirigentes, a las puertas de Acindar y, frenando el paso de los colectivos que ingresaban a la fábrica, fueron convenciendo de a poco a los trabajadores sobre la necesidad de adherir al paro. En una situación de “revuelo general”[31] se armó una asamblea que no sólo definió adherir al paro sino que también se pronunció a favor de la exigencia de una comisión normalizadora para el sindicato metalúrgico local. Según el mismo Piccinini,

 

El día 6, día del paro, fuimos a la puerta de la fábrica con Actis [Juan]. Hicimos una asamblea con dos mil compañeros en la puerta, donde el turno tarde y noche adhirió al paro. También se resolvió presentar un petitorio en el sindicato al día siguiente, pidiendo una asamblea general para tratar la manera en que se formará la comisión normalizadora de la UOM. El turno mañana realizó otra asamblea con 1.600 trabajadores y reiteró el pedido para el día siguiente. Esa misma tarde formamos la Agrupación Metalúrgica 6 de Diciembre y en forma democrática nos eligieron a Actis, otros compañeros y a mí, para encabezarla.[32]

 

Según la prensa consultada, el acatamiento al paro a nivel nacional, en líneas generales, fue muy alto, y el país estuvo prácticamente paralizado durante 24 horas.[33] El semanario local El Pulso caracterizó el paro en Villa Constitución como “parcial”, con “matices distintos a los de todo el país”: en Metcon, el presentismo fue del 80%, mientras que en CILSA la inactividad fue total.[34] En cuanto Acindar, la nota refrenda el relato de los dirigentes al informar que:

 

el turno mañana trabajó en forma normal, no así en los de 14 a 22 y de 22 a 6 en donde, salvo el personal de guardia, el ausentismo fue prácticamente total (…) Siendo aproximadamente las 13,30 horas, un grupo de ex integrantes del Sindicato de la Unión Obrera Metalúrgica, liderados por Alberto Piccinini, se ubicaron en la entrada de la empresa metalúrgica desde donde instaron a los trabajadores que llegaban a cumplir el turno en colectivos, a adherirse al paro. Fue así como se concretó – en las inmediaciones – una reunión que congregó a casi dos mil obreros en donde se decidió sumarse a la medida de fuerza.[35]

 

En el siguiente párrafo, el medio informa que en el turno noche se repitió la misma operación de detener a los colectivos, y el resultado fue el de el acatamiento total al paro.[36]

En una nota de la edición del día siguiente, el diario La Capital – aunque su titular indica que la inactividad en la provincia fue total –señala erróneamente que “En Villa Constitución, en Acindar y Metalúrgica Constitución el paro casi ni se sintió (...) en la planta integral Acindar se trabajó con el 99 por ciento de su personal y en Metalúrgica Constitución con el 80 por ciento”,[37] no dando cuenta de la adhesión de los turnos tarde y noche en Acindar de los que sí habla la edición correspondiente del semanario local El Pulso.

En un informe especial de la Dirección General de Inteligencia sobre el paro, cuyo contenido coincide en líneas generales tanto con los datos extraídos de la prensa como de los testimonios de los protagonistas, se lee que:

 

En nuestra provincia la adhesión a la medida de fuerza puede considerársela superior al 95 %, cómputo éste que se extrae de acuerdo a los porcentajes de ausentismo de actividades, suministrado por las distintas UURR, a saber (…) Durante las horas de la mañana, trabajaron en forma prácticamente normal los obreros de las empresa MET-CON y ACINDAR, como así las Estaciones de Servicio, pero esta actividad se vio reducida a la mínimo expresión en horas de la tarde, ya que se hicieron presente en estos lugares dirigentes del PC de la ciudad de V. Constitución los que mantuvieron conversaciones con delegados obrero y solo ingresaron los integrantes del personal Jerarquizado, un total aproximado a las 70 personas.[38]

 

En el caso de Metcon, el acatamiento, aunque parcial, fue motivado por los rumores del paro en Acindar. Según el testimonio de un entrevistado:

 

(…) Cuando viene lo del 6 de diciembre del 82 y Piccinini para la gente en Acindar, nosotros, los de Metcon, por contagio –porque allí no habían alcanzado a ir- automáticamente, paramos, también paramos, de oídas como quien dice. Habíamos escuchado que Piccinini sacó la gente de Acindar, que pararon todos, nosotros también paramos. Directamente salimos todos afuera, cada uno a su casa.[39]

 

En otro testimonio, un trabajador de Acindar cuenta que:

 

