“Unir las raíces con las ramas” El Profesorado de Historia del ISP N° 3 (1981-2021). Su histórico contexto, significación político-pedagógica y proyección futura

 

 

José Hugo Goicoechea(*)

 

 

Los cimientos de su origen y configuración

 

La creación de la carrera de Historia (1981) y la fundación del Instituto Superior de Profesorado N° 3 de Villa Constitución (1964), van de la mano. Como eslabones de continuidades, ambos acontecimientos se enmarcaron en un particular proceso histórico provincial y nacional de sensibles transformaciones. Lo demostraremos en este artículo, la carrera de Historia -bisagra o posta de la historia- no solo fue testigo de los diversos contextos y cambios educativos, sino la experiencia teórico-práctica protagónica, tendencia “del pensar y hacer” académico institucional, regional y provincial. Su inicio (de hecho, un renacer) en 1981 nos remonta a los orígenes del Nivel Terciario con la carrera de Profesorado de Historia y Geografía.

Desde su fundación, dos son las fuentes nutricias de su configuración, el “Normalismo” por un lado y el “académico universitario” de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que juntos, revolucionaron el sistema educativo y continuaron vigentes hasta hoy; fuentes que coadyuvaron en esas nacientes vertientes creadoras de un perfil que no existía hasta ese entonces: el de formar docentes para la formación de formadores. La apuesta es relevante por lo inaugural; se estaba consumando para toda la educativa santafesina y argentina, el origen del Nivel Terciario.

Transcurría el año 1959 y en la Provincia de Santa Fe, el entonces Ministro de Educación, Profesor Ramón Alcalde, propició el dictado de la ley 4910 que reorganizó las Escuelas Normales provinciales que tenían asiento en las cabeceras de los Departamentos, Villa Constitución una de ellas, en el extremo sur de la provincia. Fue una radical rediagramación y organización escolar, ya que se dispuso el ingreso y la titularización de directivos y docentes por concurso de antecedentes y oposición, con el carácter de “dedicación exclusiva”, “asignación por cargos”, “mayor escolaridad”, horarios de “doble turno”. Así, la política educativa provincial de aquel entonces propuso extender la escolaridad del ciclo básico, proyectando mayor presupuesto para cubrir necesidades y demandas de nuevos establecimientos, ampliando los existentes en todo el ámbito provincial.

Esto trajo como consecuencia la renovación de la dinámica de trabajo en la relación entre docentes, alumnos y padres, la comunidad educativa toda. La doble escolaridad, las unidades de 80 minutos, la creación de “Departamentos por Áreas”, la incorporación de “Gabinetes Psicopedagógicos” y las actividades opcionales planificadas, como teatro leído, revolucionaron las prácticas.

Se recuerda como la Escuela “Normal” Nicasio Oroño vivía aquella etapa de “Oro”: la edición de la revista escolar “Burbujas”, los cines debates, campamentos, viajes, justas del saber; todo esto contribuyó a un accionar participativo en redes de integración, sustentados en objetivos definidos para la formación del “ser” y el “hacer” de “maestros”. Si bien es frecuente cuestionar la concepción “Normalista”, la experiencia sur santafesina fue otra, y estuvo presente en el basamento ideológico pedagógico que configuró la matriz fundacional del Nivel Terciario en Villa Constitución.

En este proceso iniciado, desde comienzos de la década del 60, la mayoría de direcciones de las Escuelas Normales gestionaron y promovieron la creación de Institutos del Profesorado con el objetivo de corresponder a las demandas crecientes de educación a Nivel Medio y Superior. Y así, se enmarcó la fundación en el año 1964, del Instituto Superior del Profesorado N° 3 de Villa Constitución (ISP 3). En esa movida histórica, en la misma época, se fundaron los Institutos de Venado Tuerto, Coronda, Reconquista, Rafaela, Cañada de Gómez, Casilda y Santa Fe. Esto sucedió durante la presidencia constitucional del Dr. Arturo Humberto Illia, siendo Gobernador de la Provincia de Santa Fe, el radical Dr. Aldo Tessio y el Ministro de la cartera de Educación el Profesor Arribillaga.

El carácter de “estudio terciario”, prolonga la cantidad de años de la carrera de quienes aspiraban a convertirse en maestros de nivel inicial y/o primario, pues el título a partir de este momento, se obtendría no a la finalización del nivel medio, sino con dos años y medio más de estudios organizados para el desarrollo de contenidos específicos para la tarea de enseñar.

¿Por qué este contexto y su base política configuró el sustrato histórico del que sería el nuevo perfil docente, fusionado con el saber académico especializado de docentes de las diversas facultades rosarinas? No había personal ni existía el perfil específico para abordar la formación de formadores, que fue configurándose entre estos dos campos y trayectorias históricas pedagógicas santafesinas. La calidad académica de la UNR, reconocida nacionalmente, configuró el perfil del nivel, sobre todo de las Ciencias Sociales junto a las especialidades de las Ciencias de la Educación que, junto a una gama de diversos profesionales no docentes en especialidades científicas, cubrieron los cuadros demandados. Cañada de Gómez y Villa Constitución se vieron privilegiadas por su cercanía a Rosario y su vinculación con dicha Universidad.

Por otro lado, es importante remarcar, que nuestro Instituto de Villa Constitución, -instalado en el marco geopolítico estratégico del sur santafesino-, cubrió una creciente demanda de docentes, propia de una explosión de oferta educativa. Así lo expresa el Decreto Nº 00427. SANTA FE, 24 de enero de 1964.

 

VISTO el expediente Nº 12427 del Ministerio de Educación y Cultura, mediante el cual el director de la Escuela Normal de Villa Constitución Señor Prof. José Hugo Goicoechea, propicia la creación en esa ciudad de un Instituto de Profesorado Básico; y CONSIDERANDO: que se concretaría una justa aspiración de la población al dar a los alumnos de escuelas normales e Institutos de enseñanza secundaria, la oportunidad de adquirir estudios superiores; Que el mencionado Instituto absorbería también a alumnos de las localidades vecinas, como San Nicolás de los Arroyos, Alcorta, Arroyo Seco y Santa Teresa: Por ello y de conformidad con lo solicitado por el Consejo General de Educación, EL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA DECRETA: Créase un Instituto de Profesorado Básico en la ciudad de Villa Constitución.

