REVISTA DE LIBROS

 

SONZOGNI, Elida y DALLA CORTE, Gabriela (comp.); Intelectuales rosarinos entre dos siglos. Clemente, Serafín y Juan Alvarez. Identidad local y esfera pública; ed. Prohistoria & Manuel Suárez editor; Rosario, 2000, 288 pp.

 

El libro en cuestión esta compuesto por una orientadora Introducción de las compiladoras y nueve artículos en el siguiente orden: Elida Sonzogni y Gabriela Dalla Corte; “Los Alvarez. Una familia ilustrada del Rosario de entre siglos”. Graciela Hayes; “Consideraciones acerca de la obra de Serafín Alvarez en su etapa hispánica”. Gabriela Dalla Corte; “El Poder Judicial en la Argentina en los albores del siglo XX: Derecho y Administración en la doctrina de Serafín Alvarez”. Gabriela Dalla Corte; “Un espacio judicial para el Derecho Natural; doctrina y sentencias en el contexto de la formación del Estado”. Paola Piacenza; “Clemente Alvarez: la palabra que sana”. Zulma Caballero; “El sujeto de la educación en las ideas de Juan Alvarez”. Sandra Fernández; “Juan Alvarez y la ciudad que no pudo ser. Ensayo histórico y análisis comparativo de la historia local y regional desde el texto Buenos Aires”. Adriana Pons; “Dos intelectuales, dos miradas; Gramsci, Juan Alvarez, la Política y la Historia”. Elida Sonzogni; “Un intelectual rosarino entre la teoría de la supervivencia del más fuerte y la filosofía humanista. El Estudio sobre la Desigualdad y la Paz de Juan Alvarez”.

Primer resultado de un proyecto de investigación pluridisciplinario, y más allá de un análisis pormenorizado de cada uno de los artículos, en su conjunto el libro logra en general los objetivos planteados si consideramos entre ellos la interpenetración de preocupaciones, temáticas y perspectivas en las producciones de autores con diversa formación disciplinar. En este sentido, la común preocupación por la historia de las ideas guía la más evidente de las posibles lecturas del conjunto de los trabajos reunidos, pero esta no es más que sólo uno de esos caminos de lectura, el análisis del discurso, el análisis jurídico, el de redes, y aún el de la historia social y política son puntos de contacto entre estos trabajos.

Como todo libro este es producto de una particular conjunción de preocupaciones presentes; las más evidentes son indudablemente las académico-disciplinares, en este sentido, los artículos incluidos encuadran sin mayor problema y con solvencia dentro de los marcos de las distintas disciplinas de formación de sus autores (mayormente provenientes de la historiografía, pero que incluye también de la filosofía, las letras, la psicología de perspectiva educativa). Pero también hay en buena parte de ellos ciertos “tonos” que deben señalarse; más allá de las diferencias perspectivas, los estilos explicativos, hay en estos una común referencia a los estudios de género, diríamos que hay una perspectiva de género sin la aplicación sistemática del utillaje, por esto no aparece más que como una de las “tonalidades” que toma el análisis. Pero también indudablemente sobrevuela sobre el conjunto cierta preocupación localista por aspectos presentes de la construcción del imaginario rosarino, dentro del cual la figura de la familia Alvarez indudablemente tiene una presencia particularmente fuerte, particularmente en las figuras mas emblemáticas en este sentido, los dos hermanos, Juan y Clemente.

Un párrafo aparte merece cierta saludable inconsistencia entre una parte del título del libro y los resultados de la investigación. Nos referimos al error al que podría conducir el término esfera pública; y si es indudable que todos los trabajos incluidos toman a estos intelectuales precisamente en el proceso de constituirse como tales y por tanto en el de hacerse “visibles” en términos públicos; la investigación base parece sostenerse también sobre una minucioso, pero fundamentalmente renovadora utilización de lo privado (fundamentalmente familiar) como entramado con lo público, con ese de proceso de legitimación por parte de los sujetos estudiados y de preservación de esta por parte de sus descendientes, que intenta sostener hasta el presente el “prestigio” del apellido a través del recurso de amalgamarse con la memoria de la ciudad.