El 6 de Diciembre del ‘82, cuando el paro, el turno que estaba de mañana, que yo trabajé de mañana, después a las 14 tuvimos que salir todos caminando a la ruta porque no había… yo ahí ese día lo conocí a Picci, no lo conocía, yo había escuchado hablar siempre de él pero no lo conocía personalmente. Y era mi primera asamblea también donde yo participaba de una asamblea, de una movida tan grande, nunca había visto una cantidad tan grande de gente. Se buscó un lugar, por ahí un terreno al lado de la ruta, y había un tacho donde se paró el Picci a hablar. Pero para nosotros los que salimos a las 14 él ya había parado todos los colectivos que estaban entrando más o menos desde las 13. No entraban y la gente vieja, los que contaban los que vieron los primeros colectivos en los que él se fue subiendo dicen que fue una cosa emocionante al mango, porque si bien había jóvenes que no lo conocían, los compañeros viejos que lo reconocieron, bueno, enseguida ellos mismos empezaron a ayudar a parar los otros colectivos, a bajar a la gente de los otros colectivos. Entonces de ahí para adelante empezó todo el proceso...[40]

 

Como demuestran los incontables relatos sobre los acontecimientos, el modo en el que Piccinini intervino el día del paro en Acindar se constituyó rápidamente en hito refundacional de la Lista Marrón –que pronto pasó a llamarse “Agrupación 6 de diciembre”– y forma parte, desde luego, de la memoria colectiva del movimiento obrero de la ciudad.

 

Las consecuencias del paro del 6 de diciembre en Villa Constitución

 

Las fuentes confirman que el paro del 6 de diciembre marcó un cambio en la situación de los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución. Uno de los testimonios recogidos por Mercedes Balech en mayo de 1984 se titula “Empieza a despertar el gigante dormido”, ilustrando el proceso de avance del sector de la Lista Marrón, que comenzó a expresarse en nuevos conflictos laborales, reorganización del activismo, y que alcanza la recuperación del sindicato al ganar las elecciones de enero de 1984.

Es indudable que esta huelga actuó como catalizador de un proceso que se venía desarrollando de forma molecular mediante las acciones de las que fuimos dando cuenta. La circulación clandestina de volantes, las reuniones secretas y demás pequeñas acciones cotidianas (como por ejemplo charlas entre trabajadores de distintas generaciones) habían ido construyendo la base para que la intervención de un reducido grupo de activistas que ya no pertenecían al plantel de Acindar lograra organizar rápidamente la paralización casi total de la planta.

El día siguiente al paro, un grupo de trabajadores, encabezados también por Piccinini, presentó en la sede de la UOM VC un petitorio solicitando la convocatoria a una asamblea general de todos los afiliados para designar una comisión normalizadora del sindicato:

 

Al día siguiente del paro –esto es el pasado martes 7– un grupo bastante compacto de obreros se presentaron en el sindicato de la Unión Obrera Metalúrgica de nuestra ciudad, ubicada en calle San Martín, y también presididos por Piccinini, presentaron al actual interventor, Agustín Mojas, un petitorio. Según pudo saberse, el escrito es una solicitud para que se llame a una asamblea general de todos los afiliados para que ellos designen con su voto a la comisión normalizadora que se hará cargo de este gremio en Villa Constitución. Mojas aceptó el petitorio – se hallaba junto a otros miembros del sindicato y prometió elevarlo a las autoridades competentes (...)[41]

 

Sobre estos hechos, un testimonio destaca que:

 

(el interventor Mojas) de alguna manera previó lo que se venía (…) dio el paso y se cubrió y quedó Cerdán. No obstante, no fue tan rápido como para escapar sin que la gente le demostrara su repudio, porque (…) a fines del 82, cuando Piccinini con otros compañeros, pararon la gente de Acindar y fueron al sindicato y fue ahí, si no me equivoco, cuando le demostraron su repudio; inclusive hubo que frenarlos en alguna manera a los compañeros porque querían demostrar toda su bronca acumulada durante esos años, a veces mal canalizada, por la violencia, pero prevaleció el buen criterio con que se manejó la asamblea esa y no ocurrió nada de lo previsible; pero su repudio lo llevó. Entonces ese señor empezó a hacer los trámites para su jubilación, y parece que tuvo una manito muy especial, porque le salió enseguida la jubilación entrando el compañero Cerdán, si se le puede llamar compañero, a la intervención del sindicato”.[42]

 

Este relato da cuenta, por un lado, de la bronca acumulada por los agravios sufridos por los trabajadores durante los años de la dictadura. Por el otro, muestra que la fuerza de la acción del 6 de diciembre, después de una aparente calma, inquietó al entonces interventor de la UOM local, que muy poco tiempo después de los acontecimientos que estudiamos decidió dar un paso al costado y jubilarse, cediéndole el lugar a otro interventor.