 

De lo pedagógico: la creación inédita de un perfil docente para la formación de formadores

 

Estas Instituciones nacen junto a nuevo modelo que se consolidó en el marco del contexto conocido como “Desarrollismo”, basado fundamentalmente en una racionalidad técnica, concibiendo a la escuela como una herramienta o instrumento cuya función es la de aportar elementos acordes al nuevo orden social.

 

Se trataba, entonces, de tecnificar la enseñanza sobre la base de esta racionalidad, con economía de esfuerzos y eficiencia en el proceso y los productos. En función de este modelo, el profesor es visto esencialmente como un técnico. Su labor consistiría en ‘bajar a la práctica’, de manera simplificada, el currículum prescrito alrededor de objetivos de conducta y medición de rendimientos. (Davini, 1995)

 

Sin embargo, el sustrato del modelo de la Escuela Normal sursantafesina, mantenía su impronta pedagógica de origen práctico posteriormente enriquecida por el aporte teórico de la Universidad rosarina. Una teoría renovada por el acaecer científico y filosófico, cargada de un fuerte posicionamiento “político”, como era todo lo educativo y cultural en aquella potente Universidad Nacional de la década del 60.

Fue la carrera de Historia y Geografía el espacio educativo icónico de la formación general y específica de todas las otras carreras. Ofició de columna vertebral de la formación académica filosófico-científica. Al configurarse algo nuevo, el encuadre ideológico pedagógico histórico se construyó colectivamente relevante. Un “colectivo” que imprimió la lógica de esos tiempos.

Los testimonios recogidos de egresados de la primera promoción de Historia y Geografía, 1964- 1968 remarcan este importante aspecto. “En la carrera de Historia y Geografía hubo una idea para imaginar que el conocimiento, el saber, era y será un “desafío” de un área que se constituyó y que se llamó, “Ciencia”” (Galano, 2014).

Tiempos descomunales para el pensamiento y su creación, impactaron notablemente en el desarrollo educativo y cultural de Villa Constitución y su zona de influencia. La conmoción fue general, dada la convocatoria y presencia de eximios intelectuales, como la arqueóloga Miriam Tarrago, la filósofa Irene Rosales y las especialistas en Ciencias Sociales María Teresa Nidelcoff, Rosa Di Franco de Espíndola, Nélida Magnano de Vallejos, Nidia Areces, Graciela Roncoroni, el economista Juan Lascialandare, Teresita Farelli, Cristina Di Bernadi, Fernando Prieto, Marta Longo, Irma Antognazzi, Nelly Fadlala, Edgardo Osanna y el abogado José Bodrero, entre tantos otros, reconocidos profesionales investigadores científicos de alto nivel que iniciaron sus actividades sin percibir sueldo por el primer año. Nombres de los primeros docentes que serán los que retomarán la posta en la segunda etapa, ya que luego de ser interrumpida su continuidad en 1972, la carrera se reinicia en 1981 como Profesorado de Historia, ya sin Geografía.

El Prof. Carlos Galano, egresado de esa primera promoción (1968) expresa:

 

Una coherencia transdisciplinaria inédita en la formación docente, vertebró el desarrollo de los contenidos de todas las disciplinas, niveles y profesorados. Ya se discutía, se debatía en los claustros colectivos, la crisis de la modernidad. Aquella que empezaba a verse entre intelectuales y que hoy es evidencia histórica. El contraste epistemológico nació de cuestionarlo todo. Esos artefactos culturales de la modernidad, esa racionalidad dominante, la cartesiana, la razón como entronización que va dirimir los sortilegios del pensamiento, del buen y mal pensamiento, de lo que es ciencia y no lo es, de lo que es verdad de lo que no es verdad. Todo eso fue tiñendo a la modernidad, y a un concepto muy fuerte que fue operando como el gran atractor de Occidente: la idea de “progreso”. (Galano, 2014)

 

Momento clave para el despertar critico en la academia universitaria, se trasladó y consolidó al nuevo Nivel como legado definitivo, el abordaje de las diversidades y las otredades. Una coexistencia académica que se vio reflejado en un espacio en común a todos los espacios de la formación, el del desarrollo transversal de cátedras y contenidos a través del estudio compartido de la “Historia de las Ciencias”. Instancia articuladora fundamental, resaltan todos los testimonios, ya que “no se enseñaba en compartimentos estancos. Fue el producto y el sentido de pertenecer a un tiempo clave en el desarrollo del pensamiento santafesino y latinoamericano”. (Galano, 2014)

La carrera Historia y Geografía desafió en aquellos tiempos el sistema educativo mismo. No como una lógica platónica del principio de separabilidad, visión de la “disciplina” como organizadora de los sistemas educativos, como el megaordenador de las formas de organización de las instituciones educativas, aún en la Universidad. Casi diez años después, la carrera de Historia (1981) como hija de aquella vertiente, también transformará esa estructura estructurante positivista. En definitiva, “Normalismo” que está presente en el bastión de la construcción de sentidos, inaugura desde el primer instante, su impronta y la “academia universitaria” como laboratorio de la cultura, abrió el camino a cuestionar todo, como para ya advertir las críticas a la Ciencia y construirla de nuevo.

Sin dudas, el contexto intelectual y cultural revolucionario de los años 60, el Mayo Francés, la Revolución Cubana, dejó su formidable huella, ímpetu que hasta finales de la década de los 70 siguió vigente y que, a pesar de la dictadura militar, renace vitalmente en los 80.

 

Construir otras cosas, para redefinir las pedagogías de las certezas, en nuevas pedagogías. Para reimaginar los contenidos como contenidos no sacralizados, ni ritualizados en dogmas educativos, sino encarnados en imaginarios sociales que nos permitiera transformar la sociedad, cambiar la sociedad, era también cambiar la institución. (Galano, 2014)

 

En 1968, egresaron los primeros profesores en las disciplinas establecidas como programa, con el título de Profesor de Enseñanza Media (Secundaria, Normal y Especial) a saber: Matemática, Física y Cosmografía; Historia y Geografía; Ciencias Naturales y Castellano y Literatura.

