Algunas consideraciones respecto de la Geografía y la Historia. Una primera aproximación
Néstor Fredy Lenzi[1]
La reciente aparición del hombre, geológicamente expresado, sobre la tierra, llevó a Teilhard de Chardin a sugerir que las biocapas terrestres (atmósfera y biosfera) debían completarse y complementarse con una tercera: la Noosfera o esfera pensante.
Esto expresaba de alguna manera la transición de una etapa evolutiva manifestada a través de la hominización que bien define Polanski “como un salto del instinto al pensamiento”.
Así el hombre se diferenciará de otros seres que saben pero no saben que saben. El sabe que sabe.
Para la geología, el hombre constituye un “fósil característico”, es decir que tiene una gran difusión geográfica, que se encuentra limitado en el tiempo, capaz de caracterizar un periodo concreto. Irrumpe en el Cenozoico, aproximadamente en el último millón de años. Para la historia de la Tierra, expresado en términos geológicos, más aún, si consideramos lo escaso que es ese tiempo para la evolución orgánica, es un tiempo escasísimo. Ese transcurrir está marcado por una serie de sucesos significativos provenientes del dinamismo del planeta: sismos, vulcanismo, huracanes, otros menos violentos, y fundamentalmente las glaciaciones pleistocénicas con sus períodos interglaciales.
A esta sucesión de vicisitudes corresponden modificaciones geográficas, producto entonces de aconteceres geológicos y fundamentalmente climáticos.
Son estos últimos productos de las “grandes crisis climáticas” los que llevaron al hombre a construir una historia de adaptación al frío, a la sequía, a sus inversas, y en la cual las migraciones humanas se correspondían con la desaparición o adaptación de otras especies más frágiles (el mamut, o la flora del plioceno europeo, la cual “desapareció” por las glaciaciones).
Es interesante el estudio de las etapas de la evolución humana y su correspondencia con el cuaternario.
Mucho mas cerca, considerando los fenómenos climáticos de los últimos 4.000 años, puede apreciarse la correlación entre los hombres y su hábitat.
Con el pensamiento, el raciocinio y, porqué no, la espiritualidad, nace una etapa: la del reconocimiento, la narración, la crítica, la representación... hechos ligados a un Espacio, de la misma manera que todos los hechos naturales y culturales lo están al tiempo. El hombre también investigará, descubrirá y producirá cambios. No será sujeto pasivo sino activo y pensante.
Así crea y le da nombre a la Historia y a la Geografía. Pero, ¿existió antes una Geografía sin hombres, una Historia sin hombres? Por supuesto, como existieron como hechos fenomenológicos la Química y la Física. El medio puede padecer la ausencia del hombre, pero el hombre no puede existir sin la asistencia del medio.
Hassinger en su capítulo “La Tierra y el Hombre” dice que la vida humana está ligada a seis condiciones: la presencia de una atmósfera, de la luz, de determinado grado de calor, de agua, de alimentos vegetales y animales, y del suelo. Pero acá, como Hauke, cabe preguntarse si todo lo que conforma el Medio es estable e inalterable o si ha cambiado esencialmente durante los pocos milenios de la humanidad civilizada.
Basta recordar, a manera de ejemplo, que si en lugar de limitarnos al mapa del mundo actual, se consideran los cambios experimentados por la geografía y el clima desde hace veinte mil años y si se tienen en cuenta los descubrimientos sucesivos de las riquezas minerales de las diversas regiones, se tendrá la clave de la mayor parte de las grandes etapas que han marcado la historia de la humanidad.
Si nos preguntamos qué disciplina investiga y explica las condiciones geográficas de los espacios o paisajes o regiones y sus habitantes y de la relación Medio - Hombre - Medio en el pasado, hallamos la respuesta en la llamada “GEOGRAFÍA HISTÓRICA”. Debemos admitir que a esta disciplina se le ha prestado menos atención que a otras Geografías, aún reconociendo que algunos autores han investigado las relaciones e interdependencias. Ratzel señalaba la forma aforística en que se expresaban muchos autores. V. Gr.: “consecuencias geográficas” ... “imperativos históricos”, etc..