Finalmente algunos elementos mas deben ser resaltados respecto al conjunto de los trabajos, por un lado en indudable el acierto con que se rescata del ostracismo académico a la figura y a la producción de Serafín Alvarez, por otra parte, son más que interesantes las presentaciones de ciertos análisis heterodoxos de una figura algo más estudiada como la de Juan Alvarez, y finalmente, si bien escasamente representado, señalan la necesidad de un análisis más pormenorizado de Clemente Alvarez.

 

Oscar R. Videla

 

 

 

DELEIS, Mónica; DE TITTO, Ricardo y ARGUINDEGUY, Diego L.; Mujeres de la política Argentina. Buenos Aires, Aguilar, 2001, 493 pp.

 

Durante las últimas décadas la historiografía latinoamericana y en especial la argentina ha emprendido estudios orientados a estudiar la historia de las mujeres. No por casualidad la mayoría de los pioneros de esta nueva perspectiva historiográfica fueron autores europeos como Georges Duby y Michelle Perrot quienes se propusieron dar a la luz investigaciones del mundo anglosajón, Francia, Italia así también como de otros países de aquel continente, quienes reconocieron que fue sobre todo el «movimiento de mujeres el que las ha llevado al escenario de la historia, con ciertos interrogantes acerca de su pasado y de su futuro», en la colección de Historia de las Mujeres.

En nuestro país también se comenzó a escribir sobre las mujeres y en este caso el libro se dedica a las mujeres que actuaron en el ámbito político desde la etapa de la conquista hasta la actualidad. María Saénz Quesada dice en el prólogo: «Las mujeres cuyas biografías se narran en este libro fueron protagonistas de la política de su tiempo, pero, salvo casos excepcionales, casi todas ocuparon un segundo plano. Porque durante siglos el lugar de la mujer ha estado en la trastienda del poder.»

En tres capítulos se puede conocer la vida y las luchas tanto de colonizadoras, cortesanas, guerreras, educadoras, médicas, periodistas, políticas y gremialistas, que aparecen como figuras precursoras en cada ámbito. El primero abarca desde la Conquista española en el Río de la Plata hasta la Organización nacional. Se hace referencia al escaso conocimiento que hay del número mujeres llegadas en las primeras expediciones como las de Pedro de Mendoza y Alvar Nuñez Cabeza de Vaca a estas tierras. Comienzan las biografías, con la de doña Mencia Calderón, llamada «La Adelantada», venida con la expedición que tendrá entre sus fines poblar Asunción con mujeres hispanas que aseguren descendencia decente para los españoles venidos a estas tierras; y una breve historia de Juana de Zárate, apodada «la Niña del Plata», que por ser hija del Adelantado Juan Ortiz de Zárate, era muy disputada porque quien casara con ella sería por voluntad de don Juan, el Nuevo Adelantado, aparece en el libro simplemente por el rango social que tenía. De la época de la Independencia aparece Juana Azurduy, mujer del caudillo Manuel Ascencio Padilla que despliega un galardón importante en las luchas en el Alto Perú, y llega a obtener el título de Teniente Coronel del Ejército Argentino, condecorada por arrebatarle una bandera al enemigo español. Su ultimas actuaciones se ven junto a Martín Güemes y sus gauchos, que también recibe la colaboración indiscutida de su hermana Magdalena conocida con el nombre de «Macacha». Aparecen también mujeres de la elite porteña como Juana del Pino, por ser la mujer de un encumbrado político como Bernadino Rivadavia y Mariquita Sánchez como colaboradora de su obra. De la literatura de la época aparece Juana Manuela Gorriti, salteña, que escribe obras importantes en nuestro país como así también en Bolivia y Perú. De la etapa de la Confederación resultan interesantes las vidas de Encarnación Ezcurra y Manuela Rosas de Terrero, mujer e hija de Juan Manuel de Rosas.