Los testimonios de docentes y estudiantes hoy docentes egresados coinciden plenamente.

 

En el Instituto de Villa, habíamos creado un clima muy especial. Su gestión se basaba en el conocimiento del personal que permitía que la realidad escolar, no se manejara en función de los parámetros de la normativa oficial, más bien se ajustaba a un ordenamiento interno, basado en la experiencia escolar cotidiana e integrada. (Di Franco de Espíndola, 2014).

 

Esto iba unido a decisiones políticas, administrativas, burocráticas, consecuencias imprevistas de la planificación técnica e interpretaciones particulares que hacía que la norma educativa oficial no se incorporara a la Institución de acuerdo a su formulación explícita original. Era recibida y reinterpretada dentro del orden institucional existente y adecuado a la realidad cotidiana, que le daba un tinte muy personal, sin olvidar el contexto social e institucional. Este formato permitió construir conocimientos que superaran o contradijeran los contenidos transmitidos por el discurso oficial y armarse de fundamentos y estrategias para los tiempos de la dictadura.

La Institución se jerarquizó y la dirección ganaba autoridad frente a sus pares y el ministerio. En este marco, la experiencia escolar y los procesos de trabajo fueron selectivos y significativos, y posibilitaron que "desde adentro" se generara una transmisión y reconstrucción de concepciones abiertas y actualizadas del mundo.

El Profesorado de Historia fue determinante en esa construcción e identidad. Los Institutos Terciarios fueron lugares "construidos", sobre todo los llamados "históricos", porque tenían una armonía interna, habían generado una idea de autonomía y pertenencia, acunada al calor de la identidad compartida, basada en lazos fraternales de toda una experiencia sesentista cargada de ideales.

En esta institución, y especialmente en las carreras de Historia y Geografía, luego Historia, interactuaron tradiciones históricas, los contextos, los profesores que después de la Noche de los Bastones Largos dejaron la Universidad. Fueron nóveles profesionales a quienes se les concedió un lugar donde continuar su carrera docente y contribuyeron a enriquecer el nivel académico de la Institución. Ese perfil fundacional configuró el subsuelo basal de la carrera de Historia, continuidad que jerarquizó toda su trayectoria académica.

 

El Villazo y la dictadura cívico militar

 

Determinante fue el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”, la dictadura cívico-militar en Argentina en su incidencia en la formación docente santafesina. Este contexto condicionó la continuidad de Historia y Geografía, pero a la vez, generó las condiciones para su renacimiento. Podría haber sido otra cosa nueva, pero como veremos, aquella fundacional matriz identitaria prevaleció y se expandió.

Villa Constitución se constituyó en el escenario “bisagras de los tiempos”: el de un potencial proyecto de democracia sindical por nacer al calor de esas fraguas intelectuales, al de su persecución e intervención terrorista del Estado. Hablamos del “Villazo” dentro del movimiento obrero argentino en pos de una democracia sindical (1974-1975).

Educar en esos tiempos era participar activamente de ese verdadero hito histórico social local, un particular proceso que penduló entre la lucha y triunfo de su programa, y la posterior violencia y represión militar. Reflejado en su triunfo, los lineamientos de una sociedad mejor, los intelectuales docentes y alumnos se alinearon bajo su bandera. Con la toma de fábricas por los trabajadores, la organización sindical triunfante, la “Lista Marrón”, el apoyo de toda la comunidad reflejaba la impronta fundacional de la formación docente. La lucha era fuente de aprendizajes de poner en valor su compromiso en la colecta de comestibles para los obreros que permanecían en la toma.

 

Como olvidar que el Instituto fue el polo a partir del cual pude participar de los momentos en que se gestaron los sindicatos de trabajadores de la educación que pronto formarían la CETERA; un polo donde pude conocer la organización obrera del gran conglomerado industrial de Villa y su zona; nos encontrábamos codo a codo con los obreros de la UOM en una gran asamblea pública en el viejo cine que estaba frente a la plaza. Fueron descubrimientos mutuos entre estudiantes y docentes que nos acercábamos a otros sectores de la ciudad para dar solidaridad a los obreros de Acindar en la gran huelga. (Antognazzi, 2014).

 

Pero, por otro lado, la represión esbozaba un clima de temor, anticipando una inmediata y tenebrosa realidad. A partir de 1975 y 1976, centenares de trabajadores, entre ellos alumnos y docentes presos y desaparecidos, confirmaban como la represión física, el control ideológico de la bibliografía y la constante presencia en las aulas de agentes de los servicios de inteligencia, inscriptos como alumnos, estaba planificado. Si bien la interrupción de su cursado en 1972 tuvo que ver con su baja matrícula y ajustes presupuestarios, no eran momentos propicios para su oferta y desarrollo que, luego del golpe de Estado de 1976, las carreras de Historia en toda la provincia, fueron “marcadas”, “controladas”. Una manera de intervenir y cercenar el pensamiento crítico, democrático y transformador, será reivindicado en 1981.

Cerrar “carreras ideológicamente inconvenientes” como el de prohibir libros y autores llamados “subversivos”, era practicas establecidas. Los famosos listados de libros y autores prohibidos condicionaban la elaboración de las formales planificaciones docentes; pero institucionalmente, en ISP N° 3 se insiste en el cuidado sin alterar la libertad de cátedra. Las “planificaciones paralelas” resultaron la salida convencional para dar respuesta a las autoridades ministeriales, mientras en las aulas no se barría la problemática histórica y la realidad presente debajo de la alfombra de la desmemoria.

El “Villazo”, cabeza de la “serpiente roja del Paraná” dejó su huella estigmatizaste para todos los profesores de Rosario que venían al Instituto de Villa. Las requisas y controles a los docentes que viajaban, generaban malestar generalizado. Muchas veces en la plaza central San Martín de la ciudad, el ejército demoraba a docentes y estudiantes al descender del colectivo y revisaba el material que llevaban.