El siguiente paso de este proceso se produjo menos de una semana después, la conducción nacional de la UOM convocó a un paro metalúrgico para el 14 de diciembre.[43] En esta ocasión, la intervención de la UOM VC acató el llamado de la conducción nacional[44] y las fábricas metalúrgicas de la ciudad se paralizaron el día del paro:

 

En la vecina ciudad de Villa Constitución, importante centro metalúrgico de nuestro país, el cese de actividades dispuesto por la Unión Obrera Metalúrgica tuvo amplia repercusión, dado el general acatamiento por parte de los trabajadores a la medida. De tal forma, en Acindar, Metcon y Villber, sólo prestaron servicios el personal administrativo y encargados de secciones (...)[45]

 

Después de ese paro, comienza una nueva etapa de conflictos laborales en Villa Constitución que se abrió con el resurgimiento de la Lista Marrón. Solidaridad Socialista, la prensa partidaria del MAS, publicó en Julio de 1983 una nota sobre un quite de colaboración que realizaron los trabajadores de Metcon, quienes no trabajaron horas extras durante un lapso de 15 días, en reclamo de un aumento salarial del 50%. En respuesta a la medida, la patronal tuvo que tomar personal adicional y obligarlo a realizar horas extras mediante la amenaza de despidos. Para graficar la confianza de los trabajadores metalúrgicos de la zona hacia los integrantes de la Marrón, el corresponsal plantea que ni con esas amenazas logró la patronal convertir a esos trabajadores en carneros: “Uno de los muchachos nuevos me decía ‘gracias a ustedes pude entrar; hacía meses que estaba sin trabajo’ Yo creo que en un próximo conflicto van a estar ahí con nosotros”.[46]

Según Marcelo Adriani (2012), la reconstrucción de la Lista Marrón involucra también a Villber: “La fábrica es visitada por dirigentes que comienzan campañas de concientización acerca de la necesidad de organizarse para la etapa que se viene y además, a interiorizarse sobre las problemáticas de los trabajadores de la empresa”. El autor señala que desde 1982 en adelante se habían dado en Villber una serie de conflictos laborales de pequeña intensidad, como quites de colaboración y paros de corta duración. En octubre de 1983, ante el anuncio por parte de la patronal de 170 despidos, los trabajadores tomaron la fábrica durante 28 días, logrando finalmente la reincorporación de 120 de ellos.

El desarrollo de estas acciones a lo largo del año 1983 fue dando forma al proceso que llevó a la recuperación del sindicato en 1984. La publicación Hechos… relata que una vez asumido Alfonsín la presidencia de la república,

 

los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución realizaron movilizaciones por considerar no estar representados por los delegados normalizadores impuestos por la anterior dictadura. Fue esta constante práctica, que siguió caracterizando a la clase obrera de Villa, la que llevó a lograr sus renuncias. Esto sucedía el 19 de diciembre de 1983. Simultáneamente se solicitaba la devolución del Sindicato a la Comisión Directiva elegida democráticamente en 1974, lo que no fue aceptado.[47]

 

Es decir que la intención original de la Agrupación 6 de Diciembre no era una convocatoria a elecciones en la seccional, sino la restauración de la Lista Marrón original que había ganado casi 10 años antes.

En su lugar, la intervención nacional designó a Naldo Brunelli de la vecina seccional San Nicolás como delegado normalizador, quien convocó a una elección de autoridades transitorias hasta la definitiva normalización del sindicato a nivel nacional. Las elecciones se desarrollaron los días 16, 17 y 18 de enero, en las que la Agrupación 6 de Diciembre ganó por un amplísimo margen: 3.605 votos para la Lista Marrón contra 618 votos de la Lista Amarilla, referenciada en la figura de Lorenzo Miguel.[48]

La normalización de los sindicatos fue uno de los reclamos más importantes por parte del movimiento obrero en los años de la transición a la democracia, particularmente en la UOM y, más aun, en la combativa UOM VC. La Unión Obrera Metalúrgica fue, de hecho, uno de los últimos sindicatos en concluir el proceso de normalización (con elecciones en 64 seccionales regionales a fines de 1984, entre ellas la UOM VC). Fue, también, uno de los pocos sindicatos que no convocó a ninguna acción durante los últimos años de la dictadura, realizando el primer paro metalúrgico nacional contra el poder militar recién el 14 de diciembre de 1982.