La Cartografía constituye un elemento fundamental para la Geografía y la Historia. No solo su expresión como síntesis, sino su valor pedagógico. Ante estas consideraciones solo mencionaremos respecto de la Cartografía Histórica: la Cartografía Construida (originales) y la reconstrucción cartográfica. La primera es la existente, verdaderos documentos - muchas veces difíciles de entender - y que tienen para el investigador un valor fundamental. No solo se ha representado o tratado de representar la tierra, sino también acontecimientos, tales como viajes, batallas, etc..
La reconstrucción es apasionante. Los hechos sucedidos en determinados espacios enmarcan la influencia recíproca de la Geografía y la Historia.
Veamos un ejemplo de investigación que culminaría con una reconstrucción cartográfica. ¿No es posible acaso reproducir el Proyecto Rivadavia, cuando siendo Presidente presentó ante la Legislatura la idea de unir los Andes con el litoral mediante un canal navegable?
Surgen acciones importantísimas para la Geografía en relación al hecho histórico: la recreación de la época, las realidades regionales y ambientales de hace 172 años. Luego el trazado cartográfico. Recordemos que a la presentación del Proyecto se nombró una Comisión para el estudio del mismo que fue considerado en la sesión del 28 de julio de 1826 por el Dr. Vélez. El canal nacía en Mendoza, seguía el curso del Río Tunuyán, atravesaba las provincias de San Luis y de Córdoba, aprovechando algunas corrientes de agua, tomaba el Saladillo (IV) y luego, antes de entrar en Santa Fe, se unía al Río Carcarañá para terminar en la primitiva ubicación de Santi Spíritu.
Antes, otro “grande”, Jerónimo Luis de Cabrera, decía que Córdoba estaba destinada a ser la “gran ciudad” de estas tierras porque conectaba también con el Río III al Carcarañá, que al unirse con el Coronda terminaba en el Gran Río, el Paraná.
“Hombres - dice Focher Hauke - al hacer Historia hacen también Geografía”.
Pero la Geografía y la Historia no son exclusivas en su reciprocidad y complementación. Las acciones humanas son complejas, tanto es así que múltiples ciencias se ocupan de ello. En el análisis y/o tratamiento de un hecho se establecen redes de contacto que a veces parecen insólitas.
Cada uno pondrá énfasis en su especialidad y en el fin de su trabajo. Por ejemplo, en la invasión napoleónica a Viena, el político, el historiador, el geógrafo, tendrán suficientes temas de análisis para su quehacer, pero para un músico lo más importante será que las tropas napoleónicas bombardearon las casas de Hayden, Beethoven y Schubert y la influencia que tuvo en cada uno de ellos el mismísimo Napoleón.
Debemos tener la suficiente humildad para afirmar que la Geografía no debe sentirse menoscabada o inferior si actúa - al igual que tantas disciplinas - de auxiliar de otras, como así también saber tomar de aquellas ciencias que ofician de auxiliares de la nuestra los elementos que necesitamos, pero no olvidemos que nuestra materia es la Geografía, no la Sociología, la Sicología, la Economía, etc., etc..
En 1964 un congreso en Londres, G. R. Crone presentó “La Geografía Histórica en el Siglo XX”, advirtiendo a los geógrafos de la necesidad de insistir en que su campo es el estudio del ambiente en que vivimos.
A posteriori, en el congreso celebrado en Nueva Delhi (1968) se afirmaba que “en la actualidad muchos geógrafos parecen mas preocupados por los procesos que por los lugares”.
A unos cuantos años de aquellas afirmaciones, en muchos casos cabe preguntarse: “¿Estamos haciendo Geografía?”
[1] Profesor de Geografía. Instituto Superior del Profesorado Nº 3. Docente en Institutos de Educación Superior.