 

“Hubo una época en que nuestro cafecito en el bar de la esquina de la Comisaría nos encontraba en el mismo lugar en que los Pumas (policía rural) armaban y desarmaban sus pistolas delante de los parroquianos en la mesa de al lado” (Antognazzi, 2014)

 

No obstante, los docentes atestiguan, el clima de la institución no había cambiado. “Nos cuidábamos entre todos” (Di Franco de Espíndola, 2014). El sostener la fuente de trabajo y privilegiar la vida misma requería de una inteligente prudencia de gestión y una estratégica solidaridad entre pares. Las requisas sorpresivas a hogares de docentes e instituciones escolares estaban a la orden del día. Había que cuidarse, sobre todo, quienes formaban parte del plantel docente de las Ciencias Sociales.

 

Nunca nos sentimos inseguros, aislados; a pesar del golpe de estado de 1976 había un enriquecimiento constante que sin hacerlo consciente en ese momento hacíamos de nuestra profesión una permanente investigación de nuestras propias prácticas. Se enfocaba el conocimiento vinculado con el futuro, con un sentido conceptual ya complejo; donde desde el aula se “fabricaba” el conocimiento como un taller” (Di Franco de Espíndola, 2014).

 

Igual, aún sin la carrera de Historia funcionando, el plantel y la gestión del Profesorado eran tildados como “zurdos”, “subversivos”. Estigmatizados, militantes algunos, peligraban el trabajo y la vida. Muchos docentes universitarios cesanteados por el poder ejecutivo de facto, de no exiliarse a otros países, pudieron seguir trabajando en el ISP N°3 y mantuvieron su espacio con total libertad de cátedra.

 

Encuadre que encontró en las aulas un clima de conciencias comprometidas de tantos profesores que no barrieron la realidad debajo de la alfombra. Nos enseñaron y aprendimos como lucha. Nada es casual. No fuimos ni somos ajemos a la causalidad histórica. (Goicoechea, 2014)

 

El profesorado fue un verdadero “oasis en el desierto”, a pesar de la presión ejercida desde el ministerio, -resoluciones oficiales, cambios curriculares con disminución horaria en el campo de las Ciencias Sociales y constantes inspecciones, intervenciones y recortes, el N° 3 de Villa Constitución mantuvo a su personal docente y a la par un proyecto autónomo de puertas abiertas a pesar de la imposición de un modelo político autoritario.

Recuerda la Prof. Rosa Di Franco de Espíndola (2014) “Convincentemente mantuvimos la ética de la vida institucional, aprendida desde una práctica comprometida, donde se permitió gestionar desde el aula, la Institución toda, la comunidad, por fuera del sistema éramos y nos sentíamos libres”.

 

Como olvidar a este instituto que nos cobijó cuando en los “años de plomo” fuimos perseguidos en la Universidad. Fue además el gran corazón abierto cuando apenas llegada del exilio forzoso, encontré al Director José Hugo Goicoechea y a la Secretaria Magdalena Callegaris, y nos confundimos en un abrazo profundo conscientes de la historia sufrida por todos. Aquí tenés un lugar, volvé, me dijeron. (Antognazzi, 2014)

 

Director Goicoechea, su perfil de gestión

 

La creación y proyección del Instituto Superior de Profesorado Nº 3 fue descollante, ya que se inauguraba la posibilidad de desarrollar estudios terciarios en la región, rompiendo una histórica dependencia con Rosario. El Prof. Goicoechea, supo interpretar dicho contexto y apuntaló así, con su creación, las diversas tradiciones pedagógicas: las experiencias de los Departamento de Aplicación (Ex Escuela Normal Primaria) -interactuando con el Departamento Secundario y el Gabinete Psicopedagógico- realizaban la planificación, evaluación y seguimiento de alumnos maestros en sus prácticas docentes, que con 18hs cátedra de daban el tiempo para que los docentes investigaran y a la par, la incorporación de nuevos docentes jóvenes de la ciudad de Rosario le dio una nueva impronta al proyecto educativo escolar, poniendo el acento a la transferencia didáctica formativa del “Departamento de Aplicación”. El tan mentado “Complejo Educativo” integral de niveles supo organizar. Se aprendía a aprender de todos.

Su cargo directivo no lo privo de su tarea áulica cotidiana. Fue profesor de Historia de la Educación, Legislación Escolar, Gestión y Política Educativa, desde los cursos superiores del nivel medio de la Escuela Normal y extendió su labor en estas disciplinas en cátedras del Instituto Terciario.

Si bien las explicaciones personalistas no dan efectiva comprensión de los fenómenos históricos, es menester detenernos un poco en el perfil y personalidad del Director Goicoechea, quien fuera determinante en esta trayectoria institucional, y en la creación de la carrera de Historia, sobre todo en contextos de dictadura cívico-militar. En palabras de Hilda Inés Dona, una testigo presencial y colaboradora de aquella gestión, remarca textualmente:

 

El Prof. Goicoechea sin protagonismo manifiesto y expresiones altisonantes, pero con efectividad, congrego voluntades, capto adhesiones espontaneas, responsables, comprometidas de colaboradores, padres y docentes, en redes solidarias. Su perfil fue depositar confianza para la labor asumida, cuando percibía seriedad y entrega confería libertad para el trabajo, de allí la posibilidad para crecer como personas y como grupo. Parco en las palabras, pero muy buen observador, permitía distinguir con respeto, valoraba las iniciativas para el bien común, sin imponer urgencias. (Dona, 1999)

 

Particularidad de gestión que, contrariamente a lo que pasaba en otras ciudades y centros educativos provinciales, desafío el contexto ampliando la oferta educativa y con ella, mantener carreras, proteger a compañeros docentes conservado sus horas y ampliar la fuente de trabajando a sus colegas. Tampoco fue un obstáculo a la hora de defender y mantener en funciones a la excelente planta docente expulsada de la universidad de Rosario. Numerosos testimonios reconocen su posición frente a la “casa de brujas” que sufrían los docentes que, por su sola sospecha o posición ideológica, militancia política y compromiso académico, hacían frente a la dictadura militar.