Aurelia Vélez, Juana Manso, Rosario Vera Peñaloza vinculadas a la educación argentina forman parte del segundo capítulo: «De la Organización Nacional a los inicios del feminismo y la modernización del país». Aquí siguen las mujeres inmigrantes como Fenia Chertkoff, Julieta Lanteri, Elvira Rawson y Gabriela Laperriere todas ellas luchadoras por reivindicar derechos civiles y cívicos de las mujeres. Se destaca en esta lucha Alicia Moreau, que va a vivir casi un siglo batallando al principio junto su esposo Juan B. Justo en el partido socialista. Se recibe de médica y desde ese lugar ella dice que «conoce lo más duro y cruel de la vida humana». Desde presidenta de la Unión Feminista Nacional en 1919, pasa a encabezar y organizar en l975, con sus 90 años la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos. Carolina Muzzilli, también socialista, escribió libros sobre el divorcio, la condición de la mujer en la sociedad, hizo la defensa de la madre trabajadora, y el niño obrero.

El último capítulo «La Argentina Moderna», abarca el período que va de 1930 a 1976 y narra la historia de la mujer de Marcelo T. de Alvear, Regina Paccini que emprende la lucha feminista para que las mujeres sean bien miradas y reconocidas en el ámbito artístico. Josefina América Scarfó, anarquista, lucha por la emancipación de los sexos, el derecho al voto y el divorcio. Victoria Ocampo, escribía en la revista Sur y reclama por los derechos cívicos y civiles para las mujeres. María Rosa Oliver, desde el comunismo se revela contra todos los privilegios.

Entre las más significativas mujeres del libro figura Evita, María Eva Duarte, esposa del Presidente Juan Domingo Perón. Lucha en Argentina por la defensa de los derechos de la mujer, que promovían desde hacía mucho tiempo los partidos de izquierda y fueron proclamados en la Constitución de 1949. Organizó la rama femenina del partido peronista. Su vocación fue ser el puente entre el líder y el pueblo. Se convirtió en la «abanderada de los humildes». También se trabaja a Alicia Eguren, militante peronista de la primera hora como compañera de John William Cooke, «mientras el justicialismo estuvo en el poder con una visión crítica dentro del movimiento, y ahondaron las diferencias en los años de la proscripción de Perón, radicalizando sus posiciones, particularmente luego de la revolución cubana

Merece destacarse a la diputada radical Florentina Gómez Miranda, que al referirse en el recinto de la Cámara a la figura de Eva Perón, se autocriticó como «gorila», por haber pasado tanto tiempo en reconocer su obra, y arremetió desde su banca en defender a la mujer, acusando a los partidos políticos como machistas. La última biografía es de María Estela Martínez, tercer esposa de Juan Domingo Perón, que ejerciera junto a él la vicepresidencia de la Nación y a su muerte en 1974 la primera magistratura del país.

Para concluir esta tercera y ultima parte, un epílogo hace referencia al período posterior a 1976 en que el golpe militar declarara el terrorismo de estado, donde el secuestro, la muerte y tortura fueron materia de todos los días y aparecieron reclamando por las víctimas «Las Madres de Plaza de Mayo», reconocidas internacionalmente por el reclamo: «aparición con vida, juicio y castigo a los culpables», remarcando el incuestionable papel que jugaron estas valientes madres y abuelas junto a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

Se hace referencia a los años posteriores de democracia donde se instaura la lucha por el «cupo femenino» para acceder a los cargos, Congreso de la Nación, Legislaturas y Consejos Municipales con muchísimos nombres de mujeres que ocupan lugares en las distintas esferas. Para finalizar los autores plantean que «los cambios necesarios para que sean realidad, la igualdad consagrada en la legislación demandarán en el futuro tanto esfuerzo, trabajo y lucha como los que en el pasado protagonizaron muchas mujeres cuyas biografías se incluyeron en el volumen.»

 

Berta Wexler