En el caso concreto de Villa Constitución, el problema de la intervención forma parte de la historia de la UOM de forma particular, ya que entre la intervención por parte de conducción nacional (en la figura de Lorenzo Miguel) primero, y de la dictadura, después, los metalúrgicos villenses tuvieron una conducción gremial votada por los propios trabajadores durante muy poco tiempo, en los lapsos entre mediados de 1973 y principios de 1974 y entre noviembre de 1974 (luego del triunfo del primer Villazo) y la represión del segundo Villazo en marzo de 1975.

Finalmente, en noviembre de 1984 se realizó la elección definitiva de la Comisión Directiva de la UOM VC. El resultado fue más amplio aún que en enero: 4.144 votos para a Marrón, 529 para la Amarilla, con la participación de más del 90% del padrón de afiliados.[49]

Evidentemente, la demanda por un sindicato sentido como propio, con una conducción disidente de la nacional, era levantada por la enorme mayoría de los trabajadores metalúrgicos de Villa Constitución. Tras la represión y la intervención, y luego los 7 años de dictadura, la Agrupación 6 de Diciembre retomó esta demanda y la condujo a la recuperación de la Directiva:

 

Perdón, acá hay que aclarar siempre que nosotros teníamos que movilizar gente, venir hasta la puerta del sindicato, es decir que no nace de ellos irse, sino que nace de la presión de la gente. Es decir que el sindicato se recupera no porque recapacitan ellos y ven que la gente tiene otro pensamiento, sino que el pensamiento de ellos era seguir con todo el aparato. Nosotros logramos el sindicato con la presión de la gente y con la participación de todos los compañeros.[50]

 

Conclusiones

 

Como planteamos anteriormente, en el marco de la convulsiva transición democrática, vemos en la forma en la que se desarrolló el paro del 6 de diciembre de 1982 en Villa Constitución la conjugación de diferentes factores, entre ellos la memoria colectiva de la experiencia de los villazos, la tradición combativa de la UOM VC y, como destacan la mayoría de los testimonios, la trayectoria de Alberto Piccinini, reconocida por los trabajadores de Acindar y del resto de las metalúrgicas villenses.

Como vimos, el movimiento obrero no permaneció inmóvil durante los años de la dictadura militar sino que, por el contrario, ejerció su oposición a la misma, primero de forma fragmentada y molecular y, más adelante, de forma más orgánica y centralizada a través de las acciones convocadas por los dirigentes nacionales, agrupados en las diferentes organizaciones sindicales que existieron durante la dictadura.

El caso de Villa Constitución, la situación de pérdida de conquistas tanto económicas como gremiales estuvo fuertemente agravada por el nivel inusitado de represión que sufrieron los trabajadores y la población villense de conjunto, y este fue uno de los factores que confluyó con el accionar de los dirigentes históricos demostrando la voluntad del movimiento obrero local de recuperar derechos perdidos. Entre esas reivindicaciones se destacan no solo las salariales y la recuperación de las condiciones de trabajo perdidas por la ofensiva patronal-militar sino también el vital derecho a un sindicato propio, cuyos representantes fueran elegidos legítimamente mediante el voto de los afiliados, sin la intervención de la conducción gremial nacional ni del poder militar.

Durante la dictadura, Acindar se benefició al recibir subsidios especiales, garantías estatales, precios preferenciales, etc. Además, tanto por el fuerte vínculo de su conducción con el gobierno militar, como por estar ligada a la producción agropecuaria, se encontraba en mejores condiciones de sobrellevar la crisis industrial que otras empresas del sector siderúrgico. Su producción aumentó casi sostenidamente mediante la expansión de su capacidad instalada (el sector nuevo de acería se agregó en 1978) con un plantel, por un lado, reducido y por el otro, con condiciones de trabajo más precarizadas en comparación con el período predictatorial.[51] A ese crecimiento sobre la base de mayor explotación a los trabajadores, se suma la falta absoluta de libertad sindical al interior de la fábrica.[52] Queremos plantear, de este modo, que los motivos para parar la fábrica en diciembre del ‘82 no eran pocos, y que fueron esos agravios[53] los que llevaron a los trabajadores de Acindar, primero y de Metcon después, a seguir la propuesta de los “viejos” dirigentes de adherirse al paro que, también en el resto del país, fue total.