La creación de la carrera de Profesorado de Historia en 1981 se gesta desde esta experiencia de “escuela pública”, desde la resistencia y conciencia democrática: un fenómeno académico y pedagógico sin precedentes se estaba construyendo el específico perfil formador del docente en el nivel, desde las fuentes académicas y científicas de la universidad y las experiencias normalistas de base. La creación del profesorado de Historia fue un hito más de ese verdadero laboratorio experimental del que se gestaron los marcos teóricos y metodológicos específicos de la formación docente permanente, orgullo de los villenses y santafesinos.

 

La carrera de Historia, un bastión democrático de lucha

 

Sin la certeza de los documentos, pero sí de la transmisión oral, sabemos que no fue fácil reabrir la carrera de Historia en ese contexto intervenido, donde la política educativa de la dictadura era inflexible para todo lo que viniera del campo de las Ciencias Sociales. No obstante, con una importante demanda, una organizada preinscripción y un contundente informe de diagnóstico pertinente de viabilidad, la gestión directiva de ese entonces logra crearla.

En 1981 el nuevo Profesorado de Historia en tiempos de la dictadura y siendo un nuevo plan, sin la Geografía, no perdió su contundencia pasada. La historia fundacional de sus orígenes siguió presente y fortalecida, paradójicamente, por la persecución y la violencia política del proceso cívico-militar. Su impronta inaugural “Normalista” y “académica socio crítica”, regional y latinoamericana, estaba más viva que nunca. Sigue el mismo plantel y se refuerza con nuevos profesores y profesionales universitarios, algunos recibidos en la propia institución.

Si la experiencia combativa y represiva en Villa Constitución fue el puntapié local del ensayo nacional para el Golpe de Estado en 1976, la reapertura de la carrera de Historia en el ISP N°3 en 1981 - en tiempo de dictadura, crisis política y económica y al calor del contexto de la guerra de Malvinas-, fue un triunfo ideológico del clandestino laboratorio pedagógico del pensamiento crítico y democrático sur santafecino. Anticipaba la contundente y contestataria apertura democrática.

Podríamos decir, que renacimos en el transcurrir transitorio del fin del terror y el comienzo democrático, con las herramientas conceptuales de su trayectoria original. Podríamos decir, la carrera de Historia, un bastión democrático de resistencia, lucha académica y transformación cultural.

 

Isla de ese archipiélago, unido a esas corrientes de las sospechas, a ese torrente que a veces subterráneo pero que emerge, operó luego y siguió siendo subterráneo; y al avanzar de esta manera, e imaginar que hay otro mundo, otra concepción del tiempo y otra visión de la ciencia, triunfó. Su renacer, una epifanía académica, política, ética y cultural. (Galano, 2014).

 

La construcción de “sentidos” era su sentido, siguió intacta y se profundizaba en aquellos primeros años de la democracia. La tan llamada “transdisciplinariedad”, ya se había iniciado en aquellos primeros años y afloraba de las profundidades en la carrera de Historia. “No como superación de la disciplina, no tampoco de una articulación interdisciplinaria que acerca las disciplinas, sino como la construcción de nuevos horizontes del saber para la construcción de un nuevo mundo.” (Galano, 2014)

Este basamento ideológico pedagógico que, a pasar de no verse, estuvo presente, lo encarnó desde sus objetivos fundantes.

 

Hoy desde la meseta desde donde estamos, el objetivo es empezar hacer miles de grietas a la meseta para que aparezcan todos los torrentes que ya estaban y que, sumados a los nuevos, construir los territorios del saber, nuevos territorios del saber. Es construir los mundos. (Galano, 2014

 

Ya, en un contexto de crisis y agotamiento de este terrorífico proceso, la creación de la carrera de Historia fue determinante en la historia del Instituto.

 

A pesar de los lastres dejados por la dictadura cívico militar financiera y los gobiernos que siguieron los dictados de los dueños del poder económico, en el instituto florecía la democracia con libertad de ideas y de catedra. Hubo un hilo conductor de mi estancia en Villa que fue retomar el Seminario de Investigación Regional en la carrera de Historia. Sus producciones de excelencia, de historia presente y reciente y su exposición pública; fue inolvidable (Antognazzi, 2014)

 

Completo la idea, fruto de toda esta historia, de todo este sentido.

 

Profesorado de Historia y la democratización curricular santafesina (1986-1994)

 

Se inicia un nuevo proceso de transformación de la formación docente movilizados por el nuevo escenario político. Comienzan a nivel nacional a desarrollarse algunas experiencias alternativas. Durante la primavera alfonsinista (1983-1989) se desarrolló el 1er Congreso Pedagógico y con él, -sin transformaciones estructurales del sistema-, prosiguieron importantes proyectos de cambios curriculares.

La reapertura democrática se caracterizó por una creciente participación de los sujetos en las distintas esferas de la sociedad civil. Surgen, en el campo educativo, dos importantes programas que por diversas razones quedan inconclusos:

 

Los intentos del Plan de Formación de Maestros de Enseñanza Básica (MEB) durante la gestión de Ovide Menin, que produjo una importante movilización participativa de los docentes en los institutos formadores del país y el posterior Programa de Transformación de la Formación Docente (PTFD) sufrió sucesivas reestructuraciones y fue atravesado finalmente por la transferencia de los servicios educativos a las provincias. (Davini, 1995)

 

Por otro lado, el nuevo diseño curricular para la formación del magisterio en la provincia de Santa Fe, entra en vigencia en el año 1986 con el plan de estudios N° 830 y que se constituye en el marco normativo que orientará hasta el año 1997 la actividad del ISP N° 3. Con este, una excepcional avanzada curricular: la implementación de las “Aula Taller” con contenidos ejes problemáticos e interdisciplinarios que dieron vigor y protagonismo de la historia como ciencia vertebradora de todas las otras disciplinas del plan. Un bálsamo académico y pedagógico que corroboró las fuentes fundantes de la formación docente en Villa Constitución y la posición teórica y metodológica iniciada allá por los 60, en los inicios creativos de la generación de “Oro”.

Fue un diseño revolucionario. La concepción acerca del conocimiento que esta experiencia promovía se caracterizó por resignificarlo, intentando superar el carácter atomizado, enciclopédico y ahistórico del conocimiento escolar, adoptando los supuestos que consideran el conocimiento como una construcción social, producto de procesos históricos y culturales, y como un instrumento de abordaje de la realidad, para su comprensión y transformación. El nuevo diseño agregó además una serie de ejes novedosos que articulaban la propuesta, y que estaban centrados fundamentalmente en la integración teoría-práctica y en la interrelación escuela-comunidad y en el abordaje de la realidad desde un enfoque interdisciplinario. Es por esto que hablamos de un triunfo, la democracia devolvía esa interrumpida historia, ya que es el propio sistema educativo el que consagraba oficialmente la perspectiva epistémica, científica, pedagógica y política fundacional del Nivel Terciario del sur santafesino, inaugurador de formadores en Historia. La carrera de Historia floreció y cobró ese vuelo pedagógico de antaño en su despertar político democrático.

Para la carrera de Historia, ésta concepción no era una novedad. Atravesados por esa constante ruptura con los modelos positivistas consagrados y las prácticas escolarizantes, la construcción de “sentidos” vuelve a ser transversal en lo curricular y transdisciplinar en lo académico. El perfil político pedagógico socio crítico de la formación docente, se expande de manera radial por todas las carreras de la institución, conjugando las experiencias prácticas de viejas experiencias del trayecto “Normalista”, canalizados en las llamadas “Aulas Taller”. La problematización de los contenidos dio vida investigativa a la carrera y a la articulación de disciplinas. Toda una etapa creativa de programación, proyectos y puesta práctica de la “práctica formativa”. Una mirada regional, inductiva, contexto de experiencias de investigación y de descubrimiento, puso en relieve lo particular, lo regional para llegar a lo general, adelantando esta mirada holística, dialéctica y latinoamericana de sus fundamentos. Testigo estudiantil de esos tiempos, reeditamos esa época fundacional de “Oro” de la historia de nuestra carrera y toda la institución.

La investigación regional empieza a tomar cuerpo. El nivel académico florece a nivel provincial y nacional a partir de sus producciones e investigaciones. Los trabajos elaborados en los Seminarios de Investigación y sus talleres integradores, generaron artículos académicos memorables. Su valor se vio plasmado en el nacimiento de la Revista Historia Regional en 1988, revista que progresa y tiene continuidad académica hasta hoy en día.

 

El primer número de la publicación, de características muy sencillas, fue impreso en offset en la imprenta de la Municipalidad local. Nuestro querido y recordado profesor Juan Aníbal González fue colaborador y articulador de esas primeras impresiones que luego se hicieron en fotocopias, para pasar al 5 con nueva tecnología de la computadora hasta el número 15; todo un desafío sin ningún apoyo económico (Wexler, 2014)

 

Ediciones que se pensaron como una publicación científica anual, apuntó a un público constituido por investigadores y docentes en Historia de todo el país y sobre todo a graduados y estudiantes.

 

En 1999, el gran orgullo fue la edición de libros con el lanzamiento de una fructífera carrera editorial, cuyos autores fueron miembros de la comunidad educativa del Profesorado, convirtiéndose en un hito de la ciudad y la educación santafesina. (Wexler, 2014)

 

Hoy, en su continuidad, pero producto de los cambios tecnológicos digitales, se presenta con un nuevo formato virtual, pensada para albergar en sus distintas secciones trabajos de investigación, síntesis, interpretación, opinión y debates, históricos específicamente y la didáctica de la historia. Una materialidad de sentidos fundantes, corre definidamente por nuestro presente y futuro.

Un día tome conciencia que la vida es siempre crecimiento y que para eso el motor es conocer, que el conocer hace libre. Por eso instaba a los alumnos a investigar, a preguntarse, a no quedarse nunca con la primera respuesta; con la mente abierta para pensar y sobre todo para saber que la historia es movimiento, no solo la historia de las sociedades, sino la historia misma de cada uno de nosotros. (Antognazzi, 2014)

 

El neoliberalismo pone en jaque los fundamentos históricamente construidos

 

Con el advenimiento de las políticas neoliberales del gobierno nacional de Carlos Menem, la reforma educativa de los 90 golpea fuertemente toda esta estructura y todos estos logros desvanecieron. La educación toda estuvo atada a los designios tecnocráticos de la economía, en consecuencia, se motorizó así el proceso de reforma curricular en todo el sistema educativo con ideas neoliberales. Todo tendía a interpretarse en un marco economicista y la educación terciaria no escapó a ello. Las políticas de ajuste fiscal y presupuestario ponen en riesgo la permanencia del Nivel Terciario, con pretensiones de “Universitarizarla”.

La impronta tecnocrática de mercado descalifica las competencias de todo estudio social e histórico, a la vez, un “academicismo elitista”, subvalora toda su trayectoria pedagógica. Se ven en peligro la continuidad de muchas carreras en todos los institutos. No obstante, con la participación del colectivo directivos docentes estudiantes en asambleas populares y movilizaciones en las calles, el Profesorado de Historia resiste.

En ese transcurrir, en la década de los 90, con la sanción de la Ley Federal de Educación (24.195) y la Ley de Educación Superior (24.521), se inicia el retorno a los modelos prescriptivos, donde los diseños curriculares son “bajados” sin participación de los sujetos sociales que deben implementarlos. En dicho contexto, el neoliberalismo plantea la transformación de la formación docente para convertirla en un subsistema eficiente, lo cual permitirá modificar, según su propio discurso, toda la realidad educativa, ganando en calidad y eficiencia.

La gestión empresarial se impone en las escolares. La lógica del mercado como a las políticas de ajuste y privatización, dejan afuera cuestiones básicas como el salario y las condiciones de trabajo docente en general, y el derecho esencial a la educación del que deben gozar todos sujetos sociales sin distinción.

El modelo es socialmente excluyente. La sección de Historia, junto a la Delegación Gremial de AMSAFE Villa Constitución, fortalecieron esa impronta protagónica y luchadora de antaño. No se podría hacer ninguna reforma sin reconocer la trayectoria histórica de las instituciones de formación docente; integrar a los educadores como protagonistas del cambio, y proponer un proyecto de educación inclusivo, al servicio de los sectores populares y no a la lógica de los mercados.