La memoria viva de los villazos y la tradición de lucha de la UOM VC fue transmitida de los obreros más viejos a los jóvenes a través de las redes de clase que describimos al principio de este trabajo. Sin embargo, el obstáculo de la disponibilidad de fuentes nos hizo dificultosa la tarea de detección del modo en el que esas redes se desarrollaron por fuera –o además de– el ámbito fabril. En la elaboración de esta investigación se trabajó mucho para conseguir fuentes periodísticas, entrevistas, prensa partidaria, etc, pero, aun así, no hemos podido encontrar demasiada información sobre el objeto de estudio que dieran cuenta de lo que ocurría de las puertas de Acindar para afuera. Si bien la categoría de redes de clase puede resultar muy útil para entender procesos cargados de subjetividad como la construcción de la memoria colectiva, la disponibilidad de fuentes y el recorte del objeto de estudio nos dificultaron la aplicación concreta de la categoría para analizar la forma en la que esas relaciones de clase actuaron en otros aspectos de la vida cotidiana de los trabajadores, para conocer el grado de influencia que pudieron tener sobre la decisión de adherirse al paro. De la prensa local consultada, se desprende que la actividad en los barrios de Villa Constitución, organizada alrededor de las vecinales, fue muy prolífica en el período consultado (mayor parte de 1982), pero la forma en la que esa actividad incidió en la acción obrera del 6 de diciembre quedará pendiente para futuras investigaciones.

 

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Recibido: 20/09/2020

Evaluado: 31/10/2020

Versión Final: 25/11/2020

 

 



(*) Profesora de Historia (Instituto Superior del Profesorado Nº 3). Argentina. E-mail: giorginal@yahoo.com.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5390-4551

[1] El presente artículo es una reelaboración del trabajo final presentado al Seminario de Historia Regional de la carrera de Historia del ISP Nº 3. Agradezco los comentarios recibido en su oportunidad.

[2] Ordóñez, Marcos. (17 de abril de 2014). “Martín Caparrós, Detective”. Suplemento de Cultura del diario El País (edición América). Recuperado de: https://elpais.com/cultura/2014/04/16/actualidad/1397656530_433080.html

[3] El sociólogo Juan Carlos Torre (1989) denomina Company Towns (ciudades – empresa) a las ciudades en las que la compañía (en el caso de Villa Constitución, Acindar), controla la vida diaria de los trabajadores. La vida cotidiana se relaciona con la empresa.

[4] Ricardo Falcón habla de “resistencia molecular” para denominar a los conflictos obreros que se llevaron adelante, de forma fragmentada e inorgánica, durante los primeros años de la dictadura. Aunque compartimos la caracterización, preferimos el término “oposición” empleado por Pablo Pozzi, que, da cuenta de un grado mayor de actividad. Pozzi plantea en su trabajo que la resistencia de los primeros años de dictadura, luego de la movilización de noviembre de 1979 por Paz, Pan y Trabajo se convierte progresivamente en oposición a la dictadura.

[5] Esta ley se sancionó en noviembre de 1979 y fue la que delineó la política del poder militar hacia los sindicatos. Entre los puntos clave se destacan la disolución de las organizaciones de tercer grado, la separación de las actividades sindicales de aquellas de carácter social y la prohibición de la actuación de las organizaciones sindicales en actividades políticas. También estipulaba que los sindicatos ya no serían los destinatarios de los fondos de las obras sociales. Con respecto a las obras sociales, se desarrolló luego una normativa más específica.

[6] En el libro de Schulman, el dirigente ferroviario Tito Martín relata que en la represión de 1975 se llevaron preso a un delegado de la Marrón, Juan Mojas, “se quebró” en la cárcel y al salir lo designaron interventor de la UOM VC.

[7] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 196-197. Mayúsculas y subrayados son del original.

[8] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 199. Mayúsculas y subrayados son del original.

[9] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 200.

[10] Testimonio de Silvio, en Balech, 1985, p. 92.

[11] Denuncia presentada en 2010 por Alberto Piccinini, Juan Actis y otros junto a la Liga por los Derechos del Hombre contra José Alfredo Martínez de Hoz, el Directorio de Acindar y María Estela Martínez de Perón por los delitos de lesa humanidad cometidos con anterioridad al golpe de Estado de 1976. Recuperado de: https://cronicasdelnuevosiglo.com/2010/12/28/texto-de-la-denuncia-penal-contra-alfredo-martinez-de-hoz-el-directorio-de-acindar-e-isabelita-por-el-operativo-represivo-del-20375-por-parte-de-la-liga-y-dirigentes-historicos-del-villazo/

[12] Informe “Nunca Más”, de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), publicado en septiembre de 1984, Capítulo I, “La acción represiva”, página 134 del texto digitalizado.