La carrera de Historia, siempre en la base de todo cuestionamiento critico al sistema, mantiene su impronta fundadora y resiste a formalizar este retroceso político, epistemológico y pedagógico. Elocuente testimonio pinta la tendencia:

 

Adquirir herramientas para pensar, para no caer presa fácil de opiniones sin fundamento, de miradas superficiales sobre los procesos históricos que vivimos, sin caer en convencionalismos, en sometimiento acrítico a reglas o costumbres banalizadas. Trate de que renueven año a año su tarea en el aula como estudiantes docentes cuando egresen porque tendrán bajo su responsabilidad la formación de adolescentes y ciudadanos de una patria en construcción, después de la debacle de los golpes de estado y de las políticas neoliberales. Intenté que asuman que ser docente es ser político, es decir, transformador de la realidad; ser protagonistas consientes de la historia; la historia como una herramienta para pensar con capacidad autónoma. (Antognazzi, 2014)

 

 

 

A modo de reflexión: Los daños presentes del neoliberalismo y nuestro desafío futuro

 

Importante desafío para la carrera y la institución toda, después de este coletazo neoliberal, la de poder reflexionar sobre esta historia y su incidencia en el desarrollo actual de la misma. Esa etapa de “Oro”, como la llamamos, ya no existe y aunque cueste reconocerlo, la pauperización de la política de gestión ministerial en el Nivel Terciario se hace notar.

Las consecuencias del neoliberalismo son presentes. Una sociedad segmentada, las instituciones y el rol docente desjerarquizadas; la obsolescencia del conocimiento científico que se suprafragmentó aceleradamente en pocos años; métodos de transmisión escolar perimidos, vuelta a las formas tradicionales, neoconductistas, un relativismo digital del capital cultural desatienden la necesidad de aprender a aprender y aprender a pensar; la creciente y generalizada naturalización de la crisis de valores; la ausencia de un proyecto de país consolidado, participativo y consensuado, un mínimo de pautas entendidas como plataforma de proyección a largo plazo, pone nuestras energías en lo urgente y no a lo importante.

Contexto que pone a la carrera de Historia y a los Institutos de Formación Docente, en un estado de anomia importante, de supervivencia instalada. La pendularización partidaria de políticas públicas ponen al desnudo el desinterés por la formación docente y no se rescatan los logros de anteriores gestiones, así resulta que todo vuelve a empezar. Políticas de pretendida “inclusión y calidad” hacen solo visibles las contradicciones del sistema que cada vez es más desigual y famélico. Fundamentos que solo apuntalan slogans y que en su contraposición con una sociedad cada vez más desigual y competitiva, desalientan todo proyecto.

Con todo esto ¿Irrumpen las “neurociencias” como nuevo soporte teórico y práctico del sistema educativo? Previendo que es el encuadre que desatiende las condiciones históricas sociales de pobreza generados por esta fase salvaje del modo de producción capitalista, fundamenta el “Neoindividualismo” deshistorizante y el “Emprendedurismo” salvaje.

La crisis del COVID 19 obliga a replantearse todo nuevamente, sin aparentes plataformas teóricas para poder entender e interpretar el mundo que se viene. Cultura posmodernizada y digitalizada, vacían tanto los contenidos como las estrategias prácticas de intervención y transformación educativa.

Ahora bien. Si pudimos, desde aquellos tiempos resistir las dictaduras cívico-militares, resistir a las ideologías neomodernas de fines de los 70 y 80. Si la carrera de Historia se interpuso, con tensiones claro, a la pedagogía del “Conductismo”, del “Espiritualismo cristiano”, aquella que fue moda con la educación “personalizada” de García Hoz, ¿cómo no podremos enfrentar reflexivamente el actual Neoconservadorismo de nueva ola, a la expresión exacerbada de la lógica hipotética-deductiva que reintenta salvar las condiciones metafísicas de la realidad?. ¿Cómo, con la génesis socio critica latinoamericana y decolonial de nuestra matriz fundacional, los actuales profesores de Historia no enfrentar al Neopositivismo y al Neoliberalismo, matriz que va cambiándole la fachada del currículum, tecnologiza la ciencia y los vínculos virtuales de lo educativo, simplemente para avanzar en una sociedad de excluidos y en una construcción donde lo que más prospera, es la pobreza y no el conocimiento? ¿Cómo, con toda nuestra histórica construcción y creación no asumimos esta crisis e intervenimos para abordarla? ¿Nos vencimos ante el embate fracturante de los medios de comunicación, ante la maquinaria simbólica de maniqueas operaciones discursivas? ¿Víctimas victimizadas de las “grietas”?

Tan fracturantes que no pudimos reconocer ese dialéctico movimiento entre los campos del trayecto práctico de las prácticas pedagógicas-didácticas y el campo académico científico del saber específico. Se nos interpuso una especie de “división intelectual del trabajo docente” inventada para la enriquecer solo la competencia academicista, nacida de aquella herencia de los créditos docentes y puntajes en los escalafones profesionales, carrera de solo capital simbólica individual que nos empobreció contundentemente.

Fruto de rencillas y celos profesionales, perdimos de vista nuestra histórica brújula colectiva. La carrera de Historia convivió con esos avatares y tensiones académicas, dejando huellas en el desarrollo de los debates posteriores. Es hora de religar con esa gloriosa y productiva historia transdisciplinar. ¿Cómo no retomar el debate sobre las ideas, una práctica definitoria de nuestra carrera? ¿Cómo no producir contenidos, recursos y estrategias pedagógicas culturales, con proyección social, comunitaria, si estamos plagados de enriquecedoras experiencias?

Como muestra de lo que expongo, recuerdo aquellos tiempos cuando ante los conflictos y desacuerdos dentro del propio sistema educativo provincial, todos los Institutos de Profesorado esperaban que se pronunciara teóricamente el nuestro, el Profesorado de Villa Constitución, con la claridad y contundencia de sus presupuestos y producciones. Éramos docentes y estudiantes de la carrera de Historia, junto a la gestión, el faro político ideológico del Nivel Terciario santafesino. Si fuimos esa gran brújula ideológica de la formación docente santafesina, marcando el rumbo de las políticas educativas santafesinas, ¿porque no retomamos esa vertiente?