[13] No es objetivo de este trabajo extendernos sobre los acontecimientos de los dos Villazos. Para profundizar sobre este tema sugerimos la lectura de Crivaro, O., 2018; Santella, A. y Andújar, A., 2007 y Rodríguez, E. y Videla O., 2013.

[14] Informe “Nunca Más”, de la CONADEP, Capítulo citado.

[15] La Capital, Rosario, 20/03/1982.

[16] La Capital, Rosario, 29/03/1982.

[17] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 30/03/1982.

[18] La Nación, Buenos Aires, 30/03/1982.

[19] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 31/03/1982.

[20] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 02/03/1982. Contra la represión y por la libertad de los detenidos de la jornada se pronunciaron, entre otros, el Consejo Nacional Justicialista, el Partido para la Democracia Social y el dirigente radical Raúl Alfonsín.

[21] La Capital, Rosario, 03/12/1982.

[22] La Tribuna, Rosario, 18/09/1982.

[23] La Tribuna, Rosario, 22/09/1982.

[24] La Capital, Rosario, 05/12/1982.

[25] La Capital, Rosario, 05/12/1982.

[26] La Capital, Rosario, 05/12/1982.

[27] La Capital, Rosario, 05/12/1982.

[28] ¿Qué pasa?, Buenos Aires, 03/08/1982.

[29] El Pulso, Villa Constitución, del 30/07 al 05/08 de 1982.

[30] Entrevista a Enrique Córdoba, publicada en Santella, 2003, p. 150. La referencia a la lana se relaciona con el término “carnero”, que en su significado popular, en Argentina y otros países de América Latina hace referencia a los trabajadores que no adhieren a las huelgas o, a los que siendo ajenos al establecimiento laboral, llegan a pedido de la patronal para cumplir las tareas de quienes están haciendo paro.

[31] ¿Qué pasa?, Buenos Aires, 15/12/1983.

[32] Entrevista a Alberto Piccinini, en ¿Qué pasa?, Buenos Aires, 15/12/1982.

[33] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 07/12/1982.

[34] El Pulso, Villa Constitución, del 10/12 al 16/12 de 1982.

[35] El Pulso, Villa Constitución, del 10/12 al 16/12 de 1982.

[36] El Pulso, Villa Constitución, del 10/12 al 16/12 de 1982.

[37] La Capital, Rosario, 07/12/1982.

[38] Documento extraído por el Lic. Agustín Prospitti de los Legajos de la Ex Dirección General de Informaciones de Santa Fe, hoy resguardadas por el Archivo Provincial de la Memoria. Transcriptos en Comité Editorial Historia Regional, 2012, pp. 200.

[39] Testimonio de Ricardo, en Balech, 1985, p. 93.

[40] Entrevista con G, trabajador de Acindar desde entre 1982 y 1991, realizada por la Giorgina Lo Giudici en noviembre de 2019.

[41] El Pulso, Villa Constitución, del 10 al 16 de diciembre de 1982.

[42] Testimonio de Mario, en Balech, 1985, p. 92.

[43] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 12/12/1982.

[44] El Norte, San Nicolás de los Arroyos, 12/12/1982.

[45] La Capital, Rosario, 15/12/1982.

[46] Solidaridad Socialista, Buenos Aires, 14/07/1983.

[47] “Democracia: a recuperar el Sindicato”, en Balech, 1985, p. 90.

[48] “Democracia: a recuperar el Sindicato”, en Balech, 1985, p. 90.

[49] “Un epílogo cargado de futuro”, en Balech, 1985, p. 98.

[50] Testimonio de Roberto, en Balech, 1985, p. 94.

[51] Entrevista con G, trabajador de Acindar desde entre 1982 y 1991, realizada por la Giorgina Lo Giudici en noviembre de 2019.

[52] Entrevista con G, trabajador de Acindar desde entre 1982 y 1991, realizada por la Giorgina Lo Giudici en noviembre de 2019.

[53] Enmarcados asimismo en la actuación del movimiento obrero a nivel nacional que, como desarrollamos en el trabajo, a partir de 1981 comenzó a llevar adelante acciones más contundentes, siendo la más importante de ellas la movilización del 30 de marzo de 1982.