Nos debemos el debate hoy al interior de los sistemas educativos, que es el debate por esta idea, de que el conocimiento se construye con las ideas y el debate sobre las ideas. Debate en contexto y en plena disputa por el “sentido de los sentidos”, por el proyecto de educación, el del formador de formadores, el proyecto de país que reconstruya y estabilice todas nuestras potencialidades.

Religar con este sentido histórico es poder repensarnos en los confusos contextos presentes de derechización ideológica y cultural. Hoy los sistemas educativos deben proponerse una fuerte crítica a la matriz que ha generado la colonización de las mentes y las acciones. Hoy debemos descolonizar el conocimiento, de mantener ese sustrato pasado presente, nuestra carrera de Historia no debe estar ajena a esta compleja realidad.

Es oportuno remarcar, quien fuera nuestro profesor de Economía en la carrera de Historia Dr. José Bodrero, que

 

No hay fin de la historia, al contrario, se acelera con ambientes rumbos. La explosión provoca rebeliones. La abismal desigualdad social causa profundas crisis, aunque se intente explicar por motivos superficiales. Esta provocará futuros conflictos. Aprender a dudar. Tantos cambios suelen desmontar certezas, debemos ser humildes y aceptar lo nuevo sobre la realidad. Pero es difícil dudar de viejas convicciones, hasta los científicos padecen este prejuicio. Los caracteres de la realidad, de acelerado desarrollo, hacen imperativo que los docentes adquieran el hábito de seguir aprendiendo; nos beneficiaremos se impone esta costumbre, ayuda de salvarnos del dogmatismo, se practica la tolerancia y fortalece el amor a la libertad. (Bodrero, 2014).

 

Condición que no debe dejar de estar presente de quienes, desde sus inicios, aprendieron todo el tiempo. Ejemplos fundacionales que contagiaron a estudiantes y colegas, no deben morir. La iniciativa de instalar las “Cátedras Libres” de formación política pedagógica docente, la de alentar la práctica de una democracia directa desde el Centro de Estudiantes, la proliferación de los cursos de capacitación históricos, como aquellos postítulos de actualización académica en diferentes campos del saber, nos enorgullecen y ayudan a aprender a seguir aprendiendo; (…) fueron toda una luminosa práctica que privilegiaron asuntos propicios para el debate y el dialogo permanente; (…) En tanto se respete dicho legado y se repitan estas buenas rutinas, nuestra Sección e Instituto cumplirá con su cometido. (Bodrero, 2014)

No todo está perdido. Los brotes de una nueva primavera, aunque tímidos y solitarios, parecen florecer. Me animo a pensar, en este 40 aniversario, el hecho de que la institución organice el 1er Seminario Latinoamericano y Regional de Educación Ambiental de la Provincia, en el contexto de la nueva Ley Nacional de Educación Ambiental (2021), muestra que ese nutriente fundacional está vivo. La crisis civilizatoria ambiental, amerita el renacer de un profundo debate colectivo y prever en él, un nuevo florecimiento fundante de aquellas históricas prácticas. Una reedición poco entendida aún, incita al despertar de toda la comunidad educativa. ¿De la reflexión ambiental crítica y sustentable saldrá los inéditos posibles para nuestro tiempo y el futuro? Advertirlas como prácticas necesarias que ayudarían a recrear el hábito de seguir aprendiendo.

Si hay algo de aprendizaje de este trayecto histórico y su lectura es poder asumir este gran desafío: empezar a cohabitar con las incertidumbres para construir mundos inéditos. ¿Por qué no pensar que el presente 1er Seminario Latinoamericano y Regional de Educación Ambiental, proyecte en el presente ese archipiélago de sentidos y se convierta en el escenario que revitalice esa impronta transdisciplinaria, socio crítica y transformadora de la realidad? ¿Cómo no hacer viva esa historia en aquellos nuevos despertares, auspiciosos de aquella integrada comunidad de saberes?

Así podríamos decir que no fueron en vano los 57 años de comprometida formación. Que no fue en vano los 40 años de la carrera Historia y su proyección futura. Por honrar de alguna manera esta historia de “Oro” trabajemos por nuevos otros 40 años para que, uniendo las raíces con las ramas, hagamos realidad futura este mandato histórico, el de sus protagonistas fundadores, el de sus principios y realizaciones concretas.

 

Bibliografía

 

Antognazzi, Irma (2014). Recuerdos e imágenes del Instituto de Villa grabadas en la memoria de mi vida. Archipiélagos de Sentidos. En Instituto Superior de Profesorado N° 3. La Trama de los Recuerdos. 50 años de formando docentes. ISP 3. Villa Constitución: Instituto Superior de Profesorado N° 3.

Bodrero, José (2014). Aprender a seguir Aprendiendo Archipiélagos de Sentidos. En Instituto Superior de Profesorado N° 3. La Trama de los Recuerdos. 50 años de formando docentes. ISP 3. Villa Constitución: Instituto Superior de Profesorado N° 3.

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(*) Profesor de Historia (Instituto Superior de Profesorado Nº 3 “Eduardo Laferriere). Magíster Scientiae en Metodología de la Investigación Científica y Técnica (Universidad Nacional de Entre Ríos. UNER). Especialista en Metodología de la Investigación Científica y Técnica (UNER). Especialista en Investigación Educativa (Universidad Nacional del Comahue). Argentina. José Hugo Goicoechea fue miembro de la primera promoción de la carrera de historia. Actualmente es Docente jubilado de la escuela media en instituciones educativas de la provincia de Santa Fe y del nivel terciario en el ISP Nº 3. Director fundador del “Centro de Estudios Históricos del Pago de los Arroyos”. Autor de la colección "Aquí Mismo. Grageas de Historia Argentina en Historietas". Integrante el “Instituto Artiguista” de Santa Fe y la “Red de Patrimonio en Construcción” del sur santafesino. Involucrado en diversos proyectos pedagógicos culturales organizados por el área de cultura de la localidad de Pavón-Santa Fe. E-mail: aquimismogrageas@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4169-9511